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4.

Dios se llama Camino


1. Cristo vive y te quiere vivo
1.1 Cristo vive
1.2 Dios ama en los jóvenes
1.3. Principio-Encarnación y códigos juveniles
2. Seguidos del Camino y búsquedas existenciales
1.1 Dios se llama Camino
1.2 Preguntas ineludibles y búsquedas existenciales
1.3 Una ética elemental y una religación
3. En el camino, con Jesús y con los jóvenes
2.1 Circunstancialidad de la experiencia y diversidad de procesos
2.2 Espacios, movimiento…Dios, vida
2.3 El trayecto y el final

Cristo vive y te quiere vivo

1. Cristo vive

Por el acontecimiento de la encarnación, lo humano ha sido llevado a la plenitud y lo


divino se ha hecho más humano, porque “la gloria de Dios es el hombre vivo”. 1 Y
también como decía Mons. Romero aludiendo a Ireneo: “Los antiguos cristianos decían:
‘Gloria Dei, vivens homo’, (la gloria de Dios es el hombre que vive). Nosotros
podríamos concretar esto diciendo: ‘Gloria Dei, vivens paupen’ (La gloria de Dios es el
pobre que vive)”.2 Y para la reflexión que queremos proponer podríamos parafrasear la
expresión afirmando que “la gloria de Dios es que los jóvenes vivan”

Nada de lo humano, ni los limites ni lo bochornoso, ni las alegrías y las tristezas, ni los
gozos y las angustias, los placeres y los dolores están al margen de Dios. El Vaticano II
decía: “Los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de
nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren, son a la vez gozos y
esperanzas, tristezas y angustias de los discípulos de Cristo. Nada hay verdaderamente
humano que no encuentre eco en su corazón.” (Gaudium et Spes, 1) Por eso, como
creyentes podemos hacer la ciega para eliminar nada de lo bello, bueno y verdadero que

1
Ireneo de Lion, Tratado contra las Herejías, Libro 4, 20:7
2
ROMERO, Oscar A, “La dimensión política de la fe desde la opción por los pobres”, Discurso de
recepción del doctorado Honoris Causa en Humanidades, Universidad de Lovaina, Bélgica, 2 de febrero
de 1980, en ROMERO, Oscar A, ¡Cese la represión!, Madrid, 1980, p. 119.
ocurre en la sociedad, aunque tenga visos de ambigüedad. Porque, en las culturas –y por
extensión, en la cultura juvenil- no sólo hay “semillas del Verbo” como señales de la
presencia de lo divino, sino que hay “mucho más que semillas del Verbo”.

Porque Jesús se comunica como don y salvación para los jóvenes, se hizo “carne” y
continúa haciéndose “carne” hoy, para que los jóvenes vivan.

2. Dios ama en los jóvenes

“Dios vive en los jóvenes” es una afirmación de fe (teologal), no un dato empírico de lo


que ocurre, o lo dado, o siquiera un deseo profundo. Dios es un extraño por la
indiferencia religiosa, por la pobreza extrema, por la muerte violenta y las
desigualdades. Sin embargo, Dios está presente en los jóvenes, existe y actúa en la
sociedad, la Iglesia y la historia. En y a través de los jóvenes, Dios también se
manifiesta por medio de ellos 3. Reconocer su presencia aun cuando aparezca como una
ausencia o aparezca de otro modo al esperado. Dios está omnipotente en la impotencia
de la cruz, Dios está presente y ausente en la vida y en la muerte, en la justicia y en la
injusticia, en la felicidad o en la amargura de la existencia. Presencia misteriosa pero
real de Dios en los jóvenes. Presencia real y misteriosa de los jóvenes en la
manifestación divina. Además de creer en el Dios que ama a los jóvenes, los agentes de
la pastoral creemos en los jóvenes.

