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Infección de vías urinarias

Introducción
La infección de vías urinarias es una de las patologías más frecuente durante la edad
pediátrica, se encuentra entre las infecciones bacterianas graves más comunes en
infantes con fiebre y la principal causa de hospitalización (Labrosse, 2016). Las
infecciones urinarias febriles pediátricas aumentan la probabilidad de afectación renal y
se asocian con un mayor riesgo de anomalías nefrourológicas subyacentes y la
consiguiente cicatrización renal. Se considera que las cicatrices renales causan
morbilidad a largo plazo (hipertensión, enfermedad renal crónica, preeclampsia) (Doern,
2016). Por tanto es fundamental conocer su patogénesis, factores de riesgo, diagnóstico,
tratamiento y prevención para un correcto manejo del paciente pediátrico.

Epidemiología
La infección de vías urinarias constituye uno de los principales motivos de consulta en
la práctica médica pediátrica. Es más común en las niñas y en niños varones no
circuncidados, esto se debe a la concentración de flora bacteriana cutánea del pañal, la
distancia uretral femenina más corta y el área de la superficie del prepucio en los
varones no circundados (Kaufman, 2019). Durante los años de la infancia, el
entrenamiento para ir al baño puede conducir a la retención voluntaria y el éstasis de la
vejiga, lo que promueve las infecciones urinarias. (Kaufman, 2019).
Las infecciones del trato urinario afecta aproximadamente al 2% de niños y al 8% de
niñas a la edad de 7 años (Karmazyn, et al, 2017). En el primer año de vida, la
incidencia de infección de vías urinarias es alrededor del 0,7% en las niñas y del 2,7%
en los niños no circuncidados (Hevia, 2020). Su prevalencia varía con la edad, sexo, la
presencia o no de circuncisión, siendo el 7% en lactantes menores de años y en niños
entre 2 y 9 años con síntomas urinarios es alrededor del 7,8% (Hevia, 2020). Más del
30% de los niños con infección vías urinarias desarrollara una infección recurrente. Los
factores de riesgo para su recurrencia incluyen reflujo vesicoureteral y disfunción de la
vejiga-intestino (Kaufman, 2019).

Etiología
La gran mayoría de infecciones del tracto urinario son causadas por bacterias coliformes
gramnegativas que surgen de la flora fecal que coloniza el perineo, que ingresan y
ascienden por el tracto urinario (Tullus, 2019). Cerca del 95% de las infecciones del
tracto urinario son causadas por enterobacterias. El principal patógeno en la infancia es
Escherichia coli en un 90% en niñas y 80% en niños (Leung, 2019). En el primer año de
vida la klebsiella pneumoniae, enterobacter spp., enterococcus spp. y la pseudomona
spp son más frecuentes que en otras etapas y tienen mayor riesgo de urosepsis (Aburto,
2018). El streptococcus agalactiae es relativamente más común en recién nacidos
(Leung, 2019). El staphylococcus saprophyticus es muy común en adolescentes activas
sexualmente correspondiendo a ≥ 15% de las infecciones del tracto urinario. Algunos
virus como el adenovirus, enterovirus, echovirus, y coxsackievirus pueden causar
infección de vías urinarias (Schlager, 2016).

