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ROQUE DALTON

Roque Dalt on nació en San Salvador, capit al de El Salvador, el 14 de


m ayo de 1935. Educado en un colegio j esuit a, est udió luego
j urisprudencia, ciencias sociales y ant ropología, en universidades de El
Salvador, Chile y México. Con ot ros escrit ores de izquierda, fundó en
1956 el Círculo Lit erario Universit ario. En 1956, 1958 y 1959 obt uvo el
Prem io Cent roam ericano de Poesía, ot orgado por la Universidad de El
Salvador. Fue varias veces encarcelado en su país, por m ot ivos polít icos,
e incluso condenado a m uert e en 1960, pero la sent encia no se cum plió,
gracias a que el dict ador José María Lem us cayó sólo cuat ro días ant es
de la fecha fij ada para la ej ecución. Más de una vez consiguió escapar
de las prisiones, en alguna ocasión con la com plicidad de un t errem ot o.
Vivió com o exiliado polít ico, en dist int as épocas, en Guat em ala, México,
Checoslovaquia y Cuba.

En 1969 obt uvo el Prem io Casa de las Am éricas, en el género poesía,


con Taberna y ot ros Lugares, el m ás conocido y para la m ayoría de los
crít icos el m ej or de sus libros. Recorrió Viet nam y Corea. Enrolado en el
Ej ércit o Revolucionario del Pueblo, organización salvadoreña, regresó
clandest inam ent e a su país, y el 10 de m ayo de 1975, sólo cuat ro días
ant es de cum plir 40 años, fue asesinado por una fracción
ult raizquierdist a de la m ism a organización a la que pert enecía.
Tardíam ent e, el principal responsable del grupo que decidió su
elim inación, Joaquín Villalobos, reconoció que la m ism a había sido un
t rágico error.

Ant e su país pequeñísim o, que Gabriela Mist ral baut izó para siem pre
com o el Pulgarcit o de Am érica, Roque t uvo una act it ud de am or/ odio
( Víct or Casaus la califica de «relación am orosa y dolient e») que
im pregna su poesía de una inagot able m ovilidad dialéct ica. La idea
básica de Roque es que en El Salvador ( uno de los países de Am érica
donde los pobres son m ás pobres y que ha vivido siem pre asediado por
la violencia) exist e una inj ust icia consolidada, y en sus versos va
dej ando incuest ionables signos del est ado de ánim o a que lo lleva esa
com probación: «Pat ria dispersa: caes / com o una past illit a de veneno en
m is horas. / ¿Quién eres t ú, poblada de am os, / com o la perra que se
rasca j unt o a los m ism os árboles / que m ea?» y t am bién: «¿A quién no
t ienes hart o con t u dim inut ez?». Sin em bargo, en el fondo de t odo ese
sarcasm o hay un im borrable t razo de am or. El poet a ridiculiza al falso
país en que se ha convert ido su país verdadero, pero sigue am ando y
añorando a est e: «País m ío vení / papaít o país a solas con t u sol / t odo
el frío del m undo m e ha t ocado a m í / y t ú sudando am or am or am or».
Mario Benedetti

Antología poética de Roque Dalton 1


(Prólogo al libro: Atado al Mar y Otros Poemas)

«Y así com o el com ún de la gent e t iene am igos m édicos, aficionados a


la m agia o cant ant es, yo t engo una buena cant idad de cam aradas
t ort urados y m uert os.»
«I ronizar sobre el socialism o parece ser aquí, en Praga, un buen
digest ivo, pero t e j uro que en m i país prim ero hay que conseguirse la
cena.»
«Lo im port ant e fue que cuando regresé de Chile a El Salvador con los
rudim ent os de m arxism o que llevaba, con las líneas generales que había
podido capt ar en algunos libros m al leídos y sin ningún orden, pude
descubrir m i país, un país desconocido, un país que nunca había vist o:
pude descubrir las cont radicciones de clase, la m iseria t errible, sus
orígenes, et c..., que m e dieron un panoram a en el cual yo nunca,
sinceram ent e, había caído en la cuent a.»
«El m ovim ient o com unist a int ernacional ha venido sopesando la gran
m ierda de St alin.»
«La polít ica se hace j ugándose la vida o no se habla de ella. Claro, se
puede hacerla sin j ugarse la vida, pero uno suponía que sólo en el
cam po enem igo.»
«Tengo m iedo de dorm ir solo con ese libro de Trot ski en la m esa de
noche: es t errible com o una lám para, com o un cubo de hielo en el
espírit u del anciano resfriado.»
«El budism o Zen es una experiencia m agnífica, siem pre y cuando t e
lleve paulat inam ent e al t errorism o.»
«Toda la lit erat ura del siglo pasado es lit erat ura infant il; Dost oievsky
es una especie de Walt Disney que solam ent e cont ó con un espej o: no
lo puso en un cam ino sino, ant e la boca abiert a de quienes recién
vom it aron su alm a.»
«Desde el punt o de vist a polít ico, lo verdaderam ent e relevant e para
m í fue confirm ar que cuando uno t om a una decisión sobre lo que va a
hacer de su vida, ni la m uert e es capaz de hacerlo dar m archa at rás. Y
hay que ser rápido en las decisiones. ¿Que ahora nos t oca m orir? Bueno,
hay m uchísim os ot ros a nuest ras espaldas. Cuando t ú t om as esa
decisión, nada que haga el enem igo podrá afect art e verdaderam ent e.
Creo que inclusive es sim ple.»
«¿Para qué debe servir la poesía revolucionaria? ¿Para hacer poet as o
para hacer la revolución?»
«No: yo no est oy con los chinos. Met er la podadora en el j ardín de las
flores abiert as no va conm igo. Tam poco lo de que el enem igo público

Antología poética de Roque Dalton 2


núm ero uno sea la erección y que la paz sólo es m agnífica en la cam a.
Qué t ont os son: el enem igo público núm ero uno.»
«En las t em poradas inolvidables de 1962 y 1963 t uve el privilegio de
com part ir con el pueblo cubano el dram at ism o y la grandeza de aquel
m om ent o, y aprendí alborozado que nuest ros pequeños pueblos pueden
ser capaces de un dest ino m undial ext raordinario.»
«Y m e llam arán el escrut ado, el m ás apt o para ser odiado.»
«Me quedan algunos m eses de vida. Los elegidos de los dioses,
seguim os est ando a la izquierda del corazón. Debidam ent e condenados
com o herej es.»

N O, N O SI EM PRE FUI TAN FEO

Lo que pasa es que t engo una fract ura en la nariz


que m e causó el t ico Lizano con un ladrillo
porque yo decía que evident em ent e era penalt y
y él que no y que no y que no
nunca en m i vida le volveré a dar la espalda a un fut bolist a t ico
el padre Achaerandio por poco se m uere del sust o
ya que al final había m ás sangre que en un alt ar azt eca
y luego fue Quique Soler que m e dio en el oj o derecho
la pedrada m ás exact a que cabe im aginarse
claro que se t rat aba de reproducir la t om a de Okinawa
pero a m í m e t ocó rupt ura de la ret ina
un m es de inm ovilización absolut a ( ¡a los once años! )
visit a al doct or Quevedo en Guat em ala y al doct or
Bidford que usaba una peluca colorada
por eso es que en ocasiones bizqueo
y que al salir del cine parezco un drogadict o desvelado
la ot ra razón fue un bot ellazo de ron
que m e lanzó el m arido de María Elena
en realidad yo no t enía ninguna m ala int ención
pero cada m arido es un m undo
y si pensam os que él creía que yo era un diplom át ico argent ino
hay que dar gracias a Dios
la ot ra vez fue en Praga nunca se supo
m e pat earon cuat ro delincuent es en un callej ón oscuro
a dos cuadras del Minist erio de Defensa
a cuat ro cuadras de las oficinas de la Seguridad
era víspera de la apert ura del Congreso del Part ido

Antología poética de Roque Dalton 3


por lo que alguien dij o que era una dem ost ración cont ra el Congreso
( en el Hospit al m e encont ré con ot ros dos delegados
que habían salido de sus respect ivos asalt os
con m ás huesos rot os que nunca)
ot ro opinó que fue un asunt o de la CI A para cobrarse m i escapat oria de
la cárcel
ot ros m ás que una m uest ra de racism o ant ilat inoam ericano
y algunos que sim plem ent e las universales ganas de robar
el cam arada Sóbolev vino a pregunt arm e
si no era que yo le había t ocado el culo a alguna señora acom pañada
ant es de prot est ar en el Minist erio del I nt erior
en nom bre del Part ido Soviét ico
finalm ent e no apareció ninguna pist a
y hay que dar gracias a Dios nuevam ent e
por haber cont inuado com o ofendido hast a el final
en una invest igación en la t ierra de Kafka
en t odo caso ( y para lo que m e int eresa sust ent ar aquí)
los result ados fueron
doble fract ura del m axilar inferior
conm oción cerebral grave
un m es y m edio de hospit al y
dos m eses m ás engullendo licuado hast a los bist ecs
y la últ im a vez fue en Cuba
fue cuando baj aba una ladera baj o la lluvia
con un hierro M- 52 ent re m anos
en una de esas salió de no sé donde un t oro
yo m e enredé las canillas en la m aleza y com encé a caer
el t oro pasó de largo pero com o era un gran huevón
no quiso volver para ensart arm e
pero de t odos m odos no fue necesario porque
com o les iba cont ando yo caí encim a del hierro
que no supo hacer ot ra cosa que rebot ar com o una revolución en África
y m e part ió en t res pedazos el arco cigom át ico
( m uy im port ant e para la resolución est ét ica de los póm ulos)

Eso explica por lo m enos en part e m i problem a.

EN CUEN TRO CON UN VI EJO POETA

Ayer vine a t oparm e cara a cara


con el hom bre que ant es que nadie aplaudió m i poesía.
Él fue el responsable de que m is versos

Antología poética de Roque Dalton 4


encont raran el cauce de los periódicos y las edit oriales
y de que se com enzara a hablar de ellos
en form a que parecía necesit ar una iniciación.
Ayer vine a t oparm e cara a cara con él
m uy cerca de los m ercados pest íferos
( supongo que él dej aba su oficina e iba a casa) .
Yo venía sonriendo para m í m ism o
porque unos m inut os ant es t odo había salido bien
y no hubo necesidad para nosot ros
de usar las arm as.
Él palideció baj o la luz roj a de neón ( una proeza)
y buscó la ot ra acera com o quien repent inam ent e t iene sed.

LAS N UEVAS ESCUELAS

En la Grecia ant igua


Arist ót eles enseñaba filosofía a sus discípulos
m ient ras cam inaban por un gran pat io.
Por eso su escuela se llam aba “ de los peripat ét icos” .
Los poet as com bat ient es
som os m ás peripat ét icos que aquellos peripat ét icos de Arist ót eles
porque aprendem os la filosofía y la poesía del pueblo,
m ient ras cam inam os
por las ciudades y las m ont añas de nuest ro país.

D ESCUBRI M I EN TO D EL GUERN I CA

El t oro im pávido ant e la lengua de los m uert os


la m uert e derram ada baj o los cascos im placables
la im piedad del caballo ent re el dolor de las lám paras
y el am or m ío por el sueño
deslum brado de pront o
por el rem ordim ient o.

COM O TÚ
Yo, com o t ú,
am o el am or,
la vida,

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el dulce encant o de las cosas,
el paisaj e celest e de los días de enero.

Tam bién m i sangre bulle


y río por los oj os
que han conocido el brot e de las lágrim as.

Creo que el m undo es bello,


que la poesía es com o el pan, de t odos.

Y que m is venas no t erm inan en m í


sino en la sangre unánim e
de los que luchan por la vida,
el am or,
las cosas,
el paisaj e y el pan,
la poesía de t odos.

VERTE D ESN UD A

a María del Carm en

Pececillos de la im aginación
desnudos caram elos que se perdieron
en la escalera al cielo
perlas hirsut as
ent reabiert as abuelas
pepinos salados del alba
sabiduría m et am orfoseada
¿por dónde os debo penet rar
oh colección de hierbas y cosas
organizada con el pret ext o
de un nom bre de m uj er
de un m odo de ilust rar
a la m uchacha con que siem pre soñé?

AM ÉRI CA LATI N A

El poet a cara a cara con la luna


fum a su m argarit a em ocionant e

Antología poética de Roque Dalton 6


bebe su dosis de palabras aj enas
vuela con sus pinceles de rocío
rasca su violincit o pederast a.

Hast a que se dest roza los hocicos


en el áspero m uro de un cuart el.

LOS BURÓCRATAS

Los burócrat as nadan en un m ar de aburrim ient o t em pest uoso.

Desde el horror de sus bost ezos son los prim eros asesinos de la t ernura
t erm inan por enferm arse del hígado y m ueren aferrados a los t eléfonos
con los oj os am arillos fij os en el reloj .

Los burócrat as t ienen linda let ra y se com pran corbat as


sufren síncopes al com probar que sus hij as se m ast urban
deben al sast re acaparan los bares
leen el Reader Digest y los poem as de am or de Neruda
asist en a la ópera it aliana se persignan
firm an los pliegos nít idos del ant icom unism o
los hunde el adult erio se suicidan sin arrogancia
t ienen fe en el deport e se avergüenzan
se avergüenzan a m ares
de que su padre sea un carpint ero.

SOBRE N UESTRA M ORAL POÉTI CA

No confundir, som os poet as que escribim os


desde la clandest inidad en que vivim os.
No som os, pues, cóm odos e im punes anonim ist as:
de cara est am os cont ra el enem igo
y cabalgam os m uy cerca de él, en la m ism a pist a.
Y al sist em a y a los hom bres
que at acam os desde nuest ra poesía
con nuest ra vida les dam os la oport unidad de que se cobren,
día t ras día.

Antología poética de Roque Dalton 7


PROPOSI CI ÓN

La propiedad privada, efect ivam ent e,


m ás que propiedad privada
es propiedad privadora.
Y la “ libre em presa” t iene presa a la Pat ria.
Salvem os a la propiedad
y hagam os libre de verdad a la em presa
convirt iéndolas en propiedad y em presa de t odos.
De t odos los de la Pat ria.

LAS FEAS PALABRAS

En la gargant a de un beodo m uert o


se quedan las palabras que despreció la poesía.

Yo las rescat o con m anos de fant asm a


con m anos piadosas es decir
ya que t odo lo m uert o t iene la licuada piedad
de su propia exist encia.

Furt ivam ent e os las abandono:


feas las caras sucias baj o el esplendor de las lám paras
babeant es sobre su desnudez deform e
los dient es y los párpados apret ados
esperando el bofet ón.

Am adlas t am bién os digo.


Reñid a la poesía la lim pidez de su regazo.
Dot adlas de biografía ilust re.
Lim piadles la fiebre de la frent e
y rodeadlas de serenas frescuras
para que part icipen t am bién de nuest ra fiest a.

LA VI OLEN CI A AQUÍ

a José David Escobar Galindo,


a) “ Perra de Hielo”

Antología poética de Roque Dalton 8


En El Salvador la violencia no será t an sólo
la part era de la Hist oria.
Será t am bién la m am á del niño- pueblo,
para decirlo con una figura
apart ada por com plet o de t odo pat ernalism o.
Y com o hay que ver la casa pobre
la clase de barrio m arginal
donde ha nacido y vive el niño- pueblo
est a act iva m am á deberá ser t am bién
la lavandera de la Hist oria
la aplanchadora de la Hist oria
la que busca el pan nuest ro de cada día
de la Hist oria
la fiera que defiende el nido de sus cachorros
y no sólo la barrendera de la Hist oria
sino t am bién el Tren de Aseo de la Hist oria
y el chofer de bulldozer de la Hist oria.
Porque si no
el niño- pueblo seguirá chulón
apuñaleado por los ladrones m ás condecorados
ahogado por t ant a basura y t ant a m ierda
en est a pat ria t ot alm ent e a orillas del Acelhuat e
sin poder echar abaj o el gran barrio- fuert eza cuzcat leco
sin poder aplanarle de una vez las cuest as y los baches
y dej ar list o el espacio
para que vengan los albañiles y los carpint eros
a parar las nuevas casas.

CAN TO A N UESTRA POSI CI ÓN

a Ot t o René Cast illo

Nos pregunt an los poet as de at erradores bigot es,


los académ icos polvorient os, afines de las arañas,
los nuevos escrit ores asalariados,
que suspiran porque la m et afísica de los caracoles
les cubra la im pudicia:

¿Qué hacéis vosot ros de nuest ra poesía azucarada y virgen?


¿Qué, del suspiro at roz y los cisnes purísim os?
¿Qué, de la rosa solit aria, del abst ract o vient o?

Antología poética de Roque Dalton 9


¿En qué grupo os clasificarem os?
¿En qué lugar os encasillarem os?

Y no decim os nada.

Y no decim os nada.
Y no decim os nada.

Porque aunque no digam os nada,


los poet as de hoy est am os en un lugar exact o:
est am os
en el lugar en que se nos obliga
a est ablecer el grit o.
( Ah, cóm o m e dan risa los ant iguos poet as
em pecinados en vendarse los oj os
y en em badurnar de pét alos y de paj arillos fam élicos
la giba del dolor anonadant e
que se encaram a sólida
encim a del hom bro posit ivo universal
desde el prim er am anecer y el prim er vient o,
y que se olvidaron del hom bre)
Est am os
en el lugar exact o que la noche precisa
para ascender al alba.
( Muchos poet as inclinaron sus insom nios ant iguos
sobre la fácil alm ohada azul de la t rist eza.
Const ruyeron ciudades y ast ros y universos
sobre la anat om ía m ediocre
de un nido de m uñecas crist alinas
y exilaron la voz elem ent al
hast a planos alt ísim os, desnudos
de la raíz vit al y la esperanza.
Pero se olvidaron del hom bre)
Est am os
en el lugar donde se gest a definit ivam ent e
la alegría t ot al que se at ará a la t ierra.
( Ay, poet as,
¿Cóm o pudist eis cant ar infam em ent e
a las abst ract as rosas y a la luna bruñida
cuando se cam inaba paralelam ent e al lit oral del ham bre
y se sent ía el alm a sepult ada
baj o un volcán de lát igos y cárceles,
de pat rones borrachos y gangrenas
y oscuros desperdicios de vida sin est rellas?

Antología poética de Roque Dalton 10


Grit ast eis alegría
sobre un hacinam ient o de cadáveres,
cant ast eis al plum aj e regalón
y las ciudades ciegas,
a t oda suert e de t ísicas am ant es;
pero os olvidast eis del hom bre)
Est am os
en el lugar donde com ienza el ast illero
que va a inundar los m ares con sonrisas lanzadas.

( Ay, poet as que os olvidast eis del hom bre,


que os olvidast eis
de lo que duelen los calcet ines rot os,
que os olvidast eis
del final de los m eses de los inquilinos,
que os olvidast eis
del prolet ario que se quedó en una esquina
con un bost ezo et erno inacabado,
lleno de balas y sin sangre,
lleno de horm igas y definit ivam ent e sin pan,
que os olvidast eis
de los niños enferm os sin j uguet es,
que os olvidast eis
del m odo de t ragar de las m ás negras m inas,
que os olvidast eis
de la noche de est reno de las prost it ut as,
que os olvidast eis de los choferes de t axi vert iginosos,
de los ferrocarrileros
de los obreros de los andam ios,
de las represiones asesinant es
cont ra el que pide pan
para que no se le m ueran de t edio
los dient es en la boca,
que os olvidast eis
de t odos los esclavos del m undo,
ay, poet as,
¡cóm o m e duelen
vuest ras est at uras inút iles! )

Est am os en el lugar en que se encuent ra el hom bre.


Est am os en el lugar en que se asesina al hom bre,
en el lugar
en que los pozos m ás negros se sum ergen en el hom bre.

Antología poética de Roque Dalton 11


Est am os con el hom bre
porque ant es m uchísim o ant es que poet as
som os hom bres.
Est am os con el pueblo,
porque ant es, m uchísim o ant es que cot orros alim ent ados
som os pueblo.
¡Est am os con una rosa roj a ent re las m anos
arrancada del pecho para ofrecerla al hom bre!
¡Est am os con una rosa roj a ent re las m anos
arrancada del pecho para ofrecerla al hom bre!
¡Est am os con una rosa roj a ent re las m anos
arrancada del pecho para ofrecerla al Pueblo!
¡Est am os con una rosa roj a ent re las m anos
arrancada del pecho para ofrecerla al Pueblo!

CON TUS FOTOGRAFÍ AS, TUS PAPELES, TU VOZ

Roque, con t us fot ografías, t us papeles, t u voz


y t u verde pedazo de nuest ra t ierra m ás grande
ardiendo por los cuat ro cost ados, t u presencia
es m ás real en el t iem po: eres para nosot ros
ese árbol que ext iende hacia t odos los vient os
sus am orosos brazos grávidos de pat ria.

Est ás conm igo, Roque, con nosot ros, haciendo las canciones,
disolviendo los m onst ruos, derram ando t u risa invulnerable,
con t u m anera elem ent al, t iernísim a, de hacer versos, t rincheras,
de j ugart e la vida, de const ruir la hist oria.

Allá en t u pañuelit o de t ierra m eada pero verde,


t u sueño se levant a en los brazos arm ados
y corren por las calles t us huesos, t u poesía,
disparando fut uro. De la sangre que barniza el asfalt o
y alim ent a la hierba, ya se levant a el día.
Ciudad de México, enero de 1981.
Fa ya d Ja m is
Poe t a . Cu ba ( 1 9 3 0 - 1 9 8 8 )

Antología poética de Roque Dalton 12


Hablar con Roque era com o vivir m ás int ensam ent e, com o vivir por
dos. Ninguno de sus am igos olvidará las hist orias acaso m ít icas de sus
ant epasados, la visión prodigiosa del pirat a Dalt on, las avent uras de los
m iem bros de su fam ilia; y ot ras veces, sin m ayor deseo pero obligado
por la necesidad de defender un punt o de vist a, el recuerdo de las
prisiones, de la m uert e rondando, de la fuga al alba, de los exilios, de
las vuelt as, la zaga del com bat ient e, la larga m archa del m ilit ant e.

Julio Cortázar
Escritor. Argentina (1914-1984)

M EGALOM AN Í A

Federico I I con t odo y ser em perador de los alt ivos alem anes
fue excom ulgado por el Papa de ent onces:
es que hizo obligat orio el est udio de la m edicina a los m édicos
ant es de que cobrasen por recet ar infusiones
o ext irpar carne de la carne del hom bre.

A Miguel Servet lo excom ulgaron poco ant es


de hacerlo coincidir con la ceniza:
dicen que para apresurar las condiciones
de seguir discut iendo las int répidas ciencias en la cóm oda et ernidad.

Mart ín Lut ero creyó que Dios Padre sufría del hígado divino
viendo por ent re las nubes cóm o los curas gordos corret eaban
por los barrios de las ciudades en provechosa vent a
de indulgencias pagadas al cont ado.
Excom ulgado fue por defender el hígado de Dios.

Acciones t an m aravillosas t endría yo que hacer


- flaco, débil, el oj o t acit urno, el aspect o abolido-
para que t am bién m e excom ulgasen
dej ando a salvo m i honrada vanidad para siem pre.

LOS PROVERBI OS

Donde ponga los pies el crisant em o

Antología poética de Roque Dalton 13


no crecerá el puñal.

El aire que bat an las alas de los ángeles


será veneno para los t enient es.

La huella del venado en la orilla del río


desangrará las rodillas del cont rabandist a.

La rosa ciega a los cam peones de t iro.

PARA LA PAZ

Será cuando la luna se despida del agua


con su corrient e ocult a de luz inenarrable.

Nos robarem os t odos los fusiles,


apresuradam ent e.

No hay que m at ar al cent inela, el pobre


sólo es función de un sueño colect ivo
un uniform e replet o de suspiros
recordando el arado.
Dej ém osle que beba ensim ism ado su luna y su granit o.

Bast ará con la som bra lanzándonos sus párpados


para llegar al punt o.

Nos robarem os t odos los fusiles,


irrem isiblem ent e.

