Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
EXAMEN DE GRADO
Universidad de Valparaíso.
1 Explicación: el pago extingue la obligación, lo que supone que la obligación existía, ya había nacido, y si “nació” de esa
convención, quiere decir que se trataba de un contrato.
Relación entre el acto jurídico y el contrato.
2 Un alcance de orden lingüístico: el Art. 1444 CC no habla de “elementos” sino que de “cosas”. Y los autores comentan que
el legislador ha sido bastante preciso en utilizar esa palabra, ya que la voz “elemento”, en su sentido natural y obvio,
significa que algo es parte constitutivo o integrante de una cosa, y resulta que sólo encajarían en esta definición los
elementos de la esencia, que nunca pueden faltar, en cambios los “elementos” de la naturaleza y los puramente
accidentales no serían elementos, ya que éstos sí pueden faltar.
3 MORENO sostiene que los así llamados “elementos esenciales particulares” no son sino los elementos esenciales
generales con pequeñas modificaciones o particularidades. En efecto, el precio y la cosa en la compraventa, por ejemplo,
constituyen el objeto de la obligación del comprador y del vendedor, respectivamente. Luego, el objeto es un elemento
esencial general, pero en la compraventa, además de los requisitos generales, debe cumplir algunos específicos, y por eso
afirma que aquí sólo hay una modificación de los elementos esenciales generales.
operación de intercambio de bienes, y si falta el precio o la cosa, según la doctrina tradicional el
contrato degeneraría en una donación, contrato en el cual lo que persiguen las partes es
incrementar el patrimonio del donatario y no otro fin diverso. Un buen ejemplo de elementos
esenciales particulares, según esta postura, se halla en las donaciones remuneratorias, las
cuales deben reunir los requisitos que señala el Art. 1433 CC mas, si faltan, la ley las convierte
en gratuitas.
2.- Elementos de la naturaleza o naturales: son aquellos que sin ser esenciales, se
entienden pertenecer al contrato sin necesidad de una cláusula especial. Vale decir, si las
partes nada dicen, esto elementos se incorporan al acto jurídico, pero las mismas tienen la
facultad para modificarlos o incluso eliminarlos. Ejemplos clásicos son la condición resolutoria
tácita4 y la obligación de saneamiento en la compraventa.
3.- Elementos puramente accidentales: son aquellos que ni esencial ni naturalmente
pertenecen al contrato, y que se le agregan por medio de cláusulas especiales. O sea, si las
partes nada dicen, estos elementos no se incorporan al acto jurídico, pero las mismas tienen la
facultad de incluirlas, mediante cláusulas especiales. Tal sería el caso, por ejemplo, de las
modalidades por regla general –digo regla general porque hay modalidades de la naturaleza,
como la condición resolutoria tácita e incluso de la esencia, como la condición o el plazo en el
contrato de promesa–, y de la cláusula penal.
Algunos autores señalan que aparte de los elementos enunciados, los contratos tienen
además elementos característicos, que le dan fisonomía propia, los cuales son:
1.- Que existan intereses contrapuestos: Se critica esto porque de otro modo no se
entendería como el contrato de sociedad es considerado como tal en nuestra legislación. En
efecto, los socios no tienen intereses contrapuestos sino armónicos, ya que todos buscan poner
algo en común en miras de repartir entre sí las utilidades que de ello provenga.
2.- Que el contrato esté destinado a regular una situación transitoria, porque el contrato
es fuente de las obligaciones, y éstas están llamadas a extinguirse. Esto se critica porque de
otro modo no se entendería como algunos contratos que están destinados a regular situaciones
permanentes son considerados como tales en nuestra legislación, por ejemplo, el matrimonio, la
sociedad, el contrato colectivo de trabajo.
3.- Que el contrato esté destinado a regular situaciones con contenido patrimonial:
Esto se critica porque de otro modo no se entendería como el contrato de matrimonio es
calificado como tal en nuestra legislación.
4.- Que las partes se encuentren en una situación de igualdad: Esto también se critica
porque de otro modo no se entendería como los contratos concluidos por adhesión son
considerados como tales.
De ahí que autores como Alessandri, señalen que lo determinante en un contrato es
el concurso de voluntades destinado a crear derechos personales y obligaciones recíprocas,
cualesquiera que sean los intereses de las partes, la duración, y el contenido de sus efectos, y
la situación en que se encuentran las partes.
Consideraciones:
Consideraciones:
La regla general es que los contratos bilaterales sean onerosos y que los unilaterales
sean gratuitos. Sin embargo, de manera excepcional podemos encontrar casos de contratos
unilaterales-onerosos y bilaterales-gratuitos, por ejemplo:
a) Situación del mutuo: el mutuo es un contrato unilateral, porque sólo resulta obligado
el mutuario a restituir el capital prestado, y es por regla general gratuito, porque sólo reporta
beneficio para el mutuario, quien goza del capital prestado. Pero, tratándose del mutuo a
interés, el contrato será unilateral-oneroso, porque el contrato tiene por objeto la utilidad de
ambas partes: la del mutuario que goza del dinero prestado, y la del mutuante, que percibe los
intereses.
b) Situación del depósito: El depósito es un contrato unilateral, porque sólo resulta
obligado el depositario a restituir la cosa depositada, y es por regla general gratuito, porque sólo
resulta beneficiado el depositante. Pero será unilateral-oneroso si se faculta al depositario a
usar la cosa depositada (2200 y 2222 nº 2 CC), pues en este caso resulta de perogrullo que el
depositario también se beneficiará.
c) Situación del mandato: El mandato es un contrato bilateral, porque ambas partes
resultan obligadas, y naturalmente oneroso, puesto que también ambas se benefician. Pero las
partes pueden estipular que el mandante no deba remuneración alguna, caso en el cual el
contrato pasará a ser bilateral-gratuito, pues solo cede en beneficio del mandante.
d) Situación de las cauciones (prenda, hipoteca, fianza): Hay que distinguir:
- En el caso de la prenda y de la hipoteca: Hay que subdistinguir:
a) Si la prenda o hipoteca la constituye el propio deudor: Si se constituyen cuando la
obligación principal ya existe: son contratos gratuitos, porque solo benefician al acreedor
hipotecario o prendario, quien tiene mayores garantías para ver satisfecho su crédito; en
cambio, si se constituyen como un requisito sine qua non que exige el acreedor a su deudor
para que pueda surgir la obligación principal, serán contratos onerosos, porque beneficiarán a
ambas partes. Por ejemplo, si para celebrar un contrato de mutuo, el mutuante exige la
constitución de una de estas garantías. Ambas partes se benefician: el mutuante, porque tendrá
una mayor garantía para ver satisfecho su crédito; y el mutuario, porque gozará del capital que
antes no tenía.
b) Si la prenda o hipoteca la constituye un tercero: Si el tercero recibe una remuneración
por parte del deudor principal, el contrato será oneroso, pues tiene por objeto la utilidad de
ambas partes, pues redunda en provecho del acreedor de la obligación principal y del garante.
Pero seguirá siendo un contrato unilateral, ya que la obligación de remunerar es una obligación
ajena al contrato de garantía.
- En el caso de la fianza: este contrato solo puede ser celebrado por un tercero, y se
aplica lo que acabamos de decir a propósito de la prenda o hipoteca constituida por un tercero
(unilateral-oneroso).
Consideraciones:
1).- Para calificar un contrato de conmutativo o aleatorio hay que estarse al momento de
su perfeccionamiento, siendo indiferente el resultado económico que en definitiva se obtenga.
En efecto, si al momento de perfeccionarse el contrato las partes pueden racionalmente
anticipar su resultado económico, el contrato será conmutativo, aunque en definitiva resulte ser
un mal negocio; y a la inversa, si al momento del perfeccionamiento del contrato no existe esa
posibilidad de anticiparse racionalmente al resultado, el contrato es aleatorio, aunque, en
definitiva, las prestaciones de las partes sean exactamente iguales.
2).- tratándose de los contratos onerosos conmutativos no se exige una equivalencia
matemática, basta con que las prestaciones se miren como equivalentes.
3).- Tratándose del contrato de seguro, algunos autores señalan que, debido al empleo
de la estadística y de la computación, este contrato ha dejado de ser aleatorio para las
compañías de seguro, tomando para ellas el carácter de conmutativo, de modo que conserva el
carácter de aleatorio sólo para los consumidores (López Santa María). Dicen otros autores, sin
embargo, que esto sólo puede predicarse del negocio del seguro en general, pues cada
contrato individualmente considerado sigue siendo aleatorio, incluso para el asegurador. Con
todo, otra parte de la doctrina señala que el contrato de seguro es conmutativo, porque el
asegurado se obliga a pagar la prima y el asegurador a asumir el riesgo, lo que se miraría como
equivalente.
4).- Tratándose de la compraventa, por regla general ésta es conmutativa;
excepcionalmente será aleatoria, en el caso de la compra de la suerte (te vendo toda mi
cosecha de paltas del próximo mes en $500.000: venta pura y simple y aleatoria). Recordemos
que la compraventa será de este tipo cuando las partes así lo han estipulado o cuando de la
naturaleza del contrato aparece que se compró la suerte.
1.- En materia de lesión enorme: La lesión enorme no tiene cabida en los contratos
aleatorios; las partes al celebrarlo de antemano saben que está presente la contingencia
incierta de pérdida o ganancia, de manera que no podría alegarse un perjuicio económico a
consecuencia del desequilibrio en las prestaciones. La lesión enorme sólo opera en los
contratos onerosos conmutativos, en los casos expresamente señalados por la ley.
2.- A propósito de la teoría de la imprevisión: Sólo tiene cabida en los contratos
onerosos conmutativos, porque el cambio de las circunstancias forma parte del escenario de los
contratos aleatorios.
Este problema surge puesto que si nos basamos en el concepto de contrato principal,
deberíamos concluir que el criterio de clasificación atiende a la forma como existe el acto
jurídico; en cambio, si nos basamos en el concepto de acto jurídico accesorio, deberíamos
concluir que el criterio de clasificación atiende a la función que desempeña el acto jurídico (si
cumple o no un rol de caución).
Consideraciones:
1.- Los actos jurídicos accesorios se identifican normalmente con las cauciones. Vale
advertir desde ya que garantía y caución no son lo mismo. Garantía es el género y caución es
la especie. En efecto, garantía es toda institución, contrato u obligación que dé seguridad a un
crédito. Por ejemplo, son garantía y no caución la condición resolutoria tácita, la excepción de
inejecución, el derecho legal de retención, los privilegios.
Las cauciones son cualquier obligación que se contrae para la seguridad de otra
obligación propia o ajena (Art. 46 CC). Pueden ser reales o personales. Son cauciones reales,
las que grava un bien determinado para garantizar el cumplimiento de una obligación, por
ejemplo, la prenda y la hipoteca, la anticresis. Son cauciones personales, las que garantizan el
cumplimiento de una obligación poniendo a disposición del acreedor otro patrimonio en donde
hacer efectivo su crédito, por ejemplo, la fianza, la solidaridad pasiva, etc. De este modo, toda
caución es una garantía, pero no toda garantía es una caución.
2.- Los contratos accesorios tienen por finalidad asegurar el cumplimiento de una
obligación principal, cualquiera sea su fuente, no es necesario que provengan de un contrato.
3.- No hay que confundir los contratos accesorios con los contratos dependientes, que
son aquellos que para producir sus efectos requieren de la celebración de otro acto jurídico
principal, pero que no tienen por objeto asegurar las obligaciones que surgen de él, como sería
el caso de las capitulaciones prematrimoniales, que para producir sus efectos requieren de la
celebración del matrimonio; sin embargo, subsisten por sí mismas y no cumplen un rol de
caución.
4.- En ocasiones es posible que lo accesorio nazca antes que lo principal, y ello es lo
que ocurre con la cláusula de garantía general, que suele insertarse en los contratos de
prenda o hipoteca, y en cuya virtud dicha prenda o hipoteca va a garantizar todas las
obligaciones futuras que contraiga el deudor respecto del acreedor prendario o hipotecario.
Consideraciones:
1).- El Art. 1443 al definir los contratos reales habla de “tradición” lo cual no es correcto,
por cuanto la tradición es una entrega que implica transferencia de dominio, y los actos jurídicos
reales por regla general no son títulos translaticios de dominio, sino que de mera tenencia. El
mutuo, por excepción, es un título translaticio de dominio, y sólo en relación a él está bien
empleada la expresión “tradición”.
2).- No cabe confundir la entrega que perfecciona el contrato real con la entrega que
forma parte del cumplimiento de otros contratos, como por ejemplo, la entrega que hace el
vendedor de la cosa que debe o el arrendador de la cosa que da en arrendamiento.
3).- En Chile no existen los contratos con efectos reales; todos los contratos tiene
exclusivamente efectos personales. En Francia el título basta para transferir el dominio; ello no
ocurre en Chile, pues, como sabemos, para adquirir el dominio no basta el título sino que
también se precisa de un modo.
5 Tradicionalmente se les llama a los contratos típicos se les llama también “nominados”, y a los atípicos “innominados”.
Pero esta nomenclatura es imprecisa, porque desde un punto de vista semántico, las expresiones contratos “nominados e
innominados” significan con o sin nombre, y resulta que los contratos atípicos también tienen nombre, sólo que no han sido
reglamentados por la ley. De ahí que modernamente prefiere hablarse simplemente de contratos típicos y a típicos.
b) Contratos atípicos complejos o mixtos: son aquellos que resultan de una
combinación de dos o más contratos típicos, por ejemplo, el contrato de hotelería u hospedaje,
que mezcla elementos del contrato de arrendamiento de servicios y del depósito; el leasing, que
combina elementos de la compraventa, del arrendamiento y de la promesa, etc.
Esta clasificación tenía gran importancia en el Derecho Romano. En él sólo los contratos
típicos daban acción para exigir su cumplimiento. Hoy en día, en cambio, no la tiene. En virtud
del de la autonomía de la voluntad, las partes pueden acordar cualquier clase de contrato, sin
más limitaciones que la ley, las buenas costumbres y el orden público; y todo contrato, típico o
atípico, tiene igual fuerza obligatoria.
1.- Hay ciertas instituciones que no tienen cabida en los contratos de ejecución
instantánea, por ejemplo: la teoría de los riesgos, la teoría de la imprevisión, la caducidad
convencional del plazo.
2.- La resolución y la nulidad operan con efecto retroactivo en los contratos de ejecución
instantánea y de ejecución diferida; en los contratos de tracto sucesivo, como no cabe destruir
el pasado (por ejemplo, el arrendatario no puede devolver al arrendador el goce de la cosa), la
resolución –que toma aquí el nombre de terminación– y la nulidad sólo operan hacia el futuro.
3) Atendiendo a la extensión de sus efectos. Se distingue entre 1) contratos individuales; 2)
contratos colectivos.
1) Contratos individuales: son aquellos cuyos efectos solo alcanzan a las personas
que han concurrido a su celebración. Constituyen la regla general.
2) Contratos colectivos: son aquellos cuyos efectos alcanzan a personas que no han
concurrido a su celebración. Los contratos colectivos constituyen, por tanto, una excepción al
principio del efecto relativo de los contratos. Tradicionalmente el ejemplo más característico en
nuestra legislación era el contrato colectivo de trabajo, pues antiguamente las estipulaciones del
contrato colectivo eran cláusulas obligatorias para los contratos individuales de los actuales
trabajadores del sindicato, e incluso de los que se incorporaran con posterioridad a la empresa
y se unieran al sindicato. Posteriormente se estableció que las estipulaciones de los contratos
colectivos sólo operan respecto de los trabajadores que habían concurrido en la negociación
por lo cual el contrato colectivo dejó de ser una excepción al efecto relativo. Sin embargo, en
concepto de López Santa María, hoy el contrato colectivo de trabajo puede llegar a configurar
nuevamente una excepción al efecto relativo, en la medida que el empleador decida extender
sus beneficios a trabajadores diversos de aquellos que negociaron inicialmente.
Un ejemplo se presenta en materia de convenios de quiebras en los que, cumpliéndose
con la quora que establece la ley de quiebras, obliga a todos los acreedores, incluyendo los
inasistentes y a los que, concurriendo, votaron en contra.
6 Esta característica es precisamente lo que diferencia al contrato de opción de la promesa. En efecto, en aquél todas las
cláusulas del contrato futuro quedan prerredactadas en la opción, de manera que solo falta que el optante acepte.
ALGUNAS CATEGORIAS CONTRACTUALES Y FORMAS ESPECIALES DE
CONTRATACIÓN.
Conceptos y explicación.
a) Contratos de libre discusión: son aquellos cuyas cláusulas son el resultado de una
deliberación previa y libre entre los contratantes. En este tipo de contratos las partes se
encuentran en un plano de igualdad y libertad, encontrándose su autonomía limitada
exclusivamente por el necesario respecto a la ley, orden público y buenas costumbres.
b) Contratos concluidos por adhesión: son aquellos cuyas cláusulas son dictadas o
redactadas por una de las partes, de manera que sólo le cabe a la otra aceptarlas en bloque, en
el evento de que decida contratar. De este modo, una de las partes, por su superioridad
económica, impone las condiciones contractuales, quedando la parte débil sólo en condiciones
de aceptar o rechazar la oferta, sin posibilidad de entrar a discutir su contenido (“lo toma o lo
dejas”).
Normalmente los contratos concluidos por adhesión se dan en el ámbito de la
contratación masiva o en serie, y la doctrina señala que, en estos casos, la oferta presenta las
siguientes características:
a) Generalidad: la oferta está dirigida a una colectividad, clase o categoría de
contratantes eventuales.
b) Permanencia: la oferta permanece en vigor mientras no es modificada por su autor.
c) Minuciosidad: la oferta se encuentra completamente detallada; todos los aspectos de
la convención, aun los más hipotéticos, son reglamentados por el autor.
Estos tres signos se dan, por ejemplo, en el contrato de seguro; en los contratos de
salud con Isapres; en algunos contratos bancarios; en los contratos de transportes
(especialmente el marítimo y el aéreo), en los contratos de abastecimiento de agua potable, luz,
televisión por cable, etc.
Sin embargo, también es posible concebir el fenómeno de la adhesión en una
convención entre dos personas, caso en el cual la oferta no tendrá, generalmente, las
características apuntadas. En este sentido, López Santa María señala que el rasgo decisivo de
la adhesión se encuentra en otro factor: en el desequilibrio en el poder negociador de los
contratantes. De este modo, el autor de la oferta, por su superioridad (normalmente
económica) respecto del destinatario, está en situación de imponer sus condiciones
7 La cláusula compromisoria es una convención por la cual las partes sustraen del conocimiento de la justicia ordinaria, uno
o más asuntos litigiosos, presentes o futuros, para someterlos al conocimiento de un juez árbitro que no se designa en ese
instante, pero que las partes se obliga a designarlo con posterioridad (P. Aylwin). La diferencia entre la cláusula
compromisoria y el compromiso se halla simplemente que en este último caso, el árbitro se designa en el mismo acto de su
celebración, respondiendo en lo demás a idéntica definición. Algunos autores tradicionales entendía que la cláusula
compromisoria era un contrato preparatorio respecto del compromiso, en orden a que en virtud del primero las parte
sustraen de la justicia ordinaria determinados asunto litigiosos que puede surgir respecto de ciertas materias, entregándolo
al conocimiento de la justicia arbitral, y que en virtud del segundo las partes procedían al nombramiento del árbitro, una vez
surgida la controversia. O sea, tradicionalmente se explicaban estas convenciones desde un punto de vista más bien
temporal. Pero ya se explicó que la distinción es otra y por lo mismo esto está superado.
8 Es aquel en que el vendedor se reserva la facultad de recobrar la cosa vendida, pagando al comprador la suma
estipulada, o a falta de estipulación, lo que le haya costado la cosa (el precio) (Art. 1881 CC). Una opinión muy minoritaria
dice que este pacto representa un contrato preparatorio. La mayoría de la doctrina estima que se trata de una venta hecha
bajo una condición resolutoria ordinaria.
contractuales, de modo que es quien dicta o impone el texto de la convención. El destinatario,
siendo el más débil, no puede discutir la oferta, sino que debe limitarse a aceptarla. Por lo
demás, generalmente, el destinatario carece de la posibilidad real de desechar estas ofertas:
carece de alternativa. Por ejemplo, el asegurado no puede prescindir del seguro, máxime si
este contrato fuere obligatorio o representare un resguardo frente a un régimen de
responsabilidad; tampoco el común de los mortales puede abstenerse al transporte o de otros
servicios indispensables para el desenvolvimiento de la vida moderna. A nivel de los contratos
que no se celebran masivamente puede igualmente hallarse algunos ejemplos. Es posible que
en ciudades en las cuales exista escasez de viviendas, la persona que allí llegue a trabajar por
un tiempo tenga que pagar una renta desmesurada por una casa que logre ubicar y se vea, en
el hecho, forzada a aceptar todas las exigencias del dueño del inmueble.
La doctrina estima que existen reglas de interpretación contractual que son propias de
los contratos concluidos por adhesión: a) la regla de la interpretación en contra del redactor; y
b) la regla de la preferencia de las clausulas manuscritas por sobre las clausulas impresas.
- La regla de la interpretación en contra del redactor: como el oferente redacta e impone
el texto contractual, es natural hacerlo responsable de la oscuridad o ambigüedad de la
convención lo que, en otros palabras, equivale a hacerlo responsable de su mala fe o falta de
cuidado. El Art. 1566 Inc. 2 establece expresamente esta regla: “pero las clausulas ambiguas
que hayan sido extendidas o dictadas por una de las partes, sea acreedora o deudora, se
interpretarán contra ella, siempre que la ambigüedad provenga de la falta de una explicación
que haya debido darse por ella”.
