Está en la página 1de 8

Cronista

Ir a la navegaciónIr a la búsqueda

Los primeros cuatro libros de la Cronica general de España que recopila el maestro
Florian do canpo criado y cronista del Emperador Rey nuestro señor por mandado de
su magestad cesarea. En Zamora. Año. MDxliii. [1543].

Dedicatio de Annalium Boiorum libri septem, con el retrato de Ioannes Aventinus,


1554.

Bernard de Girard [,] S[eigneu]r du Haillan [,] historiographe de France - 1576.

Epistolae HoElianae: Familiar Letters Domestic & Forren, de James Howel[l], edición
de 1645.
El término cronista alude al escritor que recopila y redacta hechos históricos o de
actualidad, en el género literario que recibe el nombre de crónica. En algunos
casos, ocupaba un cargo oficial cuyo cometido era desempeñar tales funciones. Hasta
la época de la Ilustración, era un equivalente de historiador al describir
cronológicamente hechos dignos de ser recordados, pero ya el oficio de historiador
tenía una acepción diferente a la de cronista en su estudio del pasado.
Posteriormente, el uso del término se refirió a los periodistas que redactan
crónicas como género periodístico o a la práctica de la historia no profesional.
[cita requerida]

Índice
1 Cronistas en las Edades Media y Moderna
2 Cronistas de Indias
3 Uso posterior del término
4 Véase también
5 Notas
Cronistas en las Edades Media y Moderna
Antes de la aparición del periodismo moderno y la sistematización de la crónica
como un género periodístico, se tenía por cronista al escritor que narraba los
hechos que consideraba dignos de recuerdo (de "pasar a la historia"), registrados
de forma sistemática en el tiempo (por ejemplo, año a año); el término era casi
equivalente a historiador. A diferencia de los escritores anónimos o conocidos de
cantos épicos, los historiadores y cronistas se distinguían por su voluntad de
veracidad (al menos por pretenderla, aunque fuera evidente su parcialidad) en sus
relatos; que a menudo se remontaban desde los acontecimientos contemporáneos hasta
la Antigüedad, de formas más o menos verosímiles.[cita requerida]

Tras las Acta Diurna y los anales de la historiografía romana de época clásica, la
historiografía paleocristiana griega y latina (como las Acta martyrum, el Chronicon
Paschale u otros Chronicon1 entre los que están los firmados por Eusebio de
Cesarea, Jerónimo de Estridón o Hidacio) concibe la crónica con una clara función:
situar la historia humana en el contexto de la progresión lineal desde la creación
hasta la segunda venida de Cristo, tal como se describe o profetiza respectivamente
en los textos bíblicos.

Los clérigos de los scriptorium monacales (monjes cronistas)2 y episcopales


(obispos cronistas)3 de los reinos germánicos altomedievales de Europa occidental
se dedicaron a la redacción cronística; acumulándose corpus de fuentes primarias
que en ocasiones se recopilaban más sistemáticamente en historias generales, como
la Historia Francorum de Gregorio de Tours, la Historia Gothorum de Isidoro de
Sevilla, la Historia ecclesiastica gentis Anglorum de Beda el Venerable, los
Annales regni Francorum, los Annales Bertiniani, la Crónica anglosajona, los
Annales Cambriae, etc.
Más tardías, ya de la Plena Edad Media, son las dos Historia Anglorum (de Enrique
de Huntingdon y Mateo de París), las dos Gesta (Gesta Regum Anglorum y Gesta
Pontificum Anglorum)4 de Guillermo de Malmesbury, la Historia Ecclesiastica de
Orderic Vitalis, la Gesta Normannorum Ducum de Guillermo de Jumièges, la Historia
Scholastica de Petrus Comestor, el Chronicon de Hélinand de Froidmont (fuente
principal del Speculum historiale de Vincent de Beauvais), las Crónicas de Saint
Denis (encargadas por San Luis, en lengua latina, con versión en lengua francesa
-Grandes Chroniques de France-), la Gesta Hammaburgensis ecclesiae pontificum de
Adán de Bremen, la Crónica de Tietmaro de Merseburgo, la Gesta Hunnorum et
Hungarorum de Simón de Kéza, el Chronicon pontificum et imperatorum de Martinus
Polonus, la Gesta Danorum de Saxo Grammaticus, la Chronicon Roskildense o la
Crónica de Erik.

