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Resumen. El libre albedrío o la libertad de acción ha sido uno de los problemas filosóficos
más tradicionales en la historia del pensamiento humano a través de la filosofía, las ciencias
cognitivas, etc. El cine no ha sido la excepción y en la película de Steven Spielberg
Minority Report (Sentencia previa) se hace un abordaje particularmente interesante en la
medida en que abre espacio para el indeterminismo de la acción humana, la cual es
defendida actualmente por científicos como Michael Gazzaniga y Roger Bartra. En este
breve artículo expondremos sus argumentos, que aunque presentan diferencias de enfoque y
categorías de análisis, están alineados con la propuesta que hace Spielberg en la película,
con la ventaja que ofrece el cine como opción didáctica.
En el 2004 John Searle le dedicó al problema del libre albedrío en la filosofía de la mente
un capítulo de su libro “La mente. Una breve introducción”. Considera Searle que hay dos
convicciones que son inconciliables entre sí, a saber, que todo efecto es el resultado de una
cadena de causas determinables, y que todo hecho tiene causas suficientes y por causas
suficientes se entiende que el suceso tenía que ocurrir dadas tales causas. Por ejemplo, las
fuerzas que actúan sobre un objeto que cae “son causalmente suficientes para determinar
esa caída” (p. 272). Esta es la convicción determinista y rivaliza con la convicción
voluntarista en la que experimentamos que las causas de las acciones, denominadas
razones, no son suficientes para determinar el curso de una acción. Dice Searle que “hay un
intervalo entre el conocimiento de las razones para la acción y la decisión de llevarla a
cabo” (p. 273), y de la decisión hasta la concreción de la acción mediante la conducta hay
otro intervalo. Lo importante es que la convicción de que tomamos decisiones libres nos
acompaña siempre. Las dos convicciones no son mutuamente excluyentes puesto que
pueden ser compatibles; es decir, aunque todas las acciones estén determinadas habrá
algunas cuya determinación tiene su origen en la racionalidad y la reflexión, por tanto son
libres.
El problema del libre albedrío y la justicia son los temas que aparecen tratados en la
película Minirity Report de Steven Spielberg de 2002 y está basada en un cuento de Philip
Dick. Ésta transcurre en el año 2054 en la ciudad de Washington en donde el crimen se ha
llegado erradicar mediante la combinación de la tecnología digital y la actividad
parapsicológica de los precogs, unos psíquicos que yacen en un líquido y que al estar
interconectados son capaces de materializar imágenes de crímenes que aún no han ocurrido,
de modo que un sector de la policía, precrime, se encarga de arrestar a quienes van a
cometer el asesinato.
Roger Bartra en su libro de 2013 Cerebro y libertad. Ensayos sobre la moral, el juego y el
determinismo, dice que Einstein en una carta a Rabindranath Tagore, místico hindú, afirmó
que “(…) si la Luna fuese dotada de autoconciencia estaría perfectamente convencida de
que su camino alrededor de la Tierra es fruto de una desición libre”, además agregó que “un
ser superior dotado de inteligencia perfecta se reiría de la ilusión de los hombres que creen
que actúan con su libre albedrío” (p. 18). En otras palabras, el cerebro es un objeto natural y
por tanto sigue las leyes universales de la causalidad. Es decir, Einstein extiende la primera
convicción searleana al mundo humano. Para Einstein el libre albedrío, al ser un producto
de la conciencia, es una ilusión. Una visión determinista que se contrapone al
indeterminismo que tiene su origen en la física cuántica, es decir, en el principio de
indeterminación o incertidumbre. La idea aquí es que los electrones gozan de libertad y
pueden evadir la cadena causal de la física clásica. Por el contrario, en la visión de Einstein
el cerebro estaría afectado por la causalidad que conecta pensamientos y acciones.
El problema del determinismo se remonta a Spinoza quiena firmaba que “Los hombres se
equivocan, en cuanto piensan que son libres; y esta opinión solo consiste en que son
concientes de sus acciones e ignorantes de las causas por las que son determinados. Su idea
de la libertad es, pues, ésta: que no conocen causa alguna de sus acciones” (citado por
Bartra, p. 21). La idea de Spinoza es que los seres humanos desconocen la finalidad de sus
acciones y en eso consiste su ignorancia, incluso esa finalidad la trasladan a los fenómenos
naturales. Sin embargo, esta finalidad es una ilusión, una ficción que ha sido explicada por
Dennett (1995), y ´por Bering (2012). Es decir, la cadena causal tiene un límite
epistémicamente inalcanzable pero en la ilusión de lograr ese alcance lo denominamos
Dios, pero ello es sinónimo de ignorancia, sgún Spiniza.
