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LISBETH ROSARIO

Matricula No.2017-00142

EL CODIGO DE ETICA DEL ABOGADO EN REPUBLICA DOMINICANA.-

La Ética.- El término ética hace referencia a la ciencia filosófica encargada de estudiar o


reflexionar sobre la moral, pero como la moral tiene un carácter humano y social, podemos
acotar, que la Ética es la disciplina filosófica que estudia el comportamiento moral del hombre
en sociedad, como pudimos ver en el glosario de la primera facilitación; Ahora bien, la ética
profesional es la parte de la ética que se preocupa de la reflexión sobre el comportamiento del
profesional respecto de su profesión. 1

Dentro de lo que es la ética general encontramos como deberes fundamentales del


profesional una serie de pautas, sin embargo antes definiremos lo que se conoce como
deberes.

Los deberes son exigencias, imposiciones indeclinables, recaídos sobre la responsabilidad del
individuo que mientras mejor los cumple, más derecho tiene a la feliz convivencia social.
Como medio más apropiado para organizar una verdadera actuación profesional, cada
profesional tiene la obligación de convertirse en medio ejecutor del imperativo categórico de
su investidura, por lo cual es esencial disciplinar sus actuaciones técnicas y científicas,
perfeccionar su carácter y fortalecer su conducta dentro de las normas éticas.

Entre los deberes fundamentales del profesional encontramos:

i.         La honradez: es una cualidad reflexiva al servicio de toda persona respetuosa de su


dignidad. Tiene como fin no engañar ni engañarse a sí mismo.

ii.        La honestidad: radica en la confianza y el respeto que la persona o profesional será


capaz de recibir, por comportarse como un elemento insobornable.

iii.      El estudio: este levanta los niveles intelectuales y prepara al hombre a pasar por la vida
conociendo lo útil y provechoso de ella para el fortalecimiento de las ideas progresistas y el
auge de los sistemas modernos.

iv.       Independencia: es la autonomía conquistada por la superación científica y técnica, y el


espíritu de libertad que embarga al individuo. Es el actuar por cuenta propia en el ejercicio de
sus actividades. Ser dueño de su propio destino.

v.        Carácter: es el conjunto de hábitos que forman en el individuo la conducta superior, la


cual lo hace apto para afrontar las contingencias de la vida y con altura moral decidir lo que
debe hacerse rectamente. Además, podría decirse que es el control de los impulsos y
moderador de la voluntad. El profesional de carácter representa una garantía para los
intereses que maneja en su vida social.

vi.       Cortesía: las formas afables en el trato social son etiqueta que siempre debe llevar el
profesional para distinguirse de la gente vulgar o tosca. La palabra amable, los ademanes
moderados y las maneras gentiles son sus elementos peculiares.
vii.     Investigación: es la sistematización de los conocimientos mediante la investigación
científica, constituyendo esto una tarea relevante del profesional. Se ubica al mimo nivel de
los grandes progresos exigidos por la dinámica social.

viii.    Puntualidad: el tiempo tiene un gran valor, tanto para nosotros como para quienes
requieren de nuestra atención y servicios profesionales. En este aspecto se traduce nuestro
valor y respeto por los demás, haciéndonos distinguir entre aquellos quienes desprecian todo
lo que les sea ajeno, como es en este caso: el tiempo de los demás.

ix.      Discreción: significa saber guardar silencio de los casos que se ven y se hacen, cuando
estos ameritan secreto y es un rasgo de altura moral del individuo. Es la garantía moral
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accesoria de la personalidad que inspira al individuo a querer confiar el secreto, seguro de
que sabrá solo responder con el silencio.

x.        Prestigio del profesión: a nuestro parecer, la profesión en si no es la que da el prestigio


al profesional, sino viceversa, es el profesional que la reviste de tal cualidad, en cuanto actúa
con el cumplimiento del deber impuesto por las obligaciones propias de la carrera con el
empeño de superación, la potencialidad de la cultura, el revestimiento interior y exterior de
dignidad que debe poseer cada profesional.

xi.      Equidad en el cobro de honorarios: las tarifas de los profesionales son una guía para el
cobro de los honorarios, hechas por entes externos a la profesión más no ajenos a la labor en
que incurre el profesional.

