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4 PREGUNTAS PARA CAMBIAR EL OBSERVADOR

AUTOR:

Lic. Pía Andújar


Master Coach Profesional AACOP-FICOP
E-mail: contacto@coachingconciencia.com
www.coachingconciencia.com

El presente trabajo está basado en el trabajo de Byron Katie, llamado “The Work”.

Byron Katie lo describe de la siguiente manera: “El Trabajo (The Work) es un


sencillo y, a la vez, poderoso proceso de indagación que enseña a identificar y
cuestionar los pensamientos causantes de todo el sufrimiento en el mundo. Es una
manera de entender qué te está doliendo, y de enfrentar la causa de tus
problemas con claridad”.

Al tomar contacto con este método me di cuenta de que podía utilizarlo como una
poderosa herramienta tanto para mi vida personal como para los procesos de
coaching personal.

En el presente trabajo me propongo compartir mi experiencia utilizando este


método en cientos de sesiones de coaching con excelentes resultados. El mismo
se basa en 4 preguntas poderosas que apuntan a disolver aquellos juicios que nos
están limitando como seres humanos, impidiéndonos experimentar la dicha y la
paz del momento presente.

A continuación presento algunas ideas en las que se basa esta mirada:

1) Lo que es, es

“Únicamente sufrimos cuando creemos un pensamiento que no está de acuerdo


con lo que es. Cuando la mente está perfectamente clara, lo que es, es lo que
queremos. Querer que la realidad sea diferente de lo que es, es igual que intentar

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enseñar a ladrar a un gato. Puedes intentarlo una y otra vez y al final, el gato te
mirará y volverá a decir: «Miau»”.

Con el párrafo anterior Byron Katie nos invita a reflexionar sobre la aceptación de
lo que es en este momento. Este momento es como es. Aceptar eso nos trae paz,
independientemente de las circunstancias. Cuando nos resistimos o nos
oponemos a aquello que no podemos cambiar podemos caer en estados de ánimo
como el resentimiento, por ejemplo. De igual manera, cuando no aceptamos algo
que sí está en nuestro poder cambiar, cuando no vemos posibilidades donde otras
personas sí la ven, podemos caer en el estado de ánimo de la resignación.

Es frecuente en que las sesiones de Coaching escuche a los coachees


resistiéndose a lo que es, y esto les genera sufrimiento.

Generalmente podemos identificar que alguien no está aceptando o no está en


paz con lo que es cuando escuchamos frases del tipo “debería tal o cual cosa” o
“no debería…”. Cada “debería” que emitimos es un pensamiento o una palabra
que queremos anteponer a lo que es. Si bien esta no es la única palabra que nos
indica la falta de aceptación, podemos decir que es una de las más comunes.
Tampoco quiero decir que todos los “debería” implican una resistencia a lo que es.
En este punto es importante distinguir la emocionalidad con la que el coachee
hace esta declaración. Si la emoción que acompaña al “debería” es enojo,
frustración o similar, puedo darme cuenta que la falta de aceptación está presente.

Cuando eliminamos esa resistencia a lo que es nos resulta más fácil enfocarnos
en lo que queremos crear porque nuestra energía ya no está enfocada en lo que
no queremos, sino en lo que queremos de ahora en más para nosotros.

Te propongo hacer un ejercicio para mostrar lo dicho anteriormente:

1- Escribe una situación insatisfactoria que hayas vivido o estés viviendo.


Ej: “No estoy ganando el dinero que quisiera”
2 - Identifica el “debería” que hay detrás de esa situación.
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Ej: “Debería ganar más dinero”
3- ¿Cómo te sientes, cómo reaccionas cuando crees en ese pensamiento?
Ej: Me siento frustrada y desanimada.
¿Puedes ver el efecto que ese pensamiento tiene sobre tu vida? La “realidad” es
que hoy pasa esto, es lo que es. Y cuando quieres anteponer tu pensamiento de
que esto debería ser diferente, cuando lo haces desde la resistencia y la no
aceptación, automáticamente te pones en una posición que te provoca algún tipo
de sufrimiento. Esto no quiere decir que no harás nada para cambiar, pero es
diferente iniciar el cambio desde la aceptación que desde la resistencia a lo que
es.

