Está en la página 1de 56

MARTÍN IRURE

El año litúrgico,
tiempo para el hombre

Diseño de portada: Ricardo Atador - Guillermo Ruiz


Tipografía y armado: Irma García Cruz

© 2004 Ediciones Dabar, S.A. de C.V.


Mirador, 42
Col. El Mirador
04950, México, D.F.
Tel. 56 03 36 30, 56 73 88 55
Fax: 56 03 36 74
e-mail: dabar.ediciones@prodigy.net.mx
www.dabar.com.mx

ISBN: 970-652-337-5
Impreso y hecho en México.

ÍNDICE
Presentación
1. El tiempo y los tiempos
2. ¿Qué es el año litúrgico?
3. El año litúrgico, tiempo para la Iglesia
4. Espiritualidad del año litúrgico
5. Cómo celebrar el año litúrgico
6. El año litúrgico, escuela de oración
7. Estructura del año litúrgico
8. El calendario del año litúrgico
9. El domingo, fiesta primordial del cristiano
¡Vive el domingo!
Para saber algo más
PRESENTACIÓN

Después del concilio Vaticano II, un obispo decía que se había convertido a la liturgia... puesto
que había introducido en ella los sacramentos. De entonces a hoy, ¿cuántos obispos, sacerdotes,
religiosos/as, laicos, se habrán convertido a la liturgia? Queda todavía mucha tarea por hacer en
la Iglesia. Incluso hay teólogos que siguen enseñando la teología de los sacramentos sin
preocuparse en absoluto por el tema de la liturgia. Como si los sacramentos se celebrasen en otro
mundo aparte. Hay maestros de teología espiritual que no explican la espiritualidad litúrgica.
Como si el vivir la espiritualidad de la Iglesia fuera a gusto del consumidor. Hay pastores
(sacerdotes, catequistas) que piensan todavía que eso de la liturgia es cuestión de una ceremonia
más o menos, o acompañar con alguna inclinación de cabeza las palabras que se pronuncian o
que los fieles se pongan de pie, sentados o de rodillas...
Pero ahí está el milagro del Vaticano II. Con él, la Iglesia vuelve a entender y a vivir la liturgia.
Llegó a afirmar el valor ontológico (en su más profundo ser) de la celebración litúrgica, como
cumbre y fuente de toda la actividad de la Iglesia (SC, 10). La frase fue acogida como una luz
fulgurante, como un punto de arranque, para la renovación de la vida cristiana desde y con la
liturgia. Y muchos cristianos y, ante todo, los responsables de las comunidades cristianas la
acogieron con aprecio y como una palabra de aliento para su tarea pastoral y espiritual.
¿Se han equivocado? ¿Nos hemos dejado llevar por una alucinación colectiva? A la distancia de
más de cuarentas años del concilio, ahora comprobamos que no fue todo tan sencillo. Parece que
el primer gran entusiasmo ha decaído y la renovación para algunos está desmayándose.
Sin embargo, tal vez más en silencio, los grupos litúrgicos parroquiales y de otras comunidades
están floreciendo. La formación, la constancia, la realización más detallada, preparada y vivida
de las celebraciones están haciéndose habituales en nuestras comunidades cristianas. Podríamos
decir que las cosas se van haciendo mejor, aunque con más discreción y silencio. Por eso,
confiamos en que la renovación litúrgica se vaya abriendo paso, no sólo para hacer posible una
bonita celebración, sino para que la liturgia sea de verdad la fuente de la espiritualidad cristiana y
la cumbre de la diaria tarea de cada uno y de todos los bautizados.
Ojalá este libro sirva para animar a los cristianos a fundamentar y alimentar su vida de fe en la
liturgia de la Iglesia, que nos propone año tras año.
1. EL TIEMPO Y LOS TIEMPOS

I. Ambientación
El hombre, todo hombre, vive inmerso en un tiempo. En un período de tiempo nace, crece, se
desarrolla y muere. Lo mismo sucede con los seres vivos de la creación. Cada ser tiene su ciclo,
un proceso vital desde que nace hasta que desaparece. Todo tiene su tiempo, afirma el
Eclesiastés (3, I). El ser humano ha medido la sucesión de hechos de su propia historia y la ha
reglamentado en diversos tiempos: segundos, minutos, horas, días, semanas, meses, años, siglos,
milenios... Podemos afirmar que el hombre está marcado por el tiempo y, a la vez, el tiempo está
medido por el hombre.
Veremos en este tema las diversas clasificaciones del tiempo. Para llegar a entender el tiempo de
la Biblia, el tiempo de Jesucristo y el tiempo de la Iglesia, el de la liturgia.

2. Vemos la realidad
Cada persona se siente envuelta por el tiempo. Hacemos memoria de nuestros tiempos pasados,
platicamos de la actualidad y proyectamos la imaginación hacia el tiempo futuro. En ese
recipiente del tiempo va trascurriendo nuestra existencia.
Cuántos dichos y refranes hacen referencia a nuestro tiempo. No tengo tiempo, todo tiempo
pasado fue mejor (o peor), hay que dar tiempo al tiempo, el tiempo lo remedia todo. Revisamos
lo positivo y negativo de nuestras obras, ubicándolos en un tiempo: cuando yo era un niño, un
joven..., en los tiempos en los que yo trabajaba, estudiaba..., qué mal o bien me porté en aquel
momento... Miramos nuestra vida hacia atrás o hacia delante según los años que tenemos. Toda
nuestra existencia se ve arropada por el factor tiempo.

3. Leemos la palabra de Dios (Ec 3, I -8)

Todo tiene su momento,


y cada cosa su tiempo bajo el cielo.
Tiempo de nacer y tiempo de morir,
tiempo de arrancar y tiempo de plantar,
tiempo de matar y tiempo de sanar,
tiempo de destruir y tiempo de construir,
tiempo de llorar y tiempo de reír,
tiempo de hacer duelo y tiempo de bailar,
tiempo de tirar piedras y tiempo de recogerlas,
tiempo de abrazarse y tiempo de separarse,
tiempo de buscar y tiempo de perder,
tiempo de guardar y tiempo de arrojar,
tiempo de romper y tiempo de coser,
tiempo de callar y tiempo de hablar,
tiempo de amar y tiempo de odiar,
tiempo de guerra y tiempo de paz.
Explicación
El Qohelet es un libro sapiencial, es decir, pertenece al género literario de la sabiduría. Diferente
al profeta, el sabio reflexiona sobre la vida y la existencia humanas. Y desde la filosofía y desde
la fe, va desarrollando su pensamiento sobre las diversas realidades de la existencia del hombre.
El Qohelet plantea el problema del sentido de la vida: ¿hay alguna recompensa o beneficio en
proporción a los esfuerzos, sudores y sufrimientos del ser humano? La respuesta que va sonando
como un estribillo es: todo es vanidad, el sinsentido de la realidad.
Este breve poema sobre el tiempo tiene en cuenta el tiempo humano, los momentos de la
existencia desde el nacimiento hasta la muerte. En catorce binas o versos, o siete pares paralelos,
contrapuestos, el sabio reflexiona sobre lo que le sucede a todo hombre. Y quiere dar su lección:
el hombre debe conocer la ocasión propicia, el tiempo adecuado, para cada cosa y para cada
acción. A ejemplo de cómo actúan los seres de la creación, que cumplen exactamente el ritmo de
su ser, así debe actuar el hombre para alcanzar sus metas ansiadas: la sabiduría y la felicidad.

4. Leemos la palabra de la Iglesia


La santa madre Iglesia considera deber suyo celebrar con un sagrado recuerdo, en días
determinados a través del año, la obra salvífica de su divino Esposo. Cada semana, en el día
que llamó 'del Señor', conmemora su resurrección, que una vez al año celebra también, junto
con su santa pasión, en la máxima solemnidad de la Pascua.
Además, en el círculo del año desarrolla todo el misterio de Cristo, desde la Encarnación y la
Navidad hasta la Ascensión, Pentecostés y la expectativa de la dichosa esperanza y venida del
Señor.
Conmemorando así los misterios de la redención, abre las riquezas del poder santificador y de
los méritos de su Señor, de tal manera que, en cierto modo, se hacen presentes en todo tiempo
para que puedan los fieles ponerse en contacto con ellos y llenarse de la gracia de la salvación
(Vaticano II, Sacrosanctum Concilium, 102).

Reflexión

1. Diferentes modos de entender el tiempo

1.1. Tiempo natural o cósmico


 Es el tiempo señalado por la rotación de la tierra en torno al sol. Va indicando los días y
las noches y las diversas estaciones de la naturaleza.
 El hombre se siente sometido a este curso de la naturaleza y de los astros: el sol y la luna.
Los que, a su vez, marcan los tiempos propicios para la siembra y la cosecha. El hombre
moderno, ausente del cultivo de la tierra, no siente tanto este tiempo de las estaciones,
pues su trabajo no está sometido al curso de la naturaleza.

1. 2. Tiempo cronológico
 Es la medición del tiempo realizada por el hombre, que ha contabilizado la sucesión de
los segundos, minutos, horas, días, semanas, meses, años, siglos.
 El hombre inventó el reloj y el calendario. Y así, según las diversas culturas, contamos
con diferentes aparatos para medir el tiempo: reloj de arena o de sol, calendarios gráficos
(como el famoso calendario azteca), etc. Los griegos contaban en su mitología con el dios
Kronos. (De ahí se deriva la palabra cronómetro.)

1. 3. Tiempo humano
 El pensamiento humano, manifestado en las diferentes culturas y filosofías, ha ido
valorando el tiempo a lo largo de la historia. Los filósofos griegos plantearon diferentes
modos de ver el tiempo y las cosas. Unos afirmaban: todo fluye, todo pasa. Otros, en
cambio, preferían contemplar la estabilidad: nada nuevo bajo el sol. Esta filosofía influyó
en algunos libros sapienciales de la Biblia.
 El pensamiento moderno ha reflexionado también sobre el tiempo. Podemos pensar en la
concepción que el capitalismo tiene del tiempo. Lo utiliza como un medio de producción.
Programa y valora los plazos según la efectividad productiva, de tal modo que el hombre
trabajador es tenido en cuenta según la rentabilidad del producto que fabrica en un tiempo
determinado.
 El marxismo es otro sistema esclavizante de la persona humana, pues todo lo enfoca
desde el valor económico, desde la fabricación de objetos y materiales hasta las obras de
creación artística. Para el marxista, el tiempo es algo cerrado en esta existencia, que no
abre al ser humano a la trascendencia del más allá.
 Para el ateo, el tiempo es para esta tierra. No hay otra vida. El tiempo no desemboca en la
eternidad.
 Junto a estos modos de enfocar el tiempo, también se da lo que se llama el tiempo
estético, dedicado a contemplar, admirar y saborear el arte (música, escultura, pintura,
arquitectura, literatura...) que, a lo largo de la historia, ha ido creando el genio humano. Y
también, el tiempo que se dedica a la contemplación de las bellezas de la naturaleza, a
saborear la amistad y el amor, a disfrutar del ocio, y a sentirse bien en la fiesta.

1. 4. Tiempo sagrado o religioso


 Es el tiempo que el hombre de las religiones dedica a sus dioses. Generalmente, este
tiempo sagrado ha surgido en torno al tiempo natural. El hombre religioso se siente
vinculado a los ciclos de la naturaleza e invoca a la divinidad para que la tierra, los
animales y personas sean bendecidos con abundante fertilidad. Ésta es signo de que los
dioses le son propicios.
 El hombre religioso se ve sometido a los ciclos de las estaciones y al destino que los
dioses han señalado para todas las criaturas. El hombre es quien tiene la iniciativa y debe
conseguir con sus ofrendas (frutos, cosechas, animales y hasta humanos) que los dioses
fecunden la naturaleza.
 Este tiempo, propiamente hablando, no es un tiempo sagrado, ya que, en definitiva, el
destino, la fatalidad (el dios Fatum) ha sometido al hombre a los ciclos naturales, con sus
estaciones. El hombre se siente encadenado a los diversos tiempos. Mircea Eliade lo
llama el "eterno retorno" de las estaciones y de los tiempos.

1. 5. Tiempo bíblico (Antiguo Testamento)


 Al principio creó Dios el cielo y la tierra (Gén I, I). Este acto marca un comienzo
absoluto. A partir de este momento, las cosas creadas se ven señaladas por un período de
duración. Este modo de ver el tiempo es diferente a las concepciones paganas del
comienzo. Así, en el poema babilónico de la creación se ve al dios Marduk establecer los
marcos del tiempo cósmico y humano: astros, constelaciones, ciclos de la naturaleza.
Entonces comienza el tiempo mensurable. El tiempo humano es un reflejo del tiempo de
los dioses, que ya habían realizado previamente su historia. El tiempo humano es copia
del tiempo de los dioses (tiempo primordial) que se engendraban entre sí. Una lucha entre
dioses hizo aparecer el mundo y los hombres.
 Pero, según el Génesis, Dios no habita en un tiempo primero, en el que desarrolla su
historia. Es totalmente sin tiempo. Dios preexistía antes del tiempo de los seres y de los
hombres. Lo que Dios desarrolló en el tiempo fue su plan, primero la creación y luego el
destino misterioso del hombre.
 Pero el tiempo según la Biblia, no es sólo una criatura de Dios, sino que, por su propia
intervención, el tiempo se convierte en historia de salvación. El pueblo hebreo, como
todos los pueblos, comenzó por celebrar a sus dioses en torno a los ciclos y estaciones de
la naturaleza. En primavera sacrificaba los corderos, pues era el tiempo del nacimiento de
estos animales. En verano, ofrendaba el fruto de las cosechas (espigas...), porque era
entonces cuando se recolectaban los cereales. (Recuérdese el relato de Caín y Abel).
Pero, cuando Israel experimentó la intervención liberadora de Yavé al salir de la
esclavitud de Egipto, entonces celebró a su Dios e instituyó la fiesta de Pascua (paso de
la esclavitud a la libertad). Y la fiesta de las cosechas fue asumida por la fiesta de la
Alianza (Pentecostés), en recuerdo del pacto que Yavé hizo con su pueblo al pie del
Sinaí, cuando le entregó el decálogo, los diez mandamientos.
 Israel reconoce que Dios salva en la historia y así ésta se convierte en tiempo e historia de
salvación. Lo que da sentido al tiempo no es el conjunto de sucesos históricos, sino la
intención de Dios de salvar a la humanidad. No existe un ciego destino ni una fatalidad
que somete a los humanos, como en el tiempo puramente humano y sagrado. El tiempo se
convierte en "sacramento" de salvación, de liberación. El tiempo es criatura de Dios al
servicio de la salvación. Dios crea y entra en el tiempo de los hombres. El tiempo tiene su
origen en Dios, que lo establece al crear los seres (causa fontal) y tiene su finalidad en
Dios (glorificación, salvación). El kronos (tiempo) se convierte así en kairós
(acontecimiento de salvación).
— En tiempo favorable te escuché; en el día de la salvación te ayudé. Pues sepan
que éste es el tiempo favorable, éste es el día de la salvación (2 Co 6, 2).
 El tiempo no es ya un puro fenómeno natural, en el que se olvida su apertura hacia Dios.
El tiempo es:
— tiempo real, en el que el hombre encuentra a Dios y recibe de él su plan, voluntad
y salvación;
— tiempo irreal: perdido, caduco, como promesa que no se cumple, como algo que
no va hacia nada. Es el tiempo del pecado y de los pecadores, que huyen del
encuentro con Dios. En esta situación, el tiempo se convierte para el hombre en
una penalidad. El hombre busca una "eternidad" sin tiempo, filosófica o
seudomística. Y así torna el tiempo vacío, aniquilador, en el cual el hombre se
retorna a sí mismo. Es el tiempo a que se refiere el texto de Pablo:
— en otro tiempo estuvieron sin Cristo, sin derecho a la ciudadanía de Israel,
ajenos a la alianza y su promesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo (Ef 2, I 2).
 El tiempo bíblico tiene un principio, tiene su proceso y tendrá su fin.
 En resumen: el Antiguo Testamento nos presenta distintos modos de temporalidad:
a. el tiempo paradisíaco, en el que Dios estaba abierto al hombre, conversando con él en la
brisa de la tarde (Gén 3, 8);
b. el tiempo del pecado: como tal, es un tiempo perdido. A Dios le pesa haber creado el
mundo (Gén 6, 6), y deja hundirse otra vez en el caos de las aguas a aquel mundo que se
formó saliendo del caos de las aguas (2 Pe 3, 6);
c. el tiempo del Redentor, en el que Dios se toma de nuevo tiempo para el mundo. Son los
tiempos del AT y del NT, a partir de Cristo, como preparación y realización;
d. el tiempo de los hombres, que en Cristo y a partir de él, vuelven a tomar parte en el
tiempo real.