El abogado, en cuanto a ética se refiere es uno de los profesionales que mayor impacto causa
en una sociedad, pues es quien es llamado como auxiliar de justicia otorgado por la ley, a
defender los intereses de las personas que le han lesionado un derecho, por lo tanto deben
regirse por una conducta integra e intachable, honorable, justa, etc.

La ética del profesional del derecho de la República Dominicana, está regido por el código de
ética del colegio de abogados, el cual estipula la normativa del comportamiento de los juristas.

Mediante el Decreto No. 1290 de fecha Dos (2) de agosto del año 1983, se ratifica el Código
de Ética del Colegio de Abogados de la República Dominicana. Instituido, mediante el decreto
no. 1290 se convirtió en el documento oficial que rige el aspecto ético de los profesionales de
la Abogacía de todo el país, el mismo fue elaborado por el Colegio de Abogados de la
Republica Dominicana, entidad que aglutina a los profesionales del derecho y quién vigila el
correcto comportamiento de los abogados conforme a lo estipulado en el Código de Ética.
Este código está estructurado en siete (7) capítulos y 77 artículos, de los 7 capítulos que
componen el código cinco de ellos se concentran en lo relativo a los principios generales de la
Deontología y los dos restantes capitulo tratan lo relativo a las sanciones y a reglamentar las
sanciones disciplinarias a ser aplicadas a los profesionales del derecho que no observen los
principios éticos y morales planteadas en el código

Los principios morales consagrados en ese código establecen una serie de parámetros por los
cuales el abogado debe regirse, ya que ello, permitirá un correcto comportamiento jurídico
profesional para que no resulten agraviadas las personas que requieran del servicio de los
juristas, mantener la armonía social y la carrera de derecho como profesión digna de ser
imitada por otros profesionales que gozan de sus propios códigos éticos.

Todos estos esfuerzos garantizarán clientes satisfechos y, por lo tanto, algo que hoy en día,
como existe una gran crisis de valores éticos, es muy complicado conseguir, así como a
recomendaciones futuras de dichos clientes hacia otros que sean potenciales. Por ello, vale la
pena apostar por una conducta estrictamente ética en el ámbito laboral del derecho, ya que
sus frutos a corto y largo plazo son más que evidentes.

Los Deberes Esenciales Del Abogado Son: la probidad: es la representación que hace un
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abogado a nombre de su cliente, la cual debe ser llevada con un alto nivel de dignidad; La
independencia: la Independencia del abogado es propia del perfil de la carrera porque
estamos ante un profesional liberal, que no se encuentra subordinado a un superior, sino a lo
que sus principios y su preparación académica le pauten; La moderación, la cual implica en
no incurrir en abusos, es obedecer ciertos parámetros éticos y morales que le exige su oficio;
y La confraternidad, la cual consiste en no incurrir en una competencia desleal respecto de
sus colegas abogados, respetando la labor de los demás como la propia.

Debe actuar con dignidad tanto en el ejercicio de su dignidad como en su vida privada, debe
ser leal y veraz, no deberá aconsejar ningún acto fraudulento contrario a sus principios.

No deberá olvidar que como auxiliar y servidor de la justicia, su cometido es defender los
derechos de su cliente con diligencia y estricta sujeción a las leyes.

Sus alegatos verbales o escritos deberán ser siempre moderados y precisos, con una energía
adecuada, sin exigencias sino peticiones, solicitudes humildes pero bien fundadas y con base,
tanto legal como en los hechos. Deberá omitir expresiones sarcásticas o violentas.

Función Social Del Abogado: con el paso del tiempo el Estado comienza a observar que el
resultado del proceso judicial no es extraño al interés, pues en todo proceso se encuentra la
aplicación de la ley, o sea, el respeto de la voluntad colectiva. La sociedad espera que el
abogado sea el sostén de sus instituciones jurídicas.

