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Sardi 2018 - Clase5 - Lengua - Literatura - VF
Sardi 2018 - Clase5 - Lengua - Literatura - VF
de Lengua y Literatura
Valeria Sardi
Índice
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Y, en este sentido, volver a mirar los saberes disciplinares a la luz de nuestros propios modos de conocer,
atravesados por nuestras inscripciones identitarias, nuestros recorridos vitales, formativos, sexuados,
generizados. ¿Cómo estas dimensiones están presentes cuando leo un texto literario? ¿Cómo atraviesan mis
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escrituras? ¿Cómo se visibilizan en mis modos de hablar? ¿Cómo nutren mis modos de apropiación del
conocimiento?
Aún más, podemos plantear otros interrogantes: ¿cómo se presentan los saberes disciplinares a lo largo de la
formación docente? ¿Qué lugar tienen las epistemologías feministas en los programas de las asignaturas del
plan de estudios? ¿Qué sentidos en disputa en relación con la dimensión sexo-genérica están presentes en la
configuración de los corpus literarios y críticos a lo largo de la carrera? ¿Qué omisiones y presencias en
relación con los saberes sexuados y generizados forman parte de nuestra disciplina en la formación docente
y, luego, en el campo escolar?
O, como señalan Báez, Malizia y Melo (2017), las transformaciones en el ámbito universitario y en la
formación docente nos invitan a problematizar la currícula y cuestionarla
(…) en sus propias fuentes: ¿En qué medida son válidos los conceptos, metodologías y análisis que
utilizan y producen las distintas disciplinas? ¿Qué implicaría incluir la perspectiva de género? ¿Qué
revisiones epistemológicas se requieren? Proponer un currículum transformado que incluya la
diversidad humana continúa siendo un desafío imposible de traducir en una única respuesta (28).
Otra dimensión que se pone en juego a la hora de imaginar la enseñanza de la lengua y la literatura desde una
perspectiva de género se vincula con la mediación docente, es decir, con cómo intervenimos didácticamente
en la práctica, qué decisiones didácticas tomamos en relación con el abordaje de los saberes específicos en los
contextos de la práctica y teniendo en cuenta lxs sujetos con los que trabajamos. Una mediación docente
que contemple las identidades diversas, los modos de apropiación sesgados por la dimensión sexo-genérica,
los modos en que lxs jóvenes “hacen género” (Molina, 2013) en las aulas; es decir, “qué sentidos, saberes y
relaciones de poder se ponen en juego en la constitución de su sexualidad, y qué hace la escuela con ello”
(17). Y, podríamos agregar, esos modos de hacer género se traman, también, con los procesos de aprendizaje
de la disciplina, con los modos en que lxs jóvenes se apropian de los saberes específicos de la lengua y la
literatura, como veremos más adelante. Por todo ello, la diferencia sexual y la construcción de las relaciones
de género son elementos que no pueden ser soslayados cuando pensamos en la enseñanza de nuestra
disciplina.
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Una lectura de los Lineamientos curriculares de la ESI para la Lengua y la Literatura nos permite
observar cómo se busca establecer una articulación entre los saberes disciplinares y los saberes de
género. Veamos los lineamientos en relación con la Lengua y la Literatura.
● La exploración crítica de los estereotipos acerca de los roles sociales de mujeres y varones y
los sentimientos o sensaciones que genera la discriminación.
● La producción y valoración de diversos textos que expresen sentimientos de soledad,
angustias, alegrías y disfrute respecto de los vínculos con otras personas, en la propia cultura
y en otras.
● La disposición de las mujeres y los varones para defender sus propios puntos de vista,
considerar ideas y opiniones de otros, debatirlas y elaborar conclusiones.
● La valoración de textos producidos tanto por autores como por autoras.
● El desarrollo de competencias comunicativas relacionadas con la expresión de necesidades
y/o solicitud de ayuda ante situaciones de vulneración de derechos.
● La lectura de obras literarias de tradición oral y de obras literarias de autor para descubrir y
explorar una diversidad de “mundos” afectivos, de relaciones y vínculos interpersonales
complejos, que den lugar a la expresión de emociones y sentimientos.