La idea de libertad en Spinoza consiste en la conciencia entendida como un impulso que
refiere al Yo. Esta fuerza o impulso es un instinto de conservación (el ser persevera en
existir). No obstante, al estar la libertad en relación con la razón, muchas personas al
carecer de entendimiento, es decir, al no cultivar la razón, que es la permite al ser humano
vivir en sociedad a través de virtudes como la fortaleza de ánimo, agradecimiento mutuo,
amistad y buena fe, no son libres. Es decir, la libertad no es un asunto de conocer las
cadenas causales de los hechos sino de vivir en sociedad. Esta idea es compartida por
Gazzaniga (2012), como veremos más adelante, y es que se es más libre en el Estado donde
hay reglas compartidas por decreto, mientras que en soledad al obedecerse a sí mismo no se
es libre. Finalmente Bartra se apoya en Spinoza para concluir que “si la conciencia es
definida como un proceso que ocurre exclusivamente en el interior del cerebro, se llega casi
irremediablemente a un enfoque mecánico determinista. (…) la autoconciencia es un
fenómeno que no ocure totalmente dentro del cerebro y que se entiende mejor si la
ubicamos en un contexto más amplio que incluye el contorno social y cultural” (Bartra,
2013, p. 32).
No obstante, el determinismo hunde sus raíces en la física naciente del siglo XVII,
principalmente Newton quien formuló las leyes del movimiento de Galilleo en términos de
ecuaciones algebraicas, al tiempo que abarcaban las leyes del movimiento planetario de
Kepler. Para Newton todo el universo físico obedece a un conjunto de leyes físicas que se
pueden comprender a través de relaciones matemáticas. En otras palabras, si el universo se
rige por leyes determinadas entonces todo está determinado desde el principio. En palabras
de Gazzaniga, “el determinismo es la creencia filosófica de que todos los acontecimientos o
acciones actuales y futuras incluidas las decisiones, la conducta y la cognición humana,
vienen motivados causalmente por los acontecimientos anteriores combinados por las leyes
de la naturaleza” (Gazzaniga, 2012, p. 140). En la película no se desarrolla esta idea
científica, sin embargo, podría decirse que los precogs son la metáfora científica de la
omnisciencia de las cadenas causales.
Esta idea se despliega en su máxima expresión cuando Laplace afirma “Hay, pues, que
considerar el estado actual del universo como efecto de su estado precedente y como causa
del que lo sucederá. Una inteligencia que en un determinado instante pudiera conocer todas
las fuerzas que impulsan la naturaleza y la respectiva posición de los seres que la componen
–una inteligencia lo suficientemente vasta para analizar esos datos- abarcaría en una sola
fórmula los movimientos de los mayores cuerpos del universo y aquellos de los más
ínfimos átomos; para ella, nada sería incierto y tanto el pasado como el futuro estarían
presentes ante sus ojos” (Laplace, Essau philosophique sur les probabilités, p. 4, citado por
Quian Quiroga, 2018, p. 168). Es decir, si se llegase a conocer el estado actual de un
sistema sería posible determinar los estados futuros, y esto aplica para los seres humanos
porque, ¿no hacemos parte del universo?, ¿no es acaso nuestro cerebro un objeto natural?
Esta visión bien podría ser blanco de las más agudas críticas, como es el caso de Markus
Gabriel (2016) quien denuncia esta perspectiva como un caso flagrante de
neurorreduccionismo. Sin embargo, esta crítica ha sido malograda en tanto se ignora los
últimos desarrollos en neurofilosofía y neurociencia en general (Vélez, 2019).