1.6. Tiempo de Cristo


 Es el tiempo de la plenificación (plenitud) del tiempo paradisíaco. Cristo es el primer
proyecto de hombre en el plan de Dios. Cristo es el proyecto del tiempo ideal querido por
Dios. Y en Cristo, Dios tiene acceso total al hombre y el hombre tiene apertura total a
Dios.
 Cristo asume en sí mismo el vacío y perdición del tiempo del pecado. Y lo asume, no
sólo para conocerlo y superarlo, sino, más profundamente, para llenarlo de sentido y de
autenticidad.
 La prueba suprema del amor del Padre al mundo es que, ante la cruz de su Hijo, parece ya
no tener tiempo. Pues...
— tanto amó Dios al mundo, que le dio a su único Hijo, para que todo el que crea
en él, no perezca, sino que tenga la vida eterna Un 3, 6).
 La creación, la liberación, la alianza, la promesa, realidades todas ellas como historia de
salvación, llegan en Cristo a su plenitud. En Cristo glorificado se inaugura el tiempo
nuevo, la plenitud de los tiempos (Ef I , 10; Gál 4, 4), los nuevos cielos y la nueva tierra
(Ap 2 1 , 1-8; 2 Pe 3, 13). Cristo, Hombre nuevo, hace nuevas todas las cosas. Inaugura la
nueva creación.
 En Cristo lo eterno se hace temporal. Se encarnó en el tiempo. Une la eternidad con la
temporalidad. En su cuerpo humanizado, lo eterno se hace temporal. Y en su cuerpo
glorificado, lo temporal se hace eterno. El tiempo está ahora y para siempre, en todas sus
partes y en su totalidad, fundado, puesto y medido por la mediación de Cristo en el nuevo
hoy (Heb 4, 7).
 Cristo es el tiempo verdadero: el ayer, hoy y siempre (Heb 7, 27; 9, 12; 10, 10).
 De una vez para siempre (ephapax) ha realizado el misterio pascual, la única realidad
(hapax) (Heb 7, 27; 9, 12; 10, 10). El tiempo no es algo, es Alguien (Cristo), que le da el
sentido pleno. El tiempo nuevo comienza en el misterio pascual de Cristo. Cristo es el
Hombre nuevo, que hace e inaugura el tiempo nuevo y definitivo para los humanos.
Cristo se hace tiempo y transforma el tiempo en eternidad gloriosa. Glorificado él,
transforma nuestro tiempo en tiempo nuevo y definitivo. Tiempo de salvación, tiempo de
glorificación. Jesucristo es el mismo ayer, hoy y siempre (Heb 13, 8).
 La venida de Cristo da comienzo al cambio del tiempo. Por-en-con Cristo el tiempo se
convierte en un hoy perpetuo de salvación. El que es el centro y fin del tiempo cósmico
en su totalidad se convierte en el tiempo verdadero, pleno, que tiene sentido: el ayer, el
hoy y el siempre; el aquí, el ahora, el alfa y la omega. Es el eterno que está siempre
comprometido en el trascurso de la historia y que, en su humanidad, funda, comienza y
mide el tiempo.

1.7. Tiempo de la Iglesia, tiempo litúrgico


 La historia de la salvación, llevada por Cristo a su plenitud, continúa en todo tiempo. La
historia de la salvación, que se realiza parcialmente en el AT, se vive en la liturgia de la
Iglesia. La liturgia desarrolla un comentario vivo de la Biblia en toda su plenitud y
significado.
 Las riquezas del poder santificador y de los méritos de su Señor... se hacen presentes en
todo tiempo para que puedan los fieles ponerse en contacto con ellos y llenarse de la
gracia de la salvación (Sacrosanctum concilium, 102).
 La liturgia está llena de la presencia salvadora de Cristo, que es el Sacerdote que santifica
al hombre para que ofrezca a la divinidad el culto perfecto. Cristo sigue actuando por
medio de la celebración litúrgica. Y así va realizando, por mediación de la Iglesia, el plan
divino de salvación. El Señor continúa en nuestro tiempo el camino de su misericordia
que inició en su vida mortal.
 El tiempo asume una dimensión litúrgica. Está consagrado y lleno de la gloria del Padre,
que es Cristo. Y por medio del tiempo litúrgico, se da la posibilidad a todo hombre
creyente de configurarse y de conformarse con Cristo.
 El año litúrgico celebra los misterios de la vida de Cristo y, sobre todo, su misterio
pascual, muerte y resurrección. Y en la celebración, ofrece a los fieles, por medio de las
solemnidades, fiestas, memorias o ferias de los tiempos fuertes (adviento-navidad.
cuaresma-pascua-pentecostés) y del tiempo ordinario, la oportunidad de asemejarse a
Cristo.
 Lo que sucedió una vez en la realidad histórica, la solemnidad litúrgica lo celebra de
modo que se repita y así lo renueva en el corazón de los creyentes (San Agustín).
 El misterio de Cristo es rico y múltiple, pero la naturaleza humana es limitada. Una sabia
pedagogía de la vivencia de la fe indica que la asimilación del misterio de Cristo por
parte del creyente es lenta, pero progresiva.
 La encarnación del Verbo no alteró el ritmo natural del tiempo. Él mismo se sometió a
nuestro tiempo y a las diversas etapas de nuestro crecimiento. Nos lo dice el Evangelio de
Lucas (2, 52): Jesús iba creciendo en sabiduría, en estatura y en aprecio ante Dios y
ante los hombres.
 Los días, los años y los siglos entran en el nuevo movimiento impreso por el Redentor del
universo. Por tanto, al hacerse temporal lo eterno, el tiempo se convierte en "sacramento",
o sea, signo eficaz de los misterios que realizó Cristo, por mediación de su humanidad, en
el tiempo. El año litúrgico transfigura el tiempo en sagrado, en salvación. El año litúrgico
tiene la capacidad de rescatar y recuperar el tiempo humano (con sus huellas de pecado,
incluso) en tiempo para la eternidad. El tiempo de la liturgia es el tiempo del hoy de la
gracia.
 La sacramentalidad del tiempo litúrgico es memoria viva y actualizada del misterio
pascual de Cristo y, además, es proyección y promesa, ya comenzada, de la futura
glorificación.
— ¡Éste es el misterio de nuestra fe!
— Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección. ¡Ven, Señor Jesús!
 El Señor, al hacerse en el sacramento coetáneo del creyente, concede al creyente la
posibilidad —abierta básicamente por la fe— de llegar a ser semejante a él, que se hizo
hombre. Y la gracia que él trasmite no es, en ningún momento, separable de su
encarnación, de su relación con la Iglesia, de su historicidad (Urs von Balthasar,
Teología de la historia, p. 106).
 En la comunión entre el Señor y la Iglesia brota aquí de ese modo algo así como un
tiempo sacramental, ante todo, tiempo eucarístico, que se caracteriza porque el Señor
eterno vuelve en cada momento a ser simultáneo con su Esposa, sin someterse, por eso,
al tiempo corruptor, ni ser medido por él. Falta a ese tiempo sacramental todo carácter
de negatividad y corrupción y contiene, por el contrario, toda positividad que
caracterice al tiempo terrenal (Urs von Balthasar, p. 107).

5. Confrontamos nuestra realidad


 ¿Qué nos llama más la atención de estos puntos? ¿Qué hemos podido captar?
 ¿Entendemos que el tiempo para el cristiano es tiempo sagrado, tiempo para consagrar
nuestra existencia, tiempo que mira a la eternidad?
 ¿Nos domina la mentalidad capitalista que hace del tiempo una ocasión para producir
más, para ganar dinero, fama, prestigio, poder? ¿Cómo empleamos nuestro tiempo? ¿En
qué lo empleamos?
 ¿Nos damos cuenta de que la liturgia nos ofrece la posibilidad de transformar nuestro
tiempo en culto a Dios y en santificación nuestra?
6. Nos comprometemos
 Ahora, que estamos comenzando a reflexionar sobre estos temas, ¿a qué nos
comprometemos cada uno y el grupo?
 ¿Qué podemos hacer para invitar a otros amigos y conocidos a que nos acompañen en
estas reflexiones?
 Cuando celebramos los misterios de nuestra fe, ¿cómo lo hacemos? ¿Cómo una devoción
más? ¿Cómo algo que nos une verdaderamente al misterio pascual de Cristo?
7. Juntos oramos
Nos recogemos en una pausa de silencio. Y agradecemos al Señor las luces que hemos
descubierto al reflexionar este tema.
Recitemos este himno de la Liturgia de las Horas (Cuaresma)
Éste es el día del Señor.
Éste es el tiempo de la misericordia.

Delante de tus ojos


ya no enrojeceremos
a causa del antiguo
pecado de tu pueblo.
Arrancarás de cuajo
el corazón soberbio
y harás un pueblo humilde
de corazón sincero.

En medio de las gentes,


nos guardas como un resto
para cantar tus obras
y adelantar tu reino.
Seremos raza nueva
para los cielos nuevos;
sacerdotal estirpe,
según tu Primogénito.

Caerán los opresores


y exultarán los siervos;
los hijos del oprobio
serán tus herederos.
Señalarás entonces
el día del regreso
para los que comían
su pan en el destierro.

¡Exulten mis entrañas!


¡Alégrese mi pueblo!
Porque el Señor que es justo
evoca sus decretos:
la salvación se anuncia
donde acechó el infierno,
porque el Señor habita
en medio de su pueblo.

FICHA DE AUTOEVALUACIÓN
(Ponga una señal debajo de V o F según crea que la afirmación sea verdadera o falsa.)
En las religiones naturales, el tiempo y la historia eran algo inventado por los
1. V F
hombres
En las religiones naturales, las fiestas se organizaban en torno a las estaciones del
2. V F
año
3. La sociedad capitalista valora el tiempo por su productividad V F
4. El pueblo de Israel sólo celebraba las fiestas en honor del Dios Creador V F
5. El pueblo de Israel reconoció que Dios intervenía en su historia V F
El pueblo de Israel siguió celebrando sus fiestas, sobre todo, en torno a las
6. V F
estaciones del año natural
7. Para el Antiguo Testamento, todo tiempo es sagrado V F
Jesucristo, al encarnarse y vivir en el tiempo, convirtió nuestro tiempo en historia
8. V F
de salvación
9. La liturgia celebra en nuestro tiempo el misterio pascual de Jesucristo V F
10
El año litúrgico ofrece a los fieles el tesoro inmenso de la salvación V F
.
2. ¿QUÉ ES EL AÑO LITÚRGICO?

1. Ambientación
La Iglesia, a lo largo de los siglos, ha celebrado cada año el misterio pascual de Jesucristo. El
domingo, llamado "día del Señor", ha sido la fiesta primordial de los cristianos. Más tarde,
añadieron la celebración de la resurrección. Poco a poco, en diversas épocas, se fue completando
todo el ciclo completo del año litúrgico, tal como hoy lo conocemos.
La Iglesia siempre ha tenido conciencia de que, por su mediación, los creyentes en Jesús de
Nazaret se han reunido para escuchar la enseñanza de los apóstoles y participar en la fracción
del pan (He 2, 42).
El año litúrgico nos brinda hoy a los cristianos todo el conjunto de celebraciones en torno, sobre
todo, al misterio pascual de Jesucristo.

2. Vemos la realidad
Si nos preguntamos si el pueblo cristiano entiende y vive el año litúrgico, seguramente
responderemos negativamente. Después del Vaticano II, se dio en la Iglesia un despertar de los
cristianos respecto a las celebraciones litúrgicas. Esto fue favorecido por el uso de la lengua
vernácula en la liturgia. Pero, con todo, hace falta mucha catequesis sobre este tema. Es
necesario que los cristianos vayan comprendiendo cada vez mejor los misterios que celebran.
Que conozcan el papel que les corresponde, y su compromiso de vida se vaya conformando de
acuerdo con cada celebración.

3. Leemos la palabra de Dios (He 2, 42-47)


Los que habían sido bautizados se dedicaban con perseverancia a escuchar la enseñanza de los
apóstoles, vivían unidos y participaban en la fracción del pan y en las oraciones. Todos estaban
impresionados, porque eran muchos los prodigios y señales realizados por los apóstoles. Todos
los creyentes vivían unidos y lo tenían todo en común. Vendían sus posesiones y haciendas y las
distribuían entre todos, según las necesidades de cada uno. Con perseverancia acudían
diariamente al templo, partían el pan en las casas y compartían los alimentos con alegría y
sencillez de corazón; alababan a Dios y se ganaban el aprecio de todo el pueblo. Por su parte,
el Señor cada día agregaba al grupo de los creyentes aquellos que aceptaban la salvación.

Explicación
Éste es uno de los sumarios del libro de los Hechos que describe los rasgos más importantes de
las primeras comunidades cristianas. Con claridad y precisión, Lucas, el autor de este libro,
expone las funciones que toda comunidad cristiana y la Iglesia están llamadas a realizar para
cumplir la tarea de la evangelización. Podemos señalar estas cuatro funciones o tareas
fundamentales que constituyen la evangelización:
a) La catequesis. Desde la palabra y con la palabra, los apóstoles enseñaban
constantemente. La catequesis asumida conduce al conocimiento y aceptación de
Jesucristo, muerto y resucitado por nuestra salvación. Al final de este proceso, el cristiano
pronunciará, con los labios y el corazón: Creo. Con este acto, el cristiano se adhiere a
Jesucristo, proclama su fe y recibe el sacramento.
b) La eucaristía y la oración. El cristiano bautizado se incorpora a la celebración de la
eucaristía, la fracción del pan, y tiene experiencia de Dios en la oración. Crece y vive la
comunidad, sintiéndose miembro activo en la Iglesia.
c) La caridad. La fracción del pan conduce al cristiano a proyectar su fe en la caridad. La fe
acogida, proclamada y rezada ha de ser compartida en la caridad. Es el mandamiento
principal que el Señor nos dejó: ámense unos a otros como yo los he amado Un 15, 12).
d) El testimonio de vida y la misión. Cada discípulo de Jesús tiene que dar testimonio de su
fe y trasmitirla con su palabra y con sus actos.

4. Leemos la palabra de la Iglesia


Desde entonces (Pentecostés), la Iglesia nunca ha dejado de reunirse para celebrar el misterio
pascual: leyendo cuanto a él se refiere en toda la Escritura (Lc 24, 27), celebrando la
Eucaristía, en la cual se hacen de nuevo presentes la victoria y el triunfo de su muerte, y dando
gracias al mismo tiempo a Dios por el don inefable (2 Cor 9, I 5) en Cristo Jesús, para alabar su
gloria (Ef I, 2), por la fuerza del Espíritu. (Sacrosanctum concilium 6).

Reflexión
1. Diferentes nombres
 Lo que ahora llamamos "año litúrgico" no siempre ha sido denominado así.
 En el siglo XVI se le llamaba "año de la Iglesia". Este nombre se aplicaba al conjunto de
las celebraciones festivas.
 En el siglo XVII, se usa el nombre de "año cristiano".
 A finales del siglo XIX, don Próspero Gueranger, monje benedictino, utilizó el apelativo
de "año litúrgico" en su célebre obra del mismo nombre.
 Pío XII usó esta denominación en su encíclica Mediator Dei, en 1947. Y con este nombre
aparece en los documentos del Vaticano II.
 El año litúrgico es "año cristiano" y "año del Señor". Porque su centro es Cristo. Y
también es "año de la Iglesia o eclesiástico", porque la Iglesia lo hace suyo para santificar
el tiempo y la existencia de los hombres.
2. Qué es el año litúrgico
 El año litúrgico es el tiempo favorable, el día de la salvación (2 Cor 6, 2).
 El Vaticano II habla de:
— "sagrado recuerdo en días determinados";
— celebración "del misterio de Cristo en el círculo del año" y de
— conmemoración de "los misterios de la redención" (Sacrosanctum concilium 102).
 Puede definirse el año litúrgico:
— la celebración del misterio de Cristo y de la obra de la salvación en el espacio de un
año (Sacrosanctum Concilium 102);
— es un signo que representa la concreción histórica y dinámica de la presencia del
Señor en la vida de la Iglesia;
— Y, por lo que toca al creyente, el año litúrgico es el resultado de la búsqueda del
mismo Cristo, por medio de la conversión y de la fe.
3. Núcleos teológicos del año litúrgico
 El año litúrgico es presencia de Cristo y de su obra salvadora en el tiempo, y expresión de
la respuesta de conversión y de fe por parte de la Iglesia.
 De aquí se deduce que el año litúrgico tiene doble finalidad:
— presentar y celebrar el misterio de Cristo (mistagogia),
— reproducir este misterio en la vida de los fieles (pastoral o espiritual).
4. Presencia del Señor en sus misterios
 La liturgia es el principal medio de la presencia del Señor en su Iglesia (SC 102).
 Cristo se hace presente con su salvación en:
— la palabra,
— los sacramentos, principalmente en la eucaristía,
— cada uno de los misterios que la Iglesia celebra (SC 102).
 Esta presencia no sólo es subjetiva, limitada a la contemplación y a la reflexión afectiva,
por parte del cristiano, de los misterios de Cristo.
 Es también una presencia objetiva, porque encierra en sí misma una eficacia salvífica
(SC 102).
— Al conmemorar así los misterios de la redención, (la Iglesia) abre la riqueza de las
virtudes y de los méritos del Señor, de manera que aquellos se hacen presentes en
cierto modo, durante todo tiempo, a los fieles para que los alcancen y se llenen de la
gracia de la salvación (SC 102).
 Los tiempos y las fiestas litúrgicas no son "aniversarios" o recuerdos de los hechos de la
vida histórica de Jesús, sino presencia en misterio, es decir, en la acción ritual y en los
signos litúrgicos.
 Los hechos y las palabras, realizados y dichas por Cristo en su existencia humana, ya no
vuelven a producirse. Pero, en cuanto acciones del Verbo encarnado, son
acontecimientos salvíficos (kairoi), actuales y eficaces, para quienes los celebran. Este es
el punto de vista del famoso teólogo benedictino Odo Casel.
 Por eso, el año litúrgico:
— no es una representación fría e inerte de cosas que pertenecen a tiempos pasados, ni
un simple y desnudo recuerdo de una edad pretérita, sino más bien:
— es Cristo mismo que persevera en su Iglesia y prosigue aquel camino de inmensa
misericordia que inició en la vida mortal, cuando pasaba haciendo el bien, con el fin
de que las almas de los hombres se pongan en contacto con sus misterios y, por ellos,
en cierto modo, vivan (Pío XII, Mediator Dei, 205).
 Por medio de la liturgia (sacramentos, tiempos, fiestas), los fieles alcanzan el poder
santificador y los méritos que se encierran en los misterios de Cristo, como si los tocaran
(Lc 6, I 9: Mc 5, 28-30).
 Los "días determinados" del año litúrgico son signos sagrados (sacramentos) que están
inundados de la presencia del Señor (Ver: SC 102 y 105).
5. Seguimiento sacramental de Jesucristo
 La celebración del misterio de Cristo a lo largo del año litúrgico conduce al fiel cristiano
a iniciar y profundizar en el seguimiento de Cristo. Esto no debe entenderse sólo en:
— un sentido moral: copiar y reproducir las actitudes, sentimientos y conducta de
Jesucristo (Flp 2, 5-8), sino, sobre todo,
— en el plano ontológico y sacramental: asimilación y configuración en Cristo (Rom 8,
29; Flp 3, 10; Ef 4, 24).
 Esta configuración con Cristo comienza con los sacramentos de la iniciación cristiana y
trascurre desde el bautismo hasta el tránsito del cristiano de este mundo al Padre.
 Al celebrar los misterios de la vida de Cristo, el cristiano reconoce en su propia
existencia, la vida de Jesucristo. El cristiano ha de ir renovando en sí mismo, la vida del
mismo Jesucristo, que le ha hecho renacer con él a una vida nueva, vivir con él, padecer y
morir con él, para resucitar y ser glorificado juntamente con él (Rom 6, 3-4; Ef 2, 5-6).
 Cada uno de los misterios de Cristo se celebra a lo largo del año litúrgico: encarnación,
nacimiento, muerte, resurrección, ascensión, pentecostés. Tales misterios son el modelo,
referencia y camino para todos aquellos que sacramentalmente se han incorporado a los
mismos misterios de Cristo.
 El año litúrgico presenta, con sabia pedagogía, toda la riqueza de los misterios de Cristo,
para que el cristiano los asuma, los viva, y quede así transformado y glorificado, por la
eficacia sacramental de la celebración.
 "La celebración del año litúrgico tiene una peculiar fuerza y eficacia sacramental para
alimentar la vida cristiana... Con razón, al celebrar el misterio del nacimiento de Cristo y
su manifestación al mundo, pedimos 'poder transformarnos a imagen de aquel que hemos
conocido semejante a nosotros en su humanidad'; y mientras renovamos la pascua de
Cristo, suplicamos a Dios que los que han renacido con Cristo sean fieles durante su vida
a la fe que han recibido en el sacramento" (Pablo VI, Motu propio Mysterii paschalis,
1969).
6. Sentido pastoral del año litúrgico
 El año litúrgico no es sólo un programa, más o menos pedagógico. Lo propio del año
litúrgico está en que celebra los misterios de Cristo. Y con esta celebración, centralizada
en Cristo, se ofrece la salvación al pueblo de Dios.
 El año litúrgico no sólo es un modelo y referencia para el itinerario espiritual del
cristiano, es, sobre todo, la causa actuante, real y efectiva que los misterios de Cristo
realizan con toda eficacia en la vida del que participa en la asamblea litúrgica.
 La celebración repetitiva del año litúrgico pretende acompañar al cristiano en su camino
de transformación, lenta, pero eficaz, hacia la identificación total en Cristo muerto
resucitado.
 El año litúrgico, por parte del Señor glorificado y de la mediación de la Iglesia, es una
nueva oportunidad de la gracia y presencia del Señor en la historia del cristiano. Porque
Jesucristo es el mismo ayer, hoy y siempre (Heb 13, 8) y actúa hoy glorificado con mayor
eficacia salvadora que en su vida mortal.