La moralidad del abogado no se limita al buen ejemplo sino a la acción, al cambio. La


abogacía tiene implica la representación realidad civil de la comunidad. Sin embargo, hoy,
ciertos abogados se caracterizan por su interés lucrativo por encima del interés social,
mientras muchas personas, esperan que nosotros los abogados, seamos, defensores del bien
común y de la justicia, y que así dirijamos la conducta de los pueblos hacia la construcción de
un orden social conforme a las condiciones de un ideal más humano, para lo que deberá
despojarse de su egoísmo.

Los abogados debemos cultivar sus virtudes profesionales y formación integral mediante el
estudio y el seguimiento de las normas morales es decir, debemos mantenernos estudiando y
actualizándonos, a los fines de convertirnos en entes de cambio en la sociedad, lo cual nos
llevará a proponer soluciones que estén orientadas al bien en todos los aspectos que sea
posible. Esto va de la mano de nuestra capacidad, talento y experiencia al servicio de la
justicia.

 Debemos ser disciplinados, firmes y sensibles en nuestras vidas profesional y privada.


 Debemos ser unos fieles intérpretes de la ley, guardianes y defensores de los principios
jurídicos, de la justicia y la verdad.
 Debemos ser responsables, puntuales.
 Debemos actuar con serenidad y fe en la causa de nuestros clientes.
 Debemos ser honestos, veraces, prudentes.
 Debemos ser dignos de fiar y de respeto, incapaces de cometer fraude.
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En cuanto al cliente, los abogados tenemos un compromiso especial con el cliente, debe
actuar con responsabilidad y diligencia. Debe estar atento de los plazos legales respecto de
los actos del procedimiento. Debe comprometerse a poner todo su esmero, su saber y
habilidad para realizar una defensa útil.

Debemos adoptar una actitud de servicio. Si por nuestra negligencia perdemos una causa, es
evidente que con ello cometemos una injusticia. La Bondad de nuestro papel consiste, sobre
todo, en la absoluta separación entre nuestro interés personal y el del cliente, en la
independencia desapasionada del juicio que debe conservar frente a su cliente.

Con el Cliente.-

Los profesionales del derecho, salvo que la ley disponga lo contrario, tenemos absoluta
libertad para aceptarlo, rechazar los asuntos en que se solicite nuestra intervención, sin
necesidad de expresar las causas que lo determinen a ello. Sin embargo, es racional que nos
abstengamos de defender una tesis contraria a nuestras convicciones políticas, sociales o
religiosas, y que no nos hagamos cargo de defender un caso semejante a otro que ha atacado
ante los tribunales, es decir, sólo debemos aceptar el asunto que permita un debate serio,
sincero y legal.

Los abogados debemos servir a nuestros clientes con eficiencia y diligencia para hacer valer
sus derechos, sin temor a provocar animadversiones o represalias de autoridades o
particulares, sin embargo, no debemos renunciar a nuestra libertad de acción ni dejar de
obedecer a nuestra conciencia, y no podremos exculparnos de un acto ilícito de nuestra parte
atribuyéndole a instrucciones de sus clientes.

Los Abogados jamás deberemos asegurar a nuestros clientes que su asunto tendrá éxito para
inclinarlo a litigar, al contrario, estamos obligados a imponer a nuestros clientes las
circunstancias imprevisibles que puedan afectar la decisión del asunto: solamente deberemos
dar nuestra opinión sobre los méritos del caso; deberemos siempre favorecer un arreglo justo.

Las relaciones entre los Abogados y sus clientes deberán ser siempre personales o por
intermedio de personas legalmente autorizadas, ya que la responsabilidad es directa y por
consiguiente, no debemos aceptar asuntos por medio de agentes excepto cuando se trate de
instituciones altruistas, que prestan asistencia legal y gratuita a los necesitados.
 Al ser contratado como Abogado para representar a una persona jurídica, no estamos
obligados a prestar nuestros servicios en los asuntos particulares de las personas físicas que
constituyen aquéllas.

