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Invernizzi.
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Índice:
Introducción. ………………………..3
El artista. ……………………………...7-9
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Introducción.
Hay un recuerdo siempre presente de mi infancia: un señor muy alto, de espalda ancha, pelo
largo y blanco se acerca caminando pausadamente, sin apuro, no sé cómo estaba vestido, pero
sé que lleva una bufanda clara, se acerca y se inclina a cortar una flor y me la ofrece, yo le
estiro los brazos y abro mi mano, sé que detrás de la flor, viene la esperada golosina. A su lado,
una mujer bajita con el cabello recogido en un eterno moño, esta su mujer Milca aplerovich.
La misma historia se repite una y otra vez a lo largo de los años y crezco creyendo que soy
especial, pero de grande, descubro con ternura que así nos sentíamos todos los niños del barrio.
El “Tola”, es parte del paisaje y de la historia de Piriápolis, sus cuadros se encuentran regados
por todas las casas del balneario. Su nombre se encuentra en el Liceo, su recuerdo en las
interminables historias de solidaridad de las que fue protagonista.
Comprender que esa figura tan cercana y querida tenía una importancia más allá de lo local, no
fue tarea fácil, acostumbrada a creer que solo se encontraban en la tele los grandes personajes.
En vida, fue adorado por un pueblo entero, y fue tal vez esa devoción por su persona que nublo
en cierta medida su gran obra como el gran artista uruguayo que fue.
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El personaje singular.
El 21 de setiembre de 1918, nacía en Montevideo, José Luis Invernizzi. Hijo de padre uruguayo
y madre italiana, fue el tercer hijo del matrimonio. Cuentan que su padre, al enterarse que era
varón, salió por las calles gritando “nació un pistola” y desde ahí le quedo para siempre el
apodo “Tola”.
Bohemio y con espíritu libertario desde siempre, su madre lo bajo de un barco al que se había
subido escondido para partir a pelear a la guerra civil española. Mas tarde, comenzó a participar
de las tertulias literarias en el bar Metro, junto a la generación del 45´.
Tras la muerte de su padre, se mudó con su familia a Piriápolis, donde conoció y se caso en
segundas nupcias con Emilia Alperovich, aliada incondicional en sus incontables actos de
solidaridad. Con quien tuvo dos hijos: Claudio y Mario Invernizzi, el primero, conocido
publicista y pensador uruguayo, el segundo actual alcalde de Piriápolis.
Dice Alicia Haber, que el personaje mítico tan querido, termino tapando a un gran artista, solo
hace unos años, su obra comenzó a valorarse en toda su importancia.
“El Tola era un vitalista, un artista salvaje, un excesivo” lo describe Carlos María Domínguez,
en su libro: “La rebelión de la Ternura”, donde se cuentan interminables anécdotas de su
peculiar forma de ser.
Militante de la solidaridad y la utopía, siendo candidato a edil por el partido Fidel, ayudaba a
un amigo a pegar carteles de Pacheco Areco, le dejaba bolsas de caramelo a los niños que
jugaban en la calle, le regalaba una flor a cada mujer que pasaba. Ubicada en la esquina de
Misiones y Zufriategui, su casa era de puertas abiertas, allí no había llaves ni timbres, se llegaba
sin invitación y se pasaba sin aviso. Vecinos y amigos copaban la casa “El retiro” en busca de
un consejo, de ayuda, o de un lugar para venir. La casa siempre estaba llena, y la entrada y
salida de desconocidos no era raro allí: un día, leyendo en el living de su casa, entró un ladrón
y se sorprendió al verlo, el Tola levantó la cabeza de su libro y le dijo “pase mijo” y siguió
leyendo. A la tarde, su mujer llegó y al constatar que la habían robado, hizo la correspondiente
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denuncia en la comisaria. Cuando el Tola se enteró que agarraron al ladrón, le llevo una caja
de cigarrillos.
Tola defendía el derecho a que todos tuviéramos un milagro por eso él los inventaba y sin aviso
le daba plata a un niño o le compraba todas las flores a una florista. Sus actos interpelaban a
sus amigos, que consideraban que la cercanía con él, los hacia necesariamente mejores.
