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Interpretar al niño*

Jacques-Alain Miller**

¿Qué título dar a la próxima Jornada del Instituto del Niño que tendrá lugar en 2015?1 Lo que me
ha guiado es una cosa muy simple. Habiendo transcurrido mucho tiempo, en el curso de
numerosos años, hasta lograr que saliera el Seminario 6 de Lacan, mi idea fue que tendríamos
que celebrar esta Jornada a la sombra, o a la luz de El deseo y su interpretación.2
Entonces, podríamos ponerle: «El niño y su interpretación». Así, jugaríamos con el
equívoco: es el niño el que interpreta el mundo y, al mismo tiempo, lo interpretamos a él. A mi
parecer, eso implicaría una dispersión muy grande de los trabajos. Preferí dar una dirección clara
con el fin de que los trabajos no fueran tan dispersos y, entonces, poner el verbo en infinitivo y
su complemento: Interpretar al niño. Es simple y poco habitual. No se usa tanto Interpretar al
niño porque no se está muy seguro, con el niño, de que se interpreta…

El psicoanalista instrumento

Al mismo tiempo, hay que encontrarle un destino a la expresión sempiterna El psicoanálisis con
niños. Hay que encontrar otra cosa. Cuando se dice «el psicoanálisis con niños», no es el con
lacaniano, sino un con de compañía. Eso quiere decir: el psicoanálisis trata a los niños. Mientras

                                                                                                               
* Utilizo la versión francesa establecida por Hervé Damase y Daniel Roy, extraída del sitio de la Unión
por la Formación en Clínica Analítica (UFORCA). Disponible en su versión original en:
http://www.lacan-universite.fr/wp-content/uploads/2013/06/interpreter_lenfant-J_A-Miller-ie.pdf
** Traducido del francés por Javier Jiménez León. Disponible en:
https://anachoresis.wordpress.com/2017/08/25/interpretar-al-nino/
1
Intervención en la segunda Jornada del Instituto del Niño, Issy-les-Moulineaux, sábado 23 de marzo de
2013.
2
Jacques Lacan, El deseo y su interpretación, El Seminario (1958-1959), Libro 6, Paidós, Buenos Aires,
2014.

1
que el «con» lacaniano, el que figura, por ejemplo, en «Kant con Sade», 3 es un «con»
instrumental. Lacan lo repite en el Seminario, pero no sólo allí, cuando se remite a Aristóteles:
«el hombre piensa con su alma».4 Y él explica que ese «con» es un instrumento. Me refiero a
Acerca del alma,5 que Lacan había comentado, y más especialmente a un pasaje que, en cambio,
no cita, donde Aristóteles dice: «el alma es comparable a la mano»,6 eso sirve de algo. Es como
una aprehensión. Esto hace pensar, además, en lo que Heidegger llama «el-ser-a-la-mano»,7 que
es el ser del útil, o del instrumento, del cual hace una teoría completamente esencial en su
ontología y en su crítica de la ontología. Lacan mismo, en el film Televisión, en el momento que
emplea la expresión, a propósito del analista –«se analizan con él»–, hace un gesto con la mano.
Me pregunto cómo caracterizar ese gesto. No es una torsión de manivela, más bien es una
especie de trasiego suficientemente curioso. El analista es verdaderamente un instrumento.
Cuando se trata de niños, es el analista el que es un instrumento. Deberíamos decir: «El
niño con el analista». Pero, justamente, ese no parece un muy buen título, porque no sería
verdaderamente claro ni contundente. El analista es un instrumento, ciertamente, pero cuando se
trata de niños, es también allí que se retrocede. Esto es lo que hace la diferencia del análisis con
el niño, es que se sirve de él menos que el adulto. El analista es menos instrumento, está obligado
a tomar iniciativas. El instrumento está obligado a tomar más iniciativas que con el adulto. Esto,
por otra parte, va muy bien con el concepto de instrumento, porque estamos rodeados de
instrumentos que toman iniciativas. Tan pronto como ustedes ponen el GPS, enseguida les da
órdenes.