2) Ocúpate de tus propios asuntos

“Buena parte de nuestro estrés proviene de vivir mentalmente fuera de nuestros


propios asuntos. Cuando pienso: «Necesitas encontrar un trabajo, quiero que seas
feliz, deberías ser puntual, necesitas cuidar mejor de ti mismo», me estoy
inmiscuyendo en tus asuntos. Cuando me preocupo por los terremotos, las
inundaciones, la guerra o la fecha de mi muerte, estoy en los asuntos de Dios.
Pensar que yo sé lo que es mejor para los demás es estar fuera de mis asuntos.
Incluso en nombre del amor, es pura arrogancia y el resultado es la tensión, la
ansiedad y el miedo. ¿Sé lo que es adecuado para mí? Ese es mi único asunto.”

Es frecuente que en las sesiones escuche al coachee poniendo su felicidad en


manos de otras personas. Por ejemplo “mi mamá no me apoya en mis decisiones”,
“mi hija tiene una relación con alguien que no me agrada”, “mi compañero es
irresponsable”, etc. En todos estos ejemplos podemos observar que la mirada está
puesta en lo que hace o dice otra persona que no es el coachee. Al poner el foco
en querer que otro cambie, la persona pierde poder porque no depende de ella
ese cambio. Al tomar conciencia de dónde está poniendo la responsabilidad, como
coach puedo empezar a hacer preguntas a mi cliente para que se conecte con sus
propios asuntos. De esa manera empezará a recuperar el poder de accionar.

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Si miramos detenidamente, detrás de cada una de los ejemplos planteados
podemos encontrar un debería oculto:

“Mi mamá no me apoya en mis decisiones”, el supuesto subyacente es “mi mamá


debería apoyarme en mis decisiones”

“Mi hija tiene una relación con alguien que no me agrada”, el supuesto subyacente
es “mi hija no debería tener esa relación”.

“Mi compañero es irresponsable”, el supuesto subyacente es “mi compañero


debería ser más responsable”

En todos estos ejemplos la mirada está puesta sobre algo que debería hacer otra
persona que no soy yo mismo. Algunas preguntas que podemos hacer como
coaches para que el coachee vuelva la mirada sobre sí mismo son: ¿De quién es
asunto eso? ¿Vos tenés poder para hacer que el otro cambie? ¿Cómo te sentís
cuando te enfocas en eso? ¿Te da o te quita poder? ¿Cuál es tu asunto? ¿Qué
podrías hacer desde vos para mejorar o cambiar esta situación?

3) Encuéntrate con tus pensamientos con comprensión

“Un pensamiento es inofensivo a menos que lo creamos. No son nuestros


pensamientos, sino nuestro apego a ellos, lo que origina nuestro sufrimiento.
Apegarse a un pensamiento significa creer que es verdad sin indagar en él. Una
creencia es un pensamiento al que hemos estado apegados a menudo durante
años.”

Como Coaches, una de nuestras principales tareas es identificar cuáles son los
juicios o creencias que están limitando al coachee y que están obstaculizándolo
para lograr lo que declara que quiere.

Generalmente en una conversación de coaching podemos encontrarnos con


muchos juicios, sin embargo no todos los juicios tienen la misma relevancia o
importancia. Algunos son más superficiales que otros, y están más relacionados

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con una situación específica. Otros juicios, sin embargo, están más enraizados en
la mente del coachee y forman parte del trasfondo desde el cual actúan. Desde el
coaching los llamamos los juicios maestros.

