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Hace tiempo atrás leí dos artículos que me llamaron la atención. Uno era sobre Albert Einstein, donde hablaba
sobre las crisis y la gran cantidad de oportunidad que estas generan. Me pareció interesante, pero lo que más me
llamó la atención fue una frase que decía:
Sin duda, una afirmación que suena bastante lógica y simple, y que es aplicable tanto en la vida privada como
empresarial.
El otro artículo era sobre las conferencias más vistas de TED, especialmente la titulada “Cómo los grandes líderes
inspiran a la acción”, de Simón Sinek, realizada en el año 2009 y que actualmente cuenta con más de 54 millones
de reproducciones.
En su charla, Sinek aborda los elementos diferenciadores que hacen que algunas organizaciones sobresalgan a
las demás y, en ese ámbito, encontró que hay tres preguntas que deben ser respondidas:
Por otra parte, siempre hemos escuchado las siguientes frases: “lo único constante es el cambio” y “hay que
adaptarse a los requerimientos de los clientes”. Pero sin duda la capacidad adaptativa de nuestras
organizaciones es sumamente lenta y restringida ya que, generalmente, nos enfocamos en el diseño de los
cambios, pero le asignamos muy poca importancia y esfuerzo a la ejecución de los mismo.
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Gestión Estratégica de Procesos
De una visión inspiradora a procesos que generan cambios
Esto hace que, como organización, continuamente volvamos a ejecutar las mismas acciones que hemos
hecho por años, lo que NO nos permite lograr los nuevos resultados esperados.
Probablemente hemos incorporado tecnología, pensando en que "esta herramienta tecnológica sí que va a
generar un cambio y será la solución a los problemas" o “este software nos va a llevar a las grandes ligas” o “nos
vamos a poner pantalones largos”.
Pero después de muchas implementaciones, nos damos cuenta de que el cambio no ocurre y menos a la
velocidad esperada. No dudo que la tecnología es muy necesaria, ya que hay muchos procesos que nos costaría
mucho ejecutar sin ella, pero la simple inclusión de, por ejemplo, un software de gestión integrada (ERP),
claramente no va a cambiar la gestión de la organización.
Es por ello que resulta crucial saber hacia dónde nos llevará el cambio, porque la
gente sólo estará dispuesta a cambiar cuando sepa cuál es el objetivo y su aporte
específico para lograrlo.
Esto lo puede idear el dueño de la empresa, un decreto ley en los ministerios u organismos dependientes o un
acta en el caso de algunas ONG's. Pero, por sobre todas las cosas,
esta misión debe ser inspiradora y motivadora, y no ser concebida solamente como un slogan publicitario.
Luego, deberíamos definir la visión, es decir, cómo nos vemos como organización en un plazo establecido. Para
ello, les propongo el siguiente esquema, tomando como base lo establecido por Norton y Kaplan.
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Gestión Estratégica de Procesos
De una visión inspiradora a procesos que generan cambios
Tanto la misión como la visión son responsabilidad exclusiva de los máximos representantes de las
organizaciones: dueños/as, el directorio o el Presidente de la República, en el caso de los ministerios y los
organismos dependientes de ellos, a través de un decreto de ley.
Es importante establecer que la visión, al ser definida con un horizonte de tiempo, con los resultados
esperados y la forma de ser reconocidos por los clientes, se transforma en el objetivo “madre” de la
organización.
Una vez definido este marco de acción, debemos bajarlo a un nivel más ejecutivo y definir: los objetivos, las
estrategias, la cadena de valor y la estructura organizacional.