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• ORACIONES INICIALES DIARIAS (Ver subsidio)

CUARTO DIA

Jaculatoria :

¡Santísima Trinidad, yo te adoro! ¡Dios mío, Dios mío! ¡Yo te amo en el Santísimo Sacramento!

REFLEXION

PRIMERA PARTE

“Recen, recen el rosario todos los días, para alcanzar la paz del mundo

y el fin de la guerra”.

INTRODUCCION

Al llegar al cuarto día, tengamos presente que para que la oración sea mucho más profunda y
produzca frutos, debe ser hecha de corazón, con atención y creer verdaderamente en la acción del
Espíritu Santo. La preparación no es un acto instrumentalizado de repetición o simple lectura,
debe ser más bien, una compenetración interior, descubriendo su contenido y sentido; sobre
todo, intentando discernir que me dice Dios en cada frase.

En este mensaje del cielo entregado a estos niños pastorcitos, tan sencillos, la insistencia está
en la vida eterna. Es decir, nuestra vida inmortal al terminar nuestra existencia en este mundo. Es
un tema que necesitamos afrontar con realismo y fe. Nuestra cultura no nos prepara para ello.
Pero lo más emocionante es que una vez conscientes, podremos seguir viviendo felices y seguros
de nuestra propia realización, sin miedo, confiando en Dios.

Desprendimiento, conversión y búsqueda de la salvación eterna.

Sigamos recreándonos con el diálogo entre la Señora celeste y los tres niños de Aljustrel en la
Primera Aparición del 13 de mayo en Cova de Iría, para luego profundizar en su contenido y
vislumbrar que nos dice también a cada uno de nosotros.

Continuación del diálogo entre la Señora del cielo y los niños.

Continúa Lucía haciendo preguntas a la Señora:

- Y María del Rosario (hija) de José de las Naves está en el cielo?

- Sí (Respondió la Señora)

- ¿Y Amelia? (1)

- Está en el purgatorio hasta el fin del mundo. (Responde la Señora)

Luego prosiguió la Señora:


- ¿Quieren ofrecerse a Dios para soportar todos los sufrimientos, que Él quiera enviarles en
reparación por los pecados con que es ofendido y como súplica por la conversión de los
pecadores?

- ¡Sí, queremos! – respondió con entusiasmo Lucía en nombre de los tres.

- Tendrán mucho que sufrir, pero la gracia de Dios será su consuelo. – Dijo la Señora.

Los niños cayeron de rodillas diciendo:

-¡Santísima Trinidad, yo te adoro! ¡Dios mío, Dios mío!

¡Yo te amo en el Santísimo Sacramento!

Después de un momento, la Señora recomienda a los pastorcitos:

-Recen el rosario todos los días para alcanzar la paz del mundo y el fin de la guerra.

Cuando María responde que Amelia estaría en el purgatorio hasta el fin del mundo, los niños se
conturbaron. Muchos relatores posteriores a las Apariciones de Fátima evitan esta parte,
pensando que es muy fuerte y pareciera como injusto. ¿En el purgatorio hasta el fin del mundo?

Sin embargo, este diálogo nos sugiere aclarar, realidades tales como las penas del pecado, las
indulgencias, el purgatorio, el cielo, la misericordia de Dios, el pecado mortal, el sufrimiento
reparador.

Lo primero que consideramos es tener presente que, Jesús expresó en el Evangelio, que su
“reino no es de este mundo” (Jn 19,36); por tanto, nuestras luchas, sacrificios, fracasos y también
logros deben mirar siempre más allá de lo humano y material. En este sentido, vale recordar que
el placer y disfrutar de los bienes que la naturaleza y el desarrollo de la vida nos ofrecen, es algo
natural y lógico en el orden de la creación, siempre y cuando no se desvíe de un fin bueno. Por
haber sido creados a imagen y semejanza de Dios, recibimos perfecciones, entre ellas la libertad,
la inteligencia, la voluntad; pero también poseemos pasiones, instintos y sentimientos. Todo se
desarrolló desde el principio en armonía, establecida a través de la justicia original; pero por la
desobediencia de Adán y Eva, surgió el pecado; y desde entonces, las relaciones estuvieron
marcadas por “el deseo y el dominio”, con la constante tendencia a desobedecer a Dios (2).

