Está en la página 1de 21

PRAGMÁTICA

Y COMUNICACIÓN INTERCULTURAL

TEMAS Y
ORIENTACIONES

Paolo Roseano
Información práctica importante

Temas
La asignatura está dividida en 8 temas. Para cada uno de ellos, es muy aconsejable leer
primero las correspondientes páginas contenidas en este documento y, a continuación, los
textos que se indican en la bibliografía. En algunos casos, se especifica qué textos de la
bibliografía de cada tema es oportuno leer primero.
Una vez leídos los textos, quien lo considere oportuno puede realizar la(s) actividad(es)
optativas correspondiente(s) a cada tema. Para cada actividad, se va a activar un foro.

Foros
El foro de consultas generales va a estar activo en los periodos lectivos de la asignatura.
El foro de consultas sobre el examen final va a estar activo la semana antes del examen final.
Los foros de las actividades optativas van a estar abiertos en las semanas correspondientes a
cada tema. Al finalizar el tiempo previsto para la realización de cada actividad, el equipo
docente va a proporcionar una solución.

Contenido y formato de las PEC


El programa prevé dos PEC. La primera de ellas contendrá preguntas acerca de los primeros
temas del programa (es decir, de aquellos que —de acuerdo con el calendario— se hayan
tratado antes de la misma PEC), mientras que la segunda contendrá preguntas acerca de los
últimos temas (es decir, de aquellos que se hayan tratado después de la primera PEC).
Cada una de las dos PEC contiene 10 preguntas tipo test o tipo verdadero/falso. Si no se indica
de otra manera, solo una de las opciones de respuesta es correcta. Las preguntas pueden ser
de contenido (como la 1) o de reflexión (como la 2).
1) Según Grice, la norma según la cual “Quien participa en un intercambio informativo
tiene que evitar la ambigüedad” es una …
a. máxima de cantidad.
b. máxima de cualidad.
c. máxima de relación.
d. máxima de modalidad.

2) Ana y Teresa están programando una escapada de fin de semana. La conversación que
tienen es la siguiente:
ANA: En Oviedo hay una exposición de escultura románica. ¿Te apetece ir?
TERESA: Mozart murió a los 30 años.
Es evidente que la conversación no ha tenido éxito. La razón es que las palabras de
Teresa infringen una de las máximas de Grice. ¿Qué tipo de máxima infringen?
a. máxima de cantidad
b. máxima de cualidad
c. máxima de relación
d. máxima de modalidad
El espíritu con el que se han planteado las PEC es el de la evaluación formativa: se pretende
que las PEC ayuden al estudiante a revisar los aspectos más relevantes de cada tema. Por esa
razón, se prevé que los estudiantes dispongan de varios días para poder contestar las
preguntas y para consultar los materiales y la bibliografía.

Formato del examen final


El examen final contiene 3 preguntas de desarrollo. Las preguntas del examen final suelen ser
de carácter más general en comparación con las preguntas de las PEC. Los siguientes son
ejemplos reales de preguntas de examen final de años pasados.
Tema 1. La perspectiva pragmática

Un conocido restaurante quiere contratar a un nuevo chef. El gerente del restaurante está
entrevistando a un candidato y, en el curso de la entrevista, tiene lugar el siguiente diálogo:
ENTREVISTADOR: ¿Qué platos se le dan mejor?
ENTREVISTADO: Cualquier plato italiano.
ENTREVISTADOR: ¿Podría hacerme un ejemplo?
ENTREVISTADO: Sí, podría.

La conclusión de la conversación nos resulta inesperada y, quizás, algo cómica porque la


respuesta final del entrevistado es correcta pero no es adecuada. Es correcta desde el punto
de vista formal porque, si nos limitamos a la letra de lo que se dice, es perfectamente legítimo
responder con un “Sí” o con un “No” a la pregunta del entrevistador. Sin embargo, nuestro
conocimiento del funcionamiento de las entrevistas de trabajo (es decir, del contexto, de las
intenciones y de las expectativas del gerente, etc.) nos lleva a concluir que la respuesta más
adecuada habría sido algo más que un sencillo “Sí” o “No”, algo como “Pizza”, “Espaguetis” o
“Risotto al profumo di tartufo bianco”.
La discrepancia que advertimos entre un plano literal y un plano no literal de comunicación es
la razón de ser de los estudios de pragmática. El significado de un enunciado no se limita al
mero significado literal, sino que depende también del contexto en el que se desarrolla la
comunicación, de las relaciones entre los participantes, de sus expectativas, y de todo un
conjunto de factores que van más allá de lo que se dice. La pragmática se ocupa del estudio de
todos aquellos aspectos del significado de un enunciado que dependen de factores
extralingüísticos.
Los objetivos del primer tema de la asignatura son tres. En primer lugar, el de motivar o
demostrar la necesidad de un enfoque pragmático que complemente el enfoque
gramatical/formal. En segundo lugar, se pretende definir los conceptos básicos y los términos
que se utilizarán a lo largo de toda la asignatura. En tercer lugar, se quiere proporcionar
información acerca de los modelos clásicos de la comunicación (como el de Jakobson) que
estaban en auge antes del nacimiento de la pragmática y en oposición a los cuales nace la
disciplina que es objeto de esta asignatura.
El tema está estructurado en dos apartados, según el esquema siguiente:

1.1. La necesidad de un enfoque pragmático


1.1.1. ¿Qué es la pragmática?
1.1.2. Tres problemas de pragmática: el significado no convencional, sintaxis y
contexto, referencia y deixis
1.1.3. La necesidad de la pragmática
1.2. Los conceptos básicos de la pragmática
1.2.1. Los componentes materiales: emisor, destinatario, enunciado, entorno
1.2.2. Los componentes relacionales: la información pragmática, la intención, la
relación social
1.2.3. Significado e interpretación
1.2.4. Semántica y pragmática
Bibliografía
Los contenidos del Tema 1 se desarrollan detalladamente en las lecturas que se indican a
continuación.
Bibliografía básica (lecturas obligatorias)
Se aconseja leer los textos en el siguiente orden:

• Escandell Vidal, M. Victoria (1996): Introducción a la pragmática. Barcelona:


Planeta. 3.ª edición, capítulo 1.
• Escandell Vidal, M. Victoria (2014): La comunicación. Madrid: Akal, capítulo 1.
• Escandell Vidal, M. Victoria (2014): La comunicación. Madrid: Akal, capítulo 2.
Es obligatorio leer todos los apartados de este capítulo, aunque no van a ser
objeto de examen los contenidos del § 2.1.
• Escandell Vidal, M. Victoria (1996): Introducción a la pragmática. Barcelona:
Planeta. 3.ª edición, capítulo 2.

