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Funcionalismo Estructuralismo
Funcionalismo Estructuralismo
“el antiguo dualismo entre sensación e idea se repite en la actualidad en el dualismo estímulo-
respuesta. En lugar de interpretar el carácter de la sensación, idea u acción a partir de su lugar y
función de nuestras ideas preconcebidas y apriorísticas sobre las rígidas distinciones (con
existencias psíquicas distintas) entre sensaciones, pensamientos y actos. Son cosas distintas el
estímulo sensorial, la actividad central que representa la idea, y la descarga motora, representativa
del acto. En consecuencia, el arco reflejo no es una unidad orgánica global, sino un conjunto de
partes desmembradas, una conjunción mecánica de procesos inconexos. Es necesario que el
principio que sustenta la idea del arco reflejo como unidad psíquica fundamental vuelva a entrar en
acción y determine los valores de sus factores constitutivos. Más en concreto, los que se precisa es
que consideremos al estímulo sensorial, conexiones centrales y respuestas motoras, no como
entidades completas y distintas en sí mismas, sino como divisiones de trabajo, factores de
funcionamiento integrados dentro de la totalidad concreta singular, ahora llamada arco reflejo”
(Dewey, 1896, p.357).
En otra línea, pero también contribuyendo a aquel cluster, se puede mencionar la rama
británica de, lo que para Titchener (1929), serían las psicologías funcionales, encabezada por Ward.
Para Roback (1952), el artículo seminal de Titchener, definiendo las premisas de su sistema,
sería una contestación a un crítico artículo de Cadwell titulado “Profesor Titchener’s View of the
self” (Cadwell, 1898). Mientras que en el segundo sería mas explicito su ataque contra los
funcionalistas norteamericanos; si bien ni Dewey, ni Angell, ni Baldwin, ni ninguno de los
funcionalistas es mencionado abiertamente.
En todo caso, esos dos artículos (Titchener, 1898, 1899) definían su propio punto de vista
psicológico y casi sin quererlo daba entidad, nombre y programa a prácticamente es resto de
psicólogos norteamericanos del momento.
Partiendo de la analogía entre Biología y Psicología, señala que la Psicología estructuralista o
experimental de la estructura de la mente, mientas que la Psicología funcionalista o descriptiva sería
similar a la Fisiología centrándose en el estudio de las funciones del organismo psicofísico.
“Desde tres perspectivas diferentes podemos estudiar o dividir la Biología, definida en un sentido
muy amplio como la ciencia de la vida y de los seres vivos.
Se puede estudiar la función de las diversas estructuras reveladas por el análisis así como su
interrelación en cuanto a órganos funcionales. Finalmente, podemos estudiar también... los
fenómenos de crecimiento y de pérdida... se compone de estas tres ciencias interdependientes entre
sí que son la Morfología, la Fisiología y la Ontogenia... siguiendo el mismo criterio podemos
considerar similares la Psicología y la Biología actuales. Ambas disciplinas científicas pueden
enfocarse desde tres puntos de vista diferentes...
1.Gran parte de la <<Psicología experimental>> es similar a la Morfología. El objetivo básico del
psicólogo experimental es llevar a cabo un análisis de la estructura de la mente; desenredar los
procesos mentales contenidos en la madeja de la conciencia... aislar los elementos constitutivos de
una determinada formación consciente. La tarea del Psicólogo experimental es realizar una
vivisección que produzca resultados estructurales, en lugar de funcionales. Intenta descubrir,
inicialmente, que es lo que hay, y cuanta cantidad; no que función tiene...
2. pero, además de esta Psicología de la estructura, existe una psicología funcional. Podemos
considerar la mente, bien como un complejo de procesos configurados y moldeados por las
condiciones del organismo físico, bien como nombre genérico de un sistema de funciones del
organismo psicofísico. Ambas perspectivas de confunden en muchas ocaciones... mientras que la
Psicología experimental se ocupa prioritariamente de los problemas de la estructura, la
<<descriptiva>> tanto antigua como moderna, se ocupa de los problemas de la función.
( Titchener, 1898, pp. 449-452).