En Europa oriental, obras similares fueron, en lenguas eslavas, la Crónica de


Néstor o la discutida Crónica del sacerdote de Duklja,5 en latín la Chronica
Sclavorum6 de Helmoldo de Bosau o la Chronica Polonorum de Vincentius de Cracovia,7
y en griego la Chronographia de Miguel Psellos (entre otras fuentes de la
historiografía bizantina).8 La Gesta francorum et aliorum hierosolimitanorum es una
crónica de la Primera Cruzada redactada por un testigo directo, que fue reelaborada
por otros cronistas posteriores (Gilberto de Nogent, Roberto de Reims y Baudri de
Dol).

Los florentinos Giovanni, Matteo y Filippo Villani (Nuova Cronica)9 y el francés


Jean Froissart (Chroniques) son los dos principales ejemplos de cronistas en la
Baja Edad Media. Desde la Edad Moderna se tiende a diferenciar a los autores de
historias generales y a los cronistas de acontecimientos contemporáneos, que
documentan hechos y costumbres, pero en la práctica muy a menudo se los
identificaba, pues ambas actividades se ejercían por los mismos escritores.

Los reinos hispano-cristianos medievales de Asturias, León y Castilla mantuvieron


una tradición de crónicas, continuadoras de la visigótica asentada por San Isidoro,
desde las que justificaban la Reconquista y reforzaban el poder del rey: Crónica
mozárabe (de Isidoro Pacense o de Beja, 754), Crónica albeldense (o Emilianense,
881), Crónica silense (o Legionense, comienzos del siglo XII), Chronicon mundi (de
Lucas de Tuy o "el Tudense", 1236), De Rebus Hispaniae (también llamada Historia
gótica o Crónica del Toledano, de Rodrigo Jiménez de Rada, 1243 -se tradujo a
lengua vulgar como Estoria de los godos) y las Estoria de España y Grande e General
Estoria de Alfonso X el Sabio (segunda mitad del siglo XIII, en castellano), que
resumió el infante Juan Manuel en Crónica abreviada. Las Crónicas de Pedro López de
Ayala (Crónica del rey don Pedro, de Enrique II, de Juan I y de Enrique III)
servían sobre todo para justificar los propios hechos del autor, Canciller de
Castilla a finales del siglo XIV. En los reinos orientales peninsulares también
hubo producción cronística: Liber regum (en navarroaragonés, 1194-1209), Crónica
d'Espayña (navarra, en castellano), Gesta comitum barchinonensium (en latín, de los
monjes de Ripoll, 1162-1275), las Cuatro grandes crónicas (Llibre dels feyts -o de
Jaime I, anónima-, Llibre del rei en Pere d'Aragó e dels seus antecessors passats
-Bernat Desclot-, la de Ramón Muntaner y la Crònica de Pere el Cerimoniós -Bernat
Descoll, Arnau de Torrelles-, todas en catalán, siglos XIII y XIV).10

Fue con Juan II de Castilla cuando el de cronista real se convirtió en un oficio de


corte con nombramiento oficial y salario fijado, aunque sus competencias
historiográficas se simultaneaban con otras, incluso con misiones diplomáticas,
siendo cargos de confianza y proximidad a los reyes; mientras que su producción se
limitaba a encargos particulares y se sometía a censura. Fueron humanistas de gran
altura intelectual, y su obra contribuyó de forma decisiva a la evolución de la
lengua castellana. El primero fue Juan de Mena, que fue sucedido a su muerte (1456)
por Alfonso de Palencia; ambos ejercían además como secretario de cartas latinas.
Inicialmente hubo un solo cronista, pero con Enrique IV de Castilla hubo dos
simultáneamente (se añadió Diego Enríquez del Castillo, que ejercía además como
capellán), y con los Reyes Católicos hasta tres, entre los que estuvieron, en
Castilla Juan de Flores, Diego de Valera (Crónica abreviada de España, llamada "la
Valeriana", la primera historia de España en lengua vulgar que se dio a la
imprenta, 1482), Hernando del Pulgar (Gesta Hispaniensia, sustituyó a Palencia en
1480, enfrentado a la reina por su pretensión de realizar una crónica de lo
acaecido en las Cortes de Toledo de ese año sin someterse a censura), Elio Antonio
de Nebrija, Lucio Marineo Sículo (De laudibus Hispaniae Libri VII, rival de
Nebrija), Gonzalo de Ayora, Andrés Bernáldez (conocido como "el cura de los
Palacios"), Pedro Mártir de Anglería; y en Aragón Joan Margarit ("el Gerundense",
autor de Paralipomenon Hispaniae), Gonzalo García de Santa María y Pedro Miguel
Carbonell (Chroniques de Espanya fins aci no diuulgades). Su salario se elevó en
este reinado de 25.000 a 40.000 maravedíes (en el caso de Nebrija hasta los 80.000
maravedíes que cobró en 1509).11 Hasta esta época, las denominaciones utilizadas
fueron variando, desde la de mero "cronista" que se registra con Alfonso X "el
Sabio" hasta la de "cronista mayor" y la duplicidad de cargos como "cronista del
rey" y "cronista del reino".12

