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Centro de Estudios Avanzados de Las Amer
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Cuatrimestre
LA CRIMINOLOGÍA
COMO CIENCIA
LA CRIMINOLOGÍA COMO CIENCIA
ANTOLOGÍA
Esta reproducción se realiza para uso interno exclusivo como un apoyo a los profesores y alumnos del Centro de Estudios Avanzados de las
Américas y no persigue fines de lucro, la compilación está hecha por personal de la institución y supervisada por el representante legal de la
misma en estricto apego a la Ley Federal de derechos de autor; por ello, y en apego al título 5°, capítulo 3°, artículos 123, 124, 125, 126, 127 y
128 a la página última en esta compilación se menciona para dar crédito al autor original de la obra así como a la casa editorial que la ha
publicado, en concordancia con esta idea se sugiere de manera amplia al lector de esta antología y si así lo considera conveniente adquiera la
UNIDAD 1 UNIDAD 4
UNIDAD 2
Criminología 65
delito 81
1. LA CRIMINOLOGÍA
1.1 Criminología
1.2 Relaciones entre la Antropología y la
Criminología
1.3 Teoría del Delito
1.4 La Criminología como Ciencia
A N T O L O G Í A
Relacionada a otras ciencias, la Criminología junto a la Criminalística es una de las Ciencias más jóvenes, quienes día a
día vienen evolucionando junto a la dinámica del estudio del delito, delincuente y conducta humana disvaliosa.
Muchos son los precursores tanto Europeos como Americanos quienes dieron origen al nacimiento de esta ciencia los
que se puede señalar entre otros a Lombroso, Garófalo, Nicéforo, Ferri, Benigno Di Tullio, Fratelli-boca, Etiemme De
Greeff, Hesnard, Stephan Huwitz, Seelig, Jean Pinatel, José Ingenieros, etc., quienes supieron con mucho esfuerzo
brindar el científico estudio del delincuente y el delito, desarrollando así los primeros tratados, hipótesis y la edición de
sus trabajos, a través de diversos textos en donde explicaban los resultados arribados en cuanto al tratamiento de esta
problemática (delito-delincuente).
La palabra Criminología deriva del latín criminis y del griego logos, que significa el tratado o estudio del crimen y el delito-
delincuente.
Las definiciones, incumbencias, divisiones y alcances de esta ciencia, fueron variando de acuerdo a los distintos autores,
criminólogos y lugares geográficos de nuestra tierra, según los diversos enfoques y encuadres teóricos, como de
acuerdo a la época en las que fueron expresadas.
El mencionado término “Criminología” fue expresado por primera vez por el antropólogo Francés Pablo Topinnard a fines
del año 1883.
Rafael Garófalo a fines de 1885 menciona que la criminología es la ciencia del delito. El cual edita un primer libro llamado
precisamente Criminología.
Vont Lizt como Mezger la definen como la ciencia que tiene por objeto de indagación la etiología criminal.
Quintanilla Saldaña en el año 1929 la define como la ciencia del crimen o estudio científico de la criminalidad,
sus causas y medios para combatirla.
En 1940 Abrahansen expresa que la criminología permite la investigación a través de la etiología del delito,
buscando tratar de curar al delincuente y previniendo la conducta criminal.
Según Hurwitz en 1945 señala que la criminología estudia los factores individuales y sociales que fundamentan
la conducta delictual.
Rene Resten refiere que la criminología es la aplicación de la antropología diferencial al delito de los factores
criminógenos de origen biológico, fisiológico, psicológico y sociológico.
Garcia Pablos de Molina, la define como la ciencia empírica e interdisciplinaria que se ocupa del crimen, del
delincuente, la víctima y del control social del comportamiento desviado.
Alfonso Quiroz Cuarón considera a la criminología como la ciencia sintética, causal explicativa, natural y
cultural de las conductas antisociales.
Luis Marcos del Pont, señala que la criminología es un poderoso instrumento para la prevención de los delitos
y de las conductas desviadas dentro de un adecuado marco político criminal.
Según José Ingenieros la criminología es la ciencia multidisciplinaria que estudia la conducta humana
peligrosa, constituya delito o no, tanto de los casos en forma individual como de los fenómenos de masa.
Personalmente, producto de un enfoque amplio, me permito definir a la criminología como la ciencia multidisciplinaria que
estudia el delito y el delincuente, como la conducta humana desviada tanto de los casos en forma individual como de los
fenómenos de masa, a fin de determinar y explicar la génesis del fenómeno, prevenirlos, como a su vez aplicar los
tratamiento o remedios necesarios del caso.
Se dice interdisciplinaria, debido a que para el desarrollo de su estudio científico, recurre al conocimiento de otras
disciplinas y/o ciencias tales como la medicina, psiquiatría, psicología, antropología, sociología, etc., a fin de conocer del
caso desde distintas ópticas, llegar a la formulación de sus hipótesis como génesis de la conducta desviada y aplicar los
remedios o tratamientos necesarios al caso. De tal manera, la criminología se encuentra en un estadio superior y
abarcativo, en donde mencionadas ciencias dependen de este, en el estudio del delito y del delincuente.
Esta Ciencia nace con la necesidad de estudiar, determinar y explicar el fenómeno y estrecha relación existente entre el
delito y el delincuente, cuáles son las causas que llevaron al sujeto para caer en la comisión del hecho y aplicarle
remedios o tratamientos personalizados en busca de su posible reinserción en la sociedad.
Tal vez el error en que cayeron los primeros criminólogos, fue en centralizar la causa del delito en un elemento a la vez.
Dichos estudios dieron origen así a las diversas teorías e hipótesis de trabajo como conclusiones, tales como las teorías
biológicas, antropológicas, sociales, psiquiátricas, psicológicas, jurídico legal, etc., en forma individual y separadas unas
de otras.
En la actualidad, se afirma que el delito y el delincuente, no son producto de una causa o elemento en forma
independiente, sino que se crea como producto de la sumatoria de diversos factores que inciden y desarrollan a una
personalidad potencialmente proclive a las conductas desviadas y/o a la comisión de aquellas conductas calificadas
como delito. Tales se tratan de las teorías bio-psico-sociales, largo de desarrollar y no objeto de estudio en esta
oportunidad.
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DIVISIONES:
A)-ETIOLOGÍA CRIMINAL: Estudia las causas determinantes de los delitos, en donde en lugar de presuponer el libre
albedrío del delincuente, busca el determinismo de su acto antisocial, en su constitución orgánica y en las condiciones
del ambiente en que vive.
-Antropología Criminal.
-Biotipología Criminal.
1) BIOLOGÍA CRIMINAL: -Endocrinología Criminal.
-Psicopatología Criminal.
-Psiquiatría Criminal.
-Psicoanálisis Criminal.
-Sociología Criminal.
2) MESOLOGÍA CRIMINAL -Geografía Criminal.
-Mundo circundante.
-Ecología Criminal.
B) CLÍNICA CRIMINOLÓGICA: Estudia las múltiples formas en que se manifiestan los actos delictuosos y los caracteres
fisiopsíquicos del delincuente. No trata de explicar o establecer el grado de responsabilidad del delincuente, sino de fijar
el grado de temibilidad según el peligro que pueda resultar en su convivencia en la sociedad.
1) En particular, en cuanto al estudio integral del delincuente según su sexo y edad.
2) En general, en cuanto a la clasificación de los delincuentes.
C) TERAPÉUTICA CRIMINAL: Estudia las medidas sociales o individuales de profilaxis o represión del delito, procurando
asegurar la defensa social contra su actividad morbosa, mediante instituciones preventivas y por la segregación en
establecimientos apropiados a los diversos casos.
1) Penas.
2) Medidas de seguridad.
3) Métodos de reinserción social.
4) Métodos Clínicos.
Hasta aquí se ha desarrollado una breve introducción a los conceptos básicos y divisiones de la criminología.
Motivo del presente trabajo es analizar y desarrollar en forma sintética la llamada Criminología Clínica en cuanto al
estudio y tratamiento del interno en los establecimientos carcelarios en busca de su progresiva reinserción a la sociedad.
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CRIMINOLOGÍA CLÍNICA:
Técnicamente se puede definir a la Criminología Clínica como la ciencia multidisciplinaria que estudia al delincuente en
forma particular, a fin de conocer la génesis de su conducta delictiva y aplicarle un tratamiento personalizado, procurando
su reinserción a la sociedad.
Parte del estudio clínico e individual del delincuente, considerándose al delito como una conducta anormal patológica, de
una personalidad conflictiva, con una determinada problemática de violencia.
Define al delincuente como aquella persona que ha transgredido las normas legales, sociales y culturales, agrediendo a
otra persona o a sí misma, debiendo ser objeto de estudio, tratamiento y rehabilitación.
Según Jean Pinatel, es el estudio del paso al acto, en donde una persona pasa la línea y comete un hecho calificado
como delito, mientras que otros individuos en iguales circunstancias se detienen y controlan sus impulsos, lo que implica
la consideración de las diferencias entre delincuentes y no delincuentes.
b) Tratamiento individual-familiar.
Es bastantemente conocido el viejo concepto de que la familia es la célula primaria y fundamental de la sociedad.
Indudablemente, la influencia de las características íntimas en la dinámica del grupo familiar primario, como la
personalidad de los progenitores, las relaciones vinculares, antecedentes criminógenos, etc., marcan hondamente en la
formación del ser humano influyendo en el individuo, dando como resultante, o no a un potencial delincuente o un
delincuente habitual.
Debido a ello, todo tratamiento de rehabilitación no se debe circunscribir en el tratamiento del delincuente, sino también
se deberá extender a su grupo familiar primario según corresponda.
c) Medidas Preventivas.
La prevención tiene por objeto tratar de evitar nuevos comportamientos delictivos, la reincidencia delictiva y la
persistencia en la violencia.
Según Benigno Di Tullio, la Criminología Clínica es la ciencia de las conductas antisociales y criminales, basadas en la
observación y el análisis profundo de casos individuales, sean éstos normales, anormales o patológicos.
Según Hurwitz, el delito es un acontecimiento de la vida individual explicado por la propia individualidad, en donde el
delito es el hombre. La criminología es el estudio empírico de los factores individuales y sociales sobre los que se asienta
la conducta criminal.
Hurwitz desarrolla un profundo análisis de la base biológica de la criminalidad, de los factores hereditarios en familias de
criminales, de los estudios antropológicos, y profundiza la importancia de los factores psíquicos de la criminalidad,
describiendo las distintas enfermedades mentales relacionándolas al delito. Las psicosis, neurosis, psicopatías,
anormalidades sexuales, etc.
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Sigmund Freud en el año 1915 publicó el artículo “Los delincuentes por sentimientos de culpa”, explicando que la labor
analítica le condujo al sorprendente resultado de que las conductas delictivas eran cometidas ante todo porque se
hallaban prohibidas y porque a su ejecución, se enlazaba para el autor un alivio psíquico. El sujeto sufría un penoso
sentimiento de culpabilidad de origen desconocido, donde una vez cometida la falta, sentía mitigada la presión del
mismo. Por paradójico que parezca, el sentimiento de culpa existía antes del delito y no procedía de él, al contrario el
delito es el que procedía del sentimiento de culpabilidad. Profundizando su análisis llega a la conclusión de que este
sentimiento de culpabilidad proviene del complejo de Edipo.
Según Freud, los niños cometen travesuras para llamar la atención y atraerse un castigo, luego de este, quedan
tranquilos, donde el castigo sirvió para satisfacer sus necesidades de autocastigo, emanados de la sensación de
culpabilidad que provocan otras faltas más graves.
El delincuente por un lado comete un delito por sentimientos de culpa, y por el otro, el castigo que el delito ocasiona,
satisface la necesidad de autocastigo que el sujeto experimenta inconscientemente.
Freud también habla de los delincuentes adultos que cometen delitos sin sentimientos de culpa. Señala que estos sujetos
no han desarrollado inhibiciones morales o creen justificada su conducta por su lucha contra la sociedad, refiriéndose así
hacia los actualmente denominados personalidades psicopáticas.
Posteriormente, en el año 1923 edita su artículo “El yo y el ello”, en donde fundamenta su teoría de conformación del
aparato psíquico del yo, super-yo y el ello, bastantemente conocido por todo aquel que ha desarrollado estudios básicos
de la criminología.
Por su parte Alfred Adler fundamenta sus teorías en tres postulados principales, el sentimiento de inferioridad, los
impulsos de poderío y los sentimientos de comunidad.
Una conducta agresiva, es la propia expresión de la psicopatología particular del delincuente, de su alteración física,
emocional y social, en donde el delincuente proyecta sus conflictos a través del delito.
La conducta delictiva posee una finalidad, que es indudablemente la de liberar tensiones, en donde dicha conducta es
siempre la respuesta al estímulo configurado por la situación total, como defensa, en el sentido de que protege al
organismo de la desorganización.
El delito es una conducta concreta y simbólica, donde uno de los elementos más importantes para el criminólogo es
precisamente su análisis como factor simbólico, en donde el delito se muestra como un síntoma, es decir una forma de
exponerse al exterior como una defensa emocional del sujeto, como medio para no caer en disgregación de la
personalidad
El detallado estudio y análisis de la conducta delictiva, nos revela muchos aspectos de la personalidad del sujeto, pero
no nos explica por qué ese hombre cometió la conducta asocial. Para conocer dicha respuesta, se hace necesario
investigar la historia de vida del individuo, sus rasgos de personalidad, perfil criminológico, antecedentes criminológicos
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individuales y familiares, su ámbito social, geográfico, cultural, etc., es decir, todas las circunstancias de vida del sujeto,
su grupo familiar primario y social desde que nació hasta el ahora.
Preguntas clásicas tales como: ¿Que sucedió?, ¿Qué conducta?, ¿Qué delito?, ¿Qué víctima?, ¿Relación víctima-
victimario?, ¿Cuándo?, ¿Cómo?, ¿Donde?, ¿Con qué?, ¿Por qué? Deben ser investigadas y respondidas.
Dichos mecanismos tienen por objeto conocer íntegramente al interno en todos sus aspectos, lo cual permitirá a
posteriori al criminólogo arribar a la Génesis de la Conducta Delictiva y aconsejar un tratamiento personalizado,
mediante el cumplimiento de determinadas consignas, objetivos, tratamiento médico, psiquiátrico o psicológico, la
formación de grupos en tratamiento acorde a sus problemáticas y características personalísticas, etc., incluso aconsejar
el establecimiento carcelario en que debe ser internado, como la fase de la progresividad de régimen carcelario en que
debe iniciar su tratamiento, todo en busca de su posible y progresiva reinserción a la sociedad.
a) Periodo de Observación.
b) Periodo de Tratamiento:
-Fase de Socialización.
-Fase de Consolidación.
-Fase de Confianza.
Progresividad del Régimen Penitenciario c) Periodo de Prueba:
-Régimen de Autodisciplina.
-Salidas Transitorias.
- Salidas Extraordinarias.
- Régimen de Semilibertad.
d) Periodo de Libertad Condicional.
En el periodo de observación, se materializan todos los estudios necesarios tendientes a conocer al interno, la confección
de la historia criminológica, diagnóstico criminológico y materializar el inicio del tratamiento personalizado.
Periodo de Prueba
En donde el interno podrá acceder a un régimen de autodisciplina, a fin de obtener los beneficios de salidas transitorias
para afianzar lazos familiares y/o sociales, régimen de similibertad en donde podrá materializar salidas laborales al
exterior del Establecimiento, tal cual lo estuviera desarrollando en la vida libre, para reintegrarse a determinada hora al
penal y finalmente podrá acceder a las llamadas salidas extraordinarias.
Se entiende por conducta la observancia de las normas reglamentarias internas que rigen el orden, disciplina, la
convivencia en el establecimiento y durante las salidas transitorias, el régimen de semilibertad o los permisos de salidas.
Para la calificación del concepto se tiene en cuenta la ponderación de la evolución personal de la que sea deducible su
mayor o menor posibilidad de su adecuada reinserción social.
El consejo correccional, es el organismo colegiado presidido por el director del establecimiento y en donde actúan como
vocales los jefes de las distintas divisiones o secciones (Jefe de Seguridad Interna, Jefe de Criminología, Jefe de
Educación, Jefe de Asistencia Social, Jefe de Asistencia Médica, Jefe de Trabajo).
Juntamente con el gabinete criminológico, tiene como función el continuo seguimiento del tratamiento del interno y la
evaluación de los resultados, a fin de adoptar decisiones en los casos de su competencia o asesorar a las autoridades
competentes de acuerdo a las reglamentaciones en vigencia, confeccionar informes y actas en el trámite de los diversos
beneficios, etc.
Mencionadas calificaciones juntamente con otros requisitos reglamentarios, son evaluados por el Jefe del Gabinete
Criminológico, para proponer al Consejo Correccional, la promoción del interno a las distintas fases o periodos, su
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permanencia en la fase o su retrotracción a fases inferiores, como asimismo se tienen en cuenta para la obtención de
beneficios de salidas transitorias, salidas extraordinarias, régimen de semilibertad, libertad condicional, indulto,
conmutación de pena, etc.
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INTRODUCCIÓN:
RELACIONES ENTRE La criminología es una disciplina que
posee sus raíces en las concepciones
LA ANTROPOLOGÍA Y LA CRIMINOLOGÍA científico-filosóficas del Iluminismo. Fue
Cesare Beccaria el pionero que formuló
los principios de la denominada Criminología Clásica, cuyos supuestos se basaban en las teorías del control social de
Hobbes, Montesquieu y Rousseau.
La base de la teoría clásica de la criminología estaba apoyada sobre la teoría del contrato social, que sostenía que los
hombres se reunían libremente en sociedad conforme a una serie de acuerdos que garantizaban el orden y la
convivencia. Es en relación a este consenso, que se proponía el castigo de aquellas conductas que eran perjudiciales o
peligrosas para el cuerpo social, y la recompensa de aquellas que de alguna manera contribuían al mantenimiento del
equilibrio del mismo. De esta forma, se establecía una tipología de aquellas conductas consideradas como desviaciones
que posibilitaban clasificar a un individuo como delincuente.
En base a esto, las penas que la ley imponía aseguraban el buen funcionamiento y la supervivencia de la sociedad, y
"toda pena que exceda ese consenso o que tenga fines distintos es ilegítima y contraviene el contrato social" (Taylor,
Walton, Young. 1990).
Esta criminología clásica -que también podríamos denominar criminología jurídica- se sustentaba básicamente en el
derecho, sobre todo aquel de tradición indoeuropea que, según Antonio Beristain, está basado "en un derecho que
controla con rigidez y rectitud la vida del pueblo, y que admite o necesita el Estado como centro de las relaciones
comunitarias" (1978).
Dado que cada disciplina surge en el marco de un entorno socio-histórico específico que de alguna manera caracteriza
los supuestos explícitos e implícitos que le dan sustento, es menester agregar que, para estos tiempos en que surge la
criminología, como asevera Foucault, comienza a desarrollarse un discurso que por primera vez "articula una concepción
binaria de la sociedad: hay siempre dos grupos, dos categorías de individuos..." . Esta estructura binaria que atraviesa la
sociedad, instituye un esquema de explicación marcado por la asimetría, en donde hay "una raza puesta como la
verdadera y única (la que detenta el poder y es titular de la norma) y los que constituyen otros tantos peligros para el
patrimonio biológico. En ese momento aparecerán todos los discursos biológicos-racistas sobre la degeneración y todas
las instituciones que, dentro del cuerpo social, harán funcionar el discurso de la lucha de razas como principio de
segregación, de eliminación y de normalización de la sociedad" (Foucault, pag. 56. 1996).
Es justamente a partir de este mismo discurso, que se va a desarrollar la idea de desviación con la que se caracteriza a
la conducta del delincuente. El desviado es un ser inferior que presenta una patología, esta debe ser "sanada" a partir de
los procesos de normalización vinculados específicamente al encierro institucional.
Si bien, a lo largo del desarrollo de la disciplina criminológica se han sucedido una serie de cambios de paradigma en lo
que respecta a la concepción del "hombre delincuente", actualmente se siguen sintiendo en nuestras instituciones y
prácticas institucionales los efectos de este discurso: el delito es una enfermedad portada por determinados individuos
que tuvieron una "mala socialización" y que deben ser excluidos y encerrados para "resocializarlos" e integrarlos como
miembros sanos de la sociedad.
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EL POSITIVISMO:
La criminología, como dijimos anteriormente, ha sufrido desde sus inicios una serie de cambios de paradigma vinculados
a la concepción que se tenía en cada momento histórico sobre el "delito" y la "conducta delincuente". Básicamente nos
interesa recortar, para los fines del presente trabajo, esta sucesión y superposición paradigmática en tres etapas:
a) La Criminología Clásica,
b) El Revisionismo Neoclásico y
c) La Revolución Positivista (Taylor, I.; Walton, P.; Young, J. cap 1).
De las tres, sólo nos detendremos con especial detalle en la visión positivista. Respecto de la primera, ya mencionamos
algunas características en la introducción de este trabajo. En cuanto a la segunda, sustenta la revisión de algunas de las
concepciones clásicas (como por ejemplo la aplicación de medidas penales universales sin tomar en consideración las
diferencias individuales entre los delincuentes) y la incorporación al ámbito de la criminología de especialistas de otras
disciplinas ajenas al derecho penal como el psiquiatra y posteriormente el trabajador social.
En cuanto a lo que concierne al paradigma positivista -el cual actualmente sigue teniendo amplia vigencia en algunos
contextos-, este se fundamenta en la aplicación a los fenómenos sociales, en general, y al comportamiento humano, en
particular, de los instrumentos y técnicas que se estipulan como fundamentales y eficaces para el estudio del mundo
físico. Es así que, los positivistas, impulsan y avalan técnicas para la cuantificación del comportamiento, a partir de las
cuales pueden aproximarse a la realidad objetiva (idea de neutralidad del observador) y descubrir las leyes subyacentes
de la acción humana que, para el caso particular de la criminología, podían ser descubiertas a partir del análisis de las
estadísticas y la posterior generalización de los resultados (lo cuantitativo es más importante y de carácter definitorio
respecto de lo cualitativo).
Es importante destacar que, como aseveran Taylor, Walton y Young, existen distintas modalidades o formas del
positivismo. Para este trabajo, nos interesa referirnos al "positivismo biológico", ya que las premisas de éste,
establecieron un modo de ver y concebir el tema de la conducta delincuente, sobre todo a partir del concepto de
"desviación", el cual, como vimos en la introducción de este trabajo, estuvo siempre presente (en mayor o menor medida)
desde los orígenes de la criminología.
La antropología -al igual que la criminología- tiene sus raíces en la filosofía del Iluminismo, cuando gran parte del mundo
ya había sido explorado y se habían tenido contacto con otros pueblos de características totalmente diferentes al mundo
europeo del momento. Como asevera Paul Mercier: "en esta época aparecen ya diversas orientaciones del pensamiento,
que prefiguran los ulteriores debates antropológicos. Pueden distinguirse dos grandes corrientes: la que insiste en el
relativismo social y cultural y la que, deseosa de establecer las normas de la sociedad ideal, se refiere al ‘salvaje’ en una
interpretación de la evolución humana". Es a partir de este período que, lentamente, esta disciplina comienza a
deslizarse desde lo filosófico a lo científico, culminando este proceso con la formación de una antropología científica a
mediados del siglo XIX, "cuando un clima general de pensamiento e investigación preparó la revolución darwiniana"
(Mercier, Paul. 1969).
La primer escuela de esta etapa científica de la antropología es el evolucionismo, tanto en su forma biológica como
social. El concepto unificador de la misma es la idea de evolución; idea que estará presente en muchos ámbitos a partir
de 1830.
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Es en este marco que Cesare Lombroso, considerado como el fundador del positivismo biológico, desarrolla desde un
poco antes de 1876 su teoría del hombre criminal. Lombroso, quien pertenecía a la llamada escuela de antropología
criminal, establece el concepto de criminal atávico, según el cual el delincuente representaba una regresión a estados
evolutivos anteriores, caracterizándose la conducta delincuente por ser innata. Este criminal atávico podía ser reconocido
debido a una serie de estigmas físicos o anomalías, como por ejemplo, el excesivo desarrollo del cerebelo, asimetría del
rostro, dentición anormal, y lo que se considera como la característica más atávica en los criminales, a saber, el hoyuelo
en medio del occipital.
En base a sus estudios sobre las características físicas del hombre criminal, Lombroso desarrolla la tesis que explicita
que éste presenta -en cuanto a su conformación morfológica- ciertas similitudes con el hombre salvaje, como por ejemplo
senos frontales muy pronunciados, mandíbulas voluminosas, órbitas grandes, etc. En esta tesis se considera al criminal
como una subespecie anormal del género humano. Asimismo, esta subespecie estaría compuesta por una serie de tipos
criminales, como los asesinos, los ladrones, las prostitutas, etc.; todos con características morfológicas comunes pero
también propias que los diferencian del resto.
Con anterioridad, y en relación a las distintas fases por las que atravesara la criminología, hicimos referencia al cambio
sufrido por la misma desde una concepción unidisciplinar (basada en el derecho) hacia una concepción que integraba
perspectivas de carácter social en lo que respecta a la interpretación del delito. Pero, con el advenimiento de la teoría de
Lombroso, se inicia una etapa que corre paralela a la anterior -aunque de mucha más importancia-, en donde se deja de
lado el problema de las interpretaciones del delito con base en lo social para pasar a considerar los aspectos individuales
de la conducta criminal.
Como aseveran Taylor, Walton y Young, citando a Lindesmith y Levin: "lo que Lombroso hizo fue invertir el método de
explicación habitual desde la época de Guerry y Quetelet, y, en lugar de sostener que las instituciones y las tradiciones
determinaban la naturaleza del criminal, sostuvo que la naturaleza del criminal determinaba el carácter de las
instituciones y las tradiciones" (pag. 56).
Dado que las explicaciones biológicas de la conducta pasaban por un momento de gran auge, las interpretaciones
basadas en lo social pasaron a tener un segundo plano respecto de aquellas de índole genética. Esta importancia de las
teorías genéticas de Lombroso se debe al gran impacto que estaba ocasionando el desarrollo de la teoría de la evolución
de Darwin, hecho que lleva su paulatino deslizamiento hacia las explicaciones en el campo de las ciencias sociales.
Particularmente en el contexto de la criminología, la influencia de Lombroso, ya en el siglo XX, hace que se desplace la
importancia de los científicos sociales en el estudio del delito en favor de la participación del médico y del psiquiatra.
En un primer momento, las explicaciones de la conducta a partir de los factores innatos adquirieron gran importancia,
sobre todo, como mencionamos anteriormente, a partir del desarrollo de la Teoría de la Evolución por Charles Darwin y
su aplicación al campo del mundo social humano en forma de lo que se llamó Darwinismo Social; el cual cobra existencia
a partir de mediados del Siglo XIX y principios del Siglo XX (aunque sus efectos se siguen sintiendo en la actualidad). La
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aplicación de las ideas positivistas al campo de la conducta, motivó la búsqueda de leyes generales a las cuales estaba
sometido el comportamiento humano. Como consecuencia de esto, se establecía la existencia de un determinismo del
mismo.
De esta manera, se explicaron "nuestro salvajismo, el comportamiento pecaminoso de los hijos, la delincuencia juvenil, el
rapto, el asesinato, el robo y la guerra, por no mencionar todas las formas de violencia. Todo esto se debe a la
agresividad innata del hombre" (Montagu, pag. 194).
El positivismo biológico ejerció una gran influencia en la criminología, como se desprende de lo dicho por Vera Regina
Pereira de Andrade sobre esta disciplina en el marco de dicho paradigma: "teniendo por objeto la criminalidad concebida
como un fenómeno natural, causalmente determinado, asume la tarea de explicar sus causas siguiendo el método
científico o experimental y el auxilio de las estadísticas criminales oficiales y de prever los remedios para combatirla. Ella
indaga, fundamentalmente, lo que el hombre (criminal) hace y por qué lo hace".
El antropólogo Ashley Montagu, desarrolla en un pequeño ensayo una crítica al punto de vista innatista, mantenido
principalmente por Konrad Lorenz y Robert Ardrey, entre otros. Según la misma, esta posición de la "agresión innata"
constituye un leit-motiv que se dirige no a la explicación de ese comportamiento agresivo, sino, principalmente, a sugerir
el ejercicio de algún dispositivo de control sobre el ser humano; y agrega, "los puntos de vista de Lorenz y de Ardrey
padecen precisamente del mismo defecto, a saber, la atribución de cualidades de otros animales al hombre" (Montagu,
pag. 195). Arguye además, en este sentido, la influencia que pueden tener los prejuicios del hombre en la concepción del
mundo y de las problemáticas surgidas en él".
Específicamente se refiere a la argumentación que da Ardrey respecto de algunas experiencias de violencia que tuvo
durante el transcurso de su vida y que lo llevaron a convencerse de la "naturaleza asesina del hombre".
Cuando se refiere a Lorenz y a sus errores de apreciación, cita un párrafo de su libro "Sobre la Agresión...":
"innegablemente, deben existir factores muy fuertes capaces de superar la voluntad de la razón individual de manera tan
completa que es obvio que son impenetrables de ser experimentados... Todas esas asombrosas paradojas, sin embargo,
encuentran una explicación espontánea, que se coloca de por sí como la pieza de un rompecabezas, si se presume que
el comportamiento humano, lejos de ser determinado sólo por la razón y la tradición cultural, es todavía objeto de todas
las leyes prevalecientes en todo comportamiento instintivo adaptado filogenéticamente. De esas leyes poseemos un buen
conocimiento por el estudio de los instintos en los animales" (Montagu, pag. 197).
Estas referencias hechas por Montagu, indican la fuerte presencia de las concepciones positivistas en las ideas que se
tenían sobre la conducta delincuente a finales del siglo pasado y a principios de este.
Pero ocurre que, con el correr del tiempo, el surgimiento de nuevas concepciones teóricas y la relación de distintas
disciplinas entre sí, se comenzó a prefigurar -sobre todo en la temática del delito- una concepción de carácter relativista
basada ya más en lo social que en lo biológico.
Tanto la antropología como la criminología, se han desarrollado a partir del estudio de los "otros". En el primero de los
casos, el "otro" cultural; en el segundo, el "otro" como individuos o grupos de "desviados". En lo que respecta a la última,
esta concepción de carácter sociocéntrica, se fue paulatinamente diluyendo (aunque no de forma total) en favor de una
consideración del delito como fenómeno social normal.
En contra de todas aquellas posiciones que toman al delincuente como un desviado que de alguna manera manifiesta
cierto tipo de patología, se hace imprescindible partir de una cita de Emile Durkheim (esto no implica que se esté
completamente de acuerdo con los supuestos -algunos explícitos y otros implícitos- presentes en la misma, aunque sí
con la idea de generalidad y relatividad respecto del fenómeno del delito en cuanto situación social):
"El delito no se observa solamente en la mayoría de las sociedades de tal o cual especie, sino en las sociedades de
todos los tipos. No hay una en la que no haya criminalidad. Ésta cambia de forma, los actos así calificados no son en
todas partes los mismos; pero en todos los sitios y siempre ha habido hombres que se conducían de forma que atraían
sobre ellos la represión penal. Si al menos, a medida que las sociedades pasan de los tipos inferiores a los más
elevados, el índice de criminalidad, es decir, la relación entre la cifra anual de los delitos y la de la población, tendiese a
bajar, se podría creer que, aún siendo todavía un fenómeno normal, el delito tendía, sin embargo, a perder su carácter.
Pero no tenemos ningún motivo que nos permita creer en la realidad de esta regresión. Antes bien, muchos hechos
parecen demostrar la existencia de un movimiento en sentido inverso. [...] Por tanto, no hay fenómeno que presente de
manera más irrecusable todos los síntomas de normalidad, puesto que aparece estrechamente ligado a las condiciones
de toda vida colectiva. Hacer del delito una enfermedad social sería admitir que la enfermedad no es una cosa accidental,
sino, por el contrario, una cosa derivada en ciertos casos de la constitución fundamental del ser vivo..." (DURKHEIM, E.
pag. 92).
Profundizando un poco más en los criterios de la cita precedente, podemos decir que cuando una serie de personas se
reúnen formando un grupo, siempre existen entre ellas un conjunto de acuerdos explícitos o implícitos en lo referente a la
forma de desenvolvimiento del mismo. Estos acuerdos están vinculados a lo que es deseable hacer y esperar de los
demás y a lo que no lo es. En este tipo de situación no es importante la extensión de dicho grupo -el cual puede estar
constituido por dos o más personas- sino el cumplimiento de los deberes asumidos (aunque sea de manera implícita)
para con los demás miembros del mismo en base al código estipulado.
Es así que, en cada escenario social se forma una concepción generalizada respecto de lo que significa la acción de
transgredir ciertas normas, ciertas pautas. La acción de delinquir está vinculada básicamente al acto de trasgresión.
En el marco de la idea del delito como producto social, podemos citar a Montagu, quien explicita que: "Los crímenes y los
criminales son producto de la sociedad, y a la vez, instrumentos y víctimas de la misma sociedad. La sociedad criminal y
delincuente culpa de sus crímenes y delitos a los criminales y a los delincuentes y luego los castiga por los daños que, en
la mayoría de los casos, la misma sociedad los indujo a cometer. Un crimen es lo que la sociedad escoge definir como
tal. Algo que puede ser considerado como un crimen en una sociedad puede no serlo en otra. Pero sea lo que sea lo que
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una sociedad pueda o no considerar como un crimen, todas las sociedades definen al crimen como un acto cometido en
violación de una ley prohibitiva o un acto omitido en violación de una ley prescriptiva. De aquí que la sociedad sea la que
define al criminal y no el criminal quien se define a sí mismo. Y sugiero aquí que casi invariablemente la sociedad es la
que hace al criminal porque los criminales, en realidad, se vuelven tales, no nacen así" (pag. 71. 1970).
Todo esto significa una ruptura con el paradigma bio-psico-social y una reformulación de la idea de delito desde una
óptica relativista. Además, remarca la concepción que, si bien el delito puede ser una conducta no deseable en el seno
de alguna sociedad, es un hecho perfectamente normal en la vida de cualquier grupo.
Según este mismo autor, es dable considerar al delito consuetudinario como una forma de buscar seguridad por parte del
delincuente. Aclara Montagu que la idea de búsqueda de seguridad no debe entenderse en términos simplistas, sino que
debe contemplarse como una "hipótesis de trabajo que puede ser de utilidad práctica para el entendimiento de algunas
de las condiciones y motivaciones que guían al crimen" (pag. 74).
En otras palabras, podríamos decir que en algunos casos, el delito debe ser entendido como una estrategia de
supervivencia; la cual se desenvuelve porque la sociedad no provee las condiciones necesarias para la seguridad de los
individuos.
Es importante recalcar que, en nuestra sociedad occidental se han desarrollado una serie de dispositivos -con base en el
derecho- que procuran un tratamiento de la persona considerada delincuente que lleva a su "resocialización". En este
término existen implícitos aquellos presupuestos vinculados a la posición positivista sobre la desviación patológica de la
conducta y la necesidad de su normalización.
En nuestra sociedad, el hecho de haber sido delincuente o haber estado preso, es condición suficiente para ser
marginado y estigmatizado, sin posibilidad de redención, a pesar de que haya todo un discurso que estipula lo contrario.
Si, por el contrario, tomamos en consideración la forma que en otras culturas tratan el tema del delito y el delincuente, es
posible que aprendamos algo sobre ciertas alternativas respecto del tratamiento y la redención del sujeto criminal que
pueden servir de base para la reconsideración de nuestras prácticas punitivas.
Según Malinowski, quien trabajó en uno de sus libros el tema del delito entre los indígenas de las Islas Trobriand, existen
entre éstos, una serie de mecanismos que permiten, además de restablecer el orden social, la redención plena -y no de
palabra como ocurre en nuestra cultura- del sujeto que se sospecha ha transgredido la ley de la comunidad. Uno de
estos mecanismos es la hechicería, el otro el suicidio. Respecto del último, si bien es un dispositivo extremo de
redención, es muy eficaz en el sentido que permite conservar el buen nombre de la familia del sujeto que se cree ha
delinquido. La muerte voluntaria del individuo, producida en una acto ritual público, es considerada como una
demostración de inocencia del sujeto.
En cuanto a la hechicería, sabemos de la importancia que ésta tiene para las comunidades tribales. Si una persona
comete una transgresión a la ley y se demuestra que ha actuado bajo la influencia de un embrujo mágico, este solo
hecho es suficiente para garantizar su inocencia y la no estigmatización del individuo por parte de la comunidad.
Con este sucinto ejemplo, queremos dejar en claro que, en otras comunidades no complejas, el fenómeno del delito
posee una mayor contención comunitaria, y no ocurre como en nuestra cultura que, a pesar que se juzga y se penaliza al
delincuente, una vez cumplida su pena, éste sigue siendo considerado un criminal, tratándoselo de acuerdo a su rótulo
permanente de "delincuente".
A N T O L O G Í A 1 6
CONCLUSIÓN:
Según lo dicho por Antonio Beristain, la criminología contemporánea ha dejado atrás su originaria concepción
unidisciplinar para constituirse en una ciencia -aunque este carácter es aún muy discutido- de índole multidisciplinaria,
basada principalmente en las ciencias sociales. Su punto de partida no es el derecho sino la sociedad, adoptando de esta
manera una inclinación sociológica. Si bien esta última representa una ventaja respecto de la etapa clásica anterior,
todavía no es plenamente satisfactoria en tanto y en cuanto hay aún presentes en ella concepciones que privilegian la
posición del Estado y del derecho como rector de las relaciones interpersonales y comunitarias.
Beristain apunta a la formación de una criminología que supere ampliamente estas ideas sociocéntricas (basadas en el
estado de derecho sin tomar en cuenta la diversidad cultural), que fomente y admita estudios comparativos de las
diferentes tradiciones legales y culturales. Es en este sentido que debemos hablar de una criminología pluralista que
integre en su seno las diferentes criminologías particulares "en beneficio de la variedad". Considero que la Antropología,
que sustenta en su seno una metodología comparativa, puede aportar un núcleo de fundamentos teóricos que permitan
el enriquecimiento de la disciplina de la criminología, además de la contribución al fortalecimiento del paradigma socio-
psico-biológico de base relativista.
A N T O L O G Í A 1 7
Esta teoría, creación de la doctrina (pero basada en ciertos preceptos legales), no se ocupa de los elementos o requisitos
específicos de un delito en particular (homicidio, robo, violación, etc.), sino de los elementos o condiciones básicas y
comunes a todos los delitos.
Básicamente se puede hablar de dos corrientes o líneas: la teoría causalista del delito y la teoría finalista del delito. Para
la explicación causal del delito la acción es un movimiento voluntario físico o mecánico, que produce un resultado el cual
es tomado por el tipo penal, sin tener en cuenta la finalidad de tal conducta. La teoría finalista del delito entiende la
conducta como un hacer voluntario final, en cuyo análisis deben considerarse los aspectos referidos a la manifestación
exterior de esa finalidad.
La primera corriente considera preponderantemente los elementos referidos al disvalor del resultado; la segunda, por el
contrario, pone mayor énfasis, en el disvalor de la acción.
La mayoría de los países del llamado derecho continental, utilizan la teoría finalista del delito.
No obstante, aunque hay un cierto acuerdo respecto de tal definición, no todos le atribuyen el mismo contenido. Así son
especialmente debatidas las relaciones entre sus diversos elementos y los componentes de cada uno de ellos.
La acción
La conducta humana (acción u omisión) es la base sobre la cual descansa toda la estructura del delito. Si no hay acción
humana, si no hay conducta, no hay delito. Sin embargo, el concepto de acción engloba igualmente el de omisión, en la
cual existe una conducta en la que conscientemente se evita una acción concreta.
Constituye el soporte conceptual de la teoría del delito y el eje de la consideración axiológica y natural del hecho punible.
El concepto de acción
Una de las principales funciones del concepto de acción es servir de límite o filtro para seleccionar previamente las
acciones que pueden ser relevantes para el Derecho penal.
El concepto de acción ha experimentado una evolución en la que se han entremezclado puntos de vista filosóficos,
político-criminales y dogmáticos.
Debido a la imposibilidad del concepto señalado de explicar la omisión, Von Liszt formula más tarde una segunda
descripción, diciendo que acción es conducta voluntaria hacia el mundo exterior; más exactamente: modificación, es
decir, causación o no evitación de una modificación (de un resultado) del mundo exterior mediante una conducta
voluntaria.
Correlativamente, Beling sostiene que existe acción si objetivamente alguien ha emprendido cualquier movimiento o no
movimiento, a lo que subjetivamente ha de añadirse la comprobación de que en ese movimiento corporal o en esa falta
de movimiento animaba una voluntad. En resumen, el concepto de Beling consiste en que la acción debe afirmarse
siempre que concurra una conducta humana llevada por la voluntad, con independencia de en qué consista esa voluntad
(es decir, no considera dentro de su concepto el contenido de la voluntad).
Actividad final es, en consecuencia, una producción consciente de efectos partiendo de un objetivo, la cual
supradetermina finalmente el curso causal externo.
No obstante, se prestan a dudas aquellos casos en que existe un hecho externo, pero respecto del cual hay una
ausencia de voluntad que lo haya dirigido. Para resolverlos se ha establecido, como criterio general, que no hay acción
cuando se puede afirmar que la persona involucrada sólo ha tomado parte físicamente en el hecho, pero sin intervención
de voluntad consciente en la conducción de dicho proceso causal.
Fuerza irresistible
La fuerza física irresistible puede provenir de la naturaleza o de un tercero, lo importante es que produce que una
persona actúe sin capacidad de control. Esta fuerza física irresistible debe ser absoluta, es decir el sujeto no debe tener
la posibilidad de actuar de otra forma. Por ejemplo: se produce un terremoto y las personas que viven en un edificio
pugnan por salir, al llegar a las escaleras, una resbala y cae sobre otra produciéndole la muerte; en este caso el sujeto
que resbaló actuó con fuerza física irresistible - el temblor -, por lo que no hay acción. Un caso diferente se da si fue una
persona la que produjo la fuerza física irresistible, pues ésta si responde, por ejemplo: si "A" empuja a "B" para que
impulse a "C" que se encuentra en el borde de un barco y, efectivamente "C" cae y muere, "A" responde por la muerte de
"C", mientras "B" sólo fue víctima de una fuerza irresistible - empujón - producido por "A".
Movimientos reflejos
No constituyen acción ya que dichos movimientos no son controlados - o producidos - por la voluntad de la persona.
Como indica el profesor Muñoz Conde: "El estímulo del mundo exterior es percibido por los centros censores que los
trasmiten, sin intervención de la voluntad, directamente a los centros motores". Es aquí donde radica la diferencia con los
denominados actos de corto circuito, explicados anteriormente. Ejemplo de movimiento reflejos es: cuando un sujeto
efectúa un movimiento brusco al tocar una conducción eléctrica, producto de lo cual hiere a otra persona.
A N T O L O G Í A 1 9
Estados de inconsciencia
Tipicidad
Se denomina tipicidad a la adecuación de la conducta humana a la descripción contenida en la ley (el tipo). Así cuando la
ley describe el homicidio diciendo "el que matare a otro", la conducta típica está dada por el hecho concreto de matar a
otro.
En el tipo se incluyen todas las características de la acción prohibida que fundamenten positivamente su antijuricidad.
Pero no siempre se pueden deducir directamente del tipo estas características y hay que dejar al juez la tarea de buscar
las características que faltan. Ello se debe a la dificultad de plasmar legalmente tales características en el tipo legal.
Conducta
Son todas las manifestaciones del ser humano cuales quiera sean sus características de presentación, es decir, es todo
aquello que Hacemos, Pensamos y Sentimos. Siempre va encaminada a la realización de un fin y existe una voluntad
consciente para realización del acto
Nexo causal
Teoría de la equivalencia de condiciones (Conditio sine qua non)
Teoría de la Imputación Objetiva: originalmente desarrollada en el ámbito del derecho privado busca establecer un
modelo de imputación normativo desde la conducta hacia el tipo. Dicha reconducción obedece a un estándar de
"creación de un riesgo no tolerado jurídicamente". Actualmente constituye la teoría dominante en Alemania y España. En
pocas palabras es el lazo o unión que existe entre una conducta y un resultado
Resultado
El resultado es la consecuencia externa y observable derivada de la acción (manifestación de voluntad). La mayoría de
los códigos penales castigan en algunos casos la acción (delitos de simple actividad) y en otros el resultado que se
deriva de ésta (delitos de resultado). Pero también puede haber conductas de no hacer o dejar de hacer que traen como
consecuencia un resultado
Faz subjetiva del tipo
Dolo
El dolo ha sido definido por numerosos e importantes autores. Entre los que destacan como los principales Grisanti,
Carrara, Manzini y Jiménez de Asúa quienes han emitido un concepto completo de lo que se entiende por el dolo.