Habrá que t ransport arlos con cuidado,


pero sin det enerse
y abandonarlos ent re det onaciones
en las piedras del pat io.

Fuera de ahí, ya sólo el vient o.

Tendrem os t odos los fusiles


alborozadam ent e.
No im port ará la escarcha m om ent ánea
dándose de pedradas con el sudor de nuest ro sobresalt o,
ni la dudosa relación de nuest ro alient o

Antología poética de Roque Dalton 14


con la ancha niebla, m illonaria en espacios:
cam inarem os hast a los sem bradíos
y ent errarem os esperanzadam ent e
a t odos los fusiles
para que una raíz de pólvora haga est allar en m ariposas
sus t allos m inerales
en una prim avera fut ural y alt iva
replet a de palom as.

EPI GRAM A

Som os la parej a m enos infinit a y m enos adánica


que podría encont rarse en est os últ im os 30 años de Hist oria.

Desde el punt o de vist a m uscular


apenas hem os hecho poco m ás que dos perros.
Desde el ángulo cult ural
hem os despert ado bien pocas envidias.

Pero est e am or nos ha devuelt o m ej orados al m undo


y, ent re nosot ros, inolvidables.

Ahora vam os a hacer que alguien sonría


o paladee un pedacit o de dulce t rist eza
hablando de nuest ro am or en est e poem a.

EL VAN I D OSO

Yo sería un gran m uert o.


Mis vicios ent onces lucirían com o j oyas ant iguas
con esos deliciosos colores del veneno.
Habría flores de t odos los arom as en m i t um ba
e im it arían los adolescent es m is gest os de j úbilo,
m is ocult as palabras de congoj a.
Tal vez alguien diría que fui leal y fui bueno.
Pero solam ent e t ú recordarías
m i m anera de m irar a los oj os.

Antología poética de Roque Dalton 15


VALS

Clim a em it ido por un


clavicordio en lont ananza
perdiendo el t iem po
com o el que arroj a perej il
a las m edusas
ángeles desdent ados t e acom pañen
m as no por accident e
sino por no pinnípedos
m et al de cálices para hacer espéculos
fet o de t ít ere yo quiero que t u m e lleves
al t am bor de la alegría.
Y m i alm a será sana
para unos cuant os años m ás.

S. O. S.
( Cart a que m e llegó)

«El gran poet a chileno Pablo Neruda


recibió el Prem io Nobel.
Esa noche invit ó a cenar a solas a Gabriel
García Márquez
y luego dij o a la TV francesa
que la narrat iva es m ej or que la poesía y que
Cien años de Soledad
es la m ej or novela del siglo y quizás
la m ej or novela en español desde Cervant es.

El president e Richard Nixon recibió


el 3 de febrero al poet a soviét ico Eugenio Yevt ushenko,
durant e m edia hora en la Casa Blanca.
«La poesía, la m úsica y la pint ura - dij o Nixon-
son un lenguaj e int ernacional que t rasciende
t oda front era geopolít ica».
Henry Kissinger, Consej ero Especial de Nixon para
Asunt os de Seguridad, asist ió a una part e de est a ent revist a.
Después de ella, el poet a Yevt ushenko
voló a Puert o Rico donde declaró
que Cien años de Soledad es la m ej or novela del siglo
porque t iene de t odo: m ist erio, poesía, denuncia, et c.

Antología poética de Roque Dalton 16


Yo que pienso que el Prem io Nobel es el Prem io Principal
de la burguesía int ernacional,
que sé que en Haifong y Hanoi conocen bien el lenguaj e
int ernacional del que Nixon habló a Yevt ushenko,
sospecho que en algún lugar deberá t ener
abundant e m ierda Cien años de Soledad
- que t ant o m e ha gust ado hast a ahora
en su em belesador m arco est rict am ent e lit erario
( no he leído la crít ica al respect o) -
com o para lograr t an peculiar coincidencia».

Puede ser que est o no sea poét ico.


Pero si en t odo ello hay verdad,
en nom bre de t odos los em belesados lect ores
de «la m ás bella lit erat ura de Am érica Lat ina»,
pido auxilio.

SOBRE UN SUI CI D I O

Una bandera de pét alos de t erciopelo


m ás horripilant e que la hum ildad;
las alas del t ecolot e fam iliar
que at ravesó ríos nadando, m ont añas cam inando,
t ém panos de hielo a salt it os;
el last re de la virginidad:
t ales eran las riquezas de la m uchacha.

Y una m anera m uy peculiar de com prender las sugerencias:


le dij eron que se at ara el cint urón, que no fum ara
y se lanzó hacia la calle, doce pisos abaj o.

CON VERSACI ÓN TEN SA

¿Qué hacer si sus peores enem igos


son infinit am ent e m ej ores
que ust ed?

Eso no sería nada. El problem a surge


cuando los m ej ores am igos
son peores que ust ed.

Antología poética de Roque Dalton 17


Lo peor es t ener sólo enem igos.
No. Lo peor es t ener sólo am igos.

Pero, ¿quién es El Enem igo?


¿Ust ed o sus enem igos?

Hast a la vist a,
am igo.

EN EL FUTURO

Cuando nuest ra sociedad sea


básicam ent e j ust a
o sea
socialist a,
en las conversaciones de las cervecerías
a la hora de las confesiones ínt im as
m ás de alguno dirá, con la m irada baj a
“ yo t uve propiedad privada sobre los m edios de producción”
com o cuando hoy decim os
“ yo t uve sífilis”
“ yo t uve t endencias aberrant es en lo sexual” .

D ALTÓN I CA

Pulgarcit o de poet a
que se escapa y m e cosquilla
t an alegre t an sin silla
t an de am ores t orrenciales
t an sin fin.

Alegría de una t ierra


que se quit a las front eras
se desnuda las caderas
las volcánicas cent rales
de la luz.

Yo lo ví
yo lo ví, yo lo ví, yo lo ví,

Antología poética de Roque Dalton 18


el año 32 él no vivía
y yo lo ví,
cont ando sus hist orias
de fut uro iba ent re m il,
yo lo vi, yo lo ví, yo lo ví.

Pobrecit os los poet as


ven visiones son dalt ones
donde hay huesos ven m arrones
t errit orios prom et idos
com o un sol.

Tan bracit o su poesía


se levant a en los sensuales
laberint os m arsupiales
y repart e polen roj o
se abre en flor.

Yo lo ví,
yo lo ví, yo lo ví, yo lo ví,
era el año 2000 ya él no vivía
y yo lo ví,
la m uert e equivocada lo llevó
y él anda aquí,
yo lo ví, yo lo ví, yo lo ví.

Pulgarcit o de poet a
que se escapa y m e cosquilla
t an alegre t an sin silla
t an de am ores t orrenciales
t an sin fin.

Crece arm ado de esperanza


desent ierra lo perdido
le hace un hij o de sonido
al silencio de ese pueblo
que es m aest ro de sus sueños
que se escapa y nos cosquilla
t an sin m iedo t an sin silla
t an am ado t an arm ado
t an de t odos
salvador.
D a n ie l Viglie t t i
Ca n t a u t or . Ur u gu a y ( 1 9 4 7 )

Antología poética de Roque Dalton 19


TERREN O M ORTAL

Ahí donde la araucaria se vuelve gris y viscosa y el eucalipt o


corrom pe sus pulm ones azules. Ahí donde el cedro cae ent re la
podredum bre con las duras venas abiert as. Ahí donde no se avent uran
las raíces cam inant es del bálsam o. Ahí donde sólo t e espera la culebra
crucial, la hedionda barba- am arilla de oj o lechador ent re el sonido a
cuchillo de los páj aros negros. Ahí donde los férreos dedos del fango
com ienzan a t ocart e con la sed del post ergado y la del loco.

Ahí...

SOBRE D OLORES D E CABEZA

Es bello ser com unist a,


aunque cause m uchos dolores de cabeza.

Y es que el dolor de cabeza de los com unist as


se supone hist órico, es decir
que no cede ant e las t ablet as analgésicas
sino sólo ant e la realización del Paraíso en la t ierra.
Así es la cosa.

Baj o el capit alism o nos duele la cabeza


y nos arrancan la cabeza.
En la lucha por la Revolución la cabeza es una bom ba de ret ardo.

En la const rucción socialist a


planificam os el dolor de cabeza
lo cual no lo hace escasear, sino t odo lo cont rario.

El com unism o será, ent re ot ras cosas,


una aspirina del t am año del sol.

COM O CAN TARTE, PATRI A

Cuando la pat ria nace ant iguam ent e


com o la preferida est rella que se m ece
j unt o al m ist erio azul del grit o prim ogénit o,

Antología poética de Roque Dalton 20


cuando la pat ria perm anece int act a
desde el raudal de sangre con que nos parieron,

cuando la pat ria inexpresable cant a


desde el am urallado hueso que oponem os al aire,

cuando la pat ria de aurorales árboles,


de roj o barro part idario del hom bre,
de volcanes bram ando
com o la universal unión de las reclam aciones,
alza su diccionario y su m art irologio
desde nuest ra gargant a denunciada,
cuando la pat ria es ese prism a puro
que nos señala la única posibilidad de am ar,

ent onces
es que desde las geologías int eriores
surge la clara voz de alba, la profét ica
t raída a cuent as del fut uro y su m úsica.

Porque es la pat ria punt o de part ida,


básica piedra t um ult uaria ext endiéndose,
savia y sem illa de la florest a cant adora del hom bre,
m isiva leal hacia aglom eraciones frat ernas y ecum énicas.
Así nos surge el cant o
y la pat ria renace j unt o a cada palabra...

ALTA H ORA D E LA N OCH E

Cuando sepas que he m uert o no pronuncies m i nom bre


porque se det endría la m uert e y el reposo.
Tu voz, que es la cam pana de los cinco sent idos,
sería el t enue faro buscado por m i niebla.

Cuando sepas que he m uert o di sílabas ext rañas.


Pronuncia flor, abej a, lágrim a, pan, t orm ent a.
No dej es que t us labios hallen m is once let ras.
Tengo sueño, he am ado, he ganado el silencio.

No pronuncies m i nom bre cuando sepas que he m uert o:


desde la oscura t ierra vendría por t u voz.

Antología poética de Roque Dalton 21


No pronuncies m i nom bre, no pronuncies m i nom bre.

LOS POLI CÍ AS Y LOS GUARD I AS

Siem pre vieron al pueblo


com o un m ont ón de espaldas que corrían para allá
com o un cam po para dej ar caer con odio los garrot es.
Siem pre vieron al pueblo con el oj o de afinar la punt ería
y ent re el pueblo y el oj o
la m ira de la pist ola o la del fusil.
( Un día ellos t am bién fueron pueblo
pero con la excusa del ham bre y del desem pleo
acept aron un arm a
un garrot e y un sueldo m ensual
para defender a los ham breadores y a los desem pleadores) .
Siem pre vieron al pueblo aguant ando
sudando
vociferando
levant ando cart eles
levant ando los puños
y cuando m ás diciéndoles:
“ Chuchos hij os de put a el día les va a llegar.”
( Y cada día que pasaba
ellos creían que habían hecho el gran negocio
al t raicionar al pueblo del que nacieron:
“ El pueblo es un m ont ón de débiles y pendej os - pensaban-
qué bien hicim os al pasarnos del lado de los vivos y de los fuert es” ) .
Y ent onces era de apret ar el gat illo
y las balas iban de la orilla de los policías y los guardias
cont ra la orilla del pueblo
así iban siem pre
de allá para acá
y el pueblo caía desangrándose
sem ana t ras sem ana año t ras año
quebrant ado de huesos
lloraba por los oj os de las m uj eres y los niños
huía espant ado
dej aba de ser pueblo para ser t ropel en guinda
desaparecía en form a de cada quién que se salvó
para su casa y luego nada m ás
sólo que los Bom beros lavaban la sangre de las calles.
( Los coroneles los acababan de convencer:

Antología poética de Roque Dalton 22


“ Eso es m uchachos - les decían-
duro y a la cabeza con los civiles
fuego con el populacho
ust edes t am bién son pilares uniform ados de la Nación
sacerdot es de prim era fila
en el cult o a la bandera el escudo el him no los próceres
la dem ocracia represent at iva el part ido oficial y el m undo libre
cuyos sacrificios no olvidará la gent e decent e de est e país
aunque por hoy no les podam os subir el sueldo
com o desde luego es nuest ro deseo” ) .
Siem pre vieron al pueblo
crispado en el cuart o de las t ort uras
colgado
apaleado
fract urado
t um efact o
asfixiado
violado
pinchado con aguj as en los oídos y los oj os
elect rificado
ahogado en orines y m ierda
escupido
arrast rado
echando espum it as de hum o sus últ im os rest os
en el infierno de la cal viva.
( Cuando result ó m uert o el décim o Guardia Nacional.
Muert o por el pueblo
y el quint o cuilio bien despeinado por la guerrilla urbana
los cuilios y los Guardias Nacionales com enzaron a pensar
sobre t odo porque los coroneles ya cam biaron de t ono
y hoy de cada fracaso le echan la culpa
a “ los elem ent os de t ropa t an m uelas que t enem os” ) .
El hecho es que los policías y los Guardias
siem pre vieron al pueblo de allá para acá
y las balas sólo cam inaban de allá para acá.
Que lo piensen m ucho
que ellos m ism os decidan si es dem asiado t arde
para buscar la orilla del pueblo
y disparar desde allí
codo a codo j unt o a nosot ros.
Que lo piensen m ucho
pero ent re t ant o
que no se m uest ren sorprendidos
ni m ucho m enos pongan cara de ofendidos

Antología poética de Roque Dalton 23


hoy que ya algunas balas
com ienzan a llegarles desde est e lado
donde sigue est ando el m ism o pueblo de siem pre
sólo que a est as alt uras ya viene de pecho
y t rae cada vez m as fusiles.

EL SALVAD OR, PAÍ S CON CORAZÓN

Claro que un poco decapit ado.


Y ( según el gobierno de Molina
y la oligarquía)
sin est óm ago.

YO ESTUD I ABA EN EL EXTRAN JERO EN 1 9 5 3

Era la época en que yo j uraba


que la Coca Cola uruguaya era m ej or que la Coca Cola chilena
y que la nacionalidad era una cólera llam eant e
com o cuando una t ipa de la calle Bandera
no m e quiso vender ot ra cerveza
porque dij o que est aba ya dem asiado borracho
y que la prueba era que yo hablaba hart o raro
haciéndom e el ext ranj ero
cuando evident em ent e era m ás chileno que los porot os.

LA CERTEZA

( Sobre una idea de V. G.)


Después de cuat ro horas de t ort ura, el Apache y los ot ros dos cuilios
le echaron un balde de agua al reo para despert arlo y le dij eron:
«Manda decir el Coronel que t e va a dar una chance de salvar la vida. Si
adivinás quién de nosot ros t iene un oj o de vidrio, t e dej arem os de
t ort urar». Después de pasear su m irada sobre los rost ros de sus
verdugos, el reo señaló a uno de ellos: «El suyo. Su oj o derecho es de
vidrio».

Y los cuilios asom brados dij eron: «¡Te salvast e! Pero ¿cóm o has
podido adivinarlo? Todos t us cheros fallaron, porque el oj o es

Antología poética de Roque Dalton 24


am ericano, es decir, perfect o». «Muy sencillo - dij o el reo, sint iendo que
le venía ot ra vez el desm ayo- fue el único oj o que no m e m iró con
odio».

REPARTO D E COSA AJEN A EN EL M ERCAD O D E LOS LAD RON ES

Nos han dicho que el Poder Ej ecut ivo


es el Prim er Poder
y que ese Poder Legislat ivo que se repart en
un grupo de sinvergüenzas fraccionado en “ Gobierno” y “ Oposición”
es el Segundo Poder
y que la prost it uida ( pero siem pre Honorable)
Cort e Suprem a de Just icia
es el Tercer Poder.
La prensa y la radio y la TV de los ricos
se aut onom bran el Cuart o Poder y desde luego
m archan t om adas de la m ano con los prim eros t res poderes.
Ahora nos salen con que la j uvent ud nuevaolera
es el Quint o Poder.
Y nos aseguran que por sobre t odas las cosas y t odos los poderes
est á el Gran Poder de Dios.
“ Ya est án t odos los poderes repart idos
- nos dicen a m anera de conclusión-
no hay ya poder para nadie m ás
y si alguien opina lo cont rario
para eso est á el Ej ércit o y la Guardia Nacional” .
Moralej as:
1) El capit alism o es un gran m ercado de poderes
donde sólo com ercian los ladrones
y es m ort al hablar del verdadero dueño
del único poder: el pueblo.
2) Para que el verdadero dueño del Poder
t enga en sus m anos lo que le pert enece
no deberá t an sólo echar a los ladrones del Tem plo Com ercial
porque se reorganizarían en los alrededores:
por el cont rario, deberá derribar
el m ercado sobre las cabezas de los m ercaderes.

Antología poética de Roque Dalton 25


LA M EM ORI A

Así eran las t ardes de nuest ra prim era j uvent ud


oíam os las Hoj as Muert as My Foolish Heart
o Sin Palabras en el Hot el del Puert o
y t ú t enías un nom bre claro
que sonaba m uy bien en voz baj a
y yo creía en los dioses de m is ant iguos padres
y t e cont aba dulces m ent iras
sobre la vida en los lej anos países que visit é.
En las noches de los sábados
dábam os largos paseos sobre la arena húm eda
descalzos t om ados de la m ano en un hondo silencio
que sólo int errum pían los pescadores en sus em barcaciones ilum inadas
deseándonos a grit os felicidad.

Después regresábam os a la cabaña de Billy


y t om ábam os una copa de cognac frent e al fuego
sent ados en la pequeña alfom bra de Lurçat
y luego yo t e besaba la cabellera suelt a
y com enzaba a recorrer t u cuerpo con est as m anos sabias
que nunca t em blaron en el am or o en la bat alla.

Tu desnudez surgía en la pequeña noche de la alcoba


del fuego ent re las cosas de m adera
baj o la lám para golpeada
com o una flor ext raña la de t odos los dones
siem pre para llenarm e de asom bro
y llam arm e a nuevos descubrim ient os.

Y t u respiración y m i respiración eran dos ríos vecinos


y t u piel y m i piel dos t errit orios sin front era
y yo en t i com o la t orm ent a t ocando la raíz de los volcanes
y t ú para m í com o el desfiladero llovido
para la luz del am anecer.

Y llegaba el m om ent o en que eras sólo el m ar


sólo el m ar con sus peces y sus sales
para m i sed con sus roj os secret os coralinos
y yo t e bebía con la generosidad del em pequeñecido
ot ra vez el m ist erio de t oda el agua j unt a
en el pequeño aguj ero abiert o por el niño en la arena.

Ay am or y ést a es la hora pocos años después

Antología poética de Roque Dalton 26


en que t u rost ro com ienza a hacerse débil
y m i m em oria est á cada vez m ás vacía de t i.

Tu nom bre era pequeño y aparecía en una canción


de aquel t iem po.

POEM A JUBI LOSO


( Hom enaj e a un poem a de André Bret on)

En m i pat ria hecha para probar cat apult as y t ram pas


vive esa suert e de m uj er que am o.

Ah cóm o brot a de la m añana t ím ida m i m uj er


herida en su niñez por el m ar m enos pensado
por el m ar plat icador y soberbio que no depone la esperanza
cont ra ciert as virginidades caót icas.

Ah cóm o surge m i m uj er que conserva en un saquit o


el corazón y una vért ebra de sus padres m oribundos
ah cóm o luce m i m uj er de poros voraces donde darse cit a
en ciert as t ardes incendiadas por los flam boyanes del t edio
ah cóm o sirve m i m uj er guerrera y acechada
poblada de húm edas culebras
que alivian a las grandes best ias polvorient as
ah cóm o com prom et e m i m uj er que vive sin avisarm e
que se gana el pan con el rubor de la gent e
direct ora de grandes llam as esclava
de m aest ros enclenques que huyeron desesperados
al conocer la preñez de m i m adre.

Mi m uj er es la m ás gloriosa ret órica de est a pat ria


donde no m orirá j am ás Balzac o Copérnico
ni los com unist as est rangulados ost ent arán sus descom posiciones
en los escaparat es por el incendio del Reichst ag
m i m uj er es la conversación de los peces baj o la luna
el fervor de quien pint ó las m anchas del leopardo
los sabores del pan arm ado de pregones
la prohibición de una nueva ley cont ra los crepúsculos.

Sus oj os inundados de eficacia


est im ulan el llant o de los doce m ej ores candelabros del m undo
pues ent re olas pét reas ent re orquest aciones

Antología poética de Roque Dalton 27


de caracoles penosam ent e edificados
ha puest o a descansar sus espum as de pena.

Su sangre bella y brut al sólo est á lim it ada por los halcones
por ciert as griet as en el sonido de los dados roj os
y por los pist ilos de la azucena horadando las part it uras del ciego.
Sus enferm edades son cuadros de j óvenes pint ores franceses
est acionados en la decadencia del m irt o
en las aleluyas de la cábala
o en la t ernura final de los asesinados j unt o a un río de yeso.

Sus cabellos son firm es bailarines de oro quem ándose


hilos fundam ent ales del m ediodía robados por el huracán
incendios sorprendidos
t runcados por el pudor en el fondo de la m em oria.

Su cuerpo es t odas las cosas.

Mi m uj er se llam a Xim ena o conej it o celest e o sim plem ent e m uchacha


y la conocí hace cinco m inut os.

CAN CI ÓN D E PROTESTA
a Silvio

Cayó m ort alm ent e herido de un m achet azo en la guit arra


pero aún t uvo t iem po de sacar su m ej or canción de la funda
y disparar con ella cont ra su asesino
que pareció m om ent áneam ent e desconcert ado
llevándose los índices a los oídos
y pidiendo a grit os
que apagaran la luz.

ROQUE ESTABA CASAD O CON LA REVOLUCI ÓN

A Roque Dalt on yo lo recuerdo riendo. Flaco, de un blanco pálido,


huesudo, narizón com o yo, y siem pre riendo. No sé por qué siem pre t e
recuerdo riendo, Roque Dalt on. Un revolucionario reidor. No es que los
revolucionarios sean especialm ent e serios ni m ucho m enos, pero es que

Antología poética de Roque Dalton 28


él era un revolucionario especialm ent e reidor. Se reía en prim er lugar de
él m ism o. Se reía de cosas ridículas de El Salvador, y siem pre est aba
hablando de El Salvador y es que quería m uchísim o a su país,
Pulgarcit o. Se reía de la burguesía salvadoreña nat uralm ent e, y nos
hacía reír a t odos. Se reía de los j esuit as con los que se había educado y
en cuyo colegio había «perdido la fe» ( t am bién se reía de est a
expresión) para ent rar al Part ido Com unist a y t am bién se reía de cosas
de su Part ido Com unist a ( pero de t odos m odos era su part ido) . Cont aba
hist orias fant ást icas de El Salvador que parecían invent adas pero eran
ciert as. A un hom bre lo t uvieron preso por varios años en una cloaca
cubiert o de cucarachas. Cuando lo sacaron de allí est aba loco, y las
cucarachas ya no le disgust aban en absolut o, se sonreía beat íficam ent e
y para él est ar lleno de cucarachas era com o est ar lleno de m ariposas.

Roque Dalt on una vez est uvo preso y lo iban a fusilar. Adem ás iban a
hacer creer al Part ido que él era un inform ador y un agent e de la CI A
para que no lo consideraran com o m árt ir. Esa noche, aunque él no t enía
fe en Dios, oró, se arrodilló en su celda y oró. La «suert e loca» - decía él-
hizo que esa noche hubiera un t errem ot o y se cayeran las paredes de la
cárcel, y él se escapó. Cint io Vit ier, Fina y yo nos reíam os de él
diciéndole que nosot ros dábam os ot ro nom bre a lo que él llam aba
«suert e loca», y él t am bién se reía.

Roque Dalt on est aba siem pre de buen hum or a pesar de los horrores
que había pasado, y de los horrores que lo esperaban por delant e y que
él adivinaba. El com prom iso de Roque Dalt on con la revolución era com o
un com prom iso m at rim onial. Su dest ino fue no sólo cant arla sino
t am bién dar la vida por la revolución.