Una pastoral centrada en el Dios que vive en los jóvenes cambia el eje del asunto. Se
trata, en primer lugar, de descubrir los signos de la presencia de lo divino −el Dios de
los jóvenes− y, en segundo lugar, de transmitir un mensaje sobre Dios. Es el reverso de
la afirmación de fe: los jóvenes como epifanía divina. Ello nos ayudaría a tomar
conciencia de la presencia/ausencia de Dios/Jóvenes para expandirla, reconocerla,
afianzarla, descubrirla, contemplarla, actuarla, actualizarla, anunciarla.

El fenómeno de Dios presente en los jóvenes −con sus equívocos, así y todo− y de la
irrupción de los jóvenes cómo manifestación divina −aún con todas sus ambigüedades−
es una clave para repensar la pastoral juvenil desde una perspectiva no unidireccional.

3
Sobre esta temática me inspiro en GALLI, Carlos, Dios Vive en la ciudad. Hacia una nueva pastoral
urbana a la luz de Aparecida, Buenos Aires, 2012.
Los jóvenes se le presentan a la pastoral como horizonte a la vez que, como frontera,
implican un “choque” con nuestras concepciones actuales y con la realidad eclesial para
animarnos a mirar más lejos.

3. Principio-Encarnación y códigos juveniles

Hay una institución y una tradición, cierta concepción teológica y prácticas legitimadas
que sostienen propuestas insostenibles. Prácticas sin sentido para los creyentes jóvenes.
Cuando la pastoral no logra sintonizar con los jóvenes de la época se produce el
desfasaje. De tal forma que las propuestas resultan atractivas o responden a quienes
integran cotos de practicantes o de conversos. Situación por demás interesante para
discutir, pues algunos ambientes eclesiales fundamentalistas y neoconservadores
continúan sosteniendo que están en lo correcto, ganan adeptos y legitiman socialmente
tales prácticas asociadas con rituales, dogmas y prescripciones.

En la mutación de las sociedades aparecen nuevos sujetos, otros saberes y prácticas


inéditas. La viabilidad y la potencia de la subjetividad pueden tener lugar en mínimos de
institucionalidad y de soportes organizativos. Estar atentos a los códigos, lenguajes y
estéticas es un desafío para las comunidades eclesiales: el desafío de intentar
comprender las fluctuaciones institucionales no desde la naturaleza, lo permanente y lo
establecido sino desde la fluidez, la negociación de significados y los cambios de reglas.
Por eso se torna necesario plantearse el “fondo” de los procesos institucionales que
perduran y determinan las maneras de hacer y que, actualmente, han devenido
obstáculos para ser significativos ante los jóvenes creyentes. Cambiar para seguir el
movimiento de los jóvenes o permanecer inconmovibles, con el riesgo de quedarnos sin
ellos.

Los embates de los cambios socioculturales impactan de lleno en las instituciones


eclesiales y pastorales provocando desajustes estructurales. Tan es así que pierde
“carne” el lenguaje teológico, la impostación de las celebraciones se mueve en las
abstracciones de una cultura ajena a los jóvenes, las propuestas pastorales ofrecidas no
satisfacen sus expectativas y las formas de entrar en vinculación con ellos no tienen
llegada.
“El hecho de no adherir durablemente a ninguna institución, de rechazar
las diversas formas de compromiso, no es más que un modus operandi
que permite vivir ese pluralismo estructural. También un modo de
asumirlo. En sentido estricto, un “éxtasis” que permite escapar a la vez al
encierro del tiempo individual, al principio de identidad y a la fijación
social y profesional. (…) En la efervescencia de los jóvenes, en las
explosiones de las revueltas súbitas, en los amores y desamores tan
intensos como efímeros hay algo propio del gyrovagu”.4

Las estructuras pastorales están desajustadas respecto de los jóvenes mutantes y


creyentes errantes. Responden más a necesidades institucionales (eclesiales) que a las
necesidades reales de los jóvenes. En este desajuste estructural se origina el “declive de
la institución”. Al no estar en el flujo del movimiento y de las mutaciones, la pastoral
pierde asidero.