“Pese a ser mas accesible a la investigación, la psicología funcional no se ha elaborado con tanta
paciencia, entusiasmo y exactitud científica como la psicología que estudia la estructura de la
mente. Es totalmente cierto, e el experimentalista debería estar dispuesto a aceptarlo, que la
Psicología “descriptiva” posee muchas cosas valiosas. Pero también es cierto que sus métodos no
pueden llevar a resultados científicos... creo que no existirán dudas en los que conozcan la
evolución de la aplicación del método experimental a los procesos y estados mentales superiores,
respecto de que el objeto de interés fundamental ha sido el análisis morfológico y no la indagación
de la función... las condiciones históricas que imperaban cuando la Psicología se transformó en
ciencia, hicieron inevitable que los problemas se formularan, explícita o implícitamente, como algo
estático mas que dinámico, y estructural mas que funcional... el estudio morfológico de la mente es
el método que mejor sirve para robustecer y sostener la tesis de una Psicología científica,
independiente de la metafísica... la Psicología experimental tiene ante sí un largo periodo de
investigación analítica, cuyos resultados directos e indirectos servirán en último termino, de base de
Psicología de la función...” (Titchener, 1898, pp. 452-454).
“... existe un razonable consenso dentro del ámbito experimental en lo relativo a los postulados de
un psicología puramente estructural, mientras que entre los psicólogos de la función existe un
desacuerdo radical... las mayores esperanzas para la Psicología descansan, en este momento en la
continuación del análisis estructural...” (Titchener, 1898, p.464)
El primer tercio de este primer artículo (Titchener, 1898) ofrece su punto de vista respecto
del ámbito y áreas de la ciencia psicológica, y los otros dos respecto de lo que él llama la naturaleza
y número de los elementos estructurales de la mente –le interesa descubrir lo que hay en la mente y
en cuánta cantidad, no para qué sirve.
“El objeto de este artículo es exponer el estado de opinión actual sobre el problema de los
elementos estructurales de la mente, su número y su naturaleza. Comenzaremos por algo que
admiten todos ... parece seguro concluir que tan solo existen dos procesos últimos, sensaciones y
afectos, si bienio debemos olvidar que los primeros, las sensaciones, incluyen dos claras
subespecies: “la sensación” y “la idea”. ¿Cómo podremos diferenciar estos procesos? ¿Cómo
podremos justificar nuestro propósito de considerarlas como los elementos últimos de la mente?
Presidiendo de la función y buscando la respuesta desde un plano anatómico, se pueden señalar al
menos tres criterios válidos. Podemos recurrir a la experiencia y observar qué sensación y afecto
son irreductibles en la introspección... o podemos recurrir a la Fisiología. Puesto que la estructura
de la mente está condicionada por la organización física, se puede distinguir entre sensación y
afecto recurriendo a sus substratos físicos. O podemos buscar una fórmula descriptiva que reúna
las características esenciales de ambos procesos... implica una familiaridad con los atributos
constitutivos e la sensación y del afecto... nuestra conclusión es que el elemento afectivo posee
cualidad, intensidad y duración; mientras que el sensorial (sensación o idea) tiene cualidad,
intensidad, duración, claridad y (en algunos casos) extensión. La cualidad es intrínseca e
individual, la intensidad y la claridad son características “relativas”; la duración y la extensión
son, probablemente, traducciones extrínsecas estructurales de los términos inferiores de una serie
funcional...” (Titchener. 1898, pp.455-462)
“... toda persona familiarizada con la Psicología actual debe reconocer como obvio que, dentro de
la distinción que acabaos e describir, existen categorías psicológicas primariamente estructurales –
tales como el afecto y la imagen- y otras que inmediatamente sugieren relaciones funcionales
explícitas –cómo, por ejemplo, la atención y el razonamiento-. De hecho mientras mantengamos el
sentido actual de los términos estructural y funcional, parece claro que todo hecho mental puede ser
considerado desde ambos puntos de vista, desde la perspectiva de una descripción de sus
contenidos detectables, y desde el de la actividad mental característica que la diferencia de otras
formas de proceso mental. En la práctica, nuestro autores psicológicos combinan estas dos
empresas de un modo un tanto indiscriminado...” (Angell, 1907, p.64)
“... el psicólogo funcionalista en su moderno atuendo no solo se interersa por las operaciones del
proceso mental, considerando únicamente en si y por si mismo, sino que además, y con mucho más
vigor, se interesa por la actividad mental, en cuanto parte de una amplia corriente de fuerzas
biológicas, que en cada día y en cada hora opera ante nuestros ojos, y constituye la parte más
importante y absorbente de nuestro mundo... en parte es un eco de esa llamada filosófica a una
nueva vida conocida con los nombres de pragmatismo, humanismo, incluso funcionalismo...”