Ahora, en 1980, él est á encarnado en m uchas vidas, est á resucit ado


en la insurrección de El Salvador. Est á siem pre riendo, a pesar de las
m asacres, a pesar del llant o. Est á riendo porque est á t riunfant e. Es
com o si hubiera t riunfado ya. Roque Dalt on pront o será parques
infant iles, escuelas, hospit ales, será sus poem as escrit os ant es y
m uchos ot ros poem as por venir. Roque Dalt on será un pueblo reidor y
feliz de roque dalt ons.

Ernesto Cardenal
Poeta. Nicaragua (1925)

Antología poética de Roque Dalton 29


I N SOM N I O

El cielo es un gran lago el lago


es un pequeño cielo.

( En est e sanat orio se oye grit ar hast a las piedras


los pinos com o grandes dedos fuera de la t um ba
reciben de la luna sólidas som bras
som bras de hum o negro o de granit o.

Quisiera volver a El Salvador


pero no sé si es un país soñado
un deseo t an sólo
hij o del fuego verde de m i enferm edad.)

El insom nio es una red roj a o violet a


un pozo sin fondo
que ni el am anecer soluciona
un crucifij o en llam as
que no t erm ina nunca de quem arse.

¿Fue eso una rem ot a cam pana


o el corazón?

De nuevo son las cuat ro


de la m añana.

EL M AR
( 1 9 6 2 - La H a ba n a )
A Tat i, Meri, Margarit a, con quienes com part í una ola...

I
Hay grandes piedras en t u oscuridad t em pest uosa
grandes piedras con sus fechas lavadas por t u som bra
porque hast a el sol del día cóm ese t u som bra
cruj e en el frío despidiéndose del aire
que no se at reve a penet rart e.

Oh m ar donde los desesperados pueden dorm ir


arrullados por explosiones im pasibles
alfabet o del vért igo paisaj e diluido que los m uros em bist en
las gaviot as y la espum a de los peces son t u prim avera

Antología poética de Roque Dalton 30


t u furia es una pirám ide verde
una resurrección del fuego m ás agudo t u clim a
t u m ej or huella sería un caracol
cam inando con pasos de niño el desiert o

( Am é siem pre esas poblaciones disím iles


al parecer robadas de las m anos del m ar
pequeñas villas j unt o a la arena
puert os escandalosos en la ebriedad del salit re
caseríos t irit ando ent re la niebla llena de corales
grandes ciudades t it ánicas frent e a las t em pest ades hum illadas
aldeas de pescadores ciegos baj o un faro de aceit e
fact orías acechant es ent re los m anglares con un largo cuchillo

Valparaíso com o una gran cascada en suspenso


Mant a Puná puert os del Ecuador que m e negaron las hoj as
Buenavent ura arom át ica com o un gran sexo sucio
Panam á con los oj os punzados por la depravación
Cart agena siem pre aguardando a los pirat as ham brient a
Willem st adt náufraga en los dom inios del pet róleo
Tenerife y su dulce copa de vino
Barcelona bost ezando ent re los Bancos y los carabineros
Nápoles bellam ent e t um efact a
Génova Leningrado Sochi La Guaira Buenos Aires
Mont evideo com o una m argarit a
Puert o Lim ón Corint o
Acaj ut la en una lent a playa de m i pat ria
t odos m irándose en el espej o grave que surcan los delfines
aport ando con un sable veloz
las infinit as espigas de esm eralda)

II
«...sal de los sacrificios...»
García Lorca
Si la noche rescat a su cúpula de fósforo
y t us perdidos m onst ruos baj o el rayo se arrugan
los peces desat ados son diez rápidos niños
que m aduran profundos el him no de la escam a

El oxígeno m uert o sobre los m inerales


cuando pasa un desfile de hipocam pos dorados
ent urbia el agua verde con su herida m aldit a
m ient ras prosigue sordo el rit o de los pulpos

Antología poética de Roque Dalton 31


Sal de los sacrificios vecindad corrosiva
luz sin fuego m ordient e quem adura licuada
pálida sangre ant igua de corrient e furiosa
donde los ahogados resucit an su fiebre

El m ar el m ar ent ierra su salada not icia


el m ar devora sordo la solar quem adura
el m ar alza su rost ro su cicat riz al cielo
el m ar recae rot o al cuido del abism o

En los em barcaderos nos engaña el arom a


de las algas vencidas de los peces am argos
el m ar no es un cadáver es un sueño azot ado
un m óvil laberint o donde t iem blan los ast ros

POEM A D E AM OR

Los que am pliaron el Canal de Panam á


( y fueron clasificados com o “ silver roll” y no com o “ gold roll” )
los que repararon la flot a del Pacífico en las bases de California,
los que se pudrieron en las cárceles de Guat em ala,
México, Honduras, Nicaragua,
por ladrones, por cont rabandist as, por est afadores, por ham brient os,
los siem pre sospechosos de t odo
( “ m e perm it o rem it irle al int erfect o por esquinero sospechoso
y con el agravant e de ser salvadoreño” ) ,
los que llenaron los bares y los burdeles de t odos los puert os
y capit ales de la zona
( “ La Grut a Azul” , “ El Calzoncit o” , “ Happyland” ) ,
los sem bradores de m aíz en plena selva ext ranj era,
los reyes de la página roj a,
los que nunca sabe nadie de dónde son,
los m ej ores art esanos del m undo,
los que fueron cosidos a balazos al cruzar la front era,
los que m urieron de paludism o,
o de las picadas del escorpión o la barba am arilla
en el infierno de las bananeras,
los que lloraron borrachos por el him no nacional
baj o el ciclón del Pacífico o la nieva del nort e,

Antología poética de Roque Dalton 32


los arrim ados, los m endigos, los m arihuaneros,
los guanacos hij os de la gran put a,
los que apenit as pudieron regresar,
los que t uvieron un poco m ás de suert e,
los et ernos indocum ent ados,
los hacelot odo, los vendelot odo, los com elot odo,
los prim eros en sacar el cuchillo,
los t rist es m ás t rist es del m undo,
m is com pat riot as,
m is herm anos.

D ECI RES

“ El m arxism o- leninism o es una piedra


para rom perle la cabeza al im perialism o
y a la burguesía.»

«No. El m arxism o- leninism o es la gom a elást ica


con que se arroj a esa piedra.»
«No, no. El m arxism o- leninism o es la idea
que m ueve el brazo
que a su vez acciona la gom a elást ica
de la honda que arroj a esa piedra.»

«El m arxism o- leninism o es la espada


para cort ar las m anos del im perialism o.»

«Qué va! El m arxism o- leninism o es la t eoría


de hacerle la m anicura al im perialism o
m ient ras se busca la oport unidad de am arrarle las m anos.»

¿Qué voy a hacer si m e he pasado la vida


leyendo el m arxism o- leninism o
y al crecer olvidé
que t engo los bolsillos llenos de piedras
y una honda en el bolsillo de at rás
y que m uy bien m e podría conseguir una espada
y que no soport aría est ar cinco m inut os
en un Salón de Belleza?

Antología poética de Roque Dalton 33


D Í A D E LA PATRI A

Hoy fue el día de la pat ria: despert é a m edio podrir, sobre el suelo
húm edo e hirient e com o la boca de un coyot e m uert o, ent re los gases
em briagadores de los him nos.
15 de sept iem bre

PREFI ERO LA CH I FLAD URA A LA SERI ED AD

Vine a saber de Roque Dalt on en el verano del ‘84, unos días después
de m i arribo al cam pam ent o para refugiados polít icos de Moheda, en el
sur de Suecia. En aquel verano, de pront o quedé condenado a escuchar
t odos los días y a t odo volum en, el Poem a de Am or, int erpret ado por un
grupo salvadoreño que t ocaba canciones de prot est a, cuyas let ras
rayaban las front eras del panflet o. Con est e poem a aprendí que la
palabra guanaco era sinónim o de salvadoreño y que un buen verso se
podía lograr con palabras sencillas, que expresaran hechos cot idianos.
Sin em bargo sería años m ás t arde cuando habría de com prender la
esencia de la poesía de Roque, quien a pesar de la influencia nerudiana,
cont radice el m ét odo del poet a chileno y propone en cam bio “ una poesía
que, en lugar de cant ar, plant ee los problem as, los conflict os, las ideas,
que son m uchísim o m ás eficaces que los him nos, para hacer que el
hom bre cobre conciencia de sus problem as en la lucha de liberación de
nuest ros pueblos” .

Con el paso de los días sent í necesidad de saber sobre la vida del
poet a y su obra. Me daba vergüenza no saber nada del que escribió los
versos m ás polit izados de nuest ro cont inent e. Ent onces, m e cont aron
m is vecinos salvadoreños que Roque había pert enecido a un grupo
guerrillero ( fanát ico y ext rem ist a) liderado por un j oven lam piño,
am bicioso y egoíst a, y que por discrepancias polít icas del poet a con el
dirigent e, ést e ordenó aj ust iciar a Roque en nom bre del pueblo y de la
revolución. Cuando supe est o, Roque Dalt on dej ó de ser para m í el
poet a del lenguaj e direct o, para convert irse en un sím bolo polít ico, que
habría de asociar para siem pre con los dolores que el sect arism o de
nuest ras izquierdas nos han causado. El frío final de Roque m e recordó
los aj ust iciam ient os que varias organizaciones de m i pat ria, llevaron a
cabo cont ra sus m ilit ant es y que luego j ust ificaron en com unicados o en
video- casset t es enviados a los not icieros. Y t odo porque era necesaria la
“ erradicación del revisionism o en nuest ras filas” o, porque era im perant e

Antología poética de Roque Dalton 34


la “ lim pieza de infilt rados” o, porque ya era hora de acabar con las
“ desviaciones ideológicas ant agónicas a la línea del Part ido” . En fin...

El prim er libro que adquirí del inm olado poet a lo com pré en la ciudad de
Lund, en una librería que llevaba su nom bre. Era un poem ario de
carát ula negra con let ras roj as: Taberna y ot ros lugares. Debaj o de las
let ras había dos fot ografías suyas, la prim era de perfil y la segunda de
frent e. Después m e ent eré, que esas fot os le fueron t om adas por la
policía la segunda vez que lo llevaron preso. El m ism o Roque
recuperaría m ás t arde esas fot os del archivo policial. En el prólogo del
libro se cuent a una anécdot a que le pasó en Chile. Term inada la
secundaria, Roque se fue a est udiar a una universidad de Sant iago. En
esos días, llegó a Chile el pint or Diego Rivera. Ent onces int ent ó
ent revist arlo, sin saber a ciencia ciert a quién era ese hom bre con figura
de vást ago e hinchado com o un bat racio. La ent revist a hubiera sido
posible si no es porque el m uralist a m exicano le pregunt a prim ero a
Roque:

- ¿Cuánt os años t ienes?


- Dieciocho.
- ¿Has leído algún libro de Marx?
- No.
- Ent onces t ienes dieciocho años de ser un im bécil. ( ...)

Hoy, en 1997 se cum plirán 22 años de su m uert e absurda. Durant e


est e t iem po, alrededor de cien m il salvadoreños ent regaron a la fuerza,
sus huesos a la t ierra. Esa fue la cuent a de cobro que pasó la guerra.
Esa cifra hubiera sido al m enos obj et o de una línea m ás en el «Poem a
de Am or», si Roque exist iera, si en el río de nuest ra esperanza no se
hubieran orinado t ant os canallas. Pero no, en El Salvador, en el
Pulgarcit o de Am érica nada ha pasado. “ La vida no es m uy seria en sus
cosas” , escribió un día Juan Rulfo. Tal vez por ello, el poet a Roque
Dalt on prefería la chifladura a la seriedad.

Víctor Rojas
Poeta. Colombia (1953)

LAS RI M AS EN LA H I STORI A N ACI ON AL

Rim as salvadoreñas ant es de 1972:


El que fue a Sevilla perdió su silla
hart at e un huevo con m ant equilla

Antología poética de Roque Dalton 35


porque aquí viene don Pancho Villa
con sus dos put as a la orilla
m e coj o a t u t ía
sim plem ent e María
chiquilla
m ía.
Rim as salvadoreñas después de 1972:
El que fue a Sevilla perdió su silla
guerrilla, guerrilla, guerrilla
guerrilla, guerrilla, guerrilla, guerrilla
guerrilla, guerrilla, guerrilla, guerrilla, guerrilla.

H ORA D E LA CEN I ZA

Finaliza Sept iem bre. Es hora de decirt e


lo difícil que ha sido no m orir.

Por ej em plo, est a t arde


t engo en las m anos grises
libros herm osos que no ent iendo,
no podría cant ar aunque ha cesado ya la lluvia
y m e cae sin m ot ivo el recuerdo
del prim er perro a quién am é cuando niño.
Desde ayer que t e fuist e
hay hum edad y frío hast a en la m úsica.

Cuando yo m uera,
sólo recordarán m i j úbilo m at ut ino y palpable,
m i bandera sin derecho a cansarse,
la concret a verdad que repart í desde el fuego,
el puño que hice unánim e
con el clam or de piedra que exigió la esperanza.

Hace frío sin t i. Cuando yo m uera,


cuando yo m uera
dirán con buenas int enciones
que no supe llorar.

Ahora llueve de nuevo.


Nunca ha sido t an t arde a las siet e m enos cuart o
com o hoy.

Antología poética de Roque Dalton 36


Sient o unas ganas locas de reír
o de m at arm e.

SÓLO EL I N I CI O

Una m i am iga m edio poet isa


definía así el lam ent o
de los int elect uales de la clase m edia:
“ Soy prisionero de la burguesía:
no puedo salir de m í m ism o” .
Y el m aisht ro Bert old Brecht ,
com unist a, dram at urgo y poet a alem án
( en ese orden) escribió:
“ ¿Qué es el asalt o a un Banco
com parado con el crim en
de la fundación de un Banco?”
De lo cual yo concluyo
que si para salir de sí m ism o
un int elect ual de la clase m edia
asalt a un Banco,
no habrá hecho hast a ent onces
sino ganar cien años de perdón.

VARI ACI ON ES SOBRE UN A FRASE D E CRI STO

I
“ Dad a Dios lo que es de Dios
y al César lo que es del César.”

Dad a Dios lo que es de Dios


y al gobierno fascist a del President e Molina
lo que es del gobierno fascist a del President e Molina.

Yo no pret endo saber desde m i pequeñez


t odo lo que es de Dios.

Pero sí est oy seguro de lo que debem os dar


al gobierno fascist a del President e Molina.

Antología poética de Roque Dalton 37


II
Dad a Dios lo que es de Dios
y al gobierno de los ricos
lo que es del gobierno de los ricos.

Pero,
¿qué m ás vam os a darle al gobierno de los ricos
si con ayuda de su gobierno los ricos ya acabaron
de quit árnoslo t odo?

TABERN A
( Con ve r sa t or io)

El poem a Taberna, escrit o en Praga en 1966, result ó del recogim ient o


direct o de las conversaciones escuchadas al azar y sost enidas ent re sí
por j óvenes checoslovacos, europeo- occident ales y - en m enor núm ero-
lat inoam ericanos, m ient ras bebían cerveza en U Fleku, la fam osa
t aberna praguense. El aut or solam ent e ordenó el m at erial y le dio el
m ínim o t rat o form al para const ruir con él una especie de poem a- obj et o
basado a su vez en una especie de encuest a sociológica furt iva. En el
conj unt o de opiniones recogidas no hay ninguna que pueda at ribuirse
com plet am ent e al aut or y por ello est e las present a en el seno del
poem a sin ninguna j erarquización, ni frent e a la verdad, ni frent e a la
bondad m oral o polít ica. No es el propósit o del aut or int ent ar un plant eo
de soluciones a los problem as que se desprenden de la exist encia de
t ales form as de pensam ient o en una sociedad socialist a. Est e int ent o
podrá encont rarse, posiblem ent e, en la serie de acont ecim ient os
polít icos ocurridos en los países socialist as del cent ro de Europa en los
últ im os m eses.

Est e poem a est á dedicado a quienes lo vieron crecer y desarrollarse:


Régis Debray y Elizabet h Burgos, Severio Tut ino, Alicia Eguren, Aurelio
Alonso, José Manuel Fort uny y Hugo Azcuy.
Los ant iguos poet as y los nuevos poet as
han envej ecido m ucho en el últ im o año:
es que los crepúsculos son ahora aburridísim os
y las cat ást rofes, harina de ot ro cost al.

Por las calles que aprendo de m em oria


cuerpos innum erables hacen la et erna m úsica de los pasos

Antología poética de Roque Dalton 38


- un sonido, he aquí, que j am ás podrá reproducir la poesía- .
Y t odo, ¿para qué?
¡Para que su eco polvoso se aglom ere
en est e que fue pat io de reyes!

No m e vengan a hablar del m ist erio, desvelados,


am ant es de ancianidad especial
a quienes el m undo parece deber pausas:
¿alguien resolvió el del om bligo?

No lo dice por ponerse grosero


ni yo t rat o de subrayar su gust o dudoso,
pero, en verdad, ¿alguien resolvió el m ist erio
de un aguj ero t an sim pát ico?
Rut a del origen, m ucho m ás im port ant e
que las dobles polít icas para sobrevivir,
¿carga de qué energía ret enida
en su nudo al revés?

EL GRAN D ESPECH O

País m ío no exist es
sólo eres una m ala siluet a m ía
una palabra que le creí al enem igo.
Ant es creía que solam ent e eras m uy chico
que no alcanzabas a t ener de una vez
Nort e y Sur
pero ahora sé que no exist es
y que adem ás parece que nadie t e necesit a
no se oye hablar a ninguna m adre de t i.

Ello m e alegra
porque prueba que m e invent é un país
aunque m e deba ent onces a los m anicom ios.

Soy pues un diosecillo a t u cost a.

( Quiero decir: por expat riado yo


t ú eres ex pat ria)

Antología poética de Roque Dalton 39


TEM ORES

Cuando la nieve caiga en m i país


Doña Ana no est ará m ás en su vergel
canas de coco verde arrugas dulces del m aíz
cerrada est ará la rosa abiert o est ará el clavel.

Cuando el ot oño conquist ador lleve sus m anos a m i país


el General Bet et a habrá regresado del Pet én
oh deshielo sin hielo oh vidrios de fuego feliz
con m il cuat rocient os hom bres m archando bien.

Host ia por los deseos púrpura no t e perderás


el vient o de las doradas playas corona t us m iedos
en cada t iro un conej o hast a la raza dest ruirás
olor de yeso piel hecha para quem ar aquí m e quedo.

Gracias a Dios y a la flor de I zot e y


a la exact it ud de Varela
heráldica grat ísim a sabiduría lent am ent e baladí
oxidada por est a lej anía del alm a en vela.

País m ío vení
papaít o país a solas con t u sol
t odo el frío del m undo m e ha t ocado a m í
y t ú sudando am or am or am or.

D E UN REVOLUCI ON ARI O A J. L. BORGES

Es que para nuest ro Código de Honor,


ust ed t am bién, señor,
fue de los t ant os lúcidos que agot aron la infam ia.
Y en nuest ro Código de Honor
el decir: «¡qué escrit or! »
es bien pobre at enuant e;
es, quizás,
ot ra infam ia...

Antología poética de Roque Dalton 40


LA CULTURA Y EL LOCO AM OR

Yo t e dij e con t oda seriedad


«qué largo cam ino anduve
para llegar hast a t í»
y t ú m e dij ist e que ya parecía José Angel Buesa
y ent onces m e reí francam ent e
y t e dij e que los versos eran de Nicolás Guillén
y t ú ( que recién salías de t u clase de francés)
m e cont est ast e que ent onces era Nicolás Guillén
quién se parecía a José Angel Buesa
yo t e dij e que t e excusaras inm ediat am ent e con Nicolás Guillén y
conm igo
y ent onces m e dij ist e
que el verdadero culpable era yo
por llegar al José Angel Buesa esencial
a t ravés de Nicolás Guillén
ent onces yo t e dij e que la verdadera culpable eras t ú
por ser t an put a
y ahí fue que m e dij ist e perdón
est aba equivocada
no es que t e parezcas a José Angel Buesa
es que eres un José Angel Buesa.

Ent onces yo saqué la pist ola...

D ESPUÉS D E LA BOM BA ATÓM I CA

Polvo serán, m as, ¿polvo enam orado?

ARTE POÉTI CA
a Raúl Cast ellanos
La angust ia exist e.

El hom bre usa sus ant iguos desast res com o un espej o.

Una hora apenas después del crepúsculo


ese hom bre recoge los hirient es residuos de su día
acongoj adam ent e los pone cerca del corazón

Antología poética de Roque Dalton 41


y se hunde con un sudor de t ísico aún no resignado
en sus profundas habit aciones solit arias.

Ahí t al hom bre fum a gravem ent e


invent aría las desast rosas t elarañas del t echo
abom ina de la frescura de la flor
se exilia de su m ism a piel asfixiant e
m ira sus t orvos pies
cree que la cam a es un sepulcro diario
no t iene un cobre en el bolsillo
t iene ham bre
solloza.

Pero los hom bres los dem ás hom bres


abren su pecho alegrem ent e al sol
o a los asesinat os callej eros
elevan el rost ro del pan desde los hornos
com o una generosa bandera cont ra el ham bre
se ríen hast a que duele el aire con los niños
llenan de pasos m ínim os el vient re de las bienavent uradas
part en las piedras com o frut as obst inadas en su solem nidad
cant an desnudos en el cordial vaso del agua
brom ean con el m ar lo t om an j ovialm ent e de los cuernos
const ruyen en los páram os m elodiosos hogares de la luz
se em briagan com o Dios ancham ent e
est ablecen sus puños cont ra la desesperanza
sus fuegos vengadores cont ra el crim en
su am or de int erm inables raíces
cont ra la at roz guadaña del odio.

La angust ia exist e sí.

Com o la desesperanza
el crim en
o el odio.

¿Para quién deberá ser la voz del poet a?

ESTAD Í STI CAS SOBRE LA LI BERTAD

La libert ad de prensa del pueblo salvadoreño


vale 20 cent avos diarios por cabeza

Antología poética de Roque Dalton 42


cont ando sólo a los que saben leer
y t ienen m ás de veint e cent avos que les sobren
después de haber alcanzado a m edio com er.
La libert ad de prensa de los grandes
com erciant es indust riales y publicist as
se cot iza a m il y pico de pesos por página en negro y blanco
y a no sé cuánt o la pulgada cuadrada
de t ext o o ilust ración.
La libert ad de prensa
de Don Napoleón Viera Alt am irano
y los Dut riz y los Pint o y los dueños de El Mundo
vale varios m illones de dólares:
lo que valen los edificios
const ruidos con crit erio m ilit ar
lo que valen las m áquinas y el papel y las t int as
las inversiones financieras de sus em presas
lo que reciben día a día de los grandes
com erciant es indust riales y publicist as
y del gobierno y de la Em baj ada Nort eam ericana y de ot ras em baj adas
lo que ext raen de la explot ación de sus t rabaj adores
lo que sacan del chant aj e ( “ Por no publicar
la denuncia cont ra el dist inguidísim o caballero
o por publicar oport unísim am ent e el secret o
que hundirá al pez m ás chico en la arena del fondo” )
lo que ganan en concept o de derechos sobre
“ exclusividades” por ej em plo
t oallas Am or es... est at uas Am or es...
lo que recaudan diariam ent e
de t odos los salvadoreños ( y guat em alt ecos)
que t ienen 20 cent avos disponibles.
Dent ro de la lógica capit alist a
la libert ad de prensa es sim plem ent e ot ra m ercancía
y de su t ot alidad
a cada quien le t oca según paga por ella:
al pueblo veint e cent avos diarios por cabeza de libert ad de prensa
a los Viera Alt am irano Dut riz Pint o y et cét eras
m illones de dólares diarios por cabeza
de libert ad de prensa.

