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Introduccion.

1. Sentido y naturaleza de la actividad teológica.

Llamamos teología a la actividad de los creyentes que tratan de comprender más


profundamente al Palabra de Dios y de exponerla de manera ordenada y sistemática, en
base a la Sagrada Escritura, al Tradición de la Iglesia, y la razón humana iluminada por al fe.

La Teología presupone la fe en el Dios Vivo de la Revelación judeo-cristiana, que es el Dios


de Abraham, Isaac y Jacob, y sobre todo el Dios y Padre de Jesucristo. Se basa en la
capacidad de la razón humana para acercarse a los misterios revelados, con el fin de
contemplarlos y exponerlos con el máximo rigor posible y con el respeto religioso que
merecen.

La Teología es reflexión acerca de la Palabra divina. Es fe que busca evidencias y razones.


Recibe su materia prima de la Revelación. A la Teología pertenece tanto el creer como el
pensar. Sin ambas actividades fundidas en un mismo y único acto del cristiano —creencia y
pensamiento —no hay Teología.

Aunque es una actividad de hombres y mujeres creyentes concretos, la Teología no es una


empresa meramente individual. Es al Iglesia misma quien busca comprender y profundizar
mejor su propia fe. La Teología debe hacerse por lo tanto en el suelo y apartir de la vida de
al Iglesia, en su beneficio y para su crecimiento.

Pero la Teología, tal como hoy la entendemos, es, sin embargo, una actividad humana. Es
decir, no se identifica sin más con al Palabra de Dios ni con la misma sabiduría divina,
aunque tenga mucho que ver con ellas. No es un saber directamente infundido por Dios
en el intelecto humano, sino que procede del esfuerzo laborioso y volunatario de ese
intelecto, iluminado por la fe cristiana. No es en consecuencia un simple quehacer
profano.

La Teología se desarrolla en el marco de la gran empresa intelectual humana, y participa


del carácter de todo impulso racional, que tiende por definición a la inteligibilidad y a la
coherencia. Pues la vida de la fe es un aspecto de la vida del espíritu considerado en su
conjunto, aunque el intelecto creyente suponga mucho más que la actividad anímica
natural del ser humano.

Existe, en efecto, una continuidad entre la Teología cristiana y la actividad general humana
dedicada a la comprensión racional del mundo. Es decir, hay continuidad entre el quehacer
teológico y el empeño racional de la filosofía y de las ciencias empíricas. Bien entendido,
sin embargo, que de al Teología cristiana derivan afirmaciones, contenidos y perspectivas
que no sólo confirman sino que también purifican, juzgan críticamente y superan los
procesos de pura racionalidad.
2. La Teología, desarrollo espontaneo y reflejo de la fe.

a) La Teología cristiana tiene un origen propio y específico. No procede de la simple


curiosidad intelectual ni se dedica a satisfacerla. Igual que la Palabra de Dios, reflejada ne
la Biblia y en la Tradición de la Iglesia, no tiene como fin aumentar nuestros conocimientos
profanos o científicos, ni proporcionarnos saberes que puedan ser adquiridos con el
estudio y el esfuerzo humanos, tampoco la Teología se ocupa de cuestiones o
especulaciones puramente intelectuales y teóricas, ni tiene como cometido ampliar el
campo de nuestra información ordinaria.

La Teología es una ciencia de salvación, que debe en último término ayudar al hombre a
conseguir su destino eterno. No es un lujo intelectual, sino una necesidad de la vida
cristiana, que no puede ser satisfecha por ningún otro campo del saber. «En la fe cristiana
están intrínsecamente ligados el conocimiento y la vida, la verdad y la existencia» La
realidad que se presenta en la Teología aparece efectivamente como un valor para la vida,
como algo que hace a la vida digna de ser vivida.

b) La Teología existe porque es, en primer lugar, como un desarrollo natural y espontáneo
de la vida de fe. Es una manifestación de vitalidad espiritual. Por eso la Teología bien
entendida nunca es una mera técnica de pensar ideas religiosas y de reflexionar
neutralmente sobre ellas. La Teología es mucho más, porque es un movimiento necesario
de la misma razón y existencia creyentes, que buscan penetrar y asimilar mejor los
misterios creídos.

Hay así una teología espontánea, que es aquella comprensión de la fe que tiene todo
creyente por el simple hecho de serlo. Esta comprensión deriva de la tensión de la mente
hacia la verdad, que incluye un dinamismo intelectual y de amor. Hacer teología es una
tarea exclusivamente propia del creyente en cuanto creyente, una tarea vitalmente
suscitada y en todo momento sostenida por al fe. Como el hombre es naturalmente un
filósofo, así el cristiano es naturalmente un teólogo.

