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UNA ESTRELLA A LA VISTA

El documental sobre brujas tiene una narrativa bastante profunda y


multidimensional, en el sentido que aborda el tema de la brujería, Wicca y
ocultismo desde múltiples perspectivas que tiene que ser contempladas como
un todo.

La opinión popular de la brujería y la Wicca (aunque no son


necesariamente la misma cosa) no suele sobrepasar el mero término de
superchería. La Real Academia Española define la superchería como:
“Engaño, dolo, fraude.”. Y es interesante contemplar como el refrán de
“una mentira mil veces se convierte en una verdad” se convierte en una
profecía autocumplida a un nivel cultural. Por esta razón, para sacar el
máximo provecho del documental tenemos que comenzar por definir
qué no es la Wicca y la brujería, así como cuáles son los conceptos
que alejan estos términos de la realidad.

La primera parte del documental explica brevemente el trasfondo


histórico de las brujas. Prácticas alternativas de autoconocimiento y
curación por medios naturales no eran difamados tan abiertamente, a pesar
de la religión predominante de aquel tiempo (catolicismo). Sin embargo,
con un incremento en la estadística de muertes de recién nacidos,
condujeron a las autoridades políticas y religiosas a proyectar la culpa en
las asistentes de parto de aquel momento. Curiosamente esta persona
admitió haber sacrificado bebés para beber su sangre como un vampiro.

Hay que tomar en cuenta como la religión, a pesar de su significado


en latín (religare, reunir, reconectar con el mundo espiritual)
inevitablemente ha sido parte de un tablero político. Pienso que las
acusaciones y confesiones de aquel período histórico no fueron más que
una treta política para ganar territorio y dominio cultural. Considero que los
centenares que muertes en la hoguera y en la horca fueron detenidamente
planificados por autoridades católicas de aquel momento, y una estrategia
para materializar una agenda patriarcal y disminuir los derechos de la
mujer.

Este patrón fue repitiéndose durante siglos y siglos, creando la ilusión


de materializaciones “del Diablo” y mitos como transfiguraciones de brujas
en animales, dominio de la voluntad de otras personas por medio de la
hechicería, etc. Básicamente, un montón de concepciones simbólicas
provienen de un aspecto en el inconsciente colectivo de proyectar el mal
interior en figuras externas. Es interesante analizar la interpretación popular
del Diablo como un agente del mal que lidera cualquier conocimiento
oculto y contrapuesto a la estructura cultural de cada período, puesto que la
superchería es un fenómeno que lamentablemente se encuentra todavía
presente en el siglo XXI.

Diablo proviene del latín diabolo que podría traducirse como


“separación o, aquello que separa”. En pocas palabras, podríamos definir el
simbolismo del Diablo como las facetas o identidades dentro de cada
persona que lo separa de su verdadera esencia espiritual, y al mismo
tiempo, como un personaje creado por políticos para crear una narrativa de
dualidad y antagonismo. “Nosotros contra ellos”, “este es el bien y aquello
es el mal”, “nosotros somos los buenos y ellos son los enemigos”.
Curiosamente, me viene a la mente el axioma “así como es arriba, es
abajo”, o sea, que, así como a través de símbolos las personas proyectan sus
propios adversarios, la popularización de la brujería en tiempos antiguos
sirvió de purga para el oscurantismo y la ignorancia de aquellos tiempos. La
brujería y la Wicca representan un puente, un religare entre la oscuridad
individual y la luz colectiva. Entonces no sorprende que la brujería haya
sido tachada de diabólica por el populismo, cuando es el mismo populismo
el diablo que lo separa de su propia falta de autoconocimiento.

Detengámonos un momento a pensar qué sería la humanidad hoy en


día sin las lecciones de la historia sobre intolerancia. ¿De dónde habría
surgido del desarrollo del conocimiento oculto sin estas oscilaciones del
péndulo de consciencia humana? Y a pesar de que con el paso del tiempo la
brujería fue considerada como mera superstición durante el período del
Iluminismo, cada evento histórico relacionado con la brujería es el símbolo
de un paso en el desarrollo espiritual de la humanidad. Por ende, la historia
de la brujería, aunque trágica, es de por sí un sacramento de su esencia.

Adelantándonos un poco más a la actualidad, Salem es una


localización importante para el conocimiento de la brujería y la
consolidación de la Wicca. Tradicionalmente este conocimiento no era
típico de revistas o de encontrarlo en bibliotecas, sino que fue
cuidadosamente heredado de persona a persona manteniendo viva la llama
iniciática del conocimiento. Es difícil hablar de tradiciones, puesto que la
sabiduría de la brujería es tan antigua como la misma existencia de la
humanidad.
Gracias al coraje y el atrevimiento de unos pocos, la brujería fue
esparciéndose entre grupos de estudios (también llamado Covens) hasta
practicantes solitarios. Inevitablemente la curiosidad no puede apagarse una
vez que toma impulso, y ahora que sabemos porqué el arquetipo de la bruja
malévola no es más que el propio miedo a lo desconocido, es momento de
definir qué es la brujería y la Wicca.

