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Apuntes unidad 6 Teoría General del Estado.

Formas de Estado

Introducción

El Estado, según la definición jurídica de Jellinek, es la “corporación formada por un


pueblo, dotada de un poder de mando originario y asentada en un determinado
territorio” (Jellinek, 2000: 196).

El territorio es el espacio geográfico, sobre la superficie terrestre, en donde nace,


convive y se desarrolla el pueblo de un Estado. Constituye un elemento esencial del
Estado pues en su seno puede desenvolver su actividad de poder público. Toda la
evolución del Estado y de su actividad únicamente puede tener lugar dentro de un
espacio determinado.

A través de las formas del Estado se señalan los límites en que la soberanía estatal
actúa con la nota exclusividad que le es propia. La extensión territorial determinada
por las distintas formas de Estado es la garantía de que ha de ser posible al Estado
llevar a cabo por completo la realización de sus fines.

Hemos analizado a lo largo de las unidades precedentes que el Estado es la máxima


forma de organización jurídico-política del ser humano; conformado por tres
elementos: territorio, población y poder. En esta unidad, se estudiará al Estado a
partir de las formas que adopta para el ejercicio del poder político, territorialmente
localizado; a eso se refiere el concepto formas de Estado.

Las formas de Estado constituyen una noción vinculada al ámbito territorial de


ejercicio del poder estatal; es decir, a la estructuración del poder en ámbitos
territoriales específicos dentro de un país determinado, a lo largo de la unidad se
abordarán diferentes temas referidos a la manifestación territorial del Estado a
partir de las formas que adopta políticamente.

Por ello, el estudio de esta unidad es importante debido a que le permitirá entender
el funcionamiento interno del poder político del Estado y su proyección paralela en
el contexto internacional.

Objetivo particular
El alumnado establecerá el concepto de formas de Estado y su clasificación, así
como las tendencias de las nuevas formaciones estaduales.

Concepto y clasificación de las formas de Estado

Georg Jellinek, jurista alemán del siglo XIX y padre de la teoría general del Estado,
conceptualiza al ente estatal como “corporación territorial, dotada de un poder de
mando originario” (2000: 196).

A nivel internacional, la Convención de Montevideo sobre Derechos y Deberes de


los Estados de 1933 estableció que un Estado, como persona de derecho
internacional, debe poseer una población permanente, un territorio definido, un
gobierno y la capacidad para establecer relaciones con otros Estados (Sorensen,
2000: 262).

Es importante recapitular el concepto y los elementos del Estado para poder


distinguir la diferencia que existe entre forma de Estado y forma de gobierno (tema
que se verá más adelante), pues en el análisis de estos dos conceptos entra en juego
el estudio de dos elementos del Estado: territorio y poder.

Al hablar de las formas de Estado y de gobierno nos referimos, respectivamente, al


lugar desde donde territorialmente se ejerce el poder y el modo en que
estructuralmente se ejerce el poder.

La forma de Estado implica el modo en que se organiza y distribuye el poder.


Responde a la siguiente pregunta: ¿dónde se localiza el poder? La forma de
gobierno implica el modo de estructuración e instrumentación de la acción pública y
el régimen político. Responde a la siguiente pregunta: ¿quién ejerce el poder?

Las concepciones clásicas del Estado, desde que surgió una teoría general del
mismo, se formaron a partir del Estado unitario tipo la polis griega. La polis, ciudad-
Estado griega, es considerada el paradigma del Estado, el cual es un ente
territorialmente cerrado e interiormente autónomo; no se admite poder político
ajeno y el Estado se desenvuelve como una unidad jurídico-política.

En este Estado tipo, toda vida política parte del centro y vuelve a él; las autoridades
son centrales (Estado unitario), y la idea de una organización local, administrativa o
judicial, territorialmente distante (Estado compuesto) era completamente extraña.

A través del paso de los siglos, con la evolución tecnológica y administrativa, las
polis griegas fueron sustituidas por entidades territoriales cada vez mayores y más
complejas en las que el hombre extendía paulatinamente el horizonte de su
conciencia y cobraba, poco a poco, conocimiento sobre su individualidad en primer
lugar, después sobre su posición dentro una comunidad territorial dada y finalmente
su espacio en el concierto de las naciones.
Cuando el ser humano organizó territorialmente el ejercicio del poder político,
surgieron las formas de Estado. El territorio del Estado es la porción de tierra sobre
la que se yergue un Estado, jurídicamente denominada “territorio nacional” y al
referirnos a las Formas de Estado, hablamos del "espacio en que el poder del Estado
puede desarrollar su actividad específica, o sea, la del poder público.” (Jellinek,
2000: 368).

