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phase

año LIII
septiembre – octubre 2013
núm. 317

A los 50 años
de «Sacrosanctum Concilium»

Editorial
En el 50 aniversario de «Sacrosanctum Concilium» (José
Antonio Goñi)...................................................................... 475

Artículos
Félix María Arocena Solano
Los «altiora principia» de la «Sacrosanctum Concilium» . 483
Ángel Cordovilla Pérez
La relación de la Constitución sobre la sagrada liturgia
con las otras Constituciones conciliares .......................... 495
Jordi-A. Piqué i Collado
Música sacra/música litúrgica: Lenguaje musical y litur-
gia a cincuenta años de «Sacrosanctum Concilium»....... 501
José Antonio Goñi
Documentos y textos litúrgicos que explicitan la Consti-
tución «Sacrosanctum Concilium»................................... 517
Puntos de vista
¿Una nueva Constitución de liturgia para hoy? Sugeren-
cias (Dionisio Borobio)....................................................... 533
Las dudas del sector tradicional de la Iglesia sobre
«Sacrosanctum Concilium» (P. Charbel)........................ 537
La lengua vulgar, lengua de Dios (Joaquim Gomis)....... 547

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La oración de los fieles: ¿Qué sentido tiene? ¿Es correcto
equiparar «fieles» a «laicos»? (Pedro Farnés Scherer).... 552
Crónicas
A los 50 años de la Constitución «Sacrosanctum Conci-
lium» (José Luis Gutiérrez Martín).............................. 563
La mistagogia. Actualidad de un medio antiguo
(Juan de Pablos).......................................................................... 565
La liturgia: celebración de la fe (Roberto Russo)............ 566
Libros
Alfonso Berlanga, Liturgia y teología. Del dilema a la sínte-
sis (Ramiro González Cougil); Josep Urdeix – Corrado
Maggioni – Jean-Yves Hameline, Rúbricas y ceremonias;
Luis Bouyer – Ignacio Oñatibia, Los frutos de la reforma
litúrgica; Josep Lligadas, El año litúrgico, para seguir a Jesús;
Asociación Española de Profesores de Liturgia, Arte
y liturgia; Adolfo Ivorra Robla, Espiritualidad litúrgica en
la posmodernidad (José Antonio Goñi)................................ 569
Bibliografía reciente en alemán (Lluís Prat)................... 576

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Editorial

En el 50 aniversario de
«Sacrosanctum Concilium»

Hace 50 años que fue aprobada, por los padres del Concilio Vati-
cano II y promulgada por el papa Pablo VI, la Constitución sobre
la sagrada liturgia Sacrosanctum Concilium, en la que se establecie-
ron los fundamentos de la liturgia y se marcaron las líneas de la
reforma litúrgica que se desarrollaría después. Escrita en un estilo
sugestivo, entramada con ideas profundas, apoyada en sólidos
cimientos bíblicos, nos acerca al misterio de Cristo, al misterio de
la Iglesia, en definitiva, al misterio de nuestra salvación.
Su estructura doctrinal es bien sencilla: Dios quiere que todos
los hombres se salven. Para ello se hace hombre su Hijo y queda
constituido mediador entre Dios y los hombres (núm. 5). Jesucristo,
Verbo de Dios hecho hombre, envía a sus apóstoles al mundo para
extender, aplicar y perpetuar la redención de los hombres y la
glorificación del Padre mediante la palabra revelada, el sacrificio
y los sacramentos (núm. 6). Así, Cristo asocia consigo a su Iglesia
(obispos, sacerdotes y fieles) para la acción mediadora que en todo
tiempo y lugar se ha de cumplir, y Cristo está siempre presente
en su Iglesia, sobre todo en la acción litúrgica (núm. 7), por medio
de la cual se ejerce la obra de nuestra redención (núm. 2). De estos
principios, la Constitución saca luego las consecuencias respecto
a los protagonistas, actores y destinatarios de toda acción litúrgica
y a su ejecución. Y marcará las líneas de la reforma necesaria para
que mejor resplandezca su esencia.
Este texto conciliar tiene su origen en el trabajo realizado por la
comisión de liturgia de la fase preparatoria del Concilio Vaticano

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II. Esta fue instituida, junto con otras nueve comisiones prepara-
torias más, el 5 de junio de 1960 por el papa Juan XXIII para que
estudiaran, coordinadas por una comisión central, los temas a
tratar en el Concilio.
La presidencia de esta comisión litúrgica fue asignada al cardenal
G. Cicognani, prefecto de la Sagrada Congregación de Ritos, quien,
al morir en 1962, fue sustituido por el cardenal A.M. Larraona, que
también le relevó en el dicasterio de liturgia.
A. Bugnini fue nombrado secretario de la misma, siendo ayudado
por C. Braga, como archivero y escritor, y G. Tautu, como escritor.
El trabajo a realizar fue desarrollado por 28 miembros, cuyos
nombres eran: H. Anglés Pámies (España-Roma), G. Bevilacqua,
D.O. (Italia), P. Borella (Italia), K. Calewaert (Bélgica), B. Capelle,
O.S.B. (Bélgica), E. Cattaneo (Italia), G. Fallani (Italia), J. Gogué
(Irak), R. Guardini (Alemania), J. Hervás y Benet (España), H. Jenny
(Francia), J.A. Jungmann, SJ (Austria), C. Kniewlad (Yugoslavia), S.
K. Landersdorfer (Alemania), L. Malula (Congo), G. Martínez de
Antoñana, C.M.F (España), J. Nahuco (Brasil), J. O’Connell (Gales-
Gran Bretaña), J. Pascher (Alemania), G. Pizzoni, C.M. (Italia), J.
Quasten (Alemania), M. Righetti (Italia), A.M. Roguet, O.P. (Fran-
cia), C. Rossi (Italia), G. Schiavon (Italia) y F. Zauner (Austria).
Estos miembros recibieron el asesoramiento de 37 consultores: B.
Botte, O.S.B. (Bélgica), L. Brinkhofr, O.F.M. (Holanda), G.B. Can-
nizzaro, O.S.B. (Italia), E. Cardine, O.S.B. (Francia), A. Chavasse
(Francia), G. De Lepeleere, SS.CC. (Bélgica), G. Diekmann, O.S.B.
(Estados Unidos), A. Dirks, O.P. (Holanda), M. Duhois, C.SS.R.
(Canadá), S. Famoso (Italia), B. Fischer (Alemania), P.M. Gy, O.P.
(Francia), A. Hänggi (Suiza), J. Hofinger, S.J. (Austria), P. Jones
(Australia), P. Jounel (Francia), H. Kahlefeld, D.O. (Alemania),
V. Kennedy, C.S.B. (Canadá), T. Klauser (Alemania), C. Kowalski
(Polonia), B. Luykx (Bélgica), A.G. Martimort (Francia), F. McMa-
nus (Estados Unidos), J. Mejía Gómez (Colombia), E. Moneta
Caglio (Italia), F. Muthappa (India), I. Oñatibia (España), M. Pflie-
ger (Austria), P. Radó, O.S.B. (Hungría), H. Schmidt, S.J. (Holanda),
P. Sufrin, O.S.B. (Alemania), O. Spülbeck (Alemania), C. Vagaggini,

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O.S.B. (Italia), V. Vigorelli (Italia), J. Wagner (Alemania), J. Walsh


(Irlanda) y T.P. Zakrzewski (Polonia).
La preparación del documento sobre liturgia que fue debatido en
el Concilio partió de la documentación que la comisión antepre-
paratoria había realizado con los informes recibidos de todos los
obispos y superiores de las órdenes religiosas, de las facultades
teológicas y canónicas de las universidades católicas, y de los
dicasterios romanos, concretamente de la Sagrada Congregación
de Ritos.
Con todo este material la secretaría de la comisión de liturgia pre-
paró doce quaestiones que envió a sus miembros para que fueran
tratadas en la primera sesión plenaria, convocada para los días
12-15 de noviembre de 1960: 1. De Missa; 2. De celebratione sacra-
mentali; 3. De Officio divino; 4. De sacramentis et sacramentalibus; 5. De
calendario recognoscendo; 6. De lingua latina; 7. De institutione liturgica;
8. De fidelium participatione in sacra liturgia; 9. De liturgiae adtatione ad
traditionem et ingenium populorum; 10. De sacra supellectili, vestibus
et ornamentis liturgicis; 11. De musica sacra; 12. De arte sacra.
En el debate de la plenaria, las doce quaestiones a tratar fueron
ampliadas a trece, al añadirse de un nuevo tema sobre la naturaleza
de la liturgia y su importancia en la vida de la Iglesia –De mysterio
sacrae liturgiae eiusque relatione ad vitam Ecclesiae–, que ocupó el
primer lugar, desplazando todas un puesto; y constituyeron una
subcomisión para que trabajara cada una de ellas.
El 12 de abril de 1961 volvieron a reunirse. Durante diez días exami-
naron los escritos preparados por cada una de las subcomisiones,
concretamente doce fascículos, una por cada subcomisión, faltando
el texto correspondiente al grupo séptimo –De lingua latina– al
haber sido configurado de otro modo su modo de trabajo. Con
todo este material la secretaría general preparó un primer borrador
del futuro documento litúrgico que entraría al debate conciliar. El
10 de agosto de 1961 ya estaba preparado. El texto se componía,
en primer lugar de un votum, que presentaba brevemente una
propuesta. Este estaba acompañado de una declaratio voti –o expli-
cación–, que ofrecía la comprensión exacta de lo que la comisión

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había querido formular en el artículo correspondiente o de lo que


conllevaba como renovación litúrgica; ahora bien, estas declara-
tiones no formaban parte del texto. Y, finalmente, figuraban las
notas documentales donde se indicaban las fuentes magisteriales.
Con todas las observaciones enviadas por los miembros y consul-
tores de la comisión de liturgia, al primer boceto del documento
litúrgico conciliar, se redactó una nueva versión que estaba lista
para el 15 de noviembre de 1961.
Con algunas modificaciones, este texto fue presentado en la ter-
cera sesión plenaria, que tuvo lugar del 11 al 13 de enero de 1962.
Dieron entonces el visto bueno al documento, quedando listo para
entregarlo a la comisión central.
La comisión central preparatoria del Concilio estudió el docu-
mento presentado por la comisión de liturgia en su quinta sesión,
que tuvo lugar entre los días 26 de marzo y 3 de abril de 1962.
Cuando la comisión central terminó su examen de la Constitución
litúrgica, pasó sus observaciones a la subcomisión de schemati-
bus emendatis, presidida por el cardenal C. Confalonieri y con V.
Fagiolo como secretario, para que hicieran los retoques oportu-
nos. El cardenal C. Confalonieri, a su vez, envió a mediados de
abril de 1962, estas observaciones a la comisión litúrgica para que
diera su parecer, que fueron debatidas por la subcomisión el 9
de mayo. Tomando en consideración, además, las indicaciones
realizadas por el cardenal A.M. Larraona y por A. Bugnini, pre-
sidente y secretario de la comisión litúrgica respectivamente,
se procedió a fijar el texto que, con la aprobación recibida por el
papa Juan XXIII el 13 de julio de 1962, fue enviado a los padres
conciliares para su estudio.
El 11 de octubre de 1962 fue inaugurado el Concilio Vaticano II en
la basílica Vaticana. La Constitución sobre liturgia fue debatida en
el aula conciliar desde el 22 de octubre hasta el 13 de noviembre
de 1962, a lo largo de 15 congregaciones generales. Hubo 328
intervenciones orales y 297 escritas.
El 13 de noviembre de 1962, concluido el debate del aula conciliar,
la Constitución sobre la liturgia fue sometida a una votación de

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tanteo. De los 2215 padres conciliares presentes, 2162 votaron


favorablemente, 46 votaron en contra y 7 votos fueron nulos.
Entre tanto fue constituida la comisión litúrgica conciliar para
preparar las enmiendas a la Constitución a partir de las observa-
ciones hechas en el curso de la discusión del esquema, que después
debían ser propuestas a la asamblea sinodal para su aprobación.
Los miembros de esta comisión fueron elegidos el 20 de octubre de
1962, en la tercera congregación general; trabajarían bajo la presi-
dencia del cardenal A.M. Larraona, prefecto de la Sagrada Congre-
gación de Ritos y presidente de la comisión de liturgia preparatoria
del Concilio, teniendo como secretario a F. Antonelli, O.F.M. Estaba
formada por: A. Albareda (España-curia), W. Bekkers (Holanda), K.
Calewaert (Bélgica), C. D’Amato (Roma), E. Dante (Roma-curia), J.
Enciso Viana (España), B. Fey Scbneider (Bolivia), D. Giobhe (Ita-
lia-curia), F. Grimshaw (Inglaterra), P. Hallinan (Estados Unidos),
H. Jenny (Francia), F. Jop (Polonia), A. Jullien (Francia-curia), G.
Lercaro (Italia), J. Malula (Congo), J. Martin (Canadá), R. Masnou
Boixeda (España), A. Pichier (Yugoslavia), J. Prou (Francia), E. Rau
(Argentina), C. Rossi (Italia), P. Schweiger, C.M.F. (Alemania), O.
Spülbeck (Alemania), G. Van Bekkum (Indonesia) y F. Zauner
(Austria). Junto a todos ellos debemos situar también a los peri-
tos: H. Anglés Pámies (España-Roma), E. Bonet (España-Roma),
A. Bugnini, C.M. (Italia), I. Cecchetti (Roma-curia), C. De Clerq
(Bélgica), A. Dirks, O.P (Holanda-Roma), C. Egger, C.R.L. (Roma),
N. Ferraro (Roma-curia), J. Fohl, O.S.B. (Luxemburgo), A.P. Frutaz
(Roma-curia), R. Gagnehet, O.P. (Francia-Roma), J.A. Jungmann,
S.J. (Austria), F. McManus (Estados Unidos), A.G. Martimort
(Francia), G. Martínez de Antoñana, C.M.F. (España), R. Massi
(Italia), J. Nabuco (Brasil), J. O’Connell (Inglaterra), J. Overath
(Alemania), M. Righetti (Italia), P. Salmon, O.S.B. (Luxemburgo-
Roma), A. Stickler, S.D.B. (Italia), C. Vagaggini, O.S.B. (Italia), D.
Van den Eynde, O.F.M. (Bélgica-Roma) y J. Wagner (Alemania).
Comenzaron sus reuniones el 21 de octubre de 1962 y se extendie-
ron a lo largo del año 1963.
Las correcciones a la Constitución sobre la liturgia preparadas por
esta comisión fueron presentándose por capítulos a los padres para

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su aprobación. Acabada la votación individual de cada enmienda,


se presentó el capítulo completo correspondiente para que el aula
conciliar diera su parecer: el proemio y el capítulo primero fueron
aprobados el 7 de diciembre de 1962 en la 36ª congregación gene-
ral: de 2118 padres presentes, 1922 dieron su placet, 11 non placet,
180 placet iuxta modum y hubo 5 votos nulos; el capítulo segundo,
el 14 de octubre de 1963 en la 47ª congregación general: de 2242
padres presentes, 1417 dieron su placet, 36 non placet, 781 placet iuxta
modum y hubo 8 votos nulos; el capítulo tercero, el 18 de octubre
de 1963 en la 51ª congregación general: de 2217 padres presentes,
1130 dieron su placet, 30 non placet, 1054 placet iuxta modum y hubo
3 votos nulos; el capítulo cuarto, el 24 de octubre de 1963 en la 55ª
congregación general: de 2236 padres presentes, 1638 dieron su
placet, 43 non placet, 552 placet iuxta modum y hubo 3 votos nulos;
el capítulo quinto, el 29 de octubre de 1963 en la 57ª congregación
general: de 2194 padres presentes (en el acta, que luego fue cor-
regida, dijeron 2193), 2154 dieron su placet, 21 non placet, 17 placet
iuxta modum (en el acta, que luego fue corregida, dijeron 16) y
hubo 2 votos nulos; el capítulo sexto (inicialmente era el capítulo
séptimo), el 30 de octubre de 1963 en la 58ª congregación general:
de 2096 padres presentes, 2080 dieron su placet, 6 non placet, 9 placet
iuxta modum y hubo 1 voto nulo; finalmente, el capítulo séptimo
(inicialmente era el capítulo sexto y octavo), el 31 de octubre de
1963 en la 59" congregación general: de 1941 padres presentes,
1838 dieron su placet, 9 non placet, 94 placet iuxta modum y no hubo
ningún voto nulo.
Todos los modi propuestos fueron estudiados por la comisión litúr-
gica conciliar para ver cuales debían tenerse en cuenta y someterlos
después al sufragio del aula conciliar. Estos fueron presentados
en el Concilio y sometidos a votación los días 18-22 de noviembre
de 1963 en las congregaciones generales 69ª-73ª respectivamente.
Finalmente, el mismo día 22 de noviembre fue votado el esquema
íntegro, obteniendo el resultado de 2158 placet, 19 non placet y 1
placet iuxta modum; los padres presentes eran 2178.
Sintéticamente podemos decir que, si bien las modificaciones a la
Constitución sobre liturgia propuestas por los padres no cambia-

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ban fundamentalmente el texto inicial, mejoraron el esquema men-


cionando expresamente al Espíritu Santo (núms. 5 y 6), separando
sacrificio y sacramentos apareciendo como dos cosas distintas una
al lado de la otra (núm. 6), subrayando la presencia real de Cristo
en la acción litúrgica (núm. 7), constatando la liturgia como fuente
y cumbre de la vida cristiana (núm. 10), optando por una conve-
niente descentralización en la resolución de cuestiones litúrgicas
(núm. 22), rechazando la acepción de personas en la celebración
de la liturgia (núm. 32), permitiendo el uso de la lengua vernácula
(núms. 36, 54, 63, 101 y 113), invitando a una vida litúrgica parro-
quial, pero renunciando al mismo tiempo a dictar prescripciones
particulares que fueran demasiado lejos (núm. 42), ampliando la
visión de la comunión bajo las dos especies (núm. 55), de la concele-
bración (núm. 57) y de la administración de algunos sacramentales
por seglares (núm. 79), mitigando el texto sobre la unción de los
enfermos (núm. 73), expresando de forma más reservada el rasgo
comunitario del oficio divino (núm. 99)…
El 4 de diciembre de 1963, en la tercera sesión pública, que ponía
el punto final al segundo periodo del Concilio Vaticano II, el secre-
tario P. Felici, tras leer sumariamente la redacción definitiva de
la Constitución sobre la sagrada liturgia Sacrosanctum Concilium
preguntó a los miembros presentes en el aula conciliar: «¿Os agrada
a vosotros, padres, la Constitución sobre la sagrada liturgia tal y
como ha sido leída?». El resultado de la votación fue exitoso: 2147
pacet y 4 non placet. Seguidamente era aprobado por el papa este
documento:
El decreto, tal y como acaba de ser leído en este sacrosanto y uni-
versal Concilio Vaticano II legítimamente congregado, ha agradado
a los padres. Y nosotros, por la potestad apostólica que Cristo nos
ha confiado, juntamente con los venerables padres, lo aprobamos,
decretamos y establecemos en el Espíritu Santo y mandamos que
lo así decidido conciliarmente sea promulgado para gloria de Dios.
Al cumplirse su cincuentésimo aniversario ofrecemos un número
de la revista dedicado a la Constitución conciliar sobre liturgia
Sacrosanctum Concilium. En estos cincuentas años de su vida, el
documento ha sido estudiado en múltiples trabajos publicados
en esta revista y en otras publicaciones. No queremos, por tanto,
repetir lo ya dicho en otros lugares. Por ello, ofrecemos una serie

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de artículos y puntos de vista que tratan algunas cuestiones que


consideramos necesario recordar o profundizar.
Quien desee continuar leyendo más sobre Sacrosanctum Concilium
puede rescatar algunos números anteriores de Phase, además de
otras publicaciones. Así, en al año 1964 varios artículos expusieron
el contenido del documento recién publicado en aquel momento.
Además, en el primer número del año 1989, con ocasión del 25
aniversario del documento, se le dedicaron también algunos estu-
dios. Y, nuevamente, en el año 2003, cuando cumplía sus 40 años de
vida, Sacrosanctum Concilium fue objeto de estudio de esta revista.
A todo esto debemos añadir artículos dedicados a este documento
en los años 1988, 1990, 1993 o 2007.

*****
A pesar de que constantemente percibimos que se hace realidad
el adagio latino tempus fugit, el suceder de los días sigue su curso
exacto, sin que nosotros podamos acelerarlo o retrasarlo. Por ello,
aunque el número anterior de la revista Phase estuviera enmarcado
en el año 2016, como figuraba en la portada, se trataba, como el
lector podía suponer, de un error mecanográfico, y correspondía
al año en curso 2013.

*****
Ponemos el punto final de este editorial recordando a Josebe
Bikandi Arrasate, que falleció el pasado 26 de agosto a los 89 años
de edad. Miembro del Instituto de Misioneras Seculares, trabajó
en el Centre de Pastoral Litúrgica desde el año 1965 hasta su jubi-
lación en 1989. Aunque continuó vinculada al CPL como miembro.
José Antonio Goñi

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Phase 317 (2013) 483-493

Los «altiora principia»


de la «Sacrosanctum Concilium»
Félix María Arocena Solano

Resumen

El autor describe los seis altiora principia que encontramos en la Constitución conciliar
Sacrosanctum Concilium y que marcan las bases de la teología litúrgica. Estos son: El
misterio pascual como acto central de la celebración litúrgica, la manifestación de
la historia de la salvación en la liturgia, los ritos y las palabras como los elementos
constitutivos del culto, la importancia de la Palabra de Dios en la celebración, los
rasgos de la asamblea litúrgica y la dimensión escatológica de la liturgia.

Palabras clave: Misterio pascual, culto, historia de la salvación, ritos, Palabra de


Dios, asamblea, escatología.

Abstract

The author describes the six altiora principia contained in Council Constitution Sacro-
sanctum Concilium. These principles set the basis of liturgical theology: the Paschal
mystery as the centerpiece of the liturgical celebration, the manifestation of the
history of salvation in the liturgy, the rites and words as the constituent elements
of worship, the importance of the Word of God in the celebration, the features of
the liturgical assembly, the eschatological dimension of the liturgy.

Key words: Paschal mystery, worship, history of salvation, rites, Word of God,
assembly, eschatology.

«Todo cuanto ha sido sinodalmente establecido, Nos, queremos


que sea promulgado para la gloria de Dios». Con estas palabras,
Pablo VI, en comunión con los padres conciliares, promulgaba la

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484 Félix María Arocena Solano

Constitución Sacrosanctum Concilium el día 4 de diciembre del año


1963. De este modo, el papa se hacía intérprete de la alegría de la
Iglesia por la aprobación de lo que constituía el primer documento
de un Concilio general de la Iglesia sobre la liturgia del rito romano.
A diez lustros de distancia, ese texto del Concilio Ecuménico sigue
siendo considerado la carta magna de la reinstauración litúrgica.
La Constitución conciliar contiene una declaración irrevocable de
aquello que la Iglesia entiende por liturgia. El texto incluye ciertos
principios fundamentales que van más allá de un mero cambio en
las celebraciones cristianas. Su alcance no se limita simplemente
al aspecto exterior del culto divino, sino a las bases de la espiritua-
lidad cristiana. Sus afirmaciones doctrinales, sin ser abundantes,
constituyen el cimiento para una teología de la liturgia portadora
de nuevos acentos y perspectivas. Es lo que vamos a exponer a
continuación: los altiora principia de la Sacrosanctum Concilium.
Con esta expresión, que no se encuentra en el texto de la Sacrosanc-
tum Concilium, sino que fue empleada por Juan XXIII en el Motu
proprio Rubricarum instructum (1960), se alude a aquellos ejes
centrales que, como grandes vectores de fuerza, recorren transver-
salmente el texto y expresan sus acentos teológicos primordiales.
Antes de exponer cada uno de ellos, conviene insistir en la impor-
tancia de asimilar estos valores esenciales, si se pretende que la
vida litúrgica tenga la raigambre deseable, y advertir que no todos
los autores coinciden a la hora de determinar cuales son. Nosotros
trataremos aquí de aquellos seis que lo son evidentemente, y lo son
como cabos que se prestan a formar una maroma. Principios que
iluminan la liturgia como una realidad netamente teológica. No
es posible una comprensión cabal de la doctrina conciliar sobre la
sagrada liturgia sin una cierta familiaridad y connaturalidad con
el universo de los altiora principia.

1. Misterio pascual y misterio del culto


Entre los altiora principia que es necesario tener constantemente
presentes, el primero es la actualización del misterio pascual de
Cristo en la liturgia de la Iglesia. La Constitución se abre con una
afirmación cuyo alcance no puede pasar inadvertido:

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Los «altiora principia» de la «Sacrosanctum Concilium» 485

Esta obra de redención humana y de perfecta glorificación de Dios


[...] Cristo la realizó principalmente por el misterio pascual de su
bienaventurada pasión, resurrección de entre los muertos y gloriosa
ascensión. Por este misterio, «con su muerte destruyó nuestra muerte
y con su resurrección restauró nuestra vida». Pues del costado de
Cristo dormido en la cruz nació «el sacramento admirable de la
Iglesia entera».1
Con esta afirmación, la Iglesia ilustra y sanciona lo que hay de
verdad incontrovertible en el pensamiento de aquellos teólogos
que –como O. Casel y, con él, toda la escuela de Maria Laach
(Schola Lacensis)– dieron al movimiento litúrgico sus más sólidas
bases doctrinales. Se abre, de este modo, una visión de la acción
salvífica de Cristo y, más en general, una comprensión de toda la
fe cristiana, que pone su énfasis no en ciertas nociones abstractas,
sino en la obra salvífica que ha de hacerse nuestra en la Iglesia a
través de su sacramentalidad. Esta visión de la fe no es una teoría
caprichosa que aquellos teólogos inventaron, ni tampoco una
explicación meramente retórica que debe descartarse por «vaga»;
es, por el contrario, la mente de la Iglesia sobre el misterio del culto,
del que ella vive.
Con el texto de SC 5 se recupera la lozanía que tenían los padres
del Oriente y el Occidente cristianos. Con él se significa que la fe no
solo es un asentimiento a determinados enunciados dogmáticos,
sino también una toma de conciencia de que existe una historia
divina y humana que es, de hecho, nuestra propia historia.
La Pascua es la obra de la salvación realizada por la vida, la muerte
y la resurrección de Cristo, obra que se hace presente por la acción
litúrgica. En las acciones litúrgicas se hace realmente presente el
mismo acontecimiento salvador. La acción sacramental no es preci-
samente una nueva acción, sino una prolongación hasta nosotros,
a través de los ritos, de una acción que Cristo, la cabeza, realizó de
una sola vez y por todas, pero que interesaba desde un principio
a todo el cuerpo místico y que se va extendiendo por todas sus
articulaciones. Los ritos, es decir, los signos sacramentales son la

1 SC 5.

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486 Félix María Arocena Solano

prolongación hasta nosotros del admirable sacramento original,


que es Cristo mismo.
Así, pues, más que entrar en un análisis del cómo la obra de Cristo
se hace nuestra en la liturgia, la Sacrosanctum Concilium insiste en
el hecho de que él está siempre presente en la Iglesia, sobre todo
cuando se celebran las acciones sacramentales.

