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Director Académico:
Temas de Derecho
Carlos E. Camps
Procesal
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Gabriel H. Quadri Junio 2020 - Año IV
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Temas de
Derecho
Procesal
DOCTRINA
MARTÍN E. SELTZER
La acción preventiva de daños: impacto concreto de su regulación
y marco procesal para su tramitación……………………………………… || 455
ADRIÁN O. MOREA
El proceso de formación del convenio regulador en el trámite de divorcio…… || 495
MILTON C. FEUILLADE
El estatuto personal en el derecho internacional privado………………… || 541
JURISPRUDENCIA
❙ COMENTADA………………………………………………………………… || 557
SEBASTIÁN CAVA
Dos fallos, un camino………………………………………………………… || 558
❙ SUMARIADA…………………………………………………………………… || 575
LEGISLACIÓN
❙ NACIONAL………………………………………………………… || Erreius Online
Martín E. Seltzer(*)
I - INTRODUCCIÓN
En las líneas que siguen(1), trataremos de dar cuenta de los principales aspectos
procesales que vemos involucrados en el instituto de la acción preventiva.
Luego de una breve introducción, donde trataremos de conceptualizar y
enumerar las principales características de lo que el Código Civil y Comercial denomina
“acción preventiva”, daremos cuenta de la regulación sustancial de la acción preventiva
(principalmente en el CCyCo.).
Seguidamente, abordaremos la temática procesal de la acción preventiva,
intentando descifrar su trámite, y con ello sus caracteres, sus presupuestos procesales
y sus alcances sobre la base de tales presupuestos. Plantearemos allí, también, algunas
cuestiones atinentes a la ejecución de resoluciones que despachan favorablemente la
pretensión preventiva de daños.
Con tal plataforma y delineados los principales aspectos sustanciales y procesales
de la acción preventiva, nos abocaremos luego a su análisis en su aplicación respecto de
diversas áreas del derecho civil.
(*) Abogado (UBA). Magíster en Derecho Civil Patrimonial (UCA). Profesor adjunto (I) de
Elementos de Derecho Procesal Civil (Facultad de Derecho - UBA). Coordinador de la Diplomatura
en Derecho Procesal de Familia (UAI)
(1) Sobre la base de la tesis “Aspectos sustanciales y procesales de la ‘acción preventiva’ del Código
Civil y Comercial de la Nación”, elaborada y defendida en el marco de la Maestría de Derecho Civil
Patrimonial de la Universidad Católica Argentina
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(2) Kemelmajer de Carlucci, Aída: “La función preventiva de la responsabilidad en el Código Civil
y Comercial de la Nación” en Peyrano, Jorge W. (Dir.) y Esperanza, Silvia L. (Coord.): “La acción
preventiva en el Código Civil y Comercial de la Nación” - Ed. Rubinzal-Culzoni Editores - Bs. As.-
Santa Fe - 2016 - págs. 363/5
(3) Zavala de González expresa que el resultado práctico de la tutela inhibitoria -sustancial o
cautelar- es impedir que una conducta ilícitamente peligrosa perjudique a otro, para evitar un daño
temido o la agravación de uno ya sufrido, y que cualquiera sea la sustancia concreta de la orden
-dar, hacer o no hacer- debe privilegiarse la tutela específica que significa la prevención misma
como objeto principal y directo (Zavala de González, Matilde: “La responsabilidad civil en el nuevo
Código” - 1ª ed. - Ed. Alveroni Ediciones - Cba. - 2015 - T. I - pág. 288)
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(4) Camps, Carlos E.: “Compendio de derecho procesal civil eficaz” - ERREIUS - 2019 - pág. 576
(5) Por oposición, vgr., a la administrativa o extrajudicial. En efecto, y como lo sostiene Zavala de
González, reemplazar la expresión “acción preventiva” por la de “pretensión preventiva” habría
eliminado tautología con la referencia que hace luego el art. 1711, CCyCo. a una “acción u omisión
antijurídica” como presupuesto (Zavala de González, Matilde: “La responsabilidad civil en el nuevo
Código” - 1ª ed. - Ed. Alveroni Ediciones - Cba. - 2015 - T. I - pág. 202). En igual sentido, se
pronuncia Camps, Carlos E.: “Compendio de derecho procesal civil eficaz” - ERREIUS - 2019 -
pág. 576
457
(6) Que, recordemos, dispone, en lo que aquí interesa: “La acción preventiva procede cuando una
acción u omisión antijurídica hace previsible la producción de un daño, su continuación o agravamiento”
(7) Véase por todos, Trigo Represas, Félix A.: “La antijuridicidad en el Código Civil velezano y en
el Código Civil y Comercial de la Nación” - RCyS - 2016-IV-15
(8) Bestani, Adriana: “Acción preventiva y omisión precautoria en el Código Civil y Comercial”
- RCyS - 2016-III-26; Vázquez Ferreyra, Roberto A.: “La función preventiva de la responsabilidad
civil. Antijuridicidad formal o material” - RCyS - 2016-VIII-5; Bestani, Adriana: “La antijuridicidad
en la acción preventiva del Código Civil y Comercial” - LL - 18/8/2016; Safi, Leandro K.: “La
acción preventiva de daños” en Rosales Cuello, Ramiro (Dir.): “Aspectos procesales del Código
Civil y Comercial de la Nación. Parte II” - JA 2017-I-119
458
a la ilicitud [arts. 10, 261, 283, 334, 335, 634, inc. c), 1014, 1102, 1353, 1718, inc.
b), 1733, inc. f), 1796, incs. d) y e), 2587 y 2614, CCyCo.), en otras a la licitud, pero
nunca las conceptualiza, salvo a esta última cuando define al simple acto lícito (art. 258,
CCyCo.) y, si se quiere, al acto jurídico (art. 259, CCyCo.). Por otra parte, el CCyCo. tan
solo alude a la antijuridicidad tangencialmente en el artículo 1711 referido a la función
preventiva, y más precisamente en el artículo 1717 que se encuentra en la Sección sobre
la Función Resarcitoria, más allá de que el artículo 1718 sería su contracara, aunque
sin mencionar la palabra antijuridicidad.
Aun así, estas últimas normas tampoco brindarían una definición o concepto
de antijuridicidad, pues, en rigor, el artículo 1717 tan solo describe, para la función
resarcitoria, casos en los que se configura una acción antijurídica (cuando se constata
una acción u omisión que causa un daño a otro y no está justificada), que -uno podría
deducir- constituiría un presupuesto del deber de reparar el daño establecido en el
artículo 1716; no obstante, en un sentido puramente literal, no se establece qué es la
antijuridicidad y -pensamos- tampoco el Código la habría previsto, a decir verdad, como
un presupuesto ineludible del deber de resarcir, más allá de que desde nuestra óptica
así debiera ser, en estricto respeto de los artículos 17 y 19 de la Constitución Nacional,
en concordancia con el artículo 28 de la Carta Magna, y desde luego, con lo que dispone
el artículo 1737 del CCyCo.
No obstante lo dicho, no puede desconocerse que tanto la noción de daño, como
la de antijuridicidad que prevé el CCyCo., son tributarias de la noción de “daño injusto”,
a partir de considerar que el deber genérico de no dañar a otro (en latín, alterum non
laedere), consagrado expresamente en el artículo 1716 del CCyCo., tiene carácter y
fuente constitucional (art. 19, CN)(9), por lo que se presume injusto todo daño sufrido por
una persona, salvo que se demuestre que la conducta, acción, omisión o hecho que lo
causó se encuentra justificado por el ordenamiento jurídico (art. 1718, CCyCo.).
Entonces, podemos apreciar que si bien a primera vista el artículo 1711 del
CCyCo. pareciera encerrar una autocontradicción a partir de la noción de antijuridicidad
que brinda el artículo 1717 -puesto que si según este último toda acción u omisión que
“causa” un daño a otro es antijurídica, entonces no podría considerarse antijurídica una
acción que no ha causado un daño aún y que busca prevenirse-, una interpretación
armonizadora de dichas normas se impone (art. 2, CCyCo.), a la luz de lo dispuesto
por los artículos 1716 del CCyCo., y 19, 28, 41, 42 y 43 de la Constitución Nacional, y
teniendo en cuenta que el artículo 1717 se encuentra ubicado en la Sección que regula
la función resarcitoria.
Sobre tales premisas, y en primer lugar, entendemos que la verificación de un daño
causado, en curso o que probablemente acaezca (que habilitarían, respectivamente, la
acción preventiva de cese o mitigadora y la propiamente dicha), torna antijurídica la
conducta o acción que lo causó, lo está causando o lo causaría, según el caso, operando así
una suerte de presunción simple de antijuridicidad por el acaecimiento del hecho dañoso
(actual o futuro), quedando a cargo del afectado y salvo que ello no surja de los propios
(9) Así lo ha dicho la CSJN en “Gunther, Fernando R. c/Nación Argentina” - 5/8/1986 - Fallos:
308:1118 (si bien aquí tangencialmente en el Consid. 14); en “Santa Coloma, Luis F. y otros
c/Empresa Ferrocarriles Argentinos” - 5/8/1986 - Fallos: 308:1160; en “Aquino, Isacio c/Cargo
Servicios Industriales SA” - 21/9/2004 - Fallos: 327:3753 (voto mayoritario, y los concurrentes en
este aspecto de los doctores Maqueda, Belluscio y Highton de Nolasco), entre otros
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(10) Desde ya que aquí nos referimos únicamente al presupuesto de la antijuridicidad, pues el
demandado también podría demostrar, para impedir la acción preventiva, que no se dan alguno o
todos de los restantes presupuestos (daño previsible, relación causal, legitimación pasiva, activa, etc.)
(11) Zavala de González, Matilde: “La responsabilidad civil en el nuevo Código” - 1ª ed. - Ed.
Alveroni Ediciones - Cba. - 2015 - T. I - págs. 212/9
(12) Zavala de González, Matilde: “La responsabilidad civil en el nuevo Código” - 1ª ed. - Ed.
Alveroni Ediciones - Cba. - 2015 - T. I - págs. 390 a 393, y 427 a 429
(13) Esta postura también era sostenida en el régimen del Código Civil derogado por prestigiosa
doctrina (véase, por ejemplo, Mosset Iturraspe, Jorge en Mosset Iturraspe, Jorge y Piedecasas,
Miguel A. (Dirs.): “Código Civil comentado” - 1ª ed. - Ed. Rubinzal-Culzoni Editores - Bs. As.-
Santa Fe - 2003 - T. 7 - págs. 11/2
460
(14) Vázquez Ferreyra, Roberto A.: “La función preventiva de la responsabilidad civil. Antijuridicidad
formal o material” - RCyS - 2016-VIII-5
(15) En este punto, coincidimos con las conclusiones de Andrea Bestani (Bestani, Adriana: “La
antijuridicidad en la acción preventiva del Código Civil y Comercial” - LL - 18/8/2016), aunque
llegamos a ellas por diversos fundamentos, que aquí explicitamos, particularmente en cuanto a la
ponderación de la justificación del daño
(16) El ejemplo dado es solo para ilustrar la antijuridicidad, pues pareciera impracticable una
medida de esa índole o, peor aún, incontables medidas de esa índole por jueces (¿civiles?), que
461
Desde ya, y sin que con ello pretendamos agotar la cuestión, quedará por
determinar, por ejemplo, quién será el juez competente para disponer la medida
preventiva, y cuál sería el contenido y alcance de esta en previsión de los daños que el
afectado dice que tal o cual conductor podría ocasionar (¿Acaso quitándole la licencia
de conducir? ¿Quitarle el vehículo?), con los parámetros de proporcionalidad y menor
afectación posible previstos por el artículo 1713 del CCyCo., pero que, aun si dicha
norma no existiera, el juez igualmente los debería contemplar a partir de lo dispuesto
por los artículos 14, 16, 17, 18, 19, 31, 33, 41, 42, 43 y concs. de la CN y 1, 2, 3, 9 y
10 del CCyCo.
En resumidas cuentas, sin que sea posible imaginar todos los casos que abonen las
diversas posturas y en líneas generales, pensamos que la acción u omisión antijurídica
del artículo 1711 del CCyCo. es aquella conducta actual o potencialmente generadora
de daños que no se encuentra justificada por el ordenamiento jurídico (por tratarse del
ejercicio regular de un derecho). Lo dicho, desde ya, sin que ello implique la procedencia
automática de la acción preventiva (sino tan solo la configuración del recaudo de
antijuridicidad), en tanto deben constatarse los restantes presupuestos previstos en los
artículos 1711 a 1713, que se analizarán seguidamente.
2.3.3. Daño
Para que proceda la acción preventiva no es requisito la constatación de un “daño
resarcible”, puesto que este es presupuesto del resarcimiento o indemnización (conf. art.
1739), bastando para la prevención que se constate la actual o previsible (según el tipo
de pretensión preventiva) lesión a un derecho o interés razonable del interesado, que
tenga por objeto la persona, el patrimonio o un derecho de incidencia colectiva.
Asimismo, resulta perfectamente compatible la regulación de la carga de la prueba
del daño en la faz resarcitoria con la preventiva, por lo que “el daño debe ser acreditado
por quien lo invoca, excepto que la ley lo impute o presuma, o que surja notorio de los
propios hechos” (arts. 1744, CCyCo., y 377, CPCC).
realizarían una tarea de control vehicular cuanto menos impropia de su función, y más propia
del ámbito de la Administración Pública. Ello más allá de que, existiendo verificaciones técnicas
obligatorias, controles vehiculares y demás, una medida de tal índole pareciera no respetar los
parámetros del artículo 1713 del CCyCo.
(17) Zavala de González, Matilde: “La responsabilidad civil en el nuevo Código” - 1ª ed. - Ed.
Alveroni Ediciones - Cba. - 2015 - T. I - pág. 219
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Recordemos, en este sentido, que la función preventiva opera sobre el factor generador del
daño para evitarlo, mientras que la resarcitoria importa principalmente una traslación
patrimonial que, en tal sentido, debe tener una justificación en un factor de atribución.
2.3.5. Legitimación
Este punto alude al sujeto que se encuentra habilitado para reclamar la prevención
de un daño y el o los sujetos que pueden ser destinatarios de la orden judicial de
prevenirlo. El artículo 1712 del CCyCo. solo regula la legitimación activa, disponiendo
que se encuentran legitimados para reclamar quienes acreditan un interés razonable en
la prevención del daño.
Que el interés deba ser “razonable”, a nuestro juicio, supone, por un lado,
excluir como legitimado a quien solo posea un interés simple o no reprobado por el
ordenamiento jurídico como se lo establecería en los amplios términos del artículo 1737
del CCyCo. Ello permite deducir que el artículo 1712 funcionaría como un límite, en
la función preventiva, a la amplitud consagrada por el artículo 1737 para la función
resarcitoria(18). Es que a la luz de lo que establece esta última norma y más allá de los
restantes recaudos que debe cumplir el daño para ser resarcible, cabría preguntarse si
no se estaría introduciendo así en nuestro ordenamiento jurídico una suerte de “acción
popular”(19). No obstante ese debate, lo cierto es que en el ámbito de la acción preventiva,
no se admite la actuación en virtud de un interés simple, sino que debe ser razonable.
Por el otro lado, e interpretado junto con lo que dispone el artículo 1713 del CCyCo.
y el artículo 2 de la ley 27, el artículo 1712 también reforzaría la idea de que el juez no
puede promover una acción preventiva de oficio, sino que esta solo puede ser iniciada
o peticionada por quien acredite un interés “razonable” (y no cualquier interés), sin que
a ello se le oponga la mención del artículo 1713 en cuanto a la facultad de disponer “de
oficio” obligaciones de dar, de hacer o de no hacer, puesto que ello, como veremos, se
refiere al contenido de la sentencia y, por ende, de las “obligaciones” y al poder-deber
del juez, o bien de actuar preventivamente en ese momento cuando del expediente se
hubiese evidenciado una situación encuadrable en los términos del artículo 1711 del
CCyCo.(20), o bien de disponer otra medida u obligación a la solicitada por el actor.
(18) En contra, véase la opinión de Zavala de González, Matilde: “La responsabilidad civil en
el nuevo Código” - 1ª ed. - Ed. Alveroni Ediciones - Cba. - 2015 - T. I - págs. 256/8. Sostiene la
autora, en otro tramo de su obra, que “defendemos la idea de que la protección de la víctima
puede disponerse sin solicitud de la víctima y en interés de terceros que no son parte en el litigio”
(Zavala de González, Matilde: “La responsabilidad civil en el nuevo Código” - 1ª ed. - Ed. Alveroni
Ediciones - Cba. - 2015 - T. I - pág. 261), tesis con la que respetuosamente disentimos en tales
términos, aun cuando sí coincidiríamos con lo que refiere a renglón seguido, en cuanto a que
“en principio sería irrazonable que cualquier tercero reclame ante los magistrados la adopción de medidas de
seguridad que protejan un interés amenazado; excepto cuando, a pesar de no ser titular del bien amenazado,
sin embargo puede resultar afectado por vía refleja (como un familiar de la víctima que sufre riesgos de
enfermar o fallecer) o de manera colectiva (los habitantes de un lugar próximo a un campo donde se realizan
fumigaciones riesgosas para la salud)”
(19) Con respecto al tema de la acción popular y sus diversos fundamentos y alcances, no cabe más
que remitir a los profundos estudios de Gozaíni, Osvaldo A.: “Tratado de derecho procesal” - LL
- Bs. As.
(20) Véase, por ejemplo, “P., A. E. y otros c/Club Náutico Hacoaj y otros s/daños y perjuicios” y
“K. de I., M. L. y otro c/Club Náutico Hacoaj s/daños y perjuicios” - CNCiv. - Sala C - 10/2/2015.
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Se señala en este precedente, en el voto de la doctora Cortelezzi -compartido en este punto por
todo el tribunal- que “ha sido demostrado que quienes concurren a la ‘isla’ en días calurosos suelen bañarse
en las aguas turbias del canal fangoso que sirve, en teoría, como amarradero. La permisión -siquiera tácita-
de chapuzones e inmersiones en ese cauce de agua ocasiona un serio riesgo para los usuarios o bañistas, en
especial para los niños. El examen de la cuestión ha dejado entrever una situación de peligro común. Es que
la sustanciación del proceso me ha dado la oportunidad de conocer la posibilidad de que el daño sucedido se
repita en detrimento de sujetos ajenos al pleito. Advertido un grave peligro, cual es la certera posibilidad de
ulteriores accidentes similares al de autos, se impone el rol social que es llamado a cumplir el Poder Judicial ...
Es cierto, la actora no pidió en el escrito de demanda la clausura de la ‘playita’. Sin embargo, las constancias
del expediente han hablado por sí mismas abriendo camino a la función preventiva del daño como atributo
de los jueces...”
(21) “Halabi, Ernesto c/PEN - Ley 25873 - Dto. 1563/04” - CSJN - 24/2/2009 - Fallos: 332:111
464
Con ello se quiere significar que la exigencia de la norma al juez para que pondere
criterios de menor restricción posible y los medios más idóneos para asegurar la eficacia
en la obtención de la finalidad, en rigor, hacen mella en la esencia de la acción preventiva:
la eficacia en la obtención de la finalidad.
Desde un aspecto si se quiere cualitativo, ello se manifiesta en el hecho de que,
como se ha señalado, debe existir posibilidad material de detener la acción o subsanar
la omisión que genera el daño(22); en efecto, una pretensión de cumplimiento imposible
o abstracta carecerá de un requisito común a cualquier pretensión procesal, que es que
su objeto sea idóneo y jurídica y fácticamente posible, más allá de que tal razonamiento
deriva de la propia lógica.
El otro aspecto que podría llamarse cuantitativo se vincula con la ponderación
del juez sobre el costo-beneficio de inhibir o detener la actividad de un sujeto que, en
principio, no causa daño actual. En otras palabras, si vale la pena desde un punto
de vista tanto económico como del sacrificio de libertades personales, restringir esa
actividad para prevenir ese daño en concreto que se invoca.
Creemos que este análisis deviene esencial en el aspecto sobre el que los
redactores del anteproyecto imaginaron el mayor uso de la acción preventiva; esto es,
para la protección de los derechos personalísimos.
En efecto, el análisis que manda realizar al juez el artículo 1713 del Código Civil y
Comercial de la Nación deviene imprescindible (aun si dicha norma no existiere), en los
casos en los que la prevención de un daño a un interés o derecho personalísimo (vgr.,
el honor, la dignidad, la intimidad) supusiera la restricción o afectación de otro derecho
o garantía constitucional como ser, por ejemplo, la libertad de expresión en alguna
o todas sus dimensiones (individuales, sociales, políticas, etc.) y, particularmente, la
prohibición de la censura previa.
Sería un tanto presuntuoso intentar resolver dicha cuestión en estas líneas(23),
y mucho menos en el análisis de una norma como el artículo 1713 del Código Civil
y Comercial de la Nación, pero resulta imprescindible ponderar esta cuestión para la
resolución de tales casos.
Desde otro punto de vista, el artículo 1713 no hace más que reproducir lo que
se encuentra implícito en la decisión de un caso de acción preventiva (arts. 1, 2 y 3,
CCyCo.): la ponderación de los derechos constitucionales en juego en el caso en concreto.
Es así que una pretensión que a primera vista reúne todos los presupuestos -que
además logran ser acreditados-, a tenor de lo que dispone el artículo 1713 podría ser
desestimada, o readecuada de oficio por el juez, luego de ponderar la colisión de los
derechos constitucionales en concreto, tanto del legitimado activo como del pasivo.
(22) Zavala de González, Matilde: “La responsabilidad civil en el nuevo Código” - 1ª ed. - Ed.
Alveroni Ediciones - Cba. - 2015 - T. I - pág. 233
(23) Sugerimos la lectura del exhaustivo estudio de Toller, Fernando M.: “El formalismo en la
libertad de expresión. Crítica de la distinción absoluta entre restricciones previas y responsabilidades
ulteriores” - Ed. Marcial Pons - Madrid - 2011
465
3.1. Tipo de proceso. Distinciones con las medidas autosatisfactivas, con las medidas
de tutela anticipada y con las medidas cautelares innovativas en general
El tipo de proceso dependerá del grado de conocimiento que sea exigible para
la pretensión que se promueva, la urgencia con la que quepa resolverla y el tipo de
intereses o derechos que se encuentren en conflicto (si individuales o colectivos).
En el ámbito nacional y ante ausencia de normativa específica, la acción preventiva
de fondo e individual (aun cuando medie litisconsorcio activo o pasivo) tramitará según
las normas del Código Procesal Civil y Comercial de la Nación, que prevé dos tipos de
procesos de conocimiento: ordinario y sumarísimo (arts. 319, 321 y concs., CPCC), más
allá de que podría acudirse al trámite de los incidentes (art. 175 y ss., CPCC) cuando
la pretensión derive de un proceso principal en trámite por otro objeto o similar (vgr.,
acción resarcitoria)(25), o cuando la legislación aplicable remita al procedimiento más
breve que prevea la ley local (por ejemplo, art. 53, L. 24240), y el juez considerara que
aquel trámite es más breve que el sumarísimo.
Asimismo, ningún obstáculo existe para que la cuestión tramite por la vía del
amparo (art. 43, CN; L. 16986; art. 321, CPCC), si se constatan los presupuestos que
habilitan dicha vía(26). Al respecto, tiene dicho la Corte Suprema de Justicia de la Nación
que si bien la acción de amparo no está destinada a reemplazar los medios ordinarios
para la solución de controversias, su exclusión no puede fundarse en una apreciación
meramente ritual e insuficiente de las alegaciones de las partes, toda vez que tiene
por objeto una efectiva protección de derecho más que una ordenación o resguardo de
(24) “Halabi, Ernesto c/PEN - Ley 25873 - Dto. 1563/04” - CSJN - 24/2/2009 - Fallos: 332:111, con
cita, sobre el punto, de Fallos: 239:459; 241:291 y 315:1492
(25) En este sentido, véase Camps, Carlos E.: “La pretensión preventiva de daños” - Revista del
Código Civil y Comercial - LL - agosto/2015 - pág. 3; Quadri, Gabriel H.: “Prevención y reparación
de daños en el Código Civil y Comercial” - LL - 2016-D-811
(26) Véanse similares distinciones efectuadas por el doctor Lorenzetti en su voto en disidencia en
“Asociación Multisectorial del Sur en Defensa del Desarrollo Sustentable c/Comisión Nacional de
Energía Atómica” - CSJN - 26/5/2010 - Fallos: 333:748
466
competencias, y los jueces deben buscar soluciones procesales que utilicen las vías más
expeditivas a fin de evitar la frustración de derechos fundamentales.(27)
Ahora bien, en caso de que se verificara una acción preventiva de fondo de tipo
colectivo, sea porque verse sobre la protección de bienes colectivos o intereses indi-
viduales homogéneos (arts. 14, CCyCo.; 43, CN), en el ámbito nacional resultará
aplicable el Reglamento de Actuación en Procesos Colectivos (aprobado por Ac. 12/2016),
la acordada 32/2014 del Máximo Tribunal, que crea el Registro Público de Procesos
Colectivos, los antecedentes del derecho comparado reseñados en tales acordadas y los
criterios jurisprudenciales que fue deliñando la CSJN en la materia. Sin embargo, es
de hacer notar sobre la insuficiencia o incompletitud de dicha regulación, resultando
necesaria la sanción de una ley o código que regule exhaustivamente el proceso colectivo.
Pues en definitiva, lo que resulta trascendente en orden a respetar las garantías
del debido proceso es que el proceso y las “reglas del juego” [en felices términos de la
CSJN(28)] se encuentren determinadas por la ley o, en su defecto, sean adaptadas por
el juez en los casos donde ello se justificare y con el debido respeto de las garantías
constitucionales(29), de modo que las partes puedan ajustar su actuación a dichos
parámetros.
Repárese en que el hecho de que el proceso (o las normas procesales) se
encuentre correctamente determinado, lejos de resultar una cuestión teórica, tiene
notable incidencia práctica y en la efectiva concreción de los derechos (muchas veces
fundamentales) que pretenden resguardarse con una acción preventiva pues, de lo
contrario, las partes podrían desconocer los requisitos que debe contener la demanda,
los plazos para contestarla, el modo de llevar a cabo las notificaciones, los recursos
disponibles, los plazos de interposición y sus efectos, las facultades, cargas y deberes
de los intervinientes procesales, la posibilidad de que caduque o no la instancia, entre
muchas otras cuestiones.