En la sesiones de coaching, un coach experimentado no se quedará con los


primeros juicios que aparecen sino que explorará e invitará al coachee a
profundizar más en la situación para llegar a descubrir los juicios maestros que
están detrás del quiebre declarado originalmente.

Una vez identificado el o los juicios maestros, podemos utilizar el método de las 4
preguntas que presentaré a continuación para indagar en ellos, comprender cómo
impactan en nuestra vida y generar la posibilidad de cambiarlos por otros de
mayor posibilidad.

En mi experiencia, esta es una de las formas más eficaces que encontré para
disolver o cambiar los juicios que causan sufrimiento. Esto se debe a mi entender
a que muchos de los juicios que emitimos los seres humanos son infundados y no
nos ponemos en la tarea de profundizar en ellos. Una vez que lo hacemos, que
miramos de cerca esos juicios o creencias, simplemente no pueden seguir
manejándonos de la misma manera. Podemos ahora sentirnos libres de elegir otra
opción que nos abra más posibilidades.

Encuentro en las preguntas de este método una similitud con el proceso de fundar
juicios que aprendí en mi formación como coach. Aunque son métodos diferentes,
creo que ambos son válidos y poderosos para generar cambios en el otro. Habrá
que discernir en cada situación cuál es el más conveniente.

Ahora presentaré las cuatro preguntas básicas para indagar en los juicios o
creencias limitantes y a continuación mostraré algunos ejemplos de cómo apliqué
estas preguntas en situaciones reales de coaching.

El método de las cuatro preguntas y la inversión

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Una vez que identificamos el o los juicios que están limitando al coachee, lo
invitaremos a profundizar en ellos, uno por uno.

Algo que hago en mis sesiones es pedirle al coachee que escriba el pensamiento
o juicio que estamos queriendo explorar. Eso lo hacemos para asegurarnos de
que nos mantendremos enfocados en ese juicio, ya que la tendencia de la mente
es a querer desviar nuestra atención hacia otras historias o explicaciones que
pueden desviarnos de nuestro objetivo. Cuando el juicio está escrito, es más fácil
mantener el foco.

A continuación le digo: “Ahora te voy a hacer unas preguntas. Lo que te pido es


que no las contestes en automático sino que te tomes un tiempo para ir a tu
interior, ver qué te pasa, y responder desde ahí. ¿Estás de acuerdo?”. Aceptada la
propuesta, repito el juicio que estamos trabajando y procedo a hacerle las
preguntas:

1. ¿Es eso verdad?

2. ¿Puedes saber que es verdad con absoluta certeza?

3. ¿Cómo reaccionas, qué sucede, cuando crees en ese pensamiento?

4. ¿Quién serías sin ese pensamiento?

Invertir el pensamiento: El último paso en este proceso es invitarlo a explorar el


pensamiento opuesto. ¿Cuál sería el pensamiento opuesto al que estamos
indagando? Dame al menos 3 ejemplos de por qué este pensamiento puede ser
tan o más válido que el anterior.

Cabe aclarar que podemos hacer más de una inversión. Exploraremos esto más
adelante.

A continuación presento un ejemplo de cómo se aplicarían las 4 preguntas en una


sesión de coaching. Cabe aclarar que en todos los ejemplos que brinde en este

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trabajo cambiaré el nombre verdadero del coachee para resguardar su identidad y
respetar el acuerdo de confidencialidad que hicimos al iniciar las sesiones.

Ejemplo 1: Sofía

Sofía inició la conversación de coaching diciendo que se sentía frustrada en su


vida amorosa. Cuando empecé a explorar en su situación identifiqué que los
hechos eran que tenía 37 años y no tenía pareja. Al empezar a hacerle preguntas
para profundizar en su observador, escuché que uno de los juicios que más
sufrimiento le causaba era el de “A esta edad debería estar casada”. La invité a
profundizar en este pensamiento y aceptó. Le pedí que lo escriba:

“A esta edad debería estar casada”

A continuación le dije

- Ahora te voy a hacer unas preguntas. Lo que te pido es que no las


contestes en automático sino que te tomes un tiempo para ir a tu interior,
ver qué te pasa, y responder desde ahí. ¿Estás de acuerdo?
- Sí
1 - ¿Es eso verdad?

