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Para el mundo antiguo las mujeres son testigos de escaso valor, sus vidas
transcurren en espacios alejados de los terrenos donde se enfrentan los héroes
y desde allí su papel es aclamar las victorias o llorar las derrotas desde sus muy
elaborados coros de tragedia. Son casi espectadoras de lo que sucede en la
historia, parecieran no tomar parte en su desarrollo pero hoy tenemos que
aclarar que sin ellas, cualquier historia sería imposible.
a. Introducción:
“La mejor de las mujeres es aquella de la que menos
se habla entre la gente de afuera”
Tucídides
El mundo clásico niega a la mujer todo derecho de particularidad, pero
también es necesario decir que dicho mundo, o por lo menos lo que
creemos conocer de él, es un hervidero de contradicciones. Es un mundo
estructurado esencialmente en el ámbito de lo rural del que conocemos
ampliamente lo que ocurrió en las ciudades, un mundo compuesto en su
mayoría por esclavos y extranjeros pero del que conocemos a profundidad
la historia de los ciudadanos; es pues un mundo amplio y complejo del que
nos hicieron un zoom que dejó por fuera del cuento a medio mundo, entre
ellos a la mujer como la gran damnificada.
En este curso, no pretendemos abarcar por completo todo lo que se
sabe o no se sabe sobre la mujer en la antigüedad, se han escogido
algunos elementos que considero esenciales para trazar esos rasgos que
definen a la mujer, al concepto de lo femenino y sus representaciones en
dicho período histórico, que es basto y que además solo nos dedicaremos
a trabajar sobre Occidente, dejando de lado un Oriente que es interesante,
místico y que también sería una delicia explorar.
b. Diosas:
En el mundo Griego, que es la fuente de lo mitológico, hay diosas y
muchas, pero lo divino no se enuncia en femenino. Desde el lenguaje
mismo, se enuncia que entre los dioses hay un asunto de genero que vale
la pena evaluar y que nos lleva a analizar la narrativa usada, es decir, la
manera en cómo lo ponemos en palabras. Las formas para referirse a lo
divino, los vocablos empleados para referirse a las diosas y posteriormente
los artículos designados a la mujer y a lo femenino, tienen origen en la
antigua Grecia y desde allí van a permear todo Occidente.
“Habló así y rio el Padre de los hombres y de los Dioses, y ordenó al ilustre
Hefestos que mezclara enseguida la tierra con el agua y de la pasta
formara una bella virgen semejante a las diosas inmortales, y a la cual
daría voz humana y fuerza. Y ordenó a Atenea que le enseñara las labores
de las mujeres y a tejer la tela; y que Afrodita de oro esparciera la gracia
sobre su cabeza y le diera el áspero deseo y las inquietudes que enervan
los miembros. Y ordenó al mensajero Hermes, matador de Argos, que le
inspirara la impudicia y un ánimo embustero. Ordenó así, y los ludidos
obedecieron al rey Zeus Cronión. Al punto, el ilustre cojo de ambos pies,
por orden de Zeus, modeló con tierra una imagen semejante a una virgen
venerable; la Diosa Atenea, la de los ojos claros, la vistió y la adornó; las
Diosas Cárites y la venerable Pito colgaron a su cuello collares de oro; las
Horas de hermosos cabellos la coronaron de flores primaverales; Palas
Atenea le adornó todo el cuerpo; y el Mensajero matador de Argos, por
orden de Zeus retumbante, le inspiró mentiras, los halagos y las perfidias; y
finalmente el Mensajero de los Dioses puso en ella la voz. Y Zeus llamó a
esta mujer Pandora, porque todos los dioses de las moradas olímpicas le
dieron don, que se convirtiera en daño de los hombres que se alimentan de
pan” (Hesíodo, 1964)
Como consecuencia de los dones otorgados por los Dioses del Olimpo, la
mujer será causa de dolor y aflicción para los hombres. “Pandora fue el
precio que pagaron los hombres por acceder al conocimiento que otorga el
uso del fuego. Ella, al igual que el candente elemento, es ambivalente y
trae consigo dichas y desgracias. Si bien Pandora no es ni una diosa ni una
bruja, su creación permite entrever la forma como ha sido imaginado el
corazón de la mujer y los peligros que acarrea el acercarse a ella”
(Castellanos, 2009, p. 39). Los peligros que acarrea Pandora se resumen
también en la posibilidad del uso de la voz, voz que es humana, que habla,
miente y confunde. Es paradójico, que como mencionamos antes, la lucha
Por último, y para cerrar el capítulo que habla de las diosas, abordaremos
el mito de la Gran Madre. A parte de las primeras mujeres y de las diosas
en plural, nos encontramos a lo largo y ancho de la historia con la figura de
la “Diosa Madre”, identificada con la Tierra y con miles de variaciones de su
nombre pero miles de coincidencias sobre su aspecto materno, su papel en
el origen de todo, su carácter indescifrable y su presencia generalizada en
todas las culturas. La Diosa Madres es pues el principio de todo, de todos,
es la humedad y la oscuridad, es el vientre del que todo proviene, es ese
antes de todo que lo antecede, precede y origina la existencia.
“La Gran Madre es ante todo un arquetipo … Una imagen interior,
eternizada en la psyché; y para la organización psíquica, a la vez un centro
y un fermento de unificación. Algo inmutable” (Georges Duby, 1993, p. 72).
Nos refiere a ese origen que reina más allá de lo humano, es el reinado del
símbolo sobre toda realidad. Estamos ante la realidad de lo femenino
incluido y englobado en una personificación superior al entendimiento, es lo
singular que se convierte en genérico.
“Las Hechiceras están emparentadas con las diosas, son las portadoras de
su sabiduría y sus conocimientos. Por lo tanto se les atribuyó la capacidad
de predecir el futuro, de manipular el destino y metamorfosearse; el ayudar
a traer al mundo a los niños o el placer de comérselos, la capacidad de
elaborar filtros para seducir o enloquecer, el poder de curar o envenenar,
en fin, la capacidad de manipular el destino y la de comunicarse con los
muertos” (Castellanos, 2009, p. 109)
Bibliografía
Castellanos, S. (2009). Diosas, brujas y vampiresas. Bogotá: Editorial Norma.
Georges Duby, M. P. (1993). Historia de las Mujeres (Vol. 1). Madrid: Grupo Santillana
Editores.
Hesíodo. (1964). Los Trabajos y los Días.
Platón. (1994.). La república o el Estado. . Edicomunicación, S.A.