Está en la página 1de 9

Poder Judicial de la Nación -1-

Cámara Nacional de Apelaciones del Trabajo


Expte. nº 39.672/2008

SENTENCIA DEFINITIVA NRO. 74744 . SALA V. AUTOS: “VARGAS


VERONICA C/ VESTIDITOS S.A. S/ DESPIDO” (JUZGADO Nº 20).

En la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, capital federal de la República Argentina, a


los 28 días del mes de DICIEMBRE de 2012 se reúnen los señores
jueces de la Sala V, para dictar la sentencia en esta causa, quienes se expiden en el orden
de votación que fue sorteado oportunamente; y EL DOCTOR OSCAR ZAS dijo:
I). Contra la sentencia dictada en la instancia anterior que admitió
sustancialmente los reclamos salariales e indemnizatorios de la demanda, se alza la parte
demandada a tenor del memorial presentado a fs. 679/686, que mereció réplica de la
parte actora a fs. 695/697. Asimismo, la perito contadora apela los honorarios que le
fueron regulados por considerarlos reducidos.
II). La parte demandada esencialmente se queja por cuanto en la sentencia
apelada se tuvo por demostrado que la actora “…ha sido víctima de acoso moral y de un
trato persecutorio y de hostigamiento vinculado a la relación laboral, en principio con
Entebi y, posteriormente, con los directivos de la empresa…” (ver fs. 671, antepenúlt.
párr.) y, sobre dicha base, se consideró viable la reclamación de la demanda en concepto
de daño moral y justificada la resolución del contrato de trabajo decidida por la actora y
procedentes las indemnizaciones derivadas de éste (ver dos últimos párrafos de fs. 672).
En orden a tales cuestiones, por razones de método analizaré en primer
término los agravios que giran en torno a la legitimidad del despido decidido por la
actora.
Desde la perspectiva de análisis que impone el art. 243 de la L.C.T., a fin
de precisar la causal invocada para decidir el despido indirecto del caso, corresponde
estar a los términos del telegrama de fecha 13 de diciembre de 2006, el cual, respecto de
lo que aquí interesa, textualmente reza: “…RATIFÍCOLE QUE JAMÁS SE ME
OFRECIÓ CAMBIO DE SECTOR ALGUNO, HABIÉNDOSEME ASIGNADO
UNILATERALMENTE NUEVAS TAREAS LAS CUALES DEBO DESARROLLAR
EN UN AMBIENTE INAPROPIADO, AISLADA DE COMPAÑEROS DE TRABAJO,
SIN RECURSOS NI CAPACITACIÓN ALGUNA, ASIMISMO, DEBO CONTINUAR
SOPORTANDO INJUSTIFICADOS ATAQUES CONTRA MI PERSONA, POR
PARTE DE SUPERIORES JERÁRQUICOS, VIOLENCIA MORAL QUE SE HA
INCREMENTADO TRAS MI RECLAMO, Y QUE TIENE POR OBJETO PRECISA-
MENTE FORZARME A DESISTIR DEL MISMO, EN CONSECUENCIA, NO
HABIENDO REGULARIZADO SITUACIÓN LABORAL Y CONTINUANDO CON
VUESTRO ILEGÍTIMO ACCIONAR, RESULTANDO INFRUCTUOSOS TODOS Y
CADA UNO DE LOS REITERADOS RECLAMOS QUE EN FORMA VERBAL Y
-2-