Bibliografía complementaria (lecturas recomendables)


En español
• Reyes, G. (1995): El abecé de la pragmática. Madrid: Arco Libros, pp. 13-30.
En inglés
• Thomas, Jenny (1995): Meaning in interaction: An introduction to pragmatics.
London: Routledge, capítulo 1.
• Green, Georgia M. (1996): Pragmatics and natural language understanding.
London: Routledge, capítulo 1.

Información adicional para contextualizar la disciplina


La pragmática es una de las disciplinas lingüísticas que más
han progresado a lo largo del siglo XX y de las primeras
décadas del XXI. El padre de la pragmática, al que se debe
la introducción del nombre de la disciplina, es el
estadounidense Charles William Morris (1901-1979), que
partía de una perspectiva cercana a la de la filosofía del
lenguaje. Según Morris, la semiótica incluía tres
disciplinas, que él definía a partir de la relación que los
símbolos (es decir, por lo que nos concierne, las palabras o
los sintagmas) entretenían con otras entidades. La parte
de la semiótica que se ocupaba de las relaciones entre los
símbolos y los objetos que designan era la semántica. A su
vez, la disciplina que se ocupaba de la relación entre los
símbolos y otros símbolos era la sintaxis. Finalmente, la
pragmática era la parte de la semiótica que estudiaba qué
relación tienen los símbolos con las personas.
Tema 2. Lenguaje y acción. Austin y Searle

El segundo tema de la asignatura pretende introducir el pensamiento de dos filósofos del


lenguaje que desempeñaron un papel clave en la historia de la Pragmática: Austin y Searle. A
ellos debemos la teoría de los actos de habla, el primer marco teórico moderno de la
disciplina. En los dos subapartados siguientes (2.1 y 2.2), vamos a introducir las ideas de ambos
autores partiendo de ejemplos de interacciones que tienen lugar en la vida de cada día.
Es oportuno tener en cuenta que este tema puede ser, para algunos, el más complicado de la
asignatura, puesto que la perspectiva no es propiamente la de la lingüística, sino la de la
filosofía del lenguaje.

2.1. Austin
Un día Aristóteles, paseando a orillas del Egeo en la isla de Eubea, se encontró con un pescador
llamado Ifigenio que estaba reparando unas redes. Se dirigió a él y le preguntó:

ARISTÓTELES: ¿Qué has pescado hoy?


PESCADOR: Me llamo Ifigenio.

El enunciado “Me llamo Ifigenio” es gramaticalmente correcto y su contenido es verdadero; sin


embargo, su uso por parte del pescador en este breve diálogo nos desconcierta. Eso nos pasa
porque el enunciado, a pesar de ser correcto y cierto,
no es adecuado en el contexto en que se formula. La
introducción del concepto de adecuación de un
enunciado al contexto se debe al británico John
Langshaw Austin (1911-1960).
Al mismo autor se debe otra de las ideas que han
contribuido a marcar las diferencias entre la perspectiva
de análisis tradicional y el enfoque pragmático: la
distinción entre oración y enunciado. Imaginemos la
siguiente situación: dos niños –Pedro y Pablo– se están
peleando por un juguete.

PEDRO: ¡Es mío!


PABLO: ¡Es mío!

¿Están los dos niños diciendo lo mismo? Sí y no. Están diciendo lo mismo en el sentido de que
utilizan las mismas palabras, en el mismo orden y en la misma estructura gramatical. Sin
embargo, el significado de lo que dicen es diametralmente opuesto: el primero quiere decir
que “El juguete es de Pedro”, mientras que el segundo afirma que “El juguete es de Pablo”.
Según el modelo de Austin, esta aparente contradicción se puede solucionar estableciendo
una diferencia conceptual entre la oración (conjunto abstracto de palabras organizadas según
una determinada estructura gramatical) y el enunciado (realización concreta de una oración en
una determinada situación por parte de un hablante específico). Así, pues, en la pelea entre
Pedro y Pablo, “¡Es mío!” es la misma oración, pero son dos enunciados diferentes.
Otra contribución fundamental de Austin fue el haber introducido la idea de que un enunciado
es, en término muy generales, un acto. Ese acto es, al mismo tiempo, un acto locutivo, ilocutivo
y perlocutivo (v. Escandell Vidal, 1996, capítulo 3, § 3). Para acercarnos de manera intuitiva a
esas tres características de cada enunciado, podemos imaginar la siguiente situación: el jefe de
una empresa está comiendo con sus empleados en la terraza de un restaurante; llegados al
momento de los postres, el que está a su lado saca del bolsillo tabaco, papel y filtros y se
empieza a liar un cigarro. El jefe lo mira y le dice:

JEFE: Soy asmático.

¿Cómo reaccionará el empleado? Lo más probable, es que guarde el tabaco y renuncie a fumar
en aquel momento. Aun así, el jefe no le ha prohibido que fumara, sino que se ha limitado a
proporcionarle información sobre su estado de salud. El enunciado “Soy asmático” como acto
locutivo tiene un significado literal (en este caso, informar al destinatario de los problemas
respiratorios del hablante); como acto ilocutivo tiene una fuerza (es decir, la intención del
hablante cuando emite el enunciado, que en este caso es la de dar una orden y no la informar
acerca del estado de salud). Finalmente, ya desde el punto de vista de quien recibe el mensaje,
el enunciado “Soy asmático” como acto perlocutivo tiene un efecto (en este caso, el de asustar
o convencer de algo).