En otro orden de ideas, dependiendo del tipo de pretensión y su urgencia, se
ha admitido en ciertos casos el proveimiento de una acción preventiva con carácter
de medida autosatisfactiva o tutela de satisfacción inmediata(30), instituto procesal de
(27) “Martínez, Sergio Raúl c/Agua Rica LLC Suc. Argentina y su propietaria Yamana Gold Inc. y
otros s/acción de amparo” - CSJN - 2/3/2016 - Fallos: 339:201
(28) Tiene dicho el Máximo Tribunal Federal que “las partes deben conocer de antemano las reglas
de juego del proceso a las que atenerse, tendientes a afianzar la seguridad jurídica y a evitar situaciones
potencialmente frustratorias de derechos constitucionales, sin que el proceso judicial pueda constituir un ‘juego
de sorpresas’ que desconoce el principio cardinal de buena fe que debe imperar en las relaciones jurídicas”
(“Abarca, Walter José y otros c/Estado Nacional - Ministerio Energía y Minería y otro s/amparo ley
16986” - CSJN - 6/9/2016)
(29) Véanse, por ejemplo, las reglas impuestas por la CSJN en la resolución dictada el 22/8/2007
(Fallos: 330:3663), durante la sustanciación en competencia originaria del expediente “Mendoza,
Beatriz Silvia y otros c/Estado Nacional y otros s/daños y perjuicios - Daños derivados de la
contaminación ambiental del Río Matanza-Riachuelo”
(30) Véase, por ejemplo, lo señalado por De los Santos, Mabel A. en “Incidencia del Código Civil
y Comercial en los Códigos Procesales Civiles y Comerciales de la República” - ponencia general
presentada en el XXIX Congreso Nacional de Derecho Procesal - Termas de Río Hondo - Santiago
del Estero - República Argentina - 14, 15 y 16/9/2017 - http://congresoderechoprocesal2017.
jussantiago.gov.ar/wp-content/uploads/2017/06/Tema-1-Mabel-de-los-Santos-Incidencia-del-
C%C3%B3digo-Civil-y-Comercial-en-los-C%C3%B3digos-Procesales-Civiles-y-Comerciales-de-la-
Rep%C3%BAblica.pdf - Consultado el 21/1/2019
467
(31) Véanse al respecto, las reflexiones de Kielmanovich, Jorge L. en “Código Procesal Civil y
Comercial de la Nación” -7ª ed. - Ed. AbeledoPerrot - Bs. As. - T. I - págs. 481/5
(32) “L., M. G. c/N., W. S. s/Medida precautoria” - SC Bs. As. - 6/4/2016, votos concurrentes de
los doctores Negri, Genoud (que adhiere el precedente), De Lázzari y Soria
(33) Véase, por caso, punto III del dictamen de la Procuradora Fiscal al que, por mayoría, remite
la Corte Suprema, en “Ente Tripartito de Obras y Servicios Sanitarios c/COA Construcciones y
Servicios SA s/medida autosatisfactiva” - CSJN - 18/12/2007 - Fallos: 330:5251
(34) En este sentido, ver Arazi, Roland: “Acción preventiva y medidas cautelares” - http://fundesi.
com.ar/accion-preventiva-medidas-cautelares/,del 7/11/2017 - Consultado el 21/1/2019
(35) No parecieran participar de esta opinión, Camps, Carlos E.: “La pretensión preventiva de
daños” - Revista del Código Civil y Comercial - LL - agosto/2015 - pág. 3; Quadri, Gabriel H.:
“Prevención y reparación de daños en el Código Civil y Comercial” - LL - 2016-D-811, aunque
también pensamos que los destacados autores, en lo sustancial, plantean las mismas ideas, aunque
con diverso enfoque
468
Explica Rivas que, en tal caso, el juez no adquiere un grado de certeza suficiente
para permitirle resolver definitivamente la cuestión, pero la urgencia de la situación lo
autoriza a decidir con los elementos de juicio existentes en forma provisional(36). Es decir,
estas medidas de tutela anticipada tienen como finalidad que el tiempo que insume el
proceso no torne ilusorio el derecho del peticionario, agrave los perjuicios ocasionados o
directamente los torne irreparables.(37)
La Corte Suprema ha delineado los contornos de la denominada “tutela anticipada”
en dos importantes precedentes, en los cuales el actor pretendía una indemnización por
una daño acaecido, pero a su vez requirió cautelarmente una suerte de anticipo de la
decisión de fondo (sin que, empero, quepa confundirlas en su objeto inmediato) por los
daños que se le seguían produciendo y se agravarían de no actuar prontamente y de
esperar a la sentencia definitiva.
El primer fallo dictado por el Máximo Tribunal sobre la materia fue “Camacho
Acosta”(38), criterio que luego fuera actualizado y precisado en el fallo “Pardo”(39) y otros
precedentes, hasta la actualidad.(40)
En el primero de ellos, la Corte sostuvo que el anticipo de jurisdicción en el
examen de las medidas cautelares innovativas no importa una decisión definitiva sobre
la pretensión concreta del actor, pues en rigor lleva ínsita una evaluación del peligro de
permanencia en la situación actual a fin de habilitar una resolución que concilie -según
el grado de verosimilitud- los probados intereses de aquel y el derecho constitucional de
defensa del demandado.
En el precedente “Pardo”, la Corte, con mayor precisión, resolvió que el anticipo
de jurisdicción que incumbe a los tribunales en el examen de medidas cautelares de
tutela anticipatoria lleva ínsita una evaluación de la amenaza inminente de los daños
definitivos y del peligro de permanencia en la situación actual a los fines de habilitar una
resolución que, al conciliar los intereses de aquellos, según el grado de verosimilitud, y el
derecho constitucional de defensa del demandado, logre la medida necesaria y oportuna
de la jurisdicción que el caso requiere, aseveración que no importa una decisión final
sobre el reclamo de los demandantes formulado en el proceso principal.
Como se ve, la tutela anticipada, si bien tiene un indudable efecto preventivo,
mitigador o de cese del daño, es una medida cautelar de tipo innovativa que tiene presu-
puestos propios (arts. 195, 197, 198, 230 y 232, CPCC) y en algunos casos diversos
de los de la acción preventiva (arts. 1711 a 1713, CCyCo.), aun cuando en un caso en
concreto ambas puedan resultar procedentes o, en otras palabras, ambas puedan ser
continente jurídico de la pretensión urgente y preventiva del actor.
(36) Rivas, Adolfo A.: “La jurisdicción anticipatoria” - ponencia presentada en el XVIII Congreso
Nacional de Derecho Procesal - Santa Fe - 1995; del mismo autor, “La revolución procesal” - Revista
de Derecho Procesal - N° 1 - Ed. Rubinzal-Culzoni Editores - Bs. As. - 1998 - pág. 113
(37) Falcón, Enrique M.: “Código Procesal Civil y Comercial de la Nación” - Ed. Abeledo-Perrot
- Bs As. - 1993 - T. V - pág. 111; De Lázzari, Eduardo: “La cautela material” - JA - 1996-IV-651;
Peyrano, Jorge W.: “Lo urgente y lo cautelar” - JA - 1995-IV-651
(38) “Camacho Acosta” - CSJN - 7/8/1997 - Cita digital: IUSJU129746A
(39) “Pardo, H. P. y otro c/Di Césare, Luis Alberto y otro s/art. 250 del CPC” - CSJN - 6/12/2011
- Cita digital IUSJU189669D
(40) “Olivo, Pablo Ezequiel y otra c/Buenos Aires, Provincia de y otros s/daños y perjuicios” - CSJN
- 11/12/2018 - Cita digital IUSJU039866E
469
(41) Kielmanovich, Jorge L.: “Medidas cautelares” - Ed. Rubinzal-Culzoni Editores - Bs. As. - 2000
- pág. 38 y ss.
(42) Para ampliar la noción de “eficacia” en el derecho procesal, puede consultarse, con provecho, la
obra de Camps, Carlos E.: “Compendio de derecho procesal civil eficaz” - ERREIUS - 2019 - pág. 576
(43) “Carrizo, Carlos Alberto y otra c/Tejeda, Gustavo Javier y otra. Daños y perjuicios” - SC Bs.
As. - 30/5/2005; “P., A. E. y otros c/C. N. H. y otros s/daños y perjuicios” y “K. de I., M. L. c/C.
N. H. s/daños y perjuicios” - CNCiv. - Sala C - 10/2/2015
(44) “P., A. E. y otros c/C. N. H. y otros s/daños y perjuicios” y “K. de I., M. L. c/C. N. H. s/daños
y perjuicios” - CNCiv. - Sala C - 10/2/2015
470
471
472
(45) Determinantes reflexiones se encuentran en el profundo estudio de Toller, Fernando M.: “El
formalismo en la libertad de expresión. Crítica de la distinción absoluta entre restricciones previas
y responsabilidades ulteriores” - Ed. Marcial Pons - Madrid - 2011
473
(46) Por ejemplo, remitiendo al proceso más breve que prevea la ley local, o fijando el proceso
sumarísimo
474
No puede perderse de vista que las previsiones del Código Civil y Comercial de
la Nación en materia de prevención de daños coexisten con otras normas de carácter
constitucional, convencional (internacional), legal y/o administrativo, que ya se encon-
traban vigentes con anterioridad al 1/8/2015 (fecha de su entrada en vigencia) o
(47) Elaborado por la Comisión Redactora designada por R. (APN-MJ) 496/2017 y R. (APN-
MJ) 829/2017 con los ajustes indicados por la Dirección de Asistencia Técnica y Legislativa del
Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación - agosto/2019
475
(48) “Carrizo, Carlos Alberto y otra c/Tejeda, Gustavo Javier y otra. Daños y perjuicios” - SC
Bs. As. - 30/5/2005; “P., A. E. y otros c/C. N. H. y otros s/daños y perjuicios” y “K. de I., M. L.
c/C. N. H. s/daños y perjuicios” - CNCiv. - Sala C - 10/2/2015
(49) “Giménez, Domingo y otra c/Estado Nacional - Ejército Argentino” - CFed. La Plata - Sala
III - 8/8/1988
(50) Véase “Altamirano, Elsa, R. c/Cerámica Martín SA y otros” - JPI Civ. y Com. Morón - 8/7/1986
y fallo de Cámara que lo revoca en tal aspecto: “Altamirano, Elsa, R. c. Cerámica Martín, S.A. y
otros” - CApel. CC Morón - Sala II - 5/2/1987. No obstante, el doctor Iribarne también aludió
tangencialmente a los principios que informaban los arts. 2513 y 2514 del CC ahora derogado
(51) Que autoriza al juez “en caso de sobrevenir algún accidente que ocasione muerte, heridas o lesiones
u otros daños” a “adoptar las medidas necesarias para hacer desaparecer el peligro. Valiéndose al efecto del
ingeniero o perito que exista en el asiento minero. Sin perjuicio de ello, procederá a levantar información
sumaria de los hechos y sus causas”
(52) “Rodríguez, Lucila Mabel c/Nación Seguros SA y otro s/daños y perjuicios” - CNCiv. - Sala
M - 11/4/2019
476
que aún existan tanto en la estación Moreno y como en las restantes estaciones de esa
línea ferroviaria. Asimismo, requirió que se brinde cierta información vinculada con el
relevamiento y prevención de hechos similares a los que motivaron la promoción de esta
causa, así como también se comunique qué conducta asumió la demandada ante hechos
como los relatados en la demanda”. Señala la Cámara que “el señor juez de grado fundó
el diferimiento de la decisión respecto de tales pedidos en la falta de elementos de juicio
que, dada la etapa del proceso, refieran a la previsibilidad de un riesgo inminente y
concreto o de una situación actual idónea para producir un daño futuro”.
Luego de reseñar los fundamentos y presupuestos de las medidas preventivas
como las que estaba llamado a resolver el tribunal, se señala, en el considerando V,
que la resolución del juez de diferir la resolución de la medida preventiva solicitada
“contraviene la esencia misma de la tutela preventiva, al punto de tornarla estéril e
ineficaz”, puesto que “justamente la razón de ser de consagrar la tutela jurídica de esta
clase de medidas radica en anticiparse a la producción de daños previsibles y, en ese
sentido, postergar una decisión, implica tanto como mantener una situación de hecho
potencialmente generadora de daños que puedan evitarse”.
Ingresando en el fondo de la cuestión, en el considerando VI se expresa que
“valoradas las constancias incorporadas a la causa se advierte que, si bien los dispositivos
implementados para acceder a la estación de tren en el que habrían tenido lugar los
hechos denunciados en el escrito de inicio han sido removidos, subsistirían similares
condiciones de acceso a otras estaciones de la misma línea ferroviaria, al menos en
el tiempo de realización de la pericia técnica ordenada como prueba anticipada (cf. fs.
308/315). A su vez, las fotografías acompañadas a fs. 9 revelan de modo palmario el
potencial generador de daños pues se trata de chapas sumamente resbaladizas, máxime
en condiciones climáticas de lluvia o alta humedad ambiente -de considerable frecuencia
en esta zona-, colocadas en espacios destinados al tránsito peatonal y que, como se
aprecia, carecen de dispositivos adecuados que supriman el riesgo implicado. (VI.2) Por
otra parte, la adecuación de las condiciones de acceso a las estaciones, para que resulten
aptas para el alto tránsito de las personas que usualmente concurren a contratar los
servicios de la demandada constituye un deber exigible, implicado de modo esencial
en la naturaleza de las prestaciones a que se encuentra obligada. Esa exigibilidad
persiste, aun cuando se trate de una situación de acceso provisoria -por la realización
de mejoras u obras de cualquier tipo-, puesto que la transitoriedad de un dispositivo no
puede implicar la liberación de su obligación de atender y evitar el potencial generador de
daño del mecanismo implementado momentáneamente. (VI.3) En el caso, resulta evidente
la posibilidad de generarse daños por caídas o deslizamientos, si la colocación de este
tipo de chapas en lugares de tránsito peatonal no se encuentra acompañada por algún
dispositivo adherente que elimine el riesgo en sí mismo implicado. Se trata entonces de
una omisión potencialmente dañosa, que tiene aptitud para provocar daños. (VI.4) Por
último, resulta también claro que resulta un resorte de la prestataria del servicio detener
la potencial causación del daño, ya sea por la sustitución de esas chapas por cualquier
otro material apto para el tránsito peatonal, como su adecuación, a través de la colocación
de alguna sustancia adherente”.
Por todo lo expuesto, el tribunal “considera reunidas las condiciones necesarias
para disponer la medida preventiva solicitada con el alcance indicado, en el sentido de
ordenar a la demandada que adecue las condiciones de acceso peatonal a las estaciones
ya sea sustituyendo las chapas que se encuentren allí colocadas -aun provisoriamente-,
o por medio de su acondicionamiento, de modo de permitir que el tránsito peatonal de
los usuarios no se encuentre expuesto a los deslizamientos que ese material provoca”.
477
Y agrega que “desde que las restantes medidas pedidas procuran principalmente
recabar información vinculada con el hecho invocado como fundamento de la pretensión
resarcitoria, sin perjuicio de lo que pueda decidirse a su respecto en la oportunidad de la
audiencia preliminar, no se aprecian razones que autoricen su disposición en este acto”.
Se trata, como puede apreciarse, de una acción preventiva (que podría encua-
drarse en una propiamente dicha o de cese), peticionada como complemento y en el
marco de una pretensión resarcitoria, despachada favorablemente por el tribunal,
aunque no se hubiese explicitado con qué carácter, lo que, a nuestro juicio, tiene notable
trascendencia pues, más allá de que en este caso se trató de una sentencia de Cámara,
de ello dependerá el grado de conocimiento y presupuestos que se le exige al juez (si debe
reunir la certeza o puede disponerla con cierto grado de verosimilitud del derecho), las
vías de impugnación, la ejecutabilidad inmediata o no de la medida según los efectos
con los que se deban conceder los recursos (si suspensivo o devolutivo), la exigencia o no
de contracautela, la intervención del demandado y el carácter de cosa juzgada de dicha
resolución, entre muchas otras cuestiones.
Más allá del acierto o no de los fundamentos y la solución que brinda la Cámara
en materia sustancial y procesal, lo cierto y lo que queremos dar cuenta aquí, es,
por un lado, que en tal materia -seguridad de integridad física de las personas- es
donde se advierte un gran campo de aplicación de la tutela preventiva (sobre todo si
se la encuadra, como no se lo hizo en el precedente aludido, dentro de los derechos de
usuarios y consumidores y lo dispuesto por los arts. 53, L. 24240 y 42, CN), a diferencia
quizá de los problemas que presenta su aplicación en materia de protección de los
derechos personalísimos, donde se presentan conflictos con los derechos a dar y recibir
información y, en definitiva, a la libertad de expresión en su dimensión individual y
social. Desde luego que al prevenirse daños a la integridad psicofísica se previenen
daños en la esfera extrapatrimonial; pero sirve la distinción para marcar principalmente
aquellos daños que para su producción generan tensión con la libertad de expresión.
Por otro lado, en este ámbito y al menos hasta el día de la fecha, no se advierte
que con la incorporación expresa de la función preventiva de la responsabilidad civil
y de la denominada “acción preventiva” (arts. 1708 y 1713) haya habido un cambio
cuantitativo y cualitativo en su aplicación a los casos concretos, más allá de que, desde
luego, ello es una apreciación personal, sin que contemos con las estadísticas y estudios
de campo pertinentes para arribar a dicha conclusión.
No obstante lo dicho, pensamos que la previsión expresa de la acción preventiva,
en primer lugar, otorga o refuerza un tipo de actuación a los jueces en formato
preventivo (que ello sea compartido o no, es otro tema), que antes no se encontraba
previsto expresamente salvo en materia de ambiente, consumidores y usuarios, minería
y amparo; y en segundo lugar, brinda un marco de referencia importante para dotar de
la mayor seguridad jurídica posible en cuanto a los presupuestos de procedencia.
478
(53) Nos remitimos, al respecto, a los agudos desarrollos de Racimo, Fernando M.: “El caso
‘Ponzetti de Balbín’. Una confusión conveniente” - informacionlegal.com.ar; “Real malicia, carga
de la prueba y tests de veracidad” - JA 2018-I; y “Prensa, real malicia y carga de la prueba” - LL -
2013-E-689
(54) “Rodríguez, María Belén c/Google Inc. s/daños y perjuicios” - CSJN - 28/10/2014 - Fallos:
337:1174; “Gimbutas, Carolina V. c/Google Inc. s/daños y perjuicios” - CSJN - 12/9/2017 - Fallos:
340:1236
(55) Galdós, Jorge M.: “La libertad de prensa, la intimidad y la tutela inhibitoria de expresión” -
LL - 2017-F-824
479
(56) Toller, Fernando M.: “El formalismo en la libertad de expresión. Crítica de la distinción
absoluta entre restricciones previas y responsabilidades ulteriores” - Ed. Marcial Pons - Madrid -
2011
480
-falsos o verdaderos- o por la emisión de opiniones o ideas), lesivos de los derechos del
afectado. Y allí se presenta un problema de difícil resolución desde lo normativo, pues
remite al plano del ser.
Yendo al extremo y si nos refiriéramos a la prevención en sentido estricto, o bien
del tipo de acción preventiva a la que denominamos “propiamente dicha”, la realidad
indica que resulta cuanto menos imposible tal empresa desde el momento en que,
para evitar concretamente que una persona diga o haga algo, debe ejercerse algún tipo
de violencia, sea física o psicológica. No estamos aquí abordando el supuesto de las
consecuencias que para un individuo tiene decir o hacer algo ni mucho menos si dicha
persona prefiere inhibirse de decir o hacer algo por temor a incurrir en responsabilidad
(civil o penal), lo que comúnmente se denomina “autocensura”. A lo que aquí intentamos
referirnos es a cómo se ejecutaría en lo fáctico una orden emanada de un órgano judicial
que imponga no hacer o no decir algo, en prevención de los daños que dicha conducta o
manifestación pudieran producir en otra persona.
La respuesta, a nuestro juicio, es que ello, si bien podría ser constitucional y
jurídicamente posible(57), resultaría cuanto menos fácticamente imposible o, en definitiva,
poco eficaz, a menos que se ejerzan actos de coacción y/o tortura sobre seres humanos
que, de más está decirlo, se encuentran vedados; es decir, la orden del juez de no hacer
o no decir algo, va a estar sujeta al libre y espontáneo acatamiento del obligado, más
allá de las consecuencias que ello tenga para aquel con posterioridad (vgr., delito de
desobediencia, multas, sanciones conminatorias, etc.).
Empero, de violarse la orden judicial y de realizarse la expresión o acto judicial-
mente prohibido, la acción preventiva habría carecido, entonces, de todo sentido, pues
el afectado ya habría visto vulnerado su honor. Una orden preventiva de tal laya, si
bien puede tener una eficacia “demarcatoria” del ámbito de libertad de actuación de un
individuo, en lo concreto constituiría más bien una “amenaza” que, de ser voluntariamente
desoída, podría dar lugar a una anticipación de algunos de los presupuestos de una
eventual condena y/o a astreintes y/o a multas procesales (por ejemplo, a partir de lo
previsto por los arts. 513 y 514, Código Procesal), pero no habría podido así, actuar
fáctica y eficazmente en prevención de un daño.
Por lo tanto, creemos que la acción preventiva propiamente dicha en esta
materia, cuando resultare procedente, tendrá una función, más que preventiva, eminen-
temente demarcatoria de la conducta del destinatario y, si se quiere, anticipatoria de
las consecuencias que para él tendría su incumplimiento, aspecto que igualmente
consideramos beneficioso si con ello se protege eficazmente la intimidad, privacidad,
honor e imagen de las personas.
Algo similar ocurriría en el supuesto de que la manifestación o el acto lesivo se
hubiesen llevado a cabo y entonces la cuestión debiera ser abordada desde el punto
de vista del tipo de acción preventiva mitigadora o de cese, a fin de, respectivamente,
prevenir el agravamiento del daño o hacer cesar sus efectos dañosos. En concreto, en tal
caso, la acción tendría por objeto eliminar o “borrar” lo comentado o expresado.
(57) Véase Toller, Fernando M.: “El formalismo en la libertad de expresión. Crítica de la distinción
absoluta entre restricciones previas y responsabilidades ulteriores” - Ed. Marcial Pons - Madrid -
2011
481
482
(61) “P., A. E. c/Facebook Argentina SRL s/medida autosatisfactiva” - CFed. Mendoza - Sala B -
24/5/2019; “G., A. D.; Fiscalía Penal de Prof. Salv. Mazza c/G., A.; A., F. s/Violencia familiar”
- Juzg. de Violencia, Familia y de Género Nº 1 Tartagal - 10/8/2017. Véase el estudio de Vaninetti,
Hugo A.: “Facebook y la soberanía jurisdiccional. Defensa de los derechos del niño a su imagen,
intimidad e integridad” - LL - 6/8/2019, 4
(62) En contra de la postura que aquí proponemos, véase “Rodríguez, Lucila Mabel c/Nación
Seguros S.A. y otro s/daños y perjuicios” - CNCiv. - Sala M - 11/4/2019; Marcellino, Leonardo:
“La acción preventiva del Código Civil y Comercial: sus presupuestos y su procedencia contra el
Estado” - LL - 2019-C-112
483
(63) También puede compulsarse “Torres, Luis Ángel c/Caja de Seguros SA s/cumplimiento de
contratos civiles/comerciales” - CApel. CC Azul - Sala II - 19/12/2017
(64) Tiene dicho la CSJN: “El reconocimiento de estatus constitucional del derecho al goce de un ambiente
sano, así como la expresa y típica previsión atinente a la obligación de recomponer el daño ambiental no
configuran una mera expresión de buenos y deseables propósitos para las generaciones del porvenir, supeditados
en su eficacia a una potestad discrecional de los poderes públicos, federales o provinciales, sino la precisa
y positiva decisión del constituyente de 1994 de enumerar y jerarquizar con rango supremo a un derecho
preexistente, que frente a la supremacía establecida en el artículo 31 de la Constitución Nacional y las
competencias regladas en el artículo 116 de esta Ley Fundamental para la jurisdicción federal, sostienen la
intervención de este fuero de naturaleza excepcional para los asuntos en que la afectación se extienda más allá
de uno de los estados federados y se persiga la tutela que prevé la Carta Magna” [“Mendoza, Silvia Beatriz
y otros c/Estado Nacional y otros s/daños y perjuicios (daños derivados de la contaminación
ambiental del Río Matanza Riachuelo)” - CSJN - 20/6/2006 - Fallos: 329:2316]
484
(65) Se tiene dicho que la prevención es una conducta racional frente a un mal que la ciencia puede
objetivar y mensurar, o sea que se mueve dentro de las certidumbres de la ciencia. La precaución
-por el contrario- enfrenta otra naturaleza de la incertidumbre: la incertidumbre de los saberes
científicos en sí mismos. Opera en un ámbito de falta de certeza o información (Cafferatta, Néstor
A.: “El principio de prevención en el derecho ambiental” - Revista de Derecho Ambiental - Ed.
LexisNexis - noviembre/2004 - pág. 42)
(66) “Luro, María c/Spaghi, María Carlota s/daños y perj. autom. s/acción preventiva” - CApel.
CC Azul - Sala II - 28/12/2017
(67) “Mendoza, Silvia Beatriz y otros c/Estado Nacional y otros s/daños y perjuicios (daños derivados
de la contaminación ambiental del Río Matanza-Riachuelo)” - CSJN - 20/6/2006 - Fallos: 329:2316
485
(68) “Martínez, Sergio Raúl c/Agua Rica LLC Suc. Argentina y su propietaria Yamana Gold Inc. y
otros s/acción de amparo” - CSJN - 2/3/2016 - Fallos: 339:201
(69) En similar sentido se pronunció la Corte IDH en la opinión consultiva OC-23/17 (solicitada
por la República de Colombia) del 15/11/2017, al interpretar el contenido y alcances de los arts.