Patogénesis
El tracto urinario se extiende desde el meato uretral hasta los riñones este se considera
un ambiente estéril y resistente a la colonización bacteriana. La mayoría de las
infecciones de vías urinarias se deben al ascenso de las bacterias desde el área
periuretral que migran de forma retrógrada a través de la uretra para llegar a la vejiga
incluso pueden llegar a los riñones (Leung, 2019). Las defensas innatas que previenen la
infección de vías urinarias incluyen: la formación de barreras por las células uroteliales
que recubren el tracto urinario inferior y superior, el flujo unidireccional de orina, la
producción de mucosa urotelial, el vaciado completo de la vejiga al orinar, las
alteraciones en la composición iónica urinaria y la secreción de péptidos y proteínas
antimicrobianos limitan el apego de bacterias o eliminan directamente uropatógenos
invasores (Korbel, 2017). Las condiciones que afectan al flujo urinario aumentan la
susceptibilidad a las infecciones de vías urinarias, así pues la micción es la encargada de
expulsar las bacterias del sistema urinario, un flujo urinario deficiente conduce a la
estasis urinaria lo que da a las bacterias un mayor reservorio y tiempo para establecer
infección (Tullus, 2019).
La Escherichia coli es el patógeno bacteriano más común responsable de la cistitis y
pielonefritis y representa cerca del 85% y 90% de los casos. Se cree que la Escherichia
coli uropatógena (ECUP) se origina en la flora fecal se disemina por el perineo e invade
la vejiga a través de la uretra (Korbel, 2017). A medida que las bacterias se adhieren al
urotelio y se internalizan, desencadenan una respuesta inflamatoria del huésped que da
como resultado la producción de distintos mediadores inflamatorios (Tullus, 2020). Esta
respuesta es seguida por la activación de células inmunes innatas y proteínas que migran
al foco infeccioso y facilitan la erradicación de la bacteria invasora (Leung, 2019).
Factores de riesgo
Todos los niños son susceptibles a infecciones del trato urinario hay ciertos factores
incrementan el riesgo de sufrirlas a continuación enumeramos algunas:
 Neonatos: en los primeros meses de vida se incrementa el riesgo ya que el
sistema inmune no se encuentra completamente desarrollado. Dentro del primer
año de vida la incidencia es mayor en los niños que en las niñas.
 Circuncisión: en la revisión sistemática de Morris et al se demostró que cerca del
1% a 2% de niños no circuncidados desarrollaron ITU en comparación con el
0,1% al 0,2% de los niños circuncidados.
 Colonización fecal y estreñimiento: La mayoría de las infecciones urinarias se
deben al ascenso retrógrado fecal-perineal-uretral de uropatógenos. En el caso
del estreñimiento la carga de materia fecal incrementa y pude aumentar el riesgo
a infección del tracto urinario.
 Anomalías anatómicas y funcionales del tracto urinario: la infecciones de tracto
urinario asociados a anomalías congénitas aparecen frecuentemente en niños
menores a 5 años, cuando éstas provocan obstrucción o estasis urinaria, los niños
son más susceptibles a adquirir una infección urinaria debido a la eliminación
inadecuada de uropatógenos (Lung, 2019). Es importante identificar las
anomalías del tracto urinario tempranamente ya que si no se corrigen a tiempo,
pueden servir como reservorio para el crecimiento bacteriano y posteriormente
provocar infecciones recurrentes (Korbel, 2017).
 Trastornos sistémicos: pacientes inmunodeprimidos (VIH / SIDA, receptores de
trasplantes de órganos sólidos) tienen un mayor riesgo de infección urinaria
(Lung, 2019).
 Trastornos de la médula espinal: los pacientes con mielomeningocele o que
experimentan alguna lesión de la médula espinal suelen tener y desarrollar una
vejiga neurogénica lo que aumenta el riesgo de infección urinaria (Korbel,
2017).
 Actividad sexual: Las relaciones sexuales pueden facilitar la transferencia
directa de bacterias desde el intestino o la vagina al meato uretral Korbel, 2017).