5 0 AN I V ERSARI O

Un hom bre sale al pat io t rasero de su casa

Antología poética de Roque Dalton 43


( ahí no llega nunca el duro vient o del ot oño)

t iene en sus m anos una pequeña copa de aguardient e


y se m esa con cariño el cabello

aquí las canas del ham bre


aquí las de aquel día en que fue héroe
ent re m iles de héroes
aquí las huellas del asco
las señales de quien t ocó con dedos j óvenes la grandeza
las del t em or
la de la inm ensa alegría
las del t odopoderoso conocim ient o.

En el fondo del cielo luce una est rella


que él llam a esperanza

el hom bre alza su copa


y bebe.

POR QUÉ ESCRI BI M OS

Uno hace versos y am a


la ext raña risa de los niños,
el subsuelo del hom bre
que en las ciudades ácidas disfraza su leyenda,
la inst auración de la alegría
que profet iza el hum o de las fábricas.

Uno t iene en las m anos un pequeño país,


horribles fechas,
m uert os com o cuchillos exigent es,
obispos venenosos,
inm ensos j óvenes de pie
sin m ás edad que la esperanza,
rebeldes panaderas con m ás poder que un lirio,
sast res com o la vida,
páginas, novias,
esporádico pan, hij os enferm os,
abogados t raidores
niet os de la sent encia y lo que fueron,
bodas desperdiciadas de im pot ent e varón,

Antología poética de Roque Dalton 44


m adre, pupilas, puent es,
rot as fot ografías y program as.

Uno se va a m orir,
m añana, un año,
un m es sin pét alos dorm idos;
disperso va a quedar baj o la t ierra
y vendrán nuevos hom bres
pidiendo panoram as.

Pregunt arán qué fuim os,


quienes con llam as puras les ant ecedieron,
a quiénes m aldecir con el recuerdo.

Bien. Eso hacem os:


cust odiam os para ellos el t iem po que nos t oca.

SAN GRE D E CI POTES

El hom bre de los cuent os


ent ró en est ado de silencio
allá por el año de 1975:
había resuelt o m orir en San Salvador
y quedarse así
en un t errit orio de m aravilla
donde - según dij o-
t oda razón es m oneda falsa.
Pero en sus hist orias
a veces t am bién m oría
- un pioj o audaz baj o una uña
un diablit o al caer del t ej ado
un niño que el pueblo lluvioso
va ent errando
un papagayo grit ador
un burro que se enam oró de las est rellas
ot ro niño fregón
que en lom os de su gent e
se va a echar su discurso
m ás abaj o de la t ierra.
Sa ú l I ba r goye n
Escr it or . Ur ugua y ( 1 9 3 0 )

Antología poética de Roque Dalton 45


PARA EL TI EM PO D E PASI ÓN

Todas las hediondeces del Príncipe de est e Mundo, ( cucarachas et álicas,


salivazos de fuegos, no prevalecerán cont ra la sonrisa de ( los niños, filo
de la j ust icia.

No prevalecerán cont ra el fulgor de la sangre del Obispo ( Rom ero,


derram ada m ient ras decía: La Sangre de Crist o, y alzaba el cáliz de la
( vida.

No prevalecerán cont ra aquél que echó su obra y su ( alegría a las llam as


para que ardieran m ás alt as, y era frágil y m enudo y se ( llam ó Roque
Dalt on, el j uglar.

Eliseo Diego
Poeta. Cuba (1920-1993)

I N VOCACI ÓN

Andábam os am ando las viej as oropéndolas,


buscando est ablecidas m ariposas
ent re las sederías insondables,
aport ando la voz para cubrir el llano originado
en el dolor universal del hom bre.

El pueblo ahí, difuso, a las espaldas,


com o un present im ient o de inquiet udes ingrat as,
com o una agrupación de est ím ulos
de los que se podía prescindir
sin ensuciarse.
El pueblo ahí.
Nosot ros con los ángeles.

Padre Anast asio Aquino, descorredor de velos;


m at ador de prej uicios,
padre Anast asio Vida;
padre Anast asio Pueblo,
violador de la noche:
llegast es
desde el cent ro de la hist oria,
desde el origen de la hist oria,
desde las proyecciones de la hist oria,

Antología poética de Roque Dalton 46


a colocarnos la verdad
ent re la gargant a y la vocación,
a colocarnos la verdad en la esperanza
com o una host ia feroz, roj a y gigant e,
plena de am or al hom bre m at inal
que habrem os de const ruir para la dicha.

Padre de la pat ria.


Com andant e de la pat ria.
Corazón rebelde de la pat ria.
Honor, decoro, alt iva dignidad,
puño gigant e de la pat ria:
que se encarne en nosot ros t u figura ant igua;
que aparezca de nuevo t u m anera silvest re
de reclam ar la dicha;
que en cada pan
haya un recuerdo de t u esencia;
que en cada día nuevo los m uchachos
ent onen la plegaria absolut a de t u nom bre;
que se agigant e t u voz
en las ciudades est ériles;
que se lancen t us flechas m ilenarias
para m arcar la frent e de los nuevos t raidores
y que t u ej em plo alt ivo
haga hallar el cam ino a los poet as cobardes.
Que se incendien los cam pos y los pueblos
al recordar la alt ura de t u sangre de izquierda,
y que t odos los nuevos,
los cam pesinos sólidos, los obreros en pie,
los que est udiam os para el pueblo,
nos aunem os ardorosam ent e
en las j ornadas agit adas de la lucha
y t erm inem os de const ruir t u gran m añana.

CRED O D EL CH E

El Che Jesucrist o
fue hecho prisionero
después de concluir su serm ón en la m ont aña
( con fondo de t ablet eo de am et ralladoras)
por rangers bolivianos y j udíos
com andados por j efes yankees- rom anos.

Antología poética de Roque Dalton 47


Lo condenaron los escribas
y fariseos revisionist as
cuyo port avoz fue Caifás Monj e
m ient ras Poncio Barrient os t rat aba
de lavarse las m anos
hablando en inglés m ilit ar
sobre las espaldas del pueblo
que m ascaba hoj as de coca
sin siquiera t ener la alt ernat iva
de un Barrabás
( Judas I scariot e fue de los que desert aron de la guerrilla
y enseñaron el cam ino a los rangers)
Después le colocaron a Crist o Guevara
una corona de espinas
y una t única de loco
y le colgaron un rót ulo del pescuezo
en son de burla
I NRI : I nst igador Nat ural
de la Rebelión de los I nfelices.
Luego lo hicieron cargar su cruz encim a de su asm a
y lo crucificaron
con ráfagas de M- 2
y le cort aron la cabeza y las m anos
y quem aron t odo lo dem ás
para que la ceniza
desapareciera con el vient o
en vist a de lo cual
no le ha quedado al Che ot ro cam ino
que el de resucit ar
y quedarse a la izquierda de los hom bres
exigiéndoles que apresuren el paso
por los siglos de los siglos
Am én.

EL D ESCAN SO D EL GUERRERO

Los m uert os est án cada día m ás indóciles.

Ant es era fácil con ellos:


les dábam os un cuello duro una flor
loábam os sus nom bres en una larga list a:
que los recint os de la pat ria

Antología poética de Roque Dalton 48


que las som bras not ables
que el m árm ol m onst ruoso.

El cadáver firm aba en pos de la m em oria


iba de nuevo a filas
y m archaba al com pás de nuest ra viej a m úsica.

Pero qué va
los m uert os
son ot ros desde ent onces.

Hoy se ponen irónicos


pregunt an.

¡Me parece que caen en la cuent a


de ser cada vez m ás la m ayoría!

EPI TAFI O

Apareció un día de t ant os


se supone.

Al principio solía beber vino a t ragos lent os


en el últ im o bar de aquella playa oscura

pronunciando los nom bres de los m ariscos


de una m anera que llam aba a risa
y cant ando confusas baladas que ninguno de los pobres borrachos
ent endía.

Después se fue quedando aquí sim plem ent e


sudoroso y roj ísim o baj o el sol obst inado
casó con una put a oscura - sant a m uj er de lást im a-
inaugurando una larga vecindad de silencio.

Phillips O’Mannion los oj os y el recuerdo llenos de su I rlanda nat al


m urió ayer en la calle las m anos crispadas j unt o al pecho
sin pronunciar una palabra
sin alarm ar a nadie
com o quien paga por la vida poco precio.

Al est arle ent errando se rom pieron las cuerdas

Antología poética de Roque Dalton 49


y el féret ro cayó de golpe salt ándose la t osca t apa de pino.

Su com pañera - los labios despint ados-


le echó el prim er puñado de t ierra
direct am ent e en el rost ro.

H I TLER M AZZI N I : COM PARACI ÓN EN TRE CH I LE EN 1 9 7 4 Y EL


SALVAD OR EN 1 9 3 2

“ No m e ext raña que calum nien


a la Honorable Junt a Milit ar de Chile.
Los com unist as son así.
Dicen que en unos cuat ro m eses
los m ilit ares han m at ado
a m ás de ochent a m il chilenos.
Eso es una exageración
pues las pruebas concret as
dicen que los m uert os no pasan
de unos cuarent a m il.
Así fue con lo de El Salvador en 1932.
Los com unist as dicen que el General Mart ínez
m at ó en m enos de un m es
a m ás de t reint a m il guanacos.
Eso es una exageración:
los m uert os com probados no pasaron de veint e m il.
Los dem ás
fueron considerados desaparecidos.”

EL AM OR

El am or es m i ot ra pat ria
la prim era
no la de que m e ufano
la que sufro.

CUAN D O LLEGUE LA OCASI ÓN

¿Quién ant e una t onadilla considerada sincera

Antología poética de Roque Dalton 50


no decidió echar al vient o sus m iedos
olvidar sus aprehensiones
volver a em pezar
no escupir m ás en el café de Tío Ricardo?

Fue así com o no nos llegaron


los dibuj os sat íricos de las Cuevas de Alt am ira.

Poet as:
no rom páis los frut os de vuest ros ex- abrupt os.

Todo consist e en esperar a la Cant ant e Calva.

CARTI TA

Queridos filósofos,
queridos sociólogos progresist as,
queridos sicólogos sociales:
no j odan t ant o con la enaj enación
aquí donde lo m ás j odido
es la nación aj ena.

ROQUE D ALTON

Roque Dalt on nació en la ciudad de San Salvador el 14 de Mayo de


1935 y falleció asesinado cuarent a años después, el 10 de Mayo de
1975.

Su vida est uvo m arcada por su part icipación en las luchas por la
liberación de su país. Dalt on era adem ás de un dest acado poet a ( publicó
m ás de quince t ít ulos y recibió num erosos prem ios nacionales e
int ernacionales) un experim ent ado polem ist a, un brillant e periodist a, un
t eórico de la lucha arm ada lat inoam ericana, con ant ecedent es de
persecución, cárcel y exilio, sufridos durant e las dict aduras de t urno en
El Salvador. Residió t em porariam ent e en Guat em ala, México,
Checoslovaquia y Cuba.

Durant e los últ im os t iem pos de su lucha polít ica escribió num erosos
poem as en la clandest inidad, los que circularon ilegalm ent e baj o

Antología poética de Roque Dalton 51


diversos seudónim os com o: Vilm a Flores, Tim ot eo Lue, Jorge Cruz, Juan
Zapat a y Luis Luna.

Hace veint e años fue asesinado por el grupo guerrillero Ej ércit o de


Liberación Popular, sus propios com pañeros de causa. Un “ t ribunal” lo
condenó a m uert e baj o los cargos de “ insubordinación” , de “ ser agent e
del enem igo y de la Agencia Cent ral de I nt eligencia ( ClA) ” . El
segundo cargo se debió a una sospecha ( com o consecuencia de una
hist oria que conocían m uchos en El Salvador) en relación a su fuga de la
cárcel de Coj ut epeque, en 1964. Com o chism e se dij o que su fuga se
produj o porque había colaborado con la ClA.

Nunca se present aron pruebas fehacient es de los cargos que se le


im put aron y en la act ualidad, t odo parece confirm ar las denuncias de
im port ant es grupos nacionales e int ernacionales de que se t rat ó de un
asesinat o polít ico.

El problem a es que Roque t uvo un conflict o dent ro del Part ido


Com unist a y en esa organización a los que disent ían se les cargaba con
m ot es de “ divisionist as” y cualquier cosa era considerada
inm ediat am ent e peligro de “ agent e enem igo” . Pero aquello no t enía ni la
m ás m ínim a seriedad.

Roque est uvo const ant em ent e señalando que su ej ecución era un
gravísim o error, que debía invest igarse m ás, que era una inj ust icia. Para
el polém ico líder de la guerrilla salvadoreña, Joaquín Villalobos, el
fusilam ient o de Dalt on es el error m ás grande que com et ió en su carrera
polít ica, com o int egrant e del “ colect ivo” que decidió t al acción y
reconoce que ese t em a ha dej ado profundas huellas en su ser.

N ot a publica da e n e l N º 2 de l fa n zin e m ont e vide a n o « El M a n iá t ico Cr on ist a » ,


Agost o de l ‘9 5 .

LO QUE M E D I JO UN AN ARQUI STA AD OLESCEN TE

( Est e proyect o no es original. Me fue com unicado por E. B., obispo en


sus rat os de ocio, quien a su vez lo recibió de labios del anarquist a
adolescent e que m enciono, de oficio ret rat ist a)

No m at éis a los curas, pueblos que despert áis y caéis en la cuent a


de la est afa m ás grande que edad alguna oliera.

Antología poética de Roque Dalton 52


Por el cont rario est im ulad su cría,
cebadlos uno a uno con esm ero acucioso.
Así podréis ir luego m ont ados en curas gordos al t rabaj o
- la gasolina siem pre t iende a subir- ,
dej arlos am arrados a la puert a del bar,
decir - oh desdeñoso ancest ro que os resurge-
que el vuest ro est á m ás brioso que los ot ros m ost rencos.

Los dom ingos llevarem os a los niños a las carreras de curas


- único j uego de azar que será perm it ido-
en las cuales brillarán los descendient es pur sang de los obispos.

Habrá curas de t iro y carga, curas t rot ones, curas sem ent ales,
y t endrán los est ablos olor a sant idad.

Los curas inservibles serán em balsam ados


y vendidos com o adornos de salón:
la t onsura podrá servir de cenicero.

D E ACUERD O: ES CI ERTO QUE TE PARECES A M AY BRI TT

Tu cabello es harina de ot ro cost al


prohibido represent arlo en est e lado de la Cort ina de Hierro
enam orado de los salt os m ort ales casi un exiliado español
t u cabello es m i Guat em ala m i Brasil y m i iglesia de San Julián Cacalut a
m erece un prem io a la m ej or realización en el Fest ival de Pessaro
t u cabello es el capit án Corisco de m i corazón
no lo cam biaría ni por las obras com plet as de Tom Mix
a t u cabello “ no le int eresa det erm inar el género; prefiere
la am bigüedad, o que los crít icos sean quienes det erm inen”
t u cabello es parcam ent e heraclit eano no abusa de la dialéct ica
t u cabello abofet earía a quien lo com parara con una bandera
conciliat oria
pero no esquivaría la linaj uda sim ilaridad con una gaviot a que cae
herida por un granizo t ropical
áspero y enem igo com o la m ism a reyert a
t u cabello es com o cuando uno chupa un j ocot e de corona sazón
después de un gran t rago de aguardient e de quince cent avos
y arroj a luego diabólicam ent e la sem illa sobre la espalda de un perrit o
que dice “ j uick” con una t rist eza Walt Disney
y huye hacia lo desconocido de la noche ent re las carcaj adas de los
borrachos

Antología poética de Roque Dalton 53


en t u cabello he perdido saliva lágrim as y palabras
un esquem a de cuent o de Malcolm Lowry en prueba de galeras
y diez diaposit ivas Agfacolor con íconos de Rubliov
t u cabello quisiera vivir en Alej andría
pero se t iene que quedar aquí en La Habana
en un húm edo rincón del Vedado que sólo en m uy escasas ocasiones
logram os const ruir ent re t u espalda y m i pecho
t u cabello necesit a solam ent e una guacam aya lunát ica
para que suene com o las selvas de m i país
t u cabello es harina de ot ro cost al es decir
t u cabello es ahora
blanco.

Yo insist o en que es m ás bello su negro nat ural.

TOD OS

Todos nacim os m edio m uert os en 1932


sobrevivim os pero m edio vivos
cada uno con una cuent a de t reint a m il m uert os ent eros
que se puso a engordar sus int ereses
sus rédit os
y que hoy alcanza para unt ar de m uert e a los que siguen naciendo
m edio m uert os
m edio vivos.
Todos nacim os m edio m uert os en 1932.

Ser salvadoreño es ser m edio m uert o


eso que se m ueve
es la m it ad de la vida que nos dej aron.

Y com o t odos som os m edio m uert os


los asesinos presum en no solam ent e de est ar t ot alm ent e vivos
sino t am bién de ser inm ort ales.

Pero ellos t am bién est án m edio m uert os


y sólo vivos a m edias.

Unám onos m edio m uert os que som os la pat ria


para hij os suyos podernos llam ar
en nom bre de los asesinados
unám onos cont ra los asesinos de t odos

Antología poética de Roque Dalton 54


cont ra los asesinos de los m uert os y los m ediom uert os.

Todos j unt os
t enem os m ás m uert e que ellos
pero t odos j unt os
t enem os m ás vida que ellos.

La t odopoderosa unión de nuest ras m edias vidas


de las m edias vidas de t odos los que nacim os m edio m uert os
en 1932.

LAS PALABRAS

I
Es fácil decir
el hom bre m ás grande de est e siglo
colgar las palabras com o gallardet es
porque ot ra fiest a va a em pezar
el m ás hum ano es el m ás sencillo
corazón del pensam ient o y
pensam ient o del corazón
( incit ados sim plem ent e a alegrarnos
el corazón vuelt o un j oven acordeón
para him nos y loas)
el que m ás const ruyó
el que m ej or enseñó la dest rucción const ruct iva
y la sencilla const rucción basada en el t rabaj o

porque a un hom bre com o él


se puede acudir t ranquilam ent e con un lugar com ún
con una sent encia sacada de los libros sagrados
o con lo que dice un niño al despert ar.

Sin em bargo
querem os para nom brarlo palabras sólidas
que resist an en m edio de la noche
los nuevos vient os del m undo
palabras hij as de sus palabras
fundadoras
pét reas
inconm ovibles
pert rechadoras para la lucha y la frat ernidad

Antología poética de Roque Dalton 55


para la lucha de la frat ernidad.

Las palabras no para la danza


o la declam ación en nuest ro m undo urgido
sino para desent rañar la sed
el grit o
el proclam ado «¡Bast a ya! » de los ham brient os
m est izos por la oscuridad de la explot ación
y la luz de la furia.

Las palabras para el cant o de las conciencias.

II
«Para los cam pesinos de m i pat ria
quiero la voz de Lenin.

Para los prolet arios de m i pat ria


quiero la luz de Lenin.

Para los perseguidos de m i pat ria


quiero la paz de Lenin.

Para la j uvent ud de m i pat ria


quiero la esperanza de Lenin.

Para los asesinos de m i pat ria,


para los carceleros de m i pat ria,
para los escarnecedores de m i pat ria,
quiero el odio de Lenin,
quiero el puño de Lenin,
quiero la pólvora de Lenin.»

PLAYA N EGRA

Est a sort ij a de hum o que aquí veis,


herm anos de la arena, a pesar de la noche,
heredela en un rat o de descuido.

¿Acaso es el anillo perdido en la barriga del delfín,


acaso fue dogal de un hueso fét ido,
fét ido, digo yo, de t ant a vida incalcinable?

Antología poética de Roque Dalton 56


No.
Se t rat a sim plem ent e
del desgast ado sím bolo del sueño.

At ado est oy a él
y por su m edio a la eficacia del dorm ido,
a sus agudas sílabas de niebla.

Yo no t engo la m arca de la frent e o los oj os.


Sólo est e anillo de hum o.

ACTA

En nom bre de quienes lavan ropa aj ena


( y expulsan de la blancura la m ugre aj ena) .
En nom bre de quienes cuidan hij os aj enos
( y venden su fuerza de t rabaj o
en form a de am or m at ernal y hum illaciones) .
En nom bre de quienes habit an en vivienda aj ena
( que ya no es vient re am able sino una t um ba o cárcel) .
En nom bre de quienes com en m endrugos aj enos
( y aún los m ast ican con sent im ient o de ladrón) .
En nom bre de quienes viven en un país aj eno
( las casas y las fábricas y los com ercios
y las calles y las ciudades y los pueblos
y los ríos y los lagos y los volcanes y los m ont es
son siem pre de ot ros
y por eso est á allí la policía y la guardia
cuidándolos cont ra nosot ros) .
En nom bre de quienes lo único que t ienen
es ham bre explot ación enferm edades
sed de j ust icia y de agua
persecuciones condenas
soledad abandono opresión m uert e.
Yo acuso a la propiedad privada
de privarnos de t odo.

D ORM I R

Mi m uert e o m i niñez

Antología poética de Roque Dalton 57


¿cuál la corona
apt a para est os días t orpes,
digo, para la lám para
que deba presidir la vislum brada
suert e de una esperanza m ist eriosa?

Desorden deleit able:


m i j uvent ud nadara
en t us leches m agníficas,
ahogara
sus últ im os pudores en t u espum a,
pero ¿hay út il crueldad,
visit a de baj eles a la rut a
de las cadenas? ¿Hay t em ores
que no pare m i m ano en m odo de ala?
¿Hay finalm ent e, olvido
en que cuelgue el am or su vast o espacio?

Dorm ir es leerse el pecho,


baj ar hast a las señas de la sangre
arrodillado,
pronunciar la oscurana
hueca com o los him nos.

KAPUT

El niño que m ost raba el gusanit o a los condenados


que inauguró el am or con un perro o una m at a de plát ano
el niño que prefería la pechuga a las piernas del pollo
el prim er denunciador de la pornografía de Blanca Nieves
el niño que fue la perdición de cinco prim as
una t ía y dos am igas de m am á
el niño que invent ó los nuevos m apas
de la acupunt ura gozosa
el cerebro gris t ras el t rono de Havelock Ellis
el niño- no- apt o- para- m enores- de- 18- años
el criado con leche de las Salas- cuna de Gom orra
el niño que le t ocó la m anzana a Eva
y fue expulsado ant es que Adán del aburrido paraíso
el niño que creó la necesidad de las sillas las paredes
los m uros las graderías de los st adium s
el niño- t irabuzón el niño- abrelat as

Antología poética de Roque Dalton 58


el niño que no ha perdonado ni al canario
fue finalm ent e enviado a Dinam arca
porque im agínese ust ed.

GUERRA

Mi verdadero conflict o
hondureño- salvadoreño
fue con una m uchacha.

A LA POESÍ A

Agradecido t e saludo poesía


porque hoy al encont rart e
( en la vida y en los libros)
ya no eres sólo para el deslum bram ient o
gran aderezo de la m elancolía.

Hoy t am bién puedes m ej orarm e


ayudarm e a servir
en est a larga y dura lucha del pueblo.

Ahora est ás en t u lugar:


no eres ya la alt ernat iva espléndida
que m e apart aba de m i propio lugar.

Y sigues siendo bella


com pañera poesía
ent re las bellas arm as reales que brillan baj o el sol
ent re m is m anos o sobre m i espalda.

Sigues brillando
j unt o a m i corazón que no t e ha t raicionado nunca
en las ciudades y los m ont es de m i país
de m i país que se levant a
desde la pequeñez y el olvido
para finalizar su viej a pre- hist oria
de dolor y de sangre.