4.1 y 5.1, en relación con los arts. 1.1 y 2, CADH
(70) “Salas, Dino y otros c/Provincia de Salta y Estado Nacional s/amparo” - CSJN - 26/3/2009 -
Fallos: 332:663
(71) “Asociación para la Protección del Medio Ambiente y Educación Ecológica 18 de octubre
c/Provincia de Bs. As. s/inconst. Ley 14516” - SC Bs. As. - 28/10/2015
(72) Cafferatta, Néstor A.: “Deber de prevención en el Código Civil y Comercial (en relación con
el derecho ambiental y los bienes y valores colectivos)” - RCCyC - 6/4/2016, 22
486
(73) “Gremo, María Teresa y otros c/Corp. Intercomunal para la Gestión Sustentab. de los
Resid. del Área Metrop Cba. SA (Cormecor SA) s/amparo (ley 4915) - cuerpo de copias - recurso
de apelación” - TSJ Cba. - Sala Electoral, de competencia originaria y asuntos institucionales -
18/5/2017; “Bornic, Guillermo c/Municipalidad de Junín s/inconstitucionalidad ord. 5593” - SC
Bs. As. - 29/6/2016; “Mercado, Amelia Emilia y otros c/Municipalidad de la Ciudad de Salta
y Otros s/amparo” - CApel. CC Salta - Sala III - 25/4/2018; “Negrelli, Oscar Rodolfo y otros
c/Municipalidad de La Plata. Amparo. Recurso extraordinario de inaplicabilidad de ley” - SC
Bs. As. - 20/3/2016; “Bruniard, Rogelio Enrique y Otro c/Municipalidad de Paraná s/acción de
amparo ambiental” - CApel. Cont. Adm. Paraná N° 1 - 8/5/2018; “B. J. M. G. c/Municipalidad
de Viale s/acción de amparo” - C2ª CC Paraná - Sala III - 17/4/2018; “Comuna de Las Palmeras
c/Provincia de Santa Fe s/recurso contencioso administrativo” - JPI de Distrito en lo Civil
y Comercial de 2ª Nominación Rafaela - 10/12/2015; “Comunidad Mapuche Cañio y otros
c/Provincia del Chubut y otros s/acción de amparo” - Juzg. Letrado de 1ª Instancia Civil, Comercial
y Laboral de Esquel - 14/12/2015; “M., J. J. c/Municipalidad de Pueblo General Belgrano y otros
s/acción de amparo” - JPI CC N° 3 Gualeguaychú - 23/12/2015
(74) Véase, por ejemplo, la L. 26331 sobre presupuestos mínimos de protección ambiental para
el enriquecimiento, la restauración, conservación, aprovechamiento y manejo sostenible de los
bosques nativos, y de los servicios ambientales que estos brindan a la sociedad; también los arts.
166 y 263, Código de Minería
487
488
(75) “Martínez, Sergio Raúl c/Agua Rica LLC Suc. Argentina y su propietaria Yamana Gold Inc.
y otros s/acción de amparo” - CSJN - 2/3/2016 - Fallos: 339:201. Dijo allí la Corte: “No puede
desconocerse que, en asuntos concernientes a la tutela del daño ambiental, las reglas procesales deben ser
interpretadas con un criterio amplio que, sin trascender el límite de su propia lógica, ponga el acento en su
carácter meramente instrumental de medio a fin, que en esos casos se presenta una revalorización de las
atribuciones del tribunal al contar con poderes que exceden la tradicional versión del juez espectador”
(76) Agudamente señalaba Mayo: “La protección del consumidor, que parece estar asumiendo en estos
tiempos dimensiones teratológicas, como si pudiera absorber todo el derecho de los contratos, prohijando
paradojalmente la figura del consumidor por encima de la figura del ciudadano, figura esta del consumidor que
es funcional a la tecnoeconomía globalizada, en cuanto se alienta más y más el consumo, protegiendo a quien
en definitiva es un destructor (quien consume destruye, elimina) para poder comenzar nuevamente el ciclo,
y así indefinidamente, generando sometidos a la propaganda masiva, a los productos puramente materiales,
y a una información estúpida (por supuesto que el estar informado puede servir para la cultura), que nada
enriquece a la persona, quizás para que permanezca desatenta y nada entienda de lo que está sucediendo en el
mundo” (Mayo, Jorge A.: “La inconsistencia de los daños punitivos” - LL - 2009-B-1269)
(77) Véase por ejemplo, “Beltramone, Augusto Pablo c/Municipalidad de Córdoba y otro
s/ordinario - daños y perjuicios - otras formas de responsabilidad extracontractual” - C3ª CC Cba.
- 12/4/2018
489
se advierte, al igual que en materia ambiental, que las normas sobre acción preventiva
no resultan decisivas o determinantes, aunque sí complementan o refuerzan la tutela
del consumidor que brindan las leyes especiales (sobre todo la L. 24240 y modifs.), salvo
notables excepciones.(78)
Vale decir que incluso el anteproyecto de la ley de defensa del consumidor,
presentado el 6/12/2018 al Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación
en el marco del Programa Justicia 2020, en el artículo 107 remite a las normas que el
Código Civil y Comercial de la Nación contiene en materia de “acción preventiva”.
En materia procesal, establece el artículo 53 de la ley 24240 (texto según L. 26361)
que resultarán aplicables las normas del proceso de conocimiento más abreviado que
se encuentre previsto en la jurisdicción del tribunal ordinario competente, a menos
que, a pedido de parte, el juez, por resolución fundada y basado en la complejidad de
la pretensión, considere necesario un trámite de conocimiento más adecuado. Tal es
también el criterio adoptado en líneas generales por el anteproyecto mencionado en
el párrafo precedente en material de acciones individuales, respecto de las cuales se
limita a remitir al trámite más breve que prevea la ley local (art. 162), regulando algunos
aspectos generales del proceso (competencia, beneficio de justifica gratuita, carga de la
prueba, actuación del ministerio público, limitación a la intervención de terceros, etc.).
En cambio, se regula con más detalle lo atinente a los “procesos colectivos de consumo”
en los artículos 171 a 182.
(78) Véase, por ejemplo, “Torres, Luis Ángel c/Caja de Seguros SA s/cumplimiento de contratos
civiles/comerciales” - CApel. CC Azul - Sala II - 19/12/2017. En este precedente y con cita de
anteriores de la misma Sala, el doctor Galdós desarrolla los fundamentos y derivaciones concretas
del mandato preventivo que pude dictar el juez a la luz de lo dispuesto por los arts. 1710, 1711 y
concs., CCyCo., aunque se apoya también en doctrina y jurisprudencia anterior a la reforma del
CCyCo.
490
(79) “Jumbo Retail Argentina SA c/Banco de la Nación Argentina - ordinario s/acción preventiva”
- C2ª CC Paraná - Sala III - 30/5/2017
491
carta documento que remitiera el Banco de la Nación Argentina y cuál fue la actitud de
Jumbo frente a ella, qué ocurrió con los pagos del alquiler que la actora supuestamente
dice estar vigente, cuestión que -según el tribunal- era fundamental en el caso, dado
que la base para repeler cualquier obrar supuestamente ilícito era que el locador no sea
moroso, entre otras consideraciones”.
Lo interesante del precedente recientemente reseñado es que no se desestima de
plano la acción preventiva, sino que se entiende que en dicho caso no se encuentran
reunidos los presupuestos de admisibilidad, lo cual -siguiendo tal criterio- no impediría
que la acción preventiva tuviera por objeto una suerte de “prohibición de demandar”, ya
admitida por cierta doctrina(80) y algunos precedentes(81), aunque para nosotros revista
un carácter sumamente restrictivo y excepcional, sobre todo cuando con ello se interfiere
en la jurisdicción de otro magistrado.(82)
V - CONCLUSIONES
Lo expuesto hasta aquí nos permite arribar a algunas conclusiones, que desde
luego son provisorias, tratándose de un tema por demás dinámico que en la práctica
puede presentar aristas que en abstracto resultarían difíciles de prever.
En este sentido, pensamos que la expresa incorporación de la “acción preventiva”
a nuestro ordenamiento jurídico, si bien no supone una innovación cualitativa de las
herramientas existentes en el ordenamiento jurídico con anterioridad a la sanción del
Código Civil y Comercial de la Nación, constituye un sistema normativo ordenador pero
que no eximirá al operador de tener que analizar el caso siempre a la luz de los derechos
constitucionales que estén en pugna, de la normativa particular que resulte aplicable,
de las vías procesales que se encuentren a disposición y de las herramientas jurídicas y
fácticas con que se cuenten para hacer efectiva la orden de prevención.
Es por ello que, más allá de lo expresado en los fundamentos del anteproyecto del
Código Civil y Comercial de la Nación y lo deseable en ese sentido, la acción preventiva
propiamente dicha de daños contra intereses o derechos personalísimos como el honor,
la honra, la dignidad, la imagen y la intimidad, no presenta sustanciales modificaciones
492
con la sanción del CCyCo., puesto que siempre habrá que ponderar la procedencia de
una acción de ese tipo (cualquiera sea la herramienta procesal utilizada) a la luz de la
posible afectación de la libertad de expresión y otros derechos fundamentales. Ello, desde
ya, no quiere decir que breguemos por su improcedencia (más bien lo contrario), sino
solamente que el análisis no varía y, en lo sustancial, es eminentemente constitucional
más que civil; pensamos que en este punto tendrán mayor campo de aplicación las
acciones preventivas mitigadoras o de cese (es decir, cuando hubiese un daño en curso),
aun cuando cabe alertar sobre su posible escasa efectividad o eficiencia sobre todo en
un marco desregulado como el de internet.
No obstante, sí nos permitimos afirmar que en tal contexto la acción preventiva
cumpliría una suerte de función demarcatoria para los sujetos involucrados, en tanto
una resolución judicial de ese tipo establecería el marco dentro del cual el ejercicio de
sus derechos se enmarca (o no) dentro de lo lícito o, en buen romance, dentro de lo
admitido por el ordenamiento jurídico.
Por otra parte, los artículos 1711 a 1713 del CCyCo. constituyen normas de
aplicación complementaria en caso de que coexistan con sistemas normativos particu-
lares, como ocurre en materia de consumidores y usuarios, de derecho ambiental y de
hábeas data o protección de datos personales, pues corresponde, en primer término,
recurrir a las normas indisponibles de los microsistemas normativos correspondientes
(arts. 1, 2 y 1709, CCyCo.), salvo que con las normas del CCyCo. se garanticen los
derechos fundamentales de un modo más efectivo.
En otro orden de ideas, opinamos que la acción preventiva no es, en principio,
procedente contra el Estado Nacional, salvo expresa declaración de inconstitucionalidad
en el caso en concreto de los artículos 1764, 1765 y/o 1766 del CCyCo., lo que desde
luego no obsta la procedencia de la vía de amparo; en cambio, tal declaración de
inconstitucionalidad no se exige y la acción preventiva sí procede contra las concesionarias
y licenciatarias del Estado.
Por otra parte, las previsiones de los artículos 1711 a 1713 del CCyCo. no son
de carácter procesal, sino sustancial, aun cuando lo cierto es que, establecido dicho
“derecho” (que igualmente se encontraba alojado, antes de la sanción del nuevo
Código, en la misma Constitución -arts. 19, 41, 42, 43 y ss.-, en leyes especiales -art.
52, L. 24240, texto según L. 26361-), consecuentemente debe preverse o establecerse
pretorianamente una herramienta procesal para su adecuado ejercicio, que la doctrina
las ha encontrado en las medidas cautelares innovativas, en las denominadas medidas
o tutelas autosatisfactivas o de satisfacción inmediata (no previstas en el ordenamiento
procesal nacional, aunque sí en legislaciones provinciales) y desde ya, en el amparo y
en el marco de los procesos de conocimiento, ya sea abreviados (vgr., juicio sumarísimo)
o plenos (juicio ordinario). Empero, cabe distinguir precisamente la materia sustancial
de la procesal y, sobre todo, la acción preventiva (autónoma o cautelar) de la tutela
anticipada en un proceso donde se reclame una indemnización, que siempre tendrá
carácter cautelar en tal contexto. Tal distinción tendrá capital importancia, no solo por
la determinación de los presupuestos para su dictado y el conocimiento de las partes
involucradas de las “reglas de juego”, sino, sobre todo, por sus efectos, a saber: la
ejecutabilidad inmediata o no, las vías recursivas, el carácter de la cosa juzgada que
emane de una decisión de tal laya, etc.
493
(83) Véase, por ejemplo, anteproyecto de Código Procesal por la Comisión Redactora designada
por R. (APN-MJ) 496/2017 y R. (APN-MJ) 829/2017 con los ajustes indicados por la Dirección
de Asistencia Técnica y Legislativa del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación -
agosto/2019
494
Adrián O. Morea(*)
(*) Abogado, egresado con diploma de honor. Funcionario judicial de la CApel. CC Pergamino.
Especialista en Magistratura Judicial. Doctor en Derecho. Profesor universitario regular de la UCA
(2010-2012). Profesor invitado de la UNNOBA (2014-2016). Coautor de cinco obras jurídicas
colectivas, publicación de más de ochenta artículos de doctrina y comentarios a fallos en diversas
editoriales jurídicas. Ponente y panelista en diversos congresos y jornadas
(1) Barbero, Omar U.: “Autonomía de la voluntad en las relaciones personales de familia (pensando
en las Jornadas Nacionales de Derecho Civil)” - Sup. Act. - LL - 17/7/2003, 1
495
Constitución(2) (en los términos y con los alcances allí dispuestos). Este reconocimiento,
nuevamente, se articula con lo expresado párrafos atrás con relación a la obligación del
juez de velar por la supremacía del bloque de constitucionalidad federal aun ex officio,
aunque insistimos en la importancia de la labor del operador jurídico, en especial de los
abogados en el libre ejercicio de la profesión al instar los planteos de inconstitucionalidad.
Hasta aquí todo pareciera bastante claro y certero, pero lo cierto es que pese al
incesante tratamiento de la autonomía de la voluntad por parte de la jurisprudencia
y doctrina, sus implicancias prácticas siguen despertando intensos debates. Ello se
evidencia a poco andar por el derogado Código Civil en lo que hace a las normas relativas
al plazo exigido por el legislador para solicitar la separación personal o el divorcio, así
también como el requisito de la doble audiencia para que el juez pueda determinar si
los motivos aducidos por las partes son suficientemente graves [arts. 204, 205, 214, inc.
2), 215 y 236].
La norma se actualiza, se adecua a la moral y orden público vigentes de la
mano de la interpretación. La interpretación, la vivencia en el caso concreto. Máxime
cuando de su literalidad surja una pugna con la norma constitucional o convencional,
resultando aplicable entonces lo esbozado respecto al control de constitucionalidad
y convencionalidad no solo a instancia de parte sino también de oficio. En los casos
aludidos, la jurisprudencia ha decretado en los últimos años la inconstitucionalidad de
las normas (a lo que podría claramente sumarse la inconvencionalidad de las mismas)
en cuanto representan una injerencia arbitraria del Estado en la intimidad familiar.
Aun cuando ello resulta suficiente, es dable agregar que las normas citadas constituyen
en la practica un modo de perpetuar y alentar el conflicto entre las partes lejos de
salvaguardar la unidad familiar y la revinculación de las partes de un modo sano, dada
la casi certera relación que las mismas deberán mantener en lo sucesivo, aun pese a la
ruptura del vínculo matrimonial.(3)
(2) Así, el art. 12, Declaración Universal de Derechos Humanos. Declaración Americana de
Derechos Humanos, art. V: Derecho a la protección, a la honra, la reputación personal y la vida
privada y familiar. Toda persona tiene derecho a la protección de la ley contra los ataques abusivos
a su honra, a su reputación y a su vida privada y familiar. Art. VI: Derecho a la constitución
y a la protección de la familia. Toda persona tiene derecho a constituir una familia, elemento
fundamental de la sociedad, y a recibir protección para ella. La CADH hace lo propio en los arts.
11 (protección de la honra y de la dignidad) y 17 (protección a la familia). Muy importante resulta el
ap. 2), art. 27, CADH en cuanto incluye al art. 17 (protección a la familia) entre aquellos derechos
que no se encuentran autorizados para ser suspendidos ni aun en caso de guerra, peligro público o
de otra emergencia que amenace la independencia o seguridad del Estado Parte. Asimismo, es de
destacar el art. 32, CADH que al referirse a la correlación entre deberes y derechos dispone, en su
ap. 1), que “toda persona tiene deberes para con la familia, la comunidad y la humanidad”, y en
el ap. 2) que “los derechos de cada persona están limitados por los derechos de los demás, por la
seguridad de todos y por las justas exigencias del bien común, en una sociedad democrática”. Pueden
también mencionarse el art. 4, Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la
Violencia contra la Mujer; el Preámbulo y el art. 12, Declaración Universal de Derechos Humanos;
arts. 17 y 23, Pacto Internacional de Derecho Civiles y Políticos; el art. 10, Pacto Internacional de
Derechos Económicos, Sociales y Culturales; la Convención contra la Tortura y otros Tratos o
Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes en lo referente al recluso y su relación con familiares; el
art. 8, Convención de Derechos del Niño
(3) Sosa, Guillermina L. y Morea, Adrián O.: “La autonomía de la voluntad: camino para la
pacificación de los conflictos familiares. Acertada respuesta del Proyecto” - JA - 25/6/2014
496
497
(6) Bossert, Gustavo: “Régimen jurídico de los alimentos” - 2ª ed. actualizada y ampliada - 1ª reimp.
- Ed. Astrea - Bs. As. - 2006 - pág. 315
498
(7) Llamas Pombo, Eugenio: “Los efectos de las crisis matrimoniales” - LL - Madrid - 2009 - págs.
212/3
(8) “P. A. V. c/B. J. A. s/divorcio por presentación unilateral” - CApel. CC Pergamino - 5/3/2020
(9) Acuña San Martín, Marcela: “El convenio regulador como mecanismo ordenador de los efectos
del divorcio” - LL - DFyP - marzo/2016 - pág. 58
499
las partes, las consecuencias prácticas son diversas y relevantes. A saber: 1) salvo
disposición expresa en contrario, los derechos y las obligaciones derivados del convenio
resultarán exigibles desde el momento mismo de la presentación del escrito conjunto
en el que se formule la mentada propuesta común; 2) la verificación de las condiciones
de validez del contrato (consentimiento, capacidad, forma, objeto, causa, etc.) deberá
ponderarse con relación a ese hito temporal; 3) las posibilidades de retractación de las
partes quedarán agotadas con el acto mismo de presentación del acuerdo conjunto,
toda vez que a partir de tal momento cualquier comunicación del retiro de la aceptación
por el destinatario resultará necesariamente posterior a este. Al respecto, el artículo
981 del CCyCo. prevé, en forma categórica, que “la aceptación puede ser retractada si
la comunicación de su retiro es recibida por el destinatario antes o al mismo tiempo que
ella”. Se trata de un requisito temporal de eficacia de la retractación, cuya inobservancia
sella definitivamente los efectos de la aceptación y en forma derivada del consentimiento
contractual o convencional que sustenta la obligatoriedad del acuerdo. Lo hasta aquí
expuesto se funda asimismo en el principio de autonomía de la voluntad reconocido en el
artículo 959 del CCyCo. que dispone: “Todo contrato válidamente celebrado es obligatorio
para las partes. Su contenido solo puede ser modificado o extinguido por acuerdo de partes
o en los supuestos en que la ley lo prevé”. Así pues, en el Código se reproduce el principio
vinculante como efecto de todo contrato válido que constituye lo que históricamente se
ha enunciado como la “fuerza obligatoria del contrato”. Y en forma concomitante en el
artículo 961 del CCyCo., que consagra el principio de buena fe contractual del cual fluye
la exigibilidad del principio de autorresponsabilidad de quien emite una declaración y
genera la legítima confianza de la parte a quien va dirigida.
Es importante remarcar que la homologación judicial del acuerdo, si bien produce
efectos jurídicos relevantes, no representa una condición de validez del convenio
regulador.
En esta inteligencia, Salas considera que no es necesario que el acuerdo haya
sido aprobado y homologado judicialmente para que produzca efectos, puesto que este
acto de confirmación judicial no tiene por fin dotarla de validez, sino darla a publicidad
y constituirla como título ejecutorio. Asimismo, la eficacia del convenio regulador no
se halla diferida al dictado de la resolución homologatoria, si las partes no convinieron
expresamente esa formalidad.(10)
Cabe destacar que, en materia de transacción como modo anormal de extinción
de obligaciones litigiosas, se ha procedido con un criterio similar, y dado que el convenio
regulador resulta jurídicamente asimilable al acuerdo transaccional por cuanto
materializa una forma consensuada de resolver el proceso judicial existente entre las
partes, cabe aplicar analógicamente la misma solución.
En este aspecto, se ha decidido que el pronunciamiento homologatorio del convenio
por parte del órgano jurisdiccional previsto en el artículo 308 de la legislación adjetiva
bonaerense no constituye un requisito de eficacia de la transacción. De allí que el
avenimiento o transacción celebrado en un juicio no requiere ser homologado por el juez
para producir sus efectos y vale aunque el magistrado en cuyo juzgado se efectuó no
hubiera suscripto el acta respectiva.(11)
(10) Salas, Acdeel E.: “Código Civil anotado” - 2ª ed. actualizada - Ed. Depalma - Bs. As. - 1971 - T.
I - pág. 422
(11) Conf. CNCiv. - Sala D - 20/7/1971 - LL - 146-368
500
3.2. Propuesta individual arrimada por uno de los cónyuges a la cual adhiere
posteriormente el otro
Esta modalidad tiene lugar cuando el divorcio es requerido en forma unilateral
por uno de los cónyuges, quedando secundado por una propuesta de solución a cada
cuestión que necesite ser organizada y/o decidida en orden a la inminente disolución del
vínculo. En este caso, se correrá traslado al otro cónyuge de la demanda y de la propuesta
reguladora arrimada, pudiendo aquel aceptarla o realizar una contrapropuesta. Si es
aceptada, lo que fue propuesta se trasformará en convenio por el acuerdo de partes.(12)
Con mayor exactitud, consideramos que el convenio regulador quedará constituido
como tal al momento de la presentación adhesiva efectuada por el cónyuge adherente,
toda vez que a través de ella se vehiculiza la aceptación de la propuesta presentada por
el cónyuge recurrente (art. 971, CCyCo.).
Hasta tanto ello no ocurra, la propuesta individual del cónyuge recurrente valdrá
como una oferta, es decir, como una manifestación dirigida a persona determinada, con
la intención de obligarse y con las precisiones necesarias para establecer los efectos que
debe producir de ser aceptada (art. 972, CCyCo.).
El cónyuge recurrente quedará vinculado por su ofrecimiento a partir del instante
en que la propuesta llegue a conocimiento del cónyuge destinatario -siendo este el último
momento hasta el cual puede proceder al retiro de la misma (art. 975, CCyCo.)- y hasta
el agotamiento del plazo procesal de que dispone el otro cónyuge para expedirse acerca
de la propuesta formulada por aquel, por cuanto este coincide con el momento en que
puede razonablemente esperarse la recepción de la respuesta (art. 974, CCyCo.).
Sin perjuicio de que el convenio regulador se constituye con la aceptación de la
propuesta, es preciso señalar que hasta tanto la conformidad del cónyuge adherente
llegue a conocimiento del cónyuge recurrente, este podrá retractarse -siendo esta la
última oportunidad para dejar sin efecto la aceptación- (art. 981, CCyCo.). En el caso
analizado, tal posibilidad será viable hasta que se efectivice el traslado de la propuesta
del convenio regulador formulada por el cónyuge presentante.
(12) Prach, Eliana M. y Vénere, Juan I.: “Aspectos patrimoniales de la propuesta o convenio
regulador” - Sup. Esp. - CP 2019 (noviembre), 55
501
(13) Mizrahi, Mauricio L.: “El divorcio, sus efectos y el trámite procesal” - LL - 2017-D-1071. Refiere
el autor que cuando la presentación es bilateral, aunque lo regular es que se vuelque en un mismo
escrito, nada impide que se inicie el proceso, simultáneamente, con dos escritos diferentes; cada
uno firmado por un cónyuge. En lo que se refiere a la propuesta de convenio regulador, estará
la posibilidad de acompañar dos propuestas (una por cada peticionario), a pesar de requerirse
conjuntamente el divorcio
(14) Pellegrini, María V.: “El convenio regulador del divorcio en el Código Civil y Comercial” - Sup.
Esp. Código Civil y Comercial de la Nación. Familia - 2014 (diciembre) - pág. 75 y ss.
502
Podría ocurrir también que, al contestar la acción, el otro esposo no diga nada
o directamente no evacúe el traslado respectivo. Si bien el Código no contempla
expresamente este supuesto, entendemos que en tal caso deberá tenerse a la demandada
como conforme con la propuesta de la parte actora. Aunque como regla general el silencio
no equivale a una manifestación de la voluntad (art. 263, CCyCo.), este principio cede
cuando existe un deber de expedirse que puede resultar “de la ley, de la voluntad de las
partes, de los usos y prácticas, o de una relación entre el silencio actual y las declaraciones
precedentes”. En el supuesto analizado, consideramos que la omisión de un cónyuge de
pronunciarse con relación a la propuesta formulada por el otro deberá ser interpretada
como manifestación de voluntad y, por ende, quedará constituido el acuerdo una vez
vencida la oportunidad procesal del cónyuge reticente. Esto se debe a que las partes no
solo tienen la carga procesal de expedirse sobre la propuesta reguladora, sino también
un deber de colaboración procesal fundado en el principio de lealtad, probidad y buena
fe previsto en el artículo 34, inciso 4.d), del CPCC, cuya inobservancia autoriza a
interpretar su silencio como expresión positiva de voluntad conforme al acto. Amén de
ello, debe considerarse que una actitud procesal de la índole señalada colisiona contra la
télesis de un proceso de divorcio en el que se busca potenciar el alcance de la autonomía
de la voluntad familiar como ámbito de autocomposición de conflictos.
Distinto es el caso en el que el esposo demandado simplemente se limita a
manifestar que no está de acuerdo con la propuesta acompañada con la acción sin
ofrecer una propuesta reguladora distinta, pues allí hay una negativa expresa de su
parte que impide la formación del consentimiento. Sin perjuicio de ello, estimamos que
el magistrado podrá valorar esta conducta procesal no colaborativa como un indicio
en su contra si eventualmente se judicializaran algunas de las cuestiones relativas al
divorcio.
Finalmente, el Código Civil y Comercial contempla la realización de una audiencia
como principal oportunidad procesal para que todas las similitudes y diferencias entre
los aún cónyuges sean analizadas por el juez y se intente arribar allí a un acuerdo
regulador (art. 438, CCyCo.)(15). A tal efecto, se prevé que los consortes, además de las
propuestas, acompañen la documentación respaldatoria de lo que cada uno esgrime
a fin de garantizar el mayor rendimiento procesal de la audiencia en punto a la
autocomposición del conflicto. Elementos cuya agregación podría incluso el juez ordenar
de oficio.
