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DIETER GRIMM
Esto cobra relevancia al entender que si bien para aquel entonces existían diversos
Estados con constituciones o normas que fungían como su ley fundamental, al no existir un
órgano dotado con facultadas para garantizar el estricto cumplimiento de tal norma a través
del “judicial review” o revisión judicial, el poder político era libre de ordenar y efectuar
actos que podrían ir en contra de las normas fundamentales.
El autor nos lleva de la mano, explicando cómo surge el poder político al haberse
consensado el abandonamiento de la idea de la norma divina, desmenuzando cómo antes el
poder político no tenía facultades para la creación de normas, siendo que estás provenían
de un poder divino (poder soberano), y al eliminarse la idea de la norma eterna, son los
gobernantes quienes emiten las leyes y conducen la función pública a partir de las mismas.
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En este punto, me parece que una de las mejores apreciación del autor es su
siguiente afirmación:
Esta idea del autor resume de manera brillante la función existente tras la
interpretación de la norma que hacen los juzgadores, pues más allá de limitarse a una
interpretación literal y estrictamente al contenido de éstas, el juzgador buscará la
aplicación que garantiza la harmonía de la legislación en los casos que haya
contradicciones o por algún motivo tal previsión haya escapado lo previsto por las
legislaturas al emitir determinada norma. Sin duda, es una de las funciones fundamentales
que recaen en el poder judicial de cualquier estado.
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Con la lectura de este enriquecedor texto, me queda aún más claro la necesidad
irrefutable de que exista un Tribunal Constitucional o Tribunal con competencia
constitucional, que asegure a los gobernados la eficaz protección a los derechos
fundamentales que se han incluido en la respectiva norma fundamental. Y cómo tales
órganos jurisdiccionales se le debe garantizar una independencia judicial que les permita
cumplir de manera satisfactoria con sus funciones, sin importar la agenda política del
gobierno en turno, siempre siendo fiel a sus funciones jurisdiccionales con apego a la ley.
Aunque es texto que fue publicado hace algunos años, me parece sin duda
sorprendente como acertadamente puede ser aplicado a nuestro contexto social actual, en
el que de manera preocupante nos vamos acercando cada vez más a la realidad de un poder
político que es desleal a la idea de un estado democrático, que pretende desestimar la
revisión judicial que emana de nuestro más Alto Tribunal en materia constitucional.
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