Antología poética de Roque Dalton 59


PARA UN M EJOR AM OR
“ El sexo es una cat egoría polít ica.”
Kat e Mills

Nadie discut e que el sexo


es una cat egoría en el m undo de la parej a:
de ahí la t ernura y sus ram as salvaj es.
Nadie discut e que el sexo
es una cat egoría fam iliar:
de ahí los hij os,
las noches en com ún
y los días divididos
( él, buscando el pan en la calle,
en las oficinas o en las fábricas;
ella, en la ret aguardia de los oficios dom ést icos,
en la est rat egia y la t áct ica de la cocina
que perm it an sobrevivir en la bat alla com ún
siquiera hast a el fin del m es) .
Nadie discut e que el sexo
es una cat egoría económ ica:
bast a m encionar la prost it ución,
las m odas,
las secciones de los diarios que sólo son para ella
o sólo son para él.
Donde em piezan los líos
es a part ir de que una m uj er dice
que el sexo es una cat egoría polít ica.
Porque cuando una m uj er dice
que el sexo es una cat egoría polít ica
puede com enzar a dej ar de ser m uj er en sí
para convert irse en m uj er para sí,
const it uir a la m uj er en m uj er
a part ir de su hum anidad
y no de su sexo,
saber que el desodorant e m ágico con sabor a lim ón
y j abón que acaricia volupt uosam ent e su piel
son fabricados por la m ism a em presa que fabrica el napalm
saber que las labores propias del hogar
son las labores propias de la clase social a que pert enece ese hogar,
que la diferencia de sexos
brilla m ucho m ej or en la profunda noche am orosa
cuando se conocen t odos esos secret os
que nos m ant enían enm ascarados y aj enos.

Antología poética de Roque Dalton 60


LA PEQUEÑ A BURGUESÍ A
( Sobr e u n a de su s M a n ife st a cion e s)

Los que
en el m ej or de los casos
quieren hacer la revolución
para la Hist oria para la lógica
para la ciencia y la nat uraleza
para los libros del próxim o año o el fut uro
para ganar la discusión e incluso
para salir por fin en los diarios
y no sim plem ent e
para elim inar el ham bre
de los que t ienen ham bre
para elim inar la explot ación de los explot ados.
Es nat ural ent onces
que en la práct ica revolucionaria
cedan sólo ant e el j uicio de la Hist oria
de la m oral el hum anism o la lógica y las ciencias
los libros y los periódicos
y se nieguen a conceder la últ im a palabra
a los ham brient os, a los explot ados
que t ienen su propia hist oria de horror
su propia lógica im placable
y t endrán sus propios libros
su propia ciencia
nat uraleza
y fut uro.

ROQUE D ALTON

Ent re el soborno y la pared


escogió la pared llena de cuchillos
Ent re la rosa y el pan
escogió la rosa, m adre de la creación
Ent re el cielo y la t ierra
escogió la t ierra ahít a de sueños
Ent re la t em pest ad y el fuego
no supo o no pudo quizás
y se ant icipó a la m uert e
alquim ia de t odo lo vivido.

Antología poética de Roque Dalton 61


Miguel Barnet
Poet a y Narrador. Cuba ( 1940)

LA MUERTE DE ROQUE DALTON

Com pañero Roque:


uno de t us herm anos de Am érica m e ha dicho:
“ No t e preocupes, t ú verás,
es ot ra brom a de Roque,
el últ im o pan fresco de su hum or
de hom bre que t iene la Osa Mayor en su frent e;
ahora m ism o, en el fondo de una casa
de provincia, a m uchachas
y a niños que ríen hast a las lágrim as,
él im it a cóm o cada uno reacciona
ant e la not icia de la m uert e de Roque Dalt on...”

Han apagado a nuest ro herm ano a golpes


de infam ias y de garras por la espalda.
Guardam os sus cenizas y sus alas
en las rodillas de nuest ra t ernura.
Ayudam os al m ar a consolar y a arm ar
la lealt ad del prim er perro
que Roque am ó en su infancia.
René Depest re
Poet a y Ensayist a. Hait í ( 1926)

¡VI VA EL REY D E LOS N ON UALCOS!

Los ricos criollos ( de San Vicent e) se habían refugiado en la iglesia


t rat ando de resguardar sus riquezas baj o el m ando de Aquel que
abom inó de los pot ent ados y consagró su vida a la pobreza y a la
hum anidad. Los indios no se at revían a ent rar, at acar el t em plo. Siglos
de prédica opresora les había infundido un fanát ico t em or frent e a la
divinidad de los blancos, frent e a aquel Dios que podía fulm inarlos si se
decidían a at acar su m orada.

Parecía que la est rat egia criolla daría result ado. Desde una t orre de la
iglesia, el cura lanzaba anat em as cont ra los ej ércit os indios. Pero el

Antología poética de Roque Dalton 62


valor del Tayt e logró dom inar el pánico y la iglesia fue t om ada por las
huest es nonualcas.

Y allí, en esa iglesia de pueblo, Anast asio Aquino consum a su m ás


form idable act o revolucionario, el que lo consagra com o líder, com o
precursor de los que m uchos años después señalarían la religión com o
un opio que adorm ece los inst int os de la libert ad del hom bre y lo som et e
a la explot ación de quienes - en nom bre de Crist o- se alim ent an con la
sangre, el sudor y las lágrim as de los desheredados.

Para dem ost rar a los indios la falsedad de los cast igos con que los
am enazaba el cura, para que se convencieran de que ningún rayo
celest e los abat iría por sacrilegio, Aquino t repó al cam arín que
resguardaba una ridícula im agen de San José y, derribándola, se ciñó la
corona y se cubrió con el m ant o de la est at ua const it uyéndose así, a los
oj os de los indios, en el gran dem oledor de la m ent ira cat ólica, en
redent or aut ént ico de la raza oprim ida, en verdadero apóst ol de aquel
que dij o 'Bienavent urados los hum ildes, porque ellos poseerán la t ierra'.

LA SI GUAN ABA

La que t enía los oj os com o el agua profunda


que se vist e de negro con las piedras del fondo de la poza
la que t enía la piel apet ecible
com o la pulpa del níspero que m ece al aire su m iel
ent re los páj aros
la que t enía en la saliva el fuego de los peces
lím pido pedernal del beso cast o
para los clim as del único lecho perm it ido
Sihuélut
choza y palacio hizo su cuerpo
de espírit us indignos
oidor y conversador hizo su corazón
de negras lenguas invisibles
exagerado y ávido hizo su anhelo
de placeres vecinos del asco.

Abandonó su m arido y su hij o


- Cipit ín Est e, el del om bligo com o una piedrecit a de cacao-
y dedicóse a vivir al pie de la lascivia
al lado de las palabras que causan dolor.

Antología poética de Roque Dalton 63


I racundo su ánim o
lej os sus previsiones del orden de los dioses
hechizó a ese hom bre que la quiso ent re t odos
que hizo posible un día el florecim ient o de su vient re
poniéndole abej as furiosas en el cerebro
que dej aron la t enue t ela de su razón
aguj ereada com o una red de m ar.

Tlaloc ha puest o en ella sus oj os iracundos.

YA TE AVI SO...

Pat ria idént ica a vos m ism a


pasan los años y no rej uvenecés
deberían dar prem ios de resist encia por ser salvadoreño.
Beet hoven era sifilít ico y sordo
pero ahí est a la Novena Sinfonía
en cam bio t u ceguera es de fuego
y t u m udez de grit ería.

Yo volveré yo volveré
no a llevart e la paz sino el oj o del lince
el olfat o del podenco
am or m ío con him no nacional
voraz
ya le com ist e el cadáver de don Francisco Morazán a Honduras
y hoy t e querés com er a Honduras
necesit ás bofet ones
elect ro- shocks
psicoanálisis
para que despert és a t u verdadera personalidad
vos no sos don Rafael Meza Ayau ni el coronel Medrano
habrá que m et ert e en la cam a
a pan de dinam it a y agua
lavat ivas de cóct el Molot ov cada quince m inut os
y luego nos irem os a la guerra de verdad
t odos j unt os
para ver si así com o roncas duerm es
com o decía Pedro I nfant e
novia encarnizada
m am a que parás el pelo.

Antología poética de Roque Dalton 64


EL SER SOCI AL D ETERM I N A LA CON CI EN CI A SOCI AL

Las cam panas del ot oño hacen difícil la prim era nevada.

Com o si el sacrist án fuera el dem onio


viej o m uñeco de paj a puest o a arder para siem pre.

La t rist eza da t os
y si t e descuidas un poco, cariño,
la vida se t e vuelve una j ornada de Anit a la Huerfanit a
un solo llant o ent re gordos.

En t odo caso t rabaj ar en un país socialist a


y no ganar para com prar bufanda o guant es
hace am ar la m et afísica fundam ent al
desear su violín lila para volver
a la playa donde puedes hart art e de flores por el om bligo.

Ay es que soy funcionario


del Part ido Com unist a m ás chiquit o del m undo
uno que t rat ará de hacer su revolución sin m iles de m uert it os
porque se arruinarían las posibilidades de la agricult ura nacional
con las t um bas.

Para colm o de m ales,


ahora t ú m e niegas lo poco que m e iba quedando
dices lógicam ent e “ ahora no quiero”
pero es ahora cuando yo t engo frío
y adviert o el hueco dej ado por la pat ria
que ant es m e acariciaba en el pecho.

Odio t u vest ido celest e


t u ropa int erior llena de t ram pas t irant es
t odo lo que m e ocult a t us dulces nalguit as sonroj adas
t us pechos de piedra blanca
hechos para la boca de los niños adult os
t u vient re que es m i pat io para j ugar con soldadit os de plom o
a los oj os de un sol perfect am ent e invent ado.

Salir a est as horas a la calle


borra t odos los pecados del m undo
adem ás ver t ant o páj aro m uert o
( eso que nunca dicen del invierno que nace)
no se m e cura lej os de t us oj os:

Antología poética de Roque Dalton 65


soy t an sem i- fascist a com o Kafka.

Mañana el paso hacia el com unism o t endrá un día m enos


regocíj at e
el invierno derribará un día m ás
ent re la niebla saludabilísim a
m ás de algún hij o de put a
seguirá riendo por lo que dicen del Che Guevara
y en los superm ercados
las gordas viej as seguirán la línea de la cola pacífica
para com prar m uchas com pot as y yogurt .

Am érica Lat ina es una bella anaconda


que se golpea los dient es a colazos
uno no sabe nada de polít ica
pero se ha oído decir que t iene su corazoncit o
ahí el problem a de exponer la t ernura a las cat arat as
dej ar que la serenidad pasee descalza
sobre una alfom bra de gigant escas parásit as
hacer huir la idea del verde de las copas de m ent a
y dedicarla a esa m ayor part e del arco iris
form ada por las loras salvaj es.

Un día diferent e a est e


hace t reint a años
hacía yo m adre a m i m adre
un día com o est e hace t reint a años
oraban los oradores del VI I Congreso
de la I nt ernacional:
pront o necesit aré ant eoj os
y unos m asaj es para reducir la barriga
pues m i figura act ual no da m ayor decoro
niega respaldo a m i fam osa fuga de la cárcel.

El frío ha dado frut os en m i vida


oh dorada visión cuyo nom bre
no puedo poner aquí:
sobre t odo est a sed de t i que es cobardía polít ica
olvido en m ayor grado
del ceño que aseguran debería
m ant ener.

Déj am e quedarm e en el horno divino


afuera sólo las bruj as espolean su escoba ent re las t echum bres

Antología poética de Roque Dalton 66


t an llenas de hollín y t an aj enas
a m i cult ura de hum us y peñas viscosas
( no quiero dart e ot ro cursillo sobre la nat uraleza t ropical
quiero quedarm e a dorm ir cont igo
hacer el am or siet e u ocho veces
hast a que no puedas alzar el brazo desm ayado del suelo
y en la cam a un m undo de cinc herido por el ácido
sea el clim a heredado desde la alegre culpa) .

Te cant aría ent onces una canción m exicana


con ciert as alt eraciones que t e harían feliz
t e acept aría sin las brom as usuales
que Sholoj ov m ereció el Prem io Nobel
y que la poesía soviét ica t iene cruciales diferencias
con el chewing gum .

( La asim ilación crít ica de la realidad


debe ir m ás allá de rascarse la cabeza
y decir en cualquier idiom a lo equivalent e a “ coño”
- est o no puedes escucharlo
pues se supone que solam ent e lo pienso
convención m uy usada hoy en la poesía
o en la novela sicológica- . Sigam os.)

No creo que deba seguirt e em badurnando con la infancia


ese huevo salvaj e de m i vida en el fondo del largo corredor
m as bien debo hacer los gest os del adiós
buscar el im perm eable
hacer una pelot a con la últ im a caj a de cigarrillos
en el m ás probat orio desconsuelo.

El brazo del m ar es m ás poderoso que el ala de la palom a


en él nos bañam os asust ados
pero no nos sirve para volar:
las m aj est ades m ás pobres t iem blan
cuando los poet as se caen por las vent anas com o Caupolicán.
( Est o es lo que se llam a proverbios sobrant es.)

Recuerdo que las cam panas sirvieron para iniciar est a charla
pero nada pueden cont ra t u silencio y t u desdén
el sacrist án no es el dem onio
es un im bécil que huele a sudor de viej o
y que debe andar com o yo con el sueldo at rasado
( m añana t enem os ot ro día de Conferencia

Antología poética de Roque Dalton 67


y hast a m i habit ación hay una buena hora de t ranvía) .

Est a noche no t uvim os cognac sólo esas uvas dem asiado dulces
( el ser social j uega ping- pong con la conciencia de uno
sobre t odo en invierno) .

LA SOBERAN Í A

El guerrillero nicaragüense
August o César Sandino
dij o a los m ilit ares yanquis
que habían invadido Nicaragua:

” La soberanía de un pueblo no se discut e:


se defiende con las arm as en la m ano."

Cuando el levant am ient o obrero- cam pesino


en El Salvador en 1932
los yanquis y los ingleses propusieron
al General Maxim iliano Hernández Mart ínez
desem barcar t ropas en el Puert o de La Libert ad
para ayudarle a reprim ir la rebelión.

El General Mart ínez dij o que eso no era bueno para la soberanía
nacional
y les envió a los alm irant es un t elegram a
que a su vez él había recibido de part e del General José Tom ás
Calderón,
m ás conocido com o " Chaquet illa" ,
Jefe de Operaciones de la Fuerzas Punit ivas del Gobierno salvadoreño
en labores de Pacificación en la Zona Occident al de la República.

El t elegram a decía así:


En saludo a honorables com andant es declaram os
sit uación absolut am ent e dom inada fuerzas gobierno
El Salvador. Garant izadas vidas propiedades
ciudadanos ext ranj eros
acogidos y respet uosos leyes de la república.
La paz est á est ablecida en El Salvador.
Ofensiva com unist a desechada
sus form idables núcleos dispersos.
Hast a hoy cuart o día de operaciones

Antología poética de Roque Dalton 68


est án liquidados cuat ro m il ochocient os com unist as.

Mart ínez se pasó t rece años defendiendo así


la soberanía nacional.
En los últ im os 40 años
12 nuevos gobiernos
se han ido pasando de m ano en m ano
esa t rem enda responsabilidad.

REVI SI ON I SM O

No siem pre.

Porque,
por ej em plo,
en Macao,
el opio
es el opio del pueblo.

LA GRAN BURGUESÍ A

Los que producen el aguardient e


y luego dicen que no hay que aum ent ar el sueldo
a los cam pesinos
porque t odo se lo van a gast ar en aguardient e.
Los que en la vida fam iliar
hablan exclusivam ent e en inglés
ent re cuadros de Dubuffet y crist ales de Bohem ia
y fot ografías t am año nat ural
de yeguas t raídas de Kent ucky y de Viena
y nos cobran diariam ent e en sudor y sangre
su doloroso despert ar cot idiano
en est e país de indios sucios
t an lej os de New York y París.
Los que han com prendido que Crist o
si se m iran bien las cosas
fue realm ent e el Ant icrist o
( por t odo eso de am aos los unos a los ot ros
sin dist inguir ent re los pelados y la gent e decent e

Antología poética de Roque Dalton 69


y est o de los crist ianos prim it ivos conspirando
en la com plicidad de las cat acum bas
y de la agit ación cont ra el I m perio Rom ano
y el pez t an parecido al m art illo y la hoz)
y que el verdadero Crist o nació en est e siglo
y se llam ó Adolfo Hit ler.
Los que vot an en El Salvador
por el President e elect o de los Est ados Unidos.
Los que propician la m iseria y la desnut rición
que produce a los t ísicos y a los ciegos
y luego const ruyen
hospit ales t isiológicos y cent ros de rehabilit ación de ciegos
para poderlos explot ar
a pesar de la t uberculosis y la ceguera.
Los que no t ienen pat ria ni nación aquí
sino sólo una finca
que lim it a al norest e con Guat em ala al nort e con Honduras
al surest e con el Golfo de Fonseca y Nicaragua
y al sur con el Océano Pacífico
en la cual finca los am ericanos han venido
a m ont ar algunas fábricas
y en donde poco a poco han ido surgiendo
ciudades pueblos villas y cant ones
llenas de brut os que t rabaj an
y de brut os arm ados hast a los dient es que no t rabaj an
pero m ant ienen en su puest o
a los brut os que t rabaj an.
Los que dicen a los m édicos y a los abogados y a los arquit ect os
y a los agrónom os y a los econom ist as y a los ingenieros
que quien a buen palo se arrim a buena som bra lo cobij a
y que hay que hacer cada año Códigos Penales m ás drást icos
y hot eles y casinos iguales a los de Miam i
y planes quinquenales iguales a los de Puert o Rico
y operaciones civilizadoras
consist ent es en elim inarles la m ancha azul del culo
a los dist inguidos señores y señoras
y regadíos que lleven la poquit a agua de t odos
exclusivam ent e hacia la t ierra donde crece
ese buen palo que t an buena som bra da
sobre t odo a quienes no est án profesionalm ent e dispuest os
a dar vela en el ent ierro a t ant o j ediondo y a t ant o descalzo.
Los que para t ener libert ad de prensa
y derechos const it ucionales
com praron diarios y radios y plant as de TV

Antología poética de Roque Dalton 70


con t odo y periodist as y locut ores y cam arógrafos
y com praron la const it ución polít ica con t odo y
Asam blea Legislat iva y Cort e Suprem a de Just icia.
Los que para dorm ir seguros
no pagan el sereno de la cuadra o del barrio
sino direct am ent e al Est ado Mayor Conj unt o
de las Fuerzas Arm adas.
Los que
efect ivam ent e
t ienen t odo que perder.

CON SEJO QUE YA N O ES N ECESARI O EN N I N GUN A PARTE D EL


M UN D O PERO QUE EN EL SALVAD OR...

No olvides nunca
que los m enos fascist as
de ent re los fascist as
t am bién son
fascist as.

ROQUE D ALTON COM O SÍ N TOM A

La salud o los achaques por los que at raviesa un proyect o


revolucionario pueden m edirse por la aparición de ciert os sínt om as. En
no pocas ocasiones, esos sínt om as suelen ser pequeñas m anifest aciones
que suelen pasar desapercibidas. Por el cont rario, cuando los sínt om as
rom pen los oj os y result an inocult ables, est am os ant e signos
irreversibles que m uest ran que aquellos em peñados en cam biar el
m undo son dignos de la m ayor confianza o, por el cont rario, que llegó la
hora de poner dist ancias con el horror.

En el prim ero de los supuest os, ent ran de lleno los neozapat ist as,
gent es t an especiales que se han dado en guardar silencio durant e m ás
de un año y denom inar ese silencio una nueva form a de lucha,
inspirados en su consigna que habla de “ cam inar pregunt ando” , o sea,
cediendo la palabra a quienes deben realm ent e indicar los cam inos. El
asesinat o del poet a revolucionario salvadoreño Roque Dalt on, a m anos
de sus propios cam aradas de arm as y poniendo com o excusa las
discrepancias polít icas, nos coloca en las ant ípodas.

Antología poética de Roque Dalton 71


Vivía en Madrid a com ienzos de los ‘80, cuando m e sorprendió el
t it ular del diario El País al m encionar la “ m uert e” de la com andant e Ana
María y pocos días después de Salvador Cayet ano Carpio, com andant e
Marcial. Am bas m uert es, doloroso es recordarlo y m ás aún lo sería
ent rar en los det alles, fueron en buen rom ance, un sim ple aj ust e de
cuent as en uno de los grupos guerrilleros m ás im port ant es del país
desangrado por la guerra civil. La not icia, que dem oram os días en
confirm ar ( quizá por aquello de no creerle a la prensa burguesa) , fue un
m azazo en la confianza revolucionaria. Era duro de t ragar que alguien
com o Marcial hubiera est ado im plicado en el asesinat o de una
com pañera de la t alla de la com andant e Ana María.

Confirm ados los dat os esenciales, incluyendo la part icipación de la


com andancia sandinist a en la “ resolución” del diferendo int erno en las
FPL ( grupo al que pert enecían am bos) , llegó la hora de la reflexión. Fue
indagando en las raíces de est e t rist e episodio, com o llegué a conocer
un caso t an sim ilar com o fue la m uert e de Roque Dalt on. Nunca ent endí
los por qué de t ant as ret icencias para ent rarle a t em as t an difíciles com o
necesarios. ¿Acaso aún no habíam os superado el est alinism o? ¿Es
inevit able que la revolución t erm ine devorando a sus propios hij os? ¿Los
ej ércit os revolucionarios son eso, ej ércit os con ot ro apellido y nada
m ás?. Sigo sint iendo la m ism a incom odidad a m i alrededor, y en m í
m ism o, a la hora de pensar est os t em as. Confieso que no he llegado a
conclusiones m uy sólidas pero, por las dudas, t iendo a desconfiar cada
vez m ás de cualquier t ipo de ej ércit o y t am bién de quienes t ienen
m uchas cert ezas y rehuyen las dudas y las pregunt as. Tal vez por eso
hace una década m e ent usiasm é con el zapat ism o y sigo convencido de
que son algo diferent e. ¡Aspiran a desaparecer y en diez años han
disparado apenas cuat ro t iros! Y, sobre t odo, cam inan pregunt ando.

Roque Dalt on debería ser el t em a de cabecera, el que quit a el sueño,


a cualquier m ilit ant e, y cuant o m ás revolucionario se crea, t ant o m ej or.
Quizá por eso, y en hom enaj e a los m iles de Roques asesinados por sus
propios com pañeros, decidí est am par frent e a m i m esa de t rabaj o, en
let ras m uy grandes, una frase de Michel Foucault que m uchos
com pañeros m e crit ican: “ ¿Cóm o hacer para no volverse fascist a cuando
( sobre t odo cuando) uno se cree un m ilit ant e revolucionario?”

Ra úl Zibe chi
Pe r iodist a y Escr it or . Ur u gu a y ( 1 9 5 2 )

Antología poética de Roque Dalton 72


H I STORI A D E UN A POÉTI CA
Para E. S.

Puesiesque est a era una vez un puet a


de aquí del país
que no era ni bello ni m alo com o Sat anás
( com o él soñaba que era)
sino m ero feyit o y pechit o y ret ebuena gent e
que a puras cachas hacía el t iem po para escribir
ent re sus est udios de Teneduría de Libros
y su t rabaj o en los Juzgados.

El puet a nacional am aba a la j ust icia y a las m uchachas


( t al vez un poquit o m ás a las m uchachas que a la Just icia)
( pero eso no es t an pior si uno no sabe
el t alle que t iene la j ust icia por est os lares)
y sábado a sábado hacía sonet os al pueblo
al fut uro que vendrá
y a la libert ad para t irios y t royanos
t odo ello ya con la m irada llam eant e
después de haber llam ado pan al m aíz
y vino al guaro.
Así fue su vida y su obra
de las que se hablaba en las t ert ulias de “ La Masacuat a”
y que hast a llegaron a despert ar
un com ent ario benevolent e de Robert o Arm ij o.
Un día sucedió que subió hast a las nubes el precio del papel:
y t ant o en los Juzgados com o en la Academ ia
le racionaron im placablem ent e las hoj as al puet a
a fin de que no las desperdiciara en nada que no fuera
su t ét rico t rabaj o j udicial y su aprendizaj e cont able.
El Puet a echó de ver clarit o
y para m ás señas en un día de la sem ana bast ant e alej ado del sábado
que en el fondo de t odo había un at ent ado cont ra la poesía
que no se podía quedar así
por m ucho y que el gobierno hablara del alza del pet róleo.
Fue ent onces que com enzó a escribir en los m uros
con su m ero puño y let ra
en los t apiales y en las paredes
y en los grandes cart elones de las propagandas.
No le fue leve el cam bio
m uy por el cont rario
al principio
cayó en profundas crisis de concepción creadora.