Según Hernando Grisanti el dolo es la voluntad consciente, encaminada u orientada a la perpetración de un acto que la
ley tipifica como delito. Según Francesco Carrara el dolo es la intención más o menos perfecta de hacer un acto que se
sabe contrario a la ley. Manzini define al dolo como la voluntad consciente y no coaccionada de ejecutar u omitir un
hecho lesivo o peligroso para un interés legítimo de otro, del cual no se tiene la facultad de disposición conociendo o no
que tal hecho esta reprimido por la ley.
Luis Jiménez de Asúa dice que el dolo es la producción del resultado típicamente antijurídico con la conciencia de que se
está quebrantando el deber, con conocimiento de las circunstancias de hecho y del curso esencial de la relación de
causalidad existente entre las manifestaciones humanas y el cambio en el mundo exterior, con la voluntad de realizar la
acción u con representación del resultado que se requiere.
A N T O L O G Í A 2 0
En suma, puede decirse que el dolo es conocimiento y voluntad de realizar un delito o una conducta punible. El dolo está
integrado entonces por dos elementos: un elemento cognitivo: conocimiento de realizar un delito, y un elemento volitivo:
voluntad de realizar un delito o en pocas palabras significa: "El querer de la acción típica".
En las diversas escuelas penales modernas la discusión en relación con el dolo se ha escenificado sobre el alcance que
se le da al elemento cognitivo del dolo y la ubicación sistemática del dolo:
Es así como para el causalismo (clásico y neoclásico) -escuela penal alemana que tuvo su auge entre 1870 y 1930
aproximadamente en ese país-, el elemento cognitivo del dolo comprende el conocimiento de los hechos, esto es, el
conocimiento del comportamiento que se está realizando, y el conocimiento de la antijuridicidad del hecho, es decir, el
conocimiento de que el comportamiento que se está realizando se encuentra prohibido por el derecho penal. El dolo en el
causalismo es concebido como un elemento o característica de la culpabilidad, categoría en la cual se evalúan la mayor
parte de los aspectos subjetivos o psicológicos del hecho punible.
Por el contrario, para el finalismo -escuela penal germana que tuvo su esplendor entre 1945 y 1960 aproximadamente en
el país teutón-, el elemento cognitivo del dolo sólo abarca el conocimiento de los hechos, valga decir, el conocimiento del
comportamiento que se está realizando. El dolo en el finalismo es ubicado como un elemento de la tipicidad,
conformando el denominado tipo subjetivo del delito doloso. El conocimiento de la antijuridicidad, o sea, el conocimiento
de que el comportamiento que se realiza está proscrito por el derecho penal, es deslindado del dolo y es concebido como
un elemento de la culpabilidad.
Culpa
El tipo culposo individualiza una conducta (al igual que el doloso). La conducta no se concibe sin voluntad, y la voluntad
no se concibe sin finalidad, la conducta que individualiza el tipo culposo tendrá una finalidad, al igual que la que
individualiza el tipo doloso.
Pero el tipo culposo no individualiza la conducta por la finalidad sino porque en la forma en que se obtiene esa finalidad
se viola un deber de cuidado.
Causas de atipicidad
Las causas de atipicidad se dan en los supuestos en los que concurren unas determinadas circunstancias que suponen
la exclusión de la tipicidad de la conducta, negando con ello su inclusión dentro del tipo penal.
Atipicidad objetiva
Se da cuando en los elementos objetivos del tipo uno de ellos no encuadra en la conducta típica o simplemente no se da.
Se dice que existe ausencia del tipo cuando en la ley no se encuentra plasmada o regulada alguna prohibición de alguna
conducta, acorde al principio de legalidad penal. Por ejemplo, la blasfemia en México no está tipificada. Aunque para
muchos pueda ser una actitud reprochable, esta no será castigada por la ley o el Estado, ya que no es una conducta
recogida y penada en el código penal.
Error de tipo
Cuando el sujeto activo comete la conducta típica y antijurídica (injusto) creyendo que no existe norma alguna que
contenga la acción que cometió.
A N T O L O G Í A 2 1
Caso fortuito
Supone la inexistencia del tipo doloso o del tipo imprudente debido al carácter de imprevisibilidad de la situación típica. El
caso fortuito puede suponer también una causa de justificación, cuando supone una exclusión de antijuridicidad por no
existir desvalor alguno de la acción.
La antijuridicidad
La antijuridicidad es aquel disvalor que posee un hecho típico contrario a las normas del Derecho en general (no sólo al
ordenamiento penal). Es lo contrario a Derecho, por lo tanto, no basta que la conducta encuadre en el tipo penal, se
necesita que esta conducta sea antijurídica, considerando como tal, a toda aquella definida por la ley, no protegida por
causas de justificación, establecidas de manera expresa en la misma.
Se le puede considerar como un "elemento positivo" del delito, es decir, cuando una conducta es antijurídica, es
considerada como delito. Para que la conducta de un ser humano sea delictiva, debe contravenir las normas penales, es
decir, ha de ser antijurídica.
El ámbito penal precisamente radica en contrariar lo establecido en la norma jurídica. Para que sea delictuosa, la
conducta ha de ser típica, antijurídica y culpable. La antijuricidad es otro de los elementos esenciales del delito.
Se considera un concepto jurídico que supone la comparación entre el acto realizado y lo establecido por la Ley y que
denota como está dicho anteriormente conducta contraria a Derecho, "lo que no es Derecho", aunque en realidad la
conducta jurídica no está tanto fuera del Derecho, como que éste le asigna una serie de consecuencias jurídicas.
De tal forma que para que una conducta se considere delito debe ser antijurídica y estar tipificada como tal dentro de la
ley penal.
En realidad una antijuridicidad material sin la antijuridicidad formal no tiene ninguna relevancia para el Derecho. Por otro
lado la antijuridicidad material sirve de fundamento para la formal, de tal modo que aquella conducta prohibida por la ley
penal debe serlo porque protege un bien jurídico (antijuridicidad material). No toda conducta que lesione o ponga en
peligro un bien jurídico es antijurídica, desde una perspectiva formal, en toda conducta antijurídica en el plano concreto
debe existir esa lesión opuesta en peligro
Antijuridicidad formal: Se afirma de un acto que es "formalmente antijurídico", cuando a su condición de típica
se une la de no estar especialmente justificado por la concurrencia de alguna causa de tal naturaleza (por
ejemplo: defensa propia)
Por lo tanto, la antijuricidad formal no es más que la oposición entre un hecho y el ordenamiento jurídico
positivo, juicio que se constata en el modo expuesto.
Antijuridicidad material: En sentido material se dice que una acción es antijurídica cuando, habiendo
transgredido una norma positiva (condición que pone el principio de legalidad), lesiona o pone en peligro un
bien jurídico que el derecho quería proteger.
A N T O L O G Í A 2 2
Tipo y antijuricidad
La antijuricidad es un juicio negativo de valor que recae sobre un comportamiento humano y que indica que ese
comportamiento es contrario a las exigencias del ordenamiento jurídico.
Por el principio de legalidad y de seguridad y certeza jurídicas, sólo los comportamientos antijurídicos que son típicos
pueden dar lugar a una reacción jurídico penal.
La tipicidad, para algunas corrientes doctrinarias, se considera indicio de que el comportamiento puede ser antijurídico
(ratio cognoscendi). Para éstas, el tipo y la antijuricidad son dos categorías distintas de la teoría del delito. El tipo puede
desempeñar una función indiciaria de la antijuricidad, pero no se puede identificar con ella.
Para otros, existe un cierta identificación entre tipo y antijuricidad, es decir, existe un directa relación entre éstas (ratio
esenci). Se critica esta posición, pues conduce a considerar las causas de justificación como elementos negativos del
tipo. Se añade que en la cotidianidad, es difícil equiparar una conducta atípica (por ej., matar un insecto) con una
conducta típica, pero realizada en una causa de justificación (matar en defensa propia). Las consecuencias de identificar
o diferenciar claramente tipo y antijuricidad se reflejan en la teoría del error (error de tipo y error de prohibición).
Causales de justificación
Las causales de justificación son situaciones reconocidas por el Derecho en las que la ejecución de un hecho típico se
encuentra permitido, es decir, suponen normas permisivas que autorizan, bajo ciertos requisitos, la realización de actos
generalmente prohibidos.
Vienen a ser normas dirigidas a situaciones específicas que excluyen la antijuridicidad de un determinado
comportamiento típico, que a priori podría considerarse antijurídico
Cabe destacar que la comprobación del carácter antijurídico de la conducta tiene un carácter negativo, de manera que
una vez identificada la conducta típica, habrá de analizarse su eventual inclusión dentro de las causas de justificación,
excluyendo el delito si encuadra en ella, y suponiendo antijuridicidad si no encajase.
Legítima defensa
Se repela una agresión real, actual o inminente, y sin derecho, en protección de bienes jurídicos propios o ajenos,
siempre que exista necesidad de la defensa y racionalidad de los medios empleados y no medie provocación dolosa
suficiente e inmediata por parte del agredido o de la persona a quien se defiende. Se presumirá como defensa legítima,
salvo prueba en contrario, el hecho de causar daño a quien por cualquier medio trate de penetrar, sin derecho, al hogar
del agente, al de su familia, a sus dependencias, o a los de cualquier persona que tenga la obligación de defender, al sitio
donde se encuentren bienes propios o ajenos respecto de los que exista la misma obligación; o bien, lo encuentre en
alguno de aquellos lugares en circunstancias tales que revelen la probabilidad de una agresión.
A N T O L O G Í A 2 3
Estado de necesidad
Se obre por la necesidad de salvaguardar un bien jurídico propio o ajeno, de un peligro real, actual o inminente, no
ocasionado dolosamente por el agente, lesionando otro bien de menor o igual valor que el salvaguardado, siempre que el
peligro no sea evitable por otros medios y el agente no tuviere el deber jurídico de afrontarlo.
Cumplimiento de un deber
La acción o la omisión se realicen en cumplimiento de un deber jurídico o en ejercicio de un derecho, siempre que exista
necesidad racional del medio empleado para cumplir el deber o ejercer el derecho, y que este último no se realice con el
solo propósito de perjudicar a otro.
La culpabilidad
La culpabilidad es la reprochabilidad de un acto típico y antijurídico, fundada en que su autor, en la situación concreta, lo
ejecutó pudiendo haberse conducido de una manera distinta, es decir, conforme a Derecho.
La imputabilidad
Es el presupuesto de la culpa que consiste en ser capaz de comprender, ya sea, la ilicitud de la conducta, su "maldad" o
inconveniencia para la sociedad, o simplemente, que esta no es apropiada; así como de reconocer la posibilidad de
actuar de otra manera. Un imputable es capaz de comprender el elemento de reproche que forma parte de todo juicio
penal, y por lo tanto, si se le hallare culpable, se haría acreedor a una pena; si no lo puede comprender, será un
inimputable, no le será reprochada su conducta, y el juez lo someterá más bien a una medida de seguridad.
A N T O L O G Í A 2 4
Las ciencias se dividen en dos grandes categorías: Las ciencias formales o ideales y las ciencias fácticas, materiales o
empíricas. Las primeras producen enunciados consistentes en relaciones entre signos, en tanto que las segundas se
refieren a sucesos y procesos.
Las ciencias formales utilizan la lógica y manejan símbolos vacíos; las ciencias fácticas verifican hipótesis. La Lógica y la
Matemática son ciencias formales; la Criminología es ciencia fáctica.
Las ciencias formales utilizan la lógica y manejan símbolos vacíos; las ciencias fácticas requieren además de la
observación y/o de la experimentación, y emplean símbolos interpretados.
De acuerdo a las definiciones que de ciencia hemos citado, los rasgos esenciales del tipo de conocimiento que alcanzan
las ciencias de la naturaleza y de la sociedad, como la Criminología, son la racionalidad y la objetividad.
Es decir, que encuentra las conexiones que son posibles entre todos y cada uno de los conocimientos adquiridos y
somete a prueba tales conexiones, convirtiéndose estos en conocimientos objetivos.
61
BUNGE, Mario. La Ciencia, su Método y su Filosofía. Siglo XX. Buenos Aires, Argentina, 1976, p.9.
62
DE GORTARI, ELI. Introducción a la Lógica Dialéctica. F.C.E. y UNAM. México, 1972, p.13. (aclara
después que es de las manifestaciones del universo.)
63
Cfr. BUNGE. Op. Cit; p.15 y ss.
64
Cfr. BUNGE. Op. Cit; pp.15 y ss.
A N T O L O G Í A 2 5
Estamos en mucho de acuerdo con el profesor de Tubinga, y con autores como Mezger y Ruiz Funes, 66 que remarcan el
carácter empírico de nuestra ciencia.
Para comprobar que la Criminología es una ciencia fáctica, la analizaremos de acuerdo al notable esquema de MARIO
BUNGE.67
El conocimiento criminológico es fáctico: parte de los hechos, los respeta hasta cierto punto, y siempre vuelve a ellos.
Utiliza datos empíricos, muchos de ellos cuantitativos.
El conocimiento criminológico trasciende los hechos: descarta hechos, acepta otros y los explica. Al menos en principio el
criminólogo debe crear nuevas pautas de conducta individual y social.
El criminólogo racionaliza la experiencia en lugar de limitarse a describirla. “No son los hechos por sí mismos sino su
elaboración teórica y la comparación de las consecuencias de las teorías con los datos observables, la principal fuente
del descubrimiento de nuevos hechos”.68
65
GÖPPINGER. Op. Cit; p.1
66
RUIZ FUNES, MARIANO. “Criminología y su contenido”. Revista Criminalia. Año XVII. Nº 1. Ed
Botas, S.A., México, 1951, p.236.
67
BUNGE. Op. Cit; pp.16 y ss.
68
BUNGE. Op. Cit; p.18.
A N T O L O G Í A 2 6
La Criminología es analítica; la investigación científica aborda problemas circunscriptos, uno a uno, y trata de
descomponerlo todo en elementos. Intenta descubrir los elementos que componen cada totalidad y las interconexiones
que explican su integración. De aquí se partirá a la síntesis.
La investigación científica es especializada. Una consecuencia del enfoque analítico de los problemas es la
especialización. Esto no impide la interdisciplina a la que nos referimos más adelante.
El conocimiento científico es claro y preciso: Sus problemas son distintos, sus resultados son claros. La ciencia torna
preciso lo que el sentido común conoce de manera nebulosa. Este principio debe ser recalcado, pues es cotidiano el que
los problemas criminológicos sean tratados de manera vulgar y acientífica, usando solamente el sentido común.
El conocimiento criminológico es legal: Busca leyes (de la naturaleza y de la cultura) y las aplica. El conocimiento
científico inserta los hechos singulares en pautas generales llamadas leyes naturales o leyes sociales, en nuestro caso
puede hablarse de Leyes Criminológicas, obtenidas al poner a prueba las hipótesis.
La criminología es explicativa: Intenta explicar los hechos en términos de leyes, y éstas en términos de principios. En su
oportunidad estudiamos el concepto de lo explicativo en Criminología, en sus tres niveles de investigación: descripción,
clasificación y explicación.
El conocimiento criminológico es predictivo: Trasciende de la masa de experiencia de los hechos, imaginando cómo
puede haber sido el pasado y como podrá ser el futuro. La predicción es en primer lugar una manera eficaz de poner a
prueba las hipótesis.
69
BUNGE. Op. Cit; pp.21-22
A N T O L O G Í A 2 7
Nos dice BUNGE que la predicción científica se caracteriza por su perfectibilidad antes que por su certeza. Esta regla
rige para toda ciencia fáctica, y debe tomarse en cuenta, ya que la criminología ha sido criticada por su interés por hacer
prognosis, y hay quien niega la posibilidad de lograrlo.
La criminología es abierta: No reconoce barreras a priori que limiten el conocimiento. La ciencia carece de axiomas
evidentes; e incluso los principios más generales y seguros son postulados que pueden ser corregidos o reemplazados.
Al ser el conocimiento científico falible, el criminólogo no cree poseer la verdad, simplemente presenta teorías para que
puedan ser refutadas, aceptadas, corregidas o limitadas; está consciente de que debe ser generador de problemas más
que colector de conocimientos.
La criminología es útil: Porque busca la verdad, la ciencia es eficaz en la provisión de herramientas para el bien y para el
mal. La utilidad de la ciencia es una consecuencia de su objetividad: Sin proponerse necesariamente alcanzar resultados
aplicables, la investigación los provee a la corta o a la larga.
Aquí debemos adelantar una voz de alerta, ya que el criminólogo (como cualquier científico) está expuesto a que sus
conocimientos se empleen de manera inmoral o francamente antisocial.
El divorcio entre aquellos que deben tomar decisiones y el científico (en este caso el criminólogo) es muy grave. La
responsabilidad de aplicar la ciencia con fines prácticos es responsabilidad de los técnicos, y su aplicación en bien de la
comunidad es responsabilidad de los políticos.
Es notable como “mientras que el hombre medio no se atreve ya a tocar una simple fractura de huesos, y mucho menos
a tratar un trastorno glandular cualquiera, o incluso a explorar el sistema de fermentos y minerales en el organismo
humano, muchos legos creen poder hacer aportaciones decisivas acerca de las causas psíquicas o sociales del
crimen”.70
70
GÖPPINGER. Op. Cit. p.65.
A N T O L O G Í A 2 8
2
UNIDAD
2. CIENCIA Y MÉTODO
CRIMINOLÓGICOS
2.1 La Criminología: Concepto
2.2 El Método de la Criminología como
Disciplina Empírica e Interdisciplinaria
2.3 El Delito
2.4 Historia de la Criminología
A N T O L O G Í A 2 9
Por otra parte, una contemplación del panorama doctrinal de la criminología permite distinguir:
- Un sector doctrinal que concibe la Criminología como una suerte de "constelación criminológica" de
la que formarían parte todas las ciencias que se ocupan del crimen.
- La orientación norteamericana mantenida últimamente por criminólogos alemanes, que incluyen en la
criminología las materias que integran lo que infra-llamamos penología, esto es, ejecución de las
penas y medidas de seguridad. Orientación predominante en la actualidad. G. Kaiser, H. Göppinger,
Schuterland-Cressey y entre los españoles Cerez-Mir y Muñoz-Conde.
La posición llamada Escuela Austriaca.- Fundada por Gross y continuada por Seeling y Belcavic, que ensancha aún más
que la posición anterior el ámbito de la criminología haciéndola abarcar también la política criminal y la criminalística.
Una orientación restringida que reduce el ámbito de la criminología a la investigación de los factores de la criminalidad.
Hurwitz, Mezger, Exner y P. Peláez.
La criminología puede definirse como la disciplina científica que tiene por objeto el estudio de los factores del delito, de
las conductas desviadas relacionadas con él, del delincuente y de su víctima. Todo ello contemplado desde una óptica
casual-explicativa que sirve para distinguirla de la ciencia del derecho penal y de la penología.
La Criminología adquirió autonomía y rango de ciencia cuando el positivismo generalizó el empleo del Método Empírico,
esto es, cuando el análisis, la observación, y la inducción sustituyeron a la especulación y el silogismo, superando el
razonamiento abstracto, formal y deductivo del mundo clásico. Someter la imaginación a la observación y los fenómenos
sociales a las leyes implacables de la naturaleza era una de las virtudes, según Comte, del método positivo, del método
empírico.
La criminología es una ciencia del "ser", empírica; el derecho, una ciencia cultural del "deber ser", normativa. Que la
Criminología pertenezca al ámbito de las ciencias empíricas significa, en primer lugar; que su objeto (delito, delincuente,
víctimas y control social) se inserta en el mundo de lo real, de lo verificable, de lo mensurable y no en el de los valores.
La naturaleza empírica de la criminología implica, ante todo, que ésta descansa más en hechos que en opiniones, más
en la observación que en discursos o silogismos.
La criminología pretende conocer la realidad para explicarla. El derecho valora, ordena, y orienta aquella con una serie
de criterios axiológicos. La criminología se aproxima al fenómeno delictivo sin prejuicios, sin mediaciones, procurando
obtener una información directa de éste.
La criminología es una ciencia empírica, pero no necesariamente "experimental". El método "experimental" es un método
empírico, pero no el único, y no todo método empírico, sin embargo, tiene por fuerza naturaleza experimental.
Pero el método empírico no es el único método criminológico. Pues siendo el crimen, en definitiva, un fenómeno humano
y cultural, comprender el mismo exigirá del investigador una actitud abierta y flexible. Intuitiva, capaz de halla las sutiles
aristas y múltiples dimensiones de un profundo problema humano y comunitario.
Lógicamente, ésta es la función que corresponde a la criminología, si bien el principio interdisciplinario plantea espinosas
dificultades tanto desde un punto de vista conceptual como operativo.
El principio interdisciplinario, por tanto, es una exigencia estructural del saber científico, impuesto por la naturaleza
totalizadora de éste, y no admite monopolios, prioridades ni exclusiones entre las partes o sectores de un tronco común.
OBJETO DE LA CRIMINOLOGÍA.
El objeto de estudio de la criminología es el delito. El delito presenta dos aspectos claramente identificables: concepto
penal o normativo y el criminológico o real.
Al primero pertenecen los valores y el deber ser y al segundo todo lo físico y psíquico. El objeto de la criminología se
circunscribe al aspecto real o criminológico, el de la ciencia del derecho penal al aspecto penal o normativo.
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Desde el nacimiento de la criminología se ha polemizado sobre cuál es el concepto del delito del que esta ciencia debe
partir: si del mismo que ofrece el ordenamiento jurídico-penal o si puede darse un concepto distinto, propio de la
criminología.
Garófalo se propone encontrar un "delito natural"; hasta los ensayos de los criminólogos norteamericanos que tratan de
hallar un concepto sociológico.
El criminólogo estudia la descripción del hecho criminal (fenomenología criminal), los factores que lo producen (etiología
criminal), la personalidad de su autor (el delincuente) y la víctima del delito, tanto en su personalidad como en su posible
condición de factor o estímulo del hecho criminal.
MÉTODO.
La naturaleza interdisciplinaria que se ha destacado proporciona una idea de la complejidad de la realidad criminológica.
Esta complejidad exige un método que sea capaz de establecer todos sus aspectos y que proporcione una visión de
síntesis. Para lograrlo, la criminología aplica los métodos de las disciplinas que la integran (antropología, psicología,
sociología) y en general de todas las ciencias del hombre. Su metodología tiene como centro la observación y toma en
cuenta los diversos procedimientos sociológicos, asentados en gran parte sobre bases estadísticas. Los dos
instrumentos más eficaces son la observación individual y la estadística, aunque esta última ofrezca un alto margen de
error, debido, entre otras causas, a la llamada "cifra negra".
Existen, en efecto, numerosas nociones de "delito". El derecho penal, por ejemplo; se sirve de un concepto formal y
normativo, impuesto por exigencias ineludibles de legalidad y seguridad jurídica: delito es toda conducta prevista en la ley
penal y solo aquella que la ley castiga.
La filosofía y la ética acuden a otras pautas e instancias más allá del derecho positivo: el orden moral, el natural, la razón,
etc.
Pero ninguno de estos conceptos de delito puede ser asumido, sin más, por la criminología. El jurídicopenal constituye su
obligado punto de partida pero nada más, porque el formalismo y el normativismo jurídico resultan incompatibles con las
exigencias metodológicas de una disciplina empírica como la criminología.
El concepto filosófico de "delito natural" (tanto en su versión positivista como en la iusnaturalista) tampoco se adviene a
las necesidades de la criminología. Finalmente, el concepto sociológico de "conducta desviada" adolece de semejantes
limitaciones.
La criminología clásica, dócil y sumisa a las definiciones jurídicoformales de delito, hizo del concepto de delito una
cuestión metodológica prioritaria.
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No así la moderna criminología, consciente de la problematización de aquél, que se interesa sobre todo por temas de
mayor transcendencia, por ejemplo, las funciones que desempeña el delito como indicador de la efectividad del control
social, su volumen, estructura y movimiento, el reparto de la criminalidad entre los distintos estratos sociales, etc.
Hasta tal punto ha pedido interés el debate academicista sobre el concepto criminológico de delito que un sector doctrinal
sugiere utilizar el que más corresponda a las características y necesidades de la concreta investigación criminológica.
Para la criminología el delito se presenta, ante todo, como "problema social y comunitario", caracterización que exige del
investigador una determinada actitud para aproximarse al mismo. Es un problema de la comunidad, nace en la
comunidad y en ella debe encontrar fórmulas de solución positivas.
Los problemas sociales reclaman una particular actitud en el investigador, que la Escuela de Chicago denominó
Empatía.- Interés, aprecio, fascinación por un profundo y doloroso drama humano y comunitario. Contraria a la empatía
es la actitud cansina e indiferente tecnocrática, de quienes abordan el fenómeno criminal como cualquier otro problema,
olvidando su trasfondo aflictivo, su amarga realidad como conflicto interpersonal y comunitario. O la estrictamente
formalista que ve en el delito un mero supuesto de hecho de la forma penal, el antecedente lógico de la consecuencia
jurídica. Y por supuesto existe la respuesta insolidaria de quienes lo contemplan como un "cuerpo extraño" a la sociedad,
producto de la anormalidad o patología de su autor.
El crimen no es un tumor, ni una epidemia o lacra social, ni un cuerpo extraño ajeno a la comunidad, ni una anónima
magnitud estadística referida al fictio e irreal "delincuente medio" sino un doloroso problema humano y comunitario.
EL DELINCUENTE.
La criminología se ocupa, como es lógico, del delincuente: de la persona del infractor.
La persona del delincuente alcanzó su máximo protagonismo como objeto de las investigaciones criminológicas durante
la etapa positivista. El principio de la diversidad que inspiró la criminología tradicional convirtió a éste en el centro casi
exclusivo de la atención científica.
En la moderna criminología, sin embargo, el estudio del hombre delincuente ha pasado a un segundo plano, como
consecuencia del giro sociológico experimentado por aquella y de la necesaria superación de enfoques individualistas en
atención a objetivos políticocriminales. El centro de interés de las investigaciones se desplaza prioritariamente hacia la
conducta delictiva misma, la víctima y el control social.
Pero más significativa es la imagen que se profesa del hombre delincuente: con el prototipo de criminal se opera en la
criminología, porque son muchas y controvertidas las concepciones que se sustentan sobre el delito y el delincuente.
En el denominado "Estado Social de Derecho", aunque parezca paradójico, las actitudes reales hacia la víctima del delito
oscilan entre la compasión y la demagogia, la beneficencia y la manipulación. La victimología ha impulsado durante los
últimos lustros un proceso de revisión científica del "rol" de la víctima en el fenómeno criminal. Protagonismo,
neutralización y redescubrimiento son, pues, tres temas que podrían reflejar el estatus de la víctima del delito a lo largo
de la historia.
El abandono de la víctima del delito es un hecho incontestable que se manifiesta en todos los ámbitos: en el derecho
penal (sustantivo y procesal), en la política criminal, en la política social, en las propias ciencias criminológicas. El
sistema legal define con precisión los derechos del inculpado, sin que dicho garantismo a favor del presunto responsable
tenga como lógico correlato una preocupación semejante por los de la víctima. Las siempre escasas inversiones públicas
parecen destinarse siempre al penado (nuevas cárceles, infraestructura, etc.), como si la resocialización de la víctima no
fuera un objetivo básico del Estado "Social" del derecho.
El abandono de la víctima del delito, desde luego, se aprecia tanto en el ámbito jurídico, como en el empírico y en el
político. El sistema legal (el proceso) nace ya con el propósito deliberado de "neutralizar" a la víctima, distanciando a los
dos protagonistas enfrentados en el conflicto criminal, precisamente como garantía de una aplicación serena. Objetiva e
institucionalizada de las leyes al caso concreto. La experiencia había demostrado que no puede ponerse en manos de la
víctima y sus allegados la respuesta del agresor. La consecuencia de tal fenómeno es muy negativa y de hecho, ha
podido ser constatada en investigaciones empíricas. El infractor, de una parte, considera que su único interlocutor es el
sistema legal, y que solo ante éste contrae responsabilidades.
Y olvida para siempre a su victima. Ésta se siente maltratada del sistema legal: percibe el formalismo jurídico, su
criptolenguaje y decisiones como una inmerecida agresión, fruto de la insensibilidad, el desinterés y el espíritu
burocrático de aquél.
Tiene la impresión, no siempre infundada, de actuar como mera coartada o pretexto de la investigación procesal, como
objeto y no como sujeto de derecho, lo que ahondará el distanciamiento entre la víctima y el sistema legal.
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Tampoco es alentador, finalmente, el panorama para la víctima en las esferas de decisión política porque el estado
"social" de Derecho conserva demasiados hábitos y esquemas del estado liberal individualista. El crimen sigue siendo un
fatal accidente individual, a todos los efectos: la solidaria reparación del daño y la resocialización de la víctima, una meta
lejana.
La victimología ha llamado la atención sobre la necesidad de formular y ensayar programas de asistencia, reparación,
compensación y tratamiento de las víctimas del delito. Cuatro de ellos merecen una mención particular:
1. Programa de asistencia Inmediata.- Ofrecen servicios relacionados con las necesidades más imperiosas, de
tipo material, físico psicológico, que experimentan las víctimas de determinados delitos frecuentemente no
denunciados. Sus destinatarios son, pues, colectivos muy específicos (ancianos, mujeres violadas o
maltratadas, etc.). Corren a cargo, por lo general, de instituciones privadas (religiosas, de ámbito local) que
desarrollan y gestionan tales programas con plena autonomía e independencia de la administración, o bien en
un régimen de concierto con ésta.
2. Programas de reparación o restitución a cargo del propio infractor (restitución).- Tratan estos programas de
instrumentar la reparación del daño o perjuicio padecido por la víctima a través del pago de una cantidad de
dinero, de realización de una determinada actividad o de la prestación de ciertos servicios por el infractor
mismo en beneficio de la víctima.
3. Programa de compensación a la víctima.- La particularidad de los mismos estriba en el carácter público de los
fondos con que se financian y el carácter monetario de las prestaciones que, en forma de seguros o
indemnizaciones, ofrecen a las víctimas de ciertos delitos, con el objeto de satisfacer parte de los costes de
dicha victimización. El estado asume unos costes que tienen su origen en el propio fracaso en la prevención
del delito.
4. Programas de asistencia a la victima-testigo.- Se dirigen, específicamente, a la víctima que ha de intervenir
como testigo en el proceso, por lo que no solo se orientan en provecho de la víctima sino en interés propio del
sistema que necesita de su cooperación.
La criminología se ocupa de hechos irrelevantes para el derecho penal (el llamado "campo previo" del crimen, la "esfera
social" del infractor", la "cifra negra", conductas atípicas pero de singular interés criminológico como la prostitución o el
alcoholismo, etc.). A la criminología interesa no tanto la calificación formal, correcta, de un suceso penalmente relevante
la imagen global del hecho y de su autor: la etiología del hecho real, su estructura interna y dinámica, formas de
manifestación, técnicas de prevención del mismo y programas de intervención del infractor, etc.
La criminología clásica, dócil y sumisa a las definiciones jurídicoformales de delito, hizo del concepto de delito una
cuestión metodológica prioritaria.
No así la moderna criminología, consciente de la problematización de aquél, que se interesa sobre todo por temas de
mayor trascendencia, por ejemplo, las funciones que desempeña el delito como indicador de la efectividad del control
social, su volumen, estructura y movimiento, el reparto de la criminalidad entre los distintos estratos sociales, etc.
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Hasta tal punto ha pedido interés el debate academicista sobre el concepto criminológico de delito que un sector doctrinal
sugiere utilizar el que más corresponda a las características y necesidades de la concreta investigación criminológica.
El concepto de delito natural es un concepto valorativo que sustituye a las denotadas valoraciones legales por
valoraciones socioculturales. La inexistencia de criterios generalizadores válidos y la imposibilidad de elaborar un
catálogo cerrado, exhaustivo, de "delitos naturales" demuestran que esta categoría carece de operatividad. Que no
aporta un marco conceptual sólido y definido al quehacer criminológico.
La teoría del delito natural apunta una serie de conductas nocivas, para cualquier sociedad y en cualquier momento, con
independencia incluso de las propias valoraciones legales cambiantes. Su definición, sin embargo, decepciona, ya que
difícilmente puede elaborarse un catálogo absoluto y universal de crímenes, y menos aún en torno a conceptos tan
ambiguos como los de "piedad" y "probidad" prescindiendo de los mandatos legales.
SISTEMA DE LA CRIMINOLOGÍA.
EL "SISTEMA" DE LA CRIMINOLOGÍA: DISCIPLINAS QUE ESTUDIAN LAS FORMAS REALES DE COMISIÓN DEL
HECHO CRIMINAL (FENOMENOLOGÍA, ETIOLOGÍA, BIOLOGÍA Y SOCIOLOGÍA CRIMINAL) Y DISCIPLINAS
RELACIONADAS CON LA PREVENCIÓN Y CONTROL DEL DELITO (PENOLOGÍA, CRIMINALÍSTICA Y PROFILAXIS).
Fenomenología.- Ciencia que estudia la manifestación de la materia o energía en materia criminológica.
Etiología.- Ciencia que estudia las causas de las enfermedades que favorecen el comportamiento criminal.
Biología.- Ciencia que estudia las leyes de la vida.
Sociología Criminal.- Ciencia que estudia las relaciones del criminal con el resto de las personas.
Penología.- Ciencia que estudia la imposición de penas.
Criminalística.- Ciencia que estudia el delito.
Profilaxis.- Conjunto de medidas que adoptan para evitar contraer enfermedades o evitar su propagación.
El derecho penal es una ciencia jurídica, cultural, normativa: una ciencia del deber ser, mientras que la criminología es
una ciencia empírica, fáctica, del ser. La ciencia penal, en sentido amplío, se ocupa de la delimitación, interpretación u
análisis teórico-sistemático del delito (concepto formal), así como de los presupuestos de su persecución y
consecuencias del mismo. La criminología se enfrenta al delito como fenómeno real, y se sirve de métodos empíricos
para realizarlos.
Las relaciones entre derecho penal (dogmática penal), política criminal y criminología, sin embargo, han sido
históricamente poco cordiales. La denominada "lucha de escuelas" enfrentó en una guerra sin cuartel, fundamentalmente
una guerra de métodos, a clásicos y positivistas. La escuela clásica se limitó a estudiar el crimen como hecho individual y
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como abstracción jurídica. Acudieron para ello a un método formal, abstracto y deductivo partiendo de una rica gama de
dogmas extraídos del derecho natural. La escuela positiva por el contrario propugnó un cambio radical del objeto y del
método de la actividad científica. Delito y delincuente dejan abstracciones jurídicas producto de la norma, desconectados
de la realidad histórica concreta. El centro de gravedad se desplaza ahora de la norma jurídica a la realidad social. El
examen en esta realidad exige un nuevo método de análisis: el método empírico, propio de las ciencias naturales. La
criminología nace enfrentada a la ciencia penal y como alternativa a la misma.
Hoy criminología y derecho penal deben coordinar sus esfuerzos sin intransigencias ni pretensiones de exclusividad, ya
que una y otra disciplina gozan de autonomía por razón de sus respectivos objetos y métodos, pero están llamadas a
entenderse.
Hoy día, la criminología, la política criminal y el derecho penal son tres pilares del sistema de las ciencias criminales,
inseparables e interdependientes. La criminología está llamada a aportar el sustrato empírico del mismo, su fundamento
científico. La política criminal a transformar la experiencia criminológica en opciones y estrategias concretas asumibles
por el legislador y los poderes públicos. El derecho penal a convertir en proposiciones jurídicas, generales y obligatorias
el saber criminológico esgrimido por la política criminal con estricto respeto de las garantías individuales y principios
jurídicos de seguridad e igualdad propios de un estado de derecho.
FUNCIONES DE LA CRIMINOLOGÍA
La función básica de la criminología consiste en informar a la sociedad y a los poderes públicos sobre el delito, el
delincuente, la víctima y el control social, aportando un núcleo de conocimientos. Su metodología interdisciplinaria
permite además coordinar los conocimientos obtenidos sectorialemente en los distintos campos del saber por los
respectivos especialistas, eliminando contradicciones y colmando las inevitables lagunas.
ANÁLISIS CIENTÍFICO DEL FENÓMENO CRIMINAL: CRISIS DEL MODELO "CAUSAL EXPLICATIVO".
Conviene recordar que la criminología no es una ciencia exacta, capaz de explicar del fenómeno delictivo formulando
leyes universales y relaciones de causa efecto. La conocida crisis del paradigma causal explicativo obliga a relativizar la
supuesta exactitud del conocido científico y con ella el ideal de cientificidad heredado del siglo XIX que tomaba como
modelo las entonces denominadas ciencias exactas. Por ello, los esquemas causales pierden hoy el monopolio de la
explicación de los fenómenos, especialmente de los hechos humanos y culturales, que escapan a la simplista ley de la
causación física y natural.
Por ello, parece más realista propugnar como función básica de la acumulación de datos o informaciones aisladas e
inconexas. Pero conocimiento científico, esto es, obtenido con método y técnicas de investigación rigurosas, fiables y no
refutadas, que toman cuerpo en proposiciones una vez contrastados y elaborados los datos empíricos iniciales.
La criminología, como ciencia no puede ser sólo un gigantesco banco de datos centralizado, sino una fuente dinámica de
información. La obtención de datos no es un fin en sí mismo sino un medio.
La concepción de la criminología como "Clearing" no sólo empobrece sus cometidos, sino que puede dar a la misma una
orientación sesgada, parcial e incluso tendenciosa. La selectividad de los datos procesados conducirá inevitablemente a
una información también selectiva que verse sólo sobre ciertos delitos y sobre ciertos delincuentes, cerrándose así un
lamentable círculo vicioso.
La vocación práctica de la criminología sugiere una reflexión final: el criminólogo teórico debe esforzarse por aportar no
ya conocimientos útiles (la experiencia criminológica en cuanto tal siempre lo es), sino practicables, pensando en los muy
diversos destinatarios de los mismos y en su aplicación a la realidad por los operadores del sistema.
Tradicionalmente incluso gozó de ciertos predicamentos la tesis contraria. Partiendo de su naturaleza de ciencia
empírica, pudo mantenerse que a la criminología corresponde sólo la explicación del fenómeno delictivo, el análisis y
descripción de las causas del mismo, pero no las estrategias científicas, político-criminales o políticas idóneas para
combatirlo, competencia esa última de los poderes públicos.
Por el contrario, la denominada Escuela Austriaca siempre concibió la lucha contra el delito como objeto específico de la
criminología. Más aún, la teoría de la lucha preventivo-represiva contra el crimen (táctica criminal y técnica de la
instrucción judicial), la teoría de la profilaxis del delito y la criminalística integrarían uno de los dos grandes ejes en que se
divide el sistema de la criminología de acuerdo con los postulados de la citada Escuela Austriaca.
Singular es, sin embargo, la opinión que se mantiene al respecto por la doctrina oficial en los países socialistas. En
efecto, reprocha ésta a la denominada criminología Burguesa precisamente el "conformarse con explicar el crimen en
lugar de extirparlo", "el quedarse a medio camino", renunciando a la necesaria transformación de las estructuras sociales
criminógenas. En consecuencia, y de acuerdo con el pensamiento oficial y ortodoxo de los países socialistas, la
criminología no debe resignarse a aportar explicaciones teóricas del crimen, sino que ha de combatirlo.
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En todo caso, no debe confundirse el control de la criminalidad con el exterminio de ésta. La criminología pretende un
control razonable del delito, su total erradicación de la sociedad es una meta inviable e ilegítima. De otra parte, la
prevención razonable del delito obliga a reflexionar sobre los costes sociales de los medios empleados para controlar
aquél. Como ha puesto de manifiesto el pensamiento funcionalista, el crimen es la otra cara de la convivencia social,
acompaña al ser humano y a cualquier estructura social. No es posible terminar con el delito, porque la paz de una
sociedad sin delincuencia es la paz de los cementerios o de las estadísticas falsas.
Entraríamos en el mundo de la Utopía.
LA CRIMINOLOGÍA COMO FACTOR DE LEGITIMACIÓN O COMO INSTANCIA CRÍTICA DEL ORDEN SOCIAL. EL
"DICTAMEN CRIMINOLÓGICO" EN EL ANTEPROYECTO DE CÓDIGO PENAL.
La Criminología es una ciencia empírica, pero la actividad criminológica, la investigación, no es funcionalmente neutra
para el sistema social. Las diversas actitudes criminológicas oscilan, en consecuencia, entre un amplio espectro desde la
legitimación del Status Quo (conservadurismo) a la crítica directa de los fundamentos del orden social (criticismo). Se ha
dicho, con frase muy gráfica, que el criminólogo, de hecho, o está a favor de la sociedad estatalmente organizada o bien
opta a favor de determinadas minorías.
Desde esta perspectiva funcional, cabe contraponer dos modelos radicales: el positivista, conservador y el crítico.
La denominada Criminología Positivista es una Criminología legitimadora del orden social constituido, porque no
cuestiona sus fundamentos axiológicos, las definiciones oficiales ni el propio funcionamiento del sistema, lo asume como
un dogma, a críticamente, refugiándose en la supuesta neutralidad del empirismo de las cifras y las estadísticas. Ni el
delito, ni la reacción social, son problemáticos, pues se parte de la bondad suprema del orden social y del efecto
terapéutico y bienhechor de la pena. El modelo crítico, por el contrario, cuestiona las bases del orden social, su
legitimidad, el concreto funcionamiento del sistema y de sus instancias, la reacción social: el delito y el control social
devienen problemáticos.
Mientras que la Criminología Positivista legitima cualquier orden social y tiende a respaldar empíricamente la respuesta
represiva a sus conflictos (el único culpable es el individuo, el delincuente), la Criminología Crítica cuestiona todo orden
social, muestra su simpatía por las minorías desviadas y mira el fundamento moral del castigo (la culpable es la
sociedad) predicando, de algún modo, la no intervención punitiva del Estado.
MÉTODOS DE LA CRIMINOLOGÍA.
CIENCIAS EMPÍRICAS Y CIENCIAS NORMATIVAS.
La Criminología adquirió autonomía y rango de ciencia cuando el Positivismo generalizó el empleo del Método Empírico,
esto es, cuando el análisis, la observación, y la inducción sustituyeron a la especulación y el silogismo, superando el
razonamiento abstracto, formal y deductivo del mundo clásico. Someter la imaginación a la observación y los fenómenos
sociales a las leyes implacables de la naturaleza era una de las virtudes, según Comte, del método positivo, del método
empírico.
La Criminología es una ciencia del "ser", Empírica; el derecho, una ciencia cultural del "deber ser", Normativa. Que la
Criminología pertenezca al ámbito de las ciencias empíricas significa, en primer lugar; que su objeto (delito, delincuente,
víctimas y control social) se inserta en el mundo de lo real, de lo verificable, de lo mensurable y no en el de los valores.
La naturaleza empírica de la criminología implica, ante todo, que ésta descansa más en hechos que en opiniones, más
en la observación que en discursos o silogismos.
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La criminología pretende conocer la realidad para explicarla. El derecho valora, ordena, y orienta aquella con una serie
de criterios axiológicos. La criminología se aproxima al fenómeno delictivo sin prejuicios, sin mediaciones, procurando
obtener una información directa de éste.
La criminología es una ciencia empírica, pero no necesariamente "experimental". El método "experimental" es un método
empírico, pero no el único, y no todo método empírico, sin embargo, tiene por fuerza naturaleza experimental.
Pero el método empírico no es el único método criminológico. Pues siendo el crimen, en definitiva, un fenómeno humano
y cultural, comprender el mismo exigirá del investigador una actitud abierta y flexible. Intuitiva, capaz de halla las sutiles
aristas y múltiples dimensiones de un profundo problema humano y comunitario.
En la etapa precientífica existen dos enfoques claramente diferenciados, por razón del método de sus patrocinadores: por
una parte, el que puede denominarse clásico, producto de las ideas de la Ilustración, de los reformadores, y del derecho
penal clásico, modelo que acude a un método abstracto y deductivo, formal; de otra, el que cabe calificar de empírico, por
ser de esta clase las investigaciones sobre el crimen llevadas a cabo, de forma fragmentaria, por especialistas de las
más diversas procedencias (fisionomistas, frenólogos, antropólogos, psiquiatras, etc.) Teniendo todos ellos en común el
sustituir la especulación, la intuición y la deducción por el análisis, la observación y la inducción (método empírico
deductivo). Ambas concepciones coinciden, como es lógico, en el tiempo e incluso se prolongan hasta nuestros días.
La denominada criminología clásica, asumió el legado liberal racionalista y humanista de la Ilustración, especialmente su
orientación iusnaturalista.
El positivismo criminológico, por el contrario, destronaría al hombre, privándole de su cetro y de su reinado, al negar el
libérrimo control del mismo sobre sus actos y su protagonismo en el mundo natural, en el universo y en la historia. El
hombre, dirá Ferri, no es el rey de la creación, como la tierra no es el centro del universo, sino una combinación
transitoria, una combinación química que puede lanzar rayos de locura y de criminalidad.