Las formas de Estado son el fundamento espacial para que el Estado pueda
desplegar su autoridad jurídica sobre todos los hombres que viven en él y su
naturaleza política se exterioriza de una doble manera (Jellinek, 2000: 371):

1. Negativa. Prohíbe a cualquier otro poder no sometido al del Estado ejercer


funciones de autoridad en el territorio.
2. Positiva. Todas las personas que se hallan en el territorio quedan sometidos
al poder del Estado.

Lo anterior significa que todos los actos realizados dentro del Estado mantienen
necesariamente una relación con una forma de Estado específica, y dentro de un
territorio.

En este orden de ideas, las formas de Estado se refieren a su organización político-


territorial del poder estatal; de tal manera que el Estado podrá adoptar alguna de las
dos formas de estructuración existentes:

1. Estado unitario o simple.


2. Estado federal o compuesto.

Las formas de Estado implican la relación del espacio geográfico de un país con el
poder estatal; esto es, la distribución territorial del poder, pues "todo acto de mando
solamente puede alcanzar su plenitud dentro del propio territorio” (Jellinek, 2000:
374).

Las formas de Estado sirven de fundamento real del ejercicio del poder político
estatal, por lo que a continuación analizaremos cada una de ellas.
Como hemos visto, las formas de Estado son los diversos modelos que los Estados
adoptarán con base en la relación existente en sus tres elementos constitutivos: territorio,
población y poder; dando entonces lugar al Estado unitario o al Estado federal.

El Estado unitario o simple

En los primeros Estados modernos, la unidad del poder conlleva la centralización del
mismo, de tal manera que, dichos Estados originarios, se configuran como unitarios
o simples. Es hasta fines del siglo XIX y principios del siglo XX cuando en los
Estados paulatinamente empiezan a configurarse las formas de Estado compuesto o
federal.

El Estado unitario o también llamado simple es aquél con un único aparato


gubernativo; es decir, una sola organización estatal con un sistema jurídico único y
unificado que dispone de la totalidad de competencias sin ninguna distribución
territorial existente.

Esto es:

El Estado unitario o simple:

1. Incorpora un poder y un sistema jurídico único.


2. Centraliza el poder, del que emanan las decisiones fundamentales.
3. Concentra la totalidad de las atribuciones políticas.
4. Somete las regiones territoriales al poder geográfico central.
5. Monopolizan las competencias administrativas.

Definición de Estado unitario o simple

El Estado unitario o simple es aquél que agrupa a los diferentes órganos que lo
componen bajo un orden determinado, alrededor de un solo centro de dirección y
decisión de toda la función gubernativa.

Este tipo de Estado se funda en la metodología llamada centralización, que coordina


una estructura organizacional vertical cuya organización se mantiene
fundamentalmente en razón de un vínculo, denominado jerarquía.
Díaz Revorio establece que “puede entenderse por Estado unitario aquel que posee
un solo núcleo de decisión política, un solo centro de poder. De esta forma, sólo
existe un poder Legislativo, un Ejecutivo y un Judicial" (2018: 167).

Por su parte, la Enciclopedia Jurídica de la Facultad de Derecho de la UNAM, en su


volumen Teoría General del Estado, señala que el Estado Unitario o simple es aquél
que no tiene partes internas, que a su vez, merezcan el calificativo de Estados, es
decir, que no es federal. En ese sentido, es aquél en que la soberanía se ejerce
directamente sobre el mismo pueblo, que se encuentra en un mismo territorio
(Garita, 2018: 129).

La organización del Estado unitario

El Estado unitario o simple es la forma de organización político-territorial que se


caracteriza por el ejercicio centralizado del poder público.

La obra Teoría General del Estado, de la Enciclopedia Jurídica de la Facultad de


Derecho de la UNAM, hace referencia que el Estado unitario o simple es aquél que
en su territorio y para la población que ahí vive, incluye una organización política y
jurídica, un único aparato de Estado dotado de la plenitud de soberanía e
independencia.