 Al ser contratados como abogados para un juicio debemos revelar a nuestros cliente las
relaciones que tenemos con la otra parte, así como de cualquier interés que pueda tener en la
controversia, y declarar si estamos sujetos a influencias que sean adversas a los intereses de
nuestros clientes, si el cliente desea contratar nuestros servicios de todos modos, será con la
plena revelación de los hechos.

Los Abogados no debemos olvidar que el derecho de representación se le otorga en


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consideración a nuestro título y no nos faculta para actuar en beneficio propio, sino que antes
bien, cuanto obtuviere dentro de nuestra gestión pertenecerá exclusivamente a su cliente.

Una vez que los abogados aceptamos patrocinar un asunto, no podremos retirarnos sino por
causa justificada superveniente que afecte nuestra reputación, amor propio o conciencia, o
que pueda implicarnos un incumplimiento con las disposiciones morales o materiales de parte
del cliente para con nosotros.

Como Abogados debemos procurar que nuestra clientela mantenga una actitud correcta y
respetuosa tanto con los Magistrados y funcionarios como con el Abogado de la contraparte y
con los terceros que intervengan en el juicio. Si el cliente persiste en su conducta incorrecta,
debemos renunciarle su patrocinio.

Cuando descubrimos en el curso de un juicio que ha ocurrido algún error o impostura


mediante el cual nuestro cliente se beneficia injustamente, debemos comunicar tal hecho a fin
de que sea corregido y no debemos aprovechar la ventaja que podríamos obtener al
respecto. En caso de que nuestro cliente se niegue, debemos renunciar a continuar
prestándole su patrocinio.

 Si en el curso de un asunto, entendemos que debemos cesar en la prestación de nuestros


servicios a algún cliente, debemos prevenirlo a tiempo para que se provea de otro profesional,
si lo creyere conveniente a sus intereses y procurar que el cliente no quede indefenso.

Cuando en causa criminal se nos confiere la defensa de oficio, podremos exigir de nuestra
defensa el pago de honorarios, siempre que el reo tuviere medios económicos.

Como abogados debemos siempre reclamar a nuestro cliente, una provisión para los gastos
indispensables de procedimiento, pero esa entrega no debe ser considerada como imputable
a los honorarios, ni podemos conceptuar que ella nos pertenece como propia.

Debemos otorgar recibos a nuestros clientes por las entregas de dinero que nos hiciere como
anticipo o cancelación de honorarios, o bien como gastos.

Los Abogados debemos celebrar con nuestro cliente el contrato por escrito en el cual se
especificarán las condiciones de los servicios y todo lo relativo al pago de los honorarios y
gastos, y- se firmará por ambos, conservando cada parte un ejemplar del mismo.
Los Abogados no debemos, a excepción de nuestros honorarios, adquirir interés pecuniario
en el asunto que se ventila y que estemos dirigiendo o que hubiéremos dirigido.

Tampoco podremos adquirir, directa ni indirectamente, bienes vendidos en remates judiciales


en asuntos en que hubiéremos participado.

Como abogados, debemos dar aviso inmediatamente a nuestro cliente sobre cualesquiera
bienes o sumas de dinero que recibamos en su representación y debemos entregarlo
íntegramente tan pronto como nos sean reclamados. Es una falta de ética que los abogados
hagamos uso de fondos pertenecientes a nuestra clientela sin su consentimiento, además del
delito que dicho acto genera.
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Después de aceptado un asunto y aunque no haya sido aún iniciado el juicio, no podemos

Sin consentimiento del cliente, no podemos colocar a un colega en nuestro lugar,


especialmente si tal sustitución implica la elevación de los honorarios. Sin embargo, en caso
de impedimento súbito o imprevisto, puede hacerse el reemplazo, dando aviso inmediato al
cliente.

