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INFLUENCIA DE LA GRAN PURGA, EN EL ÁMBITO SOCIOECONOMICO DE LA UNIÓN

SOVIÉTICA.
La Gran Purga aunque más comúnmente conocida en la Rusia actual como Gran Terror o más
específicamente como ежовщина (yezhóvshchina, «fenómeno o era de Yezhov»), fue el nombre
dado a la serie de campañas de represión y persecución políticas llevadas a cabo en la Unión
Soviética a finales de la década de 1930. Cientos de miles de miembros del Partido Comunista
Soviético, socialistas, anarquistas y opositores fueron perseguidos o vigilados por la policía; además,
se realizaron juicios públicos, se envió a cientos de miles a campos de concentración del Gulag.

La campaña de represión desatada en la Unión Soviética fue crucial para consolidar en el poder
a Iósif Stalin. Si bien los soviéticos justificaron posteriormente esta cruenta medida, argumentando
que se limpió el camino de elementos «saboteadores» o disidentes para la futura guerra con
la Alemania nazi, una gran cantidad de las víctimas eran miembros del Partido Comunista y líderes
de las Fuerzas Armadas. Otros sectores de la sociedad que sufrieron la persecución fueron los
profesionales, los kuláks (campesinos burgueses) y las minorías, que fueron vistas como una
potencial «quinta columna». La gran mayoría de estas detenciones fueron llevadas a cabo por el
Comisariado del Pueblo para asuntos internos, también conocido como el NKVD.

En las farsas judiciales más importantes, llevadas a cabo durante la Gran Purga, tomó parte Andréi
Vyshinski quien fue fiscal general de la URSS entre marzo de 1935 y mayo de 1939. Vyshinski mostró
un amplio empleo de lo que la tradición clásica llamaba Confessio est regina probationum ("la
confesión del acusado es la prueba reina").1 Con el fin de conseguir estas confesiones, en 1937,
el Comité Central de PCUS dio el visto bueno al NKVD para el empleo de la tortura como medio para
arrancar confesiones en los casos contra los llamados enemigos del pueblo.2 Según las memorias del
fiscal militar Nikolái Afanásiev, fue precisamente Andréi Vyshinski quien en mayo de 1937 le sugirió a
Stalin, en presencia de Nikolái Yezhov, emplear la tortura para hacer confesar al mariscal Mijaíl
Tujachevski durante la instrucción del Caso de la Organización Militar Trotskista Antisoviética.

Antes de la Gran Purga, el término «purga» era utilizado para expresar la expulsión masiva de
miembros del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS); la purga más grande de este tipo
había ocurrido en 1933 con 400 000 personas expulsadas. Entre 1936 y 1956 al término se le añadió
no solo la expulsión sino el arresto, el cautiverio, la deportación y en algunos casos la ejecución.
La Gran Purga se inició por la intención de la mayoría de los miembros del Politburó de eliminar toda
posible fuente de oposición a la transición del socialismo al comunismo. De esta manera, se
aseguraban que todos los miembros del partido seguirían las órdenes emanadas del centro. También
eliminaron a posibles grupos subversivos como los kuláks, miembros de otros partidos, oficiales de la
época zarista y finlandeses.

Entre 1936 y 1938 se llevaron a cabo tres juicios en Moscú donde fueron juzgados exmiembros del
Partido Comunista, que fueron acusados de conspirar con las naciones occidentales para asesinar a
Stalin y a otros líderes soviéticos, así como para desintegrar la Unión Soviética y restaurar
el capitalismo en Rusia. Andréi Vyshinski ejerció de fiscal del estado en los tres juicios.

En el primer juicio, llevado a cabo en agosto de 1936, fueron acusados 16 presuntos miembros del
llamado «Centro Terrorista Trotski-Zinóviev», cuyos supuestos líderes eran Grigori Zinóviev y Lev
Kámenev, dos prominentes miembros del Partido. Estos fueron acusados de planear el asesinato
de Serguéi Kírov, así como el de Stalin. Después de pasar diez meses en los calabozos de la policía
secreta, donde se realizaron simulacros de juicio, finalmente fueron juzgados públicamente, donde
estos «confesaron». Todos fueron sentenciados a muerte y ejecutados.

En enero de 1937, se llevó a cabo el segundo juicio en Moscú, donde fueron juzgados diecisiete
miembros del Partido, de menor rango que los del juicio anterior, entre los juzgados se
encontraban Karl Rádek, Yuri Piatakov y Grigori Sokólnikov.4 Trece fueron sentenciados a muerte y
fueron fusilados, mientras que el resto fueron enviados al Gulag, donde no sobrevivieron mucho
tiempo.

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