5. Confrontamos nuestra realidad


 ¿Cómo hemos entendido y vivido el año litúrgico? Dialogamos sobre este punto.
 ¿Qué es lo que celebramos principalmente en el año litúrgico? ¿De parte del Señor? ¿De
nuestra parte?
 ¿Cómo entendemos eso de que el año litúrgico tiene eficacia sacramental? ¿El año
litúrgico es algo más que un modelo para nuestro crecimiento en la fe?

6. Nos comprometemos
 ¿Qué nos proponemos hacer cada uno y en grupo para entender y vivir mejor el año
litúrgico?
 ¿Qué podemos hacer y a qué nos comprometemos para que los hermanos de nuestra
comunidad vivan mejor las celebraciones del año litúrgico?

7. Juntos oramos
En silencio, pensemos qué nos pide el Señor a cada uno de nosotros sobre este punto
reflexionado. Le damos gracias por las luces que hemos recibido, le presentamos nuestros
compromisos y le pedimos su ayuda y su gracia.

OREMOS CON LA LITURGIA


En verdad es justo bendecir tu nombre,
Padre rico en misericordia,
ahora que, en nuestro itinerario
hacia la luz pascual,
seguimos los pasos de Cristo,
maestro y modelo de la humanidad
reconciliada en el amor.
Tú abres a la Iglesia
el camino de un nuevo éxodo
a través del desierto cuaresmal,
para que, llegados a la montaña santa,
con el corazón contrito y humillado,
reavivemos nuestra vocación de pueblo de la alianza,
convocado para bendecir tu nombre,
escuchar tu palabra
y experimentar con gozo tus maravillas.
Por estos signos de salvación,
unidos a los ángeles,
ministros de tu gloria,
proclamamos el canto de tu alabanza:
Santo, santo, santo...

(Prefacio V de Cuaresma)

FICHA DE AUTOEVALUACIÓN
(Ponga una señal debajo de V o F, según crea que la afirmación propuesta sea verdadera o falsa.)
El año litúrgico es solamente un recuerdo de lo que hizo y dijo Jesús en su vida
1. V F
mortal
2. El año litúrgico nos presenta, sobre todo, a Jesucristo como modelo de nuestro V F
camino espiritual
3. El año litúrgico celebra el misterio pascual de Jesucristo V F
4. Cada cristiano debe unirse espiritualmente a la eficacia de la celebración litúrgica V F
5. El nombre de "año litúrgico" fue aplicado en la Iglesia desde hace muchos siglos V F
6. El año litúrgico actualiza la presencia salvífica de Jesucristo V F
7. La eficacia del año litúrgico depende, sobre todo, de la participación del cristiano V F
8. Podemos afirmar que la eficacia del año litúrgico es sacramental. V F
En el centro de la celebración del año litúrgico se encuentra, principalmente, la
9. V F
mediación de la Iglesia
10
En la celebración del año litúrgico hay un pasado, un presente y un futuro V F
.
3. EL AÑO LITÚRGICO, TIEMPO PARA LA IGLESIA
1. Ambientación
El año litúrgico celebra fundamentalmente el misterio pascual de Jesucristo. La Iglesia es la
mediadora de la presencia y aplicación de la salvación que procede del mismo Jesucristo. Y la
Iglesia como mediadora es también la primera beneficiada de dicha salvación.
La Iglesia se considera peregrina hacia la plena glorificación. Y mientras camina hacia la pascua
definitiva se siente "santa y pecadora", necesitada de salvación, al mismo tiempo que se sabe
instrumento consciente de la misma salvación a favor de todos los miembros del pueblo de Dios.
En este tema queremos reflexionar sobre la relación entre el año litúrgico y la Iglesia, receptora y
mediadora de la salvación.
2. Vemos la realidad
Oímos a ciertas gentes, incluso a aquellos que se dicen cristianos: Jesucristo sí, Iglesia no.
Piensan estas personas que pueden tener una relación directísima con el Señor y prescindir de la
mediación de la Iglesia. Y, al fondo, la realidad es que tienen una imagen desfigurada de lo que
es la Iglesia. Piensan que la Iglesia es nada más que una organización, algo así como una
empresa de servicios religiosos. ¡Triste imagen! Y cuando estos cristianos solicitan algún
servicio religioso a la parroquia (bautizos, bodas, funerales), creen que tienen todo el derecho a
que se les conceda, aunque en su vida habitual prescindan totalmente de la Iglesia. ¿Por qué
tienen tal actitud? ¿Por qué buscan en tales casos la mediación de la Iglesia y de sus ministros,
los sacerdotes?
3. Leemos la palabra de Dios (1 Cor 11 , 23-31)
Por lo que a mí toca, (yo, Pablo) recibí del Señor la tradición que les he trasmitido, a saber, que
Jesús, el Señor, la noche en que iba a ser entregado, tomó pan y, después de dar gracias, lo
partió y dijo: "Esto es mi cuerpo entregado por ustedes: hagan esto en memoria mía".
Igualmente, después de cenar, tomó el cáliz y dijo: "Este cáliz es la nueva alianza sellada con mi
sangre: cuantas veces beban de él, háganlo en memoria mía. Así pues, siempre que coman de
este pan y beban de este cáliz, anuncian la muerte del Señor hasta que él venga".
Por eso, quien coma el pan o beba el cáliz del Señor indignamente, peca contra el cuerpo y la
sangre del Señor. Examínese, pues, cada uno asimismo antes de comer el pan y beber el cáliz,
porque quien come y bebe sin discernir el cuerpo, come y bebe su propio castigo. Por eso hay
entre ustedes muchos enfermos y débiles, y son bastantes los que mueren por esta razón. Si nos
hiciéramos la debida autocrítica, no seríamos condenados.
Explicación
En la comunidad cristiana de Corinto se faltaba contra la caridad. Mientras los ricos llevaban
buenos manjares para las reuniones, los pobres se contentaban con unos pocos y sencillos
alimentos. Tales reuniones eran las asambleas de los cristianos para escuchar la palabra de Dios,
orar juntos y celebrar la eucaristía.
Pablo nos trasmite la tradición que él recibió, es decir, la institución de la eucaristía. Y establece
un vínculo esencial e inquebrantable entre la celebración de la eucaristía y la caridad fraterna. De
tal modo que no se puede celebrar la eucaristía y olvidarse de los necesitados. Y menos, con el
pretexto de la celebración, avergonzar y sonrojar a los pobres. Y, en conclusión, propone a los
cristianos de entonces y de siempre que se hagan una autocrítica para ver cuál es la coherencia
que existe en sus vidas entre celebración y vida fraterna.
4. Leemos la palabra de la Iglesia
La liturgia es la cumbre a la cual tiende la actividad de la Iglesia y, al mismo tiempo, la fuente
de donde mana toda su fuerza. Pues los trabajos apostólicos se ordenan a que, una vez hechos
hijos de Dios por la fe y el bautismo, todos se reúnan, alaben a Dios en medio de la Iglesia,
participen en el sacrificio y coman la cena del Señor.
Por su parte, la liturgia misma impulsa a los fieles a que, saciados con los sacramentos
pascuales, sean concordes en la piedad; ruega a Dios que conserven en su vida lo que
recibieron en la fe, y la renovación de la alianza del Señor con los hombres en la eucaristía
enciende y arrastra a los fieles a la apremiante caridad de Cristo. Por tanto, de la liturgia,
sobre todo de la eucaristía, mana hacia nosotros la gracia como de su fuente y se obtiene con la
máxima eficacia aquella santificación de los hombres en Cristo y aquella glorificación de Dios
a la cual las demás obras de la Iglesia tienden como a su fin (Vaticano II, Sacrosanctum
concilium, I O).
Reflexión
1. El año litúrgico es un tiempo para la Iglesia
 El año litúrgico no añade nada esencial al mismo Señor. Lo expresan así distintos Padres
de la Iglesia:
— "El Señor es engrandecido ciertamente; pero no en el sentido de que reciba por
medio de nuestras palabras algo que a él le faltaba, sino porque con estas
palabras él queda engrandecido en nosotros. En efecto, porque Cristo es la
imagen de Dios, cuando alguien actúa con piedad y con justicia engrandece la
imagen de Dios y, al engrandecer esta imagen, también él queda engrandecido
por una mayor participación de la grandeza divina" (San Ambrosio, 4 domingo
de Adviento, Oficio de lectura).
— "El sacrificio puro y acepto a Dios es la oblación de la Iglesia, que el Señor
mandó que se ofreciera en todo el mundo, no porque Dios necesite nuestro
sacrificio, sino porque el que ofrece es glorificado él mismo en lo que ofrece, con
tal de que sea aceptada su ofrenda" (San Ireneo, sábado 2, Oficio de lectura).
— "Si (el Señor) nos mandó seguirlo no es porque necesite de nuestros servicios,
sino para que nosotros alcancemos así la salvación. Seguir al Salvador, en
efecto, es beneficiarse de la salvación, y seguir a la luz es recibir la luz. Pues los
que están en la luz no son los que iluminan a la luz, sino que la luz los ilumina y
esclarece a ellos, ya que ellos nada le añaden, sino que son ellos los que se
benefician de la luz" (San Ireneo, sábado después de ceniza, Oficio de lectura).
— "A continuación añadimos: Santificado sea tu nombre. No en el sentido de que
Dios pueda ser santificado por nuestras oraciones, sino en el sentido de que
pedimos a Dios que su nombre sea santificado en nosotros. Por lo demás, ¿por
quién podría ser santificado si es él mismo quien santifica? Mas, como sea que él
ha dicho: 'Sed santos, porque yo soy santo', por esto pedimos y rogamos que
nosotros, que fuimos santificados en el bautismo, perseveremos en esta
santificación inicial. Y esto lo pedimos cada día" (San Cipriano, martes II, Oficio
de lectura).
 La celebración de la liturgia tiene una referencia esencial a la Iglesia. Es la Iglesia la que
se favorece y enriquece con la liturgia. Todo lo que ha sido contemplado, vivido y
experimentado por Cristo, el Esposo, va haciéndose vivencia en el misterio de la Iglesia,
la Esposa.
 Adviento: Cristo configura a su Iglesia, y en ella a cada uno de nosotros, como la
comunidad de la espera y de la esperanza.
 Navidad: la Iglesia se encarna, como el Verbo, en la realidad cultural y social, para desde
ahí transformar a sus hijos. Y es la Iglesia de la epifanía, que muestra y presenta, como
María, al Salvador.
 Cuaresma: la Iglesia en sus hijos se siente pecadora y necesitada de conversión y
reemprende el camino hacia la pascua liberadora.
 Semana Santa y Triduo Pascual: la Iglesia renueva en sí misma la muerte y resurrección
de su Señor.
 Pascua y Pentecostés: Iglesia que estrena y vive la novedad de la pascua, animada por la
presencia continua del Espíritu del Resucitado.
 Tiempo Ordinario: Iglesia, discípula y peregrina, que vive todavía en esta tierra, con la
fuerza de la pascua, el cada día de su tarea y de su misión en el mundo.
 Hoy Cristo sigue celebrando su misterio pascual en la Iglesia, en nosotros y para
nosotros, para que la Iglesia llegue a ser lo que él mismo es. Hasta que llegue a
configurarse como imagen de Cristo.
2. Identidad y novedad del año litúrgico
 Cada año se vuelven a celebrar las mismas festividades del ciclo litúrgico. Pero no hay
que entender esta repetición como un eterno retorno fatalístico (como en las religiones
paganas), al ritmo de las estaciones de la naturaleza.
 En el año litúrgico, si hay un retorno, es porque es uno y único el misterio fundamental
que se celebra: el de nuestra salvación. Y la misión de la Iglesia es la misma: siempre
tiene que vivir y ofrecer el misterio de Jesucristo para la salvación del mundo.
 Existe, con todo, la novedad en la misma repetición. Es la novedad del momento
presente. Es la novedad de la celebración y experimentación mistérica de la presencia
inabarcable del mismo Jesús Resucitado. Es la vivencia de cada cristiano y de todos los
miembros del pueblo de Dios que van realizando en sí mismos ese proceso pascual de
muerte y resurrección, de identificación con Jesucristo.
 El año litúrgico no es repetitivo, debe ser progresivo, para la maduración y crecimiento.
Siempre será el año litúrgico un "kairós", un tiempo oportuno, que se nos ofrece en el
año, para descubrir nuevas riquezas y reafirmar nuestra andadura en el camino de la
pascua definitiva. Cada año es una nueva gracia y una oportunidad para revivir a Cristo
con la novedad de nuestra experiencia.
 El año litúrgico no es algo facultativo, que el cristiano se puede permitir tomar o dejar. Es
un don que el Señor hace a la Iglesia y la Iglesia, en su mediación, debe entregar
constantemente a los cristianos. Y, en consecuencia, cada cristiano debe unirse vitalmente
a la celebración litúrgica que presenta la fuerza y la vida del Resucitado. Siempre las
celebraciones del año litúrgico serán el lugar privilegiado donde el Señor regala y
derrocha su salvación.
3. El año litúrgico: tiempo para crecer en Cristo
 El año litúrgico, con la celebración del misterio pascual, es una experiencia fundamental
para la vida de la Iglesia. Cada cristiano debe insertarse en el proceso mistérico y pascual
de Jesucristo.
 Por otro lado, la liturgia no es una celebración abstracta. Va celebrando a lo largo del año
los misterios de la vida, muerte y resurrección del Señor. Y a cada uno de los bautizados
los conduce a la iniciación y crecimiento en la vida según Cristo.
 El cristiano debe reproducir en sí mismo "la vida en Cristo", con toda la riqueza de su
propia consagración bautismal al Reino de Dios. Por eso, la Iglesia sigue ofreciendo cada
año la actualización de los misterios del Señor. La liturgia nos comunica toda su riqueza
como la experiencia de la "vida en Cristo" y, al mismo tiempo, como modelo ejemplar y
causa eficaz de una "vida en Cristo" con todas sus exigencias para el bautizado.
4. El año litúrgico: celebración de todo el misterio de Cristo
 Celebramos el misterio de Cristo en su totalidad, es decir, todos los misterios de la vida
de Jesucristo: su espera, nacimiento, vida, pasión, muerte-resurrección, ascensión,
pentecostés y segunda venida.
 La historia del Antiguo Testamento y la historia de la Iglesia peregrina están centradas en
él. Pero el corazón de las celebraciones cristológicas es la pascua. La Iglesia siempre
celebra la pascua. No sólo como algo que da sentido a todo el pasado y a todo el futuro,
sino como realidad definitivamente presente en el mismo Cristo glorificado.
 El año litúrgico celebra, pues, en su conjunto todo el misterio de Cristo, en la diversidad
de las fiestas y tiempos litúrgicos.
 Pero también hay que darse cuenta de que en cada fiesta y en cada tiempo se celebra todo
el misterio de Cristo a la luz de la pascua. Así afirmamos que en cada fiesta celebramos la
totalidad y la integridad del misterio de Cristo. El todo contiene las riquezas de las
partes. El año litúrgico celebra en su plenitud el misterio de Cristo. Pero cada parte
(encarnación, nacimiento, epifanía, vida, muerte, resurrección ascensión...) contiene a
Cristo, es decir, la totalidad del misterio.
5. Confrontamos nuestra realidad
 ¿Vamos entendiendo la profundidad de las celebraciones litúrgicas? ¿Lo habíamos
entendido antes así?
 ¿Qué nos falta para vivir el año litúrgico de tal modo que sea la base de nuestro
crecimiento en la fe como cristianos? ¿Qué valoración damos a todos los ejercicios o
devociones piadosas (novenas, víacrucis, peregrinaciones...) comparándolas con la
celebración del año litúrgico?
 ¿Qué podemos hacer para ir orientando a nuestra comunidad para que viva el misterio de
Cristo en las celebraciones del año litúrgico?
6. Nos comprometemos
Hagamos un compromiso relacionado con la vivencia personal y comunitaria del año litúrgico.
¿Qué se nos ocurre? ¿Retiros de preparación a los tiempos fuertes del año litúrgico? ¿Cursillos?
¿Publicación de catequesis litúrgicas?
7. Juntos oramos
Nos recogemos para hacer unos momentos de oración. Damos gracias a Jesucristo por el tesoro
que nos ha dejado en la Iglesia al celebrar sus misterios en la liturgia. Prometámosle que
trataremos de comprender y vivir las celebraciones.
Oremos con la liturgia de la Iglesia:
Ven, Señor, en ayuda de tu pueblo,
y, ya que nos has iniciado en los misterios de tu reino,
haz que abandonemos nuestra antigua vida de pecado
y vivamos, ya desde ahora, la novedad de la vida eterna.
(Oración de comunión del 5° domingo de Pascua)

