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Universidad de Panamá

Centro Regional de Colón


Administración de empresas marítimas

Nombre: Emiliano Vallarino


3-746-227

III-A

Tema: Ejemplos de descripción

Profesora:
Avelina Rentería

Materia:
Español
Ejemplos de descripción

Cronografía (Cuento el almohadón de plumas)


Él, por su parte, la amaba profundamente, sin darlo a conocer.
         Durante tres meses —se habían casado en abril— vivieron una dicha
especial. Sin duda hubiera ella deseada menos severidad en ese rígido cielo de
amor, más expansiva e incauta ternura; pero el impasible semblante de su marido
la contenía siempre.

Topografía (Cuento Los Amos)


Don Pío tendió la vista. A la distancia estaban los matorrales que cubrían el paso
del arroyo, y sobre los matorrales, las nubes de mosquitos. Don Pío había
mandado poner tela metálica en todas las puertas y ventanas de la casa, pero el
rancho de los peones no tenía ni puertas ni ventanas; no tenía ni siquiera setos.
Cristino se movió allá abajo, en el primer escalón, y don Pío quiso hacerle una
última recomendación.
-Cuando llegue a su casa póngase en cura, Cristino.
-Ah, sí, cómo no, don. Mucha gracia -oyó responder.
El sol hervía en cada diminuta hoja de la sabana. Desde las lomas de Terrero
hasta las de San Francisco, perdidas hacia el norte, todo fulgía bajo el sol. Al
borde de los potreros, bien lejos, había dos vacas. Apenas se las distinguía, pero
Cristino conocía una por una todas las reses.

Prosopografía (Cuento El Tembleque Rojo)

Magdalena era bella, con esa belleza del trópico: ojos profundamente negros,
pupilas brillantes, crenchas negras como la noche; en fin, merecía una corona.
Bella estaba su majestad la noche del Martes de Carnaval, ataviada con el traje
nacional, una rica pollera, mientras en sus cabellos cabrilleaban en mil
cambiantes, ricos tembleques, llamando la atención sobre todos, un par de
mariposas rojas, de seda y oro.

Epopeya (Cuento El Hombre que Vendía Empanada)


El hombre que vendía empanadas tenía una voz ronca, destemplada, chillona. Era
como si el engranaje de su aparato bucal tuviese flojos los tornillos. Y no había
forma dile cambiará el tono ni la forma ni el golpe de su grito.
Era el mismo de siempre.
¡Empanadas a medio cada ¡
Aquel hombre sin duda estaba enfermo.
Nadie lo conocía. Nadie quería ni mirarlo. Solo se oía sus gritos, diariamente a las
diez, cuando pasaba por la calle.
¡empanadas a medio cada una¡ aquella voz gruñona, receta, de hombre enfermo y
rabioso ponía el terror en cada casa. Nadie quería escucharlo. Aquel grito
enfermaba. Y si los niños se comportaban mal ya las madres sabían como
enmendarlos.
Si no te Portas bien, te llevará el hombre que vende empanadas.
- ¡No, no ¡-- decían los niños, horrorizados, como si la invocado hubiese sido el
demonio

Retrato (Cuento Los Amos)

Cristino se había quitado el sombrero, y el pelo abundante, largo y negro le caía


sobre el pescuezo. La barba escasa parecía ensuciarle el rostro, de pómulos
salientes.

-Ta bien, don Pío -dijo-; que Dio se lo pague.


Bajó lentamente los escalones, mientras se cubría de nuevo la cabeza con el viejo
sombrero de fieltro negro. Al llegar al último escalón se detuvo un rato y se puso a
mirar las vacas y los críos.

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