Seguidos del Camino y búsquedas existenciales


1. Dios se llama Camino

“Ante un Dios que se llama ‘Camino’"


(Eduardo Meana, “Solo tengo Caminos”)

El camino constituye un universo de reciprocidades y proximidades, y la caminata


configura la mediación originaria donde las huellas se entrecruzan. Pero además es la
mediación para cruces biográficos con otros y también con el totalmente Otro. Hacer
experiencia en el camino se convierte en espacios de encuentros (aunque también de
tensiones y conflictos) que abre a un proceso sensorial pleno de estímulos religiosos, de
sentidos simbólicos, e impresiones estéticas y éticas de diversidades culturales y
sociales.

Asumiendo la circunstancialidad del camino, de los jóvenes y de la pastoral, cada


situación activa la disponibilidad para el intercambio y la vinculación, para la
reciprocidad en la situación (o permanente) y la proximidad con los otros y el Otro en
una explosión de posibilidades posibilitantes “que entraña cercanía afectuosa, escucha,
humildad, solidaridad, compasión, diálogo, reconciliación, compromiso con la justicia

4
MAFFESOLLI, Michel, “Nomadismo juvenil”, en: Revista Nómadas nº 13, Universidad Central,
Bogotá, 2000, p 154. [gyrovagu: vagabundo, que gira sin rumbo]
social y capacidad de compartir”. 5 Por eso, la experiencia pastoral en el camino revela
el encuentro con el “Camino” mismo, de modo que esa experiencia penetra todos los
recovecos vitales no sólo aquellos visibles (porque están al alcance de la mirada). Sino
también los otros (invisibles a nosotros)6 pero que ocurren más allá o más acá de las
programaciones, porque Jesús sale inesperadamente al encuentro.

Jesús es caminante, desde su propia biografía como semita, es un nómade. El camino es


un elemento primordial de su existencia. Al menos de esa manera es presentado en el
evangelio de Lucas. A diferencia de otros evangelistas, la existencia y la acción de Jesús
en Lucas está ubicada en el camino de Galilea a Jerusalén. Mateo y Marcos ubican la
acción de Jesús en el lago de Genesaret; y en Juan, el escenario donde se desenvuelve
Jesús es Jerusalén, a la que le dedica la mayor parte en su evangelio. El camino se
convierte en el lugar de la experiencia en movimiento.7

Los llamados por el Maestro comprendieron que lo suyo era seguirlo por los caminos de
la Galilea. Estar en movimiento. Y se convirtieron en caminantes y fueron identificados
como los “seguidores del Camino” (Hch 9, 2) a quienes Pablo persiguió hasta la muerte
(Hch 22,4). Jesús mismo dijo que él “era el camino” (Jn 14, 6).
⎯ En el camino se dieron las grandes enseñanzas a sus seguidores, se produjeron
nuevos encuentros (Jn 1, 37), invitaciones a seguirlo (Lc 9, 57) y a anunciar el
Reino.
⎯ En el camino pasó sanando enfermos, resucitando muertos, limpiando leprosos y
echando demonios (Mt 10, 8).
⎯ “Marchaba por adelante subiendo a Jerusalén” (Lc 19, 28-29)
⎯ En el camino ocurrieron milagros, liberaciones y curaciones (Mc 7, 31-32).
⎯ Muchos quedaron en el camino porque no se avenían a las exigencias del
seguimiento: no mirar atrás, que los muertos entierren a los muertos, no tener
donde recostar la cabeza (Lc 9, 58. 60. 62). Así como la vocación requiere
libertad, no se puede responder sin la experiencia de ser libre. 8

5
Documento de Aparecida, n 361 y n 363
6
JACKSON, Philip, Enseñanzas implícitas, Buenos Aires, 1999.
7
LONA, Horacio, Caminando con Lucas. Meditaciones sobre el Evangelio, Buenos Aires: Ediciones
Don Bosco Argentina, 2020, p. 16.
8
LEÓN-DUFOUR, Xavier, Vocabulario de teología bíblica, Barcelona, 2001, voz: Camino.
⎯ Los seguidores de Jesús estaban en el camino, eran caminantes y Jesús les
recomendó que no llevaran nada para el camino.
⎯ El seguimiento no es pasividad, ni aceptación estática y, menos aún, estructura
condicionante (ni plata, ni monedas, ni previsiones, ni dos túnicas, calzado de
repuesto ni bastón. (Mt 10, 9-10).
⎯ El seguimiento se practica como dinamismo, actividad, movimiento, libertad.
Ser seguidores del Camino, estar en las huellas de Jesús implica apertura a
diversas experiencias de aprendizajes y de múltiples encuentros vitales (Hch 18,
25 y 24, 22) antes que pertenecer a una religión estática y a las instituciones de
la ley.
⎯ “Yo soy el camino, la verdad y la vida” (Lc 14, 6)

