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(1) La palabra hebrea "ruah" se refiere al espíritu o aliento y está relacionada con la palabra griega "pneuma". Ruah representa el viento original y misterioso de Dios que da vida y orden al caos.
(2) Ruah no solo representa un concepto físico sino que expresa la presencia y acción divina de Dios desde el principio.
(3) Ruah es ambivalente, representando tanto fenómenos naturales como la presencia de Dios. El hombre dotado de ruah puede realizar
(1) La palabra hebrea "ruah" se refiere al espíritu o aliento y está relacionada con la palabra griega "pneuma". Ruah representa el viento original y misterioso de Dios que da vida y orden al caos.
(2) Ruah no solo representa un concepto físico sino que expresa la presencia y acción divina de Dios desde el principio.
(3) Ruah es ambivalente, representando tanto fenómenos naturales como la presencia de Dios. El hombre dotado de ruah puede realizar
(1) La palabra hebrea "ruah" se refiere al espíritu o aliento y está relacionada con la palabra griega "pneuma". Ruah representa el viento original y misterioso de Dios que da vida y orden al caos.
(2) Ruah no solo representa un concepto físico sino que expresa la presencia y acción divina de Dios desde el principio.
(3) Ruah es ambivalente, representando tanto fenómenos naturales como la presencia de Dios. El hombre dotado de ruah puede realizar
de la griega, como muestra el sentido y evolución de esta palabra. Ruah se puede traducir como “viento, espíritu”, y se encuentra muy cerca del pneuma griego: es el viento original y misterioso, imprevisible, omnipresente; es el aire, realidad fundante, divina y numinosa, en la que se asienta todo lo que existe. Es el humo de un incendio, expresión del gran fuego que todo lo destruye; pero es, a la vez, el aliento donde todo nace y recibe su sentido. (2) Ruah, la acción de Dios. No empieza siendo un término físico, bien objetivo y preciso, que después se convierte en signo de la acción de Yahvé, sino que es desde el principio algo misterioso, espiritual y material al mismo tiempo, cósmico y divino; en ese sentido, puede presentarse como expresión de la unidad más honda que vincula a Dios y al mundo. (3) Notas de la ruah. Ella es, casi siempre, ambivalente: indica, por un lado, un fenómeno del cosmos (como el viento que Dios envió, según Ex 14,21, para separar las aguas del mar de los Juncos); pero, al mismo tiempo, expresa algo que es propio de Dios, como en 2 Sm 22,16, donde se dice que fue la misma respiración de Dios (el soplo de sus narices) la que secó las aguas del mar. Posiblemente, ambos lenguajes son complementarios. Viento y aliento aparecen por un lado como obra de un Dios trascendente y por otro como su presencia concreta en el mundo. El hombre al que Dios concede la ruah queda capacitado para realizar empresas imposibles para otros: el hombre de ruah puede interpretar los sueños (Gn 41,38) y predecir las cosas futuras (cf. Nm 24,2), venciendo en la guerra (profetas* carismáticos); pero, sobre todo, el hombres de ruah puede dialogar con Dios, en cuya presencia vive. Desde esa base podemos evocar tres rasgos básicos de la presencia y actuación del Espí¬ritu, como fuerza creadora, salvadora y escatológica. (4) Fuerza creadora. En el principio creó Dios los cielos y la tierra. La tierra era algo caótico y vacío, pero la ruah de Dios aleteaba sobre la superficie de las aguas (Gn 1,1-2). Sin el soplo directo de Dios, la realidad del mundo es caos. Sin su ruah el hombre muere: pierde su aliento, se agota su vida y se convierte en un cadáver. Sólo el aliento de Dios ofrece vida y orden al caos subyacente de las cosas. Aquí no se habla sólo de una acción primera de Dios que por su voluntad y palabra ha suscitado el mundo para siempre, en el principio, sino que se habla de una acción y presencia permanente de Dios. (5) Fuerza salvadora. Recordemos los textos clásicos: “Moisés extendió su mano sobre el mar, y Yahvé hizo soplar durante toda la noche una fuerte ruah del este que secó el mar y se dividieron las aguas” (Ex 14,21). “El fondo del mar quedó a la vista, los cimientos del orbe desaparecieron, ante la increpación de Yahvé, al resollar la ruah en sus narices” (2 Sm 22,16). La ruah creadora se convierte en fuerza salvadora. Aquella actuación de Dios que concedía vida y realidad al mundo se presenta ahora como potencia que libera, abriendo un camino de salvación para los hombres. La ruah de Dios se despliega en el camino de los hombres, y lo alienta, lo promueve, lo sostiene. De esa forma, los israelitas han superado el nivel de la esclavitud agobiante de la naturaleza que, aun estando sostenida por la ruah de Dios, somete a los hombres a sus ritmos eternamente iguales. Ellos se han liberado de la naturaleza, para penetrar en el campo de la historia donde la ruah de Yahvé dirige al hombre hacia un futuro enriquecido por la esperanza del mismo Dios que viene. (6) Fuerza escatológica. Israel ha sentido que el presente está cuajado de opresión, de esclavitud, pecado y desengaño. Pero la ruah de Dios es poderosa. Su acción debe suscitar algo que es nuevo. La ruah se concibe aquí como presencia de Dios sobre el Mesías y sobre el pueblo mesiánico. Su fuerza será fuerza de justicia: salvará a los pobres, será redención para los débiles.
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