Centralización.

En este sentido, esa organización política y jurídica dispone exclusivamente de la


totalidad de competencias estatales sin ninguna distribución posible. Esto significa
que el Estado, desde su centro territorial, desarrolla todo su poder en las diversas
tareas del gobierno.

Estructuras estatales y centralización

El Estado simple o unitario es la forma estatal en la cual existe un solo órgano de


producción de normas generales y un ámbito espacial de aplicación y validez del
sistema jurídico nacional.

La centralización implica la potestad para reunir distintas atribuciones en un centro


común y ejercerlas desde dicho punto y hacia la periferia.

Ventajas de la centralización:
1. Elimina la duplicidad de esfuerzos.
2. Reduce los costos de gestión.

Desventajas de la centralización:

1. Las decisiones son tomadas lejos de los hechos y las circunstancias.


2. Incrementa los costos de gestión.

No obstante, al contar con un solo ordenamiento jurídico y un ámbito unitario de


validez normativa, el Estado unitario o simple puede distribuir el poder para su
ejercicio; distribuirlo territorialmente, mas no dividirlo o fragmentarlo políticamente.

Mediante la distribución del poder, surge lo que se conoce como descentralización;


tema que analizaremos a continuación.

El Estado unitario y la descentralización

Recordemos que el Estado moderno surge en el Renacimiento con la concentración


de los instrumentos de mando administrativo, económico y militar en una unidad de
acción jurídico-política, donde el poder constituye la suprema potestad rectora y
coactiva (por virtud del derecho público).

La descentralización es una metodología gubernativa donde se permite a niveles


distintos de acción pública participar de la organización y gestión de las decisiones
gubernamentales, lo que aumenta la eficiencia político-territorial del Estado, es
decir, el Estado encarga sus distintas funciones a diversos órganos, repartiendo
horizontalmente las tareas entre autoridades territoriales supeditadas
jerárquicamente al centro del poder. Dichas autoridades territoriales aplican el
sistema jurídico único, pero desempeñan las tareas gubernativas de acuerdo con los
asuntos que les sean asignados.

En razón de la asignación de competencias exclusivas entre las autoridades


territoriales y el poder central, el ejercicio de dicho poder público se puede dividir
en dos variantes:

1. Poder centralizado, cuyo paradigma es el caso francés.


2. Poder descentralizado, que se ejemplifica tradicionalmente en el Reino
Unido.

En el poder centralizado, la jerarquía une en línea vertical a las diferentes


dependencias de la administración centralizada y a las unidades administrativas en
su organización interna, mientras que en el poder descentralizado, la coordinación
permite su funcionamiento a través de la distribución de competencias
gubernamentales en entidades territoriales menores.

Ventajas de la centralización:

1. La acción gubernamental se realiza con más rapidez.


2. La información territorial sobre problemas gubernamentales es idónea.

Desventajas de la centralización:

1. Las soluciones a problemáticas públicas no son homogéneas.


2. No siempre se cuenta con capacitación o experiencia necesarias.

Descentralización.

Así, el poder se yergue como el sistema de reglas a través de las cuales la autoridad
es ejercida sobre un cuerpo políticamente organizado mediante una relación
mando-obediencia que por efecto de su organización unificadora, puede imponerse
en forma dominante a todos los gobernados, en ámbitos territoriales alejados del
centro del poder político.

El Estado federal o compuesto

Al concluir el movimiento de independencia iniciado en 1810 y consumado en


1824, la idea federal aparece en México. El 4 de octubre de 1824 se expidió la
Constitución mexicana; esta Carta Magna tuvo un corte federal e influencia
norteamericana evidenciada en el artículo 4 de ese ordenamiento, que a la letra
dice:

Art. 4. La nación mexicana adopta para su gobierno la forma de república representativa


popular federal” (CPEUM, 1824).

Resulta evidente que la Constitución de 1824, buscó sentar las bases jurídicas para
generar estabilidad política del naciente Estado mexicano; toda vez que en la época
imperaban dos corrientes de pensamiento antagónicos:

1. Liberales, de corte federalista que buscaban un gobierno compuesto.


2. Conservadores, de carácter centralista y se inclinaban por un gobierno
unitario.
Al respecto, Armenta López refiere: “Nuestro territorio era un Estado fuertemente
centralizado que pretendió afirmarse como unidad nacional del centro a la periferia”
(2010: 6), es decir, el Estado federal o compuesto es aquél en donde existen varios
entes de decisión política, con estructura organizativa y capacidad normativa
propias que suelen denominarse “Estados miembros”, junto a un poder central que
se denomina Federación.