- La regla de la preferencia de las clausulas manuscritas por sobre las cláusulas
impresas: Puede ocurrir que, a pesar de que las clausulas vengan pre redactadas por el
oferente, al momento de la conclusión de la convención se introduzca una nueva cláusula que
modifique o derogue alguna de las ya pre redactadas, omitiendo suprimir la clausula
contradicha por la nueva estipulación. Tratándose de un contrato de libre discusión, el intérprete
debe procurar conciliar las disposiciones contradictorias (Art. 1564 inc. 1 CC: regla de la
armonía de las cláusulas). En cambio, en los contratos concluidos por adhesión la solución
debe ser inversa: debe entenderse que la nueva cláusula es expresión genuina de la voluntad
de ambas partes, y debe primar por sobre la que se encontraba previamente redactada por una
sola de ellas.
Las cláusulas abusivas:
Concepto:
Son aquellas que chocan gravemente con los principios de justicia conmutativa, o que
rompe el equilibrio económico propio de los contratos onerosos, por cuanto implican un una
desproporción en los derechos y obligaciones que nacen del contrato, ya que una de las partes
concentra éstos y la otra aquéllas.
1.- Cláusulas en que unas de las partes se reserva al derecho a resolver unilateralmente
el contrato;
2.- Cláusulas en que unas de las partes se reserva el derecho a suspender
unilateralmente la ejecución del contrato;
3.- Cláusulas en que unas de las partes se reserva el derecho a modificar
unilateralmente el contrato;
4.- Cláusulas en que unas de las partes limita las excepciones que puede oponer la
contraparte;
5.- Cláusulas en que unas de las partes limita los medios probatorios de que puede
disponer la contraparte;
6.- Cláusulas en que unas de las partes limita el ejercicio de las accione judiciales que
puede hacer valer la contraparte;
7.- Cláusulas en virtud de las cuales se altera el onus probandi;
8.- Cláusulas sorpresivas o insólitas, por ejemplo, la que obliga a una de las partes a
celebrar todos los contratos futuros con la misma contraparte.
1.- Sistema de las listas negras: es aquel en que el legislador señala expresamente qué
cláusulas son abusivas, declarándolas ineficaces, de manera que la función del juez es
simplemente constatar si una determinada cláusulas es o no abusiva.
2.- Sistema de listas grises: es aquel en que el legislador establece que cláusulas
potencialmente tendrían el carácter de abusivas, correspondiéndole al juez determinar en cada
caso en particular si la cláusula tiene o no dicho carácter.
3.- Sistema de la cláusula general: es aquel en que el legislador se limita a definir o a
indicar las características generales de las cláusula abusivas, correspondiéndole al juez
determina en cada caso en particular si una cláusula es o no abusiva.
4.- Sistema mixto: es aquel que combina dos o más de los sistemas anteriores, por
ejemplo, en Chile, la ley de protección al consumidor contiene un listado de cláusulas abusivas
(sistema de las listas negras), señalando en último lugar que es abusiva aquella que atenta
contra la buena fe, entendiéndose por ella, las cláusulas que establece una desproporción en la
distribución de los derechos y obligaciones de las partes.
Concepto:
Consideración:
Vale tener presente que entre contrato dirigido y contrato típico existe una importante
diferencia. Sin bien, ambos son reglamentados por el legislador, la regulación del contrato
dirigido es imperativa, y en consecuencia, indisponible para las partes. Por el contrato, la
regulación del contrato típico es casi siempre supletoria o interpretativa de la voluntad de las
partes, y en consecuencia, se aplican sólo en el silencio de los contratantes.
Ejemplo de contrato dirigido es el contrato de trabajo, el contrato de arrendamiento de
predios urbanos, y el contrato de transporte marítimo bajo régimen de conocimiento de
embarque.
La regla general es que los contratos sean voluntarios, es decir, que sean celebrados
por decisión propia de los contratantes, y que éstos determinen libremente la persona de su co-
contratante y el contenido del contrato.
Son aquellos en que una persona tiene el imperativo jurídico de celebrar un determinado
contrato, en razón de una disposición legislativa.
Clases:
Es aquel que responde al concepto de contrato forzoso, es decir, supone que una
persona se encuentra en el imperativo jurídico de celebrar un contrato, en razón de una
disposición legislativa, pero conservando la posibilidad de elegir a la persona de su co-
contratante y la libertad de configuración interna.
Casos:
1.- La persona dueña de un vehículo motorizado debe celebrar un contrato de seguro
contrato de seguro de accidentes personales.
2.- El dueño de un edificio dividido por pisos o departamentos debe celebrar un contrato
de seguro contra incendios.
3.- Todo Carabinero o personal de las fuerzas armadas debe contratar un seguro de
vida.
4.- Una persona para ser designada tutor o curador debe constituir una caución (fianza)
(Art. 374 Inc. 1).
5.- El usufructuario para tener la cosa fructuaria debe celebrar una caución de
conservación y restitución (fianza) (Art. 775 Inc.1).
Casos:
1.-Los agricultores que reciben de préstamos de una institución nacional de crédito,
deben contratar un seguro contra el riesgo de la actividad agropecuaria con el instituto de
seguros del Estado.
2.- Según López Santamaría, hay ejemplos de contratos forzosos heterodoxos cada vez
que el legislador presume la existencia de un contrato, sin que haya manifestación de voluntad.
Por ejemplo:
- La ley presume que, cuando la administración de una sociedad colectiva se realiza por
todos y cada uno de los socios, existe un mandato recíproco entre ellos.
- El mismo mandato recíproco, según algunos autores, presume el legislador entre los
comuneros en el cuasicontrato de comunidad.
- El Código tributario presume que el contribuyente que cesa en sus actividades por
venta, cesión o traspaso de sus bienes, negocios o industrias, ha celebrado un contrato de
fianza con el adquirente, a fin de asegurar el pago de los impuestos adeudados.
1.- Para casi todos los autores los contratos forzosos ortodoxos son contratos, porque a
pesar de que la ley impone la obligación de celebrar un contrato, gran parte de la libertad
contractual se conserva, porque la persona obligada puede elegir la persona de su co-
contratante y la configuración interna del contrato.
2.- Respecto de los contratos forzosos heterodoxos, no hay unanimidad:
a) algunos señalan que, en atención de que la libertad contractual se encuentra
enteramente disminuida, la figura del contrato forzoso heterodoxo no es un contrato
propiamente tal, sino más bien una obligación legal.
b) López Santamaría, defiende la naturaleza contractual del contrato forzoso heterodoxo,
utilizando para ello dos argumentos:
i).- Recurre a la clasificación que Hernández-Gil señala hace de las fuentes de las
obligaciones. Este autor distingue tres fuentes: a) la voluntad con cooperación de la ley; b) la ley
a partir de un presupuesto de voluntad; c) la ley con prescindencia de la voluntad
a) La voluntad con cooperación de la ley: Aquí la fuente primordial es la voluntad, la
cual, con ayuda de la ley, permite hacer nacer la obligación. Incluye en esta categoría a los
contratos típicos, contratos atípicos y la declaración unilateral de voluntad.
b) La ley a partir de un supuesto de voluntad: Aquí la ley impone la obligación desde
el momento en que los individuos observan una conducta voluntaria. Se incluyen aquí los
hechos ilícitos, y la agencia oficiosa.
c) La ley con prescindencia de la voluntad: Aquí la ley impone la obligación a partir de
una determinada situación, al margen de la voluntad. Integran esta categoría el enriquecimiento
sin causa; la responsabilidad objetiva; las obligaciones legales y los contratos forzosos.
Aplicando esta clasificación, López Santamaría señala que un contrato puede quedar
configurado por:
1.- la voluntad con cooperación de la ley: caso de los contratos típicos y atípicos y los
contratos de adhesión.
2.- la ley a partir con cooperación de la voluntad: caso de los contratos dirigidos y de los
contratos forzosos ortodoxos.
3.- la ley con prescindencia de la voluntad: casos de los contratos forzosos heterodoxos.
ii).- Por otro lado, López Santamaría dice hay que separar el acto de contrato del
contrato mismo, de la misma manera como se diferencia el proceso de elaboración del producto
terminado: el acto de contratar puede venir impuesto por la ley, pero el resultado, que es el
contrato forzoso, sigue siendo un contrato.
EL CONTRATO LEY.
Concepto:
Es aquel que celebra el Estado con un particular, obligándose el primero a mantener sin
alteración las franquicias y ventajas concedidas a estos por una ley del Estado.
Explicación.
1.- Para la Corte suprema, estos contratos son plenamente eficaces, de manera que el
Estado resulta obligado a respetar lo pactado en el contrato ley, en base a los siguientes
argumentos:
a) La fuerza obligatoria de los contratos o principio de intangibilidad de los mismos.
b) A través del contrato ley el particular adquiere un derecho personal, y sobre ese
derecho personal tiene un derecho de propiedad, el cual está garantizado por la CPR.
2.- Novoa Monreal sostiene la tesis inversa de la CS, señalando que el Estado conserva
siempre la facultad de modificar las franquicias y privilegios otorgados a los particulares,
mediante la dictación de una nueva ley. Argumenta así:
a) De aceptarse la eficacia del contrato ley, ello supondría que el Estado está
renunciando a parte de su soberanía, lo cual es inadmisible.
b) La CS incurre en el error de darle una perspectiva individualista a un problema de
interés general de la Nación (impuestos o tributos), aplicando criterios de Derecho privado allí
donde habría correspondido resolver en conformidad al Derecho público.
EL CONTRATO TIPO.
Concepto.
Es aquel en que las partes fijan o acuerdan las condiciones generales que tendrán
futuros contratos individuales que se celebrarán masivamente.
Explicación.
Clasificación:
El contrato tipo genera para quienes lo celebran, la obligación de respetar sus cláusulas
generales en los contratos individuales que tengan lugar en el futuro. Aunque vale tener
presente que, tratándose de los contratos tipos unilaterales, si una de las empresas no respeta
dichas condiciones al contratar posteriormente con un particular, el contrato individual es
plenamente válido, ya que al particular el contrato tipo le resulta inoponible, en virtud del efecto
relativo de los contratos. Por ende, las empresas perjudicadas por la violación del cartel no
pueden exigir la ejecución forzada en naturaleza del contrato tipo, pero nada obsta a que pidan
la correspondiente indemnización de perjuicios.
EL SUBCONTRATO.
Concepto:
López Santa María lo define así: es un nuevo contrato derivado y dependiente, de otro
contrato previo de la misma naturaleza.
Requisitos:
1.- Primer contratante: que sólo es parte del contrato base o inicial.
2.- Subcontratante: que es parte del contrato base y del contrato hijo.
3.- Subcontratista: que sólo es parte del contrato hijo.
No hay ninguna norma general que prohíba la subcontratación. Sin embargo existe una
norma particular, a propósito del arrendamiento, que señala que la facultad de subarrendar no
se entiende incorporada al arrendamiento, a menos que exista autorización expresa para
subarrendar (Art. 1946 CC).
1.- Sin embargo, cada uno de los contratos producirá sus propios efectos respecto de
quienes son parte y, por consiguiente, subsisten simultáneamente. Aquí, sin embargo, cabe
tener presente que, en algunos casos, el primer contratante tiene acción en contra del
subcontratista. Así ocurre, por ejemplo, en el mandato, puesto que el mandate puede ejercer
todas las acciones que tiene el mandatario en contra del submandatario o delegado (Art. 2138
CC); y en el arrendamiento, en donde el arrendador puede expulsar al subarrendatario que
hubiera tenido notoria mala conducta en la casa o edificio (Art. 1973 CC).
2.- Sin embargo, el subcontrato depende del contrato base, de modo que extinguido
aquél se extingue éste.
Ejemplos de subcontratación:
La cesión de contrato es aquella figura jurídica en cuya virtud una de las partes de un
contrato traspasa íntegramente su posición jurídica –tanto sus derechos como obligaciones– a
un tercero, contando con el consentimiento de su co-contrante. Las diferencias que se
advierten son las que siguen:
9 Al margen de todas las situaciones que regula expresamente la ley, algunas de las cuales hemos mencionado en los
ejemplos, en la actividad empresarial la subcontratación es frecuente. La producción de un determinado bien, por ejemplo
un automóvil, presupone la fabricación de numerosos componentes que dan lugar a ese bien. En lugar que un mismo
empresario asuma la elaboración de todos estos componentes, en la práctica es preferible subcontratar con otras empresas
la fabricación de determinadas piezas, disminuyendo de este modos los gastos y logrando una mejor calidad del producto.
1) La cesión de contrato no solo requiere del consentimiento del cedente y cesionario,
sino que es indispensable el consentimiento del co-contratante del cedente. En cambio, en la
subcontratación, la voluntad del primer contratante es innecesaria.
2) En la cesión del contrato hay un solo contrato, que cambia de titular. Mientras que en
la subcontratación hay dos contratos que, si bien, son dependientes, coexisten y producen sus
propios efectos.
EL AUTOCONTRATO
Concepto:
López Santa María lo define así: es el acto jurídico por el cual una persona celebra un
contrato consigo misma.
1.- Cuando una persona actúa en un contrato como parte directa y como representante
de la otra parte. Es el caso, por ejemplo, del mandatario que compra para sí lo que el mandante
le ha ordenado vender.
2.- Cuando una persona actúa en un contrato como representante de ambas partes. Es
el caso, por ejemplo, del mandatario que tiene esta calidad tanto respecto del comprador como
del vendedor.
3.- Cuando una persona actúa en un contrato como titular de dos patrimonios distintos.
Esta situación se percibe, normalmente, en la partición que consigo mismo celebra una
persona. Veamos dos hipótesis:
- En la sociedad conyugal, supongamos que la mujer aporta un terreno en el cual el
copropietaria con un tercero, y durante la vigencia del matrimonio adquiere con dineros de su
patrimonio reservado la cuota del tercero, ella puede realizar consigo misma la partición
destinada a determinar qué parte del bien raíz integra su patrimonio reservado y qué parte
integra su haber propio.
- Conforme al Art. 86 CC, el heredero a quien se ha concedido la posesión provisoria de
los bienes del desaparecido únicamente tiene el usufructo legal de dichos bienes, por lo cual no
puede enajenarlos libremente. Si el heredero era comunero con el desaparecido en uno o más
bienes, tiene interés en precisar qué bienes puede disponer libremente. Para esta finalidad, o
sea, para determinar los bienes en lo que es propietario y aquellos en los que es únicamente
usufructuario, puede hacer la partición consigo mismo.
Naturaleza Jurídica.
No hay una norma que en términos generales la prohíba o la permita. Sin embargo, hay
normas particulares que en algunos casos la prohíben y en otros la permiten, cumpliéndose con
ciertos requisitos. Así:
Por ejemplo:
1) Es nula la compraventa entre cónyuges no separados juridicialmente; y entre padre o
padre y el hijo sujeto a patria potestad (Art. 1796 CC). Se entiende que en el primer caso el
marido comparecería por sí y en representación de su mujer; y en el segundo, el incapaz
comparecería representado o autorizado por aquél o aquélla.
2) Se prohíbe al tutor o curador comprar bienes raíces del pupilo o tomarnos en arriendo
(Art. 412 Inc. 2 CC). Se supone que el guardar actuará por sí y en representación de su pupilo.
En ambos casos la sanción en caso de infracción en la nulidad absoluta por objeto ilícito
(Art. 1466 en relación al 1682 CC).
Por ejemplo:
1) El mandatario en principio no puede comprar las cosas que el mandante le ha
ordenado vender, ni vender de lo suyo al mandante lo que éste la ha ordenado comprar.
Excepcionalmente puede hacerlo, cuando cuenta con la autorización expresa del mandante
(Art. 2144 CC).
2) El mandatario en principio no puede prestar de su dinero al mandante, ni tomar
prestado dinero de éste. Excepcionalmente puede hacerlo, cuando cuenta con la autorización
expresa del mandante (Art. 2145 CC).
En ambos casos la sanción en caso de infracción es la nulidad relativa, porque se
estaría omitiendo un requisito que la ley exige en consideración al estado o calidad de las
partes que ejecutan o celebran el acto.
¿Qué ocurre con la autocontratación en los casos en que el legislador ha guardado silencio?:
Conceptos y explicación.
a) El contrato por persona a nombrar: es aquel en que una de las partes se reserva la
facultad de designar posteriormente a la persona que adquirirá retroactivamente los derechos y
asumirá las obligaciones inicialmente radicados en su patrimonio. Repárese, eso sí, que el
“contratante fungible” tiene dos posibilidades: hacer la designación oportunamente o bien,
permanecer el mismo definitivamente como contratante.
Para nuestro CC esta figura es ajena, pero sí está regulada expresamente en el C. de C,
en el Art. 256, a propósito de la comisión, precepto que le permite al comisionista reservarse el
derecho de declarar más tarde por cuenta de qué persona celebra el contrato. Abeliuk da
algunos ejemplos: el caso del mandante que quiere que su nombre permanezca oculto para
adquirir el predio colindante al suyo, pues de saber esto el vecino subirá el precio. Instruye
entonces al mandatario para que celebre una compra por persona a nombrar. Fuera del
mandato, el caso de la persona desea efectuar un negocio, para lo cual no cuenta con
capitales suficientes y necesita interesar a otros sujetos que le aporten; por esta figura puede
realizarlo, dejando el contrato abierto para que los capitalistas posteriores ingresen a él.
b) El contrato por cuenta de quien corresponda: es aquel en que inicialmente una de
las partes queda indeterminada o en blanco, pero con la seguridad de que posteriormente será
individualizada. Al momento de celebrarse el contrato uno de los participantes tan sólo tiene
formalmente el carácter de parte, puesto que forzosamente será reemplazado más tarde por el
verdadero contratante (parte real).
1) En el contrato por persona a nombrar, las partes reales son el contratante inmutable y
el contratante fungible. Este último es parte desde la celebración del contrato, y puede serlo
definitivamente si no designa al reemplazante. En el contrato por cuenta de quien corresponda,
hay también un contratante inmutable, y el otro, el formal, no es parte. Las partes son siempre
el inmutable y el que forzosamente será reemplazado (el real).
2) En el contrato por persona a nombras, la designación del reemplazante es siempre
obra de una de las partes, de quien se reservo el derecho a nominarlo. En el contrato por
cuenta de quien corresponda, a individualización del contratante sustancial (que forzosamente
tendrá lugar) no es obra necesariamente de una de las partes, sino que puede ser obra de una
circunstancia extrínseca, como de un acto de autoridad o de la ley.
Enumeración:
1.- Libertad de conclusión: es la facultad que tienen las personas para decidir
libremente si contratar o no, y en caso afirmativo, para elegir a la persona del co-contratante.
2.- Libertad de configuración interna: es la facultad que tienen las personas para dar
al contrato el contenido que estimen conveniente.
1.- Las partes no pueden estipular nada contrario a la ley, al orden público, a la moral o a
las buenas costumbres, porque tales estipulaciones serían nulas absolutamente por ilicitud de
objeto o causa, según las circunstancias (Art. 10; 1461; 1466; 1467 y 1682 CC).
2.- Según Alessandri, otra limitación está dada por los elementos de la esencia de los
contratos, pues, si las partes los modifican o alteran, el contrato o no producirá efecto alguno o
degenerará en otro contrato diferente (Art. 1444 CC).
3.- Modernamente algunos autores señalan que otra limitación está dada por las
disposiciones legales supletorias a la voluntad de las partes, ya que éstas representan el mejor
modelo de lo justo y evitan que el contrato se desnaturalice, mediante la introducción de
cláusulas abusivas.
Son: 1) Leyes de emergencia; 2) normas permanente; 3) leyes que se dictan con efecto
retroactivo.
1) Leyes de emergencia.
2) Normas permanentes:
Este caso es todavía más complicado que los anteriores, ya que las leyes que se dictan
con efecto retroactivo no solo violentan la fuerza obligatoria de los contratos, modificando
contratos en curso, sino que también atentan contra los derechos adquiridos por vía contractual.
En efecto, recordemos que hoy predomina la tesis de la “cosificación de los derechos” 11, según
la cual hay derecho de propiedad sobre las cosas incorporales, dentro de las cuales figuran los
derechos personales. Vale decir, el acreedor es dueño de su derecho personal y, por ese
motivo, el legislador carece de atribuciones para modificar los derechos y obligaciones
que nacen de los contratos. Sirva como ejemplo el DL Nº 9 de 1968, sobre arrendamiento de
predios rústicos, que estableció que los plazos de estos contratos celebrados con anterioridad a
su entrada en vigencia, se entenderían prorrogados en beneficio de los arrendatarios por el
plazo necesario hasta completar 10 años. La CS, finalmente, concluyó que este DL era
inconstitucional, puesto que el arrendador es dueño de su derecho personal para pedir la
restitución del inmueble al término del plazo convenido, y según la CPR sólo es posible privar al
dueño de su derecho de dominio a través de una ley expropiatoria, previo pago de la
indemnización correspondiente, lo que no ha sucedido en la especie.
Generalidades.
10 López Santa María comentan que, en todos estos casos de origen legal, la fuerza obligatoria de los contratos no se
reciente mayormente. Esto porque, en el caso de las leyes de emergencia, los hechos trágicos justifican la excepción,
además que tienen un carácter transitorio. Y en el caso de las normas permanentes mencionadas, éstas forman parte del
derecho vigente, presumiéndose que las partes las conocen al momento de contratar.
11 En otra parte de este trabajo ya dimos los fundamentos de esta teoría y las críticas que al respecto se han suscitado. A
modo de resumen: esta teoría se funda en el Art. 576 CC que señala que las cosas incorporales son derechos reales y
personales; en el Art. 573 CC que dice que sobre las cosas incorporales hay también una especie de propiedad; en el Art.
