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Imprevisión contractual

Gloria Alexandra Aguilera Quiceno

Nidia Melissa Rojas Rincón

Angie Nataly Ricardo Niño

Profesor

Oscar García Vega

Universidad Militar Nueva Granada

Derecho Civil - Contratos

Derecho

2.021 - 02
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TABLA DE CONTENIDO

INTRODUCCIÓN…………………………………………………………………………….3

DESARROLLO HISTÓRICO……………………….…………………………………..……5

Edad Media……………………………………………………………..……………………6

Edad Moderna……………………………………………………..………………………....6

Edad Contemporánea……………………………………………………………...…………6

CONCEPTO…………………………………………………………………………………...9

ELEMENTOS……………………………………………………………………………......13

1. La desigualdad de las prestaciones debe ser grande…….……...………………………13

2. La alteración económica ha de sobrevenir sin culpa del deudor….………………….....14

3. Hechos que generan la alteración del equilibrio contractual ………………...…………14

4. Debe invocarse antes del pago de la obligación ………………………...……………...15

EFECTOS…………………………………………………………………………………….15

Revisión del contrato………………………………………………………………………16

1.Reajuste prestacional .…………………………………………………………………...16

2. Suspensión del contrato..…………………………………………………………….......16

3.Terminación del contrato……………………………………………................................16

Efectos de la decisión judicial……………………………………………………………..18

Diferencias entre “rescisión” de lesión enorme y “revisión” teoría de la imprevisión........18

TEORÍA DE LA IMPREVISIÓN EN EL RÉGIMEN COLOMBIANO…………………....19

1. Derecho comercial…………………………………………………………………...…..20

2. Derecho civil .……………...…………………………..…………………………….......22

3.Derecho administrativo….………………………………………………………………..24

CONCLUSIONES…………………………………………………………………………...25

BIBLIOGRAFÍA…………………………………………………………………………....27
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INTRODUCCIÓN

El derecho colombiano es fundado dentro de la tradición romano-germánica, razón por la

cual el ordenamiento jurídico se encuentra positivizado en una serie de normas que son de

cumplimiento obligatorio para la totalidad de nacionales y extranjeros que se encuentren en el

territorio colombiano, así pues, tanto el derecho privado como el comercial cuentan con unas

disposiciones normativas que regulan las relaciones entre particulares y comerciantes, sin

embargo, el derecho no es una disciplina estática, pues el devenir social es sumamente

fluctuante y el derecho debe propender por evolucionar conforme a los cambios sociales,

económicos y culturales que se presenten, para así lograr responder a las necesidades y

características propias de cada momento histórico, de no ser así la normatividad se convertiría

en un elemento anacrónico y por tanto ineficaz, en razón a ello el ordenamiento jurídico ha

pasado de estar integrado simplemente por un compendio de normas para incorporar valores

y principios que permiten crear un nuevo campo de interpretación y aplicación del derecho.

Ahora bien, resulta importante hacer un pequeño análisis acerca de la teoría de las

obligaciones y algunos principios que regulan dicha materia, los mismos que otorgan al

individuo una serie de facultades para la celebración de actos jurídicos a partir de los cuales

se engendran dichas obligaciones, así pues la autonomía de la voluntad privada constituye

uno de los pilares sobre el que se desarrollan las relaciones jurídicas y económicas, la

trascendencia de este principio se encuentra en la facultad que otorga a las personas para

autodeterminarse según sus intereses en los negocios que celebren, siendo las partes los

únicos facultados para establecer los lineamientos que regirán el negocio, teniendo como

límites generales el orden público y las buenas costumbres.


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Así mismo existen otros principios rectores tales como la relatividad de los actos jurídicos

consagrada en el artículo 1602 del código civil colombiano, en donde se establece que “ Todo

contrato legalmente celebrado es una ley para los contratantes, y no puede ser invalidado

sino por su consentimiento mutuo o por causas legales” siendo las partes las únicas

legitimadas para modificar o terminar el contrato, desconociendo cualquier causa externa, o

el conocido “pacta sunt servanda” supuesto bajo el cual lo celebrado por las partes debe

cumplirse obligatoriamente sin importar lo que suceda y en caso contrario existirá la

posibilidad de exigir el cumplimiento forzoso, una debida indemnización por los daños y

perjuicios causados o la rescisión del contrato, manteniendo así el contrato como se pactó

inicialmente y atando inexorablemente a las partes al cumplimiento del mismo.

Situaciones excepcionales como la que atraviesa el mundo en la actualidad en medio de una

pandemia, o las guerras que se vivían con gran frecuencia hace unas décadas, las catástrofes

naturales, etc., crean la necesidad de cuestionarse sobre si la obligatoriedad del cumplimiento

contractual debe siempre ser imperativa y no admitir modificación alguna, es por ello que

desde la antigüedad los grandes juristas crearon la figura del “rebus sic stantibus” traducida

al español como “estando así las cosas”, la cual propone una excepción al “pacta sunt

servanda”, pues aunque en principio lo esperado es el cumplimiento de la obligación

pactada, existen circunstancias que son imprevisibles, inevitables y ajenas a la voluntad de las

partes, de tal forma que con posterioridad a la celebración del contrato las condiciones

iniciales sufren un cambio abrupto que impiden o hacen excesivamente gravoso el

cumplimento de la obligación convenida, siendo necesario realizar una revisión y

modificación al contrato que permita reajustar el equilibrio prestacional o en dado caso darlo

por terminado sin exigir algún tipo de indemnización, ello bajo la premisa de la buena fe, la

justicia y la equidad.
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Así las cosas, se procederá a realizar un estudio minucioso y detallado del principio “rebus

sic stantibus” y la teoría de la imprevisión que en este se funda, para lo cual se iniciará con

un breve planteamiento del desarrollo histórico, seguido de una conceptualización, un breve

desarrollo de sus elementos y efectos para culminar con su aplicación dentro del

ordenamiento jurídico colombiano.