Ámbito de validez.

En un solo ámbito espacial de validez, conviven como gobiernos con autonomía


constitucional.

Entidades autónomas

Esas entidades autónomas están representadas por un poder (gobierno) central que las
coordina.

Autonomía constitucional

Existencia de la autonomía constitucional en cada uno de los Estados miembros.

Pluralidad de normas constitucionales

Cada Estado miembro puede aprobar su propia Constitución, que no requiere intervención
alguna de aprobación de los órganos federales.

Constitución federal Estados miembros.

La Constitución federal es jerárquicamente superior a las Constituciones de los Estados


miembros y prevalece sobre ellas en caso de conflicto.

El Estado es una sola persona jurídica conformado por un conjunto de órganos integrados
en un solo ente estatal, y sus ordenamientos jurídicos múltiples están dotados de unidad a
partir de la Constitución federal.

El Estado federal se concibe teóricamente como la integración de unidades estatales que


tenían vida propia anterior y se reúnen para transferirle a una instancia central superior
atribuciones que inicialmente les correspondían.

El Estado federal debe buscar el mayor grado posible de homogeneidad política entre los
gobiernos estatales, y entre éstos y el federal, por lo que frecuentemente la Constitución
federal impone a los estados federados límites y condiciones para que su funcionalidad se
adopte a la forma de gobierno federal.

Diversas teorías sobre la formación del Estado federal


“En los primeros Estados modernos, la unidad de poder conlleva la centralización
del mismo, de tal manera que estos Estados se configuran como unitarios. Es en la
Edad Contemporánea cuando empiezan a encontrarse las actuales formas de
Estado compuesto” (Díaz, 2018: 165).

La teoría tradicional del Estado concibe al Estado federal como la unión o asociación
de varios Estados miembros de la corporación estatal global, un “Estado de
Estados”. De acuerdo con este criterio, en el Estado federal coexisten dos tipos de
estados que son los Estados miembros y el Estado superior formado de la unión de
aquéllos.

En el continente americano, fueron los norteamericanos quienes en 1776 lucharon


por su independencia frente a Inglaterra y con motivo de su revolución formaron los
Estados del continente americano. "Las excolonias se convirtieron cada una por
separado en Estados y los súbditos americanos de la Corona británica que en ellas
residían, en ciudadanos. Éstos se otorgaron a sí mismos sus ‘Constituciones’ por
escrito, que fueron, por tanto, las primeras Constituciones del mundo" (Barceló,
2016: 6).

México siguió el ejemplo emancipador de Estados Unidos y, al concretar su


independencia, formuló su Carta Magna a imagen y semejanza jurídico-política del
país norteamericano: teniendo una forma de Estado federal y estableciendo una
forma de gobierno republicana; ello se asentó en la Constitución de 1824.

Una vez aprobada la Constitución Federal el 4 de octubre de 1824, los Estados


empiezan a aprobar sus propias Constituciones, abrazando los postulados de
la Constitución de Apatzingán del 22 de octubre de 1814, concebidas para el
Estado mexicano por José María Morelos y Pavón: ser una república, representativa
y popular.

"Los padres fundadores de la República Federal norteamericana, al igual que sus


pares de México, habían bebido de tres fuentes intelectuales:

a. La filosofía política del Mundo clásico de la Antigüedad, de donde toman las ideas
sobre la libertad, la ley, el Estado de derecho, la democracia, la responsabilidad
política de los gobernantes, el derecho natural y la federación.
b. La filosofía cristiana, origen de la idea de la igualdad de los hombres y de sus
derechos individuales inalienables.
c. La filosofía de la Ilustración, simiente de la creencia de que por medio de la razón y
su producto –la ciencia– se podía modelar el futuro, sustento de la ‘ciencia del
gobierno’ que pretende embridar el ejercicio del poder político a través de la
Constitución como dispositivo de control del poder” (Barceló, 2016: 7).

