Está en la página 1de 5

1

Ensayo comparativo sexo y género.

Estudiante: Maria Camila Palomino Lizarazo.

ID: 000775359

Corporación Universitaria Minuto de Dios

Carrera: Administración de Empresas

Materia: psicología de la sexualidad.

Madrid Cundinamarca 17 de septiembre de 2021


2

La cultura marca a los sexos con el género y el género marca la percepción de


todo lo demás.

Introducción

La investigación, reflexión y debate alrededor del género han conducido lentamente


a plantear que las mujeres y los hombres no tienen esencias que se deriven de la biología,
sino que son construcciones simbólicas pertenecientes al orden del lenguaje y de las
representaciones. Quitar la idea de mujer y de hombre conlleva a postular la existencia de
un sujeto relacional, que produce un conocimiento filtrado por el género.

El género es un conjunto de saberes y discursos que se reproducen en las disciplinas


y en las relaciones intersubjetivas, en el hablar, en la escritura, en el decir; así, se convierte
en verdad. Sobre este asunto, Castellanos afirma:
Este conjunto de saberes, prácticas y relaciones de poder configuran los cuerpos, la
sexualidad, las diferencias físicas, económicas y políticas entre sexos en una época y
contexto determinado. Es decir, que el género, no solo es la construcción que se hace del
sexo, sino también de la sexualidad y las diferencias e identidades de los sexos.
Sin el género, no es posible hablar de masculino y de femenino, ni de la existencia
del uno y del otro; la sociedad está construida a partir de relaciones madre-padre, hermano-
hermana, las cuales, desde la infancia, se van interiorizando; se dimensiona la esfera
política que subyace en el concepto poder. El género es el conjunto de saberes sobre los que
descansan las diferencias de los sexos realizadas por la cultura.

Por esta clasificación cultural se definen no sólo la división del trabajo, las prácticas
rituales y el ejercicio del poder, sino que se atribuyen características exclusivas a uno y otro
sexo en materia de moral, psicología y afectividad. La cultura marca a los sexos con el
género y el género marca la percepción de todo lo demás: lo social, lo político, lo religioso,
3

lo cotidiano. El género produce un imaginario social con una eficacia simbólica


contundente y, al dar lugar a concepciones sociales y culturales sobre la masculinidad y
feminidad, es usado para justificar la discriminación por sexo (sexismo) y por prácticas
sexuales (homofobia).

El sexo y el género son un solo sistema. Para Rubín, el sexo es la condición


biológica con que los seres humanos nacen y se determina por los órganos genitales. A
partir de esta diferenciación natural, la sociedad construyó un conjunto de productos que
transformaron la misma sexualidad, y se atribuyeron nombres, etiquetas, status, jerarquías,
formas de actuar, de comportamiento y de pensar. A este conjunto de cualidades
incorporadas socialmente al sexo, Ruby la denomina género.
El sexo determina el destino de los sujetos femeninos o masculinos en las
sociedades humanas. Se había concebido, usualmente, que nacer con los genitales
masculinos proporcionaba al sujeto una gama de posibilidades, status y privilegios mayores
que no tienen las mujeres. Nacer mujer posibilita al sujeto femenino el poder de ser madre
y la capacidad de reproducirse que no la tienen los hombres; sin embargo, estos atributos la
condenan a una determinada forma de ser y actuar, vigilada socialmente. el sexo tiene
dimensiones políticas desconocidas que se manifiestan en las relaciones diarias entre los
individuos; no es lo mismo ser hombre que ser mujer en sociedades no democráticas.
El sexo es producto de los discursos y prácticas sociales inculcadas en los diferentes
contextos culturales, que meramente un resultado de la naturaleza.

El paradigma de que el sujeto no está dado, sino que es construido en sistemas de


significado y representaciones culturales, requiere ver que, a su vez, éstos están inscritos en
jerarquías de poder. Por eso, hoy en día un dilema epistemológico de las antropólogas
feministas consiste en dejar de pensar que toda la experiencia está sólo marcada por el
género; sino pensarla también marcada por la diferencia sexual, entendida no como
anatomía sino como subjetividad inconsciente. El sujeto es producido por las prácticas y
representaciones simbólicas dentro de formaciones sociales dadas, pero también por
4

procesos inconscientes vinculados a la vivencia y simbolización de la diferencia sexual. Es


crucial comprender que la diferencia sexual no es cultura (cómo sí lo es el género), y por lo
tanto no puede ser situada en el mismo nivel que los papeles y prescripciones sociales.
Confundir diferencia sexual con sexo o con género, emplear los términos indistintamente,
oculta algo esencial: que el conflicto del sujeto consigo mismo no puede ser reducido a
ningún arreglo social.

¿Hay o no una relación contingente entre cuerpo de hombre y masculinidad y


cuerpo de mujer y feminidad? El feminismo señala que el hecho de que el cuerpo de
mujer o el cuerpo de hombre tengan un valor social previo y distinto tiene un efecto en la
conciencia de mujeres y hombres. Pero Bourdieu muestra que masculino y femenino no son
transcripciones arbitrarias en una conciencia indiferente, sino que la significación del
género está anclada en la biología vivida en el contexto histórico y cultural.

¿acaso la determinación social de la identidad personal que opera a nivel de la


mente es capaz de reconocer los esquemas inconscientes? En ese sentido, si tanto la
feminidad como la masculinidad (en el aspecto de género) son más que una mera
socialización y condicionamiento, o sea, si son algo más que una categoría discursiva sin
referente concreto, podemos interpretarlas como formas imaginarias que utilizan fantasmas
culturales compartidos (simbólicos) sobre la biología.

Conclusiones

Los estudios de género y el enfoque de perspectiva de género han significado un


gran avance en la investigación en las ciencias sociales, pues han permitido aclarar las
formas desiguales y discriminatorias entre géneros, interiorizadas históricamente en las
instituciones sociales y en todo el entramado social como: la clase, la etnia, la edad, la
religión, la familia, el trabajo, las ciencias, las artes, etc. Las políticas públicas, en pro de la
defensa de los derechos de la mujer, es un resultado de estos estudios.
5

Estos estudios muestran que el sexo y el género son dos categorías distintas y
complejas, determinadas por la cultura en la cual vive el individuo. Pero lo dicho muestra
que el género es la construcción simbólica realizada por la cultura sobre los cuerpos,
especialmente, sobre el sexo, o la condición biológica, en la cual se nace.
Los estudios de género, con la aclaración de la categoría de sexo y género, han
posibilitado, en las últimas décadas, cambiar la mirada hacia la mujer y hacia los otros
géneros.

NUEVA ÉPOCA, volumen 7, número 18, enero-abril, 2000, México, ISSN 1405-7778

Lumen Gent. (2017) Vol. 1 - Año 1 ISSN 2539 - 0678

También podría gustarte