Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Aunque los analistas fallaron en predecir su rápido declive -de hecho algunos
erróneamente predijeron un declive norteamericano- la separación de la Unión
soviética en 1991 dejó un poder norteamericano desequilibrado y un mundo que
muchos llamaron unipolar o hegemónico.
Si Estados Unidos y otros países ricos crecen un 2,5 por ciento por año pero los 15
mayores países en vías de desarrollo crecen entre 4 y 5,5 por ciento por año "dentro de
30 años más de la mitad del producto bruto mundial estará en países que hoy son
pobres, mientras los miembros actuales de la Oecd verán su participación caer del 70
por ciento del total mundial a un 45 por ciento. La participación de Estados Unidos cae
de alrededor de un 23 por ciento a un 15 por ciento".
Desde luego, proyecciones tan lineales pueden ser frustradas por cambios políticos y
sucesos imprevistos y el crecimiento en los países en vías de desarrollo puede no ser
tan rápido, pero sería sorprendente si la participación de Estados Unidos no
disminuyera algo -aunque lentamente- en el transcurso del siglo XXI.
En cambio hoy el poder está distribuido entre países en una estructura que se parece a
un complejo juego de ajedrez tridimensional. En el tablero de ajedrez superior el poder
militar es en gran medida unipolar. Como hemos visto, Estados Unidos es el único país
con armas nucleares intercontinentales y las más grandes y avanzadas fuerzas aéreas,
navales y terrestres, capaces de despliegue global.
Como Joseph Joffe ha escrito, "a diferencia de los siglos pasados, cuando la guerra era
el gran árbitro, hoy los más interesantes tipos de poder no salen del cañón de una
pistola” Hoy se obtiene un mucho mejor resultado de 'hacer que los otros quieran lo que
usted quiere', y eso tiene que ver con atracción cultural y ajuste de ideología y agenda
y con ofrecer grandes premios por cooperación, como la inmensidad y sofisticación del
mercado norteamericano". Estados Unidos podría desperdiciar este poder blando por
un unilateralismo autoritario.
3
Al mismo tiempo, esta distribución más compleja del poder y el ascenso de actores no
gubernamentales en el siglo XXI significa que hay más y más cosas fuera del control de,
incluso, el estado más poderoso. Aunque Estados Unidos does well en las tradicionales
medidas del poder, cada vez suceden más cosas en el mundo que esas medidas no
consiguen capturar. Bajo la influencia de la revolución de la información y de la
globalización ni siquiera el Estado más fuerte puede lograr todas sus metas
internacionales actuando solo. En este sentido, el 11 de septiembre de 2001 dramatizó
un cambio que ya estaba ocurriendo en la política mundial. Estados Unidos carece de
la habilidad para resolver conflictos civiles complejos - por ejemplo, el terrorismo y la
violencia en Colombia misma-, si bien está preparado para ayudar. Tampoco puede
Estados Unidos controlar por sí solo transacciones transnacionales que amenacen a
los norteamericanos en su territorio. No existe alternativa a movilizar coaliciones
internacionales, incrementar la coordinación intergubernamental y construir
instituciones efectivas para abordar amenazas y desafíos comunes. Como lo ha escrito
un observador británico, "la paradoja del poder norteamericano al final de este milenio
es que es demasiado grande para ser desafiado por cualquier otro Estado, pero no lo
suficientemente grande para resolver problemas como el terrorismo global y la
proliferación nuclear. Norteamérica necesita la ayuda y el respeto de otras naciones".