La teoría política del federalismo norteamericano hizo eco en México, al


compartirse una herencia cultural entre las élites ilustradas de ambos países.
Federación, confederación y descentralización

El Estado federal prevé la división de las funciones estatales entre un Estado


superior, que abarca todo el territorio del Estado, y varios Estados miembros, que
comprenden cierta porción del territorio estatal donde estos miembros ostentan
cierta autonomía gubernativa.

Al hablar de los distintos modos de organizarse el Estado debemos tener presente que,
cualquiera que sea la pluralidad posible de sus miembros, el Estado es el exclusivo titular
del poder público.

El tipo de Estado estudiado por las escuelas doctrinarias clásicas ha sido


el centralista, en el cual toda la actividad pública de Imperium (poder público) parte
del centro del Estado y vuelve a él; es decir, todo lo que cae dentro del derecho
público corresponde a órganos cuya competencia, desde el punto de vista
geográfico, parte del centro y se extiende a todo el territorio del Estado.

A esto se opone la nueva teoría el Estado descentralizado, en el cual los asuntos


políticos son ejecutados en mayor o menor escala por órganos de gobierno con
competencia limitada a una localidad geográfica distinta y alejada del centro del
poder político.

La descentralización se lleva en toda su proporción si todas las normas tienen solo


vigencia local, debiendo existir al menos una norma que sea válida para todo el
territorio y que delegue las órdenes locales.

Existe una distribución de competencias entre los órganos centrales y regionales, así
como la existencia de una forma de representación de las entidades locales en el
gobierno federal y de partición en la formación de la voluntad federal.

El orden jurídico de la confederación de Estados se corresponde en muchos


aspectos con el de un Estado federal. Se tiene la existencia de una Constitución
federal basada en un contrato con arreglo al derecho internacional y un orden
jurídico federal que constituyen el fundamento de la confederación de Estados. En
la confederación, existen tantas soberanías como Estados miembros, cada uno de
los cuales puede separarse de la confederación si lo desea; a nivel internacional,
cada Estado conserva su personalidad propia, aunque la confederación puede
asumir también su propia representación.

En los Estados compuestos, el reparto del poder exige una distribución de


competencias entre el ente central y los autónomos. Esta distribución se articula a
través de una lista de competencias que suele incluirse en la constitución del ente
central. Esta lista puede contener las competencias que se reservan al ente central,
con una cláusula residual a favor de los entes autónomos.

En conclusión, lo que distingue a una confederación de Estados del Estado federal


es el hecho de que el primero representa la unión de Estados en el ámbito
internacional sobre la base de un contrato con arreglo al mismo, y el segundo
constituye una subdivisión interna de un Estado.

En general, las relaciones entre los Estados miembros de una confederación se basan en el
derecho internacional, mientras que los de los estados que forman parte de una federación
se fundamentan en el derecho constitucional.

La distribución de competencias entre la Federación y las entidades federativas

La Constitución establece para los estados federados o entidades federativas un


reparto de competencias políticas y administrativas, desde dos perspectivas: la
materia de que se trate y la autoridad que interviene. Esto, jurídicamente se
denomina distribución de competencias y en ese sentido, la Constitución prevé una
lista de atribuciones reservadas de manera exclusiva al Estado nacional y otras
funciones destinadas a los entes territoriales menores.

La Suprema Corte de Justicia de la Nación, máximo tribunal judicial de nuestro país,


formuló una jurisprudencia que explica la existencia de la distribución de
competencias

Vaya a la página del Semanario Judicial de la Federación y lea la jurisprudencia


constitucional “Controversia constitucional. Distribución de competencias entre la
Federación, las entidades federativas y los municipios”, con registro: 195029.

Esta jurisprudencia significa que en México se prevé un esquema administrativo del


sistema jurídico-político mediante facultades residuales en la cual, se establece que
las materias no concedidas expresamente a las autoridades centrales
corresponderán a la esfera de las entidades federativas o Estados federados.

Traspaso de competencias

La Constitución mexicana abre la posibilidad de ceder parte del ejercicio del poder
político nacional a un órgano territorial menor, dotado de personalidad jurídica
propia. Dicho traspaso de competencias implica los siguientes caracteres:

1. El destinatario de las competencias debe estar dotado de personalidad


jurídica (supuesto a priori indispensable).
2. Se atribuye el ejercicio de ciertas y determinadas competencias, no de todas
aquellas derivadas de la Constitución (la transferencia no es global).
3. El ejercicio de competencias deriva de la Constitución dado que los actos
jurídicos de los órganos territoriales pueden producir efectos directos e
inmediatos en el orden interno.