IV - COLOFÓN
(15) Lorenzetti, Ricardo L.: “Código Civil y Comercial de la Nación comentado” - Ed. Rubinzal-
Culzoni Editores - Bs. As. - 2015 - T. II - pág. 739
503
504
I - INTRODUCCIÓN
(*) Abogada (UM - 2006). Funcionaria de la justicia civil y comercial del Poder Judicial de la
Provincia de Buenos Aires. Docente de grado. Integrante del Instituto de Derecho Procesal del
Colegio de Abogados de Morón. Autora de varios artículos publicados en revistas especializadas
505
A todas estas cuestiones y a otras muchas más, las neurociencias les dedican
muchísimos saberes e investigaciones; llamativos, por cierto, pero en esta oportunidad
abordaremos los puntos tocantes a la rama del derecho, que no por estar tan a la
vanguardia, son menos apasionantes.
506
(6) Manes Facundo y otro, Usar el Cerebro, Editorial Planeta, pág. 39, año 2014
(7) Ratazzi, Alexia: “Desarrollo cerebral y neuroplasticidad” en De Podestá, María Eugenia G. T. y
otros: “El cerebro que aprende” - Ed. Aique Grupo Editor - Bs. As. - 2017 - pág. 54
(8) Gacio, Sebastián: “Anatomía del cerebro” en De Podestá, María Eugenia G. T. y otros: “El
cerebro que aprende” - Ed. Aique Grupo Editor - Bs. As. - 2017 - pág. 46
(9) De Podestá, María Eugenia G. T. y Gleichgerrcht, Ezequiel: “¿Cómo aprendemos?” en De
Podestá, María Eugenia G. T. y otros: “El cerebro que aprende” - Ed. Aique Grupo Editor - Bs.
As. - 2017 - pág. 66
(10) Gacio, Sebastián: “Anatomía del cerebro” en De Podestá, María Eugenia G. T. y otros: “El
cerebro que aprende” - Ed. Aique Grupo Editor - Bs. As. - 2017 - pág. 45
(11) Goleman, Daniel: “La inteligencia emocional” - Ed. Vergara - 2000 - pág. 38
507
(12) Manes, Facundo y otro: “Usar el cerebro” - Ed. Planeta - Bs. As. - 2014 - pág. 221
(13) Ratazzi, Alexia: “Desarrollo cerebral y neuroplasticidad” en De Podestá, María Eugenia G. T. y
otros: “El cerebro que aprende” - Ed. Aique Grupo Editor - Bs. As. - 2017 - págs. 59/60
(14) Ratazzi, Alexia: “Desarrollo cerebral y neuroplasticidad” en De Podestá, María Eugenia G. T. y
otros: “El cerebro que aprende” - Ed. Aique Grupo Editor - Bs. As. - 2017 - págs. 59/60
(15) De Podestá, María Eugenia G. T. y otros: “El cerebro que aprende” - Ed. Aique Grupo Editor
- Bs. As. - 2017 - pág. 174
508
(16) De Podestá, María Eugenia G. T.; De Fox, Sonia W. y Peire, Josefina: “El cerebro adolescente”
en De Podestá, María Eugenia G. T. y otros: “El cerebro que aprende” - Ed. Aique Grupo Editor -
Bs. As. - 2017 - pág. 171
(17) De Podestá, María Eugenia G. T.; De Fox, Sonia W. y Peire, Josefina: “El cerebro adolescente”
en De Podestá, María Eugenia G. T. y otros: “El cerebro que aprende” - Ed. Aique Grupo Editor -
Bs. As. - 2017 - págs. 166/7
(18) Manes, Facundo y otro: “Usar el cerebro” - Ed. Planeta - Bs. As. - 2014 - pág. 224
(19) Torralva, Teresa en Pastor, Daniel y otra: “Neurociencias y derecho” - Ed. Hammurabi - Bs.
As. - 2019 - pág. 118
509
(20) Torralva, Teresa en Pastor, Daniel y otra: “Neurociencias y derecho” - Ed. Hammurabi - Bs.
As. - 2019 - pág. 118
(21) Art. 25, CCyCo.
(22) Bueres, Alberto: “Código Civil y Comercial de la Nación analizado, comparado y concordado”
- Ed. Hammurabi - Bs. As. - 2015 - pág. 82
(23) Ludueña, Liliana G.: “Derecho del Niño a ser oído. Intervención procesal del menor” - Revista
de Derecho Procesal - Ed. Rubinzal-Culzoni Editores - T. 2002 - pág. 157
(24) Herrán, Maite y Marino, María D.: “El derecho del niño a ser oído” - Exposición realizada
en representación de la UNLAM, ante la Audiencia Pública de la Comisión Bicameral para la
Reforma, Actualización y Unificación de los Códigos Civil y Comercial de la Nación
510
El artículo 12 de la referida Convención sobre los Derechos del Niño estipula: “1.
Los Estados Partes garantizarán al niño que esté en condiciones de formarse un juicio
propio el derecho de expresar su opinión libremente en todos los asuntos que afectan al
niño, teniéndose debidamente en cuenta las opiniones del niño, en función de la edad y
madurez del niño. 2. Con tal fin, se dará en particular al niño oportunidad de ser escuchado
en todo procedimiento judicial o administrativo que afecte al niño, ya sea directamente o
por medio de un representante o de un órgano apropiado, en consonancia con las normas
de procedimientos de la ley nacional”.
Este es el derecho del niño a ser oído, escuchado personalmente por el juez,
en todos los juicios, siempre que se haya de decidir alguna cuestión que lo afecte, sin
perjuicio de ser representado o de que actúe el Ministerio Pupilar; y dicho derecho a ser
oído se encuentra en estrecha relación con la cuestión de su intervención en juicio.
Así las cosas, y parafraseando, al decidir una cuestión trascendente para la vida
de los niños, niñas y adolescentes, el juez tiene el deber de escucharlos, de conformidad
con lo dispuesto por los artículos 5, 12 y concordantes de la CDN; artículos 3, incisos
a), b), d), 24 y 27 de la ley 26061, artículos 26, 639 y 706 del Código Civil y Comercial
de la Nación (CCyCo.).(25)
Efectuadas las consideraciones respecto del derecho del niño a ser oído, debemos
ahora analizar la cuestión sobre la autonomía progresiva de los niños y adolescentes.
Se concibe el criterio de capacidad progresiva como un parámetro según el cual se
habilitaría al niño al ejercicio de sus derechos personalísimos por sí mismo, sin acudir
a terceras personas, no estando sujeto a una edad cronológica predeterminada, sino
susceptible de consideración concreta en función de la madurez intelectual y psicológica,
del discernimiento y entendimiento suficiente del niño.(26)
Al respecto, reza el artículo 26 del Código Civil y Comercial de la Nación: “La
persona menor de edad ejerce sus derechos a través de sus representantes legales. No
obstante, la que cuenta con edad y grado de madurez suficiente puede ejercer
por sí los actos que le son permitidos por el ordenamiento jurídico. En situaciones
de conflicto de intereses con sus representantes legales, puede intervenir con asistencia
letrada. La persona menor de edad tiene derecho a ser oída en todo proceso judicial
que le concierne así como a participar en las decisiones sobre su persona. Se presume
que el adolescente entre trece y dieciséis años tiene aptitud para decidir por sí respecto
de aquellos tratamientos que no resultan invasivos, ni comprometen su estado de salud
o provocan un riesgo grave en su vida o integridad física. Si se trata de tratamientos
invasivos que comprometen su estado de salud o está en riesgo la integridad o la vida,
el adolescente debe prestar su consentimiento con la asistencia de sus progenitores; el
conflicto entre ambos se resuelve teniendo en cuenta su interés superior, sobre la base
de la opinión médica respecto a las consecuencias de la realización o no del acto médico.
A partir de los dieciséis años el adolescente es considerado como un adulto para las
decisiones atinentes al cuidado de su propio cuerpo” (el destacado me pertenece).
511
Por su parte, la ley 26061 no solo estipula el derecho del niño o adolescente a
ser oído ya que su escucha sea merituada, sino que reconoce paralelamente su derecho
a ser parte en el proceso, y a dichos fines establece expresamente su facultad de ser
“asistido por un letrado preferentemente especializado en niñez y adolescencia, desde
el inicio del procedimiento judicial o administrativo que lo incluya. En caso de carecer de
recursos, el Estado deberá asignarle de oficio un letrado que lo patrocine”, sin perjuicio
de la representación promiscua que ejerce el Ministerio Pupilar.(27)
Como dice Aída Kemelmajer de Carlucci, a mayor autonomía, menor es el ámbito
de actuación del representante. La mayor participación de los niños y adolescentes en
las decisiones relacionadas a su vida personal obliga a prever el modo de resolver los
conflictos que puedan suscitarse frente a la intervención u opinión de sus representantes.
Para estos casos se permite al niño o adolescente defender su posición con el auxilio de
asistencia letrada.(28)
La citada doctrinaria enumera diversos supuestos que demuestran la posición
adoptada por el legislador por la valoración de la competencia específica por cada
caso concreto: artículo 64 (agregado del apellido del otro progenitor), artículo 113
(discernimiento de la tutela), artículo 404 (dispensa por falta de edad para contraer
matrimonio), artículos 595 y 596 (adopción) y artículo 679 (juicio contra los progenitores),
todos del Código Civil y Comercial de la Nación.
Sencillamente porque el Código Civil y Comercial de la Nación, observando las
normas constitucionales, cumple el mandato que deriva de la obligación estatal de
control de convencionalidad y, en consecuencia, regula el sistema de capacidad jurídica
de niños, niñas y adolescentes a la luz del principio constitucional de autonomía
progresiva (art. 5, CDN). Así, iguales edades no significan capacidades iguales, y un
mismo niño presentará capacidad suficiente para ciertos actos y no para otros. El
criterio es dinámico, mutable.(29)
Es así que, en pos de la efectivización de las mandas señaladas y siendo estas
prerrogativas inescindibles de la obligación de poner a disposición del niño los medios
legales idóneos para acceder a la justicia como legitimado activo de una manera efectiva,
la Provincia de Buenos Aires, a partir de la sanción de la ley 14568 (BO: 6/2/2014) y
de su decreto reglamentario 62/2015 (BO: 13/5/2015), ha incorporado al sistema de
procedimiento bonaerense la figura del “abogado del niño”.(30)
No me detendré sobre la labor del abogado del niño y su rol, el cual adquiere
suma relevancia a la hora de ser designado dicho profesional a fin de brindar asistencia
técnica letrada al menor y que, por cierto, el mismo deber de acudir a los estrados con
asistencia letrada alcanza a los adultos(31); sino que ingresamos de lleno a la actuación
procesal del adolescente.
(27) “A. M. A. L. c/D. C. y otros s/daños y perj.” - CApel. Azul - Sala I - 14/5/2019 - Cita digital
IUSJU040184E
(28) Kemelmajer de Carlucci, Aída y Molina de Juan, Mariel F.: “La participación del niño y el
adolescente en el proceso judicial” - RCCyC - noviembre/2015 - 3
(29) Fernández, Silvia en Méndez, Romina: “La participación del niño, niña o adolescente en los
procesos de familia” - Revista Interdisciplinaria de Familia - N° 7 - marzo/2017
(30) “A. M. A. L. c/D. C. y otros s/daños y perj.” - CApel. Azul - Sala I - 14/5/2019 - Cita digital
IUSJU040184E
(31) L. 5177, art. 110
512
Al efecto, debemos recordar que el artículo 677 del Código Civil y Comercial de
la Nación dispone: “Los progenitores pueden estar en juicio por su hijo como actores o
demandados. Se presume que el hijo adolescente cuenta con suficiente autonomía para
intervenir en un proceso conjuntamente con los progenitores, o de manera autónoma con
asistencia letrada”. Mientras que el artículo 678 del mismo plexo normativo estipula: “Si
uno o ambos progenitores se oponen a que el hijo adolescente inicie una acción civil contra
un tercero, el juez puede autorizarlo a intervenir en el proceso con la debida asistencia
letrada, previa audiencia del oponente y del Ministerio Público”.
De la lectura del artículo transcripto se desprende que el principio general es
que los progenitores pueden representar en juicio a sus hijos menores (legitimados
activos o pasivos), es decir, a los que no han cumplido dieciocho años de edad. Por otra
parte, el hijo adolescente tiene un lugar significativo en el ordenamiento, ya que puede
excluir esta representación legal por los padres, si se dan las condiciones de la norma
que consagra la presunción de autonomía para intervenir en un proceso de manera
autónoma con asistencia letrada o, en su caso, juntamente con los progenitores.(32)
En suma, el adolescente no está obligado a participar en el proceso. La ley lo
faculta a participar en el mismo con asistencia letrada o junto a sus padres, siendo tal
derecho de carácter optativo para el adolescente. Así, pueden presentarse frente a un
proceso judicial las siguientes hipótesis, en las que el adolescente puede optar por: a) la
participación en el proceso de manera autónoma; b) la participación conjunta con sus
padres, o c) ser representado por sus progenitores.(33)
La ley habilita a los progenitores a actuar en representación del hijo. Sin embargo,
los hijos pueden actuar juntamente con sus progenitores o en forma autónoma cuando
tienen edad y grado de madurez suficiente. Entiende Famá que los trece años no
constituyen un límite mínimo para actuar en el proceso judicial por cuanto la misma ley
habla de una presunción de autonomía o capacidad. Esto significa que después de esa
edad, la madurez se presume, y antes de esa edad, deberá acreditarse, mas en modo
alguno queda excluida de plano. Agrega la doctrinaria que, a tenor de lo dispuesto por
el artículo 678 del CCyCo., mientras que el menor requiere autorización para estar en
juicio, el adolescente no la precisa, pero los progenitores pueden oponerse a que inicie la
acción, debiéndose resolver la cuestión por venia judicial (previa audiencia del oponente
y del Ministerio Público) y la debida asistencia letrada.(34)
Por su parte, el artículo 679 dispone: “El hijo menor de edad puede reclamar a
sus progenitores por sus propios intereses sin previa autorización judicial, si cuenta con
la edad y grado de madurez suficiente y asistencia letrada”, mientras que el siguiente,
artículo 680, dice: “El hijo adolescente no precisa autorización de sus progenitores para
estar en juicio cuando sea acusado criminalmente, ni para reconocer hijos”.
Estas normas se encuentran en estrecha relación con lo normado por el artículo
26 del CCyCo., que dice: “La persona menor de edad ejerce sus derechos a través de sus
representantes legales. No obstante, la que cuenta con edad y grado de madurez
(32) Kemelmajer de Carlucci, Aída y otros: “Tratado de derecho de familia según el Código Civil y
Comercial de 2014” - Ed. Rubinzal-Culzoni Editores - 2014 - pág. 295
(33) Kemelmajer de Carlucci, Aída y otros: “Tratado de derecho de familia según el Código Civil y
Comercial de 2014” - Ed. Rubinzal-Culzoni Editores - 2014 - pág. 303
(34) Méndez, Romina: “La participación del niño, niña o adolescente en los procesos de familia” -
Revista Interdisciplinaria de Familia - N° 7 - marzo/2017
513
suficiente puede ejercer por sí los actos que le son permitidos por el ordenamiento
jurídico. En situaciones de conflicto de intereses con sus representantes legales, puede
intervenir con asistencia letrada. La persona menor de edad tiene derecho a ser oída en todo
proceso judicial que le concierne así como a participar en las decisiones sobre su persona.
Se presume que el adolescente entre trece y dieciséis años tiene aptitud para decidir por sí
respecto de aquellos tratamientos que no resultan invasivos, ni comprometen su estado de
salud o provocan un riesgo grave en su vida o integridad física. Si se trata de tratamientos
invasivos que comprometen su estado de salud o está en riesgo la integridad o la vida,
el adolescente debe prestar su consentimiento con la asistencia de sus progenitores; el
conflicto entre ambos se resuelve teniendo en cuenta su interés superior, sobre la base de la
opinión médica respecto a las consecuencias de la realización o no del acto médico. A partir
de los dieciséis años el adolescente es considerado como un adulto para las decisiones
atinentes al cuidado de su propio cuerpo” (el destacado me pertenece).
De la mano de la capacidad progresiva, veamos qué sucede con los menores de
trece años de edad y su participación en juicio.
Al respecto, diremos que para los casos en que los hijos sean menores de trece
años, la regla general es la participación necesaria e indiscutible de los padres en el
proceso; sin embargo, podría configurarse alguna situación en la que el juez, luego de
escuchar las razones fundadas y corroborar que el niño de menos de trece años tiene
conciencia cabal de sus actos, lo habilite para el ejercicio de la acción judicial con
patrocinio letrado o para el ejercicio conjunto de la acción con sus padres.(35)
Sucede que en los primeros años de vida del hijo, la función de representación
de los progenitores es plena, pues aquellos no cuentan con un determinado bagaje en
el plano simbólico que les permita actuar por sí en los asuntos que les atañen. Sin
embargo, el transcurrir de los años lentamente comienza a poner en crisis esa labor
sustitutiva, proceso que hasta llegar a la vida adulta no se revierte, avanzando a una
asombrosa velocidad.(36)
Delimitado así el marco legal, vemos que una y otra vez, a lo largo del ordenamiento
jurídico, se hace referencia al grado de madurez suficiente.
La edad y madurez del menor implican un rasero por lo cual es imprescindible
al juez ponderar cuidadosamente las circunstancias que lo rodean, y balancearlas
mesuradamente en relación con las restantes connotaciones que presenta el caso, los
dictámenes de los profesionales intervinientes, el Ministerio Público y, particularmente,
con la índole de los derechos en juego.(37)
Ahora bien, como ya adelanté en los párrafos precedentes, la cuestión de la
edad y la madurez de los menores es un tema medular a poco que nos representamos
situaciones perfectamente factibles tales como la del menor de trece años que intenta
presentarse en juicio sin representación de sus padres como también el supuesto del
adolescente se presenta a juicio mediando oposición de sus progenitores; pues en este
último caso, el juez lo puede autorizar previa audiencia con el oponente.(38)
(35) Kemelmajer de Carlucci, Aída y otros: “Tratado de derecho de familia según el Código Civil y
Comercial de 2014” - Ed. Rubinzal-Culzoni Editores - 2014 - págs. 295/6
(36) Lorenzetti, Ricardo L.: “Código Civil y Comercial de la Nación comentado” - Ed. Rubinzal-
Culzoni Editores - 2015 - T. IV - pág. 479
(37) “J. T. M. y J. B. s/Adopción”
(38) Alterini, Jorge: “Código Civil y Comercial comentado. Tratado exegético” - Ed. Thomson
Reuters-LL - T. III - pág. 951
514
Existe infinidad de doctrina que hace alusión al deber del juez de oír a los
menores, las cuestiones de la asistencia letrada, el interés superior del niño, etc., pero
nada, o muy poco si es que lo hay, respecto de las variables, a la vara, al “medidor” de la
madurez del adolescente, que, por cierto, queda en manos del juez. Sobre el particular,
ampliaré en los siguientes párrafos, dejando, por el momento, la inquietud al lector.
(39) Dubinski, Andrés M. en Pastor, Daniel y otra: “Neurociencias y derecho” - Ed. Hammurabi -
Bs. As. - 2019 - págs. 63/4
(40) Danziger, Shai y otros: “Factores externos en las decisiones judiciales” - Actas de la Academia
Nacional de Ciencias - www.pnas.org
(41) Dubinski, Andrés M. en Pastor, Daniel y otra: “Neurociencias y derecho” - Ed. Hammurabi -
Bs. As. - 2019 - pág. 64
(42) Dubinski, Andrés M. en Pastor, Daniel y otra: “Neurociencias y derecho” - Ed. Hammurabi -
Bs. As. - 2019 - págs. 64/5
515
Y a estas alturas, debemos definir al sesgo cognitivo como el efecto psicológico que
produce una desviación en el procesamiento mental, lo que lleva a una distorsión, juicio
inexacto, interpretación ilógica, o lo que se llama, en términos generales, irracionalidad,
que se da sobre la base de la interpretación de la información disponible, aunque los
datos no sean lógicos o no estén relacionados entre sí.(43)
Con este breve racconto sobre estos particulares mecanismos de nuestra mente,
a lo que debo agregar que existen aún más heurísticos y sesgos, solo que me limité a
mencionar unos pocos de entidad en el tópico sometido a análisis, fácil es colegir que
no obstante la preparación jurídica o las capacidades de los magistrados, todas las
personas, y con independencia de la formación de base, podemos ser víctimas de estos
“trucos” de la mente.
Debemos repensar, con la humildad suficiente, que echar mano de otras disci-
plinas no es perder poder o respeto, es tener la entereza o sabiduría suficiente de asumir
que no somos expertos en las materias en las que no nos hayamos capacitado.
V - CONCLUSIÓN
(43) Dubinski, Andrés M. en Pastor, Daniel y otra: “Neurociencias y derecho” - Ed. Hammurabi -
Bs. As. - 2019 - pág. 66
516
(44) Clur, Julieta C. en Pastor, Daniel y otra: “Neurociencias y derecho” - Ed. Hammurabi - Bs.
As. - 2019 - pág. 209
(45) Alterini, Jorge: “Código Civil y Comercial comentado. Tratado exegético” - Ed. Thomson
Reuters-LL - T. III - pág. 952
517
(46) Ver, para ampliar, al respecto, Shina, Fernando: “Las neurociencias y la teoría general del acto
jurídico. Breve introducción al pensamiento de Richard Thaler y Cass Sunstein” - 11/10/2019 - Id
SAIJ: DACF190168
518
Manuel A. Freire(*)
Marcela A. Martínez(**)
I - ANTECEDENTES
519
Era claro, entonces, que un recurso que solo habilitase la revisión de las cuestiones
de derecho con el primordial objetivo nomofiláctico de unificar la jurisprudencia
confrontaba con el nuevo bloque de constitucionalidad.
En efecto, en el fallo “Casal”(7), interpretando el artículo 456 del CPPN, la Corte
decidió que la que se le asignaba hasta entonces no era la única exégesis posible ni
tampoco la que mejor amparaba el contenido de la garantía; y concluyó que resultaría
contraria a la Ley Fundamental una interpretación restrictiva del alcance de la materia
de casación, limitada a “decir el derecho”, basada únicamente en el nomen juris del
recurso, con exclusión de las llamadas cuestiones de hecho y prueba.(8)
Sostuvo, así, que el tribunal de casación debe entender en todos los casos
valorando si se aplicó correctamente la sana crítica, habilitando una revisión amplia de
la sentencia condenatoria todo lo extensa que sea posible conforme a las posibilidades
de cada situación particular y sin magnificar las cuestiones reservadas a la inmediación.
Dijo que el tribunal de casación debe agotar el esfuerzo por revisar todo lo que pueda
revisar, reservando “lo único no revisable” a lo que surja directa y únicamente de la
“inmediación”(9). Este esquema se extendió a las provincias a partir de “Salto”(10), lo que
determinó que las impugnaciones establecidas por los códigos de procedimiento penal
para revisar las sentencias definitivas deban ser sencillas, sin anteponer mallas formales
que distingan entre cuestiones de hecho y de derecho.
Esta incorporación de los pactos de derechos humanos al sistema constitucional
trajo aparejada la “positivización de los derechos fundamentales como límites y vínculos
sustanciales a la legislación positiva”, que Ferrajoli denomina “estricta legalidad”. En
sus palabras, “la jurisdicción ya no es la simple sujeción del juez a la ley, sino también el
análisis crítico de su significado como medio de controlar su legitimidad constitucional”.
Podría decirse, entonces, que ha sido de ese tenor el test seguido por la Corte respecto
de la garantía del doble conforme, reinterpretando el sistema normativo a efectos de
hacerlo compatible con estos nuevos estándares.(11)
II - INTRODUCCIÓN
520
privado. Esta doctrina supone que el derecho debe garantizarse de un modo eficaz,
aunque la legislación procesal aplicable no prevea específicamente un recurso ordinario
a tal efecto: verbigracia, a través de una casación horizontal. Además, bajo ciertas
circunstancias, ella ha sido extendida a aquellos pronunciamientos del tribunal superior
que, frente al impulso impugnativo de cualquiera de las partes antes señaladas, agrava
la condena existente.
Ciertamente, no es posible negar a quien ha sido condenado recién en segunda
instancia del derecho que le asiste a la doble conformidad del fallo, es decir, a la
posibilidad de criticar la decisión del caso y provocar un nuevo examen que favorezca su
situación o, a lo sumo, confirme la dictada. Repárese que, al revocársele la absolución
que lo beneficiaba y resolverse sin reenvío su condena(13), el imputado pasa a estar
prácticamente en las mismas condiciones de quien ha recibido la primera condena por
parte del tribunal de grado, de modo que de no contemplarse la posibilidad de recurso
con la amplitud propia que le asiste a quien fue así condenado, se lo despojaría de un
derecho que expresamente se le concede a todo inculpado de delito que ha recibido una
sentencia adversa y se le ha impuesto una pena.(14)
2. En cuanto concierne a esta ensanchada inteligencia del derecho al recurso,
repasaremos las soluciones que se han propuesto para garantizar, merced a una
fiscalización “paralela” u “horizontal”, el acceso a la revisión amplia e integral de este
primer pronunciamiento condenatorio, de la mano del precedente de la Corte federal
“Duarte, Felicia”(15) y su progenie.
Con todo, el mayor interés y esfuerzo expositivo se concentrará en aquellos otros
supuestos en los que el proclamado “tribunal superior”, por impulso del fiscal o el
acusador particular, establece una calificación jurídica y una pena más gravosas que
las dispuestas por el juzgador de origen, y que la Corte Nacional pareciera asimilar en
su tratamiento a la hipótesis de primera condena en segunda instancia, con parigual
aplicación de la doctrina del fallo “Duarte”. Así, con destaque de las peculiaridades del
caso “Chambla”(16) y del camino delineado a partir de entonces, intentaremos colegir en
cuáles supuestos debe aplicarse esa solución y con qué alcance.
3. Ciertamente, este devenir afronta tensiones.
De un lado, el mantenimiento de una organización judicial vertical con un diseño
de impugnación “bilateral” contra la sentencia(17) tanto para el acusado como para
el acusador, con la habilitación para este último (en su carácter público o privado) a
conseguir una condena o el agravamiento de sus condiciones in extremis, esto es ante
un tribunal revisor -incluso, de última instancia-, a lo que debe adicionarse la mayor
participación de la víctima en el proceso penal(18). Del otro, el derecho del inculpado de
un delito “de recurrir el fallo ante un juez o tribunal superior” [arts. 8.2.h), CADH y 14.5,
PIDCyP], con la amplitud ya referida, que lo coloca en la posibilidad de provocar una
“nueva revisión” de la sentencia que lo perjudica recaída en segunda o tercera instancia
como garantía de “doble conformidad”, y que, ante la imposibilidad de acudir ante otro
tribunal “superior” en el organigrama judicial, se admite suficientemente asegurada
mediante una “casación horizontal”.
