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López Angulo Lorena para Producto 1
López Angulo Lorena para Producto 1
En este contexto, quieren ser estas ideas un aporte que provoque una mirada
crítica y propositiva a la normativa y reglamentos disciplinarios de los
establecimientos pedagógicos, con el fin de estimular al cambio cualitativo en la
convivencia social de los mismos, asimismo, esbozar algunos elementos
orientadores para los profesionales de la educación interesados en mejorar la
convivencia, y en disminuir el problema actual que enfrentan las escuelas y que
impacta a la sociedad en su conjunto: los conflictos y la violencia escolar.
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En nuestro país, las instituciones educativas públicas y privadas, se conducen
bajo los principios filosóficos de la educación en México expresados en la
Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, la Ley General de
Educación y la Ley Estatal correspondiente. Cita el Artículo Tercero, “…la
educación contribuirá a la mejor convivencia humana, tanto por los elementos que
aporte a fin de robustecer en el educando, junto con el aprecio para la dignidad de
la persona y la integridad de la familia, la convicción del interés general de la
sociedad, cuanto por el cuidado que ponga en sustentar los ideales de fraternidad
e igualdad de derechos de todos los hombres, evitando los privilegios de razas, de
religión, de grupos, de sexos o de individuos” (Reformado mediante Decreto
publicado en el Diario Oficial de la Federación el 05 de Marzo de 1993).
Este ambiente es alarmante, ya que los planteles educativos son espacios que
representan para los estudiantes un lugar donde poder educarse; un área en
donde aprendan individual y colectivamente, a ser reconocidos como personas
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con derechos a expresar sus necesidades y emociones. Un sitio, en donde
puedan aprender a convivir, sin violencia, respetando a todas las personas,
independientemente de cómo sean; esto es un objetivo básico de nuestro sistema
educativo nacional y local, pero también tiene que serlo de la sociedad en general
y de los diferentes agentes sociales.
Todo educando, sea cuál sea su edad, condición, origen, capacidad o cualquier
otra característica personal, tiene derecho a ser educado en un clima que le
ofrezca seguridad, armonía, confianza, y le permita desarrollar al máximo sus
potencialidades. Todo docente tiene derecho a ser apoyado y respetado en su
trabajo, con la autoridad que su función social exige. Por ello, el centro educativo
tiene que ser un lugar donde se pueda practicar y aprender la convivencia entre
diferentes, un lugar de relación del que queda excluido cualquier tipo de violencia,
discriminación o humillación, o agresión a la dignidad humana. Desde esta
perspectiva, se entiende por Convivencia Escolar la interrelación entre los
diferentes miembros de una institución educativa, que tiene incidencia significativa
en el desarrollo ético, socio afectivo e intelectual de alumnos y alumnas.
No resulta fácil saber, sin embargo, si dicha preocupación se debe a que existe un
aumento real de las conductas violentas en el ámbito escolar (es decir, a que hay
más violencia), o a una mayor gravedad de sus resultados (casos más graves o
con mayores efectos), o a una mayor dificultad del personal directivo y docente
para gestionar los conflictos (dificultad de control), o una mayor difusión de
determinadas conductas que antes pasaban desapercibidas (mejor conocimiento
de los hechos), o a una mayor sensibilidad social respecto a lo que se considera
aceptable o reprobable. La violencia aparece en entornos institucionales, en donde
el contacto frecuente entre los participantes puede perpetuar los roles
estereotipados de dominación y sumisión (Ortega, 1994).
Pero también, los contextos sólidos como las escuelas, pueden crear condiciones
que fomenten las relaciones positivas en el proceso de convivencia, la acción de
vivir con los demás, con “… un espíritu de solidaridad, fraternidad, cooperación,
armonía, un deseo de entendimiento mutuo, el deseo de llevarse bien con los
demás, y la resolución de conflictos mediante el diálogo u otros medios no
violentos” (Ortega, del Rey, y Mora-Merchán, 2004, p. 169). En este orden es
importante enfatizar, que la convivencia constituye una construcción colectiva y es
responsabilidad de todos los miembros y actores educativos contribuir a ello.
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Trasportémonos ahora al ámbito áulico, en donde bastantes de nuestros alumnos
adoptan el rol del indisciplinado, para que nuestra mirada docente, que tanto
necesitan emocionalmente, por lo menos se detenga en sus limitaciones, ya que
no logran capturar nuestra atención desde sus atributos. Aquí valdría preguntarse,
hasta que punto los centros educativos han dejado de atender tanto el aspecto
emocional como afectivo de niños y adolescentes, base para la construcción de su
identidad y su relación con los otros, y por la tanto, de una formación ética. “La
formación ética consiste en aportar las condiciones necesarias para que las
funciones cognitivas y afectivas puedan madurar y desarrollarse, es decir, ayudar
al estudiante a construir y madurar su pensamiento y sus emociones, para forjar
una conciencia ética que permita dar coherencia a sus ideas y acciones”
(MINEDU, Propuesta Pedagógica de Formación Ética: 2007)
La ética nos remite a los valores que la comunidad educativa ha establecido como
valores fundamentales en el proyecto educativo. Son los valores que impregnan la
misión y visión de la escuela, que establecen la relación entre los actores, orientan
los sentidos de la normativa escolar; definen criterios frente a procedimientos de
resolución de conflictos. De igual forma, es la ética consensuada, compartida,
conocida, que unifica y da sentido al conjunto de acciones, saberes y lenguaje a
los que los docentes dan vida a diario.