El camino no es solo una figura de la experiencia histórica de Jesús, sino también de la


comunidad eclesial. La experiencia histórica de la primera comunidad en torno al
Camino está relatada en los Hechos de los Apóstoles. El camino es también metáfora de
la comunidad referida en último termino a Jesús, que determina su fuerza, da sentido a
su existencia y marca el rumbo a seguir.
⎯ “le pidió poderes escritos para las sinagogas de Damasco, pues quería detener a
cuantos seguidores del Camino encontrara, hombres y mujeres, y llevarlos
presos a Jerusalén”. (Hch 9,2)
⎯ “Al ver que algunos, en vez de creer, se endurecían más y criticaban
públicamente el camino, se separó de ellos.” (Hch 19, 9) La predica de Pablo en
la sinagoga de Éfeso no lograba sus resultados y hablaban mal del Camino.
⎯ “perseguí a muerte a este camino e hice encadenar y meter en la cárcel a
hombres y mujeres” (Hch 22, 4) Pablo relata su experiencia y se observa la
ambigüedad entre perseguir a los seguidores y la doctrina del Camino.
⎯ “Fue en ese tiempo cuando se produjo un gran tumulto en la ciudad a causa del
camino”. (Hch 19, 23) Hace referencia a los seguidores del Camino.
⎯ “Pero sí admito ante ti que sirvo al Dios de nuestros padres según nuestro
camino, que ellos llaman secta. Creo en todo lo que está escrito en la Ley y los
Profetas” (hch 24,14) Aquí el significado del camino oscila entre la experiencia
de la comunidad y la doctrina.
⎯ “Félix, que estaba bien informado sobre el Camino, postergó el caso con estas
palabras: 'Cuando baje el comandante Lisias, resolveré este caso”. (Hch 24, 22)
Es el procurador romano que está enterado de la doctrina del Camino.

La experiencia pastoral se convierte entonces en una atmosfera que provoca


aprendizajes más allá del campo visual que dominamos y de la institución eclesial a la
que pertenecemos. Desde la experiencia semítica, Jesús no se limita a indicar el camino,
él mismo es el Camino. (Jn 14, 6) y es la mediación para llegar al Padre (“por mi”).
Porque, seguidores del Camino, es sinónimo de la nueva vida que proviene de la fe en
Jesús, el Cristo. El Camino deja huellas permanentes del Misterio y de lo Santo en la
biografía de los jóvenes y de los adultos comprometidos con la pastoral. Porque se trata
de un encuentro entre los seguidores del Camino con el Jesús que continúa recorriendo
los caminos de la historia. En un movimiento descubrimos que el camino a Dios es
Jesús. La mediación es el camino y, a su vez, el encuentro y el seguimiento del Jesús
histórico. 9

2. Preguntas ineludibles y búsquedas existenciales

“Sagrado ritmo tibio, ciclo humano de cuatro estaciones”.


(Eduardo Meana, “Solo tengo Caminos”)

El carácter dinámico del discipulado, los seguidores del Camino (Hch 9, 2) y la astucia
de la gracia para operar desde los acontecimientos ordinarios orientan mínimamente el
mapa del movimiento que requiere el seguidor del Camino. El ritmo del seguimiento y
el tiempo de las decisiones están marcadas por encuentros.