DESARROLLO HISTÓRICO

La teoría de la imprevisión, o lesión sobreviniente o excesiva onerosidad, tiene su origen en

el Derecho romano, en el Corpus Iuris de Justiniano y en el Digesto, en la cláusula rebus sic

stantibus (las cosas seguirán siendo lo que eran al contratar), que era implícita en la exigencia

del mantenimiento del contrato en las condiciones que se pactaron. Los glosadores en la edad

media trabajaron en la cláusula rebus sic stantibus, en contraposición del pacta sunt

servanda, que estipula que las obligaciones contractuales pactadas deben ser cumplidas

estrictamente, con la condición de que se mantuviera el contrato como se pactó

originalmente. En consecuencia, si cambiaban las bases del contrato por una causa

sobreviniente que lo alteraba, se revisaba y se le daba una reformulación para equilibrarlo. De

esta manera nació la teoría de la cláusula implícita, que tiene como sustento la buena fe

contractual. En el siglo XVIII, auge de la autonomía de la voluntad, se desecha la teoría de la

cláusula implícita y se lleva al máximo el pacta sunt servanda, no se revisan los contratos por

causas imprevistas y sobrevinientes, en virtud de que los efectos de las alteraciones no fueron

pactados ni previstos por las partes al momento de celebración del contrato. Sin embargo, se

sacrificaba la justicia y equidad en este ámbito jurídico, cuestión que fue valorada por

diferentes juristas en el transcurso del tiempo.


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Derecho medieval o intermedio en la edad media:

Lejos de ser un período oscuro para la humanidad, a lo menos en el campo del Derecho Civil,

constituyó un período extraordinariamente importante en lo que se refiere a la cláusula rebus

sic stantibus. En el Derecho medieval, como dice Larenz, mientras “El Derecho romano

todavía se aplicaba y evolucionaba en Bizancio, en Occidente, con el redescubrimiento del

Corpus iuris por la Escuela de Bolonia, se produce un renacimiento de sus estudios y florecen

las escuelas de los glosadores, de los doctores y de los posglosadores, que trabajan

activamente sobre los textos del Digesto. En ese momento, y especialmente por la tarea de

Bartolo, aparece lo que podemos considerar el antecedente más antiguo de la imprevisión,

con la formulación de la llamada cláusula rebus sic stantibus, que se consideraba implícita, y

exigía el mantenimiento del contrato mientras las cosas (rebus) siguieran siendo lo que eran

al contratar (sic stantibus)”.

Derecho francés en el siglo XIX:

Marcado por el racionalismo y la prevalencia del principio de la autonomía de la voluntad, se

abandona la cláusula rebus sic stantibus, que se había desprestigiado por causa de su excesivo

uso por parte de los Tribunales de Justicia, lo que se tradujo en la afectación de la estabilidad

de los contratos. A lo anterior, se unía la profunda desconfianza que los revolucionarios

tenían hacia el Poder Judicial, ya que representaba al Antiguo Régimen. Ello explica que

autores como Domat y Pothier la hayan preterido en sus obras y además, influyeran en que no

se adoptará como tal en el Código civil francés. Lo anterior significó que todos los códigos

civiles decimonónicos no lo recepcionarán, salvo algunos códigos germanos, que desde el

siglo XVIII ya lo habían hecho. Lo anterior tiene relevancia, pues muchos códigos civiles

tomaron como base al Code en esta materia, dentro de ellos el Código civil español.
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La gran guerra

Uno de los efectos que tuvo la Primera Guerra Mundial en el campo del Derecho, es que

gracias a la labor jurisprudencial gala se reconoce la aplicación de la cláusula rebus sic

stantibus, a propósito del Derecho obligacional. En este sentido, en 1916, el Consejo de

Estado francés falló un caso aplicando la cláusula rebus sic stantibus. En efecto, este Tribunal

admite la aplicación de la teoría de la imprevisión para revisar el contrato que había suscrito

la Compañía de Alumbrados de la ciudad de Burdeos con la municipalidad de dicha ciudad,

en cuya virtud, la primera se había obligado a suministrar electricidad bajo ciertas tarifas.

Con la ocupación germana de la cuenca carbonífera del norte de Francia, los galos debieron

recurrir al carbón de la región de Gales, carbón que adquirían a un mayor precio. Entonces se

presentó la siguiente cuestión ante el tribunal: el mayor coste que significaba la adquisición

de carbón galés debía ser asumido por la Compañía de Electricidad o, se debía proceder a la

revisión de la cláusula del contrato que establecía el precio en que se suministraría dicha

energía. El principal problema con que se encontró el tribunal fue el principio del pacta sunt

servanda, contenido en el Código civil francés, en virtud del cual los contratos legalmente

celebrados tienen fuerza de ley para los contratantes y por ello deben ser respetados por éstos.

Sin embargo, prevaleció el interés público y el tribunal procedió a revisar el precio de la

energía fijado en el contrato.

Todas las indagaciones pertinentes al caso de estudio, como la misma evolución del derecho,

se traducen en las elaboraciones teórico-jurídicas. Con respecto a la teoría de la imprevisión,

estas se pueden clasificar en los siguientes criterios:

Criterio subjetivo: las siguientes teorías tienen como fundamento el elemento facultativo.
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La cláusula rebus sic stantibus. Esta teoría se erige en la voluntad de las partes contratantes,

ya que estas mantendrán el contrato siempre y cuando estén vigentes las condiciones bases de

él.

