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Y COMUNICACIÓN INTERCULTURAL
TEMAS Y
ORIENTACIONES
Paolo Roseano
Información práctica importante
Temas
La asignatura está dividida en 8 temas. Para cada uno de ellos, es muy aconsejable leer
primero las correspondientes páginas contenidas en este documento y, a continuación, los
textos que se indican en la bibliografía. En algunos casos, se especifica qué textos de la
bibliografía de cada tema es oportuno leer primero.
Una vez leídos los textos, quien lo considere oportuno puede realizar la(s) actividad(es)
optativas correspondiente(s) a cada tema. Para cada actividad, se va a activar un foro.
Foros
El foro de consultas generales va a estar activo en los periodos lectivos de la asignatura.
El foro de consultas sobre el examen final va a estar activo la semana antes del examen final.
Los foros de las actividades optativas van a estar abiertos en las semanas correspondientes a
cada tema. Al finalizar el tiempo previsto para la realización de cada actividad, el equipo
docente va a proporcionar una solución.
2) Ana y Teresa están programando una escapada de fin de semana. La conversación que
tienen es la siguiente:
ANA: En Oviedo hay una exposición de escultura románica. ¿Te apetece ir?
TERESA: Mozart murió a los 30 años.
Es evidente que la conversación no ha tenido éxito. La razón es que las palabras de
Teresa infringen una de las máximas de Grice. ¿Qué tipo de máxima infringen?
a. máxima de cantidad
b. máxima de cualidad
c. máxima de relación
d. máxima de modalidad
El espíritu con el que se han planteado las PEC es el de la evaluación formativa: se pretende
que las PEC ayuden al estudiante a revisar los aspectos más relevantes de cada tema. Por esa
razón, se prevé que los estudiantes dispongan de varios días para poder contestar las
preguntas y para consultar los materiales y la bibliografía.
Un conocido restaurante quiere contratar a un nuevo chef. El gerente del restaurante está
entrevistando a un candidato y, en el curso de la entrevista, tiene lugar el siguiente diálogo:
ENTREVISTADOR: ¿Qué platos se le dan mejor?
ENTREVISTADO: Cualquier plato italiano.
ENTREVISTADOR: ¿Podría hacerme un ejemplo?
ENTREVISTADO: Sí, podría.
2.1. Austin
Un día Aristóteles, paseando a orillas del Egeo en la isla de Eubea, se encontró con un pescador
llamado Ifigenio que estaba reparando unas redes. Se dirigió a él y le preguntó:
¿Están los dos niños diciendo lo mismo? Sí y no. Están diciendo lo mismo en el sentido de que
utilizan las mismas palabras, en el mismo orden y en la misma estructura gramatical. Sin
embargo, el significado de lo que dicen es diametralmente opuesto: el primero quiere decir
que “El juguete es de Pedro”, mientras que el segundo afirma que “El juguete es de Pablo”.
Según el modelo de Austin, esta aparente contradicción se puede solucionar estableciendo
una diferencia conceptual entre la oración (conjunto abstracto de palabras organizadas según
una determinada estructura gramatical) y el enunciado (realización concreta de una oración en
una determinada situación por parte de un hablante específico). Así, pues, en la pelea entre
Pedro y Pablo, “¡Es mío!” es la misma oración, pero son dos enunciados diferentes.
Otra contribución fundamental de Austin fue el haber introducido la idea de que un enunciado
es, en término muy generales, un acto. Ese acto es, al mismo tiempo, un acto locutivo, ilocutivo
y perlocutivo (v. Escandell Vidal, 1996, capítulo 3, § 3). Para acercarnos de manera intuitiva a
esas tres características de cada enunciado, podemos imaginar la siguiente situación: el jefe de
una empresa está comiendo con sus empleados en la terraza de un restaurante; llegados al
momento de los postres, el que está a su lado saca del bolsillo tabaco, papel y filtros y se
empieza a liar un cigarro. El jefe lo mira y le dice:
¿Cómo reaccionará el empleado? Lo más probable, es que guarde el tabaco y renuncie a fumar
en aquel momento. Aun así, el jefe no le ha prohibido que fumara, sino que se ha limitado a
proporcionarle información sobre su estado de salud. El enunciado “Soy asmático” como acto
locutivo tiene un significado literal (en este caso, informar al destinatario de los problemas
respiratorios del hablante); como acto ilocutivo tiene una fuerza (es decir, la intención del
hablante cuando emite el enunciado, que en este caso es la de dar una orden y no la informar
acerca del estado de salud). Finalmente, ya desde el punto de vista de quien recibe el mensaje,
el enunciado “Soy asmático” como acto perlocutivo tiene un efecto (en este caso, el de asustar
o convencer de algo).