2.2. Searle

Marta está paseando por el centro y de repente se encuentra a Ana, una compañera de la
carrera a la que no ve desde hace años. Empiezan a ponerse al día y, al cabo de un buen rato
de estar hablando en la calle, Marta le dice a Ana:

MARTA: Oye, me están entrando ganas de una cervecita…

Si analizamos su enunciado, una vez más tenemos que


distinguir entre dos planes. En este caso, entre el plan de la
forma (el enunciado es una oración declarativa) y el de la
fuerza ilocutiva (en este caso, un ofrecimiento). En otras
palabras, la real intención de Marta no es la de hacer saber
que le apetece beber cerveza, sino que le está proponiendo
a Ana que se vayan a tomarse una.
Justamente para solucionar la aparente contradicción entre
la forma de lo que se dice y la intención con la que se dice,
Searle (pronunciado (/sɜːrl/, 1932 - ) retoma el trabajo de
Austin y llega a formalizar la teoría de los actos de habla. Searle distingue por un lado una
forma lingüística (por ejemplo, aseveración) y una fuerza ilocutiva (en el caso de Marta, un
ofrecimiento). Además, Searle separa claramente el contenido proposicional (a menudo
representado con la letra p) de la oración en sí. En el ejemplo que acabamos de ver, el
contenido proposicional es “Marta + querer + cerveza”.
En resumen, el enunciado de Ana se puede representar como una aseveración, cuyo contenido
es “Marta + querer + cerveza”, y cuya fuerza ilocutiva es la de un ofrecimiento/invitación. Otro
aspecto destacable del enunciado pronunciado por Marta es que se trata de un acto indirecto.
Se trata, pues, de un enunciado que no expresa directamente la propia fuerza ilocutiva
(volveremos a hablar de los actos indirectos cuando nos ocupemos de otro autor: Grice).

Bibliografía
Los contenidos del Tema 2 se desarrollan detalladamente en las lecturas que se indican a
continuación:

Bibliografía básica (lectura obligatoria)


• Escandell Vidal, M. Victoria (1996): Introducción a la pragmática. Barcelona:
Planeta. 3.ª edición, capítulos 2 y 3. Del capítulo 3, es obligatorio leer todos los
apartados, aunque las formalizaciones –es decir, las fórmulas
lógicas/matemáticas– contenidas en los §§ 2.2, 2.3 y 2.4 no son objeto de
examen.

Bibliografía complementaria (lecturas recomendables)


En español
• Reyes, G. (1995): El abecé de la pragmática. Madrid: Arco Libros, pp. 30-34.
• Valdés Villanueva, Luis M. (1991): La búsqueda del significado. Madrid: Tecnos,
pp. 411-475.
En inglés o en español se pueden consultar las dos obras consideradas clásicas de
Austin y Searle. Quien quiera, puede encontrar con cierta facilidad copia de ellas en las
bibliotecas públicas y, con un poco de destreza, algunos ejemplares en formato
electrónico compartidas en la red.
• Austin, John L. (1982): Cómo hacer cosas con palabras: Palabras y acciones
(How to do things with words, 1962). Barcelona: Paidós.
• Searle, John (1986): Actos de habla (Speech acts: An essay in the philosophy of
language, 1969), Madrid: Cátedra.
Tema 3. Lógica y conversación. Grice

El británico Paul Grice (1913-1988) es el primer autor que


se aleja de la perspectiva de la filosofía del lenguaje y
aborda la pragmática desde un punto de vista más bien
lingüístico.
Para presentar su pensamiento, en el manual que figura
como lectura obligada para este tema se sigue, a grandes
rasgos, el siguiente esquema que recoge las tres
contribuciones principales del autor:
3.1. El principio de cooperación y las máximas
3.2. Las implicaturas
3.3. Propiedades de las implicaturas conversacionales

3.1. El principio de cooperación y las máximas


Como cada sábado por la mañana, María y Juana quedan en una cafetería para desayunar
juntas y ponerse al día. La conversación que se desarrolla es la siguiente:
MARÍA: ¡Hola, querida!
JUANA: [silencio]
MARÍA: ¿Estás bien?
JUANA: A Pedro no le gustó mucho el alcázar de Segovia.
MARÍA: ¿Pero qué me estás diciendo?
JUANA: Una orquídea del género Phalaenopsis.
Es evidente que algo no ha ido bien. Juana no ha participado en la conversación de la manera
que cabía esperar, por lo que –en el conjunto– la conversación ha fracasado. La razón de fondo
es que María infringe un principio implícito en cada conversación entre seres humanos (sin
trastornos), es decir, el principio que le exige a cada persona que colabore para que la
conversación misma obtenga el resultado esperado. En este caso, María no está colaborando
en ese sentido. Es evidente que se trata de un principio muy general que se fundamenta en la
idea de que el ser humano es racional. Es al británico Paul Grice (1913-1988) que se debe el
haber entendido que este principio tan básico es imprescindible para el buen funcionamiento
de la comunicación.
Grice afirma que el principio de cooperación se articula en cuatro categorías (cantidad,
cualidad, relación y modalidad) que contienen unas máximas.

1. Máximas de cantidad:
a) La contribución del hablante a la conversación tiene que contener tanta información
como se requiere.
b) La contribución del hablante a la conversación no tiene que contener más información
de la que se requiere.
2. Máximas de calidad (afecta a la veracidad):
a) El hablante no tiene que decir algo que crea falso.
b) El hablante no tiene que decir algo de lo que no tenga pruebas suficientes.

3. Máxima de relación (afecta a la relevancia):


a) El hablante tiene que decir solo cosas que sean relevantes para la conversación.

4. Máximas de modalidad (afectan a la claridad):


a) El hablante tiene que evitar expresarse oscuramente.
b) El hablante tiene que evitar ser ambiguo.
c) El hablante tiene que evitar ser prolijo.
d) El hablante tiene que ser ordenado.

3.2. Las implicaturas


Marina es una niña que pasa algunos días de la semana con su abuelo Juan y algunos días de la
semana con su abuelo Pedro. Hoy está en casa del abuelo Juan, quien le ha preparado acelgas.
Se sientan en la mesa, el abuelo sirve las acelgas y Marina dice:

MARINA: El abuelo Pedro me prepara patatas fritas.

