Panorama de la ortodoncia
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PANORAMA DE LA ORTODONCIA
El Siglo de Oro de la ortodoncia
La extinción natural de un siglo, con la gran carga
de sus cien años, constituye una tentadora oportuni-
dad para revisar la evolución y progreso ocurridos
en ortodoncia y pasar revista a todos aquellos rasgos
académicos, científicos, clínicos, profesionales y
sociales que caracterizan su trayectoria histórica
y han contribuido a enriquecer su pasado.
Si se emplea el término Siglo de Oro al tiempo de
mayor esplendor de determinada nación, cultura,
artes o ciencias, es indudable que el siglo XX
siempre será recordado como un Siglo de Oro en la
ortodoncia. Cien años que la han convertido en una
de las especialidades más desarrolladas y aprecia-
das de la odontología.
Resulta difícil condensar en un par de páginas toda
la biografía de la ortodoncia del siglo XX, de su
brillante progresión como arte clínico y ciencia
aplicada, y mucho menos la cita que merecen los
centenares de ortodoncistas que han contribuido a
su progreso. Pero se puede intentar una revisión
sucinta, aunque breve y posiblemente incompleta,
de los hitos más importantes, siguiera sea como un
modesto homenaje para la memoria histórica del
futuro.
Cronológicamente, el primer tercio del siglo está
dominado por la filosofía del norteamericano
Edward Angle, reconocido como el padre de la
moderna ortodoncia. Sus innovadores conceptos
sobre la oclusión dentaria normal, su célebre pro-
puesta sobre la clasificación de las maloclusiones, su
énfasis sobre el movimiento dentario controlado,
su defensa radical de los tratamientos sin extraccio-
nes, su hipótesis del morfologismo funcional y el
empleo de aparatología fija, culminado con la crea-
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Sin contar con el consentimiento previo por escrito del editor, no podrá reproducirse ni fotocopiarse ninguna parte de esta publicación   © Publicaciones Permanyer 2010
REDACTOR: JUAN CANUT
ción del mecanismo de arco de canto, constituyeron
un cuerpo de doctrina aceptado universalmente.
Tras el fallecimiento de Angle, su filosofía fue some-
tida a una profunda revisión clínica, especialmente
sus criterios sobre los tratamientos conservadores y
la discutible hipótesis de que el correcto funciona-
miento oclusal era capaz de influir en el tamaño y
posición de los huesos maxilares. Uno de sus discí-
pulos, Charles Tweed, debatió estos conceptos y la
evidencia de sus investigaciones clínicas favorecie-
ron los tratamientos con extracciones y demostraron
que los efectos terapéuticos no van más allá del
proceso alveolar.
Años más tarde, se introduce el empleo clínico de la
cefalometría radiográfica, que iba a suponer un
avance definitivo en el estudio descriptivo, análisis
diagnóstico y propuesa terapéutica de la ortodoncia
de mitad de siglo. La cefalometría descubre un
horizonte nuevo en la valoración e interpretación
del complejo mecanismo del crecimiento facial óseo
y se convierte desde entonces en un instrumento
insustituible para la investigación en ortodoncia.
Paralelamente, el empirismo clínico va dejando paso
a un planteamiento más serio de la estabilidad
funcional de los tratamientos y el parámetro de la
estética facial va adquiriendo una creciente impor-
tancia.
En la década de los años cincuenta florece en
Europa el concepto clínico de la ortopedia funcional
maxilar, impulsado por la escuela alemana, propug-
nando el crecimiento controlado y favorable de los
maxilares, especialmente la mandíbula, mediante
un enfoque terapéutico más biológico y funcionalis-
ta. Pero dado que sus resultados no eran siempre los

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previstos, se llega a final de siglo con una ortopedia
funcional más selectiva, muy útil en tratamientos
precoces, que hay que complementar posteriormen-
te con aparatología fija.