(Angell, 1907, p.68)
En sus raíces aquellos bostoniano que se reunieron en un Club de Metafísica para discutir
problemas filosóficos. Los Holmes, Wrigth, Peirce y James desarrollarían un pragmatismo que
pronto se opuso, y desbancó, a la dominante orientación de la filosofía escocesa (Tortosa, 1981).
Angell (1907) llega a afirmar que: “... cuando el funcionalismo se haga dogmático y
estrecho habrá concluido su existencia y su lugar será ocupado sin duda por oto sucesor más
digno” (p.91), pero reduce a tres los rasgos esenciales del punto de vista funcionalista.
“...2) tenemos que el funcionalismo trata el problema de la mente concibiéndola como ocupada
primariamente en la tarea de mediar entre el ambiente y las necesidades del organismo (Angell,
1911). Esta es la Psicología de las utilidades fundamentales de la conciencia” (Angell, 1907, p.85).
El psicólogo funcional tiene como función fundamental (Angell, 1906) facilitar la adaptación de los
organismos vivos a las exigencias de un medio ambiente ambiguo y cambiante. Esta función básica
de “acomodación el organismo frente a lo nuevo”, lleva al psicólogo a estudiar los procesos
mentales, no de forma aislada sino como partes de la más amplia corriente de fuerzas biológicas, y
como parte del movimiento de la evolución orgánica.
También esta idea central la había adelantado ya en su primer manual. “La mente es el
instrumento maestro por medio del cual las operaciones adaptativas de la vida orgánica pueden
realizarse del modo más perfecto... consideraremos todas las operaciones de la conciencia- todas
nuestras sensaciones, todas nuestras emociones, y todos nuestros actos de voluntad – como
expresiones de las adaptaciones orgánicos al entorno que debemos recordar es tanto social, como
físico” (Angell, 1904). Y remacha: “... si uno adopta la posición ahora definida por todos los
psicólogos famosos, al menos en la medida en que soy consciente de ello, de que la conciencia actúa
constantemente en la construcción de hábitos a partir de coordinaciones imperfectamente
controladas; y que, tan pronto como se consigue el control, la dirección mental tiende a
desaparecer y dar paso a una condición próxima al automatismo psicológico, entonces fácilmente
se deduce que la conciencia inmediatamente considerada es una acomodación a lo nuevo...”
(Angell, 1907, p.72). mantenía, pues, que la función básica de la conciencia es perfeccionar las
habilidades adaptativas del organismo, siendo el objetivo de la psicología el estudio de cómo ayuda
la mente en este proceso de ajuste del organismo psicofísico a su ambiente.
Finalmente, el funcionalismo es, dirá, una forma de psicofísica puesto que “su interés
principal radica en la determinación de las relaciones mutuas existentes entre las porciones física y
mental del organismo...” y en la relación global de ese organismo con su entorno (Angell, 1907). Se
opone al dualismo y a toda visión epifenomenalista, sosteniendo que para el psicólogo se trata de
una “distinción metodológica, más que metafísicamente existencial”. Estima que no existe una
distinción real entre mente y cuerpo; son entidades diferentes, pero que pertenecen al mismo orden,
y por tanto existe una fácil comunicación entre ellos.
Progresivamente la disputa entre funcionalismo y estructuralismo se centró en cuestiones de
metodología y uso, siendo de nuevo representantes de Cornell y Chicago los principales
contendientes. Quizás el último gran momento del enfrentamiento tuvo lugar en el intento por
clarificar el significado del término función, respecto del cual se criticó una utilización inconsistente
y vaga (Ruckmick, 1913; Dallenbach, 1915).
Ruckmick realizó una amplia revisión, examinando 15 manuales, del auso del término
función. Esa revisión le permitió señalar que todos los usos de la palabra función podían agruparse
en dos tipos: bien como sinónimo de actividad mental (llamándose funciones a todas las actividades
mentales, tales como, ver, oír, percibir, imaginar, recordar, etc.), bien para designar la utilidad de una
actividad para el organismo, en cuanto que sirve para algún fin, acentuando que, algunos
funcionalistas, lo usaban en ambos sentidos. Este empleo dual del término permitía hablar de la
función de una función, con lo que se incrementaba la confusión e inconsistencia del término.
Mientras, Dallenbach buscaba las raíces del término y de su uso en la psicología americana,
apuntando que el funcionalismo era tan solo una extensión de la vieja, y desfasada, psicología de las
facultades, y que incluso podía remontarse a la frenología (Dallenbach, 1915).
