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Cuadernos de Cine Argentino

INCAA
PR O GR AM A

FORMACIÓN DE ESPECTADORES
D IR E C C IÓ N
ACCIÓN FEDERAL
P R O D U C C IÓ N
EQUIPO INCAA
C U A D ER N O FECH A

MAR/OS

MODALIDADES V REPRESENTACIONES
DE SECTORES SOCIALES EN LA PANTALLA

I
1
Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA)
Cuadernos de Cine Argentino
Cuaderno 1 - Modalidades y representaciones de sectores sociales en la pantalla
Programa de Formación de Espectadores
Presidente INCAA: Jorge Coscia
Vicepresidente: Jorge Álvarez
Subgerente Acción Federal: Valeria Cerón

Coordinación de ensayos y comentarios: Clara Beatriz Kriger


Editor: Jorge Carman

Créditos Fotografías: Susana Allegretti, Rodrigo Alonso, Victor Bailo, Bucky Butcovic, Horacio Campodónico,
Emilio Modesto Guerrero, Fernando Ramírez Llorens, Florencia Luchetti, Rosario Luna, Judith Meresman,
Lola Silberman, Daniel Stefanello, Cine Ojo, Colombo-Pashkus, Escuela Nacional de Experimentación y
Realización Cinematográfica (edición digital), Mariangel Bergese (edición digital), Museo del Cine "Pablo
Cristian Ducrós Hicken", Primer Plano, Luli Carman, Luna Córnea Arte Bar

Coedición: Patricia Olga Nirimberk


Corrección: Patricia Olga Nirimberk - Alicia Mercedes Chiesa
Traducciones: Alicia Mercedes Chiesa
Archivista fotográfica: Celeste Egea
Diseño: Flavio Maddalena

Reservados todos los derechos. Queda prohibida la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o
procedimiento, incluidos la reprografía y el tratamiento informático, sin la autorización escrita de los titulares de la
edición.

IMPRESO EN LA ARGENTINA - PRINTED IN ARGENTINA


Queda hecho el depósito que marca la Ley 11.723
El contenido de los artículos de estos Cuadernos es responsabilidad exclusiva de sus autores y no es necesariamente
compartido por los editores ni por la institución patrocinante. El INCAA acepta y fomenta la difusión de todos los puntos
de vista sobre los temas tratados en estas publicaciones.

Cuadernos de Cine Argentino: Cuaderno 1 Modalidades y representaciones de sectores sociales en la pantalla


Mirta Goldstein y otros - 1o ed. - Buenos Aires, marzo de 2005
Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales, (INCAA) 2005.

128 p . ; 20x20 cm. - (Cuadernos de cine, 1) - ISBN 950-99113-6-4

1. Cine-Enseñanza.
CDD 778.530 7
Cuadernos de Cine Argentino

MODALIDADES Y REPRESENTACIONES
DE SECTORES SOCIALES EN LA
PANTALLA

1
Es un h onor y un placer para mí prologar estos Cuadernos, ya que es la primera vez que, desde
el Instituto Nacional de Cine y Artes Audivisuales, surge una publicación dedicada a pensar
nuestro cine, que no es otra cosa que pensarnos a nosotros mismos, nuestra manera de decir
-c o n im ágenes- lo que nos pasa, lo que somos, lo que queremos ser.

En cada película hay historias, sentim ientos, sensaciones, realidades y fantasías; to d o ello
conform a nuestro im aginario colectivo, nuestro m odo de ser y hacer en y para el m undo.

Es la primera vez, com o dije, que desde el INCAA se plantea esta necesidad y surge esta
respuesta. La necesidad de plasmar en algunos textos cóm o pensamos y cóm o hacemos los
argentinos nuestro cine; el de hoy, el de la época de oro, el de siempre, ese que nos identifica,
ese que nos llena de lauros y de orgullo.

Pero te n g o el privilegio de expresar que no es ésta la única ni la últim a "prim era vez" en
la gestión que encabezo, ya que hemos conseguido en base a lucha, esfuerzo, com prom iso y
consenso muchas "prim eras veces". La autarquía, el pago de los subsidios atrasados a la
industria, la nueva Ley de Fomento y los Espacios INCAA, son algunas de aquellas primeras
veces que nos han llenado de satisfacciones, y seguram ente habrá más, porque estamos al
frente de una gestión que no es sólo la conducción del INCAA y sus trabajadores, sino que es
tam bién cada cineasta, cada realizador, cada trabajador de la industria, cada gestor cultural de
nuestro país, cada cinem ovilero, cada espectador que ama nuestro cine, acompañados por
una política de Estado eficiente y com prom etida.

Para todos ellos vayan estos "Cuadernos de Cine A rg e n tin o " com o manera de repensarnos
a nosotros mismos y - p o r qué n o - com o un homenaje a la labor cotidiana y mancom unada
que está construyendo, para nuestro cine y para nuestro país, el destino de grandeza que se
merece y que le debíamos.

Jorge Coscia
Presidente del INCAA
Sobre este cuaderno

Los estudios sobre el cine argentino nacen form alm ente a partir de la publicación de los ya ca­
nónicos libros de D om ingo Di Núbila en 1959 y 1960. Este brillante comienzo, pionero en
América latina, no fue continuado con rigor ni sistematicidad. Es así que en los años siguien­
tes, sólo esporádicos textos especializados descubrieron frente a nosotros, desde distintas
perspectivas, datos e interpretaciones de películas nacionales que aportaron a nuestro im agi­
nario cultural.
A p a rtir de la década del noventa se advierte una expansión en este cam po. La existen­
cia de carreras universitarias que tienen al cine com o o b je to de estudio y las publicaciones
que, desde el exterior, se interesaban en nuestras películas, incentivaron la producción de
estudios porm enorizados respecto de algunos directores, períodos o tem áticas vinculados ya
no solam ente con el cine, sino con to d a nuestra producción audiovisual.
Este renacim iento de las investigaciones en las artes audiovisuales argentinas tiene m ucho
en com ún con el surgim iento, en paralelo, de una producción cinem atográfica y videográfica
definida, innovadora y que intenta dejar atrás algunos lastres que dificultaban el desarrollo de
la producción anterior. El INCAA brindó un apoyo decisivo a estas realizaciones audiovisuales
y ahora, a través de este conjunto de publicaciones, destaca la im portancia y el interés que tie ­
nen las investigaciones en este ám bito, dado que conocer, pensar, estudiar y reflexionar sobre
las artes audiovisuales argentinas no implica solamente rescatar nuestro p atrim onio cultural y
proyectarlo hacia el fu tu ro . Nuestras imágenes tam bién son una fuente para los más diversos
estudios sociales e históricos, lo cual exige producir form as de lecturas posibles, periodizacio-
nes, estudios de público, de políticas industriales, de continuidades y de rupturas estéticas.
También para el desarrollo de directores, guionistas, productores y técnicos es de vital im ­
portancia conocer las tradiciones en las que se inscriben sus trabajos, así com o las problem á­
ticas que se desplegaron en todas las épocas con respecto a la vida gremial de los diferentes
sectores, a las opciones estéticas y a las estrategias industriales, entre otras cuestiones.
En este prim er número, Cuadernos de Cine A rg e n tin o se propone abordar la reflexión acer­
ca de las form as y modalidades que, en algunas películas, se eligieron para representar a dis­
tin to s sectores sociales. Relevar las características form ales de las imágenes y relatos nos lleva­
rá directam ente a pensar qué sentidos se querían transm itir y qué construcción ideológica pro­
ponen las elecciones fílmicas.
En tal sentido, la tem prana inclusión de distintos ám bitos populares vinculados con los lu-
gares de trabajo o los barrios propone un material muy rico para indagar acerca de las mane­
ras en que los medios masivos definieron a los personajes de las historias, sus com portam ien­
tos, sus discursos y las redes sociales que construyen en su entorno. C om o todos sabemos, ca­
da elem ento que aparece o que está ausente en una puesta en escena cinem atográfica im pli­
ca una necesidad de contar algo desde un determ inado p unto de vista.
Cosas tan diferentes com o el ángulo de la cámara que revela un plano, el vestuario de un
actor, la luz que subraya un espacio, el sonido que irrum pe en alguna escena o las técnicas de
actuación, delinean una m ultiplicidad de mensajes que el espectador tom a para construir el
sentido del relato.
A pesar de que los temas abordados en este Cuaderno despliegan un campo de ideas muy
productivo, no son muchos los estudios previos que los profundicen en relación con el cine lo­
cal. Sin embargo, podemos destacar el análisis que, en este sentido, llevó adelante Irene M arro-
ne en Imágenes del mundo histórico. Identidades y representaciones en el noticiero y el docu­
mental en el cine mudo argentino (Biblos y AGN, 2003), así como las reflexiones que nos brin­
da M irta Lobato en el artículo "El cine en la narrativa nacional: En pos de la tierra y la movi­
lización chacarera de 1921" (Entrepasados N° 18, 2000), sobre la manera en que se represen­
ta a los trabajadores rurales en una película realizada por la Federación Agraria Argentina.
Saliendo del cam po del docum ental, distintos textos críticos publicados sobre el cine de fic ­
ción en la A rgentina hablan sobre la presencia de una variedad de sectores sociales en las pan­
tallas, aunque no profundizan los análisis. Entre otros, cabe destacar el libro de Abel Posadas,
que describe las form as en que Niní Marshall construyó sus personajes (Niní Marshall. Desde
un ayer lejano, Colihue, 1993) y los artículos de C laudio España, que nos hablan del cambio
en el im aginario social que representa el paso de las escenografías centradas en el patio em ­
baldosado de una "casa ch o rizo ", a la alfom bra del departam ento cuyo centro es la mesa fa ­
miliar ( Cine Argentino - Industria y Clasicismo - 1933-1956, Fondo Nacional de las Artes,
2000 ).
En el prim er ensayo que presentamos, M irta Goldstein explora las características utilizadas
para la representación de los jóvenes en películas argentinas realizadas desde 1995, general­
mente tam bién dirigidas por jóvenes cineastas, en las cuales se tem atiza "u n im aginario social
del desencanto en relación con valores antes sostenidos por el m undo de los adultos y apren­
dido de ellos. "La autora contextualiza muy claramente los textos fílm icos que tom a com o
ejem plo para mostrarnos que, ta n to las herramientas retóricas com o los tópicos que se abor­
dan repetidam ente, tienen una relación significativa con la serie social y política en la que se
desarrollaron estos jóvenes.
Por su parte, M ariano Mestman vuelve su análisis sobre una película em blem ática del gé­
nero docum ental argentino, El camino hacia la muerte del viejo Reales, realizada por el ci­
neasta tucum ano Gerardo Vallejo en 1971. Si bien el a u to r examina las estrategias puestas en
juego por el film para la representación de la cultura popular campesina y las luchas del m o­
vim iento obrero regional, el trabajo va más allá, ya que nos brinda una mirada sobre la trayec­
toria de Vallejo que se revela com o indispensable para una comprensión totalizadora de la pro­
puesta fílm ica.
Distintos trabajos se han escrito sobre este film (incluso el mismo au to r ha publicado otros
análisis previamente), en los cuales se estudiaba la estructura del relato y de las imágenes, así
como las características de un cine político innovador y la apelación, por parte de la instancia
enunciativa, a un público m ilitante. Aquí, Mestman se ocupa de analizar los m odos de repre­
sentación de lo popular en relación con otras películas argentinas y latinoam ericanas del pe­
ríodo, centrándose en los discursos de los hijos del viejo Reales. Esta tarea lo lleva a relevar las
tensiones y negociaciones entre una mirada etnográfica sobre la cultura popular rural y las te ­
sis expuestas por el film .
A continuación, ofrecemos un recorrido por la carrera de Luis Sandrini com o p roductor ci­
nem atográfico. El autor del ensayo, César M aranghello, comienza analizando las característi­
cas de los personajes que hicieron de Sandrini "el prim er cóm ico que conquistó a las masas;
el ídolo sencillo, ingenuo y bondadoso que se incorporaba al afecto más p ro fu n d o ." Sus per­
sonajes Cachuso, Felipe o Berretín encarnaban una versión de lo popular con ribetes conser­
vadores, que en años posteriores consiguió trasladar su fuerte anclaje social a los personajes
de clase media que creó el actor.
Pero lo central del trabajo de M aranghello es que revela las contradicciones entre los éxi­
tos de Sandrini com o actor y las frustraciones en su desempeño com o p roductor cinem atográ­
fico. Es allí donde encuentra que el debate sobre la representación de lo popular en el cine ar­
gentino incidió, desde sus comienzos, en las aprobaciones y rechazos de distintos ám bitos de
legitimación.
Finalmente, un artículo de mi autoría intenta abordar distintas estrategias de inclusión so­
cial llevadas a la pantalla por ciertos personajes populares del cine argentino. Más precisamen­
te, me refiero a la manera en que operan las puestas en escena de los personajes que repre­
sentan a algunos sectores, cuyo ascenso social y económ ico acom pañó a la industrialización
que vivió el país a partir de la década del '30 y que se consolidó durante los dos primeros go­
biernos peronistas. Para ello, se tom an algunos personajes populares que ya eran famosos en
la radio y el teatro, transitados por las actrices Niní Marshall y Tita Merello y por el actor Pepe
Arias.
De esta manera, Cuadernos de Cine A rg e n tin o invita a reflexionar sobre las novedosas
perspectivas que surgen de un análisis social de las imágenes producidas por nuestros cineas­
tas.

C.K.
Mundo joven, mundo adulto
A lgunas observaciones acerca de los vínculos fa m ilia re s representados
en el im a g in a rio fílm ic o argen tino de los ú ltim o s años

Por Jóvenes y pantalla de paridad peso-dólar, en conjunción con la


M iriam Goldstein apertura de las escuelas de cine, dieron como
"Mientras uno está en tránsito, uno está en resultado un resurgimiento de la producción
ningún lado. "1 local.
Esteban Sapir Fue así com o, desde mediados de la déca­
da del noventa, surgió en el horizonte de m u­
Dada su vulnerabilidad social y su aproxi­ chos jóvenes de clases medias y medias bajas
mación a las nuevas tecnologías del entrete­ una novedosa posibilidad: ser cineastas. De
nim iento y la inform ación, los jóvenes reco­ pronto, se les facilitaba el acceso a una form a
gen antes que ningún o tro sector social los distinta de expresión y, al mismo tiem po, a
cambios que se producen en el m odo de una ocupación posible para sí y para otros
construcción de los vínculos sociales. tantos, cuyos oficios adquirían un nuevo es­
El discurso cinem atográfico argentino de pacio de desarrollo. Esto sin dejar de tener en
aproximadamente los últimos diez años, en cuenta que sus proyectos se caracterizaron
sus diversas manifestaciones -las que se reve­ por los bajos presupuestos.
lan como hegemónicas en algún aspecto y La profusión de relatos fílmicos fue, cuanto
aquellas que com ponen los sectores subalter­ menos, interesante, ta n to que no pocos espe­
nos del cam po-, constituye una de las discur- cialistas comenzaron a hablar, una vez más,
sividades de época más interesantes de las que de un supuesto "nuevo cine a rg e n tin o "2.
pugnan por el sentido en el m om ento actual. Inicialmente, fueron sum am ente im p o rta n ­
A nte to d o , cabe señalar que la cinem ato­ tes las ficciones que elaboraron los jóvenes,
grafía ha m anifestado, desde su sonoriza­ quienes -según sus propias declaraciones-
ción, una gran riqueza por la pluralidad de no perseguían, a través de ellas, ningún obje­
códigos que emplea, pero además, a la luz de tivo de tip o program ático3.
la historia de la cultura argentina, significó un Además, debemos decir que el cine argen­
fenóm eno artístico-industrial de gran convo­ tin o reciente ganó un lugar de resonancia in­
catoria, especialmente entre 1930 y 1950. ternacional gracias a su participación exitosa
En los últim os años, nuestro cine ha logra­ en numerosos certámenes y festivales allende
do concitar la atención de, al menos, críticos nuestras fronteras. Posiblemente, esto haya
especializados y jóvenes aficionados al medio. sido producto de una moda pasajera, como
La reglamentación, en 1995, de la Ley 24.377 lo fueron otras film ografías, lo cual no im pli­
Pa b lo T rapero de Fomento y Regulación de la Actividad Ci­ ca que no haya sido aprovechado, sobre to ­
M undo G rúa - 1 9 9 9 nematográfica, la tecnología digital, la etapa do, por los cineastas jóvenes, y que, sin em ­

/ " 7
bargo, sea urgente la elaboración de una po­ hombres de distintas procedencias y edades.
lítica proteccionista seria de nuestros circuitos Si Juan Bautista Stagnaro dirige La Furia
de producción, distribución y exhibición, por­ (1997) a una edad cercana a los 43 años, Ju­
que, pasada esa ola favorable, podría desva­ sid hace lo mismo con Un argentino en
necerse to d o atisbo de m ovim iento "c o n ju n ­ Nueva York (1998) a los 57. En ambos casos
to " -a u n q u e tan heterogéneo com o aparen- se trata de producciones avaladas por m ulti-
medios y protagonizadas por figuras del star
system televisivo, que suelen convocar a
grandes masas de público tam bién por las
generosas inversiones en campañas publicita­
rias que hacen sus productoras.
Am bos film es superaron el m illón de es­
pectadores. La película de Jusid, con protagó-
nicos de Franchella y Oreiro, convocó a más
de 1.600.000. Fue producida bajo el sello A r­
gentina Sono Film, en asociación con Telefé.

tem ente individualista- de renovación cine­


La f uria
m atográfica.
J u a n B. St a g n a r o - 1 9 9 7
Estas discursividades de la gran pantalla,
que a veces circulan tam bién por video, se im ­
brican en el gran tejido discursivo de nuestro
d er . U n a r g e n t in o
tiem po, para -a u n en contra de sus carencias
en N u eva Y ork
de miradas preformativas am pliam ente expli-
J u a n J. J usid - 1 9 9 8
citadas en la mayoría de los casos- disentir,
asentir, aportar su cuota de quiebre, polem i­
zar acerca de lo que es justo o injusto, correc­
to o incorrecto, decible o indecible, etcétera. El guión fue elaborado por Magüé y Civale.
Por su parte, en 1997, Juan Bautista Stag­
De cine sobre jóvenes y naro tam bién había logrado reunir poco más
de jóvenes que hacen cine de un m illón de espectadores, sobre la base
de un guión escrito por el director, en coau­
El corpus seleccionado en virtud del eje te ­ toría con su hijo Matías Stagnaro. En aquella
mático que se pretende trabajar está consti­ oportunidad, el diario Clarín (sección Espec­
tu id o por filmes enmarcados en distintas cir­ táculos, jueves 3 de ju lio de 1997, págs. 10-
cunstancias de producción y dirigidos por 11) titulaba:
"La explosión del cine argentino. Desde Tan­ aleja de moldes conocidos en su film ografía
go feroz, los film es nacionales no tenían un para hacer un producto donde los diálogos
éxito tan grande en la taquilla. Comodines y pesan más que la acción y donde no se priva
La furia están haciendo historia [...] El casa­ de decir nada.
m iento del cine con la televisión tiene mucho
que ver con estos éxitos."
En la nota, escrita por Diego Lerer, se eva­
luaba la situación m ediante la construcción
de un cam po semántico muy elocuente:

"La batalla está planteada y, por una vez, la


lucha no parece desigual. Si bien unas tienen
presupuestos de casi 100 millones de dólares
y la tecnología de la industria cinem atográfi­
ca más grande del m undo por detrás, y las
otras costaron 50 veces menos y son parte de
una industria por lo menos endeble, las pelí­
culas norteamericanas y las argentinas com ­
piten palm o a palmo por la atención de los
espectadores locales. [...]
Lo cierto es que La furia y Comodines han
dejado en el camino a fuertes productos nor­
teamericanos - y exitosos en el resto del m un­
do [...]. Y lo han hecho, curiosamente, im itan­
do las fórm ulas que dan vida a esos filmes: La
furia es un thriller carcelario y Comodines es Otros son los casos de los creadores jóve­
un policial en la línea Arma mortal." nes. Ortega tiene 22 años cuando se estrena M a r t in (H a c h e )
Caja negra (2002), 28 el Trapero de Mun- A d o lf o A r is t a r a in - 1997
Diferentes personalidades del á m b ito cine­ do Grúa (1999), 29 Caetano y 25 el joven
m atográfico le encontraban algo positivo al Bruno Stagnaro cuando Pizza, birra, faso
asunto. Hasta Elíseo Subiela veía con buenos genera un éxito de taquilla. A lrededor de 30
ojos el hecho de que hubiera cine para todos cuenta Sapir en el año de estreno de Picado
los gustos, a pesar de reconocer que este pú­ fino, 34 Fernando Díaz al presentar Plaza de
blico convocado no era el suyo. almas (1998) y cuando Rejtman logra exhibir
En cuanto a A d o lfo Aristarain, se trata de com ercialm ente Rapado (1996) ya alcanzó
un cineasta que procede de una vertiente un los 35, mientras que Agresti ronda los 36 al
tan to más vinculada con cine de género poli­ estrenarse Buenos Aires viceversa (1997).
cial, aunque no exclusivamente. Cuando fil­
ma Martín (Hache) (1997), una coproduc­ Resultados del romance entre los
ción con España que alcanza en nuestro país multimedios y los subsidios del INCAA
cifras de taquilla cercanas a los 380.000 es­
pectadores, está en la plenitud de sus 54 La furia y Un argentino en Nueva
años y, según sus propias declaraciones, se York coinciden en haber sido producidos

