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ARQlllTECTllRA

Libros
Rossi furioso
Nota sobre Ja "Autobiografía Científica" de AJdo Rossi

Juan José Lahuerta


n su Autobiografía es un fragmento: una puerta,

E Científica ( 1), Aldo


Rossi cita, en varias
ocasiones, a Alberti. Pero no
la base de una pilastra, el pri-
mer tercio estriado de otra de
un orden mayor. El conoci-
miento de la historia permite
es el arquitecto quien le inte-
resa, sino el extrañamiento reconstruir sobre ellas el ideal
que entre éste y su obra, una arco de triunfo del que for-
vez ideada, se produce. Y tam- man parte; su sentimiento,
poco le interesa su arquitectu- nos dirá Rossi, descubrir las
ra como hecho físico, cons- huellas de las generaciones de
truido, concluso, sino el ins- hombres que han pulido y
tante en que ésta, abandonada gastado con sus manos esas
ya por su época, puede ser piedras.
comprendida. Más que nunca parece
"Admiraba la obstinación oportuna ahora la frase de Mi-
de Alberti, repitiendo, en Rí- guel de Unamuno: "Los sen-
mini y Mantua, formas y espa- timientos son pensamientos
cios de Roma, como si no en conmoción". En ell a, como
existiese la historia contempo- en el citado párrafo de Rossi,
ránea: de hecho, él trabajaba lo pensado y lo sentido son
científicamente con el sólo mostrados como formas inde-
material posible, el único que pendientes de un solo objeto,
está a disposición del arqui- pero en su deseo cada una es
tecto. Fue precisamente visi- condición de la otra (4).
tando San Andrés de Mantua No es extraño que Rossi
cuando tuve, por vez primera, demuestre, en su libro, un
la sensación de esa correspon- amor especial por el proyecto
dencia que existe entre el del Cementerio de Módena.
tiempo en su doble sentido, En él, más que en ningún
atmosférico y cronológico, y otro, el programa fue trazado
la arquitectura; veía la niebla sobre un encadenamiento geo-
penetrar en la basílica tal co- métrico y simbólico que el ojo
mo a menudo gustaba de ob- humano, incapaz de percibir
servarla en la Galleria de Mi- simultáneamente e n todas
San Andrés de Mantua. L eon Bautista Alberti (1470).
lán, como algo imprevisible, partes, no podría apreciar en
que modifica y altera, como sas y de su posesión. Posesión, contra el instante, se rompe. la realidad. Pero, precisamen-
luz y sombra, como las piedras por o tro lado, individual, ina- Dos hermosas imágenes de te por eso, también en él, el
pulidas y gastadas por los pies lienable: tal es la condición San Andrés de Mantua se en- arquitecto, mejor que en nin-
y manos de generaciones de de la absoluta privacidad de cuentran entre las ilustracio-
hombres" (2). los recuerdos. Y ellos constitu- nes que Rossi ha escogido pa-
La niebla, que cambia y yen el único material con el ra su libro (3). En una de ell as,
altera las cosas, es lo que ~r- que Rossi, como Alberti, po- la que le sirve de frontispicio,
mile a Rossi ver la arquitectu- drá contar científicamente su vemos la luz entrando por el
ra: tan sólo un momento, el vida, puesto que sólo de ell os ojo de buey de una de las ca-
que aquella tarda en penetrar tiene conocimiento cierto. pillas. Envueltos en e lla, los
y disolverse en el espacio de Cuando Rossi muestra su casetones nos permiten adivi-
la basílica, permanece ésta en admiración por el Alberti que nar la existencia de la bóveda.
un tiempo verdadero. Y en ese ignora la existencia de una La fotografía elimina los co-
fugaz detenimiento ha de ser historia contemporánea, nos lores, hace abstracto lo visto:
vista y entendida. está hablando, precisamente, ese fragmento de arquitectura
¿De qué nos habla, pues, de la inactualidad de lo priva- representado sin tiempo, dete-
Rossi? do y de lo que esto significa: nido en el instante, ha sido
No es ninguna novedad Alberti, nos dice, es dueño de escogido por Rossi para ver
contestar que tan sólo de re- una idea y es su obstinación las formas de Roma que Al-
cuerdo s. Pero de recuerdos en enfrentarla con la realidad , berti persiguió: tan sólo suge-
que no son, en absoluto, un en representarla , lo que per- ridas, envueltas en la penum-
medio por el que lamentarse mite que su figura exista, co- bra. Una bóveda que nos de-
de las cosas perd idas, pasadas, mo un presentimiento, en ca- vuelve, con su eco, susurros
sino un fin : ellos son , al mis- da uno de los fragmentos, de del Pantheon .
mo tiempo, imagen de las co- los pedazos en que la idea, Y también la o tra imagen