2.2. Searle
Marta está paseando por el centro y de repente se encuentra a Ana, una compañera de la
carrera a la que no ve desde hace años. Empiezan a ponerse al día y, al cabo de un buen rato
de estar hablando en la calle, Marta le dice a Ana:
Bibliografía
Los contenidos del Tema 2 se desarrollan detalladamente en las lecturas que se indican a
continuación:
1. Máximas de cantidad:
a) La contribución del hablante a la conversación tiene que contener tanta información
como se requiere.
b) La contribución del hablante a la conversación no tiene que contener más información
de la que se requiere.
2. Máximas de calidad (afecta a la veracidad):
a) El hablante no tiene que decir algo que crea falso.
b) El hablante no tiene que decir algo de lo que no tenga pruebas suficientes.
¿Qué está diciendo en realidad Marina? Está claro que no se está limitando a informar al
abuelo Juan de las costumbres gastronómicas del abuelo Pedro, sino que está sugiriendo que
preferiría comer patatas fritas y, seguramente, que el abuelo Pedro se las prepara porque se
preocupa por su felicidad. Sin embargo, esa parte del mensaje no se puede deducir de la letra
del enunciado, sino que llegamos a entenderlo leyendo entre líneas.
Una de las contribuciones más importantes de Grice es, justamente, el haber insistido en que
el significado final de un enunciado está formado por dos elementos: lo que se dice
explícitamente, y todo lo implícito. Grice llama implicatura esa parte implícita del significado
global de un enunciado.
Si observamos la breve conversación anterior entre Marina y su abuelo, nos damos cuenta de
que infringe una máxima, en concreto la 1a, ya que Marina no dice todo lo que tendría que
decir, en el sentido de que omite parte de la información (es decir, “A mí me gustan más las
patatas fritas y creo que si me quisieras me las prepararías”). Eso no es casualidad, en el
sentido de que para que haya una implicatura es común que se viole alguna máxima.
Bibliografía
Los contenidos del Tema 3 se desarrollan detalladamente en las lecturas que se indican a
continuación:
Uno de los modelos pragmáticos más en auge es el que han definido el psicólogo francés Dan
Sperber y la lingüista británica Deirdre Wilson, quienes han retomado la máxima de relación de
Grice (“El hablante tiene que decir solo cosas que sean relevantes para la conversación”) y la
han transformado en el punto de partida de su reflexión.
El modelo de Sperber y Wilson se conoce como “teoría de la relevancia” y es, en primer lugar,
un modelo que quiere explicar el funcionamiento de la cognición humana. Como consecuencia
de la manera en la que se concibe la cognición, los autores proponen también una teoría de la
comunicación. Por esa razón, en los párrafos siguientes vamos a introducir primero los
aspectos cognitivos de la teoría de la relevancia y, solo después, vamos a proporcionar unas
notas sobre la comunicación. Antes de disponernos a ello, es importante recordar que toda la
teoría de la relevancia se fundamenta en torno a la idea de que en la comunicación humana la
intencionalidad es crucial (quien necesite revisar el concepto de intencionalidad puede hacer
referencia al § 1.4.3. de Escandell 2014).
Bibliografía
Los contenidos del Tema 4 se desarrollan detalladamente en las lecturas que se indican a
continuación:
Bibliografía complementaria (lecturas muy recomendadas)
Antes de leer el texto de Escandell (lectura obligatoria), se aconseja leer los §§ 1, 2 y 3
del siguiente artículo de Sperber y Wilson:
• Wilson, Deirdre & Sperber, Dan (2004): Relevance Theory. En L. Horn & G.
Ward (Eds.), The Handbook of Pragmatics (pp. 607-614). Londres: Blackwell.
Nada más leer esos dos breve diálogos, en nuestra mente se forman ideas diferentes de las
personas que han participado en ellos. En el caso del primer diálogo, probablemente hemos
pensado en personas jóvenes, que entretienen una relación de amistad informal, que se
encuentran en un contexto informal, y posiblemente nos hayamos hecho una idea de su
estatus socioeconómico. En el caso del segundo diálogo, es más probable que hayamos
pensado en personas más mayores, entre las que hay una relación poco cercana (quizás un
médico del hospital con un paciente mayor), que interactúan en una situación formal, etc.