● La lectura compartida de biografías de mujeres y varones relevantes en la historia de nuestro
país y del mundo.
● La lectura compartida de textos (narraciones de experiencias personales, cuentos,
descripciones, cartas personales, esquelas) donde aparezcan situaciones de diferencias de
clase, género, etnias, generaciones y las maneras de aceptar, comprender o rechazar esas
diferencias.
● La lectura de libros donde se describan una diversidad de situaciones de vida de varones y
mujeres y donde se trabaje la complejidad de sentimientos que provoca la convivencia.
● La reflexión y el reconocimiento de: el amor romántico, el amor materno y los distintos
modelos de familia a lo largo de la historia.
● La reflexión e indagación sobre la expresión de los sentimientos amorosos a lo largo de la
vida.
● La indagación, reflexión y análisis crítico en torno a la violencia sexual; la coerción hacia la
“primera vez”; la presión de grupo de pares y los medios de comunicación.
● La reflexión en torno a la pubertad, adolescencia y juventud como hecho subjetivo y cultural,
las distintas formas de ser joven según los distintos contextos y las experiencias de vida. La
apreciación y valoración de los cambios y continuidades en los y las púberes y jóvenes de
“antes” y “ahora”.
● La valoración de las relaciones de amistad y de pareja. La reflexión en torno a las formas que
asumen estas relaciones en los distintos momentos de la vida de las personas.
● La indagación y análisis crítico sobre la construcción social e histórica del ideal de la belleza y
del cuerpo para varones y mujeres.
● La reflexión y análisis crítico en torno a la valoración de patrones hegemónicos de belleza y la
relación con el consumo.
● La indagación y reflexión en torno al lugar de la mirada de los otros y las otras.
● El reconocimiento de la discriminación como expresión de maltrato.
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● La identificación de prejuicios y sus componentes valorativos, cognitivos y emocionales.
● La producción y análisis de diversos textos que expresen sentimientos de soledad, angustias,
alegrías y disfrute respecto de los vínculos con otras personas, en la propia cultura y en otras.
● La reflexión crítica en torno a los mensajes de los medios de comunicación social referidos a la
sexualidad.
● El desarrollo de competencias comunicativas, relativas a los procesos de comprensión de
textos orales o escritos; la producción de textos orales o escritos y la apropiación reflexiva de
las posibilidades que brinda el lenguaje en función de la optimización de los procesos de
comprensión y producción de textos.
● El desarrollo de competencias para la comunicación social considerando el contexto y
situación en que estas se manifiesten.
● La promoción de la salud integral y la consideración de las dimensiones biológicas, sociales,
económicas, culturales, psicológicas, históricas, éticas y espirituales como influyentes en los
procesos de salud-enfermedad.
En relación con los saberes sexuales y de género, si bien se incluye la reflexión sobre los estereotipos,
la afectividad y emocionalidad, las corporalidades y el abordaje de la sexualidad desde una
perspectiva integral, se observa una perspectiva fuertemente binaria que no incluye a las identidades
sexuales diversas. Por otro lado, se observa que no están presentes saberes referidos a la dimensión
del deseo tanto en relación con las sexualidades y los cuerpos .
Un saber de género y disciplinar que no está presente en los lineamientos de la ESI para la Lengua
y la Literatura es el lenguaje inclusivo, es decir, la problematización en torno a cómo la gramática
del castellano está configurada desde un sistema patriarcal y androcéntrico que no contempla la
diversidad sexo-genérica. En este sentido, se hace necesario reflexionar acerca del uso del lenguaje
inclusivo en las instituciones educativas y en las diferentes esferas sociales y, en relación con ello,
encontrar otros modos de dar cuenta de la marca de género. Una de ellas es la utilización de la “x”
que rompe con el binarismo masculino y femenino, como así también con la preeminencia del
género masculino en las formas del plural. Otra forma, más discutida, es el uso de la “e” como
forma inclusiva de la diversidad sexual pero ha sido criticada porque invisibiliza el género
femenino y masculino. En la escuela secundaria es habitual que lxs estudiantes problematicen el
uso del lenguaje inclusivo. Por ejemplo, en un curso de tercer año una estudiante preguntó: ¿hay
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una palabra para reemplazar “padres” que también incluya a las madres? Y, en otra clase, una
alumna dijo: “Profe no diga chicos, yo soy una chica”.