Entre ambos extremos, el derecho que le asiste al imputado a un proceso o juicio
rápido y sin dilaciones indebidas (art. 8.1, CADH), ante la elongación (“eternización de
los juicios”) que este sistema de multiplicidad de instancias judiciales genera, se torna
prácticamente una quimera.
521
522
523
3. Sobre finales del año 2019, el mecanismo de revisión “horizontal” allí establecido
se vio consolidado al estandarizarse esa solución mediante una regla de alcance general.(32)
En el caso “P., S. M. y otro s/homicidio simple”, ante la invocación por parte del
órgano revisor de la ausencia normativa que estipulara el derrotero a seguir cuando una
condena tuviera lugar recién en la etapa de impugnación, la Corte Suprema indicó que
una omisión del Poder Legislativo en la adopción de las previsiones legales necesarias para
operativizar mandatos concretos de jerarquía superior, no podía conllevar la frustración
de los derechos o prerrogativas consagrados por la Constitución Nacional. Recalcó -en
el consid. 11- que ella, como “guardián último de las garantías constitucionales, máximo
intérprete de la Constitución y cabeza de un departamento del Estado (Fallos: 342:509, 584,
1417; 338:1575 y 330:4134), se encuentra obligad[a] a adoptar las medidas necesarias para
hacer efectivos los derechos y libertades consagrados en el bloque de constitucionalidad
argentino, aun ante omisiones de las normas legislativas necesarias para su operatividad”.
En consecuencia, reafirmó que ante el dictado de una primera sentencia
condenatoria en sede casatoria, la garantía de la doble instancia debe salvaguardarse
directamente mediante la interposición de un recurso de casación que, en tal caso, deberá
ser atendido por otros magistrados que integren ese mismo tribunal, sin necesidad de
pasar previamente por la Corte Suprema de Justicia de la Nación por vía del recurso del
artículo 14 de la ley 48, evitando así ese dispendio jurisdiccional.
Con todo, reconociendo que esa era la primera oportunidad en que se determinaba
expresamente tamaña solución, resolvió que “la aplicación en el tiempo del nuevo criterio
asentado, ha de ser precedida por una especial prudencia, con el objeto de que los
logros propuestos no se vean malogrados en ese trance”, fijando así la “línea divisoria”
de aplicación de esta nueva jurisprudencia respecto al recaudo de superior tribunal
de la causa, precisando que ella regirá para el futuro, sin comprometer a aquellas en
que la sentencia condenatoria dictada por el tribunal casatorio haya sido notificada
con anterioridad a ese pronunciamiento, a tenor del arraigado derrotero seguido en
situaciones similares (conf., por todos, “Téllez”, Fallos: 308:552).
Sin embargo, una regla así generalizada, imponiendo a priori la revisión horizontal,
no se extendió, como veremos, a los supuestos de “agravación” de la condena en segunda
instancia (vgr., “Chambla”). Muy probablemente porque la determinación de los casos
alcanzados por esa variable requiere de una casuística tan de detalle, que obsta a una
solución de ese tenor.
1. Resulta cuando menos llamativo que el mismo día (5/8/2014) en que la Corte
Suprema de Justicia de la Nación resolvió el tantas veces aludido caso “Duarte” -Fallos:
337:901-, extendió esa solución en “Chambla”, pese a que el fallo del tribunal revisor no
constituyó la primera sentencia condenatoria sino una que, tras estimar procedente los
agravios de los acusadores, agravó los términos de la condena inicial.
Veamos. El hecho juzgado por la Cámara en lo Criminal Segunda de la Ciudad de
Neuquén culminó el 29/7/2009 con la absolución de Nicolás Guillermo Chambla, siendo
condenados Juan Leonardo Díaz y Leandro Ariel Serrano por homicidio en riña (arts.
45 y 95, CP), imponiéndoles a ambos la pena de tres años de prisión de cumplimiento
efectivo.
524
Apelada la sentencia tanto por la defensa de los condenados como por los
acusadores, el Superior Tribunal de esa provincia -por mayoría- estableció que, respe-
tando “los hechos probados en la sentencia”, la subsunción legal seleccionada por los
jueces de la causa debía corregirse porque esa plataforma fáctica resultaba alcanzada
por la figura del artículo 79 del Código Penal, agravada por la participación de un menor
de edad (art. 41 quáter, CP), modificando, en consecuencia, la condena contra Díaz y
Serrano, quienes quedaron penados a diez años y ocho meses de prisión.
Denegado el recurso extraordinario federal de los condenados, el caso arribó a la
CSJN por vía de queja. El recurso de hecho fue acogido por los jueces Zaffaroni, Maqueda
y Highton de Nolasco, quienes, por simple remisión a “Duarte”, lo resolvieron, al igual
que Petracchi remitiendo al suyo en ese mismo fallo, pese a las disímiles circunstancias
causídicas de aquel con el ahora examinado, de las cuales -según veremos- solamente
se dio cuenta en el dictamen de la Procuración General.
2. El caso volvió al Poder Judicial de la Provincia de Neuquén para que la garantía
del doble conforme fuera satisfecha, generando el interrogante de cuál sería el órgano
encargado de cumplir con la revisión de la decisión dictada por el Máximo Tribunal de
Justicia local. La Sala Penal del Superior Tribunal neuquino consideró pretorianamente,
como solución para el caso, que la competencia revisora quedara en manos del entonces
recientemente creado Tribunal de Impugnación(33). Aunque este es jerárquicamente
inferior, inspirados en el principio de “horizontalidad”(34) remitieron el expediente a aquel
para que resolviera el recurso de la defensa de Díaz y Serrano contra la condena de la
Corte provincial.
Luego de encauzar el trámite por el nuevo Código Procesal y tras dos audiencias
de las partes ante el Tribunal de Impugnación (el 23/10/2014 y el 9/12/2014), el
mencionado órgano dictó, el 23/12/2014, la sentencia 130/2014 a través de la cual
dejó sin efecto la anterior condena del Superior Tribunal por homicidio simple con dolo
eventual agravado por la participación de un menor y ratificó la calificación de homicidio
en riña originariamente decidida por la Cámara Segunda así como también la pena: tres
años de prisión de efectivo cumplimiento.
Así, la calificación y la pena originariamente decididas tras el juicio volvían a ser
repuestas por el órgano encargado de cumplimentar el “doble conforme”. Pero esto no
termina allí, porque la Fiscalía se agravió de la decisión del Tribunal de Impugnación
y presentó nuevamente un recurso extraordinario que colocó el caso otra vez ante el
Superior Tribunal de Justicia de Neuquén.
El 24/8/2015, este resolvió anular la sentencia del Tribunal de Impugnación, y
tras proponerse dar cumplimiento con la obligación impuesta por la Corte Suprema de
Justicia de la Nación, se encomendó la asunción de una competencia revisora amplia,
exceptuando el ámbito de actuación restringido legalmente establecido para ese órgano
extraordinario. De ese modo, y tras el análisis y rechazo de los agravios de la defensa
de los imputados, culminó ratificando la anterior condena a Díaz y a Serrano a la pena
de diez años y ocho meses de prisión, por el delito de homicidio simple agravado por la
participación de un menor de edad.
La defensa de los condenados interpuso, entonces, contra este nuevo fallo adverso
un recurso extraordinario federal y, al serle denegado, acudió en queja ante la Corte
Suprema de Justicia de la Nación.
El caso estuvo así por segunda ocasión en la Corte Federal, esta vez sin éxito,
porque el 22/11/2016, el recurso de hecho fue rechazado. La mayoría, integrada por los
jueces Rosenkrantz, Lorenzetti y la jueza Highton de Nolasco, lo hizo a raíz de invocar
525
526
3.i) Veamos.
En el punto III del dictamen de la Procuración General, emitido por la entonces
titular del organismo, Alejandra Gils Carbó, se destacó que, tras la revisión efectuada
con motivo de los recursos interpuestos tanto por los condenados como por las partes
acusadoras: fiscal y querellante particular, y establecer el Tribunal Superior de Justicia
provincial que la conducta desplegada por los coimputados Díaz y Serrano no constituía
el delito de homicidio en riña por el que venían condenados sino el de homicidio
simple, agravado por la participación de un menor de edad (arts. 45, 79 y 41 quáter,
CP), “trascendió de lo que aun podría ser considerado, en lo sustancial, como una simple
revisión”; pues, sostuvo, se dictó una sentencia “completamente distinta” de la anterior.
Para dar cuenta de esta circunstancia, refirió que “sobre la misma plataforma
fáctica”, el tribunal del recurso “reconstruyó el hecho de un modo diferente y, como
consecuencia, le atribuyó una significación jurídica diversa”, que conllevó a la nueva
condena.
Además, afirmó, en el apartado IV, que la condena penal que resultó de ese
procedimiento de revisión fue “tan distinta de la primera” e implicó un agravamiento
“tan significativo de la pena” que cabía describirla como una nueva “primera condena”,
a los efectos de la “doble conformidad” que busca asegurar la cláusula convencional del
artículo 8.2.h).
Una primera apreciación podría indicarnos, entonces, que no basta con que la
sentencia que se dicte en la instancia de revisión sea simplemente más gravosa que la
del tribunal del juicio. Porque ni aun reconstruyendo el hecho de un modo diferente
y que, a consecuencia de ello, se atribuya otra calificación jurídica que importe una
condena distinta, que pueda reputarse más gravosa, podría estimarse necesaria una
segunda revisión en el entendimiento de una “nueva condena” que reclama la doble
conformidad a la que se viene aludiendo. Porque el apócope de tanto antepuesto al
adjetivo “distinto” parece indicar que esa disimilitud debe ser de un grado muy elevado
para activar aquella posibilidad de doble conforme. Brevemente: la condena penal
que resulta de la revisión debe ser “tan” (muy) distinta de la primera condena y debe
implicar un agravamiento “tan” (muy) significativo de la pena para que pueda asimilarse
a una “nueva condena” habilitante del derecho al recurso. De lo contrario, no requeriría
adicionar la fiscalización por otro tribunal con las garantías convencionales antedichas.
Recordemos que la pena impuesta en la instancia de grado a los coimputados
condenados en el caso “Chambla” había sido de tres años de prisión, y el Superior
Tribunal de Neuquén determinó una sanción de diez años y ocho meses de prisión,
estimándose que tanto la calificación legal como la pena resultaron modificadas con esa
significación “tanto” más gravosa, siendo ese plus el que justificó la puesta en marcha
del mecanismo de la doble conformidad.
3.ii) De la misma manera, en la conocida y ya referida causa “Cromañón”, en
la cual la Cámara de Casación, a la par de revocar algunas absoluciones agravó otras
condenas que provenían de la instancia de juicio, la Corte Nacional ordenó la revisión
de esos casos con la invocación de “Chambla” sin más, mientras que la Procuración
formuló alguna explicación al respecto.
Puntualmente, en la revisión del pronunciamiento dictado contra Ana M.
Fernández, Fabiana Fiszbin y Raúl A. Villarreal, se generó un agravamiento de la condena
que ya traían como resultado del juicio oral. Así, para las exfuncionarias Fiszbin y
Fernández, tras el debate, había recaído la pena de dos años de prisión y cuatro años
de inhabilitación especial como autoras del delito de incumplimiento de los deberes de
527
funcionario público, y tras al paso por la Sala III de la Cámara de Casación Penal se les
adicionó el incendio culposo seguido de muerte, imponiéndoseles una pena de cuatro
años de prisión. En cuanto al colaborador de Chabán, Raúl A. Villarreal, la calificación
legal también se vio agravada por dicho órgano cuando al cohecho se le sumó el concurso
real con incendio culposo seguido de muerte y, por ende, la pena impuesta a partir de la
significación jurídica agravada pasó a ser de seis años de prisión.
En los dictámenes de la Procuración en el caso de Fiszbin y de Fernández, el
Procurador Fiscal, doctor Eduardo Ezequiel Casal, tras transcribir textualmente un pasaje
de “Chambla”, consideró particularmente que la pena impuesta como consecuencia de
la modificación de la calificación legal había variado en su ejecución, pasando de una
pena condicional a una pena de efectivo cumplimiento, siendo ese el dato diferencial,
especialmente gravoso, que justificaba el tratamiento del asunto a los fines de la revisión
como si fuera una primera condena.
4. Ahora bien, por el contrario, cuando la calificación legal no tuvo una alteración
sustancial que repercutiera en la pena, o cuando solo varió el monto punitivo sin afectar
la significación jurídica, la Procuración propició rechazar los planteos que buscaban la
aplicación del precedente “Chambla”.
4.i) En efecto, en “Yáñez”(35), el Procurador Fiscal interinamente a cargo del
organismo, frente a la denuncia de la defensa sobre la vulneración del doble conforme
ante la sentencia de la alzada que, producto del recurso de apelación interpuesto por
el fiscal agravó la condena de origen de tres meses de prisión de cumplimiento efectivo
por el delito de robo simple en grado de tentativa (arts. 42 y 164, CP), por la de ocho
meses de prisión de cumplimiento efectivo y declaración de reincidencia, al dictaminar
-el 20/4/2018- acudió a la confrontación con “Chambla” para justificar el rechazo de la
aplicación de esa doctrina al supuesto de marras.
Reiteró que en el mentado precedente la condena original había sido reemplazada
por una “completamente” distinta y la pena había también aumentado, considerando
que eso “fue lo determinante” para interpretar que se trataba de una nueva condena
que exigía el cumplimiento de la doble conformidad. Mientras que en el caso en estudio
se trataba tan solo de una diferente ponderación de las circunstancias de hecho y la
personalidad del imputado que llevaron a una determinación de la pena diferente, sin
que la parte, pese a referir la afectación del derecho al recurso en lo atinente al nuevo
monto de pena y a la reincidencia, con invocación de los fallos “Duarte” y “Chambla”
y los artículos 8.2.h) de la CADH y 14.5 del PIDCyP, lograra con la “escueta mención”
de esta garantía y esos precedentes cumplir con el requisito de debido planteamiento,
careciendo el agravio “de todo desarrollo argumental en orden a demostrar la afectación
de ese derecho en el caso concreto” (v. ap. II del dictamen).
De su parte, la CSJN, el 2/8/2018, desestimó la queja por aplicación del artículo
280 del CPCC.
4.ii) Con anterioridad, también había adoptado igual temperamento al dictaminar
en la causa “Ganduglia”(36) respecto de uno de los agravios postulados por la defensa del
imputado concerniente a que la casación, al acoger parcialmente la impugnación de esa
parte (no del acusador) y, por ende, modificar la calificación legal de la condena dictada
por el tribunal oral respecto del hecho de la causa 980 -variando el delito de defraudación
infiel del art. 173, inc. 7) por la figura de estafa del art. 172, CP-, sin impacto en el
monto de la pena impuesta, había frustrado el derecho del condenado a obtener una
528
529
5.iii) De igual modo resolvió el caso “Carrasco, Leonardo David”(40), pese a que
la sentencia del 27/2/2014 de los jueces de la Cámara Segunda en lo Criminal de
la Cuarta Circunscripción Judicial de la Provincia de Río Negro que lo condenó por
homicidio simple agravado por el empleo de arma de fuego (arts. 41 bis, 45 y 79, CP)
fuera revocada -mediante sent. 113, de fecha 12/8/2015- por el Superior Tribunal de
Justicia de Río Negro, imponiéndole la pena de prisión perpetua por homicidio agravado
por haber sido cometido con abuso de la función, siendo un miembro de la fuerza
policial, y por el empleo de un arma de fuego [arts. 40, 41 bis y 80, inc. 9), CP](41). Así,
al decidir la inadmisibilidad de la impugnación con base en el artículo 280 del CPCC,
con disidencia de los jueces Maqueda y Rosatti que remitieron a la solución de “Duarte”
(Fallos: 337:901), dejaron al imputado sin la posibilidad de que ese agravamiento de
la condena a la máxima pena prevista en el ordenamiento jurídico penal tuviera aquel
“doble conforme”.
5.iv) En “Fonseca”(42), sin recabar el dictamen de la Procuración, y con el voto
del juez Maqueda que consideró verificado un supuesto sustancialmente análogo a
“Chambla” y remitió mutatis mutandi a los argumentos allí desarrollados para decidir en
consecuencia, también la mayoría de la Corte aplicó el certiorari negativo del mentado
artículo 280 del CPCC, aunque el Superior Tribunal de Justicia de Chubut, luego
de declarar improcedente la impugnación extraordinaria interpuesta por el defensor
particular del condenado y acoger la del Ministerio Público Fiscal, anuló parcialmente
la sentencia recurrida en lo referido al encuadramiento legal que la instancia de grado
subsumió en la figura del artículo 165 del Código Penal imponiéndole una pena de
diecisiete años de prisión. De resultas, declaró a Fabio Orlando Fonseca autor material
y criminalmente responsable del delito de homicidio criminis causae [arts. 45 y 80, inc.
7), CP] por el hecho acaecido el 27/8/2009 del cual resultara víctima Rodolfo Sfeir,
reenviando la causa a la instancia para la determinación de la pena(43). Acá también
podría sostenerse que la Corte dejó sin doble conformidad a la sentencia (tan) agravatoria
del tribunal revisor.
5.v) Es cierto que con posterioridad, en “Colman”(44), ante un caso sustancialmente
similar al último referido, la Corte federal, con invocación de la doctrina de “Chambla” y
de “Duarte”, se expidió contra la decisión de la Suprema Corte de Justicia de la Provincia
de Buenos Aires que por haber acogido el recurso extraordinario de inaplicabilidad de
ley de los particulares damnificados(45) y, en lo que interesa destacar, recalificó el hecho
como constitutivo del delito de homicidio calificado criminis causae [art. 80, inc. 7),
CP], imponiéndole a los coimputados Ricardo L. Colman y Walter D. Colman la pena de
prisión perpetua, modificando así la de las instancias previas que habían subsumido el
hecho en la figura del robo con homicidio del artículo 165 del CP, con penas de catorce
años y un mes y de once años y nueve meses de prisión, respectivamente. La Corte
Suprema nacional, en el entendimiento de que lo así decidido impedía el aseguramiento
de los recurrentes al derecho consagrado en el mentado artículo 8.2.h) de la Convención,
declaró procedentes sus reclamos y revocó la sentencia apelada.
Sin embargo, es importante destacar que en “Colman”, pese a citar mutatis
mutandi la doctrina de “Duarte” y “Chambla”, a cuyos argumentos y conclusiones en
razón de brevedad remitió, concluyó el caso de otro modo. Pues, tras hacer lugar a
la queja y declarar procedentes los recursos extraordinarios de las defensas de los
condenados, revocó la sentencia apelada. Con ese particular modo de resolver el caso,
despojó de toda validez jurídica a la sentencia del tribunal superior que había agravado
la situación de los imputados. La inconsistencia del galemático fallo permitiría al menos
dos lecturas:
530
a) una primera, que el pronunciamiento agravatorio del superior tribunal local debe
de algún modo (horizontal, o a determinarse) revisarse en salvaguarda del doble
conforme. De ser así, no debe entenderse estrictamente que la sentencia que
estableció la calificación del artículo 80, inciso 7), del Código Penal al suceso de
marras fue en rigor revocada por la Corte, sino que lo que ella reclama es que se
arbitre otra revisión judicial al respecto;
b) como segunda alternativa, estimar que quizás la descalificación del fallo del tribunal
a quo se debió a que, al dictarse esa condena más perjudicial en esa última sede
local, sin otro recurso hábil por fuera del extraordinario federal, se les impedía a los
condenados el acceso a la doble conformidad; entonces, antes que dejarla en pie,
correspondía revocarla por haber desbordado aquel su ámbito jurisdiccional al dictar
la sentencia con ese alcance (rescisión positiva).
Cabe referir que el 20 de mayo próximo pasado, la Corte provincial dictó la sentencia
respectiva. No obstante aludir al “intrincado pronunciamiento” del superior federal que
en su parte dispositiva, por un lado, revocó la sentencia apelada, mientras, por otro,
devolvió las actuaciones para que en la forma que se disponga se asegure respecto de
los imputados el derecho convencional a la doble instancia, señaló que, frente a ello,
correspondía dar “una respuesta que ponga fin a la cuestión de la calificación legal en la
que debe subsumirse el hecho atribuido a los encausados”. En tal cometido, a efectos de
cumplir con lo ordenado, más allá de las apreciaciones que esos lineamientos pudieran
merecer, merced al carácter no declarativo de los pronunciamientos de la CSJN lo que
tornaba imperativo no desoír sus conclusiones, resolvió, interpretando que le había
sido revocada su decisión anterior, que debía “rechazarse el recurso extraordinario de
inaplicabilidad de ley articulado por la representación técnica del particular damnificado
y mantener la calificación y la pena impuesta a Walter D. Colman y a Ricardo L. Colman,
de acuerdo con los parámetros de la revisión efectuada por la Sala II del Tribunal de
Casación Penal”.
Para así concluir, afirmó que cabía interpretar que al revocar la sentencia por ella
emitida, “la Corte federal implícitamente estimó: a) que no resulta procesalmente idóneo
efectuar una agravación en esta instancia extraordinaria provincial de la calificación legal
y de la pena; b) que el derecho contenido en el artículo 8.1 [de la] Convención Americana
sobre Derechos Humanos para el particular damnificado no posee la misma intensidad que
el otorgado a los imputados en el artículo 8.2.h) [de aquella] Convención y c) que -por ende-
la calificación y la pena tiene como límite máximo la impuesta en la instancia casatoria
en caso que exista doble conformidad judicial”. Ello, bajo la idea de que la garantía a
la doble conformidad judicial para el imputado posee “mayor intensidad protectoria”
que el acceso a la jurisdicción. De esta manera, entendió que bajo tales presupuestos
“no es dable que el Ministerio Público Fiscal y el particular damnificado cuenten con
legitimación recursiva una vez que las personas sometidas a proceso hayan alcanzado
la doble conformidad judicial respecto de la calificación legal y la pena”, aspectos en los
que profundizó.
En suma, de esa lectura parecería surgir que la competencia revisora de la Corte
provincial experimentaría un “recorte” en lo concerniente al recurso extraordinario de
inaplicabilidad de ley incoado por el fiscal o el damnificado, una vez satisfecha para el
imputado la doble conformidad, a tenor de los lindes de las previsiones que regulan
esa particular vía [arts. 161, inc. 3), Constitución Provincial; 479, 481 y 494, CPPBA].
No obstante, su real dimensión solo podrá evaluarse en la aplicación de los reclamos
venideros que involucren a alguna de esas partes, en condiciones asimilables, a fin de
justipreciar los alcances de su contenido y su rendimiento.
531
532
Empero, desde la faz “horizontal” del precedente judicial, y sin caer por eso en
conceptos inherentes a la propia singularidad del sistema norteamericano(50), acaso esa
inconsecuencia de la Corte Suprema para atenerse a lo decidido en sus propios fallos(51),
en lugar de cuidar de no saltearse la doctrina en la secuencia de casos que llegan a su
órbita, y que se aprecian “de la misma naturaleza”(52), pareciera operar en detrimento
de una mayor seguridad jurídica, de la fortaleza de su propia jurisprudencia y de la
confianza en la equidad de los criterios de selección, en función del principio de igualdad.
2. Desde otra atalaya, atendiendo a lo decidido por la Corte en “Ganduglia”, único
caso en el que rechazó la queja por denegación del remedio federal por aplicación del
artículo 280 del CPCC, remitiéndose también a “lo concordemente dictaminado” por la
Procuración General, tal vez sea posible reconstruir otro sentido a ese andar, superador
de la supuesta inconsistencia a la que se viene aludiendo.
Por lo pronto, no todas las causas en las que el fiscal obtuvo en última instancia
la calificación jurídica objeto de su pretensión, perjudicial para el imputado con la
consecuente imposición de una pena más severa, resultaron descalificadas por el
cimero tribunal ante el reclamo de la defensa del condenado, ni siquiera a los fines de
adicionarles un doble conforme.
Esta circunstancia puede alimentar la hipótesis contraria: un sistema recursivo
bilateral no resultaría per se incompatible con el derecho reconocido en el tantas veces
referido artículo 8.2.h) de la Convención Americana sobre Derechos Humanos.
En efecto, bajo esta mirada, podría afirmarse que en la medida en que la cuestión
debatida sea puramente jurídica, es decir, no se modifique el relato fáctico de la
sentencia de la anterior instancia, sería posible que el acusador (público o particular)
logre -incluso en la última instancia local- una corrección de la subsunción jurídica que
en definitiva sea más perjudicial para el imputado sin que ello implique afectación a la
doble conformidad. Solo una variación en los hechos que conlleve una modificación muy
agravatoria de la significación jurídica y de la pena exigiría, en respeto de la garantía en
análisis, un nuevo examen a petición del condenado.
En esa línea, podría sostenerse que si la Corte avaló -aunque implícitamente- la
posibilidad de que se dicte, a remolque del recurso del acusador, una primera sentencia
de condena en una instancia recursiva con la condición de que luego se le asegure al
condenado la revisión integral del fallo y de la pena (a través del mecanismo “horizontal”),
cabría -a su vez- el agravamiento de la condena en la instancia recursiva siempre que
para ello no exista una reconsideración de los hechos en la alzada, ni una modificación
drástica de la calificación legal y de la pena.
En ese escenario, persiste, entonces, para el acusador la potestad de lograr
concretar en segunda o última instancia su pretensión sobre la aplicación del derecho
sustantivo bajo los parámetros antes expuestos. De lo contrario, ante una modificación
“encubierta” de los hechos o un “sustancial” cambio de la significación jurídica o del
aumento de la pena, correspondería -a petición del condenado- otorgar un nuevo
examen ante otros magistrados, lógicamente ceñido a los puntos en cuestión, esto es: la
interpretación de derecho o el aumento de la pena.
Por último, no resulta insustancial la ausencia de pronunciamientos de la Corte
IDH en dirección contraria, es decir que cercenen -a la luz de la cláusula del art. 8.2.h)-
las prerrogativas impugnativas de derecho interno que posibilitan en muchos países del
sistema interamericano que el acusador logre la agravación de condenas del imputado
en instancias recursivas.
533
NOTAS
(*) Abogado (UBA). Relator letrado de la Suprema Corte de Justicia de la Provincia de Bs. As. Docente de grado
en la materia Derecho Procesal y Práctica Penal de la Facultad de Derecho de la Universidad Católica de La Plata.