Si el cerebro humano pesa 1500 gramos, su volumen es de 1350 cm3 y contiene cerca de 20
billones de neuronas, es decir, 100 mil millones, y alrededor de 100 billones de conexiones
neuronales. Es un objeto físico cuantificable, medible; si el genio de Laplace llegase a
conocer todas las redes neuronales es un momento dado podría determinar cualquier idea o
comportamiento futuro. Es decir, todo lo que una persona haría estaría determinado. Pero,
¿la conciencia, los procesos cognitivos, la mente, el yo, la subjetividad, se encuentran
exclusivamente dentro de la caja craneal? La respuesta es, no. Las teorías de la mente
extendida y la cognición distribuida, la conciencia social y el materialismo ilustrado hace
rato vienen mostrando que nuestros procesos cognitivos y la conciencia discurren entra las
otras mentes, los artefactos epistémicos como los computadores y en general en los
dispositivos culturales y sociales que hemos creado y a la vez nos crean en un proceso de
causación circular. Allí es posible entonces hablar del libre albedrío.
Jules Henri Poincaré observó hacia 1900 que en los sistemas astronómicos constituidos por
tres o más cuerpos la incertidumbre se incrememta con el tiempo cuando se miden las
condiciones iniciales; esto produce resultados muy diferentes en términos de lo que cabe
esperarse matemáticamente (Gazzaniga, 2012). De modo que cualquier desviación
generaría indeterminación como si la predicción fuese aleatoria. Actualmente los
denominados sistemas caóticos tienen una sensibilidad tal que las predicciones matemáticas
son probabilidades aleatorias. No es posible utilizar las leyes de la física con el fin de hacer
predicciones a largo plazo.
Más tarde Edward Lorentz utilizaba modelos lineales para hacer predicciones del tiempo
atmosférico; al incluir en su software ecuaciones diferenciales para relacionar la
temperatura, la humedad, la corriente de aire, etc, los resultados esperados eran
completamente diferentes considerando que el código informático del computador era
determinista, sobre todo cuando reiciaba el programa en la mitad de los cálculos. El
resultado obtenido no era el mismo de la última vez. Al introducir diferencias muy
pequeñas, del orden de los decimales, los resultados de este sistema complejo arrojaba
varias opciones nada despreciables de las esperadas. Despues de Lorentz se considera al
tiempo meteorológico un sistema caótico que se caracteriza porque las predicciones a largo
plazo no se pueden medir exactamente. De ahí se conoce este enfoque como el efecto
mariposa, y no es que el sistema se comporte de manera aleatoria sino que al tener muchas
variables no se puede medir, y con la más mínima impresición en las condiciones iniciales
se alteran las condiciones finales.
Más adelante, con el advenimiento de la mecánica cuántica cuya unidad de análisis eran los
átomos, las moléculas y las partículas subatómicas, se decubrió que estas no obedecían las
leyes de Newton. “Las partículas son paquetes de energía con propiedades ondulatorias”.
En la mecánica cuántica “si se mide la posición, el acto de medición distorsiona el valor
que habría tenido si no se hubiera medido. Esto es así porque algunos pares de propiedades
físicas están están tan interrelacionados que no se pueden conocer con exactitud al mismo
tiempo: cuanto mayor es la exactitud con que se conoce una propiedad (al medirla), menor
es la exactitud con la que se conoce la otra” (Gazzaniga, 2012, p. 152). Este fenómeno ha
sido formulado por el físico Heisenberg como el principio de incertidumbre y se supone
que es la muerte del ideal de causalidad en la física atómica.
Libet mediante instrumentos muy precisos en los años setenta, es decir, a través de
electroencefalografía, midió el tiempo transcurrido entre el momento en que alguien decide
actuar, por ejemplo al mover un dedo frente a un estímulo, y el instante en que el cerebro lo
hace, específicamente la corteza cerebral. Libet demostró que el potencial de preparación
en la electroencefalografía aparecía antes del movimiento voluntario (Bartra, 2013). El
potencial de preparación aparecía antes de que los sujetos del experimento dijeran que
habían decidido pulsar un botón frente a un estímulo, es decir, los experimentos de Libet
apuntaban a que los cambios eléctricos que anteceden la actividad cerebral ocurren 550
milisegundos antes de que estos ocurran; más aún los sujetos toman conciencia de su
inteción de actuar 350 o 400 milisegundos después de iniciado el potencial de preparación,
pero 200 milisegundos antes de empezar la acción motora. En la película Minority Report
la ventana de tiempo que separa la acción motora, la inteción y la actividad cerebral se
amplifica por horas, con la salvedad de que se omite el registro de la corteza cerebral por
simples imágenes que los precogs son capaces de detectar y formar mediante habilidades
precognitivas o paranormales.