¿Qué está diciendo en realidad Marina? Está claro que no se está limitando a informar al
abuelo Juan de las costumbres gastronómicas del abuelo Pedro, sino que está sugiriendo que
preferiría comer patatas fritas y, seguramente, que el abuelo Pedro se las prepara porque se
preocupa por su felicidad. Sin embargo, esa parte del mensaje no se puede deducir de la letra
del enunciado, sino que llegamos a entenderlo leyendo entre líneas.
Una de las contribuciones más importantes de Grice es, justamente, el haber insistido en que
el significado final de un enunciado está formado por dos elementos: lo que se dice
explícitamente, y todo lo implícito. Grice llama implicatura esa parte implícita del significado
global de un enunciado.
Si observamos la breve conversación anterior entre Marina y su abuelo, nos damos cuenta de
que infringe una máxima, en concreto la 1a, ya que Marina no dice todo lo que tendría que
decir, en el sentido de que omite parte de la información (es decir, “A mí me gustan más las
patatas fritas y creo que si me quisieras me las prepararías”). Eso no es casualidad, en el
sentido de que para que haya una implicatura es común que se viole alguna máxima.

Bibliografía
Los contenidos del Tema 3 se desarrollan detalladamente en las lecturas que se indican a
continuación:

Bibliografía básica (lectura obligatoria)


• Escandell Vidal, M. Victoria (1996): Introducción a la pragmática. Barcelona:
Planeta. 3.ª edición, capítulo 4.
Bibliografía complementaria (lecturas recomendables)
• Reyes, G. (1995): El abecé de la pragmática. Madrid: Arco Libros, pp. 38-52.
• Valdés Villanueva, Luis M. (1991): La búsqueda del significado. Madrid: Tecnos,
pp. 53-63. Reyes, G. (1995): El abecé de la pragmática. Madrid: Arco Libros, pp.
38-52.
Tema 4. Comunicación e inferencia. Sperber y Wilson

Uno de los modelos pragmáticos más en auge es el que han definido el psicólogo francés Dan
Sperber y la lingüista británica Deirdre Wilson, quienes han retomado la máxima de relación de
Grice (“El hablante tiene que decir solo cosas que sean relevantes para la conversación”) y la
han transformado en el punto de partida de su reflexión.

El modelo de Sperber y Wilson se conoce como “teoría de la relevancia” y es, en primer lugar,
un modelo que quiere explicar el funcionamiento de la cognición humana. Como consecuencia
de la manera en la que se concibe la cognición, los autores proponen también una teoría de la
comunicación. Por esa razón, en los párrafos siguientes vamos a introducir primero los
aspectos cognitivos de la teoría de la relevancia y, solo después, vamos a proporcionar unas
notas sobre la comunicación. Antes de disponernos a ello, es importante recordar que toda la
teoría de la relevancia se fundamenta en torno a la idea de que en la comunicación humana la
intencionalidad es crucial (quien necesite revisar el concepto de intencionalidad puede hacer
referencia al § 1.4.3. de Escandell 2014).

4.1. La teoría de la relevancia como marco cognitivo


Como cada día, Paco está esperando el tren para Málaga de las 17:00 h en el andén número 1.
Son las 16:59 h y la megafonía de la estación anuncia que “El tren de las 17:00 con destino
Málaga saldrá del andén 19”. Paco se enfada porque va a perder el tren.
¿Qué ha pasado? Paco ha juntado dos informaciones que provienen de fuentes diferentes y ha
deducido otra. Por una parte, Paco tiene unos conocimientos del mundo que le permiten saber
a) que son las 16:59 h, b) que para recorrer la distancia entre el andén 1 y el andén 19 se
necesitan 4 minutos. Por otra parte, Paco recibe un estímulo externo (la información de que el
tren va a salir del andén 19). Juntando la información de la que ya disponía con la que le
acaban de dar, Paco deduce que va a perder el tren.
El proceso que le permite llegar a esa conclusión se llama implicación contextual y consiste
justamente en deducir información nueva que no está presente de manera completa ni en el
estímulo (la información nueva) ni en el contexto (el conocimiento que tiene Paco de la
situación en la que se encuentra, de la topografía de la estación, de los tiempos necesarios a
recorrer la distancia entre los andenes…). Para Sperber y Wilson, la implicación contextual es el
mecanismo cognitivo más importante; es el mecanismo básico que le permite a un individuo
ampliar, corregir y mejorar su conocimiento del mundo. Esa mejora del conocimiento del
mundo es un efecto cognitivo positivo.
De acuerdo con la teoría de la relevancia, un estímulo (o input) es relevante solo si procesarlo
comporta un efecto cognitivo positivo para el individuo.
La relevancia no es una propiedad que se limite a existir o no existir, sino que admite grados.
La relevancia de un estímulo es el resultado de dos factores: la magnitud de los efectos
cognitivos positivos y el esfuerzo que supone procesar el estímulo. En cuanto a la magnitud de
los efectos cognitivos, es fácil tender que si a Paco le dicen que “El tren con destino Málaga
saldrá con un minuto de retraso”, ese input le va a resultar poco relevante porque su
conocimiento del mundo no varía dramáticamente. Pero si le dicen que “El tren con destino
Málaga saldrá con dos horas de retraso”, el input es muy relevante porque le obliga a cambiar
sus planes. En cuanto al esfuerzo de procesamiento, cuanto mayor sea el esfuerzo necesario,
menor será la relevancia del estímulo para el individuo en ese momento. Por ejemplo, si a
Paco le dicen que “El tren con destino Málaga saldrá con 3 minutos de retraso” el coste de
procesar la información es mínimo, pero si le dicen que “El tren con destino Málaga saldrá con
un número de minutos de retraso igual a la raíz cuadrada de la tercera parte de la diferencia
entre 139 y 121”, es evidente que el coste de procesamiento es mucho más alto y por eso,
según Sperber y Wilson, la relevancia del input es menor.
Maximizar la relevancia de los estímulos es una tendencia universal en los seres humanos.
Cada persona intenta seleccionar los estímulos que le proporcionan más efectos cognitivos
positivos y que le cuesta menos procesar. Por ejemplo, si Paco está en la estación y oye que la
megafonía anuncia que “El tren con destino Málaga saldrá del andén 19 y, además, hoy en
Vladivostok la temperatura es de raíz cuadrada de la tercera parte del valor absoluto de la
diferencia entre 121 y 139”, se centrará solo en la primera parte del mensaje (porque es fácil
de procesar y para él es importante) mientras ignorará la segunda (que es difícil de procesar y
no le resulta útil). Esta tendencia general constituye, según Sperber y Wilson, el Principio de
maximización de la relevancia, según el cual “La cognición humana tiende a estar orientada a
la maximización de la relevancia”.