Antología poética de Roque Dalton 73


Es que en los t apiales no lucían bien los sonet os
y frases que ant es le em briagaban com o
“ oh sándalo abism al, m iel de los m usgos”
se m iraban t odas cheret as en las paredes descascaradas.

Adem ás los serenos y los orej as


y los cuilios y los Guardias Nacionales
de t odas m aneras se lo iban a encum brar
( si es que no lo venadeaban de ent rada)
aunque lo que pint ara en los m uros fueran versos com o
“ fulge, lám para pálida, t u rost ro ent re m is brazos”
o
“ yo t e libé la luz de la m ej illa”
o
“ no hay Dios ni hij o de Dios sin desarrollo” .

De ahí que el puet a agarrara vara de una vez


y se m et iera a la guerrilla urbana
( ERP: Sección de Propaganda y Agit ación de la Dirección Nacional)
para quien ahora pint a en los m uros
cuest iones com o est as:
“ viva la guerrilla”
“ lucha arm ada hoy - socialism o m añana”
“ ERP” .

Y si alguien dice que est a hist oria es


esquem át ica y sect aria
y que el poem a que la cuent a es una
t rem enda babosada ya que falla
“ precisam ent e en la m agnificación de las m ot ivaciones”
que vaya y com a m ierda
porque la hist oria y el poem a
no son m ás que la purit it a verdá.

JURO QUE LO OÍ D ECI R

“ Salvo en una sociedad com plet am ent e j ust a,


lo m ej or de la vida
es ser j efe.”

Antología poética de Roque Dalton 74


BUSCÁN D OM E LÍ OS

La noche de m i prim era reunión de célula llovía


m i m anera de chorrear fue m uy aplaudida por cuat ro
o cinco personaj es del dom inio de Goya
t odo el m undo ahí parecía levem ent e aburrido
t al vez de la persecución y hast a de la t ort ura diariam ent e soñada.

Fundadores de confederaciones y de huelgas m ost raban


ciert a ronquera y m e dij eron que debía
escoger un seudónim o
que m e iba a t ocar pagar cinco pesos al m es
que quedábam os en que t odos los m iércoles
y que cóm o iban m is est udios
y que por hoy íbam os a leer un follet o de Lenin
y que no era necesario decir a cada m om ent o cam arada.

Cuando salim os no llovía m ás


m i m adre m e riñó por llegar t arde a casa.

SOBRE M OD ERN AS CI EN CI AS APLI CAD AS

La ecología es el eco
producido por el est ruendo
con que el capit alism o dest ruye el m undo.

Pues, independient em ent e de lo que diga la Universidad,


la ecología m as que una ciencia es
un discret o velo, un ungüent o lubricant e y,
en el m ej or de los casos,
una aspirina cient ífico- t écnica.

De su validez y eficacia puede decirse


que m ient ras la dest rucción capit alist a
siga produciendo ganancias a los dueños del m undo
y sea m ás im port ant e que la conservación am bient al,
la única posibilidad de ser im port ant e
que t iene la ecología
es seguir siendo un negocio.

Antología poética de Roque Dalton 75


EL POEM A D E SUS H ECH OS

Nació lej os de Dios padre bien a la izquierda


sem bró m aíz y m aceró la hoj a añilera
sobrevivió baj o el sol a plena sed y plena ham bre
se refugió en el am or cuando aún era un niño.

Después se levant ó cont ra el Gobierno de los blancos


de los ladrones de la t ierra
cont ra la elevación de los im puest os
que era nada m ás que ot ra condena a m uert e
y cont ra la caza de hom bres para el ganado de la guerra
el Ej ércit o de las guerras de los blancos.

Para com enzar a pelear invent ó la em boscada


" cien arriba y cien abaj o"
y con lanzas de hüiscoyol y cañones de m adera de canoa
derrum bó t odos los siglos de t radición m ilit ar española.

Su punt o débil fue la falt a de inform ación


porque no supo nunca que había ganado la guerra
que había hecho huir al Gobierno de la Capit al
y que el poder polít ico de la Nación
esperaba con las piernas abiert as a las t ribus nonualcas.

Tam bién fue m uy m alo que se le em borrachara t oda la t ropa


y sufriera su prim er derrot a
de m anos de las m uj eres del m ercado de Zacat ecoluca.

Luego vinieron la t raición y Las Leyes de la Hist oria


y la pot encia del enem igo.
Fue el Espart aco de El Salvador
el Marulanda y el Yon Sosa y el Pat ricio Lum um ba
del siglo XI X en El Salvador.

D ORAD AS CEN I ZAS D EL FÉN I X

Doradas cenizas del fénix


pero del fénix de los I ngenios
rapt o dem orado de la belleza
que levant a su propio circo
palabra que se desint egra y se desint egra

Antología poética de Roque Dalton 76


en el kilom et raj e grat uit o de la vida
oh despoj os apenas
ingrat o
viej o error
de la viej a pecera que m e ladra en el pecho.
Ni la llave del olvido
ni el sol del am or
resist en vuest ra m ohosidad
int egral
incorporadora
com o una m aldición
sales para cult ivar el verdín de la m uert e
despoj os despoj os
Doradas cenizas del fénix.

GUATEM ALA FELI Z

Cada país t iene


el Prem io Nobel que se m erece.

ATAD O AL M AR

Ent re la espum a sucia, baj o los desechos


de los conglom erados,
ent re los regalos forzosos del río,
de su veloz crueldad,
ent re las fosforescencias crudas,
recién nacidas que ot orga la luna,
cara a cara con est e pedazo de vast edad
desde el hierro sonoro del m uelle núm ero siet e,
haciendo ost ent ación de m i ham bre colgada en la caña de pescar
veo t u nom bre.

El agua es com o el olvido, siem pre present e,


y los arom as m uert os
apenas son aguj as t ragadas por m i ensim ism am ient o.
Yo, el ham bre y t u rost ro,
el m ar lent o y lo que sobrenada
t al el paisaj e.

Antología poética de Roque Dalton 77


¿Mart es, la m edianoche, Oct ubre?

( Cuando niño quería huir


del m ar al m ar en un velero blanco.
Pero la orilla no es el m ar, la orilla
t iene uñas poderosas, garras que at rapan para siem pre
y que t e dan m iseria, am or ( ¡am or! ) ,
un pedazo de t ela por qué luchar para cubrir los huesos,
un escom bro de vino, un núm ero de fila
para esperar t odos los días un pét alo de niebla.
En la orilla nace la culpa, se hace sueño la culpa.)

¿Mart es, la m edianoche, Oct ubre, año final


de m i desesperación - t an prudent e
la pobrecit a hast a ahora- ?
Tu rost ro perm anece en m i sueño culpable,
derrot a las vecindades agudas.

Ven, flor de frío, quédat e hast a m uy t arde


conm igo,
déj am e la ceguera.

POEM S I N LAW TO LI SA
¡Vám onos! ¡Vám onos! Est oy herido...
César Vallej o

I
Lisa:
desde que t e am o,
odio a m i profesor de Derecho Civil.

¿Puedo pensar en com pravent as


con rost ros de vent anas de cárcel,
en la t eoría de la causa que m e parece un t únel
lleno de grillos roj os y de raíces que se frust raron sin el sol,
en hipot ecas con t uberculosis,
en el regist ro
de la asalt ant e propiedad raíz?
¿Puedo pensar en eso, digo,
si t engo en pos de m i ansia t us grandes oj os sim ples
y oscuros com o un lago noct urno,
t u voz recient e com o la fresca m adrugada de m añana,

Antología poética de Roque Dalton 78


t u arom a m usical - oh, fugit iva-
que guardo ent re los dedos de m i m ano derecha?
Lisa, la t ransparent e
hij a del aire:
t u desnudez m e pide
el m at ut ino sol de la pradera,
m is m anos descendiendo desde la flor del agua
para salvar t u sangre
de las art erias verdes de la gram a.

Y yo, pobre galeot e de est e siglo,


siervo inconcluso del hast ío y la sangre,
t e escribo y t e am o m ient ras t odos hablan
de los cont rat os de adhesión.

Ah, Lisa, Lisa, est oy


com plet am ent e herido.

II
Pobre de m í, querida,
solo con m i t error ent re los Códigos,
est udiando Derecho con carne de presidio,
negando al cielo ent re m uchachos gordos
que creen firm em ent e en los rinoceront es,
pensando siem pre en encont rar un bar
en donde si quit áram os las m esas
quepan la m adrugada y t ú j unt o a m is oj os.
Pobre de m í,
pobre de m í,
que soy m arxist a y m e com o las uñas,
que am o los suaves garfios de la arena,
las palabras del m ar y la sim plicidad de la gaviot as;
que odio los Bancos,
las inyecciones de com plej o B,
la noct urna crueldad de los m ot ociclist as
que lanzan rudas piedras al ángel de los sueños;
pobre de m í, querida,
pobre de m í,
pobre de est e m uchacho que nunca hirió a los árboles,
a quien t odos exigen est os días
que lea am ablem ent e a Jellinek,
que se acuest e desnudo con las t arifas aduanales
y así j ure ant e el vient o que el j uez es superior al asesino.

Antología poética de Roque Dalton 79


Ah, Lisa, Lisa, est oy
com plet am ent e herido.

O. E. A.

El president e de m i país
se llam a hoy por hoy coronel Fidel Sánchez Hernández.
Pero el general Som oza, president e de Nicaragua,
t am bién es president e de m i país.
Y el general St roessner, president e del Paraguay,
es t am bién un poquit o president e de m i país, aunque m enos
que el president e de Honduras o sea
el general López Arellano, y m ás que el president e de Hait í
Monsieur Duvalier.
Y el president e de los Est ados Unidos es m ás president e de m i país
que el president e de m i país,
ese que, com o dij e, hoy por hoy,
se llam a coronel Fidel Sánchez Hernández.

EL PRÍ N CI PE D E BRUCES

Era la hora de la inj uria la fugaz época de la m aldición


cuando m i padre recom enzó en m i ot ra prueba.

Yo era el único súbdit o que le quedaba a su locura


y aunque hast a ent onces solía abofet earm e de cuando en cuando
m e hizo el honor de confiarm e la m arca negra de la ceniza en la frent e.
Era noche para el gent ío sin ant orchas
por el clim a propicio y el color de la selva
pero a la sazón est ábam os solos y com o con t em or de avergonzarnos
de t al m anera que m i padre fue rápido en la consagración.

Me abandonó ant es de que m e lavase el rost ro en su presencia


con agua despaciosa del cenot e sagrado.

Decidí no dest ruir ant es del am anecer la m arca m ágica


decidí descubrirla a m is oj os m irándom e en el agua
sabía que con ello pisaba en un t erreno m ort al

Antología poética de Roque Dalton 80


pero m ás fascinábam e la ascensión a la sabiduría.

A los t res días m e encont raron m uert o


rodeado de aves de rapiña m uert as
m i padre fue por agua al pálido cenot e
y m e lavó la cara sin llorar.

LA JOI E D E AI M ER

No m e am es
para agot ar t u dest ino.
No m e am es
con la fe de const ruir una t ragedia cont em poránea.
Ríet e a t odas luces, cariño.
Ríe en t oda est a et apa de bella vecindad.
Ríet e, ríet e,
aunque sea de m í.

PREGUN TAS PARA VI VI R

¿Quedarse m ás acá de la palabra?


Reest renar la coraza indiferent e que desde el polvo est able
alzaron los abuelos cont ra el abrazo m últ iple?
¿Violent ar la pupila m uy a pesar del alba?
¿No defender el surco de veget al preñez,
su fut uro de pan que anuncian lluvias áureas?
¿Cam inar sin sent ido com o un ast a cobarde?
¿Caer
después de adivinar,
o ver,
o conocer?
¿No dar la m ano ant e la m ano, el pecho
ant e el fusil?
¿Llorar?
¿Convencernos el brazo ant es de conquist ar la em puñadura de la
espada?
¿Regat earle a los him nos su vasij a de carne,
sus ecos cont urbados form ando un genit al ascendim ient o?
¿Callar?
¿Callar?

Antología poética de Roque Dalton 81


SAN GRE EN EL SALVAD OR

¡Y t ant a sangre en un país t an breve!


Sangre y sangre creciendo día a día.
Sangre sin paz sobre la hierba llueve.
Sangre desnuda, hirvient e, luego fría.

Sangre en el pie que t rém ulo se m ueve


sobre la sangre que en el cuerpo ardía.
Sangre viva en la m ano que se at reve
a despert ar la sangre que dorm ía.

Voz de sangre en el aire de la sierra.


Sangre plural, con sed, sobre la t ierra.
Sangre que se asesina o se t ort ura.

Sangre en la casa. Sangre en el cam ino.


Sangre que busca a m ares su dest ino
ent re las sangres de la noche oscura.

M a n u e l D ía z M a r t ín e z
Poe t a . Cu ba ( 1 9 3 6 )

N AD I E TAN LATI N OAM ERI CAN O Y M ULTI TUD I N ARI O

Sufría de am or por El Salvador,


se m oría de frío por El Salvador
y de rabia y de risa.
De Roque t odos hablan a risa abiert a,
com o si no hubiera m uert o,
com o si no lo hubieran m at ado
los m ism os guerrilleros em peñados
en su m ism a lucha.
De Roque, t odos los que lo conocieron
dicen que era un personaj e a t odo dar,
y result a fácil im aginarlo
haciendo del ent usiasm o y de la sinceridad
un m érit o lit erario.
No, los vient os no huyeron de su asom bro
y su cara.
Roque Dalt on

Antología poética de Roque Dalton 82


asesinado a los cuarent a años
fue siem pre,
hast a el últ im o m om ent o,
un sorprendido,
un cielo t om ado por asalt o,
una risa int errum pida.
Y de la cara de Cent roam érica
no huirá t am poco el vient o,
porque sabrá levant arse
y en el últ im o m om ent o
disparará cont ra el asesino.
Ele n a Pon ia t ow sk a
Pe r iodist a y N a r r a dor a . Fr a n cia ( 1 9 3 2 )

ARTE POÉTI CA 1 9 7 4

Poesía
Perdónam e por habert e ayudado a com prender
que no est ás hecha sólo de palabras.

PREPARAR LA PRÓXI M A H ORA

No querría pensar en el dest ino. Por alguna razón


lo asocio a olvidados t apices de vergüenza y m aj est ad
donde un rost ro im pasible
( com o el de Selassie)
luchase por im ponerm e una m arca et erna. Sólo el aire
absurdo de frío en est e m i país- sart én, aplaude
hast a llegar al corazón en est a hora. Oh asalt o,
oh palabras que ya no pronunciaré igualm ent e,
sit io de com isiones para los abuelos que regresan.

Est a m añana el vigilant e t raj o t an sólo sobras


para m í - no ha sufrido, el pobre-
que con la niebla han dado nom bre al día.

Son t rozos m uert os de sal de algún m arisco m uert o,


t ort illas de m aíz at acadas con esa viej a furia
sin m ás lugares t ibios que vej ar,
rest os de un arroz bronco com o de t res abanderados soberbios

Antología poética de Roque Dalton 83


ocupados en perdonar vidas de corderos y crudas lógicas.

La pared est á llena de fechas que cargo zozobrant e,


piezas de la fat iga final, desnuda, que grit an y que son
peores t est igos de algo que ni m is lágrim as borrarían
( ¿el m iedo?) .

He orado ( soy Faust o) , m e he dado besos en las m anos


m e he dicho ancianam ent e
haciendo rebot ar el alient o en un rincón helado de la celda:
“ pobrecit o olvidado, pobrecit o,
con la m ayor part e de la m uert e a t u cargo,
m ient ras en algún lugar del m undo alguien desnuda bellas arm as
o cant a him nos de rebelión que sus m uj eres prefieren a las j oyas
t ú escuchas m arim bas de m iel
después de ser escupido por un déspot a de provincia,
sient es el rum or de t us uñas
creciendo cont ra la piel del zapat o,
hueles m al ( est o lo am pliaré en ot ra part e) ,
t rat ar de hallar una señal que diga “ vivirás”
aún en una m ariposa o un hat o de t em pest ades...”

Aleluya est rict a, bien grit ada ant e las est rellas im posibles,
qué bella viene de pront o la cólera:
filo inm enso, cuánt o vales a m i alm a,
hom enaj e a los sacrificados sin bellos punt os finales,
cólera, cólera, oh m adre preciosa, j ust a raíz de sed,
has llegado...

En el pat io lej ano la luz del sol


será com o una gat a blanca. ¿Est oy acaso list o
para dej arm e ver la cara en la próxim a hora del agua?
Sí. Pediré un cigarrillo.

LA CABEZA CON TRA EL M URO

( Conclusión filosófico- m oral)


La m at eria es dura,
la m at eria es indest ruct ible:
por lo t ant o
la m at eria es incom prensiva,

Antología poética de Roque Dalton 84


la m at eria
es cruel.

CASI ELEGÍ A
para B. C.

No es que m e ent usiasm ara dem asiado t u olor a m iel


yo venía de un hervidero de abej as
y prefería asociaciones de ideas que culm inaran en Bam bi
pero el m aduro azar y sus im plicaciones
las labores ast rales de las señoras que dan los perm isos
lo echarían t odo a perder.

A pesar de que t u aspect o de venadit o era reglam ent ario


y t u desnudez no t enía aún la m enor herrum bre
por el cont rario at raía a los gat os com o un t azón de leche
y en ella se podía uno refugiar de la policía
o ret ener a la Cenicient a hast a el siguient e at ardecer
o cort ar m angos t iernos ya peladit os y salados
o m oj ar punt as de flechas en una est rofa de la I nt ernacional.

¿Por qué ent onces nuest ro ret rat o de bodas


iba a ser el ret rat o de bodas de nuest ros hij os?
Las hoj as se secaron ent re las obras de Kipling
huélelas y recuérdam e
lím pialas de diam ant es y recuérdam e
pon polvo de su polvo en los deseos de t u j uvent ud.

La culpa es de la vida que se dej a vivir


am or m ío.

EL SALV AD OR SERÁ

El Salvador será un lindo


y ( sin exagerar) serio país
cuando la clase obrera y el cam pesinado
lo fert ilicen lo peinen lo t alqueen
le curen la gom a hist órica
lo adecent en lo reconst it uyan
y lo echen a andar.

Antología poética de Roque Dalton 85


El problem a es que hoy El Salvador
t iene com o m il puyas y cien m il desniveles
quinim il callos y algunas post em illas
cánceres cáscaras caspas shuquedades
llagas fract uras t em bladeras t ufos.
Habrá que darle un poco de m achet e
lij a t orno aguarrás penicilina
baños de asient o besos pólvora.

M I S M I LI TARES I I I
LOS H . P. ( H I JOS PRÓD I GOS)

Los soldados ingleses m at aron


chipriot as,
árabes,
t anganikenses,
georgianos,
persas,
hindúes,
pakist anos,
chinos,
t urcos,
polinesios.

Los soldados ingleses hoy m at an


irlandeses.

Así ret orna el t igre al hogar,


a la cult ura crist iana,
a la civilización occident al.

Así herm ana el t igre a los hom bres:


en la pat ria, en la cult ura de la m uert e.

D ESN UD A

Am o t u desnudez
porque desnuda m e bebes con los poros,
com o hace el agua cuando ent re sus paredes m e sum erj o.

Antología poética de Roque Dalton 86


Tu desnudez derriba con su calor los lím it es,
m e abre t odas las puert as para que t e adivine,
m e t om a de la m ano com o un niño perdido
que en t i dej ara quiet as su edad y sus pregunt as.

Tu piel dulce y salobre que respiro y que sorbo


pasa a ser m i universo, el credo que m e nut re;
la arom át ica lám para que alzo est ando ciego
cuando j unt o a las som bras los deseos m e ladran.

Cuando t e m e desnudas con los oj os cerrados


cabes en una copa vecina de m i lengua,
cabes ent re m is m anos com o el pan necesario,
cabes baj o m i cuerpo m ás cabal que su som bra.

El día en que t e m ueras t e ent erraré desnuda


para que lim pio sea t u repart o en la t ierra,
para poder besart e la piel en los cam inos,
t renzart e en cada río los cabellos dispersos.

El día en que t e m ueras t e ent erraré desnuda,


com o cuando nacist e de nuevo ent re m is piernas.

2 7 AÑ OS

Es una cosa seria


t ener veint isiet e años
en realidad es una
de las cosas m ás serias
en derredor se m ueren los am igos
de la infancia ahogada
y em pieza a dudar uno
de su inm ort alidad.

LO QUE FALTA

... la ot ra persona, com o persona,


se ha convert ido en una necesidad para él ...
Marx
“ Los clásicos son int eresant es” :

Antología poética de Roque Dalton 87


blasfem ia m ía de ayer, al salir de ver Rom eo y Juliet a.

Hoy aum ent ó la cuot a de t om at es para ensalada


y aparecieron unas acelgas enorm es.

El pan sobra, los huevos alcanzan, el arroz y los frij oles


aburren com o las cat arat as.

La escasez da un poco de ham bre m ent al


y m uchísim a de la ot ra, decía ayer el gordo Flores.

Pero con la m erluza y dos bist ecs


dej arem os at rás la sem ana.
Lo que verdaderam ent e falt a en Cuba
eres t ú.

M I ED O
a Julio Cort ázar

Un ángel solit ario en la punt a del alfiler


oye que alguien orina.

LO QUE M E D I JO UN LOCO

Me cont ast e que t u padre era un pequeño m ar.

Que los ángeles son unos est upidillos


pero por las noches hacen m ucho daño con sus uñas de cola de com et a.

Me cont ast e que en t u casa la lluvia naufraga


y t us herm anas cast ran furiosas los alm endros.
Me cont ast e que los sedient os son la gran esperanza.

Que silbar en los parques es confesarse im pot ent e


de recuperar el vino de las palabras que uno dice de niño.

Me cont ast e que la m uj er gorda t e era desconocida


y que por eso odiabas los gest os de su espalda.

Antología poética de Roque Dalton 88


Me cont ast e que era m ej or no salir a la calle
porque a ciert a edad es obt uso hacer víct im as.

Me cont ast e que hay algo que se llam a luz


im posible de explicar con las m anos.

Me cont ast e que los árboles no son los principales enem igos
y que no debía creer nada de lo que hablan
desde el ot ro lado de las rej as.

PERD I D O

Oh am or de la violencia que adivino


desde m i acongoj ada soledad
t álam o m alvenido que hoy querría
j unt o a m i pobre garra en abandono.

Risa para los niños crueles del sueño


consigue solam ent e m i cara feroz
grave com probación en est e t iem po inj ust o
en que la edad m e daba la prim era flor seca.

Oh cóm o la sangre las bat allas los arrasam ient os


son sólo cosa de esos m ism os niños
y cóm o lo frenét ico es a lo vivo com o una lluvia roj a
calificando un cam po de nieve m at inal.

Siet e palabras señalan m is siet e sueños


y ent re ellas derrot a es la que duele m ás
pero la calm a es dem asiado cara
en el cam ino andam os en el cam ino andam os.

VI EJOS COM UN I STAS Y GUERRI LLEROS

Ha habido en el país buenas personas


dispuest as a m orir por la revolución.
Pero la revolución en t odas part es necesit a personas
que no sólo est én dispuest as a m orir

Antología poética de Roque Dalton 89


sino t am bién dispuest as a m at ar por ella.
De aquellas buenas personas el Che decía:
“ Son capaces de m orir en las cám aras de t ort ura
sin solt ar una palabra,
pero son incapaces de t om ar por asalt o
un nido de am et ralladoras.”
Y es sabido que el enem igo de clase
para defender la explot ación no sólo em plea
las cám aras de t ort ura
sino t am bién nidos de am et ralladoras
y m uchísim as cosas m ás por el est ilo.
En resum idas cuent as:
sólo aquellos que est én dispuest os a m orir y m at ar
llegarán hast a el final siendo buenas personas
para la revolución.
Porque será por ellas que habrá revolución.
Aunque la revolución t erm ine por ser para
t odas las buenas personas.