El positivismo criminológico inserta el comportamiento del individuo en la dinámica de causas y efectos que rige el mundo
natural o el mundo social. Para el positivismo criminológico, el infractor es un prisionero de su propia patología
(determinismo biológico) o de procesos causales ajenos al mismo (determinismo social): un ser esclavo de su herencia,
encerrado en sí, incomunicado de los demás, que mira al pasado y sabe, fatalmente escrito, su futuro: un animal salvaje
y peligroso.
Hoy día se perfilan en el panorama criminológico tres orientaciones relativamente definidas: Las biológicas, las
psicológicas y las sociológicas.
Las primeras miran de nuevo hacia el hombre delincuente, tratando de localizar e identificar en alguna parte de su
cuerpo, en el funcionamiento de éste, el factor diferencial que explica su conducta delictiva.
Las segundas buscan la explicación del comportamiento delictivo en el mundo anímico del hombre, en procesos
psíquicos anormales o en evidencias subconscientes que tienen su origen en el pasado remoto del individuo. Por último,
las terceras contemplan el hecho delictivo como fenómeno social.
En todo caso, la actual polémica discurre por el cauce pacífico del método empírico, del método científico.
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Aunque las afecciones o disfunciones de los aparatos circulatorio, digestivo y genito-urinario son capaces de afectar al
tono de salud o aportar algunos datos de utilidad en el conocimiento de la personalidad del delincuente, los sistemas que
más interesa profundizar por su importancia criminológica son el nervioso-central, el neurovegetativo y el endocrino, en
atención a que los reflejos vegetativos reinantes entre el gran simpático y las glándulas endocrinas, y entre éstas y el
sistema nervioso central, revisten gran importancia para un más fidedigno conocimiento de las interrelaciones entre
funciones humorales y fenómenos psíquicos cuyos desequilibrios alcanzan en el comportamiento humano destacado
interés, asimismo las disfunciones del sistema nervioso pueden influir en el desarrollo de tendencias antisociales y
criminales al modificar el temperamento, bien directamente, o, como sucede más a menudo, mediante procesos en los
que las tendencias latentes y potenciales, se transforman en dominantes y activas.
Existen varias clases de entrevistas: clínica, de selección u orientación profesional, jurídica, de asistencia social, etc.
EL CUESTIONARIO.
Un cuestionario es un conjunto de preguntas a las que el sujeto tiene que contestar afirmativa o negativamente, con otra
palabra. Un ejemplo de cuestionario es el C.E.P.
El Cuestionario de Personalidad elaborado por el profesor Pinillos fundamentado en algunos cuestionarios extranjeros.
LA OBSERVACIÓN.
La observación es un método pasivo que tiene por objeto examinar cuidadosa y atentamente los fenómenos que se
producen, sin alterarlos por la experimentación, para lograr un conocimiento más claro de los mismos con fines teóricos o
prácticos, descubriendo así cierto número de hechos a partir de los cuales podrá formularse una hipótesis de trabajo que
después se someterá a verificación experimental.
El punto de partida de la psicología humana radica, precisamente, en la cuidadosa observación de la conducta del
hombre, y bajo el aspecto sociológico, la observación estriba en el cuidado proporcionado por las instituciones a las
personas incapaces que necesitan de una estrecha vigilancia o requieren asistencia personal para poder realizar las
funciones elementales humanas, o en el campo criminológico, a las personas antisociales o criminales que se consideran
necesitan vigilancia o requieren asistencia personal para su oportuna readaptación social.
Al criminólogo le interesa la conducta del individuo objeto de estudio, tal y como se presenta de forma espontánea o en
situaciones artificiales. Pretende generalmente, la predicción, el control y la modificación de tal conducta que
culturalmente es estimada como antisocial; persigue pues, el conocimiento de los problemas biopsicosociales que
pueden haber acuciado o acucian al delincuente o predelincuente concreto para intentar buscarles solución y, en esta
forma, contribuir a su readaptación a las exigencias de la vida social.
Para lograr esto, el criminólogo utiliza el método positivo de la observación del delincuente o predelincuente.
LA DISCUSIÓN EN GRUPO.
EL EXPERIMENTO.
LOS TEST PSICOLÓGICOS.
En criminología, el empleo de los test psicológicos sólo sirve para comprobar o corroborar la hipótesis de trabajo que se
formula después de haber tomado conocimiento de las informaciones contenidas en los protocolos de trabajo médico y
social, y de haber interrogado al sujeto sobre su pasado. Los test son métodos activos. Un test es un reactivo mental, una
prueba standarizada y objetivizada en el que a través de situaciones estímulo apropiadas se provoca en el examinado
una respuesta o comportamiento, que puede ser interpretado como expresión de alguna característica de su
personalidad.
Estas pruebas pueden ser verbales, de ejecución, analíticas (de uno o varios aspectos de su personalidad), horísticas (de
examen de la personalidad total), etc.
Siempre que se utilicen adecuadamente, el empleo de estos reactivos se encuentra recomendado en el estudio del
delincuente. Para que un test sea útil es necesario que resulte, válido, fiable, standarizado y valorizado.
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MÉTODOS DE MEDICIÓN.
MÉTODOS SOCIOMÉTRICOS.
Los cuestionarios, inventarios y escalas de la personalidad e intereses inciden en la categoría de técnicas psico-métricas
o socio-métricas. Aunque se vienen considerando como sinónimos, entre cuestionario e inventario existen diferencias:
Un cuestionario es un conjunto de preguntas a las que el sujeto tiene que contestar afirmativa o negativamente, o con
otra palabra. Un ejemplo de cuestionario es el C.E.P.
Un inventario consiste en el enunciado de ciertas frases o palabras en las que el sujeto tiene que marcar su posición ante
ellas. Por ejemplo, los que se realizan para el examen de conducir.
Estos test hablan al sujeto de forma casi tan personal como lo haría el médico o el investigador social, pero poseen un
carácter metódico que parece oculto al examinado. Las contestaciones del sujeto pueden no corresponder a su
personalidad real, sino a la imagen que el individuo tenga de sí mismo. Por último, cabe señalar que muchos
cuestionarios e inventarios no resultan aptos para ser aplicados a individuos de escasa cultura. Hasta cierto punto, estos
test son relativamente poco útiles en la investigación criminológica, porque se fundamentan en el supuesto de una
absoluta sinceridad por parte del examinado, cosa que muy rara vez se verifica en el campo de la delincuencia, por otra
parte, la profundidad a que llegan estos métodos no es muy considerable.
MÉTODOS LONGITUDINALES.
ESTUDIOS DE "SEGUIMIENTO": LOS FOLLOW-UP.
ESTUDIOS "PARALELOS" E INVESTIGACIONES CON "GRUPO DE CONTROL".
TIPOLOGÍA DE VÍCTIMAS:
CLASIFICACIÓN.- Mayor o menor grado de participación:
VÍCTIMA INOCENTE.- Por la fatalidad está en el lugar de los hechos.
VÍCTIMA CULPABLE.- Participación inconsciente de la víctima.
Consecuencias específicas:
- Accidentes de Tráfico. El crimen, por la mediación de las compañías de seguros, rompe el
enfrentamiento entre delincuente y víctima. Existe una sensación general de impotencia.
- Negligencias Médicas.- Elevadísima "cifra negra" que explica un comportamiento poco sensato de la
víctima. Se inician acciones penales en contra de la acción civil que sería más recomendable. El
infractor no responde al estereotipo de delincuente, recibe un trato de privilegio. Demostrar la
culpabilidad del infractor es bastante difícil, por la complejidad de los tratamientos realizados a la
víctima de la medicina moderna. La prueba de la culpabilidad depende de los informes de otros
médicos. Todo esto explica que al final la mayoría de los casos se archivan por falta de pruebas.
- Libertad Sexual.- Efecto muy concreto es la "Victimización Secundaria". Requiere medidas
inmediatas no facilitadas por el sistema legal. Resulta fundamental en estos casos las asociaciones
privadas. El espectáculo de la mujer violada representa un calvario judicial y policial.
A N T O L O G Í A 4 3
TEORÍAS DE LA CRIMINALIDAD.
ETAPA PRECIENTÍFICA.
Ya antes de la publicación de la famosa obra "Lombrosiana" que suele citarse como partida de nacimiento de la
criminología empírica moderna, se habían formulado ya numerosas teorías sobre la criminalidad.
En esta etapa pre-científica, existen dos enfoques claramente diferenciados por razón del método de sus patrocinadores:
Enfoque Clásico.- Producto de las ideas de la Ilustración, de los reformadores y del derecho penal "clásico".
LA ESCUELA CLÁSICA.
Asumió el legado liberal, racionalista y humanista de la Ilustración. Deduce todos sus postulados del iusnaturalismo que
le caracteriza.
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Concibe el crimen como hecho individual, aislado como mera infracción de la Ley: es la contradicción con la norma
jurídica lo que da sentido al delito, sin que sea necesaria una referencia a la personalidad del autor, mero sujeto activo de
ésta, ni a la realidad social o entorno de aquel.
No existe preocupación por indagar las causas del comportamiento criminal, ya que su premisa iusnaturalista le conduce
a referir el origen del acto delictivo a una decisión libre de su autor, incompatible con otros factores o causas que
pudieran determinar el comportamiento de éste.
La imagen del hombre como ser racional, igual y libre; la teoría del pacto social como fundamento de la sociedad civil y el
poder; y la concepción utilitaria del castigo, constituyen tres sólidos pilares del pensamiento Clásico.
HOWARD con su obra: "Situación de las Prisiones en Inglaterra y Gales" (1.777) constituyó un genuino informe sobre la
geografía del dolor.
Aportó un valioso material empírico sobre la realidad penitenciaria al legislador británico, obtenida mediante la visita de
los presidios europeos y el estudio de las condiciones de vida de los reclusos.
BENTHAM como penitencialista destaca su "Panóptico" (1.791), cuyo modelo fue seguido en algunos modelos
norteamericanos. Como filósofo es muy conocida su fundamentación utilitarista del castigo y la labor de denuncia que
llevó a cabo la arcaica y brutal legislación inglesa de su tiempo.
TEORÍAS DE LA CRIMINALIDAD
LA DENOMINADA "ESTADÍSTICA MORAL", "FÍSICA SOCIAL" O "ESCUELA CARTOGRÁFICA".
Cuyos principales representantes son: Quetelet (1.796-1.874), Guerry (1.802-1.866), V. Mair, Fregier y Mayhew,
genuinos precursores del positivismo sociológico y del método estadístico, quienes aportan la concepción de delito como
fenómeno colectivo y hecho social, regido por leyes naturales, como cualquier otro suceso y requerido de un análisis
cuantitativo.
Para esta escuela el crimen es un fenómeno social de masas, no un acontecimiento individual. El delincuente concreto,
con su eventual decisión no altera en términos estadísticamente significativos el volumen y estructura de la criminalidad.
El crimen es una magnitud asombrosamente regular y constante. Se repite con absoluta periocidad, con precisión
mecánica, producto de leyes sociales que el investigador debe descubrir y formular. No interesa averiguar las causas del
delito, sino observar su frecuencia mecánica relativa.
Para esta escuela el delito es un fenómeno normal, inevitable, constante, regular y necesario. El único método adecuado
para la investigación del crimen como fenómeno social y magnitud es el Método Estadístico.
A N T O L O G Í A 4 5
Anticipándose a las conocidas "Leyes de Saturación" de Ferry, resaltó la absoluta regularidad con que año tras año se
repiten los delitos.
Son conocidas también las famosas "Leyes Térmicas".- Interdependencia entre los factores térmicos y climáticos y las
diversas clases de criminalidad.
Guerry realizó los primeros "Mapas de la Criminalidad" en Europa, concediendo especial importancia al factor térmico.
Observó el volumen de criminalidad de un país así como la necesidad de explicar ésta con un método estadístico.
TEORÍAS DE LA CRIMINALIDAD
EL POSITIVISMO CRIMINOLÓGICO: LA SCUOLA POSITIVA.
La etapa científica surge a finales del pasado siglo con el positivo criminológico, esto es, con la Scuola Positiva Italiana
que encabezan Lombroso (Antropología), Garófalo y Ferry (Sociología).
Se presenta como crítica y alternativa a la criminología "clásica" dando lugar a una polémica doctrinal con ésta.
El método abstracto y deductivo de los clásicos frente al método empírico, inductivo de los positivistas.
EL MÉTODO POSITIVO.
El delito se concibe como un hecho real e histórico. Su estudio y comprensión son inseparables del examen del
delincuente y de la realidad social de éste. Interesa la etiología del crimen, esto es, la identificación de sus causas como
fenómeno. La finalidad de la ley penal no es establecer el orden jurídico, sino combatir el fenómeno social del crimen,
defender la sociedad. Concede prioridad al estudio del delincuente.
El positivismo es determinista, califica de ficción la libertad humana y fundamenta el castigo con la idea de la
responsabilidad social o mero hecho de vivir en común, propugna el anti-individualismo.
Dependiendo de su antropología; asimetrías craneales, desarrollo de los pómulos, orejas en forma de asa, tubérculo de
Darwin, así como el uso frecuente de tatuajes, de determinada jerga o lenguaje, reincidencia, etc.
A N T O L O G Í A 4 6
La pena para Ferry sería, por sí sola, ineficaz, si no va precedida y acompañada de las oportunas reformas económicas,
sociales, etc.
Para Ferry existen cinco tipos básicos de delincuente:
a) El Nato,
b) El Loco,
c) El Habitual,
d) El Ocasional y
e) El Pasional, a la que añade el Involuntario (Imprudente)
- DELITO NATURAL.- Una serie de conductas nocivas para cualquier sociedad y en cualquier
momento con independencia de las propias valoraciones legales cambiantes.
- TEORÍA DE LA CRIMINALIDAD.- Con indudables connotaciones Lombrosianas. Niega ciertamente
la posibilidad de demostrar la existencia de un tipo criminal de base Antropológica, pero reconoce el
significado de determinados datos anatómicos. Lo característico de su teoría es la fundamentación
del comportamiento y del tipo criminal en una supuesta anomalía (no patología) psíquica o moral.
- TEORÍA DE LA PENA.- El Estado debe eliminar al delincuente que no se adapta a la sociedad y a las exigencias de la
convivencia. La pena ha de estar en función de las características concretas de cada delincuente, entendiendo indicada
la pena de muerte para criminales violentos, ladrones profesionales y criminales habituales en general.
Dorado Montero (1861-1919) concilia los postulados positivistas. Propugnó un derecho "protector de los criminales", un
nuevo derecho "tutelar", no represivo, dirigido a modificar y corregir la voluntad delictiva individual.
Rafael Salillas, fue el representante más genuino del positivismo criminológico español, de orientación sociológica. Más
que al análisis empírico de la persona del delincuente, le preocupó el estudio del medio o entorno de éste.
A N T O L O G Í A 4 7
Constancia Bernardo de Quirós, más criminólogo que jurista, empleó un método de trabajo eminentemente empírico en
sus investigaciones sobre la criminalidad de su tiempo, destacando la importancia de factores antropológicos y
sociológicos.
LA ESCUELA DE LYÓN.
Llamada también Escuela Antroposocial o Criminalsociológica estaba integrada fundamentalmente por médicos. Acudían
con frecuencia al símil del microbio para explicar la trascendental importancia del medio social o entorno en la génesis de
la delincuencia. El microbio es el criminal, un ser que permanece sin importancia hasta el día que se encuentra el caldo
de cultivo que le permite brotar. (Laccassagne, Aubry, etc.).
A N T O L O G Í A 4 8
El método científico.
EL MÉTODO DE LA CRIMINOLOGÍA COMO Método y escuelas
Método empírico; conocer la realidad para explicarla // Método dogmático con proceder deductivo – sistemático
Principio interdisciplinario:
- CRIMINOLOGÍA
- BIOLOGÍA CRIMINAL
- SICOLOGÍA CRIMINAL
- SOCIOLOGÍA CRIMINAL
Se establece la criminología como disciplina superior que integra y coordina las informaciones que aportan otras
disciplinas que versan sobre el fenómeno delictivo: exigencia del saber científico
Tipos de Entrevistas
Informales y estandarizadas
Clínica o libre,
Profunda,
De respuestas libres,
Centrada,
preguntas abiertas y cerradas
A N T O L O G Í A 4 9
Dirigidas o no dirigidas
Directas o indirectas
Bilateral, pluralidad sucesiva de entrevistas, de grupo, de tándem
Oral y escrita (grupo o colectivo social)
Entrevista panel (mismo sector, mismos valores, distinta época): recoge los cambios de opinión y conducta
El cuestionario:
Dirigido a estudios survey, grandes muestras y estudios de opinión, estructura “normalizada” de preguntas
Calidad de la información menor y presupone homogeneidad de los encuestados; limita al máximo las posibilidades de
respuesta y los matices.
Dirigida a las exigencias de los análisis cuantitativos
La observación:
Surge de la antropología social para investigar determinadas parcelas del ámbito psíquico y social del examinado como
un complemento de la exploración, y requiere conocimientos psiquiátricos y psicológicos muy cualificados:
estandarización del sujeto de la observación.
Tiene aplicación en la terapia social (control simultáneo) y en la sociología (para el estudio de roles)
Tipos de Observación:
Externa y
Participante o activa (conlleva una escenificación y reparto de papeles)
La discusión en grupo:
De particular significación en el análisis y terapia de la personalidad, y en la terapia social que permite la formación
académica del “director” y experiencia en psicoterapia, y en terapia de grupo.
Intervención mínima del director: marco de espontaneidad y participación
El experimento:
De especial aplicación en las investigaciones sociopsicológicas de provocación, sujeta a un plan, de una situación de
hecho
Modalidades
* De laboratorio:
Un grupo experimental y uno de control son observados en situaciones artificiales con un factor causal (variable
independiente) produce un objeto (variable dependiente)
* De campo:
Se lleva a cabo en el hábitat natural del grupo de contraste
Reconduce las afirmaciones incontroladas de una exploración a un marco previamente definido, limitando el
procedimiento de obtención de datos y definiendo formalmente su contenido: situación experimental estandarizada o
supuesto especial de experimento
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Métodos de medición:
Diferencias cuantitativas a través de la captación cualitativa
El instrumento utilizado es la escala
Ordinales o nominales
Se utilizan en Sociología, con especial significación teórica y práctica en la psicología de la personalidad
Métodos sociométricos:
Aplicables en los ámbitos sociológico y social-psicológico, investigan las relaciones cambiantes de un grupo menor o
comunidad (aislamiento, liderazgo, participación, etc.)
Estos grupos suelen estar conformados por individuos de características homogéneas (edad, sexo, estado económico,
etc.), en ellos se examinan determinados factores en concreto, y su evolución etiológica y se busca la prominencia
estadística de este factor en el grupo delincuente sobre el no delincuente (p. eje., El factor de la carencia afectiva
materna)
ESTADÍSTICAS
Según su origen o fuente de procedencia se pueden clasificar en:
Policiales
Judiciales
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Penitenciarias
De masas o series
De masas: abarcan la totalidad de la actividad criminal
De series: verifican las anteriores y comprenden un determinado número de casos
Estáticas o dinámicas: se distinguen en que las primeras observan al objeto en reposo, en un determinado
momento del tiempo, y la segunda a lo largo de un periodo de tiempo
Estáticas: se expresan en cifras absolutas y se representan mediante un diagrama circular
Dinámicas: se expresan en cifras relativas y se representan mediante un diagrama de columnas o de curvas
Estudios o esquemas de pronóstico y tablas de predicción: evalúan las probabilidades de delinquir de un sujeto
determinado se proponen evaluar los resultados obtenidos de los follow-up estudies, estadísticas self-reporter
survey y encuestas de victimización.
Judiciales: las estadísticas judiciales contienen información valiosa sobre la jurisdicción de menores y la
realidad penitenciaria, se refieren a tres datos: delitos apreciados, sentencias condenatorias y número de
condenados.
Las “diligencias previas” entorpecen parcialmente la labor de análisis de las estadísticas, ya que pueden
duplicar el número de delitos reales, al inscribir un delito en tres diligencias previas.
Encuestas de victimización
Indiscutible fuente de información sobre el crimen real, es insustituíble pero alternativa
La palabra "delito", deriva del supino delictum del verbo delinquere, a su vez compuesto de linquere, dejar y el prefijo de,
en la connotación peyorativa, se toma como linquere viam o rectam viam: dejar o abandonar el buen camino".
Para González Quintanilla, el Delito "es un comportamiento típico, antijurídico y culpable".
Para Ignacio Villalobos, el Delito "es un acto humano típicamente antijurídico y culpable".
Para Rafael de Pina Vara, el Delito "es un acto u omisión constitutivo de una infracción de la ley penal".
Como se puede observar de las definiciones anteriormente citadas, se hace abstracción de la imputabilidad, ya que ésta
implica la capacidad de ser sujeto activo del delito, o sea, no es un comportamiento propio del delito. La imputabilidad no
es mencionada, por tratarse de una referencia al delincuente, no al delito. La imputabilidad como concepto penal se
reduce a la capacidad de ser activo del delito, con dos referencias:
a) Un dato de orden objetivo, constituido por la mayoría de edad dentro del derecho penal, que puede o no
coincidir con la mayoría de edad civil o política y;
b) Un dato de orden subjetivo, el que expresado en sentido llano se reduce a la normalidad mental, normalidad
que comprende la capacidad de querer y comprender "el significado de la acción".
De las definiciones anteriormente citadas así como las que se señalaron en párrafos anteriores, nos muestran como
elementos del delito, según su concepción positiva y negativa, son los siguientes:
Positivos Negativos
Conducta Ausencia de conducta
Tipicidad Ausencia de tipo o
Antijuricidad atipicidad
Imputabilidad Causas de justificación
Inculpabilidad Inimputabilidad
Condicionalidad Culpabilidad
objetiva Falta de condiciones
Excusas absolutorias objetivas
Punibilidad
De acuerdo a nuestro derecho positivo mexicano, el Código Penal para el Distrito Federal, en su artículo séptimo define
al delito como el "acto u omisión que sancionan las leyes penales", así la conducta o hecho se obtiene de este artículo y
del núcleo respectivo de cada tipo o descripción legal. La tipicidad se presentará cuando exista una adecuación de dicha
conducta a alguno de los tipos descritos en el Código Penal; la antijuricidad se presentará cuando el sujeto no esté
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protegido por una causa de licitud descrita en el artículo 15 del código penal. La imputabilidad se presenta cuando
concurre la capacidad de obrar en el derecho penal, es decir, que no se presente la causa de inimputabilidad descrita en
la fracción VII del artículo 15 de la ley penal federal. Habrá culpabilidad de acuerdo a los artículos 8 y 9 de nuestra ley
penal. La punibilidad existe cuando no se presentan las excusas absolutorias descritas por nuestro derecho positivo
(federal). Las condiciones objetivas de punibilidad se presentan cuando al definir la infracción punible se establecen
requisitos constantes, pero aparecen variables de acuerdo a cada tipo penal; pueden o no presentarse.
Como se puede observar, el delito tiene un gran contenido en cuanto a los elementos que lo componen y en relación a
éstos, existen diversas corrientes de la doctrina, los cuales tratan de explicar algunos de ellos, como la teoría causalista y
finalista de la acción, la teoría psicologista y normativista, el modelo lógico y la teoría sociologista.
Ahora, entraremos al estudio de cada uno de los elementos que componen al delito:
LA CONDUCTA
La conducta es el primer elemento básico del delito, y se define como el comportamiento humano voluntario, positivo o
negativo, encaminado a un propósito. Lo que significa que sólo los seres humanos pueden cometer conductas positivas o
negativas, ya sea una actividad o inactividad respectivamente. Es voluntario dicho comportamiento porque es decisión
libre del sujeto y es encaminado a un propósito porque tiene una finalidad al realizarse la acción u omisión.
La conducta puede ser de acción o de omisión y esta última se subdivide en omisión simple y comisión por omisión.
El acto, es el comportamiento humano positivo o negativo que produce un resultado. Positivo será una acción, que
consiste en una actividad, en un hacer; mientras la omisión es una inactividad, es cuando la ley espera una conducta de
un individuo y éste deja de hacerla.
Delito de Acción.- La acción se define como aquella actividad que realiza el sujeto, produciendo consecuencias en el
mundo jurídico, en dicha acción debe de darse un movimiento por parte del sujeto, de esta manera, la conducta de
acción tiene tres elementos:
a) Movimiento;
b) Resultado;
c) Relación de causalidad.
La acción en sentido estricto, es la actividad voluntaria realizada por el sujeto, consta de un elemento físico y de un
elemento psíquico, el primero es el movimiento y el segundo la voluntad del sujeto, esta actividad voluntaria produce un
resultado y existe un nexo causal entre la conducta y el resultado. Dicho resultado de la acción debe ser sancionado por
la ley penal, es decir, deberá configurar un delito descrito y penado en la ley, será intrascendente que lesione intereses
jurídicos protegidos por la ley o sólo los ponga en peligro según el tipo penal.
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Según nuestro derecho positivo mexicano, en el código penal en su artículo séptimo, el delito es "el acto u omisión que
sancionan las leyes penales", de donde se desprende el elemento conducta pudiéndose presentar como una acción u
omisión.
Así pues, la omisión, dice Cuello Calón, es "la inactividad voluntaria cuando existe el deber jurídico de obrar".
Estos delitos se clasifican en delitos de omisión simple o propios y delitos de comisión por omisión o impropios,
respondiendo a la naturaleza de la norma, los primeros consisten en omitir la ley, violan una preceptiva, mientras los
segundos, en realizar la omisión con un resultado prohibido por la ley. La primera no produce un resultado material, la
segunda sí.
En los delitos de simple omisión, se viola una norma preceptiva penal, mientras en los de comisión por omisión se viola
una norma preceptiva penal o de otra rama del derecho y una norma prohibitiva penal.
Los delitos de omisión simple producen un resultado típico, y los de comisión por omisión un resultado típico y uno
material.
En los delitos de omisión simple, se sanciona la omisión y en los de comisión por omisión, no se sanciona la omisión en
sí, sino el resultado producido.
Ahora bien, el aspecto negativo de la conducta es la ausencia de conducta, la cual abarca la ausencia de acción o de
omisión de la misma, en la realización de un ilícito. Nuestro derecho positivo mexicano, en el artículo 15 del código penal
federal, en su fracción primera, determina como causa de exclusión del delito: "el hecho se realice sin intervención de la
voluntad del agente", esto es la afirmación de que no puede constituir una conducta delictiva cuando no se presenta la
voluntad del agente. El artículo 12 del código penal del estado, menciona como causas excluyentes de incriminación, en
su facción I. "el violar la ley penal por fuerza física irresistible o cuando haya ausencia de voluntad del agente…".
LA TIPICIDAD
La tipicidad es la adecuación de la conducta al tipo penal. En este sentido diversos autores han dado su definición de
tipicidad; dentro de las más importantes tenemos la expresada por Francisco Blasco y Fernández de Moreda, la cual
dice: "la acción típica es sólo aquella que se acomoda a la descripción objetiva, aunque saturada a veces de referencia a
elementos normativos y subjetivos del injusto de una conducta que generalmente se reputa delictuosa, por violar, en la
generalidad de los casos, un precepto, una norma, penalmente protegida"
Se debe tener cuidado de no confundir la tipicidad con tipo, la primera se refiere a la conducta, y el segundo pertenece a
la ley, a la descripción o hipótesis plasmada por el legislador sobre un hecho ilícito, es la fórmula legal a la que se debe
adecuar la conducta para la existencia de un delito.
La tipicidad se encuentra fundamentada en el artículo 14 Constitucional, párrafo tercero, que a la letra dice: "En los
juicios de orden criminal, queda prohibido imponer, por simple analogía y aún por mayoría de razón, pena alguna que no
esté decretada por una ley exactamente aplicable al delito de que se trata".
El aspecto negativo de la tipicidad es la atipicidad. La atipicidad es la falta de adecuación de la conducta al tipo penal.
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Es importante diferenciar la atipicidad de la falta de tipo, siendo que en el segundo caso, no existe descripción de la
conducta o hecho, en la norma penal.
LA ANTIJURICIDAD
La antijuricidad la podemos considerar como un elemento positivo del delito, es decir, cuando una conducta es
antijurídica, es considerada como delito. Para que la conducta de un ser humano sea delictiva, debe contravenir las
normas penales, es decir, ha de ser antijuridica.
La antijuricidad es lo contrario a derecho, por lo tanto, no basta que la conducta encuadre en el tipo penal, se necesita
que esta conducta sea antijurídica, considerando como tal, a toda aquella definida por la ley, no protegida por causas de
justificación, establecidas de manera expresa en la misma.
La causa de justificación, es cuando es un hecho presumiblemente delictuoso falta la antijuricidad, podemos decir: no hay
delito, por la existencia de una causa de justificación, es decir, el individuo ha actuado en determinada forma sin el ánimo
de transgredir las normas penales, Así, si un hombre ha matado a otro, en defensa de su vida injustamente atacada,
estará en una causa de justificación, excluyéndose la antijuricidad en la conducta del homicida.
LA CULPABILIDAD
El concepto de la culpabilidad, dependerá de la teoría que se adopte, pues no será igual el de un psicologista, el de un
normativista o el de un finalista. Así, el primero diría, la culpabilidad consiste en el nexo psicológico que une al sujeto con
la conducta o el resultado material, y el segundo, en el nexo psicológico entre el sujeto y la conducta o el resultado
material, reprochable, y el tercero, afirmaría, que la culpabilidad es la reprochabilidad de la conducta, sin considerar el
dolo como elemento de la culpabilidad, sino de la conducta. La culpabilidad en la tesis finalista se reduce a la
reprochabilidad y a diferencia de la teoría normativa el dolo y la culpa no son elementos de la culpabilidad porque son
contenido del tipo. "la culpabilidad es por lo tanto, responsabilidad, apartándose consecuentemente de los normativistas
mantienen el dolo y la culpa en la culpabilidad, constituyendo como se afirma por un sector un mixtum compositum, de
cosas no pueden mezclarse".
El concepto de culpabilidad como tercer aspecto del delito y de acuerdo a la definición anterior, nos señala cuatro
importantes elementos que la conforman y son: una ley, una acción, un contraste entre esta acción y esta ley, y el
conocimiento de esta situación, según lo manifestó Maggiore.
La culpabilidad es un elemento básico del delito y es el nexo intelectual y emocional que una al sujeto con el acto
delictivo.
LA PUNIBILIDAD
La punibilidad es un elemento secundario del delito, que consiste en el merecimiento de una pena, en función o por razón
de la comisión de un delito; dichas penas se encuentran señaladas en nuestro código penal.
Cuello Calón, considera que la punibilidad no es más que un elemento de la tipicidad, pues el hecho de estar la acción
conminada con una pena, constituye un elemento del tipo delictivo.
Guillermo Saucer, dice que la punibilidad "es el conjunto de los presupuestos normativos de la pena, para la ley y la
sentencia, de acuerdo con las exigencias de la Idea del derecho".
Por su parte Ignacio Villalobos, tampoco considera a la punibilidad como elemento del delito, ya que el concepto de éste
no concuerda con el de la norma jurídica: " una acción o una abstención humana son penadas cuando se les califica de
A N T O L O G Í A 5 6
delictuosas, pero no adquieren este carácter porque se les sancione penalmente. Las conductas se revisten de
delictuosidad por su pugna con aquellas exigencias establecidas por el Estado para la creación y conservación del orden
en la vida gregaria y por ejecutarse culpablemente. Mas no se pueden tildar como delitos por ser punibles".
El aspecto negativo de la punibilidad se llama excusa absolutoria.
Jiménez de Asúa dice que son excusas absolutorias las causas que hacen que a un acto típico, antijurídico, imputable a
un autor y culpable, no se asocie pena alguna por razones de utilidad pública.
Las excusas absolutorias son aquellas circunstancias específicamente señaladas en la ley y por las cuales no se
sanciona al agente.
Así como la punibilidad no es considerada por muchos autores de elementos del delito, así tampoco la imputabilidad
como se mencionó en el capítulo anterior.
LA IMPUTABILIDAD
La imputabilidad es la capacidad de querer y entender, en el campo del derecho penal. Querer es estar en condiciones
de aceptar o realizar algo voluntariamente y entender es tener la capacidad mental y la edad biológica para desplegar
esa decisión.
Por lo tanto, ésta implica la capacidad de ser sujeto activo del delito, o sea, no es un comportamiento propio del delito. La
imputabilidad no es mencionada, por tratarse de una referencia al delincuente, no al delito.
En el código penal del estado, se encuentra contemplada la imputabilidad en el artículo 15, así como también en el
artículo 16 mencionas las causas de inimputabilidad.
El delito es doloso cuando el agente quiere o acepta el resultado, o cuando éste es consecuencia necesaria de la
conducta realizada. El delito es culposo cuando habiéndose previsto el resultado, se confió en que no se produciría;
cuando se causó por impericia o ineptitud".
Tenemos que las bases de la filosofía del derecho penal dadas por TOMÁS DE AQUINO en la escolástica le pasó lo
mismo que a la anterior, solo que esta se dio en la época medieval. Damos comienzo en la edad moderna, estimuladas
por la ilustración, pero con una verdadera intensidad solo en el siglo XIX, es aquí que los fenómenos reales entran en
investigación, estos fenómenos abarcaban tanto el plano físico y psíquico que están en conexión con el delito.
La criminología, como podemos observar no se exterioriza de una manera independiente, sistemáticamente cultivada.
Sino que se deriva de diversas ramas de la investigación humana, hasta que al final se llega a reunir todas estas piezas
dispersas y con ello se desarrolla una disciplina propia, llamada criminología.
Ahora como ramas más importante de la criminología podemos mencionar: Las investigaciones medicas, con importancia
en la medicina legal; la antropología, psiquiatría, biología hereditaria, de las llamadas psicología médica y de la
caracterología.
Ya en la antigüedad se ocuparon los médicos de cuestiones medicolegales aisladas y fueron llamados en algunos casos
como expertos. En 1249 se tomó juramento s H. v. LUCCA en Bolonia para la redacción de dictámenes medicolegales y
B. de VARIGNANA (muerto en 1318 ) practicó la primera autopsia para la comprobación de un envenenamiento.
Tenemos que LOMBROSO es siempre o en la mayoría de los casos nombrado como fundador de la criminología
científica. Claro está que al hacerlo no es justo dejar en lo oculto el que antes de el ya habían sido elaborada la materia
en los decenios anteriores a él por mucho investigadores de numerosas ramas.
Tenemos por ejemplo a MOREL, que con investigaciones propias, hizo reflexiones como las de LOMBROSO pero con la
diferencia que se permaneció en la oscuridad. También, llevado por la fuerte intención político-criminal, JEREMÍAS
BENTHAN, propuso reformas al sistema legal y penal inglés, mientras su compañero de ciencia, HOWAR con su obra
States of Prisons in England and Wales de 1777, impulsó a los movimientos de reformas. ( El Estado de las prisiones en
Inglaterra y Gales.
Los intentos de implicar al hombre en la criminología científica era la primordial importancia de ésta. Como ejemplo de
estos intentos tenemos a LAVATER, con sus primeras publicaciones el 1775 de Fisonomía y los trabajos de GALL cuya
obra principal apareció en 1882, llamada Les fonctions du cerveau ( Las funciones del cerebro). GALL es señalado como
el verdadero fundador de la antropología criminal, el cual anteriormente se ocupo de la frenología, a la cual se le aplicó el
medio de prisiones Lauvergne en 1841.
El crimen era una determinada forma de degeneración hereditaria en el individuo o incluso en su familia, esta teoría está
apoyada por MOREL.
A N T O L O G Í A 5 8
Los cráneos de los criminales tenían particularidades, y estas fueron halladas por el neurólogo y patólogo BROCA. En
1869 se hizo investigaciones sobre 464 cráneos de criminales las cuales las hizo WILSON, y el médico de prisión
escocés THOMSOM en 1870 publicó en el Journal of Mental Science el resultado de sus observaciones sobre más de
5,000 presos.
La tesis de la locura moral (Schwachsinn), fue publicada por PRICHARD en 1835. NICOLSON entre 1873 y 1875 publicó
sus trabajos sobre la vida psíquica del criminal y su tendencia a la locura, imbecilidad y ausencia de sensibilidad. Otros
que proporcionaron fundamento para la doctrina de LOMBROSO fueron obras como las de P. J. CABANIS, Ph. PINEL,
ESQUIROL, GRIESINGER, J. J. MOREAU de TOUR y sobre todo, MOREL, quienes entre otros se ocuparon de los
problemas de la psiquiatría forense.
GUERRY para el estudio de la criminalista partió de unos principios completamente distintos a los conocidos. Fue en
1833 en su obra ESSAI SUR LA STATISTIQUE MORALE DE LA FRANCE y en la principal de QUETELET, SUR
L'HOMME ET LE DE VELOPPEMENT DE LA FACULTES OU ESSAI DE PHAYSIQUE SOCIALE, 1836. Por parte de
Alemania VON MAYR, fue conocido particularmente con su obra Estadística de la Policía Judicial en el Reino de Baviera,
dada esta obra en el ano de 1867, y su posterior obra llamada la regularidad en la vida social, en 1877.
Tenemos que las ciencias del espíritu eran las que dominaban las tomas de posición ante hechos criminológicos, aunque
también se dio el caso que en los cien años anteriores a LOMBROSO también se daba una importancia, aunque de una
manera menos expresiva de la toma de posición de los hechos criminológicos, pero con aspiraciones por un camino
Empírico. Gracias a los investigadores de antropología médica, psiquiatría, como psicología temprana y sociología, se
ocuparon de los planteamientos criminológicos.
En la sociedad siempre se busca el estudio del crimen y los criminales y esto le concierne a la criminología, buscando la
delincuencia juvenil y las causas del delito. Hasta llegar a la teoría de que las interrelaciones de las personas, grupos y la
sociedad en la cual viven y funcionan son las principales causas de que se cometa un delito.
Como decíamos anteriormente en la antigüedad se pensaba que el delito, se le atribuían a los defectos físicos y mentales
y que era el producto de los rasgos hereditarios. Pero no hay de que preocuparse puesto que tales afirmaciones hoy en
día no son tomadas como positivas sino más bien son rechazadas. Llegada a esta conclusión por que el delito se
aprende y no se hereda. Las explicaciones sociológicas son las que se oponen a la creencia del delito hereditario.
La criminología es una ciencia muy nueva y de la cual podemos ver que se basa en dos áreas de búsquedas, que son
distintas pero están relacionadas entre sí, la primera es el estudio de la naturaleza del delito dentro de la sociedad y la
segunda es el estudio de los delincuentes desde un punto de vista psicológico. Ambas de estas teorías son más
descriptivas que analíticas.
Los eruditos de la materia estudian el comportamiento humano desde una perspectiva clínica y sino desde una
perspectiva legalística por esa razón es una ciencia que no es exacta. La ley utilizando estas perspectivas llega a la
conclusión de qué conductas son criminales y cuáles no, de allí es que los científicos tratan de formular sus razones de
por qué ciertas personas violan la ley.
De acuerdo con las creencias y sus necesidades, hablando de la sociedad, podríamos decir qué es legal o ilegal. Aunque
tenemos que el código penal posee nociones firmes del mal y del bien, observando que no todo lo malo en sentido moral
es criminal y algunos actos que por lo general no se consideran malos pueden ser penalizados.
A N T O L O G Í A 5 9
Se ha llegado ha comparar el estudio de un delito con el de la moda o hasta con algo mucho más siniestro como por
ejemplo el poder económico. Pero hay que tener en cuenta que dependiendo de los diferentes comportamientos, así
serán las diferentes causas del delito.
En Hispanoamérica, podemos mencionar como gran un gran criminólogo a JOSÉ INGENIEROS, puesto que fue el
primero en Hispanoamérica. También en Cuba se han impreso libros de criminología, aunque su valor científico sea
escaso podemos mencionar a RICARDO A. OXAMENDI y el de J. MORALES COELLO.
Bueno, después del congreso de criminología celebrado en París en el año 1950, proliferan los libros de criminología en
estos países con características apuntadas, teniendo en cuenta que son en realidad la transcripción de los libros de otros
autores. Pero aún falta para que la verdadera criminología del hombre hispanoamericano se haga, pero tenemos que
anunciar a LUIS CARLOS PÉREZ, que utiliza datos sobre la criminalidad de menores y mujeres en Colombia, de los
bolivianos, HUARCAR CAJIAS, que divide su obra en una sección de biología criminal y sociología criminal y HUGO
CESAR CADIMA que hasta ahora solo tiene en su primer tomo la introducción y la antropología criminal; y el muy
conocido profesor venezolano JOSÉ RAFAEL MENDOZA, que expuso un libro con gran mérito.
Para una mejor comprensión de la criminología entraremos al estudio de las escuelas jurídico penales, puesto que los
conceptos puramente jurídicos van entrelazados con los criminológicos y de allí se parte del análisis de los problemas
normativos.
El rápido desarrollo de las escuelas jurídico penales en el siglo XX, se debió a las continuas confrontaciones, algunas de
violencia, de las diversas escuelas jurídico penales.
Unos de los avances más importante que se obtuvieron de la lucha de las escuelas jurídico-penales consistió en la
delimitación de los campos, en la precisión de métodos y en la colaboración entre profesionales, puesto que
anteriormente trabajaban dispersos.
Una de las corrientes que están actualmente en desprestigio es la " jurídico-criminológica" que pretende hacer de la
criminología una ciencia auxiliar, que se dedique a estudiar dogmas y códigos penales.
Una conducta agresiva, es la propia expresión de la psicopatología particular del delincuente, de su alteración física,
emocional y social, en donde el delincuente proyecta sus conflictos a través del delito.
La conducta delictiva posee una finalidad, que es indudablemente la de liberar tensiones, en donde dicha conducta es
siempre la respuesta al estímulo configurado por la situación total, como defensa, en el sentido de que protege al
organismo de la desorganización.
El delito es una conducta concreta y simbólica, donde uno de los elementos más importantes para el criminólogo es
precisamente su análisis como factor simbólico, en donde el delito se muestra como un síntoma, es decir una forma de
exponerse al exterior como una defensa emocional del sujeto, como medio para no caer en disgregación de la
personalidad.
A N T O L O G Í A 6 0
El detallado estudio y análisis de la conducta delictiva, nos revela muchos aspectos de la personalidad del sujeto, pero
no nos explica por qué ese hombre cometió la conducta asocial. Para conocer dicha respuesta, se hace necesario
investigar la historia de vida del individuo, sus rasgos de personalidad, perfil criminológico, antecedentes criminológicos
individuales y familiares, su ámbito social, geográfico, cultural, etc., es decir, todas las circunstancias de vida del sujeto,
su grupo familiar primario y social desde que nació hasta el ahora.
Preguntas clásicas tales como: ¿Qué sucedió?, ¿Qué conducta?, ¿Qué delito?, ¿Qué víctima?
Relación víctima-victimario: ¿Cuándo?, ¿Cómo?, ¿Dónde?, ¿Con qué?, ¿Por qué?
Deben ser investigadas y respondidas.
Antiguamente estos eran conocidos como locos morales, que se caracterizan por su insensibilidad afectiva y moral,
gozando al ocasionar daño al otro.
Es una personalidad asocial altamente agresiva e impulsiva, que carece de sentimiento de culpa, incapaz de crear lazos
afectivos duraderos. Se muestra frío y carente de compasión, utilizando a las personas como objetos para su placer,
terminando en explosiones agresivas.
DIVISIONES:
A) ETIOLOGÍA CRIMINAL: Estudia las causas determinantes de los delitos, en donde en lugar de presuponer el libre
albedrío del delincuente, busca el determinismo de su acto antisocial, en su constitución orgánica y en las condiciones
del ambiente en que vive.
-Antropología Criminal.
-Biotipología Criminal.
1) BIOLOGÍA CRIMINAL:
-Endocrinología Criminal.
-Psicopatología Criminal.
-Psiquiatría Criminal.
-Psicoanálisis Criminal.
2) MESOLOGÍA CRIMINAL
-Sociología Criminal.
- Geografía Criminal.
- Mundo circundante.
- Ecología Criminal.
A N T O L O G Í A 6 1
3) ESTADÍSTICA CRIMINAL
- De delitos.
- De delincuentes.
B) CLÍNICA CRIMINOLÓGICA: Estudia las múltiples formas en que se manifiestan los actos delictuosos y los caracteres
fisiopsíquicos del delincuente. No trata de explicar o establecer el grado de responsabilidad del delincuente, sino de fijar
el grado de temibilidad según el peligro que pueda resultar en su convivencia en la sociedad.
1) En particular, en cuanto al estudio integral del delincuente según su sexo y edad.
2) En general, en cuanto a la clasificación de los delincuentes.
C) TERAPÉUTICA CRIMINAL: Estudia las medidas sociales o individuales de profilaxis o represión del delito, procurando
asegurar la defensa social contra su actividad morbosa, mediante instituciones preventivas y por la segregación en
establecimientos apropiados a los diversos casos.
1) Penas.
2) Medidas de seguridad.
3) Métodos de reinserción social.
4) Métodos Clínicos.
Hasta aquí se ha desarrollado una breve introducción a los conceptos básicos y divisiones de la criminología.