FICHA DE AUTOEVALUACIÓN
(Ponga una señal debajo de V o F, según considere que la afirmación propuesta sea verdadera o
falsa)
1. La finalidad más importante de la liturgia es dar culto al Señor V F
2. Podemos afirmar que Dios no busca nuestras alabanzas sino nuestra salvación V F
3. Podemos afirmar que el año litúrgico siempre es el mismo y siempre es nuevo V F
4. En el Adviento celebramos solamente la venida de Jesucristo V F
5. En Navidad celebramos todo el misterio pascual de Jesucristo V F
6. Lo importante de la celebración del año litúrgico es el crecimiento del cristiano en V F
la vivencia de su fe
7. El año litúrgico se celebra, sobre todo, para dar culto al Señor V F
8. El año litúrgico celebra en cada fiesta todo el misterio de Cristo V F
9. El año litúrgico pretende que el cristiano celebre el misterio pascual de Cristo V F
10 La Iglesia, por medio de la liturgia, actualiza la salvación de Jesucristo V F
.
4. ESPIRITUALIDAD DEL AÑO LITÚRGICO

1. Ambientación
Estamos reflexionando sobre el contenido de la celebración del año litúrgico. Queremos
profundizar más en este aspecto, porque lo consideramos fundamental para el crecimiento de la
fe de la comunidad cristiana. Puede parecer repetitiva la reflexión de algunos aspectos. Sin
embargo, es importante volver a meditarlos para que podamos comprender y celebrar con una
participación digna y consciente la presencia del misterio de Jesucristo y centrar en la liturgia
nuestra vida espiritual.
2. Vemos la realidad
En la sociedad actual hay muchas ofertas de todo tipo. Y en el campo religioso, también hay
ofertas de tantos modos y estilos religiosos y muchos otros que ni siquiera podrían llamarse así.
Dentro de la Iglesia, y contemplando los estilos y modos de la religiosidad popular, también
podemos afirmar que nuestro pueblo cristiano piensa y practica una variedad grande de
devociones, mandas, exvotos, novenas, peregrinaciones, mensajes, cadenas, etc. Todo ello
confunde más y más a la gente sencilla, que practica ciertos ejercicios piadosos y actos litúrgicos
que la Iglesia le ofrece, pero no pasa de ahí hacia una vivencia más profunda de su fe y a la
participación comprensiva y consciente de la liturgia.
Sigamos reflexionando en la excelencia de la celebración del año litúrgico para vivirlo más
intensamente en nuestra vida personal y comunitaria.
3. Leemos la palabra de Dios (Rom 9, 31-39)
Si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros? El que no perdonó a su propio Hijo,
antes bien lo entregó a la muerte por todos nosotros, ¿cómo no va a damos gratuitamente todas
las demás cosas juntamente con él? ¿Quién acusará a los elegidos de Dios, si Dios es el que
salva? ¿Quién será el que condene, si Cristo Jesús ha muerto, es más, ha resucitado y está a la
derecha de Dios intercediendo por nosotros? ¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿El
sufrimiento, la angustia, la persecución, el hambre, la desnudez, el peligro, la espada? Ya lo
dice la Escritura: 'Por tu causa estamos expuestos a la muerte cada día: nos consideran como
ovejas destinadas al matadero'.
Pero Dios, que nos ama, hará que salgamos victoriosos de todas estas pruebas. Porque estoy
seguro de que ni muerte, ni vida, ni ángeles, ni otras fuerzas sobrenaturales, ni lo presente, ni lo
futuro, ni poderes de cualquier clase, ni lo de arriba, ni lo de abajo, ni cualquier otra criatura
podrá separarnos del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús, Señor nuestro.

Explicación
Pablo prorrumpe en un himno optimista sobre la salvación que Dios nos regala en Cristo Jesús.
¡Dios nos ama! Ésta es la alegre noticia y realidad. Y ante este acontecimiento, nada tiene que
temer el cristiano. Pablo recuerda algunas fuerzas misteriosas que en aquel ambiente creían que
ejercían ciertas influencias malignas sobre los hombres. Ninguna de esas fuerzas adversas podrá
hacer daño a los que creen en Jesucristo. La fortaleza del amor de Dios, manifestado en la
entrega de su Hijo Jesús, es tan contundente que nada ni nadie podrá separarnos del amor de
Dios.
4. Leemos la palabra de la Iglesia
Esta obra de la redención humana y de la perfecta glorificación de Dios, preparada por las
maravillas que Dios obró en el pueblo de la Antigua Alianza, Cristo el Señor la realizó
principalmente por el misterio pascual de su bienaventurada pasión, resurrección de entre los
muertos y gloriosa ascensión. Por este misterio, 'con su muerte destruyó nuestra muerte y con su
resurrección restauró nuestra vida'. Pues del costado de Cristo dormido en la cruz nació el
sacramento admirable de la Iglesia entera (Vaticano II, Sacrosanctum concilium, 5).

Reflexión
1. En el centro de la celebración, el misterio pascual
 El misterio pascual es el centro de todas las celebraciones litúrgicas, sobre todo, de la
celebración de la Eucaristía. El misterio pascual es el paso del mismo Jesucristo de su
condición humana a la glorificación total y plena. Jesús pasa de su vida histórica, mortal,
limitada en su corporeidad, a la plenificación en su persona y en su misterio. Jesús
Resucitado estrena así la condición del hombre nuevo. Y con él, nos abre el camino para
que todos los creyentes en él, caminemos hacia la novedad de una vida totalmente
conformada al modo del Resucitado.
 En el centro de las celebraciones litúrgicas están no sólo los misterios de la vida de
Cristo, sino, de modo específico, el misterio de Cristo, muerto y resucitado, y de su
camino hacia la pasión y glorificación.
 La vida del cristiano, como la de Cristo, es un itinerario constante hacia la Pascua, hacia
la novedad de una vida transformada por Cristo y en Cristo, por una conversión
necesaria.
 Toda la Iglesia está llamada a crecer en Cristo, asumiendo la misma dinámica de
conversión, que tiene este proceso:
— palabra escuchada, acogida y vivida,
— conversión, transformación de valores, actitudes, sentimientos y obras,
— muerte y resurrección,
— experiencia constante del amor de Dios, manifestado en la caridad hacia los
necesitados,
— misión apostólica.

2. Riqueza de la celebración del misterio de Cristo


 La multiforme gracia de Dios que derramó sobre nosotros, por medio de su Hijo
querido (Ef 1, 6) llega a la Iglesia y a cada uno de nosotros, sobre todo, en el
momento de la celebración litúrgica. La Iglesia se siente transformada en virtud de la
riqueza de gracia que Dios derramó abundantemente sobre nosotros con gran
sabiduría e inteligencia (Ef I , 7-8).
 Así, el misterio de la encarnación (Navidad), que celebra la humanidad de Cristo,
subraya la profunda y rica humanidad de la Iglesia. Ésta es la condición necesaria
para presentarse ante el mundo como signo de salvación.
 La Cuaresma señala a la Iglesia el camino de renovación, como seguimiento de Cristo
hacia la cruz y resurrección. La Pascua indica a la Iglesia, con ejemplaridad y
eficacia, el itinerario de una humanidad nueva con la energía del Espíritu del
Resucitado.
 El Tiempo Ordinario orienta y anima a la comunidad cristiana a perseverar en la
esperanza del Reino, viviendo cada día el Evangelio.
 El Adviento renueva en la Iglesia su vocación misionera, con la esperanza de la
venida de Cristo como Mesías y Salvador de todas las gentes.
 La liturgia mira al crecimiento personal y a la misión que tiene encomendada de
predicar el Evangelio a toda criatura: hacer presente la salvación por medio de la
palabra y de los sacramentos. La Iglesia se siente servidora del mundo, abierta a sus
gozos y esperanzas, fracasos y éxitos, dolores y búsqueda. El ideal cristiano encuentra
en la celebración litúrgica su modelo, su fuerza, su generosidad para vivir la misma
entrega de Jesucristo.
 El cristiano en la liturgia se siente plenamente Iglesia y, al mirar al mundo, se siente
solidario con el dolor y el anhelo humano. La liturgia incorpora al cristiano a la
comunión con el Señor resucitado y, al mismo tiempo, lo sensibiliza para que también
pueda comulgar con la situación concreta del hermano. Es la comunión con el Señor y
con el hermano. La liturgia une y unifica estos dos aspectos o niveles: fe y vida,
oración y acción.
 Toda la vida del cristiano está sumergida en la celebración litúrgica desde su
nacimiento por el bautismo, hasta la entrega en las manos del Creador. La liturgia
ofrece la vida del misterio pascual del Señor Resucitado. El cristiano desde el
bautismo queda injertado en la misma vida de Jesucristo. Cada paso, cada latido, cada
avance, cada momento del cristiano está protegido, fortalecido y animado por la
fuerza del Espíritu del Resucitado.

3. Vivencia intensa del misterio de Cristo


 No se trata solamente de meditar el misterio de la muerte y resurrección. Ni de poner
todo el empeño en imitar a Cristo, pobre y crucificado. Adentrarnos en el misterio
significa mucho más. Es vivirlo con toda intensidad en el ritmo de la celebración
litúrgica.
 La Iglesia, en su liturgia, nos entrega todo el misterio de Cristo, para que cada fiel y la
comunidad creyente se entreguen generosamente a vivir la misma vida de Cristo,
manifestada en la riqueza de sus misterios.
 La Iglesia, al mismo tiempo que nos presenta, en la palabra proclamada, lo que hizo y
dijo Jesús, nos da en la liturgia sacramental toda la energía, gracia y fortaleza que tal
misterio de Cristo nos consiguió para nuestra salvación. De tal modo, que la palabra,
junto con el sacramento, es eficaz en la conciencia de cada cristiano. La palabra se
hace realidad unida a la eficacia del sacramento.
 La Iglesia sigue la misma sabia pedagogía que el Señor Jesucristo. En los tiempos
fuertes y en el tiempo ordinario nos hace introducir, con paciencia y constancia, en el
corazón de los misterios de Cristo. Año tras año, repetidamente, la comunidad
cristiana vive más a fondo el misterio pascual, para que la vida de Cristo, sufriente y
glorificada, transforme la existencia de cada cristiano de la muerte a la vida.

4. Nuestra vida transformada en Cristo


 El misterio de Cristo, celebrado en la liturgia, está llamado a producir en la
comunidad cristiana huellas más profundas. Pues Jesucristo de nuevo inicia en
nosotros todo su camino de muerte y resurrección. Él carga la cruz de cada cristiano.
Él está trabajando por nuestra liberación. Él nos anima, fortalece, pone su parte
mucho más intensa y eficaz que la nuestra. Él muere de nuevo con nosotros. Y él
resucita con nosotros. No se queda solo. Lleva a toda la comunidad cristiana y,
también a toda la humanidad, hacia la plena glorificación. Cristo resucitado, que
conoce nuestra condición, es el protagonista de toda nuestra historia de salvación y
glorificación.
 Han sido sepultados con Cristo en el bautismo, y también con él han resucitado, pues
han creído en el poder de Dios, que lo ha resucitado de entre los muertos. Ustedes
estaban muertos a causa de sus delitos y de su condición pecadora; pero Dios los ha
hecho revivir junto con Cristo, perdonándoles todos sus pecados (Col 2, I 2-13).
 Por tanto, la fe nos ha de llevar a dejarnos impresionar por la acción salvadora del
mismo Jesucristo, que realiza su salvación en la celebración de la liturgia. Dejemos
que la palabra, al leerla nosotros, nos lea también. Dejemos al sacramento que, al
mismo tiempo que nos abrimos a su eficacia salvadora, realice en nosotros el paso (la
Pascua) de nuestra muerte (el pecado) a la vida glorificada.

5. Confrontamos nuestra realidad


 ¿Qué puntos nuevos descubrimos en esta reflexión? ¿Qué aspectos nos parecen
interesantes para compartirlos?
 ¿Cómo vivimos los misterios del año litúrgico? ¿Qué hacemos para diseñar nuestro
crecimiento espiritual al ritmo del año litúrgico?
 ¿Qué podemos hacer para que nuestra familia y comunidad vivan la espiritualidad del
año litúrgico?

6. Nos comprometemos
 ¿Qué compromiso hacemos cada uno y todo el grupo para descubrir y vivir los
valores espirituales del año litúrgico? ¿Qué podemos hacer para animar a otras
personas a descubrir y vivir el contenido espiritual de la liturgia?

7. Juntos oramos
Agradecemos al Señor las luces que hemos recibido en este tema. Hacemos un buen propósito
para adentrarnos en los contenidos espirituales del año litúrgico y para interesarnos por que los
demás también se beneficien de esta riqueza. Oramos con la Iglesia:
Al revivir nuevamente
el misterio pascual,
en el que la humanidad recobra
la dignidad perdida
y adquiere la esperanza
de la resurrección futura,
te pedimos, Señor de clemencia,
que el misterio celebrado en la fe
se actualice siempre en el amor.
(Oración del miércoles de la 2° semana de Pascua)

FICHA DE AUTOEVALUACIÓN
(Ponga una señal debajo de V o F, según crea que la afirmación propuesta sea verdadera o falsa)
1. El misterio pascual es el centro de todas las celebraciones litúrgicas V F
2. Jesús comienza a ser un hombre nuevo en su encarnación V F
3. La liturgia celebra, sobre todo, la muerte de Jesucristo V F
4. Para que el cristiano viva la liturgia, le es suficiente con meditar la entrega de V F
Jesucristo en su misterio pascual
5. La liturgia nos presenta solamente lo que hizo y dijo Jesús V F
6. La liturgia repite cada año la celebración de los misterios de Jesucristo como la V F
naturaleza va repitiendo cada año sus estaciones
7. En la liturgia, Jesucristo inicia de nuevo su camino hacia la muerte y resurrección V F
8. La liturgia tiene la eficacia suficiente para transformar la vida del cristiano V F
9. La liturgia nos hace sentir solidarios con el dolor y el gozo de la humanidad V F
10 La liturgia une y unifica la fe y la vida, lo que creemos y lo que hacemos V F
.
5. CÓMO CELEBRAR EL AÑO LITÚRGICO

1. Ambientación
La mayor parte de los cristianos sustenta su vida espiritual en el cumplimiento de unas normas,
obligaciones y mandamientos. Además, buscan la fuerza necesaria para vivir cristianamente en la
recepción de algunos sacramentos (confesión, comunión), en la participación de la misa y en
algunas devociones. Tal vez, les falta la comprensión sólida de que su fe debe fundamentarse y
alimentarse de la vida en Cristo resucitado, que nos llega, por mediación de la Iglesia, en la
celebración de la liturgia. La Iglesia despliega, a lo largo de todo el año en la liturgia, todos los
misterios de la vida de Jesucristo, para que el cristiano vaya incorporando en sí mismo su propio
proceso espiritual, esa inmensa y rica corriente de salvación que el Señor nos regala en la
liturgia.
Tenemos que hacer un esfuerzo, personal y comunitario, para encontrarnos con la experiencia
del misterio pascual en nuestra vida de fe. En este tema reflexionaremos sobre ciertos modos de
captar el sentido de las celebraciones del año litúrgico.