La reflexión sobre la fe, que se incorpora a la fe y la enriquece, tiene lugar


espontáneamente en todo individuo cristiano. Esta inteligencia espontánea de la fe no usa
todavía un lenguaje refinado y preciso, y se vale más bien de las expresiones del lenguaje
ordinario. En cualquier caso, la Teología pertenece a la esencia e impulso íntimos de la fe,
y forma un todo con ella.

«El trabajo del teólogo responde de ese modo al dinamismo presente en la fe misma: por
su propia naturaleza la Verdad quiere comunicarse, porque el hombre ha sido creado para
percibir la Verdad y desea en lo más profundo de sí mismo conocerla para encontrarse con
ella y descubrir allí su salvación. La Teología contribuye a que la fe sea comunicable y a que
al inteligencia de los que todavía no conocen a Cristo la pueda buscar yencontrar.
c) La actividad teológica procede por tanto de la fe. Es un saber de fe que supera la razón
sin negarla. La existencia de la Teología se explica por las características propias de la fe,
que de un lado posee ya su objeto y de otro lado está en continuo movimiento hacia él,
con el fin de aprehenderlo mejor y amarlo más.

Suele decirse que por su carácter íntimo de adhesión a un misterio, el acto de fe incluye
simultáneamente un aspecto de tranquilidad o quietud y un aspecto de sana inquietud o
de búsqueda. Tanto San Agustín como Santo Tomás de Aquino lo tienen en cuenta cuando
hablan de la fe que busca entender (fides quaerens intellectum), y de que creer es pensar
con asentimiento: cum assensione cogitare.

La aceptación del misterio revelado que lleva a cabo el creyente en el acto de fe no


contiene nada inestable, sino que es firme por naturaleza y excluye toda duda o vacilación
acerca de lo que se cree. La razón, impulsada por la voluntad, admite la verdad revelada, a
pesar de no ser evidente, y consiente en ella.

Pero dado que la razón está hecha para la evidencia, al adhesión de al fe va acompañada
necesariamente de una búsqueda respetuosa, y por eso adhesión e inclinación a ver son
dos aspectos esenciales del acto humano de la fe.

Aunque esa inclinación a la reflexión puede ser débil en muchos creyentes, habrá siempre
un comienzo de búsqueda intelectual encerrado en el acto de fe. La fe es en todo
momento una «fides quaerens intellectum». De modo que virtual o incoativamente, el
creer supone ya teología. La Teología es entonces considerada bajo este aspecto sub-
jetivo— la reacción total, y no sólo intelectual, de al persona en presencia del misterio.

d) Pero la Teología es además posible y necesaria porque el objeto de la fe se presta en sí


mismo a una reflexión. Si el creyente acepta los misterios de al Revelación es porque
considera que no están desprovistos de sentido y afectan a los asuntos fundamentales de
su existencia. Aunque sea trascendente, el misterio de la salvación tiene que ser pene-
trable de algún modo por el espíritu humano. Es decir, el contenido de la fe implica cierta
inteligibilidad y coherencia de la fe misma, y puede convertirse en objeto de reflexión y de
estudio más profundo.

La reflexión propia de la fe puede revestir, por lo tanto, dos formas principales. Una es la
manera espontánea de pensar sobre lo que creemos, tal como puede encontrarse
ocasionalmente en todos los fieles cristianos. Hay además una reflexión deliberada,
rigurosa y metódica, que es lo que propiamente llamamos Teología.

Esta teología especializada o científica, de la que aquí nos ocupamos preferentemente, no


se limita a usar los instrumentos propios del conocimiento ordinario y del sentido común,
sino que utiliza sobre todo categorías más rigurosas, se ajusta a métodos precisos, y
apunta a una construcción sistemática de los datos suministrados por la fe.
Pero sin la fe no es posible la Teología. Dado que la Teología es ciencia de lo real y de lo
verdadero y no de puras ideas, solo puede basarse en el carácter sobrenatural del
conocimiento revelado. Fuera de la fe se puede desde luego estudiar el cristianismo, pero
en tal caso estamos en presencia de una simple ciencia del espíritu, no de la Teología. Por
eso se dice que la fe es como el hábito de la teología. La Teología no es entonces una mera
actividad intelectual profana. Es una ciencia religiosa, o la fe en estado de ciencia.
(Morales Marín, 2008)

Concepto Teología:

Definición de la Teología.

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