Mi definición de la brujería es la práctica y el estudio de la sabiduría


dentro de los conocimientos mágicos. ¿Y qué es la magia entonces? El
documental lo describe como la ciencia de generar un impacto en la
realidad por medio del uso de fuerzas de la naturaleza y sus derivados:
plantas, aceites, piedras, cristales, temporadas, los elementos en sí mismos:
agua, tierra, fuego, aire.

Para ser más exactos, puedo utilizar la descripción de Aleister


Crowley en su libro Magia(k) en teoría y práctica (1929): “La Magia(k) es
el arte y la ciencia de generar cambios conforme a la propia Voluntad”.
Véase que se utiliza la “k” para diferenciar el ilusionismo y la
prestidigitación de la magia espiritual.

¿Por qué traigo esta definición a colación? Puesto que el documental


explica repetitivamente cómo la intención de la magia es la curación, el
desarrollo personal y la autorrealización, ya que cada persona tiene un
poder mágico. Tal y como menciona Crowley en El Libro de la Ley (1904):
“Cada hombre y cada mujer es una estrella con su propia órbita”.

Por ende, la brujería permite a cada ser humano entrar en contacto


con su poder infinito y espiritual, de manera que puedan expresar y
manifestar completamente su mejor versión en el mundo. No solamente
cada persona tiene acceso a ese poder, sino que todo elemento en nuestra
existencia lo tiene. Las plantas son un nivel de conciencia, son los sentidos
de la naturaleza. La biodiversidad en sí es un nivel de entendimiento, al
todo estar compuesto de energía y vibración. Los cristales son una forma un
poco más evolucionada de conciencia, ya que son capaces de contener y
proyectar energía de acuerdo a su tipo de inteligencia. Los aceites pueden
derivarse de las mismas plantas y extraer cualidades más específicas de
acuerdo a sus necesidades. Y, por último, también tenemos el poder
cósmico.

El ser humano es un reflejo micro-cósmico de un poder mayor: el


macro-cosmos. Así mismo, las fuerzas y energías planetarias también se
encuentran presentes en la naturaleza humana. La brujería pretende
sistematizar este contenido de forma que sea de fácil acceso al ser humano
y podamos ser uno con el todo. Ser una estrella en sincronización con su
propia órbita.

Es importante destacar las implicaciones éticas de este poder, ya que


uno de los principios fundamentales es la ley del 3. Todo lo que hagas
puede regresar a ti tres veces. ¿Por qué? Lo primero que viene a mi mente
es una interpretación kabalística. Para entender qué es lo que genera las
emanaciones o fuerzas de voluntad, el número tres tiene un rol importante.

Aleister Crowley, en El Libro de Thot, menciona como los números


no son meros dígitos, sino que también son entidades con cualidades
místicas y morales. El número uno representa el punto, el espíritu, la
esencia pura, la cosa “tal y como es”. Sin embargo, ese punto no puede
definirse o contemplarse a menos que exista un segundo punto que pueda
contemplarlo, por tanto, surge el número dos o la línea. La dualidad, o sea,
la idea pura sin articulación aún necesita de un tercer punto: el concepto. El
tercer punto es capaz de servir como referencia para decir “el punto A está
más cerca de C que de B. O, el punto B está más cerca de C que de A.”. El
número tres representa la creación, la formación, la idea como concepto
perceptible antes de materializarse, representa la armonía de fuerzas. El
triángulo equilátero tiene exactamente la misma medida en todos sus lados.

¿Por qué menciono todo esto? Pues porque de esta trinidad, el patrón
se repite en el número cuatro, cinco y seis. El cuatro representa el plano, la
dimensión. El cinco es la materia y el movimiento, y el seis la conciencia o
el autoconocimiento. Aquí encontramos un patrón de que todo lo que se
crea o es emanado ocurre en un patrón de tres, por eso el 3, 6 y 9 son
números muy importantes, porque, así como el Uno se contempla a sí
mismo y se vuelve el entendimiento de la Dualidad, y esta autoconciencia
se transforma en una Tríada de formación, el 3, 6 y 9 son el fenómeno de
autogeneración del 1, 2, 3 en otros planos. El siete, al seis obtener
conciencia, representa la perfección: materialización y expresión perfecta
del uno consciente de sí mismo (1+6=7), el ocho como resultado es el
desarrollo continuo, procesos o ciclos, y el nueve es la realización plena y
la formación.