La teoría de la presuposición de Windscheid: en el siglo XIX, se basa en la declaración

negocial que se emite bajo la presuposición de que la voluntad es condicionada por el efecto

jurídico que se persigue. Si de la presuposición no se realizan las consecuencias jurídicas del

negocio jurídico, este no tiene sustancialmente razón de ser y debe quedar sin efecto. Esta

teoría fue tomada en el código civil alemán, pero fue retirada por la crítica de Otto Lenel, que

estableció que la teoría de la presuposición ataca la seguridad jurídica, porque, a la postre,

una parte podría dejar sin efecto el contrato aduciendo circunstancias que no tienen que ver

con lo pactado por los contrayentes.

La teoría de la base del negocio jurídico de Oertmann: Su cimiento está en la

representación mental de una o de las partes en el momento de la conclusión del negocio

jurídico, como también, las circunstancias que determinan la voluntad negocial, que se

traducen en la estructura externa del negocio jurídico celebrado.

La teoría de la finalidad del negocio jurídico: Integra la teoría de Oertmann y la cláusula

rebus sic stantibus. La teoría unitaria de Enneccerus y Lehmann. Justifica la resolución del

contrato cuando el equilibrio económico (específicamente en los contratos bilaterales) ha

desaparecido por circunstancias posteriores a su celebración, basados en la buena fe y en la

desaparición del efecto de la base del negocio.

La teoría del deber de esfuerzo de Hartmann: Del contrato surgen diferentes obligaciones

de las partes para su cumplimiento, por ello, si un acontecimiento sobreviniente impone a una

parte un deber de esfuerzo que le impone la buena fe, el incumplimiento no puede serle

imputable, a pesar de no haberse alcanzado el objeto de la obligación.


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Teoría de la situación extracontractual de Bruzin: Existen situaciones extracontractuales

que no son previstas en el momento de la celebración del negocio por los contratantes, pero

esas circunstancias imprevistas deben exceder los límites del contrato en su ejecución, para

que pueda ser resuelto el contrato celebrado.

Teoría de la causa: Se refiere a los móviles de la voluntad contractual que se aplica en los

contratos de tracto sucesivo, ya que la causa debe permanecer en el tiempo de ejecución del

contrato y la imprevisión tiene como efecto la ausencia de causa que genera su resolución.

Teorías de fundamento objetivo. Se fundamentan en la equivalencia de las prestaciones,

concretamente en los contratos conmutativos y de larga duración.

La teoría de Giorgi y Poyani: Se basa en el restablecimiento del equilibrio roto, por

consiguiente, no se debe mantener la desigualdad entre los contratantes, con base a la justicia

retributiva aristotélica.

La teoría de Kruckman: Se fundamenta en la cláusula rebus sic stantibus. Todo contrato

conmutativo sinalagmático contiene una ecuación entre prestación y contraprestación,

además, las normas jurídicas se dirigen a que las prestaciones duren equilibradamente en la

ejecución del contrato.

CONCEPTO

El negocio jurídico, entendido como un vínculo contratado por las partes, es decir la

instalación de una relación y a la vez la adquisición de obligaciones mutuas, bien sea la de

dar, hacer o no hacer, el cual versará sobre el objeto mismo del contrato. En el Código Civil

bien se ha estipulado que el contrato celebrado se convierte en ley para las partes y

únicamente afectará a estas “Res Inter Alios Acta”, a su vez este es de obligatorio
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cumplimiento “Pacta sunt servanda” lo que allí haya sido estipulado como resultado de la

convención de las partes, es decir su voluntad e intención de contratar en la manera y bajo las

circunstancias plasmadas en el mismo, lo que solemos entender como causa, aquel motivo

que lleva a la parte a contratar. Mas, sin embargo, estas condiciones y circunstancias bajo las

cuales los contratantes deciden obligarse no siempre permanecen, como coloquialmente es

dicho “nada está escrito” refiriéndose a que la vida, el futuro en general es poco predecible,

dia con día con tanto movimiento y cambio del mundo en que vivimos. La economía, la

política, la educación. la cultura y aunque algunos son de cambio lento otros lo son de

acelerado. En muchas ocasiones surgen situaciones que no son posibles de prever y tan solo

vienen de golpe, lo cual afecta a la estabilidad de las partes, cuando se encuentran frente al

cumplimiento de una obligación y se ven imposibilitados para dar cumplimiento a ella. Surge

pues así la Teoría de la Imprevisión pensando en aquellos eventos extraordinarios,

imprevisibles, ajenos, fortuitos que si bien surgen de un hecho ajeno a las partes contratantes

que podrían ocasionar un desequilibrio económico frente a las prestaciones inicialmente

acordadas, pues la condiciones habrían variado respecto a la época en la que fue celebrado el

contrato y la capacidad del afectado podrá no ser la más pertinente o confortable para poder

dar cumplimiento a la obligación y el sostenimiento de lo planteado inicialmente llevaría

incluso a la ruina del deudor o bien podría ser el caso en el que la balanza contractual se

inclina más hacia un lado generando un desequilibrio total.