Definición
La infección de vías urinarias se define como el crecimiento de microorganismos en
orina recogida de forma estéril, en un paciente con síntomas clínicos variables, que pude
comprometer desde la vejiga hasta le parénquima renal (Piñeiro, et al, 2019)

Clasificación
Cistitis o infección del trato urinario inferior es una infección limitada a la vejiga y a la
uretra, tradicionalmente se presenta con urgencia miccional, disuria, polaquiuria, mal
olor y dolor suprapúbico en niños que controlan esfínter (Korbel, 2017).
Pielonefritis aguda (PNA) o infección del tracto urinario superior, compromete el
parénquima renal y el sistema pielocalicial. El síntoma principal es la fiebre (mayor o
igual a 38 °C), se asocia a síntomas sistémicos, irritabilidad, dolor abdominal, malestar
general, náuseas, emesis y diarrea ocasional; los niños mayores pueden referir dolor
lumbar (Hevia, 2020). En los lactantes, estos síntomas suelen estar ausentes o son
difíciles de identificar, la Academia Estadounidense de Pediatría (AAP) recomienda que
se considere la infección de vías urinarias en cualquier niño de entre 2 meses y 2 años
que presente fiebre sin una fuente identificable de infección (Korbel, 2017).
La bacteriuria asintomática (BA) se denomina así a la presencia de bacterias con
recuentos significativos en muestras repetidas de orina durante el seguimiento
después de una infección de vías urinarias en controles de salud, puede haber o no
alteraciones en el sedimento de orina (leucocituria) (Hevia, 2020).
Infección del tracto urinario recurrente: es la presencia 3 o más infecciones urinarias del
tractor urinario bajo, 2 o más pielonefritis o 1 pielonefritis más 1 infección urinaria baja
en 1 año (Hevia, 2020).
Infección del tracto urinario atípica o complicada: Se denomina así a una infección
urinaria alta que evoluciona en forma tórpida. Su identificación es importante pues
requiere un manejo y estudio individualizado (Hevia, 2020).

Diagnóstico
El diagnóstico clínico se basa en los síntomas y el crecimiento confirmado de bacterias
en la orina. Otros hallazgos en la orina, como leucocituria y la prueba de nitrito positiva,
generalmente se utilizan para respaldar el diagnóstico y el urocultivo, considerado como
el “estándar de oro” para establecer el diagnóstico (Tullus, 2020).
Clínica
En el periodo neonatal los signos y síntomas no son específicos. Un recién nacido puede
presentar signos de sepsis como inestabilidad de la temperatura, letargo, irritabilidad
convulsiones, la fiebre alta se presenta en pocas ocasiones, además suelen presentar
anorexia, mala succión, vómito (Leung, 2019).
En niños menores de 24 meses el síntoma principal es la fiebre > 39°C sin foco
aparente. De hecho actualmente la Asociación Americana de Pediatría (AAP) considera
en todos los lactantes entre 2 meses a 2 años que presenten fiebre sin ningún otro foco
que la pueda justificar se debe considerar como en infección de vías urinarias. Otros
signos son vómito, pobre succión, deshidratación, letargia o irritabilidad, retardo
pondoestatural, sensibilidad suprapúbica, llanto y pujo con la micción, hematuria, orina
fétida, oliguria o poliuria (Leung, 2019). Un chorro de orina débil o que gotea sugiere
una vejiga neurogénica o una obstrucción en el tracto urinario inferior. El goteo
constante de orina o el mojar los pañales pueden sugerir la presencia de un uréter
ectópico, un factor predisponente a la infección urinaria (Leung, 2019).
Después del segundo año de vida los signos y los síntomas son un poco más específicos.
En la pielonefritis se pueden presentar fiebre, escalofríos, rigidez, vómitos, malestar
general, dolor en la región lumbar e hipersensibilidad en el ángulo costovertebral
(Leung, 2019). Los síntomas y signos del tracto inferior incluyen dolor suprapúbico,
dolor abdominal, disuria, frecuencia urinaria, urgencia, orina turbia, orina maloliente,
enuresis diurna, enuresis nocturna de inicio reciente y sensibilidad suprapúbica; la
uretritis sin cistitis puede presentarse como disuria sin frecuencia o urgencia urinaria
(Tullus, 2020). Los niños mayores son más específicos en cuanto a signos y síntomas
refieren los síntomas "clásicos" de una infección urinaria: disuria, aumento de la
frecuencia miccional, dolor abdominal o en la región lumbar, fiebre.