Así como el pecado original marcó el ritmo del recorrido del ser humano por su propia historia,
igualmente, el mismo Dios, nos presenta remedios de salvación: en este caso, el purgatorio y el
cielo. Exactamente lo que le confirmó María a los niños, en el diálogo anterior.

El punto clave es tener presente que la misericordia de Dios se derrama como torrentes y
todos tenemos derecho a ella, partiendo de una actitud sincera de arrepentimiento y conversión.

Hay que tener muy en cuenta que, cuando pecamos hay una doble consecuencia: “el pecado
grave nos priva de la comunión con Dios y nos hace incapaces de la vida eterna, cuya privación se
llama la – pena eterna—del pecado. También todo pecado, incluso venial implica un apego
desordenado a las criaturas, que es necesario purificar, bien sea aquí en la tierra o después de la
muerte (3). Sin embargo, la Iglesia nos proporciona las indulgencias, donde se nos concede el
perdón ante Dios de la pena temporal por los pecados, ésta puede ser para perdonar la pena total
(indulgencia plenaria) o sólo parte de ella (indulgencia parcial). Todo cristiano puede lograr esta
indulgencia para sí mismo o también en favor de un difunto, tanto indulgencias plenarias como
parciales.(4). Las indulgencias van íntimamente unidas al Sacramento de la Confesión y a la
Eucaristía.

En el caso de Amelia, donde en el diálogo con la Santísima Virgen María, ella afirmó que estaría
en el purgatorio hasta el fin del mundo, cabe perfectamente pensar que, a pesar de lo que haya
hecho Amelia en vida, alguien podría ganar una indulgencia para ella, a través de la oración y el
sacrificio. Sin duda que así sucedió con Amelia y en nuestro caso actual, lo podemos practicar a
favor de nuestros seres queridos que ya han partido y sepamos que no tuvieron tiempo de
enmendar ciertas actitudes y hechos.

Por otro lado, “Los que mueren en la gracia y la amistad de Dios y están perfectamente
purificados, viven para siempre con Cristo. Son para siempre semejantes a Dios, porque lo ven “tal
cual es”, cara a cara”. Esta es la descripción que nos da la Iglesia Católica del CIELO. Es decir es un
lugar donde podremos ver a Dios eternamente (5).

Luego, los que mueren en la gracia y en la amistad de Dios, pero imperfectamente purificados,
aunque están seguros de su eterna salvación, sufren después de su muerte una purificación, a fin
de obtener la santidad necesaria para entrar en la alegría del cielo. Se trata pues, de una
purificación final. Es lo que la Iglesia identifica como PURGATORIO (6).

Lamentablemente, la Iglesia nos enseña que existe un lugar eterno de condenación que se
llama infierno. De esto nos hablará la misma Santísima Virgen María en las siguientes apariciones y
que forma parte del secreto, que fue revelado a los niños. Posteriormente retomaremos este
tema.

Por esta razón, entendemos la insistencia de la Santísima Virgen María en la necesidad de


ofrecer sacrificios y reparar por los pecados y por la conversión de los “pobres pecadores”. Esa
invitación dada a los pastorcitos es para todos los tiempos y para toda la Iglesia, para cada uno de
nosotros en particular, y sigue vigente. La respuesta de los niños fue de asombro y enseguida
comenzaron a adorar a la Santísima Trinidad y al Santísimo Sacramento.

El mensaje de la Santísima Virgen María en Fátima vino a reforzar una enseñanza muy antigua
en la Iglesia y que tiene sus raíces en la Tradición y en la Sagrada Escritura.

