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Trastornos del sueño en infancia

El mal dormir de los niños tiene un efecto sobre la conducta y calidad


de vida de ellos y sus familias. En ellos aumentan la ansiedad y la
irritabilidad y rechazo a irse a la cama o hacerlo bajo rituales que
ponen a prueba a los papás, que también ven deteriorada su calidad
de vida. Suelen aparecer entre ellos discusiones, cansancio e
irritabilidad que originan un círculo vicioso que hace que el problema
persista.

Problemas para conciliar el sueño

Toda persona tiene una noche de desvelo ocasional y para la mayoría


de ellas esto no es un problema. Sin embargo, hasta el 25% de los
estadounidenses informan sobre problemas ocasionales para conciliar
el sueño. Los problemas de sueño crónicos afectan aproximadamente
al 10% de las personas.

La falta de sueño reparador puede afectar su capacidad para llevar a


cabo las responsabilidades diarias, debido a que usted está
demasiado cansado o porque tiene problemas para concentrarse.
Todos los tipos de insomnio pueden llevar a somnolencia diurna, mala
concentración e incapacidad para sentirse renovado y descansado en
la mañana.

La mayoría de los adultos se desempeñan bien durmiendo


aproximadamente 8 horas cada noche hasta los 60 años de edad;
después de esta edad, 6 horas pueden ser suficientes. Aunque los
ancianos necesitan dormir menos, casi la mitad de las personas
mayores de 60 años experimenta algún grado de insomnio.

La mejor medida de la cantidad de sueño que se necesita es la forma


cómo usted se sienta. Si se despierta sintiéndose renovado es porque
está durmiendo lo suficiente. Para algunas personas, esto puede
tomar sólo 4 horas, mientras que otras pueden necesitar hasta 10
horas de sueño para poder sentirse descansadas.

Problemas trastornos

Es muy frecuente que los niños presenten algún tipo de problemas


relacionados con el sueño. Los más frecuentes son: el tener
pesadillas, el orinarse en la cama, el despertarse bastantes veces
durante la noche, el despertarse llorando de repente, el rechinar los
dientes mientras duerme, el tener dificultad para dormirse, o el tener
sueño durante el día.

Algunos de ellos, especialmente los dos últimos, están relacionados


con malos hábitos al acostarse, tales como la irregularidad en la hora
de hacerlo, el desvelarse por jugar o ver televisión, o el dedicar el ocio
a dormir en horas inoportunas. Ello tiene tan sencilla solución como
establecer unos horarios para acostarse, los cuales, salvo
excepciones justificadas, deberán cumplirse.
Otros problemas pueden encontrar su fundamento en la ansiedad por
la separación de los padres, especialmente en cierta etapa del
desarrollo, lo cual se considera normal. Para ellos, la hora de
acostarse es la hora de la separación, de quedarse solos, y hacen
hasta lo imposible por evitarlo. Aquí es pertinente también cierta
firmeza con los horarios, pero procurando aplicarla con la máxima
dulzura, acompañándolo, contándole alguna historia, dándole un beso,
etc.

Otros de esos problemas pueden tener su explicación en alguna


experiencia acontecimiento importante que el niño haya tenido ese día
o durante esa época, bien sea en la realidad, o en la ficción (cine, TV)
y que de algún modo le haya impactado. Al respecto debe evitarse que
los niños observen escenas inadecuadas, especialmente en las horas
anteriores a acostarse; y si no pudo evitarse, hay que dedicar un
tiempo a tranquilizarle y darle algunas explicaciones.

Niños que duermen mucho

El descanso de los niños desde el momento que nacen es


fundamental para su buen crecimiento y desarrollo. Pero como padres
es normal que nos preocupen las horas que duermen, tanto si
duermen mucho como si no duermen nada.

Cuando un niño duerme muchas horas (más de las que necesita)


puede ser igual de contraproducente que si no duerme las horas
adecuadas, ya que se encontrará igual de cansado como si le faltaran
horas de sueño.

Si tu hijo es un recién nacido lo ideal es que duerma entre 16 y 20


horas repartidos entre las 24 horas que dura el día. A partir del tercer
mes es adecuado que duerman entre 14 y 15 horas.

Si tu hijo ya ha empezado a comer sólidos (papillas), es decir a partir


de los 5 o 6 meses, seguramente dormirá ya la mayor parte de las
horas por la noche (10 - 12) y hará entre 2 y 3 horas de siesta (aunque
si duerme menos no debes alarmarte).

Si tu hijo tiene más de dos años, dormirá unas 12 horas de las cuales
una (mínimo) deberá ser para la siesta. Hay niños que a partir de los 3
años ya no quieren dormir la siesta pero necesitarán dormir unas 10
horas por la noche para estar descansados.

Niños que duermen poco

Dormir es salud, para todos. Por ello no nos extraña que según una
investigación los niños que no duermen suficiente tengan un mayor
riesgo de sobrepeso, fundamentalmente por la acumulación de masa
grasa en el organismo.

Lo hemos comentado en alguna ocasión, pocas horas de sueño en los


niños favorece la obesidad, y este estudio, realizado en Dunedin
(Nueva Zelanda), parece confirmarlo.
El estudio ha sido realizado con 244 niños que iban a cumplir tres
años, nacidos entre 2001 y 2002, excluyendo a los prematuros (menos
de 37 semanas), partos múltiples, malformaciones congénitas
mayores, enfermedad materna postnatal grave o que no fuesen a vivir
en la localidad en los dos años siguientes.

Se midió la actividad física y la duración del sueño a los cuatro años, a


los cinco y a los seis con un acelerómetro sujeto a la cintura durante
cinco días consecutivos (incluido el fin de semana), junto con el
registro realizado por los padres del tiempo que cada niño permanecía
acostado, dormido y levantado.

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