Florián de Ocampo (cronista de Carlos I desde 1539) y Ambrosio de Morales (cronista


de Felipe II desde 1563) continuaron el corpus cronistico en la Crónica General de
España.13 Ya en esta época, indepentientemente del reino por el que habían recibido
el nombramiento de cronista, los textos que realizaban eran ya historias generales
de la Monarquía Hispánica, de lo que son ejemplo el valenciano Pedro Antonio Béuter
y el aragonés Jerónimo Zurita;12 aunque también hay ejemplos de lo contrario
(Jerónimo de Blancas, los hermanos Lupercio Leonardo y Bartolomé de Argensola).14
En 1592 accedieron a un estatus similar al de cronista dos autores que habían
desarrollado su obra de forma independiente: Esteban de Garibay (que solicitó y
obtuvo el cargo ad honorem -es decir, sin sueldo- tras escribir Los Quarenta libros
del compendio historial de las chronicas y universal historia de todos los reynos
de España) y Juan de Mariana (que comenzó a publicar su Historiae de rebus
Hispaniae Libri XXX, y al que se solicitó su traducción castellana -Historia
general de España, 1601-). En el reinado de Felipe III la actividad como cronista
de Pedro de Valencia (1607) incluyó, entre otras cuestiones, informes sobre
escándalos de la época (los Plomos del Sacromonte y las brujas de Zugarramurdi); en
Aragón, fue cronista mayor en la época Bartolomé Leonardo de Argensola. Cuando en
1621 Felipe IV convocó públicamente una plaza vacante para el cargo, se presentaron
casi veinte aspirantes. Posteriormente lo ocuparon José Pellicer y Virgilio
Malvezzi. Olivares llegó a formar en ocasiones especiales juntas de cronistas (1635
-Francisco de Calatayud, Alonso Guillén de la Carrera, Jusepe de Nápoles-, que
actuó contra el Manifiesto15 de Richelieu y su cabinet d'histoire -François de La
Mothe Le Vayer-, y 1640 -Adam de la Parra, Francisco de Rioja y Pellicer-, en
respuesta a la Proclamación católica de Gaspar Sala que justificaba la rebelión
catalana). La profesionalización del oficio de cronista queda clara en una
reflexión de Luis Salazar y Castro (cronista de Carlos II, 1688) para quien, a
diferencia de él, otros escribían historia "por inclinación... por gusto".16

Por la misma época, el resto de las entidades políticas europeas (no solo Estados,
sino ciudades y circunscripciones civiles o eclesiásticas) procuraron la redacción
de historias oficiales a cargo de cronistas. El reino de Francia disponía desde el
siglo XV de dos cargos diferentes: el historiographe de France y el historiographe
du roi, aunque los más importante son de siglos posteriores (Bernard Girard du
Haillan, Histoire générale des rois de France, 1576 -traducción del De rebus gestis
Francorum de Paolo Emilio, 1516-1539-, Charles Sorel, Advertissement sur l'histoire
de la monarchie française, 1638). El reino de Inglaterra, cuya tradición
cronística17 se remonta a los siglos medievales, no tuvo cronista oficial hasta
1608 (William Camden), pero no hubo designación parlamentaria de historiographer
royal hasta 1661 (James Howell). En el reino de Suecia cumplió una función similar
Johannes Magnus (Historia de omnibus Gothorum Sueborumque regibus, 1554). En el
ducado de Baviera, Johannes Aventinus (Annalium Boiorum, 1522-1544).16 En el
monasterio franciscano de Donegal se compilaron por "los cuatro maestros" (Mícheál
Ó Cléirigh, Peregrine O'Clery, Fergus O'Mulconry y Peregrine O'Duignan) los Annala
Rioghachta Éireann ("anales del reino de Irlanda", 1632-1636).