TERCER POEM A D E AM OR

A quienes t e digan que nuest ro am or es ext raordinario


porque ha nacido de circunst ancias ext raordinarias
diles que precisam ent e lucham os
para que un am or com o el nuest ro
( am or ent re com pañeros de com bat e)
llegue a ser en El Salvador
el am or m ás com ún y corrient e,
casi el único.

A ROQUE

Llegast e t em prano al buen hum or


al am or cant ado
al am or decant ado

llegast e t em prano
al ron frat erno
a las revoluciones

Antología poética de Roque Dalton 90


cada vez que t e arrancaban del m undo
no había calabozo que t e viniera bien
asom abas el alm a por ent re los barrot es
y no bien los barrot es se afloj aban t urbados
aprovechabas para liberar el cuerpo

Usabas la m et áfora ganzúa


para abrir los cerroj os y los odios
con la urgencia inconsolable de quien quiere
regresar al asom bro de los libres

le t enías oj eriza a lo prohibido


a las desgarraduras para ínfula y orquest a
al dedo adm onit orio de algún colega exent o
algún apócrifo buen sam arit ano
que desde europa t e quería enseñar
a ser un buen lat inoam ericano

le t enías oj eriza a la pureza


porque sabías cóm o som os de im puros
cóm o m ezclam os sueños y vigilia
cóm o nos pesan la razón y el riesgo

Por suert e eras im puro


evadido de cárceles y cepos
no de responsabilidades y ot ros goces
im puro com o un poet a
que eso eras
adem ás de t ant as ot ras cosas

ahora recorro t ram o a t ram o


nuest ros m uchos acuerdos
y t am bién nuest ros pocos desacuerdos
y sient o que nos quedan diálogos inconclusos
recíprocas pregunt as nunca dichas
m alent endidos y bienent endidos
que no podrem os baraj ar de nuevo

pero t odo vuelve a adquirir su sent ido


si recuerdo t us oj os de m uchacho
que eran casi un abrazo casi un dogm a

el hecho es que llegast e

Antología poética de Roque Dalton 91


t em prano al buen hum or
al am or cant ado
al am or decant ado
al ron frat erno
a las revoluciones
pero sobre t odo llegast e t em prano
dem asiado t em prano
a una m uert e que no era la t uya
y que a est a alt ura no sabrá qué hacer
con
t ant a
vida.
M a r io Be n e de t t i
Poe t a y N a r r a dor . Ur u gu a y ( 1 9 2 0 )

Y SI N EM BARGO, AM OR...

Y sin em bargo, am or, a t ravés de las lágrim as,


yo sabía que al fin iba a quedarm e
desnudo en la ribera de la risa.

Aquí,
hoy,
digo:
siem pre recordaré t u desnudez ent re m is m anos,
t u olor a disfrut ada m adera de sándalo
clavada j unt o al sol de la m añana;
t u risa de m uchacha,
o de arroyo,
o de páj aro;
t us m anos largas y am ant es
com o un lirio t raidor a sus ant iguos colores;
t u voz, t us oj os,
lo de abarcable en t i que ent re m is pasos
pensaba sost ener con las palabras.

Pero ya no habrá t iem po de llorar.

Ha t erm inado
la hora de la ceniza para m i corazón.

Hace frío sin t i,

Antología poética de Roque Dalton 92


pero se vive.

H OJAS

Hoj as caídas
filos m udos de una delicada agresión
no es el ot oño quien os vence.
Vosot ras devoráis la t ierra
hacéis de vuest ra carne dorada a los páj aros
quem áis la boca de la nieve
que luego m orirá ahum ada y babeant e.
Creem os que os pisam os
y en realidad sois quienes soport áis
nuest ra pobre est at ura.
Por eso os odiam os t ant o com o a nuest ros héroes:
año con año os hacem os quem ar.
Pero, ¡qué gran insult o nos significa la prim avera!

LOS D I OSES SECRETOS

Som os los dioses secret os.


Borrachos de agua de m aíz quem ado y oj os polvorient os,
som os sin em bargo los dioses secret os.
Nadie puede t ocarnos dos veces con la m ism a m ano.
Nadie podría descubrir nuest ra huella
en dos renacim ient os o en dos m uert es próxim as.
Nadie podría
decir cuál es el hum o de copal que ha sido nuest ro.
Por eso som os los dioses secret os.
El t iem po t iene pelos de azafrán, cara de anís, rit m o
de sem illa colm ada. Y sólo para reírnos lo habit am os.
Por eso som os los dioses secret os.
Todopoderosos en la m orada de los t odopoderosos,
dueños de la t ravesura m ort al
y de un pedazo de la noche.
¿Quién nos m idió que no enm udeciera para siem pre?
¿Quién pronunció en pregunt a por nosot ros sin ext raviar la luz de la
pupila?
Nosot ros señalam os el lugar de las t um bas,

Antología poética de Roque Dalton 93


proponem os el crim en, m ant enem os el horizont e en su lugar,
desechando sus ím pet us m ensuales.
Som os los dioses secret os,
los de la holganza furiosa.
Y sólo los círculos de cal nos det ienen.
Y la burla.

3 5 AÑ OS

I
Pero la cast idad, viej a hedionda, serpient e seca,
visit a que hem os de esquinar y confundirem os con la m uert e
es una sent encia que al fin y al cabo
alguien t iene que m erecer.

Mañana es viernes.
No t ent arás a t u señor.

II
Una de las caras del am or es la m uert e,
en el hum o de est a época et ernam ent e j uvenil.

¿Qué m e queda ant e t i sino la perplej idad de los reyes,


los gest os del aprendizaj e ant e la crecida del río,
las huellas de la caída de bruces ent re la ceniza?

La propia j uvent ud decrece


y t rot a la m elancolía com o una m ula.

LA SEGURA M AN O D E D I OS

El ex- president e de la República General don Maxim iliano Hernández


Mart ínez, fue cruelm ent e asesinado el día de ayer, por su propio chofer
y m ozo de servicio. El hecho ocurrió en la finca de Honduras donde el
anciano m ilit ar t ranscurría su pacífico exilio. Se disponía a alm orzar,
según las inform aciones, cuando el asesino lo cosió virt ualm ent e a
puñaladas, por m ot ivos que aún se ignoran. Los servicios de seguridad
de am bos países buscan al crim inal... ( De la prensa salvadoreña)

en el fondo pobrecit o m i General

Antología poética de Roque Dalton 94


hoy creo que debí pensarlo dos veces
uno sigue siendo crist iano
pero de vez en cuando va de brut o y le pide consej o al alcohol
se vino a dar cuent a cuando ya le había zam pado
cinco o seis puñaladas
y a la docena se t iró un pedit o de viej o
y se m edio ladeó en la silla
él siem pre decía que era el incom prendido
y que se m oriría com o don Napoleón Buenapart e un su m aest ro
yo le saqué la cara de la sopa
y le m et í cinco t rabones m ás
valient e el hom bre la m era verdad
las lágrim as que le salieron de los oj os
fue de apret arlos dem asiado para parar las ganas de grit ar
quien lo m andó escupirm e hoy en la m añana
yo lo est im aba porque se le veía lo m acho en lo zam arro
siem pre put eaba cont ra los escándalos de las m uj eres
creo que t odavía le m et í ot ro t rabón
cuando fue Gobierno t am poco fue grit ador
m ient ras m ás quedit o hablaba m ás t em blaban los Generales
y el Señor Obispo que t am bién secret ea
se escapaba a orinar
no por nada le m andó una vez una fot o a m i General Som oza
President e de Nicaragua
donde aparecía m i General Mart ínez
sent ado en un canast o de huevos
quería decirle que era valient e y cuidadoso a la vez
digo yo
porque lo que m ás quiso huevos
fue no quebrar ent onces ni un huevo
lo que nunca le ent endí fue t odo eso de la t elepat ía
risa m e daba cuando decía a hablar en m usaraña
aquí est á t u t elepat ía pensé
Dios m e perdone
pues vi que aún m e pelaba los oj os cuando lo est aba bolseando
quince lem piras m ierdas era t odo lo que cargaba
y las llaves de la casa y dos pañuelos m edio sucios
y unas cart as que le habían llegado de sus niet os de San Salvador
donde le decían adorado agüelit o
debe haber t ardado su buen rat o en m orirse
porque las puñaladas fueron m edio gallo- gallina
hoy que lo pienso bien m e pongo un poco m olest o
pero le di t an suave
porque creí que así se debe m at ar a un viej it o

Antología poética de Roque Dalton 95


aunque haya sido un hom bre t an grande y t an cuerudo
com o ant es fue m i General
ot ros le habrían dado m ás duro
le habrían dado de puñaladas com o
si lo quisieran m at ar pero
quebrándole ant es los huesos con el zopapo del cuchillo
yo no
si no m e hubiera escupido
no m e agarra la t arabilla de m at arlo
ahí anduviera él t odavía para arriba y para abaj o con la regadera
en el j ardín
t odo viej it o y regañando
com o que era la pura cáscara am arga
pero
ot ros
ay m am it a de m i alm a
lo que le hubieran hecho para cobrarle
aunque sea un pedacit o de lo que debía
ot ros
de barat o
repit o
le habrían dado m ás duro
sólo de m uert es él t enía un cost al de m ás de t reint a m il
im agínense t am año volcán
pero claro que en ese clavo le ayudaron bast ant e
no fue él solit o
quien se los fue echando al pico uno por uno
bast ant es ayudant es t uvo a quienes Dios
no va a olvidar
lo m ás que va a pasar es que Dios va a t ardar
o se va a hacer de al t iro el olvidado
para que los j oda solit o el Diablo
y así Nuest ro Señor no t ener responsabilidad
de t ant a grosería de oj o por oj o que
no dej a de m anchar un poquit o las m anuelas
com o decía aquel
es ciert o
t am bién
que hast a m uy peores que m i General
requet epeores
han de haber en El Salvador t odavía vivos
y con la cola parada
porque los crím enes fueron com o para que nos t ocaran un par a cada
uno

Antología poética de Roque Dalton 96


los ahuevados los apaleados los ham breados
los presos por puro gust o que t am bién fueron un m ont ón
y de los que anduvieron en huida de por vida ¿qué m e dicen?
y la aflicción de t odo el m undo ¿no va a ent rar en la cuent a?
cóm o no va a ent rar
si a la hora de confesarse
uno debe cont ar hast a las m alas m iradas
m i General decía que el dinero nunca le había m anchado las m anos
que la sangre sí pero el dinero no
yo no sé de esas cosas
para hablar de cincuent a colones para arriba
en m i pueblo hay que ser doct or
cuando lo regist ré ya dij e que sólo t enía quince lem piras
a saber qué se hicieron los buj uyazos
que le em prest aban en los Est ados Unidos
de poco le sirvieron sus Médicos I nvisibles
y su Tropa de Espírit us
chucús- chucús m e sonaba el cuchillo en la m ano
com o cuando uno puya un saco de sal
con una espina de cut upit o
claro que est o de t ant o hablar es dem ás
ahora para qué dij o la lora
si ya m e llevó el gavilán
para m í que t odo el m undo m erece irse al caraj o
porque a m í t am poco m e fue m uy bien que se diga
a la hora de la necesidad
nadie vino a ayudarm e
m e echaron at rás a t oda la Guardia Nacional
y a la policía de Hacienda
y a unos orej as que dicen que son del Est ado Mayor
y a t odas las pat rullas de Orient e
ni que las puñaladas
se las hubiera m et ido al Salvador del Mundo
Dios m e perdone
yo hice por pura cólera de rat ero
lo que m uchos deberían
haber hecho por necesidad de lavar su honor
o por bien del país hace m ás de t reint a años
yo no digo que m e aplaudan
pero t am poco creo haber hecho lo peor
que se ha hecho en est e país
el t uerce de ser pobre t am bién j ode
no es lo m ism o si se lo hubiera t ronado
el Com andant e de un Cuart el

Antología poética de Roque Dalton 97


hast a m e han llegado a decir que yo
no t enía vela en est e ent ierro
pero que ya que m e m et í en la cam isa de once varas
debo saber que el difunt o
fue una vez el Señor President e de El Salvador
y ése es un baño de oro
que se le queda pegado a uno para siem pre
t ocarlo
pues
era t ocarle los huevos al t igre
no im port a la m at azón
que él hizo en sus buenos t iem pos
al fin y al cabo
eso le puede pasar a cualquier President e
cont ando a m i Coronel que hoy est á en la est aca
ya que la cosa a cada rat o
se pone color de horm iga
porque parece que los com unist as
no acaban de m orirse nunca
pero quizás hast a aquí vam os a dej ar la plát ica
no vaya a t erm inar yo hablando de polít ica
a la vej ez
viruela
com o decía aquel
porque yo no m e doy cuent a de eso
en realidad lo m ej or es callarse
para que m i General acabe
de descansar en paz
si es que lo dej an
allá donde Dios lo habrá rem puj ado
al fin y al cabo Dios
es el único que repart e los golpes y los prem ios
a Él m e encom iendo
y a la Sant ísim a Virgen de Guadalupe
aquí
bien j odido
int erinam ent e
en la Penit enciaría de Ahuachapán.

Antología poética de Roque Dalton 98


EL ALM A N ACI ON AL

Pat ria dispersa: caes


com o una past illit a de veneno en m is horas.
¿Quién eres t ú, poblada de am os,
com o la perra que se rasca j unt o a los m ism os árboles
que m ea? ¿Quién soport ó t us sím bolos,
t us gest os de doncella con olor a caoba,
sabiéndot e arrasada por la baba del crápula?
¿A quién no t ienes hart o con t u dim inut ez?
¿A quién aún convences de t ribut o y vigilia?
¿Cóm o t e llam as, si, despedazada,
eres t odo el azar agónico en los charcos?
¿Quién eres,
sino est e m ico arm ado y num erado,
past or de llaves y odio, que m e alum bra la cara?
Ya m e bast as, m i bella
m adre durm ient e que haces heder la noche de las cárceles:
ahora m e corroen los deberes del acecho
que hacen del hij o bueno un desert or,
del pavit o coquet o un pobre desvelado,
del pan de Dios un asalt ant e ham brient o.
Penit enciaría Cent ral, oct ubre 1960.

PROFECÍ A SOBRE PROFETAS


a N. Alt am irano y herederos,
a la fam ilia Dut riz, a la fam ilia Pint o.

Puest o que la palabra debería ser


com o la m uj er en el m om ent o del am or
com o lo que verdaderam ent e ent regam os
en el m om ent o de la m uert e
( cuando se ilust ra una m anera de ser que es fuent e de vida
el rest ablecim ient o de la pureza
la gran const rucción del descubrim ient o)
los profet as t endrán que colocarse aquí
para ser j uzgados
cada uno
esperando su t urno de pasar al espej o
para apelar ant e el gran coro de víct im as.

Antología poética de Roque Dalton 99


Ay ent onces del grit o
que no se em it ió para dolerse de los herm anos
sino para corrom per sus oídos al t iem po
que se loaba a su enem igo
ay ent onces de la frivolidad
con que se apoyó la vigencia del becerro de oro
ay ent onces de las m ariposerías
con que se puso cort apisas
a la ident ificación y al aj ust iciam ient o del ham bre
ay del t raslado del crim en hacia los hom bros de los débiles
ay de las com plicidades ay de las delaciones
ay de los servilism os
ay de los soplos al oído del verdugo
ay de las t olerancias
ay de las m ent iras m at ut inas y vespert inas.

Porque t oda esa m iasm a se derram ó


sobre la inocencia del pueblo
sobre su blanco candor caído del cielo
del gran desaloj ado del paraíso
y no habrá rueda de m olino suficient em ent e aplast ant e
para las cabezas de sus envenenadores
de quienes quem aron con perfum e las pupilas de sus cent inelas
de quienes rom pieron sus t ím panos
de grit os de loras sobrevivient es de la experiencia de Jericó.

Ni de los vivos ni de los m uert os


habrá perdón para ese uso de la palabra.
El inocent e gigant e j ust iciero
despert ará de su ensordecim ient o
abrirá sus profundos oj os anegados por los profet as
y los fulm inará en sus propios asient os enraizados
a la derecha del Am o desenm ascarado
por los siglos de los siglos
para nunca j am ás.

LEY D E LA VI D A

El árbol poderoso com ienza en la sem illa


y aunque el am or sea profundo y alt o
es t am bién m ínim a la sem illa del hom bre.

Antología poética de Roque Dalton 100


El nacim ient o del arroyo el polen
el huevecillo de la blanca palom a
la piedra que ha rodado por el m ont e nevado
desde su pequeñez llegan al m ar
al girasol al vuelo int erm inable
al planet a de nieve que nada det endrá.

En la lucha social t am bién los grandes ríos


nacen de los pequeños oj os de agua
cam inan m ucho m ás y crecen
hast a llegar al m ar.

En la lucha social t am bién por la sem illa


se llega al frut o
al árbol
al infinit o bosque que el vient o hará cant ar.

R. D .

Descubrió que nacer en El Salvador no era ( com o se aseguraba) una


insalvable lim it ación
y se fue a Chile
donde suspiró por Francia
hast a que en un café del Quart ier Lat ín encont ró
a su Verlaine
quien le dij o
m erde
se reconcilió con el idiom a, con España, con
Am érica.
Volvió a El Salvador, y verificó que sólo la m uert e es
lim it ación.
Robe r t o Fe r n á n de z Re t a m a r
Poe t a y En sa yist a . Cu ba ( 1 9 3 0 )

EL RESUCI TAD OR

Roque Dalt on, alum no de Miguel Márm ol en el m uy salvadoreño oficio


de resucit ar, se salvó dos veces de m orir fusilado. Una vez se salvó

Antología poética de Roque Dalton 101


porque cayó el gobierno y ot ra vez se salvó porque cayó la pared,
gracias a un oport uno t errem ot o que le perm it ió fugarse. Tam bién se
salvó de los t ort uradores, que lo dej aron m alt recho pero vivo, y de los
policías que lo corrieron a balazos. Y se salvó de los hinchas de fút bol
que lo corrieron a palazos, y se salvó de las furias de una chancha
parida y de num erosos m aridos sedient os de venganza. Poet a hondo y
j odón, prefería t om arse el pelo a t om arse en serio, y así se salvó de la
solem nidad, de la grandilocuencia y de ot ras enferm edades que
gravem ent e aquej an a la poesía polít ica lat inoam ericana.

No pudo salvarse de sus com pañeros. Con pena de m uert e cast igaron
su discrepancia, por ser la discrepancia delit o de alt a t raición.

Dalt on no se salvó de la bala que vino de al lado.


Edu a r do Ga le a n o
Escr it or . Ur ugua y ( 1 9 4 0 )

FORM ULARI OS... H OJA N º 2


Para orient ación de nuest ros com pañeros que se encuent ren alguna
vez en la necesidad de pronunciar un discurso de ingreso en alguna
inst it ución cult ural salvadoreña de t ipo t radicional ( en los casos y de
acuerdo a las est ipulaciones que const an en el j uram ent o prest ado
según la fórm ula de la hoj a Nº 1 de la present e serie) , la JUNTA
DI RECTI VA DEL CÍ RCULO LI TERARI O UNI VERSI TARI O se perm it e
adj unt ar un ej em plo de discurso " anarco- crim inoso" que t uviera gran
éxit o al ser pronunciado por su aut or, en un fallido int ent o de ingreso a
la Academ ia Salvadoreña de la Hist oria, int ent o para el cual había sido
debidam ent e aleccionado por nuest ra organización.

Del nivel de dicho éxit o habla fehacient em ent e el hecho de que


nuest ro com pañero ha cum plido ya su oct avo m es de prisión en la
Penit enciaría Cent ral, acusado de at ent ado cont ra los sím bolos pat rios,
prom oción de desorden público, daños a part iculares ( le dio un pat at ús
al Dr. Julio Faust o Fernández y el Dr. Ram ón López Jim énez agarró
zum ba de churría durant e m ás de un m es) , inj urias y calum nias. Su
ej em plar pieza orat oria dice así:

" Excelent ísim o Señor President e de la República,


Su Señoría I lust rísim a Monseñor Arzobispo de San Salvador,
Venerables e I lust radísim os Señores Académ icos:

Antología poética de Roque Dalton 102


Todo el m undo sabe que siem pre odié a la gran m ayoría de los
próceres. José Mat ías Delgado, con cuyo apellido m e sobrenom braba
uno de m is m últ iples dent ist as de m i niñez descalcificada, siem pre m e
hace pensar en el cat arro y en el m al alient o eclesiást ico, ya lo dij e en
un poem a.

Est oy absolut am ent e seguro de que José Sim eón Cañas, el libert ador
de los esclavos, bebía dem asiado y en form a em bozada, y que Manuel
José Arce era lo poco figura hist órica com o para inspirar a gent es de la
calaña int elect ual de Chem a Lem us.

¿Os im agináis, com pat riot as, que el General Francisco Menéndez,
responsable de una m uy recordada Reform a Liberal olorosa a naft alina y
a pat as de cuca, era alguien m ucho m ej or que nuest ro cont em poráneo
Cabro Loco, el salvavidas m ás viej it o del m undo?
El cult o a t oda esa pandilla de pendej os es una de las m ayores
expresiones de nuest ra cat ut ería m ent al.

Yo sé, ilust res señores que m e escucháis, que no podem os esperar de


un día para ot ro devenir en unos Felipes Mansos de la perspect iva
hist órica y que en el cuart it o m esonero en que nos encierran las
front eras a puras penas cabe Cat ut a.

Sin em bargo, ni m e aconsej o la nat ación cont ra corrient e, ni quiero


pecar de proponérosla en ningún nivel: el águila no solam ent e no caza
m oscas sino que dej a de hacerlo con la m ás silenciosa m aj est ad.
Por eso m e em pecino en adm irar a los fut bolist as criollos que
derrot aron al Sant os de Brasil ( con t odo y la presencia de Pelé en sus
filas, les zam pam os, com o t odos vosot ros recordaréis, dos goles cont ra
uno, con el agravant e de que el gol brasileño fue de penalt y) ; a la
Cam iona, esa put a not abilísim a y loable, sant aneca, que nos dot ó de un
argum ent o t odo poderoso cont ra cualquier cult ura ext ranj era de ayer y
de hoy, saliendo airosa de un coit o sem ipúblico con Truxon, el gorila del
Circo At ayde; y, no falt aba m ás, al Chino Pint o, lanzándose desde t an
alt o, en un paracaídas sospechoso, sobre un t errit orio t an pequeño
com o es el de nuest ro país, et c."

M ALA N OTI CI A EN UN PED AZO D E PERI ÓD I CO

Hoy cuando se m e m ueren los am igos


sólo m ueren sus nom bres.

Antología poética de Roque Dalton 103


¿Cóm o aspirar, desde el violent o pozo,
abarcar m ás que las t ipografías,
resplandor de negruras delicadas
flechas hast a las ínt im as m em orias?

Sólo quien vive fuera de las cárceles


puede honrar los cadáveres, lavarse
del dolor de sus m uert os con abrazos,
rascar con uña y lágrim a las lápidas.

Los presos no; solam ent e silbam os


para que el eco acalle la not icia.

ESCRI TO EN UN A SERVI LLETA

Alzo m i copa, cam aradas,


y ant e t odo pido que m e perdonéis
por at ravesar sin perm iso y sin com post ura
las puert as de la em oción:
nuest ro herm ano de t an lej ano país,
nuest ra hij a de las ent rañas, niña de nuest ros oj os,
fundan su noble casa sobre una firm e piedra.
Hij os del pueblo, com unist as los dos,
han escuchado
la fulm inant e voz del corazón.
La alegría es t am bién revolucionaria, cam aradas,
com o el t rabaj o y la paz.
Boda de flores roj as,
¡hurra, por ellos!
¡Mucho am or uno al ot ro!
Siem pre fieles y m ut uam ent e apoyados
nos darán hij os herm osos
( sea est o dicho con el perdón)
que lucirán m uy bien los prim eros de Mayo.
Y es que a part ir de ahora
cada uno es un cam arada
m ult iplicado por dos.
Est o es com o si dij éram os
el lado práct ico del rom ance.
Com am os y bebam os, cam aradas.

Antología poética de Roque Dalton 104


AQUELARRE

Pase ust ed adelant e General


y t om em os un t rago de aguachirle
el dest ino est á escrit o en las paredes
la esperanza cam ina en palanquín al sol.