La participación de las entidades federativas en el poder federal

La teoría del Estado federal sostiene como principio la igualdad jurídica de las
entidades autónomas que lo componen, pero en la práctica es preferible recurrir al
concepto de equiparabilidad, puesto que no existe una igualdad real entre las
diferentes entidades territoriales.

La Suprema Corte de Justicia de la Nación formuló una jurisprudencia que explica la


participación de las entidades federativas en el poder federal.

Vaya a la página del Semanario Judicial de la Federación y lea la tesis aislada constitucional


administrativa “Entidades federativas”, con registro: 287610.

En el régimen de centralización administrativa, la participación de las entidades federativas


en el poder federal se realiza al agruparse los Estados miembros en una situación de
dependencia, unos respecto de otros. Esta participación nace de un vínculo que, partiendo
del Estado federal como organismo superior de ese orden, los va ligando hasta el órgano
territorial de más ínfima categoría; es decir, el Estado federal aglutina a las entidades
territoriales federadas mediante una relación de jerarquía entre las diversas unidades
federativas que integran el sistema federal o compuesto. Mediante esta relación jerárquica
se mantiene la unidad del poder administrativo, a pesar de la diversidad de los órganos que
lo conforman.

Nuestra Constitución, en su artículo 124, señala la participación de las entidades


federativas en el poder federal:

Nuestra Constitución establece...


Artículo 124. Las facultades que no están expresamente concedidas por esta
Constitución a los funcionarios federales, se entienden reservadas a los estados o a
la Ciudad de México, en los ámbitos de sus respectivas competencias.

En este orden de ideas, dentro de la forma de organización centralizada se establece


la posibilidad legal de que un órgano de superior jerarquía delegue facultades a otro
que le esté subordinado, dada la unidad entre todos los órganos que conforman el
sistema.

Gestión política colegiada (políticas públicas)


Teóricamente, el gobierno, por su alta capacidad administrativa, está obligado a
fomentar un nivel aceptable de calidad de vida y a resolver problemas
trascendentales para la sociedad mediante la política (entendida como categoría
consustancial al gobierno).

La política es una actividad ejercida de forma colegiada para el bien común, donde
deben intervenir entes territoriales menores.

Esto se acredita con una de las definiciones de política que contempla la Real


Academia de la Lengua Española:

La política (vinculada necesariamente a un espacio de convivencia) no se concibe sin la


presencia activa de los entes territoriales para lograr acuerdos comunes apoyados en el
consenso público/privado como un novedoso sistema de gestión de los intereses políticos.

Las políticas públicas (public policies) forman parte del ámbito de la gobernanza y
constituyen el conjunto de actividades de las instituciones de gobierno que van dirigidas a
influenciar un rubro específico de la vida de los ciudadanos, como respuesta a las exigencias
o iniciativas concretas originalmente planteadas por la propia sociedad, y a través de los
cuales el gobierno proyecta y establece programas y sistemas institucionales cualitativos e
innovadores.

Hay materias en las que el Estado nacional legisla en forma exclusiva, pero puede trasladar
la ejecución gubernativa a distintas autoridades territoriales, las cuales cuentan con
atribuciones específicas, pero también puede haber concurrencia de competencias entre
ambas autoridades.

Las dificultades del federalismo

El federalismo es una forma de Estado que estructura territorialmente el poder


político y combina los principios de autogobierno y gobierno compartido entre
distintos Estados sujetos a una Constitución suprema, que representa su unión
indisoluble en un solo Estado nacional.

La traza del federalismo se aloja en las naturales transformaciones que el Estado va


adquiriendo con el paso del tiempo. Con ella se alude a escenarios político- jurídicos
donde las sociedades adoptan y ponen en práctica las decisiones colectivas relativas
a la regulación de los problemas sociales. Esto implica que ocasionalmente surgirán
dificultades para el federalismo respecto de la efectiva solución de problemas
políticos y consecución del bien común.

Al respecto, existen dos visiones que analizan el ejercicio del federalismo y las
dificultades que enfrenta en el ejercicio del poder público.