Convivencia Escolar
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Dinámicas de análisis y reflexión
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En colectivo, elaboran una definición de violencia escolar, misma que comparan
con la de algunos especialistas en el tema (material que llevará el coordinador), y
reelaboren su enunciación.
Desarrollo
Cierre
Inicio:
Se inicia la sesión con una canción, cuento o juego, reflexión, lectura, dibujos,
imágenes, presentación en diapositivas, a través del cual los alumnos sean
motivados en el tema de convivencia. A continuación el profesor o profesora,
pregunta si en sus casas hay reglas o normas que deben practicar.
Por ejemplo:
Secar el baño después de bañarse
Comer con el televisor apagado.
Lavar su plato y cubiertos después de utilizarlos
Acostarse a cierta hora.
Cambiarse el uniforme antes de comer.
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A partir de sus respuestas, dialogará con ellos para reflexionar por qué es
necesario que haya reglas en la casa.
Desarrollo:
Hacer la comparación: ¿una casa desordenada es igual a una casa sin normas?,
¿por qué cada persona hace lo que quiere, sin importarle los demás? ¿Qué
consecuencias tiene para la convivencia?
El docente colocará en algún lugar del aula el papel extendido y anotará el título
“Normas de convivencia para el aula”.
Solicitará a los estudiantes que propongan que normas deben establecerse por el
bien de todos. Se puede iniciar proponiendo “Llegar puntualmente a clases” e
indicar por qué es bueno ser puntual; el docente debe promover aquellas normas
que impliquen una relación de respeto y afecto con los compañeros, por ejemplo
“Ayudar a mis compañeros”. También debe propiciar la participación de todos los
estudiantes, señalando la importancia de la colaboren en su construcción, ya que
conviven en ese espacio todos los días, durante las horas que duran las clases.
Cierre:
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Diseñar e implementar programas de Convivencia Escolar, bajo un enfoque
de la Pedagogía de la Tolerancia.
Adoptar un modelo de Convivencia Escolar en congruencia con las
manifestaciones de tensión presentes, con la implicación de toda la
comunidad educativa.
Creación de una Comisión de Convivencia Escolar y el nombramiento de un
tutor de la misma, en las escuelas que decidan intervenir en la disminución
y prevención de la violencia.
Incorporación de los temas de Conflictos y Violencia Escolar, así como
Convivencia Social y Escolar, en las actividades de formación continua y
profesionalización docente.
Aceptación por parte de todos los actores educativos, de corresponsabilidad
en la generación de ambientes propios para el diálogo, la interacción grupal
y el aprendizaje.
Elaboración de diagnósticos de convivencia en las diversas áreas
educativas.
Fomentar lazos solidarios entre la escuela y la familia.
Comenzar el cambio con nosotros, detonando con nuestros colegas formas
de relación interpersonales positivas que generen sinergia en los otros.
Conclusiones:
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Evaluar la disciplina escolar, como un proceso de producción
colectiva de las normas que mida su calidad por el nivel de
participación, diálogo y consenso en el que puedan incluirse todos
La escuela tiene que enseñar modos de convivencia social e
institucional. Una de las formas de hacerlo tiene que ver con las
ideas y conceptos que propone, mismos que los alumnos deben
aprender.
Los profesionales de la educación del Siglo XXI, necesitamos ser
conscientes que para fomentar una buena convivencia y educar para
resolver los conflictos, tenemos que entender a éstos, como una
posibilidad educativa para la formación moral de los estudiantes.
Los centros educativos que quieran intervenir para potenciar una
convivencia en el mutuo respeto, debe atender aspectos vinculados
a los focos de atención, especialmente en la dinámica relacional
entre el personal docente.
Es imprescindible que en la escuela, se enseñe y aprenda a convivir
en la cotidianidad, desde un ámbito de consistencia ética.
Concluimos este ejercicio, con una reflexión que nos comparte Zabalza (2004) “las
escuelas que logran hacer retroceder la violencia, son aquellas que tienen un
proyecto pedagógico claro y definido y un equipo docente y de dirección de
calidad”.
BIBLIOGRAFÍA
Fierro, Cecilia y Carbajal, Patricia (2003). Mirar la práctica docente desde los
valores. México: GEDISA.
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Smith, P.K. (ed.) (2003). Violence in schools: The response in Europe. London &
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*Asesora Académica de la Dirección General de Unidades de la Universidad
Pedagógica Nacional de la Secretaría de Educación Jalisco.
Coordinadora Académica de la Maestría en Educación con Intervención en la
Práctica Educativa. Académica en la Unidad 145 de la Universidad Pedagógica
Nacional.
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