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Semblanza Crã Tica (Adriana Esguerra)
Semblanza Crã Tica (Adriana Esguerra)
Semblanza critica
Alumna: Adriana Alejandra Esguerra Navas
Profesor: Carlos Cardona
Fecha: 7 de octubre de 2021
El texto a continuación tiene la intención de brindar algunas similitudes y críticas sobre los
parágrafos del 65 al 108 de Las investigaciones filosóficas del filósofo austriaco Ludwig
Wittgenstein. Estas, fundamentadas en las dudas que surgen a partir de los juegos del
lenguaje que se proponen en el texto ya anteriormente mencionado. Para cumplir con este
objetivo, también usare argumentos de los textos de la Republica y El Fedón de Platón.
En primer lugar, cabe recalcar que este texto es una disputa del filósofo consigo mismo con
respecto al uso del lenguaje pues en el Tractatus Lógico Philosophicus se limita a que el
lenguaje no tiene un uso al menos que sea por proposiciones filosóficas y por lo tanto que
tengan un sentido a partir de la lógica, sin embargo, termina este texto en un silencio que
finalmente lo hace retirar de la filosofía.
Lo primero que él afirma es que los juegos son como los juegos de mesa, cartas entre otros.
Estos tienen cierto parecido entre sí pero este parecido no tiene nada que ver con el
parecido de lo que podría llamarse forma. color u otras características que influyen en lo
físico si no en su objetivo que en este caso es entretener, aunque los juegos tengan esto en
común no lo podríamos llamar así si como cosas en común si no parentescos.
Platón también da ejemplos para estos dos mundos, este se encuentra en el mito de la
caverna en donde la caverna es la que representa el mundo sensible donde las cosas son
finitas, temporales, cambiantes y son sometidas a un proceso de generación y corrupción. Y
el mundo de las ideas en donde nada está sometido a un proceso de generación y
corrupción.
El mundo sensible es lo que podemos conocer como parentescos mientras que el objetivo
de entretener es el mundo inteligible esta comparación se hace más clara cuando se amplía
los ejemplos de los juegos en Wittgenstein.
Sin embargo, los juegos del lenguaje no son el fin del lenguaje si no que este tiene
propiedades más amplias para definirse entre estas se encuentra la proposición, la palabra,
la deducción, la exactitud y hasta la misma definición.
Por lo cual me arriesgo a afirmar que la proposición es el límite que a partir de los
parentescos de familia existe en el lenguaje.
Empecemos por que el concepto de proposición tiene dos definiciones la primera es dada
por la lógica y es que es una oración que está sujeta a valores de verdad y el segundo habla
del significado de oraciones declarativas o enunciativas.
Por un lado, como ya vimos en el Tractatus la proposición cumple con la primera definición
sin embargo las contingencias en el lenguaje son realmente difíciles ya que cuando una
persona habla no necesariamente la proposición que dice es verdadera o falsa si no que
puede ser distorsionada por la persona que la ha dicho y cambiar de esta forma su
significado y así su contenido de verdad.
Lo anteriormente dicho nos lleva a la aplicación de lo que Wittgenstein llama reglas en este
momento las reglas se vuelven algo fundamental ya que permite que el lenguaje sea
entendido de varias formas, sin embargo, cada persona o culturalmente posee su propio
lenguaje, es necesario que haya todas las condiciones necesarias ya mencionadas para que
otra persona entendiera lo básico de ese lenguaje.
Por ejemplo, existen palabras que en inglés o en alemán tienen su propia definición, pero
con estas definiciones para una persona que no es hablante nativo es necesario que aprenda
desde lo básico para poder generar hasta una conversación en ese idioma.
Para concluir el lenguaje si existe un límite y es la misma proposición que el amplia y sin
embargo llega a afirmar que no existe un límite en el lenguaje. Esto en el lenguaje no
ocurre si se puede llegar a tocar estos límites lógicos, por lo cual la proposición lógica no es
necesaria.
Referencias
Wittgenstein, L. (1945-1949). Investigaciones filosoficas . En L. Wittgenstein,
Investigaciones filosoficas (pág. 22). Madrid : Gredos .
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