Motivo del presente trabajo es analizar y desarrollar en forma sintética la llamada Criminología Clínica en cuanto al
estudio y tratamiento del interno en los establecimientos carcelarios en busca de su progresiva reinserción a la sociedad.
CRIMINOLOGÍA CLÍNICA:
Técnicamente se puede definir a la criminología clínica como la ciencia multidisciplinaria que estudia al delincuente en
forma particular, a fin de conocer la génesis de su conducta delictiva y aplicarle un tratamiento personalizado, procurando
su reinserción a la sociedad.
Parte del estudio clínico e individual del delincuente, considerándose al delito como una conducta anormal patológica, de
una personalidad conflictiva, con una determinada problemática de violencia.
Define al delincuente como aquella persona que ha transgredido las normas legales, sociales y culturales, agrediendo a
otra persona o a sí misma, debiendo ser objeto de estudio, tratamiento y rehabilitación.
Según Jean Pinatel, es el estudio del paso al acto, en donde una persona pasa la línea y comete un hecho calificado
como delito, mientras que otros individuos en iguales circunstancias se detienen y controlan sus impulsos, lo que implica
la consideración de las diferencias entre delincuentes y no delincuentes.
b) Tratamiento individual-familiar.
Es bastantemente conocido el viejo concepto de que la familia es la célula primaria y fundamental de la sociedad.
Indudablemente, la influencia de las características íntimas en la dinámica del grupo familiar primario, como la
personalidad de los progenitores, las relaciones vinculares, antecedentes criminógenos, etc., marcan hondamente en la
formación del ser humano influyendo en el individuo, dando como resultante, o no a un potencial delincuente o un
delincuente habitual. Debido a ello, todo tratamiento de rehabilitación no se debe circunscribir en el tratamiento del
delincuente, sino también se deberá extender a su grupo familiar primario según corresponda.
c) Medidas Preventivas
La prevención tiene por objeto tratar de evitar nuevos comportamientos delictivos, la reincidencia delictiva y la
persistencia en la violencia.
Según Benigno Di Tullio, la criminología clínica es la ciencia de las conductas antisociales y criminales, basadas en la
observación y el análisis profundo de casos individuales, sean estos normales, anormales.
Según Hurwitz, el delito es un acontecimiento de la vida individual explicado por la propia individualidad, en donde el
delito es el hombre. La Criminología es el estudio empírico de los factores individuales y sociales sobre los que se
asienta la conducta criminal.
Hurwitz desarrolla un profundo análisis de la base biológica de la criminalidad, de los factores hereditarios en familias de
criminales, de los estudios antropológicos, y profundiza la importancia de los factores psíquicos de la criminalidad,
describiendo las distintas enfermedades mentales relacionándolas al delito. Las psicosis, neurosis, psicopatías,
anormalidades sexuales, etc.
Sigmund Freud en el año 1.915 publico el artículo “Los delincuentes por sentimientos de culpa”, explicando que la labor
analítica le condujo al sorprendente resultado de que las conductas delictivas eran cometidas ante todo porque se
hallaban prohibidas y porque a su ejecución, se enlazaba para el autor un alivio psíquico. El sujeto sufría un penoso
sentimiento de culpabilidad de origen desconocido, donde una vez cometida la falta, sentía mitigada la presión del
mismo. Por paradójico que parezca, el sentimiento de culpa existía antes del delito y no procedía de él, al contrario el
delito es el que procedía del sentimiento de culpabilidad. Profundizando su análisis llega a la conclusión de que este
sentimiento de culpabilidad proviene del complejo de Edipo.
Según Freud, los niños cometen travesuras para llamar la atención y atraerse un castigo, luego de este, quedan
tranquilos, donde el castigo sirvió para satisfacer sus necesidades de autocastigo, emanados de la sensación de
culpabilidad que provocan otras faltas más graves.
El delincuente por un lado comete un delito por sentimientos de culpa, y por el otro, el castigo que el delito ocasiona,
satisface la necesidad de autocastigo que el sujeto experimenta inconscientemente.
Freud también habla de los delincuentes adultos que cometen delitos sin sentimientos de culpa. Señala que estos sujetos
no han desarrollado inhibiciones morales o creen justificada su conducta por su lucha contra la sociedad, refiriéndose así
hacia las actualmente denominados personalidades psicopáticas.
Posteriormente, en el año 1923 edita su artículo “El yo y el ello”, en donde fundamenta su teoría de conformación del
aparato psíquico del yo, super-yo y el ello, bastantemente conocido por todo aquel que ha desarrollado estudios básicos
de la criminología.
A N T O L O G Í A 6 3
Por su parte Alfred Adler fundamenta sus teorías en tres postulados principales, el sentimiento de inferioridad, los
impulsos de poderío y los sentimientos de comunidad.
CONCLUSIONES:
Todos sabemos que LOMBROSO no es original en su teoría, puesto que antes de él ya existían filósofos que mostraban
una inquietud, pero era un poco tímido con sus ideas. Pero en mi opinión nadie en la criminología, es totalmente original
por la novedad, o mejor dicho por el auge que está teniendo ahora esta ciencia o este futuro derecho penal. De los
errores, no sé que decir. Pero nadie es perfecto y el que se considera como tal, tenemos que es el más imperfecto de
todos los seres humanos.
Pero con todos estos contratiempos, LOMBROSO ha llegado ha surgir de las penumbras una nueva ciencia. A la cual en
mi opinión le veo un gran porvenir, por la gran variedad de corrientes que ha tenido en su camino. Así que démosle la
bienvenida a la nueva ciencia la cual esperemos en un futuro pueda esta ser mas profundizada, LA CRIMINOLOGÍA.
3
UNIDAD
A N T O L O G Í A 6 4
3. PARADIGMAS RECIENTES DE LA
CRIMINOLOGÍA
3.1 Paradigma de la Criminología Crítica o
Nueva Criminología
3.2 Reflexiones sobre la Política Criminal en
México
3.3 Derechos Humanos y Racionalización de
la Política Criminal como Instrumentos
para la Prevención del Delito
3.4 La Dimensión Política del Delito
A N T O L O G Í A 6 5
“La reacción social supera el concepto de una teoría y significa una verdadera reorientación del método de explicación de
la criminalidad”. “ La criminalidad no existe, sino se hace. Esta construcción de la criminalidad nada tiene que ver con los
factores sino con los sujetos que tiene el poder de definir, de ahí que estas teorías sean conocidas como planteamientos
definitorios o interaccionistas”
La sociedad realiza mediante el ejercicio de poder la definición la creación de las conductas delictivas. El acto se
convierte en desviado cuando se hace en forma que públicamente se considera indebida. El desviado es el individuo que
por su comportamiento, sus opiniones, sus actitudes se apartan de los modelos y las normas que caracterizan al grupo
que esta en el poder. A estos individuos se les asignan rótulos, estigmas. La imposición de rótulo por parte de la
sociedad no responde a una opción caprichosa sino a la influencia de la opinión publica y los medios de comunicación.
Por su parte las teorías conflictivas comparten en gran medida lo esbozado respecto de las teorías del Control Social o
Reacción Social, no obstante entienden a la sociedad como una sociedad fraccionada en diversos grupos con interese
contrapuestos. Esta corriente afirma que en las sociedades todos los grupos luchan por acceder al poder y mantenerlo,
por lo cual la clase desfavorecida se verá sojuzgada por las dominantes. Bajo esta perspectiva el derecho penal actúa
como un vehículo eficiente y permanente de segregación y sometimiento. Para ello la sociedad se basa en el “disenso” y
no en el “consenso” porque la ley y el aparato punitivo fomentan el Statu quo.
Es claro que bajo el Paradigma de la Criminología Crítica o Nueva Criminología, bajo las Teoría del Control Social,
Reacción Social y Teorías del Conflicto es donde encuentra mayor explicación las Categorías Dogmáticas de Autor por
Desobediencia Civil, Autor por Conciencia y Autor por Convicción, ya que como se mencionó el delito es una creación
fíccional llevada a cabo por el grupo social que se encuentra momentáneamente en el poder y que emplea al derecho
penal como un aparato represivo idóneo para mantener el Statu Quo. Resulta evidente desde esta perspectiva
criminológica que los Autores por Desobediencia Civil, Conciencia y Convicción resultan estigmatizados o rotulados
desde una posición maniquea tratando de presentar el hecho como malo para la sociedad en su conjunto, sin atender
que ellos son también parte de la sociedad y que por representar una minoría ideológica religiosa o política no tienen
porque sacrificar sus concepciones valorativas sin ser respetados por la mayoría. Sobre todo si se parte de una sociedad
democrática en sentido no solo formal sino también material y que por haber suscripto los Tratados Internacionales de
Derechos Humanos debe enrolarse en la tolerancia, la libertad de culto y autodeterminación de los pueblos.
Sin embargo es dable destacar que gracias al advenimiento del paradigma de la criminología critica y nueva criminología
que se puede observar y vislumbrar al Autor Por Desobediencia Civil, por Conciencia y por Convicción como un sujeto
que resulta criminalizado por resultar vulnerable al poder de turno, el cual tiene la facultad de definición del acto que se
considera como delictivo.
Para dar inicio a esta tercera etapa analítica comenzaremos por efectuar una revisión de cada teoría de la
fundamentación de la pena y como incide ella en las categorías dogmáticas a analizar.
TEORÍA DE LA RETRIBUCIÓN
“La teoría de la retribución ve en el sentido de la pena no una persecución de alguna finalidad socialmente útil sino que,
por medio de la imposición de un mal, la culpabilidad que el autor carga sobre sí mismo como consecuencia del hecho,
es retribuida, compensada, expiada en forma justa. Se habla aquí de una teoría absoluta porque para esta teoría el
sentido de la pena es independiente de su efecto social”
Detrás de la teoría de la retribución se encuentra el antiguo principio del Talión; ojo por ojo, diente por diente. Su
fundamentación filosófica proviene del idealismo alemán sustentado por Kant en la “Metafísica de las costumbres”, 1798
y por Hegel en la “ Filosofía del Derecho” del 1821 y la ventaja que dicha teoría reporta reside en su fuerza de impresión
socio-psicológica, y en que ofrece un principio de medida para la magnitud de la pena.
No obstante es objeto de severas críticas que no puede sortear tales como que “la misión del derecho penal consiste en
la protección subsidiaria de los bienes jurídicos, entonces para el cumplimiento de esa tarea, no puede servirse de una
pena que prescinda de toda finalidad social”
Desde esta teoría de la fundamentación del castigo los Autores por Desobediencia Civil, por Conciencia o por Convicción
resultarían penados sin argumento alguno más que la retribución por el hecho ya que dicha teoría no persigue finalidad
social alguna.
La teoría de la prevención especial sigue el principio de la resocialización, que entre sus sostenedores hoy se encuentra
en primer plano.
Su falencia más grave consiste en que a diferencia de la teoría de la retribución, no ofrece ningún principio de medida de
la pena, llevando a la consecuencia de mantener detenido a un condenado hasta que estuviera resocializado. La teoría
de la prevención especial se ve expuesta a la cuestión de con qué derecho hombres adultos están obligados a dejarse
educar y tratar por el estado.
Como alude Roxin en los casos de Autores por Desobediencia Civil o por Conciencia no es recomendable la imposición
de una pena bajo una finalidad preventivo especial, es decir como esboza él con sus propias palabras “Preventivo
Especial no, porque los sujetos son ciudadanos preocupados por el bien común y no “criminales” y porque
sociopolíticamente es suficiente con la desaprobación... el castigo con pena criminal está preventivo especialmente
contraindicado porque puede conducir al sujeto a un aislamiento y radicalización que más bien favorezca la comisión de
delitos más graves”. Sin embrago Roxin no hace referencia al Autor por Convicción, sin embargo, a nuestro entender
creemos que tampoco es posible la imposición de una pena con fines preventivo especiales positivos ya que como
mencionamos los Autores por Convicción son autores por contracultura con lo cual no es posible efectuar un proceso de
resocialización efectivo respecto de los mismos. “Asimismo, con qué derecho hombres adultos están obligado a dejarse
educar y tratar por el Estado.”
A N T O L O G Í A 6 7
Por lo tanto, la prevención especial negativa persigue apartar al autor de futuros delitos, logrando el aseguramiento del
cuerpo social, mediante la reclusión, intimidación, neutralización o eliminación del autor individual.
Es así que la muerte y los demás impedimentos físicos son eficaces para suprimir conductas posteriores del mismo
sujeto.
Su principal precursor ha sido Garófalo quién ha fundamentado esta vertiente en su obra “La Criminología”. Dicha teoría
de la pena se ve fundamentada a nivel criminológico al igual que la Teoría de la Prevención Especial Positiva por la
Escuela Positiva.
Como principal critica encontramos que como “en la realidad social, como las ideologías Re” fracasan la neutralización,
no es más que una pena atroz impuesta por selección arbitraría.
Por los tanto esta teoría tampoco es recomendable en su implementación respecto de los autores por desobediencia civil,
por conciencia y por convicción ya que posee las mismas alenncias que la teoría de la prevención especial positiva con el
agravante de que al no poder resocializar al sujeto se lo neutraliza, lo cual es inconcebible en una sociedad democrática.
Como ventajas cabe recalcar sus consideraciones en la Psicología profunda en que muchos hombres solo ponen freno a
sus deseos cuando ven que para la satisfacción de estos se vale de vías extralegales que no tienen éxito y que suponen
un grave perjuicio.
Las críticas más considerables consisten en que solo una parte de los hombres con tendencia a la criminalidad se
aproximan a un hecho con tanta reflexión como para ser accesibles a la intimidación. Por otro lado al igual que la teoría
de la prevención especial no contiene ningún parámetro para la limitación de la pena.
Desde la perspectiva de Claus Roxin en los casos de Desobediencia Civil insignificantes merecedores de indulgencia “no
concurre una necesidad preventivo general de la pena”.
Sin embrago muchos si se encontrarán tentados en recurrir a esta Teoría de la Pena para implementarla sobre los
Autores por Conciencia y Por Convicción ya que ante un acto terrorista se busca penarlo con el mayor rigor a fin de
intimidar a la generalidad de los autores por contracultura a fin de evitar su repetición.
No obstante ello, es menester recordar “una orientación preventivo general exagerada no se traducirá necesariamente
en disminución de los índices de criminalidad. La experiencia contemporánea acredita que los aumentos desmesurados
de la amenaza penal sobre la base de pautas preventivas generales, habitualmente encubren la ineficiencia de los
A N T O L O G Í A 6 8
órganos estatales de control o lo que es más grave contextos sociales injustos” tal es así que “ regímenes totalitarios con
inclinación a la práctica del terror penal, han generado procesos de retroalimentación entre represión y delincuencia”.
Según su principal sostenedor, Claus Roxin, se busca en ellas reunir los fines de la pena en una equilibrada (método
deductivo) aunque, en caso de antinomias, haya que inclinarse por uno u otro principio. La principal crítica que sufren es
la enunciada por Stratenwerth al sostener que “el sentido de pensar determinados comportamientos irregulares
difícilmente pueda deducirse que tesis procuran reunir sobre un común denominador sin tener en cuenta que parte de
concepciones incompatibles”.
Desde una teoría mixta o ecléctica de la pena la imposición de un castigo a un Autor por Desobediencia Civil, por
Conciencia o Por Convicción se verá plagado de las mismas críticas efectuadas a las teorías de la prevención especial
positiva y negativa, las teorías de la prevención general negativa y positiva y por la teoría retribuitva.
Desde esta perspectiva es lógico, que si la pena tiene por fundamentación el mantenimiento de la norma como modelo
de orientación de conductas, los actos ejecutados por Autores por Conciencia o por Convicción resulten severamente
penados a fin de mantener las pautas valorativas de la mayoría que se ven plasmados y cristalizados por la norma.
Para Roxin, por el contrario “tampoco es precisa la punición desde el punto de vista de la prevención general porque la
”prevención de integración” que hoy ocupa el primer término entre la finalidad de la teoría de la pena, no atiende a la
intimidación, sino a la resolución de conflicto sociales. Este arreglo de conflictos en caso insignificantes se alcanza mejor
mediante la renuncia a la pena que mediante la punición. Pues es deseable integrar el potencial de protesta básicamente
conforme al sistema de nuestra sociedad, en vez de discriminarlo y confinarlo mediante el castigo con pena criminal”.
Explicando que las agencias políticas programan su intervención sobre una parte de la conflictividad mediante los
principales modelos Decisorios:
1) El Reparador
2) El Conciliador
3) El Coercitivo
4) El Terapéutico
A N T O L O G Í A 6 9
5) El Punitivo.
No obstante cabe aclarar que dentro de estos cinco modelos mencionados “el modelo punitivo es poco apto para la
solución de los conflictos, pues cuando prisioniza no resuelve el conflicto, sino que suspende, o sea lo deja pendiente en
el tiempo, dado que por definición excluye la victima”. De esta manera “ todos los inconvenientes de las teorías positivas
se eluden si se adopta un criterio de construcción teleológica que tenga por meta la protección de los bienes Jurídicos
(seguridad jurídica) pero en lugar de caer en la ilusión que protege a la victima de las demás, asume el compromiso real
de proteger los que son efectivamente amenazados por el crecimiento incontrolado del poder punitivo”
Resulta evidente que desde una postura negativa o agnóstica de la pena, la criminalización y punición de Autores por
Desobediencia Civil, por Conciencia y por Convicción no es apto para la resolución del conflicto social, por el contrario las
problemáticas acaecidas por el surgimiento de estos autores deben ser tratadas por otras políticas de estado que
resulten idóneas para dar una resolución al conflicto social.
Los minimalistas proponen descriminalizar un sin número de comportamientos como los delitos contra la familia, la
moralidad pública, entre otros.
En igual sentido que la teoría agnóstica de la pena, se expediría el minimalismo por sobre todo respecto de los Autores
por Desobediencia Civil y por Conciencia, tal vez diferente sería su tratamiento respecto de los Autores por Convicción
por sobre todo los Autores por Convicción Duros, en donde los hechos delictivos ejecutados por los mismos no se
encuentran discriminados.
A N T O L O G Í A 7 0
PLANTEAMIENTO GENERAL
REFLEXIONES SOBRE LA La delincuencia en nuestro país, entendida en un
Desde las más incipientes formas de organización social, hasta las más evolucionadas dinámicas de intercambio social,
cultural y tecnológico desarrollado en nuestra actualidad, el fenómeno delictivo también ha estado presente. Hemos de
considerar entonces, que los delitos son expresión de los desequilibrios e imposturas en la estructura de nuestra
sociedad, donde no resulta ajeno para nadie, que esta serie de comportamientos criminógenos, han encontrado
condiciones propicias para ampliarse y consolidarse bajo la sombra protectora de la impunidad.
Así las cosas, el ius poenale ha jugado un importantísimo papel como herramienta de control social, cuya legitimación
subyace en el hecho, de que las leyes penales son necesarias para el mantenimiento de la forma de la sociedad y del
Estado.
Circunstancia de hecho en la cual, evidentemente se deja patente el importantísimo y ancestral vínculo existente entre
sociedad y derecho penal, éste ultimo como creación de un específico conglomerado humano.
"...Es de todos sabido que el delito no muere: se transforma; pasando de ambiente en ambiente, de civilización en
civilización, recordando la afortunada expresión del maestro de criminólogos, el italiano Alfredo Nicéforo. Esto quiere
decir que el delito ha acompañado a la humanidad, como la sombra sigue al cuerpo, sufriendo solamente ciertas
variaciones en el curso de los tiempos. De acuerdo con lo anterior, lo que implícitamente se admite es la relación de
íntima entre el tipo de organización social y el de la delincuencia..."
Desde hace ya varias décadas, puede advertirse como regla general en nuestro país, que en cada una de las
administraciones que históricamente han estado en turno –sin distinción entre niveles de gobierno, ya sea federal, local o
municipal- siempre se ha precisado de la elaboración y difusión de un plan o programa específico de acción, ya sea en
materia económica, política o social, en virtud del cual se busca consolidar una transformación integral del país, dirigida
hacia mejores condiciones generales de vida para la población. La planeación específica de la reacción del Estado, en
contra de la delincuencia existente en su territorio y de forma mucho más moderna, contra los efectos generados por los
fenómenos criminógenos suscitados en otros países, recibe el nombre de política criminal.
Dicho en otras palabras, la moderna política criminal de estado, entendida como una sistematización sociopolítica y
jurídica de las prioridades, actividades y medios dirigidos al control y eventual erradicación de los fenómenos
delincuenciales suscitados en un territorio determinado, se convierte entonces, en el bastión jurídico-político sobre el
cual, habrán de organizarse -y accionarse- una gama de recursos, conocimientos, personal y materiales existentes, a fin
de combatir el cáncer social denominado delincuencia, en sus dos vertientes, ya sea ordinaria, o bien, organizada.
A N T O L O G Í A 7 1
“La política criminal debe ser entendida como: parte del quehacer del Gobierno, orientada a integrar, ordenar,
sistematizar, estructurar y adecuar los medios que tiene el Estado para emplearlos en la lucha contra el delito, tiene como
finalidad la justicia penal; y en su organización y estructura han de influir la extensión características y tendencias de la
criminalidad…”.
Empero, esta planeación no puede ser arbitraria, o bien, producto únicamente de lo que podríamos denominar las
tendencias jurídico-penales más modernas, sino que el diseño e implementación de una verdadera política criminal, exige
de la voluntad y férreo compromiso por parte de la autoridad gubernamental, tendiente a lograr la eficaz defensa social
de la ciudadanía, desde luego, en concordancia con la planeación del desarrollo integral del país.
Asimismo, la política criminal deberá ser congruente con nuestra Constitución Política y su ideología, a su vez, deberá
reconocer los derechos humanos y autolimitarse racionalmente mediante la propia normatividad; una adecuada política
criminal estatal mexicana, consistiría en la preparación racional de los objetivos y de los medios necesarios, a fin de
integrar un verdadero sistema de prevención, de control y de contención de la delincuencia, que sea justo y eficaz. Dicho
en otras palabras, una eficaz y legítima política criminal de estado, deberá ser fiel reflejo de las concepciones políticas y
filosóficas imperantes en nuestro país.
Es necesario puntualizar, que hoy en día resulta ser una constante a nivel mundial, que la moderna criminalidad (de
manera mucho más evidente la que podemos denominar como transnacional organizada), evidencia actualmente una
mayor resistencia frente a los medios de control implementados por parte de los gobiernos de todo el mundo, pues con
frecuencia, la delincuencia supera a todas las formas institucionales de reacción; de ahí que consideremos, que hoy en
día resulta de vital importancia, la reformulación de los tradicionales métodos y estrategias con que ha venido operando
la política criminal de nuestro país.
Respecto a este monopolio del poder represivo a favor del Estado, podemos señalar que el mismo, al justificar social y
jurídicamente la imposición de una pena o sanción al autor de una conducta penalmente considerada como delito, de
igual manera justifica la existencia de todo un sistema de planeación e implementación de estrategias en este mismo
sector penal, a fin de alcanzar ese anhelo de toda la especie humana, de conseguir una paz social justa, así como una
seguridad personal que les permita un completo desenvolvimiento y el máximo nivel de expresión de sus ideas y talentos.
Por ende, si el conglomerado social a lo largo de su devenir histórico, ha acuñado un legado común en todas sus
generaciones, consistente precisamente en una innumerable serie de categorías axiológicas, tales como ideas,
tradiciones y valores, para cuya conservación se finca y ejerce el poder punitivo del estado; luego, resulta válido afirmar
que será precisamente a través de esa potestad o ius puniendi, (consistente en una adecuada y reflexionada política
criminal), como se buscará organizar y optimizar la serie de recursos y estrategias existentes en una época determinada,
a fin de perpetuar todas estas creaciones humanas.
Podemos establecer como una de las épocas principales para el desarrollo de éstas ideas, a la Revolución Francesa, así
como al pensamiento ilustrado del siglo XVIII, en donde de forma incipiente se implementaron las ideas de que el poder
del estado debía ser controlado y limitado en su aplicación, así como que dicha ejecución del poder punitivo, debía
hacerse de forma racional y organizada, a fin de lograr los mejores resultados. De ahí que precisamente para evitar una
excesiva intromisión del poder punitivo del estado en la esfera legal de sus gobernados, se hayan creado límites legales
A N T O L O G Í A 7 2
para frenar dicha potestad represora. Son fronteras jurídicas basadas en última instancia, en la inherente dignidad del ser
humano y en la idea de justicia, los cuales se traducen en dos principios torales:
El primero, referido a que el derecho penal, sólo debe intervenir en los casos de ataques más graves o considerables a
los bienes jurídicos tutelados más importantes para el conglomerado humano, motivo por el cual se afirma que el derecho
penal tiene carácter subsidiario frente a otras ramas del derecho.
Por su parte, el segundo principio, alude en razón directa al comúnmente conocido principio de legalidad, donde se
establecen los límites a la intervención punitiva estatal, tanto al tipificar conductas legalmente consideradas como
delictivas, como al aplicar y ejecutar las sanciones previstas, mismas que deberán estar regidas por el imperio de la ley.
Su función estriba en el hecho de evitar un ejercicio arbitrario del poder punitivo estatal. Ambos principios, forman parte
de nuestra moderna política criminal de estado.
Ahora bien, en lo que respecta al fundamento legal de la actividad denominada política criminal, debemos puntualizar que
ésta se constituye como una especie del género denominado planeación estatal, cuyo sustento normativo se encuentra
en el texto del artículo 26 de nuestra Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, que ad literam establece:
“Articulo 26. El Estado organizará un sistema de planeación democrática del desarrollo nacional que imprima solidez,
dinamismo, permanencia y equidad al crecimiento de la economía para la independencia y la democratización política,
social y cultural de la nación. Los fines del proyecto nacional contenidos en esta Constitución determinaran los objetivos
de la planeación. La planeación será democrática. Mediante la participación de los diversos sectores sociales recogerá
las aspiraciones y demandas de la sociedad para incorporarlas al plan y los programas de desarrollo. Habrá un plan
nacional de desarrollo al que se sujetaran obligatoriamente los programas de la administración publica federal.
La ley facultara al ejecutivo para que establezca los procedimientos de participación y consulta popular en el sistema
nacional de planeación democrática, y los criterios para la formulación, instrumentación, control y evaluación del plan y
los programas de desarrollo. Asimismo determinara los órganos responsables del proceso de planeación y las bases
para que el ejecutivo federal coordine mediante convenios con los gobiernos de las entidades federativas e induzca y
concierte con los particulares las acciones a realizar para su elaboración y ejecución …”.
Disposición Constitucional que deberá entenderse relacionada con la hipótesis normativa 21, también de nuestra Ley
Fundamental, en sus párrafos quinto y sexto, que son del tenor literal siguiente:
“Artículo 21.- …La seguridad pública es una función a cargo de la Federación, el Distrito Federal, los estados y los
municipios, en las respectivas competencias que esta Constitución señala. La actuación de las instituciones policiales se
regirá por los principios de legalidad, eficiencia, profesionalismo y honradez.
La federación, el distrito federal, los estados y los municipios se coordinaran, en los términos que la ley señale, para
establecer un sistema nacional de seguridad publica”.
Finalmente, en tratándose de los códigos normativos secundarios de nuestro país, la herramienta jurídica denominada
política criminal, encuentra igualmente fundamento en los artículos 2º y 3º de la Ley General que establece las bases de
coordinación del Sistema Nacional de Seguridad Pública, donde se dispone:
A N T O L O G Í A 7 3
Articulo 2.- El Sistema Nacional de Seguridad Pública se integra con las instancias, instrumentos, políticas, servicios y
acciones previstos en la presente ley, tendientes a cumplir los objetivos y fines de la seguridad publica.
Articulo 3.- Conforme al articulo 21 constitucional y para los efectos de esta ley, la seguridad publica es la función a cargo
del Estado que tiene como fines salvaguardar la integridad y derechos de las personas, así como preservar las
libertades, el orden y la paz públicos.
Las autoridades competentes alcanzaran los fines de la seguridad publica mediante la prevención, persecución y sanción
de las infracciones y delitos, así como la reinserción social del delincuente y del menor infractor.
El Estado combatirá las causas que generan la comisión de delitos y conductas antisociales y desarrollará políticas,
programas y acciones para fomentar en la sociedad valores culturales y cívicos, que induzcan el respeto a la legalidad.
PRINCIPIOS RECTORES.
a) Principio de Legitimidad.
En base a este importante principio, se faculta al Estado para prevenir y reprimir el delito, mediante la creación de
diversas entidades públicas, así como a través de la creación y aplicación de planes y programas diseñados para
erradicar toda conducta criminógena. Dicha legitimación, se sustenta principalmente en la obligación por parte del
Estado, de otorgar seguridad jurídica y justicia a la población asentada en su territorio.
d) Principio de Tipicidad.
Siendo la tipicidad uno de los elementos esenciales del delito, entendida como la adecuación de una conducta concreta,
con la descripción legal formulada en abstracto por el legislador, resulta ser un presupuesto lógico, que a fin de
implementar una medida de política criminal a una conducta desplegada por un sujeto activo, el actuar desplegado por
éste, debe encuadrar sine qua non, con cada uno de los elementos que integran la descripción típica normativa llevada a
cabo por el legislador, este es el denominado Principio de Tipicidad, acorde con el principio general de derecho nullum
crimen, nullum poena sine lege, contenido éste último en la denominada Garantía de Exacta Aplicación de la Ley,
consagrada en nuestro artículo 14 Constitucional, párrafo tercero.
e) Principio de culpabilidad.
Acorde con este principio rector de la política criminal, la consecuencia de derecho que será impuesta al autor de un
delito (sanción), no deberá de rebasar el límite de culpabilidad que le fuese graduado. Esto es, la culpa debe constituirse
como el freno o frontera jurídica para esa potestad punitiva implementada a través de la política criminal.
A N T O L O G Í A 7 4
f) Principio de Prevención.
Toda política criminal planificada por el Estado Mexicano, debe ponderar en la prevención del delito, por encima de la
represión del mismo, esto, a fin de optimizar los recursos disponibles para su combate, los que indudablemente son
escasos y muy restringidos.
En efecto, a últimas fechas, no obstante de la existencia del Sistema Nacional de Seguridad Pública, la lucha contra el
crimen en nuestro país sigue siendo difusa, toda vez que tanto la Federación, como los estados y los municipios, no han
homologado sus planes de acción para su combate. Tal es el caso por ejemplo, de que tanto la delincuencia común así
como la organizada, son combatidas hoy en día a través de una gran variedad de recursos humanos y legales, que
resultan ser notoriamente disímbolos en cada ámbito de gobierno; así, podemos hablar de que existe una policía
preventiva municipal, estatal y federal, así como una policía judicial federal y policía judicial estatal, además contamos
con una policía judicial federal especializada perteneciente a la PGR/UEDO, actualmente se cuenta con la policía federal
preventiva y con el ejército mexicano; aunado a esto debemos de atender a que existen 32 códigos penales diferentes
más uno federal, de igual manera 32 legislaciones adjetivas penales más una federal, una multiplicidad de leyes
especiales federales donde se contienen variadas tipologías, un cuerpo de tratados internacionales suscritos y ratificados
por nuestro país; así como diversas circulares y disposiciones relativas; finalmente, es evidente que en México, existe
actualmente una notoria desigualdad entre el equipamiento, tecnología, adiestramiento, capacitación, disciplina, sueldos,
y aditamentos diversos pertenecientes a los cuerpos preventivo-represores federales, respecto de las corporaciones
locales o municipales; empero, en lo único en que convergen todas estas agrupaciones, es en torno a la falta de
confianza por parte de la ciudadanía respecto a sus labores, en la corrupción imperante en el seno de sus
organizaciones, así como en el ancestral y exagerado centralismo de mandos y operaciones. Por ende, claramente
podemos advertir una disfuncionalidad institucional.
Gran parte de esta actual disfuncionalidad de esfuerzos, se deriva de la ineficacia del órgano persecutor en sus dos
niveles, sin que se ignore que nuestro marco jurídico no ha sido aplicado cabalmente por parte de los funcionarios
encargados para tal efecto, o bien, que ha sido objeto de abusos por parte de sus aplicadores, principalmente en el
campo de la integración de las averiguaciones previas, lo que conlleva al decretamiento de muchas libertas y negativas
de ordenes de aprehensión por parte del órgano jurisdiccional que conoció de dichas consignaciones, y como corolario
de esta situación, se genera la impunidad y el descrédito para nuestros entes públicos encargados tanto de la
procuración como de la administración de justicia.
En efecto, no escapa del conocimiento de nadie que importantes personajes políticos y del mundo de los negocios, tales
como Oscar Espinoza Villareal, Carlos Cabal Peniche o Ángel Isidoro Martínez “El Divino”, quienes se han visto
señalados como los presuntos responsables de diversos ilícitos patrimoniales, se encuentren prácticamente exonerados
de la mayoría de las imputaciones formuladas en su contra por parte de la Representación Social de la Federación y de
la diversa del Distrito Federal, debido a la deficiente labor investigativa y pésima integración de las averiguaciones
previas, también generada por la premura y carente capacitación técnico operativa de los servidores públicos
responsables del conocimiento de tan delicados y complicados procedimientos.
A N T O L O G Í A 7 5
En el México de hace una década, todavía no existía una política criminal integral que permitiera organizar los recursos
disponibles en el territorio nacional, a fin de combatir a los entonces grupos de delincuentes asentados en nuestra
República, motivo por el cual, esta situación jurídica de desinterés o indiferencia generó una proclive situación de hecho,
para el alojamiento y creación de varias células del crimen; incluso, hoy en día podemos advertir que en nuestro país, no
existe una verdadera política de Estado en la materia, capaz de englobar bajo criterios de unidad y coordinación, los
diversos estadíos procedimentales contemplados en nuestros vigentes códigos de procedimientos penales, tanto federal
como locales; donde se contemple ampliamente, desde la prevención general del delito hasta la readaptación social
especial del delincuente.
En tratándose del ámbito del derecho penal, parece que vivimos en un círculo vicioso donde el vertiginoso aumento de la
delincuencia, trae aparejado un correlativo aumento de la dureza en la represión punitiva, donde pareciera que nos
hemos remontado a una política criminal autoritaria, de no muy grata memoria para nuestro sistema jurídico mexicano;
esto es así, toda vez que no ha existido un verdadero compromiso de estudio, análisis y reflexión, en torno a la
conveniencia de adoptar diferentes medidas jurídico-políticas de índole penal. En efecto, dada la evidente carencia de
una política criminal planificadora a corto, mediano y largo plazo, el Gobierno Mexicano se ha visto en la necesidad de
implementar de urgencia, una serie de medidas cada vez más represivas y restrictivas de los derechos humanos de los
inculpados a fin de combatir al crimen, no así para prevenirlo; como principal ejemplo, tenemos a la Ley Federal contra la
Delincuencia Organizada, cuyos matices de inconstitucionalidad y represividad son evidentes.
En este mismo orden de ideas, consideramos que si el fenómeno social de la delincuencia, es generado por una
compleja gama de factores de tipo social, económicos, demográficos, migratorios, etcétera; motivo por el cual,
pretendemos que una adecuada solución sería la de implementar, a la par de una política criminal estratégica, una
política estatal interdisciplinaria que atienda todos estos rubros de criminogénesis de la delincuencia organizada; empero,
contrarios a esta postura, hoy en día, diversas voces se han alzado a fin de propugnar por un considerable incremento a
las vigentes penas privativas de libertad establecidas por nuestro régimen legal, mediante reformas a los códigos penales
Federal y estatales, así como en algunas leyes especiales; incluso, resulta ser un actual tema de polémica la
instrumentación legal de la pena de muerte, para quienes infrinjan de manera grave el orden social establecido; lo
anterior, bajo la bandera de una mejor consolidación de la procuración de justicia a nivel nacional, así como en aras de
implementar una medida supuestamente indispensable para combatir más efectivamente a la delincuencia. Sin embargo,
consideramos que el aumento desmedido y desproporcional de las consecuencias de derecho para los infractores de la
ley penal, no representa en forma alguna, una medida de prevención general que disuada a las personas a fin de no
involucrarse en hechos constitutivos de delito; pareciera que no se ha ponderado el hecho de que lo realmente importa
no es la transformación de la normatividad vigente, sino la implementación, en el mundo fáctico, de las medidas idóneas
para contrarrestar y/o resolver los concretos problemas suscitados en la realidad.
A N T O L O G Í A 7 6
Asimismo, es bien sabido por todos que las cárceles de nuestro país, actualmente han dejado de cumplir con esa función
social de alta jerarquía, como es la de constituirse como el instrumento legal para readaptar socialmente a todos estos
delincuentes, por el contrario, se constituyen como auténticas universidades del crimen, y sin embargo, aún a pesar que
nuestras autoridades están conscientes de esta realidad social, pues suele ser una frase insustituible en los discursos
oficiales, la vigente política criminal estatal es absolutamente ineficaz como para remediar esta situación.
Aunados a los centros penitenciarios y de reclusión preventiva, existe un sistema de formación de cuadros por parte de
los propios grupos delictivos en favor de sus agremiados, situaciones de hecho que les permite el reclutamiento y
capacitación de nuevos elementos a sus filas criminales. No obstante, estimamos que existe otra vía de formación y
capacitación de cuadros criminales, a la que podríamos denominar irónicamente como la escuela oficial, misma que está
representada por los propios Institutos de Capacitación y Formación Judiciales, o bien por las diversas academias y
escuelas policiales de nuestro país. En efecto, por duro que parezca, la situación de la criminalidad, principalmente la de
tipo organizada, ha llegado a niveles tan alarmantes, que ya es del dominio popular el hecho de que muchos de los
militantes en estas mafias, son o fueron miembros de los cuerpos represivos estatales, y que incluso, recibieron
capacitación por parte del estado mexicano a fin de combatir a las organizaciones criminales en las que actualmente se
hayan inmersos, tal es el caso, por ejemplo, del precitado Amado Carrillo Fuentes “Señor de los Cielos”, o bien de
Ramón Alcides Magaña “El Metro”, quienes dentro de su larga lista curricular delincuencial, se advierte que en sus
inicios, fueron miembros de la policía judicial federal e incluso, que recibieron capacitación especial en la materia.
En este mismo talante, tenemos que las instituciones encargadas del combate a la delincuencia organizada, hoy en día
siguen padeciendo de problemas identificados con la falta de honradez y profesionalismo en el desempeño de sus
integrantes, así como de falta de coordinación, corresponsabilidad e información en todos los niveles, aunados al hecho
del ya existente binomio de impunidad-corrupción imperante en nuestro país. Al respecto, resulta ser un hecho común y
corriente para la ciudadanía, pero motivo de vergüenza y decepción para quienes prestamos nuestros servicios en las
instancias encargadas de la administración de justicia en el ámbito federal, el hecho de las pugnas y batallas campales
entre agentes judiciales del Distrito Federal con los elementos judiciales federales, o bien de los elementos preventivos
de una entidad, con los miembros de la Policía Federal Preventiva, entre muchas otras combinaciones, todo esto,
generado por la falta de coordinación y comunicación entre ambas dependencias, y en el peor de los casos, por la
corrupción y ambiciones inherentes al ser humano, al estarse prácticamente disputando el derecho de presentar a las
autoridades responsables, a un determinado grupo de delincuentes, como si se tratare de cruentas disputas entre varios
perros de caza a fin de quedarse con la presa.
De igual manera, podemos señalar que resulta ser un vicio generalizado en las personas encargadas de la elaboración
de los planes o estrategias de acción de nuestro gobierno, el hecho de que tras haber decidido adoptar determinada
medida gubernamental, ya sea de índole económica, social o de tipo criminal, realizan un enorme desplegado de
recursos humanos y económicos para publicitarla, para venderle a la población la idea de su necesidad y probada
eficacia, para que después de transcurrido un determinado período cronológico, darnos cuenta que sus resultados eran
infuncionales e incluso, contraproducentes; el mejor ejemplo que podemos señalar, precisamente relacionado con
nuestro tema, tuvo lugar apenas en el sexenio pasado, me refiero a la creación y pronta desaparición del Instituto
Nacional del Combate a las Drogas (INCD), por parte del expresidente Ernesto Zedillo Ponce de León, cuya teleología
institucional era la de la investigación, combate y erradicación del fenómeno del narcotráfico, empero, se comprobó
fehacientemente que su extitular, el General de División, Diplomado del Estado Mayor Presidencial, Jesús Gutiérrez
Rebollo -y algunos otros mandos altos y medios- se encontraba estrechamente vinculado con el Cártel del extinto Amado
Carrillo Fuentes, alias “El Señor de los Cielos”.
A N T O L O G Í A 7 7
Otras importantes vicisitudes suscitadas en nuestro país, derivadas de la falta de aplicación de una moderna política
criminal integral, es la relativa al notable engrosamiento y pesadez del aparato burocrático perteneciente a la
administración pública federal. En efecto, sostenemos que los notables beneficios de los conocidos principios de la
división del trabajo y de la especialización en el conocimiento, han sido llevados a su extremo por parte de nuestras
autoridades gubernamentales, al optar por la creación excesiva de oficinas, departamentos, comisiones especiales,
fiscalías especiales, en fin, toda una gama de subdependencias en todos los niveles de gobierno, y principalmente en el
ámbito de los Poderes Ejecutivo y Legislativo Federal, que únicamente vienen a derrochar importantes recursos técnicos,
humanos y económicos, con resultados irrelevantes, que tal y como lo hemos señalado, lejos de agilizar y/o optimizar las
estrategias y esfuerzos emprendidos por nuestras autoridades, únicamente provocan pesadez, burocracia e ineficiencia
al seno de dichas dependencias. Esto no significa de forma alguna, que estemos en contra de la creación de
subentidades o sub-dependencias al interior de otras entidades o dependencias públicas, sino que estamos en contra del
abuso, de la falta de planeación e ineficiencia en la creación de las mismas; nos oponemos a la exageración en el
empleo de estos principios de especialización y división del trabajo, que únicamente generan lentitud, ineficacia y
burocracia. Como ejemplo, podemos citar a las famosas fiscalías especiales para la investigación de algunos hechos
delictivos de naturaleza relevante, tal es el caso de la fiscalía especializada para el caso Colosio, o bien, para la
investigación del crimen del Cardenal Posadas Ocampo, las cuales, a pesar de haber transcurrido varios años desde su
creación, aún no cumplen a satisfacción de la sociedad que las sostiene con sus impuestos, sus altas encomiendas
socio-jurídicas, y si en cambio, continúan erogando importantes recursos sin un fin o utilidad palpables.
Como podemos darnos cuenta, la actual política criminal, no obstante incipiente frente a la de otros países, propugna por
detectar y eliminar cada una de éstas deficiencias.
Empero, el reto es crear de manera urgente, una nueva política criminológica, que realmente apoye a la sociedad y a la
víctima del delito, a la vez que de forma efectiva prevenga el delito y cumpla los criterios criminológicos básicos de toda
política estatal, los cuales desde nuestro particular punto de vista, me permito referir a continuación.
CRITERIOS BÁSICOS QUE DEBEN ORIENTAR UNA POLÍTICA CRIMINAL INTEGRAL EN MÉXICO.
Una vez que hemos definido el concepto política criminal, que hemos señalado sus fundamentos jurídicos y filosóficos, al
igual que los principios que estimamos son los rectores de dicha figura jurídica, así como los problemas derivados de la
falta de aplicación de la misma, debemos puntualizar los que desde nuestra particular óptica jurídica, deben ser los
criterios básicos que deberán orientar una política criminal integral en México.
Así las cosas, si dentro del género denominado “Políticas Estatales”, la política criminal constituye una especie, luego
consideramos imperiosa la necesidad por parte del estado mexicano, en sus tres niveles de gobierno, de armonizar las
políticas sociales, económicas y educativas, con la política criminal, a fin de tornarla preventiva, y no así netamente
represiva, la interdisciplinariedad e intercomunicación entre ellas, fomentarán una mejoría en la actual situación que vive
México.
Así, consideramos que una política criminal integral en México, deberá ser siempre planificada con base en los
postulados que sirven de sustento democrático a un Estado social y de derecho , sin que se pierdan de vista los
fundamentos más importantes del Derecho Internacional de los Derechos Humanos, especialmente como en el caso de
México, cuando a los valores y bienes jurídicos fundamentales de toda persona, se les ha otorgado preponderancia en el
orden jurídico constitucional. Con esto, se evitará que cualesquiera tipo de medida de control social y/o mecanismo para
dirimir conflictos de intereses en un conglomerado en específico, resulte ser atentatorio de los propios parámetros
axiológicos y normativos de una nación.