En este tema de la asignatura se pretende sistematizar las intuiciones que, en el ejercicio que
acabamos de hacer, nos han guiado a reconstruir determinadas relaciones sociales
(formales/informales), determinados contextos (formal/informal), determinadas
características de los hablantes (joven/mayor), etc. Vamos a estar trabajando, en otras
palabras, en cómo los factores extralingüísticos que conforman el contexto condicionan el
proceso de comunicación. Los factores extralingüísticos que conforman el contexto son,
principalmente, a) la situación, b) el medio y c) la distancia social entre los interlocutores.
a) Las situaciones en las que puede tener lugar una comunicación son muy diversas (por
ejemplo, une visita médica, una fiesta de cumpleaños, una cena entre amigos, un
congreso científico, la inauguración de un edificio, la ceremonia de entrega de un
premio…). A pesar de la multiplicidad de situaciones posibles, veremos (Escandell,
2014, § 3.1.3) que las situaciones se pueden agrupar y clasificar en una escala que va
de menos institucionalizado a más institucionalizado. Esa escala suele comprender
cuatro clases de situaciones: privadas, públicas, institucionales y ritualizadas. El nivel
de institucionalizacíon de las situaciones está relacionado directamente con el registro
lingüístico (también llamado variedad diafásica) que se utiliza. Vamos a ver (Escandell,
2014, § 3.1.4) que los registros también se pueden clasificar en una escala, que va de
menos cuidado a más cuidado: hablaremos de un registro íntimo, informal, casual,
elevado o solemne.
b) El medio de comunicación puede ser de tipo oral o de tipo escrito. Tal y como veremos
(Escandell, 2014, § 3.2), no hay que caer en el error de pensar que exista una relación
clara entre tipo de registro y tipo de medio: no se puede afirmar que el medio oral
implique el uso de registros bajos, ni que el medio escrito requiera utilizar registros de
nivel alto.
c) Por distancia social entendemos, en términos muy generales, la percepción de
proximidad o de lejanía con respecto a una persona o a un grupo de personas. Es muy
intuitivo, por ejemplo, que consideramos que entre una persona y su mejor amigo hay
una distancia social mucho menor de la que hay entre la misma persona y el jefe del
estado en el que vive. La distancia social está determinada sobre todo por dos
factores: la jerarquía (es decir, la diferencia que hay entre dos personas en la escala
social vigente) y la familiaridad (es decir, el grado de conocimiento). Por ejemplo, en la
antigua Roma entre un terrateniente y sus esclavos había una clara diferencia
jerárquica, mientras que hoy en día entre dos estudiantes que empiezan una carrera
juntos no hay, en principio, ninguna. Jerarquía y familiaridad no tienen por qué ir
juntas; siguiendo con el ejemplo de la antigua Roma, la relación entre un amo y sus
esclavos era jerárquica y, a pesar de eso, muy familiar (tanto que el conjunto de
esclavos que vivían en la casa de alguien se llamaba familia domestica). Sin embargo,
entre dos estudiantes que empiezan una carrera juntos lo más probable es que el
primer día no haya ninguna familiaridad, ya que apenas se conocen.
La distancia social es especialmente interesante para los lingüistas en cuanto tiene
correlatos lingüísticos muy claro: la distancia social se refleja en elecciones muy claras
a la hora de seleccionar, por ejemplo, el tratamiento (v. la diferencia, en español, entre
“tú” y “usted”).
Los conceptos que se van a presentar en este tema representan la base para entender el
contenido de las partes de esta asignatura que se centran en fenómenos tan importantes
como la cortesía (Tema 6) o la comunicación intercultural (Tema 7).
Bibliografía
Los contenidos del Tema 5 se desarrollan detalladamente en las lecturas que se indican a
continuación:
En esta parte de la asignatura nos vamos a ocupar de dos temas distintos, pero fuertemente
relacionados: los objetivos comunicativos y la cortesía. Para ello, vamos a hacer referencia a
conceptos que se han expuesto —con más o menos detalle— con anterioridad, en especial
modo a la idea de “representaciones” (Tema 1), a la “fuerza ilocutiva” (Tema 2), a la
“estructura gramatical” o “modalidad” (Tema 2) y a la “distancia social” (Tema 5).