Los abogados no debemos tratar nunca con el adversario de nuestro cliente, sino con el
colega que lo dirija. Más, si por cualquier circunstancia tuviésemos que hacerlo, debemos
informarle de nuestra posición de defensor de su contrario. Asimismo debemos evitar las
persecuciones excesivas, los gastos inútiles y toda medida o diligencia que no sean
necesarias para la defensa de nuestro cliente.

Los Honorarios.-

Los abogados no podremos pactar convenios cuya cuantía sea inferior al monto mínimo al de
los honorarios establecidos por la ley. No podremos ser tampoco mayores del 30% del valor
de los bienes o derechos envueltos en el litigio, según la ley No. 302 del 18 de junio de 1964
sobre Honorarios de los abogados.

Los profesionales en derecho debemos procurar el mayor acierto al estimar nuestros


honorarios. Debemos evitar el error, tanto por exceso como por defecto, pues la dignidad
profesional resulta comprometida si el cobro es demasiado alto o exiguo, esto último si no se
trata de racionales casos de excepción.

Es una práctica recomendable la de que convengamos con nuestros clientes la suma que éste
debe abonarnos por los honorarios, indicando con claridad la forma de pago, antes de tomar a
nuestro cargo la dirección del asunto. Se aconseja la estipulación de que los honorarios sean
cubiertos en tres cuotas iguales, pagaderas al presentarse la demanda o la contestación, la
querella o la defensa; al fallarse el negocio en primera instancia, y a la terminación del juicio.

En la apreciación de los servicios que deben ser retribuidos, recomiéndese tener en cuenta, si
es posible en forma separada:

a) Las actuaciones esenciales establecidas por la ley para el desarrollo del juicio en las
distintas instancias.
b) Los incidentes ocasionales; y

c) Los trabajos fuera del expediente: conferencias, consultas, correspondencias y otras


gestiones diversas.

Para la estimación del monto de los honorarios se recomienda la consideración de los


siguientes factores:

a) La importancia de los trabajos y la cuantía del asunto

b) El éxito obtenido, en toda su trascendencia;

c) La novedad y dificultad de las cuestiones jurídicas debatidas; 7

d) La experiencia y especialidad del profesional;

e) La fortuna o situación pecuniaria del cliente;

f) El carácter de la intervención del profesional, esto es si trata de trabajos aislados o de


servicios fijos y constantes;

g) La responsabilidad que se derive para el profesional de la atención del asunto; y

h) El tiempo tomado por los servicios prestados.

Los profesionales en derecho debemos evitar los cobros judiciales por honorarios hasta donde
sea compatible con nuestro derecho a percibir una retribución razonable por nuestros
servicios. Los honorarios pueden convertirse en un sueldo fijo, anual o mensual, siempre que
el importe de los mismos constituya una adecuada retribución de los servicios profesionales.

El Secreto Profesional.-

El secreto profesional constituye a la vez un deber de cuyo cumplimiento ni ellos mismos


pueden eximirse; es un derecho con respecto a los jueces, pues no podría escuchar
expresiones confidenciales si supiese que podía ser obligado a revelarlas. Y llamado el
profesional en derecho a declarar como testigo, debe concurrir a la citación; pero en el acto y
procediendo con absoluta independencia de criterio, deberá negarse a contestar aquellas
preguntas cuya respuesta, a su juicio, sea susceptible de violar el secreto profesional.

La obligación del secreto se extiende a las confidencias efectuadas por terceros al profesional
en derecho en razón de su Ministerio. Por eso debe guardar reserva acerca de las
conversaciones llevadas a cabo para realizar una transacción que fracasó, y respecto de los
hechos que ha conocido sólo por tal medio. El secreto cubre también las confidencias
intempestivas de los colegas.