Escuela holandesa
 De tendencia reduccionista, considera que el vacío de legitimidad, la
complejidad de los procesos políticos y la multitud de instituciones
implicadas reducen al gobierno a uno entre muchos actores.
 El gobierno dirige a distancia y las políticas se producen en el marco
de las redes, que son ámbitos de interrelación entre actores
caracterizados por la dependencia y la interacción (Cerrillo, 2005:15).

Escuela norteamericana

 Otorga un papel predominante al Estado contemporáneo. El


federalismo asume la necesidad de algún tipo de dirección central
para que una comunidad supere los retos que enfrenta, sin por ello
negar el valor de los principios de la descentralización o
desconcentración.

A pesar de que el federalismo se vincula con las relaciones cambiantes entre Estado y
sociedad, el Estado sigue siendo centro de un considerable poder político (Cerrillo,
2005:15).

Tendencias hacia nuevas formas de Estado

Como hemos establecido, el Estado es mudable en su forma según las


circunstancias de grupo y tiempo. Toda institución humana, sin excepción, es
dinámica y tendiente a la evolución, por eso: “al transformarse el Estado se
transforma también el complejo jurídico que lo regula. Ambos procesos se
acompañan e impulsan recíprocamente” (Valadés, 1994: 15). Es inherente a la
calidad de Estado formar parte de una estructura global a la que se
denomina sociedad internacional, constituida por un conjunto de Estados, regida por
el derecho internacional, y estructurada en una red de relaciones interestatales,
regionales y mundiales que dan lugar a ciertas organizaciones supranacionales
interpuestas entre el Estado y la globalidad de la sociedad internacional.

La organización supranacional en referencia a la Confederación y a la Federación

Fukuyama ha manifestado que “son los esfuerzos constantes del hombre por
automodificarse culturalmente los que han configurado la historia humana y el
aumento progresivo de la complejidad y sofisticación de las instituciones humanas
con el correr de los tiempos” (2003: 35), es decir, el Estado (creación institucional
humana), está sujeto al cambio permanente. Estas transformaciones han sido más o
menos inveteradas en la Europa de la segunda posguerra en la que sus naciones han
dirigido y sumado desde hace décadas sus esfuerzos y recursos con miras a una
asociación comunitaria supranacional.

Supranacionalismo europeo

En la década de los cincuenta, después de las consecuencias socioeconómicas de la


Segunda Guerra Mundial las potencias aliadas se encontraron con erarios
devastados y necesidades poblacionales, financieras y estructurales insatisfechas.

Europa estaba arrasada y había perdido su hegemonía económica, militar y política


en el mundo (que había pasado a manos de Estados Unidos y de la Unión de
Repúblicas Socialistas Soviéticas). Derivado de ello, los países occidentales
decidieron avanzar por el camino de la integración (Borchardt, 1999: 5). Dos
estrategias se perfilaban para concretar la misma:

1. Unificar Europa sobre la base de una asociación de Estados soberanos e


independientes y creando estructuras de cooperación en áreas o sectores
concretos (ideal funcionalista). La idea era lograr una colaboración entre
Estados por áreas funcionales: políticas fiscales, de migración, industriales,
etcétera; sin tocar las soberanías nacionales.
2. 2. Unificar Europa mediante la creación de una estructura política federal
que, superando los Estados-nación, deviniera en unos Estados unidos
europeos (ideal comunitarista). La intención es consolidar la cooperación
federada que cediera parcelas de soberanía a una entidad supranacional.

En este debate, los aliados establecieron en los Acuerdos de Postdam un sistema


distributivo de la producción de la cuenca del Ruhr, con el fin dual de satisfacer el
sistema de reparaciones por daños de guerra en el marco de la reconstrucción y de
limitar y controlar el nivel de la industria alemana. El éxito obtenido con el sistema
de administración internacional del Ruhr dio lugar a la Declaración Schuman,
destinada a la unificación de la industria europea del carbón y del acero, surgió
entonces la Comunidad Económica del Carbón y del Acero (CECA) que contaba con
un mando supranacional denominado Alta Autoridad a la que los Estados ceden
parte de su soberanía en materia decisoria y surge un tribunal para la resolución de
controversias cuyas decisiones resultan vinculatorias.