El análisis cefalométrico permite alumbrar los efectos
reales de la ortopedia biomecánica y las limitaciones
de la ortopedia funcional. Pero, actualmente, existe
un amplio consenso sobre sus indicaciones. Por otra
parte, conforme avanza el siglo van apareciendo los
pacientes adultos, cuyas displasias óseas exceden la
ortodoncia, y va proliferando la cirugía ortognática,
de óptimos resultados funcionales y estéticos. La
ortodoncia quirúrgica se hace realidad, y todos
aquellos problemas que hicieron fracasar a tantos
ortodoncistas ya han encontrado su solución.
El nacimiento de la gnatología, con su interdepe-
dencia oclusocondilar, tambien llega a la ortodon-
cia. Se asume el concepto de la oclusión funcional
como factor clave de estabilidad y salud dentaria
y, como fenómeno colateral, los ortodoncistas fijan
su atención en la articulación temporomandibular y
descubren la influencia de la oclusión dentaria so-
bre el buen funcionamiento articular. La laminogra-
fía tomográfica articular se convierte en un método
exploratorio habitual.
En los últimos treinta años, la ortodoncia amplía su
radio de acción a la población adulta, que al mar-
gen de la maloclusión plantea unos problemas pe-
riodontales acompañantes. El tándem ortodoncia/
periodoncia va cobrando relieve, así como los trata-
mientos multidisciplinarios de rehabilitación denta-
ria, en los que el ortodoncista desempeña un papel
importante junto a otros especialistas de periodon-
cia, prótesis, cirugía, implantología y cosmética. La
ortodoncia se hace presente en el contexto general
de los modernos tratamientos odontológicos integrales.
La revolución que ha supuesto la aparición de los
ordenadores, como uno de los grandes inventos en
la historia de la humanidad, también ha invadido la
ortodoncia. La información computadorizada, como
caudal de ingente información y propagación glo-
bal, ha generado un circuito cibercultural a disposi-
ción del ortodoncista, donde quiera que esté. Los
estudios científicos, la investigación en su conjunto,
Rev Esp Ortod 1999; 29
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los análisis diagnósticos basados en amplias mues-
tras, la prospección del crecimiento facial, la simu-
lación estética y terapéutica de los tratamientos, el
control profesional de la consulta, la gestión admi-
nistrativa y un largo etcétera. Todo ello condensado
en un disco duro y la navegación por internet. Un
instrumento inapreciable, orgullo del siglo XX.
Pero hablando de avances y progresos hay que
reconocer que la medalla de oro se la lleva el
perfeccionamiento tecnológico de la ortodoncia clí-
nica. Desde los complejos aparatos multibandas que
creó Angle hasta la refinada simplicidad de los
aparatos multibrackets; desde los pesados alambres
de metal precioso hasta la efectividad de los actua-
les alambres de titanio; desde la apariencia de los
antiguos aparatos a la estética de los actuales. Para
valorar mejor este progreso sólo hay que repasar los
antiguos catálogos y comparar la oferta de materia-
les de todo tipo de los actuales. Los folletos de
antaño se han convertido en gruesos volúmenes.
También le corresponde al siglo XX el honor de
haber convertido la ortodoncia en la primera espe-
cialidad odontológica oficialmente reconocida, ava-
lada por unos estudios universitarios reglados, que
en el caso de los países de la Unión Europea
requieren de tres cursos completos de especializa-
ción. Una garantía de práctica profesional que ha
alumbrado una generación de cualificados ortodon-
cistas que, de esta manera, manifiestan la madurez
y competencia de esta especialidad.
Como cosecha social de todo este devenir, la orto-
doncia se ha convertido en una atención odontoló-
gica altamente apreciada por una población que
abarca a todas las clases sociales y a individuos de
toda edad. La ortodoncia culmina el siglo XX con un
alto nivel de reconocimiento público como corres-
ponde a una sociedad que cuida mejor su dentadura
y concede una gran importancia a su apariencia
física.
Es difícil pronosticar lo que será la ortondocia del
siglo XXI, y ojalá que siga un camino ascendente,
pero lo cierto es que este Siglo de Oro va a ser
difícilmente superable.
JUAN CANUT
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