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Aum Shinrikyō, la Verdad Suprema, la secta japonesa del Apocalipsis

El 20 de marzo de 1995 un grupo de fanáticos liberó gas sarín en el metro de Japón, matando a
trece personas e intoxicando a más de seis mil. De esta forma el mundo conoció a Aum
Shinrikyō, una secta dedicada a la destrucción.

El creador y líder de esta secta fue Shōkō Asahara, un japonés que se convirtió en maestro de
Yoga y que poco a poco fue atrayendo a un grupo de fieles a su alrededor después de decir
que había conseguido la iluminación.

En 1989 Shōkō Asahara consigue registrar como una organización religiosa a su secta, la Aum
Shinrikyō, cuya doctrina era una mezcla de astrología china, yoga, budismo, taoísmo,
cristianismo y las profecías de Nostradamus. Shōkō Asahara cogió lo que le vino bien de cada
religión para adaptarlo a su filosofía de vida. Poniendo el foco en la divinización y la sumisión a
su figura.

La secta fue creciendo con el tiempo, su parte más esotérica, vinculada al yoga, la hacía muy
atractiva, además puso el foco en los jóvenes desencantados con la sociedad que buscaban
algo más, el líder les enseñaba la Verdad Suprema.

Una vez que eran captados, pasaban a vivir como monjes, encerrados dentro de los edificios
de la secta y cortando sus lazos con el exterior.

Para 1995, Aum Shinrikyō contaba con 9000 seguidores en Japón y más de 40000 mil en el
resto del mundo.

Shōkō Asahara

Pero detrás de todo esto estaba la verdadera razón de ser de la secta. Shōkō Asahara sabía que
el Apocalipsis iba a llegar por culpa del capitalismo, estallaría la Tercera Guerra Mundial y el
mundo acabaría en un apocalipsis nuclear, y para ayudarlo, era necesario matar a mucha
gente.

La secta empezó a buscar la forma de acabar con más gente. Por el camino cometieron unos
cuantos asesinatos, sobre todo de antiguos miembros que se habían salido. Pero ellos iban a
por todas, fabricaron ántrax y gas zyklon b y llegaron a viajar a África para traer ébola. En un
rancho que tenían en Australia probaron el gas vx en ganado para comprobar su eficacia.
Incluso intentaron conseguir una cabeza nuclear. Queda claro que tenían cualquier cosa menos
buenas intenciones.
El primero de sus grandes atentados tuvo lugar en Matsumoto, en la prefectura de Nagano,
entre el 27 y el 28 de junio de 1994, conocido como el Incidente de Matsumoto.

Los miembros de la secta decidieron lanzar gas sarín (un agente bioquímico creado por los
nazis, se libera muy rápido y es transparente, incoloro e inodoro, lo que lo hace muy difícil de
detectar, además su toxicidad es altísima) contra un bloque de edificios, conocido por ser la
residencia de algunos jueces de la ciudad.

Usaron un camión frigorífico para liberar 12 litros de gas. Sobre las 23:30 llegaron las primeras
llamadas de alerta desde los hospitales donde se empezaron a tratar a las víctimas, que
sufrieron visión oscurecida, dolor ocular, dolores de cabeza, náuseas, diarrea, miosis y
entumecimiento en las manos.

Se contabilizaron 274 víctimas, de las que murieron 8, además de muchos animales que había
en la zona. La policía acusó a un hombre del atentado, que tiempo después sería exonerado,
pero nunca acusaron a la secta del atentado.

Viendo lo conseguido, la secta decidió volver a intentarlo a gran escala, y por eso prepararon
un nuevo ataque, esta vez en el metro.

El 20 de marzo de 1995, a las 08:00 de la mañana, en el metro de Tokio, en 5 estaciones fue


liberado una gran cantidad de gas sarín.

Diez seguidores de la secta llevaron el gas sarín, creado de forma artesanal, en bolsas al metro,
y allí pincharon las bolsas con los paraguas. Cada uno de los 5 sectarios, los otros 5 eran sus
conductores para la huída, pincharon dos o tres bolsas de gas líquido, cerca de un litro cada
uno y después abandonaron los trenes en las paradas designadas, dejando que se fuera
esparciendo.

Más de 6000 personas se vieron afectadas, matando a 13 y dejando más de 50 heridos graves.

Al principio el gobierno no sabía bien quienes los estaban atacando, se pensó en Corea del
Norte, enemigo desde hace décadas de Japón o incluso en un atentado político, pero pronto se
descubrió la verdad.
La policía pronto encontró pruebas que los dirigían contra Aum Shinrikyō, en la investigación
posterior también se encontraron pruebas del anterior atentado en Matsumoto.

La policía japonesa asaltó sus instalaciones, donde encontraron muchos más productos
químicos y peligrosos, e incluso un helicóptero soviético, que posiblemente querían usar en
algún otro tipo de atentado químico desde el aire.

Gente afectada por el gas esperando a ser atendida

La policía encuentra en una de las sedes a Shōkō Asahara, que estaba meditando en una sala
cerrada. Además de a mucha más gente, consiguió detener a siete de los diez sectarios que
provocaron el atentado.

Los otros tres estuvieron varios años en busca y captura, tras 17 años uno de ellos se entregó y
los otros dos fueron detenidos poco después.

Los juicios por estos atentados duraron hasta 2004 y fueron condenados a pena de muerte.
Shōkō Asahara fue ejecutado en la horca junto a otros 12 de sus seguidores en 2018.

La secta fue ilegalizada, pero una parte de ella se convirtió en otra, Aleph, que reniegan de la
violencia y los atentados, aunque ellos no se libraron tampoco de violencia interna y tuvo más
divisiones. Japón los sigue investigando.

Pero aún quedaba gente fanática de Aum Shinrikyō. El 1 de enero de 2019, en Tokio, un tipo se
dedicó a arrollar a gente por la calle, provocando 9 heridos antes de ser detenido, como
protesta por la muerte de su líder.

A raíz de las ejecuciones de 2018, en Japón se abrió el debate sobre la pena de muerte.

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