2. Leemos la palabra de Dios (Col 2, 12-13; 3, 1-4)


Han sido sepultados con Cristo en el bautismo, y también con él han resucitado de entre los
muertos, pues han creído en el poder de Dios que lo ha resucitado de entre los muertos. Ustedes
estaban muertos a causa de sus delitos y de su condición pecadora; pero Dios los ha hecho
revivir junto con Cristo perdonándoles todos sus pecados (Col 2, 1 2- I 3).
Ya que han resucitado con Cristo, busquen las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la
derecha de Dios. Piensen en las cosas de arriba, no en las de la tierra. Han muerto, y su vida
está escondida con Cristo en Dios; cuando aparezca Cristo, que es vida para ustedes, entonces
también aparecerán gloriosos con él (Col 3, I -4).

Explicación
En estos dos textos de la Carta a los Colosenses, Pablo presenta la íntima conexión que se da
entre los bautizados y Cristo. El cristiano ya no se debe a las normas y espiritualidad de la ley.
Ha sido liberado de tales dependencias, para vivir la misma vida de Jesucristo.
Toda la vida del cristiano está injertada, por el bautismo, en la misma vida de Cristo. No es una
mera imitación de Jesucristo lo que el cristiano debe buscar y copiar en su existencia terrena. Es
la misma vida de Cristo la que debe invadir los actos del bautizado. De tal modo que sea el
mismo Cristo quien actúe, sienta, sufra, goce en el bautizado. El discípulo de Jesucristo debe
experimentar profundamente: Estoy crucificado con Cristo, y ya no vivo yo, sino que es Cristo
quien vive en mí (Gál 2, 20).

3. Leemos la palabra de la Iglesia


La liturgia, por cuyo medio se ejerce la obra de nuestra redención, sobre todo en el divino
sacrificio de la eucaristía, contribuye en sumo grado a que los fieles expresen en su vida y
manifiesten a los demás el misterio de Cristo y la naturaleza auténtica de la verdadera Iglesia.
Es característico de la Iglesia ser, a la vez, humana y divina, visible y dotada de elementos
invisibles, entregada a la acción y dada a la contemplación. presente en el mundo y, sin
embargo, peregrina, y todo esto de suerte que en ella lo humano esté ordenado y subordinado a
lo divino, lo visible a lo invisible, la acción a la contemplación, y lo presente a la ciudad futura
que buscamos.
Por eso, al edificar día a día a los que están dentro por ser templo santo en el Señor y morada
de Dios en el Espíritu, hasta llegar a la medida de la plenitud de la edad de Cristo, la liturgia
robustece también admirablemente sus fuerzas para predicar a Cristo y presenta así la Iglesia,
a los que están fuera, como signo levantado en medio de las naciones, para que debajo de él se
congreguen en la unidad los hijos de Dios que están dispersos, hasta que haya un solo rebaño y
un solo Pastor (Vaticano II, Sacrosanctum concilium, 2).

Reflexión
Para poder comprender lo mejor posible el sentido de las celebraciones del año litúrgico,
conviene tener presentes algunas indicaciones de tipo pedagógico que nos llevarán a conocer
mejor el sentido de las fiestas. Indicamos algunas pistas, que cada persona y comunidad habrá de
adaptar a sus propias necesidades.
1. Conocer la historia
 Para comprender el sentido de la celebración litúrgica, es conveniente conocer la
historia de su origen, para entender el porqué de la fiesta o del tiempo. Así nos
adentramos en las fuentes históricas y de fe de la vida de la Iglesia.
 El principio de un tiempo o fiesta litúrgica nos llevará a descubrir las raíces bíblicas,
en las que están fundamentadas las celebraciones. Así, encontramos en el Antiguo
Testamento los antecedentes de la Pascua y de Pentecostés, como también la
expectativa, creyente y profética, por la venida del Mesías. Por medio de ellos,
descubriremos las grandes líneas del Antiguo Testamento, que llegan a su plenitud
con la presencia de Jesucristo: liberación-pascua, alianza, promesa, profecía,
sabiduría. Los textos bíblicos del Nuevo Testamento nos abren a la tradición
sacramental y pascual que el mismo Jesucristo dejó a la Iglesia, así como al modo de
entender y celebrar de las primeras comunidades cristianas.
 La historia nos descubre el desarrollo que, a lo largo del tiempo, han sufrido las
diferentes celebraciones del año litúrgico. Esto nos hará entender mejor la forma de
las celebraciones de nuestro tiempo.
2. Comprender el sentido teológico
 La profundidad del sentido teológico va encubierta en los textos litúrgicos: lecturas de
la palabra, oraciones del misal, lecturas de los Padres de la Iglesia, antífonas,
oraciones, etc. Hemos de descubrir en ellos: la acción de la Trinidad, de la Iglesia y
de cada cristiano que celebra. Y este significado teológico-catequético lo podemos
deducir de la reflexión personal y comunitaria, siempre que nos adentremos con fe y
estudio en los textos litúrgicos.
 En estos fundamentos se expresa y se nutre la fe de la Iglesia y de toda la comunidad.
Se abre al contenido de la teología del misterio que encierra el año litúrgico. Se
contempla la belleza y eficacia del misterio. Y así se alimentan la meditación
personal, la relación fraterna y la vida entera de la comunidad creyente.
3. Acoger y meditar la palabra proclamada
 Cada fiesta litúrgica nos ofrece diferentes textos de la palabra de Dios. Constituyen
éstos una selección cuidada y dirigida hacia la vivencia del misterio que se celebra.
 La palabra proclamada en la liturgia va señalando la dirección en que actúa el
sacramento. Si, por ejemplo, se proclama el Evangelio de la transfiguración del Señor,
la eucaristía ofrecerá a la comunidad celebrante toda la eficacia sacramental para que
la misma asamblea quede transfigurada en su ser y en su obrar. Hay que tener fe viva
en que la palabra proclamada tiene su eficacia sacramental. Es decir, aquello que se
proclama se realiza, si la fe está dispuesta a acoger tal virtud.
 Así pues, cada frase o texto de la palabra, colocada en el tiempo litúrgico, pondrá en
tensión al creyente para que él mismo se ubique en el mismo sentido que la palabra
descubre:
— Marana-tha: Ven, Señor: es la invocación propia de Adviento.
— Aleluya: es la expresión más adecuada del júbilo pascual.
4. La palabra se hace oración
 Los textos litúrgicos ofrecen abundantes pistas y modos para la comunicación con el
Señor. En la celebración de la eucaristía, sobre todo, y en la Liturgia de las Horas, la
Iglesia ofrece una síntesis fundamental de nuestra fe, de nuestro modo de orar según
el misterio o fiesta que se celebra. Hay que dejarse plasmar por el estilo de oración de
la Iglesia en la liturgia, estilo que conecta con el misterio de Jesucristo y con la vida
del creyente.
 La misma liturgia nos ofrece los modelos y guías de nuestra oración comunitaria y
personal. Así a la lectura de la palabra, la Iglesia pone en nuestros labios un salmo
responsorial, que es respuesta de acogida de la palabra de Dios con la misma palabra
inspirada. Recordemos aquella sentencia clásica: lex orandi lex credendi (como se ora
así se cree).
 Cada cristiano ha de esmerarse en leer y meditar con anterioridad las lecturas de la
eucaristía (dominical o diaria), para que, al ser proclamada la palabra, resuene y haga
eco en su corazón y en su vida de fe. Y esa palabra escuchada, orada y celebrada se
extenderá a la vida de cada día.
5. Presencia viva de Cristo en la eucaristía
 Sabemos y creemos que el Señor está presente en la eucaristía y en los sacramentos.
Pero esa fe nos ha de llevar a vivir la manifestación viva y eficaz de dicha presencia
en nuestras vidas. Captaremos las diferentes tonalidades de cada misterio si logramos
penetrar en el sentido que los textos litúrgicos de cada tiempo litúrgico nos presentan.
 Así, por ejemplo, muchos textos de la Cuaresma tienen sentido porque están ligados a
la preparación de los catecúmenos al bautismo y a su celebración en la vigilia pascual.
Una buena catequesis del sacramento de la penitencia se podrá ofrecer, sobre todo, en
una celebración comunitaria del sacramento en los tiempos de Adviento y Cuaresma.
 El centro de la liturgia está en la celebración de los sacramentos. Y cada parte de los
ritos litúrgicos conduce a la asamblea a asimilar el misterio que el sacramento
encierra. Esto se refiere, sobre todo, a la celebración de la Semana Santa, al Triduo
pascual y al Tiempo pascual.
6. Vivir el misterio cristológico
 La celebración digna y provechosa requiere una delicada preparación, para que el
misterio se capte y se viva con toda intensidad. Podemos tener en cuenta estas
indicaciones:
— preparación catequética: para captar lo mejor posible el sentido de la
celebración;
— preparación comunitaria: la comunidad creyente ha de poner todo su interés
en comprender y preparar la celebración;
— participación consciente y activa: la celebración ha de ser cuidada, realizada y
vivida con una gozosa participación y como un don generoso del Señor;
— prolongación en la vida: toda la vida del cristiano ha de estar conformada,
dirigida e impregnada por el misterio celebrado.
7. Síntesis espiritual
La celebración intensa de la liturgia ha de contribuir en cada cristiano a una síntesis de la fe y de
la vida. La fe que se alimenta en la celebración ha de continuarse en la vida, personal y
comunitaria. La celebración fortalece y dirige la vida diaria del creyente. Y ésta queda
conformada y orientada hacia la próxima celebración, para que todo el ser del cristiano se
ofrezca como sacrificio vivo, santo y agradable a Dios. Éste debe ser su auténtico culto (Rom
12, I).
5. Confrontamos la realidad
 ¿Cómo entendemos este tema? ¿Nos hemos dado cuenta en nuestro pasado del
contenido espiritual que celebra el año litúrgico?
 ¿Qué podemos hacer para profundizar los misterios de Cristo que ofrece el año
litúrgico?
 ¿Cómo vivirlo personal y comunitariamente?

6. Nos comprometemos
¿A qué nos comprometemos cada uno y todos en este sentido? ¿Qué podemos hacer para que la
comunidad cristiana viva mejor el contenido espiritual del año litúrgico?

7. Juntos oramos
Pensemos unos momentos en lo que vamos a ofrecer al Señor para vivir mejor sus misterios en la
liturgia. Hagamos un compromiso serio. Pongámoslo en las manos del Señor. Y pidámosle que
seamos fieles a este compromiso.
Oremos con la liturgia de la Iglesia:

Te damos gracias,
Señor y Padre nuestro,
te bendecimos y te glorificamos,
porque has creado todas las cosas
y nos has llamado a la vida.

Tú nunca nos dejas solos,


te manifiestas vivo y presente
en medio de nosotros.
Ya en tiempos antiguos
guiaste a Israel, tu pueblo,
con mano poderosa y brazo extendido,
a través de un inmenso desierto.

Hoy acompañas a tu Iglesia peregrina,


dándole la fuerza de tu Espíritu.
Por medio de tu Hijo
nos abres el camino de la vida,
para que, a través de este mundo,
lleguemos al gozo perfecto de tu reino.

Por eso, con los ángeles y los santos,


cantamos sin cesar el himno
de tu gloria:
Santo, Santo, Santo....
(Prefacio V/a)

FICHA DE AUTOEVALUACIÓN
(Ponga una señal debajo de V o F, según crea que la afirmación propuesta sea verdadera o falsa.)
1. No interesa tanto conocer la historia de las fiestas del año litúrgico para vivir con V F
fruto las celebraciones litúrgicas
2. Todas las fiestas del año litúrgico tienen sus raíces bíblicas V F
3. El conocimiento del contenido teológico de las fiestas litúrgicas ayuda a V F
comprenderlas y a vivirlas mejor
4. El contenido teológico sólo se encuentra en la palabra de Dios que se proclama V F
5. La palabra de Dios proclamada en la liturgia es palabra sacramental. V F
6. La palabra, según los tiempos litúrgicos, va indicando los aspectos en que la V F
palabra de Dios y el sacramento actúan
7. La oración de la Iglesia indica también cómo debe orar el cristiano V F
8. Aunque el misterio de Jesucristo sea único, el cristiano puede ir captando el V F
misterio en diversos aspectos
9. Con tal de participar lo mejor posible en la liturgia, no se ve tan necesaria la debida V F
preparación de cada uno
10 Cada cristiano ha de lograr una síntesis entre fe y vida, celebración y acción, V F
. aunque esto queda al margen de la celebración litúrgica
6. EL AÑO LITÚRGICO, ESCUELA DE ORACIÓN

1. Ambientación
La participación en las celebraciones litúrgicas ha de ser el fundamento de la espiritualidad del
cristiano, en tanto la liturgia nos ofrece la palabra de Dios, el sacramento y textos abundantes en
las oraciones, aclamaciones, plegarias eucarísticas, etc., que pueden ser objeto de nuestra
meditación y orientación y fuerza para nuestra conducta. ¿Por qué no convertir la liturgia en el
centro de nuestro crecimiento en la fe? ¿Por qué no leer y releer, juntamente con la palabra de
Dios, los textos que la liturgia nos ofrece cada día? ¿Por qué no hacer nuestro camino espiritual
desde la riqueza de los textos litúrgicos, sobre todo en los tiempos fuertes?
2. Vemos la realidad
Al comprobar lo que sucede con nosotros y con la mayor parte de los cristianos que conocemos,
podemos afirmar que orar con los textos de la liturgia constituye hoy día una laguna enorme en
la espiritualidad cristiana. El pueblo cristiano no está educado para ello, porque incluso los
pastores, que están a su servicio, tampoco viven la espiritualidad litúrgica a partir de sus textos.
Es una triste realidad, que habrá que subsanar. Reflexionemos sobre los contenidos y modos de
oración que la liturgia nos ofrece.
3. Leemos la palabra de Dios (Rom 12, 1 y 9-16)
Les pido, hermanos, por la misericordia de Dios, que se ofrezcan como sacrificio vivo, santo y
agradable a Dios. Éste debe ser su auténtico culto (Rom 12, 1).
Que el amor entre ustedes no sea hipócrita; aborrezcan lo malo y pónganse de parte de lo
bueno. Apréciense unos a otros como hermanos. No sean perezosos para el esfuerzo;
manténganse fervientes en el espíritu y listos para el servicio del Señor. Vivan alegres por la
esperanza, sean pacientes en el sufrimiento y perseverantes en la oración. Compartan las
necesidades de los creyentes. Bendigan a quienes los persiguen; bendigan y no maldigan.
Alégrense con los que se alegran; lloren con los que lloran. Vivan en armonía unos con otros y
no sean engreídos, antes bien pónganse al nivel de los sencillos. Y no sean autosuficientes.

Explicación
Pablo, al final de su Carta a los Romanos, exhorta a vivir la caridad, a entender y orientar toda la
vida de relación con el prójimo desde un culto agradable al Señor. Toda la vida del cristiano,
personal y comunitaria, se ha de unificar en la práctica del culto a Dios y de la caridad. No se
puede hacer una doble vida, una dicotomía entre la fe y las obras. El culto bien entendido
compromete al cristiano a la conversión de su propia vida y a la colaboración en favor de los
demás.
4. Leemos la palabra de la Iglesia
Aunque la sagrada liturgia sea principalmente culto a la Divina Majestad, contiene también una
gran instrucción para el pueblo fiel. En efecto, en la liturgia Dios habla a su pueblo: Cristo
sigue anunciando el Evangelio. Y el pueblo responde a Dios con el canto y la oración.
Más aún, las oraciones que dirige a Dios el sacerdote —que preside la asamblea representando
a Cristo— se dicen en nombre de todo el pueblo santo y de todos los circunstantes. Los mismos
signos visibles que usa la sagrada liturgia han sido escogidos por Cristo o por la Iglesia para
significar realidades invisibles. Por tanto, no sólo cuando se lee 'lo que se ha escrito para
nuestra salvación' (Rom 15, 4), sino también cuando la Iglesia ora, canta o actúa, la fe de los
asistentes se alimenta y sus almas se elevan hacia Dios a fin de tributarle un culto racional y
recibir la gracia con mayor abundancia (Vaticano II, Sacrosanctum concilium, 33).