Dar razón de la dinamicidad de la experiencia de caminantes y de la potencialidad de las


transformaciones en el camino como factores de imprevisión de los procesos no se
contradice con la apropiación y el desarrollo de las creencias: “le expusieron con mayor
precisión el Camino” (Hch 18, 26). La tensión de la experiencia del camino entre huella
a seguir e incertidumbre del trazado no se resuelve de manera definitiva, sino que
mantiene esa tensión fundante en el tiempo de la experiencia del creyente. “Jesús los
llama al mismo tiempo a un camino interior y a una disponibilidad de ponerse
9
DE LA POTTERIE, Ignace, “Yo soy el camino, la verdad y la vida”, en: Selecciones de teología, Vol.
7, n 28 (1968).
concretamente en movimiento, sin saber bien a dónde esto los llevará. Será un
encuentro memorable, hasta el punto de recordar incluso la hora.”10 Como no se trata de
una religión –en primer momento- el Camino constituye el trazado mismo y la acción
de caminar tras las huellas del Maestro como una experiencia novedosa de vida.

Generalmente el caminante no toma los caminos comunes, por donde todos pasan. Así
se erigen como las vías oficiales por donde se debe circular. Los otros, que no son
caminantes pero que caminan, maximizan los recursos y minimizan los costos eligiendo
las vías rápidas y seguras, sin sorpresas ni emergentes que puedan obstaculizar el
tránsito. En cambio, el caminante, elige los atajos, aquellos senderos que puedan aportar
novedad, caminitos alternativos no legitimados por ninguna legalidad, ni prescriptos por
roles y funciones definidos a priori que indiquen que algunos tramos son mejores que
otros para caminar. Elige caminarlos igual, pasar por la experiencia del camino,
atendiendo a las indicaciones de los demás caminantes, pero si dejar condicionar sus
elecciones.

Por eso, la pastoral con jóvenes se obstaculiza cuando se entiende que sólo los adultos
enseñan, son los habilitados para ello y están legitimados para el acompañamiento. No
intento decir que haya que deslegitimarlos y, menos aún, en estos momentos de fuertes
intentos de deslegitimización de la tarea de acompañar. En cambio, si intento afirmar y
reforzar, que los jóvenes también pueden ser empoderados para el acompañamiento
pues su experiencia radica en otra expertisse que no la dan los años, ni la acción pastoral
ni la responsabilidad: la connaturalidad primordial con los de su generación.

En definitiva, en los procesos pastorales todos deberían estar abiertos a aprendizajes


múltiples y no convencionales que trae aparejado abrirse a los demás en el camino. Lo
importante es acompañar las ineludibles preguntas de los caminantes y las búsquedas
existenciales de los creyentes errantes.

3. Una ética elemental y una religación

10
Documento Preparatorio XV Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos sobre el tema
“Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional”, Ciudad del Vaticano, 13/01/2017.
La “caminata es el lugar de una “ética elemental” 11 justamente por las huellas que deja
en los sujetos que caminan. Pero también es una religación con los otros, por el cuidado
del espacio vital y de la libertad que implica compartir un recorrido. Además, implica
un un reconocimiento esencial de unos con otros en su multiforme diversidad.

Una ética que, a la vez, se ve confrontada con una religación, incluso para aquellos que
no se reconocen como practicantes de una determinada creencia pero que igualmente
son creyentes errantes en el fondo de sus convicciones. Creyentes errantes como los
mismos jóvenes con los que se encuentran en su actividad profesional o pastoral.
Reconocer que los jóvenes son errantes –y que muchos de los adultos que los
acompañan también lo son- implica reconocer la diversidad de trayectorias y la validez
de las búsquedas, aun por caminos no trazados e incluso fuera de los marcos
institucionales.