4.1. La teoría de la relevancia como teoría de la comunicación


Los mecanismos cognitivos que hemos descrito en la sección anterior están activos también en
la comunicación. Sin embargo, según Sperber y Wilson en la comunicación intervienen
también otros principios y otros mecanismos, que son la ostensión, la inferencia (que está
relacionada con la implicación), la explicatura y la implicatura. Para acercarnos a esos
conceptos, imaginemos que Marcos y Andrés están cenando juntos en casa de Andrés. Marcos
ha acabado su copa de vino y quiere que Andrés le sirva más, así que le dice “Mi copa está
vacía”.
El mecanismo de base de la comunicación es ostensivo-inferencial. Eso quiere decir que el
emisor del mensaje utiliza estímulos ostensivos (es decir, estímulos que están pensados para
atraer abiertamente la atención del destinatario del mensaje y hacerle entender que el emisor
quiere informarle de algo). En el caso de la cena de Marcos y Andrés, Marcos produce un
estímulo (la oración “Mi copa está vacía”) que está diseñado para que Andrés se dé cuenta de
que Marcos quiere informarle de algo. Según Sperber y Wilson, “todo estímulo ostensivo
trasmite la presunción de su relevancia optima”. Este principio, que se conoce como el
Segundo principio de la relevancia o Principio Comunicativo de la relevancia, significa que los
indicios creados de manera intencional (como la frase “Mi copa está vacía”) crean en el
destinatario una expectativa de relevancia lo suficientemente precisa como para guiar el
destinatario hacia la interpretación que el emisor desea. En otras palabras, cuando alguien le
dice algo a otra persona, ambos están mutuamente de acuerdo que lo que está siendo dicho
es relevante para el destinatario y que el mensaje en sí contiene los elementos necesarios para
que el destinatario entienda qué quería decir realmente el emisor.
Volvemos a analizar la conversación entre Marcos y Andrés. Hemos visto que el estímulo “Mi
copa está vacía” es ostensivo. Eso quiere decir, entre otras cosas, que Andrés, cuando lo oye,
se espera que sea relevante, es decir, que contenga información cierta y útil. En el momento
en que Andrés oye la frase “Mi copa está vacía” pone en marcha procedimientos cognitivos de
dos niveles diferentes: la descodificación del mensaje y la interpretación del mensaje mediante
la inferencia. La descodificación se limita a los aspectos literales (por ejemplo, consiste en
entender qué quiere decir “copa”, etc.). Los procesos inferenciales son todos aquellos que
están relacionados con la identificación de la real intención del emisor, o sea, con el significado
real del estímulo. En el caso de Marcos y Andrés, con la descodificación Andrés llega a
entender que “El recipiente de cristal que está utilizando Marcos y que habitualmente se usa
para beber en este momento no contiene ni líquidos ni sólidos, sino solo aire”. La inferencia,
por otra parte, le permite concluir que “Marcos me está diciendo que quiere más vino”. Por
explicatura Sperber y Wilson entienden aquella parte del significado del estímulo que se
comunica explícitamente por medio del enunciado. Por implicatura entienden aquella parte
del significado que se construye cotejando la explicatura con supuestos presentes en el
contexto (v. el concepto de implicación contextual que se ha resumido en la sección anterior).
En el caso que nos interesa, para llegar a la implicatura “Marcos me está diciendo que quiere
más vino”, Andrés tiene que cotejar la explicatura con representaciones/ideas que él tiene en
su cabeza, como “En nuestra cultura se considera maleducado dejar que un comensal se
quede sin vino”, “Si una persona vacía una copa es porque tiene sed”, etc.

Bibliografía

Los contenidos del Tema 4 se desarrollan detalladamente en las lecturas que se indican a
continuación:
Bibliografía complementaria (lecturas muy recomendadas)
Antes de leer el texto de Escandell (lectura obligatoria), se aconseja leer los §§ 1, 2 y 3
del siguiente artículo de Sperber y Wilson:
• Wilson, Deirdre & Sperber, Dan (2004): Relevance Theory. En L. Horn & G.
Ward (Eds.), The Handbook of Pragmatics (pp. 607-614). Londres: Blackwell.

Bibliografía básica (lectura obligatoria)


• Escandell Vidal, M. Victoria (1996): Introducción a la pragmática. Barcelona:
Planeta. 3.ª edición, capítulo 5. Es obligatorio leer todos los apartados del
capítulo, aunque el contenido de los §§ 3.4, 4 y 5 no es objeto de examen.
Tema 5. Situaciones comunicativas y relaciones sociales

Para entender la importancia de las situaciones y de las relaciones sociales en la comunicación


humana, vamos a considerar los dos diálogos siguientes, cuyo contenido parece ser
comparable en el sentido de que, en ambos casos, quien empieza la conversación saluda al
otro y le pregunta como está, mientras que la segunda persona responde que no hay cambios
relevantes en su vida y, a su vez, pregunta qué tal está el interlocutor.

PERSONA A: ¡Eh, tronco! ¿Qué hay?


PERSONA B: La misma m****a de siempre, tío. ¿Y tú?

PERSONA 1: ¡Buenos días! ¿Cómo se encuentra?


PERSONA 2: Como siempre, gracias. ¿Y usted?