A N T O L O G Í A 7 8
En palabras del ilustre maestro Don Sergio García Ramírez: “La política criminal se convierte en capítulo de la política
social…Un país cuya política social gira en torno al respeto de los derechos de las personas y que hace esfuerzos por
satisfacer las necesidades elementales de seguridad económica, social y sanitaria, tiene por eso mismo, una política
criminal preventiva…”
Asimismo, en todo ordenamiento de tipo penal, tanto la prevención como la eventual sanción punitiva estatal, derivada
siempre de un mandato constitucional, deberá ser siempre limitada a su vez por esa misma ley fundamental, acordes con
la tradición liberal de nuestro propio Estado, sin que pasen desapercibidos los diversos dispositivos secundarios
reguladores, a fin de establecer de forma tangible e indubitable tanto para autoridad y gobernado, los límites legales
establecidos para ambas esferas jurídicas.
El Estado, mediante sus autoridades en el ámbito punitivo federal, al momento de llevar a cabo su estratificación de
objetivos y prioridades, a fin de implementar las políticas o planes de acción respectivos, deberá entonces ponderar no
sólo respecto a los beneficios sociales, educativos y laborales de una cultura de la prevención, sino también, deberá
aquilatar la necesidad de limitar al máximo sus costos, de forma que resulte menos gravosa la aplicación del derecho
penal. Sólo un modelo ius punitivo en donde se otorgue un papel protagónico a la prevención del delito, en donde el
derroche de recursos ya sean técnicos, humanos o económicos, se haga de forma responsable, honrada y eficaz, podrá
lograr una benéfica consecuencia sociológica generalizada en la conciencia de la población, traducida en la afirmación y
respeto por la juridicidad y legitimidad de un gobierno auténticamente social y democrático.
Se deben fortalecer y optimizar las áreas de inteligencia, a fin de contar con información fidedigna que optimice el
combate a los grupos delincuenciales de nuestro país. De igual manera, la capacitación y/o preparación técnico-operativa
para nuestros cuerpos preventivo-represores será siempre una garantía de confianza y legitimidad en la sociedad. Por
ello, se deberán incrementar de manera sustantiva los cursos de especialización tanto nacionales como extranjeros en
torno a tópicos selectos vinculados con el combate a la criminalidad. La presencia y participación de nuestro gobierno, a
través de las instituciones respectivas, en los foros internacionales especializados en estos temas, a fin de escuchar,
compartir y aplicar las medidas más modernas existentes, debe ser una estrategia insustituible.
Los derechos humanos que hoy en día han asumido una cada vez mayor importancia y difusión en un plano
internacional, deberán ser incorporados por parte de la autoridad gubernamental dentro de sus lineamientos generales de
política criminal, situación de hecho que en caso de verificarse en el mundo fáctico, indefectiblemente desencadenaría en
la constitucionalidad y legitimidad de la actuación pública, frente a las constantes críticas sociales. Esta apertura del
ordenamiento punitivo hacia los derechos humanos, reduce la drasticidad de la intervención penal.
A través de una adecuada política criminal de Estado, las penas que eventualmente fuesen impuestas a los responsables
de cualesquiera delito, deberán cumplir una función social que permita la reestructuración del tejido social , esto es, que
las consecuencias jurídicas de privación de la libertad que le fueren impuestas a los agentes delictivos, antes de ser
retributivas o expiatorias, deberán ser preventivas y resocializadoras. Desde mi punto de vista, tal y como lo hemos
señalado en diversos apartados, nos parecen sumamente excesivas las penas de prisión previstas por algunos
ordenamientos sustantivos penales, al respecto consideramos, será mediante la consecución de una adecuada política
criminal jurídico-preventiva, la forma ideal en como podrá proponerse a futuro la disminución de los rangos mínimos y
máximos de las sanciones previstas en dichos cuerpos de leyes.
A N T O L O G Í A 7 9
Sin duda, el sector ius punitivo en donde se requiere de una mayor ideación e implementación de políticas
gubernamentales, tendientes a rescatar y dignificar su papel dentro de la sociedad, lo es el penitenciario, debido al
carácter retribucionista que mantiene la pena, y tal y como lo hemos puntualizado con antelación, alejado de los
parámetros preventivos y resocializadores. No escapa de la atención de nadie, el hecho de que hoy en día las cárceles
de nuestro país se han convertido en un espacio privilegiado para el abuso de poder, dadas las condiciones de
vulnerabilidad en las que se encuentran los internos, esto es, el espacio público destinado para la reintegración social de
los sujetos activos de cualquier delito, se ha convertido en el espacio del abuso, de la extorsión y de la corrupción
suscitada entre la población interna y el personal administrativo de la misma; se han tornado en verdaderos cinturones de
impunidad dentro de un sistema intercomunicado de aplicación de la justicia. También, tradicionalmente se le ha
catalogado como un espacio de olvido, dada la falsa creencia social de que al ser un interno una persona que ha
lesionado al tejido social, no es merecedor de la atención y apoyo de éste núcleo humano, llegándose al absurdo de
pensar que es merecedor de una pena, aún mayor de la que proporcionalmente debiera corresponderle por el delito
cometido. Resulta claro que el estar sujeto a un proceso público del orden criminal, o bien el estar compurgando una
pena privativa de libertad por la comisión de un ilícito, no significa en forma alguna que las autoridades puedan negarle a
la persona del inculpado sus derechos reconocidos constitucional e internacionalmente. Por el contrario, sostenemos,
que aún y cuando los delitos representan un grado máximo de lesión a los bienes jurídicos tutelados del conglomerado
social, se deberán de garantizar y respetarse tales derechos públicos subjetivos inherentes a todo ser humano.
En este mismo orden de ideas, al haber estado en contacto con varios centros de reclusión preventiva y de ejecución de
penas, hemos logrado constatar que las penas privativas de la libertad no cumplen con sus funciones primordiales de
prevenir y resocializar a quien las padece. Los Centros Federales de Readaptación Social han sido durante muchos
años, las casas de descanso de los criminales y la fuente de riqueza de muchas autoridades. Además, la
desproporcionada existencia de ese tipo de penas y el uso de la detención preventiva como regla general para todo
proceso de orden público, han provocado que la actual garantía de libertad consagrada en favor de todo gobernado, este
padeciendo su peor crisis; de igual manera, a esta problemática se suma el hecho de que en la actualidad, existe un alto
número de personas privadas de su libertad, cuyos fallos jurisdiccionales definitivos se encuentran pendientes por ser
dictados, o bien, en espera de la resolución de algún medio de impugnación ya sea ordinario o extraordinario; así, el
desmesurado crecimiento de la población penitenciaria resulta ser evidente en todas las instituciones penitenciarias del
país, situación que entre otras consecuencias nocivas, es proclive del hacinamiento, así como del contacto e interacción
entre éstos miembros de la delincuencia, con el resto de la población de un centro penitenciario.
Por ende, sostenemos que únicamente basados en una adecuada planeación político criminal, se podrá lograr que la
responsabilidad de las autoridades de los centros carcelarios, deba limitarse exclusivamente a garantizar el bienestar y
readaptación social del interno privado de su libertad en dicho centro de reclusión; durante todo este tiempo, el
procesado debe gozar absolutamente de todos sus derechos, con la única limitación, desde luego, que nace de la
restricción espacial a la cual está sometido.
Estamos conscientes que para lograr estos cambios se hace necesario realizar una gama de estudios sociojurídicos e
interinstitucionales, así como la inyección de fuertes cantidades de recursos económicos, a fin de conseguir un mejor
sistema de extinción de penas, marcado por el carácter preventivo y resocializador de las mismas, y desde luego, alejado
de toda pena principal y/o accesoria establecida por el legislador de forma azarosa o caprichosa, cuyo quantum legal
exorbitante en nada garantiza la readaptación social del sentenciado. En este sentido, las directrices doctrinarias a seguir
son las propias a un derecho penal mínimo y subsidiario, un verdadero sistema acusatorio y un instrumento penitenciario
eficaz.
A N T O L O G Í A 8 0
Estimamos que no es nada nueva la idea de humanizar las consecuencias que el derecho penal le asigna al delito; ya
desde las épocas del ilustre Marqués de Beccaria, se evidenció la necesidad de flexibilizar o humanizar las penas que le
fueren impuestas al responsable de un delito. Así las cosas, propugnamos por lograr un trascendental cambio respecto
de la importancia en la aplicación de las sanciones pecuniarias (especialmente la multa) al momento de imponer en
definitiva las consecuencias de derecho por la comisión de un delito. En efecto, nos unimos a las autorizadas voces de
un importante sector de doctrinarios ius penalistas, en el sentido de considerar que la sanción pecuniaria deberá dejar de
ser una pena pública accesoria o secundaria a las de tipo privativas de libertad, para convertirse en una consecuencia de
derecho sustituta por excelencia de la clásica y actualmente excesiva pena de prisión, de la misma forma como ésta
última vino a sustituir a la pena de muerte y las penas corporales e infamantes.
Finalmente, consideramos que una nueva política criminal integral, deberá ser siempre previsora de una realidad social
dinámica y sorprendentemente mutable, por ende, deberá evitarse en lo sucesivo incurrir en el mismo y ancestral error,
que por negligencia e ignorancia se generó en la mayoría de los gobiernos de nuestro país, en el sentido de abordar el
tema de la política criminal, basados únicamente en los acostumbrados planteamientos generales de tipo jurídico-
represivos, con la mera finalidad de cubrir un requisito electoral; al contrario, la autoridad siempre deberá de enfocar sus
esfuerzos al sector de prevención del delito -ya sea en sus modalidades general o especial -.
A manera de conclusión, podemos afirmar que si la prevención-represión del delito es uno de los objetivos rectores de
toda política criminal, resulta válido afirmar que su labor no se encuentra desligada a otras ramas del conocimiento de
gran importancia, tales como la psicología, la estadística, la penología, la medicina o la criminología entre otras ramas del
saber, motivo por el cual afirmamos, que toda política estatal (no sólo de índole criminal) deberá siempre revestir matices
de interdisciplinareidad; y desde luego, basarse en un compromiso de acción y solidaridad por parte de toda la población.
Sirva el presente trabajo como un sencillo reconocimiento a todos aquellos hombres y mujeres que dedican su vida a la
incansable tarea de consolidar un México mucho más seguro y justo para todos; así como a los infatigables doctrinarios y
académicos de la materia, que con su diaria labor de educar y difundir su conocimiento a las nuevas generaciones,
perpetúan la conciencia y acción ciudadana en contra de éstos grupos criminales, con la única satisfacción de haber
colaborado en la consecución de un mejor futuro para todos.
A N T O L O G Í A 8 1
El presente trabajo se
DERECHOS HUMANOS Y RACIONALIZACIÓN DE propone hacer referencia
Ante todo, resulta importante destacar que la prevención del delito se constituye como una de las cuestiones centrales de
la criminología, no sólo desde un enfoque etiológico de la misma que pretende desentrañar las causas de la criminalidad
para actuar sobre ellas, sino también desde un enfoque sociológico o de la reacción social, al que ciertamente también le
interesa la tarea preventiva fijando la mirada en el funcionamiento del sistema penal y los procesos de criminalización;
pudiendo advertirse además la posibilidad de coexistencia de ambos enfoques de la Criminología 1.
Ahora bien, es necesario observar que la prevención del delito no puede confundirse con la noción de política criminal, ya
que, como se ha visto, ésta se refiere en verdad a la idea más amplia de estrategia o planificación de la lucha contra la
criminalidad, mientras que la prevención del delito se refiere más bien a la pretensión de evitar su ocurrencia, es decir, a
la adopción de medidas dirigidas a evitar la aparición y repetición del hecho delictivo2, claro está, sin embargo, que
prevención del delito y Política Criminal se encuentran vinculadas, como quiera que el evitar que se verifiquen conductas
delictivas en la realidad forma parte del combate contra la criminalidad, que no puede limitarse a la sola represión,
pudiendo traerse a colación aquella frase de Confucio que prescribe: Trabaja en impedir delitos para no necesitar
castigos.
De igual manera, puede constatarse que la propia represión tiene efectos preventivos, y de allí la existencia de las
denominadas teorías preventivas de la pena, bien de carácter general o especial, con lo que se muestra la cercana
interrelación de prevención y represión, pues se entiende que sancionando a quienes cometen los delitos se previene su
comisión en el futuro por parte de los mismos (prevención especial), así como por parte de los demás (prevención
general).
Resulta imperativo señalar que la prevención del delito es sin duda alguna una labor sumamente difícil, pues se trata de
un tema que no se encuentra bien definido y que enfrenta diversos problemas. En primer lugar, esto es así por la
comprensión actual de que no es posible conocer con certeza cuáles son las causas de la criminalidad, lo que ha
provocado precisamente la crítica del paradigma etiológico, surgiendo el paradigma del control social o de la definición.
En segundo lugar, y de la mano con la aparición de ese enfoque sociológico, debe observarse que se habla de
prevención del delito presentándose entonces la interrogante acerca de qué es el delito, siendo que la criminología actual
se ha liberado de las definiciones legales, yendo mucho mas allá de ellas 3. De este modo, como destaca ANIYAR DE
CASTRO, cuando se hace referencia a la prevención del delito se alude generalmente sólo a una cierta clase de delitos,
pareciendo haber un implícito consenso sobre una cierta selección de las conductas que interesaría prevenir 4.
Por su parte, la prevención del delito se encuentra atada a aquellos hechos previstos en la ley como tales, dejándose de
lado la prevención de conductas que, aunque desviadas o lesivas, no han sido tipificadas. Finalmente, otra dificultad a la
que se enfrenta la prevención del delito es la escasa capacidad de las ciencias sociales en general, y del saber
criminológico en particular, en la dirección de políticas preventivas de la criminalidad, ya que a quienes hacen tales
A N T O L O G Í A 8 2
políticas les interesa más lo particular que lo general, y más que la descripción, la prescripción, para encarar el problema
que se les plantea5.
Vistas las limitantes existentes para la prevención del delito, es necesario pasar a reseñar brevemente el papel que en
dicha tarea pueden jugar los derechos humanos así como la denominada racionalización de la política criminal.
La cuestión de los derechos humanos, como es sabido, ha cobrado gran importancia desde la segunda mitad del siglo
XX, particularmente con la suscripción de la Declaración Universal de los Derechos Humanos en 1948. Ha sido la
criminología crítica la que ha venido a incorporar esa importancia de los derechos humanos en relación con la disciplina
criminológica, partiendo de la denuncia que se ha hecho de la violencia con que funciona el sistema penal en su
conjunto, destacando así su deslegitimación y mostrando que en la realidad, más que proteger los derechos humanos,
los ha venido violando sistemáticamente, pretendiéndose incluso validarlo científicamente.
De esta forma, existe un cierto consenso en la criminología actual respecto al desconocimiento de los derechos Humanos
por parte del sistema penal, lo que sucede en la realidad de múltiples maneras y que se constata, por ejemplo, en el
drama carcelario, que es apenas uno de los ámbitos en que son violados tales derechos y en general la dignidad de la
persona humana6.
En este sentido, debe afirmarse que el fenómeno delictivo no puede ser prevenido violándose los Derechos Humanos,
sino que más bien es necesario su respeto y tutela para contribuir en dicha labor de prevención. En esto hace énfasis
una de las orientaciones criminológicas más importantes en la actualidad, como lo es el denominado derecho penal
mínimo o minimalismo penal, especialmente en la concepción que del mismo propugnan BARATTA en Europa y
ZAFFARONI en América Latina. Esta tendencia, según el primero de los autores señalados, se basa en la maximización
del sistema de garantías legales, colocando a los Derechos Humanos como objeto y limite de la intervención penal 7.
Es necesario, entonces, postular la salvaguardia de los Derechos Humanos para contener la violencia punitiva y la
violencia del delito, puesto que cuando tales derechos resultan infringidos se crean más conflictos y menos tolerancia,
deseos de venganza y no de justicia, lo cual contribuye a la proliferación de conductas criminales.
Muy vinculada con el tema de los Derechos Humanos y su capacidad de contribuir a la prevención del delito, se
encuentra la llamada racionalización de la política criminal. Y es que, en efecto, la política criminal puede optar por
legitimar la violencia penal y el irrespeto de los Derechos Humanos o por denunciar esa situación y fijar lineamientos y
directrices a las que habrá de acogerse la actividad del poder penal en su combate contra la criminalidad de manera
racional. La política criminal, según aquí se entiende la cuestión, debe acoger la segunda de las opciones; de esta forma
debe servir a la contención de la violencia y no a su reproducción, no pudiendo convertirse en un mero instrumento para
calmar la histeria punitiva de la sociedad.
Cuando se habla de racionalización de la política criminal se quiere aludir a que ésta debe someterse a pautas racionales
en la lucha contra el delito, es decir, que en ella no puede haber cabida a la arbitrariedad y la incertidumbre de los
coasociados frente a la estrategia del Estado ante el fenómeno delictivo, de modo que no puede justificarse de ninguna
forma el recurso a una especie de Derecho penal del enemigo, como el que sugiere JAKOBS 8, o sustentado en una
ideología de guerra, como el que rechaza acertadamente ZAFFARONI 9, para lograr resultados y pretender eficacia, a
costa de la reducción de la seguridad y las garantías jurídicas que se han instaurado a favor de los ciudadanos.
A N T O L O G Í A 8 3
La política criminal, entonces, también debe respetar los Derechos Humanos si quiere tildársele de racional, por lo cual
se ha afirmado que las estrategias políticocriminales tienen que pasar por necesidad por el cedazo de esos derechos, sin
que este criterio de justicia pueda quedar suplantado en aras de razones pragmáticas o utilitaristas 10. No pueden
sacrificarse los derechos fundamentales de las personas para mostrar una imagen de éxito ante la delincuencia.
Así pues, la política criminal debe ser consciente del importante rol que está llamada a cumplir, advirtiendo que su
racionalización ha de implicar el que la misma tenga presente su inserción en la política social, ya que el fenómeno
delictivo se encuentra estrechamente relacionado precisamente con la cuestión social. En definitiva, si quiere constituirse
en instrumento para la prevención del delito, la política criminal debe dejar de ser, como lo ha sido durante mucho tiempo,
exclusivamente pasional y nada razonada .11
Pretendiendo llegar a alguna conclusión, es necesario advertir que para prevenir el delito, en cualquier caso, debe
subrayarse que no existe una fórmula mágica y que, además, se trata de un problema social complejo, es decir, en el que
intervienen diversos factores.
No obstante, en esta breve disertación se considera que tanto el respeto y promoción de los Derechos Humanos como
dotar de racionalidad a la política criminal pueden ser vistos como instrumentos para la prevención de los hechos
delictivos. Especialmente importante resulta concluir que la prevención ha de prevalecer ante la represión ya que, como
es sabido, el recurso penal no es más que el ejercicio institucional de la violencia, por lo que debe preferirse, antes que el
castigo, la prevención de las conductas que sean verdaderamente lesivas de los bienes y necesidades más
fundamentales de la persona humana, con el respeto de las garantías propias de un sistema jurídico en el que predomine
la seguridad jurídica.
Para finalizar este análisis, resulta pertinente traer a colación lo dicho por Rosa del Olmo, recordada criminóloga
venezolana, para quien:
No se puede prevenir lo que no se conoce, o lo que se conoce de una manera deformada, parcializada y desconectada
de la realidad donde surge 12
NOTAS:
1 ELBERT, Carlos. Manual básico de Criminología. Pág. 156. Editorial Universitaria de Buenos Aires. Buenos Aires, Argentina. 1998.
2 GABALDON, Luis Gerardo. Control social y Criminología. Pág. 161. Editorial Jurídica Venezolana. Caracas, Venezuela. 1987.
3 Al respecto, ha llegado a proclamarse que el delito no existe. Así lo sostiene CHRISTIE, Nils. El Derecho penal y la sociedad civil.
Peligros de la sobrecriminalización. En XX Jornadas Internacionales de Derecho penal. Pág 45. Universidad Externado de Colombia.
Santa Fe de Bogotá, Colombia. 1998.
4 ANIYAR DE CASTRO, Lolita. Democracia y Justicia Penal. Pág. 189. Ediciones del Congreso de la República. Caracas, Venezuela.
1992.
5 En cuanto a esto puede verse el excelente trabajo, cuyo título es indicativo de la cuestión, de MOORE, Mark H. The limits of social
science in guiding policy. Pág. 34. En: Criminology & Public Policy. Volume 2 Number 1. American Society of Criminology. Ohio, EEUU.
2002.
6 Por eso se ha dicho que la lucha contra la criminalidad ha significado siempre una puerta abierta a la trasgresión y desconocimiento de
los derechos fundamentales. Así, CUELLAR, Roberto. Seguridad y Derechos Humanos: Un desafío al Derecho Constitucional. En Derecho
público a comienzos del siglo XXI. Estudios en Homenaje al profesor Allan R. Brewer Carias. Civitas Ediciones. Madrid, España. 2003.
7 Así lo sostiene BARATTA, citado en ELBERT, Carlos Alberto. Op. cit., pág. 120. Una exposición de la propuesta de Baratta puede verse
también en MARTÍNEZ SÁNCHEZ, Mauricio. ¿Qué pasa en la Criminología moderna?. Pág 35. Editorial Temis. Santa Fe de Bogotá,
Colombia. 1990.
8 En JAKOBS, Günther. La ciencia del Derecho penal ante las exigencias del presente. Pág. 29. Universidad Externado de Colombia.
Santa Fe de Bogotá, Colombia. 2000.
9 ZAFFARONI, Eugenio Raúl. Hacia un realismo jurídico penal marginal. Pág. 133. Monte Ávila Editores. Caracas, Venezuela. 1993.
A N T O L O G Í A 8 4
10 SERRANO-PIEDECASAS, José Ramón. El conocimiento científico del Derecho Penal. En NIETO MARTÍN, Adán (Coordinador).
Homenaje al Dr. Marino Barbero Santos. In Memoriam. Volumen I. Ediciones de la Universidad de Castilla-La Mancha y Ediciones de la
Universidad de Salamanca. Cuenca, España. 2001.
11 SZABÓ, Denis. Criminología y Política en materia criminal. Pág. 212. Siglo Veintiuno Editores. Ciudad de México, México. 1980.
12 DEL OLMO, Rosa. Ruptura Criminológica. Pág. 163. Universidad Central de Venezuela. Caracas, Venezuela. 1979.
A N T O L O G Í A 8 5
Cuando la polis griega se fragmenta en grupos particulares provistos de privadas ambiciones y concepciones sobre cómo
administrar la cosa pública, en el devenir de los tiempos, surgen los intereses políticos partidarios que en no pocos casos
se traducen en la manera “preocupada” de pensar en cómo repartirse la torta estatal llena generalmente de presupuesto
y dinero, en mayor o menor medida, de acuerdo al tamaño y recursos de los respectivos países que albergan a las
actuales repúblicas y monarquías constitucionales.
En la época contemporánea, por cierto descrédito en que ha caído lo político partidario, se ha llegado a reducir toda
expresión política como sinónimo de ambición desmedida de poder y, en consecuencia, de lucha desleal entre las
diversas agrupaciones político partidarias. No en vano, el “vale todo” y la asquerosidad de las intrigas han terminado por
erosionar enormemente la función y la finalidad de la política, en el contexto de las democracias representativas y del
estado de derecho.
En ese sentido, por ejemplo, cuando los ex gobernantes cuestionados por corrupción son denunciados penalmente se
esgrime la tesis de la persecución política para precisamente frenar todo intento de ser sometidos a proceso, cuando lo
correcto estriba en permitir que se esclarezcan los hechos mediante el apersonamiento y defensa en la respectiva
instancia judicial. Pero lo correcto e incorrecto suelen desaparecer fulminados por el relativismo propio de los intereses
político partidarios distorsionados a la vez por las imágenes de los únicos caudillos o “líderes natos”, supuestamente
insustituibles de generación en generación.
En consecuencia, hay delitos que, mereciendo ser encausados, no lo son, pese a que merecen terminar en proceso con
sentencia o resolución final pertinente, y, por el contrario, hay hechos denunciados que, no constituyendo delitos, son
encausados debido a que los agentes de la actividad político partidaria pusieron su mayor o menor celo y preocupación
en los mismos, respectivamente, por lo general gracias a la orden y mandato del caudillo y de su cúpula privilegiada que
lo sustenta y aísla en el poder.
En esa visión, el derecho penal y con ello el delito, tienen un presente triste y oscuro explicado por los intereses
fragmentados de lo político partidario. Pero, a su vez, se vislumbra un glorioso porvenir cuando, tras desnudarse la
verdad de las cosas al respecto, la política retorne a su cauce natural y sea nuevamente una actividad dirigida ante todo
y por todo al bien común.
Eso significa cambiar el actual desenvolvimiento de la política, reconociendo su carácter matriz respecto a lo jurídico. Y
es que el pretendido divorcio entre el derecho y la política implica estar en la ignorancia más lamentable que pueda haber
porque el primero surge de la segunda para regular y ordenar la vida de la comunidad, considerando objetivos públicos
nobles y justos. Ese momento algún día vendrá y caerá por su propio peso por la superación del egoísmo y la ambición
desenfrenada. Y la luz del sol de la justicia alumbrará a todos, absolutamente a todos por igual.
4
UNIDAD
A N T O L O G Í A 8 6
4. LA SÍNTESIS CRIMINOLÓGICA
Victimología y Victimología Femenina. Las
Carencias del Sistema
La Sociología Criminal
Psicología Criminal
Antropología Criminal
A N T O L O G Í A 8 7
¿Qué es la Victimología?
VICTIMOLOGÍA Y VICTIMOLOGÍA FEMENINA: La conciencia histórica de la
humanidad inicia su andadura
LAS CARENCIAS DEL SISTEMA irremediablemente a partir del
delito. Desde la sangre que derrama Caín, el crimen no ha cesado y los catálogos de conductas prohibidas no sólo no
disminuyen sino que las leyes encargadas de relacionarlas se cuentan por millones en el planeta (NEUMAN,
Victimología, pág. 17).
El crimen acompaña a la historia del hombre. El delito es un fenómeno psicológico, social y político, además de jurídico.
Pese a ello, hasta LOMBROSO (médico de cárceles y antropólogo) el análisis del fenómeno delictivo había dejado al
margen al delincuente en su esencia humana, cargado de emociones y motivaciones racionales e irracionales, de
vivencias e inmerso en un marco económico, social y cultural que casi siempre lo determina. "LOMBROSO y sus
seguidores de la escuela positiva italiana vendrán a decir en esencia que el delincuente y el ser humano objeto de
investigación, forman parte indisoluble del plano penal" (NEUMAN, Victimología, pág. 21.) En este marco, la Victimología
destaca, como tercer plano e indisolublemente unido a los anteriores, el estudio de la víctima.
En este sentido, según la definición dada en el Primer Simposio sobre Victimología celebrado en Jerusalén, Israel, del 2
al 6 de septiembre de 1973, la Victimología es el estudio científico de las víctimas del delito o, como diría GULOTTA, es
"la disciplina que tiene por objeto el estudio de la víctima de un delito, de su personalidad, de sus características
biológicas, psicológicas, morales, sociales y culturales, de sus relaciones con el delincuente y del papel que ha
desempeñado en la génesis del delito".
Más aún, en los últimos años se observa cada vez con mayor transparencia cómo el "delito", como conducta jurídico-
penalmente prohibida, es de carácter contingente. Es decir, cada sociedad tiene sus "delitos" que, además, como
producto histórico que son, van evolucionando en cantidad y calidad a través del tiempo. Por ello, se dan casos de
conductas admitidas socialmente que no sólo no son constitutivas de delito, sino que incluso están valoradas socialmente
y que, sin embargo, sitúan a determinadas personas en una situación "de sufrir un perjuicio", característica ésta última,
configuradora de la situación de la víctima.
Históricamente, los primeros análisis y estudios de carácter victimológico se centraron en el análisis de la víctima en
relación con la comisión del delito, a partir del binomio Mendelshoniano de la pareja penal: delincuente-víctima. Esta
última, para aquellos primeros autores juega un papel, a veces involuntariamente activo, en la comisión del delito o, por
decirlo de otra forma, la víctima es parte integrante y no siempre "inocente", en sentido moral, del fenómeno criminal. Así
mismo, parece descubrirse desde un primer momento una serie de personas "propensas" a ser víctimas y, lo que es más
importante, parece que empieza a vislumbrarse que, incluso con mayor importancia que con respecto al delincuente, es
el propio orden social, la propia sociedad la que en muchas ocasiones determina la condición de víctima.
En estos primeros estudios tal vez por influencia de la criminología, con cuyos inicios en esta primera etapa se puede ver
un cierto paralelismo, se observa un intento de clasificar las víctimas según su participación en el delito, desde la
perspectiva de la interacción víctima-delincuente.
A N T O L O G Í A 8 8
A partir de los años 60, años de grandes convulsiones y cambios sociales, los entonces recientes estudios teóricos
victimológicos sufren un enorme impulso y se percibe un creciente y progresivo interés por las víctimas, que va
acompañado, según SANGRADOR, por tres circunstancias:
1. La psicología social que crea los marcos teóricos adecuados para el desarrollo de la ciencia victimológica.
2. El interés por la víctima que se despierta en EE.UU. a partir del asesinato de Kitty Genovese, atacada en la
puerta de su casa por un individuo, que tardó treinta minutos en consumar el asesinato, sin que ningún vecino
la ayudara o llamara a la policía. Se inician, así mismo, las denominadas "Encuestas nacionales de
Victimización" (la primera se realiza en EE.UU. en 1967).
3. El fuerte movimiento feminista de estos años que exige una mayor atención contra la violencia dirigida
específicamente contra la mujer y que dirige fuertes críticas al enfoque etiológico de la victimología, y contra el
concepto de victim precipitation (víctima provocadora) utilizado por Marvin Wolfgang.
Como subraya García-Pablos, el derecho penal tradicional no se ocupa de las víctimas, hasta el punto de que se ha
dicho, no sin cierta crudeza, que en un supuesto de homicidio, la opinión pública exige la reacción jurídico penal, pero la
víctima no plantea problema alguno, basta con enterrarla. De ser un personaje importante, un factor importante en la
respuesta penal al delito en las sociedades más primitivas, la víctima pasa a desarrollar un rol accesorio (SANGRADOR,
"La Victimología y el sistema jurídico penal", pág. 68) limitado o a ser testigo del fiscal, figura que progresivamente asume
la función de la víctima, o a su eventual negativa a cooperar con el sistema.
Esta neutralización de la víctima es algo connatural a la propia existencia del derecho penal, del ius puniendi, en base al
cual los miembros de una sociedad renuncian a la venganza privada y ceden en manos del estado la protección de la
sociedad frente a la delincuencia. Con anterioridad al siglo XVIII, el castigo de los actos criminales se llevaba a cabo
mediante la venganza privada. Pero a partir de la formulación de la Ley del Talión se inicia un proceso llamado a
restringir y poner coto a la crueldad que podría suponer el resarcimiento de la víctima o sus familiares y que culmina con
la actual situación de exclusión absoluta de la víctima de la respuesta social al delito, por medio de la imposición de la
pena y, como consecuencia indirecta, de todo el sistema penal.
A partir del momento en que el estado monopoliza la reacción penal, es decir, desde que se prohíbe a la víctima castigar
las lesiones de sus intereses, el papel de las mismas se va difuminado hasta desaparecer. Incluso instituciones tan
obvias como la legítima defensa aparecen hoy minuciosamente regladas: la víctima de un ataque antijurídico puede
defenderse -en ocasiones con grave daño de su agresor- pero la ley impone el respeto de estrictos límites (LANDROVE
DIAZ, Victimología, págs. 23 y 24).
No se puede olvidar, sin embargo, lo que parece que de momento es la última fase de este proceso histórico donde,
como destaca la doctrina, en las últimas décadas esta focalización hacia la figura del delincuente se está desdibujando y
las víctimas de los delitos y, especialmente de los delitos violentos, están empezando ser objeto de atención por el
legislador en la configuración de la respuesta penal.
A N T O L O G Í A 8 9
Ahora bien, a los efectos que nos interesan creo que es necesario resaltar que el objetivo de los estudios victimológicos
es, generalmente, la víctima del delito. En este sentido cabe distinguir entre lo que podríamos denominar "victimización
derivada del delito", es decir, aquel proceso por el que a una persona se le convierte en víctima de una conducta
tipificada por el ordenamiento jurídico como delito, de las que se podrían denominar "victimización no derivada del delito
y victimización social".
Me explico: existen multitud de conductas socialmente admitidas y jurídicamente permitidas que presuponen la
desigualdad entre hombre y mujer, la superioridad de aquél sobre ésta y que, además, comportan o conllevan
actuaciones que atentan incluso gravemente contra bienes jurídicos importantes, de forma que si tal conducta afectará a
un hombre, estaría fuertemente desvalorada, bien social, bien jurídicamente.
En estos supuestos, a la mujer se la coloca en la condición de víctima, pues se lesionan bienes jurídicos importantes
suyos y se la ocasiona un grave perjuicio, cuanto menos comparativo. Pero en la medida en que tales conductas no
están jurídica y penalmente desvaloradas no se puede hablar de "víctima" desde un punto de vista jurídico penal -o mejor
dicho, desde un punto de vista "victimológico"- pues aquí la conducta que crea la victimización no es un delito. Más bien
al contrario, los victimizadores actúan cumpliendo las normas del rol social que desempeñan. En este caso, incluso
existen supuestos donde lo que "está bien" es colocar a la víctima en ese lugar y son las propias instituciones las que
colaboran al mantenimiento de esa injusta -desde un punto de vista material- situación. En este sentido, es plenamente
válida aquella observación según la cual "lo injusto no es siempre lo ilegal".
No sólo las mujeres pueden sufrir esta clase de victimización. En general, los miembros de los grupos marginados social
y económicamente suelen ser objeto, si no de conductas individuales directamente victimizantes, si de una situación
social de injusticia que supone una situación de sometimiento o de supresión de derechos como consecuencia de la
permisibilidad de la sociedad con determinadas conductas atentatorias contra los más básicos derechos humanos, como
pudieran ser la dignidad de la persona, etc.
En este sentido creo que se puede distinguir entre la victimización no derivada del delito, generalmente fundamentada en
una situación de victimización social, de la propia "victimización social" realizada por el abuso injusto e insolidario de la
prepotencia económica y social frente a grupos marginados o especialmente débiles.
Pero, incluso, con respecto a la víctima femenina, cuando estas conductas se encuentran tipificadas (malos tratos,
estupros) son escasísimos los padres o maridos condenados por estos delitos "debido entre otras razones a la
indefensión de su víctima y a unas legislaciones muy conservadoras y en cierto sentido, machistas" (SANGRADOR, "La
Victimología y el sistema jurídico penal", pág. 66) que refuerzan o mantienen la idea de que el ámbito familiar es coto
privado del Pater Familias.
Una de las formas más comunes de victimización social es la que sufre la mujer desde tiempo inmemorial formando parte
estructural de la mayoría de las culturas. Toda un gama de rituales, costumbres, símbolos, palabras, nos demuestra a
qué grado de victimización se llega en las distintas culturas.
Sin embargo, se ha destacado con frecuencia una cierta ambivalencia respecto a la figura femenina; a pesar de ser
victimizada, a su vez se ve venerada y protegida, aunque bien es cierto, que en la medida en que se somete a su
situación de víctima y acepta su propia victimización.
A N T O L O G Í A 9 0
En cuanto a la situación de la mujer como víctima, tanto social como jurídico-penalmente hablando, se pueden describir
algunos grupos de víctimas diferenciados, cuyo análisis asumimos brevemente a continuación:
1. Como formas comunes de victimización primaria en la mujer se encuentran la violación, los golpes, raptos,
atentados al pudor e incesto (RODRÍGUEZ MANZANERA, Victimología, pág. 192 y 187 y ss). En la mayoría de
los casos, las víctimas quedan con secuelas psicológicas, modifican sus rutinas diarias, afirman que han
cambiado de domicilio y padecen sueños en relación con lo sufrido. Además, tendrán que soportar la
denominada victimización secundaria solventar los gastos del juicio, ya que si no es así, generalmente no
prospera, y soportar a los periodistas y a medios de difusión.
2. Mujeres que sufren victimización por pertenecer a grupos específicos o por formar parte de un determinado
núcleo de población. En estos supuestos a su condición de marginado social, se une su condición de mujer lo
que incrementa las posibilidades de ser víctima del primer grupo. En este grupo algunos autores sobre estudios
referidos a otras sociedades (básicamente EEUU o México) incluyen sirvientas, razas marginadas, etc., se
incluye aquí también otro grupo milenariamente victimizado, el de las prostitutas, grupo que es estigmatizado
por la sociedad y que tradicionalmente viene conformando una gran subcultura, muy cercano generalmente a
grupos de alto riesgo en la comisión de delitos. Dentro de ésta se encuentran involucradas muchas personas
con muy distintos intereses. Por un lado los proxenetas, que facilitan, organizan, "defienden" y, por supuesto,
victimizan a la prostituta. Actualmente este negocio no solo no ha decaído, sino que constituye una gran
preocupación a nivel internacional la denominada "trata de blancas".
3. Madres maltratadas. Este grupo puede generar hijas que las desprecian e infravaloran, consideran a su madre
una mujer insegura, inmadura y se separan emocionalmente de ellas, perdiendo las madres autoridad y
respetabilidad. Se acepta culturalmente una cadena violenta en la que el padre golpea a su pareja, la madre a
los hijos y los hijos entre ellos, respondiendo a patrones parentales negativos que se transmiten a veces de
forma simbólica por medio de actitudes de rechazo, de indiferencia y otros pequeños actos cotidianos.
4. Mujeres seniles.
5. Mujeres trabajadoras. Las mujeres pueden ser víctimas en su propio trabajo, bien a través del acoso sexual o
bien por medio de la discriminación laboral. La formas más habituales de acoso laboral son la mirada constante
y atrevida, el manoseo, apretones o pellizcos, intimaciones sexuales, proposiciones etc. En cuanto a la otra
faceta (discriminación laboral), las mujeres realizan los trabajos más ínfimos en relación con el varón y pese a
que trabaja dos terceras partes de las horas laborales de todo el mundo, sólo gana una décima parte de los
ingresos mundiales (RODRÍGUEZ MANZANERA, Victimología, pág. 196).
Para concienciar y tratar de evitar estos supuestos de victimización no delictiva sino social, con rango de recomendación
(es decir, los estados no tienen la "obligación" de cumplirlo, en el Parlamento Europeo se ha aprobado un Código de
conducta sobre las medidas para combatir el acoso sexual, bajo el título "Protección de la dignidad de la mujer y el
hombre en el trabajo". Esta iniciativa ha de ser valorada positivamente, porque supone el primer paso para reconocer
como antijurídica las conductas de acoso sexual en el trabajo. Ahora bien, como contrapartida "se olvida que el acoso
sexual constituye desgraciadamente una actitud global y cotidiana en todos los ámbitos y por ello, desde las instituciones
se debería entender que su superación no puede hacerse por partes, lo que debería implicar acciones más amplias que
abarcan los niveles educativos, medios de comunicación (Comentarios al Código de Conducta sobre las medidas para
combatir el acoso sexual del Grupo por la Izquierda Unitaria Europea en el Parlamento Europeo). Este código hace
A N T O L O G Í A 9 1
hincapié en que la principal característica del acoso sexual es que viola el derecho a la libertad, en la medida en que bajo
cualquier acto de acoso sexual, se puede adivinar una situación de abuso de poder.
Según PÉREZ DEL RÍO, se ha comprobado estadísticamente que las víctimas más frecuentes del acoso sexual en el
trabajo son mujeres jóvenes que acaban de conseguir su primer empleo, mujeres solas con responsabilidades familiares
(madres soltera, separadas, etc.), o mujeres que acceden por primera vez a sectores profesionales o categorías
tradicionalmente masculinas, en las que las mujeres se encuentran infrarrepresentadas.
Pues bien, esta separación y olvido de la que aquí hemos denominado víctima no derivada de delito o social, por parte de
la victimología, me parece un peligroso camino. En este sentido ya se ha pronunciado la doctrina al entender que "la
ciencia victimológica debería tratar no sólo con víctimas del delito sino con todo tipo de víctimas, al igual que la medicina
se ocupa de las distintas enfermedades..." (SANGRADOR, "La Victimología y el sistema jurídico penal", pág. 63). Y en
nuestro país, constituido como Estado Social y Democrático de derecho, donde nuestra Carta Magna establece el
principio de igualdad o dignidad de la persona, la victimología, junto a la política criminal debe servir como impulsor de un
sistema de cobertura y para denunciar aquellos casos de víctimas no jurídicas, pero que deberían de serlo.
En este sentido parece que se ha llegado a un consenso generalizado sobre "que la política criminal oficial tiene por
misión no solamente ni principalmente infligir al delincuente una sanción apropiada para restablecer el orden jurídico
violado, sino también y ante todo, lograr que la víctima se beneficie de la seguridad ofrecida por las disposiciones
sociales y estatales, hoy el llegar a ser víctima no se considera un incidente individual sino un problema de política social,
un problema de derechos fundamentales (BERISTAIN IPIÑA, De leyes penales y de Dios legislador, pág. 220).
En el ámbito de la víctima femenina, cabe destacar, frente a otras formas de victimización, la relación existente entre el
agresor y la víctima (fenómeno de simbiosis).
En esta relación ciertamente tiene un importante papel las concepciones y roles sociales sexistas, donde la conciencia de
la superioridad del hombre y los comportamientos agresivos son dos caras de la misma moneda.
Ciertamente que en los últimos años ha ido en aumento la sensibilización de la sociedad en la protección de los
colectivos que han sufrido con especial intensidad las dosis de violencia inserta en el cuerpo social, siendo uno de sus
más tristes escenarios el del grupo familiar.
Si hace unos años el ámbito familiar era coto privado del pater familias y la mujer estaba sometida a su poder y
protección, hoy se hacen públicas las alarmantes informaciones relativas a la proliferación de violencias y agresiones
físicas en el seno de la familia. Sin embargo, incluso hoy en día se mantienen en estos ámbitos importantes déficits de
ejecución, consecuencia, bien del temor de la víctima a sufrir males mayores como represalia, lo que refuerza aún más la
supremacía del agresor o bien a la falta de una respuesta asistencial y penal adecuada a situaciones o hechos quizá de
poca entidad aisladamente considerados, pero cuya producción continuada entre personas que habitan bajo u mismo
techo reclama una especial atención del legislador.
Y la Victimología femenina
Llegado a este punto permítanme que me detenga un instante y recapitulemos sobre qué conclusiones con respecto a la
mujer cómo víctima se pueden extraer de lo hasta ahora dicho:
Se puede encontrar un paralelismo importante entre la evolución de los estudios sobre delincuencia femenina y sobre
victimología femenina. En ambos casos los estudios teóricos, (si bien esto se constata especialmente en los estudios
A N T O L O G Í A 9 2
sobre delincuencia) llevan décadas de retraso respecto a los realizados sobre el mismo fenómeno, pero con varones. En
este sentido hay que denunciar como se siguen aplicando esquemas y metodologías totalmente abandonadas del ámbito
científico:
Por ejemplo, para el análisis de la delincuencia masculina, a nadie se ocurre insistir hoy en día en categorías etiológico-
lombrosianas, como pudieran ser el "violador" o el "delincuente nato", ni intentar descubrir en factores biológicos o
genéticos unas características comunes entre los "asesinos", los "parricidas" o los "apropiadores ilegítimos de vehículos
de motor". A cualquiera, incluso a los no expertos, eso resultaría ridículo. Pues bien, estas categorías que ya han sido
abandonadas cuando del análisis y estudio criminológico de la delincuencia masculina se trata, se siguen aplicando, casi
con exclusividad al análisis criminológico de la delincuencia femenina. Y parece que sólo interesa saber si la mujer
delincuente es un espécimen distinto de mujer y qué hormonas nos convierten en ladronas o asesinas. No se sabe muy
bien si con la intención de contrarrestar farmacológicamente tales efectos hormonales o porque en un mundo de varones
algunos contemplan todavía sobresaltados cómo la mujer está llegando cada vez con mayor decisión a todos los lugares
públicos, incluso a las cárceles y siguen aferrados a la Lombrosiana idea de que la mujer como semiimputable, solo
cuando es biológicamente perversa puede tener ideas sobre las que responsabilizarse o ser delincuente.
Este pesado lastre se percibe aún con indignación, cuando se observa cualquier manual de victimología. Y digo que con
indignación, porque si bien la mujer delincuente es estadísticamente todavía poco representativa, la víctima femenina
arrasa. O por decirlo más gráficamente, desde un punto de vista estadístico, la víctima es mayoritariamente femenina.
Por eso, el hecho de que aún no se hayan abandonado definitivamente por algunos autores categorías tales como "la
víctima provocadora", "la pareja penal", "la víctima inocente", etc., ideas, todas ellas en las que late un claro contenido
moralizante, en el sentido más castrante del término, me parece, cuando menos, insultante.
Por otro lado, se puede afirmar también que los estudios victimológicos, tal como se plantean desde la mayor parte de la
doctrina, sobre víctimas femeninas son infecundos y parciales, puesto que solo tienen por objeto las víctimas del delito,
mientras que las mujeres, como hemos destacado, son víctimas de muchas conductas agresivas que no se consideran
delito. Y cuando las conductas sí se considera delito, la inutilidad de las instituciones penales es tan absoluta, que quizá
lo mejor es no acudir a ellas, con lo cual, al no ser denunciados los hechos, no entramos en el circuito de "lo penal" y la
víctima quedará también al margen de los estudios oficiales.