/ ^ 7
ARGENTINA SONO FILM
la denom inada "Nueva Ley de C in e ", que
presenta: agregaba al im puesto del 10% sobre las en­
LU IS B R A N D O N I D IE G O TORRES LA U R A N O V O A tradas un gravamen similar al alquiler, venta y
edición de videos, y o tro del 2 5 % a los ingre­
sos que el COMFER obtiene de los canales de
televisión de aire.
De esta manera, fue posible increm entar la
ayuda a los productores, sum ando al viejo
subsidio de recuperación industrial (propor­
cional a la cantidad de entradas vendidas) el
subsidio de medios electrónicos, que se paga
a partir de la edición de una película en video
o tras su exhibición televisiva.
Consecuentemente, la concentración de
fondos en manos de los m ultim edios los be­
neficiaron de manera tal que, según un in fo r­
me del propio INCAA, durante los primeros
I \ U n film d e nueve meses de 1999, las grandes producto­
/ ' 1 JUAN BAUTISTA
’ / \ STAGNARO
ras ligadas a los dos m ultim edios -P atagonik,
Pol-ka, A rtear y A rgentina Sono F ilm - recibie­
ron el 4 5 ,7 % de los dólares destinados a sub­
sidios.
Pero los grupos Clarín y Telefé tam bién se
C om plejo del Cine A rgentino veían relativam ente favorecidos en la pelea
T IT A M ERELLO por salas de exhibición frente a los exhibido-
C ine I “ M irta Legrand” , res m ultinacionales, que preferían siempre las
La furia Suipacha 442, Buenos A ires. Tel.: 3 2 2 -1 195
grandes producciones estadounidenses, aun­
J u a n B. St a g n a r o - 1 9 9 7
que, a la hora de dar lugar a una película na­
cional, beneficiaban siempre a la producida
bajo la alianza de Telefé y A rg e n tin a Sono por un m ultim edio antes que a una de bajo
Film, y en haber co n ta d o con subsidios y presupuesto, realizada según una lógica " in ­
créditos del In s titu to Nacional de C ine y A r­ depe n d ie n te ". Lamentablemente, la nueva
tes Audiovisuales. En Cine argentino hacia ley no dio solución a esos problemas.
el 2000, publicación o ficial del INCAA, se Respecto de La furia, dirigida por Juan B.
in fo rm a que La furia recibió un cré d ito de Stagnaro, parece significativam ente alenta­
$ 7 5 0 .0 0 0 y un subsidio de $ 1 .6 1 9 .7 4 0 ; en dor el com entario que A m adeo Lukas firm a ­
cu a n to a Un argentino en Nueva York, lo ba para la sección Artes & Espectáculos del
declarado asciende a $ 6 5 0 .0 0 0 en térm inos diario La Razón (jueves 5 de ju n io de 1997):
de cré d ito y a $ 2 .3 0 0 .6 9 5 ,1 5 en con ce p to "C onvincente drama carcelario de tensión
de subsidio. bien dosificada. Nada nuevo, pero bien he­
Vienen a cuento algunas aclaraciones. El cho"*.
Fondo de Fomento C inem atográfico fue am ­ Sin em bargo, la crítica coincidió en conde­
pliado desde la reglam entación, en 1995, de nar el desenlace planteado por el argum ento

7
de la película. La abrupta transform ación del U n a r g e n t in o en N u e v a Y ork

padre provocó el rechazo de, por ejemplo, Ju a n J. Ju sid - 1 9 9 8

Fernando López en la sección Espectáculos


del diario La Nación (pág. 2), donde la califi­
ca sólo de "B uen a".

"El austero juez que por no traicionar sus


principios es capaz de abandonar a su suerte
al hijo encarcelado deviene, en pocas esce­
nas, una suerte de patotero campeón de la
acción directa. [...] El rigor ha cedido a lo no­
velesco y se ha apostado a la apelación más
directa, dando por descontada de parte del
público una respuesta más visceral que refle­
xiva. De esto habla el infrecuente núm ero de elevaron su exigencia técnica, por lo que de­
salas en que se estrena el film [...] ese paladín bieron disponer de mayor presupuesto y de
de la ley que de un día para el otro -a u to riza ­ directores más profesionales. Juan José Jusid,
do por las circunstancias- decide hacer justicia
por mano propia. No es, convengamos, un
ejemplo muy aleccionador."

Asimismo, en elam ante.com , Javier Porta


Fouz evalúa el film com o "an tip o lítico , a n tiju ­
dicial, proviolencia por mano propia y repre­
senta lo peor de lo peor de la ideología más
simplista de la inconciencia de derecha de la
A rgentina. A un así, con su gran dosis de to r­
peza expositiva y berretadas en la narración,
La furia sería m ejor que los productos Telefé
que vendrían (tam bién de directores "p ro fe ­
sionales" o "d e n o m b re ": los Jusids de Un
argentino en Nueva York
Un año después, mientras que el afiche de
Un argentino en Nueva York la recomienda para el caso, parece no merecer su reputa­
como un producto "¡Para toda la fa m ilia !" y ción de cineasta serio. Este crítico afirm a que
el crítico de la revista Gente la califica de "la novedad que presenta este film con res­
"sorprendente, divertida y llena de te rn u ra ", pecto a sus antecesores es la intención de
las evaluaciones más negativas -e n tre las em ular la estructura de la industria cinem ato­
cuales se encuentran las de e la m ante.com - gráfica norteam ericana" al com poner esta
dicen, con palabras de Santiago García, que historia, a la que califica de "com edia dram á­
"recurre a los peores lugares comunes de la tic a ", aunque en otros textos aparece com o
televisión y a su deleznable o p o rtu n is m o ", "com edia sentim ental".
aunque reconozca que los film es nacionales Cabe preguntarse en qué residen las fó r-
muías para lograr los apabullantes éxitos de etapas: la salida de su lugar para desarrollar
taquilla de ambos filmes, más allá de una ex­ la búsqueda de su hija, el arrepentim iento, el
plicación que se agote en el fu n d a m e n to co­ cum plim iento de un plan reparador por la vía
mercial, apoyado en la lógica de la relación de la ficcionalización, la reconciliación final.
costobeneficio de las empresas m ultim ediáti- Pero cabe destacar que, ta n to en los vi­
cas, hecho por todos conocido. deos que recuerdan la feliz unión de padre e
En ambos film es aparecen papeles pater­ hija en la infancia, com o en la escena que
nos sum am ente peculiares -y, posiblemente, provoca el reencuentro, el padre aparece di­
poco imaginables en la film ografía argentina sim ulando su verdadera identidad bajo un
de otros tie m p o s-, en lo relativo a la ficciona- disfraz. Si en el de b u t musical de su hija fa l­
lización de los papeles de jóvenes y adultos. sificó su identidad y fu e un asistente al con­
El co n flicto personificado por Verónica cierto que devino en el baterista que de re­
(Natalia Oreiro) y Franco (G uillerm o France- pente "se necesitó", en el cierre del relato
lla) se plantea entre una joven m ujer de 18 fílm ico un narrador om nisciente reiterará la
años, que sabe lo que quiere y lo consigue imagen de un Franco de años atrás, disfraza­
-a u n q u e para ello deba irse del lugar pro­ do de payaso para divertir a una Vero chiqui-
p io -, y un padre descuidado en sus afectos, tita y cumpleañera. A quí, el padre es héroe
distraído, to rp e y hasta insignificante en su cuando deja de ser él mismo, m ediante un
oficio, cuyo único rasgo positivo parece ser gran aprendizaje, pero con el soporte del d i­
la franqueza (tal vez de allí la elección del sim ulo y el disfraz. No en vano, en el film hay
nombre). El desequilibrio inicial entre ambos un antes y un después, marcados por un úni­
se produce con la partida de la hija roquera, co fu n d id o a negro.
quien decidirá no volver para castigar a su El disim ulo com o código que rige los vín­
padre por la desatención que siente de su culos adultos se plantea reiteradam ente. En
parte. En el film es relevante la fu n ció n que este sentido, la figura de Franco resulta isotó­
cum ple el abuelo de la joven, quien no sólo pica con la de la madre de Mariana -u n a am i­
provee al hijo de dinero para llevarle a Veró­ ga de Verónica que viajó con ella a Nueva
nica, sino que tam bién lo amenaza: "Si le lle­ York, pero volvió en los plazos prefijados-. A
ga a pasar algo a mi nieta te re vie n to ". D efi­ través de los padres de Mariana se escenifica
nitivam ente, el padre es un niño poco sol­ la form alidad prejuiciosa de una fam ilia tip o
vente en lo económ ico y en lo afectivo. La de clase media alta, que según su propio dis­
única adulta que es m ostrada en arm onía curso está "bien c o n s titu id a "... en principio.
con su papel -a u n q u e secundario en la his­ Sin em bargo, el espectador será testigo del
to r ia - es la madre de Verónica. deterioro de los lazos y de una separación fa ­
Finalmente, el desequilibrio se transform a­ miliar provocada por la hipocresía y no a fron­
rá en crisis y luego se resolverá en armonía tada públicam ente. Aquí, el disim ulo se agra­
gracias a una joven que alecciona, que trans­ vará con la mentira, y aparecerán ambas co­
form a la venganza en piedad en el m om ento mo las únicas salidas que propone el m undo
indicado, que sabe reclamar en el m om ento y a dulto para la solución de la crisis.
en la form a indicados. Ella sabe to d o el tie m ­ En la película de Stagnaro, la oposición ini­
po: sabe fo rm a r su banda, sabe tam bién ele­ cial se plantea con mayor com plejidad. De un
U n a r g e n t in o en N u e v a Y ork gir pareja. Por ello, logrará que el m endigo se lado encontram os un padre gélido y esque­
J u a n J. J u sid - 1 9 9 8 transform e en el príncipe soñado, en varias mático, el juez Lombardi (Luis Brandoni), un
hom bre sólo atento al rigor de las normas y La furia

las instituciones jurídicas. Enfrentado con su Ju a n B. St a g n a r o - 1 9 9 7

figura, Marcos (Diego Torres), su único hijo,


idealista, enam orado, que sueña con ser pa­
dre, que privilegia la amistad a la desconfian­
za y la misión en un leprosario a la conclusión
de sus estudios universitarios.
Pero detrás de esta oposición esquem áti­
ca, es posible advertir otra mucho más abar-
cativa. Porque el desequilibrio inicial del rela­
to se plantea entre un universo institucional
m ucho más am plio que el familiar, un m undo
negro de traiciones y falsedades, donde las
apariencias son engañosas y en el que se fra ­
guan las "pruebas de culpablidad del jo ve n "
a través de una ficción que encubre la ino­
cencia de Marcos.
Lo que en el seno de las instituciones de la
Nación, en la Suprema Corte, en la cárcel y
en el juzgado es falsam ente denom inado deviene del desencanto por la incom pren­
"prisión preventiva", en la experiencia te rri­ sión de los adultos ante ciertas situaciones,
ble que afrontan Marcos y Paula (Laura No- por los sentim ientos que no tienen en cuen­
voa) es, en realidad, un secuestro extorsivo. ta, por las explicaciones de la realidad que en
El equilibrio se recuperará cuando la fig u ­ nada se acercan a las experiencias de los no
ra paterna deja de confiar en las institucio­
nes, absolutam ente corruptas, y busca solu­
ciones en los lazos parentales, antes descui­
dados. Entonces, este nuevo padre escuchará
la verdad que está en poder de los jóvenes,
descubrirá lo verdadero y lo falso de la histo­
ria, protegerá a la pareja joven enviándola
tras la frontera. Pero él se quedará solo, al
borde del te rrito rio -e n to d o sen tid o -, inm o­
lándose com o padre y com o juez justo. La
salvación vendrá por la vía de un heroísmo sin
límites, que conduce al sacrificio.
Conclusión: aparentem ente, ciertos fa c to ­
res pueden vincular el éxito de estos relatos
cinem atográficos con un discurso social que
se había to rn a d o hegem ónico entre las déca­
das del 80 y del 90, según el cual el univer­
so de los adultos se distanció progresivam en­
te del de los jóvenes. La crisis de credibilidad

/ ^ 7
adultos. En estos ejemplos encontram os una nerviosa, este film de bajo presupuesto desti­
especie de inversión de funciones, según la na un alto protagonism o al m undo de los jó ­
cual los jóvenes saben, entienden y descu­ venes, al mismo tie m p o que desmitifica los
bren poco a poco los códigos que pretenden valores -"tra d ic io n a lm e n te " considerados se­
imponerles, mientras sus padres, o son adul- rio s- del m undo adulto.

tos ju v e n iliza d o s en el p e o r s e n tid o del t é r ­ El clima asfixiante de esta Buenos Aires re­
m in o , o son a u tó m a ta s d e lan o rm a social creada por el relato se apoya en una m etáfo­
B uen o s aires v ic ev e r s a q u e han p e rd id o su ca p a c id a d para percibir ra: la im posibilidad de ver -p o r miedo, por
A le jan d r o A gresti - 1997 l° q u e los ro d ea . asco, por perturbación psíquica- o la cegue­
ra "re a l" de quienes transitan por ella. Y, si
entre los personajes encontram os matices,
Agresti, precursor de un registro esa misma gradación entre poder y no poder
fílmico renovador: la (im)posibilidad ver traerá com o consecuencia un m undo sig­
de ver en Buenos Aires nado por discursos que falsean los aconteci­
m ientos y/o por perm anentes discusiones co­
Cuando Alejandro Agresti film a Buenos tidianas. Mientras la pareja anciana se niega
Aires viceversa, su noveno largometraje, a ver pudiendo hacerlo, dentro del universo
tiene 35 años. La obra está dedicada a los hi­ joven tam bién habrá quienes han incorpora­
jos de desaparecidos durante la últim a dicta­ do esta lim itación.
dura militar, que entonces eran jóvenes de Es paradigm ático, en este sentido, que la
entre 14 y 20. ceguera de la joven actúe en m últiples direc­
Su mirada sobre el cine, "a n tim a q u e ta ", ciones, ya que, por no saber ver el am or de
no genérica, se traduce en un registro nove­ su compañero, vivirá episodios desagradables
doso donde los límites entre lo docum ental y y luego sufrirá un peligroso encierro a causa
lo ficcional se tornan borrosos. De retórica de la tram pa perversa de un ex torturador. Su
novio, tam bién ciego, por no saber ver el
arrepentim iento de ella, se instalará en el
am or propio herido. Representación taxativa
de una juventud ciega que no podrá volver a
encontrarse a pesar de estar com partiendo
un mismo territorio .
Por otra parte, el m undo representado se
halla signado por la ausencia y o el descono­
cim iento de los padres: Daniela (Vera Fogwill)
y Bocha (Nazareno Casero). En el caso de M a­
rio (Fernán Mirás), ellos son sólo una presen­
cia fotográfica, la fuente de su bienestar eco­
nómico y de su inmadura com odidad. La fa ­
milia de Damián (Nicolás Pauls) servirá para
derribar el viejo m ito del hogar contenedor.
Á m b ito a utoritario de censura de palabras y
com portam ientos, propicia, además, la com ­
plicidad fam ilia r en la actitud de espiar y con­
trolar a los otros.
En cuanto al nexo posible entre abuelos y
nietos, la (im )posibilidad de ver presenta co­
mo personajes d iam etralm ente opuestos a
los "viejos abuelos" -encapsulados en su
departam ento y en los recuerdos de un pa­ gente). La reconciliación entre abuelos y nie­
sado de bienestar e c o n ó m ic o - , quienes, ta -V era les recuerda a "la n e n a " - sobre­ B u enos a ire s v ic e v e rs a
luego de haber encargado a Daniela el re­ vendrá sólo cuando toleren ver un mismo A le ja n d r o A g r e s t i - 1997
gistro del afuera urbano, evidencian un m ar­ aspecto de la ciudad.
cado enojo fre n te a un registro docum ental La loca por la TV, Cristina (M irtha Busnelli)
fra g m e n ta rio y sum am ente h e te rogéneo logra curar su alteración cuando ve por sí mis­
respecto de su unívoco m odo de vida, de su ma lo que ocurre en el shopping-, alejada en­
clase, de sus gustos. Les resulta im posible tonces de un discurso controlado por el poder
tolerar lo diferente. Vera, joven huérfana cu­ -d e la dictadura m ilita r- logra arm ar su propio
ya experiencia de soledad conduce p a u lati­ relato de los acontecimientos y, en conse­
namente hacia una mirada de am plio espec­ cuencia, acercarse a un am or de verdad.
tro, puede enam orarse de lo o tro y solidari­ Ver parece ser, entonces, la marca de lo
zarse. Y será un " o tr o " , por niño y por po ­ nuevo, de lo joven. Cuando Damián deja de
bre, quien le dirá el secreto para entenderse espiar desde la ideología del universo fam iliar
con los ancianos: m ostrar lo más bello, mos­ y sale del hotel alojam iento para recorrer él
trar los techos. M irar lugares que están por mismo la ciudad y su gente, logra abrazar a
encima de la superficie ciudadana, despoja­ una m ujer y sentir con ella el dolor. En con­
dos de la presencia hum ana pero signados trapartida, el joven Mario, que se asqueó an­
Por los indicios de sus cuerpos (la ropa col­ te lo que veía, nunca pudo sentir nada por
gada da cuenta de que en la ciudad vive nadie.
Aristarain genera alarma y polémicas con
Martín (Hache)

Podríamos a firm a r que esta coproducción


argentino-española fu e ejem plo, en su m o­
m ento, del m odo en que la "im a g in a ció n
radical" se resistió a dejarse m odelar por
una lógica heterónom a dom in a n te , tra d ic io ­
nal, para p roducir cierta ruptura. Esto signi­
fic ó sobrepasar los límites de lo decible fílm i-
co, según podem os co n je tu ra r a p a rtir de
testim onios del cineasta y de debates con­
signados por la prensa gráfica argentina.
Temas accesorios para la tram a, com o el
peligro del consum o de drogas, hicieron que
muchos inversores huyeran, alegando la du ­
reza con que eran tratados en el guión (escri­
to por Aristarain en coautoría).
En cu a n to a las polém icas suscitadas por
Martín (Hache) cabe rescatar algunos as­
pectos relevantes de una de las notas p u b li­
cadas p o r el d ia rio La Nación 5, cuyo a u to r
enciende el debate entre A ristarain, la d i­
rectora de la revista de orie n ta ció n para pa­
dres FAMS y el filó s o fo y pedagogo Jaime
Barylko. La señora Gru de Diez no concibe
la educación de los jóvenes sino de manera
ate m p o ra l, regida p o r patrones que, por
ideales, se revelan com o inm utables (el
a m o r e te rn o com o nexo de la pareja p a te r­
na; la vocación de ser, en vez de estar, para
no caer en la m ediocridad; la ju v e n tu d co­
M a r t in ( H a c h e )
m o etapa a la cual son inherentes los idea­
A d o l f o A r is t a r a in - 1997
les; la educación para el dolor). En el o tro
extrem o, el cineasta -q u ie n declara no te ­ Barylko será el encargado de cerrar la polé­
ner certezas para marcar el cam ino a n a d ie - mica mediante una búsqueda de equilibrio.
se m uestra decid id a m e n te crítico ante una En to d o caso, fundam enta los argum entos
sociedad " a d u lta " que proclam a norm as opuestos en el hecho de que representan dos
sociales hipócritas, en ta n to sólo tu vie ro n éticas diferentes: la antigua ética "del propó­
vigencia en viejos contextos sociales; co m ­ sito de la vida" -c o n su proyecto de "ser al­
parte con M a rtín E tchenique aquello de que g u ie n " - hoy reemplazada por la "nueva ética
uno debe hacer lo que le gusta e in te n ta r de la posm odernidad" (del día, del m om ento,
vivir de ello. de la profunda honestidad del sentimiento).
Resulta interesante su observación final, Lo que hace a su film ografía altam ente in­
según la cual se debe eludir el autoritarism o, teresante es que en sus historias, donde el
pero sin dejar a los chicos huérfanos 6. m undo joven tiene un gran protagonism o,
Y en efecto, para Hache (Juan Diego Bot- consigue, sin pasar por encima de la carencia
to), la posibilidad de "se r" resulta dificultosa, económica, descentrar este m otivo de queja
porque su padre parece haberlo concebido -q u e suele ser la marca más frecuente de los
como una mera duplicación de sí. Además, sectores sociales a quienes representa- para
su vida adolescente está signada por la expul­ enfrentarlos con un universo vivencial desdra­
sión, ya que, por distintas razones, padre y matizado, distanciado y, en consecuencia,
madre se resisten a tenerlo cerca. Frente a un paródico. De esa manera, logra poner(nos) al
padre que, paradójicam ente, no sabe expre­ descubierto nuestras carencias y nuestras m i­
sar cosas im portantes pero tiene gran éxito serias más escondidas. Su cine opera com o
profesional com o guionista cinem atográfico, un catalejo: sirve para alcanzar una visión que
el joven que se nos muestra tiene la lucidez va más allá, y, sim ultáneam ente, logra acer­
de saber, casi en to d o m om ento y aunque se carnos al detalle.
lo oculten, lo que ocurre con sus padres. La No parece casual que, a lo largo de su se­
trama pone en evidencia, además, la valentía rie -Rapado (1996), Silvia Prieto (1999) y
de viajar para ver por qué se extrañan unos Los guantes mágicos (2 0 0 4 )-, la edad de
techos que no son bellos, y la inteligencia de los personajes protagónicos haya ido aum en­
elegir acercarse, finalm ente, al padre por me­ tando. Esto sirve para poner en evidencia que
dio de un video de despedida provisoria. los jóvenes adolecen de ciertas características