DOCUMENTADA HE PRACTICADO CON EL OBJETO DE HACER CESAR EL


ABUSO DE AUTORIDAD DENUNCIADO Y EL REESTABLECIMIENTO DE LAS
CONDICIONES DE TRABAJO UNILATERALMENTE ALTERADAS, CONFIGU-
RANDO SU SISTEMÁTICA NEGATIVA UNA INJURIA QUE POR SU GRAVE-
DAD NO CONSIENTE LA PROSECUCIÓN DEL VÍNCULO LABORAL, CONSIDÉ-
ROME EN SITUACIÓN DE DESPIDO…” (ver fs. 10 últ. párr. y vta.). De los términos
transcriptos se observa que las causas en que sustentó la actora la medida resolutoria
consistieron en la prosecución de malos tratos y abuso de autoridad por parte de sus
superiores jerárquicos, como así también en una extralimitación de las facultades de
organización de empleador.
Liminarmente debo señalar que la actora omite en dicha comunicación
precisar cuáles habrían concretamente sido los hechos configurativos de la injuria, es
decir, en qué habrían consistido y cuándo sucedido los hipotéticos episodios que
entiende configurativos de violencia moral y abuso de autoridad. Del mismo modo,
tampoco se indican las razones por las que entiende que la empleadora vulneró el art. 66,
L.C.T. (t.o.), en tanto omite precisar cuál sería el perjuicio moral o económico emergente
de éstas, ni objetiva las razones por las que entiende que el ambiente de trabajo resulta
“inapropiado”, como así tampoco qué perjuicio conllevaría el hecho de prestar tareas
“aislada de compañeros de trabajo, sin recursos ni capacitación alguna”.
Estas omisiones implican, a mi modo de ver, un incumplimiento a la incumplimiento del
carga que impone el mentado art. 243 de la L.C.T. de “expresar en forma suficientemen- art.243 LCT
te clara los motivos en que se funda la ruptura del contrato”. Por añadidura, observo que
aquéllas tampoco fueron clarificadas en el escrito de demanda, a poco que se repare en
que en éste –respecto de tales extremos fácticos- se limitó nuevamente a una genérica
referencia a la prosecución del hostigamiento y violencia moral y a la modificación
unilateral de las condiciones de trabajo, sin expresar los hechos que considera configura-
tivos del hipotético acoso u hostigamiento (fs. 10, 3er. párr.), ni el perjuicio material o
moral de la modificación de tareas, en el que reiteró que fue trasladada a un lugar
“inadecuado, completamente aislada de los demás, sin otorgársele los elementos
mínimos e indispensables para el desarrollo de su actividad… (y) que nunca se le brindó
capacitación adecuada como así tampoco pautas de trabajo claras y concretas” (ver fs.
8vta., últ. párr. y 9). Por ende, también se verifica un incumplimiento de la carga que
prevé el inc. 4º del art. 65 de la ley 18.345 de explicar claramente los hechos en que se
funda la demanda, lo cual obstaculiza –a su vez- un juzgamiento válido sobre el punto
por aplicación del principio procesal de congruencia (arts. 34 inc. 4º, 163 inc. 6º y 164,
C.P.C.C.N.), de indudable raigambre constitucional.
No obstante todo lo anterior, considero que los elementos de prueba
Poder Judicial de la Nación -3-
Cámara Nacional de Apelaciones del Trabajo
Expte. nº 39.672/2008