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gun o, pudo p rever las asime- porq u e los grandes hechos las figuras de la representa- fosse ingiusto,
trías, las correcciones que la ha n prescrito históricamen te" ción son , en su conclus ión ne- né sua fama saria forse men
vida iba a introducir en su (5). cesaria, ajenas al espectador, buona,
con s trucció n . Correccio nes Pero, ¿cuál es el oficio de también lo serán, u na vez di- avesse avuto e terra e ciel
que no son, por s upuesto, las Rossi y de q ué h istoria nos chas, a su au tor: la in actua li- nimici,
que sobre la o bra vienen o bli- habla? Será fácil saberlo des- dad del un iverso privado en se gli scrittor sapea tenersi
gadas por problemas burocrá- p ués de lo dicho. Y m ás si el que, como los recuerdos, am1c1.
ticos, funcio na les o especula- recordamos e l clásico modelo inmediatamente se colocan ,
tivos, sino las advertidas en Omero Agamennon vitto-
las decenas de dibujos a los rzoso,
que, antes de inicarse ésta, su a f e'i Troian parer vili ed
idea ha d ado lugar. inerti;
Pero q uedémo nos, por un e che Penelopea fida al suo
mom ento, ta n sólo con los sposo
extrem os: por un lado las ya dai Prochi mille oltragi
lejanas láminas en las q ue avea sofferti.
Rossi presentó, en 197 1, s u E se tu vuoí che'l ver non
proyecto; por otro, la fábrica ti sia ascoso,
que en Móden a actua lmente tutta al contrario, l'istoria
se levanta. Podríamos decir: converti:
en aq uéll as queda exp uesta la che i Greci rotti, e che
solu c ió n uni versa l; en és ta T roia vitrice,
una imagen pa nicul ar. e che Penelopea fu meretri-
Y, sin emba rgo, del mismo ce" (6).
modo que, com o ya hemos ¿A q ui én creer, a los h isto-
visto, no se da en los recuer- riadores o a los poetas? Esa es
dos con los que Rossi constru - la pregunta que provoca e l
ye su m em oria la mentación malicioso gu iño que Ariosto
por el pasado, tam poco h ay hace a la Fa ma.
aqu í nosta lg ia de una abstrac- En la historia de su vida,
ta perfección sobre la q ue es- Rossi la ha contestado con
tablecer, jerárquicamen te, la diablesca sonrisa: "A los dos
cua lidad , el valor de sus pro- por separado".
pias im ágen es. En efecto, por-
q ue cada una de ellas, com o J. J. L.
cada recuerdo, lo es, por igual,
de una idea concebida por el
arq uitecto en su pensamiento NOTAS
y enfrentada después, cons- ( 1) Aldo Ross i, Autobio-
cientemente, a una ma teria, a grafía Científica, Gustavo G i-
un ti empo, a una técni ca, con - li , Barcelo na, 1984.
cretos y, p o r eso, siempre (2) id . p . 10
distintos. (3) id. pp. 8 y 67. La foto-
Lo pensado y lo sentido, grafías son de Giani BRA-
lo u ni versal y lo pa rticular, el San Andrés de Mantua. L eon Bautista A lberti {1470). G HIE RI.
orden y el desorden, dében ser (4) H e tratado e l tema de
en el que la esencial d ua lidad hace desaparecer la necesidad
en todo m omento, por tanto, de Rossi demuestra su inocen- de su elección. m i Personajes de A ldo R ossi,
fi g uras d e una represen tació n cia: fue, en efecto, Aristóteles ¿Qué nos d ice, en fin, "Carrer d e la Ciutat", n. 0 12,
ya p revista por el a u tor y eje- q uien, en su Poética, hizo cla- Rossi? Barcelona, ocwbre, 1980.
cutada, por ellas, an te nues- ra d is ti nción entre el oficio de Que todas sus interpreta- (5) ROSSI, op.cit.p.7
tros ojos. Cada u na es in ter- poeta y el de historiador. Su ciones son d iferen tes. (6) Ludovico ARIOSTO ,
pretació n conclusa, indepen - diferencia, nos dice, no está Sólo en ese lúcido conoci- Orlando Furioso, XX XV, 25,
diente, de su idea. In terpreta- en que el uno escribe en verso m iento podrá alejarse el ar- 26 y 27.
ción , p ues, ajena a l especta- y el o tro en prosa, sino en q ui tecto, como lo hizo Arios-
dor: la o bra será, en u n solo que, mie n tras e l segundo to, de aquella tristeza que tan-
gesto inteligente, instantáneo, cuenta las cosas como sucedie- tos sien ten a l ver crecer en su
vista y entend ida por és te, que
ron , el primero nos d ice cómo in terior la desconfianza ante autobiograffa cientffica
no podrá influir sobre ell a, las virtu des de los héroes:
sino aceptarla o rechazarla,
debieron haber sido. ¿Y no alelo rossi
son lo verdadero y lo veros í- "Non si pietoso Enea, né
sim plem en te.
mil , lo que es y lo q ue podría forte Achille
En u n párrafo q ue se repi- ser, las dos categorías e n las fu, come e fama, né si fiero
te varias veces literalmente a que Rossi, como a utor, d ispo- Ettorre. ·
lo largo del texto y que Rossi ne los acontecimientos?
ha elegido como pórtico del La verdad es, como míni- Non fu si santo né benigno
libro, se p lantea una pregun- mo, doble: en esa conciencia Augusto
ta y su respuesta: q ueda n desencan tadas de su come la tuba di Virgilio
"¿A qué podría aspirar en aparente aflicción las pregu n- suona.
mi o ficio? tas y las respuestas de Rossi.
En verdad a pocas cosas, Porque si hemos dicho que Nessun saprisa se Neron --
--.. ~

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