Por eso todo lo que hacemos regresa en una proporción triple, porque
toda expresión de voluntad tiene una manifestación triangular, por así
decirlo. Tenemos la intención (la Voluntad mágica es el 1), luego tenemos
la dualidad o la expresión externa, y por último la cristalización o
manifestación de la Voluntad hecha evento. 1 + 2 = 3. Entonces, ese
acontecimiento que acabamos de generar a su vez puede considerarse una
voluntad en sí misma y se repite el ciclo, hasta que vuelve a nosotros ya que
la vida misma es una expresión triangular de una Voluntad mayor. Nuestra
esencia espiritual es el 1, nuestra encarnación es la esencia espiritual
mirándose a sí misma (2, dualidad) y cada evento es la interacción entre ese
uno y el dos, creando la ilusión “triangular” de estar vivos. 1 + 2 = 3. Es
una multiplicación exponencial que empieza y acaba en nosotros,
infinitamente.

Así como existen este tipo de doctrinas, hay muchas más. Los ciclos
y las temporadas son muy celebradas porque representan el
desenvolvimiento de fuerzas cósmicas para sincronizarnos con ellas.
Tenemos los Sabbaths como el Invol. En resumen, el ciclo evolutivo del Sol
se utiliza como analogía de interacciones cósmicas donde hay un período de
invierno, o infertilidad, después uno de renacimiento, fertilidad, agitación,
que desemboca en la plenitud máxima de la fuerza solar hasta regresar al
mismo punto de ausencia. Tenemos de nuevo el mismo patrón del tres:
creación, desarrollo, muerte. Aunque los Sabbaths no son exclusivamente
tres, se basan en esta fórmula, por así llamarle.

Esta fórmula también representa la figura de la Diosa, sobre la


doncella o energía virginal, la figura de la maternidad y feminidad en su
máxima expresión, y por último la Madre Sabia que alberga la
potencialidad de todas las cosas existentes. Al contrario, el Dios representa
la energía fálica o solar. No quiere decir que una es superior a otra, sino que
son fuerzas complementarias. El falo es unidireccional, único en propósito
es el principio activo de la creación que inicia el movimiento que
posteriormente actúa como la fecundación en el vientre Materno. El Sol
provee Luz, Calor y Vida, condiciones fundamentales para la vida en la
Tierra. Por eso la diosa Gaia o Tierra tiene un ángulo femenino o Materno,
es el Caos donde todas las potencialidades existen.

Esta misma analogía la tenemos en los cuatro elementos. El fuego es


el Padre, Voluntad pura, lujuria de creación. La Madre, es el Agua,
pasividad, claridad, el agua es pasiva ya que actúa como conductor y
reflejo. De este casamiento surge el Hijo o el Aire, que participa
activamente del Fuego y el Agua, y de esta tríada surge la Tierra o la Hija.
Las ideas relacionadas a la naturaleza y su relación con el ser humano
son tan amplias como el propio cosmos. Iniciados que han logrado el
entendimiento de su relación con el mundo han hecho todo lo posible para
trazar una cartografía iniciática y ayudar a otros a lograr el mismo
desarrollo. Este es el caso de Gardner. Gardner fue un estudioso de varias
tradiciones como Thelema, Paganismo, brujería tradicional, y fundó un
sistema llamado Wicca. Hay que recalcar que la Wicca involucra elementos
de brujería, pero no toda bruja o brujo participa en la Wicca. La idea
primordial de la Wicca es lograr la armonización del practicante con la
naturaleza y las fuerzas implicadas. Después de muchas luchas y
movimientos sociales por fin fue reconocida como religión. Religión no
quiere decir ningún dogma en el sentido tradicional de la palabra, si no que
representa un puente de unión entre el micro-cosmos y el macro-cosmos.

Por eso el símbolo del pentagrama es tan importante. Penta, que


quiere decir cinco, es la conjunción de los cuatro elementos básicos
supeditados al quinto: el espíritu. El pentagrama se encuentra dentro de un
círculo que representa totalidad, divinidad, puesto que el circulo es una sola
figura (unidad) y todos los puntos del círculo son equidistantes con su
centro. Eso representa al Wiccano, puesto que el practicante es ese
pentagrama que se encuentra en la circunferencia del universo, donde todos
los puntos del espacio son su eje y su circunferencia es el infinito del
cosmos.

Hoy en día la lucha por el reconocimiento de la Wicca y la brujería


como tradiciones válidas e inofensivas todavía se mantiene vigente.
Afortunadamente la tolerancia ha incrementado conforme incrementa
también su número de practicantes. Es un honor pertenecer a esta
generación donde la información se encuentra al alcance de un dedo y
existen comunidades para el apoyo moral de todos sus miembros. Tanto
grupos o Covens como practicantes solitarios tienen el privilegio de
encender la antorcha interior del autoconocimiento y llevarla hacia otros.

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