medios de prueba rendidos en autos no verifican la existencia de un trato hostil o de un ejercicio abusivo
de la autoridad al momento en que la actora decidió denunciar el contrato de trabajo,
como así tampoco hallo demostrado que la parte demandada haya vulnerado el art. 66,
L.C.T. (t.o.). Obsérvese que si bien el testigo Miguel Ángel Aldavez (fs. 600/603)
manifestó que vio a la actora trabajando en el establecimiento de Agustín García 1330 en
un sector “…en forma precaria, que en ese momento era peor, que le sacaron la
computadora, el teléfono, que no tenía ni lapicera … que el lugar era peor que el que
donde estaba antes la actora…” (fs. 601), lo cierto es que, más allá de que el deponente
no expuso de manera circunstanciada cuándo es que observó tales condiciones, tampoco
surge que se tratara de una situación permanente ni que la hipotética falta de tales
instrumentos de trabajo haya sido con el propósito de perjudicar moralmente a la actora,
máxime si se considera el escaso tiempo que dijo haber prestado tareas la actora en el
último sector asignado y que la accionada adujo la transitoriedad de tales condiciones
por tratarse de un nuevo puesto de trabajo (ver fs. 9vta.). Similares consideraciones
merecen las manifestaciones de la testigo Alicia Nunes Velloso (fs. 604/605), en cuanto
expuso que recibió “…la orden de la gerente de distribución de no hablar con la
no se invocaron en
actora…” y que “…en una oportunidad caminando por uno de los pasillos del 1º piso del
la demanda
edificio, le llamó la atención los gritos de un gerente, Daniel Erejmovich, yendo por el
pasillo, que estaba la puerta abierta que da a comercio exterior, escuchó del gerente de
comercio exterior que decía `te vas´ a la actora, gritaba muy fuerte esta persona, dio un
portazo Daniel Erejmovich, y la actora salío…” (fs. 604 in fine/605). Sin embargo, tal
como señala la recurrente (fs. 681), se trata de hechos que ni siquiera fueron invocados
en la demanda, por lo que resultan ajenos a los términos en que quedó trabada la litis, no
obstante lo cual cabe remarcar que éstos no se hallan apuntalados por otros elementos de
prueba y, por el contrario, son controvertidos por la versión fáctica que expuso Graciela
Petronila Remeikis (fs. 322/325) acerca de los términos en que se desarrolló ese último
tramo de la relación laboral (arts. 90 L.O. y 386 C.P.C.C.N.).
Por otra parte, en lo que atañe a la razonabilidad de la modificación de las
la modificación de las
condiciones de prestación de las tareas, basta con remarcar que ésta ha sido requerida por
condiciones de la
prestación fue solicit la propia trabajadora, tal como surge del telegrama de fecha 10 de noviembre de 2006 en
por la propia actora el que se solicitó el “traslado de sector dentro de la empresa” (ver fs. 7vta.) y de lo
expresado en la demanda en el sentido que la actora reiteradamente solicitó un cambio
de sector (ver fs. 8 últ. párr.).
En suma de las consideraciones expuestas, al no haberse invocado ni
voto para revocar lo debidamente demostrado la existencia de una justa causa que imposibilite la prosecución
decidido en la inst del vínculo laboral, en los términos que exige el art. 242 de la L.C.T., voto por revocar lo
anterior y rechazar las
decidido sobre este punto en la sentencia apelada, y rechazar las indemnizaciones
indemniz
-4-