Esta es la primera pregunta que hacemos. Primero repetimos el juicio y luego


hacemos la pregunta:

A mi edad debería estar casada…¿Es eso verdad?. Esperamos a que la persona


se conecte con lo que está sintiendo y responda. La respuesta es Sí o No. Si el
coachee empieza a decir cosas como “depende” o quiere dar alguna explicación,
gentilmente le decimos que la respuesta es Sí o No.

Muchas veces ante esta pregunta la respuesta es No. Este es el primer paso para
empezarle a quitar poder a ese juicio, el reconocer que no es “verdad”.

Cuando la respuesta es Sí:

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Otras veces el coachee está convencido de que lo que está diciendo es así y ante
la pregunta “¿Es eso verdad?” Su respuesta es afirmativa. Si este es el caso,
pasaremos a la siguiente pregunta.

La respuesta de Sofía ante la pregunta ¿Es eso verdad? fue “Si”.

2 - ¿Puedes saber que es verdad con absoluta certeza?

Esta pregunta sólo la haremos si el coachee respondió afirmativamente a la


pregunta anterior. ¿Tienes la absoluta certeza de que “a tu edad deberías estar
casada”? Es una invitación a volver a plantearse si lo que está pensando es
verdad. Hay veces que las personas responden que sí a la primera pregunta y al
preguntarles si tienen la absoluta certeza de eso su respuesta es No. Esto a mi
entender representa un avance en el proceso de disolver la creencia que está
profundamente arraigada en su mente.

Luego de esta pregunta, independientemente de que la respuesta haya sido Si o


No, pasaremos a la siguiente pregunta.

3. ¿Cómo reaccionas, qué sucede, cuando crees en ese pensamiento?

La invitación con esta pregunta es a reconocer el efecto que causa en su vida el


juicio o pensamiento en cuestión. Siguiendo con el ejemplo de Sofía, la pregunta
sería “¿Cómo reaccionas, qué te sucede cuando crees en el pensamiento de que
deberías estar casada?”

La respuesta de Sofía fue: “Me siento mal, presionada, frustrada, siento que perdí
el tiempo, que tengo que hacerlo ya”.

Me parece importante dejar que el coachee se exprese, dándole tiempo para


hacer una reflexión sobre las consecuencias de este pensamiento en su vida.

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En ocasiones el coachee da una respuesta muy breve. Por ejemplo “me siento
mal”. Cuando eso ocurre considero beneficioso hacer algunas preguntas
adicionales a fin de que profundice más en lo que le estamos pidiendo.

Algunas de esas preguntas podrían ser:

¿Qué emociones sentís cuando crees en ese pensamiento?

¿Cómo te tratas a ti mismo y a los demás cuando crees en ese pensamiento?

¿Qué cosas haces o dejas de hacer cuando crees en ese pensamiento?

¿Este pensamiento trae paz o estrés a tu vida?

Una vez que la persona pudo ver las consecuencias de este pensamiento y de
qué manera afecta su vida, pasaremos a la siguiente pregunta.

4. ¿Quién serías sin ese pensamiento?

En esta instancia le pido al coachee que cierre los ojos y que se imagine “¿Quién
serías sin ese pensamiento?”.