Nada más leer esos dos breve diálogos, en nuestra mente se forman ideas diferentes de las
personas que han participado en ellos. En el caso del primer diálogo, probablemente hemos
pensado en personas jóvenes, que entretienen una relación de amistad informal, que se
encuentran en un contexto informal, y posiblemente nos hayamos hecho una idea de su
estatus socioeconómico. En el caso del segundo diálogo, es más probable que hayamos
pensado en personas más mayores, entre las que hay una relación poco cercana (quizás un
médico del hospital con un paciente mayor), que interactúan en una situación formal, etc.
En este tema de la asignatura se pretende sistematizar las intuiciones que, en el ejercicio que
acabamos de hacer, nos han guiado a reconstruir determinadas relaciones sociales
(formales/informales), determinados contextos (formal/informal), determinadas
características de los hablantes (joven/mayor), etc. Vamos a estar trabajando, en otras
palabras, en cómo los factores extralingüísticos que conforman el contexto condicionan el
proceso de comunicación. Los factores extralingüísticos que conforman el contexto son,
principalmente, a) la situación, b) el medio y c) la distancia social entre los interlocutores.
a) Las situaciones en las que puede tener lugar una comunicación son muy diversas (por
ejemplo, une visita médica, una fiesta de cumpleaños, una cena entre amigos, un
congreso científico, la inauguración de un edificio, la ceremonia de entrega de un
premio…). A pesar de la multiplicidad de situaciones posibles, veremos (Escandell,
2014, § 3.1.3) que las situaciones se pueden agrupar y clasificar en una escala que va
de menos institucionalizado a más institucionalizado. Esa escala suele comprender
cuatro clases de situaciones: privadas, públicas, institucionales y ritualizadas. El nivel
de institucionalizacíon de las situaciones está relacionado directamente con el registro
lingüístico (también llamado variedad diafásica) que se utiliza. Vamos a ver (Escandell,
2014, § 3.1.4) que los registros también se pueden clasificar en una escala, que va de
menos cuidado a más cuidado: hablaremos de un registro íntimo, informal, casual,
elevado o solemne.
b) El medio de comunicación puede ser de tipo oral o de tipo escrito. Tal y como veremos
(Escandell, 2014, § 3.2), no hay que caer en el error de pensar que exista una relación
clara entre tipo de registro y tipo de medio: no se puede afirmar que el medio oral
implique el uso de registros bajos, ni que el medio escrito requiera utilizar registros de
nivel alto.
c) Por distancia social entendemos, en términos muy generales, la percepción de
proximidad o de lejanía con respecto a una persona o a un grupo de personas. Es muy
intuitivo, por ejemplo, que consideramos que entre una persona y su mejor amigo hay
una distancia social mucho menor de la que hay entre la misma persona y el jefe del
estado en el que vive. La distancia social está determinada sobre todo por dos
factores: la jerarquía (es decir, la diferencia que hay entre dos personas en la escala
social vigente) y la familiaridad (es decir, el grado de conocimiento). Por ejemplo, en la
antigua Roma entre un terrateniente y sus esclavos había una clara diferencia
jerárquica, mientras que hoy en día entre dos estudiantes que empiezan una carrera
juntos no hay, en principio, ninguna. Jerarquía y familiaridad no tienen por qué ir
juntas; siguiendo con el ejemplo de la antigua Roma, la relación entre un amo y sus
esclavos era jerárquica y, a pesar de eso, muy familiar (tanto que el conjunto de
esclavos que vivían en la casa de alguien se llamaba familia domestica). Sin embargo,
entre dos estudiantes que empiezan una carrera juntos lo más probable es que el
primer día no haya ninguna familiaridad, ya que apenas se conocen.
La distancia social es especialmente interesante para los lingüistas en cuanto tiene
correlatos lingüísticos muy claro: la distancia social se refleja en elecciones muy claras
a la hora de seleccionar, por ejemplo, el tratamiento (v. la diferencia, en español, entre
“tú” y “usted”).
Los conceptos que se van a presentar en este tema representan la base para entender el
contenido de las partes de esta asignatura que se centran en fenómenos tan importantes
como la cortesía (Tema 6) o la comunicación intercultural (Tema 7).

Bibliografía
Los contenidos del Tema 5 se desarrollan detalladamente en las lecturas que se indican a
continuación:

Bibliografía básica (lectura obligatoria)

• Escandell Vidal, M. Victoria (2014): La comunicación. Madrid: Akal, capítulos 3