Exámenes de laboratorio
El diagnóstico preciso de la infección de vías urinarias se basa en la identificación de
los síntomas clínicos descritos anteriormente mencionados junto con pruebas de
laboratorio positivas y el aislamiento del uropatógeno en el cultivo (Hevia, 2020). El
cultivo de orina cuantitativo es el estándar de oro para el diagnóstico de infección de
vías urinarias. Las pruebas de laboratorio positivas incluyen: un análisis de orina que
indica la presencia de infección (piuria o bacteriuria) y un urocultivo positivo que crece
al menos 50.000 unidades formadoras de colonias (UFC) / ml de un uropatógeno de una
muestra de orina recolectada apropiadamente (Korbel, 2017). Esto se aplica a niños <3
años con fiebre inexplicable y niños ≥ 3 años con dolor suprapúbico, disuria, frecuencia
urinaria, urgencia, orina maloliente y enuresis diurna de nueva aparición (Leung, 2020).
La obtención de una muestra de orina bien recolectada es fundamental antes de la
administración de antibióticos. Los métodos apropiados son: muestras de flujo medio de
recogida limpia, cateterización transuretral de la vejiga o aspiración suprapúbica
(Leung, 2019). La elección del método de recolección de orina va a depender de la
capacidad de control de la micción, siendo la forma más sencilla es recoger la muestra
de orina en una bolsa de plástico adherida al perineo. Sin embargo, dado el alto riesgo
de contaminación, una muestra recogida en bolsas es susceptible a contaminación por la
flora periuretral, especialmente en niñas y niños no circuncidados, lo que podría
provocar al momento del análisis en el laboratorio falsos positivos (Doern, 2016).
En niños que tienen la capacidad de contener la micción, pueden orinar a pedido para
proporcionar una muestra de orina de flujo medio en un recipiente de recolección
estéril; una muestra de orina útil es aquella que se toma del chorro medio de recogida
limpia obtenida después de una limpieza adecuada de los genitales externos (Kaufman,
2019).
En niños que aún no logran contener la micción requieren otra forma de recolección, así
tenemos: los métodos no invasivos que implican esperar la evacuación espontánea de la
orina para luego lograr la recolección oportuna del chorro de orina en un pañal o en una
bolsa de recolección limpia. Las muestras de almohadillas y bolsas pueden ser útiles
para la detección con tira reactiva, pero no son confiables para el cultivo (Kaufman,
2019).
Los métodos invasivos extraen la orina directamente de la vejiga mediante cateterismo
uretral o aspiración con aguja suprapúbica. Estos métodos son efectivos pero requieren
experiencia y un equipo adecuado para una correcta extracción de la muestra, además
no se debe olvidar que son muy dolorosos y angustiantes para el niño. La contaminación
por catéter y aspiración con aguja suprapúbica es relativamente baja, algunos estudios
confirman entre un 10% y 1% respectivamente, por lo que estos métodos son más
confiables para cultivo y diagnóstico (Kaufman, 2017).
La punción suprapúbica es considerada como el método de menos contaminación por la
flora perineal y proporciona el resultado de cultivo más preciso. Es un método útil para
obtener una muestra de orina limpia de los lactantes, así como de los niños con
incontinencia o enfermedad aguda, su uso debe reservase a los casos en que no es fácil
la recolección de una muestra por los métodos de recogida limpia o de catéter o cuando
el tiempo es esencial, (Leung, 2019).
El cateterismo vesical transuretral es confiable, siendo considerado positivo cuando el
crecimiento del patógeno urinario es mayor de 50.000 UFC/ml (probabilidad >95%),
entre 10.000 a <50.000 UFC/ml puede ser una infección probable y con recuentos
menores de 10.000 UFL/ml la infección es poco probable (Tullus, 2020). No se
recomienda de forma rutinaria la cateterización de la vejiga urinaria para obtener una