Para entender por qué necesitamos todos los conceptos que acabamos de mencionar,
podemos considerar las oraciones siguientes:
1) Me gustaría que me pusieras un café.
2) ¡Ponme un café!
3) ¿Le sabría mal ponerme un café?
Si nos limitamos a un análisis formal, llegamos a la conclusión que son diferentes: la primera es
una declarativa, la segunda es un imperativo, la tercera es una pregunta. En otras palabras, la
estructura gramatical o modalidad es diferente.
Sin embargo, por nuestro conocimiento de cómo funcionan las
interacciones sociales en la sociedad española, sabemos que en
realidad el objetivo del emisor es lo mismo, es decir, informar al
destinatario del mensaje de que quiere que le ponga un café. En otros
términos, la fuerza ilocutiva es la misma, en el sentido de que en
todos los casos el emisor pretende que el destinatario lleve a cabo
una determinada acción. Es sobre todo gracias a los estudios de Searle
(v. Tema 2) y Daniel Vanderweken (1949 - 2019) que la pragmática ha
desarrollado el concepto de fuerza ilocutiva y, a partir de ello, se ha
Daniel Vanderweken
llegado a proponer una taxonomía de los actos de habla.
¿Pero son las tres oraciones intercambiables? Nuestro conocimiento de las interacciones
sociales en nuestro entorno nos obliga a rechazar esa hipótesis. La oración 2, por ejemplo, nos
resulta aceptable si el emisor es el cliente habitual de un bar y el destinatario es el camarero
que siempre lo atiende. Sin embargo, en la misma situación la oración 3) nos resultaría
exageradamente formal y quizás se podría interpretar como irónica (por ejemplo, se podría
deducir que el cliente lleva mucho rato esperando a que le sirvan un café y escoge un registro
lingüístico formal para conseguir un efecto humorístico). Al contrario, si el emisor es la
embajadora de Irlanda que se dirige a la mujer del embajador sueco al final de una cena en la
residencia del diplomático escandinavo, nos resulta aceptable la 3) pero la 2) nos parecería de
mala educación.
Entre las personas que se dedicaron al estudio de la interacción
entre cortesía y comunicación, la estadounidense Robin Lakoff
(1942 - ) se puede considerar sin duda una precursora. Entre sus
contribuciones, se ha de destacar el haber señalado que claridad
y cortesía son requerimientos separados de la comunicación y
que pueden estar en conflicto. Por ejemplo, si tenemos que
decirle a una amiga que se ha engordado demasiado, tenemos
dos opciones. Podemos decirle directamente “Estás gordísima”
(que es una forma clara pero poco cortés) o “A ver si ahora que
hace buen tiempo salimos a caminar juntos… a todos nos va bien
hacer ejercicio y perder algo de peso” (que es una forma cortés
pero menos clara).
El mérito de haber elaborado el modelo que
mejor integrara la cortesía (entendida como
un reflejo de la distancia social y otros
factores) en la comunicación es de la
americana Penelope Brown (1944 - ) y del
británico Stephen C. Levinson (1947 - ).
Según Brown y Levinson, cada persona tiene
una imagen pública (en inglés “face”) que
quiere mantener a salvo. En las
interacciones de la vida de cada día tienen
lugar acciones que amenazan esa imagen pública. Por ejemplo,
criticar a una persona es un acto de amenaza a la imagen pública del destinatario del mensaje,
mientras que admitir haberse equivocado en algo es una amenaza para la imagen pública del
emisor. Mediante la cortesía, se intenta reducir el daño que una acción supone para la imagen
pública de los interlocutores.
El emisor de cualquier mensaje tiene que determinar el nivel de cortesía más adecuado. Para
hacerlo, según Brown y Levinson ha de tener en cuenta tres factores:
a) El poder relativo (que equivale perfectamente a lo que en el Tema 5 hemos definido
“jerarquía”);
b) La distancia social (desafortunadamente, en este caso podemos incurrir en cierta
confusión terminológica, ya que aquí se define “distancia social” lo que en el Tema 5
se había llamado “familiaridad” y se había presentado como una componente de la
distancia social);
c) El grado de amenaza (también llamado “grado de imposición”) del acto. Se puede
intuir fácilmente que algunos actos resultan más amenazadores que otros. Por
ejemplo, si yo le pido a un compañero de trabajo un pañuelo, ese acto es muy poco
amenazador para mi imagen pública porque —como mucho— el compañero va a
pensar que soy despistado y me he dejado los pañuelos en casa. Sin embargo, si le
pido que me dé dinero para comprarme una botella de orujo a las 9 de la mañana, la
amenaza para mi imagen pública es más elevada, ya que el compañero va a pensar
que tengo dependencia del alcohol (que en nuestra sociedad está estigmatizada).