derivadas del disctracto con sustento en los arts. 232, 233 y 245 L.C.T. e incrementos de
los arts. 2º ley 25.323 y 16 ley 25.561 (art. 499 Cód. Civil).
III). Corresponde ahora abordar el tratamiento de los agravios que plantea
la accionada contra la condena impuesta en concepto de daño moral. A tal efecto,
cuestiona la recurrente la valoración de la prueba testimonial efectuada por la judicante
de grado anterior. Así puntualiza que “…sólo ha considerado los argumentos de la
actora, `transcribiendo´ la declaración de dos testigos, sacando de contexto la declaración
de los testigos de la demandada…” (fs. 679 vta., pto. III). Sin embargo, considero que
los cuestionamientos que plantea la quejosa no afecta el mérito de los testimonios
valorado en la sentencia en crisis.
Ello así por cuanto si bien la recurrente señala respecto del testigo
Aldavez que “…trabaja en el edificio de enfrente y no deja de enrostrarle a Liliana
Entebi ninguna maldad posible…” y que “…en su descripción de maldades, casi ha
agotado todos los hechos o circunstancias que se mencionan como ejemplo de mal trato
en los libros…” (fs. 679 vta., pto. IV), omite precisar las razones por las que entiende
que no se debería receptar la versión fáctica expuesta por este deponente, es decir, si
considera que ésta ha sido falaz y, en su caso, los fundamentos para tal cuestionamiento.
En lo que atañe al testimonio de Nunes Velloso (fs. 604/605) la quejosa centra su crítica
en el episodio expuesto por éste entre la actora y el gerente de comercio exterior, como
así también con relación a que la gerente de distribución le habría prohibido hablar con
la actora, mas tales hechos -que he analizado precedentemente al tratar la legitimidad de
la resolución del contrato de trabajo- no hacen a la cuestión aquí analizada, que se
relaciona con la existencia –o no- de los malos tratos y hostigamiento que dijo haber
padecido la actora, en especial, de la Sra. Liliana Entebi. En tal ilación, observo que la
recurrente omite cuestionar en forma concreta y razonada las declaraciones de esta
deponente con respecto al trato despectivo y controles exagerados de Liliana Entebi
(arts. 90 L.O. y 386 C.P.C.C.N.).
Por otra parte, no puede soslayarse que la testigo Graciela Petronila
Remeikis (fs. 322/325), también hizo referencia a ciertas dificultades de trato con los
empleados por parte de la Sra. Liliana Entebi, en tanto dijo conocer que la actora
“…estaba disconforme con Liliana Entebi en su trato diario, que era su jefa, que en las
charlas que mantuvo la dicente con la actora le comentó la actora a la dicente estas
diferencias que tenía… que estas diferencias eran las mismas diferencias que tenía la
dicente con Liliana Entebi, que Liliana Entebi es una persona bastante contundente en la
manera que quiere que se cumplan las tareas, y hay veces que la manera en que lo dice
Liliana Entebi puede llegar a molestar al que lo escuche…” (fs. 325). En cuanto al
testimonio de Marcela Andrea Mandolini (fs. 475/7) al que también hace referencia la
Poder Judicial de la Nación -5-
Cámara Nacional de Apelaciones del Trabajo
Expte. nº 39.672/2008

quejosa, observo que ésta expuso que “…solo hacían uso del teléfono de la oficina de
Liliana Entebi, que Liliana Entebi hizo una reunión y pidió de retirar los teléfonos en
principio retiró el de la actora porque decía que se hacían muchas llamadas personales, y
por ende para ser justa retiró también el de la dicente, que el handy recuerda que cree que
la actora había perdido un cargador y por eso la empresa le retiró el handy a la actora,
que lo sabe porque Liliana Entebi dijo que no iba a haber más handy…” (fs. 476/477).
Lo expuesto denota que la intención de quitar el teléfono fue dirigida contra la actora, y
se evidencia la
conducta denunciada sólo por una hipotética razón de equidad fue aplicada también a la deponente. De igual
por la actora. modo, se ve corroborado que a la actora le fue quitado el uso del “handy”. Lógicamente
que estas circunstancias no objetivan por sí solas la existencia de un acoso laboral, pero,
en conjunto con los restantes elementos de prueba, evidencian la conducta denunciada
por la actora (art. 163 inc. 5º, C.P.C.C.N.).
En un lineamiento similar, cabe asimismo considerar que la ex empleado-
ra desconoció los malos tratos y hostigamiento denunciados por no constarle y, a la par
de ello, accedió a modificar el ámbito o sector de trabajo, lo cual –cuánto menos-
trasluce la ausencia de convicción de la demandada acerca de las imputaciones efectua-
das por la actora. En este sentido observo que en el escrito dirigido a este Tribunal
sostiene, en relación al reclamo planteado por la actora en fecha 22 de noviembre de
2006 que “El abuso de autoridad que menciona ya había cesado, pues se encontraba

indicio favorable a lal trabajando en un nuevo edificio…” (fs. 681 vta., penúlt. párr.). Tales consideraciones
plataforma fáctica también permiten ser interpretadas como un indicio favorable a la plataforma fáctica de
de la demanda. la demanda respecto del punto analizado (art. 163 ya cit.).
En suma de las consideraciones expuestas y tal como adelantara,
considero que los agravios deducidos por la quejosa no logran rebatir el juzgamiento de