muestra de orina para cultivo. El cateterismo se asocia con malestar para el niño, estrés
emocional tanto para el niño como para los padres (Leung, 2019).
La orina se debe recolectar en un recipiente esterilizado y no se debe dejar que la
muestra permanezca en el aire porque la cantidad de bacterias se duplicará cada 30
minutos. Si la orina no se puede examinar microscópicamente o en placa en un período
corto, la muestra se puede refrigerar a 4 ° C hasta por 4 horas, con una alteración
mínima en los resultados del recuento de colonias (Leung, 2019).
El examen microscópico de orina (sedimento urinario) analiza la presencia bacteriuria y
piuria (leucocituria), se lo puede hacer en una muestra de orina centrifugada o no
centrifugada. Se considera leucocituria significativa a la presencia de más de10
glóbulos blancos por mm3 en orina no centrifugada (método hemocitométrico), y más
de 5 leucocitos/campo o más de 25 leucocitos/uL en orina centrifugada (método
estándar) (Hevia, 2020). La presencia de cristales o una cantidad significativa de células
uroteliales, células vaginales, glóbulos rojos o glóbulos blancos puede enmascarar la
presencia de bacterias en la orina (Leung, 2019). Sin embargo, la piuria sin bacteriuria
es inespecífica y puede estar presente en otras condiciones como: fiebre, infección por
bacterias anaerobias, tuberculosis, enfermedad de Kawasaki, apendicitis,
glomerulonefritis, nefritis intersticial, etc.; por el contrario, la sola ausencia de piuria en
una muestra de orina no descarta la infección del tracto urinario (Shagler, 2016).
Las tiras reactivas de orina son una herramienta de detección rápida, económica
fácilmente disponibles y útiles. Las tiras de reactivos químicos cambian de color en
presencia de esterasa leucocitaria (una enzima presente en los leucocitos) y nitritos. Sin
embargo la prueba con tira reactiva de esterasa leucocitaria positiva no es diagnóstica,
ya que la mayoría de los niños con fiebre y una infección fuera del tracto urinario
también pueden presentar leucocitos en la orina (Cyriac, 2016). Se ha demostrado que al
menos el 10% de los niños con una infección del tracto urinario no tienen glóbulos
blancos o esterasa leucocitaria en la orina, especialmente cierto en los casos causados
por organismos distintos de E. coli. (Tullus, 2020) Esta prueba tiene una especificidad
de aproximadamente el 78% y una sensibilidad del 83% (Leung, 2019).
Ni los leucocitos ni los nitritos son completamente sensibles o específicos para las
infecciones urinarias, pero son una prueba de detección útil. En presencia de síntomas
sugestivos y leucocitos o nitritos, está indicado el uso de antibióticos empíricos mientras
se espera el cultivo (Kaufman, 2019).
La neutrofilia, la velocidad de sedimentación globular elevada, la proteína C reactiva
sérica elevada y los cilindros de leucocitos en el sedimento urinario son indicativos de
pielonefritis aguda. El hemocultivo generalmente no es necesario a menos que el niño
tenga sospecha de bacteriemia o urosepsis, o se encumentre hemodinámicamente
inestable (Leung, 2019).
El urocultivo sigue siendo el estándar de oro para diagnosticar infección del tracto
urinario. Las bacterias suelen ser evidentes en las muestras de orina alrededor de las 24
horas y los resultados de sensibilidad suelen estar disponibles en 48 horas (Kaufman,
2019). Es un método cuantitativo, y en las guías disponibles no hay unanimidad sobre el
punto de corte (Hervia, 2019). De acuerdo a la Asociación de Urología (EAU) /
Sociedad Europea de Urología Pediátrica (ESPU) establecen que el crecimiento de
10.000 o incluso 1.000 ufc / ml de un uropatógeno de una muestra cateterizada o
cualquier recuento de una muestra de aspiración suprapúbica es suficiente para
diagnosticar una infección del tracto urinario y ≥ a 100.000 UFC/ml si es por orina
de 2º chorro o bolsa recolectora (esta última, con alto riesgo de contaminación)
(Leung, 2019).