pe lícula da M artin Rejtm an

Lo que expresan los jóvenes sobre


ellos, los adultos y el mundo en el que
conviven

En virtud del novedoso im pulso creativo


que aportó este joven cineasta, nos hemos
perm itido hablar de un "universo Rejtman"
como gran parodia de la clase media, pero
siempre desde el punto de vista de la con­
frontación entre lo joven y "lo o tro " 7.
Martín Rejtman es un cineasta joven, con­
siderado desde hace más de una década co­
mo talento pionero e innovador por los críti­
cos especializados y los jóvenes estudiantes
de las escuelas de cine.
Sus filmes "h a b la n " del espacio social en­
tero, aunque lo hagan por omisión; no exis­ y los supuestos adultos, de tan "juveniliza-
ten los más privilegiados, ni los desposeídos, d o s", no se muestran capaces de contener­
ni los lúmpenes. Su personaje predilecto es la los, y menos aún, de fu n cio n a r com o figuras S ilv ia P rie to

clase media, aunque empobrecida. ejemplares. Todo lo contrario: se derrum ban M a r t in R e jtm a n - 1999
detrás de un discurso tan inútil com o im prac­ son seres que se desplazan perm anentem en­
ticable en estos tiempos. te, com o form a de liberar sus inquietudes.
En definitiva, los habitantes de la ciudad Desechadas las posibilidades de movilidad as­
cendente, es decir, de ascenso social, el único
recurso parece ser el merodeo.
Y gracias a él, a sus innumerables e impre-
decibles periplos, puede llegar la "salvación"
inesperada: capturar algo de otro, apropiar­
se, ¿robarle? Llamarlo así sería darle un esta­
tu to moral condenatorio que no existe en
Rejtman. La actuación sin afectividad que, en
los casos de hurto, muestran sus personajes
parece abonar la idea de que, en nuestra so­
ciedad actual, todos nos sentimos estafados.
En definitiva, si nada de eso adquiere dram a­
tism o es porque todos podrem os devolver el
gesto de atropello del que hemos sido vícti­
mas. Y vale poner la creatividad al servicio de
este acto retributivo.
son mostrados en la más extrema soledad, En Los guantes mágicos, su película es­
Los g u a n te s m á g ic o s sumergidos en la inercia de no poder siquie- trenada más recientem ente, el relato genera
M a r t I n R e jtm a n - 2 0 0 4 ra registrar, con cierta seriedad, sus aspectos un m undo donde uno se pregunta quiénes
valiosos com o individuos, tan abotagados son los jóvenes.
que ni se imaginan com o integrantes de un Sus personajes de m enor edad tienen en­
grupo que pueda transform ar la realidad. tre 24 y 32 años. Piraña y su mujer, quienes
M e n tir y mentirse puede ser una coartada, por apariencia y experiencia deberían fu n cio ­
pero la verdad es que todos son absoluta­ nar com o adultos dentro de este m icro-grupo
mente intercambiables en el marco de la A r­ social, son quienes prim ero se muestran ver-
gentina de los últim os años. Ausentes las ins­ borrágicos, invasores, intrusivos, para luego
tituciones, su intervención jamás será convo­ degradarse poco a poco. Él llega a introducir
cada por los protagonistas de Rejtman, quie­ a los más jóvenes en un utópico negocio de
nes, ante la m enor sugerencia al respecto, los guantes mágicos, o sea, los conduce al
muestran absoluta desconfianza. fracaso, por la vía que antes afirm aba haber­
Tampoco confían en la institución familiar. le resultado rentable: dice no haber progresa­
Discursos de padres e hijos corren por carriles do económ icam ente gracias a su música sino
paralelos, sin intercam biar jamás una cuota a sus negocios. Ella, una agente de viajes - o
de com unicación verdadera. Se habla lo m íni­ mera empleada de una agencia de tu rism o -,
mo indispensable y solamente se transm iten que es quien más esfuerzos dedica a rescatar
ciertos datos intrascendentes. Cuando no se a Ceci de una supuesta depresión que se le
miente, se disimula o se desoye al otro. diagnosticó, term ina presa de la parálisis, el
La ligazón principal parece darse entre ser abandono, la abulia depresiva y la inercia que
hum ano y máquina de trasladarse, medio de antes padeció la joven. Resultado: su expul­
transporte, que posibilita el deambular. Estos sión del terreno donde actúan los otros; re-
cluida en un spa de Brasil, sólo reclamará la gando en un "a d e n tro " -d e Buenos Aires o
compañía de un perro. Y no se trata de una de otra ciudad a rg e n tin a - pero, al mismo
inm olación que beneficie a nadie, ya que no tiem po, viajan de una casa a otra y, especial­
le ha hecho más que daño a la pobre y joven mente, de un lugar donde habitan al aero­
Ceci, quien en definitiva será tardíam ente p uerto que los llevará hacia el afuera nunca
rescatada por los apasionados abrazos de un visto, pero pensado siempre com o fuente de
extranjero. una mejoría, sobre to d o psicofísica, pero
Así, los supuestos adultos cuarentones no tam bién económica (es el caso del actor de
se distinguen en esta historia por una función películas porno).
de contención, rectora ni benefactora en nin­ ¿Cuál es la manera peculiar de transitar la
gún sentido, independientem ente de sus su­ ciudad de estos seres, ya que nada del con­
puestas buenas intenciones. tacto con otros es escenificado? Casi no dia­
Sus viejas fórm ulas para explicar la reali­ logan, com o no sea entre sí, y nadie del afue­
dad, analizar y resolver los problemas, pro­ ra los afecta demasiado.
pios y ajenos, resultan no solamente estériles, Aquellos que se acercan parecen term inar
sino, lo que es peor, perniciosas para quienes com o atrapados dentro de los límites de una
los rodean. burbuja invisible, que ellos mismos alim entan
El ám bito físico recreado en este film sepa­ a través de historias altam ente inverosímiles
ra un adentro de un afuera, ambos con ca­ que pretextan para sus acercamientos.
racterísticas muy diversas. El adentro son los Otra de las cuestiones relevantes que se es­
barrios suburbanos, la ciudad casi desierta, cenifican es la escasa im portancia de la iden­
con pocos comercios abiertos, con muchos tidad, de las personas y de las cosas, que se
boliches nocturnos. Con muchos "o tro s " re­ tom an y se dejan, aparecen y desaparecen,
ducidos a miles de luces encendidas que se sin que ello le preocupe a nadie.
destacan en el negro de la noche. Ése es el En cuanto a las personas, la desaparición
escenario de una clase media que, aun cuan­ de la m ujer de Piraña sólo es manifestada
do no parezca tener problemas económicos, verbalm ente por el narrador protagonista, sin
sí tiene serios problemas de com unicación. El que sus palabras tengan com o correlato al­
sinsentido de sus vidas se manifiesta a través guna manifestación de los efectos de su au­
de "fó rm u la s" que muestran pronto su cadu­ sencia.
cidad, o , más directam ente, m ediante enfer­ En cuanto al auto, el Renault 12 blanco es,
medades de origen misterioso. quizá, lo que Alejandro más parece querer en
Los personajes están to d o el tie m p o dialo­ el m undo, sin que por ello pelee por m ante­

A r riba e iz q u ie r d a

LOS GUANTES MÁGICOS


M a r t in R e jtm a n - 2 0 0 4

f * ¡
nerlo hasta las últimas consecuencias. Fanta­ representación. Es dos veces irreal, primero
seará con que otra decena de autos pareci­ por lo que representa -actores y decorados
dos le pertenecen, y jugará a que obedecen interpretan una situación ficcional, la historia
al com ando de su cierre centralizado de puer­ co n ta d a - y segundo, por cóm o lo representa
tas, igual que el suyo. -a través de una serie de imágenes yuxta­
Cecilia lo ha dejado, pero Alejandro perm i­ puestas, de objetos, paisajes y/o actores-.
te que Valeria ocupe prontam ente el lugar de A hora bien, a diferencia del teatro, donde
compañera. Asimismo, cuando Valeria mani­ lo que significa (actores, decorados y acceso­
fiesta que se irá lejos, envidiosa del hom bre rios) es real y existe, aunque lo representado
que se llevó a Ceci, se sugiere una sensación sea ficticio, en el film , ta n to el representante
de que será nuevamente abandonado. Desfi­ com o lo representado son ficticios, por lo
le de mujeres, profundam ente diferentes en cual, en este sentido, toda película es de fic­
algunos aspectos, que no parecen preocupar­ ción.
lo. Luego, desfile de autom óviles, ajenos, que Se hace casi inevitable aquí aludir a la pro­
tam poco generan un cambio. Roba uno por blemática del referente, entendido com o ca­
un rato, y allí finaliza toda la transgresión. To­ tegoría o clase de objetos, categoría abstrac­
do da lo mismo: ser chofer de remise o de ta que se aplica al m undo real y que puede
ómnibus. actualizarse en un objeto particular. En lo que
Los jóvenes que nada hacen -la primera hace al lenguaje cinem atográfico, es necesa­
Ceci, A le ja n d ro - tam poco pueden dormir, rio distinguir entre el m om ento de la film a ­
disfrutar de los placeres del cuerpo, preser­ ción, que requiere de un actor en particular, y
varlo. la atribución de un referente a la imagen vis­
En to d o caso, todos, los jóvenes verdade­ ta por quienes miran. A excepción de las pe­
ros y los adultos "juveniles" por inmaduros, lículas familiares, un objeto o persona no es
se revelan com o asexuados. Siempre cubier­ film ado más que com o representante de la
tos por algo que impide el contacto entre sus categoría a la que pertenece: "re m ite a esta
cuerpos, los únicos gemidos que se escuchan categoría y no al objeto-representante que se
en el film provienen de la construcción ficcio- ha utilizado para la film a ció n " (A u m o n t e f al,
nal de una película porno. Nadie ha tenido ni 1985, 105). El referente de un film ficcional
prom ete tener descendencia: la esterilidad es no son, entonces, las personas, objetos y de­
suprema y generalizada. corados colocados realmente ante la cámara,
Aislada com o en un laboratorio, la clase sino tipos verosímiles de personajes, objetos y
media recreada en el cine de Rejtman carece escenarios.
de to d o horizonte de superación. Las diferencias entre una película de fic ­
ción y otra de vacaciones dem uestran que
no hay un solo referente, sino grados de re­
Ficciones cinematográfica sobre ferencia que son diferentes en fu n ció n de las
la juventud inform aciones de que dispone el espectador
a p a rtir de la imagen y de los conocim ientos
C om o sabemos, el cine de ficción narrati­ personales. Se puede afirm ar que los grados
va representa una historia imaginaria, irreal. de referencia van desde categorías muy ge­
Según A u m o n t et al (1985) en su Estética del nerales a otras más ajustadas y complejas,
Cine, este tip o de cine consiste en una doble las últim as de las cuales no son más "verda­

f ™ ]
"Para naturalizar su trabajo y su función, el
film de ficción tiene tendencia a escoger co­
m o argum ento épocas históricas o m om en­
tos de actualidad cuyo tem a tiene ya un dis­
curso com ún (A u m o n t et al, 1985). De esta
form a parece someterse a la realidad, cuando
lo cierto es que lo único que quiere es hacer
verosímil su fic c ió n ".
En este sentido, probablem ente Pizza, birra,
faso (Caetano-Stagnaro, 1998) haya signifi­
cado un éxito de público en el marco de un
cine de bajo presupuesto, debido a que su
construcción de los personajes marginales lo­
gró un grado de referencialidad relativo, en
ta n to expresión de los márgenes mediados
por el im aginario de la serie policial o del ho­
rizonte de representación habilitado por cier­
to discurso televisivo.
En los universos narrativos de los film es
analizados -e n su mayoría pertenecientes al
período 1 9 9 5 -2 0 0 2 - destacamos la presen­
cia de ciertos tópicos recurrentes: el deam ­
bular por te rrito rio s hostiles -u n a casa, la
ciudad o el te rrito rio nacional; el viaje al ex­
te rio r del país; la fractura fam iliar; la violen­
deras" que las primeras, ya que pueden sus­
c ia - posiblem ente intrageneracional e in te r­
tentarse en un verdadero saber, en una "v u l-
generacional; la carencia o relativización del
g ata", en el sentido com ún o en un sistema
valor de la identidad; el disfraz en relación
verosímil.
con el disim ulo; la infrecuente aparición del
a grupam iento que, cuando se produce, lo
hace por fuera de los carriles sindicales o
partidarios.
El deam bular se presenta com o form a p ri­
vilegiada de habitar cualquier tip o de te rrito ­
rio. Esta característica aparece en la paradig­
mática película de M artín Rejtman, Rapado.
Su relato escenifica el deam bular vinculado
con un vehículo -la m oto del jo v e n -, su pér­
dida, la búsqueda de ayuda y los esfuerzos
por recuperar lo perdido. Se trata siempre de
actores de clase media que cruzan una ciu­
dad desierta de "o tro s " de clase, y que sólo Pizza, b ir r a , fa s o
casual y/o excepcionalmente encuentran soli­ C a e ta n o - S ta g n a r o - 1998

f o j
daridad en los pocos seres que la habitan. menos. Córdoba devendrá en un "NN de sexo
Con ello, se desmitifica la im portancia de los masculino", según la jerga de la institución po­
lazos amistosos, que en el seno de una clase licial, que captura su cuerpo m uerto ju n to con
en decadencia se exhiben deteriorados por los resabios de su débil identidad.
un interés de provecho individual. En este ca­ En Sólo por hoy (Rotter, 2001) aún se le
so, el deam bular para recuperar el vehículo otorga un sentido al m erodeo ciudadano.
perdido parece vincularse con la búsqueda de M ientras A ilí recorre las ciudades com o mo-
un pretexto que dé sentido a una vida caren­ toquera para ganarse la vida, el Toro va de
te de objetivos, a la que no interesa la pérdi­ cásting en cásting y Fabián film a a los tra n ­
M undo grúa
da de consistencia de vínculos familiares, seúntes preguntándoles por aquello que da
Pa b l o T rapero - 1 9 9 9
amistosos y sociales. Ni siquiera la búsqueda sentido a sus vidas. En el o tro extremo, Equis
de pareja figura com o expectativa del joven. va de su casa al restaurante donde trabaja, y
Pero tam bién es peculiar la manera de habi­ de allí al aeropuerto, donde mira aviones que
tar la ciudad de los personajes de Pizza, birra, podrían acercarlo a su objeto de deseo.
faso (Caetano-Stagnaro, 1999). En su mero­ Encontramos en Mundo grúa (Trapero,
deo, sólo un par de ellos lograrán acercarse ha­ 1999) dos casos paradigmáticos en cuanto al
cia los márgenes del territorio (la pareja confor­ tópico que nos ocupa. Rulo, personaje subur­
mada por Córdoba (Héctor Anglada) y su m u­ bano que se quedó fijado en su universo ado­
jer). Pero la salvación, entendida como cruzar al lescente ya lejano, es expulsado del m undo del
Uruguay, sólo alcanzará a la joven, embaraza­ trabajo en Buenos Aires y recorre miles de ki­
da, proveniente de una clase media venida a lómetros en busca de una inserción que no

/ « 7

consigue y lo lleva al regreso con destino in­ arrepentim iento del m undo adulto -U n ar­
cierto, mientras su hijo, Fabián, merodea entre gentino en Nueva York (Jusid, 1998), que
los videojuegos, las reuniones con su banda de puede llegar a la propia inmolación, La furia
rock, la casa de su padre -d e donde es bue­ (Juan B. Stagnaro, 1997). No ocurre lo mismo
namente expulsado- y la de su abuela. El m o­ en el cine autodenom inado "in d e p e n d ie n te ".
vim iento permanente estaría al servicio de evi­ Caja negra (Ortega, 2002) presenta el tó ­
tar un compromiso con cualquier tipo de res­ pico de la deam bulación al servicio casi exclu­
ponsabilidad productiva, ya sea artística o sivo del in te n to de una mínima recomposi­
económica. ción de unos misteriosos y nunca explicitados
Esteban Sapir construye, en la fragm enta­ lazos familiares rotos y del trabajo para la
ción de los 1500 planos que com ponen el re­ subsistencia.
lato llamado, no casualmente, Picado fino, En Plaza de almas (Fernando Díaz, 1998),
un transitar permanente del joven Tomás Ca­ la ruptura de la fam ilia constituye el núcleo
minos (Facundo Luengo) desde el suburbio a central del relato, en ta n to se abre en dos
la dudad. A pesar del vagar permanente, el jo ­ sentidos interrelacionados. Por una parte, se
ven no logra superar la sensación de encierro escenifica la ruptura con la madre y entre los
expresada en la incomunicación, el ruido, la abuelos, que habla de un viejo c o n flic to de
sordera, la incomprensión. La fantasía de sal­ violencia fa m ilia r nunca antes explicitado y
vación consiste, entonces, en ir hacia los países que, en el presente del film , sólo será acla­
del norte, tal vez con Alma, su doble fem eni­ rado a través de la m ediación de la in stitu -
no, al par que rehúye la compañía de su novia
P ic a d o f in o
embarazada, Ana Sideral (Belén Blanco).
C o le c t iv o FUC - 1999
Finalmente, Mala época (colectivo FUC,
1999) muestra un tip o muy particular del
deambular de un adolescente de clase media
venida a menos: sucede por el interior de la
mansión de un político menemista. El tránsi­
to por las habitaciones de un te rrito rio perte­ 5600 film con «I apoyo del
INSTITUTO NACIONAL DE CINE
neciente a una clase a la que se siente ajeno Y ASfLS AU0)0VISUALES

da, com o único y repetido resultado, la ex­


pulsión o la autoexclusión. Sólo se sugiere
PICADO FI NO
cierta posibilidad de acceso a este espacio
"o tro " m ediante el robo, tota lm e n te fo rtu ito ,
de un maletín lleno de dólares a una banda
de secuestradores, que ocasiona el asesinato
del cautivo.
En cuanto a la fragm entación familiar, se ad­
vierten diferencias en los modos com o la
muestran ciertos filmes de los multim edios y
otros producidos en el seno del denom inado
cine argentino de bajo presupuesto. En los
Com plejo d el Cine Argentino
primeros, el p unto de arribo es siempre la re­ TITA MEREUO
M pode MJ e x » l i e U MI-1 >W
conciliación final, aunque esto signifique un
ción televisiva. El joven fu n cio n a com o nexo lar los misteriosos sinsentidos o los indicios
entre todos ellos y es quien recibe y debe ar­ que sugieren que "a lg o im p o rta n te " puede
m ar las piezas del rompecabezas de la histo­ estar sucediendo con el joven. El intercam bio
ria fam iliar. Por otra parte, aparece la im p o ­ verbal que se presenta simula un diálogo de
sibilidad del joven protagonista de arm ar un sordos, que apenas sirve para justificar la
proyecto con su pareja, evidenciada en la convivencia.
negativa de ella a asum ir un com prom iso La carencia o relativización del valor de la
afectivo y a ser madre, que concluye en la identidad juvenil, trabajados en relación con
larga secuencia que representa el acto del "m ú ltip le s juegos de dobles, falsas identida­
ab o rto . des, máscaras y desdoblam ientos" (Callegaro
y Goldstein, 2001, 60), se hace presente co­
mo marca de jóvenes personajes de los secto­
res populares. Ellos carecen de nom bre por­
O IP U T /
que carecen de vínculos familiares, y adquie­
ren sobrenombres no por lo que son sino por
h¡'i(«i,js ilr. buíito- .tires & ln>y
lo que parecen. Pizza, birra, faso (Caetano-
Stagnaro, 1998) con Córdoba, Fruía, Mega-
bón y el Pibe y Fuga de Cerebros (Mussa,
1998) con el Fideo, el Panda y el Rengo,
constituyen ejemplos suficientes de lo dicho.
En un sentido similar, encontram os ejem ­
plos privilegiados en Silvia Prieto (Rejtman,
1999). Allí, los jóvenes de clase media tienen
nom bre y apellido, pero su fu n ció n indicial se
MALA EPOCA ha relativizado por un doble proceso de fa l­
seam iento y proliferación. C uando denuncia
la pérdida de su DNI, Silvia, que vive en Co­
legiales, se declara com o Luisa Ciccone -e l
verdadero nom bre de M a d o n n a - mientras
M a l a épo ca
que, por otra parte, encuentra una h o m ó n i­
C o le c tiv o FU C - 1 9 9 9
ma que vive en Belgrano, cuya aparición lo­
gra inquietarla. En el final del film , desapare­
ce la protagonista, mientras proliferan en
imágenes y en historias un sinnúm ero de
Un diálogo de sordos entre los padres y el "Silvias Prieto". Así, resulta negada la id enti­
hijo adolescente, que sólo sirve para m entir o dad de clase media, donde todos los jóvenes
disimular, aparece frecuentem ente en los fil­ son intercam biables ta n to en el m undo labo­
mes de los últim os años. En este sentido, Ra­ ral com o en el afectivo, según el universo
pado (Rejtman, 1996) es un muy buen ejem­ Rejtman.
plo de lo que planteamos: en el seno de una Con una función algo diferente, el juego
típica fam ilia de clase media, m undo adulto y de falsas identidades en Nueve Reinas (Bie-
m undo joven corren por carriles casi parale­ linsky, 2000) no remite sólo a un rasgo gené­
los, sin tocarse. Nadie se preocupa por deve­ rico de la narrativa policial, sino que "co la b o ­