Con Felipe V de España el cargo de cronista se extingue al crearse la Real Academia


de la Historia, que pasa a tener sus funciones (1738).12 Fue especialmente con
Pedro Rodríguez de Campomanes cuando esta identificación de funciones quedó más
evidente, proponiéndose distintas iniciativas que no se materializaron (una de
ellas, una lista de falsos cronicones -1773-), y realizando múltiples informes para
el Consejo de Castilla, siendo la parte más notable de su actividad la censura de
libros (entre 1769 y 1792 más de ochocientos, no todos de género histórico), con el
explícito propósito de "ajustar la historia a los intereses políticos de la nación
y derechos de la Corona".14

Véanse también: Crónicas reales y Cronistas mayores del Reino de Aragón.


Cronistas de Indias

Décadas 1 y 2 de la Historia general de los hechos de los castellanos en las Islas


y Tierra Firme del mar Océano que llaman Indias Occidentales, de Antonio de Herrera
y Tordesillas, 1601.
Después de la llegada a América por parte de los europeos, se conocieron los
relatos de los llamados cronistas de Indias, que informaban sobre la geografía y el
modo de vida de los indígenas latinoamericanos, desde las relaciones del mismo
Cristóbal Colón, su hijo Hernando, la famosa carta de Américo Vespucio y muchos
otros descubridores y conquistadores como Hernán Cortés. El carácter justificativo
de esa producción es claro. La aportación en sentido contrario de Bartolomé de las
Casas (Brevísima relación de la destrucción de las Indias) fue tan trascendental
que dio origen a la Junta de Valladolid, en que le dio réplica Juan Ginés de
Sepúlveda; e incluso a la llamada Leyenda negra al divulgarse por toda Europa como
propaganda antiespañola. La visión de los indígenas, que vieron sus documentos y
cultura material saqueados y destruidos, fue posible por algunos casos
excepcionales, como el del inca Felipe Guamán Poma de Ayala (Primer nueva corónica
y buen gobierno, ca. 1615).

Oficialmente el cargo de cronista mayor de Indias se inicia con la documentación


reunida por Pedro Mártir de Anglería que se pasa en 1526 a Fray Antonio de Guevara,
cronista de Castilla; y con Juan López de Velasco que hace lo propio con los
papeles del cosmógrafo mayor Alonso de Santa Cruz, a los que suma el cargo de
cronista. Antonio de Herrera es nombrado cronista mayor de Indias en 1596, y
publica entre 1601 y 1615 la Historia general de los hechos de los castellanos en
las islas y Tierra Firme del mar Océano, conocida como Décadas. Antonio de León
Pinelo (nacido en Lima, que había recopilado las leyes de Indias), Antonio de Solís
y Pedro Fernández del Pulgar cubrieron el cargo durante el siglo XVII. En el siglo
XVIII la institución confluye con la creación de la Real Academia de la Historia y
el Archivo General de Indias, destacando la figura de Juan Bautista Muñoz (Historia
del Nuevo Mundo, que no completó).

Muchos cronistas de Indias se centraron en zonas geográficas específicas, haciendo


crónicas regionales de reinos de América.

Algunos cronistas destacados de la América española fueron: Bernal Díaz del


Castillo, Fernando de Alva Ixtlilxóchitl, Inca Garcilaso de la Vega, Pedro Cieza de
León, Hernán Cortés, López de Gómara, Gonzalo Fernández de Oviedo, Diego Durán,
Francisco Ximénez, Fray Toribio de Benavente, Fray Bernardino de Sahagún, Francisco
Vázquez, Gil González Dávila, Fray Francisco Vásquez,18 entre otros.