Miembro de la Asociación Argentina de Profesores de Derecho Procesal Penal
(**) Abogada (UBA). Relatora letrada de la Suprema Corte de Justicia de la Provincia de Bs. As. (hasta 2014).
Ayudante docente en el Curso de Posgrado en la Carrera de Especialización en Derecho Penal sobre Teoría del Delito
y Fundamentación de la Pena dictado por el profesor H. Mario Magariños, en la Facultad de Derecho (UBA) (2012,
2013). Ayudante docente en el Curso de Posgrado en la Carrera de Especialización en Derecho Penal de la Facultad
de Derecho (UBA), en la asignatura “Las reglas constitucionales del derecho penal material en la jurisprudencia de
la Corte Suprema de Justicia de la Nación”, dictada por el profesor H. Mario Magariños (2014). Ayudante graduada
en el Curso de Posgrado en la Carrera de Especialización en Derecho Penal de la Facultad de Derecho (UBA), en la
asignatura “Teoría del Delito y Fundamentos de la Pena”, dictada por el profesor H. Mario Magariños. Participación
en revistas temáticas de la especialidad
(1) Conf. “Jáuregui” - Fallos: 311:274, consid. 6
(2) Fallos: 318:514
(3) La excepción a dicha doctrina se dio en el caso “Felicetti” (Fallos: 323:4130). A pesar de contar con el informe
55/97 (casos “Abella” y “Maqueda”) de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos que aseveraba que el
recurso extraordinario federal no había constituido un instrumento de revisión efectiva para garantizar el art. 8.2.h)
(CADH), la CSJN rechazó la pretensión del propio Poder Ejecutivo (a través del Procurador del Tesoro) tendiente
a poner en marcha un proceso de revisión sobre la condena que en única instancia se había dictado y ratificado
oportunamente a través del rechazo de la queja en “Abella” (Fallos: 315:325). La mayoría aseguró que “el artículo 8,
inciso 2), apartado h), establece ... el derecho del imputado ‘de recurrir del fallo ante un juez o tribunal superior’, lo que no implica
descalificar genéricamente la instancia única sino asegurar que la condena definitiva no provenga de un tribunal inferior en la
escala jerárquica sino de la instancia más alta, con lo que el juzgamiento por esta -que no se comprende en qué medida pudiera ser
distinto por ser pronunciado directamente que si lo hubiera sido por vía de recurso contra una decisión anterior- en modo alguno
afecta garantías de los derechos de los procesados”
(4) Dicha ley (BO: 16/4/1990) otorgó al Alto Tribunal la facultad de rechazar con la invocación del art. 280 del
CPCC los recursos extraordinarios por falta de agravio federal suficiente o cuestiones insustanciales o carentes de
trascendencia
(5) L. 23984 (BO: 9/9/1991) y L. 24050 (BO: 7/1/1992)
(6) Ver consid. 10 de “Giroldi” - Fallos: 318:514
(7) Fallos: 328:3399
(8) Conf. consid. 22 del fallo “Casal”
(9) Aclaró, que la garantía exige “la revisión de todo aquello que no esté exclusivamente reservado a quienes hayan estado
presentes como jueces en el juicio oral. Esto es lo único que los jueces de casación no pueden valorar, no solo porque cancelaría
el principio de publicidad, sino también porque directamente no lo conocen, o sea, que a su respecto rige un límite real de
conocimiento. Se trata directamente de una limitación fáctica, impuesta por la naturaleza de las cosas, y que debe apreciarse en
cada caso” (consid. 23)
(10) Conf. CSJN - Fallos: 329:530
(11) Conf. Ferrajoli, Luigi: “Derechos y garantías. La ley del más débil” - Ed. Trotta - Madrid - 2001, en part. pág. 68
(12) Por imperio del art. 68.1 de la CADH, la Corte Nacional ha señalado que corresponde subordinarse al contenido
de las decisiones de su par regional en los casos concretos en los que el Estado Argentino resulte condenado, siendo
lo allí establecido de cumplimiento obligatorio (conf. in re “Espósito” - Fallos: 327:5668, o “Derecho” - Fallos:
334:1504). En cambio, respecto de la incidencia de las demás decisiones de la Corte Interamericana de Derechos
Humanos sobre el derecho interno, la postura tuvo otra evolución. Desde referir que la jurisprudencia del sistema
534
interamericano sirve de “guía para la interpretación de los preceptos convencionales” (conf., por muchos, Fallos: 318:514;
321:3630; 323:4130; 325:292; 328:2056; 330:3640), hasta convalidar la doctrina de la Corte IDH en “Almonacid
Arellano y otros vs. Chile” (sent. de 26/9/2006), en el caso “Mazzeo” (Fallos: 330:3248) en cuanto estableciera
que el poder judicial debe ejercer una especie de control de convencionalidad, teniendo en cuenta no solo el texto
de la Convención, sino también la interpretación que la propia Corte IDH haya realizado, y que profundiza en
“Rodríguez Pereyra” (Fallos: 335:2333)
(13) La garantía que establece el derecho al recurso no define de qué modo deberá implementarse la revisión que
asegure “la doble conformidad” del fallo adverso a sus intereses. Según Herbel, hay dos grandes modelos prácticos
posibles: el “doble juicio de mérito” o el “juicio de legitimidad sobre los motivos del fallo”. El autor citado explica
que a través del método de “doble juicio de mérito” estrictamente no se revisa el primer fallo sino que lo que se hace
es practicar un nuevo juicio -en la instancia probatoria del mismo recurso o en el juicio de reenvío- “que puede ser
tan correcto o erróneo como el primero, y sin que uno sea control interno del otro: el segundo, puede acordar con el resultado del
primero, pero no revisa su decisión (vuelve a decidir ex novo)”. Por esa razón, se inclina por el segundo método como el
indicado para cumplir a cabalidad con la garantía (conf. Herbel, Gustavo A.: “El derecho del imputado a revisar su
condena” - Ed. Hammurabi - Bs. As. - 2013 - pág. 574). Dentro de esta última inteligencia, la casación puede: asumir
competencia y resolver lo que estime pertinente para la solución del caso (lo que se conoce como casación material
o positiva; art. 470, CPPN), o anular y reenviar para que sea resuelto por el inferior (casación procesal o negativa;
art. 471, CPPN), con los límites impuestos por el principio, y también garantía, del ne bis in idem y la prohibición
de regreso en su contra (reformatio in peius), al menos, cuando el nuevo examen de la sentencia de mérito ha sido
impulsado solo por el acusado.
Maier, siempre en el marco del derecho al recurso como garantía del imputado, citando a la casación germana,
sostiene que hay casos en los cuales “la corrección es posible sin reenvío”, vgr., cuando se concluye en la absolución.
Pues, este es el paradigma “casi exclusivo y típico de la casación sin reenvío. En efecto, si el recurso verifica con tal
certeza que la condena es injusta, bien porque no corresponde conforme al derecho vigente (por ej.: atipicidad del
comportamiento sometido a examen), bien porque el fundamento real del caso cae abruptamente (falsedad absoluta
de las fuentes de información), y conduce sin duda a la absolución, entonces es posible para el tribunal que examina
el recurso decidir directamente y así evitar el nuevo juicio”. Pero esa posibilidad de competencia “positiva” de la
casación no la considera admisible en ocasión del recurso del acusador, pues “condenar solo es posible, jurídicamente, a
través de un juicio público”, siendo este “único fundamento y ... condición de una condena penal” (conf. “¿Es la ‘inmediación’
una condición de la condena penal?: Un aspecto parcial de la lucha entre Inquisición vs. Composición?” en “Jueces
para la democracia. Información y debate” - N° 49 - marzo/2004 - pág. 19). [La CSJN en un reciente fallo, sent.
de 26/12/2019, en ocasión de revisar por segunda vez las condenas de Lucía C. Rojas y Cristina L. Vázquez y de
verificar que el Superior Tribunal de Justicia local no había satisfecho los estándares de revisión de la sentencia
de condena establecidos in re “Casal”, pese a que ya le había advertido que debía producir ese “examen integral”
-consid. 7-, reputó que resultaba “un claro ejemplo de un proceso indebido en el que se negó la vigencia del principio
de inocencia y la aplicabilidad al caso del in dubio pro reo como consecuencia de una sesgada y parcial revisión del
fallo” -consid. 19-, como corolario de ello, absolvió, sin nuevo reenvío, a las imputadas -v. consids. 20/6].
Explica dicho autor que cuando los recursos no estaban establecidos primordialmente como garantías judiciales
de las personas involucradas en un proceso penal (“garantía de seguridad individual”), sino, en el marco de un
proceso inquisitorial, como “un mecanismo de control burocrático para el superior jerárquico, que previamente había delegado
su poder de juzgar en funcionarios inferiores”, frente a un juicio escrito y con par conditio, esto es sobre la misma base
de conocimiento o fuente de información, era posible ejercer esa revisión con aptitud rescisoria positiva; pero
“inversamente, cuando el proceso se desarrolla en audiencias, la base de conocimiento y fuente de información de cada tribunal
reside en su propia audiencia -en su propio procedimiento-, nunca idénticas la una de la otra” (conf. Maier, Julio: “¿Hacia
un nuevo sistema de control de las decisiones judiciales?” - Cuadernos de la Escuela del Servicio de Justicia -
Especialización en magistratura ESJ-UNLaM - año 1 - N° 2 - abril/2015 - págs. 1/13; en particular, pág. 3). También
publicado en Plazas, Florencia y Hazan, Luciano (Comps.): “Garantías constitucionales en el enjuiciamiento penal.
Nuevos estudios críticos de la jurisprudencia” - Ed. Editores del Sur - Bs. As. - 2018 - págs. 693/704
(14) Rovatti razona que, en estos casos, en que el órgano que dicta la primera condena es el de segunda instancia,
debe fortalecerse la idea de que debe admitirse en favor del imputado un recurso acorde al estándar internacional
aplicable, dado que aquel ya cuenta, a su favor, con una resolución del juez o tribunal del juicio dictada en el
convencimiento de que corresponde su absolución. Porque cercenarle de algún modo ese derecho o ponerlo en
desventaja respecto de quien fue condenado en primera instancia, desde la inteligencia asignada al derecho al
recurso, conduciría “forzosamente a aceptar la paradójica conclusión de que la absolución dictada en primer término no solo
535
no lo beneficia, sino que lo perjudica” [Rovatti, Pablo: “Casación positiva ‘contra reo’. El paradójico derecho de recurrir
‘condenas sin juicio’ en Ledesma, Ángela E. (Dir.): “El debido proceso penal” - Ed. Hammurabi - Bs. As. - 2016 - vol.
2 - 2016 - pág. 119]
(15) Conf. Fallos: 337:901
(16) “Recurso de hecho. ‘Chambla, Nicolás Guillermo; Díaz, Juan Leonardo; Larrat, Esteban Martín y Serrano,
Leandro Ariel s/homicidio -causa n° 242/2009-’” - 5/8/2014
(17) Cuyo origen, de organización vertical, obedece antes que a una garantía procesal a favor del inculpado de delito,
un medio de control de los tribunales superiores sobre el grado de adecuación de los tribunales inferiores a la ley,
incluida la forma de enjuiciamiento y su solución, y, en ocasiones, el control de la fundamentación de las decisiones
y la valoración que esos tribunales inferiores hacen del material incorporado al procedimiento (conf. Maier, Julio
B. J.: “Derecho procesal penal” - 2ª ed. - Ed. Editores del Puerto - Bs. As. - 2004 - T. I. “Fundamentos” - pág. 707)
(18) Conf. L. 27147 (BO: 18/6/2015) y L. 27372 (BO: 13/7/2017), entre otras. En el ámbito del CPPBA, conf. arts.
79, 82, 83, 334 bis, 368 -in fine-, 423, 453, 481 y concs.
(19) Muy particularmente, ante la interpretación de la CSJN en la causa “Farina, Haydée Susana s/homicidio
culposo”, sent. de 26/12/2019, acerca de que la primera sentencia de condena (no firme) es la única susceptible de
enervar el curso de la prescripción de la acción penal en los términos del inc. e), cuarto párr., art. 67 del código de la
materia. No se nos escapa que, en su momento, aunque haciendo una interpretación del texto otrora vigente de ese
artículo respecto de la locución “secuela de juicio”, acerca de las sentencias de alzada dictadas en revisión de la de
condena, la Corte federal dijo que es necesario evaluar esta tensión a que se alude en el cuerpo del texto, sin alterar
“la armonía con que el legislador combinó el derecho de la sociedad a defenderse contra el delito y el del individuo sometido a
proceso, en forma que ninguno de ellos sea sacrificado en aras del otro (Fallos: 320:1717, consid. 9)” (conf., “Demaría” - Fallos:
337:354), objetivo, por cierto, de difícil concreción
(20) Maier, Julio B. J.: “Derecho procesal penal” - 2ª ed. - Ed. Editores del Puerto - Bs. As. - 2004 - T. I. “Fundamentos”
- pág. 713
(21) Conf. Maier, Julio B. J.: “Derecho procesal penal” - 2ª ed. - Ed. Editores del Puerto - Bs. As. - 2004 - T.
I. “Fundamentos” - pág. 713; también en Maier, Julio: “¿Hacia un nuevo sistema de control de las decisiones
judiciales?” - Cuadernos de la Escuela del Servicio de Justicia - Especialización en magistratura ESJ-UNLaM - año
1 - N° 2 - abril/2015 - págs. 11
(22) Vgr., en el ordenamiento de la Provincia de Buenos Aires (L. 11922 y modifs.), la absolución decretada por
el juez o tribunal del juicio podría ser revisada por impulso del fiscal o el particular damnificado (arts. 422, 423,
441, 452 y 453) por la Cámara de Apelación y Garantías en lo Penal [si se tratase de un juicio correccional; art.
21, inc. 4)] o por una Sala del Tribunal de Casación Penal [si fuere materia criminal; art. 20, inc. 1)], y, en caso de
confirmarse la absolución, dentro de los recaudos de los arts. 481 y 494 del ritual, también podría recurrir ante la
Suprema Corte de la Provincia de Buenos Aires, con habilitación para dictar, bajo determinados presupuestos, una
sentencia con rescisión positiva (art. 496, CPP). El único supuesto en el Código de esa jurisdicción en que no rige el
sistema bilateral de recursos es en el juicio por jurados. El art. 371 quáter, en el inc. 7), establece la irrecurribilidad
del veredicto del jurado. Y en su último apartado expresa, sin margen para excepciones, que “la sentencia absolutoria
derivada del veredicto de no culpabilidad del jurado es irrecurrible”.
(23) Maier, Julio B. J.: “Derecho procesal penal” - 2ª ed. - Ed. Editores del Puerto - Bs. As. - 2004 - T. I. “Fundamentos”
- pág. 705 y ss.
(24) Conf., también, Maier, Julio: “¿Hacia un nuevo sistema de control de las decisiones judiciales?” - Cuadernos de la
Escuela del Servicio de Justicia - Especialización en magistratura ESJ-UNLaM - año 1 - N° 2 - abril/2015 - págs. 1/13
(25) En ese caso se determinó que el Estado Argentino era internacionalmente responsable por la violación del
derecho a recurrir del fallo, consagrado en el art. 8.2.h), CADH (también lo hizo más recientemente en el caso
“Gorigoitía vs. Argentina” - 2/9/2019). La Corte IDH estableció que el derecho a recurrir del fallo no puede ser
efectivo si no se garantiza respecto de todo aquel que es condenado, y que resulta contrario al propósito de ese
derecho específico que no sea garantizado frente a quien es condenado mediante una sentencia que revoca una
decisión absolutoria, pues interpretar lo contrario, implicaría dejar al condenado desprovisto de un recurso contra
la condena. El antecedente daba cuenta de que Oscar A. Mohamed, tras resultar absuelto en primera instancia en
orden al delito de homicidio culposo (30/8/1994), resultó luego -a pedido de la Fiscalía- condenado por la Sala
Primera de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional (22/2/1995).
El ordenamiento jurídico aplicado en el proceso contra Mohamed no preveía ningún recurso penal ordinario para
recurrir esa sentencia condenatoria de segunda instancia siendo el único medio de impugnación disponible el
536
recurso extraordinario federal, que si bien fue presentado, terminó desestimado, pues cabe recordar que en ese
entonces se encontraba vigente la doctrina del ya citado fallo “Jáuregui”, por la cual se sostenía que “la doble
instancia” quedaba satisfecha con la posibilidad de interponer esa vía del art. 14 de la ley 48.
La Corte IDH concluyó que, en los términos de la protección que otorga el art. 8.2.h), CADH, Mohamed tenía
derecho a recurrir del fallo de condena proferido por la Cámara y que en tales condiciones, el sistema procesal penal
argentino aplicado al caso no garantizó normativamente un recurso ordinario accesible y eficaz que permitiera un
examen de la sentencia condenatoria en los términos del art. 8.2.h) de la Convención Americana, y también que el
recurso extraordinario federal y el recurso de queja, en tanto salvaguarda de acceso al primero, no constituyeron en
el caso concreto recursos eficaces para garantizar dicho derecho
(26) Textualmente, la CSJN señaló que el derecho “que prioriza la Convención Americana sobre Derechos Humanos
en el art. 8.2.h. es el doble conforme en resguardo de la inocencia presumida, aun con la primer[a] sentencia adversa, pues la
propia Corte Interamericana excepciona la intervención de un tribunal superior -cuando no existe otro en el organigrama de
competencias- aunque exige como único requisito que sean magistrados diferentes a los que ya juzgaron el caso los que cumplan
con la revisión amplia (cfr. parág. 90 del caso -de competencia originaria local- ‘Barreto Leiva vs. Venezuela’, Corte IDH)”
(27) Conf. Fallos: 337:901. Voto conjunto de Elena I. Highton de Nolasco, Juan C. Maqueda, E. Raúl Zaffaroni. El
doctor Santiago Petracchi lo hizo por su voto
(28) Cfr. Maier, Julio: “¿Hacia un nuevo sistema de control de las decisiones judiciales?” - Cuadernos de la Escuela
del Servicio de Justicia - Especialización en magistratura ESJ-UNLaM - año 1 - N° 2 - abril/2015 - pág. 12. Sostiene
que probablemente el tribunal del recurso, constituido para cumplir con la revisión horizontal, debería integrarse
con un número mayor de jueces al que dictó la condena apelada, como medio de garantizar la fiscalización del
presunto vicio o error judicial en que pudiere haber incurrido el a quo
(29) La sentencia completa y el resumen de las decisiones de ambas instancias se encuentras disponibles en www.cij.
gov.ar/nota-6626-Croma--n--Casaci-n-conden--a-Chab-n--Villarreal-y-al-grupo-Callejeros-por-incendio-culposo.html
(30) Son los casos de las exfuncionarias Fabiana Fiszbin y Ana M. Fernández que ya habían sido condenadas (por
incumplimiento de los deberes de funcionario público) y en la instancia de casación se les agravó la situación
jurídica al modificarse el reproche en concurso ideal con incendio culposo seguido de muerte. También en el caso
de Raúl A. Villarreal, colaborador de Chabán, quien había sido condenado tras el juicio como partícipe secundario
de cohecho activo, mientras que la Alzada lo condenó además (en concurso real) como autor de incendio culposo
seguido de muerte
(31) Ver, entre otros, “Sarlenga, Luis Eustaquio Agustín y otros s/infracción ley 22415” - CSJN - 22/8/2017 - Fallos:
340:1094; “Esquivel, Ángel s/defraudación contra la Administración Pública y defraudación por administración
fraudulenta” - CSJN - 20/9/2016; “Rojas, Esteban s/abuso sexual -art. 119, 1° párrafo” - CSJN - 30/8/2016; “Alarcón,
Virginia Soledad s/homicidio simple - causa n° 5270/10” - CSJN - 6/10/2015; “Basso, Héctor s/amenazas -causa
n° 25.843-” - CSJN - 5/8/2014; “Villarreal, Modesto Daniel s/homicidio culposo” - CSJN - 3/9/2019; “Colman,
Ricardo Luis y otro s/rec. extraordinario de inaplicabilidad de ley” - CSJN - 1/10/2019, en el que también remite
a “Chambla”, como seguidamente veremos, dado que la situación no refiere, como en “Duarte”; a la revocación
de una absolución; y, muy particularmente, lo resuelto en el caso “P., S. M. y otro s/homicidio simple” - CSJN -
26/12/2019, al que se alude en el cuerpo del texto
(32) En el ámbito de la Provincia de Buenos Aires, con el dictado por la SC Bs. As. del fallo “Carrascosa”
(24/6/2015) se extendió una solución similar a los casos de primera condena en sede casatoria, a efectos de que
otra Sala del Tribunal de Casación Penal, integrada con jueces hábiles, permita cumplir con la revisión horizontal
del fallo de condena y de la pena. De igual modo, cuando por tratarse de condena correccional, esa revisión le
compete a las Cámaras de Apelación y Garantías en lo Penal departamentales (18/11/2015), y en el proceso de
menores en conflicto con la ley penal (2/3/2016). Esta jurisprudencia quedó definitivamente consolidada a partir
de “Quinquinto” (5/7/2017)
(33) La L. 2784 (BO: 13/1/2012) modificó completamente el procedimiento penal de esa provincia, incorporando
entre otros, el juicio por jurados populares, el colegio de jueces y la oficina judicial
(34) Conf. R. interlocutoria 84/2014 del Tribunal Superior de Justicia de Neuquén. Veremos que luego, en una
segunda intervención, al momento de tener que revisar el propio pronunciamiento del Tribunal de Impugnación,
el Superior Tribunal neuquino hizo una especie de mea culpa respecto del modo en el cual en ese primer momento
intentaron dar cumplimiento a la manda de la CSJN para garantizar la revisión amplia de su propia condena. Allí
-si bien mediante otra integración- sostuvieron que la remisión al Tribunal de Impugnación implicó “subvertir el
orden natural del control de las decisiones jurisdiccionales y, fundamentalmente, alterar el ámbito de la jurisdicción del Tribunal
537
Superior fijado en la Constitución de la Provincia del Neuquén, en tanto coloca a este cuerpo como ‘Tribunal de última instancia’
[art. 242, inc. b), de la Constitución Provincial]”. Además, agregaron que “aun ponderando el ‘principio de horizontalidad’
que inspiró la remisión primigenia del legajo al Tribunal de Impugnación, no se colige de tal postulado que los magistrados que
actuaron en funciones propias como máximo intérprete de la ley en el orden local puedan, válidamente, dejar en manos de jueces
inferiores la potestad de confirmar o revocar su fallo” (del pto. IV, del voto del doctor Evaldo Moya, al que adhiriera el
doctor Ricardo Kohon, acuerdo 31/2015)
(35) Conf. “Yáñez, Héctor Gastón s/recurso de queja en causa nº 12.943 de la Cámara de Apelación y Garantías
en lo Penal de Bahía Blanca, Sala II” - CSJN - 2/8/2018, dictada con las firmas de Lorenzetti, Highton de Nolasco
y Maqueda
(36) Conf. “Ganduglia, Carlos María y otros s/causa n° 9766” - CSJN - 10/3/2014
(37) Con las firmas de los jueces Lorenzetti, Highton de Nolasco, Petracchi y Maqueda
(38) Conf. “Manquepán, Néstor Fabián s/homicidio simple” - CSJN - 11/10/2016
(39) Conf. “Antiñir, Patricio Juan; Antiñir, Daniel Alejandro y González Poo, Roberto Miguel s/homicidio - causa n°
151/2013” - CSJN - 9/6/2015, dictada con la firma de los jueces Lorenzetti, Highton de Nolasco y Fayt
(40) Conf. “Carrasco, Leonardo David s/homicidio agravado” - CSJN - 11/7/2019
(41) Conf. “Carrasco, Leonardo David s/homicidio agravado (Prev. 1480 Cria. 4ta.)” - C2a Crim. Cuarta Circuns. Río
Negro - 27/2/2014 - https://fallos.jusrionegro.gov.ar/protocoloweb/protocolo/protocolo?id_protocolo=b7800847-
5706-4231-8035-5ec250f93034&stj=1
(42) Conf. “Fonseca, Flavio O. s/homicidio agravado (art. 80 inc. 7)” - CSJN - 6/2/2018
(43) Conf. “Pcia. del Chubut c/Fonseca, Flavio Orlando s/homicidio s/impugnación” - STJ Chubut - 11/12/2012
(44) “Colman, Ricardo Luis y otro s/recurso extraordinario de inaplicabilidad de ley en causa nº 34.443 del Trib. de
Casación Penal, Sala II” - CSJN - 1/10/2019
(45) Conf. “Orlando, Marcelo Julián y Martiello, Liliana Mabel -Apoderados de Particular Damnificado-. Recurso
extraordinario de inaplicabilidad de ley en causa n° 34.443 y acum. 34.496 del Tribunal de Casación Penal, Sala II”
y “Colman, Ricardo Luis y Colman, Walter David. Recurso extraordinario de inaplicabilidad de ley causas n° 34.443
y acum. n° 34.496 del Tribunal de Casación Penal, Sala II” - CSJN - 4/11/2015
(46) Tal proceder de la Corte se aparta de la propia jurisprudencia originada en los albores de su existencia.
