Está en la página 1de 2

(1) Comparación. Griegos e israelitas.

La cultura hebrea no está muy alejada


de la griega, como muestra el sentido y evolución de esta palabra. Ruah se
puede traducir como “viento, espíritu”, y se encuentra muy cerca del
pneuma griego: es el viento original y misterioso, imprevisible,
omnipresente; es el aire, realidad fundante, divina y numinosa, en la que se
asienta todo lo que existe. Es el humo de un incendio, expresión del gran
fuego que todo lo destruye; pero es, a la vez, el aliento donde todo nace y
recibe su sentido. 
(2) Ruah, la acción de Dios. No empieza siendo un término físico, bien objetivo
y preciso, que después se convierte en signo de la acción de Yahvé, sino
que es desde el principio algo misterioso, espiritual y material al mismo
tiempo, cósmico y divino; en ese sentido, puede presentarse como
expresión de la unidad más honda que vincula a Dios y al mundo.
(3) Notas de la ruah. Ella es, casi siempre, ambivalente: indica, por un lado, un
fenómeno del cosmos (como el viento que Dios envió, según Ex 14,21, para
separar las aguas del mar de los Juncos); pero, al mismo tiempo, expresa
algo que es propio de Dios, como en 2 Sm 22,16, donde se dice que fue la
misma respiración de Dios (el soplo de sus narices) la que secó las aguas
del mar. Posiblemente, ambos lenguajes son complementarios. Viento y
aliento aparecen por un lado como obra de un Dios trascendente y por otro
como su presencia concreta en el mundo.
El hombre al que Dios concede la ruah queda capacitado para realizar
empresas imposibles para otros: el hombre de ruah puede interpretar los
sueños (Gn 41,38) y predecir las cosas futuras (cf. Nm 24,2), venciendo en
la guerra (profetas* carismáticos); pero, sobre todo, el hombres de ruah
puede dialogar con Dios, en cuya presencia vive. Desde esa base podemos
evocar tres rasgos básicos de la presencia y actuación del Espí¬ritu, como
fuerza creadora, salvadora y escatológica.
(4) Fuerza creadora. En el principio creó Dios los cielos y la tierra. La tierra era
algo caótico y vacío, pero la ruah de Dios aleteaba sobre la superficie de las
aguas (Gn 1,1-2). Sin el soplo directo de Dios, la realidad del mundo es
caos. Sin su ruah el hombre muere: pierde su aliento, se agota su vida y se
convierte en un cadáver. Sólo el aliento de Dios ofrece vida y orden al caos
subyacente de las cosas. Aquí no se habla sólo de una acción primera de
Dios que por su voluntad y palabra ha suscitado el mundo para siempre, en
el principio, sino que se habla de una acción y presencia permanente de
Dios.
(5) Fuerza salvadora. Recordemos los textos clásicos: “Moisés extendió su
mano sobre el mar, y Yahvé hizo soplar durante toda la noche una fuerte
ruah del este que secó el mar y se dividieron las aguas” (Ex 14,21). “El
fondo del mar quedó a la vista, los cimientos del orbe desaparecieron, ante
la increpación de Yahvé, al resollar la ruah en sus narices” (2 Sm 22,16). La
ruah creadora se convierte en fuerza salvadora. Aquella actuación de Dios
que concedía vida y realidad al mundo se presenta ahora como potencia
que libera, abriendo un camino de salvación para los hombres.
La ruah de Dios se despliega en el camino de los hombres, y lo alienta, lo
promueve, lo sostiene. De esa forma, los israelitas han superado el nivel de
la esclavitud agobiante de la naturaleza que, aun estando sostenida por la
ruah de Dios, somete a los hombres a sus ritmos eternamente iguales. Ellos
se han liberado de la naturaleza, para penetrar en el campo de la historia
donde la ruah de Yahvé dirige al hombre hacia un futuro enriquecido por la
esperanza del mismo Dios que viene.
(6) Fuerza escatológica. Israel ha sentido que el presente está cuajado de
opresión, de esclavitud, pecado y desengaño. Pero la ruah de Dios es
poderosa. Su acción debe suscitar algo que es nuevo. La ruah se concibe
aquí como presencia de Dios sobre el Mesías y sobre el pueblo mesiánico.
Su fuerza será fuerza de justicia: salvará a los pobres, será redención para
los débiles. 

https://www.biblia.work/diccionarios/ruah/

También podría gustarte