No sería ahora Angell, ya Presidente de la Universidad de Yale, sino su suceso al frente del
Departamento de Psicología en la Universidad de Chicago, H.A. Carr quién respondería a estas
nuevas críticas. Responde en su “Psychology” (Carr, 1925) y en el capítulo sobre funcionalismo
aparecido en “Psychologies of 1930” (ed. Murchison, 1930, existe versión en castellano),
probablemente la mejor exposición dfinitiva del sistema.
Frente a las críticas vertidas por Dallenbach y especialmente por Ruckmick, Carr (1930)
arguyó que eso dos usos (“como sinónimo de actividad mental” y “para designar la utilidad de una
actividad para el organismo”) no eran incompatibles, que de hecho no representan significaciones
diferentes y que, además, tampoco era un absurdo hablar de “la función de una función”. Señala que
esos mismos empleos del término pueden hallarse en fisiología, donde la palabra función designa, en
ocasiones, una actividad como en el caso de la respiración o la digestión y, en otras, la utilidad de
una actividad como cuando se dice que la función de la respiración es suministrar oxígeno a la
sangre o eliminar productos de deshecho.
Además señala que utilizándolo en sentido matemático, pueden reducirse los dos usos del
término a uno, “Si un matemático dice que Y es una función de X, afirma que el término X está en
una relación contingente con Y sin especificación en cuanto a la ulterior naturaleza de esa relación.
Creo que los psicólogos usan el término función siempre que tratan de una relación contingente,
prescindiendo de que también la relación sea de acto y estructura, de causa y efecto, o de medio y
fin. Una relación contingente y una relación funcional son expresiones sinónimas” (Carr, 1930,
p.15, en traducción castellana). Considera el término función como una relación de contingencia, sin
darle un matiz explicativo, por ello establece que la psicología es el estudio de las relaciones
funcionales o contingentes entre eventos antecedentes y consecuentes.
Para él, la psicología es el estudio de la actividad mental. La función de esa actividad mental
es adquirir, fijar, retener, organizar, y evaluar la experiencia, para su subsiguiente utilización en la
dirección de una conducta adaptativa.
Entiende, pues el acto adaptativo como una respuesta de un organismo frente a un entorno
físico y/ o social, que satisface las condiciones motivantes o estimulares, posibilitantes de aquél.
Cada acto tiene tres fases: un estímulo motivador, que permanece relativamente persistente hasta que
el organismo reacciona de forma tal que aquel pierde su afectividad, por tanto activa y dirige la
acción; una situación señorial u objeto estimulante que determina también la dirección de la
conducta, y que es nombrado incentivo o meta; y, por último, una respuesta que modifique la
situación de tal modo que satisfaga las condiciones que la pusieron en marcha, culminando el
procesos. Una vez puesta en marcha, la actividad continúa hasta que las condiciones motivantes y el
estímulo motivador pierden su efectividad. No obstante, no acepta un planteamiento teleológico, un
acto adaptativo se explica en términos de los estímulos motivadores y de la situación sensorial,
condiciones inmediatas precedentes y concomitantes, pero nunca en términos de sus consecuencias
ulteriores.
Las principales aportaciones del funcionalismo se centran en la ampliación y liberalización
del objeto de estudio de la psicología y de sus métodos. Consideró al ser vivo como un organismo
activo que debía adaptarse a un entorno complejo en un continuo proceso de solución de problemas.
Abrió la psicología al estudio del comportamiento infantil, el desarrollo evolutivo, la conducta
animal, los problemas psicopatológicos y sociales y la educación (Tortosa, 1989). Enfatizó la
importancia de los procesos de aprendizaje, motivacionales y de solución de problemas y de
solución de problemas. Y, defendió una flexibilización metodológica. No puede, pues, identificarse
al funcionalismo con ningún método concreto. El mejor método a usar dependerá del problema
concreto a investigar. Sin embargo, en la práctica, hubo un fuerte énfasis sobre la objetividad, ya que
incluso cuando se recurrió a la introspección se utilizaron controles objetivos, y en los últimos
tiempos se dio una clara tendencia hacia la experimentación controlada de laboratorio, tanto con
sujetos humanos, como con animales (Heidbreder, 1973). Su gran éxito, en completa armonía con
sus objetivos, fue que su orientación general y muchos de sus intereses, prácticas y métodos llegaron
a establecerse como parte del patrimonio común de la psicología.
Referencias