Uso posterior del término


El término cronista comenzó a utilizarse más a menudo para designar al autor de
relatos contemporáneos. A la par que se desarrolló la historia como ciencia, y con
un objetivo que es a la vez narrar y explicar el pasado, el cronista pasó a ser el
simple relator de hechos desnudos, recopilador de fuentes o escritor costumbrista,
sobre todo cuando se utiliza su función de cronista local (para el Madrid del
Romanticismo, Ramón de Mesonero Romanos).

A finales del siglo XIX, con el desarrollo del periodismo popular, el de cronista
se convirtió en un oficio con pautas cada vez más claras y específicas. En los
diarios modernos, es el que va en busca de las noticias y las redacta sin
aditamentos como pudieran ser las opiniones, análisis, párrafos valorativos, que
deben estar ausentes de las crónicas. Los diarios estadounidenses, especialmente,
fijaron normas para su redacción. La concisión y precisión del relato fueron desde
entonces requerimientos básicos para la tarea del cronista. De acuerdo con los
manuales de redacción de los primeros grandes diarios americanos y europeos, el
cronista debe exponer en el primer párrafo qué ocurrió, cuándo ocurrió, dónde
ocurrió, cómo ocurrió, y, si es posible hacerlo de forma inmediata y sin incluir
reflexión u opinión, por qué ocurrió. El resto de la crónica será una ampliación
del breve relato inicial, en orden decreciente de importancia. Los cronistas
aportan el material básico de los periódicos, pero no son por eso los periodistas
menos calificados. El trabajo del cronista es altamente valorado por la capacidad
de captación de lo más importante o novedoso en un suceso y de los detalles que
resulten significativos o emocionalmente impactantes (el interés humano).

