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Jesús sana a diez leprosos – LUCAS 11-17

Un día, siguiendo su viaje a Jerusalén, Jesús pasaba por Samaria y


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Galilea. 12 Cuando estaba por entrar en un pueblo, salieron a su encuentro diez


hombres enfermos de lepra. Como se habían quedado a cierta distancia, 13 gritaron:

—¡Jesús, Maestro, ten compasión de nosotros!

Al verlos, les dijo:


14 

—Vayan a presentarse a los sacerdotes.

Resultó que, mientras iban de camino, quedaron limpios.

Uno de ellos, al verse ya sano, regresó alabando a Dios a grandes voces. 16 Cayó


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rostro en tierra a los pies de Jesús y le dio las gracias, no obstante que era
samaritano.

—¿Acaso no quedaron limpios los diez? —preguntó Jesús—. ¿Dónde están los


17 

otros nueve? 18 ¿No hubo ninguno que regresara a dar gloria a Dios, excepto este
extranjero? 19 Levántate y vete —le dijo al hombre—; tu fe te ha sanado.

En este pasaje vemos que solo uno de los leprosos volvió a agradecer al Señor, esto quiere
decir que ese leproso tuvo una perspectiva diferente, fue consiente de que había sido
sanado gracias a Dios. Los otros leprosos fueron obedientes al mandato de Jesús, pero aún
cuando evidenciaron que habían sido sanados, no se dieron cuenta de lo más importante,
que habían sido sanados gracias a Dios y que sus vidas tal vez podían tomar un rumbo
diferente.

Muchas veces podemos vernos nosotros mismos como estos 9 leprosos, que damos por
sentadas las bendiciones del Señor y a veces no nos damos el tiempo de agradecerle por
las grandes maravillas que ha hecho en nuestras vidas. A veces pedimos demasiado y
agradecemos muy poco.

De esta historia podemos sacar 3 puntos importantes

1) El dar gracias es el resultado de poner los ojos en Cristo. Esto lo vemos cuando el
leproso samaritano se devuelve a dar las gracias a Jesús, porque sabía que él había sido el
responsable de su sanidad y no otro. Y nosotros hermanos también debemos ser
agradecidos como este leproso, entendiendo que todo lo que tenemos lo hemos recibido
solo por la gracia de Dios.
2) Cuando no somos agradecidos es porque estamos enfocados en nosotros y en el
mundo. A veces nos enfocamos mucho en alcanzar metas, tener cosas, y cuando logramos
nuestros objetivos, nos olvidamos de agradecer, porque estamos más preocupados de
engrandecernos a nosotros mismos, que de agradecer al Señor por ayudarnos a alcanzar
nuestras metas.

3) Hemos recibido un bien mayor que cualquiera de los que podemos poseer en la tierra.
Jesús al ver que el leproso había vuelto para agradecerle le dice: tu fe te ha sanado, esto
quiere decir que el samaritano, no solo fue sanado de su enfermedad física, sino que
también había sido salvado, recibió el mejor regalo de todos, la vida eterna. El mismo
regalo que todos nosotros hemos recibido. Muchas veces nosotros nos olvidamos de este
regalo, olvidamos agradecer al Señor por habernos salvado, de habernos sacado de
nuestra antigua vida. Este regalo no se compara a las cosas materiales que podemos tener
en esta vida, por eso hermanos debemos ser agradecidos, tal como lo fue este leproso.

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