Ante este logro se redoblaron esfuerzos para cristalizar la gestión comunitaria de


otros sectores económicos y del rubro atómico. De esta forma unos años más tarde
los mismos países creaban, mediante los Tratados de Roma del 25 de marzo de
1957, la Comunidad Económica Europea (CEE) y la Comunidad Europea de la
Energía Atómica (CEEA o Euratom), que iniciaron sus actividades con la entrada en
vigor de los Tratados el 1 de enero de 1958.
Posteriormente, con la entrada en vigor del Tratado de la Unión Europea (TUE) en
1993, nace una confederación de Estados llamada Unión Europea, que conformó
una política exterior común y la cooperación judicial y policial, dotándose así de
personalidad jurídica propia como sujeto de derecho internacional.

La novedad de la UE respecto de las relaciones interestatales tradicionales radica en


que los Estados miembros renuncian a parte de su soberanía en favor de una
comunidad jurídico-política situada en su centro a la que han dotado de
competencias propias, independientes de los Estados miembros. En el ejercicio de
sus competencias, la UE está facultada para adoptar actos de soberanía que, por sus
efectos, son equivalentes a los estatales.

Características del supranacionalismo

Los tratados constitutivos crearon las comunidades europeas y ellas persiguen sus
objetivos utilizando el derecho comunitario, sistema de instrumentos normativos
que permiten adoptar actos jurídicos con efectos vinculantes para los Estados
miembros y sus ciudadanos (Borchardt, 1999: 57); y que tienen las siguientes
características:

Estructura institucional
Garantiza que la formación de la voluntad en la UE también reciba la
influencia del interés general europeo, es decir, los intereses comunitarios
que se recogen en los objetivos europeos.

Transferencia de competencias
A las instituciones comunitarias, que va más allá que en el caso de las demás
organizaciones internacionales y se extiende a ámbitos normalmente
reservados a los Estados.

Ordenamiento jurídico propio


Independiente de los ordenamientos jurídicos de los Estados miembros.

Aplicabilidad directa del derecho comunitario


Las disposiciones jurídicas surten pleno efecto de modo uniforme en todos
los Estados miembros y concede derechos e impone obligaciones tanto a los
Estados miembros como a sus ciudadanos.

Primacía del derecho comunitario


El derecho comunitario no puede ser ni derogado ni modificado por la
legislación nacional y, en caso de litigio, el primero prevalece sobre la
segunda. De esta forma, la CE resulta ser una entidad autónoma de poder
con derechos de soberanía propios y un ordenamiento jurídico
independiente de los Estados miembros, al que están sometidos tanto los
Estados miembros como sus ciudadanos en los ámbitos de competencia
transferidos a la CE.

De esta manera, el derecho comunitario se integra en los sistemas jurídicos


nacionales sin perder su autonomía; forma parte del derecho que se aplica en cada
Estado miembro, pero no se confunde con el derecho interno ni obedece en su
formación ni en sus efectos a las normas del procedimiento normativo interno.

El derecho comunitario es autónomo respecto del derecho internacional y no constituye


derecho interno.

El Estado es la máxima forma de organización jurídico-política del ser humano; y éste se


organiza en formas de Estado y formas de gobierno. Las formas de Estado constituyen una
noción vinculada al ámbito territorial de ejercicio del poder estatal; es decir, a la
estructuración del poder en ámbitos territoriales específicos dentro de un país.

Las formas de Estado actuales son: Estado unitario o simple, donde el poder radica en el
centro y se difumina a los entes territoriales de forma homogénea y unificada, fundado en
una sola constitución nacional y suprema; y el Estado federal o compuesto, donde el poder
se distribuye (mas no se divide) en diversas entidades territoriales, permitiendo diversos
sistemas jurídicos y políticos, con distintas y propias constituciones locales, pero unificados
en una Constitución suprema.

La importancia de las formas del Estado radica en saber dónde se ubica el poder político y
cómo se ejerce sobre todo el territorio nacional, ámbito de validez de la norma jurídica
estatal.

ara profundizar en el estudio de este tema revise el artículo:

 Thienel, Rudolf, “El concepto de Estado Federal en la Teoría pura del


Derecho” en Revista de la Facultad de Derecho, México, vol. 55, núm. 244,
2005.

Fuentes de consulta

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