los agravios no logranla sentencia apelada en cuanto a que “…se ha acreditado que la actora ha sido víctima
rebatir el juzgam de un trato desconsiderado, ofensivo, persecutorio y discriminatorio…”, no encontrándo-
de primera instanc se cuestionada que “…desde esa perspectiva, aparece violentada la directiva que emerge
trato discriminat
de los arts.17 y 81 de la LCT y en la ley 23.592 por lo que, evidentemente, la actora
resulta acreedora a una indemnización con fundamento en esta causal…” (ver fs. 672,
penúlt. párr.).
Las objeciones que plantea la recurrente contra el peritaje médico carecen
de fundamentos técnicos y científicos que las avalen, pues se sustentan en su apreciación
respecto del estado anímico o psicológico de la trabajadora, en base a la actitud que
presentara ésta en una fiesta de fin de año al valorar que “…se la ve muy sonriente,
alegre y bailarina…”; porque concurrió al Centro Médico Fitz Roy en la misma época en
que emitió el primer telegrama intimatorio…”, o porque según fue informado en el
peritaje médico “…la actora, luego de su desvinculación trabajó en un consultorio
-6-

médico, vivió un año en España, y actualmente trabaja como secretaria de gerencia…”


(ver fs. 683 y vta.). Estas apreciaciones, además de carecer de rigor técnico y científico las apreciaciones de la
como para descalificar las consideraciones médicas dictaminadas por la perito, tampoco demandada carecen de
pueden ser valoradas desde la óptica que propone la recurrente, pues el estado de ánimo rigor técnico y científ

que hipotéticamente presentara la actora en un evento festivo es prueba de la ausencia de


un daño moral; al igual que la visita médica en forma contemporánea a la intimación, la
cual, a todo evento, evidencia una razonable correlación entre ambos hechos, como así
también resulta lógico por ser una necesidad elemental que la actora haya debido
procurarse otras actividades laborales con posterioridad para su subsistencia. confirma sentencia
Consecuentemente, voto por confirmar la condena impuesta en la apelada en concepto de
sentencia apelada en concepto de indemnización por daño moral. daño moral.

IV). Se queja la parte demandada de la condena impuesta por el art. 80 de


la L.C.T., a cuyo efecto hace hincapié en que de la documental adjuntada por su parte
surgiría que intentó en dos oportunidades remitir a la actora la certificación de servicios
prevista por dicha norma, lo cual se encuentra demostrado mediante el informe suminis-
trado por OCA a fs. 372.
Considero que la queja no es viable, pues, en primer término aprecio que
no acreditó haber
la recurrente no se hace cargo del fundamento esencial del juzgamiento que pretende realizado la entrega de
revertir, consistente en que su parte no acreditó haber hecho entrega de los certificados los certificados del
previstos por la mentada norma sustantiva, y se limita a exponer que “más no se puede art.80

exigir” a su parte (fs. 685, pto. VI), pero omite explicar concretamente en qué consiste el
error o desacierto incurrido en el decisorio apelado (art. 116 L.O.).
No obstante, observo que en el informe de fs. 372 no se acompañan las
copias a las que allí se hace referencia ni se da cuenta del contenido de los “confrontes
notariales” mencionados, como así tampoco de los datos del destinatario de éstas (arts.
403 y 386 C.P.C.C.N.).
Consecuentemente, corresponde confirmar la condena decidida en la se confirma lo decidido
sentencia apelada con fundamento en el art. 80 L.C.T. respecto al art.80
V). En consecuencia, de prosperar mi voto, el monto de condena debe
reducirse a $47.150,48 ($40.000, daño moral; $6.752,88, indemnización art. 80 L.C.T.;
$143,96, diferencias salarios diciembre 2006; $148,82, diferencias s.a.c. proporcional
segundo semestre 2006; $104,82, diferencias vacaciones proporcionales 2006), el que
llevará los intereses establecidos en la instancia anterior.