Es posible que en algunos de nosotros cause incomodidad o perturbación tratar este tema, e
incluso hasta miedo; pero hay que ser realistas, todos nosotros moriremos, y al morir recibiremos
una retribución eterna, en un juicio particular que determinará el lugar de nuestra alma en la
inmortalidad (7)

También nos hace pensar ¿Por qué María, en esta primera aparición quiso dialogar con los
niños insistiendo en la salvación de las almas?

Aunque pueda sonar a un lenguaje anticuado, difícil, incluso fuerte a nuestra sensibilidad, es la
verdad del fin de nuestra existencia terrena… hacia allá vamos, y está en juego la Salvación de
cada uno en particular. Esta doctrina forma parte de la enseñanza de la Iglesia Católica, basada en
la Sagrada Biblia.
Por otro lado, la Señora del cielo dio una indicación concreta: “Recen el rosario todos los días…
“ Era muy urgente orar para que cesaran los estragos de la guerra mundial, y era doloroso tantas
personas que morían sin acercarse a Dios y sin arrepentirse.

Por eso, este mensaje insiste en la oración, el sacrificio, la conversión… Ese es el camino.
Pidamos la gracia de no cansarnos y podamos llegar a la meta, confiados en que la misericordia de
Dios.

NOTAS:

(1). Por Amelia queda abierta la posibilidad de pedir Indulgencia. Quizá los niños lo comentaron al
sacerdote y él orientó cómo hacer. (Cf. Catecismo de la Iglesia Católica, 1032 y 1471)

(2). Cf. Catecismo de la Iglesia Católica, 400.

(3). Cf. Catecismo de la Iglesia Católica, 1472.

(4).Cf. Catecismo de la Iglesia Católica, 1471

(5). Cf. Catecismo de la Iglesia Católica, 1023-1029.

(6). Cf. Catecismo de la Iglesia Católica, 1030-1032.

(7). Cf. Catecismo de la Iglesia Católica, # 1021-1022

SEGUNDA PARTE

“No, hija. ¿Sufres mucho?... ¡No pierdas ánimo!”

Dios sigue solicitando una verdadera entrega y un mayor conocimiento de su plan de vida
espiritual para nosotros.

¿Cómo me siento? ¿Motivado (a)?, ¿Acaso con miedo e incertidumbre? ¿Estoy estancado por el
peso del pasado? Pues, es necesario colocarnos con franqueza delante de nuestra propia realidad
y presentarla ante Dios. No olvidemos que la Santísima Virgen María está a nuestro lado y nos
nutre con amor de madre.

No desfallezcamos, ¡adelante!, nunca es tarde para rehacer nuestra vida y comenzar de


nuevo. Poco a poco iremos descubriendo qué nos pide María en estos días. Confiemos en ella, así
como lo hicieron los pastorcitos, aún siendo niños e inocentes.

CONOCER Y AMAR A MARÍA, ELLA NOS MUESTRA EL CIELO.

INICIO DE LA SEGUNDA APARICIÓN.

(13 de junio de 1917)

Al iniciar la Aparición, pregunta Lucía:


-¿Que quiere Ud. de mi?

- Quiero que vuelvan aquí el 13 del mes próximo, recen diariamente el Santo Rosario…Aprendan a
leer; más adelante les diré lo que deseo. – Les dijo la señora.

-Lucía le pidió por un enfermo, que le habían recomendado. Respondió la Señora: - Que se
convierta y sanará durante el año. Y continuó confiando a los tres un “primer secreto”… (Este se
refería al bien espiritual de los tres pastorcitos).

Lucía prosiguió : -Querría pedirle nos llevase a los tres al cielo. Responde la Señora hermosa: -
Sí. A Jacinta y Francisco vendré a llevármelos pronto. Tú sin embargo, debes permanecer aquí
abajo más tiempo. Jesús quiere servirse de tí para hacerme conocer y amar. El quiere establecer
en el mundo la devoción a mi Corazón Inmaculado. A los que la abracen les promete la salvación.
Estas almas serán predilectas de Dios, como flores colocadas por mí, ante su Trono”.