Porque los creyentes errantes reclaman una forma de libertad que no los sujete,
experiencias de comunitariedad que los incluyan, sentidos del gusto y de los placeres
ordinarios que no sean sancionadas, “formas de libertades intersticiales sin ideologías
afirmadas, empíricamente vividas” como dice Maffesolli. Y continua “libertades
emparentadas con aquellas del errante que encontramos en diversos periodos históricos
y en diversas civilizaciones y que traducen la necesidad de la aventura, el placer de los
encuentros efímeros, la sed de lejanías y, por último, la búsqueda de una fusión
comunitaria.”12

Por eso, se trata de una ética elemental compartida y una religación con los otros y el
Otro, tiene que estar presente en los procesos de aprendizajes, sean o no adherentes a
una determinada religión. Pues tanto la ética como la religación dejara huellas en los
jóvenes, en los colegas, en los padres y en los demás agentes educativo-pastorales.
Porque se trata de una experiencia más que de una trasmisión, en todo caso se trata de
impresiones, aunque más no sea fugaces pero persistentes, aprendizajes implícitos que
deja el paso por las experiencias pastorales.

11
LE BRETON, David, Caminar. Elogio de los caminos y de la lentitud, Buenos Aires, 2014, p. 14
12
MAFFESOLLI, Michel, “Nomadismo juvenil”, en: Revista Nómadas nº 13, Universidad Central,
Bogotá, 2000, p 155.
En el camino, con Jesús y con los jóvenes

1. Circunstancialidad de la experiencia y diversidad de procesos

Un itinerario no es un trazado lineal sino un modelo para armar creativamente


reubicando las piezas a medida que se lo transita. No tiene una única dirección. Sino
infinitas posibilidades que se proyectaran en tanto los sujetos interactúen con su propio
contexto. Por eso, la propuesta es un camino y una caminata por caminos esbozados y
constituye un universo de reciprocidades, projimidades entrecruzamientos con los otros
jóvenes, y también, con el totalmente Otro, en las circunstancias de la vida. Asumiendo
la circunstancialidad del camino, de la contextualidad de los jóvenes en sus
comunidades y de las propuestas de la pastoral, cada situación local activará la
disponibilidad para el encuentro, el intercambio y la vincularidad en una explosión de
posibilidades. De tal manera que hacer experiencia de conocer a Jesús en el camino
sería abrirse a un proceso sensorial pleno: de estímulos religiosos, de diversidad
cultural, de contactos sociales, de impresiones simbólicas y goces estéticas, y de
consecuencias éticas, entre tantas cosas más. 13

Por eso, la experiencia pastoral que podría provocar una acción con los sujetos
envolvería y llevaría a penetrar todos los recovecos de las biografías juveniles, desde las
experiencias de amistad y de búsqueda de la felicidad hasta el planteo de la fe, la
vocación y el compromiso eclesial y social. Es una propuesta de itinerarios a trabajar
con los jóvenes en sus comunidades que no se detiene solo en aquellos aspectos visibles
(al alcance de la mirada) sino también los otros elementos (invisibles a nosotros) pero
que ocurren, aunque no los percibamos. Porque en los jóvenes se generan muchas más
cosas que aquellas que podemos producir con nuestras intervenciones. Sabemos que
Dios actúa en ellos, incluso a costas de nosotros mismos y de nuestras propuestas.

Una experiencia pastoral con jóvenes a partir de las propuestas variadas en experiencias
de sociabilidad, de mensajes religiosos, de impactos estéticos y de connotaciones éticas
podría generar una especie de halo vital convirtiéndose en una atmosfera que provoca

13
LE BRETON, David, Caminar. Elogio de los caminos y de la lentitud, op.cit., p. 14
aprendizajes múltiples más allá del campo visual y los marcos perceptivos que
dominamos. A riesgo de saber que Dios puede provocar en los jóvenes procesos que
nosotros no podremos controlar, por suerte. ¡O mejor, ojalá!

2. Espacios, movimiento…Dios, vida

“Somos una especie en viaje. No tenemos pertenencias sino equipaje. (…)


Estamos vimos porque estamos en movimiento.
Nunca estamos quietos. Somos trashumantes (…)
Yo no soy de aquí, pero tú tampoco (2)
De ningún lado del todo, de todos lados un poco.
Si quieres que algo se muera, déjalo quieto”. 14

El camino, la calle, la escuela, las instituciones de la pastoral no son lugares para


quedarse. Son puestos de paso, espacios para el movimiento. Y por eso mismo, como
espacios para el movimiento, sirven para deshacerse de los esquemas convencionales de
apropiación del mundo y marcos para la acción consuetudinarios. Son para abrirse a
posibilidades de otras impresiones en el camino, en movimiento.