Finalmente, desearía recalcar la idea de que cuando la mujer es víctima de un delito contra la libertad sexual, o en el
seno del ámbito familiar y, en general, en atentados contra su dignidad como persona y como mujer, las instituciones
penales fracasan de forma estrepitosa y se muestran incapaces, primero, para resolver el conflicto social que late en el
fondo y, segundo, para dar satisfacción a la víctima y castigo al delincuente.
Estos graves déficits de ejecución convierten al Derecho Penal en un arma arrojadiza y de desprestigio en manos del
estado, primero, porque al no poder resolver aquellos conflictos para cuya resolución ha sido creada la norma, provoca la
incredulidad generalizada en el sistema y, segundo, porque pone de manifiesto lo que pretende ocultar: graves
desigualdades materiales y deficiencias asistenciales directamente achacables al estado y a la administración.
Por victimización primaria se tiende a entender la derivada de haber padecido un delito, que cuando va acompañado de
violencia o experiencia personal con el autor suele ir acompañado de efectos que se mantienen en el tiempo y pueden
A N T O L O G Í A 9 3
ser físicos, psíquicos, económicos o de rechazo social. La víctima de un delito no solo ha de enfrentarse con los
perjuicios derivados de la lesión o puesta en peligro del bien jurídico protegido que conlleva el delito, sino que en muchos
casos, acompañando a éste, se producen otra serie de efectos que inciden en la gravedad material del daño o perjuicio
producido.
Frente a ella, distinguen los autores lo que denominan victimización secundaria, que sería aquella que se deriva de las
relaciones de la víctima con el sistema jurídico penal. Consecuentemente, la victimización secundaria se considera aún
más negativa que la primaria porque es el propio sistema el que victimiza a quién se dirige a él pidiendo justicia y porque
afecta al prestigio del propio sistema (LANDROVE DÍAZ, Victimología, pág. 44). Con la policía, la víctima a menudo
experimenta el sentimiento de estar perdiendo el tiempo y el dinero, o de ser incomprendidas, etc. A veces los
interrogatorios de la defensa se orientan a tergiversar su intervención en los hechos, caso por ejemplo, del abogado que
intenta hacer confesar a la víctima de una violación que el acceso carnal fue realizado si no con su consentimiento, si
consecuencia de su "provocación", o recurriendo a argumentos como el de "la hora es impropia para que una mujer
decente esté en la calle", etc.
Además se ha confirmado cómo la indumentaria, el aspecto, y la conducta de la víctima, así como su edad, raza o sexo
influyen de forma importante en los jueces a la hora de dictar sentencia (SANGRADOR, "La Victimología y el sistema
jurídico penal", pág. 82). Por todo ello, el Comité de Ministros del Consejo de Europa aprobó el 28 de junio de 1985, una
serie de recomendaciones encaminadas a mejorar la situación de la víctima en el derecho y proceso penal y requiere de
los estados miembros, entre otras, las siguientes medidas:
- Cuando la víctima de un delito se dirige a la policía debe ser tratada de tal forma que no sufra ningún
daño psíquico adicional.
- Se le deben indicar las posibilidades de recibir en instituciones públicas o privadas ayudas
materiales, médicas y psicológicas;
- Se le debe informar sobre sus derechos de reparación contra el delincuente y, en su caso, contra el
Estado.
- A lo largo del procedimiento, la víctima debe ser interrogada de forma cuidadosa y considerada, sin
que en modo alguno se pueda lesionar su honorabilidad.
- Los niños solo podrán ser interrogados en presencia de sus padres, tutores o guardadores".
Hoy, ante esta situación de fracaso de las instituciones estatales en lo referente a la asistencia a las víctimas de delitos
se advierte una corriente francamente innovadora que lleva a propugnar incluso la modificación radical de la justicia penal
a partir de una comprensión seria de la víctima y sus circunstancias en el fenómeno delictivo (BERISTAIN IPIÑA, De
leyes penales y de Dios legislador, pág. 212.), dando un nuevo papel a cumplir a las penas sustitutivas de las penas
privativas de libertad.
En este sentido siguiendo a RADBRUCH se recuerda que la victimología no pretende mejorar el derecho penal
tradicional sino cambiarlo por algo mejor, quizá hacia un derecho de asistencia a la victima del delito.
Así, tras largos años de preparación en julio de 1984 se hizo pública en Ottawa la Declaración sobre justicia y asistencia
para la víctimas, cuyo propósito es "proclamar los derechos de las víctimas y establecer formas y medios para asegurar
su protección, tratamiento humano y compensarles por los daños sufridos" (artículo I). Surge así lo que se denomina
"victimagogía", que pretende la elaboración de acciones y proyectos en favor de las víctimas del delito.
A N T O L O G Í A 9 4
Ahora bien, mientras que en determinados ámbitos de delitos la situación de la víctima está muy estudiada y la sociedad
y el propio estado están enormemente sensibilizados hacia su situación, en otros, no menos importantes al menos
cuantitativamente, pocos son los estudios al respecto.
Obsérvese, por ejemplo, lo que sucede con las víctimas de torturas. Múltiples organizaciones nacionales e
internacionales, en todo el mundo trabajan día a día por erradicar la violencia estatal y de los cuerpos y fuerzas de
seguridad. Pocas, o casi ninguna, trabajan y sobre todo, invierten tiempo y dinero, en erradicar la violencia diaria que
sufren innumerables mujeres en todo el mundo, bien mediante conductas constitutivas de acoso sexual, de agresiones
físicas, tan graves como pueden ser las que sufren las víctimas de torturas, agresiones de distinta índole contra la
libertad sexual, explotación, etc., todas ellas realizadas por personas muy allegadas y diariamente incluso durante años.
Y eso pese, a que cómo se ha puesto de manifiesto por numerosos autores las denuncias y los estudios realizados por
"las feministas" son uno de los pilares del movimiento victimológico (PETERS; T., en BERISTAIN IPIÑA, coord.,
Victimología, págs. 33 y 35).
¿Cuál es la razón de que la sociedad se preocupe profundamente por unas víctimas y no por otras?, ¿Será quizá que las
víctimas de torturas o de terrorismo, son mayoritariamente varones?. Quizá lo que suceda es que también dentro de las
víctimas, como dentro de la sociedad, hay víctimas de primera categoría y víctimas de segunda categoría.
Así en los últimos años se intentan relacionar ambos conceptos (victimología y derecho penal) en lo que se denominaría
"dogmática orientada al comportamiento de la víctima" o "victimodogmática". Desde esta orientación se trata de analizar
la intervención de la víctima en la génesis de los fenómenos criminales Sin entrar en grandes profundidades, dada la
premura de tiempo, se constata así la incidencia de la víctima en la criminalización, en la medida en que es la víctima con
su denuncia la que selecciona la criminalidad, ya que prácticamente el 90% de los delitos llegan a conocimiento de los
tribunales por medio de la denuncia.
Además, aunque la víctima no interviene en el ámbito penal, en algunos delitso juega un cierto papel. Así sucede con los
que se denominan delitos perseguibles a instancia de parte, que exigen querella o denuncia de la parte agraviada o de
quién pueda representarla. En estos delitos, considerados tradicionalmente de carácter privado, frente al carácter público
de los restantes, otorga a la víctima la posibilidad de decidir sobre la incoación del proceso y su prosecución y se otorga
también relevancia a su perdón, que extingue la pena.
Por otro lado, también nuestro ordenamiento permite al Juez penal que intente la reparación del daño ocasionado a la
víctima por el delito, ahora bien, lo cierto es que tan loable artículo en la práctica queda en agua de borrajas ante la
tacañería con que los jueces hacen uso de las posibilidades indemnizatorias.
Pero la cuestión que ahora más nos interesa es aquella que analiza los problemas sobre la corresponsabilidad de la
víctima en la producción del delito. Y aquí vuelven a aparecer solapadamente aquellas ideas moralizantes de la víctima
provocadora.
La cuestión que se plantea la doctrina es si se puede atenuar o eximir de pena al autor de un delito cuando la conducta
imprudente de la víctima ha propiciado o agravado el resultado.
A N T O L O G Í A 9 5
La doctrina de la imputación objetiva admite que la conducta posterior negligente del autor impida la imputación objetiva
del resultado más grave. Así por ejemplo, quien atropella a un peatón ocasionándole una leve herida, no es responsable
de la muerte por infección si el peatón se ha negado a ser tratado médicamente.
Más problemática es la cuestión de la incidencia de la "conducta imprudente de la víctima" antes o en el momento de la
comisión de un delito, sobre todo cuando éste es doloso.
La cuestión que analizada en términos generales puede parecer aséptica y hasta razonable, deja de serlo cuando se
aplica a los delitos en concreto, porque los ejemplos donde la víctima interviene "activamente" en la comisión del delito
para estos autores son muy escasos: la estafa -el ejemplo típico del timo de la estampita- y los delitos contra la libertad
sexual. Es en este último ámbito donde cobran mayor relevancia aquellas doctrinas que consideran que cuando la
comisión de un hecho se ha visto favorecida por la falta de control sobre el sujeto activo o por haberle estimulado a
cometerlo, se debe proceder a atenuar o incluso a excluir la pena del autor, que ha de compartir su corresponsabilidad
con la de la víctima.
Esta orientación tiene un grave inconveniente y es que puede servir para fundamentar teóricamente aquellas prácticas
judiciales ejemplificadas en la sentencia del alfiler, la del ATS, etc., es decir, todas aquellas que exculpan a los violadores
o agresores sexuales porque consideran que la víctima actuó de forma imprudente al "pasear sola de noche" o al admitir
tomar unas copas con unos desconocidos, etc., y que tal conducta, por ser provocativa, "explica" cuando no justifica, la
actuación del agresor.
Epílogo
En el fondo esta situación de conflicto entre realidad y teoría, e incluso entre las distintas orientaciones teóricas no son
más que una manifestación de los profundos conflictos de carácter social a los que ni el legislador, ni la administración, ni
la literatura pueden sustraerse.
Por ello, ante los proyectos de programas de defensa a las víctimas cuya valoración inicialmente no puede dejar de ser
muy positiva surge siempre la duda de si no serán estrategias meramente políticas.
Lo cierto es que si en algún campo la labor del movimiento femenino ha cobrado relevancia teórica, ha sido, sin lugar a
dudas, en la investigación victimológica, en el que se advierte una clara diferencia de enfoque cuando la persona que
realiza la investigación es hombre o mujer. Es sin embargo una ciencia en ciernes donde aún está prácticamente todo el
camino por andar, un camino que afecta a las bases de la estructura social y a las propias bases del sistema penal.
Esperemos que tal camino se recorra y sirva como impulsor de una reforma penal que permita acercar más la respuesta
estatal frente al delito a las necesidades reales de los grupos efectivamente más desvalidos.
A N T O L O G Í A 9 6
PRESENTACIÓN
LA SOCIOLOGÍA CRIMINAL Desde el momento mismo del nacimiento, nuestros padres juegan
un papel importantísimo en la formación de nuestras vidas ante la sociedad, pues se carece de un criterio propio en los
primeros años de la existencia, esto aunado a otros factores externos como son los de orden económico y social.
Este camino que de por sí es verdaderamente sinuoso, hay que recorrerlo con el apoyo incondicional de nuestros padres,
contando además con un verdadero sentido de vocación que desde pequeños nos motive para lograr la elección de la
profesión adecuada.
Tuve la oportunidad de estudiar una de las carreras universitarias más interesantes y de enorme trascendencia social,
porque el Derecho nos proporciona armonía y convivencia apegándonos siempre a los valores morales y de justicia; Por
si esto fuera poco lo hice en una universidad en la cual estos valores son remarcados de manera sistemática, con lo cual
nuestra formación profesional tiende a una excelencia que nos llena de orgullo y agradecimiento a nuestra amadísima
institución.
Este trabajo trata de llevar a cabo un estudio respetuoso sobre sociología criminal, pretendiendo ser considerado no sólo
como un testimonio veraz de lo que ocurre con las víctimas del medio social, sino como un estudio que pretende señalar
los defectos y poner de conocimiento hechos que de mantenerse, podrían llevarla fácilmente a la corrupción y a la
destrucción de su propia personalidad, al trauma psíquico, a la destrucción familiar o a la muerte violenta, todo esto con
repercusión en la colectividad.
El problema aparece vinculado generalmente a problemas desde la misma infancia del individuo, conocer este peligro
representa, si se detecta a tiempo, la posibilidad de eliminarlo.
Esta conclusión puede aplicarse en general a todos los delitos; la valorización de que han sido objeto estos delitos, ha
sido variable a través de todas las épocas.
Sus valores y restricciones se hayan estrechamente vinculados a las condiciones de vida.
Este trabajo que con toda humildad he pretendido realizar con el fin de cumplir un deber de tesis necesaria para el
examen profesional, no va más allá de la sencillez que de quien ésto escribe, pues si quien lo hace profesionalmente
está expuesto a la crítica severa de sus lectores, quien lo hace como yo, como una obligación académica, lleno de
nerviosismo espera la indulgencia de los que amablemente se sirvan leerlo y cuestionarlo.
CAPÍTULO I
DEFINICIÓN Y CONCEPTO DE SOCIOLOGÍA
Son muchas las definiciones que se han ensayado con el objeto de delimitar el concepto de Sociología: Littré, la define
como la “ciencia del desarrollo de las sociedades humanas”.
Max Weber, como una ciencia que se propone entender el obrar social interpretando su sentido. Bouman la define como
la “ciencia de la vida humana tal como se desarrolla en grupos u otras referencias sociales”; otros autores la denominan
sencillamente “ciencia de la sociedad” o “ciencia de las sociedades”. Augusto Comte, su creador, la ideó a la manera de
una “física social”, que se encarga del estudio de las entidades sociales, de las sociedades humanas tal y como son, pero
no como debieran ser, esto es, prescindiendo de todo juicio de índole normativo o axiológico, a la manera de las ciencias
naturales, causales explicativas, que se caracterizan por el empleo del método denominado “positivo”. Quiere esto decir
que la sociología no pretende encauzar en forma alguna la vida de las sociedades, sino realizar el estudio ordenado,
sistemático, científico, de los fenómenos sociales - de los cuales el delito es sin duda el más grave e inquietante - de la
misma manera que la física se encarga de estudiar la mecánica de los cuerpos, y la química las combinaciones y
reacciones de las substancias.
A N T O L O G Í A 9 7
CAPÍTULO II
CONSIDERACIONES SOBRE SOCIOLOGÍA CRIMINAL
La sociología criminal es una ciencia todavía en gestación; todos los ilustres sociólogos han expuesto hasta atrevidas
teorías pero todas ellas tienen un fondo de incertidumbre, sobre todo cuando tratan de enumerar las verdaderas causas
de la criminalidad. Algunos autores sostienen que en el acto criminal entran un complejo de factores algunas veces
difíciles de determinar.
Otros como Lombroso dicen que la causa del acto criminal está constituida por las condiciones anómalas del criminal;
para Maxwel, esa causa consiste en dos elementos: individuo y sociedad, otros sostienen que es la falta del libre arbitrio,
y por último, hay quienes digan que las únicas causas de la criminalidad están constituidas por la suma de las tres
categorías de factores estudiados.
Manzini nos dice que la “Sociología Criminal es la ciencia descriptiva que realiza la historia natural de la delincuencia”.
“En su rama biosociológica, la sociología criminal estudia los caracteres individuales del delincuente, con el fin de
determinar las causas del delito y su grado de temibilidad social; en su rama jurídica, estudia la legislación preventiva y
represiva de la delincuencia”.
Según su fundador, Enrico Ferri, la sociología criminal es una ciencia de observación positiva que, fundándose en la
antropología, la psicología y la estadística criminal, así como el derecho penal y los estudios penitenciarios, llega a ser la
ciencia sintética de los delitos y las penas.
La sociología criminal no estudia el problema de la criminalidad más que en uno de sus muchos aspectos. Se ocupa sólo
de la relación que existe entre el autor del delito, como sujeto activo, con la sociedad. Estudia el acto delictuoso como un
acto puramente objetivo. Las condiciones internas que motivan el hecho, y la manifestación de la voluntad, son del
resorte de otra ciencia, la psicología criminal, importante auxiliar de las demás ciencias que con el problema que venimos
estudiando se relacionan.
La sociología criminal se diferencia de la sociología general en que, mientras la primera se ocupa únicamente del
fenómeno de la criminalidad, la segunda estudia todos los fenómenos en general que influyen y modifican el desarrollo y
progreso evolutivo del organismo social.
La infracción es un término que significa la violación de una ley o de un precepto de la autoridad, por lo que se incurre en
una sanción penal.
La sociología criminal se auxilia de las siguientes ciencias para poder cumplir bien su cometido: de la antropología
criminal, etnografía, psicología criminal, psiquiatría, neurología; en fin, de la estadística criminal, base ordinaria y eficaz
de todas las observaciones sociológicas.
Arguye Ferri que la sociología criminal es una ciencia positivamente de observación, realista. La considera como síntesis
y fundamento de las ciencias anteriormente enumeradas y aún del derecho penal. Es decir, constituye una ciencia en la
que se resumen el delito, el delincuente y la pena. Al asentar la etiología de la criminalidad otorgándoles toda importancia
al influjo de los factores antropológicos, físicos y sociales, rechaza la teoría del libre albedrío como base del derecho
penal, y, al proclamar que el delincuente es un ser anormal física y psíquicamente, sugiere las bases de la
responsabilidad social.
A N T O L O G Í A 9 8
Por último Ferri, elabora una clasificación de los delincuentes desde el punto de vista de su constitución física, más bien
de sus funciones orgánicas y psíquicas. Cree que el tipo del criminal nato es característico que el criminal habitual
encuentra en el medio social las circunstancias propicias que accionan sobre su anormalidad para llegar a la comisión del
acto delictuoso, como el loco y el congénito, que carecen del sentimiento social y moral. Asegura también que los
delincuentes pasionales y por ocasión, se caracterizan por su escaso dominio para evitar en determinado momento la
realización de un delito. Quien delinque, dice Ferri, lo hace presa de una anormalidad ya congénita o adquirida.
Rafael Garófalo también considera que la criminalidad tiene su gestión en el ambiente social y en contribución a las
condiciones naturales del individuo, por lo que toda misión represiva del delito debe tener muy en cuenta que la
criminalidad es un fenómeno social, debiéndose estimar y considerar de extraordinaria importancia los datos que los
estudios antropológicos, físicos y sociales proporcionen. Buscar las causas que originen el delito es la misión de la
criminología, síntesis de la ciencia del delincuente y de la ciencia de la sociedad en relación con el delito.
La noción de la criminalidad de un acto, depende del juicio que se hayan formado la mayoría de los miembros del grupo
social, acerca del acto que se ha reputado como criminoso; la opinión de la mayoría es un término medio y corresponde a
las ideas y sentimientos aceptados por la mayor parte de los ciudadanos. Toda idea o acto contrario a esa opinión son
considerados como punibles y, por consiguiente, criminales. Pero todo depende de haberse expresado la idea o cumplido
el acto. La concepción de la criminalidad es esencialmente relativa, y su realidad está en relación con cada una de las
sociedades existentes y con el grado de evolución de las mismas.
Como consecuencia de lo anteriormente expuesto, es fácil concluir que la concepción de la criminalidad no puede tener
una uniformidad variable, su uniformidad es apenas aparente y sus elementos esencialmente variables como todo ser
viviente, están sometidas a la benéfica ley de la evolución. La evolución en una sociedad se manifiesta de diferentes
maneras: ella prepara a veces la modificación de ciertos caracteres étnicos y la acción de condiciones comunes dotadas
de energía sobre la plasticidad de los seres. Este hecho es más fácil de observar que el de la evolución intelectual mucho
más importante desde el punto de vista criminológico. El cambio rápido y sorprendente que algunas veces se lleva a
cabo en los sentimientos e ideas de un pueblo, es un fenómeno de observación fácil, permanece como indeleblemente
grabado sobre las ideas que ese mismo pueblo se ha formado acerca de la criminalidad. Estas modificaciones en la
conciencia pública, tienen como resultado trascendental, elevar ciertos actos a la categoría de criminosos, como también
el de dar ese carácter a otros actos que, hasta cierto tiempo, habían permanecido como indiferentes a la luz de la justicia.
En un movimiento incesante, la opinión pública se encarga de clasificar y desclasificar las infracciones, y llega muchas
veces hasta inventar nuevos delitos; si nosotros llamamos progreso a este movimiento, este intento de cambiar las
costumbres existentes, sin prejuzgar si estas designaciones son verdaderas de una manera absoluta, tenemos que
reconocer necesariamente en la aparente uniformidad de la criminalidad en una época y en una sociedad determinada,
dos elementos bien diferentes el uno corresponde a aquellas infracciones a las que el progreso conservará su naturaleza
criminal, y el otro, a aquellas que, por el progreso, pierden la citada naturaleza. Se pueden citar ciertos actos que
teniendo en cuenta el lugar, tiempo y época fueron actos de marcado carácter criminoso y que el tiempo los ha tomado
en grandes virtudes. Sócrates quien fue un criminal a los ojos de los jueces atenienses y condenado a tomar la cicuta, ha
A N T O L O G Í A 9 9
permanecido en la historia como un modelo de virtudes. Otro ejemplo lo encontramos en Galileo, condenado a
retractarse por lo que había escrito acerca del movimiento de la tierra. El fenómeno inverso se observa en la reprobación
del poder social al delito criminoso, el cual es más terrible hoy que en épocas anteriores.
En realidad, la noción del acto de carácter criminal es contingente y relativa. Garófalo trata de establecer el delito natural
y lo define en relación con la piedad y la probidad, porque, por la evolución, estos sentimientos se vuelven criminales y es
preciso que ellos hieran, no sólo la parte superior y más noble de los demás sentimientos, sino aún, en la proporción
misma y en el aprecio de que gozan dentro de la misma comunidad, ya que esto es indispensable para la adaptación del
individuo en la sociedad.
La criminalidad según algunos autores, puede definirse, como el mayor o menor grado de nocividad que sobre un acto se
forme juiciosamente, la mayoría consciente, de un conglomerado social.
Delmas y Boll dice: “El perverso en toda ocasión pretende burlar las leyes o violarlas, su mayor placer está en hacer el
mayor daño posible, en destruir cuanto encuentra a su paso, y en inducir a todos los que le rodean a sus tendencias
criminales”.
La criminalidad, entendiendo por tal concepto la infracción de la ley penal, se nos revela como un fenómeno de la
naturaleza social, en el sentido de ser el fruto de la vida en sociedad, pues el hombre en el estado de aislamiento
absoluto, no podría llegar a ser un criminal, pues el individuo en estas condiciones gozará de derechos absolutos sin
deberes correlativos, y su conducta no podría ser considerada ni social ni antisocial. La voluntad del individuo criminal
pierde el sentimiento de la solidaridad y se coloca en franca rebeldía contra esa voluntad colectiva expresada por medio
de una ley, un hábito o una costumbre.
¿Estando en el más completo aislamiento, puede el peor de los criminales cometer un asesinato? Seguramente que no,
pues para que exista el delito es menester la presencia de un agresor y una víctima. “Julio Verne en su novela ‘la Isla
Misteriosa’, nos relata que Ayrton, criminal escapado de Norfolk y pirata, una vez que fue descubierta su identidad se le
amenazó con entregarlo a las autoridades inglesas, pero él prefirió ser abandonado en una isla desierta del Pacifico,
donde jamás volvería a tener tratos con los hombres. Vivió en su aislamiento doce años aquel criminal, naturalmente sin
cometer un solo delito. ¿A quién podía lesionar injustamente, si vivía en el más completo aislamiento?. En cuanto vio a
Albert uno de los componentes de la expedición que iba a rescatarle, pretendió darle muerte”.
Por todo lo hasta aquí expuesto, es un hecho innegable que el crimen, social en su origen, se torna antisocial en sus
consecuencias.
En la criminalidad podemos observar un verdadero conflicto de voluntades: de un lado, la voluntad perversa del hombre
delincuente, siempre dispuesto a atentar contra la vida, honra y bienes de sus conciudadanos, y de otro lado, la voluntad
de la colectividad, siempre alerta a defender no sólo el patrimonio económico sino también el patrimonio moral de todos
los elementos que la constituyen. La infracción es, pues, el producto de dos factores: factor individuo y factor sociedad.
Cada uno de estos factores tiene una acción propia y caracterizada en la evolución y producción del fenómeno
sociológico y criminal.
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CAPÍTULO III
ENDÓGENOS Y EXÓGENOS
Para facilitar el manejo de esta terminología y dejar establecida la mutabilidad de los factores preparatorios o preparantes
como de los promotores y desencadenantes, construiremos una situación hipotética: Supongamos el caso de un
individuo heredosifilítico; como es bien sabido esta enfermedad contribuye a las degeneraciones orgánicas y mentales,
las cuales pueden ser evolutivas; favorables o negativas, en este último caso sin embargo, pueden no ocasionar
alienación (predisponente genérico); con el desarrollo de un niño de este tipo se advierten anormalidades del carácter las
cuales, son sumamente variables y por sólo mencionar algunas de ellas: hiperemotividad, autismo, distimia y psicosis
según sea el caso, que son propiamente ya un predisponente específico; continuemos con nuestra hipotética abstracción
siempre enfocada al ángulo del crimen, y supongamos que este niño amén de las anormalidades de tipo orgánico y
mental que padece se desarrolla en un medio negativo de bajos o nulos valores morales; con familia paupérrima,
disgregada y con marcada anomia, etc.,la fase anterior puede verse agravada por desocupación, pandillerismo,
alcoholismo o drogadicción (preparantes o secundarios).
Bajo esta situación particular, ante determinados estímulos (que son los que fungen como desencadenantes), se obtiene
la respuesta distinta a la que daría una persona “normal” ante determinadas situaciones; por ejemplo: para allegarse
medios fáciles y conseguir el alcohol o la droga se ofrecen varios caminos; el del robo o el fraude según sea el caso, el
lenocinio o corrupción de los menores, el de mendicidad la cual en sí no constituye delito (por lo menos en lo que toca a
nuestra legislación), pero que en un momento determinado y ante la esterilidad de sus intentos, puede sustituir por el
asalto o por la agresión que lo conduzca a la lesión o al mismo homicidio. Como hemos podido advertirlo en esta
hipótesis un tanto forzada, elaborada o como se acostumbra decir “de laboratorio”, el factor constitucional y la
complicidad del medio habrían engendrado un criminal más.
Así hemos podido advertir también que los factores son mutables según el caso de que se trate; solamente los factores
predisponentes son constantes ya que son los factores endógenos, internos, individuales, constitucionales, orgánicos por
excelencia.
Por eso es importante este estudio de la violación, por los análisis anteriores.
CAPÍTULO IV
BREVE COMENTARIO DE LA FAMILIA
Una visión sociológica de la familia ha de contribuir necesariamente al enfoque de los problemas que tiene planteados.
En primer lugar hemos de considerar que la familia es una institución natural; nace de manera espontánea donde quiera
que haya hombres. No espera para aparecer a que el estado le asigne un estatuto jurídico. En un principio, en la mayoría
de las sociedades; la familia existía sin intervención alguna del estado y se regía tan sólo por las costumbres
tradicionales.
Hemos de tener en cuenta que mucho antes de que las sociedades civiles se construyeran, y que el estado y los
gobiernos se identificasen con la vida de la humanidad, los hombres se reunieron en sociedad, en pequeños grupos,
constituyendo la familia, como embrión de toda norma social. Esta primaria significación, es puesta de manifiesto por la
doctrina dominante cuando señala que: “La familia en todos los tiempos ha sido y es la verdadera célula de la sociedad y
piedra angular del ordenamiento social; no sólo porque constituye un grupo natural e irreductible, que tiene por especial
misión la de asegurar la reproducción o integridad de la vida humana, sino porque, además en su seno se forman y
desarrollan los sentimientos de solidaridad, tendencias altruistas y virtudes que ha desempeñado un papel importante
formativo del hombre, en orden a su ulterior desarrollo ultrafamiliar, en el ámbito social.
A N T O L O G Í A 1 0 1
Hacemos este comentario porque indiscutiblemente la familia tiene unas funciones indispensables para el desarrollo
armónico de las personas humanas que se pueden manifestar desde múltiples puntos de vista. Incluso en el campo de la
mujer, no puede dejar de reconocerse que, desde el punto de vista simplemente biológico lo mismo que desde el punto
de vista psicológico, la familia es indispensable para el desarrollo del ser humano. Las investigaciones efectuadas en
materia de delincuencia demuestran ampliamente como el sentimiento de inseguridad, consecuencia de la falta o
insuficiencia en la vigilancia afectiva de la primera infancia, es un potente factor determinante en el individuo. Las
estadísticas y también las investigaciones sociológicas han puesto de relieve la influencia del ambiente familiar en la
delincuencia juvenil como el factor primordial de ésta tiene su base en la inestabilidad familiar y de ahí es donde proviene
este tipo de delito (violación) que es el tema que nos ocupa.
La familia como un grupo sociológico y en consonancia con la gran importancia funcional que tiene para el estado y la
sociedad, ha sufrido en el transcurso de los últimos siglos un cambio estructural de gran importancia.
El hombre, en contraposición al animal, cuando se encuentra en presencia de un fin, abstrae de las cosas que conoce, el
carácter común de medios para conseguirla y aún, entre los medios mismos atrae y elige aquellos más eficaces para
alcanzar el fin propuesto.
Este es el fin que persigue la humanidad.
El fin para ser tal, debe ser alcanzable mediante el concurso de la comunidad, y se necesita además, que exista para
alcanzar el mencionado fin, una voluntad común que quiera los medios que mejor conduzcan a él.
Augusto Comte estableció claramente la naturaleza social del hombre. “El conglomerado social no tiene por base al
individuo sino a la familia, pues toda célula tiene que ser homogénea con el organismo del cual forma parte. El individuo
no puede ser el embrión de la sociedad. Este es la familia”. Al respecto, Leopoldo Baeza y Aceves afirma que el creador
de la palabra sociología y pontífice del positivismo (desconoció las investigaciones sociológicas modernas que han
demostrado que no es la familia el punto de partida de la evolución social, sino que cuando la humanidad ha llegado a la
organización familiar es porque ha recorrido ya otras muchas etapas que revelan un mayor atraso en su organización
colectiva). Pero sea cual fuere la primera de las formas de la convivencia humana es hoy verdad aceptada Por los
sociólogos más distinguidos que la naturaleza del hombre es eminentemente social; es decir, que desde que el hombre
aparece sobre la faz de la tierra, aparece ya en el seno de alguna sociedad por rudimentaria que quiera suponerse. La
existencia del hombre aislado es hoy en el mundo moderno, una de tantos mitos olvidados por la ciencia.
Así pues, considerando a la familia como la sociedad más antigua, y la única natural, se infiere la existencia de derechos
y obligaciones mutuos, que no le fueron otorgados por poder extraño alguno, sino que se deben a la misma naturaleza.
Es evidente que la familia no podrá por sí sola satisfacer las necesidades de la persona humana; la sociedad capaz de
satisfacer esas necesidades es la sociedad civil, ya que es la única que puede disponer de los elementos necesarios
para cumplir satisfactoriamente su cometido. Es este un elemento tan indispensable para la existencia del Derecho
social, como lo es de las otras ciencias sociales, y que tiene además dos consecuencias trascendentales: la primera
consiste en que la sociedad distingue al hombre del animal, y la segunda en que la sociabilidad es indispensable para
alcanzar los fines de la vida humana. Fines que al nacer de los pueblos emprenden fatigosa marcha a través de las
edades, por alcanzar un puesto preferente en el gran concierto de la sociabilidad humana, fines que van adquiriendo
como dijera José Manuel Puig Casauranc, aspectos sucesivos al atravesar fases evolutivas diversas y marcando cada
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etapa que recorren con señales indelebles, de barbarie unas, de progreso otras. Y estas señales, que como un legado
fatal trasmiten los pueblos a la historia que los ha de juzgar, son en todos los casos, bajo formas múltiples,
manifestaciones de un estado social, de una intelectualidad y de un nivel moral.
RESUMEN
SOCIOLOGÍA CRIMINOLÓGICA
Antes de definir la sociología, quisiera señalar que ésta no pretende de ninguna manera servir de guía, ni mucho menos
dirigir la vida de las sociedades, sino que su función se limita a realizar un estudio ordenado y científico del desarrollo de
dichas sociedades, en las cuales, el delito es parte fundamental.
Concluyo esto, tomando en cuenta a varios tratadistas que de manera general definen a la sociología como la ciencia del
desarrollo de las sociedades humanas. Está aplicada al concepto de sociedad criminal, sería “la ciencia descriptiva que
realiza el estudio de la historia natural de la delincuencia”, esto es, que estudia los caracteres individuales del delincuente
con el fin de determinar las causas del delito y su grado de temibilidad social.
Según Enrico Ferri, la sociología criminal es una ciencia de observación positiva que, fundamentándose en la
antropología, la psicología, la estadística criminal, el derecho penal y los estudios penitenciarios, llega a ser la ciencia
sintética de los delitos y las penas. Aquí cabría diferenciar la sociología general de la sociología criminal, pues en tanto
que la primera estudia todos los fenómenos en general, la segunda se ocupa únicamente del fenómeno criminalidad, en
uno de sus tantos aspectos que es la relación que existe entre el autor del delito como sujeto activo con la sociedad,
estudiando el acto delictuoso como un acto puramente objetivo; las condiciones que motiven el hecho y la manifestación
de la voluntad, corresponden a otra auxiliar de nuestro tema a tratar, la psicología criminal; así como nos apoyamos en
esta rama, lo hacemos también en la antropología criminal, etnografía, psiquiatría y neurología.
Ferri clasifica al delincuente desde el punto de vista de su constitución física, esto es, de sus funciones orgánicas y
psíquicas, considera que el tipo de criminal nato es característico, que encuentra en el medio social las circunstancias
favorables que hacen accionar su problema anormal para llegar a la comisión del delito; asegura que en el caso de
delincuentes pasionales se caracterizan por su falta de dominio para evitar la realización del delito y que quien delinque,
lo hace presa de una anormalidad ya adquirida o congénita.
Para Garófalo, también la criminalidad tiene su gestión en el ambiente social, por lo que toda misión represiva del delito
debe tener en cuenta que la criminalidad es un fenómeno social; buscar causas que originen el delito es la misión de la
criminología, síntesis de la ciencia del delincuente y de la ciencia de la sociedad con relación al delito.
La criminalidad entendida como infracción de la ley penal, se nos muestra como un fenómeno natural, en el sentido de
ser el fruto de la vida en sociedad, pues podríamos pensar que el hombre en un estado de aislamiento absoluto, no
podría llegar a ser criminal, pues en estas condiciones gozaría de derechos absolutos sin deberes correlativos, por lo
tanto su conducta no podría ser considerada ni social ni antisocial. ¿O podríamos considerar que el peor de los
delincuentes podría llegar a cometer un asesinato estando en el más completo aislamiento?, Seguramente que no, pues
para que exista el delito es necesaria la presencia de un agresor y una víctima; en conclusión es innegable que el crimen
social en su origen se torna antisocial en sus consecuencias.
En la criminalidad podemos observar un verdadero conflicto de voluntades, por un lado la voluntad perversa del hombre
delincuente siempre dispuesto a atentar contra la vida, honra y bienes de sus conciudadanos, y del otro lado, la voluntad
de la colectividad, siempre alerta a defender el bien jurídico tutelado de todos los elementos que la constituyen.
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La infracción es, pues, el producto de dos factores, individuo y sociedad, cada uno de estos factores tiene una acción
propia y caracterizada en la evolución y producción del fenómeno sociológico y criminal.
Los estudios de la delincuencia y el crimen, creo que se deben centrar en sus orígenes psicológicos y ambientales, en el
conflicto entre padres e hijos, las modernas condiciones de la vida familiar y la falta de relaciones primarias; la
delincuencia es o puede ser un síntoma de impotencia económica y política de los jóvenes en una cultura que desprecia
la ineptitud y concede una gran importancia a los títulos educacionales.
El ideal rehabilitativo, debe hacerse para investigar los orígenes del comportamiento criminal y delincuente dentro de
individuos o medio ambiente determinado y no en los organismos oficiales constituidos del derecho penal sino en el
desarrollo de la personalidad y la socialización que conduce al crimen.
Bentham afirma que todo castigo es malo, pues es un daño, y que en caso de ser admitido solo se debería hacer para
excluir un mal mayor y como un medio para asegurar la tranquilidad de la mayoría, coincido con él, pues en mi opinión el
“criminal por naturaleza” se debe excluir de nuestro lenguaje pues considero que una educación debida podría
contrarrestar las imposiciones de una vida familiar deficiente, de un medio ambiente corrupto y promiscuo, de
hacinamiento y pobreza, adicciones al alcohol o drogas con la consecuente pérdida de valores tanto morales como
religiosos y sociales, en resumen, considero que con la implementación de programas escolares de psicología infantil
desde la escuela primaria, tendientes a detectar los problemas que pudieran presentar los menores en sus casas
observando sus actitudes de comportamiento en el aula escolar, su precocidad, sus tendencias, etc., se podría evitar el
que estas niños se convirtieran en futuros delincuentes tan en boga en la actualidad para mala fortuna de nuestra
sociedad, en donde probablemente ésta tenga una gran parte de culpa por ser tan insensible a un problema tan grave
como lo es atención y prevención de la delincuencia.
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La psicología criminal, ha rebasado el límite de la observación individual del sujeto antisocial extendiéndose hacia
estudios de la conducta criminal y de los factores psicológicos que influyen en la criminalidad, ya sean individuales o
colectivos.
La psicología criminal estudia las aptitudes, los procesos mentales, la personalidad, la motivación (consciente o
inconsciente) del criminal y de su crimen, partiendo, de la psicología del individuo hacia la psicología de los grupos
sociales o antisociales.
Es también, la psicología criminal, partícipe de la síntesis criminológica, así que es interdisciplinaria, apoyándose de la
biología criminológica, la antropología criminológica, la sociología criminológica, la criminalística, la victimología y la
penología.
Podemos resumir, según Marchiori que: “la psicología criminal trata de averiguar, de conocer qué es lo que induce a un
sujeto a delinquir, qué significado tiene esa conducta para él, porqué la idea de castigo no le atemoriza y le hace
renunciar a sus conductas criminales; la psicología criminal trata de averiguar su significado de manera histórico-
genética”.
ESCUELAS PSICOLÓGICAS.
Freud y el Psicoanálisis.
“Leer en la noche de la mente,
es comprender la gramática del día”
A. Alegre
Dentro de las escuelas psicológicas que más influencia han tenido en el desarrollo de la ciencia criminológica, se
encuentra el psicoanálisis, fundado por Freud a principios del siglo XX. Básicamente, el psicoanálisis sostiene que la
personalidad es el resultado de fuerzas ajenas a la conciencia del sujeto, motivaciones éstas, de índole sexual,
principalmente, que aclararemos enseguida.
A N T O L O G Í A 1 0 5
Aparato Intrapsíquico
El Aparato Intrapsíquico es la aportación fundamental del psicoanálisis, ya que gracias a su análisis podemos conocer la
dinámica de la personalidad. Freud, sostiene que la mente está compuesta por diferentes instancias psíquicas que
determinan la personalidad.
El inconsciente genera su importancia dado que es el lugar a donde van a dar todas las cosas inútiles, traumáticas o
dañinas, es una especie de basurero gigante donde se manda aquello que nos avergüenza, nos molesta o nos angustia.
Las vivencias no desaparecen ni se olvidan sino que viven ahí con un gran dinamismo. Incluso existen un pensamiento y
un sentimiento inconscientes.
Este descubrimiento abrió un mundo de exploración de la criminología: todo delito tiene una motivación inconsciente,
profunda, desconocida aún para el mismo criminal.
Los instintos
Freud reconoce la existencia de dos instintos principales en la dinámica de la personalidad, el primero de ellos es el
instinto de vida o Eros que es principal y básicamente sexual, es importante aclarar que el término sexual en
psicoanálisis significa vida. A este instinto se le opone el Tanatos o instinto de muerte. La vida y la muerte son los dos
aspectos que se combinan en la dinámica de la personalidad ya que a veces nos movemos buscando la vida o la muerte.
La idea de los instintos es fundamental para la ciencia criminológica ya que estudia si efectivamente el hombre tiene un
instinto de muerte que lo lleva a destruir, a matar, a delinquir.
La vida y la muerte no se manejan de forma directa sino de manera simbólica, así alguien vive o muere de forma
simbólica, de ahí que se desarrollen las diferentes neurosis o psicosis, las cuales veremos más adelante.
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Mecanismos de Defensa
Los mecanismos de defensa son aquellos dispositivos al servicio del yo para atacar o administrar las demandas
pulsionales del ello (instintos); se encuentran en la región inconsciente del yo, por lo que una persona difícilmente nota su
presencia. La identificación que el criminólogo hace de dichos mecanismos que presenta un delincuente, un testigo o
cualquier persona involucrada en un hecho delictivo es de fundamental importancia para una adecuada toma de
decisiones en su desempeño profesional.
Psicoanálisis criminológico
La premisa fundamental en torno al psicoanálisis criminológico es que todo crimen no puede explicarse simplemente, y
que en ocasiones la explicación es diversa a la que aparentemente se presenta. Los instintos juegan un papel importante
en la dinámica del criminal, ya que un instinto de conservación se puede expresar de forma agresiva, que deviene en
conducta antisocial. La explicación del delincuente como un ser privado de superyó es fundamental en su ubicación
antisocial. La culpa juega un papel importante en la dinámica del criminal ya que Freud llegó a la conclusión de que un
acto criminal era cometido ante todo, por su carácter de prohibido y en su ejecución se encontraba un alivio psíquico
(principio del placer).
Además de Freud los psicoanalistas Alexander y Staub propusieron una clasificación de los delincuentes:
El criminal neurótico cuya conducta de enemistad social representa el punto de escape del conflicto psíquico
entre las partes sociales y asociales de su personalidad, conflicto que nace de influencias semejantes a las que
producen las psiconeurosis y que tienen lugar durante la primera infancia.
El criminal normal de estructura anímica semejante al hombre normal pero identificado por la educación con
modelos criminales.
Además de estos dos grupos se encuentra otro condicionado orgánicamente: el de los criminales a causa de
procesos patológicos orgánicos.
En una situación novedosa, las personas aprenden lo que deben y lo que no deben hacer por medio de la observación de
las conductas de quienes parecen saber como actuar. El éxito o el fracaso en muchos aspectos de la vida en una cultura
depende del aprendizaje por observación que es al fin de cuentas el aprendizaje de los roles sociales que se manifiestan
en una cultura. El desviado cultural–criminal puede ser uno que ha fallado para adaptarse al papel esperado. Ese fracaso
puede surgir por un modelamiento inadecuado: tener modelos equivocados o resistir la influencia de los modelos. El
aprendizaje por observación puede promoverse tanto por un modelo desviado como por un modelo prosocial, y la
ausencia de modelos apropiados puede ocasionar deficiencias en la conducta; la persona puede estar simplemente mal
equipada para ser un miembro cooperativo de la sociedad.
El aprendizaje por observación requiere la capacidad de desplegar actividad simbólica así los símbolos sirven como
mediadores entre las situaciones y nuestras reacciones y acciones. Esto significa que el aprendizaje no nada más se
puede transmitir de manera observacional sino también a través de mecanismos simbólicos como las imágenes,
conceptos y representaciones verbales.
Así algunos de los principales factores de nuestra cultura occidental son: la televisión, los medios impresos, Internet; en
que los modelos violentos son fácilmente asequibles a casi cualquier persona sobre todo los niños. Algunos de los
factores más influyentes en conductas agresivas son:
La televisión
Internet
Prensa y medios publicitarios
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Efectos de Provocación
La provocación se refiere al papel de modelo como estímulo incitador de la conducta que se imita y que no suele incurrir
en castigo. Si se proporcionan modelos adecuados se pueden provocar con facilidad conductas apropiadas por la
sociedad. Sin embargo, esta facilitación de los modelos para promover conductas sociales aceptables no siempre lleva a
este fin, sino que existen modelos sociales dentro de grupos anómalos que provocan conductas anómalas; como ocurre
dentro de grupos de delincuencia, donde los novatos adquieren habilidades que les hacen adaptarse a las condiciones
que demanda el grupo.
Los videojuegos: mediante la exposición de realidades virtuales, algunos de los videojuegos, tienen la
capacidad de “entrenar” al niño en la dinámica de la violencia, de modo que al presentarle situaciones similares
a las reales y hacerlo ejecutar acciones dentro de ésta, le va instruyendo en cómo se debe desenvolver en la
realidad que vive. Inclusive algunas de las técnicas de entrenamiento de algunos ejércitos, usan este tipo de
simulación computarizada para entrenar a soldados novatos en el manejo de las armas y tácticas militares.