[ * }
ra, además, en la representación de la des­ lidad de subsistencia, genera solidaridades
confianza, en una sociedad donde se borra el transitorias ante la m uerte del cantante de
límite entre engañador y engañado" (Calle- tangos, en las películas de Rejtman hay un
garo y Goldstein, 2001, 60). trabajo narrativo sobre la fragm entación del
En Sólo por Hoy (Rotter, 2001), el deam ­
bular del que hablábamos es tam bién una
búsqueda de identidad. El Toro es un perso­
naje cuya subjetividad está puesta en la ac­
tuación, en el arte, pero sin em bargo tiene
que ganarse la vida lim piando hoteles, el lu­
gar de tránsito por excelencia. Cuando le lle­
ga el m om ento de actuar, debe hacerlo dis­
frazado de vaca, por lo que su identidad no
puede llegar a realizarse ni a reconocerse. Su
amigo Equis, M ariano Martínez, se hace lla­
mar así precisamente por su disconform idad
con su trabajo de cocinero. Tal vez, si logra
C a j a N egr a
subirse a algunos de esos aviones con los que
L uis O r te g a - 2 0 0 2
fantasea y puede viajar a París, al fin logre
reencontrarse con su nombre.
El disfraz y/o la máscara representan, den­ colectivo social y la im posibilidad de reconsti­
tro de las narraciones fílmicas, los únicos m o­ tución de las relaciones, to d o lo cual deja a
dos posibles de subsistencia para los jóvenes sus personajes flo ta n d o en un vaho de ano-
artistas, ya sea porque los preservan de ser mia que, muchas veces, desencadena situa­
identificados por un m undo hostil, ya sea ciones absurdas, vehiculizadas por la parodia
porque les sirven para ganar dinero. Por el y alejadas de toda cualidad trágica.
contrario, los adultos recurren a la máscara
para vincularse o revincularse con sus hijos jó ­ Observaciones acerca de una mala época
venes.
Finalmente, si rastreamos las representa­ Hacia mediados de la década del noventa,
ciones de los modos de agrupación colectiva la apertura de escuelas de cinem atografía, la
que se escenifican entre los jóvenes, n ota­ reglam entación de una nueva Ley de Cine
mos, tal com o anticipam os, una dificultad prom ovida por diputados vinculados con la
que, en caso de superarse, se despliega en actividad cinem atográfica, la vigencia de la
formas de asociación que se dan por fuera de paridad peso-dólar y la tecnología fílmica d i­
los vínculos institucionalizados más tra d icio ­ gital, posibilitaron que jóvenes de clases me­
nales (partidos, sindicatos, etcétera). M ien­ dias concibieran una posibilidad vocacional
tras que en la película de Rotter los vínculos antes no imaginada: ser cineastas.
sociales están anclados en el clima m icrom o- Entonces, al filmar(se), ejercitaron un do ­
ral de experiencia que posibilita la conviven­ ble registro. Por un lado, se constituyeron co­
cia bajo un mismo techo, y en Plaza de A l­ mo sujetos de enunciación de uno de los pro­
mas (Díaz, 1998) la plaza aparece com o te rri­ ductos artísticos de mayor riqueza expresiva,
torio que, además de proporcionar la posibi­ el film de ficción. Pero además, se reservaron
UN FILM DE FERNANDO DÍAZ un protagonism o casi exclusivo en las histo­ en su legitim idad. La posibilidad de volverse
rias que escribieron y realizaron. Tal vez, eli­ adulto ha dejado de ser un objetivo, en ta n­
(,^ ) b a r r t gieron contarse porque resultaba más econó­ to significa constituir una fam ilia y obtener
NWtiWkT mico contratar a otros jóvenes con tiem po un títu lo y un trabajo para progresar, material
VEA \
F O Q W IL L disponible para participar en una empresa de y simbólicamente.
vi lio n u eva cosse bajo presupuesto8. 0 , quizá, porque era más En los últim os años, los relatos fílm icos han
Roberto co rn o^hi fácil hablar de lo que conocían mejor: sus desestimado toda posibilidad de tem atizar el
uolly serrano propias experiencias. ascenso com o no sea a través de la delin­
tjuadahipe Martínez
María i.auro cali La revisión de los tópicos señalados hasta cuencia o la política, y, en m enor medida, el
aquí sugiere que, desde el campo cinem ato­ éxito artístico mediático. Y, lo que es peor,
gráfico, se construye un im aginario social del "salvarse" robándole al ladrón es una posibi­
desencanto en relación con valores antes sos­ lidad para las clases medias en descenso ver­
tenidos por el m undo de los adultos y apren­ tiginoso.
didos de ellos. En este sentido, el deam bular Entonces: búsqueda por parte de los jóve­
estaría dando cuenta de la inutilidad de m ar­ nes de aprovechar nuevos carriles expresivos
char hacia viejos objetivos, hoy cuestionados surgidos en el cam po de la creación cinem a­
tog rá fica , rechazo de los viejos relatos ad ul­
tos, búsqueda de protagonism o, explora­
ción deam bulatoria sin objetivos prefijados
o tra d icio n a lm e n te aceptables, introm isión y
experim entación en terrenos no estableci­
dos.
Nada parece casual. Los jóvenes de entre
P la z a de a lm a s
15 y 30 años nacieron entre 1974 y 1989.
F e rn a n d o díaz - 1998 Abrieron los ojos a un país amenazado por la
Triple A, supieron de las luchas setentistas
que ílevaron a muchos, tan jóvenes como
ellos, pero con objetivos revolucionarios, a la
desaparición y m uerte en manos del terroris­
mo de Estado. En la década del ochenta, las
instituciones del m undo adulto enviaron a jó ­
venes soldados a m orir en Malvinas y, en gran
parte por tal inm olación, reapareció la dem o­
cracia. Pronto se desvanecieron las expectati­
vas de esos años, cuando los discursos socia­
les creaban la ilusión de que la democracia
había sido ganada por el m érito ciudadano,
era un valor en sí mismo y se había arribado
a buen puerto, porque con ella "se cura, se
come, se educa". El tobogán del radicalismo
nos llevó sin mayores dificultades a la narrati­
va del menemismo, según la cual habíamos
entrado en el Primer M undo.
En 2004, "Los jóvenes y los ancianos con­ de órgano por el placer de la representación.
form an los sectores con mayores niveles de Animales ineptos para la vida, los seres hu­
exclusión social", afirm a Página 12 (suple­ manos sobreviven únicam ente gracias a la
m ento Cash, 29-8-04), que, además, conta­ creación de la sociedad, en virtud de sus sig­
biliza en 1,4 los millones de jóvenes de entre nificaciones imaginarias sociales y las institu­
15 y 29 años que no estudian ni trabajan hoy ciones que las sostienen.
en la A rgentina. C om o ya podemos ver, en el proceso de
En una sociedad donde el 59% de los jó ­ socialización, la institución destruye aquello
venes son pobres, un 2 6 % busca trabajo y no que constituía un sentido psíquico -la clausu­
lo encuentra. Cada vez es mayor el núm ero ra sobre sí y el puro placer de representación
de ellos que com ete delitos y más baja la solipsista- y provee a la psique de una fu e n ­
edad de los delincuentes (entre 12 y 15 te " o tra " de sentido: "la significación im agi­
años). Son protagonistas com o victim arios y naria social". Las significaciones imaginarias
víctimas del delito. Tal vez, la desigualdad y la sociales tienen una vertiente subjetiva, deno­
exclusión los hayan cercado hasta el límite de minada "representación", involucrada en la
autoeliminarse. institución. Es la institución la que provee de
Pero basta ya: si uno quiere entender có­ sentido a los individuos.
mo afectaron las políticas neoliberales a la so­ Estos elem entos definen la denom inada
ciedad argentina en su conjunto, a los m i­ "in s titu c ió n primera de la sociedad", o sea,
grantes internos, a los inmigrantes, a los tra ­ el hecho de que la sociedad se crea a sí mis­
bajadores, a los adolescentes, a los sectores ma com o tal, otorgándose representaciones
medios, a la clase política, a la militancia, po­ animadas por instituciones sociales específi­
cos textos lo explicarán tan sensible y clara­ cas. Institución primera que se articula con
mente com o la película Mala época. instituciones segundas, de dos clases: las
transhistóricas -e l lenguaje, el individuo, la
Notas sobre algunas de las herramientas fa m ilia - y las específicas -e l capitalism o, la
teóricas utilizadas polis griega, etcétera-. Es en esta categoría
donde ubicamos el fe n ó m e n o cinem atográ­
El "n o m o s " social -e n te n d id o com o lo fico com o institución portadora de represen­
propio de cada sociedad, su institución con­ taciones sociales.
vención, su le y - constituye un elem ento Es im p o rta n te aclarar que las he rra m ie n ­
opuesto a la "ph usis" -e l orden n a tu ra l- tas conceptuales que a p ortan Marc A nge-
(Castoriadis, 1995, 119). n o t y C ornelius Castoriadis pueden ser de
En sintonía con este autor, podemos a fir­ m ucha u tilid a d para pensar la im portancia
mar que el individuo es no solamente incapaz del cine com o fe n ó m e n o cu ltu ra l c o n te m ­
de com poner una sociedad, sino que ta m ­ poráneo. Sin em bargo, no co m p a rtim o s
bién es radical y violentam ente asocial. El nú­ con el a u to r g rie g o el ju ic io de que, con ex­
cleo de la psique es una mónada psíquica, ca­ cepción de Grecia a n tig u a y fines de la alta
racterizada por la más pura y loca im agina­ Edad M edia, no ha h abido sociedad que
ción, a la que el auto r llama "im aginación ra­ diera lugar a verdaderas creaciones im a g i­
dical", alejada de toda mesura y de toda ser­ narias autónom as, a verdaderas rupturas, y
vidumbre funcional. Por ella, únicam ente los m ucho menos la contem poránea. Sostiene
humanos tendem os al reemplazo del placer que la mayoría de las sociedades juzgan

/ * 7
con criterios heterónom os, es decir, con gen de sí y constituye a quien la mira comoj
norm as que les han sido dadas y que resul­ sujeto observador.
ta n , com o las han hecho propias, im p e d i­ Por lo tanto, este concepto tiene una do­
m entos fu e rte s para cuestionar el orden ble dim ensión. Una "tra n s itiv a ", ya que toda
in stitu id o . representación representa "a lg o ", y otra "re­
Lenguaje, poder, religión, ser varón o ser flexiva", en ta n to se presenta al representar
mujer, ser joven, son categorías que fu n cio ­ ese algo, a lo cual es dable agregar que pre­
nan com o instituciones. El psicoanálisis y la senta a su interlocutor modelo.
política podrían funcionar com o formas de Hemos analizado los film es en ta n to com­
preservar los gérmenes de la autonom ía. Sin ponentes de un arte-industria cuya función
embargo, Castoriadis advierte en el período representativa no se desarrolla de manera ais­
contem poráneo, a partir de 1950, el agota­ lada, sino que se articula con el "discurso so­
m iento del arte, el retroceso de la creatividad, cial" -según el concepto de Marc A n g e n o t-
ju n to con el avance del imaginario capitalista, de cada época.
y un retroceso del m ovim iento democrático Este autor ha propuesto construir lo que
hacia la autonom ía en el plano social y políti­ denom ina "una pragm ática histórica", espe­
co. cie de gnoseología social orientada a dar
cuenta de la particular construcción del m un­
"La otra gran creación del siglo XX, el cine, do efectuada por determ inada sociedad. Sur­
está extraviándose en la industrialización, el giría del cruce m ultidisciplinario que se aplica
fa c ilism o y la vulgaridad." (Castoriadis, 2001, a la crítica del discurso social, entendiendo
108). por tal to d o lo que se dice y se escribe, se im ­
prim e y se habla, pero tam bién lo que se re­
Desm intiendo esta observación, el cine en presenta en los medios electrónicos, en un
la A rgentina es portavoz de no pocos gérm e­ m om ento determ inado.
nes de autonom ía, que se expresan a través A hora bien, todos estos sistemas c o g n iti-
de rasgos tem áticos, pero tam bién retóricos y vos, distribuciones discursivas y repertorios
enunciativos. Asimismo, los cineastas gene­ tópicos, cum plen la fu n ció n de organizar lo
ran proyectos que dan cuenta de modos de narrable y argum entable, asegurar una divi­
producción "o tro s ". C om o resultado de lo sión del tra b a jo discursivo, según jerarquías
anteriorm ente dicho, vemos universos cons­ de distinción y de funciones ideológicas.
truidos desde perspectivas heterogéneas, que Es interesante una observación que A nge-
diseñan un mapa de cóm o la sociedad proce­ n o t hace al pasar acerca de la fetichización
sa los fenóm enos que vinculan al m undo jo ­ de lo impreso en muchos debates sobre las
ven con el adulto. form as contem poráneas del relato, en los
A propósito de las reflexiones de Louis M a­ que se considera indigna de atención toda
rín, estudioso de los poderes de la imagen, producción fílmica.
Roger C hartier (1996) señala un doble senti­ En un sentido similar, Marc Ferro (1980) ha
do asignado a la palabra "representación", provocado al universo de los historiadores al
vinculado con su doble funcionalidad. Se tra ­ proponer deshacerse de la preferencia por las
ta, por un lado, de hacer presente una ausen­ fuentes escritas para construir sus saberes. Con­
cia, al mismo tie m p o que quien la hace visi­ sidera que hay una especie de ceguera en los
ble se hace visible porque construye una ima­ historiadores que les impide acercarse a fuentes

F * l
no escritas, mientras que, según su juicio: y discurso es ideológico' quiere decir que to d o
lo que se puede identificar, como tipos de
"[...] el cine tiene por efecto la desestructura­ enunciados, verbalización de temas, modos de
ción de todo lo que varias generaciones de es­ estructuración o composición de enunciados
tadistas, pensadores, juristas, dirigentes o cate­ [...] to d o eso lleva la marca de maneras de co­
dráticos habían logrado estabilizar en hermoso nocer y de re-presentar lo conocido que 'no
equilibrio. Destruye la imagen del doble que caen por sí solas', no son naturales, ni necesa­
cada institución, cada individuo, se había cons­ rias, ni universales; com portan apuestas socia­
tituido delante de la sociedad. La cámara reve­ les, expresan -in d ire cta m e n te - intereses socia­
la el funcionam iento real de toda esta gente, la les, ocupan una posición (dominada o dom i­
delata m ucho más de lo que se había propues­ nante, digamos, pero la tipología a describir es
to. Descubre el secreto, exhibe la otra cara de más compleja) en la economía de los discursos
una sociedad, sus lapsus." (Ferro, 1980, 26). sociales". (Angenot, 1998, 23).

Cabe preguntarse, entonces, si será posi­ En consecuencia, en toda sociedad, el con­


ble pensar en singular, hablar de "discurso ju n to de discursos -divergentes y antagonis­
social" com o totalidad, más allá de la diversi­ ta s - engendra un decible global más allá del
dad de lenguajes y prácticas significantes en cual se torna imposible, salvo por anacronis­
una determ inada etapa de la sociedad. mo, percibir el "a ú n -n o -d ic h o ", en térm inos
En to d o caso, lo que propone este tip o de de Ernst Bloch.
análisis discursivo es reconocer la existencia Acerca de la problem ática del discurso so­
de una "d o m inan te interdiscursiva", entendi­ cial contem poráneo, el belga señala form as y
da como el conjunto de maneras de id e n tifi­ temas trasnacionales, propios de un "O cci­
car, conocer y significar lo conocido que son d e n te ", incluido Japón, que conform a un
propias de determ inada sociedad, y que so- mercado com ún de la novedad ideológica, la
bredeterminan la división de los discursos so­ cual abarca paradigmas interpretativos de la
ciales. Esto que A ngenot vincula con la noción coyuntura, relatos tópicos, comunes denom i­
gramsciana de "hegem onía", perm ite al in­ nadores de una "cultura del p o bre" a escala
vestigador reconstruir las reglas de lo decible planetaria. Sin llegar a tam año grado de ge­
y lo escribible, establecer "lo aceptable discur­ neralización, consideremos, sin em bargo, si
sivo de una época". Equivale a pensar en una la "aceptación exacerbada" o "la m oda" del
"tó p ica ", base del verosímil social, "una gra­ cine asiático en cierta etapa, o la del cine ar­
m ática", vinculada con la recurrencia, los ta ­ g e ntino en los grandes festivales, no tendrá
búes o las censuras de ciertas cuestiones, que ver con los perfiles de cierto mercado co­
"una gnoseología", acoplada a fobias y prin­ mún, cuya existencia, sin em bargo, no inha­
cipios de exclusión (racismos de clase, sexis- bilita las peculiaridades de economías sim bó­
mos, xenofobias diversas, chovinismos), com ­ licas regionales que pugnan por em erger y
binados con "rasgos formales legítim os", o tornarse hegemónicas, desde lógicas peculia­
formas que trascienden la heteroglosia de una res que no se dejan borrar definitivam ente
sociedad de clases. nunca. A lg o así com o un "vean cóm o nos ve­
El autor belga retoma conceptos de Bajtin: mos hoy nosotros desde nuestras propias
(im)posibilidades técnicas". Lo pienso, claro,
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• DOS SANTOS, Estela; El cine nacional, Cen­
tro Editor de América Latina, Buenos Aires, • AAW, (24-3-2004); Dossier Nuevo Cine Ar­
1971. gentino. "¿Los jóvenes ya están viejos?", en
• GETINO, Octavio; Cine argentino: entre lo www.cinenacional.com
posible y lo deseable, La Crujía, Buenos Aires, • ARENES, Carolina; "Los jóvenes y la tecnolo­
1998. gía. Generación en Red", en diario La Nación,
Notas al pie (1998), denominada Interdiscursividades. De
hegemonías y disidencias.
1) Reportaje de Sergio Wolf en Film, Na 20,
Buenos Aires, junio/julio de 1996.

2) La limitación de este espacio hace imposible


una revisión seria acerca de la pertinencia de dicha
denominación, que ha suscitado no pocas expre­
siones polémicas, entre las cuales citamos a modo
de ejemplo a Bernades, Lerer y Wolf, (editores,
2002); Peña, (dir.,2003), Toledo (dir., s/f), entre
otros que aparecen citados en la bibliografía.

3) Cf. al respecto declaraciones de los propios


cineastas jóvenes, en Callegaro y Goldstein,
(2001, 59-60).

4) El destacado es nuestro.

5) Nicolás Cassese; "El debate / PADRES E HI­


JOS" en diario La Nación, domingo 4 de ma­
yo de 1997, sección Enfoques, pág. 4. El titu­
lar de la nota expresaba "El viejo conflicto ge­
neracional" y completaba su sentido con el
texto siguiente: "La película argentina Martín
(Hache) ha vuelto a poner el dedo en la llaga:
cómo debe ser la educación de los hijos en un
mundo convulsionado por la desocupación, el
sexo y la droga".

6) Cabe señalar una coincidencia: en 1994,


la revista Film realizó una encuesta a jóvenes
cineastas, cuyos testimonios fueron titulados
"Somos una generación de huérfanos".

7) Cf. Goldstein, 2004.

8) Raúl Horacio Campodónico, destacado


historiador del cine argentino, fue quien seña­
ló esta posibilidad, que podría vincularse con
los factores que determinaron la aparición de
un cine de ingenuas, en la década del '30.

9) Intelectual belga radicado en Canadá.