Brown y Levinson sistematizan también los conceptos de cortesía positiva y cortesía negativa.
Esos conceptos están relacionados de forma muy directa con la idea de imagen pública. La
imagen pública tiene dos vertientes: la positiva y la negativa. La vertiente negativa consiste en
el deseo de cada persona de tener libertad de acción, de no sufrir imposiciones por parte de
los demás. La vertiente positiva consiste, en primer lugar, en el deseo de ser apreciado por los
demás. La cortesía negativa consiste en no amenazar la libertad de acción del destinatario. La
cortesía positiva consiste en reforzar la imagen positiva del destinatario. Por ejemplo, si Juan le
quiere pedir a su amiga Ana que le baje un libro que está encima del armario, le puede decir
“Ana, ¿no te importaría bajarme ese libro”? (cortesía negativa, ya que deja a Ana la libertad de
decidir si quiere o no quiere) o bien puede decirle “Ana, tú que eres tan amable, bájame el
libro” (cortesía positiva, ya que refuerza la buena imagen pública de Ana).
Brown y Levinson describen también cuatro tipos de estrategias que se pueden utilizar para
mitigar la amenaza que un acto representa para la imagen pública. Escandell (1996, § 10.3.4.3)
describe detalladamente las estrategias en cuestión, que aquí nos limitamos a ejemplificar:
• Préstame 10 euros.
• ¿Me prestas 10 euros?
• ¿No te importaría prestarme 10 euros, por favor?
• El cajero no funcionaba y estoy sin dinero.
Bibliografía
Los contenidos del Tema 6 se desarrollan detalladamente en las lecturas que se indican a
continuación. Se
Bibliografía básica (lecturas obligatorias)
Se aconseja leer los textos en el siguiente orden:
• Escandell Vidal, M. Victoria (2014): La comunicación. Madrid: Akal, capítulo 5.
Es obligatorio leer todos los epígrafes del capítulo; sin embargo, no es objeto
de examen el contenido del § 5.4. Tampoco son objeto de examen las
formalizaciones –es decir, las fórmulas lógicas/matemáticas/semánticas–
contenidas en los §§ 5.2.2 y 5.2.3.
• Escandell Vidal, M. Victoria (1996): Introducción a la pragmática. Barcelona:
Planeta. 3.ª edición, capítulo 10.
• NOTA: De ambos textos citados arriba, no son objeto de examen las partes
que se refieren a la teoría de la cortesía según Leech (es decir, las páginas 109-
110 de Escandell 2014, y el § 3.3 de Escandell, 1996).
Quien lo desee, puede leer la obra clásica sobre la cortesía de Brown y Levinson:
• Brown, Penelope & Levinson, Stephen C. (1987): Politeness: Some universals in
language usage. Cambridge: Cambridge University Press.
Tema 7. La comunicación intercultural
Hasta ahora (es decir, hasta el Tema 6) hemos ignorado un factor importante que desempeña
un papel clave en el proceso de comunicación: hemos dado por descontado que el emisor y el
destinatario comparten todo un conjunto de representaciones. En concreto, hemos supuesto
que comparten un código lingüístico y un conjunto de normas culturales (que no son de
carácter lingüístico).
Imaginemos ahora la siguiente situación. Giulio, Francesca, Edoardo, Chiara y Anna son unos
chicos italianos que están de Erasmus en Barcelona. Todos ellos hablan español con fluidez.
Sus compañeros de estudios españoles se dan cuenta de que todos ellos utilizan el “usted” a la
hora de dirigirse al personal de la universidad (profesores, bedeles, conserjes, secretarios…) y
los tildan de estirados. ¿Están en lo cierto? No, no necesariamente. A lo mejor todos ellos son
efectivamente unos estirados, pero eso no se puede deducir del hecho de que estén utilizando
el “usted” para dirigirse al personal de la universidad. Se trata sencillamente de una
transferencia cultural (también llamada interferencia o error pragmático), ya que en Italia la
forma de tratamiento que se utiliza en la universidad es “Lei”, que desde un punto de vista
gramatical equivale al español “usted”.