De la señalización a la transformación

Interpretar al niño, esta sería la ocasión para reflexionar sobre nuestra práctica, no precisamente
para normalizarla o estandarizarla sino, más bien, a título de intercambio de experiencias.
¿Acaso, verdaderamente, interpretamos? Hay terapeutas que lo dudan... Y, sobre todo, eso nos
obligaría a salir de la interpretación según el modelo de la traducción, del desciframiento. No hay
                                                                                                               
3
Jacques Lacan, «Kant con Sade» (1962), en Escritos 2, Siglo XXI, México, 1984.
4
Jacques Lacan, El deseo y su interpretación, Op. cit., p. 28.
5
Aristóteles, Acerca del alma, Gredos, Madrid, 2012.
6
Ibid., 432a, p. 380.
7
Martin Heidegger, El ser y el tiempo, FCE, México, p. 82. En la edición en español, figura como «el ser
a la mano». [N. del T.].

2
que olvidar que Lacan redujo el término freudiano del inconsciente, como se tradujo a Freud.
Dijo que lo conservaba porque era la tradición pero que, de hecho, el término parlêtre sustituiría
un día al de inconsciente. Para la interpretación, hay algo de este orden. Es un término
tradicional. Se dice: son psicoanalistas, interpretan. Pero, evidentemente, nuestra práctica
interpretativa va más allá, precisamente cuando ella concierne al niño. Hay que distinguirla del
modelo texto encriptado / texto en claro. De algún modo, entra en la interpretación todo lo que
tiene valor de mensaje, o incluso de señal enviada. Lo que se espera, es que uno de esos
mensajes tenga un valor transformacional. Finalmente, la interpretación, si la tomamos en su más
amplia extensión, va de la señalización a la transformación. Se está en el entre-dos.

El niño entre enunciado y enunciación

El grafo de Lacan, deberíamos empezar a interesarnos nuevamente en él. Cuando di un


seminario para menores de treinta años, en todo caso la mayor parte, me di cuenta de que no lo
conocían, y que tenían incluso una cierta dificultad para introducirse en el grafo de Lacan. Ahora
bien, incluso si luego vinieron los cuatro discursos, etc., el grafo de Lacan permanece, no es
superado en lo absoluto. Lacan continuó refiriéndose a él, incluso si sobre ciertos puntos las
definiciones cambiaron.
Encontrarán en el capítulo IV que intitulé «El sueño de la pequeña Anna», sueño bien
conocido, esta propuesta de Lacan: «el niño está capturado por entero en el juego de las dos
líneas».8 Digamos de los dos pisos. Lo dice del niño, en un momento preciso, pero podríamos
darle un valor más grande. Es el niño en tanto que capturado en el juego entre enunciado y
enunciación. Hay muchas cosas de Lacan que van en este sentido, en particular, al comienzo del
capítulo V, donde dice: «En el niño, algo no ha sido aún acabado, precipitado por la estructura,
no ha sido aún distinguido en la estructura».9 El contexto indica que eso remite a la distinción
entre el yo {je} del enunciado y el yo {je} de la enunciación, especialmente cuando
encontramos, al menos dos veces en el Seminario, el ejemplo que devino famoso con el
Seminario 11: «Somos tres hermanos, Pablo, Ernesto y yo».10 El sujeto, por un lado, se cuenta
como uno en la serie, en la clase de los hermanos –en efecto, él es un hermano, por lo tanto, si
                                                                                                               
8
Jacques Lacan, El deseo y su interpretación, Op. cit., p. 90.
9
Ibid., p. 94.
10
Ibid., p. 85.

3
contamos los hermanos, él es uno de los tres hermanos, es indiscutible– y, por otro lado, no
consigue distinguir lo que él es en tanto que uno, pero uno solo {un tout seul}. El sujeto de la
enunciación, aquí, es el uno solo, el que habla y el que se des-cuenta {décompte}.11 Allí,
podemos oponer el uno que se cuenta en la colección de los que tienen la cualidad de hermano,
que tienen este predicado, al uno solo que es un uno que se des-cuenta, que tiene que des-
contarse, no figurando en el espectáculo del mundo. De alguna manera, él es una suerte de
menos-uno, el uno solo. Tan pronto como reflexionamos sobre este ejemplo, estamos en las
últimas elaboraciones de Lacan sobre el Uno solo que intenté desarrollar en el último curso que
di.12