Reflexión
1. El año litúrgico, fuente de santificación
 El año litúrgico despliega para el cristiano de hoy toda la riqueza de los misterios de la
vida, muerte y resurrección de Jesucristo. Todo para la salvación del mundo. Y la Iglesia
es la mediadora de esta salvación.
 Sabemos que la liturgia es la cumbre a la cual tiende la actividad de la Iglesia y, al
mismo tiempo, la fuente de donde mana toda su fuerza (SC, 10). Esto se concreta y
desarrolla en las celebraciones que nos ofrece el año litúrgico, principalmente en los
sacramentos, y en la Liturgia de las Horas, oraciones, himnos, etc.
 En cada etapa de la vida del cristiano, la liturgia ofrece a la comunidad cristiana la
oportunidad de transformar su estilo de vida e incorporarse totalmente al misterio pascual
del Resucitado. La misma repetición anual de las celebraciones significa que la liturgia se
dedica a ello incansablemente.
 En los diversos tiempos litúrgicos, el cristiano va modelando su ser y su obrar, con la
muerte al pecado y vicios y con la resurrección constante a una vida nueva. Lo que
comenzó en el bautismo —abrirse a la vida de Dios, incorporarse a Jesucristo, ser
miembro de la Iglesia—, es para el cristiano vocación y misión.
 El sacramento de la penitencia, celebrado comunitariamente en los tiempos fuertes,
renueva el retorno a casa, la amistad y la reconciliación con el Padre y con los hermanos.
 El proyecto del crecimiento en la fe de cada cristiano es el que sintoniza totalmente con el
proceso que la liturgia celebra a lo largo del año. No hay momento ni situación en la vida
humana y religiosa del creyente en el que la liturgia no desempeñe un papel principal y
único.
2. La liturgia: escuela de oración
 La liturgia, por el bautismo, hace al cristiano hijo de Dios. Y para establecer el diálogo de
Padre a hijo y de hijo a Padre, la liturgia abre el oído y la lengua para comunicarse con el
Padre, en su Hijo Jesús.
 La Iglesia interviene con su oración de alabanza, mediación, impetración e intercesión,
para que, desde su propia realidad de santa y pecadora, haga posible que sus hijos
caminen en la santidad de vida, y abandonen la vida de pecado.
 La Cuaresma acompaña los pasos penitenciales y de conversión del cristiano. Ese camino
catecumenal llevará al creyente a renovar (y en algunos casos, a recibir) en la solemne
Vigilia Pascual, la condición de hijos de Dios.
 El cristiano cantará con gozo en el tiempo pascual el Aleluya como nuevo resucitado,
sentirá en sí mismo la presencia de Cristo Resucitado, Señor y Mesías. Sentirá la alegría
de recibir la plenitud del Espíritu del Resucitado en Pentecostés, junto con la comunidad
de creyentes que tenían todo en común y daban testimonio con mucha fortaleza de la
resurrección de Jesús (He 4, 32-33) y participaban en la fracción del pan y en las
oraciones (He 2, 42).
 La oración del cristiano, desde su nacimiento a la fe, será siempre litúrgica, porque
procede de su propio ser de hijo de Dios. Su oración queda informada, conformada y
dirigida por el Espíritu que nos hace hijos adoptivos y nos permite clamar: 'Abbá', es
decir, Padre (Rom 8, l 5).
 La liturgia, al presentar al cristiano distintos formularios, oraciones, himnos, antífonas,
lecturas, plegarias eucarísticas, le enseña cómo debe celebrar. Quien descubra este tesoro
de la liturgia sintonizará perfectamente con la misma oración de la Iglesia.
 La liturgia nos abre el corazón a la oración universal, ensanchando nuestras miras
individualistas, para incorporarnos a las intenciones y necesidades más hondas de la
Iglesia y del mundo.
 En la liturgia hacemos nuestra la oración que nos brinda la palabra de Dios y aprendemos
a escuchar y a responder con las mismas palabras inspiradas de los libros santos. Como lo
hacemos en el salmo responsorial.
 También en la liturgia aprendemos a orar por nosotros mismos, orando como pueblo de
Dios, unidos por una misma comunión, unos mismos sentimientos y una misma plegaria.
 Todo esto requiere celebrar la liturgia en un clima de oración, para que la misma
celebración conduzca a la asamblea cristiana a la oración comunitaria.
3. Los textos de la liturgia: modelo de oración
 El que gusta de la celebración de la liturgia también capta el sabor de los textos.
Aprenderá a orar como oran la liturgia y la Iglesia en la liturgia.
 Las plegarias eucarísticas nos ofrecen un esquema completo de cómo ha de orar el
cristiano:
— acción de gracias,
— memorial de las maravillas de Dios,
— oración de envío y presencia del Espíritu (epíclesis).
— memorial actualizado de la Cena del Señor,
— oración de oblación y ofrenda de Jesús y de los cristianos,
— oración de intercesión y comunión (vivos y difuntos),
— oración de alabanza y de gloria (doxología): Por Cristo, con él...
 Toda los formularios de la eucaristía son modelo de oración:
— reconocer la presencia del Resucitado en la asamblea litúrgica,
— impetración de perdón,
— oración colecta por el pueblo de Dios que celebra,
— escucha de la palabra de Dios y respuesta en el salmo responsorial, en el
aleluya y en el credo,
— oración universal,
— presentación de las ofrendas de pan y vino,
— memorial de la Cena del Señor,
— oración dominical, el Padre nuestro,
— comunión y acción de gracias,
— bendición y envío a la misión.
 La Liturgia de las Horas (Ordenación General de la Liturgia de las Horas, 18).
— celebra todo el año a Cristo Resucitado,
— es la plegaria de la Iglesia y en nombre de la Iglesia,
— es fuente y cumbre de la acción pastoral, porque tiende a que el cristiano
exprese su alabanza,
— es alimento espiritual (OGLH, 22).
 Sin suprimir para nada la lectura orante de la palabra (lectio divina), se le puede
complementar con un tiempo dedicado a saborear los textos litúrgicos y adentrarse en
ellos. Con esta lectura y meditación, el creyente se va preparando para enriquecerse con
los textos de la liturgia. Los textos litúrgicos (también se llaman eucológios) pueden ser
tema de nuestra meditación personal. Siempre deben estar relacionados con la palabra de
Dios. Todo va, en círculo virtuoso, complementándose y alimentándose: la palabra, la
iluminación de los Padres de la Iglesia, los textos litúrgicos...
4. Orientaciones prácticas
 Cada cristiano debe encontrar su ritmo y su método para meditar sobre las oraciones
litúrgicas.
 Nos ponemos en actitud de orar, apagando nuestras inquietudes y distracciones. Nos
ubicamos, mejor, ante el Santísimo, un crucifijo, un icono del Señor. Leemos las
oraciones de la misa, tratamos de interiorizarlas, hacerlas nuestras. Esto nos llevará a
conocer en la celebración qué es lo que pide la Iglesia y nos uniremos mejor a esa
súplica.
 Si en esos textos resuenan algunos versículos de la Biblia, nos detenemos para ir a la
misma fuente de la palabra de Dios. Aprenderemos así cómo la Iglesia asimila la
palabra en una dimensión espiritual.
 Descubriremos el estilo de estas oraciones que, ante todo:
— reconocen la intervención del Dios providente en la historia de la salvación,
— reconocen la intervención de Dios en nuestra personal historia de salvación,
— agradecemos al Señor su generosidad con nosotros, que brota de su amor,
— el agradecimiento es la mejor oración que brota de nuestro corazón.
 A esto nos ayudan los tiempos litúrgicos fuertes. en las solemnidades y fiestas. Las
oraciones, la lectura de la palabra de Dios, el prefacio, etc., se han escogido teniendo
en cuenta el misterio de Cristo que celebramos en ese tiempo: Nacimiento, Epifanía,
Cuaresma, Pasión, Resurrección, Ascensión, venida del Espíritu.
 En el Tiempo Ordinario, no hay que buscar esa conexión entre lecturas y oraciones,
puesto que no se da. Con todo, nos vendrá bien leer con calma y asimilar las
oraciones.
 Más de una vez, la lectura y comprensión de las oraciones nos llevarán a concretar el
mensaje de la palabra. Nos brindarán elementos para la oración personal y para la
homilía.
 Nos ayudará a penetrar el sentido de los textos litúrgicos este sencillo esquema:
— cómo es la acción de Dios (Padre, Hijo, Espíritu),
— cómo es la acción de la Iglesia, — cómo es (debe ser) la acción del cristiano.
 No olvidemos que los textos litúrgicos son la voz y el mensaje de la Iglesia. También
mantienen toda su riqueza y actualidad los escritos de los Padres de la Iglesia, que la
Liturgia de las Horas nos ofrece cada día en el oficio de lectura. Podríamos recordar
aquel aforismo latino: Lex credendi, lex orandi. Que en una traducción libre
podríamos interpretar: "Dime lo que oras y te diré lo que crees".
5. Confrontamos nuestra realidad
 ¿Qué comentarios hacemos acerca de los puntos de este tema? ¿Se nos había ocurrido
que los textos de la liturgia (de todo el año litúrgico) pudieran servirnos de tema de
meditación y oración?
 ¿Qué oraciones usamos en nuestra devoción particular? ¿Qué oraciones usan los
cristianos que conocemos? ¿Qué juicio crítico nos merecen? Recordemos algunas de
las oraciones que muchos cristianos rezan: oraciones infantiles, mandas, novenas para
pedir cosas materiales, cadenas de san Judas...
 ¿Preparamos las celebraciones, sobre todo de la eucaristía, leyendo las oraciones,/ la
palabra de Dios, los prefacios, la plegaria eucarística, etc.? ¿Qué importancia les
damos?
 Más. ¿Hacemos nuestra meditación y oración alguna vez con los textos litúrgicos,
sobre todo los domingos y solemnidades?
 ¿Qué podemos hacer para enriquecer nuestra oración con los textos del año litúrgico?
¿Qué podemos hacer por los demás?
6. Nos comprometemos
 En lo personal, ¿qué compromiso hago? En el grupo, ¿a qué nos comprometemos?
 Lo manifestamos y nos animamos.

7. Juntos oramos
Guardamos silencio unos momentos. Agradecemos al Señor las luces que nos ha regalado al
reflexionar este tema. Le ofrecemos nuestros compromisos. Y oramos con la Iglesia:
Que tu pueblo, Señor,
exulte siempre al verse renovado
y rejuvenecido en el espíritu,
y que la alegría de haber recobrado
la adopción filial, afiance su esperanza
de resucitar gloriosamente.
(Oración del tercer domingo de Pascua)

FICHA DE AUTOEVALUACIÓN
(Ponga una señal debajo de V o F, según que la afirmación propuesta sea verdadera o falsa)
1. El año litúrgico renueva los misterios de la vida de Jesucristo V F
2. La repetición de la celebración de las fiestas del año litúrgico se puede comparar V F
con la repetición de las estaciones de la naturaleza
3. La misma repetición anual de las celebraciones litúrgicas quiere indicar que la V F
liturgia desea que el cristiano se incorpore cada vez más al sentido de dichas
celebraciones
4. No hay momento ni situación en la vida humana y religiosa del creyente en el que la V F
liturgia no desempeñe un papel principal y único
5. La liturgia es escuela de oración, ya que nos enseña a rezar el Padrenuestro V F
6. La liturgia es maestra de oración, pues ofrece al creyente diversos formularios y V F
estilos de oración
7. En la liturgia hacemos nuestra la oración de la Iglesia y oramos por las intenciones V F
universales
8. Las plegarias eucarísticas nos ofrecen muchos aspectos de la oración que podemos V F
aprender y practicar en nuestra oración
9. Todos los formularios de la eucaristía son modelo de oración V F
10 Cada cristiano ha de preferir las devociones y oraciones que mejor le parezca V F
.
7. ESTRUCTURA DEL AÑO LITÚRGICO

1. Ambientación
Hemos reflexionado sobre los contenidos teológicos del año litúrgico y la parte que le
corresponde a la comunidad creyente que celebra. Queremos conocer más del año litúrgico. Y
nos preguntamos sobre su formación a lo largo de los siglos y cómo está actual mente
estructurado y organizado. Este tema nos explicará brevemente, aunque con los datos suficientes,
para entender algo más el año litúrgico y la importancia que tiene para la santificación del
cristiano.
2. Vemos la realidad
Podemos mirar a nuestros cristianos, a los que conocemos, de cerca o de lejos, y preguntarnos:
estas reflexiones que vamos haciendo en nuestro grupo sobre el contenido del año litúrgico, ¿las
hacen otros grupos de Iglesia? En las parroquias, en las comunidades cristianas, en los
movimientos apostólicos, ¿hemos oído que están interesados en este tipo de formación? ¿Qué
acontece? ¿Por qué el cristiano es tan perezoso cuando se trata de su formación en la fe?
3. Leemos la palabra de Dios (Jn 20, 19-22)
Aquel mismo día (el domingo), por la tarde, estaban reunidos los discípulos en una casa con las
puertas bien cerradas, por miedo a los judíos. Jesús se presentó en medio de ellos y les dijo:
—La paz esté con ustedes.
Y les mostró las manos y el costado. Los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús
les dijo:
—La paz esté con ustedes. Y añadió:
—Como el Padre me ha enviado, yo también los envío a ustedes.
Sopló sobre ellos y les dijo:
—Reciban el Espíritu Santo. A quienes les perdonen los pecados, Dios se los perdonará: y a
quienes se los retengan, Dios se los retendrá.

Explicación
El mismo día de la resurrección, Jesús se presenta a los discípulos para darles la alegre noticia de
su presencia como resucitado, el don del Espíritu y el perdón de los pecados. Jesús trasmite a los
discípulos la capacidad de perdonar, en nombre del Señor, los pecados.
Jesús Resucitado inaugura así la nueva época de la Iglesia. Y regala a la Iglesia y al mundo el
don de su Espíritu. Este Espíritu produce en sus discípulos y en todos los creyentes su propia
presencia, la paz y el perdón. Jesús realiza esto el mismo día, el primero de la semana, el
domingo. Los primeros cristianos acogieron el don del Resucitado. Y, desde entonces, el
domingo queda descrito y vivido como "el día del Señor".
4. Leemos la palabra de la Iglesia
La santa madre Iglesia considera deber suyo celebrar con un sagrado recuerdo, en días
determinados a través del año, la obra salvífica de su divino Esposo. Cada semana, el día que
llamó "del Señor", conmemora su resurrección, que una vez al año celebra también, junto con
su santa pasión, en la máxima solemnidad de la Pascua (Vaticano II. Sacrosanctum concilium,
102).

Reflexión
1. Formación del año litúrgico
 Lo que hoy denominamos año litúrgico empieza a desarrollarse en el siglo IV. Durante
los tres primeros siglos, no existía en la Iglesia otra celebración marcada por el ritmo del
tiempo, a no ser el domingo. Aunque existen indicios de una conmemoración anual de la
Pascua.
 A partir de los siglos VII al IX, es cuando los formularios de misas de Adviento se sitúan
dentro de las fiestas de la Navidad. Y los libros litúrgicos comienzan con el domingo
primero de Adviento. Desde entonces, se puede hablar ya de una estructura litúrgica
anual. La denominación apareció más tarde.
 A la formación del año litúrgico contribuyeron diversos factores:
— la capacidad festiva humana,
— las huellas de las fiestas litúrgicas del pueblo judío,
— la fuerza misma del misterio de la salvación,
— los datos de los escritos del Nuevo Testamento nos describen la costumbre de
las primeras comunidades cristianas,
— la posibilidad de las celebraciones litúrgicas que los cristianos experimentaron
en tiempos y en lugares de mayor libertad,
— la lectura de la Escritura en la celebración de la eucaristía, aplicando el sentido
pleno del Antiguo Testamento que llegaba a su plenitud con la presencia del
Resucitado (Lc 24, 26-27; 44-45; He 8, 32-35, y otros).

2. El fundamento teológico
 El acontecimiento central de la muerte y resurrección del Señor se manifiesta y se
proclama como el núcleo central, constitutivo de la predicación de la Iglesia naciente (He
2, 22-36) y de la celebración de la Eucaristía (I Co II, 23-26). Y también como las fiestas
claves de lo que después se llamaría año litúrgico. La fiesta de la pascua que celebraba el
pueblo hebreo alcanza su plenitud y culminación en la pasión y resurrección de
Jesucristo, con la donación del Espíritu Santo (He 2, 32-33).
 La pascua de Jesucristo es el acontecimiento (kairós) salvífico total, verdaderamente
decisivo. Todo lo anterior: la pascua del éxodo de Egipto, la fiesta anual con el sacrificio
del cordero y de los ázimos, sería un anticipo de la pascua plena de Jesucristo en su
inmolación en la cruz.
 La pascua de la celebración litúrgica actualiza la muerte y resurrección de Cristo en la
eucaristía (1 Co II, 26), que se celebra en la Iglesia. La pascua litúrgica es el sacramento,
que hace presente la realidad cumplida en el mismo Jesucristo.