Lo que da paso a un reequilibrio, a una modificación, a una revisión, a una reestructuración si

bien se podría denominar en algún punto, basados en el principio de buena fe y equidad, que

en Colombia particularmente se reguló por primera vez mediante la sentencia de febrero 25

de 1937, de la Corte Suprema de Justicia, sala de casación civil E. No.2407 mediante la cual

formalmente se consideró a la teoría de la imprevisión como una fuente del derecho en


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Colombia. Reconoce que los intereses económicos cobrados son el factor central que motiva

la necesidad de revisar el contrato debido a que han cambiado las condiciones originales en

que se pactó el negocio jurídico, y hace a su vez más oneroso para uno de los contratantes el

cumplimiento de sus prestaciones; lo cual iría en contra de la buena fe y equidad contractual

Art 1603 y 32 del Código Civil. Por tal razón sería necesario la intervención del juez en el

contrato por razón de desequilibrio sobrevenido, para que este actúe de tal manera que ajuste

los términos del contrato y las prestaciones mismas a términos equitativos actuales a la

situación de las partes; únicamente cuando sea a petición de partes y no haya sido posible una

conciliación, presenciando así un abuso de una parte “dominante” sobre una “débil”.

Este tipo de circunstancias es más común que sean presentadas en contratos de tracto

sucesivo, es decir de prolongación de cumplimiento en el tiempo, bien podría ser un contrato

de arrendamiento, de leasing o de suministro. Mas solo vendrá a regular en circunstancias en

las que subsista una excesiva onerosidad o la imposibilidad de pago por falta de medios y la

buena fe del deudor la cual debe ser acreditada probando que no fue parte del hecho que le

generó aquella caída económica o que bien hizo lo posible en sus manos para que dicha

situación no surgiera, es decir la ausencia de culpa; basta el que no pueda atender a las

obligaciones que contrajo para beneficiarse, lo que lo llevará en busca de un procedimiento

de adaptación de los contratos celebrados, para que así no se vea perjudicado. Con esto no

significa que ahora el deudor no deba cumplir y la deuda le sea perdonada, pues se generaría

otro desequilibrio que sería la situación del acreedor despojado de cumplimiento y a su vez

afectado, pues el deudor tampoco puede sacar provecho de la situación pues estaría en tela de

juicio la veracidad de su buena fe; no es que el deudor no quiera o no pueda pagar, sino que,

si se le coacciona y obliga a cumplir, se respalda una desproporción prestacional injusta y


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reprobable. Sencillamente porque los términos ya no son equitativos, y es necesario el

reajuste.

Ahora bien, para la materialización de este reajuste, y la puesta de condiciones equivalentes y

equitativas, el juez deberá establecer un equilibrio similar al que había originalmente, pero

adaptado a las condiciones económicas actuales de los contratantes, o más bien del afectado,

será pues necesario que rigurosamente sea revisado el contrato para que el deudor no saque

más provecho que el mismo de la equidad y para que el acreedor no saque ventaja económica

injustificada. Es muy importante no caer en el limbo de la confusión y la similitud pues es

diferente cuando se interviene para revisar exclusivamente términos propios del contrato o

yerros de nacimiento que pueden ser en la lesión enorme, a diferencia que la revisión cuando

lo que se busca es la ayuda transitoria al deudor en situación económica difícil, que más

adelante profundizaremos al respecto sobre esta diferencia.

Contextualizando un poco sobre lo que es el concepto de revisión, según la RAE esto es

“Someter algo a nuevo examen para corregirlo, enmendarlo o repararlo” es decir que refiere a

verificar, reformar o modificar algo, el derecho romano-germánico lo comprende como la

“adaptación de un contrato a las circunstancias sobrevenidas” significando este concepto la

manera o herramienta aplicable a la teoría de la imprevisión. Pero, no todo negocio jurídico

puede ser sometido a revisión dado que todo cambio económico en torno al deudor no puede

ser admisible para constituir dicha figura. Como ya se expuso anteriormente esta teoría es

más que todo enfocada a los contratos de cumplimiento futuro, en los que la ejecución del

cumplimiento pactado no es cercano al tiempo mismo del acuerdo o cuando el pago viene a

posteriori, que cuando llega la época de ejecutarlo subsiste la existencia de una

desproporción. La revisión entonces es pertinente cuando las circunstancias que presidieron


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la celebración del contrato se transforman, y ya no están, cuando la balanza pierde su

equilibrio precisamente por esos hechos posteriores a la celebración; es decir que entonces

los fundamentos que dieron origen al contrato se esfumaron, se desvanecieron, dando a

suponer que entonces la declaración de voluntad de fuerza con la que cargaba en negocio no

subsiste lo que daría paso a la revisión por parte del juez.

ELEMENTOS

Para que la teoría de la imprevisión y por inferencia la revisión se dé, es necesario que

persistan una serie de elementos, pues no cualquier circunstancia amerita una revisión, el

derecho no puede permitirse ser blando y sensible a cualquier intento de las personas por

querer sacar provecho y no cualquier contratante puede solicitar la adaptación de sus

obligaciones.

1) La desigualdad de las prestaciones debe ser grande: La equidad y la buena fe como

principios sobre el contrato, son la base para evitar la ruina o el enriquecimiento

injustificado, es decir que el cambio de la base económica actúa como principal

elemento constitutivo de revisión. Esto a completo juicio y análisis del juez pues éste

será quien determine con base en una ponderación entre las circunstancias presentes a

la hora de la celebración del contrato y las actuales, deduciendo si se presenta la

desproporcionalidad necesaria para proceder a revisión aquella alteración fundamental

de equilibrio contractual y a su vez a establecer las nuevas prestaciones diferentes a la

relación prestacional pactada. Solo si la proporción actual entre los valores de las

prestaciones es gravemente disconforme respecto a la originalmente prevista y

estipulada entre las partes, sólo cuando el contenido económico actual del contrato sea
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notablemente distinto del contenido económico originario, se podrá hablar de

resolución por onerosidad sobrevenida.