2. Historia de la salvación en acto


La Constitución, para describir la naturaleza de la liturgia, no partió
de la noción de culto, tal y como se venía haciendo comúnmente e
incluso lo había hecho Pío XII en la Mediator Dei. La Sacrosanctum
Concilium fijó su punto de arranque en la noción de historia salutis.
Autores como L. Beauduin (†1960), O. Casel (†1948), R. Guardini
(†1968) y C. Vagaggini (†1999) ya habían relacionado la liturgia
con la historia de la salvación. El Concilio lo hizo con decisión,
como se desprende de la lectura conjunta de los párrafos quinto y
sexto de la Sacrosanctum Concilium. Tras describir la historia de la
salvación centrada en el misterio pascual,2 hace una presentación
de la liturgia como actualización sacramental de esa misma histo-
ria.3 Existe, pues, un nexo lógico entre ambos párrafos: la historia
de la salvación, descrita en el primero, es el contenido actual de la
liturgia. La liturgia, por consiguiente, forma parte de la economía
de la salvación; es un componente esencial de la obra redentora;
es un momento de la historia de la salvación; la liturgia es historia
de la salvación en acto.
Conforme a esta perspectiva, la liturgia no es solo ni primordial-
mente el culto que el hombre tributa a Dios; ya que en ese caso, solo
sería una acción humana, ejercicio de la virtud de la religión. La
liturgia es primordialmente acción de Dios, acción salvífica divina,
en la línea de aquellas «obras prodigiosas» que Dios realizó a lo
largo del tiempo de las promesas y que culminaron en el misterio
pascual de su Hijo. Se ha pasado de una noción racional –estática

2 SC 5.
3 SC 6.

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Los «altiora principia» de la «Sacrosanctum Concilium» 487

y esencialista– a una concepción histórica y dinámica de la liturgia.


Así, la liturgia, como evento salvífico, presenta la misma configu-
ración que poseen todos los acontecimientos de la historia salutis:
propuesta de salvación de parte de Dios y aceptación por parte del
hombre. Este enfoque de la liturgia permite, además, descubrir en
ella una doble vertiente: descendente (catabática) de santificación
del hombre por parte de Dios, y ascendente (anabática) de alabanza
de Dios por parte del hombre. Esta bipolaridad resulta esencial a
los acontecimientos salvíficos y, por tanto, también a la liturgia.
Por otra parte, no debemos olvidar que la salvación acontece al
modo sacramental. En efecto, en la historia de la salvación, en
todas y cada una de sus etapas, «todo cuanto acontece, acontece
en forma de sacramento».4 Esta recuperación de la sacramentali-
dad de la historia de la salvación representa un jalón importante
en el camino hacia la teología de la liturgia. Todas las realidades
relativas a la economía de la salvación, en todas sus fases histó-
ricas, presentan esta estructura simbólico-sacramental, y cuando
miramos desde esta dimensión, la historia salutis aparece como
una realidad homogénea. Percibir esa naturaleza sacramental de
la historia de la salvación es un paso decisivo de cara a una honda
comprensión de lo que son los sacramentos de la Iglesia: he aquí
cómo lo ritual se integra orgánicamente en el fundamento mismo
de la divina revelación y de la fe.

3. «Per ritus et preces»


Otro de los altiora principia de la Constitución sobre la sagrada
liturgia lo encontramos en SC 48: la actualización del misterio
salvador se realiza por la mediación de ritos y oraciones (per ritus
et preces). La expresión «per ritus et preces» es importante. Ritos y
preces son el vehículo a través del cual el acontecimiento salvador
de hace presente y se comunica en la liturgia.
El hombre alcanza el mito a través del rito, hecho, todo él, de
símbolos. Podemos decir que lo propio del lenguaje simbólico

4 Orígenes, In Genesim hom. 9, 1: «in sacramentis fiunt omnia quæ fiunt».

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488 Félix María Arocena Solano

es moverse desde la imagen sensible –los ritos– para, desde ahí,


transferirnos a otro nivel de significado –el mito–. Los símbolos son,
pues, estructuras de transferencia que remiten del significante al
significado; solo que, en el caso de la liturgia cristiana, el símbolo
no se limita a expresar lo más completamente posible su realidad
invisible –el misterio, que no es mito, sino realidad histórica y
metahistórica– a través de su simbolismo visible –los ritos–, sino
que además la comunica, la confiere. Y lo confiere significándolo.
En liturgia, causalidad y significatividad son realidades de tal
modo compenetradas que resultan inescindibles. Pues bien, a esa
vía simbólica es lo que la Sacrosanctum Concilium denomina «per
ritus et preces».
En este contexto, «gestos» alude a la amplia y variada gama gestual
de la liturgia cristiana; «palabras» se refiere tanto a la Palabra de
Dios como a la palabra de la Iglesia, o sea, a los textos eucológicos
que ella emplea en las celebraciones.

4. La Palabra de Dios celebrada


El siguiente de los altiora principia es el lugar insustituible que ocupa
la Palabra de Dios en la celebración.5 Es un principio evidente en
una concepción de la liturgia como historia de la salvación en
acto. Esa conexión se pone en evidencia si consideramos que la
misma Palabra de Dios, que interpretó los eventos de la historia
salutis como misterios salvíficos, es la que ilumina el sentido de
esos mismos acontecimientos en el momento litúrgico, es decir,
en el momento de su actuación sacramental cuando la Iglesia los
celebra. El párrafo sexto de la Constitución afirma:
Para realizar una obra tan grande, Cristo está siempre presente en
su Iglesia, sobre todo en la acción litúrgica. Está presente […] en su
Palabra, pues, cuando se lee en la Iglesia la sagrada Escritura, es él
quien habla.
Los ritos de la liturgia de la Palabra ayudan a que la mirada de la fe
descubra esa presencia real del resucitado. La asamblea se pone de

5 Cf. SC 6, 24, 35, 51, 92.

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Los «altiora principia» de la «Sacrosanctum Concilium» 489

pie y el diácono, profundamente inclinado para recibir la bendición


de quien preside de la celebración, toma el evangeliario del altar y
procesiona, portándolo en alto a la vista de la asamblea, precedido
de ciriales hacia el ambón. Saluda a los fieles: «El Señor –el Kyrios,
el resucitado– esté con vosotros», inciensa el evangeliario, los fieles
se persignan y el ministro proclama la palabra mientras sus manos
permanecen juntas. Al terminar, la asamblea aclama con una expre-
sión que es distinta de la empleada para las lecturas anteriores:
«¡Gloria a ti, Señor Jesús!» Es la respuesta a una persona que acaba
de hablar. El tenor de esa aclamación insinúa una actualidad y
una contemporaneidad. El tono gregoriano que se emplea para la
aclamación del evangelio es distinto y más solemne que el que se
utiliza para responder a las lecturas precedentes. El ministro besa
el evangeliario mientras pronuncia en voz sumisa otra oración: «las
palabras del evangelio borren nuestros pecados». Con esta plega-
ria, la Iglesia confiesa la fe en el poder salvador característico de la
Palabra de Dios cuando se anonada en la palabra pronunciada por
un lector. Y, tras la proclamación, se guarda un espacio de silencio
sagrado. En la liturgia papal, tras la proclamación del evangelio
en griego, el santo padre bendice a la asamblea con el evangelia-
rio, que el diácono le acerca sin tocarlo, es decir, tomando el libro
con sus manos cubiertas por la estola. El conjunto de estos ritos
nos habla de una veneración que, proveniente de la más antigua
tradición litúrgica de Oriente y Occidente, apunta derechamente
a declarar una presencia.
Acerca del modo en que la fuerza salvífica de la palabra llega hasta
nosotros cabría pensar que es nuestra escucha bien intencionada de
la Palabra de Dios la que es pagada por él, otorgándonos su gracia.
Esa gracia provendría de una acción inmediata de Dios, con oca-
sión de la escucha de su palabra. Sin embargo, hablar de la palabra
de Dios en términos de mera ocasión contrasta con tantos textos
bíblicos en donde la palabra atestigua sobre sí misma. Las pala-
bras de Jesús nunca fueron mera ocasión para que el Padre obrara
inmediatamente un milagro, sino que Cristo obraba mediante su
palabra: «niña, levántate», (Mc 5,41); «¡Lázaro, sal afuera!» (Jn
11,43). Esas palabras de Jesús fueron absolutamente eficaces. Una
segunda explicación sería entender el poder salvífico de la palabra

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490 Félix María Arocena Solano

de Dios como una acción que discurre por el cauce de la doctrina;


es decir: la Escritura instruye y esa enseñanza informa después
nuestra conducta, de un modo similar a como podría influir un
buen libro de ética: una lectura reposada de sus páginas acaba
predisponiendo positivamente la conducta del lector. Pero aquí
el potencial salvífico de la palabra de Dios aparecería rebajado al
nivel de la buena doctrina de un buen libro humano. Sin embargo,
la palabra celebrada no solo habla sobre Dios, sino que en ella habla
el resucitado con el señorío que caracteriza a su palabra de vida.
Es una palabra inspirada por el Espíritu y que «espira» al Espíritu.
No es solamente que la palabra de Dios hable de la gracia, sino que
la palabra celebrada es ya gracia. «En la mañana hazme escuchar
tu gracia, dice el salmista (Sl 142,8). La palabra de Dios es gracia
que se escucha. Agustín llama a esa palabra sacramentum audiens.
La palabra es fuente de verdad y de gracia.

5. La asamblea litúrgica
La Iglesia no sólo se constituye mediante la legislación, siendo
ésta muy necesaria, sino allí donde hay dos o tres reunidos en el
nombre del Señor y donde el ministerio apostólico los congrega
para anunciarles el evangelio y partir para ellos el pan de vida. El
misterio litúrgico es, pues, el misterio de la Iglesia en oración, que
nace de la acción sagrada y en ella se manifiesta. En este contexto,
la asamblea de los fieles reunidos para la celebración es constituida,
ella misma, en signo de la Iglesia universal congregada aquí y
ahora por el Espíritu Santo.
La noción de «asamblea santa» constituye un capítulo relativa-
mente reciente de la teología litúrgica en el que se hallan implicadas
cuestiones históricas, eclesiológicas y sacramentales de diversa
índole. La Sacrosanctum Concilium se refiere a esta realidad cuando
afirma:
El Señor, que prometió: «donde están dos o tres congregados en mi
nombre, allí estoy yo en medio de ellos», está presente en la asamblea
cuando esta suplica y canta salmos.6

6 SC 7.

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Los «altiora principia» de la «Sacrosanctum Concilium» 491

He aquí otros de los altiora principia de la Constitución.


La Iglesia tiene conciencia de esta presencia real y la pone de
manifiesto en el gesto de orar vueltos los unos a los otros, como
se hace en los coros de las catedrales y abadías. Por medio de esa
disposición, es fácil descubrir la presencia misteriosa pero real del
Señor en la misma asamblea orante. Basado muy probablemente
en esta presencia real de Cristo en la asamblea, y para no superpo-
nerla a la presencia sustancial de Cristo en la santísima Eucaristía,
el Código de 1917 ya recomendaba que la reserva eucarística se
hiciera en otra capilla diferente del lugar donde se celebrara el
Oficio divino (c. 1268).
Los bautizados que participan en la celebración, reunidos en un
determinado lugar, no deben considerarse un simple aglomerado
de gentes, ni un grupo que obedece a leyes meramente sociológi-
cas; es mucho más: cada comunidad se siente como el lugar en el
que se realiza el misterio de la Iglesia. La asamblea litúrgica no es
la manifestación exclusiva de la Iglesia, pero sí una de sus mani-
festaciones primordiales, pues cada celebración litúrgica es una
epifanía de la Iglesia, muestra lo que la Iglesia es.
La asamblea santa no es la reunión de una élite de cristianos, dota-
dos de una exquisita formación, una sociedad de perfectos. Para
formar parte de ella, solo se exige estar bautizado. La asamblea
litúrgica es heterogénea (cf. Hch 2,1ss).
El reunirse para la celebración de la Eucaristía dominical no es un
mero encontrarse de amigos que gozan con su mutua compañía,
sino la superación, por la fe y la caridad, de las divisiones humanas
por encima de todas las desigualdades. No hay en ella forasteros,
sino conciudadanos de los santos y familiares de Dios (cf. Ef 2,19).
Cuando son asambleas que reúnen a personas de distintas nacio-
nes, culturas, lenguas... queda patente el carácter universal, que
pertenece al ser de la Iglesia. Mantener los colores de la diversidad
es un buen instrumento para manifestar al mundo cómo la Iglesia
es signo de unidad por la fe.
La asamblea, por último, es un cuerpo diferenciado. No es lo
mismo el sacerdote celebrante principal, icono de la capitalidad

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492 Félix María Arocena Solano

de Cristo, que los demás fieles. Y eso se refleja en la actitud con la


que el sacerdote reza en nombre de todos, cómo une por medio de
él a todos al Señor... Es decir, se debe notar que es icono de Cristo
Sacerdote, y, por consiguiente, se reviste con vestes litúrgicas,
ocupa un lugar especial...

6. La dimensión escatológica de la liturgia


En el párrafo octavo de la Constitución hallamos el sexto y último
de los altiora principia, aquel que nos recuerda que la liturgia es,
como afirma repetidamente la tradición patrística, «el cielo en la
tierra».7 Algunos autores de habla alemana sostienen que este
párrafo de la Constitución se inspira, de un modo remoto, en los
escritos litúrgicos de Erik Peterson (†1960).8 Este párrafo octavo
de Sacrosanctum Concilium no introduce una innovación, sino el
recuerdo de algo que pertenece a la tradición de la Iglesia católica.
Su olvido impediría reconocer la esencia de la liturgia. El texto es
más dependiente de Mediator Dei que del movimiento litúrgico,
el cual no hizo de esta realidad un núcleo fuerte de su propuesta.
Este párrafo octavo está íntimamente relacionado con el anterior.
En efecto, en SC 7 se afirma que el Cristo pascual y celeste está
presente en la liturgia de la Iglesia peregrina y en SC 8 se constata
la presencia de la Iglesia peregrina en la liturgia celeste. En ambos
casos se trata de afirmar que hay una única y misma realidad –no
dos celebraciones paralelas o análogas–, sino un solo culto, si bien
presente de modo distinto, en el cielo y en la tierra. Por constituir
uno de los altiora principia de la Constitución, este aspecto de la
liturgia cristiana no es un simple matiz secundario, sino una rea-
lidad primordial tanto teológicamente en sí misma, como desde
el punto de vista espiritual para la vida de los bautizados.

7 Juan Pablo II, Orientale lumen 11.


8 A. Gerhards, «Liturgia celeste - Culto conforme al Logos. Una rilettura
della Costituzione, Sacrosanctum Concilium 8 alla luce della teologia liturgica
di Erik Peterson», en G. Coronello (ed.), Erik Peterson - La presenza teologica
di un outsider. Itineraria 7, Città del Vaticano: Libreria Editrice Vaticana 2012,
432 ss.

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Los «altiora principia» de la «Sacrosanctum Concilium» 493

No existen una liturgia in patria y otra in terris, sino una misma y


única liturgia realizada por Cristo a tres niveles: primero, en los
días de su carne por su muerte obediente y su victoria pascual;
segundo, esa misma muerte y resurrección como misterios ins-
critos en la humanidad asumida y gloriosa del Kyrios, presentes
ante la mirada del Padre celeste;9 y, por último, la pascua presente
a través de los signos y gestos litúrgicos para quienes aún peregri-
nan por en la tierra.
Conclusión
Se ha afirmado repetidas veces que la reinstauración litúrgica
responde, en gran medida, a dar cumplida respuesta a aquellos
deseos expresados mayoritariamente y desde el principio por los
obispos de alcanzar una actuosa participatio de los bautizados en
los ritos litúrgicos;10 pues bien, después de lo que acabamos de
exponer, los altiora principia se demuestran el instrumento idóneo
para entender esa anhelada participación no ya desde la perspec-
tiva de una simple actividad externa durante la celebración, sino
desde una vigorosa toma de conciencia del misterio que se celebra,
así como de su íntima relación con la vida cotidiana de los fieles.
Félix María Arocena Solano
Sacerdote de la prelatura personal de la Santa Cruz y del Opus
Dei, doctor en teología y derecho canónico con estudios de espe-
cialización de liturgia, es profesor de la Facultad de Teología de la
Universidad de Navarra e imparte también clases en la Universidad
San Dámaso de Madrid.

9 Cf. Tomás de Aquino, In Romanos, c. 8, lect. 7: «humanitatem pro nobis


assumptam et mysteria in ea celebrata conspectui paterno repræsentando».
10 Cf. SC 14.

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Phase 317 (2013) 495-500

La relación de la Constitución
sobre la sagrada liturgia con
las otras Constituciones conciliares
Ángel Cordovilla Pérez

Resumen

El autor señala la relación de la Constitución Sacrosanctum Concilium con las otras


Constituciones conciliares –Lumen gentium, Dei Verbum y Gaudium et spes– mostrando
los puntos de aquel documento que resuenan en los otros tres.

Palabras clave: Acción litúrgica, Iglesia, Palabra de Dios, historia de la salvación,


mundo.

Abstract

The author points out the relationship between the Constitution Sacrosanctum
Concilium and the other Council constitutions –Lumen gentium, Dei Verbum and
Gaudium et spes– showing those document points that resonate in the other three.

Key words: Liturgy, Church, Word of God, history of salvation, world.

La Constitución Sacrosanctum Concilium fue el primer documento


promulgado por el Concilio Vaticano II. Contó con la aprobación
de una grandísima mayoría y, a diferencia de otras constitucio-
nes, los esquemas previos que fueron debatidos no sufrieron un
cambio sustancial. Convertida en la Constitución abanderada del
aggiornamento requerido por Juan XXIII, en la propia historia del
Concilio y en su posterior recepción, fue perdiendo protagonismo
en beneficio de la Constitución dogmática sobre la Iglesia (Lumen
gentium) y la Constitución pastoral sobre la relación de la Iglesia

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496 Ángel Cordovilla Pérez

con el mundo actual (Gaudium et spes). En los últimos años ha


adquirido, sin embargo, un nuevo protagonismo al volver a ser
considerada una clave fundamental en la interpretación del sentido
general del Concilio Vaticano II.1 Si es verdad que la Constitución
sobre liturgia no puede ser entendida sino es en el conjunto de los
documentos del Concilio, especialmente a la luz de las otras tres
constituciones, el significado del Concilio no puede ser interpre-
tado sino es desde la luz otorgada por Sacrosanctum Concilium.

1. El primado de Dios y la renovación pastoral: el «íncipit»


teológico del Concilio
La Constitución sobre sagrada liturgia lejos de ser una Constitución
menor, constituyó el íncipit teológico del Concilio poniendo de
relieve su sentido pastoral y afirmando sin ambigüedad el primado
de Dios sobre todo. En primer lugar, ella es la expresión del fin
pastoral de todo el Concilio, llevando a la práctica el deseo de Juan
XXIII de actualizar el sagrado depósito de la tradición de la Iglesia.
Todavía hoy el lugar de encuentro más importante de la Iglesia con
el hombre sigue siendo la liturgia y, por esta razón, era necesario
mostrar realmente que la Iglesia tenía una voluntad inequívoca de
renovación y actualización. Se lograba así, de una sola vez, aten-
der al rostro de la Iglesia en su relación con el mundo y volver a la
fuente donde está el manantial de la vida de la Iglesia. Si la clave de
la renovación litúrgica propuesta por Sacrosanctum Concilium fue
ante todo pastoral, con ello se quería mostrar la intención global
del Concilio. La pastoral es el centro de la vida de la Iglesia porque
expresa su misión y, en este sentido, también su esencia. Esta ha
de ser el criterio de su actualización. En los concilios ecuménicos
la Iglesia nunca separó la preocupación doctrinal, la reforma de
estructuras y la misión pastoral, pero quizá en ningún otro como
en el Vaticano II esta perspectiva había asumido un papel central y
aglutinador de los otros dos. Esta actualización y puesta al día que
realizó el Concilio fue en realidad una «vuelta o a las fuentes» de
la Escritura y de la tradición, al tesoro inagotable de la Iglesia para

1  Cf. P. Prétot, «Le place de la constitution sur la liturgie dans l’hermé-


neutique de Vatican II», Recherches des SciencesReligieuses101 (2013) 13-36.

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La relación de la Constitución... 497

presentarlo ante el mundo de forma nueva y rejuvenecida. Esto


fue precisamente lo que significó la Constitución sobre la liturgia.
Pero, en segundo lugar, la primacía de Sacrosanctum Concilium
significa confesar el primado y la soberanía de Dios sobre el mis-
terio de la Iglesia y del mundo. Si es verdad que el Vaticano II fue
un concilio sobre la Iglesia (ad intra y ad extra), no es menos cierto
que ella nunca puede entenderse separada de su hontanar y de su
fuente que es el misterio de Dios.2 Al afrontar en primer lugar la
reforma litúrgica los padres conciliares dieron a entender a todos
los miembros de la Iglesia que lo primero de todo es la adoración
a Dios: un Dios trinitario que es fuente de la vida y misión de la
Iglesia (LG 2-5) y en quien la Iglesia es sacramento universal de
salvación (LG 1,48); un Dios que se nos da a sí mismo en la persona
de su Hijo y el don del Espíritu (DV) y que crea al mundo con una
autonomía y libertad inalienables para invitarlo a su comunión y
a su compañía (GS). En fin, la centralidad de la misión de la Iglesia
hacia los hombres (pastoralidad) y la primacía del misterio de
Dios y de Cristo (teologalidad), condujo a los padres conciliares
a concentrar sus primeros trabajos en la liturgia, actividad que es
culmen y fuente de toda la vida de la Iglesia (SC 10). Ella inspiró,
como veremos, las líneas centrales de las otras tres constituciones
y en ellas adquirió a su vez su más sólida fundamentación.

2. La comunidad cristiana, sujeto de la acción litúrgica:


«Lumen gentium»
La ecclesia o la comunidad cristiana es el sujeto integral de la acción
litúrgica.3 Esta no es una acción privada del sacerdote que preside
ni tiene como referencia el cuadro particular del grupo concreto
que está celebrando, sino que en ella se expresa y se manifiesta
la verdadera naturaleza de la Iglesia (SC 2,26,41). La Iglesia,
sacramento admirable, nacida del costado de Cristo, asociada

2  Cf. J. Ratzinger, Obras completas XI. Teología de la liturgia, Madrid 2012,


XIII-XV.
3  Y.-M. Congar, «La ecclesia o la comunidad eclesial, sujeto integral de la
acción litúrgica», en La liturgia después del Vaticano II, Madrid 1969, 279-338.

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498 Ángel Cordovilla Pérez

íntimamente a él y participando de su ministerio sacerdotal, rea-


liza la acción litúrgica. Quizá en ningún otro lugar y en ninguna
otra actividad como esta se manifiesta la Iglesia como pueblo
sacerdotal, templo del Espíritu, signo de la unión de los hombres
con Dios y de los hombres entre sí. Esta afirmación fundamental,
expresada de forma diferente en Sacrosanctum Concilium 2, 5, 7, 8,
11, alcanzará su expresión teológica y dogmática adecuada en los
capítulos I (misterio) y II (pueblo de Dios) de Lumen gentium. De
esta manera Sacrosanctum Concilium anticipa la doctrina eclesioló-
gica de Lumen gentium y esta última fundamenta y profundiza los
incipientes pasos dados en Sacrosanctum Concilium. Los términos
misterio, sacramento, signo, morada de Dios, cuerpo de Cristo
aplicados a la Iglesia como sujeto celebrante junto a Cristo, su
cabeza, tal como están expuestos en los principios generales para
la reforma y el fomento de la liturgia serán desarrollados después
en la comprensión de la Iglesia según Lumen gentium. La Iglesia
es el sacramento del misterio de Dios en el mundo, en el sentido
de que ella, siendo una criatura y formada por hombres (creatura
verbi; ecclesia ex hominibus), está enraizada en el misterio trinitario
de Dios (ecclesia de trinitate) como fuente de su ser y modelo de su
acción. Ella es misterio de comunión y misión a la luz del misterio
trinitario (LG 2-5). Por tanto, esta verdad fundamental de la Iglesia
afirmada en Lumen gentium, se vive y se expresa de manera singular
en la liturgia donde, parafraseando a Henri de Lubac, podríamos
decir que la liturgia hace a la Iglesia, la Iglesia hace la liturgia.

3. Historia de la salvación en misterio: «Dei Verbum»


La liturgia es la historia de la salvación en misterio. En ella se rea-
lizan de forma actual y eficaz las acciones salvíficas de Dios, de
las que nos da testimonio la Sagrada Escritura (mirabilia Dei). La
liturgia no son ritos separados de la historia de la revelación y de
la salvación. Ellos muestran en concreto y en acto la voluntad sal-
vífica de Dios que quiere que todos los hombres se salven (cf. 1Tim
2,4; SC 5); así como la pedagogía divina que de múltiples formas
ha ido conduciendo a los hombres a la plenitud de la salvación
en su Hijo (cf. Heb 1,1; SC 5). Estas ideas centrales de la compren-
sión de la historia de la salvación, expuestas especialmente en

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La relación de la Constitución... 499

los números 5, 6, 7, 10 de Sacrosanctum Concilium, encontrarán su


correlato dogmático y su expresión cabal en el primer capítulo de
la Dei Verbum. Concretamente, el pasaje de la carta a los Hebreos
servirá de inspiración en ambas constituciones (cf. SC 5 y DV 4),
así como la cita de 1Tim 6,2 que afirma la dimensión universal de
la voluntad salvífica de Dios sin estar citado directamente es uno
de los principios rectores de la DV. Si la liturgia no consiste en
ritos aislados de esta historia salutis que es celebrada y actualizada
en ella, la revelación no son verdades dogmáticas separadas del
Dios de la revelación y de la salvación que se nos comunica en la
historia. La revelación es la comunicación de Dios mismo en la
persona de Cristo y en el derramamiento del Espíritu (DV 2-4).Esta
acontece hoy para nosotros de forma singular a través de la acción
litúrgica. El Dios invisible que nos habla como amigo y nos invita
a su compañía (DV 2) está presente en la acción litúrgica cuando
es Jesucristo mismo quien nos habla en su palabra y actúa en los
sacramentos (SC 7 y 33). La revelación de Cristo, mediador y ple-
nitud de la revelación (DV 2), se realiza de forma única y singular
en el misterio pascual, centro y clave de la acción litúrgica y de la
vida de la Iglesia (SC 5, 10, 47, 102, 106).

