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Introducción

En el año 2008 con la entrada en vigencia de una nueva Constitución Política


de la República del Ecuador aprobada en referéndum por el pueblo nacional,
se reconoce al Ecuador como un Estado Constitucional de Derechos y Justicia
Social (Asamblea Nacional del Ecuador, 2008). Entiéndase por dicha
concepción que la nación ecuatoriana estará sometida a una Constitución, la
misma que se autoproclama como la máxima dentro del ordenamiento jurídico,
pasando de ser un lineamiento común a revestirse de un poder superior al que
las demás leyes deben regirse. Siendo el acceso eficaz a la justicia una de sus
finalidades, se garantiza a los ciudadanos mecanismos a los que pueden
acogerse en caso de sufrir alguna vulneración de derechos.

Al mencionar que, en materia de Derechos Humanos y cuando mejor


convenga para los afectados, aquellos Tratados y Convenios internacionales a
los que se ha suscrito el país, están por encima de la misma Carta Magna, esta
se ve obligada a adecuar sus disposiciones a dichos reglamentos
internacionales. La Convención Americana de Derechos Humanos, exige que
los estados partes, es decir aquello países que forman parte de este organismo
deben introducir en sus leyes, garantías judiciales que cumplan con la tutela
efectiva de los derechos de sus mandantes.

Si bien, hasta 1998 existió el llamado Amparo Constitucional que velaba por el
cumplimiento y la protección de los derechos de los ecuatorianos, contenía
algunos vicios que los propios jueces del entonces Tribunal Constitucional
vulneraban, como el principio de razonabilidad a través de la debida
motivación. Simplemente, sus sentencias se limitaban a aceptar o no el
amparo, sin determinar los motivos o las medidas de reparación integral a favor
de la víctima. Por tanto que sus resoluciones carecían de un carácter
imperativo que obligue al demandado a cumplir con una obligación, dejándose
en indefensión muchos casos.

La actual Constitución del Ecuador, establece que las garantías jurisdiccionales


son las herramientas que tienen los ecuatorianos para exigir el cumplimiento
del goce total de sus derechos consagrados. Los mismos que pueden ser
propuestos por cualquier persona o representante de una mayoría y cuyo
procedimiento debe ser sencillo, inmediato y eficaz. De tal manera que no
requiera de formalidades como la comparecencia de un abogado. Esto nace
con la razón de que las personas que no tienen los recursos económicos
suficientes para contratar a un profesional del derecho no se queden a la
deriva.

Es objeto de estudio de este ensayo, la prueba dentro de la Acción de


Protección. La autora establece como objetivo general: Determinar las formas
de presentar una prueba que justifique la vulneración de un derecho
constitucional. Es necesario recalcar, que los derechos a los que se refiere la
escritora son los que caben dentro de dicha garantía, puesto que hay otras
acciones que protegen otras facultades. Como objetivos específicos se
plantean: 1. Diferenciar la prueba entre la Acción de Protección y las exigidas
en la rama civil y, 2. Describir las pruebas que puede exigir el juez y los sujetos
a quienes compete mostrarlas y recabarlas.

El problema que se expondrá se basa en la dificultad que se tiene para


acceder a una prueba ya sea por no tener los recursos económicos para
recabarlos o porque se encuentran en manos de terceros. Se determina como
hipótesis que: La normativa constitucional y la Ley Orgánica de Garantías
Jurisdiccionales y Control Constitucional no definen un sistema de valoración
de prueba que prevengan arbitrariedades.

Los datos obtenidos para la elaboración de esta investigación han sido


recabados de doctrina, jurisprudencia, proyectos de grado y normas. La
estructura del trabajo ofrece a sus lectores la manera legal de entregar pruebas
dentro de un juicio de Acción de Protección. El contenido de este documento se
presenta de la siguiente forma:

1. Nociones generales sobre la Acción de Protección, aquí se definen


conceptos y trámites sobre dicha garantía en términos simples para la
comprensión inmediata del lector.

2. Los principios de la prueba, donde se determinan los requisitos que


deben contener y el Onus Probandi, en este subtema se debaten las
diferencias entre las pruebas en materia constitucional y civil.
3. La comisión para recabar pruebas y su valoración, se expone una
discusión para determinar cuál sería el sistema de valoración de pruebas
utilizado en la Acción de Protección.