Existe una selección de artículos suyos, escri­
tos entre 1988 y 1998, publicada en castella­
no por la Universidad Nacional de Córdoba
GRAN PREMIO XX FESTIVAL INTERNACIONAL DE
CINE DE MANNHEIM - ALEMANIA OCCIDENTAL
GRAN PREMIO DE LA CRITICA INTERNACIONAL
FIPRESCI
UN FILM DE GERARDO VALLEJO
GRUPO CINE LIBERACION-ARGENTINA
1 9 6 8 -1 9 7 1

EL CAMINO HACIA LA
MUERTE DELVIEJO REALES
EL CAMINO HACIA LA MUERTE DEL VIEJO REALES
fue presentado por primera vez al público en la 7o M O S T R A
IN T E R N A C IO N A L E D E L N U O V O C IN E M A realizada en Pesero,

FICHA TECNICA
(Italia) entre e M 1 y el 18 de setiembre de 1 971.
ALGUNAS OPINIONES SOBRE EL FILM
Cámara, Fotojgrafía y DICHAS EN PESARO
Dirección "Este es uno de los filmes políticos que más me ha emocionado
GERARDO VALLEJO después de LA HORA DE LOS HORNOS, en el plano de las ten­
Libro: tativas más interesantes de combinar hoy los más diversos lenguajes
VALLEJO*. SOLANAS, del cine, para hacer una película de acción política. Creo que direc­
OCTAVIO GETINO tam ente, este es un paso adelante de LA H O R A DE LOS H O R N O S ,
porque aquel film es únicamente un discurso p o lític o , donde los
Montaje: elementos de ficción no llegan a niveles de poesía. En cambio an
GERARDO VALLEJO éste film está la tentativa en casi todo el, resuelta, de interrogar
JUAN CARLOS MASIAS •el lenguaje cinematográfico, la tradición de las luchas populares
peronistas argentinas.de las que los europeos tenemos ideas bastante
A.MUSCHIETTI (Roma) equivocadas y que los compañeros argentinos están corrigiendo".
Canciones de: Además está presente aquello que yo llamo nivel poético de la
JOSE A. MORENO acción p olítica. Estamos ante la tentativa más avanzada, creo que
en este período no existen otros ejemplos de una combinación tan
Música de: im portante de elementos. Vallejo ha introducido en la dialéctica
LUIS V.GENTILINI cinematográfica argentina el elemento poético".
GIANNI TOTI (Escritor y crítico italiano)
Cantor:
TITO SEGURA "Es un film que ha sido rodado con gran exactitud humana. M«
Sonido y Asistencia parece que lo* problemas generales de la Argentina salen a I

general J. A.KUSCHNIR porque antes he habido un acercamiento profundo a la historia


estos cuatro personajes. De aquí se llega sin forzar en nada,
Director de Producción empeño de lucha del pueblo . . . " p í o b a l d e l l i (historiador
JORGE DIAZ crítico italiano).
Jefe de Producción "E ntiendo que el film es claro, es fuerte, es bello y verdaderamert
(Roma) ROREFICI emocionante. Políticam ente es preciso, creo que es un verdad
modelo. U G U S T A V O D A A L (Realizador brasileño).
Producido por
GERARDO VALLEJO Y
FERNANDO SOLANAS "EL SILENCIO ES SALUD” . PROGRAMA
Por nuestra propia salud
GRUPO CINE LIBERACION pongámosle silencio al ruido
PRO H.M EN. 18 AÑ
trxrFlMA 1968-1971
Los hijos del viejo Reales*
La representación de lo pop ula r en el cine p o lític o 1

Por Introducción C om o analizamos en o tro lugar2, el proble­


M arian o M estm an ma social originado por el cierre de los inge­
Cuando en 1967, Fernando Solanas y Octa­ nios azucareros, el consiguiente desempleo
vio Getino invitaron a Gerardo Vallejo a sumar­ masivo y las protestas de la población acaudi­
se a la realización de La hora de los hornos llada por un com bativo sector sindical condu­
(1968), opera prima del grupo Cine Libera­ cían a la "'visibilidad social' del problema
ción, el joven cineasta tucum ano se encontra­ azucarero"3, que se había convertido en uno
ba en su provincia natal trabajando para el no­ de los frentes más difíciles para el régimen
ticiero de la televisión pública. Aunque eran militar, al mismo tiem po que asumía un fu e r­
sus primeros pasos en la producción audiovi­ te peso sim bólico y era advertido por diversos
sual televisiva, Vallejo contaba con algunos ám bitos culturales y políticos com o expresión
cortom etrajes de tip o social, producto de sus de un conflicto que trascendía su localización
estudios en la Escuela Documental de Santa regional. A lo largo de 1968 constituyó uno
Fe, dirigida hasta 1963 por Fernando Birri. de los ejes principales de la confrontación de
* Los fotogram as que Esa experiencia quedó reflejada en su obra la CGT de los Argentinos con el gobierno m i­
se exponen en este posterior, en particular su prim er largom etra­ litar, analizado de m odo persistente desde las
ensayo son imágenes je, El camino hacia la muerte del viejo páginas de su periódico, el Semanario CGT.
del El camino hacia la Reales (1968-1971), una indagación en la vi­ Hacia fines de ese año, un grupo de artistas
muerte del viejo da de una fam ilia campesina tucum ana, su de vanguardia rosadnos y porteños relaciona­
Reales cultura, sus padecim ientos y su lucha por la dos con esa central obrera to m ó el conflicto
vida, organizada alrededor de la figura del com o m otivo de la obra colectiva Tucumán
viejo Ramón Reales y la suerte de sus tres hi­ Arde, que contenía una campaña de contrain­
jos. Un aporte singular al cine político del pe­ form ación pública contra el "operativo silen­
ríodo, bien recibido por la crítica local e inter­ cio " m ontado por el gobierno para ocultar la
nacional, y que nos interesa revisar por las es­ situación. El tem a tam bién fue incluido en el
trategias que pone en juego para la represen­ Cineinform e de la CGT de los Argentinos
tación de los sectores populares. editado en enero de 1969, una iniciativa de
noticiero cinem atográfico sindical que Cine
I Liberación in te n tó desarrollar y en la que Va­
Pr o g r a m a de e x h ib ic ió n A mediados de la década del sesenta, la llejo participó ju n to a Octavio G etino y Neme­
El c a m in o h a c ia l a m uerte crítica situación de la provincia de Tucumán sio Juárez.
°EL VIEJO R eales se encontraba instalada en la agenda política Desde sus primeros documentales, el ci­
G e ra rd o V allejos - 1 9 6 8 /1 9 7 1 nacional. neasta tucum ano se interesó por la realidad
social de su provincia, com o quedó reflejado las dificultades del cam bio social.
en Azúcar (1962) y Las cosas ciertas Con esta película, Vallejo se diplom ó en el
(1965), de 10 y 25 m inutos respectivamente. Instituto de Santa Fe y regresó a Tucumán pa­
En el prim ero recurre a un m ontaje paralelo ra enseñar cine y fotografía y hacerse cargo,
que contrapone el trabajo diario de los pela­ por siete meses (entre 1966 y 1967), del no­
dores de caña de azúcar con las máquinas tri­ ticiero del canal 10. Si bien esta experiencia
turadoras de un ingenio. Más allá de las lim i­ tuvo lugar durante los dos primeros años del
taciones por él mismo reconocidas en lo refe­ régimen m ilitar de Onganía, cierto margen
rido a cierta ingenuidad del p unto de vista y de libertad de acción en el inform ativo le per­
a deficiencias técnicas en la film ación, se tra ­ mitía introducir algo de crítica social. Sin em ­
ta de un m om ento de aprendizaje del len­ bargo, com o sostiene en un libro a utobiográ­
guaje cinem atográfico que, al mismo tiem po, fico 5, una serie de presiones y limitaciones,
le perm ite profundizar su conocim iento de la sumadas al cansancio de una labor cotidiana
historia y el presente de los conflictos de su absorbente, la sensación de la etapa cum pli­
provincia. Por su parte, Las cosas ciertas da y la propuesta de un nuevo proyecto lleva­
-realizado con equipos y materiales de la pro­ ron finalm ente al director a abandonar la ta ­
pia escuela y otros facilitados por el Instituto rea y sumarse al trabajo de Solanas y Getino
C inefotográfico de la Universidad de Tucu­ en La h o ra... 6. C om o parte de este proyec­
m á n - se centra en dos hijos del viejo Reales, to, Vallejo rodó sesenta metros de material
Ángel y el Pibe, y en su largo viaje en tren ha­ en 16 mm que iban a convertirse en Ollas
cia la provincia de Río Negro para la cosecha populares (1968), su cortom etraje más d i­
de la m anzana4. Desde la voz over, uno de fu n d id o en am bientes sindicales y políticos
ellos reflexiona sobre su vida de trabajador argentinos hasta la aparición de El camino...,
"g o lo n d rin a " y la de su fam ilia, y en su m o­ prem iado en el Festival de Oberhausen y que
nólogo interior parece alcanzar cierta tom a participó de algunas muestras de cine en
de conciencia respecto de su condición y de América latina. Descartando planos genera-
les de ubicación en el am biente, por conside­
rarlos innecesarios ante la fuerza de los p ri­
meros planos, se mueve con cámara en m a­
no registrando rostros y detalles de niños, an­
cianos y trabajadores desocupados del pobla­
do de Los Ralos alrededor de una olla p opu­
lar, y construye su denuncia a través de un
contrapunto entre la banda sonora y la ban­
da de imagen: mientras en la primera resue­
na el Him no Nacional argentino, la cámara
recorre la "geografía del h a m b re "7.
Este tip o de construcción fílmica tam bién
había sido trabajado por el director en Las co­
sas ciertas: en el final, con el tren detenido
en una estación del interior del país y la cáma­
ra subjetiva que capta a los niños vendiendo
o m endigando en el andén, se escucha una
conocida canción del cantautor Palito Ortega,
"Nací en el Jardín de la República". Este re­
curso se enmarca en la búsqueda de un nue­
vo lenguaje que permita la emergencia de
una "verd a d" más profunda que, a fines de
los sesenta, ya no se concibe de ningún m o­
do transparente, y en cuyo rescate la interven­
ción del realizador tiene una función fu n d a ­
mental que cum plir desde la form a cinem ato­
gráfica8. La confrontación con el imaginario
construido en la tradicional propaganda o fi­
cial provincial ("el Jardín de la República"),
que se traslada al propio Himno Nacional en
Ollas populares, remite a la política revisio­
nista que el grupo Cine Liberación postula
respecto de los símbolos patrios y la "historia
oficial". La disputa por el sentido de esos sím­
bolos y de la historia nacional aparece te m ­
pranamente en los textos y documentos pú­
blicos del grupo9, y en el mismo m om ento en
que Vallejo realiza este últim o corto puede
encontrarse tam bién en La hora...10.

_ Esos documentales (en particular Las cosas


ciertas) no sólo anticipan los temas y preocu­

7
paciones de El camino..., sino que constitu­
yen los primeros acercamientos a la familia
Reales, como preludio de una convivencia
posterior. En esos años, este tip o de experien­
cia ocupaba un lugar fundam ental en las bús­
quedas de un nuevo cine orientado al rescate
de la cultura popular y su representación (en
el doble sentido de la palabra, cinem atográfi­
co y político), que en muchas películas lati­
noamericanas desdibujaba la noción de "a u ­
to r" en pos de la autoría colectiva expresada
de diversos modos, pero siempre preocupada
por la incorporación directa o indirecta del su­
je to popular y su perspectiva. La propuesta de
dirigirse al "p u e b lo " para impregnarse de su
visión y así poder expresarla cinem atográfica­
m ente11, del autor convertido en un "cam pe­
sino que film a " 12, o la idea de que "el pueblo
mismo es el artista", recorre los comentarios
y crónicas sobre la película. Y en esa búsque­
da, la experiencia com partida por el realizador
con la fam ilia campesina es particularm ente
valorada en lo referido a la representación de
lo popular, aun con los límites derivados de la
mediación que ejercen la visión y la cultura
del cineasta13.
No se trata sólo de la relación concreta de
Vallejo con el viejo Reales y su fam ilia (que se
rem onta a esos años previos al largometraje)
o de la medida en que esa experiencia logra
reconfigurar la mirada del cineasta, su regis­
tro, a través, por ejemplo, de la identificación
de otra tem poralidad. Se trata, fundam ental­
mente, de la form a en que el realizador perci­
be y tem atiza docum entos o entrevistas que
van configurando el sentido de esa experien­
cia para el tip o de cine político propuesto. El
hecho de que el film se construyera y se m o­
dificara en ese proceso de convivencia con la
fam ilia Reales es considerado expresión de
un m étodo que reivindica la idea de que la
teoría sólo (o fundam entalm ente) debe nacer
de la práctica, que la realidad es la única

F ™ ]
fuente de conocim iento y de verdad para dar los sobre cada uno de los tres hijos (Ángel,
vida al film 14. M ariano y el Pibe) que todavía vivían con el
En este sentido, Vallejo diferenciará el m é­ viejo.
to d o de El camino... de su prim er corto, De algún m odo, en la representación de
Azúcar, para el cual había viajado a Tucu- esas historias se conjugan la tradición del ci­
mán a film a r a los Reales basándose en un ne etnográfico y las búsquedas m ilitantes del
poema de su propia autoría que expresaba g rupo Cine Liberación. El director se interesa
el sacrificio del trab a ja d o r azucarero. El rea­ por la autenticidad del registro de las condi­
lizador pensó que se tra tó de un caso inver­ ciones de vida y los rasgos socio-culturales de
so al de El camino..., ya que su intención en los miembros de la fam ilia campesina17, seña­
aquel prim er co rto había sido tra n s m itir su la su "tip ic id a d ", opta por (re)construir m o­
propia visión de los hechos, o sea, la de un mentos confrontativos en lo político-cultural
cineasta ajeno a esa realidad, o por lo m e­ y se perm ite recrear a uno de los hermanos
nos distante de ella15. En esa misma línea, casi por com pleto, en función de la apuesta
Vallejo postula que sólo p artiendo de la rea­ política del grupo. A unque el objetivo m ili­
lidad concreta de esa fam ilia, de su vida mis­ tan te es preponderante, no desplaza a la in­
ma y testim o nián dola en su cotidianeidad, dagación cultural. Tal vez lo más interesante
se puede luego analizar y p ro fu n d iza r la si­ sea, justam ente, que se articula con aquél y
tuación general de la cual dicha fam ilia deja espacio a la exploración en im portantes
constituye un ejem plo. C ontra las "recetas aspectos de la experiencia de los personajes
generales y a bstractas", sostiene: " [...] no con capacidad de "sostener una dram aturgia
basta decir a través de un film , o m ediante cin e m a to g rá fica "18.
cualquier otra cosa, que 'a la violencia se En este sentido, no es difícil id e n tifica r en
debe responder con otra violencia', o hablar la película una tendencia que en los años se­
de 'socialism o' o de 'lucha arm ada'; cual­ senta alcanzaba relevancia, co m o es la
quier propuesta puede volverse am bigua si irrupción del te stim o n io de la "g e n te co-
no es sólidam ente anclada en un contexto
muy específico y c la ro "16.
Esta perspectiva otorga una im portancia
significativa a los primeros registros visuales y
sonoros captados por el director. Con un pe­
queño equipo (cámara de 16 mm a cuerda y
grabador de casetes), con latas de película
aportadas por amigos y acom pañado por el
joven sonidista Abelardo Kuschnir y un asis­
tente general, Vallejo se dirigió a la fam ilia
Reales para com entarle su proyecto, todavía
abierto, y en más de un mes de convivencia
realizó los primeros registros. De regreso en
Rueños Aires con ese material, en diálogo
con el grupo Cine Liberación, se fue configu-
rando la estructura de la película que, fin a l­
mente, se organizó en una suerte de capítu­
m ú n " (y en particular del pobre) en la litera­ pobreza" es tra b a ja d o por Vallejo en el film .
tura, las ciencias sociales y humanas. Un re­ Incluso, en la to m a de conciencia de clase
ferente al respecto es Oscar Lewis, con Los del Pibe y el consecuente desarrollo de una
hijos de Sánchez (1961), su libro de m ayor praxis social, podría reconocerse una salida
divulgación y repercusión (por los escánda­ de la "c u ltu ra de la pobreza" según la pen­
los que suscitó) en Am érica latina. A unque saba Lewis, aun cuando las condiciones m a­
tal vez no tu vo una influencia directa en Va­ teriales de pobreza perdurasen (com o ocu­
llejo, quien probablem ente no conociera los rre en el film )20.
trabajos del a n tro p ó lo g o norteam ericano, Otro antecedente que en esos años alcanza­
más de una crítica periodística sobre el film ba expresión en la pantalla es el trabajo de in­
refiere a una identidad; el propio O ctavio vestigación de tradiciones y vivencias populares
G etino rem ite explícitam ente al libro de Le- del cubano Miguel Barnet, conocido en la re­
wis en los mismos años de la realización de gión por Biografía de un cimarrón (1966).
El cam ino...19. Si bien hay diferencias signi­ Como observó Claudia Gilman, se trata de un
ficativas entre los sujetos estudiados por Le­ autor "cuasi fundador" del género testim o­
w is y los protagonistas del film de Vallejo, nial, que iba a ocupar un lugar en las dispu­
varios elem entos del concepto de "c u ltu ra tas del cam po intelectual-literario latinoam e­
(o subcultura) de la pobreza" (el aporte o ri­ ricano a fines de la década del sesenta, cuan­
ginal del prim ero) están presentes en la pe­ do se discutía una apuesta bastante generali­
lícula argentina, y en am bos casos se incor­ zada por nuevos form atos y géneros cuya di­
pora la experiencia vivida y el te s tim o n io de mensión com unicativa se valoraba del mismo
los respectivos sujetos, sin renegar de sus m odo que la del testim onio, la canción de
aspectos más com plejos y conflictivos. Es in ­ protesta y, especialmente, el cine político21. La
teresante observar que el potencial contes­ aparición del libro de Barnet había sido des­
ta ta rio respecto del orden social que Lewis tacada en revistas com o Cine Cubano y hasta
identifica en actitudes de la "c u ltu ra de la había ejercido influencia directa en la pelícu-

/ « 7
la Hombres de mal tiempo (1968), de A le­
jandro Saderman, quien com partió la investi­
gación y dejó la narración al escritor cuba­
no22.
Pero más allá de estas referencias particu­
lares a la relevancia que alcanzaba la presen­
cia de la "g e n te co m ú n " en la producción
cultural del período, nos interesa destacar
que, de m odo creciente, el denom inado Nue­
vo Cine Latinoamericano iba a adoptar esa
perspectiva bajo la consigna de "d a r la voz al
pu e blo". Si bien, com o sabemos, la apertura
del cine a la (re)presentación de los sectores
populares trasciende a ese m ovim iento regio­
nal, y aparece tam bién con fuerza en perío­
dos previos del cine mundial (desde sus pro­
pios orígenes), algunos procesos y elementos
"de época" influyen sobre su conceptualiza-
ción en la década del sesenta com o cesión de
la voz al sujeto popular, más allá del alcance
efectivo que tuviera en cada film .
En el plano político, evidentem ente, hay
que m encionar la radicalización de la década,
y en lo cinem atográfico, la fundam ental in­
fluencia, en el origen del Nuevo Cine Latinoa­
mericano, ta n to de im portantes aspectos de
la tradición del docum ental social como del
neorrealismo italiano, ese "a lia d o " en el terre­
no de la ficción, al decir de Bill Nichols, que se
propuso responder a la llamada ética de "re ­
presentación responsable del m undo históri­
c o "23.
Por otra parte, el desarrollo tecnológico tu ­
vo una im portancia para nada menor, ya que
facilitó, con equipos más livianos, el acerca­
m iento de la cámara a otros lugares y, luego,
el registro de otras voces con el sonido sin­
crónico. Equipos más livianos para una obser­
vación directa de los hechos; equipos más
baratos que perm itían (siquiera potencial­
mente) dem ocratizar el m edio (aunque el vi­
deo iba a llegar a América latina sólo más ta r­
de). Sin caer en el determ inism o tecnológico,

r * i
sino asociando esos adelantos técnicos con
una opción cultural y política de época, es
im portante re c o rd a r-c o m o observó Erik Bar-
n o w - el im pacto que producía el registro de
personas "q u e hablaban con su propia voz y
(en muchos casos) de manera espontánea"24.
No nos referimos sólo ni principalm ente a los
usos efectivos de esa tecnología -ya que no
fue apropiada de igual m odo ni al mismo
tie m p o en la re g ió n -, sino a la influencia ge­
neral que su aparición en sí implicó. Es decir,
aun cuando muchos cineastas latinoam erica­
nos no hubiesen llegado a incorporar esos
avances en esos mismos años, su irrupción
en otras latitudes, su configuración histórica
com o Direct Cinema y Cinéma-Vérité, no de­
jaba de aportar un cam bio general de pers­
pectiva, al prom over o facilitar el registro del
habla popular privilegiando la voz de los su­
jetos sociales representados.
Así, esa otra voz, incluso más allá de cómo
fuese incorporada desde el punto de vista téc­
nico, comienza a imponerse como una suerte
de necesidad histórica en las tendencias más
proclives al cine social y político regional25. En
el m om ento en que Vallejo encara su largo-
metraje sobre los trabajadores cañeros tucu-
manos, to d o lo que hemos señalado condu­
cía, pues, hacia la irrupción del sujeto pop u ­
lar en la producción cultural y cinem atográfi­
ca.