Mi vent aj a es que t engo el corazón m arsupial


m e río a carcaj adas de su fabulosa m azm orra.

Le present o a est e fet o de cadáver


m udo com o un pant ano aust ral
herej e
en est a cofradía de pat íbulo.

Siént ese en est e cráneo de m am ut .

Lávese allí nom ás


en el charco de sangre.

PROH I BI D O PARA M AYORES

Vulvit as
falit os
salivit as
dedit os
culit os
lengüit as
olorcit os
ruidit os
suspirit os
m am acit a
papacit o

Y las m uñecas se quedan para siem pre solas


y las pist olas del Llanero Solit ario se pudren.

Hast a que se da cuent a una m am á.

Antología poética de Roque Dalton 105


AN ASTASI O AQUI N O, TU LUCH A...

Puñet azo por la t ierra fue t u lucha t ot al:


ala guerrera,
paredón de esperanzas enraizadas en el grit o m ás hondo de la m ilpas.

Tlaloc, con su voz húm eda,


hizo bullir las venas ancest rales de t u pueblo dorm ido,
est ableció vibrant e en rut as la t orm ent a pot ent e
y coronó con luz inform at iva la cont ext ura fért il del m achet e.
At onal, el ant iguo, con su alim ent o m et álico,
cant ó m aizales de esperanza alt iva
fundando el ansia de levant ar la frent e desde la derrot a.

Det rás de t i, com bat e en com bat e,


arquit ect o del pan, padre del surco,
llevando t u alt o pecho por escudo
nació la lucha, est at ua de los vient os.
Hubo un grit o desnudo, un clam or sudoroso
de m ineral vergüenza despert ada;
una voz alt a y m últ iple
de sangre roj a y pura que elim inó las lágrim as;
una palabra errant e
que definió la condición enorm e de los días fut uros.

Pero un sapo violent o,


un cuervo art ero
y un león enano,
después de poseerse m ut uam ent e,
parieron sin esfuerzo, azul y agrio al odio;
una risa feudal enm arañada puso firm a al puñal.
Decret ó m uert e,
saña verbal, insult o obligat orio.
Te int roduj o en un saco. Te t iró al m ar
cerca de la resaca m ás espesa.
Vist ió a cien t iburones con t ogas elegant es
de la Academ ia de la Hist oria.
Envenenó las aguas,
escupió, pat eó, m ordió.
Volvió t ranquila a su gargant a sorda, con t u recuerdo rot o.
Había m uert o un indio.
Ant i- crist iano, ant i- cult ural...
Ya podían de nuevo, civilizadam ent e,
const ruir cadalsos, rest allar lát igos, condecorar verdugos.

Antología poética de Roque Dalton 106


Había que reírse, no era para m enos.

UN H OM BRE N UEVO, UN H OM BRE D EL CH E

Crit icar lo que no funciona bien «ent re nos» es aut ocrit icarse y poder
corregir defect os, que t ant o convienen al enem igo. No t odo aspirant e a
com unist a cree en est a afirm ación. Pero Roque sí y ej erció la aut ocrít ica
con int eligencia y valent ía. Est oy personalm ent e int eresada en est e
aspect o del ser revolucionario: la «crit icaut ocrít ica» es práct ica difícil
porque adem ás, para no ser inj ust os con lo logrado, solem os
aut ocom placernos enum erando éxit os.

Roque andaba a t ient as buscando o perdiendo solideces ideológicas,


m orales, para hablar de sus personales cont radicciones aún no
resuelt as: su reconocim ient o de «no t ener t odavía concept os m uy
claros» en «aspect os de la revolución».

Vaya audacia y salud, decirlo así en una ent revist a. A veces sospecho
que esa ent ereza y esa lucidez fueron t am bién la causa de que lo
asesinaran, en esas circunst ancias. La m ediocridad no perdona.
Tam poco perdonan los Roques, vivos o m uert os, «indóciles» m ot ores de
los t iem pos hist óricos.

M a r ía Gr a vin a Te le ch e a
Poe t a . Ur u gu a y ( 1 9 3 9 )

M ARÍ A QUEZALAPA
( Variaciones)

I
Tlaloc en vez de las sem illas de su frent e
m ieles echó en la copa velluda de t u m adre
m iel de caim it o por los dulces t alapos desflorados
m iel de la flor de infundia que t e dest inó desde ent onces a m i sueño.

Ent re el bej uco m uriéndose en el suelo podrido de la selva


ent re la raíz art erial del bálsam o que desgarraba la piel de las culebras

Antología poética de Roque Dalton 107


ent re las hoj as naufragadas desde el aire calient e
a la alt ura del j ugo m ás alt o de la t ierra
ella se echó a dorm ir llevándot e com o ot ro corazón.

Pero nueve m eses después recién parida


t e sum ergieron en la poza bruj a
para que abrieras los oj os baj o el agua.

Por eso t u m irada es honda cuando lloras


por eso se t e am a m ej or baj o la lluvia
por eso t u saliva parece que se bebe ent re la arena.

II
Tu color
de cacao suavizado en la leche de una cabra salvaj e.
Tu color
de m ariposa oscura am asada con flores de j azm ín.
Tu color
de venada int ocable m oj ada por la hierba.
Tu color
de huracán en verano levant ando las raíces del cobre.
Tu color en la t ierra
asom bra a las raíces que t e ven cam inado.
Tu color en los árboles
es una clara noche regando sus perfum es.
Tu color en el aire
es de un nuevo arcoiris que sale del m aíz.

AYER

Junt o al dolor del m undo m i pequeño dolor,


j unt o a m i arrest o colegial la verdadera cárcel de los hom bres sin voz,
j unt o a m i sal de lágrim as
la cost ra secular que sepult ó m ont añas y oropéndolas,
j unt o a m i m ano desarm ada el fuego,
j unt o a m i fuego el huracán y los fríos derrum bes,
j unt o a m i sed los niños ahogados
danzando int erm inablem ent e sin noches ni est at uras,
j unt o a m i corazón los duros horizont es y las flores,
j unt o a m i m iedo el m iedo que vencieron los m uert os,
j unt o a m i soledad la vida que recorro,

Antología poética de Roque Dalton 108


j unt o a la disem inada desesperación que m e ofrecen,
los oj os de los que am o
diciendo que m e am an.

LÓGI CA REVI

Una crít ica a la Unión Soviét ica


sólo la puede hacer un ant isoviét ico.
Una crít ica a China
sólo la puede hacer un ant ichino.
Una crít ica al Part ido Com unist a Salvadoreño
sólo la puede hacer un agent e de la CI A.
Una aut ocrít ica equivale al suicidio.

D E N UEVO ACERCA D E LAS CON TRAD I CCI ON ES EN EL SEN O D E


LA POESÍ A

Nuest ra poesía es m ás put a que nuest ra dem ocracia


con sus párpados puede corrom per a la j uvent ud
t rom pet a de burdel sonada hacia el horizont e
a lom os de una vaca a punt o de desint egrarse
pero ducha en el póker de los siglos.

Crist o con bello chaleco de j azzist a


clavado quím icam ent e a su propio m ilagro
el poet a sim ulará una espléndida m udez
pensando que t an sólo la ciudad es náufraga.

Rezo a t u t em pest ad im ploro


suplico cara a cara por t u t em pest ad
gozne j ust o de goce flet e de oro
hacia el desiert o que clam a por la sal.

Crem a de lást im a em boscada flagrant e


t odo est o es sólo una erizant e brom a
cuando no lloras eres espant oso
com o un payaso de caucho descolorido por la corrient e.

La poesía es el cubo de la leche de burra


donde cayó la est rella por quienes t odos pregunt an.

Antología poética de Roque Dalton 109


Ot ra j ugarret a de la locura
y perdería m i puest o de cent inela form idable
cayendo com o la lengua de un ahorcado
hast a una j aula llena de lobos frágiles.

Una erizant e brom a nada m ás


em boscada flagrant e
put a poesía para sim ular.

VOX POPULI

" En 1932 no se t ort uró a nadie. ¿A qué horas, señor? Ya sólo con
fusilar aquellas t anat adas de gent e t eníam os m ás t rabaj o del que
podíam os at ender con seriedad. Por eso no m e ext raña que haya
sobrevivient es de ent re los fusilados. Se conoce el caso de don Miguel
Márm ol, pero debe haber ot ros por ahí, que no hablan por el m iedo de
que se los vuelvan a t ronar ot ra vez en la m enor oport unidad."

" Nadie com ía carne de cerdo. En prim er lugar porque de seguro esos
anim ales se habían encargado, j unt o a los zopilot es y los insect os, de
devorar los cadáveres de los cam pesinos que habían caído ent re los
m at orrales y en segundo lugar porque m ás de alguna persona aseguró
que vendedores inescrupulosos habían llegado a vender carne hum ana
en las zonas de occident e especialm ent e azot adas por el ham bre,
haciéndola pasar por carne de cerdo."

" Las Guardias Cívicas t enían cart a libre para m at ar a cualquiera. Las
aut oridades j udiciales y m ilit ares, por el cont rario, est im ulaban a los
m iem bros de t ales cuerpos para que hicieran los m enos prisioneros
posibles y de una vez fueran haciendo j ust icia direct a, a t iro lim pio. Los
grupos de la Guardia Cívica com pet ían ent re sí para ver quién podía
m at ar o localizar m ás com unist as en un día. Est as Guardias act uaron y
m at aron gent es aún en lugares donde nunca hubo act ividad com unist a
ni com unist as."

" Desde varios púlpit os de San Salvador los sacerdot es absolvieron


previam ent e cualquier pecado que por exceso pudieran com et er los
m iem bros de las Guardias Cívicas en el desem peño de sus labores
ant icom unist as."

Antología poética de Roque Dalton 110


" ¿Que no se t ort uró? Eso es falso. Se t ort uraba diaria y
const ant em ent e. Toda persona que era capt urada era m uert a después
de horribles palizas, m achet eadas, sacaduras de oj os, colgaduras. La
Guardia Nacional m at ó a m uchas personas a culat azo lim pio, el ej ércit o
se dist inguió en el uso de la bayonet a. Cuando se capt uraba a un
cam pesino que hubiera hecho resist encia se le cogía ent re cuat ro por
brazos y piernas, se le lanzaba al aire y se le enganchaba en la caída
con las bayonet as. La única garant ía de no ser t ort urado era ser m uert o
desde lej os."

" En t odos los hospit ales había orden de avisar a la Guardia o a la


Policía sobre los heridos que llegaran a pedir curación. Así se capt uró y
se m at ó a m uchos que habían sobrevivido a los am et rallam ient os en las
zonas rurales."

" En I zalco se llevó a los niños de las escuelas prim arias a presenciar
el ahorcam ient o del líder indígena Feliciano Am a."

" Un dest acam ent o de la Guardia en San Salvador allanó un conocido


prost íbulo y vent a de aguardient e. Con la am enaza de que si no
acept aban com placerlos, las acusarían de com unist as y las m at arían,
obligaron a las prost it ut as a part icipar en una orgía que duró una
sem ana, hast a que se agot aron las exist encias de licor. Una de las
prost it ut as fue m uert a a golpes por los Guardias Cívicos en m edio de la
borrachera."

" Dice don Miguel Márm ol que, en Arm enia, un general de apellido
Pint o m at ó personalm ent e a m ás de set ecient os cam pesinos que habían
sido capt urados por el ej ércit o. Los soldados obligaron a los presos a
abrir sus fosas y luego venía el general y los m at aba con su pist ola."

" De acuerdo con la población de ent onces, en enero de 1932 hubo en


El Salvador m ás de un m uert o y m edio por kilóm et ro cuadrado."

" Ent re los fusilam ient os efect uados con luj o de publicidad en I zalco,
causó gran dolor el del cam pesino pobre Francisco Sánchez, conocido en
la población y ent re los indios com o Chico Sánchez, quien se había
afiliado al com unism o y que precisam ent e por el cariño de que gozaba
había sido seguido por m ucha gent e hacia las filas del Part ido
Com unist a, los sindicat os cam pesinos y el Socorro Roj o I nt ernacional.
En publicaciones ant icom unist as cent roam ericanas han circulado una
serie de fot ografías del fusilam ient o de Chico Sánchez. En ellas se ve al
dirigent e cam pesino posando ent re el Coronel Juan Ort iz y el cura que le
ofreció los 'auxilios crist ianos’, o bien arrodillado frent e a est e m ism o

Antología poética de Roque Dalton 111


cura en los m om ent os de hacer su confesión cat ólica. La fot o final de la
serie m uest ra a Sánchez m uert o, con la boca y los oj os abiert os,
m irando hacia el infinit o, m ient ras el volcán de I zalco com enzaba un
violent o ciclo erupt ivo. Un poet a de la época, izquierdist a que con el
correr de los años se convirt ió en un furibundo derechist a, pudo
ent onces capt ar en unos versos defect uosos pero m uy sent idos, lo que
pensaba el pueblo de la figura de Francisco Chico Sánchez:

Francisco Sánchez, Francisco,


indio de m irar lej ano,
la dura cara de risco
y el corazón franciscano..."

" La pist ola 45 com enzó a ser m uy apreciada en el ej ércit o de El


Salvador durant e los acont ecim ient os del ‘32. A part ir de ent onces se
convirt ió en el arm a personal por excelencia de los oficiales en cam paña.
Es que fue sin duda not able cóm o las balas de fusil, digam os 30.06, e
inclusive las ráfagas de am et ralladora pesada de est e calibre, eran
incapaces de cont ener a los cam pesinos que cargaban cont ra la t ropa a
m achet e pelado. Los enardecidos com unist as t erm inaban por m orirse,
pero alcanzaban a llegar hast a el nido de am et ralladoras y en ocasiones
hast a herían a los soldados del ej ércit o. El im pact o de la bala 45, que,
com o se sabe, causa un golpe de 500 libras en una superficie de 11
m ilím et ros de diám et ro, paralizaba inm ediat am ent e en el m ism o lugar a
quienes lo recibían. Parece que ello se debe al shock o algo por el est ilo.
Lo ciert o es que ningún oficial port ador de la pist ola 45 t uvo la m enor
dificult ad durant e los hechos de la guerra de aquel año. I gual
experiencia habían t enido las fuerzas nort eam ericanas invasoras de las
Filipinas."

OH LI GARQUÍ A

Dedicado al núcleo de la clase int erna lacayo- dom inant e, que incluye
una apreciación nada personal sobre lo que le cabe esperar de su am o,
a j uzgar por los vient os que soplan.
Oh
ligarquía
ma
drast ra
con m arido asesino
vest ida de piqué

Antología poética de Roque Dalton 112


com o una buit ra
acechast e en las ram as
del enredo de la Hist oria
ridícula com o t odo lo m alo
hay que acabar cont igo gorda
asna con garras
t igra de palo
cruel y m ás cruel y t odavía odiando
t e hacés cargo de la delicia del pollo
no de la horrible
ret orcida de buche del t raspat io
cenás con el abogado
pero solo dorm ís t ranquila por el pobre cuilio
m aj e
chucha insepult a y em perifollada
Gran Arquit ect a de las cárceles
y de la m ayoría de enferm os que se quedan afuera del Hospit al
viej a m at ona de alm a int est inal
una t acit a de oro y de café y una pist ola
un crucifij o de conchanácar y un garrot e
oligarquía
bacinilla de plat a del obispo y j efa del obispo
puñal de oro y veneno del President e
y m ant enedora del President e
caj a de gast os chichos de Míst er Rockefeller
coyot a del señor Em baj ador
rufiana de la pat ria
oligarquía hoy m ás que t odo
náufraga que quiere hundir al barco
depósit o recargado de m ierda del avión
im perial
y am enaza t orm ent a.

ESTUD I O CON ALGO D E TED I O


Clov: - Llora.
Ham m n: - Luego vive.
( Diálogo de Fin de Part ida, de Bécquer)

Tengo quince años y lloro por las noches.

Yo sé que ello no es en m anera alguna, peculiar,


y que ant es bien hay ot ras cosas en el m undo

Antología poética de Roque Dalton 113


m ás apropiadas para decíroslas cant ando.

Sin em bargo hoy he bebido vino por prim era vez


y m e he quedado desnudo en m is habit aciones para salvar la t arde
hecha m inúsculos pedazos
por el reloj .

Pensar a solas duele. No hay nadie a quien golpear. No hay nadie


a quien dej ar piadosam ent e perdonado.
Est á uno y su cara.
Uno y su cara de sant ón farsant e.

Surge la cicat riz que nadie ha vist o nunca,


el gest o que escondem os t odo el día,
el perfil insepult o que nos hará llorar y hundirnos
el día en que lo sepan t odo las buenas gent es
y nos ret iren el am or y el saludo hast a los páj aros.

Tengo quince años de cansarm e


y lloro por las noches para fingir que vivo.
En ocasiones, cansado de las lágrim as,
hast a sueño que vivo.

Puede ser que vosot ros no ent endáis lo que son est as cosas.

Os habla, m ás que yo, m i prim er vino


m ient ras la piel que sufro bebe som bra.

LOS LOCOS

A los locos no nos quedan bien los nom bres.

Los dem ás seres


llevan sus nom bres com o vest idos nuevos,
los balbucean al fundar am igos,
los hacen im prim ir en t arj et it as blancas
que luego van de m ano en m ano
con la alegría de las cosas sim ples.
¡Y qué alegría m uest ran los Alfredos, los Ant onios,
los pobres Juanes y los t acit urnos Sergios,
los Alej andros con olor a m ar!

Antología poética de Roque Dalton 114


Todos ext ienden, desde la m ism a gargant a con que cant an
sus nom bres envidiables com o banderas bélicas,
sus nom bres que se quedan en la t ierra sonando
aunque ellos con sus huesos se vayan a la som bra.

Pero los locos, ay señor, los locos


que de t ant o olvidar nos asfixiam os,
los pobres locos que hast a la risa confundim os
y a quienes la alegría se nos llena de lágrim as,
¿cóm o vam os a andar con los nom bres a rast ras,
cuidándolos,
puliéndolos com o m ínim os anim ales de plat a,
viendo con est os oj os que ni el sueño som et e
que no se pierdan ent re el polvo que nos halaga y odia?

Los locos no podem os anhelar que nos nom bren


pero t am bién lo olvidarem os.

EL GEN ERAL M ARTÍ N EZ

Dicen que fue un buen President e


porque repart ió casas barat as
a los salvadoreños que quedaron...

ATALAYA

Una religión que t e dice que sólo hay que m irar hacia arriba
y que en la vida t errenal t odo es baj eza y ruindad
que no debe ser m irado con at ención
es la m ej or garant ía para que t ropieces a cada paso
y t e rom pas los dient es y el alm a
cont ra las piedras rot undam ent e t errenales.

LA VERD AD ERA CÁRCEL

Oh m i país sus oj os descarriados


sólo flores en hom enaj e de su m uert e adivinan

Antología poética de Roque Dalton 115


año de la profundidad t em pest ad deshabit ada
pero en espera de su got a de fecundación.
Bienvenida ent onces enhorabuena la locura
voy a com prarle un caram elo para que m e defienda
y así poder volar alguna vez al m undo
luego de est e sum ergim ient o m ort al.

Prefiero sabedlo la locura a la solem nidad:


hoj eo m i alm a m is guadañas m is vért igos
y no es en ot ros t érm inos la respuest a florida.

Así confío en la pot encia del abandono


o del alarido angust iado que perm anecerá com o prueba
de m i rem ot a inocencia.

Menudo esfuerzo hice para t ener fe t an sólo en el deseo


y en el am or de quienes no olvidaron
el am or y la risa.

M ECAN ÓGRAFO

Sales de t u casa por las m añanas


con olor a j abón pensando en las m acet as
de claveles en el daño que les hacen los niños
ya est ás bien del resfriado el sol
sabe a cognac barat o a t rago grande de él
¿es la m añana un vaso indescript ible un vaso
en cuyo fondo queda siem pre la resaca
de las dichas de ayer de ot ros ayeres com o ayer?

No t e im port a
t om as el bus frent e a la Penit enciaría
ahí quedan - hace frío hace fiebre- los allegados a la violencia:
los asesinos los ladrones los poet as los locos
los revolucionarios los sant os del alt avoz
los im precadores por el am or
con los oj os abiert os.

Mas no t e im port a
baj as cerca de la oficina
y com pras un periódico com o t odos los días:

Antología poética de Roque Dalton 116


han invadido - al fin- a Cuba
desde la alt ura el fuego m at ó niños en las playas ciudades y m ás niños
pasas luego a los cóm icos la solución - t arareas-
del crucigram a el horóscopo Gém inis y t u buena est rella
- ella ha nacido en Tauro con sus oj os azules-
el part ido del dom ingo ha sido suspendido
por el est ado de em ergencia nacional - una lást im a-
nuevos presos polít icos la policía balaceó a un obrero
gran cam paña ant icom unist a se persigue
con gran ardor pat riót ico a las organizaciones clandest inas.

No t e im port a
subes las escaleras buenos días doct or
m uy buenos días señor j efe de sección
m uy buenos días - baj as la cabeza- cóm o est á Ust ed
Señor - sonríes- direct or.

Luego t e sient as frent e a la m áquina


rut ilant e com o un ópalo en la barriga de un gran pez
- beat ífica la sonrisa sat isfecha la piel
desnuda ent re la ropa y los zapat os-
alargas t us dedos blancos de pianist a
( yo vi en una película a Chopin el pobre
se m urió t ísico - sangre en el pañuelo- por excesos de am or)

t us diez dedos pulcrísim os y t ac


t ac t ac t acat ac no t e im port a
nada t acat ac
et ernam ent e t ac
t acat ac
hondo es el pozo t ac
t acat ac t ac
t acat ac

LA POZA BRUJA

La Poza Bruj a queda cerca de Tenancingo, en un recodo del Río


Quezalapa. El que se ahoga en ella pierde t oda dureza. Los dient es del
cadáver se unen en una sola m asa past osa y la nariz sin soport es parece
com o que se ha derret ido. Los dolient es que rescat an esos cuerpos -
perdida la resist encia de los huesos por el fenóm eno- los enrollan com o
un pet at e y en un pet at e nuevo los envuelven para ent errarlos. Todo

Antología poética de Roque Dalton 117


ello prueba la especial act ividad de la m uert e. Pues m ient ras uno
perm anece vivo puede nadar deliciosam ent e en la Poza Bruj a sin m ás
pert urbaciones que ciert as arrugas en los dedos ( especiales, eso sí, por
aparecer, cont rariam ent e a las que producen las dem ás aguas,
at ravesando horizont alm ent e las yem as) . Mi t ío Andrés aseguraba que
los peces de la Poza Bruj a son ciegos y que m ueren al ser arrast rados
por la corrient e fuera de la gran concavidad. El últ im o ahogado en ella
se llam aba Zavalet a y su cuerpo fue enrollado al revés ( quedando los
pies en la últ im a vuelt a) con m ot ivo de que, habiendo sido im posible
cerrarle los oj os, se hacía m uy desagradable para los espect adores
aquella m irada plana.

BALLET
Para B. H.

El últ im o vagón ha m at ado al cisne...

Su m ayor enem igo fue la m ancha de barro


y he aquí que hoy sus est ert ores anegan
de suciedad los t raj es de los t ranseúnt es.

Los niños ríen y t raen varit as agudas


para rem at arlo a est ocadas.

SAUD AD E

Lo que m e ha dado la vida


caballos im perm eables
riéndose a cada rat o
de m is num erosos resfriados.

Tam bién una m anera de ser com unist a


que el día que se ponga de m oda
una de dos:
pero m ej or m e callo.

Tam bién un corazón que ya abusa.

Y una m uchacha que indudablem ent e

Antología poética de Roque Dalton 118


debió pensarlo m ej or.

La vida se llevó en cam bio t odos m is poem as


escrit os en un barrilet e casi m et eorológico
y se llevó m i viej o t raj e de payaso
m i olor de am igo t ont o
m i sonrisa que da ganas de llorar
e inclusive un poquit o de ham bre.

Así que
m ej or apárt ense de m i cam ino.

Antología poética de Roque Dalton 119

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