Liceo Santa Teresita – Área de Religión – 1 Media Prof.

Henry Quiñonez

Guía N° 2
La civilización del amor
Localiza en esta sopa de letras los ocho valores fundamentales que son necesarios
para construir la civilización del amor

APORAFOBIA
Es un neologismo acuñado por la filósofa
Adela Cortina. Define el miedo, rechazo o
aversión a los pobres. Ella misma afirmaba
lo siguiente: “A mí me parece que la
verdadera fobia o el verdadero rechazo a
los in- migrantes o extranjeros se da cuando
son pobres, porque cuando el extranjero es
rico y cuando la persona de otra etnia es
rica, la recibimos con todo el entusiasmo”.

Frente a los riesgos deshumanizadores del paradigma tecnocrático es necesario, con cierta urgencia, el trabajo continuo por una nueva
civilización del amor y del encuentro. La expresión “civilización del amor” fue usada por primera vez por el papa Pablo VI en 1970 y
posteriormente ha ido apareciendo de forma constante en todos los documentos de la Iglesia como un proyecto que se debe ir actualizando
permanentemente a las diferentes circunstancias históricas. Esta civilización del amor tiene que estar asentada en unos valores
fundamentales, como la vida, la comunión, la participación, la libertad, la verdad, la justicia, la paz y el amor, ya que estos resaltan la
dignidad de todo ser humano y no se pueden, por tanto, establecer como medios para conseguir algo distinto al desarrollo de los pueblos
y del ser humano en su totalidad. Así pues, una civilización del amor buscará establecer las condiciones necesarias para promover un
desarrollo humano integral y el logro del bien común.

Es importante, para que la sociedad no se deshumanice, reconocer al otro como alguien distinto de mí, al que se respeta, se protege y se
cuida con acciones concretas que le ayuden a superar sus problemas y dificultades. En ocasiones, la sociedad actual aísla al mundo de los
pobres (aporofobia) y establece unas relaciones en las que esta parte de la humanidad parece que no existe o que está formada por una
minoría de personas a las que no es urgente atender. Para los seguidores de Jesús, es necesario mirar a las personas desde la óptica del
amor e identificarlas como prójimos.

El amor supone compasión y cuidado. No puede haber un amor auténtico si no va acompañado del perdón y de la compasión. El amor
cristiano implica una compasión activa. No vale solo como un sentimiento de indignación ante las desigualdades y las injusticias que se
producen continuamente en el mundo.

En ocasiones este sentimiento de indignación puede provocar un desahogo inmediato ante el sufrimiento ajeno, pero ello no pro duce
amor. La indignación es el primer paso para llegar después a la compasión y finalmente al compromiso. El cuidado de los demás será la
manifestación objetiva de que se está produciendo un amor activo.

La dimensión política de la civilización del amor
El evangelio pone muchas veces de manifiesto que el amor es
hacer y no solo hablar o sentir. Es amar al estilo de Jesús de
Nazaret, que hace una opción radical por la vida de los más
pobres, de aquellos que han sido desprovistos de su dignidad de
personas, y por los que entrega gratuitamente su vida. Jesús es
el gran defensor de los pobres, que son excluidos de la sociedad
y obligados a vivir en la más absoluta marginación. Jesús quiere
unir el amor a Dios con el amor al prójimo, para que el amor sea
auténtico y no esté motivado por otro interés que no sea el
firme propósito de trabajar y emplear las capacidades que todo
ser humano posee en la construcción de una vida más justa y
próspera para tantas personas y colectivos que están privados
de ella.
Nueva concepción de la persona. El ser humano no puede ser
entendido como un medio para conseguir algún objetivo, sino que
es un fin en sí mismo. El ejercicio del poder político no debe proteger
los intereses de los privilegiados, sino que debe procurar el bien
común y crear estructuras de participación y de corresponsabilidad
en las que todos se sientan incluidos.
Valores para fomentar la igualdad. Si la acción política orienta sus
decisiones desde el respeto fundamental de la vida, la libertad y la
dignidad de las personas, puede convertirse verdaderamente en una
forma auténtica de amor y servicio a la sociedad.
Economía para el desarrollo integral. La economía y las finanzas son
instrumentos que deben estar al servicio del ser humano y de la
sociedad; por ello, tienen que ser gestionadas desde la honradez y
la responsabilidad.