III
Para Vallejo, la figura del viejo Reales re­
presentaba "la síntesis de una dignidad en la
que sentía que se estaba expresando to d o el
campesinado la tin o am e rica n o "26 y, en conse­
cuencia, articula el conjunto del film . Su pa­
labra y su imagen -c o m o testim onio o en la
recreación de situaciones- se insertan en los
capítulos dedicados a los hijos o aparecen
dentro de ellos. Luego de los títulos y de dos
estrofas de Martín Fierro en ¡ntertítulos sobre

Z44)
pantalla en negro, la película se inicia con el mordial del conjunto del film : "el obje to está
testim onio del viejo directo a cámara (que se presente en el texto debido a su función en el
m antiene en la banda sonora, mientras en la m undo h is tó ric o "28. Incluso las marcas auto-
banda de imagen aparecen el am biente rural, rales, que rem iten a la presencia de una di­
la vivienda y los m iembros de la fam ilia to ­ mensión poética, no parecen neutralizar o li­
mando mate en la puerta de la casa), y se cie­ m itar el alcance de la denuncia, y m ucho me­
rra con la representación de su m uerte "n a ­ nos tornarla rom ántica. La cámara se inmis­
tu ra l", estando borracho, en m edio del caña­ cuye en ese am biente popular para arrancar­
veral27. le su "v e rd a d ", hurgando en su materialidad,
A unque podría considerarse un film docu­ capturando detalles, atendiendo a la corpo­
mental, El camino... es uno de los tantos reidad de los personajes29. Y por m om entos,
ejemplos del Nuevo Cine Latinoamericano en con mucha movilidad, interpela al espectador
que los límites se hacen difusos y la confluen­ remarcando su presencia e intervención. Asi­
cia de recursos del docum ental y de la ficción mismo, Vallejo construye escenas que facili­
resulta productiva. La vida del viejo y sus hijos tan la emergencia de la subjetividad de los
no se nos presenta a través del tip o de entre­ personajes, com o cuando la cámara acom pa­
vista que, en esos años, se afirm aba como ña al viejo Reales al cem enterio y lo "obser­
sustantiva del docum ental. Los testim onios a va" hablar con su d ifu n ta esposa. El "m é to ­
cámara y los registros desde el p unto de vista d o " de trabajo propuesto por el director se
del observador (los menos), se articulan con vincula con este tip o de secuencia - o con
otros testim onios expuestos desde una voz ciertos m om entos donde el testim onio a cá­
over y diversos tipos de reconstrucciones fic- mara parece más "a u té n tic o ", más indepen­
cionalizadas, muy presentes en la tradición diente de las tesis del film -: la convivencia
docum ental desde sus orígenes. Pero siempre con la fam ilia tam bién para facilitar la con­
el "realism o" (en el sentido de Nichols para el fianza y alcanzar situaciones en que la cáma­
docum ental) perdura com o m otivación pri­ ra no inhiba o condicione la vida del sujeto
film a d o y, así, se desenvuelva con "n a tu ra li­
da d " (aun cuando sabemos que ese horizon­
te sólo puede alcanzarse hasta cierto límite).
Por otra parte, en línea con los posiciona-
mientos de su grupo Cine Liberación, en en­
trevistas de la época Vallejo refirma la con­
cepción del nuevo cine com o búsqueda en el
plano de los contenidos, pero tam bién de la
form a. Se trata de una alternativa que no lle­
ga a definirse con un criterio prescriptivo sis­
tem ático respecto de un nuevo lenguaje ci­
nem atográfico, pero que, en la práctica de
realización, alcanza logros interesantes con
aportes de una creatividad expresiva que per­
mitía innovar y alterar las convenciones del
docum ental. Y no siempre partiendo de las
mejores condiciones. En el caso de El cami­
no... la resolución cinem atográfica de diver­
sas partes depende de los condicionam ientos
técnicos del rodaje o de las posibilidades ex­
presivas de los personajes. En años posterio­
res, Vallejo recordó varias situaciones que
dan cuenta de esto y que, en lo referido a los
personajes, hizo que los episodios de cada
capítulo se narraran de un m odo d istinto30.
Entre la indagación antropológica y el po-
sicionam iento político, la citada apertura del
film facilita una inm ediata identificación de la
condición del viejo (condensación en su ros­
tro, am biente y habla del "p o b re rural"). Ya
en sus primeras palabras (que nom bran con
dificultad esa condición de vida, sus escasas
pertenencias, su niñez de trabajo tem prano
por un mísero salario para ayudar a su fa m i­
lia, y que ju n to con su imagen producen la
emergencia de lo "real-cam pesino"), se escu­
chan tam bién la queja por el hambre y la
confrontación frente a la explotación de los
patrones. Sobre su propia imagen, el testim o­
nio cede paso a la primera canción que re­
fuerza, en un registro folkló rico -p o é tico cer­
cano a la canción de protesta de la época, los
padecim ientos planteados, rem itiendo ahora
a una situación regional ("m i tierra es dulce
com o la caña de azúcar, pero sólo en apa­
riencia")31.
Las tesis del film (la necesidad de organiza­
ción y lucha, sus dificultades y la diversidad de
métodos válidos) no se desarrollan sólo me­
diante de una argum entación textual acerca
del m undo histórico a través de la voz over del
narrador. Sin embargo, la presencia de esa
voz tiene gran importancia, porque estructu­
ra la historia y, ju n to con la letra de las cancio­
nes, presenta y caracteriza a los personajes.
Además, com o un rasgo singular y novedoso
en comparación con el docum ental de esos
años, la voz over, al igual que en partes cen­
trales de La hora..., introduce una reflexivi-
dad que rom pe la transparencia enunciativa y
explícita el proceso de elaboración de la pelí­
cula, pone en la historia aspectos del rodaje o
diferencia entre los hechos reales captados
por la cámara y las reconstrucciones.
Si bien desde el inicio se plantea el o b je ti­
vo político del director (esto es, además de
mostrar la situación de miseria m aterial de
los trabajadores cañeros tucum anos, presen­
tar una alternativa), la propuesta p o lítico -d i­
dáctica del film concentra su estrategia na-
rrativo-argum entativa en la representación
de cada uno de los hijos del viejo. Con ello,
Vallejo intenta sintetizar las tres opciones
que surgen de ese am biente popular-cam pe­
sino frente a la opresión del sistema. Estas
opciones son trabajadas en toda su com ple­
jidad, pero m ientras las historias de Ángel y
de M ariano se reconstruyen sobre la base de
datos surgidos de su vida real, el tercer her­
mano, el Pibe, se configura com o un perso­
naje arm ado no sólo con elem entos de su
propia historia, sino en com binación con la
de o tro joven trab ajad or tucum ano con par­
ticipación grem ial y política: un activista sin­
dical de la FOTIA (Federación de Obreros de
la Industria Azucarera). Es decir, lo que el Pi-
be no fue pero pudo haber sido en ese tie m ­ m ento. Aunque el film nos indica que, antes
po y lugar, dirá Vallejo. de ser policía (y en consecuencia, enem igo de
Ángel representa al trabajador "g o lo n d ri­ su clase, de sus propios hermanos, por nece­
n a " que, en su provincia, trabaja com o pela­ sidad económica de supervivencia y sin otra
dor de caña de azúcar durante algunos me­ salida aparente), M ariano había sido trabaja­
ses del año, y en otras épocas se desplaza de dor azucarero y asumió actitudes combativas
un extrem o al o tro del país para levantar d i­ com o delegado gremial (que rememora), los
versos tipos de cosecha. C om o postula el d i­ rasgos dom inantes de este personaje se refie­
rector, esas condiciones implican una vida nó­ ren a su alienación: su deterioro producto del
made, de viajes constantes y "viviendo al consum o de alcohol (se em borracha con fre­
día" para m antener a sus muchos hijos y su cuencia); su creencia de estar por encima de
m ujer y escasa vinculación con otra gente otros hombres de su misma condición y su
fuera de su núcleo íntim o o familiar, lo cual le avidez por ejercer el pequeño poder que tie ­
im posibilita dar una respuesta colectiva a la ne sobre ellos (golpea con el látigo a dos ca­
explotación. Aunque alcance una precaria ñeros al detenerlos en el campo, viola a una
"conciencia" individual, esas condiciones lo m ujer en el cañaveral; escenas que el film re­
obligan a una vida de subsistencia elemental construye con su propia participación, ya
que term ina conform ando un destino irreme­ que, según recuerda Vallejo, "n o siente ver­
diable. güenza de que se lo vea tal cual e s "33). A u n ­
El segundo herm ano, M ariano, constituye que su condición laboral es "m e jo r" que la
la opción más indigna frente a la situación32, de su herm ano Á ngel34, no deja de ser preca­
pero se presenta con sus contradicciones. En ria y difícil, pues aun siendo comisario en
principio, com o dice el narrador, "padece y Caspinchango, un pequeño pueblo cerca de
ejerce la violencia" al mismo tiem po; es decir, la m ontaña, colabora en la comisaría del pue­
es producto de la violencia del sistema pero, blo de Acheral sirviendo la comida a su supe­
al hacerse policía, se convierte en su instru­ rior y lim piando los calabozos: "com isario en
Caspinchango, m andadero en A cheral", se­
gún indica la canción. Para Vallejo, este per­
sonaje "[...] sintetiza el conflicto de un indivi­
duo que buscando una solución (individual) a
su situación de explotación y miseria [...] cae
en una tram pa y se convierte en verdugo de
sus propios herm anos"35.
Finalmente, la opción por la que se define
la película, el e nfrentam iento al régimen en
un accionar colectivo, aparece en el capítulo
destinado al Pibe. C om o dijimos, en él Valle-
jo com binó elementos testim oniales de la vi­
da de este herm ano y otros provenientes de
la experiencia de lucha del sindicalismo tucu-
mano. Incluso, recurre a la utilización de otra
voz, para dar mejor el tip o de personaje re­
sultante: un activista sindical. Es decir, m ien­
tras los otros dos hermanos permanecen en­
cerrados en relatos fragm entarios36 que in­
corporan su propia voz -" p o b r e " en lo que a
capacidad "com u nica tiva" se refiere-, el ca­
pítulo dedicado al Pibe tiene mayor articula­
ción narrativa y la voz que habla "en su re­
presentación" perm ite desarrollar el testim o­
nio con mayor fluidez, en un registro reflexi­
vo sobre su experiencia cotidiana, fam iliar y
gremial, así com o sobre sus compañeros, el
sindicato, la situación de la provincia y el país.
Si las voces de sus hermanos remiten a (o no
escapan de) un lenguaje verbal estrechamen­
te vinculado con sus condiciones materiales y
culturales, en el caso del Pibe se trata de una
voz diferente, afin a la de los dirigentes obre­
ros regionales; un habla tam bién popular, pe­
ro mediatizada por un discurso más cercano
a la experiencia sindical o política37.
De este m odo, el personaje del Pibe repre­
senta m ucho más un proyecto político que
su condición real, histórica. Aun así, no en­
carna una alternativa ajena al m om ento que
se vive, sino una alternativa vigente (el acti­
vismo sindical y político) que, probablem en­
te, no había alcanzado a pobladores rurales
com o la fam ilia protagonista del film o, tal
vez, sólo lo hizo de m odo excepcional. Pién­
sese que en el período en que se realiza la
película (1968-1971), aunque com o se a fir­
ma en ella se verifica un deterioro en la sin-
dicalización a la FOTIA debido al cierre de in­
genios azucareros, con la consecuente "d is­
m inución de la resistencia o b re ra ", esos fu e ­
ron los años de m ayor radicalización en la
co nfrontación sindical y política en Tucumán
y el resto del país, con el consecuente creci­
m iento del activismo.
En tal sentido, al com entar los objetivos
testim oniales de la película en el núm ero 8 de
Notas de Cine Liberación, Vallejo se refería a
su intención de "d a r te s tim o n io " del "m o to r
del m ovim iento popular tu c u m a n o ", esto es,
la clase obrera campesina (en particular el
trabajador de la zafra azucarera, ta n to como
obrero de fábrica com o del surco), diferen­
ciándolo del m ovim iento obrero en otras re­
giones, predom inantem ente urbanas y con
m ayor desarrollo de la clase obrera industrial.
Al mismo tiem po, advertía que no se trataba
sólo del testim onio de la vida de una fam ilia
campesina, sino tam bién de "sin te tiza r" el
proceso sindical y político con el que se esta­
ría identificando en ese mismo m om ento "el
pueblo campesino de Tucum án".
Esto ú ltim o no es expresado sólo a través
de la figura del Pibe. En el capítulo dedicado
a él, su propio testim onio recuerda hechos in­
m ediatam ente anteriores (un relato interior,
reflexivo, que tiene lugar durante un viaje en
tren de regreso a Tucumán, de donde se ha­
bía alejado dos años antes por el cierre del in­
genio donde trabajaba y era delegado, ante
las pocas perspectivas de lucha política), pero
tam bién se introduce la reconstrucción de si­
tuaciones gremiales (reuniones, asambleas)
m ediante un "a n e xo " docum ental sobre las
luchas obreras en la provincia de Tucumán
donde, por ejemplo, se retom an explícita-
m ente las observaciones del capítulo de las huelga de apoyo en ningún o tro sitio. Cuar­
"ocupaciones fabriles" de La hora..., para to : las alternativas entre la lucha electoral,
insistir en el carácter desalienante de ese tip o sindical o armada.
de experiencia, y en gran medida a través de Estas dudas y reflexiones funcionan fa vo ­
la figura de Ramón, un com pañero y am igo reciendo la interacción del film con debates
del Pibe con quien com parte y discute la ac­ políticos de la época, y facilitan una partici­
tividad gremial. Para Vallejo, el Pibe represen­ pación más abierta en ellos. C om o dijimos,
ta la búsqueda del "h o m b re nuevo" que se se desarrollan en el capítulo dedicado al Pi­
presenta en todas sus contradicciones, algo be, pero no sólo a través de él, sino tam bién
que el director explícita valorando su sentido de otros personajes com o Ramón. Es intere­
político38. sante observar cóm o, al ubicar en Ramón los
Si bien El camino... reconoce líneas de aspectos "p o sitivo s" (el té rm in o es nuestro),
continuidad e identidad evidentes con La ho­ de m ayor firm eza "id e o ló g ic a " y a rgum enta­
ra..., las tesis del film de Vallejo se presentan tiva, el director se perm ite com plejizar al Pi­
más abiertas, ta n to en relación con la voz be sin despegarlo por com pleto, en lo c u ltu ­
over, que funcionaba com o autoridad textual ral y político, de su fam ilia y de los límites de­
dom inante de la argum entación en aquélla y rivados de sus condiciones materiales de
com partiendo esa autoridad con los testim o­ existencia. A unque es evidente que lo aleja
nios en ésta39, com o en lo referido a la situa­ de su realidad cotidiana al crear un persona­
ción política en cada caso. Las contradiccio­ je d istin to al "re a l", doblando su voz, lo ha­
nes expuestas en El camino... dan cuenta de ce sin que el corte resulte d e fin itivo o, por lo
una serie de tensiones que no aparecían tres menos, reconociendo ciertos límites en la
años antes en La hora... (por lo menos no operación: lo presenta com o un trabajador
del mismo m odo o en la misma dimensión). que participa de la actividad grem ial, que in­
En El camino... se trata de contradicciones cluso llegó a ser delegado, pero que no es un
propias de cada hijo, pero desarrolladas sobre dirigente, que abandona to d o por un tie m p o
todo en el Pibe, que se expresan en lo perso­ y se va. Lo construye con un escepticismo
nal (respecto de la relación con su mujer40; de que no se asimila a la resignación de sus her­
si quedarse o irse), pero sobre to d o en lo sin­ manos, pero que lo distancia de los activistas
dical y lo político. Vayan cuatro ejemplos de más com prom etidos com o Ramón; le hace
lo dicho. Primero: ante los cuestionam ientos afirm ar que, en realidad, no es tan diferente
a la debilidad del sindicato y la dirigencia de aquéllos; lo identifica con el viejo41. Es de­
frente a la patronal, se introduce una refle­ cir, lo separa de cierto o p tim ism o o co n fia n ­
xión sobre la responsabilidad com partida por za más firm e en la lucha, la radicalización, el
los mismos trabajadores que delegan la parti­ com prom iso de quedarse, representados por
cipación. Segundo: se acepta que los peronis­ Ramón, quien con su propia voz, por ejem ­
tas "com etim os muchos errores" pero, al plo, arenga a sus com pañeros en una reu­
mismo tiem po, "hicim os lo que ninguno ha nión.
sido capaz de hacer". Tercero: se plantea la Al mismo tiem po, en el "d iá lo g o " entre el
necesidad de solidarizarse con luchas de otros Pibe y Ramón, rem em orado por el primero,
lugares del país (Córdoba) pero al mismo aparecen las citadas referencias a discusiones
tiem po se critica que, cuando en Tucumán se centrales de la época, en que la película pa­
peleaba en años anteriores, nadie hizo una rece to m a r posición con el testim onio del hi­

/^7
jo del viejo Reales. Por ejemplo, en la coyun­ dos (com o el asesinato en el ingenio Bella
tura histórica de mayor legitim idad para la lu­ Vista, a manos de la policía, de la trabajado­
cha armada en la A rgentina (1971, cuando ra Hilda Guerrero de M olina, las luchas estu­
se term ina el film ), el Pibe se diferencia de diantiles de 1970, la historia de la guerrilla en
Ramón al afirm ar que, mientras para éste la Tucumán -desde los Uturuncos a Taco Ralo-
principal opción es la armada (aunque "sin o la represión en Villa Quinteros, a través de
renegar del sindicato y las elecciones por más los testim onios de varios trabajadores allí pre­
trampas que pueda haber"), él, en cambio, sentes).
considera que todos los caminos son válidos, En la misma línea que la segunda sección
"o pueden llegar a serlo". de la segunda parte de La hora... (la Cróni­
Ahora bien, hemos m encionado anterior­ ca de la Resistencia), este segundo "ane­
m ente el lugar que ocupa un "a n e xo " en la x o " tiene el valor de aportar testim onios e
puesta en ju e g o de las luchas obreras regio­ imágenes a la m em oria audiovisual de las lu­
nales. Los "anexos" fueron dos fragm entos chas obreras contem poráneas al film , en este
docum entales (compuestos con material de caso las tucum anas43. Es im portante tener en
archivo o registrados ad hoc) que se incorpo­ cuenta que la alusión y el registro de testim o­
raron a la edición final de la película en 1971. nios sobre la denom inada Resistencia, en tér­
En el prim ero de ellos, titu la d o Tucumán y minos amplios (1955-1973), estaba presente
ubicado al final del capítulo dedicado a Á n ­ en la mayoría de los realizadores de Cine Li­
gel, de unos cinco m inutos de duración, una beración u otros vinculados con el peronismo
voz over expositiva, ilustrada por imágenes fi­ en sus diversas tendencias44. En este sentido,
jas o en m ovim iento, sintetizaba la historia y no debería ser considerado un "m e ro " agre­
el presente de la situación provincial, con el gado a la película, ya que, ju n to con el resto
fin de "co n ce p tu a liza r", de algún m odo, las del capítulo sobre el Pibe, cum ple una fu n ­
condiciones de vida que, de manera entre­ ción fundam ental en el desarrollo de las tesis
cortada y dispersa, habían expuesto Ángel, m ilitantes del film .
su esposa o el viejo, así com o sus causas. En En una nota periodística de noviembre de
el segundo "a n e x o ", incluido en el últim o ca­ 1973 sobre la exhibición de El camino... en
pítulo, se presentaban las luchas del pueblo Italia, se menciona una polémica interna del
tucum ano, en particular las de la FOTIA, en grupo Cine Liberación que habría tenido lu­
parte m ediante una voz over, tam bién expo­ gar en 1971. Se dice que en el material roda­
sitiva, a través de la reflexión del Pibe y, por do por Vallejo y centrado en la vida de la fa ­
m om entos, a través de testim onios de traba­ milia campesina, el grupo p ro d u cto r (o sea,
jadores o dirigentes reconocidos en el ám bi­ Cine Liberación) cuestionaba la ausencia de
to nacional, com o Benito Romano, o local, un "personaje positivo" y de "u n mensaje
com o Raúl Zelarayán42. También en este caso explícitam ente p o lítico ", y que el resultado fi­
se tem atizan discursos o debates de la época, nal fue "la supresión de casi tres cuartas par­
con referencias a la represión en la provincia, tes del material original, reem plazado por se­
al decrecim iento del poder de la FOTIA, a la cuencias docum entales de luchas huelguísti­
diferencia en el grado de sindicalización y cas, reportajes a dirigentes sindicales, y una
com prom iso con las medidas de lucha entre prolongada reseña histó rica "45.
los obreros de fábrica y los obreros del surco, Estas referencias parecen rem itir a los ane­
a algunos sucesos particulares muy conoci­ xos (y tal vez a alguna escena reconstruida de

[ * ]
reunión sindical). Aunque la cuantificación
de la m odificación resulta exagerada y en
nuestra investigación no encontram os esta
tensión dentro del grupo, la observación pe­
riodística resulta interesante para refirm ar el
sentido de la introducción de esos anexos
(más allá de que fuera o no "re so lu ció n " de
diferencias en Cine Liberación) y de las carac­
terísticas de los personajes del Pibe o de Ra­
m ón. Al mismo tiem po, nos habla de los de­
safíos de representación de una articulación,
real o potencial, entre las condiciones y aspi­
raciones de la fam ilia Reales, por un lado, y
los proyectos de transform ación social postu­
lados por el cine político, por otro. Se trata
de desafíos y dificultades que el film resuelve
poniendo en juego una experiencia de con­
frontación obrera y sindical que no es menos
real en esos años que la historia del viejo y
sus hijos, más allá de hasta dónde hubiese
llegado la com unicación entre ambas viven­
cias en este caso particular.