Así como no son espacios para permanecer tampoco son sitios para recibir
conocimientos e instrucciones. Son lugares de tránsito, de paso, por donde circula el
flujo vital. Marcados por las circunstancias sin aspiraciones de eternidad, en el camino
de la vida todo es movimiento, incluso una parada o un cambio de rumbo que implique
aminorar la marcha no son una detención. En las circunstancias de la vida pareciera que
se dan las condiciones para estar al acecho de lo Divino y lo Santo en el movimiento. Si
Dios estaba en el éxodo, en el trueno y el fuego, en el relámpago y en el viento, en el
retumbar de los cantos y de los instrumentos (Ex 20, 18), cómo es que llegamos a
apreciar a un Dios quieto (primer motor), en el silencio y en el reposo (1Re 3, 15). De
Dios que llega a nosotros y los otros en el flujo de la vida con sus vericuetos, en sus
posibilidades y límites.

Cuando los espacios se convierten en los lugares de certidumbre exclusivamente y Dios


en una formulación abstracta se arraigan saberes del sentido común que terminan

14
Jorge Drexler, Movimiento, 2017
minando las posibilidades de apertura y de generación de otras experiencias de Dios
actuando en la historia.

Porque, “si quieres que algo se muera, déjalo quieto”. (Dexler) La inquietud por el
aprendizaje se desvanece. Sabes de certezas, de informaciones, de estrategias y
objetivos cumplidos. Pero no aprendiste de la vida, de las tácticas ordinarias, de los
sabores vitales.

3. El trayecto y el final

Cuando estamos en el camino, es tan espectacular y grandioso el recorrido como el final


del trayecto. La satisfacción que provoca el llegar al final del recorrido sólo es
compensada con el gozo del “mientras tanto”. Porque la impresión de las huellas que
serán duraderas ocurre cuando se realiza el recorrido, no al final, aunque éste sea una
parte del tramo. Las sensaciones, los encuentros, los disgustos y placeres, el encuentro
con los limites propios y las posibilidades insospechadas, la disposición de la voluntad y
la lucidez de las decisiones, los tropiezos y las proezas acompañan el tramo.

Aunque las huellas persistan por algún tiempo, una ves finalizado el recorrido, lo
importante es lo que sucede en el trayecto y no tanto al término. O mejor, también
cuando llegamos. Estar en la huella abre la posibilidad de revelaciones insospechadas
sobre uno mismo y sobre los otros. Porque el camino funciona como una extensión de
los cuerpos donde se amalgama en la trama de la vida. Como la araña y su tela, el tejido
y las vibraciones, la información y los códigos de su construcción. Es tanto trama como
trampa, integrada al cuerpo y extensión que atrapa el alimento.

Por eso, las propuestas pastorales, los chicos y chicas, las circunstancias, aunque se
parezcan no son lo mismo: cambian en el camino. Las situaciones vitales en el camino
revelan lo inagotable de la experiencia de ser caminante. Porque ninguna rutina jamás
podrá agotar, por más trillado que parezca, el espacio transitado. Porque el camino es
trama de la vida y no simple trazado.

Bibliografía
Documento de Aparecida.
Documento Preparatorio XV Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos
sobre el tema “Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional”, Ciudad del Vaticano,
13/01/2017.

DE LA POTTERIE, Ignace, “Yo soy el camino, la verdad y la vida”, en: Selecciones de


teología, Vol. 7, n 28 (1968).

JACKSON, Philip, Enseñanzas implícitas, Buenos Aires, 1999.

LE BRETON, David, Caminar. Elogio de los caminos y de la lentitud, Buenos Aires,


2014.
LEÓN-DUFOUR, Xavier, Vocabulario de teología bíblica, Barcelona, 2001, voz:
Camino.

MAFFESOLLI, Michel, “Nomadismo juvenil”, en: Revista Nómadas nº 13,


Universidad Central, Bogotá, 2000.

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