La obligación del secreto cede a las necesidades de la defensa personal nuestra, cuando es
objeto de persecuciones de nuestro cliente. Puede revelar entonces lo que sea indispensable
para su defensa y exhibir, con el mismo objeto los documentos que aquél le haya confiado.
Como abogados guardaremos el más riguroso secreto profesional. Este deber fundamental
subsiste íntegramente después que hemos dejado de prestarle nuestros servicios al cliente.
Como abogados, tenemos el derecho de negarnos a testificar contra nuestro cliente y
podremos abstenernos de contestar cualquier pregunta que envolviese la revelación del
secreto o la violación de las confidencias que nos haga nuestro cliente.

Tampoco podemos los Abogados comunicar a terceras personas lo que llegare a nuestro
conocimiento por causa de nuestra profesión. Queda comprendido dentro del secreto
profesional, todo cuanto un Abogado trate con el Abogado representante de la parte contraria.

El deber de guardar el secreto profesional se extiende a las confidencias hechas por terceros
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al Abogado en razón de su ministerio, y a las derivadas de las conversaciones necesarias
para llegar a un arreglo que no se efectuó. El secreto debe comprender también las
confidencias de los colegas.

Los Abogados no debemos intervenir en asuntos que puedan conducirnos a revelar un


secreto, ni utilizar en provecho propio o de nuestro cliente las confidencias que hayamos
recibido en el ejercicio de nuestra profesión, salvo que obtengamos el consentimiento previo y
expreso del confidente.

La obligación de guardar el secreto profesional comprende también los asuntos que el


Abogado conozca por trabajar en común o asociado con otros o por intermedio de empleados
o dependientes de estos.

Si somos acusados judicialmente por nuestro, estaremos dispensados de la obligación de


guardar el secreto profesional en los límites necesarios e indispensables para nuestra propia
defensa.

Cuando un cliente nos comunica su intención de cometer un delito, podremos, según nuestra
conciencia, hacer las necesarias revelaciones a objeto de evitar la comisión del delito para
prevenir los daños morales o materiales que puedan derivarse de su consumación.

La manifestación del secreto profesional está sancionado en nuestro país, por tener la
intención de dañar. Es el artículo 377 del Código Penal que castiga con prisión correccional de
1 a 6.

En los Tribunales.-

Los abogados debemos observar frente al juez una postura adecuada ya que le debemos
respeto a las autoridades públicas y a la ley desde que ingresamos a la profesión. Debemos
tratar al juez con solemnidad, incluso fuera de la audiencia debemos de abstenernos de
hablar con el juez e incluso evitar el tono familiar para con el juez durante la audiencia. Los
escritos deben ser leídos con respeto y moderación. La puntualidad forma parte de su
conducta correcta.

Confraternidad entre Abogados.-


La confraternidad como sinónimo de solidaridad es el factor determinante ya que es la
materialización del esfuerzo común hacia objetivos elevados. Mediante ella se establece la
probidad del abogado para facilitar la discusión de los abogados. Se caracteriza por la
interdependencia y sentido de unidad. Deben de hacerse concesiones razonables con tal de
no perjudicar al cliente, como obtener reenvíos o concesiones de plazos.

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Consideración Final.-

La posibilidad de regularizar las conductas profesionales del abogado surge cuando las
sociedades deciden establecer un conjunto de pautas de obligada observancia, con el objeto
de preservar su honorabilidad, honradez, responsabilidad, fraternidad, dedicación, lealtad,
justicia, respeto, entre otros.

Estos principios éticos, señalados anteriormente, es válida tanto en lo personal como en lo


profesional y determina la conducta para decidir cuál es la decisión mejor entre las posibles de
realizar en una situación concreta.

Está claro que los códigos de Ética no pueden suplir la responsabilidad de la decisión
personal., pero un código tiene que aspirar a ser verdaderamente regulador, y debe proteger
el interés público y también debe ser fomentado a ser cumplido y los abogados deber ser
sancionados cuando no lo hayan cumplido, de lo contrario solo sería letras muertas.

En definitiva, los abogados tenemos sobrados principios morales para comportarnos


adecuadamente y poder servir eficazmente a una sociedad que cada día demanda más de
nuestros servicios, hacerlo con desprendimiento y darle el valor que merece la carrera de
derecho.

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