19 nº 24 CPR que asegura a todas las personas el derecho de propiedad en sus diversas especies sobre toda clase de
bienes corporales e incorporales; y, finalmente, en un razonamiento que la CS hizo a propósito del DFL nº 9 de 1968, sobre
arrendamiento de predios rústicos. Sin embargo, algunos autores no comparten esta teoría, como es el caso de López
Santa María y de Victorio Pescio, para quienes, siguiendo la tradición del derecho romano, el dominio solo recae sobre
cosas corporales, con las cuales llega a identificarse (el dominio se confunde con la cosa (corporal) con la cual recae)
aceptando eso sí que esta teoría sería compatible con formas especiales de propiedad, como la propiedad intelectual e
inmaterial.
c) El Art. 2003 nº 2 CC, a propósito del contrato de construcción a suma alzada, que
permite al empresario exigir la revisión judicial del contrato de construcción si, por
circunstancias desconocidas, como un vicio oculto en el suelo, ocasionaron costos que no
pudieron preverse.
En el extremo opuesto, hay también normas legales que explícitamente niegan la
posibilidad de revisar un contrato, por ejemplo:
a) El Art. 1983 Inc. 1 CC, a propósito del arrendamiento de predios rústicos, que priva al
arrendatario de un predio rústico –colono– del derecho a pedir rebaja de la renta, aunque
después del contrato sobrevengan casos fortuitos extraordinarios que deterioren o destruyan la
cosecha.
b) El Art. 2003 nº 1 CC, a propósito del contrato de construcción a suma alzada, que
priva al empresario del derecho a pedir aumento del precio en virtud de algún hecho que con
posterioridad a la celebración del contrato haya aumentado el valor de la mano de obra o de los
materiales.
La verdad es que, en la mayoría de los casos, no hay norma expresa, y los autores se
preguntan si, en estos casos, es posible que el juez entre a revisar y modificar un contrato por
el cambio de las circunstancias existentes al momento de su celebración, cuestión que se
conoce con el nombre la teoría de la imprevisión o de la excesiva onerosidad sobreviniente, a la
cual enseguida haremos referencia:
LA TEORÍA DE LA IMPREVISIÓN.
Concepto:
López Santa María dice que: “es el estudio de los supuestos bajo los cuales los jueces
estarían autorizados para prescindir de la aplicación del contrato al pie de la letra, y el examen
de las soluciones posibles al desajuste producido”. Podemos conceptualizarla, concretamente,
como la situación que se presenta cuando en un momento posterior a la celebración de un
contrato oneroso conmutativo, y antes de su cumplimiento, sobreviene un hecho independiente
de la voluntad del deudor, que no se previó y que no pudo razonablemente preverse al tiempo
de contratar, que constituye una perturbación más o menos generalizada en la economía o en
un sector de ella, y que torna, si bien no imposible, extremadamente más oneroso o gravoso el
cumplimiento de la obligación.
Requisitos:
Situación en Chile.
12 Moreno señala que una forma para hacer aplicable la teoría de la imprevisión sin necesidad de reforma legislativa, es
que en los contratos se comienza a pactar de forma habitual, que cuando cambian las circunstancias el contrato pueda
revisarse. De esta manera, como se trataría de cláusulas de uso común, se presumirían incorporadas luego en todos los
contratos, por aplicación del Art. 1563 Inc. 2, en cuya virtud “las cláusulas de uso común, se presumen aunque no se
expresen”.
En el ámbito mercantil, se suele incorporar en los contratos la cláusula “hardship”, en
cuya virtud se establece la posibilidad de revisar el contrato si cambian las circunstancias
existentes al tiempo de su perfeccionamiento y si, producto de ello, se hace más gravoso el
cumplimiento para una de las partes. Es frecuente que se convenga que esta clausula no puede
ser invocada antes de cuatro años transcurridos desde la fecha del contrato o que las
modificaciones no serán más de una cada dos años. La cláusula funciona hard-ship funciona
así: la parte afectada debe dar aviso a la contraparte del cambio en las circunstancias y ofrecer
una solución. Si ésta rechaza la oferta, se recurre a un juez árbitro, el cual se limitará a declarar
si existió o no “el hard ship”. En caso negativo, el contrato sigue en vigor sin alteración alguna;
en caso afirmativo, se procederá a las negociaciones y a la modificación del contrato; y si las
negociaciones no prosperan, el árbitro decidirá cómo se adaptará el contrato a las nuevas
circunstancias.
Producida la adaptación del contrato, su nuevo texto, sea que lo determinen las partes o
el árbitro, se entiende que se trasplanta al texto primitivo. No hay un nuevo contrato que
reemplace el anterior. No hay novación objetiva. Subsisten los mismos vínculos jurídicos.
a) Concepto: es una convención por la cual las partes dejan sin efecto un contrato
anterior celebrado por las mismas (Art. 1567 Inc. 1 CC). La resciliación no es sino aplicación del
aforismo que dice que “las cosas se deshacen de la misma manera como se hacen
b) Análisis del Art. 1567 Inc. 1 CC: “toda obligación puede extinguirse por una
convención en que las partes interesadas, siendo capaces de disponer libremente de lo suyo,
consienten en darla por nula:
1) Toda obligación: cualquier obligación, cualquiera sea su fuente, puede dejarse sin
efecto por la resciliación, salvo las excepciones legales, como sería el caso, por ejemplo, del
matrimonio y, en general, de todas las obligaciones que importan un derecho correlativo
irrenunciable.
2) Partes capaces de disponer libremente de lo suyo: Para que opere la resciliación se
requiere la capacidad de las partes. Pero como la resciliación importa para el acreedor la
renuncia de su crédito, éste debe además tener la capacidad de disponer libremente de su
crédito.
3) Consienten en darla por nula: Esta expresión, “darla por nula”, es poco feliz, porque la
nulidad es una sanción que encuentra su origen en la ley y en que, para producir sus efectos,
requiere de una sentencia judicial que la declare. Lo que quiso decir el legislador es que las
partes “dejan sin efecto” la obligación13.
c) Comentario: La mayoría de los autores señala que, para que opere la resciliación, es
necesario que las obligaciones no se hayan cumplido (porque sólo puede extinguirse lo que aún
13 Pero, en estricto rigor, también se dice que la resciliación no extingue la obligación, sino que deja sin efecto el contrato
que le dio origen, de manera que no habiendo causa no puede mantenerse el efecto. De ahí que la resciliación no es
propiamente un modo de extinguir las obligaciones.
existe), de modo que, si las obligaciones se han cumplido enteramente, no hay resciliación sino
que la celebración de un nuevo contrato. Moreno no está de acuerdo con esto por dos motivos:
- Lo determinante en materia de contratos es la intención de las partes. Y en la
resciliación las partes quieren dejar sin efecto una convención anterior y no dar origen a un
nuevo contrato.
- A propósito de la compraventa de bienes raíces. La obligación del vendedor de
entregar la cosa vendida se cumple cuando el inmueble se inscribe en el conservador de bienes
raíces a nombre del comprador. Enseguida, el Art. 728 CC señala tres formas de cancelar una
inscripción: a) por voluntad de las partes; b) por una nueva inscripción por la cual el poseedor
inscrito trasfiere su derecho a otro; y c) por resolución judicial. Y cuando las partes de mutuo
acuerdo cancelan la inscripción, en definitiva están dejando sin efecto el contrato de
compraventa que ya estaba cumplido, no siendo efectivo que las partes están celebrando un
nuevo contrato14.
d) La revocación: En Derecho esta palabra tiene tres acepciones:
1.- Es la manifestación de voluntad del autor de un acto jurídico, destinada a dejarlo sin
efecto. Por ejemplo, el caso del testador que revoca su testamento anterior.
2.- Es una manifestación unilateral de voluntad de una de las partes de un contrato,
destinada a dejarlo sin efecto; se trata de una resciliación unilateral. Por ejemplo, el mandato
termina “por la revocación del mandante” y por la “renuncia del mandatario” (Art. 2163 nº 3 y 4
CC); la donación ente vivos “puede revocarse por ingratitud del donatario (Art. 1428 CC); en el
arrendamiento a plazo indefinido la revocación toma el nombre de desahucio, que es la noticia
anticipada, dada por el arrendador o arrendatario, de su intención de hacer cesar el
arrendamiento (Art. 1951 CC).
Esta acepción constituye la excepción al principio de la intangibilidad de los
contratos, y encuentra su fundamento en el hecho de que en su mayoría los contratos que
admiten esta modalidad de terminación, son trata de contratos de confianza o intuito persona.
3.- El efecto de la acción pauliana, que es aquella que tiene el acreedor para dejar sin
efectos los actos o contratos fraudulentos ejecutados o celebrados por el deudor y en su
perjuicio. En el evento de que se acoja la acción pauliana, se revocarán tales actos, de manera
que los bienes que había salido fraudulentamente del patrimonio del deudor regresarán a él.
Causas legales:
Son causas legales de terminación del contrato son variadas, por ejemplo: a) el
cumplimiento de la condición resolutoria (resolución); b) la llegada del plazo extintivo; c) el caso
fortuito, tratándose de una especie o cuerpo cierto; d) la declaración de nulidad del contrato,
etc.
14 Cabe precisar que de aceptarse esta solución hay una onda repercusión en el ámbito tributario, por cuanto si las partes
con ocasión del contrato dejado sin efecto tuvieron que pagar impuestos, ahora correspondería su devolución.
32.2.- BUENA FE SUBJETIVA Y BUENA FE OBJETIVA.
LA BUENA FE SUBJETIVA.
Concepto:
Manifestaciones:
15 Según explica López Santa María la buena fe subjetiva justifica el error, por eso para que haya buena fe subjetiva basta
la conciencia interna o psicológica de estar actuado conforme a derecho, aunque ello objetivamente no sea así, aunque
haya error.
6) A propósito de la resolución. Tratándose de bienes muebles, la resolución no afecta
a los terceros poseedores de buena fe, y se entiende por buena fe la ignorancia de la existencia
de la condición resolutoria.
7) A propósito de la evicción y de los vicios redhibitorios. Las partes puede estipular
la irresponsabilidad del vendedor por la evicción y los vicios redhibitorios. Pero si el vendedor
sabía o debía saber que la existencia del vicio oculto o la causa de la evicción, tal pacto es
ineficaz (Arts. 1842 y 1859 CC)
8.- A propósito de la disolución de la sociedad de personas. Una de las causales de
disolución de la sociedad de personas es la renuncia de uno de los socios, en los términos que
señalan los arts. 2108 y SS. CC. Sin embargo, no vale la renuncia que se hace de mala fe, y se
entiende por mala fe, la renuncia que se hace para apropiarse de una ganancia que debía
pertenecer a la sociedad (Arts. 2108 y SS).
BUENA FE OBJETIVA.
Concepto.
Fuente.
Estándar jurídico.
- Antes que todo, las partes deben presentar las cosas conforme a la realidad, lo que
supone que los contratantes “hablen claro” y que se abstengan de afirmaciones inexactas o
falsas, como también silencios o reticencias que puedan conducir a una equivocada
representación de la realidad. Así por ejemplo, desde el punto de vista de los sujetos, la buena
fe exige que no se incurra en inexactitudes respecto de la solvencia o salud mental de las
partes; o desde el punto de vista del objeto, en el seguro contra incendio, la buena fe objetiva
impone el deber de comunicar los materiales con que está hecha la cosa asegurada.
- Tiene el deber de “interrumpir” las tratativas el que advierta que no está en condiciones
de celebrar un contrato válido.
- Las partes tienen el deber de guardar silencio de los secretos conocidos a raíz de las
negociaciones.
En suma, la buena fe objetiva importa la erradicación de las traiciones.
Origen
Requisitos
Enrique Barros Bourie dice que no puede desconocerse que, en esta materia, cada parte
persigue tutelar su propio interés, de manera que el sólo hecho de poner término a las
negociaciones no puede dar lugar a responsabilidad precontractual, puesto que ello vulneraría
la libertad contractual (de conclusión) más elemental de cada una de las partes (elegir si
contratar o no). Por ello, en su concepto, para que surja responsabilidad precontractual se
requiere:
1) Que la negociación haya alcanzado tal grado de madurez que exista acuerdo de los
elementos esenciales del contrato.
2) Que una de las partes haya alimentado la confianza de la otra, haciéndole creer que
el contrato se celebrará.
3) Que la ruptura de las negociaciones carezca de todo fundamento plausible. El que
termina las negociaciones puede tener una buena razón para hacerlo: porque han cambiado las
condiciones en el mercado; porque ha recibido una mejor oferta por parte de un tercero, etc.,
casos en los cuales no surgirá responsabilidad.
d) En la fase postcontractual:
- La buena fe objetiva toma en este sentido especial relevancia en los contratos que
pueden ponerse fin mediante la revocación, esto es, por la manifestación unilateral de voluntad
de una de las partes contratantes. Esa parte no puede abusar de su derecho a la terminación
unilateral del contrato. Puig Brutau pone el siguiente ejemplo: en el caso de arrendamientos de
establecimientos comerciales, el arrendador tendría el deber jurídico de permitir al antiguo
arrendatario que coloque en el inmueble un aviso o rótulo que dé cuenta de dirección del nuevo
lugar al que se trasladará.
- Algunos autores considera un deber de suma trascendencia en la fase postcontractual
la “el secreto o reserva”. Luego de la muerte de los contratos, las partes tienen el deber jurídico
de guardar silencio respecto de todas las cuestiones que hubieren conocido de la contraparte
con ocasión de las tratativas, celebración y ejecución del contrato. Esto cobra especial
importancia en algunos contratos comerciales, como el know how, e incluso en muchos
contratos de servicios profesionales, como ocurre, por ejemplo, con los abogados y médicos,
que deben guardar reserva de la información concerniente a su ex cliente o paciente,
respectivamente.
1.- Permite morigerar el rigor del contrato, ya que el juez puede apartarse del tenor
literal, ya sea ampliándolo o restringiéndolo, en virtud de la buena o mala fe.
2.- Permite evitar conductas fraudulentas.
3.- Permite equilibrar la fuerza obligatoria del contrato con los principios de equidad y
justicia.
4.- Permite dar cabida a ciertas instituciones que no están reconocidas expresamente en
nuestro Derecho, como ocurre por ejemplo, con la teoría de la imprevisión, la teoría del abuso
del derecho, y con la lesión enorme en los casos no contemplados por la ley
Concepto.
El principio del consensualismo contractual es aquel en cuya virtud se entiende que los
contratos se perfeccionan por la sola voluntad de las partes.
Este principio se consagra en el Art. 1443 CC. Esta norma clasifica los contratos,
atendiendo a su perfeccionamiento, en consensuales, reales y solemnes. Los contratos
consensuales son aquellos que se perfeccionan por el sólo consentimiento y, como sabemos,
constituyen la regla general.
Excepciones al consensualismo:
Son:
a) Contratos reales: son aquellos que se perfeccionan mediante la entrega de la cosa a
que se refiere.
b) Contratos solemnes: son aquellos que están sujetos a la observancia de ciertas
formalidades especiales (solemnidades) de manera que sin ellas el contrato no produce ningún
efecto civil.
Atenuantes al consensualismo.
Son:
a) Formalidades habilitantes: son aquellos requisitos externos que la ley exige para
proteger a los incapaces, ya sea supliendo complementado su voluntad.
b) Formalidades por vía de publicidad: son aquellos requisitos externos que la ley exige
para que los terceros tomen conocimiento de un acto jurídico en cuya celebración no han
intervenido.
c) Formalidad por vía de prueba: son aquellos requisitos externos que la ley exige para
acreditar un determinado acto jurídico.
d) Formalidades convencionales: son aquellas que encuentra su origen en la voluntad de
las partes16.
1.- Evita que las partes se vinculen con ligereza o torpeza. Es decir, llevan a las partes a
una mayor reflexión acerca del acto jurídico que desean celebrar.
2.- Facilitan la prueba del acto jurídico (permiten preconstituir prueba)
3.- Permiten que los incapaces actúen válidamente en la vida del Derecho.
4.- Permiten que los terceros que no han intervenido en la celebración del contrato
tomen conocimiento de él.
5.- Resguardan la voluntad libre y espontánea, porque en los contratos formales es más
difícil que haya error, fuerza o dolo.
Concepto.
Es aquel en cuya virtud se entiende que los contratos sólo generan derechos y
obligaciones para las partes que han concurrido a su celebración, sin beneficiar ni perjudicar a
terceros.
Este principio se consagra implícitamente en el art. 1545 CC, que dice que todo contrato
legalmente celebrado es una ley para “los contratantes”, es decir, sólo produce efectos respecto
de quienes han concurrido en su celebración.
16 Téngase presente que las formalidades son atenuantes desde el punto de vista de sus consecuencias, o sea, por las
sanciones que se establecen en caso de omitirlas. Estas sanciones son variadas, como tuvimos la oportunidad de ver en
otra parte de este trabajo, y a ella nos remitimos por completo.
Las partes.
Los terceros:
17 Los causahabientes a título universal son los herederos. No puede haber causahabientes a título universal por acto
entre vivos, pues ello significaría que una persona se está desprendiendo de todo su patrimonio o de una porción alícuota,
lo cual no es posible porque éste es un atributo de la personalidad.
singular; solo de manera muy excepcional le empecen, y para ello se requiere de un texto
expreso de la ley, como sería el caso del Art. 1962 CC, que señala los casos en que ciertos
adquirentes están obligados a respetar el contrato de arredramiento celebrado por su
antecesor.
Los acreedores de las partes son terceros absolutos respecto de los contratos que
celebra su deudor, pues esos contratos o generan ni derechos ni obligaciones para ellos. Cosa
distinta es que, indirectamente, los acreedores puedan verse alcanzados por el efecto
expansivo o absoluto de los contratos y que se verá más abajo, puesto que si el deudor celebra
actos fraudulentos y en perjuicio de sus acreedores, se verá disminuida la garantía patrimonial
universal.
En principio hay excepciones al efecto relativo cada vez que un contrato crea un derecho
o impone una obligación a un tercero absoluto. Se citan tradicionalmente tres excepciones: a)
contratos colectivos; b) la estipulación a favor de otro; y c) la promesa del hecho ajeno.
a) Contratos colectivos.
Tal es el caso, por ejemplo, de los convenios en materia de quiebras que, cumpliéndose
con los quora que establece la ley de quiebras, obliga a todos los acreedores, incluyendo los
inasistentes, y aún a los que votaron en contra.
1.- Estipulante y promitente deben tener capacidad de ejercicio, de acuerdo a las reglas
generales.
2.- El beneficiario debe ser una persona determinada o determinable (persona que no
existe pero se espera que exista); y debe tener capacidad adquisitiva.
Algunos autores agregan que para que haya estipulación a favor de otro es necesario
que el estipulante no sea representante legal o convencional del beneficiario.
Se refiere a ella el Art. 1450 CC en estos términos: “Siempre que uno de los contratantes
se comprometa a que una tercera persona, de quien no es su legítimo representante, ha de
darse, hacerse o no hacerse alguna, esta tercera persona no contraerá obligación alguno, sino
en virtud de su ratificación; y si ella no ratifica, el otro contratante tendrá acción de perjuicios
contra el que hizo la promesa”.
Por consiguiente, la promesa de hecho ajeno es aquella figura jurídica que tiene lugar
cuando una de las partes se obliga a que un tercero, de quien no es su legítimo representante,
dé, haga o no haga alguna cosa a favor de la otra.
¿La promesa del hecho ajeno constituye una verdadera excepción al efecto relativo de
los contratos?
Noción.
LA INOPONIBILIDAD.
Concepto.
Es una sanción civil que consiste en privar de sus efectos a un acto o contrato válido,
declarado nulo, o afecto a otra causal de ineficacia, respecto de terceros18.
Clases de inoponibilidad.
La inoponibilidad de forma dice relación con defectos externos del acto o contrato, y
reconoce dos causales: a) la inoponibilidad por omisión de formalidades por vía de publicidad;
b) la inoponibilidad por falta de fecha cierta.
Casos:
1.- Caso de las contraescrituras: Las contraescrituras privadas y públicas tienen pleno
valor entre las partes. Las contraescrituras privadas nunca son oponibles a terceros. Las
contraescrituras públicas son oponibles a terceros, siempre que se cumplan con dos requisitos:
a) Que se tome nota de la contraescritura al margen de la escritura matriz; b) Que también se
tome nota de la contraescritura al margen del traslado en cuya virtud ha obrado el tercero, es
decir, de la copia de la escritura matriz. Si falta cualquiera de tales exigencias, la contraescritura
pública es inoponible a terceros (Art. 1707 CC).
2.- Caso de la cesión de créditos nominativos: La cesión se perfecciona entre el cedente
y el cesionario por la entrega del título (Art. 1901 CC). Y para que la cesión produzca efectos
respecto del deudor cedido y de terceros, se requiere que la cesión se notifique el deudor o sea
aceptada por éste (Art. 1902 CC).
3.- Caso de la prescripción adquisitiva: La sentencia que declara la prescripción que
recae sobre bienes raíces o derechos reales constituidos en ellos, debe inscribirse en el
Conservador de bienes raíces para que sea oponible a terceros. Y mientras no se inscriba, no
vale contra terceros (Art. 2513 CC).
18 Repárese en que la inoponibilidad no ha sido tratada sistemáticamente por el CC. El CC ni si quiera habla de
“inoponibilidad” sino que tal expresión se encuentra en otros cuerpos legales, como en la ley de quiebras.