y 4.
Tema 6. Objetivos comunicativos y cortesía

En esta parte de la asignatura nos vamos a ocupar de dos temas distintos, pero fuertemente
relacionados: los objetivos comunicativos y la cortesía. Para ello, vamos a hacer referencia a
conceptos que se han expuesto —con más o menos detalle— con anterioridad, en especial
modo a la idea de “representaciones” (Tema 1), a la “fuerza ilocutiva” (Tema 2), a la
“estructura gramatical” o “modalidad” (Tema 2) y a la “distancia social” (Tema 5).
Para entender por qué necesitamos todos los conceptos que acabamos de mencionar,
podemos considerar las oraciones siguientes:
1) Me gustaría que me pusieras un café.
2) ¡Ponme un café!
3) ¿Le sabría mal ponerme un café?
Si nos limitamos a un análisis formal, llegamos a la conclusión que son diferentes: la primera es
una declarativa, la segunda es un imperativo, la tercera es una pregunta. En otras palabras, la
estructura gramatical o modalidad es diferente.
Sin embargo, por nuestro conocimiento de cómo funcionan las
interacciones sociales en la sociedad española, sabemos que en
realidad el objetivo del emisor es lo mismo, es decir, informar al
destinatario del mensaje de que quiere que le ponga un café. En otros
términos, la fuerza ilocutiva es la misma, en el sentido de que en
todos los casos el emisor pretende que el destinatario lleve a cabo
una determinada acción. Es sobre todo gracias a los estudios de Searle
(v. Tema 2) y Daniel Vanderweken (1949 - 2019) que la pragmática ha
desarrollado el concepto de fuerza ilocutiva y, a partir de ello, se ha
Daniel Vanderweken
llegado a proponer una taxonomía de los actos de habla.
¿Pero son las tres oraciones intercambiables? Nuestro conocimiento de las interacciones
sociales en nuestro entorno nos obliga a rechazar esa hipótesis. La oración 2, por ejemplo, nos
resulta aceptable si el emisor es el cliente habitual de un bar y el destinatario es el camarero
que siempre lo atiende. Sin embargo, en la misma situación la oración 3) nos resultaría
exageradamente formal y quizás se podría interpretar como irónica (por ejemplo, se podría
deducir que el cliente lleva mucho rato esperando a que le sirvan un café y escoge un registro
lingüístico formal para conseguir un efecto humorístico). Al contrario, si el emisor es la
embajadora de Irlanda que se dirige a la mujer del embajador sueco al final de una cena en la
residencia del diplomático escandinavo, nos resulta aceptable la 3) pero la 2) nos parecería de
mala educación.
Entre las personas que se dedicaron al estudio de la interacción
entre cortesía y comunicación, la estadounidense Robin Lakoff
(1942 - ) se puede considerar sin duda una precursora. Entre sus
contribuciones, se ha de destacar el haber señalado que claridad
y cortesía son requerimientos separados de la comunicación y
que pueden estar en conflicto. Por ejemplo, si tenemos que
decirle a una amiga que se ha engordado demasiado, tenemos
dos opciones. Podemos decirle directamente “Estás gordísima”
(que es una forma clara pero poco cortés) o “A ver si ahora que
hace buen tiempo salimos a caminar juntos… a todos nos va bien
hacer ejercicio y perder algo de peso” (que es una forma cortés
pero menos clara).
El mérito de haber elaborado el modelo que
mejor integrara la cortesía (entendida como
un reflejo de la distancia social y otros
factores) en la comunicación es de la
americana Penelope Brown (1944 - ) y del
británico Stephen C. Levinson (1947 - ).
Según Brown y Levinson, cada persona tiene
una imagen pública (en inglés “face”) que
quiere mantener a salvo. En las
interacciones de la vida de cada día tienen
lugar acciones que amenazan esa imagen pública. Por ejemplo,
criticar a una persona es un acto de amenaza a la imagen pública del destinatario del mensaje,
mientras que admitir haberse equivocado en algo es una amenaza para la imagen pública del
emisor. Mediante la cortesía, se intenta reducir el daño que una acción supone para la imagen
pública de los interlocutores.
El emisor de cualquier mensaje tiene que determinar el nivel de cortesía más adecuado. Para
hacerlo, según Brown y Levinson ha de tener en cuenta tres factores:
a) El poder relativo (que equivale perfectamente a lo que en el Tema 5 hemos definido
“jerarquía”);
b) La distancia social (desafortunadamente, en este caso podemos incurrir en cierta
confusión terminológica, ya que aquí se define “distancia social” lo que en el Tema 5
se había llamado “familiaridad” y se había presentado como una componente de la
distancia social);
c) El grado de amenaza (también llamado “grado de imposición”) del acto. Se puede
intuir fácilmente que algunos actos resultan más amenazadores que otros. Por
ejemplo, si yo le pido a un compañero de trabajo un pañuelo, ese acto es muy poco
amenazador para mi imagen pública porque —como mucho— el compañero va a
pensar que soy despistado y me he dejado los pañuelos en casa. Sin embargo, si le
pido que me dé dinero para comprarme una botella de orujo a las 9 de la mañana, la
amenaza para mi imagen pública es más elevada, ya que el compañero va a pensar
que tengo dependencia del alcohol (que en nuestra sociedad está estigmatizada).
Brown y Levinson sistematizan también los conceptos de cortesía positiva y cortesía negativa.
Esos conceptos están relacionados de forma muy directa con la idea de imagen pública. La
imagen pública tiene dos vertientes: la positiva y la negativa. La vertiente negativa consiste en
el deseo de cada persona de tener libertad de acción, de no sufrir imposiciones por parte de
los demás. La vertiente positiva consiste, en primer lugar, en el deseo de ser apreciado por los
demás. La cortesía negativa consiste en no amenazar la libertad de acción del destinatario. La
cortesía positiva consiste en reforzar la imagen positiva del destinatario. Por ejemplo, si Juan le
quiere pedir a su amiga Ana que le baje un libro que está encima del armario, le puede decir
“Ana, ¿no te importaría bajarme ese libro”? (cortesía negativa, ya que deja a Ana la libertad de
decidir si quiere o no quiere) o bien puede decirle “Ana, tú que eres tan amable, bájame el
libro” (cortesía positiva, ya que refuerza la buena imagen pública de Ana).
Brown y Levinson describen también cuatro tipos de estrategias que se pueden utilizar para
mitigar la amenaza que un acto representa para la imagen pública. Escandell (1996, § 10.3.4.3)
describe detalladamente las estrategias en cuestión, que aquí nos limitamos a ejemplificar:
• Préstame 10 euros.
• ¿Me prestas 10 euros?
• ¿No te importaría prestarme 10 euros, por favor?
• El cajero no funcionaba y estoy sin dinero.
Bibliografía
Los contenidos del Tema 6 se desarrollan detalladamente en las lecturas que se indican a
continuación. Se
Bibliografía básica (lecturas obligatorias)
Se aconseja leer los textos en el siguiente orden:
• Escandell Vidal, M. Victoria (2014): La comunicación. Madrid: Akal, capítulo 5.
Es obligatorio leer todos los epígrafes del capítulo; sin embargo, no es objeto
de examen el contenido del § 5.4. Tampoco son objeto de examen las
formalizaciones –es decir, las fórmulas lógicas/matemáticas/semánticas–
contenidas en los §§ 5.2.2 y 5.2.3.
• Escandell Vidal, M. Victoria (1996): Introducción a la pragmática. Barcelona:
Planeta. 3.ª edición, capítulo 10.
• NOTA: De ambos textos citados arriba, no son objeto de examen las partes
que se refieren a la teoría de la cortesía según Leech (es decir, las páginas 109-
110 de Escandell 2014, y el § 3.3 de Escandell, 1996).