IV
Finalizado el rodaje de la película, Vallejo
fue invitado por la politizada Muestra de Pe­
sara (Italia) para su exhibición en la edición
de 1971, y aprovechó las facilidades que le
daba la A ger Film de Roma (el mismo labora­
to rio que se había utilizado para La hora...
en 1968) para su term inación, en paralelo
con la edición que Solanas y Getino hacían de
los largometrajes documentales Perón, la re­
volución justicialista y Actualización polí­
tica y doctrinaria para la toma del poder,
registro del testim onio y mensaje de Perón a
sus seguidores en la A rgentina, rodado por
Cine Liberación en la residencia madrileña de
Puerta de Hierro46.
Luego del éxito de El camino... en Pesara
y M annheim (Gran Premio del jurado, prem io
FIPRESCI y mención de la O C IC )47, Vallejo re­
gresó a la A rgentina para trabajar en su exhi-

/“7
bición. En una entrevista de febrero de 1972,
decía que buscaba llegar a un destinatario
masivo y explicaba que su film "n o hace dis­
tingos y aspira a que to d o el pueblo argenti­
no, que ahora se moviliza continuam ente y es
el protagonista del proceso, se mire en esa
im a g e n "48.
A mediados de 1972, en el editorial del
prim ero y único núm ero de la revista Cine y
Liberación, G etino se refería a la apertura de
una nueva etapa en el país que, no sin con­
tradicciones, presionaba hacia la reinstitucio-
nalización dem ocrática y debía ser acom pa­
ñada por la lucha del pueblo en pos de la le­
galización de los film es m ilitantes. De algún
m odo, era lo que se estaba haciendo con El
camino... desde comienzos de ese año. En
efecto, seguram ente previendo la censura
que recaería sobre él49, diversas organizacio­
nes sociales y políticas de Tucumán, a través
de una comisión con eje en la Juventud Pe­
ronista, la FOTIA y la CGT local, se sumaron
al reclamo por conseguir el permiso de exhi­
bición legal. Desde fines de 1971, varios re­
presentantes gremiales y políticos de la pro­
vincia se interesaron por la suerte de la pelí­
cula ante el Ente de C alificación; Vallejo re­
corrió ingenios y sindicatos de la provincia
para in fo rm a r sobre el film y las m ovilizacio­
nes de reclamo fueron comentadas por la
prensa local.
Aunque la película se estrenó en salas ci­
nem atográficas comerciales sólo con la rea­
pertura política de 1973, en marzo de 1972
se organizó la primera proyección en un cine
de la capital provincial. En el acto hablaron el
director, un dirigente de la Juventud Peronis­
ta de Tucumán y G etino por el grupo Cine Li­
beración. A partir de allí, durante 1972 fue
exhibida en diversos sitios. De este m odo, Ci­
ne Liberación encontraba en ese proceso un
espacio más de inserción de sus materiales en
el m ovim iento popular. Así com o había ocu-

[*)
rrido con La hora..., tam bién El camino...
(aunque en m enor medida y durante menos
tiem po) y los largometrajes de Perón se pro­
yectaron en ám bitos estudiantiles, sindicales
y barriales.
Ese año, en el marco de las brechas abier­
tas en ám bitos com o las universidades, te ­
niendo en cuenta el éxito de la película en
Europa y la adhesión demostrada por las
"fuerzas vivas" de la provincia, el rector inter­
ventor Héctor Ciapuscio convocó a Vallejo al
canal de televisión de la Universidad de Tucu­
mán, donde éste realizó una serie de diecio­
cho cortom etrajes televisivos, los Testimo­
nios de Tucumán, que recordó posterior­
m ente com o el trabajo de mayor im portancia
de su vida. Allí contó con la asistencia de Raúl
Zelarayán, lo que le perm itió una amplia vin­
culación con las organizaciones sociales de la
provincia, en particular con la FOTIA. Los pro­
gramas abordaron la vida y la cultura popular
en sus diversas facetas, y uno de los últimos
fue realizado con m otivo del triu n fo peronis­
ta en Tucumán en las elecciones de 1973.
El cambio de la situación política llevó a Va­
llejo a desempeñarse, en 1974, com o asesor
cultural del gobierno peronista tucum ano, y
retornó a la televisión con un proyecto que,
en la línea del com entado, explicitaba desde
su propio títu lo su perspectiva sobre la nueva
etapa: los Testimonios de la Reconstruc­
ción. Esta vez, com o signo de los nuevos
tiem pos, la iniciativa surgía de un acuerdo di­
recto entre el canal 10 y la FOTIA, que dirigía
A tilio Santillán. Pero en la segunda m itad de
1974, la situación política com enzó a deterio­
rarse cada vez más y sólo llegaron a emitirse
alrededor de siete Testimonios. Con el incre­
m ento de la represión sobre los dirigentes
obreros y populares de la provincia, el propio
Vallejo fue objeto de un atentado con explo­
sivos en la casa de sus padres en diciembre de
1974, que lo obligó a partir al exilio.

fuj
Notas te prostibulario, deteniéndose en los rostros y humilde con­ conduce al individuo, debidamente insertado en una co-
dición de los hombres en espera y la joven prostituta, mien­ munidad humana, la sociología no logra ir más allá de la ti­
1) Agradezco las observaciones críticas a una versión pre­ tras se escucha la canción patria "Aurora". pología. La primera favorece el surgimiento de auténtico;
liminar de este texto, hechas por María Luisa Ortega y Al­ 11) "Lo primero es convivir con ellos. No sólo para filmar personajes, capaces de sostener una dramaturgia cinema­
berto Elena (Universidad Autónoma de Madrid), Fernando [...] Fueron meses que pasé viviendo con ellos ante todo, tográfica, mientras la segunda produce categorías abstrac­
González (Universidad de Salamanca) y Silvia Méndez (Uni­ trabajando en sus trabajos, durmiendo con ellos, comiendo tas y estereotipadas". Aunque esta distinción resulta dema
versidad de Buenos Aires). Ninguno de ellos es responsable de su mesa, hasta que llegué a impregnarme de su visión siado tajante e injusta con la mirada sociológica, no deja de
de lo que aquí se afirma. de las cosas. Uno busca reducirse, o traducirse en uno de resultar sugerente para pensar el film en cuestión.
2) Longoni, Ana y Mestman, Mariano; Del Di Telia a “Tu- esos seres, y termina así por sentir el mundo y todas sus cir­ 19) Entrevista en Nuestro Cine, Ns 89, septiembre de
cumén Arde". Vanguardia artística y política en el 68 argen­ cunstancias cotidianas como las sienten ellos" (entrevista a 1969, Madrid, pág 47.
tino, El Cielo por Asalto, Buenos Aires, 2000. Gerardo Vallejo, por Dina Nascetti, en el semanario Mar­ 20) El concepto de "cultura de la pobreza" fue mencio­
3) Sigal, Silvia; "Acción obrera en una situación de crisis: cha, 25/2/72, pág. 27). nado por primera vez por Lewis en 1959. Algunos textos
Tucumán 1966-1968", Documento de Trabajo, Instituto 12) Cf. Notas de Cine Liberación, NP 8, pág. 3. en los que precisa su método y sus nociones son el prólo­
Torcuato Di Telia, Centro de Investigaciones Sociales, 1973. 13) En una entrevista publicada en ocasión de la presen­ go a Los hijos de Sánchez (Ed. Mortiz, México, 1967), el en­
4) Vallejo había conocido a otro de los hijos, Mariano, en tación de El camino... en Pesara, en 1971, dice Vallejo: sayo "La cultura de la pobreza" (aparecido en su libro La vi­
uno de sus frecuentes viajes desde Santa Fe a Tucumán. Ese "Tentiamo cosí di trasmettere con il film una ¡mmagine me- da, de 1966) y la compilación de sus Ensayos Antropológi­
primer contacto lo lleva poco después a la casa de la fami­ no mistificata di quelle esistenti, pur non credendo di esse- cos de 1982 (Grijalbo, México, 1986). Una revisión recien­
lia en el pueblo de Acheral (Tucumán). re riusciti a trasmettere Yimmagine reale di un popolo, poi- te de la obra de Lewis que llama la atención sobre su "ol­
5) Vallejo, Gerardo; Un camino hacia el cine, El Cid Editor, ché sará soltanto il popolo stesso, quando giungerá alia sua vido" en los estudios culturales de los últimos años es el ar­
Córdoba, 1984. liberazione, a costituire la propria vera immaglne". (7 Mos- tículo de Eduardo Gruner, "Los estudios culturales antes de
6) Es interesante recordar que, entre las experiencias que tra Internazionale del Nuovo Cinema, Pesara, 11-18 set­ los 'Estudios Culturales'. Vindicación de Oscar Lewis: ¿'Cul­
recupera Cine Liberación de modo explícito en el momento iembre 1971, Quademo Informativo Na 30, pág. 30). tura de la pobreza' o pobreza de la cultura?", revista Zigu-
de elaborar su propuesta de Film-Acto (la exhibición de la pe­ 14) Entrevista a Vallejo, en Quaderno Informativo N“-30, rat, Buenos Aires, 2001, págs. 46-69.
lícula como instrumento para la generación de un acto polí­ Pesara, pág. 31. 21) Véase al respecto Gllman, Claudia, Entre la pluma y el
tico con eje en ella), encontramos la difusión de algunos fil­ 15) Entrevista a Vallejo en revista Octubre, N“ 2-3, Méxi­ fusil. Debates y dilemas del escritor revolucionario en Amé­
mes latinoamericanos y su discusión entre los asistentes. Una co, 1975, pág. 38. rica Latina, Siglo XXI, Buenos Aires, 2003, págs. 342 y ss.
de las películas que nutría ese circuito antes de que se abrie­ 16) Pesara, Quaderno Informativo N“ 30, pág. 30. Esta 22) Véase la reseña de Juan Antonio García Borrero sobre
ra el de La hora..., era Las cosas ciertas. De hecho, cuan­ perspectiva es la misma que se encuentra en el documen­ este film en Paranaguá, op. cit., págs. 326-328. En el mar­
do Solanas y Getino buscan a Vallejo en Tucumán para que to de Cine Liberación de ese mismo año (1971), titulado co de las iniciativas del ICAIC por los cien años del comien­
colabore en el proyecto de la opera prima del grupo Cine Li­ "Cine militante, una categoría interna del Tercer Cine". zo de la guerra de independencia cubana (1868), Sader-
beración, le entregan una serie de encuestas sobre su medio- 17) Aunque sin detenerse en su análisis, la película se in­ man (argentino residente en la isla entre 1962 y 1971) se
metraje, que habían sido realizadas a los espectadores del cir­ teresa por mostrar y comentar elementos de la cultura po­ propuso una reconstrucción de la gesta emancipatoria so­
cuito referido. Sobre esa experiencia, la noción de Film-Acto pular rural en situación de miseria. No los juzga, sino que bre la base de evocaciones de veteranos mambises que
y la circulación clandestina de La hora..., véase, Mestman, profundiza en sus contradicciones. Por ejemplo, la gran can­ "habían puesto allí el pellejo" (entrevista con el autor, Ma­
M., "La exhibición del cine militante. Teoría y práctica en el tidad de hijos que Ángel y su esposa reivindican contra la ac­ drid, 24/06/99). En un período de fuerte innovación en el
Grupo Cine Liberación", en Fernández Colorado, Luis (ed.), titud de las clases medias o los "ricos", la religiosidad popu­ cine cubano y con escasos recursos, sin un guión previo si­
"Cuadernos de la Academia" NQ.9, AEHC, Madrid, 2001. lar mezclada con el curanderismo en la atención de un niño no armado a partir de los primeros relatos orales, Saderman
7) Vallejo, G.; op.cit., pág. 63. convaleciente, lejos del alcance de la sanidad pública (tam­ incorporaba el testimonio de los ancianos a la reconstruc­
8) Respecto del corto de Vallejo, que compara con la obra bién presente en La hora...) y el consumo de vino que, si ción de episodios con actores, rompiendo con el tratamien­
de Torre Nilsson, puede verse Buch, Esteban, "Apariciones por un lado es parte de la cotidlaneldad del viejo Reales, por to tradicional de este tipo de acontecimientos.
cinematográficas del Himno Nacional Argentino", en otro hace estragos en el comportamiento de su hijo Maria­ 23) Nichols, Bill; La representación de la realidad, Paidós,
WAA, Cultura y política en los años sesenta, Ediciones no, pero también "colabora" con los trabajadores para que Barcelona, 1997.
CBC, Buenos Aires, 1997, págs. 257-265. pierdan el miedo a hablar contra los patrones, según se In­ 24) Barnow, Eric El documental. Historia y estilo, Gedisa,
9) Por ejemplo, en "Significado de la aparición de gran­ dica al introducir una escena donde un obrero interviene en Barcelona, 1996, pág. 207. Aunque esta última afirmación
des temas nacionales en el cine llamado argentino", de oc­ una asamblea y reclama a los dirigentes del sindicato. resulta interesante, sería oportuno revisarla en cada caso
tubre de 1969; en, Solanas y Getino, Cine, cultura y desco­ 18) Paulo Antonio Paranaguá (Cine documental en Amé­ particular.
lonización, Siglo XXI, Buenos Aires, 1973, págs. 93-97. rica Latina, Cátedra, Madrid, 2003, pág. 58) considera que 25) "El punto de Inflexión de los 60, con el desarrollo del
10) Por ejemplo, en la puesta en juego del referido con­ en el documental "la corriente antropológica no se contra­ Direct Cinema y del Cinéma-Verité será central para el de­
trapunto -aun con diferencias compositivas- en la escena pone necesariamente al compromiso social, ni siquiera a la sarrollo de todo el documental social. Las potencialidades
de La hora... en que la cámara recorre un mísero ambien­ fe revolucionaria", y sostiene: "mientras la antropología de las cámaras ligeras de registro sincrónico, a las que to­
¡do en una co- marán el relevo el video analógico y digital, no sólo condu­ 32) Aun así, hay un tratamiento más cercano a la lástima del sindicato porque compromete a su hermano, el viejo lo
nás allá de la t¡- cen al uso testimonial y contra-informativo que apuntába­ que a la condena, tanto desde la voz del narrador como defiende con dignidad cuando dos policías (escena recons­
0 de auténticos mos sino a la generación de la entrevista y la encuesta so­ desde la letra de las canciones que acompañan esta parte truida por dos trabajadores del ingenio Santa Lucía) lo van a
aturgia cinema- cial, la modulación de las polifonías y testimonios funcio­ ("pobre el Mariano Reales..."). Esto no va en desmedro de buscar a la casa y no lo encuentran. En otro momento, el Pi­
egorías abstrac- nando libremente o ancladas en estructuras expositivas su funcionamiento como opción no válida y rechazada por be dice que el viejo -al igual que él mismo- ha buscado de
mresulta dema- guiadas por la voice-over. Cualquier ejemplo de documen­ las tesis del film. alguna manera el compromiso durante toda su vida.
gica, no deja de tales socio-políticos clásicos de las décadas de los 60 y 70 33) Vallejo, op. cit., pág. 153. 42) Romano (dirigente de la FOTIA) era el Prosecretario
jestión. nos moverán en estos márgenes representativos: testimo­ 34) Al ingresar a la policía, abandona su condición previa Gremial y de Interior de la CGT de los Argentinos en el ám­
septiembre de nios individuales y colectivos, registros directos de aconteci­ de trabajador golondrina y consigue una casa de material, bito nacional. Zelarayán, que condujo la primera ocupación
mientos relevantes o de la vida cotidiana, recopilación y sueldo fijo y salario familiar. del Ingenio Santa Lucía en 1958, se incorporó al proyecto
'.a" fue mencio- montaje de materiales de archivo" en Ortega, María Luisa; 35) En Notas de Cine Liberación, Nfl 8 (1972). de la película apenas Iniciado, aportando sus relaciones con
Algunos textos "Rupturas y continuidades en el documental social", revis­ 36) Como oportunamente observó Clara Kriger en El ca­ los trabajadores del ingenio y con la FOTIA.
íes son el prólo- ta Secuencias, Ns.20, Madrid, 2004. mino hacia la muerte ..., en Paranaguá, op.cit., pág. 338. 43) Incluso, Vallejo tenía la ¡dea de hacer una película épi­
co, 1967), el en- 26) Vallejo, op.cit., pág. 150. El trabajo de Kriger y el citado de Bernini analizan otros as­ ca sobre los trabajadores del ingenio y el pueblo de Santa
en su libro La vi­ 27) En este fragmento final hay un ejemplo de lo referido pectos del film aquí tratados. Lucía (Véase Notas de Cine Liberación, N° 8, pág. 8).
tos Antropológi- más arriba acerca de la voz over. En una secuencia creada 37) Y porque esa experiencia no es la del hijo real del vie­ 44) Piénsese en Ya es tiempo de violencia (Enrique Juá­
1revisión recien- especialmente para la película, la voz over explícita que así jo Reales sino la del personaje creado, la voz debía ser "do­ rez, 1969), Operación Masacre (Jorge Cedrón, 1972), La
ón sobre su "ol­ fue rodada, pero que en el momento de edición del film el blada" para expresar las contradicciones, dudas y propues­ memoria de nuestro pueblo (Rolando López / Grupo de
ios años es el ar- viejo encontró la muerte cuando un joven sin trabajo quiso tas "apropiadas" a los desafíos del momento histórico. Va­ Cine 17 de Octubre de Santa Fe, 1972), a su modo en Los
Iturales antes de robarle en el cañaveral y terminó matándolo. Allí se intro­ llejo lo explica así: "Pibe tenía una voz que escuchada en la Velázquez (film "perdido" del grupo integrado por Pablo
car Lewis: ¿'Cul- duce una imagen del viejo en un cajón, tomada por un ca­ sala no tenía nada que ver con su rostro. En la realidad Pi­ Szir, Lita Stantic, César D'Angiolillio, vinculado a Cine Libera­
¡?", revista Zigu- marógrafo amigo de Vallejo en el velorio. be convencía, tanto su cara como su voz, pero en la reali­ ción), y en la propuesta de una historia de la Resistencia en
28) Nichols, Bill; op.cit. dad cinematográfica, es decir, en la pantalla, su voz no co­ Rosario, que estaba en los planes de la Unidad Móvil Rosarlo
itrelaplumayel 29) Como observa Emilio Bernini, "ocurre que algo de lo rrespondía con la dura y reflexiva imagen de su rostro. Des­ de Cine Liberación para 1971. Incluso podemos encontrar
-jonario en Amé- real, irreductible al discurso, queda siempre en la imagen". cartamos la posibilidad de utilizar su voz y tuvimos que in­ una valoración positiva de la Resistencia en Los traidores
págs. 342 y ss. En, "La vía política del cine argentino. Los documentales", ventar su capítulo desde esta dificultad [...] esta misma di­ (Raymundo Gleyzer, 1973), aunque en este caso se trate del
cía Borrero sobre en revista Kilómetro 111, Buenos Aires, N5 2, 2001, págs. ficultad permitió inventar el relato de Pibe desde un monó­ grupo Cine de la Base, de izquierda marxista no peronista.
¡-328. En el mar- 52-55. logo interior". (Vallejo, op. cit., pág. 160). 45) "El signo político de dos películas argentinas desper­
años del comien- 30) Véase Vallejo, op. cit., págs. 148-149,154 y 160. La 38) Dice Vallejo apenas finalizado el film: "Esa reflexión tó el interés de críticos italianos", diario La Opinión, Buenos
a (1868), Sader- escena inicial del baile en la casa del viejo Reales fue filma­ del 'Pibe' va escalonándose en etapas que serían las de la Aires, 2/11/73, sin firma.
1962 y 1971) se da sin preparación previa, por lo cual la iluminación prove­ conciencia que va asumiendo este personaje hasta llegar a 46) Francesco Orefici, responsable de la producción gene­
mancipatoria so- nía de varios "soles de noche" (lámparas a querosén) que una etapa mínima de conciencia colectiva, cual es, la de la ral de El camino... en Roma y que también colaboró con
s mambises que no permitían crear espacios suficientemente iluminados y identificación, sin todavía propuestas (que muchos intelec­ los largometrajes citados, había trabajado con Roberto Ros-
:on el autor, Ma- sólo se podía filmar a menos de un metro de distancia. En tuales desearían), revolucionarias, claras; con todas las du­ sellini y, en ese momento, ocupaba un lugar importante en
innovación en el la escena en que el viejo Reales actúa su propia muerte, la das y todas las contradicciones acerca de la metodología, la la productora San Diego Cinematográfica, especializada en
■\ guión previo si- utilización de cámara en mano no sólo obedece a una op­ política, pero con clara convicción de su ideología peronis­ material del Tercer Mundo y fundada por uno de los hijos
orales, Saderman ción estilística, sino también a limitaciones derivadas de la ta, resultado de una experiencia de lucha concreta de un de ese director italiano, Renzo, que incorporó la película de
>a la reconstruc- ausencia de trípode, por ejemplo. En relación con los per­ pueblo (de la cual es síntesis él) y en la cual está metido, con Vallejo a su catálogo de distribución de filmes latinoameri-
con el tratamlen- sonajes, Vallejo recuerda que si con el viejo era posible que todos los momentos positivos y negativos que esa lucha canos.Véase Mestman, M., "Postales del cine militante ar­
ntos. las situaciones recredas resultaran verosímiles respecto de puede tener [...] " Notas de Cine Liberación, N“ 8, pág. 6. gentino en el mundo" en Kilómetro 111, Buenos Aires, Na
realidad, Paidós, su historia e identidad, tanto en imagen como en sonido, (Los paréntesis son del original). 2, 2001, págs 7-30.
en el caso de Ángel y su esposa, Rosa, no podía lograr un 39) Considérese esta afirmación en términos relativos. 47) También se exhibió en otras muestras italianas en
ay estilo, Gedisa, registro "creíble" de Imagen y sonido al mismo tiempo, 40) Por ejemplo, la pelea violenta reconstruida por ambos años posteriores: en Palermo a comienzos de 1972 y en
última afirmación captado en directo. Esto obligó a que, en ese capítulo, la poco después de sucedida -y observada por el director que Cañara a fines de 1973.
irla en cada caso voz de Ángel ("separada" de su imagen emitiéndola) fue­ la sigue de cerca con la cámara-; discusiones y empujones 48) Semanario Marcha, 2612112, pág. 27.
ra utilizada como voz over, ilustrada por imágenes suyas y para evitar que lo abandone, reclamándole un cambio ha­ 49) Entre septiembre y octubre de 1972, el entonces di­
n el desarrollo del de su familia. cia otro tipo de vida que ella conoce como empleada do­ rector del Ente de Calificación Cinematográfica, Ramiro de
entral para el de­ 31) La música del film fue compuesta por Víctor Gentili- méstica en la ciudad. la Fuente, en consulta con organismos de seguridad del Es­
is potencialidades n¡, la letra es del poeta José Moreno y la voz , de Tito Se­ 41) Mientras su hermano Mariano está presente cuando el tado, decidió la prohibición por razones políticas.
lico, a las que to­ gura. comisario lo intima a abandonar las reuniones con la gente