La fecha puesta en un instrumento privado es en principio inoponible a terceros, y la
razón de ello radica en que las partes perfectamente podrían antedatar o postdatar el
documento. Sin embargo, hay casos en que excepcionalmente la fecha puesta en un
instrumento privado es oponible a terceros, y ello ocurre cuando se da alguna de las hipótesis
que menciona el Art. 1703 CC:
1.- Cuando fallece alguna de las personas que lo han firmado
2.- Cuando ha sido copiado en un registro público
3.- Cuando conste que ha sido presentado en juicio
4.- Cuando haya tomado razón de él un funcionario público en el carácter de tal
5.- Cuando haya sido inventariado por un funcionario público en el carácter de tal
6.- El Art. 419 COT agrega otra forma para que el instrumento privado adquiera fecha
cierta: la protocolización.
Desde el día en que sucede cualquiera de la hipótesis mencionadas, el instrumento
privado adquiere fecha cierta, y ésta es oponible a terceros.
2.-Inoponibilidad de fondo.
Dice relación con los defectos internos o intrínsecos del acto o contrato, y reconoce
cinco casos:
a) Inoponibilidad por fraude: Los actos ejecutados en fraude y perjuicio de los
acreedores, son inoponibles a éstos, quienes cuentan para tales efectos con la acción paulina,
cuya naturaleza jurídica es precisamente la de ser una acción de inoponibilidad (Art. 2468 CC).
b) Inoponibilidad por lesión de los derechos adquiridos: Esto es lo que ocurre, por
ejemplo, a propósito de la recisión del decreto de posesión definitiva, con ocasión de la muerte
presunta. Si el desaparecido reaparece, tiene derecho a recuperar sus bienes en el estado en
que se encuentren, subsistiendo las enajenaciones y gravámenes (Art. 94 nº 4). De este modo,
los terceros que adquirieron válidamente estos derechos no se verán afectados por la recisión
del decreto de posesión definitiva.
c) Inoponibilidad por falta de concurrencia de voluntad: Aquí se engloban los casos en
que el acto o contrato no obstante ser válido, es inoponible al titular de un derecho por no haber
concurrido éste con su voluntad a la celebración de acto o contrato. Es lo que ocurre, por
ejemplo, con la venta de cosa ajena, la cual es válida, pero inoponible al verdadero dueño (Art.
1815 CC) y con el arrendamiento de cosa ajena que, es inoponible al dueño de la cosa
arrendada (Art. 1916 CC). Igual cosa sucede con la prenda de cosa ajena, que es inoponible al
dueño que no consintió en la pignoración (Art. 2390 CC) y con los actos celebrados con el
mandate que exceda de los límites del mandato; salvo que el mandante después ratifique
dichos actos (Art. 2160 CC).
d) Inoponibilidad por simulación: En los casos de actos o contratos simulados, las partes
no pueden oponer el acto secreto u oculto a terceros, por cuanto éstos sólo conocen la voluntad
declarada. Pero los terceros tienen un derecho de opción, pueden decidir prevalerse del acto
aparente; o bien del acto secreto. En este último caso, será procedente que ejerzan la acción
de simulación.
e) Inoponibilidad por vulneración de asignaciones forzosas: Las asignaciones forzosas
son aquellas que el testador está obligado a hacer a ciertas personas determinadas por la ley
llamadas asignatarios forzosos. Si el testador no respeta estas asignaciones, el testamento es
válido, pero es inoponible a los asignatarios forzosos, quienes cuentan con la acción de reforma
de testamento, cuya naturaleza es precisamente de inoponibilidad
Causas de las discrepancias o controversias entre las partes que hacen procedente la
interpretación contractual.
La calificación jurídica.
Importancia:
Se presenta a propósito del recurso de casación en el fondo. Sabemos que la CS, por
vía de este recurso, sólo puede pronunciarse sobre puntos de derecho y no de hecho, salvo
que el fallo recurrido se haya dictado con infracción de las leyes reguladoras de la prueba. La
jurisprudencia mayoritaria ha resuelto mayoritaria ha resuelto que la interpretación del
contrato es una cuestión de hecho y que la calificación jurídica es una cuestión de
derecho. En consecuencia, sólo en el segundo caso sería posible recurrir de casación en el
fondo. Normalmente se invocará como norma infringida el Art. 1545 CC y la norma que define al
contrato respectivo. Sin embargo, excepcionalmente, la jurisprudencia ha admitido que el
recurso de casación en el fondo sea procedente por una errónea interpretación del contrato,
cuando dicha interpretación lo desnaturaliza. Normalmente se invocará aquí como norma
infringida el Art. 1545 CC y el Art. 1560 CC.
1) El sistema subjetivo:
Para este sistema, la misión del intérprete consiste en determinar cuál ha sido la
intención o voluntad interna de las partes al contratar, misión que se consigue
sumergiéndose en el alma, en el corazón, en el fuero interno de los contratantes. Este sistema
ordena al intérprete una verdadera investigación sicológica.
Nuestro CC, al igual que el CC francés, ha consagrado este sistema. De acuerdo al Art.
1560: “conocida claramente la intención de los contratantes, debe estarse a ella más que a lo
literal de las palabras”. Repárese, en todo caso, que si bien tanto en Chile como en Francia se
establece un sistema subjetivo de interpretación, existe entre ellos una diferencia fundamental:
En nuestro país, el juez sólo puede apartarse del texto del contrato cuando se conoce
19 Así lo confirma la Corte Suprema: “en la calificación los tribunales deben ajustarse a la esencia y naturaleza de
fenómeno jurídico, sin que importe el nombre que le den los contratantes, como quiera que en Derecho las cosas son los
que son y no dependen de la denominación que le den los interesados”.
claramente la intención de los contratantes. En Francia, en cambio, el juez siempre debe buscar
la intención de los contratantes, pudiendo para estos efectos prescindir incluso del texto
contractual.
2) El sistema objetivo:
Para este sistema no interesa la voluntad o intención interna que tuvieron las partes al
contratar, sino que la interpretación del contrato debe hacerse a la luz de la voluntad
declarada (texto contractual) y de las circunstancias de la especie objetivas, esto es, las
circunstancias de hecho objetiva que rodean el contrato, fueren ellas anteriores, simultáneas o
posteriores a su celebración, como palabras, silencios, gestos y actitudes.
Este es el sistema que ocupa la legislación alemana. Ella intenta descifrar la “voluntad
real”, entendida esta no como la voluntad interna de las partes, sin que la que deriva de
interpretar la voluntad declarada (texto contractual) enriquecida por las circunstancias objetivas
de la especie, fueren ella anteriores, simultáneas o posteriores a su celebración20.
2.- Tanto un sistema como el otro presentan ventajas e inconvenientes. La ventaja del
sistema subjetivo es que hace predominar el querer real de las partes; la desventaja es que
puede resultar perjudicial para terceros, que sólo conocen la voluntad declarada. Las ventajas y
desventajas del sistema objetiva son las completamente opuestas a las recién señaladas.
34.3.- LAS REGLAS DE INTERPRETACIÓN DE LOS CONTRATOS (ARTS. 1560 -1566 CC).
Características:
Se distingue entre: 1) regla básica o principio rector; 2) reglas relativas a los elementos
intrínsecos del contrato; 3) reglas relativas a los elementos extrínsecos del contrato; 4) reglas
subsidiarias de interpretación.
Este principio lo consagra el Art. 1560 CC: “conocida claramente la intención de los
contratantes, debe estarse a ella más que a lo literal de las palabras”.
Esta norma no es simplemente una regla de interpretación, sino que es el principio rector
de todas ellas, pues consagra en Chile, por sí sola, el sistema subjetivo de interpretación de los
contratos, cuyo rasgo fundamental consiste en la búsqueda de la voluntad interna de las partes.
Las demás reglas son un complemento o apoyo a este principio fundamental. En fin, insistamos
en que solo se puede desatender el tenor literal de las palabas cuando se conoce “claramente”
la intención de los contratantes.
De acuerdo a esta regla, las cláusulas de un contrato deben interpretarse unas por
otras, dándose a cada una el sentido que mejor convenga al contrato en su totalidad.
Esta regla la impone el más elemental sentido común. Cualquier intérprete, en cualquier
materia, comienza por observar el conjunto o totalidad de aquello que va a interpretar. Por lo
mismo es que se menciona en primer lugar.
Aplicando el Art. 1564 Inc. 1 CC la jurisprudencia ha dicho: si en un mandato se autoriza
al mandatario para cobrar la suma debida hasta obtener el pago, y se agrega, en una cláusula
distinta, que él pedirá que las sumas sean entregadas a otra persona, debe concluirse que el
mandatario no está facultado para percibir.
Según esta regla, se preferirá el sentido en que una cláusula pueda producir un
efecto a aquel en que no sea capaz de producir efecto alguno.
Esta regla es de toda lógica, por cuanto si las partes han estipulado una cláusula, ha de
presumirse que ha sido para que produzca efectos. El ejemplo clásico de Pothier es el
siguiente: si se conviene entre Pedro y Pablo que Pablo podrá pasar por sus tierras, aunque el
término “sus tierras” pueda entenderse respecto de las de Pablo o de Pedro, no es dudoso que
debe entenderse respecto de las de Pedro; de otro modo la cláusula no produciría efecto
alguno, pues Pablo no tiene ninguna necesidad de estipular que él podrá pasar pos sus propias
tierras.
Está demás señalar que si la cláusula objeto de la discusión es nula, no cabe hacerla
válida so pretexto de aplicar el Art. 1562 CC.
En virtud de esta regla, debe estarse a la interpretación que mejor encuadre con la
naturaleza del contrato.
Por ejemplo, si se fija la renta de un arrendamiento urbano en $30.000, cabe concluir que
esa suma no es por un año ni por el tiempo que dure el contrato, sino que por cada mes,
porque es de la naturaleza de los arrendamiento urbanos destinados a la habitación que se
paguen las rentas mensualmente.
Estas reglas tienen por objeto interpretar el contrato recurriendo a factores o circunstancias
ajenas al texto mismo (López Santa María los llama: “circunstancias de la especie”). Al respecto
existen cuatro reglas fundamentales: las de los arts. 1561, 1565 y 1564 Inc. 2 y 3.
De acuerdo a esta regla, por generales que sean los términos de un contrato, sólo
se aplicarán a la materia sobre la que se ha contratado.
Por ejemplo, Pothier decía que si las partes celebran una transacción y en el mismo
contrato se declaran libres de todos sus pretensiones respectivas, no hay duda que tales
términos no perjudican los derechos de las partes nacidos después de la convención, ni
aquellos que existían al momento de su celebración, pero de los cuales las partes no tenías
entonces conocimiento.
Según esta regla, las cláusulas de un contrato pueden interpretarse por las de otro
contrato entre las mismas partes y sobre la misma materia.
Es indiferente que se recurra a dos o más contratos, o que éstos sean anteriores o
posteriores al contrato que es objeto de la interpretación. Lo indispensable es que se trate de un
contrato celebrado por las mismas partes, y que esos contratos versen sobre la misma materia.
Por ejemplo, si las partes estipulan que se deberá una comisión, a secas, por un
determinado servicio, puede recurrirse a otro contrato celebrado por las mismas partes y
respecto a ese servicio, para determinar el monto de la comisión.
Si los elementos intrínsecos y los extrínsecos son insuficientes para que el intérprete
pueda precisar el sentido y alcance del contrato, será preciso acudir a los elementos
subsidiarios de interpretación, en especial a la costumbre y a la equidad, las cuales son
desarrollados por las reglas de los arts. 1563 Inc. 2 y 1566 CC, respectivamente.
Algunos dicen que la costumbre le da valor esta regla, la cual expresa que “las
cláusulas de uso común se presumen aunque no se expresen”.
21 La ley chilena no hace distinción ente uso y costumbre. Utiliza estos términos indistintamente. Sin embargo, parte de la
doctrina (Alessandri, Somarriva, Vodanovic) distingue entre estas dos palabras: Los usos son las prácticas o conductas que
siguen en sus relaciones jurídicas determinados sujetos o círculos de un núcleo social dado. No tienen el carácter de
generalidad de la costumbre y tampoco llenan el requisito de la opinio iuris, propio de la última.
22 Algunos autores, sin embargo, señalan que esta cláusula constituye un verdadero mandato para hacer la tradición del
inmueble, de manera que es indispensable que se exprese. Con todo, algunos dicen que esto podría replicarse señalando
que la voluntad puede expresarse también en forma tácita, de manera que la cláusula en comento seguiría siendo un buen
ejemplo.
Tradicionalmente se dice que el sistema de interpretación de los contratos –Arts. 1560-
1566– es opuesto al sistema de interpretación de la ley –Arts. 19-24.
En efecto, el Art. 19 establece la regla inversa al Art. 1560. Dice aquél que: “cuando el
sentido de la ley es claro, no se desatenderá su tenor literal, a pretexto de consultar su espíritu”.
Por consiguiente, cuando el tenor de la ley es claro, debe estarse a él, mientras que cuando la
voluntad de las partes es clara, hay que estarse a ella.
Así, el hecho de que en materia de interpretación de la ley prevalezca el tenor literal, y
en materia de interpretación de los contratos, prime la voluntad de las partes, se explica del
siguiente modo: se dice que el legislador es una persona sabia, culta, ilustrada, que cuando
dicta una ley no solo reflexiona acerca del contenido de ella, sino que también acerca de las
palabras adecuadas que deberá emplear. En cambio, los contratantes son normalmente
personas comunes y corrientes, personas menos sabias e ilustradas que el legislador, de modo
que es factible que utilicen impropiamente el lenguaje.
Sin embargo, algunos autores plantean que en realidad no existe tal antagonismo,
puesto que en definitiva el sistema de la interpretación de la ley también llama a aplicar la
voluntad de legislador. En efecto, el “sentido de la ley” no es otra cosa que la voluntad del
legislador, y hay que estarse a él, cuando es claro.
La mayoría de los autores estima que es posible aplicar subsidiariamente las reglas del
Art. 1560 y SS. CC para indagar la voluntad del testador, pero sólo en la medida que, atendida
a la naturaleza del testamento, les resulten aplicables. En concepto de Pablo Rodríguez Grez,
por ejemplo, resultan aplicables al testamento:
- Las regla de la armonía,
- La regla de la utilidad,
- La regla del sentido natural y
- La regla la natural extensión.
En todo caso, algunos autores señalan que no cabe aplicar al testamento las reglas
extrínsecas de interpretación de los contratos, atendido el carácter solemne del testamento y al
hecho de que el testamento es un acto que debe bastarse a si mismo. López Santa María no
comparte este argumento y dice que todo acto jurídico, consensual o solemne, admite ser
interpretado recurriendo a las reglas extrínsecas de interpretación.
2.- LAS CONDICIONES: Las reglas de interpretación de las condiciones están
señaladas en los arts. 1483 y 1484 CC, las cuales aparentemente consagrarían soluciones
diversas, por cuanto el primero dispone que debe estarse a la voluntad o intención de las
partes, mientras que el segundo pareciera significar que ha de atenerse a lo literal del acto.
Sin embargo, la contradicción en comento no es tal: El Art. 1483 CC establece la regla
principal, y que no es sino la aplicación de la regla general del Art. 1560 CC. Dice el Art. 1483
que “la condición debe ser cumplida del modo que las partes han probablemente entendido
que lo fuese, y se presumirá que el modo más racional de cumplirla es el que han tendido las
partes”.
Así por ejemplo, si la condición consiste en pagar una suma de dinero a un incapaz,
debe entenderse racionalmente que la intención de quien estipuló la condición es que el pago
se haga a su representante, de manera que no se entenderá cumplida si el pago se hace el
incapaz, y éste lo dilapida.
Establecida la forma como ha de cumplirse la condición, según la intención de las
partes, cabe aplicar el Art. 1484, según el cual “debe cumplirse la condición literalmente, en la
forma convenida” y no en otra, aunque se le parezca.
Los autores comentan que este último precepto no viene sino a poner fin a antiguas
discusiones que se suscitaban sobre la posibilidad de cumplir una condición por equivalencia,
por cuanto ello si se permitía en el Derecho romano. Actualmente la respuesta es negativa: hay
que estarse a la intención de las partes, y determinada ésta, debe cumplirse la condición
23 Sería el caso de si la voluntad del testador sea disponer libremente de todos sus bienes, en circunstancias de que de esa
forma solo puede disponer de una parte de ellos, esa voluntad no surtirá efectos. Lo mismo sucederá si impone un
gravamen a una asignación forzosa.
literalmente según lo convenido. De ahí que el Art. 1485 Inc. 1 señala que el hecho constitutivo
de la condición debe verificarse totalmente para que se repute cumplida la condición.
35.1. CONCEPTO.
El Art. 1793 CC reza textualmente: “es un contrato en que una de las partes se obliga a
dar una cosa y la otra a pagarla en dinero. Aquella se dice vender y ésta comprar. El dinero que
el comprador da por la cosa se llama precio” (Art. 1793 CC).
35.2.- CARACTERÍSTICAS.
1.- Bilateral: porque ambas partes se obligan recíprocamente.
2.- Oneroso: porque tiene por objeto la utilidad de ambas partes contratantes,
gravándose cada una en beneficio de la otra.
3.- Conmutativo, por regla general. Es decir, normalmente lo que cada una de las partes
se obliga a dar, hacer o no hacer, se mira como equivalente a lo que la otra parte debe dar,
hacer o no hacer a su vez. Excepcionalmente será aleatoria, en el caso de la compra de la
suerte (o “de la esperanza”, que se define como aquella en que se vende la contingencia
incierta de ganancia o pérdida.
4.- Principal: subsiste por sí mismo sin necesidad de otra convención.
5.- Consensual, por regla general. Normalmente la compraventa se perfecciona por el
solo consentimiento de las partes, es decir, cuando éste recae en la cosa y el precio. La
excepción la encontramos en el Art. 1801 Inc. 2 CC, que establece los casos en que la
compraventa es solemne (escritura pública), a saber: la venta de bienes raíces, censos,
servidumbres y de una sucesión hereditaria.
6.- Nominado y Típico: reglamentado por la ley.
7.- Definitivo.
8.- Puede ser puro y simple, o bien, estar sujeta a modalidad.
9.- Constituye un título translaticio de dominio: Por su naturaleza sirve para transferir el
dominio (cumpliéndose además con el modo, en la especie, con la tradición):
35.3.2.- CAPACIDAD.
La regla general está dada por la capacidad. Las incapacidades son excepcionales, y en
materia de compraventa se distinguen dos clases (Art. 1795 CC):
a) Incapacidades generales para celebrar cualquier contrato.
b) Incapacidades particulares o especiales para celebrar el contrato de compraventa
(Art. 1447 inc. final CC), y éstas se subclasifican en tres:
1.- Incapacidades para comprar y vender.
2.- Incapacidades para vender.
3.- Incapacidades para comprar.
Casos:
Consideraciones:
El mismo Art. 1796 CC declara nula la compraventa entre el padre o la madre y el hijo
sujeto a patria potestad.
Consideraciones:
1.- Esta prohibición sólo se refiere al hijo sujeto a patria potestad, de modo que nada
obsta a que un padre o madre puedan celebrar un contrato de compraventa con alguno de sus
hijos ya emancipados.
2.- Los fundamentos de esta incapacidad son:
ii.- Se intenta evitar que el padre o madre se coludan con el hijo para defraudar a
terceros, particularmente a sus acreedores.
iii.- Se intenta resguardar la armonía familiar, evitando que el padre o madre presionen
indebidamente al hijo para vender sus bienes.
iii.- El padre y/o madre que ejerce la patria potestad es el representante legal del hijo y
por consiguiente podría darse el problema de la autocontratación.
3.- Tratándose de los bienes pertenecientes al peculio profesional o industrial del hijo no
emancipado, se entiende que el hijo puede respecto de ellos celebrar el contrato de
compraventa con su padre o madre, pues de acuerdo al Art. 251 CC el hijo se mira como mayor
de edad para los efectos de la administración de ese patrimonio.
4.- En caso de contravención al Art. 1796 CC la sanción es la nulidad absoluta por objeto
ilícito (Art. 10, 1466 y 1682 CC).
Se prohíbe al mandatario por sí o por interpuesta persona comprar las cosas que el
mandante le ha ordenado vender, ni vender de lo suyo al mandante lo que éste le ha ordenado
comprar, si no fuera con aprobación expresa del mandate (Art. 2144 CC).
Consideraciones:
Aquí hay un solo caso: de acuerdo al Art. 1797 CC, el funcionario público no puede
vender los bienes que se encuentran sometidos a su administración, y cuya venta no está
comprendida en sus facultades administrativas ordinarias, salvo expresa autorización de la
autoridad competente.
Consideraciones:
1.- El fundamento de esta incapacidad radica en que en este caso el funcionario público
sólo está facultado para administrar y no para vender, de modo que estaría extralimitando sus
atribuciones.
2.- En caso de que el funcionario público administre bienes privados, se ha entendido
que tampoco puede venderlos válidamente, por cuanto la disposición no distingue entre bienes
públicos y privados.
3.- La sanción en caso de infracción es la nulidad absoluta, por cuanto aparece
comprometido el interés público.
Casos:
1.- El funcionario público no puede comprar los bienes públicos o privados que se
vendan por su ministerio (Art. 1798 primera parte CC).
Consideraciones:
2.- Los jueces, abogados, procuradores y notarios no pueden comprar los bienes
en cuyo litigio han intervenido, y que se venden a consecuencia del litigio, aunque se
haga en pública subasta (Art.1798 segunda parte CC).