Como recomendación se sugiere al lector que observe con detenimiento los contenidos violentos de juegos
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como Medal of Honor, Doom o Quake; donde los contenidos violentos aunados a la alta calidad en imágenes
son sorprendentemente dañinos.
Internet: la alta facilidad con la que se puede ingresar a la World Wide Web, y la gran gama de contenidos de
todo tipo, facilitan el acceso a información de contenidos violentos, pornográficos, de difícil manejo aún para los
padres de niños que tienen estas facilidades. Está bien documentado que los asesinatos que han estado
ocurriendo en algunas de las escuelas de EU, tienen su influencia en grupos manipuladores de jóvenes que no
tienen una identidad bien establecida y que a través de esta Red, son reclutados para prácticas de ésta índole.
Como vimos en la sección de psicoanálisis las tres instancias psíquicas, yo, ello y superyó determinan la dinámica de la
personalidad. El ello, al dominar los estados instintivos y su rápida satisfacción genera un conflicto con el yo y el superyó,
así el yo al adecuar la expresión de un instinto a la realidad utiliza mecanismos de defensa. Esta defensa del yo no
permite la total expresión de un instinto de modo tal que una parte del instinto logrará descarga y otra parte no, esta parte
residual, ante la necesidad de expresión busca otros medios de descarga. La descarga se va a expresar de manera
simbólica en tres formas principalmente.
En síntoma
En acto fallido
En sueño
El síntoma, es una expresión somatizada de la dinámica intrapsíquica, así se pueden presentar parálisis,
cegueras, úlceras gástricas, colitis, y un sinnúmero de expresiones corporales de un conflicto intrapsíquico.
El acto fallido es una descarga representada por un error en el transcurso de un pensamiento o un acto
cualquiera, por ejemplo llamarle a alguien Pedro cuando se llama Pablo. Otro acto fallido es el olvido, sobre
todo cuando a través de un corto análisis llegamos a la conclusión de que “eso” que se olvidó trae consigo
angustias reprimidas.
En el sueño, se expresan de manera compleja las problemáticas psíquicas de una persona, se expresan sus
deseos de forma simbólica y oculta, y sus frustraciones de igual manera. Debido a la complejidad de estos
temas se mencionan de manera breve y más adelante el lector encontrará una sección de lecturas
recomendadas.
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Las neurosis se expresan conforme a los tres tipos que acabamos de mencionar y dependiendo del modo de expresión
se clasifican en: neurosis histérica, neurosis obsesivo-compulsiva, neurosis fóbica. Es particularmente difícil realizar un
diagnóstico de un solo tipo de neurosis, esto quiere decir que no se presenta ningún tipo solo, sino que los rasgos de
cada una se van agrupando como una entidad que delinea la personalidad. En todas las neurosis el rasgo principal es el
manejo de la angustia, es así que las neurosis son reacciones complejas de la personalidad que se refieren comúnmente
a problemas de la afectividad. El neurótico es incapaz de dominar una situación de estrés y por eso se considera que la
angustia es la fuente dinámica común a las neurosis.
Afectivamente el neurótico siente intensamente su angustia, que progresivamente ocupa el centro de su modo
existencial.
Comúnmente el neurótico manipula su medio familiar a través de sus síntomas para lograr un control y llamar la atención.
El neurótico no sufre trastornos a nivel de la orientación espacio-temporal. No presenta alteraciones graves en su
atención y psicomotrocidad.
(Marchiori, 1996)
Neurosis histérica.
Desde una perspectiva criminológica es de las más interesantes ya que sus características principales son una
personalidad seductora, inteligente y manipuladora. El aspecto más importante de la histeria es el juego que realiza a
través de su imagen, especialmente a través de su imagen corporal, que constituye un elemento importante para la
seducción. Desea llamar la atención, es inestable, seduce y abandona una vez que el objeto elegido es seducido.
Gracias a esta seducción expresa su necesidad de dependencia y protección, que se observa en conductas infantiles e
inmaduras del histérico. Debido a su estado de angustia y su omnipotencia desea la inmediata satisfacción de sus
deseos, tiene baja tolerancia a la frustración y no puede controlar sus impulsos. Algunas formas de llamar la atención son
mediante la simpatía y la confianza aunque también pueden utilizar el chantaje y mostrarse como personas enfermas.
Son personalidades superficiales con actitudes y sentimientos polarizados, es decir, que cambian en breves momentos
de decisión y estado de ánimo. Según Henri Ey tres características son fundamentales del carácter histérico:
a) Sugestibilidad, es decir, que son fácilmente influenciables y no consiguen fijarse en la autenticidad de una
identidad personal firmemente establecida.
b) Mitomanía. Debido a las comedias del histérico sus mentiras y sus fabulaciones falsifican sus relaciones con
los demás; se ofrece siempre como un espectáculo atrayendo así la atención.
c) Alteraciones sexuales. Las expresiones emocionales tienen algo teatral, que contrastan con fuertes
inhibiciones sexuales
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Neurosis obsesivo-compulsiva.
En este tipo de neurosis la angustia se controla a través de mecanismos de repetición cuando se asocia a un
pensamiento y actos que provocan angustia. La persona reconoce que los pensamientos y actos repetitivos (rituales) son
irracionales, sin embargo es incapaz de controlarlos ya que el no hacerlos representa para el una mayor angustia ya que
cree que algo le sucederá. En el caso de los delitos se muestra claramente como no puede controlarse porque es mayor
la angustia ante sus ideas obsesivas. Realiza la conducta por que le produce un alivio psíquico y el delito es
evidentemente una conducta destructiva simbólica detallista, con proyección en núcleos psicóticos en el caso de los
crímenes.
Es desde el punto de vista criminológico, la fase de mayor peligrosidad porque no existe control de parte del sujeto que
se ve en la necesidad de realizar la agresión, y en algunos casos repetirla.
Las obsesiones más frecuentes son la obsesión de tacto en la cual se tiene un temor a adquirir alguna infección
bacteriológica, lo que deviene en conductas de limpieza compulsivas; por otro lado se encuentran la obsesión de
conductas prohibidas que representa una especie de tragicomedias de acciones criminales deseadas y temidas a la vez,
es importante para la criminología tener en cuenta que puede ocurrir que el sujeto pase a realizar la acción para aliviar su
conciencia, lo que conlleva un descanso en la ansiedad del delincuente debido a la ejecución de la conducta criminal.
Las obsesiones aritméticas son una obsesión al manejar cifras y realizar operaciones matemáticas que liberan la
angustia, esto explica algunos de los razonamientos lógicos bien estructurados de algunos criminales.
Todo el comportamiento del obsesivo se caracteriza por una rigidez, meticulosidad, detallismo y un excesivo orden.
También es posible que llegado al límite de la obsesión-compulsión comience un trastorno psicótico propiamente dicho.
Neurosis fóbica.
La característica de este tipo de neurosis es la reacción defensiva, mediante la cual el sujeto intenta manejar la angustia,
y desplaza una idea que rechaza en un miedo específico hacia un objeto o situación, es decir, que el objeto en el que se
representa el miedo (a las alturas, por ejemplo) no es más que un símbolo en el que se expresa el síntoma neurótico. El
individuo está consciente de que no existe peligro real pero la angustia que le provoca la situación o el objeto fóbico, es
incontrolable desde el punto de vista emocional.
El fóbico es importante para la criminología dado que en un ataque de pánico puede llegar a cometer acciones violentas
y hasta homicidios sádicos para aliviar su tensión frente a la situación fóbica, ya que ésta le crea una gran tensión
emocional que inconscientemente manipula su impulsividad. La conducta delictiva puede desencadenarse
imprevistamente porque el neurótico fóbico al entrar en una situación generadora de angustia, realiza un impulso
incontrolable para salir de esa situación fóbica, pero que la lleva a cabo a través de la agresión. Es decir, que las
circunstancias que provocan el delito representan para la persona un verdadero encierro, constituyendo el acto agresivo
una solución. En una situación fóbica altamente estresante, la angustia puede ocasionar desestructuración de la
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personalidad en la cual los actos impulsivos de defensa hacen que el individuo sea peligroso desde el punto de vista
criminológico.
Psicosis
“Está cubierta de saliva, es madre Elisa,
se lo merece, quiero matarla,
la odio, es una mentirosa infame.
Ésta es la mala vieja, la desgraciada,
una vaca de la hacienda, animal que desprecio.
Saludos, vieja mentirosa, horrible bruja.
Abundan sobre ella los piojos, se lo merece, está sucia.
Todo el mundo le escupe”
Renée (esquizofrénica)
(en Sechehaye, La Realización Simbólica)
La relación entre la psicosis y la criminalidad es estrecha debido a que la conducta de agredir de modo destructivo como
lo es la conducta homicida, solamente la puede proyectar un individuo con graves problemas psíquicos donde
predominan elementos psicopatológicos, confusionales y psicóticos.
La conducta de homicidio es resultante de una psicosis aguda su periodo abarca antes del delito, hace explosión en él y
se observan algunas conductas confusionales en los primeros momentos de la institución rehabilitadora.
En general los trastornos psicóticos se caracterizan por un grado variable de desorganización de la personalidad en la
cual se destruye la relación con la realidad y existe una incapacidad para el trabajo, un aislamiento psíquico y social, que
lo hace un marginado social.
Las personas con trastorno psicótico tienen fallas en el juicio de realidad, que es la capacidad que permite al sujeto
distinguir entre los estímulos provenientes del mundo externo y los provenientes del mundo interno, así el psicótico
confunde las percepciones de sí mismo y las del mundo externo.
La esquizofrenia es uno de los trastornos más graves de la personalidad en la cual la disociación con la realidad es
grande. Según Laing la esquizofrenia designa a un individuo en el que la totalidad de su experiencia está dividida en dos
partes principales: en primer lugar hay una brecha en su relación con el mundo y en segundo lugar una ruptura en su
relación consigo mismo. El esquizofrénico se experimenta así mismo en una desesperante soledad y completo
aislamiento; además no se experimenta a sí mismo como una persona completa sino más bien como si estuviese dividida
de varias maneras. Las funciones mentales superiores en el esquizofrénico están alteradas, así los procesos de
memoria, pensamiento y lenguaje y perceptivos, son alterados por la pobre relación con el mundo externo y consigo
mismo como hemos visto. Las alteraciones afectivas le impiden la expresión de sus emociones que son generalmente
confusas o polarizadas, esto acrecenta su pobre relación interpersonal con los demás.
Catatónica: se caracteriza por perturbaciones en el control de movimientos y por un pasaje de una etapa
depresiva a una de estupor y excitación. Durante la excitación el individuo presenta marcadas características
de agresividad que pueden ir desde daños a objetos a lesiones y conductas homicidas.
Esquizofrenia paranoide: Se vincula principalmente con conductas delictivas de carácter violento en donde las
ideas persecutorias y delirios se van estructurando en confabulaciones violentas. La personalidad es fría,
retraída y presenta hostilidad y agresión. Las conductas delictivas se caracterizan por ser de extrema violencia
hasta llegar a ser totalmente sádicas, estos crímenes son llevados a cabo hacia personas conocidas y al grupo
familiar. La alucinación persecutoria promueve defensas agresivas que pueden llegar fácilmente al homicidio,
incluso la práctica delictiva puede estar premeditada gracias a la alucinación estructurada. Aquí como en
muchos casos la conducta agresiva traduce la verdadera dimensión de la enfermedad mental.
Otro tipo de psicosis es la paranoia (psicosis paranóica), que se diferencia de la esquizofrenia paranoide debido a que en
la primera el contenido del delirio está bien estructurado, es decir es muy semejante a la realidad y es difícil aún para el
clínico experto identificarlo, mientras que en la esquizofrenia paranoide, el delirio rebasa lo creíble aún para el lego en la
materia.
Existe una falla en el juicio de realidad que genera distorsiones en el contenido del pensamiento, estas pueden ser:
Ideas de referencia: son aquellas que le hacen pensar al paranóico que cualquier acontecimiento generalmente
de índole catastrófica es por su causa.
Ideas de control: aquí el paranóico cree que fuerzas ajenas a él generalmente omnipotentes controlan su vida y
sus actos, ya sea Dios, los extraterrestres o un líder mundial.
Ideas persecutorias: en las que el paranóico siente que es objeto de persecuciones que pueden estar
parcialmente fundadas, pero no al grado en que éste las expresa. Fácilmente puede aparecer un acto delictivo
como defensa ante la supuesta persecución. También están ligadas a ideas de referencia.
Ideas de grandeza: Son aquellas ideas que le hacen creer al paranóico que es omnipotente y de un poder
absoluto, en donde puede tomar papeles como de Dios, de guía espiritual o salvador del mundo.
Los contenidos distorsionados del pensamiento se pueden expresar de maneras coloquiales o cotidianas como por
ejemplo los celos excesivos que pueden dar origen a un crimen pasional, o ideas persecutorias de algún pariente o
conocido que puedan degenerar en un crimen.
Un tercer tipo de psicosis es el llamado trastorno bipolar o maniaco-depresivo, caracterizado por la aparición de estados
maniacos y depresivos de forma alterna..
Un episodio maniaco se caracteriza por un cambio de humor del estado normal a un humor predominantemente elevado,
expansivo o irritable. Pueden aparecer aumento de la actividad social, sexual y profesional; fuga de ideas; grandiosismo;
menor necesidad de sueño; distracción; participación conceptualmente poco elaborada en proyectos.
Un episodio depresivo se caracteriza por un cambio de humor del estado normal a un humor de pérdida de interés o de
placer en casi todas las actividades habituales del sujeto. Algunas de las expresiones son el cambio sorprendente de
peso, insomnio o hipersomnio, pérdida de la energía, retraso en la actividad psicomotora (lentitud), pérdida de interés por
la sexualidad, auto reproche o culpa excesiva, menor capacidad para concentrarse pensar, ideación o acción suicida.
Los episodios maniacos tienen la función de ser una defensa contra los síntomas depresivos, como no es posible
mantener la defensa, se presenta la alternancia entre las dos; aunque también los episodios depresivos pueden aparecer
para inhibir las alteraciones maniacas, lo que depende de la naturaleza del trastorno.
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Los episodios maniacos cobran su importancia en la criminología debido a que en los estados de excitación pueden
surgir conductas agresivas hacia otros o hacia sí mismo, que se traduce en lesiones u homicidio, ya sea de manera
imprudencial o por omisión.
El estado depresivo es importante para la criminología en el sentido de que aparecen ideaciones o acciones suicidas.
Al hablar de toxicomanías nos referimos a la personalidad dependiente que se proyecta claramente a través del
alcoholismo o de la adicción a las drogas. La personalidad dependiente juega un papel muy importante en la aplicación
de la criminología, especialmente por la inestabilidad emocional que manifiesta, la desinhibición en sus relaciones con los
demás y el progresivo deterioro físico y social.
Existen muchos tipos de drogas, la clasificación clásica habla de tres grupos principalmente:
1. Estupefacientes
Derivados del opio o narcóticos analgésicos (naturales o sintéticos)
Derivados de la coca.
La sintomatología que presentan los sujetos es en la dependencia a la morfina, la heroína y la codeína. El sujeto aparece
estuporoso, tiene los ojos inyectados y las pupilas contraídas, pierde el apetito y tiene abundante secreción nasal, puede
haber nauseas o vómitos, se le encuentran pinchazos o cicatrices en los brazos (aunque muchos se inyectan bajo la
lengua para evitar estas cicatrices).
Las propiedades de los opiáceos difiere en muy poco y la administración prolongada de ellos produce tolerancia. Puede
producir dependencia física y síndromes de abstinencia autolimitada.
Las drogas de este tipo producen un síndrome de intoxicación que presenta sedación y una sensación de placer interno
de bienestar. Clínicamente se presenta como un aturdimiento, rubor, pupilas contraídas.
La dependencia de la heroína comienza por olor o por la inyección subcutánea progresando hasta la intravenosa. Una
vez que la dependencia física está establecida, la motivación va desde la búsqueda del placer hasta la evitación del
síndrome de abstinencia.
La cocaína, que usualmente se inhala, provoca anestesia local de la mucosa respiratoria y bucal. Causa euforia con
sensación de aumento de la fuerza física, mucha actividad y alteraciones leves de la percepción sensorial, confusión,
alucinaciones visuales y fase de somnolencia. La intoxicación crónica da lugar a graves trastornos de la conducta que se
hace agresiva y antisocial. En el curso de estas toxicomanías se observan con frecuencia perversiones sexuales.
2. Psicotrópicos o Neurotrópicos.
Psicolépticos o neurolépticos (sedantes)
Psicoanalépticos o estimulantes
Psicodislépticos o psicodélicos (alucinógenos).
La sintomatología varía según el psicotrópico, pero en general existen acentuadas alteraciones en la mente. Las
personas con dificultades para soportar la ansiedad o el insomnio, tratan de combatirlo con sedantes, esto se hace
habitual y termina en una marcada dependencia. Las grandes dosis (cuando no llevan al suicidio) producen trastornos en
el lenguaje y los movimientos pueden carecer de coordinación. Se altera el juicio y la percepción.
Los barbitúricos producen una intoxicación caracterizada por sensaciones de relajamiento y de euforia que van en
aumento y disminución de la agilidad mental, con aumento en la confusión, fragmentación de la memoria, desorientación
e inestabilidad emocional. El síndrome de abstinencia presenta debilidad, inquietud y temblor, ansiedad e insomnio.
Las anfetaminas han tenido amplio uso médico como depresores del apetito para la reducción de peso y también han
sido muy usadas por choferes y estudiantes para combatir la fatiga. Lo relativamente fácil de su adquisición y la
sensación de bienestar ha contribuido a una frecuencia elevada de dependencia psicológica.
La sintomatología de los psicodislépticos o alucinógenos, está considerada como un verdadero cuadro psicótico. Existen
alteraciones en la percepción, hay alucinaciones, trastornos en el pensamiento, el sentido del tiempo y el espacio se
altera, disminuye notablemente su capacidad para discernir y evaluar sus experiencias así como su sentido de la
realidad. Se observan síntomas físicos como: dilatación de la pupila, en algunos casos elevación de la temperatura,
temblores, convulsiones. Produce efectos en las funciones mentales a causa de su acción distorsionadora sobre los
mediadores químicos en los sistemas de trasmisión de las células cerebrales.
Los efectos más dramáticos son las alucinaciones visuales, auditivas y táctiles, además de la percepción e imagen
corporal. El estado afectivo puede ser de éxtasis, pero puede alternar con sentimientos de duda y de ansiedad o
depresión, es común un sentimiento de extrañeza o despersonalización, donde puede presentarse también una reacción
psicótica provocada por la misma droga.
Los principales efectos psicológicos de la marihuana incluyen alteraciones en la percepción, y en la orientación (tiempo y
espacio); los procesos cognitivos se alteran presentando distorsiones en los contenidos y funciones lógicas. La esfera
afectiva presenta accesos incontrolables de risa o llanto. Las motivaciones están distorsionadas por el fármaco y se
deben principalmente a la situación grupal. La aparición de alucinaciones y fluctuaciones emotivas dependen en gran
parte de la personalidad del adicto.
3. Volátiles o inhalables.
Cementos plásticos
Solventes comerciales
Gasolina y otros combustibles.
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PSICOLOGÍA DE LA DROGADICCIÓN.
La esfera de las relaciones interpersonales está afectada en las relaciones familiares y laborales, la conducta de rebeldía
es característica de inconformidad a las normas y patrones sociales. Estos sujetos desean cambiar valores, desacatar las
normas, lo que los lleva a incurrir en actos delictivos. La dependencia del drogadicto reafirma su adicción a los tóxicos ya
que busca en ellos su identidad.
La estructura familiar se presenta como autoritaria con padres rígidos y exigentes, la figura materna es inestable, lábil,
ambivalente y esto le trasmite inseguridad al toxicómano. Los valores distorsionados le llevan a no poder distinguir entre
aspectos favorables y negativos de su conducta, lo que fácilmente le lleva a cometer actos delictivos, como robar o
prostituirse para conseguir estupefacientes. En las relaciones interpersonales su actitud es de comunicarse solo con
aquellos que comparten sus ideas esto fortalece el fenómeno del pandillismo.
El negar su conciencia de enfermedad, nos habla de un yo integrado, pero con elementos que no han sido bien
desarrollados, es por ello que la negación constituye en cierta medida una Despersonalización.
Psicopatía
La característica principal del psicópata es su amoralidad. La personalidad psicopática es una personalidad anómala que
posee una desarmonía intrapsíquica congénita, posee un inestable equilibrio psíquico sin perder el contacto con la
realidad, presenta episódicamente reacciones desequilibradas, afectivas, caracterológicas y temperamentales; esto le
lleva ineludiblemente a un desajuste social.
La falla grave de la introyección de las normas sociales es provocada por un mal funcionamiento o una ausencia total de
superyo. En este caso el superyo actúa con contenidos contrarios al de las exigencias del medio social en el que se
desarrolla, así puede tener un superyo que funciona de manera patológica.
El delincuente sexual
La historia de los delincuentes sexuales muestra desintegración familiar, falta de supervisión y carecía de afecto y
cuidados, rodeados durante la infancia de condiciones muy poco favorables. Dos características fundamentales generan
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su proceso asocial: la carencia de seguridad y afecto, que dan lugar a características sádicas y dominantes. Las
necesidades y deseos emocionales son en gran medida responsables de la tendencia a cometer delitos. Muestran gran
inseguridad que hace que su comportamiento sea tímido, retraído, inhibido, lo que le genera fallas en la comunicación
interpersonal, desconfianza, falta de afecto a lo largo de su desarrollo.
Su pensamiento es de tipo obsesivo con contenidos sexuales y tiende a ser ilógico ya que tiene una personalidad
inmadura y conflictiva. Su comunicación tiende a ser infantil con dificultades en el plano verbal.
El contenido del lenguaje es pobre o por el contrario de un gran detallismo sobretodo en adultos mayores.
Su afectividad posee un grave trastorno que parte de su conflictiva sexual, es dependiente, de baja autoestima y la
angustia que proyecta está manifestada por la necesidad de controlar sus impulsos sexuales y no poder hacerlo.
Presenta alteración de la conciencia y niega sus conflictos y comportamiento asóciales y agresivos. Por lo general
disminuye su culpa atribuyendo el ataque sexual a su víctima. Su atención y percepción está fuertemente influida por el
contenido sexual de su problemática.
Esta concepción responde a la reproducción de un fuerte paradigma cuyos efectos aún hoy siguen teniendo vigencia en
ciertos campos de nuestra cultura occidental contemporánea. Los componentes de este paradigma se articulaban en la
secuencia bio-psico-social; en donde el primer componente era el más importante, y el último -lo social- muy pocas veces
se tenía en cuenta.
Pero ocurre que, con el correr del tiempo, el surgimiento de nuevas concepciones teóricas y la relación de distintas
disciplinas entre sí, se comenzó a prefigurar -sobre todo en la temática del delito- una concepción de carácter relativista
basada ya más en lo social que en lo biológico.
Tanto la antropología como la criminología, se han desarrollado a partir del estudio de los "otros". En el primero de los
casos, el "otro" cultural; en el segundo, el "otro" como individuos o grupos de "desviados". En lo que respecta a la última,
esta concepción de carácter socio céntrica, se fue paulatinamente diluyendo (aunque no de forma total) en favor de una
consideración del delito como fenómeno social normal.
En contra de todas aquellas posiciones que toman al delincuente como un desviado que de alguna manera manifiesta
cierto tipo de patología, se hace imprescindible partir de una cita de Emile Durkheim (esto no implica que se esté
completamente de acuerdo con los supuestos -algunos explícitos y otros implícitos- presentes en la misma, aunque sí
con la idea de generalidad y relatividad respecto del fenómeno del delito en cuanto situación social):
"El delito no se observa solamente en la mayoría de las sociedades de tal o cual especie, sino en las
sociedades de todos los tipos. No hay una en la que no haya criminalidad. Ésta cambia de forma, los actos
así calificados no son en todas partes los mismos; pero en todos los sitios y siempre ha habido hombres que
se conducían de forma que atraían sobre ellos la represión penal. Si al menos, a medida que las sociedades
pasan de los tipos inferiores a los más elevados, el índice de criminalidad, es decir, la relación entre la cifra
anual de los delitos y la de la población, tendiese a bajar, se podría creer que, aún siendo todavía un
fenómeno normal, el delito tendía, sin embargo, a perder su carácter. Pero no tenemos ningún motivo que
nos permita creer en la realidad de esta regresión. Antes bien, muchos hechos parecen demostrar la
existencia de un movimiento en sentido inverso. [...] Por tanto, no hay fenómeno que presente de manera
más irrecusable todos los síntomas de normalidad, puesto que aparece estrechamente ligado a las
condiciones de toda vida colectiva. Hacer del delito una enfermedad social sería admitir que la enfermedad
no es una cosa accidental, sino, por el contrario, una cosa derivada en ciertos casos de la constitución
fundamental del ser vivo..."
(DURKHEIM, E. pág. 92).
Profundizando un poco más en los criterios de la cita precedente, podemos decir que cuando una serie de personas se
reúnen formando un grupo, siempre existen entre ellas un conjunto de acuerdos explícitos o implícitos en lo referente a la
forma de desenvolvimiento del mismo. Estos acuerdos están vinculados a lo que es deseable hacer y esperar de los
demás y a lo que no lo es. En este tipo de situación no es importante la extensión de dicho grupo -el cual puede estar
constituido por dos o más personas- sino el cumplimiento de los deberes asumidos (aunque sea de manera implícita)
para con los demás miembros del mismo en base al código estipulado.
A N T O L O G Í A 1 1 9
En el marco de la idea del delito como producto social, podemos citar a Montagu, quien explicita que: "Los crímenes y los
criminales son producto de la sociedad, y a la vez, instrumentos y víctimas de la misma sociedad. La sociedad criminal y
delincuente culpa de sus crímenes y delitos a los criminales y a los delincuentes y luego los castiga por los daños que, en
la mayoría de los casos, la misma sociedad los indujo a cometer. Un crimen es lo que la sociedad escoge definir como
tal. Algo que puede ser considerado como un crimen en una sociedad puede no serlo en otra. Pero sea lo que sea lo que
una sociedad pueda o no considerar como un crimen, todas las sociedades definen al crimen como un acto cometido en
violación de una ley prohibitiva o un acto omitido en violación de una ley prescriptiva. De aquí que la sociedad sea la que
define al criminal y no el criminal quien se define a sí mismo. Y sugiero aquí que casi invariablemente la sociedad es la
que hace al criminal porque los criminales, en realidad, se vuelven tales, no nacen así".
Todo esto significa una ruptura con el paradigma bio-psico-social y una reformulación de la idea de delito desde una
óptica relativista. Además, remarca la concepción que, si bien el delito puede ser una conducta no deseable en el seno
de alguna sociedad, es un hecho perfectamente normal en la vida de cualquier grupo.
Según este mismo autor, es dable considerar al delito consuetudinario como una forma de buscar seguridad por parte del
delincuente. Aclara Montagu que la idea de búsqueda de seguridad no debe entenderse en términos simplistas, sino que
debe contemplarse como una "hipótesis de trabajo que puede ser de utilidad práctica para el entendimiento de algunas
de las condiciones y motivaciones que guían al crimen".
En otras palabras, podríamos decir que en algunos casos, el delito debe ser entendido como una estrategia de
supervivencia; la cual se desenvuelve porque la sociedad no provee las condiciones necesarias para la seguridad de los
individuos.
Es importante recalcar que, en nuestra sociedad occidental se han desarrollado una serie de dispositivos -con base en el
derecho- que procuran un tratamiento de la persona considerada delincuente que lleva a su "resocialización". En este
término existen implícitos aquellos presupuestos vinculados a la posición positivista sobre la desviación patológica de la
conducta y la necesidad de su normalización.
En nuestra sociedad, el hecho de haber sido delincuente o haber estado preso, es condición suficiente para ser
marginado y estigmatizado, sin posibilidad de redención, a pesar de que haya todo un discurso que estipula lo contrario.
Si, por el contrario, tomamos en consideración la forma que en otras culturas tratan el tema del delito y el delincuente, es
posible que aprendamos algo sobre ciertas alternativas respecto del tratamiento y la redención del sujeto criminal que
pueden servir de base para la reconsideración de nuestras prácticas punitivas.
Según Malinowski, quien trabajó en uno de sus libros el tema del delito entre los indígenas de las Islas Trobriand, existen
entre éstos, una serie de mecanismos que permiten, además de restablecer el orden social, la redención plena -y no de
palabra como ocurre en nuestra cultura- del sujeto que se sospecha ha transgredido la ley de la comunidad. Uno de
estos mecanismos es la hechicería, el otro el suicidio. Respecto del último, si bien es un dispositivo extremo de
redención, es muy eficaz en el sentido que permite conservar el buen nombre de la familia del sujeto que se cree ha
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delinquido. La muerte voluntaria del individuo, producida en una acto ritual público, es considerada como una
demostración de inocencia del sujeto.
En cuanto a la hechicería, sabemos de la importancia que ésta tiene para las comunidades tribales. Si una persona
comete una trasgresión a la ley y se demuestra que ha actuado bajo la influencia de un embrujo mágico, este sólo hecho
es suficiente para garantizar su inocencia y la no estigmatización del individuo por parte de la comunidad.
Con este sucinto ejemplo, queremos dejar en claro que, en otras comunidades no complejas, el fenómeno del delito
posee una mayor contención comunitaria, y no ocurre como en nuestra cultura que, a pesar que se juzga y se penaliza al
delincuente, una vez cumplida su pena, éste sigue siendo considerado un criminal, tratándoselo de acuerdo a su rótulo
permanente de "delincuente".
5
UNIDAD
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Los tres postulados sustantivos de la Escuela Clásica, en base a la labor del marqués de Beccaria, Pessina y Francesco
Carrara, que veremos son:
- El libre albedrío o libre arbitrio: Parte del supuesto de que todo acto humano (con independencia de su
contenido moral, de su bondad o maldad) pasa por tres etapas psicológicas: deliberación, decisión y ejecución.
El acto externo, entonces, es una expresión de la voluntad libre, capaz de hacer decidir al hombre entre
hacerlo o no, de elegir entre el bien o el mal. Esa "libertad moral", de corte filosófico espiritualista, debía dirigir
la conducta.
- La responsabilidad moral por el delito: como el hombre tiene esa "libertad de voluntad", cuando viola la ley
debe responder, responsabilizándose ante la sociedad por el daño causado. Esa retribución o castigo, de
contenido ético, establecidos en la ley penal es lo que deberá pagar a la sociedad al haber hecho mal uso del
"libre arbitrio" de que está dotado. Por eso consideraba irresponsables a los enfermos mentales, en quienes la
libre determinación no existe.
- La pena en proporción al delito: el daño producido y la importancia moral y legal del delito, dará la medida de la
sanción, la clase y extensión de la pena.
En una de sus cartas a Pedro Verri, le confesaba que "... he querido defender a la humanidad, sin ser un mártir de ella”.
En la obra citada decía: "Para que todo castigo no sea un acto de violencia ejercido por uno solo o por muchos contra un
ciudadano, debe, especialmente, ser público, pronto, necesario, proporcionado al delito, dictado por las leyes y el menos
riguroso posible, atendidas todas las circunstancias del caso".
"El temor del último suplicio jamás ha contenido a los malvados que estaban resueltos a turbar a la sociedad".
Es considerado el creador de la Escuela Clásica del Derecho Penal, cuyos postulados básicos son:
1. sólo las leyes pueden fijar las penas por los crímenes;
2. sólo los magistrados deben juzgar a los delincuentes;
3. la atrocidad de las penas se opone al bien público;
4. los jueces no deben interpretar las leyes penales;
5. debe existir proporción entre los delitos y las penas;
6. el objeto de las penas no es atormentar al culpable, sino impedir que agravie de nuevo a la sociedad y disuadir
a los demás de delinquir;
7. las acusaciones no deben ser secretas;
8. el tormento del acusado durante el proceso es una barbarie;
9. el reo no debe ser considerado culpable antes de la sentencia condenatoria;
A N T O L O G Í A 1 2 3
b) Francesco Carrara.
Francesco Carrara en su Programma di diritto criminale, acuñó su definición de delito "como un ente jurídico", que
comprendía:
1) infracción a la ley del Estado (norma jurídica);
2) promulgación (para que sea conocida por los ciudadanos a partir de un momento dado);
3) protección de la seguridad de los ciudadanos;
4) resultante de un acto externo del hombre;
5) moralmente imputable.
En virtud de la tutela jurídica de la sociedad, buscó que la pena fuera proporcional al daño producido, es decir, la teoría
"de la proporción penal".
Establecía tres elementos para la imputabilidad, cuya reunión implicaba la responsabilidad y la condena, a saber;
1) imputación física (realización penal del hecho);
2) imputación moral (voluntad de su ejecución);
3) imputación legal (acto previsto en la ley penal).
La pena fija y proporcionada al delito pasa a ser "indeterminada y proporcional a la temibilidad del delincuente" (José
Ingenieros, Criminología, Ed. Rosso, Buenos Aires, 1919).
Esta Escuela tuvo a Lombroso como biólogo y antropólogo, a Ferri como sociólogo y a Garófalo como jurista.
a) Enrique Ferri.
Ferri (1856-1929) es considerado el sociólogo de la Escuela Positiva, el creador de la Sociología criminal y el fundador
de la Criminología moderna.
Al graduarse en leyes en Italia, su tesis versó sobre La teoría de la imputabilidad y negación del libre albedrío, terciando
en la polémica entre "determinismo" y "libre albedrío".
Estableció la Ley de la saturación criminal, pues de la misma forma que un líquido determinado sometido a un calor
prefijado diluirá una cierta cantidad de sustancia (ni una molécula derramada más ni una menos), en ciertas condiciones
sociales se producirá un determinado número de delitos, ni uno más ni uno menos.
Naecker -precursor de la Escuela Alemana- agrupó en dos los factores propuestos por Ferri:
- endógenos (biológicos);
- exógenos (físicos y sociales).
Ferri especulaba, con cierta exageración, que "si conocieran esas causas se podría establecer con exactitud el número
concreto de los crímenes que se cometerían".
La polémica en boga radicaba en saber si el delincuente nace o se hace, justamente a raíz de la preponderancia que
tenían en él los factores endógenos o exógenos. Junto con Lombroso y Garófalo, Ferri se inclinaba por los primeros.
Clasificó con maestría a los delincuentes en: nato, loco, ocasional, habitual y pasional, como veremos en otro lugar de
este trabajo.
En su título El delito en el arte descubrió distintos tipos de delincuentes, según los personajes de la literatura clásica.
Combatió la idea de "pena-castigo" propiciada por Beccaria y la Escuela Clásica, oponiéndole la noción de una pena
como "defensa social".
Insistiendo en que el conocimiento de las causas permitiría más prevenir que castigar, esbozó como medidas preventivas
los sustitutivos penales, que permitirían colocar al individuo en una situación tal que lo alejarían de la posibilidad de
delinquir.
Tuvo como colaborador a Scipión Sighele, quien estudió la relación pareja-delincuente (homicida-suicida), los grupos y
las multitudes delincuentes. También a Alfredo Nicéforo, el que escribió La antropología de las clases pobres, como
veremos enseguida.
b) Alfredo Nicéforo.
Sociólogo en la Universidad de Lausana, adoptó como programa uno análogo al propiciado en Criminología (7a ed.,
Buenos Aires) por José Ingenieros (1877-1925), en una única ciencia, con tres partes distintas:
- Las causas del delito (Etiología criminal): Investiga la acción que influye en el mecanismo determinante de los
delitos, agrupándola en dos grandes categorías:
A N T O L O G Í A 1 2 5
c) Rafael Garófalo.
Garófalo (1852-1934) en 1884 publicó su Criminología, adoptando por primera vez el término de esta ciencia
apasionante.
Siendo ministro de la Corte de Apelaciones de Nápoles y partiendo de la existencia del criminal nato descrito por
Lombroso, pensó que debería existir un delito que siempre hubiese sido tal en cualquier lugar y época. Si se lograba
comprobar la existencia de "ese delito natural", la teoría del "delincuente nato" estaría justificada.
Observó grupos sociales de distintas épocas, comprobando que el concepto de delito resultaba distinto de un pueblo a
otro (el homicidio en otro tiempo fue motivado por la extrema necesidad de subsistir o aún de seleccionar la especie, por
ejemplo).
Es decir que si dar muerte a una persona en determinados países y circunstancias no era delito, no se justificaba el
"delito natural".
Entonces, buscó reconocer cuáles eran los sentimientos indispensables para la convivencia social, que actuarían como
fuerzas centrípetas que aunarían a los individuos hacia un fin, hacia el centro de la sociedad, para luchar contra las
fuerzas centrífugas individuales.
No los halló en la religión ni en el patriotismo, ni tampoco en el pudor, pero logró sintetizar dos sentimientos altruistas,
indispensables para la convivencia social: la piedad y la probidad.
Basándose en ambos definió el delito natural: la ofensa a los sentimientos altruistas fundamentales de piedad y probidad,
en la medida media en que los posea un determinado grupo social.
La media tomada por Garófalo es el término o medida en que estos sentimientos existen en un grupo social. Si tales
sentimientos existen, pero débilmente, ese nivel medio será bajo. Si el organismo social está fortificado, bien constituido,
el nivel será alto.
Su clasificación de los delincuentes, con quienes tuvo poco contacto, se basó en las figuras típicas descriptas por Fedor
Mijailovich Dostoievski (1821-1881) en sus obras Pobres gentes, La casa de los muertos, Humillados y ofendidos,
Crimen y castigo, El idiota, Los endemoniados, Los hermanos Karamazov, de gran profundidad psicológica e intenso
patetismo, y así obtuvo:
- los que atentaban contra los sentimientos de piedad (como los asesinos);
- los que atentaban contra los sentimientos de probidad (como los ladrones);
- los que atentaban contra ambos sentimientos (como los asaltantes y criminales);
- los cínicos (que cometen delitos sexuales).
Sobre ellos nos extenderemos al recopilar las distintas clasificaciones de delincuentes.
A N T O L O G Í A 1 2 6
Es decir, el soldado no puede ser castigado por las muertes de sus enemigos en el campo de batalla; el médico por las
muertes de sus pacientes en el correcto ejercicio de su profesión, y tampoco el juez cuando condena a muerte al criminal
en defensa de la sociedad, porque éste es el modo más eficaz de defenderla.
a) La Terza Scuola.
Nace en Italia en 1892 (casi coincidentemente con el III Congreso de Antropología Criminal, de Bélgica) para responder
al avance de la Escuela francesa, colocándose en un término medio, con una postura ecléctica.
Entre sus organizadores, hallamos a Carnevale (Una Tercera Escuela de Derecho Penal en Italia, 1891) y a Bernardino
Alimena (Notas filosóficas de un criminalista).
b) Escuela Espiritualista.
Retorna a los principios sustentados por la Escuela Clásica, cuyo mentor fue el marqués de Beccaria, como hemos visto
con anterioridad en este trabajo.
Ese regreso al "libre albedrío" de la Escuela Clásica tuvo impulso ante la negación de la hipótesis del "criminal nato", y
fue auspiciado por Luchini (italiano), Vidal (francés) y Mayer (alemán). Su duración fue efímera.
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c) Escuela Neoespiritualista.
Pretendió ubicarse en un término medio entre el "libre albedrío" de la Escuela Clásica del Derecho Penal y el
"determinismo" de la teoría Lombrosiana.
Especulaba que si bien es cierto que el hombre tiene libertad, ésta no existe en el amplio sentido en que la conceptúan
filósofos y políticos, sino que tiene limitaciones impuestas por el medio ambiente, que reduce esa libertad ante las
exigencias de la convivencia social.
Entre sus representantes hallamos a los franceses L. Proal (Le crime et la peine) y Guillot, y al alemán De Baets.
Así, para Quintiliano Saldaña (Nova Criminologia), la Política criminal es "el estudio científico de la criminalidad, sus
causas y los medios para combatirla".
Para Manzini (Tratado de Derecho Penal, 1908) resulta ser "el conjunto de doctrinas de las posibilidades políticas
(realidad alcanzable) con relación al fin de la prevención y de la represión de la delincuencia".
Feuerbach la define como la "sabiduría legisladora del Estado en materia de Criminología".
Franz Von Liszt -uno de los precursores de esta doctrina-, en Principios de Política criminal, en 1889 sostenía que "es el
conjunto sistemático de principios, según los cuales el Estado y la sociedad deben organizar la lucha contra el crimen".
Kleinsrod, antes que Von Liszt, en 1773 la llamó "Política del Derecho Criminal".
La diagnosis de la peligrosidad criminal fue considerada la cuestión más importante de la Criminología por Kinberg
(Quelques aspects criminologiques, pág. 797), Y en la misma obra enfatiza: "La peligrosidad puede definirse así: el
riesgo especial que un individuo, que tiene determinada estructura personal y que se halla en una situación mesológica
determinada, supone, de una manera delictuosa o no, para la cosa pública, para los particulares o para los bienes de
otro" (pág. 709).
Petrocelli, en forma similar, considera a la peligrosidad como "un conjunto de condiciones, subjetivas y objetivas, bajo
cuyo impulso es probable que un individuo cometa un hecho socialmente peligroso o dañoso (La pericolositá, pág. 47).
Luis Jiménez de Asúa la definió como "la probabilidad de que un individuo cometerá o volverá a cometer un delito".
Emilio Federico Pablo Bonnet (Lecciones de Medicina Legal), 4a ed., López Libreros Editores, Buenos Aires, 1984, pág.
231) sostuvo que "es un estado jurídico-biológico, surgido de la estructura psicosocial del individuo, y que le confiere
singulares dotes, para infringir de modo permanente la ley penal". Respecto de las formas jurídicas (al margen de las
formas clínicas) puntualiza:
2) En relación al autor:
Ausencia o existencia de antecedentes policiales o judiciales;
Vida honesta o deshonesta anterior al delito.
Israel Drapkin Senderey (Criminología, Ed. Vázquez, Santiago de Chile, 1946, pág. 69) apunta que "política criminal, en
su esencia, no es otra cosa que aquellos principios, producto de la investigación científica y de la experiencia, sobre los
cuales debe basarse el Estado para prevenir y reprimir la delincuencia".
Es decir, la aplicación por parte del Estado de las medidas que fluyen de la investigación científica de los fenómenos de
la criminalidad y que son necesarias para su prevención y represión.
Alejandro Solís Espinoza (Criminología. Panorama contemporáneo, Eddili, Lima, Perú, 1984, pág. 63) coincide con E.
Seelig (Tratado de Criminología, Madrid, 1958), al considerar a la política criminal como ligada tanto a la Criminología
como al Derecho Penal con fines de prevención, represión y enmienda.
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Aclara que "la incidencia de la política criminal hay que entenderla tanto sobre la ley penal, procesal penal, como
penitenciaria" .
En similar sentido, Alfredo J. Molinario (La Sociología criminal; su posición dentro de la Enciclopedia Criminológica,
"Revista de Psiquiatría y Criminología", Buenos Aires, año XI, n° 60, nov.-dic. de 1946) mencionaba: " ... a su turno, el
criminólogo proponía reformas legislativas, es decir, hacía política criminal..."
Si bien desarrollamos el tema en la "Escuela Pragmática del Derecho Penal", sólo apuntaremos que los institutos de la
"libertad provisional" o la "protección de la infancia" son algunos de sus resultados prácticos.
Los fines de la Criminología y el desarrollo del conjunto de conocimientos criminológicos, en definitiva, el auge del delito,
la proliferación de delincuentes, el aumento de los comportamientos desviados o antisocial es, han dado origen a la
corriente llamada Criminología aplicada para lograr su prevención adecuada en el marco social, y alcanzar una justicia
más humana que, partiendo del conocimiento del reo sometido a proceso, durante la ejecución penal lo toma desde su
diagnóstico, a fin de lograr el mejor tratamiento penitenciario.
Así se irradiaría a la Criminología, según el cuadro que apunta Solís Espinoza (Criminología ... cit., pág. 59):
Criminología:
Prevención social;
Política criminal;
Proceso penal;
Ejecución penal.
a) Escuela austríaca.
En el acontecimiento criminal ubica en su centro al hombre, como unidad psicofísica, y exige que el método comprensivo
científico se funde en el caso individual.
Esta Escuela ha sido creada por Franz Von Liszt y Hans Gross, este último autor del Manual del juez de instrucción como
sistema de criminalística (traducido por Máximo Arredondo en su primera versión como Manual del juez).
Gross, austríaco, fue el primero que denominó Criminalística a esta ciencia, que hoy conocemos -de la mano de Roberto
Albarracín- como "la que se ocupa del cómo, cuándo, dónde y quién del delito".
Para ser más precisos, Criminalística es "la disciplina auxiliar del Derecho Penal y del Proceso Penal que se ocupa del
descubrimiento y verificación científica del delito y del delincuente" (Roberto Albarracín, Manual de Criminalística, Ed.
P.F.A., vol. 239-240, Buenos Aires, 1969, pág. 30).
Luis María Desimoni (en Prevención policial y prueba en materia penal, ed. P.F.A., vol. 305, Buenos Aires, 1995, pág.