4. Para salvación de los hombres y vida del mundo: «Gaudium


et spes»
El sentido de la acción litúrgica es doble: la glorificación de Dios y
la salvación de los hombres; ambas realidades están estrechamente
relacionadas y no se pueden separar. Inspirándonos en la famosa
expresión de Ireneo de Lyon, que une gloria de Dios y vida del
hombre, podemos decir que la liturgia muestra el sentido último
de la creación. Esta obra de redención humana y glorificación
divina acontece en la acción litúrgica, pero especialmente en la
celebración del misterio pascual (SC 5), a quien todos los hombres
están creacionalmente ordenados y gratuitamente llamados (GS
22). La creación no es Dios, ni Dios la creación. Pero salvadas las
distancias, ambas realidades están llamadas a unirse, hasta que
Dios sea definitivamente todo en todo. La liturgia es el lugar donde
la creación alcanza su meta de forma germinal, anticipándose así
su destino definitivo. En la liturgia podemos ver articulados sin

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500 Ángel Cordovilla Pérez

confusión y sin separación el orden de la creación y de la salva-


ción. El mundo de los hombres, siendo libre y autónomo, con una
consistencia querida y sostenida por Dios (GS 17, 34, 36, 38), está
llamado a la comunión y la participación en la vida divina (GS 22,
39). Este deseo del hombre inscrito en el movimiento de la historia
y de la creación alcanza en la liturgia su culmen y su fuente (SC 10;
GS 38). La Iglesia, sujeto integral de la acción litúrgica (LG) en la
actualización de las acciones salvíficas y reveladoras de Dios (DV),
continúa la misión de Cristo ofreciendo su ser para salvación de
los hombres y la vida del mundo (GS).
Ángel Cordovilla Pérez
Presbítero, doctor en teología dogmática, es profesor de la Univer-
sidad Pontificia Comillas de Madrid.

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Phase 317 (2013) 501-515

Música sacra/música litúrgica:


Lenguaje musical y liturgia
a cincuenta años de
«Sacrosanctum Concilium»
Jordi-A. Piqué i Collado

Resumen

Tras describir el capítulo dedicado a la liturgia en la Constitución Sacrosanctum


Concilium y en la Instrucción Musicam sacram, el autor explica las dos corrientes que
tras el Concilio se dieron en la liturgia en la liturgia, el pragmatismo autónomo y el
esteticismo autónomo, proponiendo como síntesis la música litúrgica.

Palabras clave: Música, belleza, cultura.

Abstract

After describing the chapter devoted to the liturgy in the Constitution Sacrosanctum
Concilium and the Instruction Musicam sacram, the author explains the two currents
that, at the end of the Council, took place in liturgy, autonomous pragmatism and
autonomous aestheticism, proposing liturgical music as a synthesis.

Key words: Music, beauty, culture.

A la hora de hablar de Sacrosanctum Concilium y de su recepción


después de cincuenta años, cabe detenerse en su capítulo sexto
dedicado a la música en la liturgia. Este tema ha sido, quizás, uno
de los campos más experimentales en la liturgia postconciliar
y el objeto de más análisis y problemáticas de toda la llamada
reforma litúrgica. Seguramente cabría esperar de este artículo un
posicionamiento sobre la cuestión.1 Pero no creo que en estas pocas

1 Cf. M. Pérès, «Pour une rééducation du sens liturgique», Catholica 46


(1994-95) 50-59.

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502 Jordi-A. Piqué i Collado

líneas se pueda tratar este fenómeno que, en los últimos decenios,


ha llenado páginas y páginas de revistas especializadas.2 Por el
contrario, creo que se puede plantear su estudio a partir del tema
fundamental de la fructífera unión entre cristianismo y música y
cómo esta, como fuente de belleza, ha estado vinculada desde los
inicios a la celebración litúrgica de la fe. Después de cincuenta años
del Concilio Vaticano II ¿es todavía así? ¿La música en la liturgia
es transmisora de la belleza en minúscula que habla de la Belleza
en mayúscula cuando se encuentra y conjuga con la Palabra? De
todos estos conceptos se deduce que entre música sacra y música
litúrgica hay divergencias en la concepción del metalenguaje
musical dentro de la liturgia.3 ¿Es este el fruto de la recepción de
Sacrosanctum Concilium VI?

1. Liturgia, cultura y música


La Iglesia adopta formas culturales para plasmar su fe.4 Y lo hace
en todos los campos: arquitectura, pensamiento, pintura y también
con la música. Pero, en los últimos cincuenta años, hemos asistido
a un fuerte distanciamiento entre Iglesia y formas culturales con-
temporáneas. No porque la Iglesia haya abandonado los medios
culturales, sino porque quizás los postulados estéticos no se adhie-
ren a la finalidad para los cuales serían utilizados. Asimismo, la
Iglesia ha dejado de generar bienes culturales actuales que incidan

2 Cf. J. Piqué, «Música litúrgica: empatía y performatividad», Phase 52


(2012) 74-78.
3 Cf. J. Piqué, «Experiencia, empatía y conversión: una teología de la
música como epifanía del Misterio», en J. Alonso - J. J. Alviar (eds.), XXXI
Simposio Internacional de Teología. Conversión Cristiana y Evangelización, Pam-
plona: Eunsa 2011, 119-126.
4 A menudo olvidamos que el Réquiem de Mozart o la Misa brevis de Britten,
son música litúrgica. Nuestra limitación contemporánea nos hace entender
la música de iglesia como aquello que se utiliza para «animar» las celebra-
ciones de muchas de nuestras comunidades. No hay duda que asistimos a
la concreción de un problema que se arrastra quizás desde la Ilustración: el
distanciamiento entre Iglesia y cultura.

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Música sacra/música litúrgica... 503

en el mundo de la cultura.5 Por lo que se refiere a la música, los


últimos intentos de conciliación entre el gran mundo musical y la
liturgia normativa son muy anteriores al Concilio Vaticano II. Nos
referimos a lo que se conoce como reforma ceciliana.6
El culto está directamente vinculado a la cultura. El culto sin
referencia a la cultura, mediante la cual se expresa, no puede
desarrollarse. La cultura, a la vez, se nutre del desarrollo cultual.
El cristianismo no es una cultura a parte. Dentro de esta cultura,
policéntrica, si se quiere, resuenan todavía las grandes cuestiones
fundacionales.7 El mundo contemporáneo, siendo poli-signifi-
cante, se caracteriza por un ansia y una cierta sin-razón. Se intentan
alcanzar puntos de referencia para edificar un «cómo» y un «por
qué» del vivir. Hay que hallar un punto de unión entre la vida y
una cierta belleza.
Así pues, la liturgia contempla la belleza como un elemento iden-
tificador del culto. La Iglesia siempre ha explotado los recursos
artísticos para comunicar el sentimiento de belleza, de la con-
templación de la obra de arte como referencia al Dios creador. La
música ha sido el instrumento fundamental para proporcionar a

5 Cf. J. Ratzinger, Un canto nuevo para el Señor, Salamanca: Sígueme 1999,


113.
6 Cf. «Cecilian movement», en S. Sadie (ed.), The New GROVE, London:
University Press Oxford 1980. Cuando Pablo VI dirigió su alocución a los
artistas, reunidos en el marco de la capilla Sixtina, poco después de la pro-
mulgación de la constitución Sacrosanctum Concilium, resonaba en sus pala-
bras una profunda preocupación por la ruptura de la secular relación entre
Iglesia y arte: «Y en esta operación, que intenta traducir el mundo invisible
en fórmulas accesibles, inteligibles, vosotros (artistas) en esto sois maestros.
Es este vuestro oficio, vuestra misión: vuestro arte es ciertamente aquel de
entender los tesoros del cielo, del espíritu y revestirlos de palabra, de color
de formas, de accesibilidad» (cf. Pablo VI, «Alocución a los artistas (1964)»,
AAS 56 (1964) 438-444.
7 Cf. L. Duch, Simfonia Inacabada. La situació de la tradició cristiana (Saurí
118), Montserrat: Publicacions Abadia de Montserrat 1994, 7-46. J. Piqué,
«La música en los monasterios: alabanza a Dios y acogida/diálogo con los
hombres y mujeres. La experiencia estética del Misterio», en E. López Tello
– B. Selen Zorzi (eds.), Church, Society and Monasticism (Studia Anselmiana
146), Roma 2009, 283-315.

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la Palabra, eje vertebrador de la liturgia junto con los signos, una


viveza y de una belleza sublime mediante el canto. El canto, como
dice el teólogo Josep M. Rovira Belloso, añade al texto un espíritu
de afecto: «El canto, al elevar los espíritus, introduce a la celebra-
ción un elemento afectivo –un sentimiento sobrio– que se hermana
bien con la palabra y con el símbolo».8 No podemos excluir este
elemento afectivo de la música.
Es preciso que la liturgia entre y penetre en el corazón humano. Y
lo hace a través de los sentidos. Lo hace con los colores que entran
por los ojos. Y lo hace por el oído: la música, las palabras, el sonido
de los instrumentos, el sonido de las campanas. La liturgia tiene
que llegar profundamente al corazón humano.

2. «Sacrosanctum Concilium» (1963) y la música. La Instruc-


ción «Musicam Sacram» (1967)
El 4 de diciembre de 1963 era promulgado el primer documento
del Concilio Vaticano II, la Constitución sobre la sagrada liturgia
Sacrosanctum Concilium; diez números de su capítulo VI hacen refe-
rencia a la música sagrada. Se remarca que la tradición musical de
toda la Iglesia es un patrimonio de gran valor (cf. SC 112). Se afirma
que ya las Sagradas Escrituras han alabado el canto sacro como
también lo han hecho los padres y los romanos pontífices, espe-
cialmente Pío X, y que «han subrayado con insistencia el aspecto
ministerial de la música sacra en el servicio divino» (SC 112). Una
mayor unión de la música con la acción litúrgica significará una
mayor santidad y el Concilio, conservando las prescripciones y
normas de la disciplina y la tradición, observa que «el fin de la
música sacra, es la gloria de Dios y la santificación de los fieles»
y, por tanto, determina las normas que constituyen el capítulo VI
(cf. SC 112-121).
Se exhorta a la conservación del patrimonio musical sacro, la
creación de las scholae cantorum y se establece que «en toda acción

8 J. M. Rovira Belloso, «L’art i la fe: dues realitats que s’haurien de trovar»,


Quaderns de Pastoral 177-178 (2000) 59.

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Música sacra/música litúrgica... 505

sagrada celebrada con canto toda la asamblea de los fieles pueda


ejercer su participación activa» (SC 114).
El número 116 reconoce el canto gregoriano como el propio de
la Iglesia romana y aconseja la edición crítica de los libros. En el
número 117 se recomienda la preparación de un repertorio para
las iglesias menores. Los números sucesivos recogen otros aspec-
tos que afirman la función de la música litúrgica instrumental (cf.
SC 120); la promoción del canto popular religioso (cf. SC 118); el
valor del canto autóctono de los países de misión (cf. SC 119); y la
exhortación a los artistas a incrementar el patri­monio musical de
la música litúrgica (cf. SC 121).9
La aplicación de las directrices del Concilio Vaticano II en lo que
respecta a la música litúrgica cristalizó en la elaboración de la
Instrucción Musicam sacram10 del 5 de marzo de 1967. En esta ins-
trucción se intenta dar algunas pautas concretas para la aplicación
de las normas litúrgicas emanadas del Concilio, y ofrecer algunas
soluciones a los primeros problemas aparecidos en el campo de
la práctica musical litúrgica a partir de las innovaciones que se
empezaban a llevar a cabo.
La Instrucción sufrió un accidentado proceso de elaboración. Las
primeras aplicaciones prácticas de la reforma litúrgica del Vaticano
II habían puesto en estado de alerta a los músicos y a algunos aman-
tes del gregoriano y de la polifonía ya que las iglesias comenzaban
a ser invadidas de música llamada «moderna», folk o «popular».
Los encargados de la elaboración del texto tuvieron que acordar
las propuestas de diversas comisiones junto con las observacio-
nes del propio papa Pablo VI quien intervino directamente en la

9 También se trata de algunos aspectos de la música litúrgica en otros


capítulos: las partes susceptibles de cambio en la liturgia y que afectan al
canto (núm. 21); la particularidad del oficio musical que se desarrolla en
la celebración litúrgica (núm. 28); el valor del silencio como elemento de
participación interior en la celebración litúrgica (30); la cuestión de la lengua
vulgar y el latín por lo que respecta a los cantos (núm. 54).
10 Sacra Congregatio Rituum, «Instructio de musica in sacra liturgia
Musicam sacram (1967)», AAS 59 (1967) 300-320.

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506 Jordi-A. Piqué i Collado

formulación del documento con acotaciones y aportaciones de su


propio puño y letra.11
La Instrucción consta de nueve apartados, que giran en torno a
la aplicación de las directrices del Concilio y su reforma litúrgica,
por lo que respecta al canto y a la música dentro de la celebración
litúrgica: normas generales, actores de la celebración, canto en la
misa, Oficio divino, lengua, melodías para los textos en lengua
vulgar, música sacra instrumental, y comisiones de música sacra.
La Instrucción Musicam sacram aporta un fragmento que me parece
clave para la comprensión exacta del espíritu del documento, en
su núm. 5:
La acción litúrgica recibe la forma más noble cuando se realiza
con canto, contribuyendo a ella los ministros según el grado de su
ministerio y la participación del pueblo. Por ella y a través de ella, la
oración se expresa en un modo más suave (penetrante), el misterio de
la sagrada liturgia se manifiesta más claramente en su propia índole
jerárquica y comunitaria, se consigue la unidad de los corazones más
profundamente por la unidad de las voces, las mentes se elevan más
fácilmente a las cosas espirituales (sublimes) a través del esplendor
de las cosas sacras, y toda celebración prefigura más claramente la
que se realiza en la santa Jerusalén celestial.
En esta definición aparecen los elementos más característicos de la
concepción de la música litúrgica según el espíritu de Sacrosanctum
Concilium. Por una parte la acción litúrgica recibe su forma más
noble cuando es realizada con canto, pero este canto es el resultado
de la acción y ministerio litúrgico propio tanto de los ministros
como del pueblo que participa en la acción litúrgica. Es decir, no
estamos ante una música que sea un puro ornato, sino que es el
resultado del oficio que es propio a cada actor en su participación
activa en los misterios que se celebran. Pero lo más importante es

11 Cf. A. Bugnini, La reforma liturgica 1948-1975, Roma: CLV 1997, 865-


880, donde explica con abundantes detalles el proceso de redacción de la
Instrucción Musicam sacram. Bugnini califica el proceso de elaboración de este
texto de verdadero «vía crucis» por las tensiones y tendencias que tuvieron
que superarse para llegar a un texto común. Existe traducción al español: La
reforma de la liturgia, Madrid: BAC 1999.

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Música sacra/música litúrgica... 507

que, como señala el documento, la oración adquiere su expresión


más penetrante, más suave, y manifiesta de una forma icónica tanto
la jerarquía estructural de la asamblea como su ser comunitario a
través de la unión de las voces y del diálogo litúrgico. Esta acción
hace elevar a través de la belleza de lo sagrado une los corazo-
nes y eleva los espíritus hacia lo invisible: hacia la prefiguración y
degustación de la liturgia de la Jerusalén celestial. Pero ¿cómo se
concreta culturalmente esta función litúrgica de la música? Creo
que aquí radica la cuestión del estudio de las formas musicales
litúrgicas a través de los cincuenta años que nos separan de los
textos comentados.12
Cuando se aborda el estudio de los documentos de aplicación de
las disposiciones conciliares se observa una evolución en la valo-
ración de la música en su función litúrgica.13 Pero la realidad del
proceso de renovación vino marcada, por una parte, por el trabajo
de muchos artistas y liturgistas, pero por otra, por la irrupción de
nuevas corrientes de expresión musical que iban más allá del marco
de la misma reforma litúrgica. La realidad, al menos en Occidente,
es que nos encontramos con una polarización estético musical
que en áreas de inculturación se desvela no menos problemática.

12 G. Liberto, Cantare il Mistero. Musica santa per la liturgia, Prato: Città


ideale 2004, 63-64, expone: «Es necesario, por tanto, componer, realizar
un proyecto musical orgánico que comprenda todo el año litúrgico con un
programa característico para cada tiempo litúrgico. De este modo, celebrar
cantando el año litúrgico se convierte en un lugar teológico eminente donde
la comunidad creyente encuentra a Cristo en el fluir de los diversos tiempos
litúrgicos».
13 Ya Virginio Sanson y Felice Rainoldi señalaron cómo a lo largo de los
documentos que hemos analizado se puede ver una evolución cualitativa,
ya sea en el lenguaje, ya sea en la calificación que recibe la función de la
música en la liturgia. Ambos autores hacen notar cómo la música es tratada
como «humile ancella» por Pío X en su Motu proprio Tra le sollecitudini; «serva
nobilissima» la llamaba Pío XI en la Carta apostólica Divini cultus sanctitatem;
«sacrae liturgiae quasi administra» era calificada por Pío XII en la Encíclica
Musicae sacrae disciplina»; y por fin el Vaticano II apuntaba el «munus musicae
sacrae ministeriale in dominico servitio» que ya habían señalado los padres y los
pontífices, especialmente Pío X.

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3. Música (sin adjetivos): una visión panorámica de la música


en la liturgia
Uno de los principales problemas para tratar hoy el tema de la
música en relación con el cristianismo es precisamente su utiliza-
ción litúrgica. Y aquí aparece el tema: ¿basta con que una música
sea sacra (literalmente apartada, distinta de todas las demás) o
tiene que ser eminentemente litúrgica (relacionada con la Palabra
y con el rito)? La cuestión pasa por el diálogo de la fe con la cultura
expresada y celebrada en la liturgia, con música.
Después del Concilio Vaticano II y del desconcierto musical que
en muchos lugares le siguió, se ha querido simplificar la cuestión
dividiendo la utilización de la música en dos corrientes extremas.
La del puro pragmatismo autónomo, la del puro esteticismo, según
una conocida expresión de J. Ratzinger.14

3.1. Pragmatismo autónomo


La primera sería aquella corriente que hace del pastoralismo la
pauta de todo aquello que tiene lugar dentro del mundo celebra-
tivo. Musicalmente hablando se ha traducido en una incorporación
acrítica y desafortunada de todo aquello que musicalmente, con
un trasfondo nivel pastoral, puede ser utilizado para difundir el
mensaje cristiano.15 Los espirituales negros y la mal llamada música
«pop» han constituido el repertorio de muchas comunidades. Pero
hoy, prácticamente, ha desaparecido de los repertorios parroquia-
les o se han deformado en su interpretación hasta el punto que
en nada recuerdan a sus orígenes. En muchos casos suponía una
actitud de rechazo visceral frente a otras formas musicales como
el gregoriano y la polifonía.

14 Cf. Ratzinger, Un canto nuevo, 126-127. Tomamos prestadas literalmente


las dos expresiones de este autor por la precisión en la descripción de las dos
corrientes que pensamos presentar. A estas dos habría que añadir la música
litúrgica de lo que me atrevo a llamar «movimientos» (Taizé, Bose, Lourdes,
Montserrat, etc).
15 Cf. Ratzinger, Un canto nuevo, 127.

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Música sacra/música litúrgica... 509

Un capítulo aparte merecen los textos musicados. A menudo se ha


abandonado la eucología como base de los cantos. Se ha pasado de
cantar los propios de las misas –incluso a veces del ordinario– las
antífonas, los himnos y los salmos de toda la tradición cristiana,
a cantar textos de dudosa autoridad doctrinal y de escasísima
belleza literaria.
A nivel instrumental el órgano ha sido sustituido, en muchos casos,
por instrumentos más «modernos» que no están pensados ni para
sostener el canto de la asamblea ni para ser tocados en grandes
espacios, incorporando elementos electrónicos que amplificados
condenan la música al ruido y son inapropiados a las cualidades
acústicas de los espacios arquitectónicos de la liturgia.
En este contexto toda búsqueda de belleza se ha reducido a una
búsqueda de fácil emotividad. Esto es más grave cuando la minis-
terialidad musical se deja en manos de un voluntariado que no
dispone de la formación musical suficiente. El objetivo de la música
litúrgica queda ahogado por el ruido y los decibelios de los aparatos
de amplificación, u oscurecido por el escaso valor musical y textual
de los fragmentos y cantos ejecutados en la liturgia.

3.2. Esteticismo autónomo


En el otro extremo, hallamos un afán esteticista-musical que a
menudo se asocia a una cierta búsqueda de autenticidad con el peli-
gro de convertirse en autónoma. Este movimiento se caracteriza
por una nueva valoración de las fuentes musicales tradicionales
dentro de la Iglesia y que el mismo Concilio Vaticano II declaró
como propias: el canto gregoriano y la polifonía (cf. SC 116). Este
parámetro es un acento de la calidad musical frente a la utiliza-
ción pastoral. Pero dadas las circunstancias litúrgicas actuales, en
general tiene una ubicación difícil dentro de la liturgia. Así pues,
el canto gregoriano y la polifonía dan lugar a conciertos y ciclos
musicales, que curiosamente llenan auditorios y, en cambio, se
aleja de catedrales y parroquias. La búsqueda esteticista comporta,
también, un alejamiento del significado y del sentido de los textos,
estudiándolos solo para una buena interpretación musical y para
una elaboración coherente de los programas.

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En el ámbito instrumental se organizan conciertos y audiciones


de órgano para que las grandes obras organísticas no queden en el
olvido puesto que no tienen lugar ni espacio en las celebraciones
litúrgicas.16
Una de las características de este grupo de búsqueda esteticista
es la valoración del latín como lengua litúrgica. Esto ha provo-
cado una dificultad evidente o una apropiación de las riquezas
musicales litúrgica, por parte de los que celebran la liturgia en
rito extraordinario.

4. Música litúrgica: síntesis entre pragmatismo y esteticismo


Para afrontar el presente de manera positiva hay que realizar
un buen análisis de la situación actual. En el campo litúrgico
musical, estamos anclados en una especie de conservadurismo
post-conciliar. Una lectura actual de Sacrosanctum Concilium no
permite reacciones viscerales que impidan la evolución el arte
musical dentro de la liturgia. Tenemos que apelar a la creatividad
y esta será fructífera litúrgicamente si es una síntesis de formación
profesional sólida y de una visión decidida de futuro a partir del
respeto hacia el patrimonio del pasado.
Es preciso que los artistas, los músicos, los creadores salgan de su
círculo esteticista y puedan plasmar sus intuiciones musicales con
el fin de llegar a los oyentes.17 Es preciso también que los espacios
litúrgicos sean suficientemente amplios para fomentar nuevas
creaciones. No puede producirse ni un olvido del pasado ni una
supervaloración de la tradición reciente. Es necesario un equili-
brio que atienda a las necesidades de hoy y a la búsqueda de las
manifestaciones de la belleza inherentes a toda práctica litúrgica.

16 Juan Pablo II, en el Comentario al salmo 150, de la catequesis de la audiencia


general del miércoles 26 de febrero de 2003, decía: «Hace falta rogar a Dios
no solo con fórmulas teológicamente exactas, sino también de modo bello
y digno. Por lo que se refiere a esto, la comunidad cristiana debe hacer un
examen de conciencia para que retorne a la liturgia la belleza de la música y
del canto».
17 Cf. Ratzinger, Un canto nuevo, 129.

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Música sacra/música litúrgica... 511

La búsqueda de una música bella no puede quedar sometida sola-


mente a las necesidades pastorales. Tampoco puede quedar some-
tida a unas tasas de historicidad o a un servilismo de programa de
concierto. Tiene que hallarse un espacio en el que se pueda desa-
rrollar la riqueza de los valores musicales y todo lo que la música
aporta a la liturgia. Así se verá cómo la música sirve realmente a
los textos litúrgicos y hace que incidan en lo más profundo de los
corazones y de los espíritus.

4.1. Creación musical, liturgia y corrientes estéticas contemporáneas


El Catecismo de la Iglesia católica dice en su número 1207:
La celebración litúrgica debe tender a expresarse en la cultura del
pueblo donde la iglesia se encuentra, sin someterse a ella. Por otro
lado, la liturgia es, por sí misma, generadora y forjadora de culturas.
Este parágrafo recoge, según creo, el espíritu de los textos de la
constitución conciliar Sacrosanctum Concilium. En el campo musi-
cal, obliga a tener en cuenta las tendencias creativas en las cuales se
mueve el compositor y el intérprete. Son corrientes estéticas, que si
bien tienen mucho que ver con las mencionadas anteriormente en
este artículo, representan las pautas a seguir si se desea hacer un
discurso musical bello y que, a la vez, tenga incidencia en el mundo
actual, en la cultura actual donde se desarrolla toda la liturgia.

4.1.1. Acento historicista18


Por lo que se refiere a la música litúrgica este movimiento se ha
basado, por un lado, en el resurgimiento del canto gregoriano y en
los estudios de la paleografía gregoriana. Como centro de origen
tiene que citarse el monasterio Abbaye de St. Pierre de Solesmes,
aunque sus estudios han sido más provechosos para los especialis-

18 Viene marcado por una nueva valorización de la música barroca que


tuvo lugar a principios del siglo xx. Se caracteriza por una investigación de
cariz histórico y que pasa por la lectura esmerada de la literatura musical
antigua y por una reinterpretación con instrumentos históricos o llamados de
época. Como máximo exponente de esta corriente cabe citar el violoncelista
y director Nikolaus Harnoncourt (cf. N. Harnoncourt, Musik als klangrede
Wege zu einem neuen Musikverständnis, Salzburg-Wien: Residenz Verlag 1982).

