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LICEO GUILLERMO VALENCIA

LENGUA CASTELLANA. Grado: VI.


LA SÍLABA.
Objetivos:
1.- Dividir correctamente las palabras en sílabas.
2.- Clasificar las palabras de acuerdo al número de sílabas.
3.- Diferenciar los conceptos de diptongo y hiato.

La sílaba.
Sílaba es cada una de las divisiones fonológicas en las que se divide una palabra. Dicho de otra manera, es
cada golpe de voz, que hacemos, al pronunciar una palabra.
Ejemplos: casa: ca - sa; número: nú - me – ro; perro: pe – rro; Para guay: Pa – ra – guay; Morrocoy: Mo – rro
– coy; lápiz: lá – piz; Angélica: An – gé – li – ca; gato: ga – to; bonita: bo – ni – ta; cuaderno: cua – der – no;
silla: si– lla; ; Covid: Co – vid Camagüey: Ca – ma – güey; vuelo: vue – lo; tomate: to – ma - te.
Fíjate que hay sílabas, que tienen dos o más vocales.

Diptongo, Triptongo, Hiato.


Diptongo: es la pronunciación de dos vocales en la misma sílaba.
Ejemplos:
Escuela, abuelo, anotaciones, puercos, guardar, murciélago, Osvairo, Juan, Mariam, Alicia, vienes, bienes,
viento, aula, pleito, avión, labio.
Escribe 10 palabras que tengan diptongo.

Triptongo: es la pronunciación de tres vocales en la misma sílaba.

Ejemplos:
Limpiauñas, Anunciáis, Uruguay, Miau, Cambiáis, Parodiáis, Paraguay, Guau, Semiautomático,
Cuauhtémoc, Amortiguáis, Buey, Criais.

Escribe 10 palabras que tengan triptongo.

Hiato: El término hiato es de origen latín hiatus,  que significa “abertura” o “separación”

El hiato se da cuando una palabra tiene dos o tres vocales consecutivas pero en diferentes sílabas.

Hiato es la imposibilidad de pronunciar un diptongo o un triptongo. Esta imposibilidad se puede dar por dos
razones:

1.- Porque las vocales sean abiertas: a, e, o.


Una vocal abierta es la que requiere una abertura mayor de la boca entre el paladar y la lengua. Las vocales
abiertas son: a, e, o.

Ejemplos:
Leer, Asaab, cooperativa, Leonardo, Isaac, Isaacs, Leobardo, Aarón, aéreo, Canaán, creer, proveer.

Escribe 10 ejemplos diferentes, de hiato, en el que las vocales sean abiertas. Vuelve a leer los ejemplos
anteriores.

2.- Porque las vocales sean cerradas y acentuadas; entonces se les colocará una tilde. .

Una vocal cerrada es un sonido vocal cuya pronunciación requiere una abertura mínima entre la lengua y el
paladar, Las vocales cerradas son: i, u. Se llaman cerradas porque los labios se cierran un poco, cuando
pronunciamos estas vocales.

Ejemplos:
Raúl, búho, maíz, raíz, tahúr, país, tía, lío, río, Montería, zapatería, pío.

Escribe 10 ejemplos diferentes, en los que las palabras pertenezcan a esta explicación. Vuelve a leer los
ejemplos anteriores.

ACTIVIDAD.
1.- Lee el fragmento de “El gritón”.
2.- Escribe de qué se trata.
3.- Responde:
a.- ¿Cómo te imaginas a la persona que escribió el cuento. Por qué?
b.- ¿Cómo te parece el cuento?
c.- ¿Crees que debemos tener miedo de estos relatos. Por qué?
4.- Escribe qué es sílaba y haz un listado con las palabras bisílabas, dos sílabas; con las trisílabas, tres
sílabas; con las tetrasílabas, cuatro sílabas; y las pentasílabas, cinco sílabas; que estén en el relato.
5.- Escribe qué es diptongo y haz un listado con las palabras que tienen diptongo; que estén en el relato.
6.- Escribe qué es hiato y haz un listado con las palabras que tienen hiato; que estén en el relato.
7.- Busca el significado de las palabras subrayadas y cópialas en tu cuaderno.
8.- Escribe una oración con cada palabra.
9.- Copia un cuento que te dé miedo. Puedes inventarlo.