De acuerdo con diversas fuentes, a pesar de ser una materia garantista


como lo es la constitucional, lamentablemente existe un vacío legal en cuanto a
las pruebas que deben presentarse en una Acción de Protección. Mediante un
análisis exhaustivo del tema, se comprobará o negará dicha afirmación. No sin
antes, aseverar que la Constitución ecuatoriana de 2008 es una de las más
garantistas a nivel mundial, sin embargo, al ser el derecho constantemente
renovable, no estaría de más introducir otras disposiciones jurídicas que
complementen a los vacíos legales existentes.

Desarrollo

Marco Metodológico

El siguiente documento se basa en una investigación que mediante la


lectura crítica y la técnica de análisis deductivo se alcanza un nivel descriptivo-
expositivo, ya que se exponen diversas opiniones y posturas de otros autores
pero se extraen sus semejanzas y profundizan en ellas. A este tipo de trabajos
se los define como cualitativos, puesto que carecen de estudios de campo o
algún sistema de medición de variables.

Marco Teórico

1. Nociones generales de la Acción de Protección.

De acuerdo con Trujillo (s.f) la Asamblea Nacional en 2008 define a la Acción


de Protección dentro de la Constitución del Ecuador en su artículo 88 como una
garantía jurisdiccional que se debe interponer ante un juez competente del
lugar en donde se incurra en el acto u omisión que vulnere un derecho
reconocido en la carta magna o en instrumentos internacionales y que no esté
protegido por otra acción constitucional. El cumplimiento del goce de un titular
sobre un derecho limitado debe ser directo y eficaz, es decir inmediato, sin
formalidades, sin discriminación y con reparación integral que permita al actor
continuar viviendo con una calidad de vida óptima.
La acción de protección puede ser interpuesta por cualquier persona natural o
jurídica a la que se le hayan vulnerado o excluido del goce de algún derecho
constitucional, y en representación de una mayoría, el defensor del pueblo. En
resumen este mecanismo protege a los afectados contra: 1. Actos u omisiones
de funcionarios públicos no pertenecientes a la función judicial que afecten un
derecho constitucional. 2. Políticas públicas que limiten el ejercicio de un
derecho. 3. Aquellos particulares naturales o jurídicos que: a) provean servicios
de interés público, b) ocasionen graves daños, c) el afectado esté subordinado
por un poder y d) discriminen a cualquiera [ CITATION Asa091 \l 12298 ].

Esta acción protege cualquier derecho que no esté protegido por otra garantía
jurisdiccional. Por ejemplo: la libertad, la integridad física, la información pública
y privada, el incumplimiento de sentencias no son derechos que pueden
exigirse en una acción de protección. En caso de negativa, se puede apelar en
una segunda instancia. La primera garantía de esta índole mencionada en la
norma suprema y su respectiva ley se resuelve mediante sentencia. No se
requiere determinar las leyes incumplidas, y su característica esencial recae en
ser veloz.

2. Los principios de la prueba y Onus Probandi.

Dentro del derecho al debido proceso se encuentra el derecho a la prueba, con


la finalidad de no dejar indefenso al afectado. Por derecho consuetudinario, los
profesionales del derecho están encaminados a que la prueba objetiva que se
presenta en un procedimiento de índole civil, también lo sea en el área
constitucional, y es aquí donde existe una gran diferencia que radica en que la
prueba dentro de los procedimientos constitucionales va más allá de demostrar
un hecho sino que busca comprobar una crisis del derecho vulnerado. La
finalidad es reestablecer el ejercicio del derecho disminuido [ CITATION Por11 \l
12298 ].

En la Ley Orgánica de Garantías Jurisdiccionales y Control Constitucional


(LOGJCC) en su artículo 10 numeral 8 expresa que en la demanda: “los
elementos probatorios que demuestren la existencia de un acto u omisión que
tenga como resultado la violación de derechos constitucionales, excepto los
casos en los que conforme a derecho se invierte la carga de la prueba”
(Asamblea Nacional, 2009, p. 7). En otras palabras, se reitera que si se alegan
derechos vulnerados se debe presentar pruebas por el accionante
(perjudicado) a no ser que le toque a la accionada (quien viola el derecho)
hacerlo, aquí se pretende “mejorar la protección de los derechos
constitucionales y dar facilidades de éxito en su alegación al afectado” (Porras,
2011, p.51).

Para Echandía (2015) citado en Guerra y Martínez (2019) la prueba es: “el
conjunto de reglas que regulan la admisión, producción, asunción y valoración
de los diversos medios que pueden emplearse para llevar al juez la convicción
sobre los hechos que interesan al proceso” (p. 15). En términos simples, las
pruebas son las evidencias que comprueban lo alegado y que de manera legal
logran cerciorar al juzgador de su veracidad. Los testimonios, peritajes, medios
electrónicos y documentos son ejemplos de prueba.