2) La alteración económica ha de sobrevenir sin culpa del deudor: La naturaleza del

imprevisto, de aquel hecho trastornador debe provenir de algo ajeno a quien pretende

la intervención judicial, es decir que en primer lugar no haya sido propiciado por este,

que no haya maquinado el evento que lo llevó a encontrarse en circunstancias

económicas “precarias” para sacar provecho de ello y evadir el pago de su obligación

o en menor cantidad, e incluso que aun pudiendo prevenir y actuar para que así no

sucediera, no lo hizo, haría constar la negligencia y el descuido del deudor, siendo

determinante para encontrarse ahora en tal escenario. Será el deudor quien tenga que

probar el hecho que justifica su incumplimiento, aquella situación de imprevisión que

le afecto y en la que no incumbió en acción o voluntariedad alguna para que así

sucediera; no significa otra cosa que la buena fe, la

honradez y lealtad del actor.

3) Hechos que generan la alteración del equilibrio contractual: En términos generales

existen muchos hechos que pueden dar origen a este desequilibrio como incremento

de precios, inflación, depreciación monetaria, conflictos políticos externos o internos,

la misma guerra e incluso un desastre natural o un ejemplo más concreto y cercano no

solo a Colombia, sino al mundo entero como lo fue la pandemia del Covid-19 este

afecto drástica y severamente a millones de personas, el desempleo se incrementó en

cifras no vistas en siglos, la pérdida tan tenaz del comercio, el endeudamiento mismo

como ejemplificación de ese hecho imprevisto y extraordinario que en siglo XXI

afecto millones de vidas. Estos hechos, aunque podrían no todos tener una repercusión
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directa o inmediata a largo plazo si llegan a afectar el bolsillo de la persona. Caso en

contrario los hechos que afecten individualmente al sujeto, ejemplo un robo en contra

del mismo, la pérdida del trabajo por un periodo de 2 meses, un mal manejo de las

finanzas. El hecho imprevisible debe ser uno que afecte a un núcleo amplio de sujetos

y en cuya contemplación no pudo haber previsto o resistido.

4) Debe invocarse antes del pago de la obligación: Puede sonar un poco absurdo, pero

cuando el deudor ya ha ejecutado la prestación debida, ha realizado el pago de lo que

le correspondía, da a entender que, aunque presenció circunstancias imprevistas y de

afectación económica, logró superarlas obtuvo los recursos o medio la situación para

cumplir con su obligación. Lo que consecuentemente lleva a pensar que entonces ya

no necesitaría de intervención judicial para una revisión, pues no hay incumplimiento

o justificación de retardo o si lo hubo logró conciliar y acordar con el acreedor un

plazo para pagarlo; refiriéndose a que ya no hay materia de discusión alguna pues ya

se superó y concluyó.

EFECTOS

Una vez sobrevenidas aquellas circunstancias imprevistas o imprevisibles que afecten el

desarrollo del cumplimento de la obligación convirtiéndolo sumamente gravoso y oneroso

para una de las partes y que como consecuencia de ello el equilibrio económico y

prestacional de la relación contractual se vea alterado, las partes pueden optar por dos

medidas, la primera de ellas es llegar a un acuerdo que les permita realizar por cuenta propia

el reajuste prestacional necesario reintegrando el equilibrio y permitiendo que el

cumplimiento no afecte a ninguno para así poder continuar con el negocio, o en caso tal de
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no llegar a un consenso surgirá la necesidad de la intervención judicial para que sea una

autoridad externa, es decir el juez competente, quien revise y realice el reajuste

correspondiente que de no ser posible conllevara a la terminación del contrato.

Así mismo existe la posibilidad de que las partes durante la celebración del contrato estipulan

en las cláusulas de indexación que permitan realizar un reajuste automático ante cualquier

eventualidad extraordinaria que así lo requiera, previendo la alteración y el desequilibrio que

se pueda presentar, no obstante, pueden existir situaciones que excedan los límites

contemplados en estas cláusulas siendo entonces necesaria la intervención judicial para

dirimir el conflicto.

En este orden de ideas se pueden establecer los objetivos principales de la imprevisión, que a

saber son:

1). Reajustar las cargas prestacionales, eliminando la excesiva onerosidad que dificulta el

cumplimiento de la obligación.

2). Conservar el contrato evitando su incumplimiento y terminación.

Así las cosas, se procederá a abordar cada uno de los efectos mencionados anteriormente que

se presentan cuando se aplica la teoría de la imprevisión y la respectiva revisión del contrato:

Revisión del Contrato:

Ante el conflicto que surge cuando una situación altera las condiciones en las que fueron

pactadas las obligaciones y a razón de ello el cumplimiento se torna sumamente gravoso para

una de los contratantes, se crea la necesidad de recurrir a un tercero que dirima dicho

conflicto, de tal forma que una de las partes ponga en marcha el aparato jurisdiccional del

estado poniendo en conocimiento de la autoridad judicial competente el contrato en cuestión,


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las circunstancias y el nivel de onerosidad causado, así entonces el juez basado en las

pretensiones, hechos y pruebas presentadas determinará si la situaciones reúne los requisitos

necesarios para realizar la respectiva revisión del contrato, caso en el que procederá a fallar

estableciendo el reajuste prestacional, la suspensión o terminación del contrato, a

continuación se procederá a abordar cada una de estas:

1. Reajuste Prestacional: El juez realizará un minucioso estudio y determinará cuales son las

condiciones y prestaciones iniciales del contrato que deben ser modificadas para lograr

equilibrar nuevamente las cargas económicas de los contratantes, adecuando la voluntad de

las partes a aquella situación imprevista de tal forma que ninguna de las partes se vea

afectada, así entonces, el contrato quedará integrado por las disposiciones que permanezcan

del contrato inicial y aquellas modificaciones que el juez determine, este “nuevo” contrato

regirá el desarrollo de la relación contractual a partir de ese momento, así pues, este contrato

será vinculante y de obligatorio cumplimiento para las partes, razón por la cual su ejecución

dará lugar a la resolución del contrato por incumplimiento.