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tas que para las comunidades eclesiales. Por otro lado, en el redes-
cubrimiento y en la reinterpretación de los grandes polifonistas.
En este campo, ha sido la escuela inglesa la que ha marcado las
pautas de interpretación y de estudio: Oxford y Westminster con
sus coros y capillas de altísimo nivel.
Este movimiento, a nivel de interpretación, está marcado por un
esteticismo muy acentuado y nace alejado de todo vínculo litúr-
gico. Solo se aproxima a las fuentes litúrgicas para alcanzar una
mejor pureza interpretativa. Por otro lado, los centros musicales
litúrgicos no tienen el nivel técnico suficiente para alcanzar los
niveles de esta escuela de interpretación. Por ello, algunos músicos
de iglesia los miran como movimientos extraños y los cualifica de
«poco religiosos».
Han alcanzado un gran nivel de difusión y es, a través de la belleza
de sus interpretaciones, como llegan al gran público y dan a conocer
el gran tesoro de la música litúrgica antigua. Han creado un gusto
y una manera de entender este tipo de música que no permite, por
el momento, declive o retroceso.

4.1.2. Acento vanguardista


Este movimiento surge inmediatamente después del Concilio Vati-
cano II, aunque se arraiga en los primeros años veinte y treinta del
siglo xx. Son compositores comprometidos con la vanguardia de la
música iniciada en los años cuarenta del siglo pasado y que inten-
tan reencontrar su lugar dentro del espacio celebrante litúrgico.
A pesar de todos los intentos, pesa sobre ellos el alejamiento estético
de su discurso musical del gusto y de la formación de sus oyentes
e incluso de sus intérpretes. Generalmente su discurso, ya sea por
moderno o por débil, no halla la repercusión que esperan y son
tildados de transgresores de la tradición y de las leyes litúrgicas.
La huida hacia el campo experimental ha hecho caer esta corriente
en el olvido. Llega el cansancio ante las innovaciones. Además, el
abandono del lenguaje tonal y de las estructuras formales hace de
la música contemporánea algo inasequible para la mayoría de los
que la escuchan.19

19 En el año 1968 surge en Montserrat la iniciativa de convocar los compo-


sitores contemporáneos a nivel internacional en un encuentro para la creación

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Música sacra/música litúrgica... 513

A pesar de los esfuerzos, este movimiento ha quedado relegado


a la curiosidad de los expertos. Ha sido tildado de movimiento
neobarroco y se han olvidado sus frutos. En las zonas con más
nivel cultural y más tradición musical es donde este corriente
vanguardista se ha podido desarrollar satisfactoriamente.

4.1.3. Acentos inculturacionistas, pastoralistas y eclecticistas


Me atrevo a caracterizar así a la música litúrgica surgida en torno
del Concilio y que se caracteriza por singularizar un grupo, una
comunidad, una forma celebrativa particular, incluso una lengua
particular. Nos encontramos con la música de Taizé, la música del
santuario de Lourdes, la música del monasterio de Montserrat, o
la música de Bose, e incluso la música catedral de Notre-Dame de
París. Entraría aquí toda la producción musical marcada por un
intento de inculturación, especialmente en África y Latinoamérica.
También las influencias litúrgicas neo-orientales que caracterizan
a ciertas comunidades y movimientos.
Todos estos ejemplos responden al deseo de obtener una singu-
larización litúrgica ilustrada por la música. Las características
técnicas son completamente distintas y desiguales en cuanto a la
calidad y a los medios. Pero todas ellas buscan un lenguaje entre
contemporáneo y clásico, que permitan una comprensión directa
del canto y una participación directa y activa de la asamblea. La
criba del tiempo dirá cuáles de estos modelos perdurarán. Pero
creo que todas ellas toman alguno de los aspectos de Sacrosanctum
Concilium en su concepción estructural mientras que otros son
claramente obviados o ultrapasados.

5. ¿Música litúrgica?
Sacrosanctum Concilium, en su número 122 dice: «es preciso que
las cosas dedicadas al culto sagrado sean verdaderamente dignas,
decorosas y bellas». Si hemos analizado todas estas corrientes
entre las que se mueve hoy todo compositor. es para orientar la
reflexión del por qué buscar una música bella y, en concreto, una
música litúrgica bella. Esta exigencia de que todo aquello que está

de nueva música para la liturgia.

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dedicado al culto tenga las tres propiedades –dignidad, decoro y


belleza– marca sin duda de manera especial la música. Tenemos
que tener en cuenta que la misma Constitución precisa que la
música sagrada debe ser hecha a gloria de Dios y para la santifi-
cación de los fieles. Y en el mismo número 112 dice que el canto
sagrado unido a la Palabra es una parte necesaria e integral de la
liturgia solemne (cf. SC 122).
La triple calificación de la música cuando está destinada al culto
no es simplemente una cuestión estética ya que atañe al lenguaje
comunicativo que debe tener la liturgia y, por lo tanto, la música
litúrgica.
Creo que este es el paradigma de la función de la música litúrgica
y una síntesis entre aquello de bello, de decoroso y de digno, que
tiene la música y el fin para el cual fue concebida. La contemplación
de la Palabra de Dios, el canto y la música se funden para hacer
entrar al oyente en la armonía de los signos de celebración para
que el misterio celebrado se imprima en la memoria del corazón
y se exprese después en la vida de los fieles. Ahí nace la música
verdaderamente litúrgica, sea cual sea su lenguaje estético y es
ahí donde se funda su sacralidad. La búsqueda de la belleza en
la música litúrgica cristiana obedecerá a la necesidad de hacer
entrar en diálogo al fiel o al oyente con el misterio que se canta en
la liturgia.

6. Algunas conclusiones
La búsqueda de la belleza en la música litúrgica responde a una
necesidad de diálogo entre el compositor, el ejecutante y la liturgia
que celebra el misterio de Dios. No se puede alcanzar un nuevo
lenguaje musical litúrgico sin intentar fundir la corriente esteticista
y la finalidad cultual de la música y, al mismo tiempo, hay que
tener un respeto por las formas históricas para poder traducirlas
al lenguaje contemporáneo.
Todo esto exige una formación esmerada por parte de los com-
positores, de los intérpretes, de los ministros de la liturgia y de
la asamblea. Exige, también, repensar los espacios musicales de

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Música sacra/música litúrgica... 515

nuestras celebraciones. La palabra en minúscula –explicaciones,


moniciones, indicaciones y avisos– tiene que dejar de ser el gran
protagonista de nuestras celebraciones. Tienen que existir espacios
para recrear la belleza que hable de Dios a los corazones con el
lenguaje de los sonidos y del arte. Hay que apostar para que el dis-
curso musical litúrgico sea fundamentalmente bello: ello comporta
una ministerialidad competente musicalmente. Cada miembro
de la asamblea tiene que ejecutar la parte que le corresponde. La
comunidad con las respuestas y las aclamaciones, que deben ser
las normativas y musicalmente lo más universales posibles. El
celebrante con la ejecución precisa de las partes que le son propias
según los libros litúrgicos. El coro, el organista y los cantores tienen
que ser lo más profesionales posible.
Hay que dejar paso sin miedos ni reservas a la obra de los compo-
sitores actuales. Estos tendrían que conocer mejor las fuentes de
nuestra tradición musical, el valor de la Palabra, el ritmo litúrgico
del año y de las celebraciones. Tenemos que incorporar su lenguaje
ya que es el de nuestro tiempo, si queremos que nuestro discurso
cristiano esté presente en el mundo actual.
Sin asumir estos retos podemos quedarnos sin discurso y sin inter-
locutores. Podemos ahogar la Palabra, que es la belleza absoluta, en
la fealdad de discursos obsoletos. Tenemos la obligación de hacer
visible los conceptos invisibles: la liturgia es el locus privilegiado.
Jordi-A. Piqué i Collado
Monje benedictino de la abadía de Montserrat, doctor en teología
dogmática y titulado superior de órgano, es profesor del Pontificio
Instituto Litúrgico San Anselmo (Roma) y actualmente preside-
decano del mismo.

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Phase 316 (2013) 517-532

Documentos y textos litúrgicos


que explicitan la Constitución
«Sacrosanctum Concilium»
José Antonio Goñi

Resumen

El artículo presenta los principales documentos litúrgicos emanados de la Sede Apos-


tólica tras la promulgación de la Constitución conciliar Sacrosanctum Concilium por
medio de los cuales se ha ido llevando a cabo la reforma litúrgica en ella proyectada.

Palabras clave: Sacrosanctum Concilium, reforma, documentación.

Abstract

The article presents the main liturgical documents issued by the Holy See after the
promulgation of the Council Constitution Sacrosanctum Concilium. The liturgical
reform projected in it has been carried out through these documents.

Key words: Sacrosanctum Concilium, reform, documentation.

El 4 de diciembre de 1963 fue aprobada la Constitución sobre la


sagrada liturgia Sacrosanctum Concilium del Concilio Vaticano II.
En este documento, los padres conciliares, además de asentar las
bases teológicas de la liturgia, marcaron las líneas directrices para
llevar a cabo una reforma general de la liturgia de modo que los
textos y los ritos «expresen con mayor claridad las cosas santas que
significan y, en lo posible, el pueblo cristiano pueda comprenderlas
fácilmente y participar en ellas por medio de una celebración plena,
activa y comunitaria» (núm. 21).

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518 José Antonio Goñi

Para conseguir tal fin, era necesario realizar un trabajo lento y


minucioso de revisión de la liturgia romana que diera como fruto
unos libros litúrgicos renovados, haciendo realidad el deseo con-
ciliar respecto a la liturgia. Este trabajo fue confiado, inicialmente,
a un organismo creado por el papa Pablo VI ad hoc a inicios del año
1964 denominado Consilium ad exsequendam Constitutionem de sacra
liturgia. De cerca colaboraban en esta acción, la Sagrada Congre-
gación de Ritos, que desde el año 1588 legislaba en materia litúr-
gica con la autoridad del papa,1 y la Sagrada Congregación para
la Disciplina de los Sacramentos, instituida en 1908 para asumir
las cuestiones de derecho sacramental.2 En 1969, el Consilium,
habiendo cumplido ampliamente su cometido, fue fusionado con
la Sagrada Congregación de Ritos, recibiendo el nuevo dicasterio
el nombre de Sagrada Congregación para el Culto Divino, que no
tendría competencia en las causas de los santos, como hasta enton-
ces, pues fue creado para ello un dicasterio específico: la Sagrada
Congregación para las Causas de los Santos.3 La reforma siguió
desde ese momento en manos de la nueva Sagrada Congregación
para el Culto Divino, unificada con la Sagrada Congregación para
la Disciplina de los Sacramentos en 1975 bajo la denominación
Sagrada Congregación para los Sacramentos y el Culto Divino.4 En
1984 se les restituyó su autonomía, dando vida a la Congregación
para el Culto Divino y a la Congregación para los Sacramentos.5
Finalmente, en 1988, quedaron reunidas en un único dicasterio
llamado Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los
Sacramentos.6

1 Cf. Sixto V, Bula Immensa aeterni Dei (11 de febrero de 1588).


2 Cf. Pío X, Constitución apostólica Sapiente consilio (29 de junio de 1908).
3 Cf. Pablo VI, Constitución apostólica Sacra Rituum Congregatio (8 de
mayo de 1969).
4 Cf. Pablo VI, Constitución apostólica Constans nobis studium (11 de julio
de 1975).
5 Cf. Juan Pablo II, Quirógrafo (5 de abril de 1984).
6 Cf. Juan Pablo II, Constitución apostólica Pastor bonus (28 de junio de
1988).

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Documentos y textos litúrgicos... 519

Vamos a recorrer la principal documentación emanada de la Sede


Apostólica, en su versión latina, bien del mismo papa, bien de los
dicasterios pontificios mencionados, para llevar a cabo la reforma
litúrgica deseada por el Concilio delineada en la Constitución
Sacrosanctum Concilium.7

1. Aplicación de la Constitución «Sacrosanctum Concilium»


Pablo VI, Carta apostólica dada en forma de Motu proprio para
que entren en vigor algunas disposiciones de la Constitución
«Sacrosanctum Concilium» Sacram liturgiam (25 de enero de
1964).
Sagrada Congregación de Ritos – Consilium, Primera instrucción
general para aplicar debidamente la Constitución «Sacrosanc-
tum Concilium» Inter Oecumenici (26 de septiembre de 1964).
Sagrada Congregación de Ritos – Consilium , Segunda ins-
trucción general para aplicar debidamente la Constitución
«Sacrosanctum Concilium» Tres abhinc annos (4 de mayo de
1967).
Sagrada Congregación para el Culto Divino, Tercera instrucción
general para aplicar debidamente la Constitución «Sacrosanc-
tum Concilium» Liturgicae instaurationes (5 de septiembre de
1970).
Juan Pablo II, Carta apostólica en el XXV aniversario de la Cons-
titución «Sacrosanctum Concilium» Vicesimus quintus annus
(4 de diciembre de 1988).

7 La documentación completa se encuentra en R. Kaczynski (ed.), Enchi-


ridion documentorum instaurationis liturgicae. I (1963-1973), Turín: Marietti
1976; R. Kaczynski (ed.), Enchiridion documentorum instaurationis liturgicae. II
(4.12.1973-4.12.1983), Roma: CLV 1988; R. Kaczynski (ed.), Enchiridion docu-
mentorum instaurationis liturgicae. III (4.12.1983-4.12.1993), Roma: CLV 1997.
Existen recopilaciones castellanas de la principal documentación litúrgica
postconciliar: T. Urquiri (ed.), Liturgia conciliar. I. 1963-1969, Madrid: Coculsa
1969; A. Pardo (ed.), Documentación litúrgica. Nuevo enchiridion de san Pío X
(1903) a Benedicto XVI, Burgos: Monte Carmelo 2008.

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520 José Antonio Goñi

Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los


Sacramentos, Cuarta instrucción para aplicar la Constitución
«Sacrosanctum Concilium» núms. 37-40 Varietates legitimae
(25 de enero de 1994).
Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los
Sacramentos, Quinta instrucción para la recta aplicación de
la Constitución sobre sagrada liturgia del Concilio Vaticano II
«Sacrosanctum Concilium» núm. 36 sobre el uso de las lenguas
vernáculas en la publicación de los libros de la liturgia romana
Liturgiam authenticam (7 de mayo de 2001).
Juan Pablo II, Carta apostólica en el XL aniversario de la Consti-
tución sobre la sagrada liturgia «Sacrosanctum Concilium»
Spiritus et Sponsa (4 de diciembre de 2003).

2. Bautismo y confirmación
Ritual del bautismo de niños. Edición típica (15 de mayo de 1969).
Pablo VI, Constitución apostólica sobre el sacramento de la con-
firmación Divinae consortium naturae (15 de agosto de 1971).
Ritual de la confirmación (22 de agosto de 1971).
Ritual de la iniciación cristiana de adultos (6 de enero de 1972).
Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe, Instrucción
sobre el bautismo de niños Pastoralis actio (20 de octubre de
1980).
Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los
Sacramentos, Decreto Vitae et regni (22 de febrero de 2013).

3. Eucaristía
Pablo VI, Encíclica sobre la doctrina y culto de la sagrada Eucaristía
Mysterium fidei (3 de septiembre de 1965).
Sagrada Congregación de Ritos, Instrucción sobre el culto del
misterio eucarístico Eucharisticum mysterium (25 de mayo de
1967).

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Documentos y textos litúrgicos... 521

Sagrada Congregación de Ritos, Plegarias eucarísticas y prefacios.


Edición típica (23 de mayo de 1968).
Consilium, Carta sobre la catequesis de las nuevas plegarias eucarísticas
(2 de junio de 1968).
Pablo VI, Constitución apostólica con la que se promulga el Misal
Romano reformado por mandato del Concilio Vaticano II (3 de
abril de 1969).
Ordinario de la misa. Edición típica (6 de abril de 1969).
Sagrada Congregación para la Disciplina de los Sacramentos,
Instrucción sobre los ministros extraordinarios de la comunión
Fiedi custos (30 de abril de 1969).
Sagrada Congregación para el Culto Divino, Instrucción sobre
las misas para grupos particulares Actio pastoralis (15 de mayo
de 1969).
Ordenación de las lecturas de la misa. Edición típica (25 de mayo de
1969).
Sagrada Congregación para el Culto Divino, Instrucción sobre
el modo de administrar la comunión Memoriale Domini (29 de
mayo de 1969).
Misal Romano. Edición típica (26 de marzo de 1970).
Sagrada Congregación para el Culto Divino, Instrucción para
ampliar la facultad de la distribución de la sagrada comunión
bajo las dos especies Sacramentali communione (29 de junio de
1970).
Leccionario de la misa. Edición típica (30 de septiembre de 1970).
Misal Romano. Edición típica enmendada (1971).
Sagrada Congregación del Culto Divino, Declaración sobre
la concelebración In celebratione missae (7 de agosto de 1972).
Sagrada Congregación para el Culto Divino, Decreto sobre el
modo de decir el nombre del obispo en la plegaria eucarística
Cum de nomine (9 de octubre de 1972).

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522 José Antonio Goñi

Sagrada Congregación para la Disciplina de los Sacramentos,


Instrucción para facilitar la comunión sacramental en algunas
circunstancias Immensae caritatis (29 de enero de 1973).
Sagrada Congregación para el Culto Divino, Carta circular
sobre las plegarias eucarísticas Eucharisticae participationem
(27 de abril de 1973).
Ritual de la sagrada comunión y del culto eucarístico fuera de la misa.
Edición típica (21 de junio de 1973).
Sagrada Congregación para el Culto Divino, Directorio para las
misas con niños (1 de noviembre de 1973).
Sagrada Congregación para el Culto Divino , Tres plegarias
eucarísticas para las misas con niños y dos para las misas sobre la
reconciliación «ad experimentum» (1 de noviembre de 1974).
Misal Romano. Segunda edición típica (27 de marzo de 1975).
Juan Pablo II, Carta sobre el misterio y el culto de la Eucaristía
Dominicae Cenae (24 de febrero de 1980).
Sagrada Congregación para los Sacramentos y el Culto Divino,
Instrucción sobre algunas normas respecto al culto del misterio
eucarístico Inaestimabile donum (3 de abril de 1980).
Sagrada Congregación para los Sacramentos y el Culto Divino,
Carta circular sobre las plegarias eucarísticas para las misas
con niños y sobre la reconciliación Officum mihi (15 de diciem-
bre de 1980).
Ordenación de las lecturas de la misa. Segunda edición típica (21 de
enero de 1981).
Sagrada Congregación para los Sacramentos y el Culto Divino,
Plegarias eucarísticas para las misas sobre la reconciliación (15 de
mayo de 1983).
Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe, Carta sobre
algunas cuestiones concernientes al ministro de la Eucaristía
Sacerdotium ministeriale (6 de agosto de 1983).
Sagrada Congregación para el Culto Divino, Carta a cerca de la
comunión en la mano (3 de abril de 1985).

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Documentos y textos litúrgicos... 523

Misas de la Virgen María (15 de agosto de 1986).


Leccionario de las misas de la Virgen María (15 de agosto de 1986).
Congregación para el Culto Divino, Declaración sobre las plegarias
eucarísticas y los experimentos litúrgicos (21 de marzo de 1988).
Congregación para el Culto Divino, Directorio para las celebra-
ciones dominicales en ausencia de presbítero (2 de abril de 1988).
Congregación para el Clero, Decreto sobre las misas llamadas
«colectivas» Mos iugiter (22 de febrero de 1991).
Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los
Sacramentos, Plegarias eucarísticas que en las misas por varias
necesidades pueden utilizarse. Edición típica (6 de agosto de 1991).
Congregación para el Culto divino y la Disciplina de los
Sacramentos, Carta sobre el servicio de las mujeres al altar (15
de marzo de 1994).
Congregación para el Culto divino y la Disciplina de los Sacra-
mentos, Carta acerca del uso de pan sin gluten y mosto como materia
de consagración eucarística (19 de junio de 1995).
Misal Romano. Tercera edición típica (20 de abril de 2000).
Juan Pablo II, Carta encíclica sobre la Eucaristía en su relación con
la Iglesia Ecclesia de Eucharistia (17 de abril de 2003).
Congregación para la Doctrina de la Fe, Carta sobre la comunión
a los celíacos (24 de julio de 2003).
Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los
Sacramentos, Instrucción sobre algunas cosas que se deben
observar o evitar acerca de la santísima Eucaristía Redemptionis
sacramentum (25 de marzo de 2004).
Juan Pablo II, Carta apostólica para el año de la Eucaristía Mane
nobiscum Domine (7 de octubre de 2004).
Benedicto XVI, Exhortación apostólica postsinodal sobre le Euca-
ristía fuente y culmen de la vida y de la misión de la Iglesia
Sacramentum caritatis (22 de febrero de 2007).
Misal Romano. Tercera edición típica enmendada (2008).

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524 José Antonio Goñi

Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los


Sacramentos, Decreto con el que se añade el nombre de san
José en las plegarias eucarísticas II, III y IV del Misal Romano
Paternas vices (1 de mayo de 2013).

4. Penitencia
Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe, Normas pasto-
rales para dar la absolución sacramental general Sacramentum
paenitentiae (16 de junio de 1972).
Sagrada Congregación para la Disciplina de los Sacramentos,
Declaración permitiendo la recepción del sacramento de la
penitencia antes de la primera comunión Sanctus pontifex (24
de mayo de 1973).
Ritual de la penitencia. Edición típica (2 de diciembre de 1973).
Ritual de la penitencia. Edición típica enmendada (1974).
Sagrada Congregación para la Disciplina de los Sacramen-
tos – Sagrada Congregación para el Clero, Carta sobre la
recepción del sacramento de la penitencia antes de la primera
comunión In quibusdam Ecclesiae (31 de marzo de 1977).
Juan Pablo II, Carta apostólica sobre algunos aspectos de la cele-
bración del sacramento de la penitencia Misericordia Dei (7 de
abril de 2002).

5. Unción de los enfermos


Pablo VI, Constitución apostólica sobre el sacramento de la unción
de los enfermos Sacram unctionem (30 de noviembre de 1972).
Ritual de la unción y de la pastoral de enfermos. Edición típica (7 de
diciembre de 1972).

6. Orden sacerdotal
Pablo VI, Carta apostólica dada en forma de Motu proprio para
restablecer el diaconado permanente en la Iglesia latina Sacrum
diaconatus (18 de junio de 1967).

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Documentos y textos litúrgicos... 525

Pablo VI, Constitución apostólica por la que se aprueban los


nuevos ritos para la ordenación del diácono, del presbítero y
del obispo Pontificalis Romani (18 de junio de 1968).
Ritual de la ordenación del diácono, del presbítero y del obispo. Edición
típica (15 de agosto de 1968).
Pablo VI, Carta apostólica dada en forma de Motu proprio donde
se establecen normas relativas al sagrado orden del diaconado
Ad pascendum (15 de agosto de 1972).
Pablo VI, Carta apostólica dada en forma de Motu proprio por
la que se renueva la disciplina concerniente a la tonsura, las
órdenes menores y el subdiaconado en la Iglesia latina Minis-
teria quaedam (15 de agosto de 1972).
Para la institución de lectores y acólitos. Para la admisión de candidatos
al diaconado
Promesa para observar el celibato. Edición típica (3 de diciembre de
1972).
Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe, Declaración
sobre la admisión de las mujeres al sacerdocio ministerial (15 de
octubre de 1976).
Ritual de la ordenación del obispo, de los presbíteros y de los diáconos.
Segunda edición típica (29 de junio de 1989).
Juan Pablo II, Carta apostólica sobre la ordenación sacerdotal
reservada solo a los hombres Ordinatio sacerdotalis (22 de
mayo de 1994).
Congregación para el Clero – Pontificio Consejo para los
Laicos – Congregación para la Doctrina de la Fe – Congre-
gación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacra-
mentos – Congregación para los Obispos – Congregación
para la Evangelización de los pueblos – Congregación
para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades
de Vida Apostólica – Pontificio Consejo para la Interpre-
tación de los Textos Legislativos, Instrucción sobre algunas
cuestiones acerca de la colaboración de los fieles laicos en el

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526 José Antonio Goñi

sagrado ministerio de los sacerdotes Ecclesia de mysterio (15


de agosto de 1997).

7. Matrimonio
Ritual del matrimonio. Edición típica (19 de marzo de 1969).
Ritual del matrimonio. Segunda edición típica (19 de marzo de 1990).
Ritual del matrimonio. Segunda edición típica enmendada (2008).

8. Sacramentales
Ritual de exequias. Edición típica (15 de agosto de 1969).
Ritual de la profesión religiosa (2 de febrero de 1970).
Ritual de la consagración de vírgenes. Edición típica (31 de mayo de
1970).
Ritual de la bendición de un abad o una abadesa. Edición típica (9 de
noviembre de 1970).
Ritual para la bendición del óleo de los catecúmenos y de los enfermos y
para la confección del crisma. Edición típica (3 de diciembre de
1970).
Sagrada Congregación para el Culto Divino, Normas sobre
la coronación de las imágenes de santa María Virgen Pluries
decursu (25 de marzo de 1973).
Ritual de la profesión religiosa. Edición típica enmendada (1975).
Ritual de la dedicación de iglesias y altares. Edición típica (29 de mayo
de 1977).
Ritual de la coronación de una imagen de santa María Virgen. Edición
típica (25 de marzo de 1981).
Bendicional. Edición típica (31 de mayo de 1984).
Bendicional. Edición típica enmendada (1985).
Ritual de exorcismos. Edición típica (22 de noviembre de 1998).
Ritual de exorcismos. Edición típica enmendada (2004).

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Documentos y textos litúrgicos... 527

9. Oficio divino
Pablo VI, Carta apostólica sobre la celebración del Oficio divino
Sacrificium laudis (15 de agosto de 1969).
Pablo VI, Constitución apostólica con la que se promulga el Oficio
divino reformado por mandato del Concilio Vaticano II Laudis
canticum (1 de noviembre de 1970).
Liturgia de las Horas. Edición típica (11 de abril de 1971).
Sagrada Congregación para el Culto Divino, Nota sobre la cele-
bración del Oficio divino en algunas comunidades religiosas (6 de
agosto de 1972).
Liturgia de las Horas. Segunda edición típica (7 de abril de 1985).

10. Martirologio
Martirologio Romano. Edición típica (29 de junio de 2001).
Martirologio Romano. Segunda edición típica (29 de junio de 2004).