Consideraciones:
a) El COT ha ampliado las personas que quedan afectas a esta prohibición, incluyendo a
los relatores, receptores, a los secretarios del tribunal, fiscales judiciales, defensores públicos
judiciales, entre otros.
b) El COT prohíbe a todo juez comprar para sí, para su cónyuge o para sus hijos, las
cosas o derechos que se litiguen en los juicios de que él conozca. Se extiende esta prohibición
a las cosas o derechos que han dejado de ser litigiosos por el término de 5 años, contados
desde que dejaron de serlo.
c) Para que se de esta incapacidad, es necesaria que se trate de bienes en cuyo litigio
las personas señaladas han intervenido, y que se vendan a consecuencia del litigio. Son
requisitos copulativos.
d) La sanción en caso de infracción es la nulidad absoluta por objeto ilícito, ya que se
trata de una norma prohibitiva.
3.- Los tutores y curadores no pueden comprar los bienes de sus pupilos, sino
con arreglo a lo dispuesto en el Art. 412 y SS CC (Art. 1799 CC).
Consideraciones:
1.- El fundamento de esta incapacidad se encuentra en que el legislador intenta evitar un
posible conflicto de intereses; una tentación por el lucro, teniendo presente que puede surgir un
problema de autocontratación, toda vez que los tutores y curadores administran los bienes de
sus pupilos.
2.- El Art. 412 CC, al cual se remite el Art. 1799 CC, distingue entre bienes muebles e
inmuebles:
a) tratándose de bienes muebles, éstos puede comprarlos si cuenta con la autorización
de los demás tutores o curadores generales, o con la aprobación del juez, en subsidio.
b) tratándose de bienes inmuebles, esto no puede comprarlos en ningún caso,
prohibición que se extiende a su cónyuge, ascendientes y descendientes.
3.- Sanción en caso de infracción:
a) tratándose de bienes muebles, algunos, como Pescio, dicen que la sanción es la
nulidad absoluta, porque el Art. 1799 CC emplea la expresión “no es lícito”, de modo que habría
una licitud de objeto; y para otros, como Alessandri, la sanción es la nulidad relativa, porque la
ley está exigiendo un requisito en consideración al estado o calidad de las personas que
ejecutan o acuerdan el acto; y porque se trata de una norma imperativa.
b) tratándose de bienes inmuebles, indiscutidamente la sanción es la nulidad absoluta,
porque se trata de una norma prohibitiva.
Consideraciones:
1.- El Art. 1800 CC hace aplicable el Art. 2144 CC, a propósito del mandante y
mandatario. Sin embargo, la ley de quiebras establece que los síndicos no pueden comprar los
bienes del fallido, y como esta ley es especial, debe aplicarse con preferencia.
2.- El fundamento es evitar el conflicto de intereses y la tentación por el lucro.
3.- La sanción en caso de infracción es la nulidad absoluta, porque se trata de una
norma prohibitiva.
Consideraciones:
1.- El Art. 1800 CC hace aplicable el Art. 2144 CC, apropósito del mandate y mandatario.
Sin embargo, existe una norma especial, que es el Art. 1294 CC, ubicado a propósito del
albaceazgo, el cual se remite al Art. 412.CC, a propósito de los tutores y curadores. Frente a
esto se ha dicho que se aplica con preferencia el Art. 1294 CC porque es una norma especial
que prima por sobre el Art. 1800 CC. Por consiguiente, hay que distinguir:
a) Tratándose de bienes muebles de la sucesión: el albacea podrá comprarlos si cuenta
con la aprobación de los demás albaceas o con la aprobación del juez en subsidio.
b) Tratándose de bienes inmuebles de la sucesión: el albacea no podrá comprarlos en
ningún caso.
2.- El fundamento de esta incapacidad es evitar el conflicto de intereses entre albaceas y
herederos.
3.- En cuanto a la sanción en caso de infracción, se aplica lo dicho más arriba, a
propósito de los tutores y curadores, es decir, para algunos habrá nulidad absoluta y para otros
relativa, tratándose de bienes inmuebles, e indiscutidamente será la nulidad absoluta, en el
caso de bienes inmuebles.
Requisitos
El Art. 1810 CC dispone que pueden venderse todas las cosas corporales o incorporales
cuyas cuya enajenación no esté prohibida por la ley.
Y esto es lógico, por cuanto la venta es el antecedente de la enajenación, de modo que
si la enajenación está prohibida no tendría sentido autorizar su venta.
Como se comprobó al tratar del objeto, son prohibitivos los números 1 y 2 e imperativos
los números 3 y 4 del Art. 1464 CC, de modo no pueden venderse las cosas señaladas en los
números 1 y 2, pero sí pueden las indicadas en los números 3 y 4, cumpliendo los requisitos
que en el mismo precepto se indican.
Esto significa que la cosa debe existir al tiempo de celebrarse el contrato, o bien,
esperarse que exista.
A partir de esto se distingue entre:
a) venta de cosa presente: es aquella en que la cosa que se vende existe al tiempo de
celebrarse el contrato.
b) venta de cosa futura: es aquella en que la cosa que se vende no existe al tiempo de
celebrarse el contrato, pero se espera que exista. La venta de cosa futura puede revestir dos
formas:
1.- Venta de cosa futura propiamente tal: es aquella en que la cosa que se vende no
existe, pero se espera que exista, de modo que la compraventa se entiende hecha bajo la
condición de que la cosa llegue a existir. Por ejemplo, Juan vende toda la producción de paltas
del próximo mes en $1.000 el kilo. Si produce 100, le darán 1.000, si no produce nada, no habrá
contrato (falla la condición). Es un contrato conmutativo y condicional, y la condición, según el
Art. 1813 CC, consiste precisamente en que la cosa llegue a existir.
2.- Venta de la suerte (de la esperanza): es aquella en que se vende la contingencia
incierta de ganancia o pérdida. Por ejemplo, Juan vende toda la producción de paltas del
próximo mes en un precio único: $50.000. Si produce 100 le darán $50.000, igual cantidad que
deberán pagarle si no produce nada. Es un contrato aleatorio y puro y simple.
Consideraciones.
a) La regla general está dada por la venta de cosa futura propiamente tal, porque sólo se
entiende venta de la suerte si las partes lo han estipulado expresamente, o si se desprende de
la naturaleza del contrato (Art. 1813 CC).
b) En estricto rigor, los autores comentan que la venta de la suerte no es venta de cosa
futura, sino que es venta de cosa presente, y ésta cosa es la suerte, la cual existe al momento
de la celebración del contrato.
Problema: ¿qué ocurre si las partes al tiempo de celebrar el contrato creen que la cosa
existe, pero en realidad no existe?
Fundamento.
a) La venta de cosa ajena vale porque ella no transfiere por sí misma el dominio de la
cosa. Para ello se precisa además del modo, que en este caso es la tradición.
b) Porque según la opinión tradicional, la obligación principal del vendedor no es
constituir al comprador en dueño, sino que asegurarle una posesión pacífica y tranquila de la
cosa comprada.
a) Que la cosa pertenezca a un tercero, de modo que se excluyen las cosas que
pertenecen al comprador, al vendedor, y las que no pertenecen a nadie.
b) Que el vendedor no esté facultado por la ley o convencionalmente para representar al
verdadero dueño de la cosa.
Preguntas:
¿Es necesario que el vendedor esté de buena o mala fe para estar en presencia de
una venta de cosa ajena? O sea, ¿se precisa que el vendedor sepa o no sepa que la cosa
no le pertenece?
No. El Art. 1815 CC no exige ningún elemento subjetivo de buena o mala fe. En
consecuencia, si por ejemplo, el vendedor cree ser dueño de una cosa, y en realidad no lo es,
de todas formas estamos en presencia de una venta de cosa ajena.
Y ¿Qué ocurre respecto del comprador?
Tampoco a su respecto se exige algún ánimo especial. Sin embargo, si el comprador
sabía que la cosa no le pertenecía al vendedor, no tendrá derecho a demandar perjuicios. En
caso contrario, sí tendrá ese derecho (Art. 1814 Inc. 3 CC).
Concepto:
El precio es el dinero que el comprador da por la cosa vendida (Art. 1793 parte final CC).
Requisitos:
Son cuatro:
a) El precio debe ser en dinero.
b) El precio debe ser real y serio.
c) El precio debe ser determinado o determinable.
d) El precio no debe quedar al arbitrio de una sola de las partes.
El Art. 1793 CC, al definir el precio, señala expresamente que es el dinero que el
comprador da por la cosa vendida.
Los autores, sin embargo, precisan que esta exigencia se traduce en que el precio debe
estar estipulado en dinero, pero nada obsta a que las partes, habiendo pactado el precio en
dinero, puedan acordar que se pague con algo distinto al dinero, lo que podría dar lugar a una
dación en pago o a una novación por cambio de objeto.
¿Qué ocurre si el precio se pacta parte en dinero y parte en una cosa distinta al dinero?
Hay que distinguir:
1.- Si el dinero vale más que la otra cosa, se entiende compraventa.
2.- Si la otra cosa vale más que el dinero, se entiende permutación (Art. 1794 CC).
3.- Si la cosa vale lo mismo que el dinero, hay dos opiniones:
a) Para algunos, se entiende compraventa, porque de acuerdo al Art 1794 CC sólo se
entiende permutación cuando la otra cosa vale más que el dinero.
b) Para otros, se trata de un contrato innominado, porque el Art. 1794 CC solamente
reguló las dos primeras situaciones.
Consideraciones:
1.- Si el precio no guarda proporción con la cosa que se vende, por ser aquél muy
inferior a ésta, el precio pasa a ser irrisorio, y el precio irrisorio no es serio. Por ejemplo, compro
una casa en $1000.
2.- El CC exige que el precio sea real y serio pero no que sea justo, salvo que se trate de
la compraventa de bienes raíces, que puede dar lugar a la rescisión por lesión enorme.
3.- El precio que no es justo es un precio vil. Y un precio vil puede ser un precio real y
serio.
1.- Las partes. Y pueden hacerlo por cualquier medio o indicaciones que lo fijen (Art.
1808 Inc. 1 y 2 CC)
2.- Un tercero. Las partes de común acuerdo pueden señalar que un tercero fije el
precio; y si este tercero no lo hace; podrá hacerlo por él cualquier otro tercero en que
convinieran las partes; y si no hay acuerdo respecto de este tercero, no habrá venta (Art. 1809
CC)25.
Los autores comentan que, en estricto rigor, cuando un tercero fija el precio, de todas
formas constituye una determinación de los contratantes, porque el tercero, al ser designado
por las partes, actúa como mandatario de ellas.
El Inc. 3 del Art. 1808 CC, señala que, tratándose de venta de cosas fungibles al
corriente de plaza, hay que estarse al precio vigente al momento de la entrega, y no del
contrato, a menos que las partes acuerden otra cosa.
Así lo dice Inc. 2 del Art. 1809 CC. Pero deberíamos llegar a esta conclusión aunque no
existiera texto expreso, porque si sólo una sola de las partes determina el precio, no habría
consentimiento, y resulta que éste también debe recaer sobre el precio26.
35.3.4.- FORMALIDADES.
26 El legislador lo que exige es que el precio no quede al arbitrio de una sola de las partes, de modo que nada obsta a que
el precio sea determinado por una de las partes más la intervención de otra persona o de un acaso.
2.- compraventa de censo.
3.- compraventa de servidumbres activas.
4.- compraventa de una sucesión hereditaria. En este caso, el objeto de la
compraventa es la totalidad o una cuota de los bienes del difunto.
La mayoría de los autores estima que el mandato también debe otorgarse por escritura
pública. Sin embargo, algunos autores señalan que ello no es así, básicamente por las
siguientes razones:
a) El mandato es un contrato consensual, por regla general.
b) Cuando el legislador ha querido que el mandato conste por escritura pública lo ha
exigido expresamente, por ejemplo, el mandato para contraer matrimonio (Art. 103 CC); el
mandato para reconocer un hijo (Art. 187 CC); mandato en que consta la autorización de la
mujer casada en sociedad conyugal, en el evento de que el acto que se autoriza exija escritura
pública (Art. 1749 CC). A contrario sensu, en los demás casos el mandato debe conservar su
carácter consensual.
2.-) Formalidades habilitantes: se exigen en atención al estado o calidad de las partes
que celebran la compraventa, y se agrupan en dos categorías: 1) formalidades habilitantes
propiamente tales; 2) formalidades en las ventas forzadas.
1) Formalidades habilitante propiamente tales: Son aquellas que se exigen cuando el
vendedor es una persona incapaz, y en general son:
a) la autorización judicial, por ejemplo, para enajenar los bienes raíces del hijo o sus
derechos hereditarios, se requiere de autorización judicial con conocimiento de causa (Art. 254
CC); o la autorización judicial que se exige al tutor o curador para enajenar los bienes raíces del
pupilo (Art. 393 CC);
b) la venta en pública subasta, por ejemplo, la venta de los bienes raíces del pupilo
requieren de ella (Art. 394 CC).
2) Formalidades en las ventas forzadas: En este caso se precisa de:
a) la tasación de bienes, si se trata de bienes raíces;
b) la publicación de avisos respecto de la fecha del remate; y
c) la venta en pública subasta.
1.- En las ventas voluntarias, las partes comparecen libremente a la celebración del
contrato, personalmente o representadas; en cambio, en las ventas forzadas el juez es el
representante legal del deudor-vendedor, tanto en la venta como en la tradición consiguiente
(Art. 671 CC en relación al Art. 497 CPC).
2.- En las ventas voluntarias, el precio se fija a través de las libres negociaciones de los
contratantes, en cambio, en las ventas forzadas el precio se fija a través de las posturas que se
formulan en la subasta.
3.- En las ventas hechas por intermedio de la justicia, sean forzadas o voluntarias, no
tiene lugar la rescisión por causa de lesión enorme.
Las Arras.
Concepto.
Es una suma de dinero u otras cosas muebles distintas del dinero que una de las partes
da a la otra en garantía de la celebración o ejecución del contrato, o bien, como parte del precio
o en señala de quedar convenidas en el contrato.
Clases de Arras.
a) Arras garantía: Es una suma de dinero u otras cosas muebles distintas del dinero
que una de las partes da a la otra en garantía de la celebración o ejecución del contrato.
Efectos:
En este caso, se entiende que las partes no están vinculadas, por eso es que el Art.
1803 CC les permite retractarse. Eso sí: si se retracta el que ha dado las arras, las pierde. Y Si
se retracta el que ha recibo las arras, debe restituirlas dobladas.
En principio, es el que las partes estipulen, y si nada dicen, cuentan con el plazo de dos
meses, contados desde que se acordaron las arras (Art. 1804 CC).
b) Arras prueba: Es una suma de dinero u otras cosas muebles distintas del dinero que
una de las partes da a la otra como parte del precio o en señal de quedar convenidos en el
contrato.
Efectos.
En este caso las partes no pueden retractarse, ya que de acuerdo al Art. 1805 CC la
venta se entiende perfecta, salvo que se trate de las compraventas solemnes del Art. 1801 CC,
porque las arras no pueden reemplazar la respectiva solemnidad (escritura pública).
Consideraciones:
1.- En materia civil, la regla general está dada por las arras garantía, pues las arras
pruebas deben constar por escrito, de acuerdo al Art. 1805 CC.
2.- El C. de C contempla la situación inversa, ya que de los arts. 107 y 108 se desprende
que la regla general corresponde a las arras prueba, ya que las partes no tienen la facultad de
retractarse, a menos que se pacte lo contrario.
Regla general.
Esta materia está regulada en el Art. 1550 CC en relación con el Art. 1820 CC. Según
estos preceptos, si se vende una especie o cuerpo cierto el riesgo es de cargo del acreedor
(comprador). Por consiguiente, si en el periodo que va desde el perfeccionamiento del
contrato y hasta antes de la entrega, la especie o cuerpo cierto perece por caso fortuito o fuerza
mayor, la obligación del vendedor se extingue, subsistiendo la obligación del comprador de
pagar el precio.
Como una compensación esta solución, el legislador dispone que los frutos y mejoras
durante ese periodo le pertenecen el comprador (Art. 1820 CC).
Excepciones:
Conceptos.
Es aquella en que para determinar la cosa vendida debe hacerse estas operaciones, o
sea, pesar, contar o medir; por ejemplo: el trigo, el ganado, las telas.
Comentarios:
Concepto:
Argumentos:
1.- El Art. 1793 CC, al definir la compraventa, señala que una de las partes se obliga a
dar una cosa, y la obligación de dar es aquella que tiene por objeto transferir el dominio.
2.- El Art. 1824 CC, expresa que una de las principales obligaciones del vendedor es la
entrega o “tradición”, y la tradición es una entrega que implica transferencia de dominio.
3.- El Art. 1837 CC, al referirse a la obligación de saneamiento, dice que ella tiene por
objeto amparar al comprador en el dominio y posesión pacífica de la cosa vendida.
4.- Es correcto que el Art. 1815 CC declare que la venta de cosa ajena vale, pues la
venta sólo constituye el título, y éste por sí solo no transfiere el dominio.
6.- Nada impide que el comprador, al advertir que el vendedor no era el verdadero
dueño, haga uso de la condición resolutoria tácita.
El Inc. 2 del Art. 1824 CC señala que se sujeta a las reglas de la tradición, de modo que
si se trata de un bien mueble, deberá hacerse por alguno de los medios que señala el Art. 684
CC; y si se trata de un inmueble, en la forma que señala el Art. 686 CC.
La ley autoriza al vendedor en ciertos casos a que pueda retener la cosa, de modo que
no estará obligado a entregarla ni el comprador tendrá derecho a exigirla.
Casos:
1.- Si el comprador no ha pagado el precio o no está llano a pagarlo, y que no se haya
fijado un plazo para el pago del precio (Art. 1826 Inc. 3 CC).
2.- Si después de celebrado el contrato ha menguado considerablemente la fortuna del
comprador, por lo que el vendedor se halla en peligro inminente de perder el precio. En este
caso puede el vendedor retener la cosa, aunque se haya estipulado un plazo para el pago del
precio, pudiendo el comprador reclamar la cosa sólo una vez que pague el precio o asegure su
pago (Art. 1826 Inc. final CC).
Lugar de la entrega:
El Código no establece normas especiales, de modo que cabe aplicar las reglas
generales en materia de pago. Así:
1) Hay que estarse al lugar convenido por las partes;
2.- Si las partes nada han dicho, hay que distinguir:
a) si se trata de una especie o cuerpo cierto, la entrega debe hacerse en el lugar donde
encontraba la especie o cuerpo cierto al momento de constituirse la obligación.
b) si se trata de otras cosas, la entrega debe hacerse en el domicilio del deudor
(vendedor)27.
Ventas sucesivas de una misma cosa a dos o más personas por contratos distintos28.
28 Si la cosa se vende en virtud de un mismo contrato habría comunidad. De ahí que para estar en la hipótesis del Art. 1817
CC es imprescindible que se trate de una venta a dos o más personas por contratos distintos.
¿Qué comprende la entrega material?
Sabemos ya que la primera obligación del vendedor es entregar la cosa vendida. Y esa
entrega, comprende una entrega material y una entrega jurídica.
Si el vendedor no cumple con su obligación, ya sea que sólo hace la entrega material y
no la jurídica, ya sea que sólo hace ésta y no aquella, ya en el caso de que no haga ninguna, el
comprador podrá:
1.- Demandar el cumplimiento del contrato, con indemnización de perjuicios.
2.- Demandar la resolución del contrato, con indemnización de perjuicios.
3.- Ejercer la acción reivindicatoria en caso de que sólo se le haya hecho la entrega
jurídica (Art. 1826 Inc. 2 en relación con el Art. 1489 CC).
En todo caso, cabe tener presente que para que el comprador pueda ejercer estas
acciones, debe haber pagado el precio, o encontrarse llano a pagarlo, o bien, tener una
condición o un plazo suspensivo pendiente para pagarlo.
La ley no da un concepto de predio rústico, y existen dos criterios que intenta definirlo:
1.- Criterio de la situación: predio rústico es aquel que está situado fuera de los límites
urbanos de la ciudad, de modo que hay que estarse al plano regulador.
2.- Criterio de la destinación: predio rústico es aquel que está destinado a actividades
agrícolas, ganaderas, forestales o a la explotación de la tierra, con prescindencia del lugar en
que se encuentra ubicado.
Advertencias:
1.- La venta en relación a la cabida es excepcional, y para que se configure debe
reunirse los requisitos que enseguida se indican. La venta ad corpus (como especie o cuerpo
cierto) es la regla general.
2.- En cualquier caso la venta debe constar por escritura pública, porque se trata de una
compraventa solemne (Art. 1801 CC).
Consideración:
Opiniones:
1.- Meza Barros y Pescio, sostienen que no es posible concebir una venta de predios
rústicos sin señalamientos de linderos, porque si así fuese no sería posible inscribir ese título,
por aplicación del Art. 78 nº 4 del reglamento del registro conservatorio.
2.- La mayoría de los autores estima que sí es posible una venta sin señalamiento de
linderos, porque tal señalamiento se exige como requisito para la inscripción, que es la
tradición, pero no como requisito de la compraventa, de manera que nada obsta para que se
pueda vender el predio rústico sin señalamiento de linderos, y que con posterioridad se otorgue
una escritura pública complementaria, en la que se señalen los deslindes para poder proceder a
la inscripción.
Consideración:
De acuerdo al Art. 1835 CC, las reglas precedentes se aplican a cualquier todo o
conjunto de efectos o mercaderías, por ejemplo, si se venden 100 cabezas de ganado en
$10.000.000 y resulta que faltan algunos animales.
Antecedentes:
1) La obligación de saneamiento tiene por finalidad asegurar una posesión pacífica,
tranquila y útil de la cosa al comprador.
2) Pero puede ocurrir que el comprador se vea afectado en dicha posesión por dos
motivos:
- Porque un tercero reclama derechos sobre la cosa;
- Porque la cosa adolezca de vicios que impiden que sea usada conforma a su
naturaleza, o bien, sólo lo permita de un modo imperfecto.