Tratamiento
El objetivo del tratamiento es conseguir el alivio de los síntomas, prevenir el riesgo de
sepsis y disminuir la posibilidad de complicaciones
Medidas generales
 Hidratación adecuada.
 Paracetamol en caso de fiebre o dolor.
Indicaciones de hospitalización:
 Infantes menores de 3 meses.
 Afectación del estado general o signos clínicos de sepsis.
 Mala tolerancia oral.
 Inmunodeficiencia.
 Deshidratación.
 Mala respuesta clínica con tratamiento antibiótico adecuado.
 Dudas en el cumplimiento del tratamiento ambulatorio.
 Malformación del tracto urinario como uropatía obstructiva, riñón único, etc.
Se debe iniciar antibioticoterapia inmediata siempre que la infección de vías urinarias
sea sintomática basada en los hallazgos clínicos y el análisis de orina positivo mientras
se esperan los resultados del cultivo (Hervia, 2019). La selección de la antibioterapia
empírica inicial se debe basar en la susceptibilidad, evitando aquellos antimicrobianos
que presenten altas resistencias, por lo que es necesario que los médicos prescriptores
conozcan las sensibilidades de los diferentes antibióticos en su zona (Piñeiro, 2019). El
antibiótico empírico elegido debe proporcionar una cobertura adecuada para los bacilos
gramnegativos, en particular E. coli y cocos grampositivos. El antibiótico ideal debe ser
fácil de administrar, lograr una alta concentración en la orina, tener un efecto mínimo o
nulo sobre la flora fecal o vaginal, tener una baja incidencia de resistencia bacteriana,
tener una toxicidad mínima o nula y tener un bajo costo (Tullus, 2020). Si es necesario
se debe ajustar el antibiótico escogido en función de la respuesta al tratamiento y las
pruebas de sensibilidad del uropatógeno aislado (Delbet, 2017).
Se puede dar tratar tanto por vía oral o parenteral, dependiendo de la edad y condiciones
clínicas del paciente. Actualmente se recomienda en los pacientes ambulatorios
cefalosporina de segunda o tercera generación, amoxicilina- ácido clavulánico por vía
oral y amikacina o gentamicina por vía intramuscular. En los pacientes hospitalizados se
sugiere amikacina como primera elección o cefalosporinas de segunda o tercera
generación. Se podrá cambiar a tratamiento oral siempre y cuando el paciente haya
permanecido 24 horas afebril y dependerá de la tolerancia oral y del informe del
antibiograma. En los menores de 3 meses se puede ampicilina al tratamiento antibiótico
empírico por la posibilidad de infección por enterococo (Leung, 2019).
Según la Academia Estadounidense de Pediatría se establece que la administración de
antibióticos por vía oral o parenteral es igualmente eficaz en el tratamiento tanto cistitis
como pielonefritis aguda. Se recomienda la terapia con antibióticos parenterales para
lactantes ≤ 2 meses y cualquier niño con aspecto tóxico, hemodinámicamente inestable,
inmunodeprimido, incapaz de tolerar la medicación oral o que no responda a la
medicación oral. (Leung, 2019).

Tabla 1
Fármacos utilizados vía oral en infección de vías urinarias
Fármaco Dosis Duración
TMP-SMX 8-10 mg/kg/día de TMP, 7 días
c/12h
Amoxicilina-clavulánico 35-45mg/kg/día de 7 días
amoxicilina, c/8h
Fosfomicina 100-200 mg/kg/día, c/8h Dosis única
En niños>12 años 2g
Nitrodurantoína 5-7 mg/kg/día, c/6h 7 días
Cefalexina 25-50 mg/kg/día, c/6h- 7 días
c/8h
Cefixima 8 mg/kg/día, c/12h 7 días
Cefadroxilo 30 mg/kg/día, c/12h 7 días
Cefaclor 40-50 mg/kg/día, c/8h 7 días

Tabla 2
Fármacos utilizados vía parenteral en infección de vías urinarias
Fármaco Dosis Duración
Ampicilina 100-200 mg/kg/día, IV 7 días
c/6h
Gentamicina 5mg-7.5mg/kg/día, IV, IM 7 días
c/8h
Ceftriaxona 50-75mg/kg/día, IV, IM 7 días
c/12h
Cefotaxima 100-150mg/kg/día IV 7 días
Cefepime 100mg/kg/día, c/12h IV, IM 7 días
Amikacina 15mg/kg/día, c/12h 7 días

Profilaxis y prevención
Existen pocos métodos para la prevención una infección de vías urinarias en pediatría
una de ellas es la circuncisión en los niños pequeños. Existe poca evidencia sobre el uso
de arándanos para la prevención de infección de vías urinarias. En niños que tiene
reflujo vesicoureteral es importante la profilaxis ya que ayuda a prevenir infecciones
recurrentes. El aseo diario es el método más sencillo, barato y fácil.

Recomendaciones
 El cultivo de orina cuantitativo es el estándar de oro para el diagnóstico de
infección de vías urinarias. Las pruebas de laboratorio positivas incluyen: un
análisis de orina que indica la presencia de infección (piuria o bacteriuria) y un
urocultivo positivo con presencia de al menos 50.000 unidades formadoras de
colonias (UFC) / ml de un uropatógeno de una muestra de orina recolectada
apropiadamente (Calidad de la evidencia: I. Fuerza de la recomendación A).

 La fiebre es el signo guía para sospechar de infección de vías urinarias en


neonatos y lactantes que aún no pueden contener la orina. En los niños
continentes los síntomas urinarios clásicos sugieren el diagnóstico. Calidad de la
evidencia: I. Fuerza de la recomendación a favor: A.

 El diagnóstico requiere siempre la confirmación de un urocultivo recogido


previamente al inicio de tratamiento antibiótico. Calidad de la evidencia: I.
Fuerza de la recomendación a favor: A.

 En niños que controlan la micción, la muestra de orina para urocultivo se debe


recoger por micción espontánea del segundo chorro de recogida limpia. Calidad
de la evidencia: I. Fuerza de la recomendación a favor: A.

 En niños que aún no pueden contener la micción se debe recoger la muestra de


orina para urocultivo mediante sondaje vesical o por punción suprapúbica en
neonatos y lactantes pequeños. Calidad de la evidencia: II. Fuerza de la
recomendación a favor: B.

 No se debe enviar para urocultivo una muestra recogida mediante bolsa adhesiva
debido al alto grado de contaminación. Calidad de la evidencia: II. Fuerza de la
recomendación en contra: A.
 La selección de la antibioterapia empírica inicial se debe basar en el patrón local
de susceptibilidad. Calidad de la evidencia: II. Fuerza de la recomendación a
favor: A.

 La antibioterapia oral empírica recomendada son las cefalosporinas de segunda y


tercera generación Calidad de la evidencia: II. Fuerza de la recomendación a
favor: A.

 En caso de precisar ingreso se recomiendan los aminoglucósidos. Calidad de la


evidencia: II. Fuerza de la recomendación a favor: B.

 La resistencia a las fluoroquinolonas es rara; sin embargo, el uso generalizado


puede conducir a un aumento de la resistencia bacteriana. Por lo tanto, las
fluoroquinolonas no deben usarse como agente de primera línea, excepto para
las infecciones urinarias causadas por Pseudomonas aeruginosa u otras bacterias
gramnegativas multirresistentes: Calidad de la evidencia: II. Fuerza de la
recomendación a favor: B.

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