2. Suspensión del contrato: Cuando el juez determine que aquella situación imprevisible que

ha afectado el contrato es de carácter temporal y que mientras dicha circunstancia

permanezca el cumplimiento de las obligaciones no podrá llevarse a cabo sin imponer un

gravamen mayor a una de las partes, podrá suspender el cumplimiento de las prestaciones de

la parte que se haya visto afectada hasta el momento en que las circunstancias vuelvan a ser

las mismas que existían cuando las partes contrataron, sin embargo, el juez debe definir

taxativamente cuál será el término de suspensión del contrato para así otorgar seguridad

jurídica a las partes.

3. Terminación del Contrato: En aquellos casos donde se imposibilite el reajuste prestacional

o la suspensión del contrato el juez procederá a establecer la terminación del contrato, frente
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a ello es importante tener en cuenta que la teoría de la imprevisión es aplicable a aquellos

contratos de tracto sucesivo o ejecución diferida, de tal forma que por las características

propias de estos se imposibilita el retrotraer las cosas al estado anterior a la celebración del

negocio jurídico, siendo la terminación del contrato la única opción.

Efectos de la decisión judicial:

La decisión adoptada por el juez producirá efectos de cosa juzgada, lo que quiere decir que

entre las mismas partes y por la misma causa no podrá existir un nuevo proceso, sin embargo,

en caso de un reajuste prestacional, el nuevo contratado que se conoce como “contrato

contingente” será susceptible de una nueva revisión en caso de que se presente una nueva

situación que vuelva a alterar el equilibrio prestacional de las partes.

Por su parte la sentencia emitida por el juez será susceptible de aquellos recursos ordinarios y

extraordinarios a los que haya lugar.

Diferencias entre “rescisión” de lesión enorme y “revisión” de teoría de la imprevisión

Para dar paso a la revisión ya quedó claro que es necesario la presencia de un desequilibrio

prestacional, habiendo una parte excesivamente onerosa, valiéndose del gravamen excesivo

del otro; sucede entonces que el aspecto económico puede llegar a ser confuso frente a la

figura de lesión enorme y la imprevisión pues ambos parten del mismo supuesto de

desequilibrio. Cuando los hechos o circunstancias están presentes a la hora de celebración del

contrato, es decir que son de nacimiento, pero solo son llegados a conocer tiempo después de

pagadas las obligaciones, se presenta la lesión enorme, en la cual se pretende establecer el

equilibrio del acto desproporcionado de los intereses de una de las partes; para su reajuste se

podrá prescindir del negocio y volver todo a su estado anterior o ajustar las prestaciones de

tal forma que la desproporción aritmética desaparezca. Además de esto en la lesión enorme el

desajuste proviene directa y necesariamente de una de las partes. Ahora bien, en la


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imprevisión el contrato nace equitativo, con un balance de prestaciones adecuado, pero con

un suceso posterior se ven descompensados y la perturbación económica no nace de una de

las partes ni de su voluntad o intención. Finalmente, la lesión enorme implica un vicio del

negocio jurídico y sólo es aplicable a la venta de bienes inmuebles.

Ambos podrán darse por terminados y dar la respectiva liquidación, en el caso de la lesión

enorme con efectos retroactivos o reajustarlo con lo cual el compromiso saldrá favorecido y

será más fácil además de llevadero cumplimiento las nuevas prestaciones actualizadas, en el

caso de la imprevisión, y en la figura de lesión enorme se saneará el vicio, estableciendo el

equilibrio y equivalencia frente a la carga prestacional.

LA TEORÍA DE LA IMPREVISIÓN COLOMBIA

La teoría de la imprevisión en Colombia ha tenido una elaboración doctrinal con base en el

principio de la buena fe; se destaca la teoría de Lopera Vargas, quien señala que la

imprevisión es una regla general del derecho basada en la función social de los derechos

subjetivos, teoría que cuenta con una oposición fuerte de los reconocidos doctrinantes Ospina

Fernández y Pérez Vives. Frente a este panorama, en Colombia el desarrollo más importante

de la teoría de la imprevisión como norma jurídica se dio en el proyecto de unificación del

Código de Derecho Privado de Valencia Zea. Los autores Jeanet Barbosa y Ariel Neyva

elaboran una definición de la imprevisión con base en el desarrollo doctrinal y jurisprudencial

colombiano, estableciendo que es: un instituto jurídico autónomo aplicable como principio

general de la buena fe y de la función social de los derechos subjetivos, permiten el ejercicio

a la parte para la cual la ejecución de una obligación de futuro cumplimiento, si se dan los

siguientes elementos; que se ha convertido en excesivamente onerosa, por el acaecimiento de

hechos sobrevivientes, imprevistos, imprevisibles, no imputables a quien lo alega, ni


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acaecidos durante su mora; cuyos efectos jurídicos permiten a la parte solicitar la revisión

judicial, buscando su terminación, resolución, suspensión o modificación del contrato

desequilibrado. El fundamento jurídico de la teoría de la imprevisión se encuentra en el

Código Civil donde se encuentra la buena fe como principio general del derecho; Art. 32, que

establece la interpretación con base a la equidad natural. Aunque el Art. 1602, en materia de

contratos, sea un impedimento de la aplicación de la teoría de la imprevisión, no obstante,

tiene un atenuante en el Art. 1603, que estipula la buena fe en los contratos y permite la

aplicación de la imprevisión, pero que sólo serviría para los contratos conmutativos y no es

extensiva. Para los autores citados se encuentran casos concretos en el Código Civil que son

los artículos 1616, ya que establece perjuicios imprevistos e imprevisibles, 1882 inc. 4, en el

contrato de compraventa donde no se puede exigir la entrega del precio cuando ha menguado

la fortuna del comprador –que es el caso típico de la teoría de la imprevisión en la teoría de

Lopera Vargas–, y, por último, en el Art. 2060, que por vicios ocultos en el suelo, el

empresario puede solicitar ante el juez que determine los costos no previstos; es decir, este

artículo contiene los elementos principales de la imprevisión. Por último, existió una ley, la

L-37/32, ley de moratorias, cuyo objeto era atenuar el impacto de la crisis económica del

treinta, estableciendo rebaja de intereses pendientes no pagados y futuros, como suspensión

de remates en juicios ejecutivos.