Nuestra red: El grafo

Por otro lado, la gran dignidad de este grafo es, sin embargo, la forma más aprehensible, la más
munderna {mouderne}13 –según la expresión que empleo en mi blog14 para mofarme de los
modernos– de la estructura, porque es una forma en red. La forma más elegante y más
económica de los cuatro discursos permutativos no tiene este elemento de conectividad.
Entonces, la noticia viene.
En el Le Monde de ayer,15 en dos páginas, nos anuncian el milagro según el cual salió a la
luz la red del modo por defecto que muestra que el cerebro nunca está en reposo. Pero la idea de
que hay una actividad cerebral permanente ya estaba presente, la encontramos en los
electroencefalogramas a finales de 1920. Ya era conocido. Y no remito a Descartes, que decía:
«el alma piensa siempre». 16 Es la tradición filosófica. Por lo demás, las investigaciones
mundernas sobre lo que los americanos llaman the default mode network, o red de modo por
defecto, han durado unos treinta años… No veo el descubrimiento especial que justificaría la
atención de todo el mundo. ¿Qué pretenden alcanzar con esto? Es más económico decir que es
una estructura que es reticular, de la misma manera que la que presenta Lacan en el grafo. Por
                                                                                                               
11
El que se resta de la cuenta. [N. del T.].
12
Jacques-Alain Miller, El Uno solo, inédito.
13
El autor parece estar jugando con las palabras moderne (moderna) y mondaine (mundana). [N. del T.].
14
Véase http://laregledujeu.org/?s=Jacques-Alain+Miller
15
Véase Marc Gozlan, «¿Qué hace el cerebro cuando no hace nada?», Le Monde, edición del viernes 22
de marzo de 2013 (fechada el sábado 23).
16
René Descartes, Meditaciones metafísicas seguidas de las objeciones y respuestas, Gredos, Madrid,
1986, p. 391.

4
supuesto, Lacan conocía las investigaciones de la época sobre la estructura matemática del
cerebro. Reflexionó al principio sobre la cibernética. Incluso su esquema L es un esquema
eléctrico donde se interponen elementos.
En otras palabras, la reflexión en red pertenece a la esencia del lacanismo. Y podemos
decir: «Eso que ustedes llaman la red, the default mode network, para nosotros, es el grafo de
Lacan». Para avanzar aún más en este sentido, se nos repite, de nueva cuenta, que los estudios
médicos por imagen {imagerie médicale}17 serían El descubrimiento. Al buscar en Google
«estudios médicos por imagen», encontré esta definición: «Su objetivo es crear una
representación visual inteligible de una información de carácter médico». Eso es la imaginería
{imagerie}. 18 Frente a la imaginería médica {imagerie médicale}, podríamos ubicar a la
lingüistería psicoanalítica. La lingüistería psicoanalítica sería definida como «la expresión
lingüística más o menos inteligible de una información de carácter psicoanalítico». Ellos tienen
la imaginería médica, nosotros tenemos la lingüistería psicoanalítica. Además, eso es más barato
para la Seguridad Social.

Cinco iniciativas

Situar al Ideal del yo

¿Cuál es el contenido de la información que nos interesa? Es, grosso modo, un mensaje de
sufrimiento o de malestar. Pero, sin duda, no es lo suficientemente científico. Precisemos,
entonces, que es un mensaje de bien-estar negativo, the Negative Well-Being – NWB.
En lo que concierne al niño, no tomamos solamente los mensajes de bienestar negativo del
sujeto sino, igualmente, los mensajes de bienestar negativo, los malestares, provenientes de los
padres, provenientes de los vecinos, provenientes de la escuela. Si, para los adultos, tocamos el
pedal suavemente,19 para los niños, tomamos en cuenta los mensajes provenientes del entorno,
justamente porque hay algo que no se ha precipitado, en el sentido de Lacan, en la relación del
                                                                                                               
17
Resonancia magnética, rayos X, electroencefalogramas, etc. [N. del T.].
18
Imagerie también se puede traducir como imaginería. En literatura, la imaginería consiste en un
recurso que permite la creación de figuras mentales a través del lenguaje. Sin embargo, también remite a
ciertas formas de la representación de temas religiosos, lo que nos arroja, en el contexto de este artículo, a
la imaginería científica. [N. del T.].
19
Nos moderamos. [N. del T.].

5
sujeto del enunciado y de la enunciación. ¿Qué es lo que no se ha precipitado? No hablamos de
interiorización, en tanto que no estamos muy seguros de que haya un interior, pero, en la
tradición analítica, hablamos de introyección. Cuando eso {ça} se ha precipitado, podemos decir
que el Ideal del yo se ha introyectado. En el niño, el Ideal del yo, según sea la ocasión, se pasea
por fuera, lo que puede explicar que tomemos en cuenta las opiniones del entorno.