Bibliografía complementaria (lectura aconsejable)


La Wikipedia es una fuente fácil de consultar, pero a menudo contiene información
poco fiable. La entrada “Politeness theory” de la Wikipedia en inglés es de calidad
aceptable y puede resultar interesante, ya que proporciona varios ejemplos de
situaciones que representan una amenaza para el emisor o el destinatario de un
mensaje. Se recomienda leer la entrada de la Wikipedia después de haber leído la
bibliografía obligatoria.
• https://en.wikipedia.org/wiki/Politeness_theory

Quien lo desee, puede leer la obra clásica sobre la cortesía de Brown y Levinson:
• Brown, Penelope & Levinson, Stephen C. (1987): Politeness: Some universals in
language usage. Cambridge: Cambridge University Press.
Tema 7. La comunicación intercultural

Hasta ahora (es decir, hasta el Tema 6) hemos ignorado un factor importante que desempeña
un papel clave en el proceso de comunicación: hemos dado por descontado que el emisor y el
destinatario comparten todo un conjunto de representaciones. En concreto, hemos supuesto
que comparten un código lingüístico y un conjunto de normas culturales (que no son de
carácter lingüístico).
Imaginemos ahora la siguiente situación. Giulio, Francesca, Edoardo, Chiara y Anna son unos
chicos italianos que están de Erasmus en Barcelona. Todos ellos hablan español con fluidez.
Sus compañeros de estudios españoles se dan cuenta de que todos ellos utilizan el “usted” a la
hora de dirigirse al personal de la universidad (profesores, bedeles, conserjes, secretarios…) y
los tildan de estirados. ¿Están en lo cierto? No, no necesariamente. A lo mejor todos ellos son
efectivamente unos estirados, pero eso no se puede deducir del hecho de que estén utilizando
el “usted” para dirigirse al personal de la universidad. Se trata sencillamente de una
transferencia cultural (también llamada interferencia o error pragmático), ya que en Italia la
forma de tratamiento que se utiliza en la universidad es “Lei”, que desde un punto de vista
gramatical equivale al español “usted”.
El caso de los Erasmus italianos demuestra que para que un hablante se pueda comunicar
eficazmente tiene que controlar dos elementos claramente separados:
1) El código, es decir, el conocimiento del léxico y de las reglas de la gramática;
2) La competencia pragmática, es decir, el conocimiento de un conjunto de normas
culturales específicas que determinan, entre otras cosas, qué elecciones lingüísticas
resultan adecuadas en cada tipo de situación comunicativa.
La parte de la pragmática que se ocupa de la competencia pragmática es conocida como
“pragmática contrastiva” o “pragmática intercultural”.

Bibliografía
Los contenidos del Tema 7 se desarrollan de manera sintética en los siguientes textos de la
bibliografía básica.
Bibliografía básica (lecturas obligatorias)

• Escandell Vidal, M. Victoria (1996): Introducción a la pragmática. Barcelona:


Planeta. 3.ª edición, § 13.1, § 13.2 y § 13.3. La relación entre cortesía y normas
culturalmente definidas ya se ha abordado en el § 10.2 de la misma obra
(Tema 6 de esta asignatura).

Se recomienda también leer el siguiente artículo, para tener una visión más detallada de los
fenómenos de la comunicación intercultural (al ser bibliografía complementaria, los
contenidos de este artículo no son objeto de examen):
Bibliografía complementaria (lecturas recomendadas)

• Olza Moreno, Inés (2005): Hablar es también cuestión de cultura. Introducción


a la pragmática contrastiva o intercultural, Hipertexto, 1, pp. 81-101.
Tema 8. Las bases cognitivas de la comunicación y la estructura de la
teoría lingüística

En esta parte de la asignatura se pretende retomar diferentes conceptos que se han tratado
con anterioridad para integrarlos en un único modelo que explique cómo se puede concebir la
lingüística, en su conjunto, a la luz de la contribución de la pragmática.
La idea de fondo es que la comunicación verbal –come se ha visto con anterioridad– se sitúa
en dos niveles: el de la codificación/descodificación y el de la ostensión/inferencia.
El primer nivel, el de la codificación/descodificación, es objeto de estudio de aquella parte de
la lingüística que podemos definir “gramática”. Del segundo nivel, el de la
ostensión/inferencia, se ocupa la parte de la lingüística que se puede llamar “pragmática”.
Mientras que la gramática analiza los aspectos formales de un sistema lingüístico, la
pragmática considera dos tipos de factores no formales que contribuyen a determinar la
interpretación de los enunciados: a) los factores sociales/culturales y b) los factores cognitivos.
Puesto que la pragmática se interesa por dos tipos de factores diferentes, podemos dividir la
disciplina en dos ámbitos: a) el de la pragmática social y el de la pragmática
psicológica/cognitiva. La pragmática social se dedica a los aspectos “externos”, es decir, a los
condicionantes culturales y sociales que contribuyen a determinar cómo se escogen, cuándo se
utilizan y cómo se acaban interpretando las diferentes formas lingüísticas. La pragmática
psicológica/cognitiva se interesa por los mecanismos “internos”, es decir, por los mecanismos
cognitivos que presiden el funcionamiento del lenguaje.
A partir de esas bases, Escandell (2014, capítulo 14) propone que las disciplinas lingüísticas en
su conjunto se tendrían que estructurar en tres niveles, que van del más concreto al más
abstracto:
1) disciplinas que se ocupan de describir el lenguaje en sus aspectos directamente
observables. La disciplina que más claramente tiene esa propiedad es la fonética, cuyo
cometido es el de medir las características físicas de la comunicación oral;
2) disciplinas que tienen el objetivo de generalizar los principios de fondo de la
comunicación. De ese ámbito formarían parte todas las disciplinas que constituyen la
gramática (que tiene el objetivo de describir las normas lingüísticas internas de la
comunicación), pero también la pragmática social (ya que esta última tiene el objetivo
de generalizar las reglas sociales que presiden la comunicación);
3) disciplinas que tratan de determinar cuáles son los fundamentos más abstractos del
lenguaje (gramática teórica) y cómo el lenguaje interactúa con otros sistemas
cognitivos (pragmática psicológica/cognitiva).

Bibliografía
Los contenidos del Tema 8 aparecen en diferentes capítulos de Escandell (2014), en particular
en el capítulo 2, que quien quiera puede revisar (v. Tema 1). Además, la relación entre las
bases cognitivas de la comunicación y la estructura de la teoría lingüística se desarrolla en:
Bibliografía básica (lecturas obligatorias)
• Escandell Vidal, M. Victoria (1996): Introducción a la pragmática. Barcelona:
Planeta. 3.ª edición, § 13.4 y § 13.5.
• Escandell Vidal, M. Victoria (1996): Introducción a la pragmática. Barcelona:
Planeta. 3.ª edición, capítulo 14.

También podría gustarte