Véase también
Real Asociación Española de Cronistas Oficiales
Notas
Richard W. Burgess, Studies in Eusebian and post-Eusebian Chronography, Stuttgart
(1999). Fuente citada en en:Chronicon (Jerome) en:Chronicon (Eusebius) en:Chronicon
José Miguel de Toro, Los monjes cronistas: el monasterio como taller de producción
historiográfica, en “Monjes y monasterios en la Edad Media Europea”, 2013.
"Desde Idacio en el siglo IV hasta don Prudencio Sandoval en el XVII, encontramos
en cada siglo uno o dos obispos por lo común tan ilustrados como santos,
transmitiendo a los venideros los hechos gloriosos de nuestro país; y no
aventuramos nada en decir, que a no ser por el Clero, y en especial por el
Episcopado español, España sería un país sin historia. En medio de esta serie no
interrumpida de Obispos cronistas, descuellan las hermosas figuras de D. Rodrigo
Jiménez de Rada y don Lucas, obispo de Tuy, que a mediados del siglo XIII recopilan
todas las noticias históricas, salvadas del naufragio de la guerra y la ignorancia,
las digieren y coordinan bajo un método bastante regular, y las prolongan hasta los
últimos días de su vida..." (Johannes Baptist Alzog, Vicente de la Fuente, Historia
eclesiástica o adiciones a la Historia general de la Iglesia, 1855, vol. 2, pg.
341).
"Medieval Primary Sources", Lancaster University. Fuente citada en en:Gesta Regum
Anglorum en:Gesta Pontificum Anglorum
S. Bujan, La Chronique du pretre de Dioclee. Un faux document historique, Revuedes
etudes byzantines 66 (2008) 5–38. Fuente citada en en:Chronicle of the Priest of
Duklja
Helmold: Chronica Slavorum. Neu übertragen und erläutert von Heinz Stoob. In:
Ausgewählte Quellen zur deutschen Geschichte des Mittelalters. Wiss.
Buchgesellschaft, Darmstadt 1963, 2. Auflage 1973. en:Chronica Sclavorum
Wincenty Kadłubek, Chronica seu originale regum et principum Poloniae. Catholic
Encyclopedia, fuente citada en en:Wincenty Kadłubek y en:Chronica seu originale
regum et principum Poloniae.
Dimitris Krallis, Byzantine historiography from the end of antiquity to 1453
Bartlett, Kenneth R. (1992). The Civilization of the Italian Renaissance. Toronto:
D.C. Heath and Company. ISBN 0-669-20900-7 Fuente citada en en:Nuova Cronica
Anton M. Espadaler, Los cronistas -Aragón Baja Edad Media- en Artehistoria.
Pedro Hernández Martínez, La memoria de la historia oficial: Crónicas y cronistas
en la España de los Reyes Católicos, EPPCM nº 15, 2013.
Enrique García Hernán, La España de los cronistas reales en los siglos XVI y XVII,
La Norba nº 19, 2006.
Edición de Benito Cano, 1791
José Álvarez Junco, Gregorio de la Fuente, El relato nacional: Historia de la
historia de España, 2017, pg. 162:
El sucesor de Zurita como cronista de Aragón, a partir de 1581, fue Jerónimo de
Blancas, entre cuyas obras destacan sus Aragonensium Rerum Commentarii..., las
Coronaciones de los sereníssimos reyes de Aragón y el Modo de proceder en Cortes d
Aragón. Con él volvió a descender drásticamente la calidad de la crónica. Si Zurita
se había encontrado incómodo al tratar de las épocas primitivas, por verse
desprovisto de documentos fiables, Blancas, por el contrario, era tan creativo
literariamente que, como dice Sánchez Alonso, 'se hallaba a placer en el terreno de
la ficción" y se prestó a completar "el artilugio de los reyes y fueros de
Sobrarbe, que desde Tomich y Vagad venían forjando los aragonesistas, para que el
origen de Aragón tuviese así una ilustre antigüedad propia, independiente de
Navarra". Para ello falsificó una supuesta crónica de san Pedro de Taberna,
monasterio ribagorzano, y varios textos legales de Sobrarbe en latín, con el fin de
demostrar que en aquellos fueros radicaba el origen del justicia de Aragón. ... En
medio de aquellos hechos [1591] murió Blancas, al que sucedió Juan Costa y Beltrán,
que continuó escribiendo sus anales aragoneses en tono fuerista. Lo mismo hizo el
siguiente cronista, Jerónimo Martel, que acabó siendo destituido en 1608. Tanto su
obra como la de su antecesor Costa fueron destruidas solemnemente en Madrid al año
siguiente. Felipe III nombró entonces a Lupercio Leonardo de Argensola, célebre
poeta que había apoyado al anterior monarca durante las alteraciones aragonesas de
1590-1591 y había dictaminado contra los anales de Martel. Aunque se declaró no
"cronista del reino sino del rey", Lupercio intentó adoptar una visión
equilibrada... A su muerte, en 1613, fue designado para el cargo su hermano
Bartolomé, que continuó con rigor los Anales de Aragón de zurita desde 1516 hasta
1520, pero escribió, sobre todo, unas Alteraciones populares de Zaragoza en 1591,
de las que, junto con su hermano, había sido testigo. Los Anales de Argensola
fueron continuados por Juan Francisco Andrés de Uztarroz, que cubrió de 1521 a
1538. También continuó los Anales de Zurita Vicencio Blasco de Lanuza (1563-1635),
canónigo en Zaragoza, en unas Historias eclesiásticas y seculares de Aragón que
cubrían de 1492 a 1618.
Lorenzo Galíndez de Carvajal, profesor de derecho en Salamanca, recibió de los
Reyes Católicos y Carlos V el encargo de ordenar sus crónicas y nos han llegado de
él unos Anales de los Reyes Católicos, que sobrepasan en dos años la muerte de
Fernando. Lorenzo de Padilla, antequerano y arcediano de Ronda, fue autor de una
Crónica de Felipe I, que, pese a su título, comprende desde la entrada de Fernando
e Isabel en Granada hasta la muerte de ... [Fernando]; también escribiría este
Padilla un Libro de las antigüedades de España, no impreso hasta mucho más
tarde. ... En cuanto a Aragón, Gauberto Fabricio de Vagad, fraile de un monasterio
cercano a Zaragoza y "chronista mayor" de Juan II y Fernando el Católico, es el
autor de una Crónica de Aragón, escrita en castellano y primera que apareció
impresa, en 1499; abarca desde Ïñigo Arista hasta Alfonso V y contiene loas
hiperbólicas a España... Sobre Aragón escribió también el eclesiástico de origen
converso Gonzalo García de Santa María ... autor, a petición de Fernando el
Católico, de una biografía de su padre, Joannis Secundi Aragonum Regis Vita,
escrita con gran elegancia clásica y respeto a la toponimia antigua (Juan es
"Cantabriae rex")...
Rodrigo Méndez Silva, portugués que vivió entre 1607 y 1670, cronista real y
ministro del Consejo de Castilla, elaboró una especie de diccionario de las
ciudades peninsulares y una cronología regia desde los tiempos legendarios bajo los
títulos de Cathalogo real genealógico de España (1637) y Población general de
España (1645). El mayor esfuerzo del siglo por publicar una historia oficial de la
monarquía católica en su conjunto se realizó en tiempos del conde-duque de
Olivares. Para ello, el valido contó con el apoyo del jesuítico Colegio Imperial,
cuya cátedra de Historia cronológica desempeñaba Juan Eusebio de Nieremberg, a
quien sucedió Claude Clément, o Claudio Clemente, autor de unas Tablas
chronológicas de la historia de España... Aparte de los jesuitas... se valió
también de sus bibliotecarios particulares, como Francisco de Rioja. Gozaron
igualmente de la protección de Olivares ... publicaciones... como los Anales de
Martín Carrillo o la Anacephalaeosis de Alfonso Sánchez. El valido pensó incluso en
crear el cargo de "historiador de España", dependiente del Consejo de Estado, y
acabar con los cronistas de los reinos. Pero Felipe IV no apoyó este proyecto.
Entre los cronistas de los reinados del XVII, apenas deben ser recordados más que
Gil González Dávila sobre Felipe III, Gonzalo de Céspedes y Meneses sobre Felipe IV
y Matías de Novoa sobre ambos; sobre el reinado del Hechizado escribió una obra sin
título Juan Alfonso Guerra y Sandoval, que también fue cronista del primer Borbón.
Son, en general, manuscritos que quedaron sin convertirse en letra impresa.
Magistri Alfonsi Sanctii hispani De rebus Hispaniae anacephalaeosis libri Septem: a
condita Hispania ad annum 1633
Manifeste du Roy Louis XIII, contenant les justes causes que Sa Majesté a euës de
déclarer la guerre au roy d'Espagne - juin 1635.
Richard L. Kagan, Los Cronistas y la Corona: La Política de la Historia en España
en Las Edades Media y Moderna, pgs. 1-33 entre otras.
Given-Wilson, Chris (2004). Chronicles: The Writing of History in Medieval
England. London: Hambledon. ISBN 1-85285-358-1. Fuente citada en en:List of English
chronicles
Fray Francisco Vásquez. Franciscano, autor de la Chronica de la Provincia del
Santísimo Nombre de Jesús de Guatemala (1674).