3) En ambos casos, el vendedor no habrá cumplido con sus obligaciones; en el primer
caso, no habrá transferido el dominio o no habrá garantizado una posesión tranquila y pacífica
de la cosa, de modo que se dice que la cosa está “jurídicamente enferma”. En el segundo caso,
no habrá garantizado una posesión útil de la cosa, de manera que se dice que la cosa está
“materialmente enferma”.
4) En ambos casos, corresponde al vendedor cumplir con su obligación de saneamiento,
que toma el nombre de saneamiento de la evicción, en el primer caso; y de los vicios
redhibitorios, en el segundo.
Concepto:
La obligación de saneamiento es aquella que pesa sobre el vendedor, y que tiene por
objeto amparar al comprador en el dominio y posesión pacifica de la cosa vendida, y de
responder de los defectos ocultos de ésta, llamados vicios redhibitorios (Art. 1837 CC).
Objetivos:
Características:
1.- Es una obligación de la naturaleza del contrato, porque se entiende incorporada sin
necesidad de cláusula especial, pero las partes pueden modificarla o eliminarla.
2.- Es una obligación eventual, porque sólo se hace exigible en la medida que un tercero
reclame derechos sobre la cosa, o si ésta adolece de vicios que impiden que sirva para su uso
natural, o hagan que sólo sirva imperfectamente.
Concepto:
Naturaleza Jurídica.
Hay que distinguir:
1.- La obligación de defender al comprador es una obligación de hacer, de manera que
es indivisible. De ahí que puede intentarse contra cualquiera de los herederos del vendedor, o
contra cualquiera de los vendedores, en caso de que ellos sean varios, de modo que ninguno
podría excusarse, diciendo que defenderá al comprador en primera instancia, otro en segunda
instancia, y otro ante el tribunal de casación, por ejemplo.
2.- La obligación de indemnizar al comprador es una obligación de dar, y
específicamente, dar una suma de dinero, y como el dinero es una cosa naturalmente divisible,
la obligación de indemnizar también lo es. De ahí que cada heredero es responsable de su
cuota hereditaria y cada vendedor de su cuota de dominio, en caso de que éstos sean varios
(Art. 1840 CC).
Concepto de evicción.
Es la privación del todo o parte de la cosa vendida en virtud de una sentencia judicial,
por una causa anterior a la venta (Art. 1838 CC).
Requisitos:
1.- Que el comprador haya sido privado del todo o parte de la cosa vendida.
- Habrá privación del todo de la cosa vendida, cuando un tercero reclame el dominio total
de ella (acción reivindicatoria).
- Habrá privación parcial, cuando un tercero reclame solo una parte del dominio de la
cosa vendida; o cuando un tercero reclame un derecho real distinto y limitativo del dominio.
2.- Sentencia judicial. La privación total o parcial de la cosa vendida se produce cuando
la sentencia queda firme. De modo que:
- Las turbaciones de hecho no dan lugar a la obligación de saneamiento de la evicción;
de ellas debe hacerse cargo el propio comprador.
- Las reclamaciones extrajudiciales tampoco dan lugar a la obligación de saneamiento
de la evicción; de ellas debe hacerse cargo el propio comprador.
- Sólo las turbaciones de derecho, esto es, una demanda judicial legalmente notificada,
dan lugar a la obligación de saneamiento de la evicción.
3.- Que la causa de la evicción sea anterior a la venta, salvo que las partes hayan
estipulado lo contrario (Art. 1839 CC).
Naturaleza Jurídica:
1.- Algunos autores señalan que es un juicio especial, porque aparece regulada en el
Libro III del CPC, libro que precisamente trata de los juicios especiales.
2.- Para otros es un incidente, toda vez que constituye una cuestión accesoria al juicio, y
el hecho que esté reglamentada en el Libro III del CPC no prueba nada, ya que el derecho legal
de retención también está reglamentado en el Libro III, e indiscutidamente se trata de una
cuestión incidental.
Cuentan con el término de emplazamiento que corresponda en conformidad con los arts.
258 y SS (Art. 586 CPC).
Dispone el Art. 1851 CC que en las ventas forzadas hechas por autoridad de la justicia,
si la cosa resulta evicta, el vendedor sólo es obligada a indemnizar el precio de la cosa, pero no
los demás rubros.
Evicción Parcial.
Concepto:
Es la privación de parte de la cosa vendida, por sentencia judicial firme, en virtud de una
causa anterior a la venta, y que se produce cuando el tercero demanda el dominio de solo una
parte de la cosa vendida, o bien, reclama un derecho real distinto y limitativo del dominio.
Efectos:
1.- Si la parte evicta es tal, que sea de presumir que sin esa parte no se habría
comprado la cosa, el comprador podrá demandar la resolución del contrato o pedir la
indemnización parcial de la evicción (Art. 1852 CC).
Si ello ocurre, el comprador deberá restituir al vendedor la parte no evicta de la cosa, y
para esos efectos se considera al comprador como un poseedor de buena fe; a menos de
prueba contraria; el vendedor, a su turno, deberá restituir al comprador el precio y el valor de los
frutos que éste hubiere debido restituir con la parte evicta, así como indemnizar de todo otro
perjuicio que la evicción haya generado al comprador (Art. 1853 CC).
2.- Si la parte evicta no tiene la magnitud señalada, el comprador no puede pedir la
resolución, sino sólo la indemnización de perjuicios de la evicción parcial, aplicándose al efecto
las reglas del Art. 1847 y SS.
1.- La renuncia:
El comprador puede renunciar a la obligación de saneamiento de la evicción, ya que por
una parte se cumplen los requisitos del Art. 12 CC, y por otra, porque se trata de una obligación
de la naturaleza del contrato de compraventa, de modo que las partes pueden eliminarla.
Reglas de la renuncia:
1.- Si el vendedor estaba de buena fe, esto es, si ignoraba la existencia del derecho del
tercero (ignoraba la causa de la evicción), la renuncia es válida.
2.- Si el vendedor estaba de mala fe, vale decir, si conocía la existencia del derecho del
tercero (conocía la causa de la evicción), la renuncia es nula (Art. 1842 CC).
Consideración:
En cualquiera de los dos casos, el vendedor siempre debe restituir el precio de la venta,
pues de lo contrario habría un enriquecimiento sin causa (Art. 1852 Inc. 1 y 2 CC). Con todo, el
vendedor no deberá restituir el precio en dos casos:
a) si el comprador compró la cosa a sabiendas de que era ajena.
b) si el comprador expresamente tomó sobre sí el riesgo de la evicción, especificándolo.
(Art. 1852 Inc. 3 CC)
2.- La prescripción.
1.- Algunos estiman que, a falta de regla especial, cabe aplicar las reglas generales en
materia de prescripción.
2.- Otros estiman que esa acción indemnizatoria es una acción accesoria, de modo que
prescribiría en 4 años.
El CC regula otras formas de extinguir esta obligación, algunas de las cuales constituyen
una liberación total, y otras una liberación parcial:
1.- Casos de liberación total:
a) Si el comprador y el tercero demandante deciden someter el asunto al conocimiento
de la justicia arbitral, sin consentimiento del vendedor, y los árbitros fallaran en contra del
comprador (Art. 1846 nº 1 CC).
b) Si el comprador perdió la posesión de la cosa por su culpa, y de ello se siguió la
evicción (Art. 1846 nº 2 CC).
c) Si el comprador no cita de evicción al vendedor (Art. 1843 Inc.3 CC).
d) Si el comprador cita de evicción al vendedor, éste no comparece, y el comprador
omite oponer una excepción suya –que sólo a él le correspondía– y por ello resultare evicta la
cosa (Art. 1843 Inc. 3 CC).
2.- Casos de liberación parcial:
a) Tratándose de las ventas forzadas hechas por autoridad de la justicia, pues sólo se
restituye el precio (Art. 1851 CC)
b) Tratándose del caso en que el vendedor citado de evicción comparece, se allana, y el
comprador se opone al allanamiento, porque no se indemnizan el valor de los frutos percibidos
durante la secuencia del juicio ni las costas judiciales (Art. 1845 CC).
El CC no los define, y la doctrina ha señalado que son los defectos ocultos de la cosa
vendida, existentes al momento de la celebración del contrato, ignorados por el comprador, y
que impiden que la cosa pueda ser usada conforme a su naturaleza, o bien, sólo lo permiten de
un modo imperfecto30.
Requisitos.
El Art. 1858 CC señala que los vicios redhibitorios, para ser tales, deben reunir los
siguientes requisitos.
1.- deben ser coetáneos a la venta : esto es, debe existir al momento de perfeccionarse
el contrato.. En este sentido, la jurisprudencia ha resuelto que basta que haya un germen de
vicio al momento de la celebración del contrato; de modo que no es necesario que en ese
momento el vicio se manifieste en su totalidad. Por ejemplo, la compraventa de caballos que
tengan una enfermedad incipiente al momento de la celebración del contrato, y que esa
enfermedad sea ignorada por el comprador.
2.- deben ser graves: y se entiende que lo son cuando impiden que la cosa pueda ser
usada conforme a su naturaleza, o sólo lo permiten de un modo imperfecto, de manera que sea
de presumir que conociéndolos el comprador no la hubiera comprado, comprador los hubiese
conocido no habría comprado la cosa, o la hubiera comprado a un precio mucho menor.
3.- deben ser ocultos: esto es, no debe haberlos declarado el vendedor, y ser tales que
el comprador no haya podido ignorarlos sin negligencia grave de su parte, o tales que el
comprador no haya podido fácilmente conocerlos en razón de su profesión u oficio.
De acuerdo al Art. 1863 CC, las partes pueden dar el carácter de redhibitorios a vicios
que naturalmente no tienen ese carácter, por no reunir los requisitos del Art. 1858 CC.
30 El CC, sin embargo, ha definido la “acción redhibitoria” en los siguientes términos: se llama acción redhibitoria la que
tiene el comprador para que se rescinda –léase resuelva– la venta o se rebaje proporcionalmente el precio por los vicios
ocultos de la cosa vendida, raíz o mueble, llamados redhibitorios (Art. 1857 CC). Luego, si la cosa adolece de vicios o
defectos ocultos, el vendedor no cumple con su obligación de garantizar al comprador una posesión útil de la cosa. Para
hacer exigible esta obligación, el comprador cuenta con la acción redhibitoria que tiene por objeto obtener la resolución de la
venta o la rebaja proporcional del precio por los vicios redhibitorios.
Acciones con las que cuenta el comprador frente a vicios redhibitorios.
Consideraciones:
a) Los vicios redhibitorios dan derecho al comprador para ejercer la acción redhibitoria o
la acción quantiminoris, según le convenga (Art. 1860 CC), sin perjuicio de que pueda
demandar además, la indemnización de perjuicios, en el caso del Art. 1861 CC.
b) Si los vicios no son graves, el comprador no puede ejercer la acción redhibitoria, sino
sólo la acción quantiminoris o estimatoria (Art. 1868 CC).
c) La acción redhibitoria no tiene lugar en las ventas forzadas hechas por la autoridad de
la justicia, salvo que el vendedor haya sabido o debido saber de la existencia del vicio y no lo
haya declarado petición expresa de éste, caso en el cual habrá lugar a la acción redhibitoria y la
indemnización de perjuicios (Art. 1865 CC).
Consideración:
Consideración:
De acuerdo al Art. 1864 CC, si venden dos o más cosas conjuntamente, sólo habrá lugar
a la acción redhibitoria por la cosa viciosa y no por el conjunto; a menos que aparezca que no
se habría comprado el conjunto sin esa cosa; como cuando se compra una pareja de animales
o un juego de muebles.
III.- Obligación de conservar la cosa con la debida diligencia hasta la entrega, si se trata
de una especie o cuerpo cierto (Art. 1548 y 1549 CC).
El debido cuidado que debe emplear el vendedor se ciñe a la culpa leve, toda vez que la
compraventa es un contrato que beneficia a ambas partes.
Dijimos más atrás que esta obligación es de la naturaleza del contrato, razón por la cual
las partes pueden modificarla o eliminarla, con una única limitación: no puede estipularse la
exoneración de responsabilidad del vendedor si de su parte ha habido dolo o culpa grave, ya
que ella importaría una condonación del dolo futuro, y ello no vale.
Argumentos:
a) El Art. 1793 CC, al definir la compraventa, señala primero la obligación del vendedor y
luego la del comprador, y ese orden no sería arbitrario, sino que estaría dando cuenta de que la
obligación del vendedor de entregar la cosa es la que debe cumplirse primero.
b) El Art. 1826 Inc. 1 CC, indica que por regla general el vendedor debe entregar la cosa
inmediatamente después de perfeccionado el contrato; no existiendo una norma similar a
propósito de las obligaciones del comprador. De este modo, la existencia del Art. 1826 CC, da
cuenta de la intención del legislador en orden a que sea la obligación de entrega del vendedor
la que debe efectuarse primero.
En principio cabe aplicar las reglas generales en materia de resolución; sin embargo, los
arts. 1875 y 1876 CC establecen reglas especiales. Hay que distinguir entre: 1) los efectos
respecto de las partes; y 2) los efectos respecto de terceros.
Que comprador sea considerado como poseedor de mala fe, significa que sólo tiene
derecho al reembolso de las mejoras necesarias.
El Inc. 1 del Art. 1876 CC se remite a los Arts. 1490 y 1491 CC, en materia de
resolución.
Problema: El Inc. 2 del Art. 1876 CC, señala que si en la escritura de venta se expresa
haberse pagado el precio, no se admitirá prueba alguna destinada a desvirtuar esa afirmación,
salvo la nulidad o falsificación de la escritura, y sólo en virtud de esta prueba habrá acción en
contra de terceros. ¿Puede el vendedor demandar la resolución del contrato argumentado
que en realidad el precio no fue pagado?
31 Daniel Peñailillo soluciona el conflicto a favor del Art. 1874 CC, por las dificultades prácticas que puede traer la reserva
de dominio, que podría establecerse con frecuencia en las compraventas a plazo, con la consiguiente confusión de
propietarios, especialmente respecto de terceros; además, reservándose el dominio, el vendedor podría gravar la cosa con
derechos reales, que afectarían al comprar aun luego de pagar el precio. Sin recurrir a la cláusula, si el comprador no paga,
el vendedor ya está protegido por el Art. 1489 CC
Esto está íntimamente relacionado con el deber de colaboración del comprador para con
el vendedor para que éste cumpla con su obligación de entrega. ¿Qué ocurre si el comprador
se constituye en mora de recibir? De acuerdo al Art. 1827 CC, se producen dos
consecuencias:
1.- El comprador debe reembolsar al vendedor los gastos en que éste haya incurrido
para el transporte y conservación de la cosa.
2.- El vendedor queda eximido de la obligación de conservar la cosa, y sólo será
responsable de culpa grave o dolo.
Además, el vendedor frente al incumplimiento podría pedir la resolución del contrato (Art.
1489 CC).
Concepto:
Naturaleza jurídica.
32 Los autores señalan que debiera llamarse más bien “Pacto de retrocompra”, porque se trata de una facultad del
vendedor; es éste quien se reserva la facultad de recobrar la cosa vendida, y no del comprador.
33 Resolutoria: del hecho futuro e incierto depende la extinción del derecho. Ordinaria: la condición no consiste en el
incumplimiento de las obligaciones contraídas en el contrato (consiste en que el vendedor haga uso de su facultad).
Meramente potestativa: porque depende de la mera voluntad del acreedor que es el vendedor, el que puede o no ejercer la
facultad de recuperar la cosa.
Permite facilitar el crédito, toda vez que una persona puede obtener dinero sin tener que
desprenderse definitivamente de un bien.
Además opera como una verdadera caución, porque el comprador sabe que si el
vendedor quiere recuperar la cosa tendrá que pagar.
Se presta para la usura, ya que puede estipularse una suma muy superior al precio de la
compraventa.
Los autores indican normalmente tres requisitos, pero Moreno estima que hay solo uno:
el pacto de retroventa debe acordarse en el contrato mismo de compraventa. Si se hiciera
después, estaríamos en presencia de una promesa de compraventa.
Los otros requisitos son:
a) Que se estipule la cantidad que el vendedor debe pagar para recobrar la cosa. Pero
para Moreno esto no es un requisito, ya que si las partes nada estipulan, la ley entiende que el
vendedor debe el precio de venta.
b) Que se estipule un plazo dentro del cual el vendedor ejerza su derecho. Pero el Art.
1885 CC establece un plazo máximo de 4 años contados desde la fecha del contrato, de modo
que si las partes nada dicen, ese será el plazo.
Acción de retroventa.
El vendedor tiene la facultad para recobrar la cosa vendida pagando la suma estipulada
o el precio de venta, en su defecto, y si el comprador devuelve la cosa y recibe el precio, la
cuestión ahí termina. Pero puede ocurrir que el comprador se resista a restituir la cosa, en cuyo
caso se requieren de los siguientes requisitos:
1.- Que vendedor ejerza su derecho judicialmente, y que la solicitud sea legalmente
notificada al comprador.
2.- Que el vendedor acompañe la suma de dinero estipulada, o el precio de la
compraventa, a falta de estipulación.
3.- Que el vendedor dé aviso al comprador de su intención de recuperar la cosa. Este
aviso debe darse con una anticipación de 6 meses, tratándose de bienes raíces, y de 15 días,
tratándose de bienes muebles.
4.- Si la cosa fuere fructífera o diere frutos de tiempo en tiempo, y a consecuencia de
trabajos o inversiones reparatoria, no podrá exigirse la restitución sino después de la próxima
percepción de frutos (Art. 1885 Inc. 2 CC):
Si antes de que el vendedor recupere la cosa, ella pasa a manos de terceros, se aplican
los arts. 1490 y 1491 CC, ya que el Art. 1882 CC se remite expresamente a ellos.
Así lo dice expresamente el Art. 1884 CC. En este sentido para algunos el derecho que
nace del pacto de retroventa sería personalísimo. Pero surgen dudas puesto que este artículo
sólo dice que este derecho es intransferible, pero no hace referencia a la intransmisibilidad.
Concepto.
Es aquel en que las partes acuerdan que la compraventa se resolverá si dentro de cierto
plazo (que no podrá pasar de un año) aparece un nuevo comprador que ofrezca al vendedor
un mejor precio por a cosa (Art. 1886 CC).
Naturaleza jurídica.
Hay que distinguir lo que ocurre entre las partes; y respecto de terceros.
1.- Entre las partes: Si dentro del plazo aparece un nuevo comprador que ofrezca al
vendedor un mejor precio; el comprador puede hacer subsistir el contrato igualando la nueva
oferta; y si antes de que aparezca el tercero, dicho comprador hubiese enajenado la cosa, el
derecho a igual la oferta pasa al tercero adquirente. Si el comprador o el tercero no iguala la
34 No dijimos que el vendedor debe pagar la suma estipulada o el precio, a falta de estipulación. Pero ello es obvio, porque
al momento de entablar su acción tuvo que acompañar dicha suma o precio.
nueva oferta, la compraventa se resuelve, y tendrán lugar las mismas prestaciones, que en el
caso del pacto de retroventa.
2.- Respecto de terceros: El Art. 1886 CC se remite al Art. 1882 CC el cual a su vez se
remite a los arts. 1490 y 1491 CC.
Concepto de lesión.
Requisitos para que tenga lugar la rescisión de la venta por causa de lesión enorme:
Requisitos:
a) el comprador debe restituir la cosa con sus frutos, debiéndose éstos desde la fecha
de la notificación de la demanda.
b) el vendedor debe restituir el precio con sus intereses, debiéndose éstos desde la
fecha de la notificación de la demanda.
c) No hay derecho para pedir que se indemnicen las expensas que haya ocasionado el
contrato (Art. 1890 Inc. 2 CC)
d) el vendedor no puede pedir que se indemnicen los deterioros que haya sufrido la
cosa; a menos que el comprador se hubiera aprovechado de ellos (Art.1894 CC)
En principio no hay terceros involucrados, porque uno de los requisitos para que proceda
la recisión por causa de lesión enorme es que el comprador no haya enajenado la cosa. Pero
puede ocurrir que el comprador haya constituido algún gravamen sobre la misma, y frente a
esta hipótesis el Art. 1895 CC señala que el comprador, previo a la restitución de la cosa, debe
purificarla de los gravámenes que haya constituido en ella.
1.- El justo precio es un precio objetivo, o sea, corresponde al precio que se da al bien
dentro del mercado, excluyendo el valor de afección. No corresponde al avalúo fiscal.
2.- El justo precio es el vigente al tiempo de la celebración del contrato de compraventa
(Art. 1889 Inc. 2).
35 Insistamos en que este derecho lo puede ejercer el comprador o el vender una vez que de parte del tribunal ya se ha
declarado la recisión.
3.- La determinación del justo precio es una cuestión de hecho, que deberá fijar el juez
de la instancia (debe acreditarse).
1.- Si el comprador enajena la cosa, sin perjuicio del derecho del vendedor a perseguir
el exceso, si lo hubiere, en los términos del Art. 1893 Inc. 2 CC36.
2.- Si la cosa se destruye en poder del deudor. (Art. 1893 Inc. 1 CC)
3.- Por prescripción. La acción rescisoria por lesión enorme prescribe en el plazo de 4
años contados desde la fecha del contrato (Art. 1896 CC).
Concepto.
Es un contrato por el cual una o ambas partes se obligan a celebrar un contrato futuro
determinado, en el evento de cumplirse una condición o en cierto plazo.
Características.