Recuérdese que en el pronunciamiento dictado en 1888 en el expediente “Municipalidad de la Capital c/Isabel A.
de Elortondo”, la Corte federal sostuvo que “cualquiera que sea la generalidad de los conceptos empleados por el tribunal en
esos fallos, ellos no pueden entenderse sinó con relación á las circunstancias del caso que los motivó, siendo, como es, una máxima
de derecho, que las espresiones generales empleadas en las decisiones judiciales deben tomarse siempre en conexión con el caso en
el cual se usan” (Fallos: 33:162, consid. 26). Sobre esas bases, la Corte ha descalificado sentencias que, por ejemplo,
han aplicado la doctrina de un precedente a controversias en los que no se presentaban las mismas circunstancias
debatidas en ese trámite (Fallos: 329:5019 y 335:2028, entre otros). De igual modo, es dable esperar del Alto Tribunal
parigual cumplimiento del deber de explicar la similitud de las circunstancias para proponer la extensión de la
doctrina de un caso a otro. Porque a efectos de propender a la fuerza vinculante “vertical” del precedente emanado
de la Corte Superior, que está en la cúspide de la organización judicial del país (y eventualmente su seguimiento por
los tribunales llamados “inferiores”), es preciso, antes bien, apreciar la propia fuerza “horizontal” del precedente, lo
cual implica el deber de observancia de aquel por sus propios miembros
(47) Conf., muy especialmente, “Ekmekdjian c/Sofovich” - CSJN - Fallos: 315:1492, votos de los jueces Petracchi
y Moliné O’Connor, que a lo largo de los consids. 3 a 11, inclusive, realizan un gran desarrollo acerca de lo que
entienden por el contenido y alcance del certiorari establecido en el art. 280 del CPCC, sobre todo porque el recurso
de hecho en esa ocasión no cumplía con el requisito de fundamentación autónoma, pero por las particularidades
del caso, estimaron que se hallaban autorizados a prescindir de dicho recaudo
(48) Ello así, siendo que tampoco se cuenta con un sistema que permita filtrar del acceso a la Corte los “casos
repetitivos” o con cuestiones sustancialmente análogas, de los cuales solo algunos particularmente seleccionados
pasarían a ser abordados por el Alto Tribunal, mientras los otros “similares” que no ingresaron a esa instancia,
quedarían -con el trámite suspendido- a la espera de la fijación de doctrina en los “casos testigos”, la que después
les será aplicada (conf. Giannini, Leandro J.: “La trascendencia y el recurso extraordinario. Aportes para su
redefinición” - https://edisciplinas.usp.br/pluginfile.php/4365604/mod_resource/content/0/Gianinni%2C%20
Recurso%20extraordinario.pdf
538
(49) En nuestro régimen legal no rige el certiorari con la singularidad del sistema norteamericano, caracterizado por
permitirle administrar a la Corte Suprema de ese país, de modo discrecional, la jurisdicción revisora. En nuestro
CPCC, desde su incorporación por la L. 23744 (v. también Ac. 44/1989 de la CSJN), pese a que refiere que la
Corte Nacional puede “según su sana discreción y con la sola invocación de esta norma” rechazar el recurso extraordinario
federal, a continuación enmarca esa facultad a condición de que la situación exhiba “falta de agravio federal suficiente
o cuando las cuestiones planteadas resultaren insustanciales o carentes de trascendencia” (art. 280), y de igual modo podrá
proceder cuando se tratare de queja por denegación del recurso extraordinario (art. 285).
No obstante, en el voto de Petracchi y Moliné O’Connor ya referido en el caso “Ekmekdjian c/Sofovich”, se sostuvo
respecto de tal precepto que “más que una inteligencia pormenorizada de cada uno de los términos expresados en la norma
(falta de agravio federal suficiente, cuestiones insustanciales o carentes de trascendencia), debe rescatarse el carácter análogo
de estos y su convergencia en una misma finalidad: la de preservar a esta Corte a fin de que, ‘según su sana discreción’, pueda
centrar su tarea en los asuntos que pongan en juego su relevante función” (consid. 4), a tono con lo “establecido en el
derecho comparado respecto de tribunales de similares características y parejos problemas” (consid. 5). Sin perjuicio de ello,
destacaron que es innegable que con esa habilitación del legislador el Alto Tribunal tiene “la grave autoridad de
seleccionar por imperio de la ya citada norma, los asuntos que tratará sustancialmente. Ello deberá ser cumplido antes que, con
una ilimitada discrecionalidad, con arreglo a la ‘sana’ discreción que la norma le impone y que la razonabilidad le exige sin
olvidar los artículos 14 y 15 de la ley 48, y 6 de la ley 4055, y las pautas o estándares del artículo 280 citado” (el destacado
me pertenece)
(50) Para un estudio pormenorizado del instituto, v. Giannini, Leandro J.: “El certiorari. La jurisdicción discrecional
de las Cortes Supremas” - Ed. Librería Editora Platense - La Plata - 2016 - T. 1. También, Ahumada Ruiz, Marian:
“Certiorari y criterios de selección de casos en la última instancia: qué casos, cuántos casos” en “La defensa de los
derechos fundamentales: Tribunal Constitucional y Poder Judicial” - Actas de las XV Jornadas de la Asociación de
Letrados del Tribunal Constitucional - Cuadernos y Debates - N° 203 - págs. 57/83
(51) V. Garay, Alberto F.: “La doctrina del precedente en la Corte Suprema” - Ed. AbeledoPerrot - Bs. As. - 2013 - pág.
207 y ss. También, “El precedente judicial en la Corte Suprema” - www.palermo.edu/derecho/publicaciones/pdfs/
revista_juridica/n2N1y2-Abril1997/02%201y2Juridica05.pdf; y “La Corte Suprema debe sentirse obligada a fallar
conforme sus propios precedentes (Aspectos elementales del objeto y de la justificación de una decisión de la Corte
Suprema y su relación con el caso Montalvo)” - JA - 1991-II-870. Asimismo, Legarre, Santiago: “La obligatoriedad
horizontal de los fallos de la Corte Suprema argentina y el stare decisis” - Derecho Público Iberoamericano - N°
4 - abril/2014 - págs. 237/54
(52) Ya en 1864, en la causa “Tomas Tomkinson y compañía” - Fallos: 1:156, la Corte estableció que, si no se trataba
de un caso “de distinta naturaleza”, no había ningún motivo para resolverlo “por otros principios”, decidiéndolo en
definitiva por remisión a la sentencia recaída en otra anterior reputada análoga. También citada en Garay, Alberto
F.: “La doctrina del precedente en la Corte Suprema” - Ed. AbeledoPerrot - Bs. As. - 2013 - págs. 19/20
539
Milton C. Feuillade(*)
I - INTRODUCCIÓN
(*) Investigador del CONICET. Docente de Derecho Internacional Privado (UNR - UCA)
(1) Alfonsín, Quintín: “Apostillas sobre el punto de conexión ‘Domicilio’ en derecho privado
internacional” - Revista Española de Derecho Internacional - vol. X-1/2 - Madrid - 1957 - págs. 53/65
(2) Menicocci, Alejandro A.: “El estatuto de la persona humana: del domicilio y la nacionalidad a la
autonomía conflictual y material” - Anuario Argentino de Derecho Internacional - Ed. Asociación
Argentina de Derecho Internacional - Bs. As. - 2012 - págs. 47/67, pág. 48
(3) Alfonsín, Quintín: “Curso de Derecho Privado Internacional” - Ed. Biblioteca de Publicaciones
Oficiales de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad de Montevideo -
Montevideo - 1955 - pág. 56
(4) Mancini, Pasquale S.: “Diritto internazionale” - Ed. Giusepe Marghieri - Nápoles - 1873
541
(5) Savigny, Friedrich: “Sistema de derecho romano actual” - trad. por Jacinto Mesía - Ed. Góngora
- Madrid - 1879 - T. VI
(6) Story, Joseph: “Commentries on the law of bailments, with illustrations from the civil and the
foreign law” - 9a ed. - Ed. Little Brown - Boston - 1878
(7) Uriondo de Martinoli, Amalia: “El estatuto personal ante los desplazamientos transfronterizos.
Criterios para la determinación del contenido del estatuto personal. Posibles conexiones
localizadoras del derecho aplicable” - Anuario Argentino de Derecho Internacional - Ed. Asociación
Argentina de Derecho Internacional - Nº 21 - Cba. - 2012 - págs. 165/223, pág. 203
542
(8) Declaración Universal de Derechos Humanos, en su art. 1, aprobada por la Asamblea General
de las Naciones Unidas por R. 217 A (III), del 10/12/1948; el Pacto de San José de Costa Rica
de 1969, en el art. 1; el Pacto Internacional de los Derechos Civiles y Políticos de 1966, en su art.
16, entre otros instrumentos internacionales cuya mención y análisis excederían el marco de este
trabajo
(9) Oyarzábal, Mario J. A.: “El inicio y el fin de la existencia de las personas humanas en el derecho
internacional privado” - ED - 210-1146
(10) Conf. art. 96, CCyCo.
543
(11) Goldschmidt, Werner: “Derecho internacional privado” - 10ª ed. actualizada por Alicia
Perugini Zanetti - Ed. AbeledoPerrot - Bs. As. - 2009 - pág. 228
544
de los incapaces”(12), siguiendo la línea que marcan los tratados de hacer coincidir el foro
con el derecho aplicable.
En el ámbito del Mercosur, el Protocolo de Buenos Aires sobre Jurisdicción
Internacional en Materia Contractual, en su artículo 9, califica el domicilio de las
personas físicas por: “1) su residencia habitual, 2) subsidiariamente el centro principal de
sus negocios, y 3) en ausencia de estas circunstancias, el lugar donde se encontrare la
simple residencia”. Esta norma es reproducida en el artículo 2 del Protocolo de San Luis
en Materia de Responsabilidad Civil Emergente de Accidentes de Tránsito.
Cabe mencionar la CIDIP II sobre Domicilio de las Personas Físicas en el Derecho
Internacional Privado, de la cual Argentina no forma parte. Se basa en el principio
domiciliar desde una primera acepción en la residencia habitual.
IV - DERECHO INTERNO
4.1. Calificaciones
El domicilio y la residencia habitual de la persona humana están regulados en
el artículo 2613 del Código Civil y Comercial, estableciendo: “A los fines del derecho
internacional privado la persona humana tiene: a) su domicilio, en el Estado en que reside
con la intención de establecerse en él; b) su residencia habitual, en el Estado en que vive
y establece vínculos durables por un tiempo prolongado.
La persona humana no puede tener varios domicilios al mismo tiempo. En caso de
no tener domicilio conocido, se considera que lo tiene donde está su residencia habitual o
en su defecto, su simple residencia”.
El Código Civil y Comercial regula separadamente y de forma correcta jurisdicción
y derecho aplicable en el estatuto personal con sus propias calificaciones, respecto
de las normas contenidas en los artículos 73 a 78 y concordantes del Código Civil y
Comercial destinadas a los casos sin elementos extranjeros y deben justamente tratarse
independientemente por ser instituciones autónomas.(13)
La calificación de domicilio posee la objetividad de acreditación documental de la
intención de establecerse. La persona, mediante conductas voluntarias, manifiesta la
intención de vincularse a un determinado lugar, posee carácter normativo.
La residencia habitual es fáctica en el “establecimiento de vínculos por tiempo
prolongado”. Es un hecho sociológico, sin presunciones, ni actos jurídicos documentales
que se exijan más allá de la prueba.
A contrario sensu, respecto de tener varios domicilios, no se puede constituir un
nuevo domicilio hasta que no sea abandonado el anterior.
545
(14) Holden, Livia: “Cultural expertise and litigation” - Ed. Routledge - New York - 2011
(15) Carlier, Jean-Yves: “Estatuto personal y sociedad multicultural: el papel de la autonomía
de la voluntad” en Calvo Caravaca, A. L. e Iriarte Ángel, J. L. (Eds.): “Estatuto personal y
multiculturalidad de la familia” - Ed. Colex - Madrid - págs. 27/38, pág. 27
(16) Ciuro Caldani, Miguel Á.: “La autonomía de las partes en el mundo jurídico en general y en
la elección del derecho aplicable” - Juris - T. 47 - pág. 229 y ss.
(17) Goldschmidt, Werner: “Derecho internacional privado” - 7ª ed. - Ed. Depalma - Bs. As. - 1990
- pág. 215 y ss.
546
(18) L. 26737
(19) Su desarrollo en extenso excedería el marco de este trabajo y, por otra parte, es metodológicamen-
te mejor que sea tratado en derechos reales
(20) Este concepto posee toda una “historia” dentro de esta temática, porque la Convención de
La Haya de 1980 no calificaba la residencia habitual, por ello, la doctrina extranjera tomó como
calificación de la residencia habitual el concepto de “centro de vida”, volcado en la Convención
Bilateral argentino-uruguaya, pero a su vez, tampoco existía una calificación fuera de lo doctrinal y
jurisprudencial de lo que debe entenderse por “centro de vida”, y así sigue siendo en muchos países.
Para nosotros, la L. 26061 trae una solución con su calificación autárquica. Se puede consultar las
amplias referencias doctrinarias extranjeras en www.hcch.net - 12/1/2012
547
(21) Feldstein de Cárdenas, Sara L.: “Divorcio y restitución internacional de menores o sobre
¿quién podrá defender a los niños?” - www.lexisnexis.com.ar - 6/1/2012
(22) Ciuro Caldani, Miguel Á.: “Los significados de la residencia habitual y el domicilio del menor”
- Jornadas Argentinas de Derecho Internacional Privado - Rosario - 1986
(23) Conf. art. 5
(24) El estudio de la restitución de menores excede el marco de este trabajo y remitimos a Feuillade,
Milton C.: “Restitución internacional de niñas, niños y adolescentes” en Krasnow, Adriana (Dir.):
“Tratado de derecho de familia” - LL - Bs. As. - 2015 - t. III - págs. 1151/99
(25) “C. P., M. V. c/S., G. s/Autorización” - CNCiv. - Sala E - 2/2/2016
(26) Scotti, Luciana B.: “La persona humana. El estatuto personal en el derecho internacional
privado argentino” - Revista del Notariado - Nº 930 - oct.-dic./2017 - www.revista-notariado.org.
ar/2018/03/el-estatuto-personal-en-el-derecho-internacional-privado-argentino/ - Consultado el
17/4/2020
548
(27) Menicocci, Alejandro A.: “El estatuto de la persona humana: del domicilio y la nacionalidad
a la autonomía conflictual y material” - Anuario Argentino de Derecho Internacional - Ed.
Asociación Argentina de Derecho Internacional - Bs. As. - 2012 - pág. 58
(28) Ancel, Bertrand y Lequette, Ives: “Grands arrêts de la juriprudence française de droit
international privé” - 3ª ed. - Ed. Dalloz - París - 1998 - pág. 34
549
(29) JA - 1942-II-789
(30) JA - 1958-IV-27
(31) Goldschmidt, Werner: “Derecho internacional privado” - 7ª ed. - Ed. Depalma - Bs. As. - 1990
- pág. 223
550
4.6. Nombre
Una de las novedades legislativas es la regulación del nombre en el derecho
internacional privado, al decir el artículo 2618 del Código Civil y Comercial: “El derecho
aplicable al nombre es el del domicilio de la persona de quien se trata, al tiempo de su
imposición. Su cambio se rige por el derecho del domicilio de la persona al momento de
requerirlo”.
Su naturaleza jurídica ha quedado fuera de toda discusión en el artículo 62 del
Código Civil y Comercial cuando lo establece como derecho deber(35). No ingresaremos en
este análisis en los aspectos penales de esta institución.
Al estar regulado en el derecho internacional privado, también quedan afuera
las posturas que ubicaban la institución en el derecho administrativo internacional,
y su problemática pasa a ser autónoma dentro del estatuto personal(36). En la misma
cohesión queda regido por el punto de contacto domiciliar.
(32) Scotti, Luciana B.: “Capacidad, mayoría de edad y otras cuestiones a la luz del derecho
internacional privado argentino” - Derecho de Familia - Revista Interdisciplinaria de Doctrina y
Jurisprudencia - vol. 30 - págs. 216/30, pág. 226
(33) Villa, Adriana V.: “Personas humanas: una mirada desde el derecho internacional privado en
el Código Civil y Comercial” - Revista Código Civil y Comercial - vol. 2017-8 - págs. 42/52, pág. 48
(34) Menicocci, Alejandro A. y Rabino, Mariela C.: “Comentario al artículo 2615” en Rivera, Julio
C. y Medina, Graciela (Dirs.): “Código Civil y Comercial de la Nación comentado” - LL - Bs. As.
- 2014 - T. 6 - pág. 841
(35) Respecto de las posturas que lo situaban en el derecho administrativo, puede verse un análisis
histórico en Ciuro Caldani, Miguel Á.: “El nombre de las personas de existencia visible en el mundo
jurídico en general y en el derecho internacional privado” - Revista del Colegio de Abogados de
Rosario - Nº 12 - 2ª época - noviembre/1977 - pág. 117 y ss.
(36) Ciuro Caldani, Miguel Á.: “Reflexiones sobre el nombre de las personas físicas en el derecho
internacional privado” - Anuario Argentino de Derecho Internacional - Nº IX - Cba. - 1999 - págs.
45/52, pág. 47
551
552
Lo cierto es que el nombre posee una proyección a futuro, en una íntima relación
sobre quién quiere ser la persona.(41)
Existe una relación entre nombre, lenguaje, expresión y cultura, que se encuentra
entre la tensión de relaciones ancestrales, como pasa con los pueblos originarios o
colectivos religiosos y el devenir de los tiempos(42); ello acentúa los criterios de orden
público y la admisión de los avances de los tiempos.(43)
La elección del nombre de los hijos parte de la base de un amplio margen de
libertad(44) y lo contrario atenta contra los derechos de la personalidad y una injerencia
que no corresponde en la intimidad de la familia.(45)
Desde siempre, la Argentina ha sido un país de configuración multicultural por
su inmigración, la población originaria(46), todo ello ampliamente reconocido en nuestra
Constitución Nacional, y desde finales del siglo XX, como país de emigración.
Entre los atributos de inmutabilidad del nombre, su cambio para los domiciliados
en la República rige en todos los términos del Código Civil y Comercial la flexibilidad de
autonomía en el marco de los justos motivos(47). La autonomía debe poseer un equilibrio
entre los intereses colectivos que esto conlleva. En lo internacional, cada nombre refleja
un estilo cultural.(48)
Otra cuestión es la fonética del nombre como derecho a la identidad, que posee
una estrecha relación con la grafía, especialmente cuando nos alejamos del alfabeto
latino tradicional, aunque baste pensar en el guaraní que utiliza la grafía occidental.
La respuesta desde el respeto al elemento extranjero es realizar el máximo esfuerzo de
adaptación. Analizar aquí las situaciones concretas excedería el marco de este trabajo y
nuestro conocimiento.
La pronunciación lo más identitaria posible hace al respeto de los derechos de
la personalidad. Nunca suelo hacer apostillas personales, pero con mi apellido me he
pasado una vida deletreando y explicando cómo pronunciarlo.
En el nombre, la persona es artífice de su propia personalidad, donde se debe
dar un equilibrio entre el significado, la grafía y su pronunciación, que es parte de la
autonomía.(49)
553
V - CONCLUSIONES
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◊ SUMARIADA
❙ M., V. S. Y OTRO C/A., A. M. S/ALIMENTOS - JUZG. NAC. CIV. N° 76 - 22/4/2020 - CITA DIGITAL
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Sergio W. Cava(**)
I - Introducción
Ambos fallos comentados aquí, uno de General La Madrid (Prov. Bs. As.) y otro
de la justicia civil con competencia en asuntos de familia del Poder Judicial de la
Nación (con asiento en Bs. As. cdad.), son autos interlocutorios, es decir, resoluciones
judiciales que ordenan la sustanciación del proceso por medios que se alejan de lo que
tradicionalmente conocemos como traslado de la demanda (aunque, en rigor de verdad,
no es un traslado para trabar la litis, dadas las previsiones procesales para el reclamo
de alimentos ante un incumplimiento del acreedor alimentario).
De ningún modo está en este comentario el espíritu de destruir el trabajo de la
magistratura, todo lo contrario, se busca analizarlo y enriquecerlo, tomando en cuenta
que los magistrados aquí firmantes son quienes realizan las primeras experiencias en
este tipo de notificaciones en circunstancias como las actuales, circunstancias inéditas
para el mundo en general, y para la legislación y judicatura argentinas en particular.
En primer lugar, comentaré el de General La Madrid, y luego el de la justicia
nacional con asiento en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
En segundo lugar, pasaré a analizar si los fallos se ajustan a normativas vigentes.
En tercer lugar, emitiré una simple opinión de los reparos (en este punto me
voy adelantando) que me generan este tipo de resoluciones, pero siempre teniendo en
cuenta las circunstancias actuales, proponiendo, a la postre, una solución.
(**) Abogado, miembro del Consejo de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes del GCABA.
Ayudante en la cátedra de Derecho de Familia y Sucesiones (Facultad de Derecho - UBA).
Miembro del Seminario Permanente sobre Investigación del Derecho de la Persona Humana,
Familia y Sucesiones, del Instituto “Ambrosio L. Gioja” (Facultad de Derecho - UBA). Profesor
para la Enseñanza Media y Superior en Ciencias Jurídicas (título en trámite). Autor y coautor de
artículos académicos
(1) “S. S. G. c/G. R. A. s/alimentos” - Juzg. Paz Gral. La Madrid - 2/4/2020 - Cita digital
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podrá exceder de diez días, contado desde la fecha de presentación. En dicha audiencia,
a la que deberán comparecer las partes personalmente y el representante del Ministerio
Pupilar, si correspondiere, el juez procurará que aquellas lleguen a un acuerdo directo, en
cuyo caso, lo homologará en ese mismo acto, poniendo fin al juicio”, teniendo en cuenta
lo normado por el artículo 543 del mismo cuerpo legal, que nos dice: “La petición de
alimentos tramita por el proceso más breve que establezca la ley local, y no se acumula a
otra pretensión”, y menciona unas medidas cautelares dictadas en un expediente conexo
cuyo objeto procesal es la protección contra la violencia familiar -10389/2019-, razón
por la cual prevé fechas separadas para oír a las partes.
Seguidamente, explicita que, si la audiencia fracasa, se dará curso a la recepción
de la confesional ofrecida por la actora, de conformidad con lo prescripto por el artículo
34, inciso 5.a), del CPCC, el cual nos dice: “Son deberes de los jueces: ... 5) Dirigir el
procedimiento, debiendo, dentro de los límites expresamente establecidos en este Código:
a) Concentrar, en lo posible, en un mismo acto o audiencia todas las diligencias que sea
menester realizar”.
Continúa expresando que, de continuar el aislamiento social, preventivo y
obligatorio (ASPO) para la fecha de las audiencias (lo cual efectivamente sucedió,
conforme los DNU 325/2020, 355/2020 y 408/2020), se celebrarán por videoconferencia
mediante la aplicación “Teams”, para lo cual anexa a su resolución los instructivos de
instalación y funcionamiento de la mentada aplicación elaborados por la Subsecretaría
de Tecnología Informática de la SC Bs. As. Pone, incluso, a disposición, un teléfono de
consulta.
En consecuencia, invoca la resolución 13/2020 de la Suprema Corte bonaerense,
que establece la limitación de horarios de atención y la posibilidad de hacerlo de manera
telefónica, y ordena el traslado conforme lo prevé el artículo 120 del código de rito
jurisdiccional en la materia: “De todo escrito de que deba darse vista o traslado, de
sus contestaciones y de los que tengan por objeto ofrecer prueba, promover incidentes,
o constituir nuevo domicilio, y de los documentos con ellos agregados, deberán
acompañarse tantas copias firmadas como partes intervengan. No cumplido este requisito,
ni subsanada la omisión dentro del día siguiente, se tendrá por no presentado el escrito
o el documento, en su caso, sin que se requiera intimación previa, y se dispondrá su
devolución al interesado, dejándose constancia en el expediente. La reglamentación de
superintendencia establecerá los plazos durante los cuales deben conservarse las copias
en la secretaría”.
Para destacar, cita a De Lázzari, quien expresa: “La necesidad alimentaria
impostergable no admite otra tutela que no sea la efectivización en forma inmediata
a través del proceso cautelar”(2). Con amparo a dicho fundamento, dicta una cuota
provisoria y, como fundamento normativo, se vale de lo explicado por el artículo 544
del CPCC Bs. As.: “Desde el principio de la causa o en el transcurso de ella, el juez puede
decretar la prestación de alimentos provisionales, y también las expensas del pleito, si se
justifica la falta de medios”. Aplica, para prever el monto, lo dispuesto en la resolución
6/2019 del Consejo Nacional del Empleo(3), la Productividad y el Salario Mínimo Vital y
Móvil, ordenando la apertura de una cuenta judicial al efecto.
(2) De Lázzari, Eduardo N.: “Medidas cautelares” - 2ª ed. - Lib. Edit. Platense - La Plata - 1995 -
T. 2 - pág. 198
(3) En lo que aquí concierne, fija para la totalidad de los trabajadores comprendidos en el régimen
de contrato de trabajo un salario mínimo a partir del 1 de agosto de $ 14.125; en setiembre, de
$ 15.625 y en octubre $ 16.875
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por lo que no operar con celeridad conculca la tutela judicial continua y efectiva (sic)
prevista en el artículo 15 de la Constitución de la Provincia de Buenos Aires.(4)
Realiza un análisis desde la perspectiva de género, ponderando los cuidados que
la demandante ejerce exclusivamente respecto del cuidado del niño (de cuatro años de
edad), lo que le impide realizar cualquier otra tarea (ello ante el presente aislamiento),
entendiendo el magistrado que no es equitativo ajustarse a la formalidad procesal de
la demanda en formato papel y con la participación del funcionario púbico -oficial de
justicia-. Fundamenta normativamente esta parte del decisorio por aplicación de los
artículos 3, 4, 5, inciso 4), siguientes y concordantes, de la ley 25485(5). Además, hace
(4) “La Provincia asegura la tutela judicial continua y efectiva, el acceso irrestricto a la justicia, la gratuidad de
los trámites y la asistencia letrada a quienes carezcan de recursos suficientes y la inviolabilidad de la defensa de la
persona y de los derechos en todo procedimiento administrativo o judicial. Las causas deberán decidirse en tiempo
razonable. El retardo en dictar sentencia y las dilaciones indebidas cuando sean reiteradas, constituyen falta grave”
(5) La referencia debe ser a la L. 26485. El art. 3 dicen: “Derechos protegidos. Esta ley garantiza todos los
derechos reconocidos por la Convención para la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la
Mujer, la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer, la
Convención sobre los Derechos de los Niños y la ley 26061 de protección integral de los derechos de las niñas,
niños y adolescentes y, en especial, los referidos a:
a) Una vida sin violencia y sin discriminaciones;
b) La salud, la educación y la seguridad personal;
c) La integridad física, psicológica, sexual, económica o patrimonial;
d) Que se respete su dignidad;
e) Decidir sobre la vida reproductiva, número de embarazos y cuándo tenerlos, de conformidad con la ley
25673 de creación del Programa Nacional de Salud Sexual y Procreación Responsable;
f) La intimidad, la libertad de creencias y de pensamiento;
g) Recibir información y asesoramiento adecuado;
h) Gozar de medidas integrales de asistencia, protección y seguridad;
i) Gozar de acceso gratuito a la justicia en casos comprendidos en el ámbito de aplicación de la presente ley;
j) La igualdad real de derechos, oportunidades y de trato entre varones y mujeres;
k) Un trato respetuoso de las mujeres que padecen violencia, evitando toda conducta, acto u omisión que
produzca revictimización”
Art. 4: “Definición. Se entiende por violencia contra las mujeres toda conducta, acción u omisión, que de
manera directa o indirecta, tanto en el ámbito público como en el privado, basada en una relación desigual
de poder, afecte su vida, libertad, dignidad, integridad física, psicológica, sexual, económica o patrimonial, así
como también su seguridad personal. Quedan comprendidas las perpetradas desde el Estado o por sus agentes.