¿Toda actividad humana necesariamente tiene un soporte neuronal? Si se niega esta idea se
asume un dualismo lo que implica una vuelta a sustancias inmateriales carrtesianas capaces
de mover el cuerpo, y ello no es saludable para los logros conseguidos en la neurociencia
actual. Aún cuando la neurociencia haya identificado los correlatos neuronales de toda
actividad humana el materialismo como sistema teórico no solo abarca la actividad
neuronal sino además la cultura.
Gazzaniga enuncia las tesis de los deterministas duros en neurociencia, a saber, i) el cerebro
es una entidad física que habilita la mente, ii) el mundo físico está determinado, luego el
cerebro al estar en el mundo físico también lo está, iii) en consecuencia, los pensamientos
que surgen de la mente están determinados, y iv) el libre albedrío es una ilusión, o bien
carece de significado.
La primera tesis, según Gazzaniga, director del Centro de Neurociencia Cognitiva del
Dartmouth College, se acepta de manera generalizada, es decir, que el cerebro habilita la
mente, aunque no se conozcna los detalles explicativos de cómo lo hace. La segunda tesis,
por el contrario es puesta en duda por lo visto en el apartado anterior, esto es, que la
matemática no lineal de los sistemas complejos le cierra la puerta al determinismo. La
tercera tesis acerca de la determinación neuronal de los pensamientos se acepta con mucha
reticencia dado que aún cuando se conozcan las relaciones entre patrones de activación
neuronal y pensamientos concretos, actualmente no se comprende las leyes que gobiernan
dicha correlación; lo mismo que ocurre con los sistemas emergentes. De ahí que se niegue
la universalidad de las leyes a todos los niveles de organización, pues van surgiendo nuevas
reglas conforme se ascienda a niveles superiores. Si no se puede predecir lo que hará una
persona a partir del conocimiento de las neuronas y los neurotransmisores del micronivel,
¿qué podría esperarse del encuentro de tres cerebros? Dice Gazzaniga que “De algún modo
la mente es una propiedad independiente del cerebro aunque a la vez es totalmente
dependiente de él” (p. 162).
6. Consideraciones finales.
Hemos visto que a través del cine se puede reflexionar acerca de problemas científicos y
filosóficos y son una buena herramienta para socavar el hiato entre la cultura de las
humanidades y la cultura científica. La tercera cultura, aquellos esfuerzos mancomunados
de filósofos y cientificos, se convierten en el paradigma de un nuevo humanismo a la luz
del progreso científico; el enfoque sistémico permite que los diversos niveles explicativos
de la realidad física, humana y socio cultural tomen forma didáctica de manera que se
avance en la alfabetización científica. No hay lugares explicativamente privilegiados en la
comprensión del mundo, pero no se trata de ignorar los logros conseguidos por la
ilustración. No todo vale pero todo arroja comprensión del mundo en que vivimos, incluso
los fósiles de viejas teorías. El viejo problema de la libertad se recubre de nuevas categorías
de análisis y de paso se cuestionan mitos y errores conceptuales para abordar el problema.
Y el cine es un excelente artefacto cultural que sugiere acercamientos sugerentes e
interesantes,
Referencias bibliográficas.
Bartra, R., (2013): Cerebro y libertad. Ensayo sobre la moral, el juego y el determinismo,
Fondo de Cultura Económica, México D. F.
Dennett, D., (1995): La conciencia explicada. Una teoría interdisciplinar, editorial Paidós
Ibérica, Barcelona, traducción de Sergio Balari.
Gabriel, M. (2016): Yo no soy mi cerebro. Filosofía de la mente para el siglo XXI, editorial
Pasado y Presente, traducción de Juanmari Madariaga, Barcelona.
Gazzaniga, M., (2012): ¿Quién manda aquí? El libre albedrío y la ciencia del cerebro.
Paidós Transiciones, Barcelona, traducción de Marta Pino Moreno.
Quian Quiroga, R. (2018): Neuro ciencia Ficción. Cómo el cine se adelantó ciencia,
editorial Sudamericana, Buenos Aires.
Searle, J., (2006): “El libre albedrío”, en La mente. Una breve introducción, editorial
Norma, Bogotá Colombia, traducido por Horacio Pons.