La imprevisión en el código de comercio

En materia comercial, en el Código de Comercio del 71 se incluyó la teoría de la imprevisión,

en el Art. 868, transferido del código italiano. Sus efectos se traducen en la ejecución de un

proceso preventivo para la revisión del contrato. Determina este artículo que opera en

contratos conmutativos, de ejecución diferida o de ejecución instantánea con obligaciones

sometidas a plazo; pero no en los aleatorios. La teoría de la imprevisión tuvo un importante


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precedente jurisprudencial en 1937, cuando admite la Corte Suprema de Justicia su aplicación

a los contratos a término, de prestaciones sucesivas y de especulación; igualmente, se

encuentran precedentes en varias sentencias, como la del 29 octubre de 1936, la del 23 de

mayo de 1938 y la del 24 marzo de 1983, entre otras.

También la Corte Suprema de Justicia Colombiana, como la doctrina nacional, ha

determinado los alcances substanciales y probatorios de los elementos de la teoría de la

imprevisión:

1- la imprevisibilidad se debe interpretar como acaecimiento raro y anormal, que no se

prevé en la celebración del contrato y que es un hecho verificable por los sentidos.

Además, se debe probar por el agente que no se podía prever la ocurrencia del hecho que

influirá sobre su acuerdo contractual, teniendo en cuenta la profesión y cultura del agente

que lo alega.

2- En la excesiva onerosidad no se tiene en cuenta el lucrum cessans, es decir, la

frustración de la ganancia normal de todo contrato; se toma es el exagerado costo de

cumplimiento de la obligación, siendo un sacrificio hacer efectiva la prestación.

3- La inimputabilidad, ya que el dolo o culpa es castigado en diferentes artículos que

son extensivos también para la fuerza mayor o caso fortuito, y, por lo tanto, afecta a toda

categoría de deudores.

4- En la irresistibilidad del hecho se toma en cuenta la imposibilidad de oponerse al

hecho y a sus consecuencias.

5- Deber estar pendiente la ejecución de la obligación, porque se desvirtúa su

gravosidad.
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6- Los anteriores elementos deben conjugarse con que el hecho sea sobreviniente,

porque de lo contrario se podía prever.

En la práctica contractual la teoría de la imprevisión ha llevado a que las partes pacten

diferentes cláusulas especiales en los contratos, por ejemplo, cláusula de reajuste en Upac

–hoy UVR-, la indexación y la cláusula compromisoria para la solución del conflicto que

se presente. En Colombia, la teoría de la imprevisión no ha sido exclusivamente del

ámbito del derecho privado, sino también del derecho administrativo, que se evidencia en

la Ley 80 de 1993, en el artículo 27, que expresa que “… si dicha equivalencia o igualdad

se rompe por causas no imputables a quien resulte afectado, las partes adoptarán en el

menor tiempo posible las medidas necesarias para su restablecimiento”.

La imprevisión en el código civil.

El código civil colombiano no contiene una reglamentación general de la imprevisión. Esto

por cuanto sigue muy de cerca los lineamientos expuestos por los legisladores franceses, de

respeto absoluto al principio de la autonomía de la voluntad y al carácter obligatorio extremo

de las estipulaciones válidamente celebradas por los contratantes, las que, en la conciencia

legal de los legisladores franceses, eran ley obligatoria para las partes. Pese a ello, es curioso

observar que el artículo 2060 numeral 2 del estatuto civil, contiene una norma en la que la

mayoría de la doctrina nacional ha querido ver una aplicación rezagada de la teoría de la

imprevisión. El artículo expresa lo siguiente:

“Artículo 2060. Los contratos para construcción de edificios, celebrados con un empresario

que se encarga de toda la obra por un precio único prefijado, se sujetan además a las reglas

siguientes:

1. El empresario no podrá pedir aumento de precio, a pretexto de haber encarecido los

jornales o los materiales, o de haberse hecho agregaciones o modificaciones en el plan


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primitivo; salvo que se haya ajustado a un precio particular por dichas agregaciones o

modificaciones.

2. Si circunstancias desconocidas, como un vicio oculto del suelo, ocasionaren costos que no

pudieron preverse, deberá el empresario hacerse autorizar para ellos por el dueño; y si éste

rehúsa, podrá ocurrir al juez o prefecto para que decida si ha debido o no preverse el recargo

de obra, y fije el aumento de precio que por esta razón corresponda.

3. Si el edificio perece o amenaza ruina, en todo o parte, en los diez años subsiguientes a su

entrega, por vicio de la construcción, o por vicio del suelo que el empresario o las personas

empleadas por él hayan debido conocer en razón de su oficio, o por vicio de los materiales,

será responsable el empresario: si los materiales han sido suministrados por el dueño, no

habrá lugar a la responsabilidad del empresario sino en conformidad al artículo 2041, inciso

final.