11. Año litúrgico y Calendario


Calendario Romano. Edición típica (21 de marzo de 1969).
Pablo VI, Carta apostólica dada en forma de Motu proprio de
aprobación de las Normas Universales sobre el Año Litúrgico
y sobre el Calendario Misterii Paschalis (14 de febrero de 1969).
Sagrada congregación para el Culto Divino, Correcciones al
volumen «Calendarium Romanum» (1969).
Pablo VI, Exhortación apostólica para la recta ordenación y desa-
rrollo del culto a la santísima Virgen María Marialis cultus (2
de febrero de 1974).
Sagrada Congregación para los Sacramentos y el Culto Divino,
Decreto sobre la celebración del bautismo del Señor Celebratio
Baptismatis Domini (7 de octubre de 1977).
Juan Pablo II, Carta apostólica con ocasión del IX centenario de la
muerte de san Estanislao Rutilans agmen (8 de mayo de 1979).

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528 José Antonio Goñi

Sagrada Congregación para los Sacramentos y el Culto Divino,


Decreto por el que se extiende a toda la Iglesia la memoria
litúrgica de san Maximiliano María Kolbe Memorias martyrum
(25 de marzo de 1983).
Congregación para el Culto Divino, Decreto sobre la celebración
en el Calendario Romano General de san Andrés Kim Taegon,
presbítero, y Pablo Chong Hasang y compañeros, mártires
Universale Dei propositum (12 de marzo de 1985).
Congregación para el Culto Divino, Carta circular sobre la prepa-
ración y celebración de las fiestas pascuales (16 de enero de 1988).
Congregación para el Culto Divino, Decreto sobre la inscrip-
ción en el Calendario Romano General de la celebración de
san Lorenzo Ruiz y compañeros, mártires Saeculo XVII (22 de
marzo de 1988).
Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacra-
mentos, Decreto sobre la inscripción en el Calendario Romano
General de la celebración de los santos mártires vietnamitas
Andrés Dung-Lac, presbítero, y compañeros Ecclesiae activitas
(1 de junio de 1989).
Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los
Sacramentos, Decreto sobre la variación en el número 5 de
las Normas Universales para el Año Litúrgico y el Calendario
Dominica quippe (22 de abril de 1990).
Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los
Sacramentos, Decreto sobre la inscripción en el Calendario
Romano General de la celebración de san Adalberto, obispo
y mártir Gratiae et sanctitatis (11 de julio de 1995).
Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los
Sacramentos, Decreto sobre la inscripción en el Calendario
Romano General de la celebración de san Pedro Claver, pres-
bítero Decursu saeculorum (8 de septiembre de 1995).
Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los
Sacramentos, Decreto sobre la inscripción en el Calendario

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Documentos y textos litúrgicos... 529

Romano General de la celebración de san Pedro Julián Eymard,


presbítero. Fons et culmen (9 de diciembre de 1995).
Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los
Sacramentos, Decreto sobre la celebración en el Calendario
Romano General del Inmaculado Corazón de santa María
Virgen Virgo Immaculata (1 de enero de 1996).
Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los
Sacramentos, Decreto sobre la inscripción en el Calendario
Romano General de la celebración de san Luis María Grig-
nion de Montfort, presbítero. Inter praeclaros (20 de julio de
1996).
Juan Pablo II, Carta apostólica sobre la santificación del domingo
Dies Domini (31 de mayo de 1998).
Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacra-
mentos, Directorio sobre la piedad popular y la liturgia. Principios
y orientaciones (17 de diciembre de 2001).
Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los
Sacramentos, Decreto sobre la incorporación en el Calenda-
rio General de recientes celebraciones. Occasione data (18 de
diciembre de 2001).
Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los
Sacramentos, Decreto sobre la inscripción en el Calendario
Romano General de la celebración de san Pío de Pietrelcina,
presbítero Ex uberi terra (26 de junio de 2002).
Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacra-
mentos, Decreto sobre la inscripción en el Calendario Romano
General de la celebración de san Juan Diego Cuahtatoatzin.
Reverentia atque cultus (28 de septiembre de 2002).
Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacra-
mentos, Decreto sobre la inscripción en el Calendario Romano
General de la celebración de santa María Virgen de Guadalupe
Beatam Mariam Virginem (28 de septiembre de 2002).

libro phase 317.indb 529 10/10/2013 13:18:10


530 José Antonio Goñi

Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacra-


mentos, Decreto sobre la facultad de introducir la fiesta de
Jesucristo sumo y eterno sacerdote en los calendarios propios
Quo effiacius (23 de julio de 2012).

12. Ceremonial
Pablo VI, Carta apostólica dada en forma de Motu proprio sobre
la revisión de las insignias pontificales Pontificalia insignia (21
de junio de 1968).
Secretaría de Estado, Instrucción sobre los vestidos, los títulos y
las insignias generales de los cardenales, de los obispos y de
los prelados menores. Ut sive sollicite (31 de marzo de 1969).
Sagrada Congregación para el Clero, Carta circular para la reforma
de los vestidos corales (30 de octubre de 1970).
Ceremonial de los obispos. Edición típica (14 de septiembre de 1984).
Ceremonial de los obispos. Edición típica enmendada (1985).
Congregación para el Clero, Carta sobre las normas de las vestiduras
corales (18 de marzo de 1987).
Ceremonial de los obispos. Edición típica enmendada (1995).
Ceremonial de los obispos. Edición típica enmendada (2008).

13. Música sagrada


Sagrada Congregación para el Culto Divino, Instrucción sobre
la música en la sagrada liturgia Musicam sacram (5 de marzo
de 1967).
Gradual simple. Edición típica (3 de septiembre de 1967).
Ordenación del canto de la misa. Edición típica (24 de junio de 1972).
Gradual romano. Edición típica (24 de junio de 1972).
Gradual simple. Segunda edición típica (22 de noviembre de 1974).
Ordenación del canto de la misa. Segunda edición típica (22 de noviem-
bre de 1986).

libro phase 317.indb 530 10/10/2013 13:18:10


Documentos y textos litúrgicos... 531

Sagrada Congregación para el Culto Divino, Carta sobre los


conciertos en las iglesias (5 de noviembre de 1987).
Juan Pablo II, Quirógrafo en el centenario del Motu proprio «Tra le
sollecitudini» sobre la música sagrada (22 de noviembre de 2003).

14. Basílica menor


Sagrada Congregación de Ritos, Decreto sobre el título de basílica
menor Domus Dei (6 de junio de 1968).
Sagrada Congregación para los Sacramentos y el Culto Divino,
Decreto definiendo con más detalle algunas partes del Decreto
anterior sobre el título de basílica menor (15 de octubre de 1975).
Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los
Sacramentos, Decreto sobre el título de basílica menor Domus
ecclesiae (9 de noviembre de 1989).

15. Patronos
Sagrada Congregación para el Culto Divino, Normas para
constituir patronos Patronus liturgica acceptione (19 de marzo
de 1973).

16. Calendarios particulares y propios de las misas y de


los oficios
Sagrada Congregación para el Culto Divino, Instrucción para
la revisión de los calendarios particulares y los propios de las
misas y de los oficios, Calendaria particularia (24 de junio de
1970).
Consilium, Instrucción sobre la traducción de los textos litúrgicos para
la celebración con el pueblo (29 de enero de 1969).
Sagrada Congregación para el Culto Divino, Carta sobre los
calendarios particulares y los propios del Misal y de la Liturgia de
las Horas (15 de febrero de 1974).
Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacra-
mentos, Notificación sobre algunos aspectos de los calendarios y de
los textos litúrgicos propios (20 de septiembre de 1997).

libro phase 317.indb 531 10/10/2013 13:18:10


532 José Antonio Goñi

Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacra-


mentos, Notificación sobre algunos aspectos de los leccionarios ecle-
siásticos propios de la Liturgia de las Horas (27 de junio de 2002).

17. Liturgia tridentina


Sagrada Congregación para el Culto Divino, Indulto para usar
el Misal Romano según la edición típica de 1962 (3 de octubre de
1984).
Benedicto XVI, Motu proprio sobre la liturgia romana anterior a
la reforma de 1970 Summorum pontificum (7 de julio de 2007).

José Antonio Goñi


Presbítero de las diócesis de Pamplona y de Tudela, ejerce su minis-
terio como canónigo de la catedral de Pamplona y como párroco
de la parroquia de San Saturnino de Pamplona; doctor de liturgia
y licenciado en teología dogmática es profesor del Seminario de
Pamplona y de la Facultad de Teología de Vitoria.

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Puntos de vista

¿Una nueva Constitución


de liturgia para hoy?
Sugerencias
Dionisio Borobio
Sacrosanctum Concilium, como primer documento aprobado por
el Concilio Vaticano II, fue la confirmación de una renovación
esperada, despertando en general un gran entusiasmo. Los altiora
principia propuestos en el capítulo primero, nos ofrecen claves
permanentes de comprensión sobre la naturaleza e importancia
de la liturgia en la vida de la Iglesia (núms. 5-46). Si hubiera que
completar algún aspecto, teniendo en cuenta la misma dinámica
renovadora de Sacrosanctum Concilium, y sobre todo los documen-
tos posteriores que la han continuado, sugerimos pueda tenerse
en cuenta:
– Una integración mayor con las otras grandes Constituciones del Conci-
lio: Lumen gentium, Dei Verbum, Gaudium et spes, destacando cómo en
la liturgia se concentran y realizan las otras dimensiones de la misión
de la Iglesia: Palabra, comunión, caridad (cf. SC 2).
– Se ha destacado la centralidad del misterio pascual, en una dinámica
de historia de la salvación (cf. SC 5-6); pero no se explicita de modo
adecuado la pneumatología litúrgico sacramental y con ello la dimensión
«epiclética» de los sacramentos, como lo hace el Catecismo de la Iglesia
católica (núms. 1091-1112).
– Se presta poca atención al aspecto ecuménico con las diversas tradi-
ciones que también pueden enriquecer la misma liturgia romana,
apoyando el camino hacia la unidad litúrgica o sacramental. Habrá
que tener en cuenta lo que dicen al respecto otros documentos (v.g.
Ecclesia in Oriente, Catecismo…).
– La Constitución no desarrolla suficientemente el carácter misionero de
la liturgia, ni extrae las consecuencias evangelizadoras del principio

libro phase 317.indb 533 10/10/2013 13:18:10


534 Puntos de vista

«fuente de la vida de la Iglesia» (núm. 10), lo que harán en gran parte


Evangelii nuntiandi, Redemptoris missio, Sacramentum caritatis…
– Aunque no se olvida de relacionar la liturgia con la vida, y con las «obras
de caridad, piedad y apostolado» (núm. 9), tampoco desarrolla de
modo suficiente la dimensión social y de compromiso de la liturgia.
Otros documentos recientes como Ecclesia de Eucaristia y Sacramentum
caritatis lo desarrollarán más.
– Se dice que Sacrosanctum Concilium propone una liturgia demasiado
esquemática y racional, y no tiene suficientemente en cuenta la men-
talidad religiosa de los sencillos, con su religiosidad popular y sus
sentimientos, sus tradiciones y costumbres, a pesar de que reconoce
su importancia (núms. 12-13). Pero la emoción y los sentidos tam-
bién tienen importancia en la celebración (cf. Directorio sobre la piedad
popular y la liturgia).
Pero ahora, teniendo en cuenta todo lo anterior, sugerimos más en
concreto algunos aspectos de mejora y complementación que, a
nuestro entender, podrían tenerse en cuenta en una liturgia semper
reformanda.
– La liturgia «no agota toda la actividad de la Iglesia» (núm. 10), pero
la condensa e implica: es inseparable de las otras dimensiones de la
misión: Palabra, caridad, comunión. Sería conveniente insistir en esta
inter-relacionalidad y sus consecuencias, tanto a nivel teológico como
litúrgico y pastoral. Pues la liturgia implica a la vez una palabra bien
anunciada, una caridad bien testificada, y una comunión bien vivida
(cf. núms. 9-10).
– Se da importancia a la educación litúrgica del pueblo y del clero y,
en efecto, es mucho lo que se ha avanzado en este sentido (núms.
14-20). Sería preciso insistir más, sobre todo en las instituciones de
enseñanza teológica (seminarios, facultades, institutos religiosos)
en una iniciación «mistagógica», en la importancia del ars celebrandi,
en la inseparabilidad de la liturgia y los sacramentos, así como en
su importancia e implicación en la totalidad teológica (cf. Sacramen-
tum caritatis). Igualmente habrá que replantear y aplicar a la nueva
situación cibernética la relación «medios de difusión y celebración
litúrgica» (núm. 19).
– Se ha avanzado mucho en una participación externa y activa, cayendo
a veces en una ritualidad esteticista o arqueologizante. Queda mucho
todavía por mejorar en la celebración y en los celebrantes. Sobre todo

libro phase 317.indb 534 10/10/2013 13:18:10


Puntos de vista 535

se detecta un «déficit» considerable en la participación interna, que


consiste en descubrir y con-sentir el sentido del misterio; para lo que es
preciso una iniciación a los signos y símbolos, al silencio, la oración y
la contemplación. Solamente así la celebración será transparencia que
nos une con la trascendencia; y lo visible nos conducirá a lo invisible
(«per visibilia ad invisibilia»), y el signo al significado, y el sacramento al
misterio; y se podrá pasar de ver los signos con «los ojos de la carne»
a verlos con «los ojos de la fe» (cf. CCE 1075).
– Es cierto que la relación fe-sacramento se tuvo en cuenta en Sacrosanc-
tum Concilium (cf. núm. 59), y ha dado lugar a una renovación de la
pastoral sacramental. Sin embargo, no se ha desarrollado de modo
adecuado y equilibrado la inter-relación del sacramento con la «evan-
gelización» y la «catequesis», ni el carácter «didascálico» y educador
específico de la celebración (núm. 33), ni la consideración dinámica
del sacramento, con sus implicaciones en el «antes» de preparación,
el «en» de la misma celebración, y el «después» de su continuación
en la vida (cf. estructura de Sacramentum caritatis).
– Se han dado pasos importantes en la participación de los fieles laicos
en la liturgia, según el principio: «que cada uno haga todo y solo
aquello que le pertenece» (cf. núms. 28-30). Pero falta por desarrollar y
aplicar lo que, según los documentos posteriores (Ministeria quaedam,
Código de Derecho Canónico, Christifideles laici, Catecismo de la Iglesia
católica) se permite y se pide respecto a los servicios y ministerios laicales,
cuando se dan las circunstancias adecuadas. Es el caso del ministro
extraordinario de la comunión o de las asambleas dominicales en
ausencia de presbítero…
– La renovación litúrgica cuenta con la necesidad de una adaptación a
las costumbres y tradiciones de los pueblos y culturas (núms. 37-40).
Se han hecho algunos esfuerzos en diversos países. Se ha orientado
sobre ello en diversos documentos (v.g. La liturgia romana y la incul-
turación; Directorio sobre piedad popular y liturgia). Sin embargo, sigue
pendiente el reto de la adaptación o inculturación del lenguaje y de los
signos (núms. 34. 36), de manera que exista una verdadera comuni-
cación, no solo entre los participantes, sino de estos con el misterio.
Los criterios sobre las partes más adaptables, así como sobre las
costumbres y ritos de las diversas culturas que se pueden incorporar
a la liturgia, no resultan de fácil aplicación. El lenguaje de muchos
textos de eucología mayor (v. g. prefacios) y de eucología menor (v. g.
oraciones) resulta con frecuencia incomprensible, lejano, inelocuente.

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536 Puntos de vista

– Asimismo, si bien hay que reconocer la gran aportación que se ha


hecho a la liturgia de la Palabra, y la riqueza y variedad de textos
bíblicos seleccionados para cada tiempo y celebración (núms. 24. 35-36),
también se reconoce que sería preciso proceder a una revisión de
los textos seleccionados, de manera que fueran más adaptados e
inteligibles para la gran mayoría del pueblo. La comunidad reunida
debe poder escuchar sin rubor los textos que se proclaman, porque
chocan con su sensibilidad; y la explicación y diálogo sobre la Palabra
debe hacer posible que la misma liturgia sea «espacio hermeneútico»
adecuado por la coherencia y sinfonía de palabras.
– Junto a todo ello, cabe señalar el reto de una reacción restauracionista
que, por temor a que se supere el «máximo permitido», insiste y se
encierra en el «mínimo exigido», adoptando reacciones de «freno»,
que si bien salen al paso de algunos «extremos», abonan también un
alejamiento de un diálogo fructífero con la cultura actual. Si a ello se
une una tendencia más bien formalista ritual, añorante de antiguas
tradiciones, corremos el riesgo de una desviación del dinamismo
renovador del Concilio, alejándonos cada vez más de la sensibilidad
y mentalidad actual.
Es evidente que Sacrosanctum Concilium mantiene todo su valor
y es referente fundamental de la renovación litúrgica. Todas las
reformas que se propone a partir de los números 41-46, y en los
capítulos II-VII, llevadas a cabo por el Consilium, por las comisiones
pertinentes, así como por la Congregación para el Culto Divino y la
Disciplina de los Sacramentos, suponen una gran tarea de renova-
ción, a la cual toda la comunidad cristiana debe estar agradecida.
Cada uno de los sacramentos, así como el Oficio divino, el año
litúrgico, la música sagrada, y el arte y los objetos sagrados, no solo
han sido enriquecidos con una nueva teología, sino también con
nuevos «ritos y preces», con nuevos textos bíblicos y eucológicos,
con nueva estructura y formas de participación… Ello da prueba
de la labor ingente realizada como desarrollo de Sacrosanctum
Concilium. Solo nos queda por desear que aquel dinamismo que
produjo tan grandes frutos, no sea frenado, y menos aún olvidado,
por motivos que están lejos de la intención y vitalidad de aquel
gran evento conciliar.
Dionisio Borobio
Doctor en liturgia, catedrático emérito de la Universidad Pontificia
de Salamanca.

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Puntos de vista 537

Las dudas del sector tradicional de la Igle-


sia sobre «Sacrosanctum Concilium»
P. Charbel

¿Es legítimo presentar dudas sobre una constitución de un Con-


cilio ecuménico? Otrora perito en el mismo Concilio, el cardenal
Ratzinger expuso pautas y ejemplos de cómo abordar el tema.
Naturalmente, todo depende de los límites, de la intención, del
modo y de la competencia. Cierto que manifestar ciertas críticas
sobre el magisterio no es propio de corrientes conservadoras en la
Iglesia, posiblemente lo sería más de las opuestas, pero de todas
formas no se trata en estas líneas de proponer un punto de vista
personal, sino de dar un panorama muy esquemático de las prin-
cipales objeciones, atinadas o menos, que han podido surgir a raíz
del texto mismo de la Sacrosanctum Concilium.

1. ¿Texto sin contexto?


¿Del texto mismo? En realidad, es la primera dificultad con la
que topamos, por causa de lo que Benedicto XVI llamaba «el
Concilio de los medios de comunicación. […] el Concilio inme-
diatamente eficiente que llegó al pueblo fue el de los medios, no
el de los padres».1 Es un hecho decisivo si se quieren entender las
dificultades surgidas, pues prácticamente pocas personas podían
entonces distinguir entre el texto mismo del Concilio y su interpre-
tación inmediata. El ejemplo más significativo, aunque no el más
importante, fue lo del latín, que actuó como catalizador de todo

1 Benedicto XVI, Discurso en el encuentro con los párrocos y el clero de Roma


(14 de febrero 2013).

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538 Puntos de vista

lo demás. En la traducción francesa de Sacrosanctum Concilium,


que fue publicada el mismo día de su promulgación, Mons. Henri
Jenny presenta la cuestión diciendo que el latín podría conservar
un valor de «vestigio». ¿Es acaso lo que dice la letra de SC 36?
Honradamente, científicamente, no. Ese tipo de presentación era
«el Concilio de los medios», y mayormente eso es lo que, en todos
ámbitos, ha sido la referencia al hablar del Concilio.
Pero ¿cómo percibirlo claramente entonces, cuando quien pre-
sentaba ese «para-concilio» se contaba entre los redactores? Entre
todas las tendencias, casi no se cuestionó la idea de que los mejores
intérpretes del texto debían ser los redactores. Lo cual era ya una
trampa, pues quedaba «dentro de las categorías de los medios de
comunicación de hoy, es decir, fuera de la fe, con una hermenéutica
distinta». Un documento personal lo interpreta su autor; tratán-
dose empero del magisterio promulgado, los varios redactores
no son autores. Y por tanto no son ellos fuente de interpretación
auténtica, cuanto menos al margen del texto mismo; solo es intér-
prete el magisterio, «dentro de la fe». Pero eso, poco se oyó.
Entre la gente corriente ¿qué criterios quedaban entonces a mano,
sino el dicho evangélico «a sus frutos los conoceréis»? En muchos
casos:
Estas traducciones, la banalización de la idea del Concilio, han sido
virulentas en la aplicación práctica de la reforma litúrgica […]. Así,
esto era lo dominante, lo más eficiente, y ha provocado tantas cala-
midades, tantos problemas; realmente tantas miserias: seminarios
cerrados, conventos cerrados, liturgia banalizada…2

2. La galaxia del «sector tradicional»


La citación anterior no se aduce para derivar sobre las aplicaciones
posteriores de la Sacrosanctum Concilium que no son nuestro tema,
sino por la cuestión de las diferentes corrientes en la Iglesia que
presupone. Hoy se habla de «tradicionalistas» o de «progresistas»,

2  Benedicto XVI, Discurso (14 de febrero 2013).

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Puntos de vista 539

de «carismáticos»…, hasta de ¡«tradismáticos»! Son expresiones


cómodas, pero muy engañosas.
Solo intentaré presentar brevemente «el sector tradicional de la
Iglesia».
Es una galaxia nada unitaria que abarca no solo matices diferen-
tes, sino realidades que a veces distan mucho entre sí. Hay de
todo: extremistas que piensan que la Sede Apostólica, a sus ojos
apóstata, está vacante desde Pablo VI (!); discípulos actuales del
arzobispo Lefebvre que reconocen virtualmente al papa, pero
lo consideran hereje o cismático y se dispensan de obedecerle;
los llamados «Ecclesia Dei», o sea comunidades que practican la
forma extraordinaria del rito romano en plena comunión con el
papa; y entre esos últimos, que generalmente reciben el Concilio,
existen matices y concepciones diversas sobre la forma de leerlo,
así como de entender y practicar la liturgia. Por fin, vecinos a ellos,
se incluyen a veces personas que practican la forma ordinaria del
rito romano, o las dos, sin oponerlas, y que leen el Concilio en
clave de continuidad. Por más, esta lista no bastaría a circundar
la realidad tradicional dentro de la Iglesia, que naturalmente ha
tenido sus evoluciones históricas, sus variaciones geográficas y
sus categorías transversales.

3. Evoluciones, variaciones, categorías


Las evoluciones históricas, cuyas raíces se adentran hasta la Ilustra-
ción3 con las corrientes revolucionarias y contrarrevolucionarias,
pasaron de un momento de luchas de influencia antes y durante
el Concilio, a una etapa de resistencia respetuosa –por ejemplo los
6000 sacerdotes españoles que escribieron una carta a Pablo VI en
diciembre 1970–, hasta llegar a una oposición abierta sobre todo
a partir de 1974, con un discurso que se radicalizó, oponiendo la
fidelidad a una virtual «Roma eterna» contra la Roma real, «mo-
dernista». Es principalmente a partir de allí que ese movimiento
informal se ramifica: católicos que rechazan la radicalización y

3  Cf. Waldemar Trapp, Vorgeschichte und Ursprung der liturgischen Bewe-


gung, Regensburg 1940.

libro phase 317.indb 539 10/10/2013 13:18:10


540 Puntos de vista

se atienen a una obediencia dolorosa, otros que –sin nunca estar


fuera de la Iglesia– desobedecieron un tiempo con esperanzas de
conseguir una regularización, y por fin la tendencia extrema que
llegó a las sabidas consagraciones episcopales ilegítimas. Hasta
que las intervenciones del beato Juan Pablo II subsanasen la situ-
ación canónica de muchos, y que Benedicto XVI acabase de dar
un estatuto claro a la liturgia anterior como forma extraordinaria
del rito romano.
Las variaciones geográficas se sintetizan en dos pinceladas: las
tendencias más fuertes de la corriente tradicional se dieron más
en zonas de mayor presencia protestante, porque la idiosincrasia
del nuevo rito, tal y como fue practicado, pareciendo diluir la iden-
tidad católica de la celebración para aproximarla a la protestante
–no pocos textos protestantes lo afirmaron, sobretodo en cuanto
a la noción de sacrificio eucarístico–4, la ruptura y la necesidad de
diferenciarse se hicieron mucho más acuciantes. Mientras que en
las zonas de menor presencia protestante, privadas de compa-
ración práctica, exigía menos esfuerzo explicarse la novedad en
sentido de continuidad. Un segundo elemento fue, máxime en los
años 60 y 70, la interacción más típicamente francesa de aspectos
filosófico-políticos con la religión, debido a la lucha abierta iniciada
desde la revolución, llegando al ápice de mayo 68; esta mezcla fue
ocasión inevitable de muchos embrollos en el pasado, pero en la
actualidad la asimilación de las tendencias tradicionales católicas
con determinadas corrientes políticas serían muy abusivas, tanto
menos que numéricamente ya no es francés el liderazgo de un
fenómeno tradicional hoy planetario.
Las categorías transversales son básicamente dos, comunes con
otros sectores: los «intelectuales» y «la gente». En un primer
tiempo, la reacción de los intelectuales no era más, en resumidas

4  Por ejemplo: «Debería ser posible hoy, para un protestante, reconocer en


la celebración eucarística católica la cena instituida por el Señor. […] Debemos
vigilar los puntos siguientes: […] la comunión bajo las dos especies, […] la
utilización de las nuevas plegarias eucarísticas, en las cuales nos reconocemos,
y que tienen la ventaja de matizar la teología del sacrificio, que acostumbrá-
bamos atribuir al catolicismo» (Declaración del Consistorio Superior de la Iglesia
de la Confesión de Augsburgo de Alsacia y Lorena, 8 de diciembre de 1973).

libro phase 317.indb 540 10/10/2013 13:18:10


Puntos de vista 541

cuentas, que la continuación en materia litúrgica de una contienda


multiforme y muy anterior contra cierta des-identificación católica.
Mientras que para la gente del pueblo, se trataba de la reacción a
un cambio que implicaba la pérdida de referencias habituales para
su vida de fe. Esto hizo creer que el tradicionalismo fuese cosa de
reaccionarios absolutistas o de viejos más o menos petrificados
en prácticas superadas, «cosas de museo». Tal visión es, hoy en
día, generalmente falsa. Dos generaciones después, la situación es
distinta: a parte una franja de intelectuales discípulos de los ante-
riores, muchos intelectuales «tradicionales» de hoy, cuya juventud
libra de muchos prejuicios, reconocen en la forma extraordinaria
un modo de descifrar cual pudo ser el Concilio de los padres –que
practicaban esa liturgia–, releyendo Sacrosanctum Concilium a
partir de una experiencia concreta que les alcance a restablecer
la continuidad con la herencia litúrgico-espiritual anterior, en la
que encuentran no solo defectos –relativizados frente a los abusos
contemporáneos–, sino también tesoros que desean recobrar. Así
es como un joven profesor de liturgia, en Roma, confesó haber
modificado su opinión sobre los «tradicionales» al darse cuenta
que conocían mejor los textos del Concilio que otros, supuesta-
mente más «conciliares». Para gente menos formada, entre la cual
muchos jóvenes en búsqueda de bases claras de identificación
católica, se descubre la forma extraordinaria como total novedad,
cuya sacralidad y belleza son percibidas como una inmersión en
un mundo superior, que escapa a las contingencias triviales de la
vida humana para expresar la participación a la vida divina. Muy
recientemente, un joven de 19 años me decía con toda ingenuidad,
tras haber descubierto por vez primera la forma antigua: «lo que
me llama la atención, es que en esta forma se participa mucho más
activamente que en la ordinaria». Perdidas las ilusiones de «la
tierra hecha cielo» que prometían ideologías hoy descalabradas,
se vuelve interesante reanudar con manifestaciones del «cielo que
baja sobre la tierra», según una expresión oriental.