3. La celebración de la pascua en la historia de la Iglesia


 La celebración del domingo, como actualización de la muerte y resurrección del Señor, es
anterior a la celebración anual de la pascua. — "La ley se ha convertido en palabra y lo
antiguo en nuevo, el mandamiento en gracia, la figura en realidad, el cordero en Hijo"
(Melitón de Sardes, Homilía sobre la Pascua).
 La primera noticia de la celebración de la Pascua nos la proporciona Eusebio de Cesarea
en su Historia Eclesiástica, en el siglo II, cuando escribe sobre la famosa cuestión
pascual.
 Las comunidades judeocristianas de Asia Menor observaban un ayuno el 14 del mes de
Nisán, el día en que los judíos se disponían a celebrar su pascua. En cambio, las
comunidades occidentales prolongaban su ayuno hasta el domingo.
 El papa Víctor (+ 203) amenazó con excomulgar a las comunidades de Asia Menor.
Intervino san Ireneo de Lión, para recordar que, unos cincuenta años antes, san Policarpo
de Esmirna había ido a Roma para tratar con el papa Aniceto (+ 156); ambos llegaron al
acuerdo de respetar las respectivas tradiciones. En realidad, se trataba de la misma
celebración en días diferentes.
 Se atribuye al papa Sotero (+ 182) la determinación de celebrar cada año la pascua.
Después, el concilio de Nicea (año 325) estableció para todas las Iglesias la celebración
de la pascua.
 Junto a la fiesta de la pascua se formó también un "tiempo gozoso" de cincuenta días. El
último día se celebraba la ascensión y la venida del Espíritu Santo. Pero por influjo del
texto de Hechos 1, 3, la ascensión empezó a celebrarse a los cuarenta días de la pascua.
Esto ocurrió en el siglo IV.
 Así, la muerte y resurrección del Señor constituyen el acontecimiento de la celebración
semanal, en domingo, y anual, en la fiesta de pascua.
 Poco a poco, se unieron también las celebraciones en torno al culto a los mártires, en los
aniversarios de la dedicación de las Iglesias, en la organización del catecumenado y de la
penitencia, en la institución de los tiempos penitenciales, en las témporas, etc.
 Poco a poco, quedó fijada la estructura del año litúrgico.
5. Confrontamos nuestra realidad
 ¿Cómo vamos entendiendo la teología y estructura del año litúrgico? ¿Nos va interesando
el tema? ¿Tratamos de llevarlo a la práctica? ¿Leemos los textos de la misa y algún
comentario sobre ellos?
 ¿Tratan de vivir con comprensión y participación el ciclo de los tiempos litúrgicos los
cristianos que conocemos?
 ¿Cómo queremos vivir la liturgia de las celebraciones? ¿Qué podemos hacer para que
otros lo hagan?
6. Nos comprometemos
 ¿A qué nos comprometemos cada uno, el grupo y todos?
 ¿Qué podemos hacer para que nuestra comunidad crezca en la asimilación de la liturgia
para el crecimiento de su fe?
7. Juntos oramos
Damos gracias al Señor por las luces que recibimos y por el ánimo que nos damos mutuamente
para comprender y vivir mejor el año litúrgico.
Oramos todos juntos con la liturgia de la Iglesia.
En verdad es justo bendecirte
y darte gracias,
Padre santo,
fuente de la verdad y de la vida,
porque nos has convocado en tu casa
en este día de fiesta.
Hoy, tu familia,
reunida en la escucha de tu palabra
y en la comunión del pan
único y partido,
celebra el memorial
del Señor resucitado,
mientras espera el domingo sin ocaso
en el que la humanidad entera
entrará en tu descanso.
Entonces contemplaremos tu rostro
y alabaremos por siempre
tu misericordia.
En esta gozosa esperanza,
y unidos a los ángeles y a los santos,
cantamos unánimes
el himno de tu gloria:
Santo, Santo, Santo...
(Prefacio X dominical)

FICHA DE AUTOEVALUACIÓN
(Ponga una señal debajo de V o F, según crea que la afirmación propuesta sea verdadera o falsa.)
1. La primera fiesta que se celebró en la Iglesia fue la pascua V F
2. Se puede hablar de una estructura del año litúrgico desde los primeros tiempos de V F
la Iglesia
3. A la formación del año litúrgico contribuyeron las fiestas del pueblo hebreo V F
4. Las fiestas de los judíos fueron un anticipo de lo que serían las fiestas del año V F
litúrgico
5. El misterio pascual, es decir, la muerte y resurrección de Jesús, se celebra V F
continuamente en la liturgia de la Iglesia
6. La celebración del domingo es anterior a la celebración de la pascua V F
7. En los primeros siglos los cristianos pronto se pusieron de acuerdo en señalar la V F
fecha para la fiesta de pascua
8. El concilio de Nicea (siglo IV) estableció para todas las Iglesias celebrar la fiesta V F
de pascua
9. En los primeros tiempos de la Iglesia, se comenzó a celebrar el culto a los mártires V F
10 También, desde los primeros tiempos, se celebraron otras fiestas en torno a los V F
. aniversarios de la dedicación de las iglesias, del catecumenado y de la penitencia
8. EL CALENDARIO DEL AÑO LITÚRGICO

1. Ambientación
Vimos ya en el primer tema que desde siempre los hombres inventaron sus modos de medir los
tiempos, basados, sobre todo, en el movimiento del sol y de la luna. Los calendarios y los relojes
son los instrumentos que han querido plasmar los movimientos solares y lunares, aunque —
sabemos— dichos calendarios no corresponden exactamente con el año solar real.
Queremos reflexionar sobre estos puntos para desde ahí ubicar las celebraciones más importantes
del año litúrgico.
2. Vemos la realidad
El hombre, a lo largo de la historia, ha celebrado siempre tiempos y fiestas, para rendir homenaje
a sus dioses y recibir su protección. Al ritmo de las estaciones naturales, de la rotación del sol y
de la luna, se han ido formando los diversos calendarios que señalan el paso del tiempo y marcan
también el momento adecuado para el cultivo de la tierra y para la fecundidad de personas y
animales.
Hoy, en nuestra civilización marcada por el progreso de la técnica, existen otros modos de medir
el tiempo y señalar el calendario. No nos regimos tanto por el movimiento solar y lunar, pues los
medios técnicos rompen el ritmo natural del día y de la noche, del verano y del invierno... La
tarea laboral se realiza en cualquier época y en las horas nocturnas lo mismo que en las diurnas.
Con todo, nos viene bien echar una mirada atrás en la historia para entender también las fiestas
del año litúrgico.
3. Leemos la palabra de Dios (He 2, 14 y 36-39)
Pedro, poniéndose de pie con los once, levantó la voz y declaró solemnemente (He 2, 14):
Sepan, pues, con plena seguridad todos los israelitas que Dios ha constituido Señor y Mesías a
este Jesús, a quienes ustedes crucificaron.
Estas palabras les llegaron hasta el fondo del corazón, y le preguntaron a Pedro y a los demás
apóstoles:
—¿Qué tenemos que hacer, hermanos?
Pedro les respondió:
—Conviértanse y háganse bautizar cada uno de ustedes en el nombre de Jesucristo, para que
queden perdonados sus pecados. Entonces recibirán el don del Espíritu. Pues, la promesa es
para ustedes, para sus hijos, e incluso para todos los extranjeros, a quienes llame el Señor
nuestro Dios. (He 2, 36-39).

Explicación
Este texto es una parte del discurso de Pedro a los judíos el día de Pentecostés. Presenta el
mensaje central del Evangelio (el kerygma), el anuncio sobre Jesucristo, muerto y resucitado, que
ahora es ofrecido como la buena noticia. Ante este anuncio cada uno ha de tomar postura
libremente, en orden a la conversión.
¿Qué tenemos que hacer? Es el interrogante que debe suscitar en los oyentes el anuncio del
Salvador. La consecuencia, para aquellos que aceptan; será la conversión, el arrepentimiento de
los pecados y la recepción del bautismo y del Espíritu del Señor resucitado.
4. Leemos la palabra de la Iglesia
En el círculo del año (la Iglesia) desarrolla todo el misterio de Cristo, desde la Encarnación y la
Navidad hasta la Ascensión, Pentecostés y la expectativa de la dichosa esperanza de la venida
del Señor (Vaticano II, Sacrosanctum concilium, 102).
En la celebración de este círculo anual de los misterios de Cristo, la santa madre Iglesia venera
con amor especial a la bienaventurada madre de Dios, la Virgen María, unida con lazo
indisoluble a la obra salvífica de su Hijo (SC, 103).
Además, la Iglesia introdujo en el círculo anual el recuerdo de los mártires y de los demás
santos que, llegados a la perfección por la multiforme gracia de Dios y habiendo alcanzado la
salvación eterna, cantan la perfecta alabanza a Dios en el cielo e interceden por nosotros (SC,
104).

Reflexión
1. El calendario lunar y el calendario solar
 El calendario judío era, al mismo tiempo, solar y lunar. Añadía al año lunar un mes cada
dos o tres años. Así se igualaba con el calendario solar. (El calendario lunar, en sus doce
fases, supone un total de 354 días y 8 horas. Mientras que el calendario solar consta de
365 días y 6 horas. Es lo que tarda la tierra en dar una vuelta completa alrededor del sol.)
 Los calendarios solares también plantean problemas de medición del movimiento de
rotación de la tierra sobre sí misma. Ya que su giro completo en torno al sol es algo más
largo que el año solar. Este desajuste produce, por un lado, una duración desigual de los
meses, ya que unos son de 31 días, otros de 30 y hasta de 28 días. Por otra parte, cada
cuatro años hay también un año bisiesto, con un día más en el mes de febrero: lo que da
un año de 366 días.
 El calendario juliano fue decretado por el emperador romano Julio César el año 45 a. C.
Hubo un ligero error de cálculo. Este error dio como resultado que en el siglo XVI se
diese un retraso de diez días con respecto al sol.
 El calendario gregoriano, propuesto por el papa Gregorio XIII en 1582, para corregir el
desajuste de medición, decidió pasar directamente del jueves 4 de octubre al viernes 15
de octubre. Este cambio produjo un caso curioso: Santa Teresa de Jesús murió durante la
noche del 4 al 15 de octubre.
 Este calendario gregoriano fue aceptado rápidamente por los países católicos. En cambio,
fue rechazado durante mucho tiempo por los ortodoxos. Éstos siguieron el calendario
juliano, el de la época de Jesucristo. El calendario gregoriano se aceptó en Rusia en 1918
y en Grecia en 1923. La liturgia ortodoxa conserva aún hoy el calendario juliano. Por eso,
celebra las fiestas litúrgicas en distintas fechas a las de las Iglesias católica y oriental.
2. El calendario litúrgico de la Iglesia católica
 La historia de la formación del calendario litúrgico es muy larga. Pero, nos basta, por
ahora, con recordar los datos más importantes. El calendario litúrgico va combinando dos
tipos de celebraciones:
— el calendario temporal: centrado en los grandes misterios de Jesucristo; y
— el calendario santoral: en torno a la conmemoración de los santos.
 El calendario temporal es el más importante. Da un lugar primordial a los domingos y a
las grandes fiestas, que conmemoran la vida de Jesucristo. La fiesta más importante es la
pascua.
 Este calendario temporal se divide en dos ciclos:
— Adviento-Navidad-Epifanía y
— Cuaresma-Pascua-Pentecostés.
 Se distribuye también el calendario litúrgico en tres ciclos: A. B, C. Es el resultado de la
reforma litúrgica emprendida desde el Vaticano II. En cada año predomina un ciclo. En el
ciclo A se da preferencia a la lectura del Evangelio según san Mateo. En el ciclo 8, se lee
el Evangelio según san Marcos. Y en el ciclo C, tiene la preferencia el Evangelio según
san Lucas. El Evangelio según san Juan completa los domingos y fiestas, según la
orientación de las celebraciones. Así ha quedado enriquecida la parte que el Misal dedica
a la proclamación de la palabra de Dios. En la actualidad, el cristiano tiene oportunidad
de escuchar más abundantemente la palabra de Dios.
2.1. Adviento-Navidad-Epifanía
 A la fiesta de la Navidad le precede el Tiempo de Adviento, que consta de cuatro
domingos. El año litúrgico comienza con el primer domingo de Adviento, que se celebra
cuatro semanas antes del 25 de diciembre.
 La fiesta de Navidad se celebra el 25 de diciembre. No se sabe con certeza por qué se
eligió esta fecha para celebrar la Navidad. Coincide esta fecha con la fiesta pagana del
nacimiento del sol invicto, en el solsticio de invierno. Esto ha hecho pensar que el
cristianismo quiso contrarrestar la fiesta pagana proponiendo la celebración del
nacimiento de Cristo, el verdadero sol de justicia.
 A la fiesta de Navidad le sigue un breve tiempo de acción de gracias que se prolonga
hasta la Epifanía. Se le llama Tiempo de Navidad.
2.2. Cuaresma-Pascua-Pentecostés
 La Cuaresma comienza el Miércoles de Ceniza, cuarenta días antes de la pascua (no se
cuentan los domingos de Cuaresma). No se celebra en una fecha fija, ya que depende de
la fecha de la Pascua.
 Es un tiempo de penitencia y de conversión que culmina en la semana que precede a la
pascua, la Semana Santa.
 La Semana Santa comienza en el Domingo de Ramos. Se conmemora en este día la
entrada triunfal de Jesús en Jerusalén.
 El triduo pascual de la pasión y de la resurrección del Señor, tiene su centro en la
Vigilia Pascual y acaba con las vísperas del Domingo de Resurrección (Normas
universales sobre el año litúrgico y el calendario, I969, núm. 19).
 El Jueves Santo se hace memoria de la última cena de Jesús, la eucaristía.
 El Viernes Santo se celebra la pasión y muerte del Salvador.
 La Vigilia pascual es "la madre de todas las santas vigilias" (San Agustín). Abre el
tiempo pascual, con el retorno del Gloria y Aleluya. El Domingo de Resurrección es el
primer domingo del tiempo pascual.
 El tiempo pascual dura sietes semanas. En este tiempo, se celebra la fiesta de la
Ascensión, a los cuarenta días de la pascua, y Pentecostés, a los cincuenta días. Con esta
fiesta se cierra el tiempo pascual.
2.3. El tiempo ordinario
 El tiempo ordinario tiene una duración de entre 25 a 29 semanas, dependiendo de cada
año. Termina el primer domingo de Adviento. Después de la Epifanía comienza el tiempo
ordinario, que se interrumpe al comenzar la Cuaresma y continúa después de Pentecostés.
2.4. La pascua, una fecha cambiante
 Para determinar la fecha de pascua se usa el calendario lunar, aunque el calendario
gregoriano se basa en el ciclo solar. El concilio de Nicea, el año 325, fijó la fecha de la
pascua en el domingo siguiente a la primera luna llena de primavera (después del 21 de
marzo). Por tanto, la fecha más temprana para la pascua puede ser el 22 de marzo y la
más tardía el 25 de abril.
 Desde la fecha de Pascua se regulan las demás celebraciones:
— Miércoles de Ceniza: 40 días antes de Pascua (sin contar los domingos);
— Domingo de Ramos: 7 días antes;
— Ascensión del Señor: 40 días después de Pascua;
— Pentecostés: 50 días después de Pascua;
— Santísima Trinidad: 7 días después de Pentecostés;
— Corpus Christi: 8 días después de la fiesta de la Trinidad.
2.5. El santoral
 Queda constituido por las fiestas de un número determinado de santos (alrededor de 200).
 A partir de 1969, de acuerdo con la reforma litúrgica del misal emprendida por el
Vaticano II, se cambiaron algunas fechas para coincidir su celebración con el aniversario
de su muerte, ya que para el cristiano la muerte constituye el verdadero nacimiento a la
vida de Dios (SC, I 1 I).
2.6. Fiestas marianas
 En el calendario litúrgico del santoral, destacan, sobre todo, las fiestas en honor de la
Virgen María. Ella como nadie estuvo unida totalmente a la persona y a la misión de su
Hijo Jesús. Vivió intensamente el misterio pascual de su Hijo con la primera comunidad
cristiana. Por eso, la Iglesia le concede en el año litúrgico un lugar primordial, que el
pueblo cristiano acoge con gran devoción en la geografía universal.
 Éstas son las fiestas más importantes en honor a la Virgen María en el calendario
universal:
— La Natividad de la Virgen María, 8 de septiembre.
— La Inmaculada Concepción, 8 de diciembre.
— La Presentación de María en el templo, 21 de noviembre.
— La Anunciación, 25 de marzo.
— La Visitación a su prima Isabel, 31 de mayo.
— Santa María, Madre de Dios, 1 de enero.
 Además, cada país, cada orden y congregación religiosa y cada pueblo invocan a María
con diversos títulos y advocaciones. Recordemos solamente la gran devoción del pueblo
mexicano a la Virgen de Guadalupe, cuya fiesta se celebra el 12 de diciembre.
5. Confrontamos nuestra realidad
 Dialogamos sobre el tema. ¿Hay dificultades? ¿Entendemos todos los puntos? ¿Nos causa
extrañeza alguno de ellos? ¿Qué podemos hacer para vivir mejor el año litúrgico? ¿Qué
podemos hacer para trasmitirlo a los demás?
6. Nos comprometemos
 ¿Qué compromiso concreto hacemos cada uno de nosotros? ¿Cómo lo queremos llevar a
nuestra vida espiritual? Compartimos con el grupo estos buenos propósitos.
 ¿Qué podemos hacer entre todos para elevar el nivel de la formación litúrgica de nuestra
comunidad?
7. Juntos oramos
En silencio, agradecemos al Señor porque la Iglesia nos provee todo el conjunto de fiestas del
año litúrgico para nuestro crecimiento en la fe.
Oramos con la liturgia:
En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación
darte gracias
siempre y en todo lugar,
Señor, Padre santo,
Dios todopoderoso y eterno,
por Cristo, Señor nuestro.
Por él concedes a tus hijos
anhelar, año tras año,
con el gozo de habernos purificado,
la solemnidad de la pascua,
para que, dedicados con mayor entrega
a la alabanza divina y al amor fraterno,
por la celebración de los misterios
que nos dieron nueva vida,
lleguemos a ser con plenitud
hijos de Dios.
Por eso, con los ángeles y arcángeles
y con todos los coros celestiales,
cantamos sin cesar el himno
de tu gloria:
Santo, Santo, Santo...
(Prefacio I de Cuaresma)

FICHA DE AUTOEVALUACIÓN
(Ponga una señal debajo de V o F, según se crea que la afirmación propuesta sea verdadera o
falsa.)
1. El calendario solar y el calendario lunar coinciden en las mediciones del tiempo V F
2. En la celebración del año litúrgico la Iglesia celebra todo el misterio de Cristo V F
3. El calendario gregoriano fue propuesto por el papa Gregorio XIII para toda la V F
Iglesia
4. La Iglesia ortodoxa aceptó también el calendario gregoriano V F
5. El calendario litúrgico actual va combinando tanto el ciclo solar como el lunar V F
6. El calendario litúrgico se compone de dos calendarios: el temporal y el santoral V F
7. El Tiempo de Adviento comprende cuatro domingos, pero no cuatro semanas V F
completas necesariamente
8. No se sabe con certeza por qué se escogió el 25 de diciembre para celebrar la V F
Navidad
9. La celebración más importante de la Semana Santa es la vigilia pascual V F
10 La fecha de la pascua es la que va regulando las fechas de otras celebraciones V F
.
9. EL DOMINGO, FIESTA PRIMORDIAL DEL CRISTIANO

1. Ambientación
El domingo, el día del Señor, es la primera celebración que en la historia de la Iglesia
congregaba al pueblo cristiano. Nació en el calendario litúrgico antes de la fiesta de pascua. Y
desde entonces la liturgia lo ha tenido en gran veneración y ha animado a los creyentes a
celebrarlo y a vivirlo. De aquí se puede deducir la importancia que tiene la celebración del
domingo. No tanto porque en tiempos de dejadez espiritual hubo que imponerlo con un precepto,
sino porque fundamentalmente se celebra el misterio pascual de Jesucristo.
2. Vemos la realidad
Analicemos brevemente lo que sucede entre los cristianos con la celebración del domingo. Hay
quienes participan en la eucaristía dominical "porque es obligación y si no lo cumples, cometes
pecado". Hay cristianos que ni siquiera participan en la misa, porque no saben ni intentan
comprender el gran valor que tiene la celebración dominical para su vida de fe. Otros, si vienen a
la iglesia el domingo, van para rezar algo, para pedir a Dios algún favor, para tenerlo de su parte.
Y la mayor parte de los cristianos, podemos afirmar, que ni siquiera van a misa. Por otra parte, es
cierto que la sociedad moderna ha impuesto la necesidad de trabajar el domingo. Y muchos ya
no tienen tiempo adecuado o suficiente para la misa dominical.
También podríamos dialogar sobre las actitudes que manifiestan los que participan en la
eucaristía: cómo participan, qué tipo de alimento supone para su fe, cómo lo viven, cómo lo
preparan... No falta quienes llegan habitualmente tarde y miran al reloj para ver cuándo se
termina la celebración. Deficiencias, enormes y tristes, que habría que corregir individualmente y
en comunidad.
3. Leemos la palabra de Dios (Lc 24, 13-35)
Aquel mismo día, dos de los discípulos se dirigían a un pueblo llamado Emaús (24, 13)...
Se dijeron uno a otro:
—¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?
En aquel mismo instante se pusieron en camino y regresaron a Jerusalén, donde encontraron
reunidos a los once y a todos los demás, que decían:
—Es verdad, el Señor ha resucitado y se ha aparecido a Simón.
Ellos, por su parte, contaban lo que les había ocurrido cuando iban de camino y cómo lo habían
reconocido al partir el pan (24, 32-35).