Siguiendo con el ejemplo de Sofía, lo que le dije fue:

- “Te invito a que cierres los ojos y te imagines ¿Quién serías sin ese
pensamiento? Si no tuvieras la capacidad de pensar que “a tu edad
deberías estar casada” ¿Cómo te sentirías?”
La respuesta de Sofía fue:

- “Me sentiría liberada, con posibilidad de elegir, feliz, concentrada en otras


cosas, viviendo más el momento sin importarme el qué dirán.”
A veces el coachee no dice todo de corrido. También es importante en esta
pregunta darle tiempo para explorar sus respuestas. A medida que va hablando
podemos ir asintiendo y diciendo “¿qué más?” en un tono suave, como una
invitación a seguir profundizando en cómo sería su vida sin ese pensamiento.

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Prosigamos con el ejemplo que veníamos trabajando. Luego invité a Sofía a abrir
los ojos y le hice la pregunta:

- “¿Qué cambió entre la Sofía que se siente mal, presionada, frustrada, que
siente que perdió el tiempo, que tiene que hacerlo ya, y la Sofía que se
siente liberada, con posibilidad de elegir, feliz, concentrada en otras cosas,
viviendo más el momento sin importarle el qué dirán? (Nótese que uso
literalmente las palabras que ella utilizó. Para eso recomiendo ir anotando
las respuestas que el coachee va dando a las preguntas 3 y 4)
Ante esta pregunta la respuesta de Sofía fue:

- “Cambié mi pensamiento”.
Generalmente la respuestas son similares en este punto “cambié mi forma de
pensar” “cambié yo”, son algunas de las respuestas habituales.

Lo importante es que el coachee tome conciencia de que no hace falta que cambie
nada externo a él para que las cosas sean diferentes. Basta un cambio en su
manera de pensar y todo cambia. Como dice la frase de Marcel Proust “Nada ha
cambiado, sólo yo he cambiado, por lo tanto todo ha cambiado”.

También en este punto suelo decirles a mi coachees: Entonces ¿encontrás alguna


razón válida para renunciar a ese pensamiento? No te pido que renuncies,
simplemente si encontrás alguna razón válida para hacerlo. La respuesta suele ser
afirmativa. “Sí, me sentiría mejor”.

Fijense que no le pido que renuncie al pensamiento porque no se trata de luchar


contra el pensamiento sino de mirarlo con comprensión y darnos cuenta de que no
nos sirve, sólo nos genera estrés y malestar. Cuando hacemos esto el juicio
empieza a debilitarse y a perder fuerza sobre nosotros.

A continuación viene la parte en la que exploramos otras alternativas de


pensamiento. Se trata de invertir el juicio y encontrar evidencias que lo validen.

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Continuando con el ejemplo:

- “Ahora te invito a que escribas cuál sería el pensamiento contrario al que


estábamos considerando”.
- “A mi edad no debería estar casada”, dijo Sofía.
- “Dame al menos tres motivos por el cual este último pensamiento puede ser
tan o más válido que el anterior”, le dije
- “A mi edad no debería estar casada…Porque eso me permite tener mayor
libertad para hacer lo que quiera…Porque todavía no encontré a la persona
con la que quiero compartir mi vida…y porque…estoy soltera!
Cuando dijo esto fue como una revelación para ella. Pude observar un cambio en
su emocionalidad y en su corporalidad. Esto sucede generalmente al finalizar la
indagación. Se observa más liviandad en el coachee. Puede ver las cosas de otra
manera, con otra perspectiva.

El hecho es que era soltera. “Debería estar casada” era sólo un pensamiento que
quería anteponer a la “realidad” que simplemente es como es. Pudo darse cuenta
de que cada vez que dice que algo debería ser diferente a lo que es, esa falta de
aceptación le genera malestar.

Eso no significa que debamos resignarnos a que las cosas sean de una manera
determinada. La aceptación significa legitimar lo que está sucediendo en este
momento, más allá de que nos guste o no lo que percibimos. Esto trae paz a
nuestra vida independientemente de las circunstancias. La resignación en cambio,
nos deja con una sensación de impotencia y resentimiento por aquello que
quisiéramos que sea diferente, pero que en este momento es como es.

