Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
TRABAJO DE INVESTIGACION
N°7
Los baños termales tienen cabida dentro de la hidroterapia, que aplica el agua, ya sea en
estado líquido, gaseoso, fría, caliente o en combinación con otras sustancias, con una finalidad
terapéutica.
Existen diferentes tipos de hidroterapia en función de los distintos efectos que puede ejercer
el agua sobre la salud:
Hidroterapia física. El beneficio para la salud va a depender de las características del agua y de
su aplicación sobre el cuerpo. En este tipo de hidroterapia se encuentran la flotación que, al
experimentar la ingravidez, proporciona una profunda relajación física y mental, o la utilización
de chorros de agua a presión, entre otros.
Hidroterapia química. Según cual sea la composición del agua, el baño termal provocará
diferentes efectos. Se emplean aguas mineromedicinales que contienen diferentes niveles de
sales minerales u otros compuestos. Dentro de la hidroterapia química destaca la
Talasoterapia, que usa agua de mar.
El spa. En este caso, el agua no posee minerales, sales u otros principios activos.
UN POCO DE HISTORIA
Los baños termales tienen su origen en la prehistoria. Se cree que el ser humano copió este
acto de los animales, que cuando se encontraban heridos o enfermos buscaban alivio en los
manantiales naturales de altas temperaturas. Desde ese momento, las cualidades terapéuticas
del agua termal comenzaron a ser respetadas y a ser consideras como un elemento sagrado
hasta nuestros días.
La verdadera devoción por los baños termales comenzó durante la época griega, incluso en la
Odisea Ulises hablaba de las bondades de los baños terapéuticos.
Sin embargo, los romanos fueron los encargados de extender el poder de la hidroterapia sobre
la salud. Durante la Roma Clásica, los baños termales como técnica terapéutica cogieron gran
relevancia por toda Europa. Su idea era la de restablecer el equilibrio normal del cuerpo
mediante la mejora de la salud de los pacientes.
Los balnearios vivieron su época de mayor esplendor como santuarios de la curación a finales
del siglo XIX y principios del siglo XX. Sin embargo, sólo las élites de la sociedad podían acceder
a estos centros.
Actualmente, por fortuna, los balnearios pueden ser visitados por las diferentes clases sociales
y quizás se puede afirmar que los baños termales vuelven a ser una referencia en temas de
salud.
Los baños termales proporcionan numerosos beneficios para nuestro organismo, incluso a
nivel mental. En general, los principales beneficios de los baños termales son:
Relajación total. El baño termal es una técnica terapéutica con la que se relajan
automáticamente el cuerpo y la mente. Contribuye a reducir el exceso de ansiedad, mejorando
el descanso y la calidad del sueño.
Activación de la circulación sanguínea. Los baños de contraste de frío y calor logran provocar
que los vasos sanguíneos se encojan y dilaten de forma sucesiva. Con esto se consigue
estimular la circulación local en las extremidades, lo que contribuye a mejorar la recuperación
de las zonas dañadas, ayudando a reducir la insuficiencia venosa, las arañas vasculares o las
piernas cansadas.
Disminución de contracturas musculares. Las diferentes temperaturas del agua, sobre todo si
se pasa de caliente a fría y viceversa, ayudan a relajar los músculos, aliviando problemas como
la lumbalgia o la tendinitis.
Estimulación del sistema inmunitario. La relajación y bienestar que proporcionan los baños
termales propician la generación de endorfinas. Dicha hormona es clave en la recuperación de
enfermedades físicas y psicológicas y tiene funciones esenciales para la salud.
Eliminación de toxinas. El sudor provocado por los baños de vapor ayudan a nuestro
organismo a eliminar toxinas. También el vaho de las aguas calientes facilita la respiración y
mejora la entrada de oxígeno a los pulmones.
Esta beneficiosa experiencia se complementa con una selección de masajes con delicados
aceites esenciales y rituales exclusivos.
Magmáticas: tienen más de 50ºC y están más mineralizadas, sobre todo con nitrógeno, boro,
arsénico, bromo, fosforo o cobre.
Telúricas: Están a menor temperatura que las primeras y contienen sales, bicarbonato y
cloruros. Dentro de esta clasificación a su vez las podemos clasificar de nuevo dependiendo de
la temperatura del agua, por ejemplo las aguas frías son aquellas que están a menos de 20ºC.
Si la temperatura está entre los 20ºC y los 35ºC son aguas hipotermales. Entre 35ºC y 45ºC,
aguas mesotermales o calientes. Las aguas hipertermales rondan entre los 45ºC y 100ºC y, por
último, encontramos las aguas supertermales en 100ºC y 150ºC.
Aguas ferruginosas: con alto contenido en hierro, lo que son ideales para carencias de hierro,
problemas dérmicos y dietas para adelgazar, ya que son tonificantes. Mejora en estados
carenciales y de debilidad, especialmente cuando es por falta de hierro, como anemias o
hemorragias. También es ideal para los periodos de convalecencia. Esta agua en contacto con
el aire se suele volver rojiza.
Aguas cloradas: son ideales a nivel digestivo, regulan la secreción sebácea de la piel y es
calmante en irritaciones e infecciones cutáneas.
Aguas sulfuradas o sulfurosas: con alto contenido en azufre, se trata de un agua ácida y es
recomendada en tratamientos dérmicos como la psoriasis, infecciones u otras dermatitis. Se
caracteriza especialmente por su fuerte olor a huevos podridos que le confiere el azufre. El
sabor es ligeramente salado. Esta agua suele contener las sulfo-bacterias.
Aguas carbonatadas: con contenido en CO2, bicarbonato de sodio, calcio, cloro o azufre son
idóneas para problemas gástricos como la acidez. Las aguas carbonatadas de baja
mineralización, si son alcalinas y frías se suelen beber para mejorar el PH gástrico, estimula la
secreción pancreática y diurética y ayudan a aumentar el PH de la orina.
Con cobre: ayudan a la síntesis de colágeno, queratina y tienen una importante acción
antiinflamatoria.
Aguas con zinc: es una de las aguas termales con mejor acción regenerante para la piel con
problemas exceso de sebo y caspa.