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MINISTERIO RESTAURACIÓN PENTECOSTAL CHARALLAVE

REG. M.J.C. Nº 11.501 RIF: J-40124059-3


Pastor: William Barreto

Ejercito de vida
MODULO I

LECCIÓN 4

CONTENIDO
PISTIS, EN SU VERSIÓN: CONFIANZA EN DIOS
EL CONTEXTO JUDÍO
FE ES SIEMPRE CONFORME A LA VOLUNTAD
DE DIOS
LA PREGUNTA QUE TANTAS VECES NOS
HACEMOS

4. PISTIS, EN SU VERSIÓN: CONFIANZA EN DIOS


“Entonces Pedro, acordándose, le dijo: Maestro, mira, la higuera que maldijiste
se ha secado. 22 Respondiendo Jesús, les dijo: Tened fe en Dios. 23 Porque
de cierto os digo que cualquiera que dijere a este monte: Quítate y échate en el
mar, y no dudare en su corazón, sino creyere que será hecho lo que dice, lo
que diga le será hecho” (Marcos 11: 21-23)

Nuestro modus vivendi es por la fe. Aún el hombre natural, aunque no se de


cuenta, en el día a día se mueve por algo parecido a la fe, en cuanto a
confianza. Ejemplo: cada vez que se sube a su auto, y acelera, tiene fe
(confianza) en que cuando quiera detenerlo, con sólo pisar el freno se
detendrá. Esto es propio del hombre, porque Dios le ha creado de ese modo.

Ahora bien, en cuanto al hombre espiritual, ese sentido de la fe (confianza) ha


de ser superior al simple sentido natural arriba comentado.

El hombre espiritual es llamado a vivir en un sentido espiritual (más que simple


emocional) de fe (confianza) y dependencia de Dios.

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Digo que es más que simple emocional el asunto, y es espiritual, porque está
basado en lo revelado por Dios en Su Palabra, por tanto, es conforme al
PISTIS (verdad). (Ver S. 7: 1; 11: 1; 13: 5; 16: 1; 26: 1; 56: 4; etc. etc.)

De hecho, la Biblia es el libro que nos invita a confiar en Dios en todos los
aspectos de nuestra vida aquí en la tierra.

“El hombre de Dios no debe vivir marcado por sus emociones, sino que debe
vivir por la fe”

A. EL CONTEXTO JUDÍO

“Respondiendo Jesús, les dijo: De cierto os digo, que si tuviereis fe, y no


dudareis, no sólo haréis esto de la higuera, sino que si a este monte dijereis:
Quítate y échate en el mar, será hecho.22 Y todo lo que pidiereis en oración,
creyendo, lo recibiréis” (Mateo 21: 21, 22)

El Señor Jesús vino al mundo en el contexto, y hacia el contexto judío en


primera instancia. El no vino en primer lugar a levantar su Iglesia, sino que vino
a rescatar las ovejas perdidas de la casa de Israel (Mt 15: 24). La Iglesia el
Señor la levantó más tarde, una vez ya ascendido a los cielos, principiando en
aquel bendito día de Pentecostés (Hchs. 2).

Quiero decir con esto, que el Señor en el contexto judío, y por tanto, bajo la Ley
mosaica, vino a enseñar primeramente los rudimentos del Reino de Dios a sus
primeros discípulos, judíos, teniendo en cuenta que tanto ellos, como los
demás correligionarios, poco sabían de lo que en realidad es la fe. De hecho la
palabra fe no se menciona sino sólo dos veces en todo el AT.

Los judíos estaban muy acostumbrados a las leyes, las normas, los preceptos,
y prácticamente nada en cuanto a lo relacional con Dios, incluyendo en ello la
cuestión de la fe, como tal.

Por eso, el Señor les hablaba a sus discípulos de forma muy somera, muy
básica en cuanto a lo que es la fe. Sus discípulos justo entonces empezaban a
creer y experimentar, no lo relacionado con mandamientos y leyes, sino con la
fe en sí. Esa fe era (y es) básica para el relacionamiento con Dios, cosa
inverosímil hasta entonces, bajo el sistema sacerdotal mosaico.

En primera instancia, según vemos en ese texto arriba, Jesús les enseñó
acerca del poder de Dios, y de que mediante la fe, ese poder de Dios iba a
manifestarse.

Fe es siempre conforme a la voluntad de Dios


Ahora bien, y entendámoslo bien nosotros, ese si “tuviereis fe, y no dudareis”,
presupone que lo solicitado es, efectivamente, conforme a la voluntad de Dios y
sólo de ese modo.

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Ese “pedir en oración creyendo”, implica la obra del Espíritu Santo en el
creyente, que le guía e inspira a orar de ese modo. Esa fe será entonces
auténtica.

Por tanto, ese “pedir en oración, y ese creer”, siempre será en función a la
voluntad de Dios, no sólo a la nuestra. Esto es importante entenderlo así.

Muchos han abusado de esa porción de la Escritura y similares, y lo han


interpretado mal, viniendo a enseñar, que tal cosa u otra que se pida, se hará
con el simple hecho de decidir creer, conforme a la propia voluntad individual.
Algo así como: “Voy a creer lo que quiero creer”. Esto no es lo que enseñó
Jesús, y por eso todas esas veces no ocurre lo que hemos “creído”.

Por ello, la verdadera fe según la definición de Cristo, siempre implica sumisión


a la voluntad de Dios.

Cuando algo es de Dios, el Espíritu Santo insufla confianza en el corazón del


creyente, dándole paz al respecto. Esto no significa que las cosas se harán
como y cuando el creyente espera que se hagan al detalle humano, sino que a
la postre Dios las hará a su modo y tiempo.

Cuando se cree de veras que Dios está presente en el asunto que se coloca
ante Él en oración, además de paz, se genera confianza, conforme a la
siguiente porción de la Escritura:

“Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de
Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. 7 Y la paz de Dios, que
sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros
pensamientos en Cristo Jesús” (Filipenses 4: 6-8)

Esa confianza se expresa o manifiesta por la seguridad que tenemos en Dios,


por haber creído Su dicho, Su Palabra.

“Hay creyentes que lo son, basados en su propio sentido de la creencia,


conforme a su voluntad, y pretenden implicar a Dios en todo ello, pero no es
real”

B. LA PREGUNTA QUE TANTAS VECES NOS HACEMOS

Ante la ansiada pregunta: “¿Hará Dios ese milagro, o no?”... No deberíamos


decir a la ligera “pues por fe, lo hará”, puesto que por fe, significa con seguridad
en Dios, y por Dios, y muchas veces esa seguridad no la tenemos si somos
honestos. Es mejor decir: “Si Dios quiere”, o “Dios quiera”

Existe un ángulo ciego, una laguna, cuando no sabemos exactamente qué es


lo que el Señor quiere ante una situación concreta, quizás de tipo personal.

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No dudamos que Dios es poderoso para hacerlo, pero no podemos asegurar si
lo va a hacer.

En ese caso, deberemos buscar a Dios en oración para obtener la confirmación


del Espíritu Santo en nuestro corazón. No obstante, no siempre llegaremos a
tener una certeza absoluta en este sentido. En estos casos, el saber si eso fue
o no de Dios, se verá conforme al resultado final.

Esto también opera del mismo modo respecto a las profecías direccionales; se
sabe si eran de Dios o no, si se llegan a cumplir.

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