36 El plazo de prescripción de esta acción especial de recuperación del mejor precio es discutido. Para algunos es el
mismo que el de la lesión enorme (cuatro años), para otros es de cinco años, puesto que no se señaló un plazo especial,
por lo que se aplica el general. También se discute desde cuándo se cuenta este plazo, si a partir del contrato en donde se
produjo la lesión o a partir de la fecha del contrato en que se obtuvo un mejor precio. Somarriva, opina que es de cinco años
este plazo, y se cuenta desde la fecha del contrato en donde se produce la lesión. En cambio don Raúl Diez, estima que
este plazo no se cuenta desde la fecha en que se produjo la lesión, sino en la segunda compraventa. Las razones serían: en
primer lugar, sólo desde que se consuma este segundo contrato nacería la acción del artículo 1.893; en segundo lugar, el
plazo de cuatro años sería irrisorio si se cuenta desde el primer contrato, y sólo se aplicaría si ambas compraventas se
celebraren el mismo día.
4.- Es un contrato principal: ya que subsiste por sí mismo sin necesidad de otra
convención. En este sentido, cabe precisar que el contrato de promesa es independiente del
contrato prometido; ambos tienen vida autónoma. Cada uno tiene su objeto preciso: el objeto
del contrato de promesa es la celebración del contrato prometido; y el objeto de éste será el que
corresponda a su naturaleza. Sería, por consiguiente, perfectamente posible que el contrato de
promesa fuere válido y que el contrato prometido adoleciera de algún vicio de nulidad.
5.- Es un contrato conmutativo: pues las prestaciones de las partes se miran como
equivalentes. Puede ocurrir que el contrato definitivo sea aleatorio, pero la promesa es siempre
conmutativa.
6.- Es un contrato típico: porque está reglamentado por la ley en el Art. 1554 CC.
7.- Es un contrato de una futuridad consustancial (sujeto a modalidades) : ya que el
nº 3 del Art. 1554 CC exige que la promesa contenga un plazo o una condición que fije la época
de la celebración del contrato prometido.
8.- Es un contrato que puede ser unilateral o bilateral: ya que ambas o bien, sólo una
de las partes, puede resultar obligada a celebrar más tarde un contrato definitivo. Por su lado, el
contrato prometido puede ser también unilateral o bilateral. Si combinamos esto, pueden
presentarse las siguientes hipótesis:
a) Promesa bilateral de un contrato futuro bilateral: Ambas partes acuerdan celebrar un
contrato de promesa, pues si así no fuera, no habría consentimiento. Enseguida, ambas partes
se obligan recíprocamente a celebrar más tarde un contrato definitivo, del cual, una vez
perfeccionado, surgirán obligaciones para ambas. Por ejemplo, Juan y Pedro celebran un
contrato de promesa, obligándose ambos a celebrar más tarde un contrato de compraventa.
Aquí no se presenta ningún problema.
b) Promesa unilateral de un contrato futuro unilateral: Ambas partes acuerdan celebrar
un contrato de promesa, pues si así no fuera, no habría consentimiento. Enseguida, una de las
partes se obliga a celebrar más tarde un contrato definitivo, del cual, una vez perfeccionado,
surgirán obligaciones para una de las partes. Por ejemplo, Juan y Pedro celebran un contrato
de promesa, obligándose éste último a celebrar más tarde un contrato de comodato. Aquí no se
genera ningún problema.
c) Promesa bilateral de un contrato futuro unilateral: Ambas partes acuerdan celebrar un
contrato de promesa, pues si así no fuera, no habría consentimiento. Enseguida, ambas partes
se obligan recíprocamente a celebrar más tarde un contrato definitivo, del cual, una vez
perfeccionado, surgirán obligaciones para una de las partes. Por ejemplo, Juan y Pedro
celebran un contrato de promesa, obligándose ambos a celebrar más tarde un contrato de
mutuo. Aquí tampoco presenta problema alguno.
d) Promesa unilateral de un contrato futuro bilateral: Ambas partes acuerdan celebrar un
contrato de promesa, pues si así no fuera, no habría consentimiento. Enseguida, una de las
partes se obliga a celebrar más tarde un contrato definitivo, del cual, una vez perfeccionado,
surgirán obligaciones para ambas partes. Por ejemplo, Juan y Pedro celebran un contrato de
promesa de un arrendamiento. Ahora bien, sólo una de las partes se obliga a celebrar ese
contrato futuro, pero una vez perfeccionado éste, surgirán obligaciones para ambas artes.
Esta última situación ha traído problemas a la doctrina, y los autores se preguntan: ¿es
válida la promesa unilateral de celebrar un contrato futuro bilateral?
1.- Para algunos, como Alessandri, la promesa unilateral de un contrato futuro bilateral
NO es válida.
Argumentos:
a) De acuerdo al nº 2 del Art. 1554 CC, el contrato prometido no debe ser de aquellos
que las leyes declaran ineficaces, y resulta que en una promesa unilateral de un contrato futuro
bilateral, faltaría el consentimiento en relación al contrato futuro, y ese contrato que no tiene
consentimiento es ineficaz.
b) Según el nº 4 del Art. 1554 CC, en la promesa debe especificarse de tal manera el
contrato prometido, que sólo falte para que sea perfecto, la entrega de la cosa o el
cumplimiento de las solemnidades que las leyes prescriben. Pero resulta que en el contrato
prometido falta, además, el consentimiento.
c) la promesa unilateral de un contrato futuro bilateral, importa que la celebración del
contrato futuro depende de la sola voluntad de una de las partes, y resulta que son nulas las
obligaciones contraídas bajo una condición que consista en la mera voluntad de la persona que
se obliga (Art. 1478 CC).
2.- Otros, como Abeliuk, estiman que la promesa unilateral de un contrato futuro bilateral
es válida.
Argumentos:
a) El consentimiento del contrato futuro debe concurrir cuando éste celebre, y no en el
contrato prometido.
b) De ahí que el segundo argumento de la doctrina contraria no es válido, ya que el
consentimiento del contrato prometido puede faltar en la promesa, de modo que se estaría
respetando el nº 4 del Art 1554 CC. Por la misma razón tampoco es válido el tercer argumento.
c) En la promesa unilateral de un contrato bilateral no es cierto que la celebración del
contrato prometido depende de la mera voluntad de la persona que se obliga; por el contrario,
depende de la voluntad del acreedor, pues es éste quien tiene la facultad para exigir al deudor
que cumpla con la obligación.
d) En materia de contratos prima la libertad contractual, de manera que las partes
pueden estipular lo que estimen conveniente, siempre que no sea contrario a la ley, a la moral,
a las buenas costumbres o al orden público
e) En derecho privado se puede hacer todo aquello que a ley no prohíbe.
f) El Código de minería acepta expresamente la promesa unilateral de un contrato
bilateral, lo cual pone de manifiesto su eficacia.
El contrato de promesa está regulado en el Art. 1554 CC, a propósito de los efectos de
las obligaciones. De ahí que los autores estiman se trataría de un contrato de aplicación
general, esto es, podría haber promesa de cualquier contrato, a diferencia de lo que ocurre en
Francia, donde el contrato de promesa se reguló a propósito de la compraventa, y los autores
franceses discuten si tiene o no cabida en otros contratos.
Sin embargo, algunos autores, como Meza Barros y Barros Errázuriz, estiman que en
Chile sólo puede haber promesa de celebrar un contrato futuro real o solemne, porque el Art.
1554 nº 4 CC señala que en la promesa el contrato prometido debe especificarse de tal manera,
que sólo falte para que sea perfecto, la “tradición” (contratos reales) o las “solemnidades” que
las leyes prescriban (contratos solemnes).
De este modo, tratándose de contratos consensuales, el contrato prometido se
perfeccionaría al momento de celebrarse el contrato de promesa, porque allí surgiría el
consentimiento necesario para que el contrato futuro nazca a la vida del derecho,
confundiéndose de este modo el contrato consensual con la promesa.
Con todo, la mayoría de los autores estima que ello no es efectivo, y que nada obsta a
que se pueda celebrar un contrato de promesa de un contrato futuro consensual.
Argumentos:
1) No puede sostenerse que la voluntad se confunde en ambos contratos, ya que en la
promesa las partes buscan obligarse para celebrar con posterioridad otro contrato; en cambio,
el consentimiento en el contrato prometido está dirigido a producir sus propios efectos.
2) Como consecuencia de lo anterior, el objeto de cada contrato es distinto; en la
promesa, surge la obligación de celebrar en el futuro otro contrato; y éste, a su turno, tendrá por
objeto generar sus propias obligaciones.
3) La historia fidedigna del establecimiento de la ley, ya que el proyecto de 1853
expresamente señalaba que la promesa equivaldría al contrato definitivo cuando éste era
consensual, pero esto no pasó al texto definitivo, lo que demuestra que la intención del
legislador no es asimilar a la promesa el contrato futuro consensual.
Se trata de una norma imperativa, porque el Art. 1554 CC establece ciertos requisitos
para que la promesa sea válida. Si fuese una norma prohibitiva, en ningún caso podría
celebrarse éste contrato. El fundamento de este aserto arrancada del encabezado del Art. 1554
CC, que dice que la promesa de celebrar un contrato “no produce obligación alguna… salvo
que concurran las circunstancias siguientes…”
37.2.- REQUISITOS.
Excepciones.
1.- A propósito del contrato de seguro: Si bien el Art. 514 C. de C. señala que el contrato
de seguro debe constar por escrito, agrega el Art. 515 C. de C. que el seguro ajustado
verbalmente valdrá como promesa, siempre que las partes hayan acordado en la cosa, el riesgo
y la prima.
2.- A propósito de la promesa de donación que un esposo le hace al otro antes del
matrimonio y con motivo de la celebración de éste. De acuerdo al Art. 1787 CC, la promesa de
donación que un esposo le hace al otro antes del matrimonio y con motivo de su celebración,
debe constar por escritura pública.
37 Si faltan estos requisitos, la sanción es la nulidad absoluta, porque ellos se exigen en consideración a la naturaleza del
acto o contrato (Art. 1682 CC). Para algunos, sin embargo, la sanción sería la inexistencia, atendida a la frase “no produce
obligación alguna” con que empieza el Art. 1555 CC.
3.- A propósito de los arrendamientos de inmueble con promesa de venta. El Art. 26 de
la ley 19.281, señala que los arrendamientos de inmueble con promesa de venta que se
adquieran por el SERVIU, requieren de escritura púbica.
Claro que ello es posible, porque la compraventa de cosa ajena es válida, de modo que
se da cumplimiento al Art. 1554 nº 2 CC.
2.- ¿Qué ocurre si celebra un contrato de promesa compraventa de bien raíz y hay lesión
enorme, ¿vale el contrato de promesa?
De acuerdo al Art. 1889 Inc. 2 CC “el justo precio se refiere al tiempo del contrato”.
Y frente a esto los autores están divididos:
a) Para algunos, la referencia al tiempo del contrato debe entenderse hecha al contrato
de promesa, porque de acuerdo al Art. 1554 nº 4 CC el precio debe estar especificado en ella.
En consecuencia, si las partes advierten que el contrato prometido puede adolecer de lesión
enorme, podrían pedir la rescisión del contrato de promesa.
b) La opinión mayoritaria sostiene que la referencia al tiempo del contrato debe
entenderse hecha al contrato de compraventa.
Argumentos:
a) la promesa y el contrato prometido son contratos independientes. De ahí que no
podría demandarse la rescisión del contrato de promesa, si las partes advierten que hay lesión
enorme, ya que la rescisión por causa de lesión enorme es excepcional, y por consiguiente de
derecho estricto.
38 En consecuencia, no podría, por ejemplo, celebrarse un contrato de promesa de compraventa entre cónyuges no
separados judicialmente, o una promesa de compraventa entre el padre o la madre y el hijo sujeto a patria potestad (Art.
1796 CC), pues en ellos hay objeto ilícito. Moreno, no obstante, señala que en los ejemplos dados podría celebrarse un
contrato de promesa, estipulando una condición adicional. En efecto, podrían los cónyuges no separados judicialmente
celebrar un contrato de promesa de compraventa, estableciendo que el contrato prometido deberá celebrarse, por ejemplo,
30 días después de la declaración de del divorcio, de la separación judicial personal, o de la nulidad del matrimonio.
39 Acabamos de decir que los requisitos de forma (formalidades) deben concurrir al momento de la celebración del contrato
prometido. Por ello, la jurisprudencia ha resuelto que es válida la promesa de compraventa de bienes de incapaces, en la
que se omite la autorización judicial, sin perjuicio de que no pueda faltar al celebrar el contrato definitivo.
b) Hay una ley especial –ley 16.742– relativa a la promesa de compraventa de terrenos
provenientes de un loteo (subdivisión), en la que se señala que para los efectos de la recisión
por causa de lesión enorme hay que estarse al precio señalado en el contrato de promesa.
Luego, si se hizo esta referencia en una ley especial, debe entenderse que la regla general es
que hay que estarse al precio vigente en la celebración de la compraventa.
Si decimos que el plazo es naturalmente suspensivo, significa que sólo se puede pedir el
cumplimiento de la promesa una vez vencido el plazo. En cambio, si decimos que el plazo es
naturalmente resolutorio, significa que sólo podría pedirse el cumplimento de la promesa
estando pendiente el plazo, pues al momento de su vencimiento se extinguiría ese derecho.
La jurisprudencia al respecto ha sido vacilante:
a) En un comienzo dijo que el plazo era naturalmente resolutorio, de manera que
vencido el plazo ya no era posible exigir el cumplimiento del contrato de promesa, lo que
configuraría una hipótesis de caducidad del plazo.
b) Luego señaló que el plazo era naturalmente suspensivo y, en consecuencia sólo al
vencimiento del plazo se puede exigir el cumplimiento de la promesa, esto es, la celebración del
contrato prometido. Argumentó que de lo contrario podría darse el absurdo de que nunca
llegase a cumplirse el contrato de promesa. Por ejemplo, si el 10 de septiembre se celebra un
contrato de promesa y se acuerda que el contrato definitivo deberá celebrarse el 20 de
noviembre, podría darse la situación de que uno de los contratantes pidiera en el intertanto el
cumplimiento del contrato, y el otro se excusara invocando el beneficio del plazo hasta que éste
venza, y una vez vencido, se extinguiría el derecho para pedir el cumplimiento.
c) Finalmente se ha señalado que el plazo puede ser suspensivo o resolutorio, según lo
acuerden las partes, y si las partes nada dicen, o si no se señala en forma clara que el plazo es
resolutorio –no bastando las expresiones “de”, “dentro de”, “en” –se ha entendido que el plazo
es naturalmente suspensivo:
i.- El absurdo antes indicado.
ii.- El Art. 1494 CC al definir el plazo como “la época que se fija para el cumplimiento de
la obligación”, en realidad está definiendo el plazo suspensivo, de manera que ha de
entenderse que a esta definición se está refiriendo el Art. 1554 CC.
2).- ¿El plazo tácito sirve para fijar la época de celebración del contrato prometido?
El plazo indeterminado es aquél que se sabe que se sabe que va a llegar, pero no
cuándo. El Código a las asignaciones a plazo indefinido les da el valor de una condición. Por
tanto, resolver si un plazo indeterminado fija o no la época de la celebración del contrato
prometido, depende de la opinión que se tenga acerca de la caducidad de las condiciones, y
que se analizará enseguida.
4).- ¿La condición indeterminada sirve para fijar la época de la celebración del contrato
prometido?
5).- ¿Puede fijarse la época de celebración del contrato prometido mediante una
combinación de plazo suspensivo y plazo resolutorio?
6).- ¿Puede fijarse la época de celebración del contrato prometido mediante una
combinación de un plazo y de una condición?
Consideraciones:
1.- El Art. 1554 CC habla de “tradición” pero debe entenderse que se refiere a la
“entrega”, porque ésta es la forma por la que se perfeccionan los contratos reales.
2.- Si se requieren de formalidades habilitantes, éstas deben cumplirse al momento de la
celebración del contrato prometido, porque el Art. 1554 CC no lo exige.
¿Cómo se cumple con este requisito?
a) Para algunos basta con que se hagan constar los elementos esenciales del contrato
prometido, por ejemplo, en la promesa de compraventa la cosa y el precio.
b) Para otros deben constar todos los elementos del contrato prometido, es decir no sólo
sus elementos esenciales, por ejemplo, si el contrato prometido es una compraventa de bienes
raíces, deberá indicarse el inmueble, sus deslindes, el precio, cómo éste se pagará, cuándo
deberá hacerse el pago, etc.
b) Para otros, el problema debe analizarse a la luz del Art. 1554 nº 2, es decir, hay que
averiguar si el contrato prometido es o no eficaz.
- De acuerdo al Art. 1810 CC pueden venderse todas las cosas cuya enajenación no
esté prohibida por la ley, de manera que la validez de la compraventa y consecuencialmente la
validez de la promesa, dependerá de lo que ocurra con la enajenación.
- Luego, según el Art. 1464 nº 3, hay objeto ilícito en la enajenación de las cosas
embargadas por decreto judicial, a menos que el juez lo autorice o el acreedor consienta en ello
(norma imperativa).
En consecuencia, en principio el contrato de promesa será nulo, porque la enajenación
es nula; excepcionalmente será válido, cuando el juez autorice la enajenación de la cosa
embargada, o el acreedor consienta en ello, porque en este caso la enajenación vale.
3.- ¿Qué ocurre con la promesa de enajenar o gravar un bien raíz social en un régimen de
sociedad conyugal?
37.3.- EFECTOS.
De acuerdo al Inc. final del Art. 1554 CC, cumpliéndose los requisitos precedentes
“tendrá lugar lo previsto en el artículo precedente”, es decir, se genera una obligación de
hacer, cual es la de celebrar el contrato prometido, de manera que frente al incumplimiento el
acreedor puede pedir, a elección suya, cualquiera de las cosas que señala el Art. 1553 CC.
Tengamos presente que si el contrato de promesa es bilateral, y si una de las partes lo
incumple, se podrá hacer uso de la CONDICIÓN RESOLUTORIA TÁCITA.
1.- Es mueble, porque los hechos que se deben se reputan mueble (Art. 581 CC).
2.- Es una acción patrimonial y, por consiguiente:
- es transferible
- es transmisible
- es renunciable
- es prescriptible (regla general: 5 años, desde que la obligación se ha hecho
exigible)
3.- Es indivisible. Por tanto, si los deudores son varios, cada uno de ellos puede ser
obligado a satisfacer la obligación en el todo.
4.- De acuerdo al Art. 532 CPC, si el hecho debido consiste en la suscripción de un
instrumento o en la constitución de una obligación (como en es el caso), procederá el juez a
nombre del deudor, si requerido éste por el tribunal, no cumple en el pazo que se le fijare.
Contrato de opción.
Contrato de opción es aquél en que una de las partes le concede a la otra la facultad
irrevocable y temporal, de celebrar en el futuro un determinado contrato, cuyas cláusulas ya
están íntegramente contenidas en la opción.
Consideraciones:
Es aquella por la cual las partes sustraen de la justicia ordinaria, ciertas controversias,
presentes o futuras, sometiéndolas al conocimiento de un juez árbitro, que no se designa de
inmediato.
Consideración.
40 En todo caso, la doctrina se ha esmerado en distinguir la opción de la promesa. En esta última, una parte se obliga a
celebrar en el futuro un contrato definitivo, mientras que en el contrato de opciones están todas las cláusulas del contrato
futuro establecidas en la opción, de manera que si el optante acepta, el contrato futuro se entiende perfeccionado.
Se dice que es un contrato preparatorio, porque posteriormente será necesario nombrar
al juez árbitro, lo que se hace en otra convención, que se denomina “compromiso”. Luego, la
cláusula compromisoria sería un contrato preparatorio del compromiso.
Sin embargo, algunos autores señalan que ello no es efectivo, por cuanto lo que las
partes “buscan” al celebrar la cláusula compromisoria, es que un determinado asunto se
sustraiga de la justicia ordinaria y que sea conocido por un juez árbitro, voluntad que se
satisface con dicha cláusula, de manera que en sí mismas sería un contrato definitivo. El
compromiso, por el cual se designa al árbitro, es otra cosa.
El Art. 2407 CC dice que “la hipoteca es un derecho de prenda constituido sobre
inmuebles que no dejan por eso de permanecer en poder del deudor”.
Críticas.
De ahí que los autores prefieren definir a la hipoteca como: “un derecho real que recae
sobre un inmueble que, permaneciendo en poder del constituyente, faculta al acreedor
para perseguirlo en poder de quien quiera que se encuentre, con el objeto de realizarlo y
pagarse preferentemente con el producto de su realización”.
Importancia:
De todas las cauciones, tanto reales como personales, es la que ofrece mayor
seguridad al acreedor. En efecto, ella recae sobre bienes raíces, y éstos tiene un valor
establece de muy escasa fluctuación, de manera que el riesgo del acreedor es mínimo. Pero,
por otro lado, lado, también la hipoteca presenta ventajas para el constituyente de ésta, ya que
el inmueble hipotecado permanece en su poder, lo que permite en principio seguir usando,
gozando y disponiendo de él.
36.2.-CARACTERÍSTICAS.
1.- Surge en virtud de un contrato, salvo en el caso de la hipoteca legal, pues, en este
caso, como dice su nombre, encuentra su fuente en la ley (Art. 662 CC).
2.- Es un derecho real, pues el Art. 577 CC la enumera expresamente en esta clase de
derechos.
41 Tengamos presente que la hipoteca también puede recaer sobre bienes muebles, como ocurre que los naves y
aeronaves, las cuales si bien, tienen características particulares que las emparentan con los inmuebles, siguen siendo, a fin
de cuentas, bienes muebles. Esta circunstancia no afecta la definición del Art. 2407 CC, porque la hipoteca que regula el CC
ciertamente sólo recae sobre inmuebles.