4. Observaciones constructivas, precisión y definiciones


Ahora bien, expuesto el problema de hablar de un texto sin su con-
texto, a partir de una categoría bastante heterogénea de personas
mucho más desfavorables a ciertas aplicaciones pos-conciliares

libro phase 317.indb 541 10/10/2013 13:18:10


542 Puntos de vista

que al verdadero y desconocido «Concilio de los padres» ¿cabe


una posibilidad sensata de exponer observaciones constructi-
vas sobre el contenido mismo de Sacrosanctum Concilium? Con
la perspectiva, las clarificaciones y la mayor serenidad que nos
dejan 50 años transcurridos, sin mengua alguna del pleno res-
peto y aceptación debidos al magisterio, «dentro de la fe, como
fides quaerens intellectum»,5 creo que sí. Naturalmente nada de lo
que aquí se presente es ni exhaustivo ni categórico. Será solo una
aproximación sintética de tres puntos, dejando de lado brazadas
de críticas históricas de índole, valor y espíritu muy diversos.6
La primera duda surge de la falta de precisión de numerosos
párrafos, la escasez de definiciones sobre temas importantes.
Algunos dirán que fue con vistas de sacarle ulteriormente al texto
cuanto uno quisiera; aunque históricamente quizás no se pueda
descartar que algunos hayan abrigado semejantes propósitos,7
parece más atinado pensar que para los padres que asumieron el
texto, la ambigüedad fuera ante todo la consecuencia del número:
cuantos más implicados, tanto más difícil se hace la unanimidad
sobre precisiones. Otro motivo pudo ser que la liturgia apareciese
como menos polémica que otros asuntos, con lo que pudo faltar
una valoración más ponderada de puntos considerados entonces
como evidentes para la mayoría. Tanto más que textos anteriores
como Divini cultus, Mediator Dei, el discurso de Pío XII a Asís, la
instrucción De musica sacra, Veterum sapientia, etc., estaban en las
mentes, sin que los padres pudiesen prever que en la práctica
posterior, «el Concilio de los medios» ya no admitiría referencias
anteriores a su propia existencia.
Pero demos ejemplos: a nivel teórico, en el núm. 4 se habla de «sana
tradición», pero no se define, como tampoco en el núm. 21 se precisa
qué es inmutable o no, ni en el núm. 38 en qué consiste la «unidad

5  Benedicto XVI, Discurso (14 de febrero 2013).


6  Por dar ejemplos: cf. Itinéraires, noviembre 1967, 84 ss.; Fideliter, junio
2013.
7  Por ejemplo se puede intuir de una carta de monseñor Martimort a mon-
señor Jenny el 13 de marzo de 962 (archivos del Centro Nacional de Pastoral
Litúrgica de París).

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Puntos de vista 543

sustancial» del rito, o en el 50 qué se entiende por «norma patrum».


Concretar lo que es la tradición no es nada fácil –se vería por cierto
para la Dei Verbum–, y no es de extrañar que, faltando acuerdo y
líneas suficientes, en las interpretaciones se tienda a los extremos:
cristalización o dilución, ambos conllevando una ruptura.
A nivel práctico también hay brechas en las precisiones: cuando
en el núm. 39 se habla de adaptación en los «límites establecidos»,
no está muy claro, sobretodo si se alude solo a la «unidad sustan-
cial»; en el núm. 54, «si en algún sitio parece oportuno…» no pone
ningún límite, de modo que, arguyendo que en todos sitios parece
oportuno, se puede aplicar en contradicción con el núm. 36; en los
núms. 112, 121 y 129, se refiere a «debidas cualidades», a carac-
terísticas y a sanos principios de la música y del arte, sin explicar-
los un mínimo. Aunque probablemente ese tipo de deficiencias
humanas se dieron y darán en muchos otros textos magisteriales,
no obstante era legítimo esperar mayor completitud en una Con-
stitución de tamañas consecuencias para todo el pueblo, dado
que ejemplos concretos de malas interpretaciones y abusos no
faltaban ya.

5. Comprensión e inteligibilidad
Una segunda dificultad se halla en el tema de la inteligibilidad,
mencionando en muchos párrafos (17, 18, 21, 33, 34, 35, 48, 59,
79…) la necesidad de facilitar el acceso intelectual diríamos.
Indudablemente la evolución general de la sociedad lo exigía con
razón, el mismo arzobispo Lefebvre lo admitía.8 Pero el problema
que el texto de Sacrosanctum Concilium no resuelve es reducir la
comprensión a sus aspectos meramente conceptuales o racionales,
cuando en realidad abarca todas las dimensiones del ser humano,
sensibilidad, intuición, etc.
El campesino que un día, al acabar la misa gregoriana a la que
había participado, quedó postrado y repitiendo «sanctus, sanctus,
sanctus», indudablemente comprendía más hondamente la reali-

8  Marcel Lefebvre, Un évêque parle. Écrits et allocutions. 1963-1974, Paris:


Éditions Dominique Martin Morin, 1974, 57-58.

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544 Puntos de vista

dad sobrenatural vivida que cualquier sabiondo que le detallara


el porqué es inútil repetir. Si acceder a lo sobrenatural supera
los medios naturales, inevitablemente lo que es fácil, «natural»,
parecerá corto; hasta cierto punto, en el esfuerzo mismo yace una
clave del mensaje. En ese contexto, el latín y la ritualidad sirven
como verdaderos y eficaces signos litúrgicos, destinados a hacer
percibir el origen, la universalidad, la inmutabilidad, el misterio y
la sacralidad de la acción litúrgica, cuyo contenido conceptual se
revela entonces mejor, mediante traducciones y comentarios. De
hecho, en muchas comunidades de forma extraordinaria toda la
gente participa cantando (cf. SC 30 y 54), respondiendo, mirando
–mirar no es pasivo cuando hay belleza–, con gestos, posturas,
ministerios, sin que nada impida adentrarse en la Palabra de Dios
utilizando misales o escuchando las traducciones.

6. Urgencias
El tercer elemento de reflexión aparece con las repetidas veces
en que se emplean términos de urgencia: libros, cánones, leyes,
ritual, salterio, adaptaciones... todo ha de ser rápido (25, 40, 63, 91,
119, 128). A parte la contradicción interna que puede darse –por
ejemplo, el estudio concienzudo o el desarrollo orgánico indicados
por el núm. 23, exigen por naturaleza mucho tiempo–, de por sí
conlleva un reto antropológico enorme. Hablando de incultura-
ción, el cardenal Ratzinger notaba que «la Iglesia primitiva solo
tomó con mucha prudencia y lentitud formas de expresión de las
liturgias paganas»,9 añadiendo que fueron necesarios tres siglos
de persecuciones. El cardenal Antonelli pensaba que en materia
litúrgica, cuando se trata de reformar la masa, «el tiempo se mide
en generaciones».10 Efectivamente, si la liturgia había sido «ge-
neradora y formadora de culturas»,11 ¿cómo imaginar que pueda
realizarse en pocos años un cambio de esa índole? Así es como,

9  Joseph Ratzinger, Célébration de la Foi. Essai sur la théologie du culte divin,


Téqui 1985, 82.
10  Archivio La Verna, Fondo Antonelli, varia.
11  Catecismo de la Iglesia católica 207.

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Puntos de vista 545

si la prontitud de las aplicaciones respetó el texto de Sacrosanc-


tum Concilium, «la unidad interna con lo que precedía ya no era
reconocible»,12 verificándose el dicho que «el tiempo no respeta
lo que se hace sin él».

7. Conclusión: las condiciones humanas


Estos tres puntos de reflexión son solo aproximaciones a desafíos
fundamentales contenidos en el texto mismo de Sacrosanctum
Concilium, y que comparten una característica: influenciados por
el mundo ilusionado de la posguerra en plena expansión eco-
nómica, con trasfondo de ideologías sociales, no es de extrañar
que faltase cierto fondo antropológico. «Todo cuanto se recibe, se
recibe al modo de quien recibe» dice el refrán escolástico. ¿Quien
debía recibir, en qué condiciones? No solo todo el pueblo cristiano
del momento, sino generaciones y culturas. Curiosamente, algu-
nos advirtieron el escollo, pero lo pasaron por alto.13 Mas allá de
determinadas posiciones culturales, doctrinales o prudenciales,
existen condiciones humanas ineludibles para que una reforma
pueda desenvolverse sin obstáculos mayores. El fallo humano
quizás fue no haber establecido previamente dichas condiciones,
contestando a preguntas como estas: ¿porqué un Dom Guéranger
decía que «el restablecimiento inconsiderado de usos de la anti-
güedad equivale a veces a innovaciones, y podría producir los
mismos efectos»?14 ¿porqué la reforma del breviario de Quiñones,
promulgada en 1536 por Pablo III, fue rechazada por el pueblo y
tuvo que ser abandonada por Pablo IV en 1558? Y en comparación,
¿porqué las reformas de mayor amplitud de san Pío X y Pío XII
fueron acogidas sin trabas?

12  Ratzinger, Célébration de la Foi, 82.


13  «¡Nos cambian la religión! Es un lema bastante general en los cristianos.
[…] Se pueden esperar del próximo Concilio cambios importantes a los cuales
posiblemente la mente de nuestros fieles no esté muy abierta» (Dom Thierry
Maertens, «Les risques de plafonnement du mouvement liturgique», Paroisse
et liturgie, núm. 49, Bruges 1961, 11-12).
14  Prosper Louis Guéranger, Institutions liturgiques 4, París: Société Géne-
rale de Librairie Catholique 21878-1885, III, 504.

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546 Puntos de vista

Desde luego resulta cómodo, medio siglo después, señalar posibles


deficiencias de un documento tan importante, ¡como si de haber
estado uno entre los peritos las cosas hubieran salido mejor! En
realidad, conscientes en primer lugar de todo lo positivo de Sacro-
sanctum Concilium, el discernir sus límites con mucha humildad es
tal vez necesario para poder cumplir el deseo de Benedicto XVI:
Nuestra tarea […] es la de trabajar para que el verdadero Concilio,
con la fuerza del Espíritu Santo, se realice y la Iglesia se renueve
realmente. Confiemos en que el Señor nos ayude.
P. Charbel
Monje benedictino de la abadía Santa Magdalena de Barroux
(Francia), licenciado en liturgia.

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Puntos de vista 547

La lengua vulgar, lengua de Dios


Joaquim Gomis

Como se sabe, la cuestión de la lengua litúrgica ocupó un primer


lugar en la preparación, discusión y redacción de la Sacrosanctum
Concilium. Buena parte de la primera sesión del Vaticano II estuvo
ocupada por interminables y repetitivas intervenciones sobre ella.
Más aún, en la percepción popular llegó a identificarse la Consti-
tución con esta cuestión, como si lo básico de la reforma litúrgica
fuera decidir si se mantenía el latín o se substituía por las lenguas
vernáculas. La paradoja es que la Constitución no decidió la cues-
tión, que luego la práctica no se ha correspondido con lo que dice
la letra de la Sacrosanctum Concilium y que cincuenta años después
aún es para algunos un tema polémico.
Me explico. La Constitución no resolvió la cuestión porque si bien
afirma como principio fundamental que «se conservará el uso
de la lengua latina en los ritos latinos, salvo derecho particular»
(núm. 36) inmediatamente abre la puerta al uso de lo que deno-
mina linguae vernaculae. No creo que valga la pena entretenerse en
examinar las puertas que abría la Sacrosanctum Concilium porque
pronto tanto la práctica como la misma autoridad eclesial en
sus diversos niveles fueron progresando en esta apertura hasta
llegar a la totalidad. No soy ningún experto en derecho litúrgico
pero me parece que actualmente no hay ninguna puerta cerrada
a las lenguas vernáculas. Puede desearse el uso del latín, pero no
puede imponerse. Dicho de otro modo, las lenguas mal llama-
das vernáculas o vulgares han triunfado. Digo «mal llamadas»
porque en realidad todas lo son, incluso el latín. Es curioso como

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548 Puntos de vista

eso sus defensores lo olvidan: el latín originalmente fue también


una lengua vulgar, la de los antiguos romanos y no fue la lengua
inicial de la Iglesia.
Pero en este punto de vista quisiera plantear otra cuestión. ¿Se
puede afirmar que las lenguas vernáculas han triunfado? Evi-
dentemente han triunfado porque se ha cumplido lo que el joven
teólogo Joseph Ratzinger afirmaba en el 81 Katholikentag alemán:
La lengua litúrgica debe ser comprensible: esta es una ley funda-
mental e indiscutible de la liturgia.1
Con todo el interrogante es si el triunfo ha sido más de cantidad
que de cualidad. Tenemos una liturgia en nuestra lengua y por
ello comprensible, pero cabe dudar de su cualidad, de su expre-
sividad. Cuando hace cincuenta años vi que se convertía en
costumbre entre nosotros hablar de lengua «vulgar» ya empecé a
temerlo (prefiero la versión francesa «la langue du pays» o incluso
la italiana «la lingua nazionale»). Me refiero especialmente a la
eucología y en ella más a la eucología menor que a la mayor.2 El
problema afecta también a las lecturas bíblicas pero en menor
grado ya que había y ha continuado todo un esfuerzo valioso en
el ámbito de la traducción de la Biblia. Lo que queda pendiente
es el paso de lograr una buena traducción de los textos bíbli-
cos a conseguir además que esta versión se adapte a la lectura
pública. Esto no suele tenerse en cuenta. Es el caso por ejemplo
de la llamada Versión oficial de la Conferencia Episcopal Española
que se presenta como única traducción que se podrá utilizar en
la liturgia, en los documentos oficiales, en los catecismos, etc.
Creo que tal pretensión olvida algo elemental en el mundo de
la traducción y ello se nota en el resultado conseguido. Puede
opinarse de distinto modo sobre esta Versión oficial pero lo indu-
dable es que es muy deficiente para una lectura pública, es decir,
para la lectura en la liturgia (párrafos de excesiva extensión,
abuso de las oraciones subordinadas, profusión de adverbios

1 Cf. El Ciervo, marzo 1967.


2 Ver la distinción que propone J. Aldazábal en su Vocabulario básico de
liturgia, p. 142.

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Puntos de vista 549

inútiles, etc.). Conseguir un lenguaje vivo, expresivo, fluido no


es fácil, es un arte. Un arte que es indispensable si se quiere que
una lectura pública sea escuchada. Pero si se empieza –y es solo
un ejemplo– reintroduciendo «Verbo» en vez de «Palabra» en el
prólogo de Juan, no creo que avancemos por el camino propuesto
por la Sacrosanctum Concilium.

Los problemas de la eucología menor


Sea como sea, en este comentario quisiera centrarme en la euco-
logía menor. Creo que la mayor –las plegarias eucarísticas, como
gran ejemplo– tuvo más suerte en este proceso de paso a la lengua
vulgar y en cualquier caso merecerían otro estudio. En cambio, la
eucología menor –para entendernos y concretar, las tres oraciones
características de la misa: colecta, ofrendas, postcomunión– ha
padecido lo que conlleva de negativo la expresión «lengua vulgar»
según explica el diccionario de María Moliner: propio del vulgo,
de personas sin cultura, sin educación. La paradoja es que suelen
ser los textos litúrgicos más difíciles de captar por el público sen-
cillo, habitualmente el mayoritario en nuestras asambleas. Claro
está que no son los más importantes, pero sí los que –por su escasa
expresividad– producen en los asistentes la sensación de asistir
a una celebración que les dice poco. Se les pide que se unan a la
oración del presidente pero en muchos casos esta oración –sea la
colecta, las ofrendas, la poscomunión– no les dice nada.
Dos son las causas de este dificultad de comunicación: el texto
original latino y la traducción que se ha realizado. Perdone el lector
que escriba simplificando, en el extremo opuesto a aquel magno
estudio de Cornelio Urtasun titulado Las oraciones del Misal. Escuela
de espiritualidad de la Iglesia (Biblioteca litúrgica, Barcelona: Centre
de Pastoral Litúrgica 1995). Entre tantas oraciones como incluye el
misal, en este punto de vista simplifico como si pudieran juzgarse
como un todo orgánico. Igualmente, al referirme a su traducción,
no distingo como sería justo. Pero confesado este pecado, ya que
ni el espacio ni mis conocimientos permiten entrar en distinciones,
sigo simplificando.
Recordemos lo que escribió A.G. Martimort:

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550 Puntos de vista

En la tradición romana este tipo de oración está escrito en un estilo de


una brevedad lapidaria, despojado de todo lirismo, de una plenitud
que hace difícil su traducción a otras lenguas.3
Añadamos aquello tan sabido de que se estructuran según el
ritmo del cursus propio del latín que pierde su vigor al pasar –más
o menos mecánicamente– a nuestras lenguas. Es significativo
observar en el citado libro de Cornelio Urtasun el esfuerzo que
hace para salvar la traducción. Pero una traducción que necesita
ser explicada, no puede ser una buena traducción. No por culpa
del traductor sino por lo quimérico de la tarea. Tanto más cuanto
si la Sacrosanctum Concilium se limitó a autorizar la sustitución del
latín por las lenguas vivas, nada dijo sobre las dificultades que ello
conlleva. Y luego lo que ha dominado en los documentos romanos
referentes a las versiones, ha sido la insistencia en la fidelidad al
texto original.
No es preciso ser un experto en las teorías actuales sobre la tra-
ducción para comprender los peligros de esta insistencia en la
fidelidad. Confundir fidelidad con traducción mecánica es un
riesgo muy presente. La práctica actual en diversos medios de
traducir con procedimentos mecánicos es solo un extremo de esta
reducción del paso de una lengua a otra –o de un texto a otro–
como un simple calco que se intenta justificar como traducción
literal. Muy lejos de una auténtica traducción que tiene más de
recreación que no de transposición. Es en el lenguaje actual de los
teóricos de la traducción –desde Eugene Nida– lo que se denomina
«correspondencia o equivalencia dinámica». Me parece que la
mayoría de nuestras versiones litúrgicas apenas han entrado en
este mundo. La insistencia se coloca en el original, no en el texto
que llega al destinatario, a su comprensión. Un ejemplo podría ser
la reciente controversia sobre el uso en el relato de la institución
de la Eucaristía del pro multis o del pro omnibus.
Aunque otra cuestión, de mayor calado, es no la de la traducción
sino la de los textos originales. Repito que me refiero especialmente
a la eucología menor, a las tres oraciones presidenciales. Sin duda

3 Cf. A.G. Martimort, La Iglesia en oración, Barcelona: Herder 1984, 181.

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Puntos de vista 551

hay textos excelentes cuyo problema está solo en saberlos traducir


expresivamente. Pero hay también textos muy penetrados de una
teología y de una mentalidad que corresponden a otra época. No es
este el lugar para un examen pormenarizado ni quizá sea necesario:
basta abrir el Misal y leer (o mejor aún, escuchar en la celebración).
Como decía uno de mis hermanos, aunque fuera persona poco
crítica: «Qué lejanía entre el lenguaje del evangelio y el de muchas
de estas oraciones». Recuerda Martimort que en el siglo iv el iii
concilio de Cartago mandó que en la liturgia «semper ad Patrem
dirigatur oratio».4 Lamentablemente la influencia del lenguaje reli-
gioso romano causó que Padre fuera substituido tantas veces por
Deus omnipotens o el vocativo Domine. Y si según Juan 15,15 Jesús
dijo «ya no os llamo siervos, a vosotros os llamo amigos», buena
parte de los textos oracionales de nuestra liturgia lo han olvidado
y una y otra vez vuelven a tratarnos de siervos (que según leo en
el Corominas, en latín significaba esclavo).
Sin duda, sería una tarea ímproba. Pero también lo parecía la de
traducir todos los libros litúrgicos. Ahora se trataría de dar un paso
más. No limitarse a traducir –y menos con una traducción muchas
veces tan literal– sino recrear. Con un lenguaje más cercano al
Evangelio. Y también más libre en el sentido de más expresivo para
el oyente actual. Sin miedo a la diversidad porque nosotros ya no
vivimos en los tiempos de Babel –la confusión en el lenguaje– sino
de Pentecostés: «cada uno les oímos hablar en nuestra lengua». La
lengua vulgar como lengua de Dios.
Joaquim Gomis
Liturgista, primer jefe de redacción de la revista «Phase».

4  Cf. Ibíd., 182.

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552 Puntos de vista

La oración de los fieles:


¿Qué sentido tiene?
¿Es correcto equiparar «fieles» a «laicos»?
Pedro Farnés Scherer

La oración de los fieles es una de las partes fundamentales de algunas


de las celebraciones más importantes de la celebración cristiana,
tanto en Oriente como en Occidente. Es una oración antiquísima,
que tiene como finalidad principal vivir y manifestar que la oración
de la comunidad cristiana como tal, es incorporar la oración de la
comunidad de los bautizados al sacerdocio de Cristo. Conviene
tener presente que, cuando nació la expresión oración de los fieles,
por fieles se entendía bautizados (no laicos como hoy muchos inter-
pretan). Modernamente, sobre todo después de su restauración,
empezó a interpretarse equívocamente como oración de los laicos.
Por diversas causas esta oración fue desapareciendo en la mayo-
ría de liturgias latinas. Las principales de estas causas fueron el
nacimiento de devociones autónomas y el alegorismo litúrgico; ambas
realidades se extendieron rápidamente y recubrieron en poco
tiempo la celebración eclesial (principalmente debido a que la
liturgia se celebraba en una lengua desconocida por el pueblo).
El alegorismo ponía más atención en los gestos litúrgicos que
eran visibles, gestos que el pueblo contemplaba, mientras no
comprendía las palabras; según este alegorismo se explicaba, por
ejemplo, el alba de los ministros como símbolo de la vestidura
con que cubrieron a Jesús, o el traslado del Misal de un lado al
otro del altar como símbolo de Jesús predicando su mensaje por
el mundo. Otra causa que también influyó en alejar al pueblo de
la verdadera participación en la misma liturgia fue la aparición de

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Puntos de vista 553

nuevos métodos de oración mental, que cristalizaron sobre todo en


el binomio lectura-meditación + coloquio con Dios; los textos bíblicos
leídos, ocupaban el lugar de las lecturas piadosas y la oración de los
fieles respondía al coloquio.
A partir del movimiento litúrgico, el pueblo fue interesándose
por acercarse a la liturgia y consiguientemente se interesaron en
participar en la oración de los fieles. Pero, cada vez más, empezó a
mirarse esta oración de los fieles como si fuera la oración de los
laicos (habitualmente se interpretaba que los laicos asistían; no se
hablaba de participar sino de asistir). La formación recibida de las
anteriores generaciones y las prácticas piadosas, vividas durante
largos años, influyeron negativamente en esta visión equívoca:
la Palabra se miró como la manera moderna y litúrgica de la
meditación y la oración de los fieles correspondía a lo que antes
era el coloquio. Una vez más se realizó el adagio latino: Quotquot
recipitur ad modum recipientis recipitur (todo lo que se recibe, se recibe
según las maneras de quienes lo reciben) y cada vez más las devo-
ciones se fueron entremezclando con la celebración litúrgica.
Por otra parte si la oración de los fieles era la oración de los laicos,
nada más lógico que fueran ellos quienes libremente la compu-
sieran, para expresar sus propios sentimientos. Si en los escritos
antiguos por fieles se entendía los bautizados (en contraposición
a los catecúmenos), ahora por fieles empezó a interpretarse laicos
(en contraposición a los ministros). Con ello la antigua oración
universal se trasforma rápidamente en la oración personal de cada
uno de los participantes. En este contexto la oración de los fieles
fue objeto de numerosas publicaciones en las que los formularios
de la llamada oración de los fieles, en la oración personal (o coloquio)
en torno al contenido de las lecturas proclamadas o de la fiesta
que se celebraba.
El magisterio tuvo el proyecto –no realizado– de editar un libro litúr-
gico para la oración universal, proyecto que no llegó a realizarse.
Lo que sí hizo el magisterio fue publicar diversas disposiciones sobre
esta plegaria; entre ellas cabe recordar: 1) la Constitución conciliar
de liturgia que estableció la restauración de «súplicas por la santa
Iglesia, por los gobernantes...» (núm. 53); 2) la Instrucción Inter

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554 Puntos de vista

Oecumenici (1964), (que vio luz incluso antes de clausurarse el


Vaticano II); 3) el Directorio práctico, De oratione comuni seu fidelium
(1966) en el que figuran interesantes notas históricas y doctrinales
y una clara normativa práctica para realizar esta oración univer-
sal correctamente. Se añaden además algunos formularios como
ejemplo. También tienen referencia a la oración de los fieles el Ordo
Lectionum Missae, el Ceremoniale y varios de los Ordines (rituales)
que se van publicando.
En nuestros días se publican muchos textos en los que figura una
llamada oración de los fieles que, por su contenido, es muy distinta.
El Consilium, organismo creado por Pablo VI para inaugurar pro-
visionalmente la práctica litúrgica que había decretado el Vaticano
II, figuraba un proyectado volumen de la oración de los fieles, Este
volumen no llegó a publicarse pero sí se redactó y remitió a las
Conferencias episcopales un interesante fascículo De oratione
comuni seu fidelium (en el lejano 1966), acompañado de un Directorio
con formularios a manera de ejemplo, para que las Conferencias
publicaran textos adecuados para esta plegaria. Este nuevo texto
magisterial apareció en español inserto en la 2a los últimos volú-
menes del Leccionario (en 1981; cf. v. g. vol. VII, pp. IX-XL).
En él figura una disposición, que algunos interpretaron como si
permitiera libertad de componer formularios (aunque lo que el
documento parece que es permitir no a cada comunidad, como muchos
interpretaron, sino a las Conferencias episcopales puedan añadir
a los formularios debidamente aprobados, algunas peticiones
más propias y adaptadas. Pero la afirmación originó, no solo que
se hiciera común la supuesta libertad de incluir peticiones más
apropiadas, sino incluso –lo que es más grave– la trasformación
de la misma naturaleza de la oración universal. Recordemos algún
punto de lo que figura en este documento: a los formularios debi-
damente aprobados, según este documento, se pueden añadir
algunas peticiones: a) a la luz de la Palabra de Dios proclamada, b)
ello puede hacerse con una sabia libertad, c) y con el fin de que las
peticiones añadidas respondan a las lecturas proclamadas (núm. 30).
Estas afirmaciones deben interpretarse evidentemente a la luz del
conjunto del documento, en el que figuran otras disposiciones y que,

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Puntos de vista 555

por otra parte, va dirigido, a las Conferencias episcopales, no a cada


uno de los fieles. Parecería, pues, que, en todo caso, son las Confe-
rencias, quienes pueden añadir estas peticiones. Además una cosa
es añadir alguna petición, otra componer íntegramente el formulario.
La composición de nuevos formularios, pues, no parece que res-
ponda ni a cada participante individualmente, ni a la naturaleza
de un formulario litúrgico, que por su propia naturaleza pertenece a
la Iglesia. La oración personal (la comúnmente llamada meditación)
en los tiempos más recientes, acostumbra contener a) la lectura de
algún texto y meditación sobre el mismo y b) diálogo interior con
Dios. Esta oración personal es imprescindible para una vida cris-
tiana intensa, a través de los tiempos, ha tenido muchas maneras
de realizarse. En manera alguna intentamos desvalorizarla; pero
una cosa es minusvalorizar la importancia de la oración personal,
otra muy distinta confundir –o incluso igualar su valor– con el de
la oración eclesial, realizada por el mismo Cristo con su Iglesia. Y
la oración de los fieles es parte de la oración eclesial y uno de sus
elementos más importantes.
Hoy con frecuencia los participantes, llevados quizá por la palabra
fieles, entendida equívocamente como laicos, realizan la oración de
los fieles –incluso improvisadamente– con formularios íntegra-
mente compuestos por ellos. Creemos que esta mezcla de piedad
personal y oración eclesial ha tenido diversas causas. Entre estas
causas pensamos está la influencia de las prácticas piadosas más
modernas en las que vivieron sumergidas los fieles más piadosos.
La mayoría de cristianos han vivido en los últimos tiempos casi
únicamente del método de oración que se componía del binomio
meditación de un texto + coloquio personal del mismo con Dios. Apli-
car este binomio a la celebración litúrgica, adaptando lecturas
bíblicas y la reflexión sobre un texto como tema de meditación y
la oración de los fieles como el también habitual coloquio, les era
fácil, pero es ilegítimo. Es necesario, pues, evitar la confusión entre
oración personal y celebración litúrgica. Y, en este contexto, ni
resulta correcto entender la oración de los fieles como algo parecido
al coloquio personal, ni convertir, por tanto, la oración de los fieles
en un coloquio sobre las lecturas litúrgicas del día.