Control de autoridades
Proyectos WikimediaWd Datos: Q3330547Commonscat Multimedia: Chroniclers
IdentificadoresGND: 4528560-3AAT: 300025496
Categorías: CronistasPeriodismoHistoriografíaAntiguas ocupaciones
Menú de navegación
No has accedido
Discusión
Contribuciones
Crear una cuenta
Acceder
ArtículoDiscusión
LeerEditarVer historial
Buscar
Buscar en Wikipedia
Portada
Portal de la comunidad
Actualidad
Cambios recientes
Páginas nuevas
Página aleatoria
Ayuda
Donaciones
Notificar un error
Herramientas
Lo que enlaza aquí
Cambios en enlazadas
Subir archivo
Páginas especiales
Enlace permanente
Información de la página
Citar esta página
Elemento de Wikidata
Imprimir/exportar
Crear un libro
Descargar como PDF
Versión para imprimir
En otros proyectos
Wikimedia Commons

En otros idiomas
Aragonés
‫العربية‬
Azərbaycanca
English
Esperanto
Euskara
Nederlands
4 más
Editar enlaces
Esta página se editó por última vez el 14 dic 2020 a las 11:04.
El texto está disponible bajo la Licencia Creative Commons Atribución Compartir
Igual 3.0; pueden aplicarse cláusulas adicionales. Al usar este sitio, usted acepta
nuestros términos de uso y nuestra política de privacidad.
Wikipedia® es una marca registrada de la Fundación Wikimedia, Inc., una
organización sin ánimo de lucro.
Política de privacidadAcerca de WikipediaLimitación de responsabilidadVersión para
móvilesDesarrolladoresEstadísticasDeclaración de cookiesWikimedia FoundationPowered
by MediaWiki

También podría gustarte