Explicación
Este precioso relato es una catequesis. Podríamos titularla: ¿Dónde se presenta el Señor? o
¿Cómo encontrar al Señor? Al final del relato, resalta la presencia del Resucitado en la fracción
del pan, nombre que los primeros cristianos dieron a la eucaristía. Pero, antes de reconocer a
Jesús al partir el pan, los corazones de Cleofás y del otro ya estaban ardiendo por la palabra que
Jesús les dijo y les explicó.
Todo esto ocurrió, como detalla san Lucas, en aquel mismo día, el día de la resurrección, el
primer día de la semana, el domingo.
Todos estos datos nos indican dónde el pueblo cristiano, desde los primeros tiempos, ha centrado
y alimentado su fe, es decir, en las auténticas fuentes: palabra y eucaristía. Al datar la fecha del
suceso, Lucas sugiere la conexión íntima que se da entre: resurrección del Señor, día (domingo)
en que aconteció y celebración del encuentro con el Resucitado.
4. Leemos la palabra de la Iglesia
La Iglesia, por una tradición apostólica que trae su origen del mismo día de la resurrección de
Cristo, celebra el misterio pascual cada ocho días, en el día que es llamado con razón "día del
Señor" o domingo. En este día, los fieles deben reunirse a fin de que, escuchando la palabra de
Dios y participando en la eucaristía, recuerden la pasión, la resurrección y la gloria del Señor
Jesús y den gracias a Dios, que los hizo renacer a la viva esperanza por la resurrección de
Jesucristo de entre los muertos.
Por esto, el domingo es la fiesta primordial, que debe presentarse e inculcarse a la piedad de
los fieles de modo que sea también día de alegría y de liberación del trabajo (Vaticano II,
Sacrosanctum concilium, I 06).
Reflexión
El papa Juan Pablo II publicó el 31 de mayo de I998, solemnidad de Pentecostés, la carta
apostólica titulada El día del Señor, sobre el domingo cristiano. En este tema, queremos exponer
los puntos principales de este documento. Será mejor el fruto de nuestra reflexión si disponemos
del texto mismo de esta carta apostólica.
I. El domingo: día del Creador (Carta apostólica El día del Señor, 8-1 8)
 El primer día es el día de la creación: Al principio creó Dios el cielo y la tierra (Gén 1,
1), y es también el día en que descansó el Señor de su obra. Cuando llegó el día séptimo,
Dios había terminado su obra (Gén 2, 2).
 Vio Dios que todo era bueno (Gén I, 10.12). Este estribillo recuerda la bondad de las
obras creadas. El cosmos, salido de las manos de Dios, manifiesta su bondad.
 Y el domingo, ya desde los principios, es una fiesta pascual. Por medio de la palabra se
hizo todo, y sin ella no se hizo nada de lo que se ha hecho (In 1, 3). En jesús resucitado
llegará la obra de la "nueva creación".
 El sábado, día de descanso para los judíos, da paso al domingo cristiano, por ocurrir el
domingo la resurrección de Jesucristo.
2. El domingo, día del Resucitado y del Espíritu (Carta apostólica El día del Señor, 19-30)
 El sábado judío hacía memoria del último día de la creación. Evocaba, mediante rituales
propios, el descanso del Señor al terminar la obra de la creación.
 Cada ocho días celebramos la presencia del Resucitado: el domingo es la pascua semanal.
Es el "primer día" de la nueva época. Y también es el "octavo día", que apunta al
domingo final, sin lunes.
 El domingo es también el día en que el Resucitado donó a la comunidad cristiana el
Espíritu Santo. Lo describen Juan 20, 19-23 y Hechos 2, 1-41.
 Los cristianos somos los garantes de esta conexión: domingo y resurrección. El domingo
representa, ante todo, el día del Señor y el Señor de los días.
3. El domingo, día de la eucaristía (Carta apostólica El día del Señor, 31-54)
 La Iglesia, por una tradición apostólica que trae su origen desde el mismo día de la
resurrección de Cristo, celebra el misterio pascual cada ocho días, en el día que es
llamado con razón "día del Señor" o domingo (SC 106).
 Siempre que se reúne la comunidad para celebrar la eucaristía, anuncia la muerte y
resurrección del Señor, en la espera de su venida gloriosa. Esto lo manifiesta
especialmente la reunión del domingo, es decir, aquel día de la semana en que el Señor
resucitó de entre los muertos y en el que, según la tradición apostólica, se celebra de un
modo especial el misterio pascual de la eucaristía (Pablo VI, Eucharisticum mysterium,
25).
 En el centro de la liturgia dominical está la eucaristía, la "Cena del Señor". La misa
dominical renueva nuestras raíces y refresca nuestra identidad como la comunidad del
Resucitado, reunida para escuchar la palabra de Dios, orar, y recibir el pan de vida.
 En la eucaristía dominical los cristianos reviven, de una manera intensa, la misma
experiencia que tuvieron los apóstoles la tarde de la pascua, cuando estando reunidos el
Resucitado se les manifestó y los hizo partícipes de su vida, les trasmitió la paz, los hizo
experimentar el perdón de los pecados y comió con ellos (In 20, 19; Lc 24, 36-42).
4. El domingo, día del hombre (Carta apostólica El día del Señor, 55-73)
 El domingo es para el hombre. Puesto que la resurrección de Jesús es para nuestra
salvación y glorificación. Los mismos relatos de las apariciones del Resucitado a sus
discípulos muestran los efectos típicamente humanos que les brinda el Señor: paz,
alegría, convivencia, fraternidad, perdón de los pecados.
 Muchas personas de nuestro tiempo entienden el domingo como una pausa en el trabajo,
un tiempo de descanso y de disfrute de la naturaleza, de los espectáculos, de la unión
familiar o social. Estos valores son auténticamente humanos y hay que verlos como una
prolongación de los efectos saludables de la resurrección de Jesucristo.
 El domingo es una institución que la Iglesia ha compartido desde siempre con la sociedad
humana y ha puesto a su servicio, para resaltar los valores humanos: dignidad,
autoafirmación, liberación, enfoque del ocio y de la diversión.
 Pero el cristiano no se tiene que quedar sólo en los aspectos meramente humanos. Sabe
que el centro del domingo es la eucaristía, el encuentro con el Señor resucitado y con la
comunidad de los creyentes. Por eso hay que poner todo el empeño en participar y
celebrar como asamblea litúrgica la presencia del misterio de Cristo resucitado, para
crecer en la fe y en la caridad.
5. El domingo, fiesta primordial, el día de los días (Carta apostólica El día del Señor, 74-80)
 El Vaticano II selló esta frase: el domingo, día primordial. No es una afirmación gratuita.
La celebración semanal, aunque suene a repetición, constituye para el creyente el modo
habitual para conectar con la eficacia de la redención.
 En los primeros tiempos del cristianismo no existía el ritmo semanal que ahora
conocemos. El domingo no era conocido como espacio social, pausa en el trabajo,
relación familiar. Las fiestas dependían del ritmo mensual y de la arbitrariedad del
emperador. Los días de la semana eran una mera referencia a los dioses de la mitología
astral: día del Sol, de la Luna, de Marte, de Mercurio, de Júpiter, de Venus, de Saturno.
 Los cristianos son los que discreta y decididamente comienzan a establecer un ritmo
semanal, vinculado al domingo, día primordial, el primero de la semana, iluminado por el
acontecimiento determinante de la resurrección. Hasta entonces se le llamaba "día del
Sol" o "día siguiente al sábado", según la terminología judía (Mt 28, 1; Mc 16, 2), por ser
el sabat, el día más importante en el ritmo semanal del judaísmo.
 La expresión cambió por influencia de los cristianos. De "día del Sol" pasará a
denominarse "día del Señor" (dies dominicus) en las comunidades cristianas. Es una clara
referencia a Cristo Jesús, que ha manifestado su gloria y su poder sobre los lazos de la
muerte y la corrupción del sepulcro.

4. Confrontamos nuestra realidad


 ¿Cómo entendemos y vivimos el domingo? ¿Le damos la prioridad que merece?
¿Dedicamos tiempo para participar en la misa y para las obras de caridad?
 ¿Cómo vive el pueblo cristiano el domingo? ¿Tal vez fácilmente dejan la misa por
cualquier motivo? ¿Qué excusas o razones se suelen aducir para no participar en la
eucaristía dominical?
 ¿Qué podemos hacer para lograr una mayor formación de la comunidad cristiana y para
que pueda apreciar y vivir mejor la misa de cada domingo?

5. Nos comprometemos
 Cada uno exprese al grupo su compromiso en orden a mejorar su participación en la misa
dominical y a influir en los demás en el mismo sentido.
 Como persona y como grupo, concretamos nuestro compromiso.

6. Juntos oramos
En una pausa de silencio, agradecemos al Señor las luces que hemos recibido en la reflexión de
este tema. Le ofrecemos gustosos nuestros compromisos.
Oramos con la liturgia
En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación
darte gracias
siempre y en todo lugar,
Señor, Padre santo,
Dios todopoderoso y eterno,
por Cristo, Señor nuestro.
quien, por su misterio pascual,
realizó la obra maravillosa
de llamamos del pecado y de la muerte
al honor de ser
estirpe elegida,
sacerdocio real,
nación consagrada,
pueblo de su propiedad,
para que, trasladados
de las tinieblas a tu luz admirable,
proclamemos ante el mundo
tus maravillas.
Por eso,
con los ángeles y arcángeles
y con todos los coros celestiales
cantamos sin cesar
el himno de tu gloria:
Santo, Santo, Santo...
(Prefacio I dominical)

FICHA DE AUTOEVALUACIÓN
(Ponga una señal debajo de V o F, según crea que la afirmación propuesta sea verdadera o falsa)
1. La celebración del domingo fue anterior a la celebración de la pascua V F
2. Los cristianos siguieron la tradición judía de celebrar el día del sábado V F
3. El sábado judío hacía memoria del último día de la creación, cuando, según el V F
texto del Génesis, el Señor descansó de la obra de la creación
4. Los evangelistas subrayan que la resurrección fue el primer día de la semana V F
5. En el centro de la liturgia dominical está la eucaristía V F
6. El domingo es para el hombre, ya que la resurrección de Jesús es para nuestra V F
salvación
7. El domingo es, sobre todo, para reafirmar los valores y las relaciones humanas. V F
8. La misa dominical es el modo habitual y excelente para que el cristiano conecte V F
con la eficacia de la redención
9. Los cristianos de los primeros tiempos comenzaron a celebrar el domingo V F
10 El domingo comenzó a ser el día más importante de la semana para los cristianos V F
.
¡VIVE EL DOMINGO!
 Cambia de ritmo:
— descansa y vive con más tranquilidad,
— pues es día de fiesta y no de tensiones.

 Cámbiate de vestido;
— adorna la mesa del comedor,
— enciende una vela
— y desea a todos un buen domingo.

 Mira las cosas por su lado bueno,


— olvida la crítica
— y di con frecuencia sí.

 Visita a tu familia,
— tus amigos, tus vecinos,
— a los que están solos y enfermos...

 Llama por teléfono


— a los que has olvidado durante la semana
— y a los que sabes que les gustará oírte.

 Admira la naturaleza,
— oye música,
— lee un libro,
— hojea revistas,
— visita un museo, un parque, un santuario.

 Participa en la vida de tu barrio o de tu asociación.

 No olvides a los que por su trabajo te permiten suspender el tuyo.

 Reúnete en la comunidad cristiana,


— acude a su invitación a orar,
— escucha con ella la palabra de Dios
— y comparte con ella el pan de la vida.

 Déjate hacer por Dios,


— vive en la confianza
— y acoge lo imprevisto.
PARA SABER ALGO MÁS...

1. Ornamentos litúrgicos
 Sólo a partir del siglo IV aparecieron las vestimentas específicas para las celebraciones
litúrgicas.
 En un principio, eran semejantes a las que llevaban los romanos los días de fiesta.
 Los ornamentos más frecuentes son:
— el alba blanca, que evoca la vestidura blanca del recién bautizado;
— la estola indica que quien la lleva ha sido ordenado por el obispo;
— la casulla, que lleva el sacerdote durante la celebración de la eucaristía.

2. Los colores litúrgicos


 El color de la estola y casulla cambia según los tiempos y fiestas litúrgicas.
 El color morado: se emplea en Adviento y Cuaresma;
— evoca: la humildad, la penitencia, la espera, el deseo;
— es el color que desde hace tiempo se utiliza en los funerales.
 El color blanco: es el del tiempo pascual, de las fiestas y de las solemnidades;
— es el color de la resurrección, de la alegría, de la pureza y del triunfo de Cristo y de
los santos.
 El color rojo: se utiliza en la celebración de Pentecostés, como alusión al fuego del
Espíritu;
— en las fiestas y memorias de los mártires, como recuerdo de la sangre derramada en su
martirio.
 El color verde: es el color del Tiempo Ordinario;
— es el color de la esperanza y de la espera en la resurrección.

3. Posturas en las celebraciones litúrgicas


 De pie: significa respeto, atención, disponibilidad; es la actitud del orante cristiano que se
siente "resucitado" por Cristo y "levantado" para siempre a la vida.
— Momentos: al principio de la celebración, canto del aleluya, plegaria eucarística,
comunión, oración final.
 De rodillas: gesto de humildad y adoración. Reducimos nuestra estatura y nos hacemos
"pequeños" ante Dios.
— Momentos: (depende de países y costumbres): en la consagración.
 Sentados: postura de escucha, para acoger la palabra y reflexionar en la homilía.
 Elevar los brazos: con las palmas hacia arriba; gesto de invocación a Dios.
— Momentos: algunos lo hacen al rezar el Padrenuestro.
 Inclinar la cabeza: es aceptar la gracia y la bendición de Dios sobre toda la asamblea.
— Momentos: al recitar el Credo, en las palabras se encarnó de María, la Virgen, y se
hizo hombre, y al recibir la bendición final de la misa.
 Golpearse el pecho: es un signo de humildad y arrepentimiento. Expresa el deseo de
romper y ablandar nuestro corazón demasiado duro y cerrado a Dios y a los hermanos.
— Momentos: al recitar el acto de contrición, en las palabras por mi culpa...
 Gesto de paz: estrechar la mano; es acoger al hermano y despertar en nosotros el amor
fraterno y la solidaridad con el hermano antes de compartir la misma mesa del Señor.
— Momentos: poco antes de la comunión.
 Signo de la cruz: expresa nuestra condición de cristianos, aceptar en nuestra vida la cruz
de Cristo y consagrar nuestros pensamientos, palabras, deseos y obras a Dios, que nos
salva por Jesucristo.
— Momentos: al comienzo de la celebración, a la lectura del Evangelio y al recibir la
bendición.

4. Clasificación de los días litúrgicos


 Los días, según la liturgia, no tienen todos el mismo rango en la celebración. He aquí una
breve clasificación:
— Ferias: son aquellos días que no tienen ninguna conmemoración de santos, de María
o de Jesucristo.
— Memoria libre: son, en general, aquellos días en que se puede celebrar la misa y la
Liturgia de las Horas en honor de un santo.
— Memoria obligatoria: cuando hay que celebrar a un santo o la Virgen.
— Fiesta: hay que celebrar al titular de la fiesta.
— Solemnidad: es el rango mayor del calendario litúrgico. Algunas solemnidades, como
Navidad y Pascua, se celebran durante toda la octava.
 Los calendarios litúrgicos, que indican cuál es la celebración de cada día, son publicados
por la conferencia episcopal de cada país, siguiendo las normas del calendario litúrgico
universal de la Iglesia.

También podría gustarte