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556 Puntos de vista

A partir de la renovación litúrgica (en algunos lugares incluso algo


antes), empezaron a aparecer diversas publicaciones y folletos en
las que figuraban una llamada oración de los fieles, muy distinta, por
su contenido, de las antiguas intercesiones universales de la oración
de los fieles que quiso restaurar el Vaticano II. En este contexto es
iluminativo recordar lo que se dice de la oración de los fieles, tanto
en la Constitución de liturgia (núm. 53) como en la Institutio del
Misal de Pablo VI. Estos documentos presentan la oración de los
fieles como algo que debe restablecerse (no introducirse) para que
el pueblo, participando en la misma, «haga peticiones por la santa
Iglesia, por los gobernantes, por los que sufren cualquier necesi-
dad, por todos los hombres y por la salvación del mundo entero».
El Misal de Pablo VI dice parecidamente que, en la oración de los
fieles, el pueblo, «ejercitando su oficio sacerdotal, ruega por todos
los hombres, de modo que se eleven súplicas por la santa Iglesia,
por los gobernantes, por los que sufren alguna necesidad y por
todos los hombres y la salvación de todo el mundo» (Institutio del
Misal, núm. 69).
Durante los últimos años se han publicado –y continúan publi-
cándose– todo tipo de formularios para esta oración de los fieles.
Muchos de ellos, en realidad, tienen poco que ver con lo que quiso
restaurar el Vaticano II. El magisterio, como hemos visto, ha publi-
cado documentos y normas sobre esta intercesión de los bautizados
que, de hecho, en la práctica se ha convertido con frecuencia en algo
más bien parecido a los antiguos coloquios de la meditación igna-
ciana que a lo que quiso restaurar el Vaticano II y, con frecuencia,
se ha transformado (y corrompido), pasando lo que era la antigua
oración de los fieles se asemejara más a los antiguos coloquios de la
meditación personal que a la oración universal o de los fieles, que quiso
restaurar el Vaticano II. Es urgente, pues, la necesidad de repasar,
por lo menos, los dos documentes del magisterio comentados más
arriba: el Directorio preparado por el Consilium (1966) y remitido a
las Conferencias episcopales, para que estas compusieran provisio-
nalmente, en el que se aludía explícitamente a la oración de los fieles y
se presentaba en una de sus frases como si esta plegaria fuera como
un fruto de la acción de la Palabra de Dios en los participantes.

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Puntos de vista 557

En 2002 J. Urdeix publicó en Cuadernos Phase del CPL de Barcelona


(núm. 161) unas interesantes reflexiones y una breve historia en
torno a este elemento de la celebración. A la interesante historia
de las etapas por las que ha discurrido la oración de los fieles de
Urdeix, hoy debería añadirse unos rasgos posteriores de los últi-
mos decenios y que constituyen una nueva etapa, algo distinta de
las anteriores, etapa nacida casi en nuestros días y que pensamos
continúa influyendo tanto en los formularios que se publican como
en la interpretación teórica y práctica que muchos hacen de esta
parte de la celebración. Los documentos magisteriales que más
influyen en la moderna restauración de la oración de los fieles son
principalmente: a) en 1963 la Constitución de liturgia del Vaticano
II (núm. 53); b) en 1964 la Instrucción de la Congregación de Ritos
Inter Oecumenici (núm. 56); c) en 1966 el fascículo pro manuscripto,
remitido por el Consilium a las Conferencias episcopales: Sobre
la oración común o de los fieles. Naturaleza, importancia y estructura.
Criterios y ejemplos propuestos a las conferencias episcopales; d) la
Institutio del Misal Romano (3ª edición 2002, núms. 69-71); e) los
Praenotanda de la 2ª edición del Leccionario (1982, núms. 30-31)
y f) la Institutio de la Liturgia de las Horas (1971, núms. 179-180.
186-193). A estos documentos, citados y explicados por Urdeix,
deben añadirse aún otro importante documento, que añaden
algunos pequeños matices, que a veces no se tienen en cuenta: las
Carta circular Eucharistiae participationem (1973), remitida por la
Congregación del Culto Divino a las Conferencias episcopales en
cuyo texto (núm. 16) se habla también de la oración de los fieles y
se dan algunas normas complementarias sobre la misma.
La historia completa y detallada de la oración universal u oración de
los fieles, ha sido magníficamente descrita por J. Urdeix, en Cuader-
nos Phase, núm. 161. Debe reconocerse, como hemos dicho ya, que,
en su moderna restauración práctica, a veces queda desvirtuada
su importante matiz de universalidad. Por ello recomendamos
de nuevo la lectura clarificante de las páginas de J. Urdeix y se
complete con los matices recientes y de los que aquí queremos
hacer un mención porque, pensamos, desvirtúa este elemento
y, en cierta manera corrompe este importante elemento apenas

libro phase 317.indb 557 10/10/2013 13:18:11


558 Puntos de vista

renacido y restaurado. Nos referimos a su naturaleza de oración


de intercesión, no de glosa de las lecturas del día.
Bastante antes ya de que el Vaticano II decretara oficialmente la
restauración de la oración universal, esta –o mejor dicho, un
sucedáneo de la misma– empezó a introducirse en no pocas
comunidades. Pero con harta frecuencia esta oración no fue de
intercesión, como había decretado la reforma litúrgica sino que la
antigua plegaria, casi en los primeros tiempos de su restauración
evolucionó rápidamente y, en lugar de la intercesión sacerdotal del
pueblo cristiano por las necesidades del mundo, se convirtió en una
serie de peticiones que, como muchas otras plegarias litúrgicas,
glosaron los misterios celebrados en un determinado domingo,
día o feria concreta.
En España unas preces para introducir en la misa se publicaron
muy pronto (antes incluso de que el Vaticano II se refiriera a la
restauración de la antigua oración de los fieles). En Barcelona, el
Centre de Pastoral Litúrgica, ya en 1958 (el Vaticano II estableció
la oración de los fieles en 1963), publicó en aquellos tiempos una
pequeña obra: Moniciones y plegarias para la santa misa, de la que
posteriormente aparecieron diversas ediciones que tuvieron gran
divulgación. En este pequeño libro, se ofrecían un elenco de preces,
muy de acuerdo aún con la objetividad universal de las plegarias
y muy fieles al verdadero contenido tradicional de las mismas
como intersección. En Francia (antes que en el CPL de Barcelona
publicara sus Moniciones y plegarias), el Centre de Pastorale Liturgique
de París publicó también un libro llamado Invitatoires (en el que
Moniciones y plegarias Centre de Pastoral Litúrgica de Barcelona,
se inspiró no poco); en ella aparecían también formularios para la
oración universal. En Bélgica por estos años, se publicaron también
en la colección Paroisse et liturgie de la abadía de San Andrés de
Brujas, entre sus numerosas y populares publicaciones, se editaron
unos libritos titulados Pour un renouveau des prières du prône (1961).
Esta publicación belga presentaba en aquel entonces una novedad
importante: los formularios eran muy numerosos –uno distinto
para cado domingo o fiesta– y un estilo de letanías en el que la
glosa de las lecturas bíblicas del día tenía un subrayado bastante

libro phase 317.indb 558 10/10/2013 13:18:11


Puntos de vista 559

más intenso que las peticiones por las necesidades del mundo y
de la Iglesia. Estos formularios belgas cristalizaron y se difundie-
ron sobre todo por lo que se refiere al estilo de las peticiones y se
popularizaron a través sobre todo del célebre Missel de l’assemblée
chrétienne, publicado por la misma abadía.
Este género nuevo de formularios del Missel de l’assemblée chrétienne
resultó popular y se hizo casi común: los formularios de esta
oración universal se adaptaron a las lecturas de cada domingo,
adaptación que jamás habían conocido ni las liturgias antiguas, ni
latinas ni orientales. Este nuevo tipo de letanías o formularios con
una serie de intenciones cuyo contenido era bastante mixto: por
una parte figura una referencia a las intercesiones universales y,
por otra continuas alusiones a las lecturas del día. Desde entonces
los textos que se van publicando cada vez se tiende más a que la
oración de los fieles haga referencia a la fiesta y a las lecturas del
día, no tanto a las necesidades objetivas del mundo y de la Iglesia.
Entre nosotros la popular publicación Misa Dominical del Centre de
Pastoral Litúrgica muy pronto asumió esta nueva tendencia y se
alejó cada vez más del primitivo e importante matiz de que figu-
raba aún en el antiguo volumen del CPL de Barcelona Moniciones
y plegarias. Con este nuevo enfoque, creemos sinceramente, que la
oración de los fieles pierde su carácter más genuino; ninguna de
las Iglesias orientales, (en alguna liturgia oriental lo único que se
hace es añadir en la letanía universal de celebraciones muy particu-
lares –en el matrimonio, por ejemplo– una petición por los nuevos
cónyuges, como en el rito romano se puede añadir el nombre del
difunto en el memento de la misa. Ni las intercesiones hispanas o
francas antiguas, ni las célebres Prières de Prône francesas que se
conservaron en muchas diócesis de Francia hasta nuestros días,
tienen intercesiones variantes según los días o las lecturas. La
oración de los fieles en todas estas liturgias es un formulario fijo
(como el Gloria a Dios en el cielo o el Santo de la plegaria eucarística).
La oración de los fieles tiene por finalidad la intercesión por el
mundo y sus hombres, en plena fidelidad a como lo decretó el
Vaticano II. Uno puede preguntarse cómo se ha producido este
cambio, no simplemente de estilo sino de contenido y de finalidad

libro phase 317.indb 559 10/10/2013 13:18:11


560 Puntos de vista

de esta importante y antigua oración litúrgica que el Vaticano II


indudablemente quiso restaurar como expresión de la importante
y esencial función sacerdotal de la comunidad cristiana frente
al mundo que tanto necesita se interceda por él. La oración de los
fieles u oración universal (ambos nombres califican y describen la
finalidad de estas plegarias como parte de la celebración cristiana
antigua y moderna a la vez; antigua, porque la encontramos ya en
las fuentes litúrgicas más antiguas (personalmente creemos que ya
en el Nuevo Testamente hay referencia a esta plegaria) y modernas.
En la liturgia romana, de hecho, casi había desaparecido su uso
hacía siglos y no se restauró hasta el Concilio Vaticano II (1963)
que decretó su restablecimiento (cf. SC 53).
Hay que reconocer que esta oración de los fieles –y sobre todo las mane-
ras de interpretarla y realizarla– a muy poco tiempo de su restaura-
ción, ha variado (nos atrevemos a decir se ha ido corrompiendo) de
manera realmente vertiginosa. Comparar los formularios antiguos,
orientales, occidentales, hispanos y francos, con los formularios que
hoy se usan habitualmente evidencia un cambio radical.
Actualmente las preces no conservan su carácter de oración uni-
versal por las necesidades de los hombres. Es verdad que mucho antes
de que oficialmente el magisterio permitiera incluir en la oración
de los fieles algunas intenciones libres, esta libertad ya se había
introducido y la costumbre de añadir o componer libremente
incluso todas las plegarias se hacía ya casi habitualmente. Poco a
poco, la oración de los fieles, de su concepción original restaurada
por el Vaticano II, en la práctica pasó rápidamente de texto litúrgico
de intercesión universal que, como todos los textos litúrgicos, debía
ser promulgado oficialmente por alguno de los responsables de
la Iglesia, a lo que en las devociones privadas eran los coloquios
que seguían a la meditación de una lectura.
Si hemos recordado aquí el origen y el discurrir de la restauración
de estas preces y lo hemos recordado para que se tenga presente
que la oración de los fieles es un formulario mucho más eclesial, más
antiguo y más expresivo de la función sacerdotal de la Iglesia que
muchos otros formularios litúrgicos y, como tal, en el conjunto de

libro phase 317.indb 560 10/10/2013 13:18:11


Puntos de vista 561

las oraciones litúrgicas, es más eclesial y antigua que la mayoría de


los demás formularios litúrgicos (v. g. colectas, sobre las ofrendas,
postcomuniones…) que nacen bastante más tarde y varían mucho
más de un lugar a otro. Por ello es un despropósito doctrinal e his-
tórico hacer de estas preces una casi devoción personal de cada uno
de los participantes.
Pedro Farnés Scherer

Doctor en liturgia, miembro fundador del CPL y profesor emérito


del Instituto Superior de Liturgia de Barcelona.

libro phase 317.indb 561 10/10/2013 13:18:11


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libro phase 317.indb 562 10/10/2013 13:18:12


Crónicas

A los 50 años de la Constitución «Sacro-


sanctum Concilium»
XXXVIII Jornadas de la Asociación Española
de Profesores de Liturgia
Ávila, 27-29 de agosto de 2013

Más de sesenta especialistas se han reunido en Ávila, durante los


días 27 al 29 de agosto, con ocasión de las XXXVIII Jornadas de la
Asociación Española de Profesores de Liturgia (AEPL), dedicadas
este año al estudio de la Constitución Sacrosanctum Concilium, con
motivo de los cincuenta años transcurridos desde la apertura del
Concilio Vaticano II. Las sesiones tuvieron lugar en el seminario
diocesano de la ciudad castellana. Entre los participantes cabe des-
tacar la presencia de profesores de los centros superiores de forma-
ción litúrgica como el Pontificio Instituto Litúrgico Sant’Anselmo
de Roma, el Instituto Superior de Liturgia de Barcelona, el bienio
Litúrgico de la Universidad San Dámaso de Madrid o el Instituto
de Liturgia de la Universidad Pontificia de la Santa Cruz, y de otros
docentes de las distintas facultades de teología españolas. Asi-
mismo, se hicieron presentes miembros de la Congregación para el
Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos y del Secretariado
Litúrgico de la Conferencia Episcopal Española.
Las Jornadas comenzaron con el saludo de acogida de monseñor
Jesús García Burillo, obispo de Ávila, y la presentación del pro-
grama, que corrió a cargo del profesor Aurelio García Macías,
presidente de la Asociación. Seguidamente, tuvo lugar la pri-
mera de las ponencias, pronunciada por monseñor Julián López
Martín, obispo de León y miembro de la Comisión de Liturgia de
la Conferencia Episcopal Española, bajo el título «La Constitución

libro phase 317.indb 563 10/10/2013 13:18:12


564 Crónicas

Sacrosanctum Concilium: entre el recuerdo y la esperanza». Julián


López desarrolló el marco para una adecuada comprensión del
documento conciliar. El obispo de León recordó a los participantes
el motivo y finalidad de la Constitución, desglosó el significado
y alcance del documento para la vida de la Iglesia, subrayó la
necesidad de una lectura actualizada del texto e invitó a mirar el
futuro con esperanza.
El resto del programa, como hilo conductor, presentó el estudio
de los grandes misterios de nuestra salvación (Cristo, la Iglesia y
María) en el articulado de la Constitución conciliar. Los ponentes de
dichas conferencias fueron, respectivamente, el profesor Mariano
Ruiz Campos, secretario de la Facultad de Teología San Vicente
Ferrer de Valencia, monseñor José Manuel Cordeiro, obispo de
Bragança, y el profesor Corrado Maggioni, de la Congregación
para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos.
Por otra parte, durante las Jornadas se procedió a la renovación de
los cargos de la Asociación. Por unanimidad, fue reelegida la junta
anterior, formada por Aurelio García Macías (presidente), Luis
García Gutiérrez (secretario), Emilio Vicente de Paz (administra-
dor) y Pedro Manuel Merino Quesada (vocal de publicaciones).
Como ya es habitual, las Jornadas fueron un momento de intensa
convivencia, a la vez que una ocasión inmejorable para celebrar
con esmero la Eucaristía y la Liturgia de las Horas en el marco de
lugares de fe e historia tales como la catedral de El Salvador, la
iglesia de San Andrés o el convento de San José. Para concluir, la
tarde del 29 de agosto se visitó «Credo», la edición de las Edades
del Hombre con sede en Arévalo.
José Luis Gutiérrez Martín

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Crónicas 565

La mistagogia. Actualidad de un medio


antiguo
XLI Semana de estudio de
la Asociación de Profesores y Cultores de Liturgia de Italia
Alghero, 26-30 de agosto de 2013

El encuentro anual de la Asociación de Profesores y Cultores de


Liturgia de Italia, que se ha desarrollado en Alghero del 26 al 30
de agosto de 2013, ha estado dedicado a profundizar en la actua-
lidad de la mistagogia, un medio clásico redescubierto después
del Concilio pero del que queda por desarrollar toda su potencia-
lidad. El tema ha sido elegido porque la mistagogia surge como
una urgencia en el campo de la formación litúrgica actual, tal y
como afirma con fuerza la Exhortación postsinodal Sacramentum
caritatis, que ve el objetivo de la mistagogia en conseguir una pro-
gresiva correspondencia personal con el misterio celebrado pues
«la liturgia tiene una eficacia propia para introducir a los fieles en
el conocimiento del misterio celebrado» (núm. 64).
Luigi Girardi, presidente de la Asociación de profesores de litur-
gia, abrió las Jornadas en la tarde del lunes 26 de agosto, dando
paso a la primera intervención, Mistagogia y Escritura: ¿la tipología
al servicio de la liturgia?, que corrió a cargo de Aldo Martin, de la
Facultad Teológica del Triveneto (sede de Venecia).
El martes 27 hubo tres intervenciones, dos por la mañana y una
por la tarde, que hicieron volver la mirada de los presentes a la
historia: Dialécticas del simbolismo litúrgico: un viaje en la mistagogia
de los siglos iv-v, por Giuseppe Laiti de la Facultad Teológica del
Triveneto (sede de Verona), La evolución de la mistagogia en Oriente:
de Máximo el Confesor a Nicolás Cabasilas, por Goffredo Boselli de la
Comunidad de Bose, y La evolución de la mistagogia en Occidente: Las
«Expositiones miisae» medievales, por Hélène Bricout del Instituto
Católico de París.
El miércoles no hubo ninguna intervención sino que fue dedicado
a la asamblea general de la Asociación, por la mañana, y a visitar
el lugar donde se desarrollaban las Jornadas, por la tarde.

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566 Crónicas

El jueves 30 de agosto fue analizada la situación presente de la


mistagogia. En primer lugar, por la mañana, la mistagogia en el
Ritual de la iniciación cristiana de adultos, por Pierangelo Muroni de
la Pontificia Universidad Urbaniana de Roma, y en segundo lugar
en el bautismo de niños, por Fabio Trudu de la Pontificia Facultad
Teológica de Cerdeña (Cagliari). Por la tarde fueron la educación
litúrgica y el arte los protagonistas en las conferencias de Morena
Baldacci de la Universidad Pontificia Salesiana de Turín, La edu-
cación litúrgica: la mistagogia como explicación e introducción al rito, y
de Silvano Maggiani de la Pontificia Facultad Teológica Marianum
de Roma y Paolo Tomatis de la Facultad Teológica de Turín, Arte y
mistagogia: el arte al servicio del proyecto mistagógico.
La mañana del viernes 31 de agosto fue dedicada a una mesa
redonda donde debatir los temas tratados en los días precedentes.
Juan de Pablos

La liturgia: celebración de la fe
XXVII Encuentro anual de estudios de
la Sociedad Argentina de Liturgia (SAL)
Pilar, 1-4 de julio de 2013

«La liturgia: Celebración de la fe» ha sido el tema convocante


para el XXVII Encuentro de Estudios de la Sociedad Argentina de
Liturgia. El encuentro se desarrolló entre el 1 y el 4 de julio de 2013
en la casa «El Cenáculo», Pilar, en la provincia de Buenos Aires.
El primer día todas las ponencias estuvieron a cargo del cardenal
Estanislao Karlic, quien presentó con profundidad la Carta apos-
tólica Porta fidei del papa Benedicto XVI. Posteriormente desarrolló
con gran riqueza teológica la dimensión objetiva y subjetiva de la
fe. Finalmente desarrolló con gran entusiasmo la articulación de
fe, celebración y vida en el Catecismo de la Iglesia católica.

libro phase 317.indb 566 10/10/2013 13:18:12


Crónicas 567

El segundo día fue Aurelio García el encargado de iluminar la


reflexión de la mañana a través de un video conferencia sobre el
tema: «Relación fe–liturgia». La misma condujo a un entusiasmado
diálogo con el expositor. La conferencia tuvo dos momentos: en el
primero desarrolló la celebración litúrgica como expresión de la
fe de la Iglesia aplicada a la Eucaristía, y en el segundo aplicado
al año litúrgico.
Por la tarde, Óscar López quien, a partir de textos patrísticos y
litúrgicos, y de signos analizó cómo propone la liturgia los con-
tenidos de la fe.
La mañana del miércoles, Eduardo González, con su amplia expe-
riencia pastoral, reflexionó sobre cómo se expresa el creyente en la
celebración. El expositor tomó como referencia las celebraciones
de la semana santa, analizando, en cada día santo, la expresión
personal y comunitaria de la fe.
Por su parte, Humberto Bellone iluminó la tarde del mismo día, con
la temática: «La Fe vivida y celebrada en el santoral» apoyándose
en su rica experiencia de la pastoral en los santuarios.
Finalmente Germán Vallejos, presidente de la sociedad, concluyó
el día jueves la jornada con la liturgia y su proyección en la vida.
Cada día, la jornada quedaba jalonada con la celebración de la
Eucaristía, Laudes, Vísperas y la adoración del Santísimo.
El martes por la noche se realizó la reunión de lo socios, anali-
zando la vida y funcionamiento de la SAL. También se procedió
a la elección de los nuevos miembros de la comisión directiva,
habiendo sido elegido como presidente Ricardo Dotro y como
vicepresidente Roberto Russo; también se eligieron vocales. Se fijó
la fecha del encuentro para el próximo año: del 16 al 19 de junio de
2014 nuevamente en la casa «El Cenáculo» de Pilar.
Roberto Russo

libro phase 317.indb 567 10/10/2013 13:18:12


Libros sobre arte y liturgia
Arte y liturgia.
Asociación Española
de Profesores de Liturgia.
108 págs., 15,00 €
Este libro recoge las ponencias de las
37 Jornadas anuales de la Asociación
Española de Profesores de Liturgia,
celebradas en el Monasterio de El
Escorial (Madrid) del 29 al 31 de agosto
de 2011.
La liturgia, inspiradora de las artes.
Fundación San Juan.
108 págs., 8,50 €
Un libro fruto del diálogo entre
liturgistas, arquitectos, historiadores y
artistas en el Congreso «La arquitectura
al servicio de la liturgia» celebrado en
Madrid en mayo del 2012 y en la Jornada
«Ars sacra: via pulchritudinis» realizada
también en Madrid en noviembre del
mismo año.

Centre de Pastoral Litúrgica


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libro phase 317.indb 568 10/10/2013 13:18:12


Libros

Alfonso Berlanga, Liturgia y teología. Del dilema a la síntesis (Biblio-


teca litúrgica 44), Barcelona: Centre de Pastoral Litúrgica 2013.