Alicia Haber dice que: “signaron su vida la militancia política, la entrega a numerosas causas
sociales, la solidaridad, el desprendimiento, el altruismo, el humanismo, la valentía, su amor
a lectura y a la cultura, el contacto con los escritores mas consagrados de la generación del
45´, el culto mas profundo a la amistad, la capacidad inagotable para seducir mujeres, una
vida de excesos múltiples, la actitud bohemia, el arrojo deportivo, y una creatividad original
que fue in crescendo destacándose sobre todo desde mediados de años sesenta”
Miles son las anécdotas que describen a este personaje tan peculiar, preocupado la humanidad
toda. Sensible a la necesidad del otro. Su preocupación por los demás, marcaron su vida y su
obra.
En sus ideas políticas nunca fue fundamentalista, afirma el profesor Gastón Goicochea: “Todo
lo contrario, se lo podía ver charlando con blancos, colorados, comunistas, socialistas o
anarquistas. Lo mismo socialmente, puesto que se lo podía ver en bares, en la calle, en la
playa, o en la agencia de ONDA, entablando largas charlas con estudiantes, artistas, obreros,
amas de casa, empresarios, o niños, escuchando, dando consejos, contando anécdotas
interesantes (propias de una vida llena de ellas), como de fabulosas historias, totalmente
falsas, las que le gustaba improvisar y hacer creer a su auditorio.”
Sus cuadros, cuando no los rompía la regalaba. Por eso, cuando en 1987, recuperada la
democracia, fue a exponerla, se movilizó todo el balneario llevando los cuadros que había en
sus casas.
Elbio E. Gandolfo, recuerda a “Tola” por su “modo de caminar, un poco desgarbado, con un
cigarrillo colgando de la mano, o en la boca, agitando en una mezcla de indiferencia y
elegancia los brazos”. También recuerda que cuando estaba en galán, “exhibía una impecable
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afeitada, y llevaba un pañuelo de seda al cuello, debajo del rostro a la vez áspero y bondadoso.
Nada costaba encontrarlo cuatro días después, con una barba áspera y quince años más
encima, y dos días más tarde, de vuelta afeitado y veinte años menos. Tenía cara de sabio o
“maestro” algunas veces, de adolescente en otras, de intemporal entre medio, y de niño que
se divierte otras tantas”.
Falecio el 16 de marzo del 2001, llorado por un pueblo entero, que rodeo su casa durante horas,
para rendirle homenaje a eso hombre raro, que solo quería dar.
La muerte no era para el Tola un miedo. En una carta dirigida a la señora Meier escribió:
“mi único miedo es vivir demasiado tiempo, la vejez no es pecado, pero tampoco es una
alegría. Hay montones de cosas desagradables en la vejez. No poder correr por las escaleras,
no poder saltar…, pero a esto se acostumbra uno sin dificultad. Se trata solo de un deterioro
físico y de las perdidas físicas que no son degradantes. Lo que degrada es perder la lucidez de
la mente: la senilidad, la senilidad. He conocido gente que ha muerto demasiado tarde y me
ha dolido mucho más. Mire, para mí, asistir a la destrucción de una inteligencia es un insulto.
No quiero que esto me suceda. Quiero morir con la mente clara. Si, mi único miedo es el de
vivir demasiado tiempo.”
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El artista.
Separar al artista de la persona es, en el caso del Tola, una misión sin existo, por tanto, solo
con la finalidad de un orden se intentará.
Desde uy pequeño quiso ser artista visual y se expresó a través del arte. Él pintaba para decir,
por eso no era raro que por cada obra escribiera una manifestación de la misma.
Durante los años 30, su obra refleja un rechazo a las guerras, el totalitarismo nazi y la lucha
por los derechos humanos.