4. El recibo otorgado por el dueño, después de concluida la obra, sólo significa que el dueño

la aprueba, como exteriormente ajustada al plan y a las reglas del arte, y no exime al

empresario de la responsabilidad que por el inciso precedente se le impone.

5. Si los artífices u obreros empleados en la construcción del edificio han contratado con el

dueño directamente por sus respectivas pagas, se mirarán como contratistas independientes, y

tendrán acción directa contra el dueño; pero si han contratado con el empresario, no tendrán

acción contra el dueño sino subsidiariamente y hasta concurrencia de lo que éste debía al

empresario” (el resaltado fuera de texto).

Lo cierto, sin embargo, es que desde la entrada en vigencia del Código civil colombiano a

finales del siglo XIX y hasta la década de los años treinta del siglo XX, los casos de revisión

de contratos en la jurisprudencia colombiana son inexistentes. Incluso, los primeros

doctrinantes locales, caso de Champeau-Uribe, Rodríguez Piñeres y Fernando Vélez, en los

tratados de Derecho civil escritos por ellos, que son la fuente de doctrina básica de los
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operadores jurídicos de la época, sostienen la intangibilidad del contrato y el carácter

absoluto del principio pacta sunt servanda. Dichos autores siguen de cerca la tradición

francesa de école de l´exegese que con Demolombe y Aubry y Rau propugnan por la

seguridad jurídica que se expresa en la regla del artículo 1134 del código civil francés,

equivalente al artículo 1602 de nuestro código civil, según el cual los acuerdos de voluntad

válidamente celebrados son ley para las partes.

La imprevisión en el derecho administrativo

Diferentes son los principios que informan esta rama del ordenamiento, y otras las razones

que mueven a admitir terminación y reajuste de los contratos por acontecimientos no

contemplados inicialmente. El predominio del interés colectivo o general, la constante

subordinación de los particulares al bienestar común, bases cardinales del derecho público,

imponen a la administración velar por la continuidad de las actividades de que se sirven las

gentes, como también por su constante mejoría y acondicionamiento a los avances técnicos.

De este modo, la administración puede y debe adelantarse a los hechos, modificar

condiciones y tarifas, tanto para auxiliar al contratista en trance de ruina y exigirle respeto a

lo pactado en condiciones generales variadas, como para demandarle introducción de nuevos

métodos y prácticas más útiles, sin trato alguno proveniente de la idea de respeto al dicho

contractual.

La modificación unilateral del negocio por parte de la autoridad y la declaratoria de su

caducidad, entendidas como algo inherente a la prestación del servicio público, son

instrumentos indispensables para la corrección de la práctica administrativa


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CONCLUSIÓN

Se concluye que la teoría de la teoría de la imprevisión se encuentra íntimamente ligada con

principios de estirpe constitucional y neoliberal que son propios del estado social de derecho,

corolario de esto, Colombia debe propender por su aplicación real y efectiva, pues así se

garantizara un ejercicio justo y equitativo de la libertad contractual, evento que en la

actualidad cobra aún mayor relevancia dada la situación pandémica que atraviesa el mundo,

que ha terminado por alterar el desarrollo de las relaciones sociales y económicas, poniendo

así en una situación de gran vulnerabilidad a quienes habían contraído obligaciones de

ejecución prolongada antes del inicio de la pandemia, convirtiéndose así la imprevisión en el

medio idóneo para realizar la revisión de dichos contratos y lograr el equilibrio prestacional

de las partes en estos momentos de crisis e inestabilidad.

Queda claro entonces que la teoría de la imprevisión postula que, ante la ocurrencia de un

evento extraordinario, general no individual, imprevisible, y ajeno a las partes el cual no se

presente por negligencia, ni sea generado propiamente para sacar provecho de ello e

incumplir con la prestación; se genere un desequilibrio económico entre las prestaciones

pactadas inicialmente en el contrato, y que estas circunstancias surjan con posterioridad a la

celebración del negocio jurídico. Haciendo más gravoso el cumplimiento de las obligaciones

para uno de los contratantes y que cuando esto es así y cumple con todos los elementos

constitutivos de revisión la parte afectada podrá solicitar la modificación del contrato a efecto

de recuperar el equilibrio de las obligaciones y contraprestaciones pactadas, por medio de

intervención judicial, ajustando este las prestaciones para un cumplimiento más acorde y

sujeto al principio de equidad y buena fe, optando por que ambas partes se vean beneficiadas

del negocio oneroso en misma manera. Además de que los efectos de su aplicación son tres la

revisión, la suspensión y la terminación que podrá ser acordada por las partes acudiendo al
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aparato o judicial o que también puede ser dialogado por las partes, estableciendo un acto

compromisorio y llegando a un acuerdo para que el deudor se libere de una carga y pueda

llevar a cabo el cumplimiento más fácil y que a su vez el acreedor pueda recibir el pago sin

verse afectado.

Mas sin embargo no debe pasarse por alto aquellos planteamientos que se han propuesto en

torno a la teoría, puesto que el hecho de que únicamente se considere aplicable en contratos

de tracto sucesivo, desconoce aquellas obligaciones de cumplimiento inmediato en las que se

pactan plazos y que también se pueden llegar a ver afectadas por una situación de hecho

imprevisible para las partes, otro aspecto importante a tener en cuenta es la inclusión de la

imprevisión en la legislación civil, pues actualmente en Colombia únicamente cuenta con

respaldo legal en materia mercantil, lo que dificulta su aplicación en negocios de orden civil.

Así las cosas, se reconoce la gran importancia de la imprevisión y se plantea la necesidad de

una mayor acogida e implementación dentro de los ordenamientos que por su tradición

jurídica se han rezagado a estipulaciones poco equitativas.


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