VI) En atención a las modificaciones propuestas, correspondería dejar sin


efecto lo resuelto en materia de costas y honorarios y adecuarlos al actual resultado del
litigio, deviniendo abstracto el tratamiento de los recursos interpuestos al respecto (conf.
art. 279 cód. procesal). Sobre dicha base, aprecio que si bien (en caso de seguirse mi
Poder Judicial de la Nación -7-
Cámara Nacional de Apelaciones del Trabajo
Expte. nº 39.672/2008

moción, claro está) deben ser desestimados los reclamos indemnizatorios emergentes del
despido indirecto del caso, no puede dejarse de lado que la acción es procedente por una
cuestión sustancial de la contienda como resulta la indemnización por daño moral, como
así también por la reclamada con fundamento en el art. 80 de la L.C.T., lo que objetiva la
existencia de vencimientos recíprocos. Teniendo en cuenta, además, que en la materia no
cabe atenerse a un criterio aritmético sino jurídico, la naturaleza e índole de las cuestiones
debatidas, es que considero justo y equitativo distribuir las costas de la anterior instancia en
un 60% a cargo de la parte demandada y el restante 40% a cargo de la parte actora. En lo
atinente a los honorarios correspondientes a la anterior instancia conforme resultado del
pleito en relación con cada parte, y mérito e importancia de las labores, sugiero regular los
de la representación letrada de las partes actora y demandada y los de las peritos contadora
y médica, en el 15%, 13%, 6% y 6%, respectivamente, del monto reclamado en la demanda
a fs. 18 (arts. 38 L.O., y 1, 6, 7, 9, 19, 37 y 39 de la ley 21.839; decr. ley 16.638/57).

VII) En atención a la suerte que he propiciado al recurso y a la ausencia de


réplica, las costas de alzada deberían imponerse en iguales proporciones que las
correspondientes a la instancia anterior (conf. arts. 68 y 71 C.P.C.C.N.) y regular los
honorarios de la representación y patrocinio letrado de la parte actora y de la demandada en
el 25% y 25% de lo que respectivamente a cada una de ellas le corresponda por su
actuación en la instancia anterior (conf. art. 14, ley 21.839).

LA DOCTORA MARIA C. GARCÍA MARGALEJO dijo:


1) Habré de disentir, parcialmente, de la solución propuesta por el distin-
guido colega preopinante.
Una de las razones por las cuales la actora se dio por despedida fue, es-
pecíficamente, que las nuevas tareas otorgadas, debía realizarlas en un ambiente
inapropiado, aislada de compañeros de trabajo y sin recursos ni capacitación alguna;
también que debía seguir soportando ataques de personal jerárquico (ver fs. 8/9 y
10/vta.). Principio por referirme al testimonio de Nunes Velloso (fs. 604/605) porque al
momento de declarar no tenía ni pleitos pendientes contra la demandada, ni tampoco
mantenía la relación laboral, de modo que se hallaba en principio liberada -por decirlo de
algún modo- de ataduras emocionales o intereses que pudieran conducirla a intentar
beneficiar o perjudicar a alguno de los litigantes. Esta testigo trabajaba en Juan Agustín
García 1330, y dijo que a fines de 2006 vio a la accionante en ese edificio, que la iba a
saludar pero recibió la orden de la gerente de distribución de no hablar con ella -
desconoce las razones-; que la vio dos semanas aproximadamente y que después en una
oportunidad mientras la testigo iba caminando por uno de los pasillos del primer piso, le
-8-