-¿Debo quedarme yo sola? – Preguntó muy triste Lucía.

-No, hija. ¿Sufres mucho?... ¡No pierdas ánimo! Yo no te abandonaré Jamás. Mi Corazón
Inmaculado será tu refugio y el camino que te conducirá a Dios. – Le contestó la Señora.

Delante de la mano derecha de la Señora se veía un corazón rodeado de espinas que lo punzaban
por todas partes. Los niños entendieron que era el Corazón Inmaculado de María, que pedía
penitencia y reparar.

Nosotros por nuestra parte, en el recorrido de esta preparación, sigamos insistiendo como lo
hizo Lucía preguntemos con mucha confianza en la oración : ¿qué quiere Ud. de mi?

Pero también caigamos en cuenta ¿cuánto es nuestro amor por María, o qué dificultades
pudiéramos tener en nuestra relación con ella? Para poder entender el papel o misión de La
Virgen María hay que amarla, como madre cercana e Intercesora.

También al detallar el diálogo entre la Señora y los pastorcitos, es posible que vengan a nuestra
mente interrogantes respecto al futuro que tuvieron los niños, sobre todo, Francisco y Jacinta.
Ellos fueron pronto al cielo. Es decir, alcanzaron la “vida perfecta con la Santísima Trinidad, en
comunión de vida y amor con ella, con la Virgen María, los ángeles y todos los Bienaventurados…
Esto quiere decir que, fueron elegidos para vivir con Cristo”(1). Ciertamente causa mucha ternura
la figura de estos dos niños, cuya pureza de vida, quedó evidenciada por su relación personal con
María.

Seguiremos pues, durante estos días profundizando en lo que significa la Devoción al Corazón
Inmaculado de Nuestra Señora y sus promesas, que tiene que ver precisamente con el cielo
prometido y la auténtica práctica de nuestra fe cristiana y nuestra conversión. Tengamos en
cuenta que las gracias sobrenaturales, mensajes de Dios a través de su Madre, no son en sí
mismos, algo mágico o automático en nosotros, hay que esforzarse, asumirlo y vivirlo con
coherencia y en consonancia con la Palabra de Dios, y las enseñanzas de la Iglesia…

ORACIÓN
Gracias Señor porque a través de tu Madre Santísima me prometes el cielo y la felicidad eterna,
haz que yo pueda ser dócil a las inspiraciones y promesas que están guardadas en su Corazón
Inmaculado... Amén

PARA LA REFLEXIÓN PERSONAL

-Lo dijo Santa Margarita: “Un día estaba rezando el rosario con mucha distracción, bastante pereza
y con poca atención y me pareció sentir que la Virgen María me decía: ¿Así de flojo es tu amor por
mi? En adelante me propuse esforzarme por rezar con mayor fervor mi rosario”.

-¿ Estoy preparado (a) para cumplir sacrificios que Dios quiera presentarme para mi purificación?

-Me he preguntado: ¿Cuánto amo a María Santísima o que dificultades se me presentan al


relacionarme con ella?

-¿He caído en cuenta que Dios quiere para mí, el cielo, la vida eterna, y que en esto, María
Santísima es compañera y guía?

-¿Si estuviera seguro (a) de estar preparado (a) para el cielo, tendría, aún miedo o reserva? ¿Qué
causa en mí esta realidad?

PRÁCTICAS

-Rezo meditado del Santo Rosario, con calma y tiempo.

-Examen de conciencia, apoyados en la guía de los 10 mandamientos. Vayamos haciéndolo poco a


poco, durante los días de la Preparación.

-Leamos el salmo 23 (22) “El Señor es mi pastor, nada me falta”. Tengamos un momento de lectio
divina con este salmo de confianza y Providencia.

(1) Cf. Catecismo de la Iglesia Católica. # 1020.

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