Estamos ante un volumen de gran de sus trabajos. Esto se prueba en


interés para precisar el estatuto las obras de carácter general en las
de la ciencia llamada «teología que, bajo la expresión «teología
litúrgica». Después de la reforma litúrgica», se encuentra una gran
litúrgica del Concilio Vaticano II diversidad de títulos y enfoques. Se
precedida del movimiento litúr- habla de «teología de la liturgia», de
gico, prima una etapa de «carácter «liturgia fundamental», «teología
marcadamente teológico», empe- del culto», etc. La elección de la
ñada en profundizar en la infinita denominación no es indiferente y
riqueza teologal y mistérica conte- suele indicar las notas esenciales
nida en la liturgia. de la disciplina que debe estudiar
En las últimas décadas, algunos la liturgia de la Iglesia.
autores creen que procede ampliar Por otra parte, el nacimiento de
las perspectivas de las disciplinas una ciencia requiere precisar su
tradicionales –la teología dogmá- objeto propio, el método a seguir y
tica, fundamental o espiritual–; los medios de trabajo, su situación
otros reclaman una nueva ciencia entre los demás saberes teológicos
teológica que, siguiendo los logros y su conexión con las ramas más
del movimiento litúrgico, estudie próximas. Sobre esto no hay un
de un modo específico la liturgia. consenso claro. Las divergencias
La denominación «teología litúr- parecen remontarse a los presu-
gica» es del abad benedictino Ger- puestos filosóficos, hermenéuticos
bert en 1759. y conceptuales más básicos. Un
Sobre todo, desde el siglo xx han problema añadido al anterior es la
visto la luz muchos estudios sobre falta de diálogo entre los autores
liturgia. Junto al número de estu- de ámbitos geográficos o meto-
dios han aparecido muchísimas dológicos distintos. El resultado
expresiones con las que los autores es una situación confusa, el autor
designan la angulatura particular la llama «selva nominalista» en el

libro phase 317.indb 569 10/10/2013 13:18:12


570 Libros

nivel epistemológico fundamen- autores en su contexto histórico-


tal (p. 13). Se lamenta también de teológico y luego con la lectura
investigaciones sobre liturgia sin directa se sus obras, les deja hablar
aparato crítico serio y con poco y así descubre sus relaciones, inter-
rigor teológico en sus conclusiones. locutores y posición intelectual. Por
fin Berlanga elabora una exposi-
Para Berlanga, hasta el momento,
ción del pensamiento de los autores
no existe «ninguna publicación que
conforme a la diversidad de cada
presente un panorama general y
uno.
exhaustivo de las distintas pro-
puestas sobre cual es la ciencia teo- El autor desarrolla los siguientes
lógica más adecuada para estudiar núcleos de contenido en este volu-
la liturgia» (p. 13). El autor afirma men:
que solo en la obra del P. Triacca
En el capítulo I: El contenido teoló-
(1935-2002) ha descubierto una
gico. Presenta el contexto teoló-
presentación más elaborada de los
gico donde brota la pregunta por
cuatro modelos de teología litúrgica
la teología litúrgica. Apoyado en
que, a su parecer, aparecían en la
otros estudios especializados ha
producción teológica de su tiempo.
señalado las vicisitudes históricas
Berlanga se propone con su obra vividas por los autores y que han
«ofrecer una primera síntesis global podido influir más directamente
–un status quaestionis completo y sobre la investigación teológica del
ordenado– sobre la situación de los momento.
estudios litúrgicos en la actualidad,
desde una perspectiva teológica Lo desarrolla en cuatro grandes
amplia, en la literatura especiali- apartados: 1. Los iniciadores de
zada del siglo xx» (p. 14). El autor, una línea teológica en el estudio
para esta panorámica global acude del culto cristiano (L. Beauduin y
a autores con estas características: Romano Guardini); 2. Hacia una
son católicos u ortodoxos, compar- ciencia teológica sobre la liturgia
ten la pregunta por la existencia (recorrido por las publicaciones,
de la teología litúrgica en un nivel Mediator Dei y los nuevos impul-
epistemológico fundamental, pro- sos); 3. Los retos para la teología en
ponen las notas esenciales de tal la enseñanza del Concilio Vaticano
ciencia y cómo pueden desarrollar II en materia litúrgica; 4. La bús-
su propia reflexión teológica. queda de un estatuto epistemoló-
gico de la teología litúrgica.
Al presentar a los autores se hace
una valoración personal por parte Los tres siguientes capítulos son la
del autor del volumen. La metodo- parte más importante y consistente
logía sigue un criterio redaccional- del libro. El autor ha optado por
positivo y sistemático. Sitúa a los una presentación sistemática por

libro phase 317.indb 570 10/10/2013 13:18:12


Libros 571

modelos. Por «modelos» quiere indi- El capítulo IV: Modelo antropológico


car una «expresión que sintetiza ritual y pastoral. En él integra a A.
la postura» (p. 16), y que permite Grillo, a G. Bonacorso y a M. Kelle-
aunar la visión que, en líneas gene- her. Estos autores dialogan a fondo
rales, comparten determinados con las ciencias humanas y propo-
autores. Al inicio de cada capítulo nen una justificación antropológica
el autor explica la peculiaridad de al hecho litúrgico.
cada modelo.
En el capítulo V: Una propuesta para
El capítulo II: Modelo teológico sis-
la teología litúrgica. En este capítulo
temático. En él incluye a tres auto-
Berlanga ensaya un diálogo con
res representantes del mismo: C.
los autores y traza las líneas funda-
Vagaggini; E.J. Kilmartin y Paul
mentales de un modelo de teología
De Clerck.
litúrgica a tono con la ciencia que
El capítulo III: Modelo teológico-cele- la Iglesia tiene sobre la celebración
brativo. Es el que incluye a más litúrgica. A juicio del autor, dentro
autores. Sus estudios dan una de este eje de coordenadas, mar-
importancia esencial a la misma charán con éxito y rigor los futu-
celebración, como punto de par- ros estudios de teología litúrgica
tida de todo el discurso teológico.
especial.
Los une también el hecho de fun-
damentar la liturgia desde arriba El autor termina con una amplia
(teniendo Dios la iniciativa) que bibliografía (pp. 295-312) tanto de
quiere salvar al hombre completo. documentos del Magisterio como
En él incluye a los siguientes auto- de autores examinados en su estu-
res: A. Schmemann y asimilando a dio. Felicitamos al autor por este
él a C. Andronikof, A. Kavanagh, D. gran trabajo, por la claridad en
Fagerberg, K. W. Irwin. En segundo su exposición y su capacidad de
lugar integra a S. Marsili y en tercer esquematizar simplificando, con
lugar a A. Mª Triacca y asimilando
frecuencia, las cuestiones.
a este a J. López Martín y a M. Sodi.
En cuarto lugar presenta el pensa- Ramiro González Cougil
miento de A. Saberschinsky.

Josep Urdeix – Corrado Maggioni – Jean-Yves Hameline,


Rúbricas y ceremonias (Cuadernos Phase 213), Barcelona: Centre
de Pastoral Litúrgica 2013, 80 pp.

El número 213 de la colección Cua- puesto de cinco textos diferentes


dernos Phase ha sido dedicado a las tomados de sus correspondientes
rúbricas y ceremonias. Está com- autores. Abre el volumen un escrito

libro phase 317.indb 571 10/10/2013 13:18:12


572 Libros

de Corrado Maggioni procedente hace una serie de observaciones


de la conferencia que impartió en sobre nuestras maneras de celebrar.
las Jornadas Nacionales de Liturgia Finalmente, se ha transcrito el capí-
organizadas por el Secretariado tulo primero de la primera parte del
Nacional de Liturgia de la Confe- Manual litúrgico de Joaquín Solans,
rencia Episcopal Española en el año en su edición de 1953, una obra
2010, bajo el título El alcance pastoral clásica renovada por José Vendrell
de las normas litúrgicas. Después y adaptada posteriormente por
Josep Urdeix ofrece un encomio Antonino Tenas y Pedro Farnés.
del maestro de ceremonias desta- Concretamente encontramos aquí
cando su piedad, paciencia y dili- la definición de liturgia, la descrip-
gencia. Se incluye a continuación ción de la ciencia litúrgica y los
un artículo publicado el año 1992 actos litúrgicos y extralitúrgicos,
en la revista francesa de liturgia La la división de la liturgia y la expli-
Maison Dieu (núm. 192, pp. 7-24) cación de qué son los ritos y las
de Jean-Yves Hameline en el que ceremonias.

Luis Bouyer – Ignacio Oñatibia, Los frutos de la reforma litúrgica


(Cuadernos Phase 214), Barcelona: Centre de Pastoral Litúrgica
2013, 104 pp.
Con ocasión de los 50 años de la fundamentales de la liturgia. Se
promulgación de la Constitución incluye después la conferencia
conciliar sobre liturgia Sacrosanc- impartida por Ignacio Oñatibia
tum Concilium, se ha rescatado sobre Sacrosanctum Concilium con
en este volumen de la colección ocasión de los veinte años de la
Cuadernos Phase el comentario rea- clausura del Concilio Vaticano II.
lizado a este documento tras su Sigue siendo una reflexión válida
publicación por el liturgista Luis hoy en día, ya que nos acerca al
Bouyer en el que, más allá de ir reto que para la acción pastoral de
describiendo progresivamente el la Iglesia significan los principios
contenido de los 130 números de y las orientaciones dadas por el
esta Constitución, se detiene en Concilio en esta Constitución. Y
explicar los grandes pilares sobre en donde, de algún modo, todavía
los que se sustenta Sacrosanctum queda camino por recorrer.
Concilium, que no son sino las bases

Josep Lligadas, El año litúrgico, para seguir a Jesús (Emaús 109),


Barcelona: Centre de Pastoral Litúrgica 2013, 127 pp.
El año litúrgico ha sido objeto de nes. En este libro preparado por
estudio en múltiples publicacio- Josep Lligadas, se nos describen

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Libros 573

los tiempos litúrgicos teniendo realidad humana, la presencia de


presente que en el transcurso del Jesús. De tal modo que en el año
año litúrgico nos acercamos comu- litúrgico recorremos el camino de
nitariamente, como Iglesia, a la Jesús para descubrir su presencia
salvación de Dios realizada por en el camino de mi propia vida. Y
medio de Jesucristo. Este segui- no solo esto. Sino que además esta
miento está centrado en dos ejes presencia de Jesús es una presencia
básicos: la Pascua, que celebra la en el conjunto de la comunidad, en
muerte y la resurrección de Jesu- la Iglesia. Esta presencia de Jesús
cristo, con la Cuaresma como pre- es una presencia compartida.
paración y la cincuentena Pascual
El libro comienza explicando cómo
como prolongación, y la Navidad,
nace y cómo se forma el año litúr-
que conmemora el nacimiento
gico y describiendo la reforma rea-
del Hijo de Dios, con el Adviento
lizada en el mismo tras el Concilio
como preparación. Y esta celebra-
Vaticano II. Se van sucediendo
ción de acontecimientos salvífi-
después un capítulo dedicado a
cos, se sitúa dentro del devenir
cada uno de los tiempos litúrgicos:
de la vida humana, que tiene su
Adviento, Navidad, Cuaresma,
propio ritmo, y que no tiene por
Pascua, Semana Santa y Triduo Pas-
qué coincidir, a nivel de estados
cual, Pascua, tiempo ordinario y el
de ánimo, de sentimientos o de
santoral. En cada uno de los cuales
acontecimientos, con el ritmo litúr-
se explica lo sustancial del tiempo
gico. Pero esta es una de las gran-
litúrgico correpondiente aproxi-
des riquezas, precisamente, del
mándolo a la vivencia personal y
año litúrgico: confrontar todo lo
comunitaria, de modo que el año
que estamos viviendo, personal y
litúrgico enriquezca y alimente la
colectivamente con la historia sal-
espiritualidad propia del cristiano
vadora que Jesucristo nos ofrece,
y de la Iglesia.
y ayudarnos a encontrar, en toda

Asociación Española de Profesores de Liturgia, Arte y liturgia


(Culmen et Fons 15), Barcelona: Centre de Pastoral Litúrgica 2013,
108 pp.
Este volumen contiene las ponen- relación existente entre la arquitec-
cias de las XXXVII Jornadas de la tura y la liturgia, los profesores de
Asociación Española de Profesores liturgia de España abordaron las
de Liturgia que tuvieron lugar en diversas artes plásticas que están
el monasterio de El Escorial del 29 vinculadas con la acción litúrgica.
al 31 de agosto de 2012. Tras haber Son denominadas artes menores
estudiado en el año precedente la respecto a la arquitectura, pero de

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capital importancia para la liturgia Navarro Gómez valora la icono-


y uno de los temas de gran actuali- grafía actual después, planteando
dad a partir del Concilio Vaticano la necesidad de crear criterios teo-
II y la reforma posterior. lógicos, litúrgicos y artísticos para
evitar la improvisación (pp. 71-96).
Abre el libro la intervención de
Antonio Gascón Aranda, SM, «Per Finaliza el volumen Elisardo Tem-
viam pulchritudinis, arte y liturgia», perán Villaverde valorando el arte
donde analiza el cambio que está religioso actual (pp. 97-108), quien
sucediendo en el arte sacro y reli- hace una llamada a aprender, a ver
gioso cristiano (pp. 15-22). El monje y a contemplar, a integrar belleza
benedictino Ignasi Fossas Colet nos de formas y expresividad, presen-
adentra en los documentos magis- tando luces y sombras de estos
teriales sobre el arte sacro seña- nuevos tiempos y planteando la
lando así las normas de la Iglesia al necesidad de control y rigor a la
respecto (pp. 23-34). Narciso Jesús hora de construcciones y restau-
Lorenzo Leal habla, en tercer lugar, raciones.
sobre la belleza de los objetos litúr- Sirve esta obra para poner un grano
gicos (pp. 35-69) mostrando qué se de arena en la reflexión artística
entiende por bello y a considerar postconciliar y tener en cuenta el
la sagrada misión de los objetos importante valor del arte para tra-
litúrgicos; señala también una gran ducir el mensaje divino en formas
responsabilidad: la de hacer de y figuras, convirtiendo lo invisible
su uso algo bello y santo. Ramón en visible.

Adolfo Ivorra Robla, Espiritualidad litúrgica en la posmodernidad


(Monografías: Liturgia 47), Valencia: Edicep 2013, 105 pp.
La espiritualidad litúrgica es la aspectos de esta espiritualidad de
espiritualidad propia de la Iglesia. modo que siga latiendo en el cora-
Todas las demás «espiritualida- zón del creyente de hoy día. Se
des» (franciscana, dominica, igna- trata, pues, tal y como el propio
ciana…) no son sino «apellidos» autor dice en la introducción de la
de esta. Sin embargo, esta primacía obra, de un ensayo donde afirma
es muchas veces olvidada por una algunas cuestiones irrenuncia-
visión del cristianismo que rechaza bles de la espiritualidad litúrgica,
sus orígenes culturales y teológicos advierte de posibles desviaciones,
y que asume no pocos valores de la antiguas y modernas, que se siguen
así llamada postmodernidad. Con observando hoy, invita a repen-
el fin de mostrar que la «hora» de sar cuestiones clásicas desde otra
la liturgia no ha pasado, Adolfo
perspectiva y estimula la reflexión
Ivorra, reflexiona sobre algunos

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cristiana acerca de realidades que la liturgia de las horas puede ser


aparentemente se encuentran leja- celebrado dentro de la Eucaristía.
nas a la realidad litúrgica. De modo que el discurso sacra-
mental está tan eucaristizado que
Cuatro capítulos componen este
la singularidad propia del sacra-
libro. El primer capítulo (pp. 15-41)
mento del altar empieza a pasar
aborda el tema de la objetividad de
desapercibido, además de obnu-
la liturgia desde una perspectiva
bilar la singularidad de los demás
experiencial. Intenta así hacer una
sacramentos.
aproximación diferente a la interac-
ción entre objetividad subjetividad, En el último capítulo (pp. 87-104),
ya que normalmente este tema clá- el autor recuerda cual debe ser la
sico ha sido presentado desde su actitud del cristiano respecto a
componente dogmático. los bienes materiales, tomando
en consideración la presentación
En el segundo capítulo se pasa de
de ofrendas de la misa en la que
la objetividad en general a sus con-
encontramos pan y vino para la
tenidos (pp. 43-68). Se aborda la
celebración y dones para la Iglesia
distancia que el cristiano tiene no
y los pobres. La manera como la
solo con la literalidad de la Escri-
liturgia dispone de la creación y la
tura, sino con el ambiente social
transforma para hacernos partici-
y cultural que es indispensable
par de la gloria de Dios, incluso por
para comprender tanto el texto
medio de aspectos culturales como
sagrado como la liturgia. Para ello
el dinero, manifiesta que la litur-
aborda el tema de los salmos impre-
gia no ofrece una espiritualidad
cativos (108, 82 y 57) que fueron
desencarnada sino interpelante y
excluidos de la actual salmodia
educativa.
del Oficio divino y son signo de
cómo la reforma actual sucumbió Se trata de una obra interesante que
al espíritu de la modernidad e inci- aborda los problemas actuales de
piente postmodernidad que repele la liturgia en relación con la propia
el sufrimiento. espiritualidad que ofrece para que
la celebración cultual siga siendo
El capítulo tercero (pp. 69-86) clari-
la fuente y cumbre de la vida del
fica el excesivo valor que se da a la
cristiano.
Eucaristía en la liturgia actual: todo
sacramento, salvo la penitencia, y José Antonio Goñi

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Bibliografía reciente en alemán

Albert Gerhards – Benedick Kranemann, Einfürung in die


Liturgiewissenchaft, WBG (Wissenchaftliche Buchgesellschaft),
Darmstadt 2013, 256 pp.

Se trata de la tercera edición com- lación de las relaciones entre Dios


pletamente renovada del libro y la comunidad. Conocimientos
Introducción a la ciencia litúrgica. sobre la liturgia, su estructura e
Ofrece una introducción didáctica historia, pero también las tareas
a los fundamentos de la ciencia en la Iglesia de hoy son centra-
litúrgica, informaciones para un les para todo aquel que se dedica
mejor conocimiento del orden de seriamente a la teología.
la celebración así como la formu-

Josip Gregur – Peter Hofmann – Stefan Schreiber (eds.), Kir-


chlichkeit und Eucharistie. Intradisciplinäre Baiträge der Theologie im
Anschluss an 1 Kor 11,17-34, Regensburg:Verlag Friederich Pustet
2013, 268 pp.

A las conferencias iniciales de los de nuevo la actualidad del discurso


tres editores de este libro (Ecle- sobre la Eucaristía como signo y
sialidad y Eucaristía. Aportaciones fundamento esencial de la unidad
interdisciplinares de la teología a partir de la Iglesia. Las aportaciones apu-
de 1Cor 11,17-34), pronunciadas en estan, contra una dirección estrecha
la Facultad de Teología de la Uni- de las discusiones, por un amplio
versidad de Augsburgo, siguieron espectro de posiciones teológicas
vivas discusiones sobre la Euca- que se desarrollan de forma ejem-
ristía como centro de la unidad plar (como ejemplos) y ofrecen
de la Iglesia y de la teología, pero impulsos para el diálogo sobre el
también como lugar de desunión futuro de la Iglesia.
visible. Al mismo tiempo emergió

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Libros 577

Julia Knop, Ecclesia orans. Liturgie als Herausforderung für die Dog-
matik, Freiburg, Basel, Wien: Herder 2012, 388 pp.
La liturgia es importante para la san Agustín; los principios teoló-
teología sistemática. Este estudio gicos (lex orandi – lex credendi, loci
(Escclesia orans. La Liturgia como theologici, liturgical theology); las
reto para la dogmática) plantea el líneas directivas para una teología
tema desde tres puntos de vista: la con contornos litúrgicos.
patrística, básicamente a partir de

Benedikt Kranemann – Klaus Raschozok (Hg.), Gottesdienst als


Feld theologischer Wissenschaft im 20. Jahrhundert. Deutschsprachige
Liturgiewissenschaft in Einzelporträts 1-2 (Liturgiewissenschaftliche
Quellen und Forschungen 98), Münster: Aschendorff Verlag 2011,
1204 pp.
Esta obra tiene como objetivo rea- y especialistas germánicos en el
lizar una síntesis de la situación de ámbito litúrgico, particularmente
la liturgia/ciencia litúrgica en el de aquellos que han hecho su apor-
siglo xx, presentando el perfil y la tación a la ciencia litúrgica.
contribución de los protagonistas

Friedrich Lurz, Erhebet die Herzen. Das Eucharistische Hochgebet


verstehen, Kevelaer: Butzon und Bercker 2011, 160 pp.
El libro Levantad el corazón. Entender tido profundo de cada uno de sus
la plegaria eucarística es un número elementos a través de una mirada
especial de Magnificat que, en un sobre su desarrollo y sobre su diver-
lenguaje asequible, abre a los lecto- sidad. También ofrece breves infor-
res el camino a la comprensión de la maciones sobre la oración eucarís-
Plegaria eucarística, ilumina el sen- tica de las Iglesias evangélicas.

Thomas Marschler, Für viele. Eine Studie zu Überzetzung und


Interpretation des liturgischen Kelchwortes, Bonn: Verlag Nova et
Vetera 2013, 234 pp.
Se trata del controvertido tema de las palabras de consagración del cáliz
la traducción del pro multis. El autor se pregunta qué se esconde detrás
del libro Por muchos. Un estudio sobre de esta decisión, tan controvertida
la traducción y la interpretación de entre teólogos y que ha provocado

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tantas reacciones negativas. Y pro- importantes contextos exegéticos,


pone una respuesta partiendo de teológicos y sistemáticos.

Karl-Heinz Menke, Sakramentalität. Wesen und Wunde des Katholi-


zismus, Regensburg: Verlag Friederich Pustet 2012, 360 pp.
La tesis fundamental del libro de la Reforma o de la Ilustración,
Sacramentalidad. Naturaleza y heri- principalmente debido a la llamada
das del catolicismo (es su segunda posmodernidad que ha tenido la
edición revisada y mejorada) es: el tendencia a borrar las diferencias
catolicismo no es una determinada identitarias de cada confesión reli-
doctrina de la fe o una organización, giosa. Quien no quiere tomarse en
sino la forma sacramental de vivir serio que la sacramentalidad es la
y pensar del cristianismo. El autor naturaleza del catolicismo se limita
cree que el cristianismo ha sufrido a exigencias secundarias que no
heridas más profundas en los últi- son lo esencial de su identidad.
mos decenios que en los tiempos

Martin Stuflesser, Eucharistie. Liturgische Feier und theologische


Erschlissung, Regensburg: Verlag Friederich Pustet 2013, 352 pp.
¿Qué pasa cuando celebramos la a continuación los resultados de
Eucaristía? ¿Cómo se expresa el las recientes investigaciones cien-
sentido de la Eucaristía en su forma tíficas sobre las diversas partes de
concreta de celebrarla? Son las dos la celebración, de las que expone su
cuestiones básicas que se planeta contenido teológico y espiritual. Se
el autor del libro La Eucaristía. Cele- detiene particularmente en el cora-
bración litúrgica y su explicación teo- zón de la celebración eucarística, la
lógica. Comienza con una mirada plegaria eucarística. En su último
histórica sobre el desarrollo de la capítulo se pregunta dónde esta-
celebración hasta nuestros días mos pasados 50 años del Concilio
(después del Vaticano II). Recoge Vaticano II.

Jan-Heiner Tück (Hg.), Erinnerung an die Zukunft. Das Zweite Vati-


canische Konzil, Freiburg, Basel, Wien: Herder 2012, 656 pp.
Ante las continuas, (insistentes) lio) da oportunidad (motivo) para
controversias sobre el correcto preguntarse sobre el potencial
curso de la Iglesia, el jubileo del orientador de los documentos con-
Concilio (los 50 años del Conci- ciliares de cara al futuro. En este

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libro, Recuerdo del futuro. El Concilio tantes del Concilio y demuestran


Vaticano II, destacados teólogos (y que estos puntos son indicadores
teólogas) de diversas disciplinas válidos todavía hoy para la Igle-
traen nuevamente a la memoria sia en el proceso de cambio de las
los puntos programáticos impor- comunidades cristianas.

Stephan Winter, Liturgie – Gottes Raum. Studien zu einer Theologie aus


der lex orandi, Regensburg: Verlag Friederich Pustet 2013, 644 pp.
El libro (el número 3 de la colec- organiza en modo alguno de forma
ción Theologie der Liturgie) Liturgia discursiva. Por eso los estudios de
– Espacio de Dios. Estudios sobre una este libro buscan un camino para
teología a partir de la lex orandi, parte concretar el carácter estético espe-
del punto de vista fundamental cífico de la liturgia a partir del con-
que la fe religiosa perdura esen- cepto espacio e integrarlo en argu-
cialmente en una práctica ritual. mentaciones teológicas. A la luz de
Se formula así con Ludwig Witt- este elemento central de espacio se
genstein: La celebración es la forma estudia –orientado en el tiempo de
de vida de los creyentes. Si esto es Navidad– de forma ejemplar qué
así, la reflexión teológica sobre los convicciones del modo de obrar de
contenidos centrales de la fe debe Dios comparten los hombres que
desarrollarse a partir de la práctica celebran su fe.
celebrativa. Pero esta práctica no se

Dos números especiales de la revista Herder Correspondenz:

Konzil im Konflikt. 50 Jahre Zweites universal y local o la relación de la


Vaticanum (El Concilio en conflicto. Iglesia con el mundo de hoy. Diver-
50 años del Concilio Vaticano II). sos autores contrastan opiniones
Las controversias sobre las inter- sobre los pasados años y señalan
pretaciones del Concilio Vaticano los puntos calientes de la discusión.
II se han intensificado. Una gran
cantidad de preguntas enciende Wie heute Gott feiern? Liturgie im 21.
constantemente el debate sobre el Jarhundert (¿Cómo celebrar a Dios
Concilio Vaticano II y sobre las con- hoy? La liturgia en el siglo xxi). Han
secuencias para la Iglesia católica pasado ya 50 años desde la consti-
en el siglo xxi: si la celebración de tución Sacrosanctum Concilium del
la liturgia se ha llevado a cabo de Vaticano II. Continúa viva la pre-
forma correcta, si han sido tenidas gunta sobre la relación entre tradi-
en cuenta la relación entre Iglesia ción y renovación. Los artículos de

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580 Libros

este número especial entran en pro- sos autores exploran los campos
fundidad en la problemática: ¿cuál problemáticos de la celebración
es el lugar comunitario y cultural litúrgica y se atreven a proponer
de la celebración cristiana? ¿Qué pasos nuevos para solucionar los
valoración tiene en una sociedad problemas.
pluralista e individualista? Diver-
Lluís Prat

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