llamaron la atención los gritos de un gerente Sr. Daniel Erejomovich “…que estaba la
puerta abierta que da a comercio exterior, escucho del gerente de Comercio exterior
que decía ‘te vas’ a la actora, gritaba muy fuerte esta persona, dio un portazo Daniel
Erejemovich, y la actora salió … vio que estaba muy mal la actora llorando … que
después no la volvió a ver …que esto a fines del año 2006…”. Agregó que mientras la
demandante estuvo en ese edificio no estaba en ningún espacio físico, no asignado un
escritorio u oficina en particular, que lo sabe por haberlo visto, que de a ratos la vio
sentada en escritorios de otras personas. Repitió que tenía orden de no hablarle a Vargas,
orden dada por Graciela Remeikis que le dijo: “… a esta persona no tenés que preguntar-
le nada ni hablarle”. Aclaró que Daniel Erejomovich es el hijo de Noemí Entebi,
conocida como “MIMO” y dueña de la empresa y sobrino de Liliana Entebi, hermana de
Noemí Entebi. A fs. 605 declaró: “… que el sector donde estaba la actora a la orden de
alcatraz
Liliana Entebi se lo llamaba ALCATRAZ, que lo sabe porque era el sector de peor trato
que había en la demandada, y muchos empleados que eran enviados a ese sector
renunciaron a corto plazo, que lo sabe por verlos a dichos sucesos …”.
Ante tal declaración, cobra credibilidad lo declarado por Aldavez a fs.
601 a este respecto; no se trata pues del caso de tener por probados hechos relevantes de
la litis solo a partir de los dichos de personas que mantienen juicios pendientes contra
alguna o algunas de las partes.
En tales condiciones, la decisión que avaló el despido indirecto produ-
cido por la empleada a fines del año 2006, la considero justificada (arts. 242 y 246
L.C.T.) y propicio que se confirme la sentencia en ese aspecto. Lo indicado resuelve
desfavorablemente el agravio de fs. 686 porque, aceptada la procedencia de las
indemnizaciones por despido, no considero que nos encontremos ante un caso que
autorice por excepción a disminuir o soslayar el incremento que el art. 2 ley 25.323
establece.
2) Adhiero al voto del Dr. Zas en cuanto al punto III, por análogos fun-
damentos a los que allí lucen, en especial considerando lo que surge de las declaraciones
testimoniales de Nunes Velloso y Aldavez ya mencionadas. Adhiero a lo expresado en el
punto IV de dicho voto.
3) Los honorarios de la perito contadora considerando el mérito de la
labor, monto involucrado, art. 38 L.O. y decreto-ley 16.638/57 no son bajos; tampoco
considero elevados en general, los estipendios fijados a fs. 674, conforme pautas ya
indicadas y ley 21.839 (apelación fs. 679).
4) Las costas de alzada deberían imponerse a la demandada, vencida
(art. 68 C.P.C.C.N.) y regularse los honorarios del Dr. Benito D. Schilman en 3% y los
del Dr. Carlos Alberto Mencia en 3,80%, a calcular sobre el monto definitivo de condena
Poder Judicial de la Nación -9-
Cámara Nacional de Apelaciones del Trabajo
Expte. nº 39.672/2008

por capital e intereses (arts. 14 y conc. L.A.).

EL DOCTOR ENRIQUE NÉSTOR ARIAS GIBERT dijo:


En lo que es motivo de discrepancia entro los votos que anteceden coin-
cido con el segundo.

En virtud de lo que surge del acuerdo que antecede, el TRIBUNAL


POR MAYORIA RESUELVE: 1º) Confirmar la sentencia de 1ª instancia en todo
cuanto fue materia de recursos y agravios. 2º) Declarar las costas de alzada y regular los
respectivos honorarios, como se sugiere en el punto 4 del segundo voto de este acuerdo.
3º) Reg., not. y dev. Con lo que terminó el acto, firmando los señores jueces por ante mí,
que doy fe.
MLF

Oscar Zas María C. García Margalejo


Juez de Cámara Juez de Cámara

Enrique Néstor Arias Gibert


Juez de Cámara

También podría gustarte