Como pasa con todos los artistas, no hubo un arte en el Tola, fueron 30 años de búsqueda y sus
influencias fueron muchas. Su nieta, Gabriela Invernizzi, profesora de historia, lo relata así:
“Todos los artistas aprenden de todo lo que sus sentidos perciben. Quizás su fascinación por
Carlos Federico Sáes (precursor uruguayo), el expresionismo, el cubismo, la abstracción, el
fauvismo y surrealismo sean marcas firmes. De cualquier manera, lo importante es que su
corazón fue atravesado por pinceles anteriores, pintó, grabó y dibujó lo que sintió que debía
decirse en su tiempo. En sus procesos creativos, bajaba con algún cuadro y preguntaba: “¿qué
te parece?”. Él esperaba la respuesta de los inocentes o desprevenidos, (que generalmente
éramos los niños) para tantear el mensaje básico (supongo), y cómo no, también aceptaba las
críticas de color y composición, muchas veces teniéndolas
en cuenta como si se tratara del más especializado crítico
de arte (quizás más)”
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sociales, la revolución y el miedo al holocausto nuclear. En esa línea, creó otras dos carpetas:
“Esta empecinada flor” (1964) y “Los Diez Mandamientos” (1967).
La carpeta mas
estudiada y mas
conocida llega en el
77´, son su familia
separada, su mujer en
el exilio y sus hijos
presos crea una seria
de grabados a los que
llamo: “Monigotes
para mis hijos”. Los
19 grabados hechos
Ilustración 3De la serie “Monigotes para mis hijos” (1977)
en metales, expresan
el dolor de la tortura, de la separación y el dolor de padre por no poder proteger a sus hijos.
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Con el retorno de la democracia, el Tola intensifica su militancia política a través de su arte:
trabajo toda una noche para crear una obra en protesta a la invasión de Estados Unidos a
Panamá y la colgó con sus hijos en la terminal de ómnibus (1988) y cuando en 1989 el dictador
Chileno Pinochet visitó Piriápolis, dibujo una enorme tela con dibujos y la leyenda “FUERA
PINOCHET DEL URUGUAY” y la sacó a la calle.
Con la liberación de sus hijos, retoma la plástica de una forma más optimista. En 1981 lo hizo
en el local de Cerámica del Carrito, en la parada 5 de Punta del Este, en 1983 expuso en
Cinemateca “El pintor y su modelo”, “Monigotes para mis hijos” y varios dibujos y óleos. En
el mismo sitio, en 1984, cuelga la serie de carbonillas “Apuntes de viaje”, y en 1985 las de
“Hipótesis para un modelo nuclear” (o “Bajo el Signo de la Bomba Atómica”).
hoy lleva su nombre), el Gimnasio del Ateneo, y las reformas y ampliaciones de la Comisaría,
la Escuela 52, el Colegio San Francisco y el Pabellón de las Rosas.
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La obra de Tola y su relación con el patrimonio.
Hoy en día el patrimonio cultural está intrínsecamente ligado a los desafíos más acuciantes a
los que se enfrenta toda la humanidad, que van desde el cambio climático y los desastres
naturales (tales como la pérdida de biodiversidad o del acceso a agua y alimentos seguros), a
los conflictos entre comunidades, la educación, la salud, la emigración, la urbanización, la
marginación o las desigualdades económicas. Por ello se considera que el patrimonio cultural
es “esencial para promover la paz y el desarrollo social, ambiental y económico sostenible.
a. tradiciones y expresiones orales, incluido el idioma como vehículo del patrimonio cultural
inmaterial;
Sin duda alguna, el patrimonio cultural que nos deja Tola a través de sus obras es
incuestionable. En ellas podemos ver las distintas épocas de la historia de nuestro país y de
nuestro planeta. Para el Tola su realidad era el mundo que vivía. La guerra era su guerra y el
terror su terror. En sus obras esta plasmada nuestra historia.
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Pero fue mas que un artista, fue un hombre que penetró profundamente la sensibilidad de un
balneario y modificó su arquitectura en sociedad con su esposa. Su nombre y su obra se
aprecian ni bien se entra al Liceo de la zona, en la ampliación de la Escuela, en la policlínica
de Salud Pública, en el club social Ateneo, donde se reúnen de todas las edades para compartir
un deporte, o una simple charla. Sus cuadros esparcidos por las distintas casas, han acercado a
los habitantes a la cultura, su hogar fue un lugar de encuentros de personajes ilustres, cantantes,
poetas, políticos, pintores.
Sus obras, siempre preocupadas y ocupadas en la humanidad, recogen las tradiciones cristianas
propias de nuestras culturas y las convierte increíblemente en una capilla laica, donde creer y
tener fe los ateos. Tola construyó cultura, mito y leyenda.
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