Ejemplo 2: Laura

Laura es dueña de una escuela de fútbol para niños. Empezó este


emprendimiento junto a su esposo, de quien ahora está divorciada. Ella quedó a
cargo del negocio y pidió coaching porque se acercaba el vencimiento del contrato

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de alquiler de la cancha de fútbol y tenía que tener una conversación con uno de
los directivos para la renovación del contrato. Laura no estaba segura de
conseguir la renovación porque decía que otras personas podían ofrecerles
mejores condiciones. Los juicios que ella tenía sobre ella misma eran “No estoy
capacitada” “Me falta poder de negociación”. Ante estos juicios se sentía temerosa
para encarar la conversación con el directivo.

Una vez identificados estos juicios la invité a explorar más profundamente en ellos.

Le pedí que los escriba:

“No estoy capacitada” “Me falta poder de negociación”

A continuación le dije

- Ahora te voy a hacer unas preguntas. Lo que te pido es que no las


contestes en automático sino que te tomes un tiempo para ir a tu interior,
ver qué te pasa, y responder desde ahí. ¿Estás de acuerdo?
- Sí
- No estoy capacitada, me falta poder de negociación…¿Es eso verdad?
- (Piensa un momento)…No
- ¿Cómo reaccionas, cómo te sentís cuando crees en ese pensamiento?
- Siento temor, miedo, inseguridad, estrés, en vez de tomar acción postergo.
- Ahora te invito a que cierres los ojos y te imagines ¿quién serías sin ese
pensamiento? Si no tuvieras la capacidad de pensar que no estás
capacitada y que te falta poder de negociación, ¿cómo te sentirías?
- Más libre, más segura, actuaría con más naturalidad, expresaría lo que
siento sin estar pensando qué pensará el otro de mí…
- Gracias. Podés abrir los ojos…¿Qué cambió entre la Laura que siente
temor, miedo, inseguridad, estrés y que en vez de tomar acción posterga, a
la Laura que se siente más libre, más segura, que actúa con más

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naturalidad, que puede expresar lo que siente sin estar pensando qué
pensará el otro de mí…
- Cambié yo. Mi actitud.
- ¿Y qué hizo esa diferencia?
- Un pensamiento
- Bien. Entonces ese pensamiento ¿trae paz o estrés a tu vida?
- Estrés
- ¿Encontrás alguna razón válida para renunciar a ese pensamiento? No te
pido que renuncies, sólo que me digas si encontrás alguna razón válida
para hacerlo.
- Sí, totalmente. Me sentiría mucho mejor.
- Ahora te invito a que consideremos el pensamiento opuesto al que estamos
trabajando. ¿Cuál sería?
- Mmmm….”Estoy capacitada, no me falta poder de negociación”
- Bien. Te invito a que encuentres al menos 3 razones por las cuales este
último pensamiento puede ser tan o más valido que el anterior.
- Estoy capacitada…porque conozco bien mi negocio, sé hasta dónde podría
invertir, porque estoy preparada y puedo hacerme entender…desde la
conversación y los argumentos…porque siento que sé aprovechar las
oportunidades y puedo hacer varias cosas a la vez…
- Perfecto. Entonces, con qué pensamiento te quedas ¿estás capacitada o
no estás capacitada?
- ¡Estoy capacitada! (Sonrisa)
Al finalizar la sesión dijo que se sentía con más confianza para encarar la
conversación porque se había dado cuenta de todos los recursos que tiene. Y que
si no llegaban a un acuerdo buscaría otras alternativas.

Ejemplo 3: Silvia

Silvia vino a la sesión porque quería encarar un emprendimiento que le permitiera


ser independiente económicamente. Como había sido bailarina árabe durante
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muchos años quería brindar talleres donde enseñara lo que había aprendido.
Cuando empecé a explorar lo que la estaba limitando escuché un juicio que me
llamó la atención y le pregunté si quería que indagáramos en eso. El juicio era
“Despierto en las mujeres rivalidad, competencias y egoísmo”. Lo decía como un
juicio generalizado y la limitación estaba en que si ella quería concretar su
emprendimiento necesitaría trabajar básicamente con mujeres, ya que serían sus
principales clientas.