3.- Es un derecho inmueble, lo que se desprende del Art. 580 CC, ya que siempre se
ejerce sobre un bien raíz. En consecuencia, la tradición del derecho real de hipoteca se hace
mediante la inscripción del mismo en el Registro de hipotecas y gravámenes.
4.- Es una caución real, en efecto, es una caución porque la hipoteca se contrae para
asegurar el cumplimiento de otra obligación principal propia o ajena. Y es real, porque recae
sobre un bien determinado.
5.- Es un gravamen, ya que importa una limitación al dominio. En efecto, el propietario
del inmueble no puede ejercer sus derechos en forma absoluta: no puede destruir o deteriorar
el inmueble, porque de ser así tendría aplicación el Art. 2427 CC, en cuya virtud el acreedor
puede solicitar que se mejore la hipoteca (en el fondo que se le constituya otra) o que se le dé
otra seguridad equivalente, y en defecto de éstas dos cosas, opera la caducidad legal del plazo,
de manera que el acreedor hipotecario podrá exigir el total de la obligación principal garantizada
por la hipoteca como si fuese de plazo vencido, sin perjuicio de las medidas conservativas que
pudiese impetrar.
6.- Constituye un principio de enajenación, porque si no se cumple con la obligación
principal el bien hipoteca puede ser subastado, a fin de pagar al acreedor con el producto que
resulte de la subasta.
7.- Constituye una causal de preferencia, precisamente, de tercera clase. En
consecuencia, los acreedores hipotecarios se pagan con anterioridad a cualquier otro acreedor,
incluso que los de primera clase, a menos que los demás bienes del deudor sean insuficientes
para satisfacer los créditos de primera clase.
8.- Es indivisible, y esta indivisibilidad se proyecta en tres sentidos:
a) en cuanto a la finca hipotecada, porque cada parte del inmueble hipotecado garantiza
la totalidad del crédito. Esto se aprecia más concretamente, por ejemplo, si se realiza un loteo o
subdivisión, ya que en este caso cada una de las partes resultantes siguen garantizando
íntegramente la obligación principal).
b) en cuanto a la obligación principal, porque cada parte de la obligación está
garantizada con la totalidad de la finca hipotecada (Art. 2408 CC). Esto se traduce en que el
alzamiento de la hipoteca sólo se obtendrá una vez que se solucione el total de la deuda.
c) en cuanto al legitimado pasivo, la acción hipotecaria se ejerce contra aquél que tiene
en su poder la finca hipotecada, quien quiera sea.
Concepto.
Como contrato, Somarriva define a la hipoteca como: “una convención por la cual el
deudor o un tercero se obliga a transferir al acreedor el derecho real de hipoteca sobre
un inmueble de su propiedad42”.
En otros términos, también puede decirse que es “una convención por la cual el deudor
o un tercero se obliga a constituir un derecho real de hipoteca, para garantizar una deuda
propia o ajena”.
Partes.
42 Como veremos más adelante, Somarriba señala que no es posible constituir una hipoteca sobre un bien ajeno, y por eso
utiliza la expresión “de su propiedad”. Pero dejemos en claro desde ya que esto está discutido.
Características.
43 Pero lo cierto es que normalmente el contrato de hipoteca es unilateral, lo cual tiene importancia respecto a la condición
resolutoria tácita, pues ésta no podría operar en la hipoteca, ya que sólo va envuelta en los contratos bilaterales.
1.- Alessandri sostiene que la inscripción es además una solemnidad del contrato
de hipoteca.
Argumentos:
1) El tenor literal del Art. 2410 CC, que al emplear la expresión “además”, da a entender
que la escritura pública y la inscripción son dos requisitos copulativos.
2) El mismo Art. 2410 CC, utiliza en su texto la expresión de que “sin la inscripción la
hipoteca no tendrá valor alguno” lo que refuerza la idea que se trata de una solemnidad.
3) El Art. 2419 CC, al referirse a la hipoteca de bienes futuros, señala que sólo valdrá
desde la fecha de la inscripción, pues que esas hipotecas sólo dan derecho al acreedor para
hacerla inscribir sobre los inmuebles que el deudor adquiera y a medida que los adquiera.
Luego, mientras no se practique la inscripción, el contrato de hipoteca carece de valor45.
2.- Somarriva (mayoritaria) sostiene que la inscripción no es una solemnidad del
contrato de hipoteca, sino que sólo la forma de hacer la tradición.
Argumentos:
1) El Mensaje del CC, que señala que “la transferencia y transmisión de todo derecho
real, exceptuadas las servidumbres, exige una tradición, y la única forma de hacerla es
mediante la inscripción en el Registro Conservatorio. Mientras la inscripción no se verifica un
contrato puede ser perfecto, puede producir obligaciones y derechos entre las partes, pero no
transfiere el dominio, no transfiere ningún derecho real, ni es oponible a terceros”. De estas
palabras se desprende claramente que el contrato hipotecario queda perfecto con el simple
otorgamiento de la escritura, sin necesidad de inscripción, y por ello ésta no es una solemnidad.
Cosa distinta es que se requiere la inscripción para que el acreedor hipotecario adquiera el
derecho real de hipoteca.
2) El Art. 2407 CC, definió a la hipoteca no como contrato, sino que como derecho real,
de manera que la inscripción es la forma de hacer la tradición de ese derecho, pero nada más.
3) El Art. 2411 CC, al regular la situación de la hipoteca celebrada en el extranjero
respecto de bienes situados en Chile, dice que ella producirá efectos desde su inscripción, lo
que quiere decir que el contrato de hipoteca ya existía, ya había nacido a la vida el derecho, y
por esa razón puede inscribirse en Chile.
4) El Art. 2419 CC, al referirse a la hipoteca de bienes futuros, da al acreedor el derecho
de hacerla inscribir sobre los inmuebles que el deudor adquiera y a medida que los adquiere. La
existencia de este derecho sólo puede explicarse aceptando que entre las partes ya hay un
vínculo jurídico, y que es válido, de manera que a hipoteca nació a la vida del derecho, antes de
la inscripción.
45 En conclusión, para Alessandri la inscripción cumple dos roles: es SOLEMNIDAD y al mismo tiempo TRADICIÓN.
Es habitual que al constituirse una hipoteca se señale en la escritura pública que se
faculta al portador de copia autorizada para requerir las inscripciones y subinscripciones que
procedan. Si ello no se indica, debieran concurrir ambas partes a practicar la inscripción, porque
la tradición es un acto jurídico bilateral. Y la importancia del tema se presenta cuando el
constituyente se niega a ello:
1.- Si pensamos que la inscripción NO es una solemnidad, el acreedor hipotecario podría
exigir el cumplimiento forzado del contrato, porque éste ya estaría perfecto.
2.- Si decimos que la inscripción es una solemnidad, el acreedor NO podría exigir el
cumplimiento forzado del contrato, porque éste no estaría perfecto.
36.3.-REQUISITOS.
36.3.1.- CONSENTIMIENTO.
2.- ¿El consentimiento para celebrar el contrato de hipoteca puede darse por medio de
mandatario?
36.3.2.- CAPACIDAD.
Según las reglas generales, las partes deben ser plenamente capaces; y si no lo son,
deberán cumplirse con las formalidades habilitantes. Esto sí, tratándose del constituye, la ley
exige además que tenga la capacidad de enajenar (2414 Inc. 1 CC), y la razón de ello radica
en que hipotecar importa una enajenación en sentido amplio.
Consideraciones:
1.- Si se trata de hipotecar los bienes raíces del pupilo, el tutor o curador necesita de
autorización judicial, la que se dará en caso de necesidad o utilidad manifiesta (Art. 393 CC).
2.- Si se trata de hipotecar los bienes del hijo, aún cuando estos pertenezcan a su
peculio profesional o industrial, se requiere de autorización judicial dada con conocimiento de
causa (Art. 254 CC).
3.- Si se trata de hipotecar o prometer hipotecar un bien raíz social, el marido requiere
de la autorización de la mujer (o de la justicia en subsidio) (Art. 1749 CC)
4.- Si se trata de hipotecar un bien raíz propio de la mujer, el marido requiere de la
voluntad de ella (o de la justicia en subsidio) (Art. 1754 CC).
3.6.3.3.- CAUSA.
36.3.4.- OBJETO.
1.- Los bienes raíces que se posean en propiedad, sea ésta plena o nuda, absoluta o
fiduciaria (Art. 2418 CC).
2.- Los bienes raíces que se posean en usufructo. Los autores comentan que el
legislador no ha sido muy feliz en su expresión, pues puede inducir al error de pensar que lo
que se hipoteca es el inmueble en sí mismo, y lo que quiso decir el legislador es que lo que
puede hipotecarse es el derecho real de usufructo (Art. 2418 CC).
3.- Las naves mayores, que son aquellas de 50 o más toneladas de registro
grueso.
4.- Las aeronaves
5.- Las minas.
6.- El derecho real de aprovechamiento de agua.
7.- Hipoteca de bienes futuros. De acuerdo al Art. 2419 CC los bienes futuros son
susceptibles de hipotecarse. Sin embargo, de acuerdo a esta disposición, la hipoteca sólo da
derecho al acreedor para hacerla inscribir sobre los inmuebles que el deudor adquiera y a
medida que los adquiera.
8.- Hipoteca sobre bienes respecto de los cuales se tenga a una condición
(suspensiva o resolutoria). De acuerdo al Art. 2416 CC los bienes respecto de los cuales se
tenga una condición pueden hipotecarse.
En este caso, la hipoteca sigue la misma suerte que el derecho condicional. De este
modo, si el derecho del constituyente se resuelve, también se resuelve la hipoteca, y en
consecuencia, el derecho del acreedor. Señala el precepto en comento que si se trata de una
condición resolutoria, se aplica respecto de terceros el Art. 1491 CC.
9.- Una cuota sobre un bien raíz. El Art. 2417 CC permite al comunero hipotecar su
cuota en la cosa común, siempre que en esa comunidad exista un inmueble. La suerte de esa
hipoteca dependerá de lo que ocurra en la partición:
- si el comunero que hipotecó su cuota se adjudica bienes hipotecables, subiste la
hipoteca.
- si el comunero que hipotecó su cuota se adjudica bienes no hipotecables, en principio
la hipoteca caduca, salvo que alguno de los comunero que se adjudicó un bien hipotecable
consienta por escritura pública anotada al marguen de la inscripción hipotecaria en que subsista
la hipoteca.
Los autores comentan que consentimiento debe prestarse al momento de la partición,
porque de lo contrario se estaría constituyendo una nueva hipoteca.
10.- Hipotecas celebradas en el extranjero. El Art. 2411 CC reconoce eficacia a las
hipotecas constituidas en el extranjero respecto de bienes situados en Chile, pero sólo en la
medida que se inscriban en Chile en el competente registro (donde se encuentra situado el
inmueble).
1.- Para la opinión minoritaria, NO es posible hipotecar una cosa ajena. La sanción sería
la nulidad, de nulidad absoluta, porque el legislador la ha prohibido, lo que se extrae de lo
siguiente:
a) El Art. 2414 CC, se refiere a la hipoteca que constituye una persona “sobre sus
bienes”, y es evidente que al decir “sus bienes” ha querido referirse a los bienes propios.
b) El Art. 2418 CC, habla de que se puede hipotecar una cosa inmueble “que se posea
en propiedad o en usufructo”, lo que denota la misma idea. En ambos casos se exigiría el
dominio; en la expresión “propiedad” queda claro, y en la expresión “usufructo” el legislador ha
querido referirse al titular (dueño) de ese derecho real.
c) El legislador cuando permite la celebración de actos jurídicos sobre bienes ajenos lo
dice expresamente, como ocurre en la compraventa (Art. 1815 CC) y en el arrendamiento (Art.
1916 CC). Luego, si en la hipoteca el legislador nada dijo, debe entenderse que no procede la
hipoteca de cosa ajena.
2.- Para la opinión mayoritaria la hipoteca de cosa ajena vale:
a) De acuerdo al Art. 2498 CC pueden adquirirse por prescripción los derechos reales
que no estén especialmente exceptuados. El derecho real de hipoteca no lo está (Art. 2498
CC) y si esto es así, la hipoteca de cosa ajena vale, por cuanto es precisamente en este caso
en que constituyente puede adquirir la cosa por prescripción.
b) La ley permite la tradición de cosa ajena, y el Art. 670 Inc. final señala que lo que se
dice del dominio se extiende a los demás derechos reales. Luego, si se permite la tradición del
derecho de dominio de cosa ajena, debe aceptarse la hipoteca de cosa ajena.
c) El Código acepta la prenda de cosa ajena. No se ve razón por qué no ha de aceptarse
en este caso.
36.3.5.- SOLEMNIDADES.
El Art. 2409 CC dice que el contrato de hipoteca debe otorgarse por escritura pública, y
nadie discute que ésta es una solemnidad. Y el Art. 2410 agrega que la hipoteca debe
inscribirse, y a este respecto los autores batallan, pues para algunos la inscripción constituye
sólo la forma de hace la tradición del derecho real de hipoteca, mientras que para otros
constituye otra solemnidad del contrato de hipotecario. La discusión está señala en detalle más
arriba46.
Consideración:
En los préstamos que conceden los Bancos es frecuente que se estipule lo que se
denomina la cláusula general hipotecaria, y que consiste en que el deudor hipoteca un predio
como garantía, no sólo de las obligaciones actuales, sino que de todas las obligaciones
futuras que contraerá con el acreedor y por cualquier causa.
Si bien en algún tiempo se discutió la validez de éstas cláusulas 47, actualmente se
entiende que ella es perfectamente válida, y ello por los argumentos que acabamos de señalar
a propósito de las obligaciones indeterminadas en cuanto a su monto y naturaleza.
La hipoteca legal.
El Art. 662 del CPC contempla la llamada hipoteca legal. De acuerdo a esta disposición,
cuando se produce la partición, y si algún adjudicatario reciba un bien de un valor superior a la
cuota que le corresponde, se genera una diferencia que se denomina “alcance”. Si el bien
adjudicado es inmueble, se entiende constituida sobre él una hipoteca, por el sólo ministerio de
la ley, a fin de garantizar el pago de los alcances, a menos que el exceso se pague el contado.
47 El principal argumento de la doctrina contraria era que si una hipoteca caucionaba una obligación indeterminada, carecía
de objeto, agregándose a demás que con ello no se da una adecuada publicidad a los terceros, pero no se sabe qué
obligación se garantiza o hasta qué monto, según el caso. El primero argumento, al menos, se cae por sí solo, ya que el
objeto de la hipoteca es la cosa sobre la que recae, y no garantizar una obligación (esto es su “finalidad”, no su objeto).
Consideraciones:
36.4.-EFECTOS.
Los efectos de la hipoteca pueden examinarse desde tres puntos de vista: 1) en relación
al bien hipotecado; 2) en relación a los derechos del acreedor hipotecario; 3) en relación a los
derechos del constituyente.
La hipoteca se extiende a:
1.- La cosa misma hipotecada.
2.- Los inmuebles por destinación y por adherencia. Vale precisar que dejan de estar
afectados a la hipoteca desde el momento en que pertenecen a terceros. Sería el caso, por
ejemplo, de que el deudor vendiera e hiciera la tradición de animales o maquinarias que servían
para explotar el fundo (inmuebles por destinación) o que vendiera e hiciera la tradición de los
árboles que adherían al él (inmuebles por adherencia). Esta facultad que tiene el deudor de
desafectar los inmuebles por adherencia y destinación, sólo existe hasta antes de que el
acreedor hipotecario embargo el inmueble, pues a partir de este instante se inmovilizan.
3.- Los aumentos y mejoras que reciba la cosa hipotecada . La ley se refiere a
“todos” los aumentos y mejoras, de manera que se incluyen aquí los aumentas o mejoras que
se produzcan por la mano del hombre, por ejemplo, la bodega que se construye en el predio
hipotecado, o por la naturaleza, como los terrenos que se adquiere por aluvión o avulsión.
4.- Las pensiones de arrendamiento que la cosa hipotecada devengue. Esto no
significa, por cierto, que el acreedor tenga derecho a cobrar y percibir las rentas, sino que el
acreedor hipotecario puede embargar esas rentas.
5.- A las indemnizaciones que paguen los aseguradores de la cosa hipotecada.
Aquí opera una subrogación real, pues en caso de que se produzca el siniestro, la cosa objeto
del seguro es sustituida por el monto de la indemnización que paga la entidad aseguradora, y
sobre ésta ejercerá sus derechos el acreedor hipotecario.
6.- Las indemnizaciones que pague el fisco en caso de expropiarse el inmueble
hipotecado.. Aquí también opera una verdadera subrogación real, por cuanto el precio de la
expropiación reemplaza el inmueble gravado, y sobre aquél ejercerá sus derechos el acreedor
hipotecario. Esto es así porque la entidad expropiante adquiere libre de todo gravamen (Art.
2420, 2421, 2422, 2433 CC).
a) Derecho de venta.
Si la obligación garantizada con la hipoteca no es cumplida oportunamente, el acreedor
hipotecario tiene derecho a exigir que la finca hipoteca se venda en pública subasta, a fin de
pagarse con el producto del remate.
Consideraciones:
1.- La acción hipotecaria destinada a obtener la venta en pública subasta del bien
hipotecado, se tramita de acuerdo a las normas del procedimiento ordinario o ejecutivo, según
la obligación principal conste o no en un título ejecutivo.
2.- Si llevada la finca a la pública subasta, ésta no fuese vendida, el acreedor puede
pedir que se rebaje al mínimo la postura y vaya a una nueva subasta, o que se le adjudique la
finca a él por los dos tercios de la tasación.
3.- La acción hipotecaria deja a salvo la acción personal del acreedor hipotecario, de
manera que puede perseguir otros bienes del deudor, aunque a ésta acción no se comunica la
preferencia que corresponde a la primera.
4.- El pacto comisorio en materia de hipoteca está prohibido en nuestra legislación. El
pacto comisorio en la hipoteca es un acuerdo entre el acreedor hipotecario y el constituyente,
en cuya virtud de estipula que por la sola circunstancias de que la obligación principal no
oportunamente cumplida, el acreedor hipotecario adquirirá el dominio del inmueble hipotecado.
Y la razón de su prohibición radica en que las normas sobre enajenación forzada son de
orden público, y en consecuencia, las partes no pueden modificarlas.
b) Derecho de preferencia.
c) Derecho de persecución.
Concepto.
Es aquél que faculta al acreedor para perseguir la finca hipotecada en poder de un tercer
poseedor, y que se materializa en la acción de desposeimiento. (Art. 2428 Inc. 1 CC).
Se ha definido, en el mismo sentido, como “el medio que la ley concede al acreedor hipotecario
para hacer valer y hacer efectiva la hipoteca frente a terceros poseedores”.
Este tercero se le llama “el tercero poseedor de la finca hipotecada”. ¿Quiénes son
estos?
a) la persona que constituye una hipoteca sobre un bien propio para garantizar una
obligación ajena.
b) la persona que adquiere una finca gravada con hipoteca.
Acción de desposeimiento.
Es el nombre que toma la acción real que emana de la hipoteca (acción hipotecario),
cuando se hace valer en contra de un tercero poseedor de la finca hipotecada.
a) Notificación.
La acción de desposeimiento se debe notificar al tercer poseedor, quien cuenta con un
plazo de 10 días para pagar la deuda o para hacer abandono de la finca.
Una vez notificado, el tercer poseedor puede asumir tres actitudes:
1.- Paga la deuda: en este caso el tercer poseedor conserva la finca y se subroga
legalmente en los derechos del acreedor a fin de obtener del deudor personal el reembolso de
lo pagado (Art. 2429 Inc. 2 en relación al Art. 1610 nº 3 CC).
2.- Abandona la finca: en este caso se procederá a la realización de la finca
hipotecada, y el tercero poseedor tiene derecho a que lo indemnice el deudor, incluso de las
mejoras que hubiera efectuado en la finca (Art. 2429 Inc. final CC)
Consideraciones:
Esta facultad no se ve alterada, por cuanto el Art. 2415 CC establece que el dueño de
los bienes gravados con hipoteca podrá siempre enajenarlos o grabarlos, no obstante cualquier
estipulación en contrario, de modo que semejante pacto adolece de nulidad absoluta por objeto
ilícito (Art. 1466 y 1682 CC).
Esto encuentra su fundamento en que la enajenación que haga el constituyente del bien
hipotecado nada perjudica al acreedor, porque éste puede perseguir dicho bien en poder de
quien quiera que se encuentre. Tampoco afecta al acreedor que el dueño del inmueble
constituya una nueva hipoteca, porque las hipotecas se prefieren entre sí por el orden de su
fecha, de manera que el primer acreedor hipotecario va a tener preferencia para pagarse por
sobre los otros.
Problema: El Art 2415 CC dice que el dueño de los bienes gravados con hipoteca podrá
siempre enajenarlos o hipotecarlos, no obstante cualquier estipulación en contrario. ¿Puede
constituir un gravamen distinto a la hipoteca, por ejemplo una servidumbre o un usufructo?
1.- Algunos dice que sí, por cuanto quien puede lo más puede lo menos; si el propietario
puede enajenar e hipotecar el inmueble, con mayor razón puede constituir sobre él un usufructo
o una servidumbre.
2.- Para la mayoría de los autores ello no es posible; si el legislador autoriza al
propietario a enajenar o a hipotecar el bien dado en garantía, es porque de ello no se sigue
perjuicio alguna para el acreedor hipotecario, lo que no acontece con la constitución de un
usufructo o servidumbre o un derecho de habitación, ya que con ello se cercena el valor de la
garantía, causándole al creedor perjuicio evidente.
En este caso la hipoteca se extingue pero subsiste la obligación principal que ella
garantizaba.
Casos: