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INSTITUCIÓN EDUCATIVA SILVINO RODRÍGUEZ - TUNJA

GUÍA DE TRABAJO AUTÓNOMO – ÁREA FILOSOFÍA GRADO 11° SEDE: JAIME ROOK
Fecha: Agosto 17-20 Guía 7 Semana CURSOS: 11.1 a 11.4 Docente: JACINTO MEDINA
Agosto 30- Sep. 3 25-27

GUÍA DE TRABAJO AUTÓNOMO- FILOSOFÍA GRADO 11°

LA ESTÉTICA FILOSÓFICA Y LA CAPACIDAD SIMBÓLICA DEL SER


HUMANO

JUSTIFICACIÓN
Para el filósofo alemán Ernst Cassirer, el ser humano es un animal simbólico. Mediante
distintos lenguajes simbólicos (religiosos, científicos, artísticos, poéticos) expandimos los
límites de nuestro presente sensorial inmediato e interpretamos y modelamos la
realidad. Dichos símbolos configuran el mundo cultural en el que se manifiesta el espíritu
humano.
Puede decirse que la capacidad simbólica es una característica que diferencia al ser humano
del resto de los seres vivos. El ser humano es el único capaz de construir símbolos, formas
que dan sentido y significado a la experiencia humana y determinan su comprensión de la
realidad. Entre dichas formas simbólicas se encuentran el lenguaje común, la religión,
la ciencia y el arte.

DISEÑO CURRICULAR - (De acuerdo con el PICC)


Aprendizaje La estética como disciplina filosófica que estudia la creación humana hecha praxis
Eje temático en la obra de arte.
Competencia Argumento filosóficamente teniendo en cuenta la pluralidad de los interlocutores.
Meta de Demuestro enunciados filosóficos a partir de argumentos contrapuestos.
aprendizaje
PROCESO METODOLÓGICO
ACTIVIDADES DE EXPLORACIÓN

GUERNICA DE PABLO PICASSO


Guernica es una pintura mural al óleo elaborada en el año 1937 por el pintor, escultor y poeta español Pablo
Ruiz Picasso. Se encuentra actualmente en el Museo de Arte Reina Sofía en Madrid, España.

El Guernica es una de las pinturas más famosas de todos los tiempos. Al igual que muchas
obras de arte famosas, el significado del Guernica de Picasso no es inmediatamente claro y
está abierto al análisis e interpretación. ¿Cuál es realmente el significado del Guernica? Como
sugiere Picasso, el Guernica es principalmente un “cuadro de guerra”, que ofrece un relato
visual del devastador y caótico impacto de la guerra tanto en hombres como en mujeres, y en
este caso específico, sobre la población civil y las comunidades.
ACTIVIDAD. Encuentra en la obra “Guernica”10 símbolos, ejemplo: el caballo y defínelos
desde la idea universal.

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ACTIVIDADES DE ESTRUCTURACIÓN.

Claridad conceptual. Lea la siguiente secuencia constructora de conocimiento, tome como referencia
“La estética filosófica y la capacidad simbólica del ser humano” consolide sus apuntes, de manera que
le permitan tener claridad conceptual.

LA ESTÉTICA FILOSÓFICA Y LA CAPACIDAD SIMBÓLICA DEL SER HUMANO


Los seres humanos transmiten sus ideas y sus sentimientos mediante distintos lenguajes
simbólicos. Entre ellos nos encontramos con el propio lenguaje natural, mediante el cual el ser
humano se comunica con el entorno, el lenguaje científico, el religioso o el lenguaje artístico.
Mediante el lenguaje artístico se transmiten ideas, emociones, sentimientos, etc. de acuerdo
con un sistema de representaciones variado que puede incluir de forma específica o
combinada signos de cualquier modalidad sensorial, generalmente visuales y sonoros; se trata
de un lenguaje universal que ha ido evolucionando desde sus formas más primitiva hasta la
sofisticación artística de nuestro tiempo. A diferencia de otros lenguajes, en el lenguaje artístico
sus símbolos no son referenciales y la asociación entre símbolos e ideas, emociones, etc.
es excepcionalmente libre. Es por ello que una misma expresión simbólica puede provocar
en distintas personas reacciones emocionales muy distintas.
Una de las virtudes que posee el arte es su capacidad para despertar emociones, algunas de
ellas tan sutiles que nos resulta extremadamente complejas de descubrir verbalmente. Es algo
que comprobamos si nos vemos de describir, con palabras, el desarrollo de una obra musical
no ya solo en el plano técnico (elementos melódicos, rítmicos, etc.), sino en el que se refiere a
su repercusión emocional en el oyente.
Para algunos filósofos del arte, cabría una descripción del mismo como símbolo de los
sentimientos humanos. La música sería un claro ejemplo, en la medida en que carece de
elementos representativos como ocurre, por ejemplo, en la pintura o en la escultura. La música
fluye a través del tiempo mediante esquemas rítmicos que con sus subidas, bajadas,
momentos lentos, agitados, etc., coincidirían con los de la misma vida. En este sentido, una de
las grandes virtudes del lenguaje musical sería su capacidad para plasmar los aspectos más
complejos y sutiles de las emociones humanas, si bien la falta de convenciones respecto a a
los significados impide una interpretación tan precisa y libre de equívocos como la del lenguaje
natural. Así puedo ocurrir que una misma melodía, por ejemplo, provoque reacciones
emocionales diferentes en dos oyentes distintos.
NUESTRA CAPACIDAD SIMBÓLICA
Por "forma simbólica" ha de entenderse como esa energía del espíritu mediante la cual un
significado mental se vincula a un signo sensorial. En este sentido el lenguaje, el mundo mítico
- religioso y el arte se nos presentan cada uno de ellos según formas simbólicas propias.
Porque en todos ellos vemos la marca de un fenómeno básico, que nuestra conciencia no
queda satisfecha con solo recibir impresiones del exterior, sino que más bien amplía cada
impresión con una libre actividad de expresión. En eso que llamamos realidad objetiva de las
cosas nos confrontamos, de este modo, con un mundo de imágenes y símbolos de creación
propia.
El ser humano crea una cultura como modo de adaptarse al medio natural donde vive. Esa
construcción requiere la capacidad para crear símbolos.
1. LA CAPACIDAD SIMBÓLICA.
1.1. Los símbolos. En el siglo XIX, el lingüista suizo F. Saussure creo su teoría del signo
lingüístico. Saussure entendió que el signo era un producto de nuestra mente que posee dos
elementos: el significante (una imagen o sonido) y el significado (un concepto). Esta
diferenciación sirve de base para la moderna agrupación entre los signos naturales y los signos
convencionales.
El signo natural mantiene una relación de semejanza o de causa-efecto entre el significante y
el significado (ejemplo: el humo es signo de fuego) Por otra parte, el signo convencional debe

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su utilidad a la convención, es decir, al acuerdo entre usuarios. En este tipo de signo
desaparece la relación lógica entre significante y significado. Un ejemplo: el color negro como
símbolo de luto. El signo convencional también recibe el nombre de símbolo. A este grupo
pertenecen todos los signos del lenguaje articulado.
1.2. El ser humano, animal simbólico. Puede decirse que la capacidad simbólica es una
característica que diferencia al ser humano del resto de los seres vivos. El ser humano es el
único capaz de construir símbolos, formas que dan sentido y significado a la experiencia
humana y determinan su comprensión de la realidad. Entre dichas formas simbólicas se
encuentran el lenguaje común, la religión, la ciencia o el arte. Para el filósofo alemán E.
Cassirer, el ser humano es un animal simbólico. Mediante distintos lenguajes simbólicos
(religiosos, científicos, artísticos, poéticos) expandimos los límites de nuestro presente
sensorial inmediato e interpretamos y modelamos la realidad. Dichos símbolos configuran el
mundo cultural en el que se manifiesta el espíritu humano.
Los seres humanos transmiten sus ideas y sus sentimientos mediante distintos lenguajes
simbólicos. Entre ellos nos encontramos con el propio lenguaje natural, mediante el cual el ser
humano se comunica con el entorno, el lenguaje científico, el religioso o el lenguaje artístico.
Mediante el lenguaje artístico se transmiten ideas, emociones, sentimientos, etc. de acuerdo
con un sistema de representaciones variado que puede incluir de forma específica o
combinada signos de cualquier modalidad sensorial, generalmente visuales y sonoros; se trata
de un lenguaje universal que ha ido evolucionando desde sus formas más primitiva hasta la
sofisticación artística de nuestro tiempo. A diferencia de otros lenguajes, en el lenguaje artístico
sus símbolos no son referenciales y la asociación entre símbolos e ideas, emociones, etc. es
excepcionalmente libre. Es por ello que una misma expresión simbólica puede provocar en
distintas personas reacciones emocionales muy distintas.
1.3. La creatividad. Podemos definir la creatividad como la suma de la imaginación más la
capacidad simbólica. No obstante, dicha capacidad creativa puede desarrollarse a distintos
niveles. Una cosa sería imaginar una pequeña variación a partir de algo ya dado, pero sin
salirnos de lo que es usual o convencional, y otra concebir una forma de hacer o pensar algo
que rompa con todos los moldes establecidos y que sea absolutamente novedosa. Por ello,
aunque en alguna medida todas las personas son creativas, solemos reservar dicho término
para referirnos a aquellas personas que tienen muy desarrollado este talento. Y es que, aunque
uno pueda tener una aptitud natural mayor o menor para el pensamiento creativo, al igual que
ocurre con otras capacidades humanas, la creatividad de cualquier persona mejora con la
práctica. Podemos ser creativos en cualquier ámbito de la vida, pero posiblemente si hay un
espacio en el que la creatividad adquiere un valor fundamental es en la expresión artística que
se manifiesta a través de la literatura, las artes plásticas y visuales (pintura, escultura,
arquitectura, fotografía, etc.) y la música.
2. LA ESTÉTICA
2.1. La experiencia y la actitud estética. La estética es una disciplina específica dentro de la
filosofía que tiene por objeto de estudio la belleza, y de modo especial, las condiciones que
hacen bellas las obras de arte. La estética estudia un tipo especial de experiencia que ciertos
objetos logran suscitar, la cual denominamos experiencia estética. A los objetos que tienen la
capacidad de despertarnos esta clase de experiencia los denominamos objetos estéticos,
independientemente de que sean creaciones humanas o productos de la naturaleza. Y es que,
para algunos filósofos, la emoción causada por una pintura es similar al sentimiento que nos
puede infundir un paisaje, una puesta de sol o un desierto de dunas, por lo que todos ellos
podrían ser considerados objetos estéticos, a esos objetos se les denomina estéticos. Pueden
ser creaciones humanas o productos naturales.
¿Queremos decir entonces que lo estético se identifica con aquello que nos produce un placer
sensorial? No exactamente. También son agradables a los sentidos un baño caliente o un
masaje eficaz, pero no los calificamos como estéticos. Pues, mientras que un baño caliente o
un buen masaje provocan sensaciones físicas inmediatas, los objetos estéticos van más allá.
Este plus o aspecto distintivo que posee la experiencia estética reside en que en ella hay una
dimensión emocional e intelectual que no surge automáticamente.
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Asimismo, la experiencia estética solo es posible cuando adoptamos una determinada actitud:
el desinterés por la utilidad o el beneficio. Así pues, se trata de atender al objeto estético no
desde la utilidad o beneficio material que de forma interesada podamos extraerle, sino
manteniendo con él una relación genuinamente desinteresada.
Obviamente, tratamos de desinterés no en el sentido de que algo no nos importa, sino en el
que no tratamos de obtener ningún provecho.
2.2. Qué es un juicio estético. El ser humano es un ser que juzga. Continuamente emitimos
juicios sobre lo que nos rodea. Entre los juicios que las personas formulamos, algunos autores
distinguen uno especial: el juicio estético. En el juicio estético enunciamos una proposición en
la que se relaciona un objeto con una cualidad estética (belleza, fealdad, sublimidad). Así pues,
oraciones como “esta flor es bella” o “Este poema no tiene nada de bello” constituyen juicios
estéticos. Podemos emitir un juicio estético sobre cualquier objeto, sea o no una obra de arte.
Igualmente, cabe considerar que no todo lo que podamos decir sobre una obra de arte es un
juicio estético. Por ejemplo, hablar sobre el precio que alcanza en el mercado no lo es.
2.3. El juicio estético según Kant. Según Kant, a la hora de efectuar un juicio estético, es
preciso diferenciar entre nuestra opinión de agrado o desagrado acerca de algo ( “esta pintura
no me gusta, la encuentro fea”) y el juicio estético propiamente dicho, que si bien toma como
punto de partida la sensación subjetiva de placer o disgusto que nos provoca el objeto,
pretende adquirir validez más allá de nuestras preferencias personales. Así, en el juicio estético
no solo decimos “esta obra no me gusta”, sino que afirmamos “esta obra es mala desde un
punto de vista artístico”. De este modo, hacemos un juicio que, aunque tiene una base
subjetiva, se hace con pretensión de universalidad: esta obra no es mala porque lo digo yo o
porque no me gusta, sino porque objetivamente lo es. Para garantizar esta universalidad, Kant
recurre al sentido del gusto, que sería subjetivo (del sujeto) y, al mismo tiempo, intersubjetivo
(común a todos los sujetos).
3. LA BELLEZA.
3.1. Definición. Para muchos autores, la belleza es lo que resulta agradable a los sentidos y
que, por tanto, causa placer. Aunque sea cierto, como definición resulta insuficiente. Todo lo
que consideramos bello resulta agradable, pero hay muchas cosas que son agradables y que
no consideramos bellas. Por eso, aunque el placer acompañe a la belleza, no se puede
identificar con ella.
Desde una postura objetivista la belleza se puede definir como una cualidad del objeto en virtud
de la cual éste logra provocar una experiencia estética en las personas que son capaces de
acercarse al mismo con la actitud desinteresada que antes hemos comentado. Desde esta
óptica, es legítimo que el juicio estético tenga pretensión de universalidad, puesto que es
fundada por las cualidades presentes en el objeto, si bien es posible que no todo el mundo sea
capaz de apreciarlas.
Desde una postura subjetivista, no tiene sentido insistir en buscar valores objetivos comunes
en lo que denominamos bello, porque la belleza que atribuimos a las cosas depende en gran
medida de la mira del propio sujeto. Por lo tanto, la belleza no es algo objetivo. En distintas
épocas y culturas nos encontramos con diferentes percepciones sobre la belleza, e incluso
varía en la misma cultura y época de unos individuos a otros.
3.2. Belleza natural y belleza artística. Los distintos tipos de belleza pueden clasificarse
según la clase de objeto que la suscita. Así pues, podemos distinguir entre:
 Belleza natural: es la que suscitan los objetos naturales. Poseen este tipo de belleza una flor,
un rostro, un paisaje, etc.
 Belleza artística: es la que suscitan las creaciones artificiales del ser humano; es decir, las
obras de arte. Así, poseen este tipo de belleza una pintura, una sinfonía, un soneto, etc.
La relación entre ambos tipos de belleza ha variado a lo largo del tiempo. En la antigüedad,
predominó una relación mimética, según la cual el arte era una copia de la naturaleza. Desde
esta perspectiva, el arte era bello en la medida en que lograba reproducir la armonía y
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perfección de los objetos naturales de la manera más fiel posible. En cambio, durante la
Modernidad se produjo un proceso de independización del arte con respecto a la naturaleza.
El arte dejó de concebirse como un espejo de la realidad y pasó a verse como una
manifestación de la libertad y la creatividad humanas, que no está estéticamente obligada a
respetar las leyes de la naturaleza.
3.3. Belleza y fealdad. Habitualmente, se considera feo todo aquello en lo que se da una
disminución o ausencia total de belleza. Esta oposición a la belleza puede entenderse a un
doble nivel: por un lado, formal y, por otro, material. Formalmente, la fealdad consiste en la
deformación y la desfiguración. En cambio, en lo que se refiere a la materia o el contenido, la
fealdad se asocia a lo éticamente negativo, es decir, a la maldad. Aunque la fealdad y la
deformidad nunca han estado totalmente ausentes de la historia del arte, lo cierto es que hasta
el Romanticismo solo aparecen de forma marginal. Con el Romanticismo se inicia un proceso
de reivindicación de lo feo en el ámbito del arte.

4. EL ARTE.
A lo largo de la historia se han dado distintas concepciones del arte. Veamos las más
importantes:
 El arte como imitación: Esta concepción surgió en las culturas grecolatinas y predominó
hasta casi el Romanticismo. Para quienes la mantiene, el arte debe ser una copia o imitación
de la realidad o naturaleza. Por eso, al artista no se le valora por su originalidad y creatividad,
sino por su capacidad para reflejar de manera fidedigna lo que le rodea.
 El arte como expresión: esta concepción del arte se inicia en el Romanticismo, época en la
que se concede especial importancia a la imaginación creadora del artista. Por eso, el arte deja
de concebirse como reproducción de la realidad.
 El arte como forma: esta concepción es más tardía y parece propia de algunas corrientes
contemporáneas. Los que la mantienen defienden que lo propio del arte es la forma, y no el
contenido o historia que pueda contener.

ACTIVIDADES DE PRACTICA O TRANSFERENCIA

Tomando como referencia la siguiente lectura, haga un escrito argumentativo de una


página, con el tema: El arte, expresión simbólica.

EL ARTE, EXPRESIÓN SIMBÓLICA


Solo el hombre puede apreciar el símbolo y leer con ojos invisibles lo que las cosas evocan.
La capacidad imaginativa del hombre le permite escalar a niveles de realidad que van de lo
visible a lo invisible, de lo superficial a lo esencial, y por medio de la analogía relacionar las
cosas de este mundo, hallando lo pequeño en lo grande y lo grande en lo pequeño. Solo el
hombre puede ver en los claroscuros de una tormenta la lucha universal del bien contra el mal,
o en el beso de un ángel la aspiración interna de identidad con el alma.
Es en este punto donde tenemos que hablar del arte, no solo como creación sensible, formal
y bella, sino también de su mensaje, de su contenido.
Es mucho también lo que se ha escrito a lo largo del tiempo sobre la importancia simbólica del
arte, como elemento de transmisión. De hecho en el arte siempre se ha depositado la función
de transmisión de las más elevados concepciones que el hombre hay podido tener, desde
aspectos religiosos hasta el sentido de orden y justicia, todo se ha tratado de expresar siempre
en símbolos a través del arte.
Un símbolo es un receptáculo formal de una idea, sea esta idea superficial o profunda. El
símbolo nos conduce a ella. En el símbolo se da la dualidad alma-cuerpo, continente y
contenido.
Por otro lado el lenguaje del símbolo no es racional, conceptual y lógico sino intuitivo y
evocador, nos conecta por analogía natural con las ideas sin intervención de la razón.
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El símbolo puede evocar recuerdos, actúa como un catalizador de elementos asociados, ya
sea por experiencia o por convención, pero lo que más nos interesa del símbolo es la
capacidad de abrir puertas a realidades más profundas y elevadas para despertar de alguna
forma los recuerdos del alma.
En cierto, modo esto sucede en el Arte a través de su poder de evocación simbólica. Por
ello, en la obra de arte no solo ha de cuidarse su aspecto formal sino la idea que encarna en
ella, y ha de haber una comunión fundamental entre continente y contenido, entre la forma y
el aliento que la anima, entre cuerpo y alma, como lo hay en la vida.
El símbolo como vehículo de una idea, como huella material, puede responder a una creación
según los cánones naturales con que la vida construye también sus formas, entonces el
lenguaje simbólico se vuelve universal, intuitivo, valioso en cualquier lugar del mundo pues
reproduce un proceso creativo con esquemas universales naturales.
El hombre puede darle subjetivamente un valor simbólico a las cosas pero los verdaderos
símbolos son aquellos en los que el mensaje no depende tanto del acuerdo arbitrario sino que
escapándose a la subjetividad manifiestan mensajes comunes a todos los hombres. El arte ha
de apoyarse fundamentalmente en la universalidad de su lenguaje y por tanto de sus símbolos
Los colores son un claro ejemplo de ello. El valor que otorgamos a los colores no es puramente
convencional (por ejemplo, los colores del semáforo), lo colores inducen en nosotros
determinadas actitudes, puesto que canalizan determinadas longitudes de onda y vibraciones
de la naturaleza que están en consonancia con esos mismas actitudes dentro del hombre. Así
cuando se habla del verde como símbolo de la esperanza, o del rojo como símbolo de la guerra,
no estamos hablando de nada relativo. El verde provoca cierta serenidad, cierta proyección,
cierta necesidad de continuar, de seguir, mientras que el rojo está implicando choque, conflicto,
y de alguna manera necesita de una especial atención, detenerse o tener que asumir una
postura.
La Naturaleza entera, en sus realidades no solo materiales y de forma, sino vitales,
psicológicas y mentales, está íntimamente unida en una relación de simpatía y
es precisamente el símbolo y la capacidad de la analogía la que nos permite circular por esta
relación yendo de lo grande a lo pequeño, de lo visible a lo invisible.
Podríamos decir también que el aspecto simbólico del arte está íntimamente vinculado con la
asociación de ideas. El Símbolo despierta un recuerdo. Puede despertar un recuerdo instintivo,
emocional o puede ser un recuerdo del alma.
Hay recuerdos de realidades circunstanciales, convencionales, y hay recuerdos de verdades
profundas, elevadas.
En el arte, la sabia combinación de elementos sensibles toca fibras del interior del ser humano.
Emociones, sensaciones, imágenes e ideas se combinan y afloran. El arte se manifiesta
como un verdadero conductor de la conciencia.
La obra de arte, a través de sus imágenes, sonidos y formas puede despertar en el hombre el
recuerdo de lo sublime que contiene su alma. Podíamos afirmar incluso que la contemplación
de la belleza despierta la belleza interior.
El poder evocador del arte hará aflorar nuestros recuerdos, nuestros sentimientos, nuestras
huellas profundas y nuestros anhelos soñados. A veces pareciera traer, por los sutiles cauces
de su lenguaje, recuerdos de la memoria de la humanidad. Realmente el arte puede evocar
nuestro ser como pasado, nuestro cofre de tesoros y experiencias. Pero también puede, por
su poder ascensional, elevarnos a nuestro futuro a excelsas concepciones y niveles de
conciencia. El arte puede, de alguna forma, invocar ante nosotros los sublimes arquetipos, los
modelos del mundo que como meta demarcan un sendero para la vida. Es una magia superior
y natural que trae ante nosotros el catalizador de nuestra propia transmutación.
Para ello, el verdadero acto de creación tiene que ser capaz de unir lo que el artista ve y
concibe con las formas adecuadas y perfectas, encontrando el molde que exprese la idea, esa

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idea y no otra, inequívoca y que conteniéndola nos conduzca a ella, no por los caminos de la
razón sino de la contemplación e iluminación.
Otro de los elementos que aparecen dentro de esta función simbólica del arte es su capacidad
de reproducir tipos universales, y por lo tanto, de irnos haciendo escalar de aquellos hasta los
Arquetipos.
Por ejemplo, cuando un drama nos presenta a un avaro, o a un héroe, no nos va a presentar
una persona concreta, nos va a presentar elementos que nos permitan reconocer tipos
humanos universales, obligándonos a ponernos frente a la naturaleza del hombre, frente a
nosotros mismos. Es el mismo proceso que nos pone frente a ciertos misterios de la vida a
través de la luz que se expresa de forma Universal en todos los atardeceres, en los contraluces
del lienzo, en la trasparencia del agua.
Esos tipos universales son lo que al hombre le permite escalar más allá de la forma, de la
simple materia, hasta esos prototipos que a medida que se van reuniendo en elevada síntesis
nos lleva a lo que Platón llamaba los Arquetipos.
En otro nivel, la misma función simbólica del arte, nos va a conducir por un proceso a través
del cual el artista, se va a ir encontrando a través de su creación, consigo mismo, a modo de
un dialogo interno. El arte saca y representa nuestro hallazgo desde dentro, aquello que hemos
encontrado y que podría estar sencillamente enquistado o agazapado.
El arte tiene esa capacidad liberadora de sacar a la luz elementos que están en el interior y
que necesitamos que se expresen pero no lo pueden hacer de forma racional. Entonces
pueden aflorar través de la representación, a través de la imagen o símbolo, a través del arte.
Y es a por medio de ese proceso que el artista puede muchas veces encontrarse consigo
mismo. Es una forma, no solo de medirse sino de sentirse, de percibirse.
Hoy en día se está empezando a valorar mucho la expresión artística como terapia de
comunicación, no solo con los demás sino con nosotros mismos, rompiendo aquellos bloqueos
que desequilibran la psique.
Pero más allá de esa facultad de comunicación interna y externa la expresión artística se
puede convertir en un verdadero poder de transformación por medio del dialogo interior que
se produce en el artista. Ya no se trata de la obra de arte como objeto de contemplación y
percepción para los demás, ni de una terapia personal, sino la obra como alquimia que
transforma al propio artista, como catarsis y como accesit, como conductor de la conciencia
que nos permite acceder a una realidad superior, tanto de nosotros mismos como de la
naturaleza.
EVALUACIÓN
Finalizada cada una de las actividades propuestas en: La exploración, estructuración y
práctica tome fotografías de buena calidad utilizando CamScanner u otro programa similar,
que contenga las evidencias de su trabajo y envíelas en PDF en un solo documento con su
nombre al Whatsapp 3045577246 o al correo: silvinofilosofia21@gmail.com.

CIERRE.
Enviar su trabajo durante la semana comprendida entre el 30 de agosto y el 3 de septiembre.
Les recuerdo, que la fecha máxima de entrega es el 3 de septiembre antes de la 1:00 pm
Cualquier inquietud, puede formularla al grupo de WhatsApp, será orientado de forma
individual.

BIBLIOGRAFÍA
PADILLA, Miguel Angel. El arte y la belleza. Editorial N.A, Madrid España.

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