Se considera violencia indirecta, a los efectos de la presente ley, toda conducta, acción omisión, disposición,
criterio o práctica discriminatoria que ponga a la mujer en desventaja con respecto al varón”
Art. 5: “Tipos. Quedan especialmente comprendidos en la definición del artículo precedente, los siguientes
tipos de violencia contra la mujer: ... 4. Económica y patrimonial: La que se dirige a ocasionar un menoscabo
en los recursos económicos o patrimoniales de la mujer, a través de:
a) La perturbación de la posesión, tenencia o propiedad de sus bienes;
b) La pérdida, sustracción, destrucción, retención o distracción indebida de objetos, instrumentos de trabajo,
documentos personales, bienes, valores y derechos patrimoniales;
c) La limitación de los recursos económicos destinados a satisfacer sus necesidades o privación de los medios
indispensables para vivir una vida digna;
d) La limitación o control de sus ingresos, así como la percepción de un salario menor por igual tarea, dentro
de un mismo lugar de trabajo”
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(6) “M. V. S. y otro c/A. A. M. s/alimentos” - JNPI Civ. N° 76 - 22/4/2020 - Cita digital
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(7) Landolfi, Lorena; Pons, Maite y Marelli, Sandra: “Alimentos derivados del matrimonio” en
Callegari, Mariana G. y Siderio, Alejandro J. (Dirs.): “Derecho de familia: Alimentos” - Thomson
Reuters-LL - BS. As. - 2017 - Cap. V - pág. 292. Aunque excede el objetivo del presente trabajo,
recomiendo la lectura del capítulo, pero especialmente del cuadro final donde las autoras
distinguen, sencillamente, la compensación económica de los alimentos (págs. 295/7)
(8) Flores Levalle, Ramiro: “Proceso de alimentos” en Callegari, Mariana G. y Siderio, Alejandro
J. (Dirs.): “Derecho de familia: Alimentos” - Thomson Reuters-LL - BS. As. - 2017 - Cap. X - págs.
459/60
(9) Callegari, Mariana: “El derecho sucesorio y la prestación alimentaria” en Callegari, Mariana G.
y Siderio, Alejandro J. (Dirs.): “Derecho de familia: Alimentos” - Thomson Reuters-LL - BS. As.
- 2017 - Cap. VII - págs. 378/87; Cava, Sergio W.: “Legados en el Código Civil y Comercial de la
Nación” - ERREIUS - Temas de Derecho de Familia - año III - setiembre/2018 - págs. 635/47 - Cita
digital IUSDC286115A
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parte de su vida (conf. arts. 716, CCyCo., y 3, inc. f), L. 26061). No adentrándome, por
exceder el espíritu de trabajo, en las discusiones que han derivado de su especificación
en la jurisprudencia.(10)
(10) Al respecto véase Flores Levalle, Ramiro: “Proceso de alimentos” en Callegari, Mariana G. y
Siderio, Alejandro J. (Dirs.): “Derecho de familia: Alimentos” - Thomson Reuters-LL - BS. As. -
2017 - Cap. X - págs. 461/4
(11) Rizzo, Agustina; Pombo, Lucila; Schapira, Verónica y Mainard, Claudia: “Alimentos derivados
de la filiación” en Callegari, Mariana G. y Siderio, Alejandro J. (Dirs.): “Derecho de familia:
Alimentos” - Thomson Reuters-LL - BS. As. - 2017 - Cap. IV - pág. 71
(12) Art. 243, tercer párr., CPCC: “Procederá siempre en efecto suspensivo, a menos que la ley disponga
que lo sea en el devolutivo”. En el art. 250 del mismo cuerpo legal se prevén las reglas para el recurso
de apelación concedido con este último efecto
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(13) “En Argentina, desde el inicio de la emergencia y el aislamiento, ha habido un aumento de llamadas
y denuncias de mujeres que sufren violencia: los llamados a la línea nacional de ayuda 144 crecieron un
40% y hubo, al menos, 14 femicidios”. Puentes, María F.: “La violencia intra familiar en tiempos
de pandemia COVID-19” - www.pensamientocivil.com.ar/doctrina/4561-violencia-intra-familiar-
tiempos-pandemia-covid-19 - Consultado el 11/5/2020
(14) “En general, dentro del campo del derecho de familia, el factor ‘tiempo’ emerge como un elemento
determinante en las decisiones de los tribunales, al punto de que se instituye muchas veces como un protagonista
y parte en los procedimientos ... el solo transcurso del tiempo acaba por convalidar cuestiones de hecho -y no
de derecho-, y se vuelve hábil para tornar ineficaz una medida o vaciar de contenido una norma”. Pombo,
Lucila A.: “Aportes y claves en casos de restitución internacional de niños” - Revista de Derecho de
Familia - AbeledoPerrot - N° 79 - mayo/2017 - págs. 259/70
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VI - Convergencia
En ese orden de ideas, podríamos decir, preliminarmente, que las acordadas del
Máximo Tribunal nacional han emitido más proclamaciones de principios y han dado
mayor margen a los jueces a la hora de realizar las acciones tendientes al resguardo de
los derechos, mientras que las resoluciones de los máximos magistrados de la Provincia
de Buenos Aires tienen un carácter más procesal.
Es más, la resolución del magistrado nacional con jurisdicción en la Ciudad es,
en un sentido estricto, una medida para mejor proveer [art. 36, inc. 1), CPCC].
Por otra parte, ante la falta de normas, el juzgado nacional ordena al abogado de
la parte actora realizar la notificación de la demanda y la audiencia (recordemos que, en
alimentos, no se traba la litis, es decir, las partes son citadas a audiencia sin necesidad
de ello, y sin perjuicio de la prueba que crean conducente a ello). Pese a contar con
normativa procesal, el juzgado provincial instruye al actuario para que sea el mismo
tribunal quien notifique a la contraria de la demanda, la audiencia y los alimentos
provisorios dictados al efecto.
En la práctica, funcionaría del mismo modo en que se emite cédula en papel
para la notificación, con firma del letrado patrocinante de la actora y se lleva a sellar a
la mesa de entradas del juzgado para diligenciarla en extraña jurisdicción (notificación
por WhatsApp por parte del letrado al demandado) o cuando la cédula se deja en el
juzgado (también con firma de letrado patrocinante), en el caso de pertenecer a la misma
jurisdicción del tribunal, en cuyo caso será el oficial notificador quien la diligencie al
domicilio del demandado (notificación por WhatsApp por parte del actuario).
Pero entonces, con tantas diferencias, ¿cuál es la convergencia o camino en
común? La notificación por un medio no previsto legalmente en normas emitidas en
contextos ajenos a los de la pandemia. Así, Medina ha dicho que debe repensarse el
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régimen y reclamo de los alimentos(15), esto es, el proceso. Un proceso cuya ineficiencia,
dice Basset, ha sido puesta de manifiesto por las normas dictadas como consecuencia
de la pandemia.(16)
(15) Medina, Graciela: “Familia y coronavirus: 10 claves para comprender su relación jurídica” -
LL - 9/4/2020
(16) Basset, Ursula C.: “Alimentos y COVID-19: Soluciones para ahora y para después” - LL -
9/4/2020
(17) Falcón, Enrique M.: “Tratado de derecho procesal civil y comercial” - Ed. Rubinzal-Culzoni
Editores - Santa Fe - 2014 - T. X “El derecho procesal en el Código Procesal Civil y Comercial de
la Nación” - pág. 434
(18) Callegari, Mariana: “El derecho sucesorio y la prestación alimentaria” en Callegari, Mariana
G. y Siderio, Alejandro J. (Dirs.): “Derecho de familia: Alimentos” - Thomson Reuters-LL - BS.
As. - 2017 - Cap. VII - págs. 343
(19) Fallos: 307:531; 256:602; 258:255; 288:325; 290:83; 292:190; 301:963; 306:136; 322:842;
325:1922; 327:831, entre otros
(20) “La Convención establece como principio vernáculo de la materia a ‘the best interes of child’, es
decir, el interés superior del niño en su texto oficial en español (conf. art. 3, CDN). Además, dicho principio
se encuentra receptado también en el texto de la ley 26061 de protección integral de derechos de niñas,
niños y adolescentes (art. 3). Este principio implica, para la Corte Suprema, separar conceptualmente el
interés del niño como sujeto de derecho, de los intereses de otros sujetos individuales o colectivos, incluso del
de los padres (Fallos: 328:2870), apuntando a dos finalidades básicas: a) constituirse en pauta de decisión
ante un conflicto de intereses y b) ser un criterio de intervención institucional destinado a protegerlo (Fallos:
328:2870)” - Ponencia - XXVII Jornadas Nacionales de Derecho Civil - Universidad Nacional del
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Litoral - Santa Fe - 26-27-28/9/2019. En el mismo sentido véase, Callegari, Mariana G.; Cava,
Sergio W.; Del Castillo, Juan M.; Landolfi, Lorena; Marelli, Sandra; Musich, Máximo; Pombo,
Lucila y Rizzo, María A.: “Consideraciones acerca del plazo máximo de atribución de la vivienda
al cese de la unión convivencial cuando existen hijos menores, con capacidad restringida o
discapacidad” - Revista de Derecho de Familia y de las Personas - Thomson Reuters - año XII - N°
3 - mayo/2020 - pág. 27/34
(21) Rizzo, Agustina; Pombo, Lucila; Schapira, Verónica y Mainard, Claudia: “Alimentos derivados
de la filiación” en Callegari, Mariana G. y Siderio, Alejandro J. (Dirs.): “Derecho de familia:
Alimentos” - Thomson Reuters-LL - BS. As. - 2017 - Cap. IV - pág. 144
(22) Pombo, Lucila A.: “Aportes y claves en casos de restitución internacional de niños” - Revista
de Derecho de Familia - AbeledoPerrot - N° 79 - mayo/2017
(23) Flores Levalle, Ramiro: “Proceso de alimentos” en Callegari, Mariana G. y Siderio, Alejandro
J. (Dirs.): “Derecho de familia: Alimentos” - Thomson Reuters-LL - BS. As. - 2017 - Cap. X - págs.
471/2
(24) Siderio, Alejandro J.: “Obligaciones del Estado” en Callegari, Mariana G. y Siderio, Alejandro
J. (Dirs.): “Derecho de familia: Alimentos” - Thomson Reuters-LL - BS. As. - 2017 - Cap. II - págs.
22/3
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(25) Quadri, Gabriel H.: “Manifiesto del tecnoactivismo judicial (en el ámbito probatorio)” -
ERREIUS - Temas de Derecho Procesal - marzo/2020 - págs. 103/43 - Cita digital IUSDC287247A
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VIII - Dudas
Volviendo a Siderio, nos dice que la existencia de una norma positiva brinda
certeza y seguridad jurídica, pero aparecen defectos como la ambigüedad, insuficiencia
o carácter incompleto de la misma.(26)
Haciendo un repaso rápido, no debemos olvidarnos de que, con motivo del inicio
del brote de la COVID-19, el Poder Ejecutivo Nacional emitió el DNU (PEN) 260/2020,
modificado por el DNU 287/2020, ambos del 13 y 18/3/2020, respectivamente,
estableciendo parámetros específicos de la ES; pero el DNU 297/2020 estableció el
ASPO, prorrogándose en varias oportunidades (DNU 325/2020, 355/2020, 408/2020);
son normas que deben leerse, primero, con legislación anterior, como la ley 27541,
que estableció la emergencia económica y sanitaria en el país, la ley 26529, que regula
los derechos de las personas que se someten a tratamientos médicos, la ley 26522 de
servicios de comunicación audiovisual (y que tantas disputas ha traído a nuestro país),
la ley 26122, que regula, en parte, el tratamiento de los DNU, norma que también ha
sido duramente cuestionada.
Además, están las decisiones administrativas de la Jefatura de Gabinete de
Ministros, las resoluciones de los distintos ministerios, las acordadas de la Corte,
sin contar las declaraciones del parlamento (el cual utiliza las videollamadas para los
tratamientos en comisión, pero demoró para su uso en el tratamiento de tablas), y lo
mismo sucede en cada jurisdicción del país. Ergo, ello se traduce en un desfile normativo
que atenta, precisamente, contra la seguridad jurídica.
La situación generada por la pandemia torna incierto, aun para los gobernantes,
para quienes firman las normas que acabo de mencionar, el futuro inmediato. Pero aun
antes de la pandemia, tres de las cuatro leyes que nombré fueron (y son) duramente
criticadas.
En esta relación jurídica argentina dada entre sujetos y basada en la propiedad
privada(27), los sujetos unidos por los lazos familiares deben cumplir asistencia(28) en el
modo que está legalmente previsto. Hace poco, Marcos Córdoba dijo que la solidaridad
familiar es entendida más como fundamento de prestaciones (leamos alimentos) que
como un principio del derecho; pero en el plano internacional es fundamental su
reconocimiento y protección por parte de los Estados a través del derecho.(29)
En este dinamismo normativo reseñado, producto de reforzar la idea del derecho
como fenómeno social(30), sumado a la inexorable improvisación que abogados y jueces
deben hacer, solamente nos somete a todos los operadores del sistema a un laboratorio
de experimentación cuyas premisas se van esgrimiendo a la par del trabajo de campo.
(26) Siderio, Alejandro J.: “Obligaciones del Estado” en Callegari, Mariana G. y Siderio, Alejandro
J. (Dirs.): “Derecho de familia: Alimentos” - Thomson Reuters-LL - BS. As. - 2017 - Cap. II - pág. 21
(27) Callegari, Mariana: “El derecho sucesorio y la prestación alimentaria” en Callegari, Mariana
G. y Siderio, Alejandro J. (Dirs.): “Derecho de familia: Alimentos” - Thomson Reuters-LL - BS.
As. - 2017 - Cap. VII - pág. 343
(28) Córdoba, Marcos M.: “Sucesiones” - 1ª ed. - Eudeba-Ed. Rubinzal-Culzoni Editores - Bs. As.
- 2016 - pág. 11
(29) Córdoba, Marcos M.: “El derecho en época de pandemia. COVID-19, familia y solidaridad
jurídica” - LL - 9/4/2020
(30) Landolfi, Lorena; Pons, Maite y Marelli, Sandra: “Alimentos derivados del matrimonio” en
Callegari, Mariana G. y Siderio, Alejandro J. (Dirs.): “Derecho de familia: Alimentos” - Thomson
Reuters-LL - BS. As. - 2017 - Cap. V - pág. 226
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IX - Propuesta y cierre
Siguiendo el sentido de lo que se viene expresando, propongo que, al volver a
sesionar en pleno ambas cámaras del parlamento nacional el pasado 13/5/2020, en
un hecho sin precedentes, dado que la interacción estaba mediada, además de por el
moderador presente en el recinto, por videoconferencia, es el Congreso quien debe, al
menos, agregar un inciso al artículo 138 del Código Procesal Civil y Comercial de la
Nación que prevea la notificación electrónica de la demanda, aunque luego deba ser
reglamentada e instrumentarse los medios.
Ello en aras de que, pasado el período de ES y ASPO, se eviten las tachas de
inconstitucionalidad de las normas internas dictadas por los fueros o por los superiores
tribunales de las provincias, de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y la propia Corte
Suprema de Justicia de la Nación o que se planteen las nulidades de las notificaciones
vía WhatsApp.
Además de dotar de herramientas a los notificadores para poder realizar su tarea
de forma tradicional y a través de las tecnologías de información y comunicación (TIC)
que estén disponibles.
En cuanto a la conectividad, al menos, es factible que le llegue un PDF al
demandado. Quizás la mayor dificultad esté en la videollamada.
Y deberán arbitrarse los medios (tanto de la redacción normativa como de
reglamentación) para que, volviendo la situación de la población a una habitualidad
parecida a la que estábamos acostumbrados, pueda, de manera excepcional, realizarse
una videollamada o conferencia para el caso de que la distancia del domicilio de un
testigo, por ejemplo, cuando este excede los 70 kilómetros del radio del juzgado, para
evitar plazos procesales más largos en razón de la distancia y acotando la duración de
los procesos (arts. 427 y 455, CPCC).
Una videollamada o videoconferencia puede, incluso, beneficiar la presencia del
magistrado en la audiencia, dado que, por cuestiones de agenda (varios magistrados
son profesores universitarios y muchas veces asisten a congresos y seminarios en otra
jurisdicción nacional o extranjera), muchas se terminan posponiendo. La idea no es que
asista a un congreso y no pueda realizar su ponencia, sino que pueda atender alguna
urgente durante su ausencia del estrado. Esto también puede coadyuvar a dejar de lado
las subrogancias que se generan en el breve espacio de tiempo que están ausentes los
magistrados titulares. Aun para miembros del Ministerio Público o de la Administración
Pública, o incluso abogados de la matrícula que se ausentan del país o de la jurisdicción
en la fecha mencionada.
Quizás resulte obvio, pero si quienes nombré están de licencia, no aplicaría.
Por otra parte, ello debe ser en el marco de una ley ómnibus que prevea agregar
artículos similares en el Código Procesal Penal (con recaudos mucho más estrictos, y
promoviendo, al efecto, una articulación entre el Ministerio Público Fiscal, Público de
Defensa y las fuerzas de seguridad) así como de la ley de procedimientos laboral y de la
ley de procedimientos administrativos (aunque en la esfera estrictamente del ejecutivo
nacional -no del fuero contencioso administrativo federal- se trabaja bastante con el
expediente electrónico).
Un tema no menor es la implementación de la firma electrónica de la parte o
trabajar mediante poderes otorgados directamente por las cámaras (como las cartas o
escrituras de poder).
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Por último, la ley tiene que considerar su factible aplicación en aquellos rincones
del país donde el fuero federal tenga que vérselas con falta de cobertura de señal de las
TIC, e invitar a las Provincias y a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires a dictar normas
similares al respecto.
A modo de cierre, debo decir que las sentencias interlocutorias son parte de
una batería de resoluciones enmarcadas en normas de emergencia que, superada
esta, quedan simplemente como actuación pretoriana de crisis, pero no se convierten
en repertorio jurisprudencial por las fallas que podría encontrar. Hoy tocó hablar de
alimentos, pero no es la única situación que requiere celeridad en el proceso.
Por último, es en el marco de una reforma legislativa sencilla que se habilitará el
uso de la tecnología en legal y debida forma, cuyos detalles técnicos podrán ajustarse
mediante las normas regulatorias que encuadren correctamente la dinámica de fuero.
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En el marco de una causa sobre mala praxis médica, mediante acuerdo del
tribunal celebrado de manera telemática -ello teniendo en cuenta la situación de
emergencia sanitaria y lo dispuesto por el art. 1, apartado b.1.1. de la R. 10/2020 y 7
de la R. 14/2020, como así también el hecho de encontrarse los magistrados incluidos
dentro de las previsiones de la resolución 165/2020, todas de las SCBA-, se resuelve
elevar las sumas reconocidas en concepto de pérdida de chance y daño moral a favor
de los familiares de un paciente fallecido, confirmándose la suma de $ 3.000.000 en
concepto de daño punitivo a cargo de la empresa tercerizada que prestaba los servicios
de ambulancias, convocada para atender una situación de emergencia, y del médico que
no supo cómo manejarla.
❙ V., M. L. Y OTROS C/SWISS MEDICAL SA Y OTROS S/DAÑOS Y PERJUICIOS - CÁM. CIV. Y COM.
MORÓN - SALA II - 2/4/2020 - CITA DIGITAL IUSJU000345F
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Gabriel H. Quadri(*)
I - Introducción
Ya en trabajos anteriores, nos hemos ocupado de la cuestión del funcionamiento
del Poder Judicial durante la emergencia sanitaria instalada a raíz de la pandemia.
En tal sentido, las medidas que se fueron adoptando en el ámbito de las distintas
administraciones de justicia tuvieron que ver con la regulación y adaptación de su
funcionamiento en este atípico contexto.
Pero como sabemos, estas no son las únicas consecuencias que trajo la pandemia.
Son bien conocidas por todos sus repercusiones económicas y sociales.
Es en este singular contexto de emergencia económica y social, cuya causa
inmediata (pero no única) ha sido la pandemia, que se han adoptado diversas medidas
vinculadas con la situación de los distintos sectores de la sociedad.
Vamos a referirnos, solamente, a las vinculadas con la suspensión de ciertos
procesos judiciales, dispuestas por los decretos 319/2020 y 320/2020 del Poder
Ejecutivo Nacional y la ley 15172 de la Provincia de Buenos Aires.
Advertimos, desde ya, que lo que aquí hemos emprendido es un análisis exegético
(no valorativo) a fin de desentrañar y exponer cuáles son los alcances de dichas normas
y cuál sería, para nosotros, su impacto en la práctica.
Ciertamente, la cuestión puede analizarse desde otras perspectivas y con otras
metodologías, pero -insistimos- nuestra finalidad -al menos por hoy- se limita a analizar
qué es lo que las normas establecen y cuáles serían las consecuencias de su aplicación
a los procesos en trámite y por iniciarse.
Amén de ello, debemos destacar también que los cuerpos normativos que anali-
zaremos no solamente se adentran en cuestiones procesales, sino que abordan temas de
otro tipo (valor de cuotas, prórrogas de vigencias contractuales, etc.).
(*) Abogado (UM). Doctor en Ciencias Jurídicas y Sociales. Secretario de la Cámara de Apelación
Civil y Comercial de Morón. Director del Instituto de Derecho Procesal del Colegio de Abogados
de Morón. Autor de varios libros, capítulos en obras colectivas y múltiples publicaciones en revistas
especializadas. Ganador del premio “Accésit” de la Academia Nacional de Derecho y Ciencias
Sociales de Buenos Aires por la obra “La prueba en el proceso civil y comercial” - Ed. AbeledoPerrot
- Bs. As. - 2011. Integrante del Foro de Derecho Procesal Electrónico (E-procesal)
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en poder de la parte locataria, sus continuadores o continuadoras -en los términos del
artículo 1190 del Código Civil y Comercial de la Nación-, sus sucesores o sucesoras por
causa de muerte, o de un sublocatario o una sublocataria, si hubiera”, agregando que
“la suspensión se aplicará también a los lanzamientos ya ordenados que no se hubieran
cumplido hasta la entrada en vigencia de la presente ley”; y luego, el artículo 5 señala
respecto de cuáles contratos de locación se aplicará la suspensión.
Como se ve, este artículo 4 reproduce sustancialmente los alcances del decreto
320/2020, por lo que le son de aplicación las consideraciones que ya hicimos al hablar
del mismo.
Ahora, creemos que una vez que se observa esto, el inciso 3) del artículo 1 (que
ya hemos visto) no debería interpretarse con tanta amplitud como lo haría parecer su
exégesis (es decir, suspendiendo todos los lanzamientos), sino que debería circunscribirse
a los lanzamientos relacionados con las ejecuciones listadas en el mencionado artículo.
Luego, y si lo miramos así, parecería que la ley provincial no tendría, en principio,
mayores diferencias respecto de los decretos nacionales.
Ahora, una situación interesante se da cuando llegamos al artículo 6.
El mismo establece que “quedan excluidos de lo dispuesto en el artículo anterior de
la presente, los contratos de locación cuya parte locadora dependa del canon convenido
en el contrato de locación para cubrir sus necesidades básicas o las de su grupo familiar
primario y conviviente, debiéndose acreditar tales extremos”.
Ahora bien, en el contexto del decreto 320/2020, existe un artículo similar (el
art. 10), pero el problema es que allí el mismo se refiere al cobro de los cánones (art. 4,
vinculado con el congelamiento de los alquileres y circunstancias conexas), mientras
que -en el texto de la ley provincial- cuando se da el estado de vulnerabilidad en el
locador, se lo excluye “de lo dispuesto en el artículo anterior”, pero el artículo anterior no
contiene nada más que un listado de supuestos.
De esta manera, se inserta una cuestión hermenéutica atípica y bastante compleja:
si el locador fuera una persona vulnerable y dependiera del cobro del canon para su
subsistencia, ¿podrá efectivizarse el lanzamiento aunque se diera el supuesto del artículo 4?
Porque si nos atenemos al texto de la ley provincial, parecería que sí; pero si nos
atenemos al texto del decreto 320/2020, parecería que no, desde que allí de lo único que
se excluye a estos locadores es de lo dispuesto en el artículo 4 y no de lo dispuesto en el
artículo 2, que es el referido a la suspensión de los lanzamientos.
Habrá que ver cómo se interpreta esta disposición.
Finalmente, el artículo 7 contiene una extensión del plazo para cierto supuesto.
El mismo indica que “en caso de lanzamientos que afecten en conjunto a 5 (cinco) o
más familias que se encuentren en un barrio popular incluido en algunos de los registros
oficiales, el plazo de suspensión se extenderá por 90 días corridos adicionales a partir del
cese de la suspensión prevista en el artículo 1”.
En este supuesto tan específico, cuando se diera la condición de la norma, el
lapso de suspensión se prolongará por un tiempo extra.
Cerramos con una advertencia: en el ámbito de la Provincia de Buenos Aires no
se han registrado, al menos hasta el momento, normas que -siquiera transitoriamente-
dispongan algo acerca de las mediaciones en procesos de desalojo o ejecución,
manteniéndose -al menos hasta el momento en que estamos redactando esto- su
carácter optativo, prescripto por el artículo 5 de la ley 13951.
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IV - Como cierre
Seguramente, las normas aludidas vayan a traer, en los próximos meses, debates
intensos.
Dado el propósito de esta exposición, no hemos ingresado en los diversos tópicos
que pueden llegar a despertar polémicas.
El análisis, en tal sentido, debe ser profundo y meditado, ponderando los diversos
intereses en juego y la razonabilidad de las medidas adoptadas.
Nuestro propósito ha sido muchísimo más modesto.
Solo hemos querido ofrecer al lector alguna noticia de la nueva normativa,
sobrevolar sus alcances y supuestos de aplicación.
Seguramente, ya habrá tiempo para ir haciendo una valoración más detenida de
las disposiciones de emergencia consagrada en la preceptiva en cuestión.
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Director Académico:
Temas de Derecho
Carlos E. Camps
Procesal
Coordinador:
Gabriel H. Quadri Junio 2020 - Año IV
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