El caso de los Erasmus italianos demuestra que para que un hablante se pueda comunicar
eficazmente tiene que controlar dos elementos claramente separados:
1) El código, es decir, el conocimiento del léxico y de las reglas de la gramática;
2) La competencia pragmática, es decir, el conocimiento de un conjunto de normas
culturales específicas que determinan, entre otras cosas, qué elecciones lingüísticas
resultan adecuadas en cada tipo de situación comunicativa.
La parte de la pragmática que se ocupa de la competencia pragmática es conocida como
“pragmática contrastiva” o “pragmática intercultural”.
Bibliografía
Los contenidos del Tema 7 se desarrollan de manera sintética en los siguientes textos de la
bibliografía básica.
Bibliografía básica (lecturas obligatorias)
Se recomienda también leer el siguiente artículo, para tener una visión más detallada de los
fenómenos de la comunicación intercultural (al ser bibliografía complementaria, los
contenidos de este artículo no son objeto de examen):
Bibliografía complementaria (lecturas recomendadas)
En esta parte de la asignatura se pretende retomar diferentes conceptos que se han tratado
con anterioridad para integrarlos en un único modelo que explique cómo se puede concebir la
lingüística, en su conjunto, a la luz de la contribución de la pragmática.
La idea de fondo es que la comunicación verbal –come se ha visto con anterioridad– se sitúa
en dos niveles: el de la codificación/descodificación y el de la ostensión/inferencia.
El primer nivel, el de la codificación/descodificación, es objeto de estudio de aquella parte de
la lingüística que podemos definir “gramática”. Del segundo nivel, el de la
ostensión/inferencia, se ocupa la parte de la lingüística que se puede llamar “pragmática”.
Mientras que la gramática analiza los aspectos formales de un sistema lingüístico, la
pragmática considera dos tipos de factores no formales que contribuyen a determinar la
interpretación de los enunciados: a) los factores sociales/culturales y b) los factores cognitivos.
Puesto que la pragmática se interesa por dos tipos de factores diferentes, podemos dividir la
disciplina en dos ámbitos: a) el de la pragmática social y el de la pragmática
psicológica/cognitiva. La pragmática social se dedica a los aspectos “externos”, es decir, a los
condicionantes culturales y sociales que contribuyen a determinar cómo se escogen, cuándo se
utilizan y cómo se acaban interpretando las diferentes formas lingüísticas. La pragmática
psicológica/cognitiva se interesa por los mecanismos “internos”, es decir, por los mecanismos
cognitivos que presiden el funcionamiento del lenguaje.
A partir de esas bases, Escandell (2014, capítulo 14) propone que las disciplinas lingüísticas en
su conjunto se tendrían que estructurar en tres niveles, que van del más concreto al más
abstracto:
1) disciplinas que se ocupan de describir el lenguaje en sus aspectos directamente
observables. La disciplina que más claramente tiene esa propiedad es la fonética, cuyo
cometido es el de medir las características físicas de la comunicación oral;
2) disciplinas que tienen el objetivo de generalizar los principios de fondo de la
comunicación. De ese ámbito formarían parte todas las disciplinas que constituyen la
gramática (que tiene el objetivo de describir las normas lingüísticas internas de la
comunicación), pero también la pragmática social (ya que esta última tiene el objetivo
de generalizar las reglas sociales que presiden la comunicación);
3) disciplinas que tratan de determinar cuáles son los fundamentos más abstractos del
lenguaje (gramática teórica) y cómo el lenguaje interactúa con otros sistemas
cognitivos (pragmática psicológica/cognitiva).
Bibliografía
Los contenidos del Tema 8 aparecen en diferentes capítulos de Escandell (2014), en particular
en el capítulo 2, que quien quiera puede revisar (v. Tema 1). Además, la relación entre las
bases cognitivas de la comunicación y la estructura de la teoría lingüística se desarrolla en:
Bibliografía básica (lecturas obligatorias)
• Escandell Vidal, M. Victoria (1996): Introducción a la pragmática. Barcelona:
Planeta. 3.ª edición, § 13.4 y § 13.5.
• Escandell Vidal, M. Victoria (1996): Introducción a la pragmática. Barcelona:
Planeta. 3.ª edición, capítulo 14.