Interpretar a los padres

Un primer sentido a darle a «interpretar al niño» es, entonces, «interpretar a los padres».
Devolvamos un poco de dignidad a esto examinando seriamente el lugar que allí le concedemos.
En general, hablamos un poco apresuradamente de cómo tratamos con el padre, la madre, que
ellos mismos no eran muy normales, etc. Cristalicemos este concepto.

Capturar en la red

Enseguida, está el primer piso del grafo, donde lo que Lacan llamaba, en aquella época, las
necesidades, recibe la huella del lenguaje y donde el código del Otro debe dominar y romper,
hacer pasar por los desfiladeros del significante esas necesidades. Hay, en efecto, en la clínica de
niños, el sujeto que no respeta el código, no pasa por el código. Llegada la ocasión, nos las
vemos con sus gritos, con sus jaculatorias. El problema que encontramos aquí es un problema de
captura. ¿Cómo capturar algo del sujeto en este «código»? El analista se encuentra en posición
de validar el código del Otro, de validar las reglas y, digamos que allí, «interpretar al niño», es
del orden de la captura. Tratemos de obtener ejemplos de estas capturas.

Extraer al sujeto

En el nivel superior del grafo, Lacan emplea el término de «S barrado» S para designar un
momento de constitución del sujeto, momento a partir del cual él hará la definición esencial del
sujeto. En aquella época, el S está, de cualquier manera, reservado al fantasma. Sin eso, el sujeto
es un sujeto hablante que, una vez que funciona la etapa ulterior, debe surgir para asumirse como
uno entre otros sujetos hablantes. Eso múltiple es, de algún modo, la condición de su existencia

6
como sujeto hablante. Entonces, puede ocurrir que ese sujeto sea sepultado bajo los significantes
del Otro. Y allí, tercer modo de interpretación que podríamos distinguir, «interpretar al niño» es
«extraer al sujeto». Hay que distinguirlo, verdaderamente, de la captura de la necesidad.

Criticar la alucinación

En el capítulo IV del Seminario, consagrado al sueño de la pequeña Anna, tienen ustedes una
presentación muy simple, que Lacan complejizará más tarde –pero muy útil–, de las relaciones
entre el principio de placer y el principio de realidad, proceso primario y secundario.20 Es para
Freud el telón de fondo, mismo que Lacan retomará haciendo sus propias reservas cuando dice:
«la realidad […] se construye […] sobre un fondo previo de alucinación».21 ¿Cómo, el proceso
secundario, va a poner a prueba lo que tiene lugar en el proceso primario, y asegurar una función
crítica con respecto al proceso primario, una función de juicio?
Ahora, en la práctica con niños, tenemos casos donde hay una suerte de break down del
proceso secundario. Hay un modo de la interpretación que es, en cierta medida, una crítica de la
alucinación pero, además, es preciso hacerla de la buena manera. Podríamos dar múltiples
ejemplos. De hecho, el psicoanálisis enseña, después de todo, una cierta maniobra.
Hay dos prácticas diferentes de esta crítica de la alucinación. O bien, se juega al «guardián
de la realidad» 22 –como se expresará Lacan más tarde del psicoanalista haciendo como si
asumiera el proceso secundario, el juicio, etc.–, o bien, enseña cómo maniobrar con la
alucinación, es decir, que comunica un procedimiento. En este caso, podríamos desarrollar
«interpretar al niño» en tanto que «comunicar un procedimiento», especialmente para el sujeto
alucinado.
Hay, evidentemente, un momento muy importante, que Lacan aísla en su Seminario –que
es el momento de la represión–, cuando él opone, en lo que llama las situaciones de inicio, el
momento en el que el sujeto piensa que el Otro sabe todos sus pensamientos –en tanto que sus
pensamientos están en el lugar del Otro–, y el momento en el que descubre que el Otro no sabe,
y es a través de esto que la represión entra en el inconsciente. En todo caso, es una vía, un trazo:

                                                                                                               
20
Jacques Lacan, «El sueño de la pequeña Anna», en El deseo y su interpretación, Op. cit., pp. 73-92.
21
Ibid., p. 79.
22
Jacques Lacan, «Del psicoanálisis en sus relaciones con la realidad», en Otros Escritos, Paidós, Buenos
Aires, 2012, p. 380.

7
el hecho de que el Otro no quiera reconocer cualquier cosa es aquello por lo que el mismo
inconsciente se abre, y se abre a recoger lo no-reconocido.

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