En este caso, las pruebas dentro de la Acción de Protección cumplen con el


principio de inversión de la carga probatoria. Dicho principio permite que el
accionado presente pruebas de descargo solamente si el accionado es una
entidad pública. Puede generar efectos jurídicos tales como: 1) Si el
demandado no responde a lo que se le solicita, la autoridad judicial dará como
ciertos los hechos alegados por el demandante. 2) Si la parte accionada
responde, es su competencia dar elementos probatorios suficientes que la
descarguen de responsabilidad. Y, 3) Si el demandado solo responde por
alguno de los puntos y no por todos, aquellos en los que se guardó silencia se
tendrán por ciertos[ CITATION Dav09 \l 12298 ]. Cuando hay pruebas que reposan
en otros ajenos al proceso o son insuficientes, los participantes del juicio
pueden pedir al juez que designe a una comisión para que las reúna.

La prueba en materia constitucional difiere de las otras ramas del derecho en


que su importancia radica en comprobar con hechos que existe una violación
de derechos, mientras que para el resto se requieren de solemnidades
especiales. El objeto de la prueba es el hecho. Los hechos se pueden defender
con cualquier elemento que se disponga y que efectivamente demuestre la
vulneración. Para Alvarado, Navas, y Robayo (2015): el Onus Probandi o mejor
conocido como la carga de la prueba consiste en determinar a cuál parte
procesal le corresponde probar los hechos señalados. De manera solidaria, la
LOGJCC establece que si la otra parte puede probarlos, cabe la inversión. Las
pruebas deben adjuntarse en la demanda y pueden solicitarse para calificar el
acto o en la audiencia, existiendo así tres momentos para hacerlo, si estas
violan un derecho constitucional se consideran inconstitucionales y por ende no
proceden. No necesitan de una justificación los hechos notorios y los
aceptados por la otra parte.

Al ser la prueba una etapa del procedimiento judicial esencial debe cumplir con
ciertos principios, los mismos que actúan como orientaciones para que los
elementos probatorios sean efectivos. Según Guerra y Martínez (2019), los
principios que regulan a la prueba en cuanto a garantías jurisdiccionales y
especialmente en Acción de Protección son:

I. Principio de preclusión: la prueba debe presentarse dentro del término


de admisibilidad establecido.
II. Principio de contradicción: la prueba presentada por una de las partes
procesales puede ser rebatida por la otra.
III. Principio de inmediación y oralidad: la prueba debe presentarse al juez
de manera directa y en audiencia.
IV. Principio de necesidad de la prueba: para fallar, debe existir al menos
una prueba suficiente. No se puede aceptar que existe una violación de
derechos con suposiciones, anhelos o conspiraciones. Si la prueba no
existe, el acto no procede.
V. Principio de publicidad: los intervinientes en el juicio deben conocer las
pruebas presentadas.
VI. Principio de pertinencia, utilidad y conducencia: de manera compuesta
se busca demostrar que la prueba exponga la vulneración del derecho.
VII. Principio de legalidad: la prueba debe obtenerse de manera legal.

3. La comisión para recabar pruebas y su valoración.


Si las pruebas son ordenadas por el juzgador dentro de la audiencia se delega
a una comisión para que esta las recabe y elabore un informe que permita
valorarlas. La comisión puede estar integrada por una o varias personas, la
cual tendrá por objetivo realizar una inspección en el sitio en donde aconteció
la vulneración del derecho, de manera que pueda obtener evidencias que le
faciliten comprobar si existe o no la violación del derecho.
“La valoración de la prueba constituye la acción mediante la cual el juez aprecia
el conjunto de medios probatorios presentados por cada una de las partes, a fin
de atribuirles determinado valor, tanto a nivel individual como a nivel colectivo,
haciendo una lógica relación con la versión presentada por cada una de
las partes” (Guerra y Martínez, 2019, p. 16).
La valoración de la prueba puede darse de tres maneras, en el objeto de
este estudio se habla de una mixta, la sana crítica, en la que el juez debe
seguir ciertas reglas para la valoración pero también puede hacerla con base
en su conocimiento y experiencia. La sana crítica proviene de la autonomía del
juzgador. La prueba es válida siempre y cuando no sea ilícita. El no validar una
de las pruebas no constituye violación al debido proceso. A esto se anexa, el
que la sentencia debe estar motivada en valoración de las pruebas.

El control de constitucionalidad también juega un rol importante dentro


de la prueba, ya que el órgano encargado de hacerlo da como ciertos los
hechos elevados a consulta del juez ordinario.

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