136) brinda su definición:
Criminalística es "aquella disciplina que persigue la investigación y el estudio de los diferentes delitos -que dejan rastros
tangibles y palpables-, utilizando como medio un conjunto de procedimientos técnicos tendientes a tal fin".
Edmon Locard (La Criminalistique, Lyon, Francia, 1937) reúne en su obra enciclopédica todos los antecedentes de las
"técnicas del crimen", brindando una invalorable colaboración al proceso penal para hallar la verdad y para que los
hechos no queden impunes.
Es decir, la moderna investigación criminal logra la verificación del hecho delictuoso, la determinación de su autoría y lo
relativo a la personalidad del delincuente para su adecuada sanción. Quedaba a la Criminología ocuparse del porqué del
delito.
E. Söderman y J. J. O´connel, en La investigación moderna del delito (Ed. P.F.A., nº 57-58), señalan la trascendencia de
la Criminalística y que el delito perfecto no existe. Sólo podrá existir "en la medida en que subsista la imperfección en los
métodos de investigación criminal".
A N T O L O G Í A 1 3 0
Al trabajo de Hans Gross siguió el de E. Seelig (Lehrbuch der kriminologie, Nürnberg und Düsseldorf, 1951); muerto
Seelig, R. Grassberger (Pioneers in Criminology: H. Gross, J.C.L., 1956) fue el representante más calificado.
Etiología criminal:
1) Biología criminal (Antropología psicosomática).
2) Sociología criminal.
Las dos etapas de Seelig, más algunos datos de la fenomenología criminal, constituyen la Criminalística.
Para esta Escuela la Política criminal, si bien está ligada al Derecho Penal, forma parte de la Criminología.
Otras disciplinas afines (psiquiatría judicial, medicina legal, química legal, etc.), cuya indefinición se mantiene, le han
restado cierta organicidad.
Grassberger (Qu'est-ce que c'est la Criminologie) divide a la Criminología en:
1) Estudio de la realidad criminal.
2) Estudio de los hechos procesales.
3) Estudio de los medios de defensa contra el delito.
Por eso, respecto de la génesis individual y social y con valor sintomático, paralelo al Código Penal, algunos autores
propician un Código de prevención y defensa social, como Di Tullio (La criminologia nei suoi aspetti umani e nelle sue
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finalita etiche, en R.S.P., 1951, págs. 19 y 55), De Mattia (Verso un codice di prevenzione e difesa sociale, en R.S.P.,
1954, págs. 146 a 161) y otros.
Los inimputables y los no punibles, enfermos físicos o mentales peligrosos y su conducta, son objeto de estudio. Como
en ellos, en los semiinimputables es fácil hallar distintas formas de anormalidad biológica, psíquica y social (neurológica).
De esta manera, la Escuela positiva construyó la teoría del delincuente constitucional de carácter determinista. Pero esa
constitución delictiva de los pioneros de la criminología, fue modificándose por el uso de la libertad. La investigación
criminológica debería estudiar íntegramente la personalidad del delincuente, pues la declaración de peligrosidad se
aplica con frecuencia a los sujetos anómalos.
Petrocelli afirma que la investigación criminológica, sin excluir aquella apta para determinar si el sujeto tiene o no la
capacidad de entender o querer, debe proseguir para medir el grado de responsabilidad y mensurar la pena aplicable al
delincuente, o bien para establecer su peligrosidad criminal.
Hemos visto que la culpabilidad es uno de los elementos constitutivos del delito. Las características biopsicológicas del
sujeto "normal" y del "anormal" está discutida, por lo que A. Ley (L'homme normal enjustice, R.D.P.C., 1951-1952, págs.
189 a 200) propicia que sería mejor referirse a los conceptos de "inimputabilidad" y "semiinimputabilidad".
Lagache (Psycho-aiminologénese, págs. 130 y 131) sostiene que en muchos casos "la dicotomía entre normalidad y
anormalidad es de existencia muy dudosa".
Gemelli (La criminología, pág. 19), en cambio, sostiene que "...es normal, para el criminólogo, aquel cuyas acciones son
coherentes con todo lo que manifiesta el patrimonio de determinada personalidad y en relación con las condiciones
sociales. Es la conducta la que nos suministra los elementos para nuestro juicio...”
Petrocelli (Diritto Penale e Criminologia, págs. 690 y 691) parte de la "normalidad", a la que define como "aquel grado
suficiente de capacidad psíquica que, a pesar de las infaltables imperfecciones, es idóneo para insertar al sujeto en las
relaciones y en las responsabilidades comunes de la vida, antes todavía que en las de la ley penal.".
Claro está que establecer si un sujeto investigado es "normal" o "anormal" (enfermo), poniendo de relieve el grado de
responsabilidad penal, será tarea inherente a la criminología individualizadora o clínica, basada en la observación y en el
análisis a fondo de los casos individuales, como sostiene Michelangelo Peláez (Introducción al estudio de la
Criminología, con prólogo de Luis Jiménez de Asúa, traducción y notas de Manuel de Rivacoba y Rivacoba, 3a ed., Ed.
Depalma, Buenos Aires, 1982).
Lagache (Refiéxions sur De Greeff et le crimen passionel, Nauwelaerts-Louvain, París, 1956, pág. 67), quizá con un
determinismo un tanto simplista, escribió que "...la criminología es a la psicopatología lo que la moral a la psicología...",
aunque resulte obvio que muchos sujetos afectados por una misma tara no resulten delincuentes.
Muchos factores patológicos en la ejecución criminal obligan al criminólogo a realizar una investigación completa sobre la
personalidad del sujeto, con la ayuda de estudios sociológicos, psicológicos y psiquiátricos.
Exner (Kriminologie, S.P., 1950, pág. 290), como problema sustancial de la psicología criminal, se pregunta: ¿por qué la
amenaza penal no ha impedido el delito?
Hoy ninguna ciencia representa sólo el papel descriptivo, sino que asume roles normativos. Discutir primero, explicar
luego.
Millán Puelles (Fundamentos, págs. 164 y 55) precisa: "El conocimiento etiológico no es tanto un conocimiento de las
causas cuanto un conocimiento por ellas. En el conocer etiológico las cosas son conocidas a la luz de sus causas...".
Es que un suceso no se produce por una sola causa, y así nacen las "condiciones" y las "causas".
Petrocelli (Diritto Penale e Criminologia, pág. 691) sostuvo: "Las influencias que sufre el individuo son infinitas, pero esto
no significa que tales influencias puedan llamarse de modo propio y verdadero causas del delito. Es la voluntad la que, al
recibir estos impulsos, realiza su valoración, los dirige, y opera la elección que conduce a la acción, a una acción más
bien que a otra. En definitiva, es menester distinguir bien el impulso de la causa, el motivar del causar, la relación de
motivación de la determinación".
Las sociedades y la Criminología se ocuparon, para combatir el delito, de obrar sobre sus causas, y aunque se
presupone que es el resultado de situaciones muy complejas, se trató incluso de arribar a las causas determinantes.
En la actualidad, de la concepción que partía de la etiología criminal de carácter naturalístico, se llegó a analizar
situaciones de hecho individual y social para comprender el delito y, luego, al delincuente.
Mezger (Kriminologie, págs. 9 y 55) dividió el método para comprender ambos hitos propuestos en:
- comprensión fenomenológica;
- comprensión de los motivos (de la acción);
- comprensión caracterológica;
- comprensión sociológica.
Para lograr comprender la personalidad del delincuente, se emplean, como partes esenciales de la criminología clínica:
- La criminogénesis (que señala las causa que determinan los fenómenos criminosos);
- La criminodinámica (que precisa el mecanismo con que obran los diversos factores criminógenos para producir
los fenómenos criminales).
Los motivos de la acción fueron desde antiguo preocupación de la sociología y de la psiquiatría, sirviendo para evaluar el
elemento psicológico del delito y para otorgar síntomas de una particular peligrosidad criminal.
Al estudiar los móviles podremos conocer la personalidad criminal, descubriendo la estructura biopsíquica (individual) y la
motivación sociológica (social) de los fenómenos criminosos de carácter colectivo.
Lauté (L'influence de la Criminologie, pág. 202) sostiene que "...el conocimiento del móvil permite, en efecto, separar lo
que hay de particular en cada categoría de delincuentes. Da el medio de dirigir los efectos de la ley penal y de aplicarlo
particularmente a los individuos peligrosos".
Francis Bacon (1561-1626), barón de Berulán, autor inglés creador de la teoría de la "Inducción" en la investigación
científica, dijo: "el hombre es ciervo e intérprete de la naturaleza; cuánto sabe, tanto puede".
De Greeff (Ames criminelles, págs. 202, 208) expresó: "el hombre que llega a delinquir, en general, lo hace sólo después
de un período de precriminalidad, durante el cual el proceso que lo llevó al acto criminal se estaba precisando en su
pensamiento; en todas las regiones de su alma operaba una especie de anestesia particular, deformaba los valores,
transformaba los principios, fundamentaba su ilegitimidad. Esta preparación al crimen se encuentra tanto en los
patológicos como en los normales; y cuando no existe, puede decirse, casi con seguridad, que se está ante une
personalidad morbosa".
contraria al ordenamiento jurídico, por más que hasta aquel momento no haya realizado ningún hecho reconocido por la
ley como delito" (Delitto e personalita, págs. 57 y 55).
En síntesis, el concepto de peligrosidad, como fundamento de la responsabilidad penal, es el fundamental aporte que
hizo a la ciencia penal la Escuela Positiva.
Primero, Garófalo había desarrollado la noción de temibilidad. Luego, Grispigni (Diritto penale, vol. 1, pág. 170) -como
vimos- sobre la base de Garófalo, formula el concepto de estado peligroso: "la muy relevante capacidad en que se
encuentra una persona para cometer un delito".
Si deriva de factores endógenos (características internas referidas a la realidad biológica y psíquica del sujeto) será más
grave que si deriva de factores exógenos (representados por circunstancias físicas y sociales).
Florián cambia el enfoque; para él es "el estado, la aptitud, la inclinación de una persona a cometer, con gran
probabilidad, con casi certidumbre, delitos".
Ya no es la muy relevante capacidad, sino una aptitud, una inclinación (con gran probabilidad, con casi certidumbre) para
cometer delitos.
Para descifrar esa aptitud, en el enfoque que Florián propone, se debe analizar:
- la personalidad integral del delincuente;
- la índole de los motivos determinantes del delito; su significación (lo que se revela como acto reprimido por la
ley);
- la actividad del agente posterior a su perpetración.
La doctrina del estado peligroso -que fuera creada por la Escuela Positiva o positivismo penal partiendo de que el sujeto
es responsable por el hecho de vivir en sociedad- se enfrentó a la necesidad de asegurar por algún medio que los
resultados nefastos de estos sujetos no se repitan, porque, hayan sido declarados o no imputables, son de todos modos
responsables.
Así, la pena se funda en la culpabilidad; las medidas de seguridad, en la peligrosidad.
Las medidas de seguridad no son castigos, sino que tienen un fin utilitario: la prevención general y la prevención especial
respecto de quien presenta una indiscutible peligrosidad.
Son consideradas medios de asistencia que procuran la readaptación del individuo o el contralor de su erradicación de la
sociedad.
Por lo tanto, también deben distinguirse las penas de las medidas de seguridad.
La pena -dijo Jiménez de Asúa- en su esencia "...es retribución... ; en sus efectos causa un mal, un dolor al delincuente,
puesto que se trata de privaciones de derechos (libertad, matrimonio, funciones); pero en su finalidad es resocializadora
y, cuando no es posible, aseguradora".
A N T O L O G Í A 1 3 4
Las medidas de seguridad, carl stoos o modernamente medidas de defensa social, no se imponen al delincuente como
retribución de su culpabilidad, sino por el estado peligroso que éste presenta y para su eventual rehabilitación.
El empleo acumulativo (pena y medidas de seguridad) presenta dificultades cuando su ejecución simultánea es
impracticable, como ocurre en el caso de los usuarios de drogas, por ejemplo. De allí que gran parte de la doctrina
contemporánea preconice la unificación en una sola sanción, que involucre "castigo y cura" para el ejemplo dado.
Así, la reclusión de los dementes en manicomios (art. 34, inc. 1°, 2° párrafo, Código Penal); la internación de menores; la
accesoria de reclusión por tiempo indeterminado (art. 52 del Código Penal), en los casos de habitualidad o reincidencia.
Entre las primeras, se halla el tratamiento de desintoxicación y rehabilitación con internación (ambulatorio o alternativo,
según el caso), de duración indeterminada, para los drogadependientes.
Esta medida de seguridad curativa se aplica al toxicómano condenado por tenencia para uso personal, subordinado
física o psíquicamente a los estupefacientes, que preste su consentimiento, pero se torna compulsiva en el caso de
peligro para sí o para terceros (art. 19, 2° párrafo, ley 23.737).
El art. 20 de dicha ley diferencia entre:
- el delincuente que hace uso indebido de estupefacientes;
- el adicto a dichos estupefacientes.
La medida de seguridad educativa (art. 21 de la ley 23.737, en función del art. 14, 2° párrafo) se dispone cuando se trata
de "un usuario ocasional", "principiante" o "experimentador", que, por "única vez", tiene la oportunidad de integrar un
programa especializado educativo (obligatorio), a fin de lograr un comportamiento responsable frente al uso y tenencia
indebida de estupefacientes.
"El carácter tuitivo de toda medida de seguridad requiere que el juzgador la aplique aun de oficio, si se dan las
condiciones para su procedencia" (CFed. San Martín, Sala 2a, 27/7/93, "R., S. A.", "J.A.", 1995-IV-Síntesis, pág. 79).
Entre las segundas medidas tenemos la libertad vigilada y la prohibición de frecuentar determinados lugares.
Los artículos 26 y 41 del Código Penal (información sobre la conducta y concepto del prevenido para la condenación
condicional) hablan sobre el particular, así como también lo hace el arto 44, in fine (tentativa de delito imposible).
"Un sujeto peligroso es aquel que lleva en sí una mayor capacidad para cometer nuevos delitos" (C. Penal de Rafaela, 2/
10/92, "R., R. E.", "J.A.", 1995-IV-Síntesis, pág. 77).
Empero, estos criterios de estado peligroso han sido criticados por cierto sector de la Criminología contemporánea.
A N T O L O G Í A 1 3 5
ESCUELAS CLÁSICAS
LAS ESCUELAS PENALES Agrupan a los pensadores y tratadistas del derecho penal que,
fundándose en el libre albedrío humano y en la eficacia de la
pena como ejemplaridad general e individual jurídica criminal sobre principios de estricto dogmatismo jurídico, liberalidad
en el proceso y trato humanitario de los procesados, con eliminación de torturas y otros sistemas crudos de inquisición o
castigo.
El resultado de las teorías de los filósofos de los siglos XVII y XVIII fue la formación de una escuela general de derecho
penal cuyos principios se concentraron en los códigos penales promulgados después de la Revolución Francesa que con
algunas adiciones y modificaciones, rigen en la actualidad y forman el derecho penal liberal surgido así de la denominada
“Época de las Luces”.
Principales Fundadores
César Beccaria fue el iniciador de esta escuela denominada clásica, siendo sus continuadores en Italia Rossi Carrara; en
Francia Ortolán y Chauveau, Helie; y en España García Goyena y Pacheco. El máximo exponente de esta doctrina ha
sido el maestro Italiano Francisco Carrara.
La escuela clásica, establece la proporcionalidad entre el delito y las penas; excluyen las corporales e infamantes;
defiende como garantía suprema la inexistencia de delito para la ley positiva sin previa declaración del mismo; y
propugna ardorosamente las garantías individuales en el procedimiento y en las condenas penales.
La Pena, es la necesidad que tiene la sociedad de castigar al delincuente o infractor, nace en la conciencia del
sujeto activo que lo comete, generando responsabilidades moral, obra con su propia conciencia.
A N T O L O G Í A 1 3 6
El delito, es la trasgresión de la ley establecida el cual requiere retribución moral a la sociedad, representada
en la multa o años de condena no es regenerativo es una consecuencia jurídica.
La responsabilidad moral, se funda en el libre albedrío, y el sujeto debe responder, escogió esta conducta y no
otra licita
Previsión, efectos de las infracciones que establece la ley
Voluntad, es la forma de obrar contra el derecho
Escuela Positivista
Para la escuela positivista, además del delito y las sanciones penales exciten otro elemento: protagonista; es decir la
persona que comente el delito “delincuente”, la persona que se le va a imputar el delito.
Fundadores
Esta escuela comienza con los estudios de Lombroso, sobre el hombre delincuente, en su organismo, su carácter, sus
signos distintivos, su estado de ánimo dirigiéndose así a una antropología criminal, después continua con Ferri y
Garófalo, quienes se basaban en las estadísticas y estudiaban las causan de los delitos siendo así sociología criminal.
Según Lombroso el niño es un salvaje que se civiliza por la educación ya que los actos del niño serían criminales si el
hombre lo cometiera, donde el hombre criminal reproduce la tendencia del niño, los instintos animales, prehumano,
basándose así en un hombre arcaico. Después Lombroso crea una categoría especial de individuo con los criminales,
denominándolo el tipo criminal. Ferri completa la doctrina positivista penal utilizando el método inductivo señalando que
el hombre va al crimen por factores individuales, las cuales son los caracteres psicofísicos congénito; físico, ambiente
físico, sociales, ambientes sociales.
Estos factores concurren en cada hecho, pero puede prevalecer uno sobre los demás
CÉSAR
LOMBROSO
(1836-1909). El profesor Lombroso fue un célebre antropólogo y criminalista italiano. sus principales obras de criminología, en las
que sostiene que el criminal es mucho más un enfermo que un culpable, son las siguientes: Le Génie et la Folie; L'homme
criminel; Le Crime, causes et remèdes.
Materialista a ultranza en la mayor parte de su existencia, el profesor Lombroso empezó por combatir a priori la realidad de los
fenómenos mediúmnicos. Pero tras haber realizado experimentos con Eusapia en 1891 en compañía de los profesores Tamburini,
Bianchi y Vizioli, escribió las líneas siguientes, que tuvieron entonces, en el mundo científico, profunda repercusión:
"Estoy todo confundido y lamento haber combatido con tanta persistencia la posibilidad de los hechos llamados espiritistas; y digo
los hechos porque sigo siendo opuesto a la teoría. Pero los hechos existen y me enorgullezco de ser esclavo de ellos (dei fatti mi
vanto di essere schiavo)."
LA ESCUELA POSITIVA
De la ejecutoria doctrinal de la escuela clásica puede hacerse hoy un balance objetivo, del que resultan aportaciones
positivas y datos negativos, méritos y deméritos. Estos últimos son muy de tener en cuenta, ya que ellos justifican en
gran parte la aparición y el progresivo desarrollo de la escuela positiva.
A) El Derecho.
Para la escuela positiva, el derecho es un producto social lo mismo que otras manifestaciones de la vida humana
asociada. Esta concepción, adecuada al método empleado, no permite dar al derecho un contenido distinto del que
resulta de las fuentes legislativas, y hace innecesaria la investigación de su origen primero.
B) El Derecho Penal.
Es también un producto social, obra de los hombres. La ley penal tiene su origen en la necesidad evidente de la vida
asociada, y representa el poder soberano que el estado ejercita, como derecho y deber impuesto por aquella necesidad.
La razón de la justicia penal es la defensa social, entendida como defensa del estado en su ordenamiento jurídico-
positivo, esto es: la defensa de las condiciones fundamentales para la vida de los ciudadanos ordenados y constituidos
en comunidad.
A N T O L O G Í A 1 3 8
C) El delito.
De lo que se acaba de apuntar, resulta que, para la escuela positiva, el delito es tanto un fenómeno jurídico como un ente
fáctico. Debe contemplarse en ambos aspectos, pues uno y otro, si no se integran, resultan insuficientes.
D) La sanción.
Tiene por fin asegurar la defensa social, y ha de cumplir una función preventiva. No debe ser sólo proporcionada a la
gravedad del delito, como propugnaban los clásicos, sino que ha de adaptarse también, y en primer término, a la
peligrosidad del delincuente, empleando incluso la segregación por tiempo indeterminado, esto es: hasta que el reo
aparezca readaptado a la vida libre. De la misma manera — añade FERRI — que el enfermo entra en el hospital, no por
un tiempo fijado de antemano, lo que sería absurdo, sino hasta que se readapte a la vida ordinaria.
E) El método.
La escuela positiva aplica a la investigación de la criminalidad el método inductivo-experimental. Como ya hemos dicho,
se emplea en nuestro campo primero por LOMBROSO y después por FERRI. Lo que justifica su aplicación a la ciencia
penal, según FERRI, es la idea de que todas las ciencias tienen una misma naturaleza y un idéntico objeto: el estudio de
la naturaleza y el descubrimiento de sus leyes, para beneficio de la humanidad.
A N T O L O G Í A 1 3 9
Presentación
ÁMBITO DE APLICACIÓN El hecho de que participáramos tres abogados en este Panel nos
DEL DERECHO PENAL sugirió la idea de presentar el tema con un enfoque que fuera de lo
general a lo particular, es decir mencionando desde el comienzo los
grandes principios con que se rige este tema.
No se nos escapa que el auditorio va a centrar su expectativa obviamente en la opinión que a cada uno de nosotros nos
pueda merecer el planteo de casos o situaciones concretos que se dan o pueden darse en el ejercicio de la medicina.
Pero sea como fuere, las respuestas no van a poder evitar referencias, aunque sólo sea de soslayo, a los principios
generales y estructuras básicas que regulan el mundo del derecho.
La relación entre medicina y derecho es más estrecha de lo que usualmente se cree, entre otras razones por la gran
incidencia que tiene en el cuerpo social la práctica de las profesiones de la salud, por ello es que en esta intervención
inicial me voy a referir a las ideas básicas que sustentan esa estructura jurídica que se pone en funcionamiento ante
hipótesis de responsabilidad médica. Las exposiciones de los demás participantes van a ir particularizando este tema.
Uno de los rasgos que distingue la sociedad civilizada es la existencia de una estructura normativa que regula la vida de
sus integrantes. Es lo que se llama el orden jurídico, que se compone de normas fundamentales como la Constitución, en
tanto organizadora del estado, a la que se agrega todo un entramado de leyes, decretos y reglamentos que tienen por fin
darle al individuo el marco dentro del cual desarrollar su vida en esa sociedad coexistiendo pacíficamente con sus
semejantes. La legislación es la principal fuente de este ordenamiento, aun cuando en otros países, reconocen como
fuentes de ordenamiento jurídico otras tales como la jurisprudencia o la costumbre. Pero en nuestro país la fuente
fundamental de toda norma que regule la relación entre la gente es la legislación, en sentido amplio: leyes, decretos,
reglamentos.
De principio, en las sociedades modernas, el derecho a castigar se atribuye al estado, por virtud del concepto de
representación que éste tiene de la soberanía popular, aunque bien vale recordar que en la antigüedad existieron formas
de represión privada basadas por ejemplo en el principio de compensación, la mentada Ley del Talión o de la autoridad
familiar, como ocurría con el paterfamilias en el derecho romano. Esta mención que hago no es una mera referencia
histórica, sino que me interesa destacar que actualmente se aprecia el desarrollo de tendencias que buscan la
composición de los conflictos, incluso los de origen penal, a través del mecanismo de renegociación manejado por el
grupo al que pertenece el infractor. Con respecto a las hipótesis de responsabilidad médica, sobre todo de carácter ético,
en algunos países la función de determinar la sanción pertenece al colegio profesional o a organismos no estatales
creados a esos efectos.
Ahora veamos cómo se organiza el régimen de la responsabilidad penal en un país de América Latina (Uruguay) y de
qué manera puede esto vincularse con el ejercicio de la medicina.
Si bien el código penal uruguayo vigente desde 1934 fue inspirado por el código penal italiano de 1931, de la época
fascista, no se podría negar el aporte del derecho penal liberal. Los principios en que se asienta su sistema general
reconocen en buena medida las ideas del liberalismo jurídico y los resabios autoritarios que pudieran identificarse en esa
fuente, pienso que afortunadamente han sido atenuados a lo largo de los años por la interpretación que la doctrina de la
jurisprudencia hace a diario de estas normas. De manera que cuando estamos pensando en la responsabilidad penal,
cualquiera sea la conducta y cualquiera sea el autor, tenemos que recurrir a la parte general del código penal uruguayo,
donde están estructurados los elementos que se requieren para que, de acuerdo con el sistema legal, se pueda afirmar
que estamos en presencia de un delito. Esto nos lleva a una primera y necesaria puntualización, que de alguna manera
ya se mencionó en una de las intervenciones, no existe un estatuto jurídico especial para los médicos, sus eventuales
conductas penales, o punibles, serán examinadas a la luz de las disposiciones delcCódigo y de las demás leyes penales.
En este ordenamiento jurídico, por el principio de igualdad consagrado en la constitución, la ley no debe reconocer
categorías en su precepto. Tal vez la única excepción que puede reconocerse y emana de la propiacCarta fundamental
es la de los militares que tienen una jurisdicción penal especial en tiempo de guerra, pero aun así en tiempo de paz sus
conductas se rigen también por el código penal.
La tipicidad tiene una función eminentemente descriptiva y consiste en la manera como la ley define la conducta que se
quiere penalizar. Por ejemplo, en lo que podría considerarse un paradigma de la brevedad, el homicidio se define
simplemente como matar una persona. Lo que importa destacar aquí es la necesidad de que el tipo penal contenga un
verbo que es el núcleo de la conducta: matar, apoderarse, falsificar, etcétera. A veces en el tipo del delito hay referencias
que particularizan la conducta porque requieren, por ejemplo, que el autor de la misma tenga una determinada calidad.
Es lo que ocurre en el caso del delito de previcariato, establecido en el código penal, que para cometerlo se requiere ser
abogado o procurador. También puede ser el caso del delito de revelación de secreto profesional, que obviamente sólo lo
puede cometer el que ejerce una profesión, entre las cuales está la medicina. Y en esta área podríamos mencionar como
ejemplo el llamado delito de recetario excesivo, que castiga al profesional de la salud que abusando de su condición
proporciona sustancias estupefacientes a otra persona.
La antijuricidad sustancialmente consiste en lo injusto, es el rasgo de la conducta que se aprecia como contrario al
derecho. La acción humana ha transgredido el marco de su libertad para dañar a otra persona en perjuicio del derecho
de ésta a no ser atacada en algunos de los valores que el orden jurídico le asigna: la vida, el honor, la propiedad,
etcétera. Sin embargo, bajo determinadas circunstancias, conductas objetivamente antijurídicas son validadas por el
derecho perdiendo aquel carácter. Eso es lo que ocurre con las llamadas causas de justificación, como son por ejemplo
la legítima defensa o el estado de necesidad. Y es lo que ocurre también en la práctica médica cuando se hace necesaria
una determinada agresión al cuerpo del paciente para obtener un beneficio en su salud. Es incuestionable que las
maniobras quirúrgicas provocan un daño corporal al paciente, pero ese daño aparece justificado por la finalidad de la
acción y por el consentimiento expreso o tácito del propio paciente.
Existen otras hipótesis de conductas médicas que objetivamente podrían catalogarse de antijurídicas pero que
encontrarían su justificación en los motivos y condiciones en que se cumplen, por ejemplo, en caso de trasplantes de
órganos, inseminación artificial, transfusiones de sangre, etcétera.
Y, por último, la culpabilidad. Ésta constituye el elemento subjetivo del delito, es la actitud del autor de la conducta
respecto a la acción que comete. En síntesis, es el fundamento, la reprochabilidad de la conducta porque permite
concluir que el sujeto asumió internamente el disvalor del acto que se le imputa, y por tanto debe responder por él. Esto
nos lleva a señalar desde ya la necesidad de que el sujeto sea imputable, es decir, se le pueda atribuir el hecho, que
tenga conciencia del disvalor de la conducta y la haya cometido de manera voluntaria.
En derecho los delitos son atribuibles a título de dolo, culpa o ultraintención, según lo describe el artículo 18 del código
penal [es importante no olvidar que este artículo hace referencia a la legislación del Uruguay]. Para aclarar estos conceptos, que no
pocos dolores de cabeza le han ocasionado a la doctrina y la jurisprudencia, tenemos que, de acuerdo con la ley el
hecho es doloso cuando el resultado se ajusta a la intención de su autor: yo disparo un balazo contra X porque quiero
darle muerte y a consecuencia de mi acto X se muere. La ultraintención existe cuando el resultado excede la intención,
siempre que ese resultado haya podido ser previsto. Por ejemplo, si estando sobre un muelle yo me peleo a puñetazos
con X y a consecuencia de uno de mis golpes éste cae al agua y se ahoga, responderé por homicidio ultraintencional,
dado que mi intención inicial no era provocar su muerte.
En ambos casos el inicio de la conducta es antijurídica. En cambio, el hecho es culposo o culpable cuando por realizar
una conducta jurídicamente indiferente se deriva un resultado dañoso, en virtud de no haber previsto por impericia,
imprudencia o negligencia, o por violación de leyes o reglamentos.
A N T O L O G Í A 1 4 2
En esta hipótesis es que se ubican los casos de responsabilidad médica porque el mero ejercicio de la profesión resulta
indiferente para el derecho penal, pero si en el ejercicio de la medicina se actúa de manera imperita, imprudente o
negligente, provocando un daño a otro, entonces esa conducta ya deja de ser indiferente y puede ser considerada
delictiva.
A N T O L O G Í A 1 4 3
OBJETIVO
NOCIONES BÁSICAS DE El objetivo del derecho penal es llevar en forma aplicable y exacta
Es de suma importancia conocer los antecedentes del derecho penal en México, las nociones del derecho penal en el
mundo, los antecedentes del derecho penal, sus aspectos generales, las ciencias del derecho penal, la dogmática
jurídico penal, la norma penal, el delito, la teoría de la norma penal, así como las teorías monista y dualista de la norma
penal, la teoría para el derecho y el origen de la norma penal.
Al concluir la lectura de la presente memoria, se llegará a la conclusión de la forma en que ha evolucionado, a través de
nuestra historia, el derecho penal mexicano y los problemas actuales del mismo.
INTRODUCCIÓN
El derecho penal en México siempre ha existido, desde la existencia del ser humano, con la diferencia de nuestros
antepasados de dictaminar o decidir los castigos los grandes reyes o señores que se les denominaba con gran poder
político dependiendo de los delincuentes y de los delitos. Solamente estas personas determinaban conforme al criterio de
sus pueblos y lo que ellos decidieran. Se llevaban a cabo castigos que en ese entonces eran muy crueles.
En el transcurso del tiempo, nuestros gobernantes fueron decidiendo evitar toda clase de castigo severo ya que lo que
nos rige en nuestro sistema de derecho penal en México son leyes, precisas, claras y concretas, dependiendo del delito
que llegue a cometer el ser humano en nuestra sociedad.
Estas leyes se fundamente con normas jurídicas y se llama la “Madre de la Leyes” a la Constitución Política Mexicana.
Las leyes están elaboradas para prever el surgimiento de diversos delitos y al mismo tiempo regulan la conducta del ser
humano en la sociedad.
Las características del derecho penal son: derecho público, derecho normativo, derecho valorativo y derecho finalista.
- Derecho Público. Porque el estado es capaz de crear normas que definan los delitos y que impongan
sanciones.
- Derecho Normativo. Porque establece normas sobre el deber ser.
- Derecho Valorativo. Porque protege los valores más altos de la sociedad.
- Derecho Finalista. Se ocupa de conductas para mantener el orden social.
El titular del derecho penal es el estado, porque es capaz de crear normas que definen los delitos y que imponen
sanciones, y es limitado el derecho penal por la ley, que es quien lo crea ya que es una norma emanada del poder
público general, abstracta, permanente y prevista de una sanción.
La clasificación del derecho penal es el ordenamiento de su función, duración y la colocación de sus normas,
manifestando sus distensiones en el derecho penal fundamental, derecho penal complementario, derecho penal común,
derecho penal especial, derecho penal regular, derecho penal singular, derecho penal general, derecho penal particular o
local y derecho penal temporal.
Las evoluciones del antecedente del derecho penal dan a conocer etapas o fases que son las siguientes:
Venganza
El hombre ante una agresión recibida obtiene un acto violento, en esta fase o etapa de la venganza, se desglosan las
siguientes:
Venganza Privada o Venganza de Sangre. Consiste en que el ofendido se hace justicia por su propia mano y
se identifica como la Ley del Talión cuya fórmula es “ojo por ojo y diente por diente”.
Venganza Familiar. Un familiar del afectado realiza el acto de justicia y causa un daño al ofensor.
Venganza Divina. Es el castigo impuesto a quien causa un daño, en virtud de creencias divinas.
Venganza Pública. Se trata de una acto de venganza, pero ejercida por un representante del poder público.
Etapa Humanitaria
Es la declaración de los derechos del hombre y del ciudadano; sus procedimientos son arbitrarios e inhumanos para
obtener confesiones, refiriéndose a la tortura.
Etapa Científica
Su máxima preocupación es la manifestación de la personalidad del delincuente y la readaptación de éste para
devolverlo a la sociedad con sus inclinaciones viciosas corregidas.
Es importante tener una idea que evolucione a lo largo del tiempo, a las instituciones o conceptos para obtener una visión
clara y aprovechar las experiencias, dando la solución a los problemas del presente, sin embargo, cuidarse para no
incurrir en el error relacionado a cometer algún delito.
A N T O L O G Í A 1 4 5
El derecho penal, en diversos países, tiene diferentes procedimientos para crear un derecho propio.
El Derecho Precortesiano
Se tienen muy pocos datos precisos sobre el derecho penal; a la llegada de los conquistadores indudablemente los
distintos reinos y señoríos pobladores de lo que ahora es nuestra patria, poseían reglamentos sobre la materia penal. No
existía unidad política entre los diversos núcleos, porque no había una sola nación, resulta aludir, únicamente, al derecho
en los principales pueblos.
Entre los mayas, las leyes penales, se caracterizaban por su severidad y dureza. Los caciques tenían a su cargo la
función de juzgar y aplicar como penas principales la muerte y la esclavitud, la primera se reservaba para los adúlteros,
homicidas y raptores, y la segunda para los ladrones, por lo tanto los mayas no consideraban la cárcel como un castigo,
sino como un medio para retener al delincuente a fin de aplicar la pena impuesta por sus delitos.
El sistema penal de los pueblos indígenas prehispánicos es similar al de cualquier otro país, se inicia con el castigo más
cruel, cada país tiene sus diferentes procedimientos para crear su propio derecho.
Entre el derecho precortesiano, los aztecas se distinguieron por los delitos públicos y privados, dieron a conocer las
atenuantes y las agravantes, el perdón del ofendido, las formas de la culpabilidad, la reincidencia, la participación, la
complicidad y el encubrimiento.
Relacionada con el pueblo maya daban a conocer sus características de severidad y dureza, por lo tanto su prisión no
era considerada como un castigo, sino como el medio de retener al delincuente a fin de aplicar la pena impuesta; sus
delitos principales eran la violación, el estupro y el homicidio.
Época colonial
A la llegada de los españoles manifestaron tener respeto a las leyes y costumbres de los indígenas en lo que no se
opusiera a la fe moral del pueblo; al iniciar la independencia surge la necesidad propia del pueblo mexicano de promulgar
leyes mexicanas.
Lo más sobresaliente fue la expedición de sus códigos penales, que en orden cronológico son:
a) Código Penal del Estado de Veracruz puesto en vigor en 1869.
b) Código Penal de 1871, conocido como el Código de Martínez de Castro, vigente hasta 1929.
c) Código Penal de 1931, vigente y aplicado en el Distrito Federal en materia común.
La noción del derecho penal determina al conjunto normativo perteneciente al derecho público interno, que tiene por
objeto al delito, al delincuente y a la pena o medida de seguridad para mantener el orden social y el respeto los bienes
jurídicos.
ESCUELAS JURÍDICOPENALES
Este tema hace referencia a los problemas fundamentales que plantea el derecho penal.
Escuela Clásica
Los positivistas la bautizaron con el nombre de escuela clásica, siguió el método deductivo, lógico-abstracto, es una
corriente que apareció a raíz de las nuevas ideas que sobresalen con sus conclusiones concretas resumiendo su postura
y filosofía, dichos postulados son los siguientes:
a) Libre Albedrío. Establece que todos los hombres nacen con igualdad para actuar conforme a derecho.
b) Igualdad de Derechos. El hombre nace igual, en cuanto a sus derechos, por lo que la ley debe aplicarse de la
misma manera a todos los hombres.
A N T O L O G Í A 1 4 6
c) Responsabilidad Moral. El hombre nace con el libre albedrío y puede escoger entre el bien y el mal, su
responsabilidad es de tipo moral.
d) El Delito como Eje y como Entidad Jurídica. Es el punto de partida de la problemática penal que constituye el
delito, de su entidad jurídica.
e) Método Empleado. El objetivo del método en la investigación es el deductivo, es ir de lo general a lo
particular, también se conoce como método especulativo, lógico abstracto y finalista.
f) Pena Proporcional al Delito. Debe ser un castigo directamente proporcional al delito cometido, previamente
señalado por la ley.
g) Clasificación de los Delitos. Es la Retribución que se señala en forma fija para aplicar la pena exacta por cada
delito.
Escuela Positiva
Es lo contrario de la escuela clásica, la escuela positiva se fundamenta en bases científicas que corresponden a las
ciencias naturales que constituyen la negación de las señaladas por la clásica y son los siguientes:
a) Niega el Libre Albedrío. Establece que el hombre no escoge libremente de una forma consciente el mal sobre
el bien, manifiesta que hay hombres que nacen con características biológicas, antropológicas y psicológicas.
b) Responsabilidad Social. Diferente a la escuela clásica, la positivista expresa que la responsabilidad lejos de
ser moral, es de tipo social, la colectividad hacia el delito determina algunos sujetos que deben tomar
medidas necesarias para prevenir y en su momento defenderse.
c) Delincuente Punto Central. El delito no es el centro de atención, sino la persona que lo comete.
d) Método Empleado. Es ir de lo particular a lo general, se realizan estudios acerca del delincuente o sujeto
antisocial.
e) Pena Proporcional al Estado de Peligroso. Niega que la pena tenga proporcionalidad directa con el delito.
f) Prevención. Manifiesta pensar antes de cometer algún delito.
g) La Medida de Seguridad es más Importante que la Pena. Se hacen clasificaciones de las medidas de
seguridad y se afirma que debe aplicarse la más adecuada al caso.
h) Clasificación de Delincuentes. No le preocupa la clasificación de delitos, como la de delincuentes.
i) Sustitutivos Penales. Son medios para evitar la abundancia y crueldad de las penas.
Escuelas Eclécticas
Se agrupan varias corrientes, surge esta tercera postura, que es la tercera escuela, escuela sociológica y la escuela
tecnicojurídica.
Escuela Sociológica
Sus postulados son:
a) La pena tiene como fin conservar el orden jurídico.
b) Emplea los métodos jurídico y experimental.
c) Concibe al delito como fenómeno jurídico y natural.
d) Considera que los factores criminógenos son individuales, físicos, sociales y económicos.
e) Deben existir penas y medidas de seguridad.
f) Estima la imputabilidad y la peligrosidad del delincuente.
DERECHO PENAL
ASPECTOS GENERALES
El derecho tiene como finalidad la conducta humana para hacer posible la vida gregaria, manifestándose como un
conjunto de normas que rigen la conducta externa de los hombres en sociedad, los cuales pueden imponerse a sus
destinatarios mediante el empleo de la fuerza de que dispone el estado.
Se ha expresado que el derecho no es sino la sistematización del ejercicio del poder coactivo del estado, más
indudablemente, tal sistematización se inspira en ideas de más alto valor ético y cultural para realizar su fin primordial de
carácter mediato: la paz y seguridad social.
En los sistemas de derecho liberal como el nuestro establecen delitos y penas, en consecuencia, para el penalista la Ley
es un verdadero dogma, debe de tenerse por verdad firme y cierta.
La dogmática jurídico penal es la disciplina cuyo objeto consiste en descubrir, construir y sistematizar los principios
rectores del ordenamiento penal positivo.
La dogmática jurídico penal, con la ciencia penal, se considera la primera con la parte segunda, cuya misión es el estudio
integral del ordenamiento penal positivo, su característica dogmática de la ciencia del derecho penal es la forma de
analizar el estudio del derecho penal como estudio de las normas jurídicas.
Los dogmas penales “nullum crimen nulla paena sine lege” (no hay delito si no está señalado en la ley). Nadie puede ser
juzgado dos veces por el mismo delito.
El derecho penal, en sentido subjetivo, se identifica con el ius puniendi, es el conjunto de atribuciones del estado
emanadas de normas para determinar los casos en que deben imponerse las penas y las medidas de seguridad.
NORMA PENAL
El delito como construcción jurídica y como fenómeno fáctico social, consideraciones generales.
El estudio del derecho penal nos dice como se entiende el delito y lo que es la pena, como consecuencia jurídica.
El concepto jurídico del delito es el acto u omisión que sancionan las leyes penales; se han llevado a cabo diversas
definiciones, desde el punto de vista formal y desde el punto de vista substancial, que se examina la definición jurídica
del delito hay dos sistemas al respecto: una concepción unitaria o totalizadora o analítica.
La corriente unitaria del delito dice que es indivisible.
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La corriente analítica, por el contrario, estudia el delito por sus elementos constitutivos.
El delito presenta sus características: es antijurídica, culpable y típica. Por ello es punible, o sea, que está conminada en
la amenaza de una pena.
El delito en el derecho positivo mexicano. Nos da la definición actual del delito, que es el acto u omisión que sanciona las
leyes penales.
El delito se hace más creciente en la época moderna, a partir del siglo XVIII, mitad del XIX y durante el siglo XX. Dentro
del estudio del derecho penal se mencionan dos conceptos al delito, que actualmente se maneja como fenómeno
jurídico, que concibe al delito a través del precepto o de la norma penal, el segundo acepta el contenido social del
derecho, admite y procura el análisis del estudio del delito analítico y se delimita con el análisis de la tipicidad, limitando
la conducta dentro del marco de la ley penal. Sobre el particular debe de tener la concepción del delito ya que se
reconoce que el derecho es una orden de relación social y regulación de la conducta humana, de aquí la importancia del
estudio del derecho penal.
b) Autonomía y Heteronomía
Autonomía es cuando alguna persona determina a sí misma.
Heteronomía, su origen no está en la voluntad de la persona sujeta a ella.
c) Externa e Internas
Externas. Regulan la conducta externa del hombre, de carácter ético social.
Internas. Regulan la condición interna del individuo, de carácter ético moral.
d) Coercibilidad e Incoercibilidad
Coercibilidad, proviene del exterior, su sanción procede en contra de la voluntad del obligado.
Incoercibilidad, su cumplimiento no puede imponerse externamente, se efectúa de manera espontánea por la voluntad
misma del obligado.
El derecho se puede integrar por otras reglas jurídicas independientes a las anteriores:
Normas preceptuales
Las que aparecen en el sistema penal como reglas de permiso, se valora al contenido normativo con las reglas
preceptivas, definen la conducta social deseada con las reglas permisivas y obtiene el ámbito del reconocimiento de los
derechos del individuo.
Las teorías monistas y dualistas tienen contenido preceptivo o prohibitivo, se entiende cono coercibilidad o punibilidad
conformando el imperativo de derecho.
Estructura de la norma y la estructura del sistema jurídico se relacionan con la norma jurídica. Así el derecho aparece
como un conjunto de reglas que se interrelacionan en su proceso de obligaciones caracterizándose el analizar el orden
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jurídico, la estructura de la norma jurídica. Su contenido es la comunicación social a partir de la regulación de las
conductas represivas en la ley como delito, o sea, a partir de la protección de los bienes jurídicos de los individuos.
OPINIONES PERSONALES
La historia del derecho penal en México, desde nuestros antepasados, se llevaba a cabo con los procedimientos penales
o castigos que anteriormente se utilizaban, como el castigo más cruel o el delito de pena de muerte, a través del tiempo
ha evolucionado nuestro derecho penal que da a conocer quien nos representa por la constitución política mexicana, por
nuestras leyes y procedimientos jurídicos de manera clara, precisa y concreta con la finalidad de regular la conducta del
ser humano en la sociedad o en el sistema jurídico político, fundamentando los principios del ser humano en su núcleo
social para no cometer algún delito en el medio jurídico y social.
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BIBLIOGRAFÍA
ESTA OBRA TUVO SU ÚLTIMA ACTUALIZACIÓN EN MAYO DE 2009, Y TERMINÓ SU IMPRESIÓN EN JUNIO DEL
MISMO AÑO.
LA COMPILACIÓN, FORMULACIÓN Y EL DESARROLLO INSTRUCCIONAL DE ESTA ANTOLOGÍA PARA
MODALIDAD NO ESCOLARIZADA, ASÍ COMO EL DISEÑO CURRICULAR ESTUVO A CARGO DE JOAQUÍN
CASTILLO.
joaquincastillotm@yahoo.com.mx