Le pedí que escriba ese pensamiento:

“Despierto en las mujeres rivalidad, competencias y egoísmo”

A continuación le dije

- Ahora te voy a hacer unas preguntas. Lo que te pido es que no las


contestes en automático sino que te tomes un tiempo para ir a tu interior,
ver qué te pasa, y responder desde ahí. ¿Estás de acuerdo?
- Sí
- Despierto en las mujeres rivalidad, competencias y egoísmo…¿Es eso
verdad?
- Sí
- ¿Tenés la absoluta certeza de que es verdad que despiertas en las mujeres
rivalidad, competencias y egoísmo?
- Mmm….No, no tengo la absoluta certeza…
- ¿Cómo reaccionas, cómo te sentís cuando crees en ese pensamiento?
- Me siento triste, siento abandono, bajo los brazos, dejo de luchar o me
pongo a la defensiva, me oculto y me quedo sola.
- Ahora te invito a que cierres los ojos y te imagines ¿quién serías sin ese
pensamiento? Si no tuvieras la capacidad de pensar que despiertas en las
mujeres rivalidad, competencias y egoísmo?
- Sería una líder que hace alianzas, ganadora, ayudaría a otras mujeres a
trascender…exitosa, tendría una empresa con colaboradoras mujeres. Me
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sentiría fuerte, me reiría, sería una empresaria brillante, ejemplo de que se
puede.
- Gracias. Podés abrir los ojos…¿Qué cambió entre la Silvia que se siente
triste, que siente abandono, que baja los brazos, deja de luchar o se pone a
la defensiva, se oculta y se quedo sola, a la Silvia que se siente una líder
que hace alianzas, ganadora, que ayudaría a otras mujeres a
trascender…exitosa, que tendría una empresa con colaboradoras mujeres.
Que se sentiría fuerte, se reiría, que sería una empresaria brillante, ejemplo
de que se puede.
- Un pensamiento.
- Exacto. Entonces ese pensamiento ¿trae paz o estrés a tu vida?
- Estrés
- ¿Encontrás alguna razón válida para renunciar a ese pensamiento? No te
pido que renuncies, sólo que me digas si encontrás alguna razón válida
para hacerlo.
- Sí, totalmente. Ese pensamiento me limita. Me sentiría mucho mejor si
renunciara a él.
- Ahora te invito a que consideremos el pensamiento opuesto al que estamos
trabajando. ¿Cuál sería?
- No despierto en las mujeres rivalidad, competencias y egoísmo
- Bien. Te invito a que encuentres al menos 3 razones por las cuales este
último pensamiento puede ser tan o más valido que el anterior.
- No despierto en las mujeres rivalidad, competencias y egoísmo…hubo
mujeres que me ayudaron, que me acompañaron en momentos
difíciles…Vos sos mujer y siento que me estás apoyando. Mi maestra en la
formación como terapeuta floral también me apoyó mucho…tengo amigas
que sé que quieren lo mejor para mí….Ay tenés razón, no todas las mujeres
son iguales. Ahora me doy cuenta de que ponía a todas en la misma bolsa.
- Qué bueno. ¿Cómo cambiarías ese pensamiento, poniéndolo en positivo?

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- Despierto en las mujeres unión y camaradería. Sí, definitivamente me voy a
enfocar en eso.
En una sesión posterior me contó que había podido revertir su pensamiento hacia
las mujeres gracias a ese ejercicio, ya que se había dado cuenta de cómo sus
pensamientos limitaban la forma en que ella se relacionaba con ellas. Dijo que a
partir de eso también pudo crear una relación diferente con su madre, una de las
principales mujeres en su vida.

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