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Podemos definir la integración sensorial como la capacidad que posee el sistema nervioso
central (S.N.C.) de interpretar y organizar las informaciones captadas por los diversos
órganos sensoriales del cuerpo. Dichas informaciones, recibidas por el cerebro, son
analizadas y utilizadas para permitirnos entrar en contacto con nuestro ambiente y responder
adecuadamente.
Ayres se interesó, inicialmente, por los problemas perceptivos cuyo origen se encontraba en
los traumatismos craneanos, los accidentes cerebro-vasculares y la parálisis cerebral. En los
años sesenta del pasado siglo, después de haber completado estudios de doctorado y post-
doctorado en Neurofisiología, comenzó a formular hipótesis sobre los procesos
neurobiológicos susceptibles de ser asociados con los problemas de aprendizaje en los niños,
y creó una evaluación sistemática para poder medir las funciones perceptivo-motrices.
Jean Ayres estableció unos criterios muy rigurosos para la administración y el análisis de sus
evaluaciones. Por ello, se necesita una formación específica para poder evaluar y tratar
disfunciones de la integración sensorial. Los cursos de formación en evaluación y tratamiento
de problemas de integración sensorial impartidos en todo el mundo están abiertos
exclusivamente a terapeutas ocupacionales.
El proceso de la integración sensorial
Para entender esta definición, Ayres propone la siguiente analogía: el S.N.C. es como una
ciudad y los impulsos nerviosos son como la circulación de los vehículos por sus calles. Un
buen proceso de integración sensorial permite una circulación fluida y que todos lleguen a su
destino rápidamente. Una disfunción de la integración sensorial es un tipo de atasco en el
cerebro. En la disfunción de integración sensorial, parte de la información sensorial queda
atrapada en el atasco y algunas partes del sistema nervioso no reciben la información que
necesitan para poder realizar su trabajo.
Según Ayres, las causas de disfunción de la integración sensorial podrían ser las siguientes:
problemas durante el parto, factores hereditarios y químicos o bien una falta de estimulación
sensorial. Los síntomas son la hiperactividad y la distracción, problemas de lenguaje,
problemas de comportamiento, ligeros problemas de coordinación y de control postural y
problemas de aprendizaje (lectura, escritura, matemáticas).
Existen niños normales, incluso con niveles de inteligencia superiores a la media, pero que
no perciben el mundo que les rodea como los demás. Tienen reacciones emotivas exageradas
y no pueden soportar cambios en su rutina diaria. No son capaces de atender en clase, no
comprenden bien lo que se les explica, parecen vagos, tienen graves problemas con la lecto-
escritura y/o no pueden estar quietos ni un instante. Son candidatos ideales al fracaso escolar
y a caer en la pérdida de la autoestima. Los castigos o las clases particulares complementarias
no surten mucho efecto. ¿Por qué todo esto? Padecen un problema de integración sensorial.
La información que llega a su cerebro no es bien procesada y son víctimas de esa
desorganización.
La Teoría de la integración sensorial aplicada a niños que padecen este problema se basa en
el hecho de que los estímulos vestibulares (los relacionados con el movimiento), los
propioceptivos (los relacionados con los músculos y articulaciones) y los táctiles no son
interpretados por el sistema nervioso de estos pequeños de la misma manera que lo hace el
sistema nervioso de la mayoría de los niños.
Por ello, porque es una circunstancia que está fuera del control voluntario del individuo
afectado, la política de castigos y recompensas -aunque puede ayudar a mejorar algo el
comportamiento del niño- no soluciona el problema, que a menudo provoca una pérdida de
autoestima y un aislamiento académico y del círculo de amigos habitual que, en demasiadas
ocasiones, conducen finalmente a los muchachos afectados a la calle y a caer en la
delincuencia. En Estados Unidos, donde más estudios existen sobre este problema, alrededor
de un 50 por ciento de los delincuentes juveniles padeció en su niñez problemas de
integración sensorial y fracaso escolar.
En países como Australia, Canadá, Estados Unidos o Suecia, los tratamientos de integración
sensorial son habituales desde hace varias décadas, tanto en el ámbito sanitario como en el
escolar, para remediar estos problemas, pero por desgracia en España aún son muy pocos los
niños que se benefician de dicho enfoque terapéutico. El País Vasco es la única comunidad
autónoma española que ya ofrece a los escolares servicios de Terapia Ocupacional Pediátrica,
dentro de los cuales se incluyen tratamientos basados en la teoría de la integración sensorial.
En cuanto a publicaciones sobre esta especialidad, el mundo hispano acusa un notable retraso
con respecto al mundo anglosajón. Curiosa y desgraciadamente, frente a los numerosos libros
existentes sobre el tema en inglés, hasta hace poco tiempo no existía ninguno escrito en
español. Recientemente, y más de 30 años después de la aparición del primer libro sobre el
tema, Sensory Integration and Learning Disorders, de la doctora Jean Ayres, ha sido
publicado por Ediciones Nobel Problemas de aprendizaje en la infancia – La descoordinación
motriz, la hiperactividad y las dificultades académicas desde el enfoque de la teoría de la
integración sensorial, un libro de Isabelle Beaudry dirigido a los padres y a todos aquellos
que tratan con niños, como son maestros, pediatras, fisioterapeutas, psicólogos o logopedas.
Isabel Beaudry
Terapeuta Ocupacional