Recursos web
Lxs invitamos a ver el corto “¿Qué es el lenguaje inclusivo?” para seguir reflexionando
sobre una problemática que va más allá de lo meramente lingüístico y académico, sino
que atraviesa el lenguaje cotidiano.
https://www.mundotkm.com/genero/2018/08/13/que-es-el-lenguaje-inclusivo/
La lectura de los Lineamientos curriculares de la ESI a diez años de su presentación, nos invita a
preguntarnos –en tiempos de debate parlamentario de la Ley de Interrupción Voluntaria del
Embarazo y con la vigencia de la Ley de Matrimonio Igualitario y la Ley de Identidad de género, ¿qué
otros lineamientos en relación con la Lengua y la Literatura podrían incluirse?
Para reflexionar en torno a estos interrogantes, partimos de algunas cuestiones centrales en relación
con la práctica de enseñanza de nuestra disciplina.
En primer lugar, consideramos que es necesario construir una mirada donde el género sea la lupa, el
prisma, como señala Genevieve Fraisse (2016), para mirar la práctica. Es decir, la sexuación del
mundo es una clave central para “leer” nuestra disciplina y el modo en que pensamos la intervención
didáctica en terreno; es decir, los modos de leer, escribir y hablar en las aulas deberían estar
mediados por esta perspectiva. Y, en ese mismo sentido, pensar las prácticas de enseñanza desde esta
mirada incluye tener en cuenta diversas capas que, como señalan las pedagogías feministas se trata
de avanzar “disputando las definiciones sobre qué se enseña, quiénes enseñan y quiénes aprenden
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inscribiendo los cuerpos, las relaciones sociales en la trama sexo-genérica, y con ello reconociendo las
desigualdades e injusticias desde donde se construyen” (Báez, Malizia y Melo, 2017: 29).
Cuando pensamos en intervenciones didácticas en contexto, una de las decisiones didácticas que
tenemos que tomar es en relación con la selección de los textos literarios que abordaremos en las
aulas. Existe un sentido común docente que plantea que para abordar los contenidos de la ESI es
necesario trabajar con textos literarios con conciencia de género, es decir, aquellos textos que
abordan explícitamente saberes de género, que presentan “modos alternativos de femineidades y
masculindades” (Sardi, 2017 a: 32) o que proponen universos ficcionales que rompen con el orden
simbólico androcéntrico (Bourdieu, 2001). Si bien puede ser interesante ir conformando un
contra-canon generizado, consideramos que todos los textos literarios pueden ser leídos desde una
perspectiva de género -aún aquellos textos que históricamente han conformado el canon escolar y
que pertenecen al panteón literario nacional- si habilitamos las voces de lxs estudiantes, si
proponemos preguntas que inviten a reflexionar y a construir hipótesis o clave de lectura que
incluyan la dimensión sexo-genérica. No se trata, entonces, de qué textos seleccionamos para trabajar
en las aulas, sino que lo importante es “recuperar la centralidad de la mediación docente, cómo
intervenimos didácticamente, (…) qué buscamos generar en lxs lectorxs (…) y cómo cuando damos
lugar a las preguntas, a la incomodidad, a lo inesperado podemos corrernos de lo políticamente
correcto para indagar en la problematización del género y las sexualidades en el aula” (Sardi, 2017 b:
14). O bien, podríamos decir que este modo de pensar la práctica de enseñanza de la lengua y la
literatura a partir de recuperar la dimensión personal “como objeto de enseñanza implica un trabajo
de validación no de la vida individual “en sí” de los sujetos sino de la trama de producción
sociohistórica de la experiencia, los sentimientos y los deseos” (Báez, Malizia y Melo, 2017: 32). En
este mismo sentido, podríamos decir con Ana Carou y Constanza Martín Pozzi (2017), “que el
conocimiento literario puede funcionar como un espacio para la reflexión acerca de la diversidad de
expresiones afectivas y, en ese sentido, (…) [puede] reforzar los vínculos con la literatura como vías
para descubrir esos múltiples modos de expresión en torno a las emociones y los cuerpos” (49).
Por ejemplo, en un sexto año de una escuela secundaria céntrica de la ciudad de La Plata, una
profesora en formación está realizando sus prácticas docentes y la profesora titular del curso le
sugiere abordar la novela Boquitas pintadas d e Manuel Puig. Martina, la profesora en formación,
decide trabajar con este texto literario canónico desde una perspectiva de género. A partir de la
lectura oralizada y compartida de cada una de las entregas de la novela, problematiza con lxs
estudiantes la construcción de los personajes ficcionales e interroga al grupo acerca del
comportamiento de Juan Carlos y Nélida, personajes presentes en la novela.
(…)
Les pregunté cómo es la relación que Juan Carlos tiene con las mujeres. María José
respondió que era un mujeriego. Lo escribo en el pizarrón y mientras tanto les preguntó qué
querían decir con eso. Valentín me dice que Juan Carlos podía salir con otras mujeres pero
que Nélida no podía salir con otros hombres. Interrogué: ¿se acuerdan qué es lo que le dice
Juan Carlos a Nélida después de que ella le pregunta qué había hecho en su día? Ninguno
respondió, pero empezaron a buscarlo en el texto. Estuvimos unos minutos en silencio, que no
quise interrumpir porque Valentín y Mauricio verdaderamente estaban buscando; María
José lo buscó por un momento y luego apartó la vista de la fotocopia. Valentín lo encontró y
dijo: “le dice que los hombres necesitan callar ciertas cosas”. Escribo esto en el pizarrón. (…)
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Les pregunto por qué creen que Juan Carlos le dice eso a Nélida, ¿a qué se refería? Mauricio,
primera vez que participa en voz alta en una clase, dijo que creía que podía ser por los
piropos. Refirió que como Nélida era muy linda, los hombres seguramente le decían muchos
piropos y que a Juan Carlos esto debía molestarle y por eso quería que los hombres callen los
piropos que le decían a Nélida. Mientras él decía esto, anoté “piropos” en el pizarrón. Tenía
intención de profundizar sobre eso pero enseguida María José dijo que Juan Carlos decía eso
porque era machista. Anoté también esta última palabra en el pizarrón. Les pregunté ¿qué es
machista? No obtuve respuesta. Les pregunté de qué palabra creen que viene. Creo que
Valentín dijo que de macho. Sigo preguntando: ¿y macho a qué se refiere? No tuve respuesta
y luego de unos cuantos segundos referí que podíamos pensarlo desde los sexos: macho y
hembra, varón y mujer. Seguí: desde hace varias clases que venimos pensando los
estereotipos, ¿cuál sería el estereotipo de hombre “macho”? María José refirió a la fuerza
física y al tipo de trabajos que hacen y a que manejan y Mauricio dijo que el estereotipo de
macho era “un Juan Carlos”. Dije que machismo se refiere a la actitud o a la manera de
pensar que el hombre es superior a la mujer.
Le pregunté a María José: “¿las mujeres no manejamos?” me respondió que sí, pero que lo
hacíamos mal. Le vuelvo a preguntar: “¿todas las mujeres manejamos mal?”. Dijo que no,
pero que por lo general se dice que las mujeres manejan mal, que se tienen que quedar dentro
de la casa. Me cuesta recuperar textualmente lo que dije, pero referí a que eso que ella estaba
diciendo se relaciona con muchos años de dominación de los hombres sobre las mujeres que
dieron lugar a la división genérica del trabajo donde se espera que los hombres tengan un rol
productivo (que salgan del hogar a trabajar) mientras que las mujeres tienen un rol
reproductivo (dedicarse a tener hijxs y criarlxs, dentro del hogar). Seguí: ¿por qué nos
sorprendemos cuando una mujer nos dice que quiere ser piloto o ingeniera? No recuerdo
quien de lxs chicxs refirió a que eran profesiones de hombres. Les pregunté si hay profesiones
de hombre y profesiones de mujer. No tuve respuesta. Creo que después seguí proponiéndoles
que pensemos en los juguetes. “¿hay juguetes de varón?, ¿con qué juega un nene?, ¿con qué
jugaban ustedes cuando eran chiquitos?” Valentín riéndose respondió que con un balero.
Mauricio no respondió pero después terminamos entre todos mencionando que con autos y
pelotas. Le pregunté a María José con qué creía que jugaban las nenas. Respondió que con
muñecas y con cosas de cocina. Mencionamos cómo ya desde los juguetes de los niñxs se
genera una división de los géneros y de los roles; que si una nena juega toda su infancia con
muñecas, a la mamá y a la maestra, después seguramente no se le ocurra de la nada ser
piloto. (…)
Volví sobre la palabra “machismo” escrita en el pizarrón. Dije: “dijimos que machismo es
creer que los hombres son superiores a las mujeres. ¿y feminismo qué es?” María José dijo
que era lo opuesto al machismo, que las mujeres son más que los hombres. Valentín dijo que
lo opuesto al machismo sería el hembrismo. Tocó el timbre para indicar que ahora
efectivamente empezaba el acto. Rápidamente les dije que el feminismo no proponía que las
mujeres son superiores a los hombres sino que reclama la igualdad de derechos de hombres y
mujeres.
Además, la experiencia de leer el texto literario desde una perspectiva de género posibilita la
problematización y reflexión en torno a sus experiencias familiares y a sus esquemas de percepción
que están atravesados por regulaciones sexo-genéricas. Es decir, en este caso, la profesora decide
trabajar con este texto literario canónico desde una perspectiva de género y desde los contenidos de
la ESI a contrapelo de la lectura habitual del texto de Puig que se centra en el análisis de la polifonía y
la construcción narrativa a partir de la presencia de diversos géneros discursivos. Con esta decisión
didáctica habilita y propone preguntas que promuevan la reflexión sexo-genérica en torno a la ficción
y hace que esas lecturas se vuelvan sobre las propias biografías de lxs lectorxs.
En esa intervención didáctica en terreno, la escucha y puesta en común de las interpretaciones de lxs
estudiantes “supone considerar otros modos de leer (como el de aquellos lectores/as poco
diplomados en la nomenclatura usada por [Bernard] Lahire [en su texto Sociología de la lectura] )
como homólogos y con la misma validez que interpretaciones legitimadas” (Bonatto y Abel, 2017:
106). En este sentido, podemos pensar la lectura en el aula en tanto práctica intersubjetiva,
sociocultural e histórica que se configura como “la oportunidad para armar una comunidad de
escucha e intercambio con otrxs, establecer interacciones sociales atravesadas por el relato de la
propia identidad que, cuando se hacen públicas, fomentan la construcción de la memoria colectiva
donde la dimensión sexo-genérica es constitutiva” (Sardi, 2017 b: 18).
Asimismo, la lectura del texto literario promueve la reflexión sobre el lenguaje en la literatura; es
decir, se establece una relación entre lengua y literatura que, habitualmente, en las prácticas de
enseñanza, aparece de manera escindida. La pregunta acerca del significado de los términos
“machismo” y “feminismo” como, al inicio de la clase, en relación a los epítetos “machista” y
“mujeriego” que asignan lxs lectorxs a lxs personajes literarios, abre un abanico de sentidos posibles
que permiten establecer un vínculo entre lenguaje y perspectiva de género, enriquecido por los
saberes de lxs estudiantes como usuarixs de la lengua. Esta escena en la clase también nos permite
reflexionar acerca de cómo los intercambios lingüísticos en el aula de Lengua y Literatura y en la
escuela están atravesados por la variable sociocultural generizada; es decir, cuando lxs estudiantes
hablan y conversan entre ellxs o con lxs docentes en el aula o en espacios de la sociabilidad escolar o
en la vida cotidiana no solo visibilizan lingüísticamente su pertenencia sociocultural y étnica sino
también cuál es su identidad sexo-genérica, su mirada sexuada sobre el mundo. Por ello en esta clase
podemos observar cómo el intercambio oral en relación con el texto literario que están leyendo y
analizando de manera colaborativa en el aula está atravesado por la dimensión identitaria del
lenguaje, es decir, cómo el lenguaje habla de quiénes son y cómo se piensan como subjetividades
generizadas. Y, en esa conversación literaria se observa cómo las lenguas chocan, se mezclan, se
cruzan, se hibridan, se tensionan, se enriquecen, toman préstamos unas de otras.
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Cine debate - Video
Lxs invitamos a mirar un fragmento de una entrevista realizada a Manuel Puig por el
periodista Joaquín Soler Moreno para la Televisión Española donde cuenta cómo fue el
contexto de producción de sus novelas.
Disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=uQkbmhovYoM
Escribir en las clases de Lengua y Literatura forma parte de las prácticas cotidianas en las aulas en
tanto promueve la apropiación de saberes lingüísticos y literarios pero, a su vez, es la oportunidad
para que lxs estudiantes construyan una voz propia (Sardi, 2013), un modo singular de decir yo desde
sus identidades escriturarias. Es decir, la escritura es una práctica que habilita la expresión de sí en
tanto y en cuanto lxs estudiantes cuando escriben inscriben su propia historia y sus experiencias
socioculturales. En la escuela nos encontramos con diversas prácticas de escritura que se producen a
partir de la puesta en juego de consignas de escritura, en tanto dispositivo artesanal (Sardi, 2011) que
se construye en un ida y vuelta entre lxs docentes y lxs estudiantes, en el aquí y ahora del aula, en
diálogo con las apropiaciones y/o resistencias de lxs estudiantes.
Las consignas de escritura pueden ser pensadas, desde una perspectiva de género, como
dispositivos que permiten “construir saberes literarios que interpelen las relaciones sexo-genéricas
configuradas en el aula” (Andino, 2017: 72). En este sentido, podemos plantear la existencia de
“consignas de escritura de género cuando el dispositivo es atravesado por esta perspectiva en su
funcionamiento didáctico” (ídem). Por ejemplo, veamos la siguiente consigna que elaboré con
Fernando Andino para una clase:
- Elegir uno de los siguientes objetos y narrar una situación en la que el objeto seleccionado sea
un personaje que habla en primera persona.
Objetos: inodoro de baño público, colchón, chupín, afeitadora, chupete, bombacha, lápiz labial.
Esta consigna se propone abordar saberes lingüísticos y literarios vinculados con la construcción de
un personaje, la voz narradora, la primera persona, el verosímil literario –es decir, la lógica de la
ficción a partir de la elección del personaje-, el campo semántico –en tanto qué léxico se utilizará a
partir del objeto seleccionado y qué cadenas semánticas se construirán en el texto a partir de distintos
procedimientos como la connotación, la denotación, la familia de palabras, etc.-. Pero, también, es
una consigna que se piensa como dispositivo de género, en tanto y en cuanto, problematiza saberes
de la ESI o saberes de género como los estereotipos sexo-genéricos, la división sexual de los juegos y
juguetes, la diferenciación sexo-genérica en relación con la vestimenta, la problematización de las
representaciones corporales, entre otros. Es decir, una consigna de escritura como ésta problematiza
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saberes plurales (Palermo, 2014) de lxs estudiantes atravesados por la dimensión sexo-genérica. Por
ello, cuando en las clases de Lengua y Literatura proponemos consignas de escritura generizadas es
fundamental poner en el centro los escritos de lxs estudiantes, compartirlos, leerlos, comentarlos en
puesta en común para, a partir de allí, no solo analizar los saberes disciplinares específicos sino
también problematizar y desnaturalizar los saberes de género. En este sentido, nuevamente, va a ser
central cómo nos posicionamos como docentes, cómo intervenimos en la clase, cómo llevamos
adelante la mediación didáctica.
Con todo, cuando imaginamos una didáctica de la lengua y la literatura de género estamos pensando,
entonces, en visibilizar las voces, miradas y saberes de lxs estudiantes a partir de la ruptura de ciertas
lógicas de enseñanza patriarcales –que todavía persisten en las aulas con alumnxs que ocupan
posiciones subalternas y silenciadas-, la conformación y validación de saberes específicos
generizados, la puesta en juego del lenguaje en tanto variable sociocultural generizada, el desarrollo
de prácticas de lectura, escritura y oralidad generizadas que habiliten la problematización de la
desigualdad sexo-genérica, la reflexión en torno a los estereotipos y representaciones sexo-genéricas
cristalizadas en las aulas. Es decir, se trata de proponer una didáctica de la lengua y la literatura que
promueva “la problematización de los géneros y las sexualidades, en un claro entramado con los
saberes disciplinares y los modos de apropiación de los sujetos en los contextos de la práctica” (Sardi,
2017 a: 40).
Para pensar
Relaten una escena –ficcional o autobiográfica- en la que narren un rito de iniciación. La
pueden contar en primera o en tercera persona. Luego, comenten qué saberes de la ESI
podrían abordar con esta consigna de escritura.
Lxs invitamos a mirar la película Las horas ( 2002) de Stephen Daldry que narra tres
historias que se articulan a partir de la obra literaria de Virginia Woolf.
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Recursos web
Lxs invitamos a leer el texto “Lenguaje inclusivo: guía de uso” elaborado por la
Asamblea No Binarie -comunidad de activistas que lucha contra las imposiciones de
género y la asignación de roles, y busca visibilizar las identidades no binarias a partir de
la producción de fanzines, participación en eventos culturales y toma de la palabra en el
espacio público-. Reflexionen en torno a la pregunta: ¿es viable transformar la
gramática castellana a partir de las propuestas que se presentan en el texto? ¿Cómo se
imaginan que sería posible?
https://docs.google.com/document/d/1SriDuhSPz6S0bR-43PgqQdZgZSgTnI3Az2FQmIFBw
ao/edit
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Material de lectura
Lxs invitamos a leer el capítulo 1-“Hacia una didáctica de la lengua y la literatura de
género”- del libro coordinado por Valeria Sardi A contrapelo. La enseñanza de la lengua y
la literatura en el marco de la ESI ( Edulp, 2017), donde se abordan en profundidad, con
ejemplos concretos de la práctica de enseñanza de la lengua y la literatura, la relación
entre enseñanza de esta disciplina y los contenidos de la ESI.
El texto está disponible en: http://sedici.unlp.edu.ar/handle/10915/61116
Recursos web
Recomendamos visitar el newletter “La Matrioska” del diario español El País, donde
pueden encontrar entrevistas a escritorxs, recomendaciones literarias, entrevistas y
textos sobre feminismo.
https://verne.elpais.com/verne/2018/06/07/articulo/1528379529_756507.html
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En síntesis...
Una clave para intervenir desde una perspectiva de género en los contextos de la
práctica cuando enseñamos lengua y literatura, es reflexionar acerca de la mediación
didáctica generizada, es decir, de cómo establecemos modos de vinculación entre
docentes y estudiantes que atiendan a la dimensión sexo-genérica, a las tensiones que
se presentan en las aulas en relación con las identidades y los modos de apropiación del
conocimiento disciplinar y de género.
En este sentido, se trata de focalizar la mediación docente en tanto intervención que
“problematiza, tensiona y visibiliza los estereotipos sexo-genéricos, el orden simbólico
androcéntrico, los cuerpos disidentes y las identidades alternativas” (Sardi y Andino,
2018: 94) a partir del abordaje de la lengua y la literatura en las aulas.
Cómo citar este material
Sardi, Valeria (2018) “Clase 5: Enseñar ESI en el aula de Lengua y Literatura” en Curso virtual: Educación
Sexual Integral para estudiantes de profesorados universitarios. Editorial de la Facultad de Filosofía y
Letras Universidad de Buenos Aires, 2018.
Libro digital, EPUB ISBN 978-987-4923-28-8
Revisión didácticaa cargo de Vannina Trentin y Catalina González del Cerro
Esta obra está bajo una licencia Creative Commons
Atribución no comercial - CompartirIgual 4.0
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Bibliografìa y lectura de materiales
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Bonatto, Adriana Virginia y Abel, Santiago (2017). “El Martín Fierro de José Hernández y
La metamorfosis de Franz Kafka desde una perspectiva de género. Dos registros de
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