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Discipulado – Llamados a la vida eterna - © Anwar Tapias

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DIA 21
La salvación y los sacramentos II
Cada uno de los siete sacramentos corresponde a una de las etapas principales de la vida del
cristiano. Cada uno tiene una importancia única, sin embargo, los dos más frecuentes en el día a
día, son la Eucaristía y la Confesión. Es ahí donde libramos la lucha principal por nuestra santidad.

Profundiza:
Todos recordamos el día de nuestra primera comunión, ese día en el que por primera vez íbamos
a recibir a Cristo Eucaristía. Tal vez el nombre de primera comunión hace que no dimensionemos
la importancia que también fue nuestra primera confesión. Ese día supimos lo que significaba
decirle a un sacerdote nuestros pecados. Siendo la primera, seguro con el tiempo aprendimos a
hacerlo mejor, pero ese día fuimos conscientes de dos cosas: la misericordia de Dios y su poder.

La confesión es el sacramento de la misericordia, de la medicina, de un Dios que acoge nuestro


arrepentimiento, nuestro dolor de haberlo ofendido. Es una experiencia tan necesaria, para
librarnos del pecado y sanar el alma. A veces el sacramento enfrenta:
- La mala preparación
- La falta de conciencia de lo que es pecado
- Un arrepentimiento que no implica una aversión de volverlo a cometer
- Una penitencia que no se hace desde el corazón

San Juan Bosco tuvo una vez una visión ver enlace en la que contaba como los demonios sujetaban
con tres lazos a los jóvenes que se iban a confesar, para que se confesaran mal. Estos tres lazos
son tan comunes en este mundo de hoy, y por eso es por lo que no vemos los frutos de la confesión.
Aprende a ver allí el tribunal de la misericordia de Dios, porque allí el sacerdote por potestad de
Cristo nos perdona los pecados, como nos enseña San Juan (Jn 20, 22-23). Y cuando te cuestiones
sobre este acto, ponte a pensar en qué se beneficia un sacerdote en tener que escuchar miserias
ajenas, faltas y a veces preguntas y realidades que no pueden solucionar. Si lo hacen es solo por
amor al Señor.

La Eucaristía, es el otro regalo que podemos recibir muchas veces. Es un sacramento que nos
muestra el poder del Señor que se hizo presente en un pedazo de pan y en un poco de vino. A
veces nuestra mente se queda en lo externo, y eso que lo externo tiene una pedagogía tremenda,
para que cada signo nos hable de Dios. Ahí, el Señor se nos regala en cuerpo, sangre, alma y
divinidad. Es un alimento que nos fortalece interiormente, pero que ante todo nos recoge tres
promesas maravillosas del Señor:

Discipulado – Llamados a la vida eterna - © Anwar Tapias


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- Vida eterna (Jn 6, 51)
- Resucitar el último día (Jn 6, 54)
- Permanecer en comunión con Jesús (Jn 6, 56)

La Eucaristía es la escuela de oración más grande, encierra todas las formas de oración, así lo
enseña el catecismo:

Cat 2643 La Eucaristía contiene y expresa todas las formas de oración: es la “ofrenda pura” de
todo el Cuerpo de Cristo a la gloria de su Nombre (cf Mal 1, 11); es, según las tradiciones de
Oriente y de Occidente, “el sacrificio de alabanza”.

Así que podemos notar que la Eucaristía nos regala la Palabra de Dios, el Cuerpo de Cristo y nos
presenta la mejor escuela de oración. Y si esto es importante, saber los cuatro fines de la Misa nos
ayuda más:

- Adoración: Reconociéndonos como sus creaturas, ordenadas hacia él


- Acción de gracias: Por todo lo que ha hecho, en especial crearnos y salvarnos
- Petición: donde suplicamos por nuestras necesidades
- Expiación: donde expiamos nuestros pecados por el ofrecimiento de Jesús

Puedes complementar con las catequesis del Papa Francisco sobre la Eucaristía
Ver catequesis

Recuerda seguir con los numerales del Catecismo sobre los sacramentos que se indicaron ayer.

Momento bíblico:
Lee el siguiente pasaje:
"Yo soy el pan de la vida. Vuestros padres comieron el maná en el desierto y murieron; este es el pan que
baja del cielo, para que quien lo coma no muera. Yo soy el pan vivo, bajado del cielo. Si uno come de este
pan, vivirá para siempre; y el pan que yo le voy a dar, es mi carne por la vida del mundo."(Jn 6, 48-51)

Jesús es el pan de vida, encierra ese pedazo de apariencia de pan, toda la verdad y realidad
sacramental de Jesús. ¿Qué ha hecho en tu vida la Eucaristía? ¿Sientes que, desde la primera
comunión, dejaste de valorar este regalo por algunos años? Hoy acércate a aquellos padres de
niños que, aun habiéndola hecho, no tienen la catequesis correcta, y testimonia lo que vives.

Compromiso:
Haz una lectura meditada de los capítulos VI al VIII (páginas 7 al 9) de la Introducción a la vida
devota, de San Francisco de Sales: Ver libro y escribe las lecciones que te enseña estos capítulos.

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