EL GRITÓN.
Fragmento del relato del Compae Goyo.
Ahora recordó lo que le contó Clímaco.
"A mí me salió el Gritón. Lo vi con estos ojos que se los comerá el gusano. Antes de que me privara del susto
lo pude detallar. Es un espanto enorme con dientes afilados y babosos. Sus ojos botan candela y hiede a
azufre".
-¡José Clímaco! ¡Cállate! ¡Ni quién te crea!
Dejó de reír, porque los cerdos, como presintiendo algo, corrían desesperados, chapoteando en el fango y
gruñendo incesantemente. Esa inquietud animal lo alertó. Por vez primera intuyó que había cometido una
imprudencia respondiendo a los gritos del extraño. Se sintió incómodo, por eso apretó el paso.
De repente sintió que la tierra temblaba. Y reventando el ámbito de la montañita de Jeremías, se escuchó de
nuevo el horroroso grito.
"¡Es el Gritón!". - Se dijo José María, y se creyó enloquecer.
No le importaron los cerdos. Corrió como un poseso, pero el fango, la tierra trepidante, el aguacero, los
árboles que amenazaban aplastarlo y la noche pringada de manchas móviles, lo apartaron de la trocha y se
encontró perdido en la montaña. Por donde corriera lo atajaban los bejucos, lo herían las zarzas, lo rompían
los troncos. Todo a su alrededor era confuso, misterioso, alucinante.
Una claridad de fuego fatuo se hizo de pronto. Y esta tonalidad de azul vidrioso le dio a la montaña un color
fantasmagórico. La cabeza se le puso grande y le zumbaron los oídos. Todos los pelos se le erizaron y los
poros se le abrieron dejando escapar un mar de sudor que lo empapó de pies a cabeza. José María, con los
ojos afuera de sus órbitas, no dio crédito a lo que estaba viendo. ¡El Gritón!
Y el Gritón estaba frente a él. Y él, al verle los ojos que chisporroteaban, el cuerpo peludo y de color azulado,
la boca enorme y chasqueante, los dientes afilados y babosos, se llenó de pánico que lo hizo encanecer. En
ese momento no tuvo acción para huir. Parecía clavado en la tierra y ya el Gritón lo tenía casi encima. Pero
rompiéndose los músculos, desjarretándose por el esfuerzo dio un tremendo salto y se encaramó en una
varasanta.
Hasta ahí llegó el monstruo, y con la furia de todos los diablos gritó tres veces, pero la resonancia de estos
tres gritos le pareció un alarido inmenso y espeluznante que creó un vacío alrededor del árbol. José María se
sintió sin aire. Media selva fue arrancada por un brazo invisible y al pie de la varasanta se abrió un cráter
dentoso y profundo por donde salía un vaho pestilente y asfixiante.
El demonio mirando a José María, rugió:
-¡Anda y agradece a lo que sabes, o yo te hubiera enseñado a no andar de noche por la selva!
Como eco de esa voz endemoniada reventó un relámpago, y luz y trueno a la vez dejaron un fuerte olor a
azufre. En ese mismo momento se formó un remolino de hojas, de troncos, de ramas, de bejucos, de chillidos
de murciélago. Un remolino cuyo cono se hundía en el cráter y silbaba con una frecuencia tan alta, que José
María sintió que se le derramaba la sangre por los oídos. La varasanta impulsada por el viento desatado
vibraba como una cuerda que gemía golpeada por una mano misteriosa. Parecía una cosa viva. Ahora se
retorcía con ganas de quebrarse; se alargaba y se encogía con ansias de elevarse, y así, enloquecida,
bregaba tirar por tierra a José María que agarrado precariamente, con brazos, pecho y alma, se sostenía en la
parte más alta. De súbito se aplacó el terrible estrépito.
El cráter quedó cegado por las miles de cosas que arrastró el remolino y todo desapareció quedando ese
lugar como si nada hubiera sucedido: liso como antes, con hojas como antes, con barro como antes.
Solamente quedaba en el ambiente, un leve olor a azufre.
José María encaramado en la varasanta esperó a que aclarara.
Ahí cerquita estaban durmiendo los cerdos. Una lluvia menudita, un olor a oxígeno, un trinar de pájaros, le
confirmó que el peligro, realmente, había pasado. El frío le atenazaba los músculos y recordando que había
empeñado su palabra, bajó del árbol, despertó los cerdos y los fue arreando hasta el matadero de la ciudad.
Recibió el pago por su trabajo. Y acariciando los billetes ajados y sucios, con la simpleza de un gesto
mecánico, los guardó en sus bolsillos. Sacudió las abarcas para arrancarles barro y miedo. Miró la ciudad con
ojos neutros y cogiendo el camino de su pueblo, se dijo: "¡Eres orgulloso, José María!".

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