I*7
Q_ O
Personajes populares y negocios
desventurados: Luis Sandrini actor
y productor
Por Poseedor de una simpatía inigualable, Luis lindo para hacerlo en te a tro !» . Esa noche lo
César M aran g h ello Sandrini fue, durante cinco décadas, merece­ probé y quedó como prototipo. Lo pasé al ci­
dor del afecto de un vasto público, no sola­ ne y después a la radio, donde se llamó Feli­
mente argentino. Su profesión lo convirtió en pe. Quise crear un personaje com o los que
el hom bre más popular y querido del país, y había en otras partes del m u n d o ...".
en uno de los pocos actores con una biogra­ De ese m odo, fue el prim er cómico que
fía paralela al desarrollo de la cinem atografía conquistó al público masivo, el ídolo sencillo,
local. ingenuo y bondadoso que se incorporaba al
El éxito conseguido en la compañía de En­ afecto más profundo. Su personaje era in tu i­
rique M uiño y Elias A lippi lo acercó al recién tivo, rápido m entalm ente, risueño, enam ora­
llegado cine sonoro. Filmó prim ero ¡Tango!, dizo pero reprim ido, inquieto pero conserva­
de Luis J. M oglia Barth, donde dem ostró viva­ dor, tie rn o pero con coraje frente a la injusti­
cidad y simpatía com o Berretín. En Los tres cia. Sus valores privilegiaban a la madre, la fa ­
berretines (1933) de Lum iton, la adaptación milia, el barrio y los amigos, sin desdeñar a la
le o to rg ó coprotagonism o al lado de Luis mujer y su honra. Cada film agregaba nuevos
Arata, y se le presentaron situaciones que su­ datos para su desarrollo, aunque siempre me­
po resolver con pericia. Con la aparición del tid o en obras elementales, en cuyos argu­
sonido, el público de to d o el país se volcó a mentos se abusaba de recursos sensibleros.
las salas, hallando en nuestras películas to d o Así, desfilaron la fallida El hijo de papá
lo fam iliar que no encontraba en las que re­ (1933, John A lto n ); la mítica Riachuelo
mitían H ollywood, París o Berlín. (1934, M oglia Barth), que lo confirm ó como
Con esos trabajos nació su destino cinem a­ la primera gran estrella de nuestro cine; La
tográfico, en la forja de un personaje cóm ico- muchachada de a bordo (1935, Manuel
sentim ental. Para Jorge M iguel Couselo "era Romero); Loco lindo (1936, A rtu ro S. Mom);
sobre to d o una personalidad y un personaje: Don Quijote del altillo y El cañonero de
el muchacho generoso y distraído, con los Giles (ambas de 1936 y de Romero) y La ca­
pantalones menguados, el saco estrecho, el sa de Quirós (1937, Moglia Barth).
som brerito insuficiente, la parla dem orada y Su trabajo significó para el cine una etapa
el continente crédulo... Tras la comicidad, su de gran prosperidad económica. Y de tal
tip o desbordaba s e n tim ie n to "1. Agregaba el m agnitud que, cuando Sono Film le ofreció
propio actor: "Yo hice un p ro to tip o sacado Riachuelo, llegó a un acuerdo poco com ún
El c a n illit a y l a d a m a de un muchacho de barrio tartam udo, de con Ángel M entasti: cinco mil pesos de suel­
Luis C ésar A m a d o ri - 1938 nom bre Cachuso. Un buen día me dije «¡Qué do y el diez por ciento de los beneficios, lo
que s ig n ific ó una fo rtu n a para am bos.
T
longaron hasta mediados de 19 3 7 -, el matri­
Fuera de escenarios y sets, Luis era un hom ­ m onio presentó sainetes y comedias como
bre afable, cordial, bonachón, enam oradizo y Los tres berretines, El gringo de los mo­
con sentido del humor, que amaba su tra b a ­ saicos, de M edero, o La muchachada de a
jo y agradecía la veneración popular, aunque bordo, de Romero.
aspiraba abordar algún día papeles no tan Luego de su presentación en el M aipo, se­
em parentados con su propia personalidad. ñalaba un crítico: "Reúne Sandrini aptitudes
Trataremos de entender por qué no lo consi­ que, bien encaminadas, habrán de conducir­
guió. le a una situación descollante en el teatro ar­
gentino. De recursos un poco bufos, de ros­
tro sum am ente expresivo y de innegable sim­
patía, a poco que los autores sepan aprove­
char sus posibilidades abastecerán su perso­
nalidad, legando a la escena criolla uno de
esos cómicos que son alma y vida de las
obras que in te rp re ta n "3. Supo convencer a
los entendidos de que estaba capacitado pa­
ra brindar tipos más humanos, profundos y
honestos. Sin em bargo, trem endam ente au­
tocrítico, el divo advertía que los productores
acostum braban a descansar en sus condicio­
nes, sin reparar en la pobreza de argum en­
tos, de lenguaje fílm ico y de elencos. Y él
cumplía en hacer reír en grande, pese a que
se lo obligara a repetirse indefinidam ente.
Pero La casa de Quirós, su últim a película,
no había logrado, ni m ucho menos, el éxito
de las anteriores.
Durante los largos meses de gira, Sandrini en­
tusiasmó a su mujer con el proyecto de cons­
tituirse en productor de películas de buena
La m u c h a c h a d a de a b o r d o En octubre de 1935 se casó con la actriz calidad. Para concretarlo invirtió los sesenta
M a n u e l Ro m e r o - 1 9 3 5 Zaira (Chela) Cordero, en México, al tiem po mil pesos de su últim a película y las ganan­
que em prendían productivas giras por las cias de la gira, y la Cordero vendió muchas de
provincias argentinas. Fueron esas presenta­ sus alhajas y hasta una casa -quinta para res­
ciones las que le certificaron al actor su fama paldarlo4.
inigualada. Al regreso, contaba: "¡La gran De ese m odo, con la gerencia a cargo del
fla u ta ! Yo nunca me había im aginado la po­ representante de ambos, Lázaro Goldschla-
pularidad y la simpatía que tiene el cine na­ ger Battidoro, y oficinas en Riobamba 333, se
cional en el país. En cada pueblito me recibie­ constituyó en septiembre de 1937 la C orpo­
ron con unas manifestaciones y me hicieron ración C inem atográfica A rgentina. Declaraba
tales agasajos ¡que ni a un candidato a g o ­ el actor: "Será una compañía seria, con miras
b e rn a d o r!"2. En dichas tournées -q u e se pro­ elevadas. Por todos los medios trataré de que
constituya para el público un sello de absolu­ enamora de una actriz cuyo único interés re­
ta garantía de ca lid a d "5. Desde el comienzo, side en los bienes de aquél. Cuando el hom ­
su labor com o productor intentó apartarse de bre pierde su fortuna en el juego, ella lo aban­
la rutina artística con Callejón sin salida. dona, causándole el derrum be moral. Pero
Formalizó para ello un contrato con A lippi, Alippi no consiguió plenam ente sus objetivos,
quien, en su carácter de director debutante, y la película se resintió por la lentitud de algu­
intérprete y argum entista -c o n Carlos Schae- nas escenas. Si el argum ento hubiese propor­
fer G allo-, realizaría un viejo proyecto6. El es­ cionado algunas otras situaciones, probable­
fuerzo personal del flam ante financista, los m ente se habría obtenido una de las mejores
conocim ientos adquiridos en la práctica y el películas de la década. De todos modos, el de­
entusiasmo de su juventud, prom etían un butante narró muchas secuencias brillante­
gran panorama. Y para obtener esos resulta­ m ente y obtuvo fragm entos magistrales, co­
dos, Battidoro parecía el colaborador ideal. mo los del baile y la persecución del final.
Años antes, éste había explotado, con un Financieramente, el film resultó un experi­
hermano, un garaje en la calle Sarmiento. Pa­ m ento peligroso, dado que su ingenuo públi­
só después a desempeñarse com o apuntador co no estaba advertido del nivel artístico de la
teatral, adm inistrador de compañías y, por úl­ película que iba a ver. C om o era lógico, las in­ LOS TRES BERRETINES

tim o, au to r de teatro. Para ello había utiliza­ novaciones provocaron extrañeza y rechazos. 1933
do dos sucesivos seudónimos: Lázaro M argot
y Lázaro M edero7. Para 1937 contabilizaba
veinte años en el grem io y dieciséis obras es­
trenadas8. Poco después, los hermanos cons­
tituyeron una distribuidora para el fu tu ro ma­
terial, la Sud Americana de Films.
Para Callejón sin salida se contrataron los
estudios de SIDE. El novel productor respeta­
ba y admiraba a A lippi, y hablaba de él cada
vez que podía. El rodaje comenzó en diciem ­
bre de 1937 y se extendió hasta febrero del
año siguiente, cuando se tom aron las se­
cuencias del baile, anim ado por cientos de
extras. Secundaban al protagonista Maruja
Gil Quesada, Sebastián Chiola, Elisardo San-
talla, Ada C ornaro, Rosa Catá, Enrique Rol-
dán y Juana Sujo. Se contó, además, con la
eficaz colaboración de Gum er Barreiros, uno
de los mejores iluminadores y camarógrafos.
El film , que se estrenó en el cine M onum en­
tal el 30 de marzo de 1938 y hoy se conside­
ra perdido, fue un drama psicológico, que de­
jaba librada al espectador la interpretación de
los estados de conciencia de sus personajes. El
protagonista, hombre de gran fortuna, se
Callejón sin salida "vaciaba las salas", al tra to con Rosita M oreno (compañera de Gar-
decir de los exhibidores. Para junio, las pérdi­ del en dos películas norteamericanas), que
das se calculaban en unos cien mil pesos9. Só­ sería la primera figura prestigiosa del extran­
lo quedaba la esperanza de salvar el dinero jero que trabajaría en nuestros estudios. La
de los Sandrini - y el de amigos com o el arqui­ C orporación publicó avisos que alentaban ex­
tecto A slám -, con la próxima película, El ca­ pectativas: "El canillita y la dama, con San­
nillita y la dama. drini, M oreno y A m adori, tres nombres que
Las declaraciones del cóm ico sobre ese fra ­ son su mejor garantía. Se hace a to d o costo
caso mostraron contrariedad y desasosiego. y siquiendo nuestra línea: ¡calidad, siempre
Su caso era el de to d o artista que, poseedor calidad! " 10.
de condiciones y medios superiores a los de Una vez term inado el rápido rodaje, se ale­
su obra, no recibía en devolución el prestigio garon distintas razones para postergar su
que su espíritu necesitaba. Así y tod o , era presentación. Pero la verdad era que faltaban
preferible esa tensión a la trivialidad satisfe­ 70.000 pesos por los trabajos de estudio y la­
cha de otras primeras figuras. boratorio de SIDE. Para solucionar el intríngu­
En marzo de 1938 com enzó el rodaje de lis, Sandrini, Aslám y B attidoro debieron pedir
El canillita y la dama, al regreso de A m ado­ dinero a cuenta a varios exhibidores.
ri de un viaje a H ollywood. Allí había cerrado Finalmente El canillita y la dama se co­
noció en el M onum ental el 8 de ju n io de
1938, y desde las primeras funciones se supo
que iba a ser un éxito fuera de lo com ún. En
ella, Sandrini interpreta a Cachuso, un diarie­
ro porteño que acepta hacerse pasar por el
hijo de un m illonario, sin saber que con ello
ayuda al pretendiente de su supuesta herm a­
na, un delincuente de guante blanco. Cuan­
do se entera de todo, desbarata con sus am i­
gos los planes del villano. Enamorado sin es­
peranzas, ya que Rosita prefería a un tercero
más joven y buen mozo, Cachuso queda so­
lo y triste. El héroe que arreglaba los entuer­
tos se desplazaba entre dos espacios clásicos:
una lujosa mansión y modestos cuartos alqui­
lados. En una obra de encargo com o ésta,
A m adori repite la fórm ula exitosa de sus fil­
mes con Pepe Arias y aúna lo disparatado
con lo sentim ental. El actor consigue hacer
inolvidable a Cachuso, al evitar, con inteligen­
cia, llevarlo hacia la caricatura, y la M oreno,
en un papel amable, se desempeña con no­
table simpatía. En cuanto a Am adori, era el
E l c a n i ll it a y l a d a m a director ideal para fabricar una película sobre
Luis C é s a r A m a d o r i - 1 9 3 8 fórm ulas preconcebidas, con buen equipo
r
técnico y graneles estrellas. La mayoría de sus York com o en H ollywood, a las que asistieron
guiones contraponían dos mundos -rico s o productores, directores y periodistas de me­
empresarios versus empleados, sirvientes o dios en español. Las opiniones sobre el film
m aleantes-. Estos últim os conform aban un fueron muy satisfactorias para Am adori y los
universo marginal en el que se introducía el técnicos, y excelentes con respecto a Sandri­
héroe de clase media, para denunciar m anio­ ni13.
bras y salvar el patrim onio ajeno. Es que las M ientras tanto, en la Corporación había di­
fábulas de Am adori, aparentem ente sin m o­ ficultades para encontrar un director para el
raleja, expresaban una sólida ideología con­ próxim o film con Carlos M organti, alguien a
servadora11. quien Sandrini admiraba desde hacía m ucho
Pese al éxito, no se dejó de señalar los erro­ tiem po. También se hacía difícil cubrir su cos­
res de Battidoro en la distribución del film . Y to, pese a que se trataría de una película muy
había algo más grave: Battidoro había conse­ económica. Dos meses después se supo que
guido un ventajoso contrato de explotación Carlos Calderón de la Barca debutaría com o
de las películas que Luis coprodujera con As­ realizador con Un tipo de suerte14. Para ello,
lám, por el cual le correspondería el treinta Sandrini le alquiló los estudios M etropolitan
por ciento de las entradas brutas. Y com o pa­ al exhibidor Jack Lutzberg. En realidad se tra ­
ra explotar las películas lejos de la Capital se taba de un gran galpón sito en Viel 841, que
debía dar un cuarenta por ciento a los distri­ contaba con pésimo equipo de sonido, dos
buidores, la Corporación había otorgado, gra­ cámaras y una superficie de 650 metros cua­
ciosamente, el setenta por ciento de comisión drados. Pero el arrendam iento era económ ico
para program ar m alam ente sus películas, -1 5 0 0 pesos por m es- y la C orporación ne­
quedándole solamente el treinta por ciento cesitaba ahorrar dinero. El nuevo equipo so­
para am ortizar costos. C om o resultado, pese noro de esas galerías estaría cubierto por los
al éxito fenom enal de El canillita..., hacia fi­ dueños de Laboratorios Tecnofilm, Ricardo
nes de 1938 la Corporación no había cubier­ Raffo y Carlos Tagliaferro15. Poco después, la
to aún los 250.000 pesos de su costo. En ta n ­ Corporación se asoció con aquéllos para la
D o n J u a n T eno rio
to, Battidoro ya había ganado 55.000 pesos realización de Un tipo de suerte16.
Luis C ésar A m a d o r i - 1949
por su porcentaje. Simultáneamente, debido En agosto de 1938 com enzó el rodaje, con
a su inexperiencia, el film se estaba pasando el debutante Calderón de la Barca com o rea­
en barrios, apenas un mes después de su es­ lizador y coguionista. Sus veinticinco años de
treno, a cuarenta centavos la fu n ció n 12. actuación le habían valido un gran prestigio
Al mismo tiem po, la película comenzó a co­ com o director teatral. En el reparto acom pa­
mercializarse en mercados hispanoamerica­ ñaban a M organti la puertorriqueña Mapy
nos. Se estrenó en el Uruguay, Paraguay, Chi­ Cortés (que ya había film a d o en España), Se­
le, Cuba, Venezuela y Perú, y en casi todas las gundo Pomar, Eduardo Sandrini, Carlos Enrí-
capitales obtuvo un éxito económico nunca quez, Santiago Sandrini (padre), Max Citelli,
antes registrado por películas en castellano. Juana Sujo, Tito C lim ent y los niños Salvador
Más tarde se la conoció en España y, por ú lti­ Lotito, Narciso Ibáñez Serrador y Eduardo
mo en México. Además, gracias a las relacio­ Otero. Sandrini, en sordina, ejercía com o su­
nes de Melville Shauer, marido de la M oreno pervisor de diálogos y tam bién, cada tanto,
y sobrino de A dolph Zuckor, tam bién se exhi­ vigilaba la luz, movía las cámaras o controla­
bió en varias salas privadas, ta n to en Nueva ba el sonido17.
Un tipo de suerte se conoció el 19 de oc­ promiso, pues se había gastado el adelanto
tubre de 1938, apenas diez días después de en pagar sus deudas de juego.
finalizado su rodaje. Film perdido, tocó el te ­ Por o tro lado, el origen de la desdichada
ma de las prácticas politiqueras de tierra Intrusa estuvo en las ansias de la actriz de ra­
adentro. Un político provinciano (M organti) d ioteatro Olga Casares Pearson por debutar
se traslada a Buenos Aires con el dinero que, en el cine sonoro. Ya había aparecido en pe­
com o coima, le dan los parientes de un can­ lículas mudas bajo su verdadero nombre, Pía
didato rival. Una vez gastada la plata, se em ­ Rondonotti. Por una operación con Tecno-
plea en varios oficios y protege a los dos her- graf, ella y su pareja, Ángel Walk, aportaron
manitos de una joven, de la que se enamora. com o coproductores 50.000 pesos. Para reu­
Pero resultó una de las más flojas películas sa­ nir esa suma hipotecaron una casa. Se deci­
lidas de nuestros estudios. Se la definió como dió que Julio Saraceni, en su segunda expe­
una historieta de diálogos pobres y realiza­ riencia, tuviese a su cargo la realización, y
ción elemental, con falta absoluta de ritm o que Rodolfo M. Taboada fuese adaptador y
cinem atográfico y de organización del relato. dialoguista del original de Alvaro Yunque. In­
A Calderón le faltaba experiencia hasta para trusa se filmaría, en su mayor parte, en los
ordenar la continuidad; además, era notoria estudios M etropolitan, que para entonces ya
su insuficiencia técnica. contaban con nuevo equipo sonoro Tecno-
Estrenada un miércoles, debió ser retirada de fó n . En el elenco revistaban, además, Pedro
la sección principal ese fin de semana18. En to ­ Tocci, Sarita Olmos, Josefina Dessein, Eduar­
no de disculpa, Sandrini explicó el descalabro do Sandrini, Tito Clim ent, María Esther Bus-
artístico-financiero declarando que sólo se ha­ chiazzo y Héctor Calcaño.
bía realizado para completar el número de pe­ El rodaje se inició en noviembre de 1938.
lículas prom etido a las distribuidoras19. Hasta Com o ilum inador d ebutó el español exiliado
ese m om ento, la aventura arrojaba un balance José María Beltrán, mientras que la esceno­
negativo: Callejón sin salida había perdido grafía era de A n to n io Scelfo e incluía el fuse­
140.000 pesos; El canillita..., a pesar de su laje de un avión, que se construyó en el patio
gran éxito, no alcanzaba a cubrir su costo, de­ de las nuevas galerías de Tecnograf, en De-
bido a la mala explotación, y Un tipo de suer­ maría y Oro.
te se ofrecía a diez pesos la fecha y ni aún así Saraceni logró batirle el p u n to a Soffici, y
se la querían alquilar. Chela Cordero, en el ín­ dem oró algo más de seis meses en entregar
terin, lloraba los pesos y las alhajas perdidas... Intrusa. A ta n to llegó la alarma que los pro­
En un in te n to por recuperar su prestigio ductores le dieron un ultim átum : si no la te r­
com o productor, Luis firm ó contrato con M a­ minaba en cinco días, se daría a conocer tal
rio Soffici, para cuando éste terminase El vie­ com o estuviese en ese m om ento21. Finalmen­
jo doctor en A rgentina Sono Film. Por ese te, se la presentó en el M onum ental, el 29 de
com prom iso, Soffici recibió diez mil pesos a marzo de 1939. En el film , tam bién aparente­
cuenta y se estipuló que su film debería estar mente perdido, la Casares Pearson interpreta
term inado en sesenta días20. Poco después, a una mujer a quien, por medio de calum ­
Soffici descubrió que tendría que realizar la nias, su propia hermana (Dessein) logra des­
película en los estudios M etropolitan, que ca­ plazar de su hogar. Luego, la intrigante en­
recían de los más elementales medios técni­ vuelve en sus redes a su cuñado (Walk), al
cos y para peor no podía desdecirse del com ­ igual que al hijo (Clim ent) del ex m atrim onio,
I
que la considera su nueva progenitora. El me­ bra de honor y El canillita y la dama.
lodrama de madre culmina con la m uerte de Mientras tanto, otras eran las preocupacio­
la Pearson, no sin que antes bendiga a su hi­ nes de Sandrini. En noviembre de 1938, el es­
jo reconquistado, com o en Madame X. crito r y director de revistas A n to n io Botta
Según la crítica, se tra tó de una película fo ­ aceptó asumir la dirección general de produc­
lletinesca, apta para la sensibilidad de princi­ ción de la C orporación. Debería reorientar la
pios del siglo veinte, de deficiente realización, marcha de la empresa, sobre to d o después
pobre en recursos y absolutam ente carente de los dos últim os fracasos artísticos. Tendría
de situaciones dramáticas. El film mostraba que seleccionar argum entos e intérpretes se­
un solo gran valor: la ilum inación de Beltrán, cundarios y adaptar los guiones que pudiesen
considerada com o excepcional. Pero si Intru­ llevarse a la pantalla. En enero de 1939, Bot­
sa buscaba el éxito comercial, lo consiguió
con largueza. No ocurrió así en el M o num en­
tal, que después de exhibirla apenas dos días,
debió cambiarla por otra. Allí su fracaso fue
rotundo, pero no ocurrió lo mismo en salas
de barrio y suburbanas, del interior o en Pa­
raguay, Venezuela, Haití y Perú. A los fines
económicos, Intrusa se reveló com o la pelí­
cula más taquillera de la empresa, con Pala­

ta daba a conocer los planes: seis películas en Iz q . D er . In tr u s a


el año. J u lio Sa r a c e n i - 1939
Pero las novedades no fueron solamente
artísticas. El 17 de diciembre, la C orporación
Cinem atográfica A rgentina suscribió contra­
to con Laboratorios Tecnofilm, de Ricardo
Raffo y Carlos Tagliaferro, para constituir una
nueva sociedad, Estudios Cinem atográficos
Tecnograf, que se dedicaría a la producción
de películas. La dirección y adm inistración es­
tarían a cargo indistintam ente de los tres so­
cios-gerentes. Com o las cuestiones técnicas
tenían com pletam ente absorbidos a los nue­
vos asociados, Sandrini propuso que esas ta ­
reas estuvieran a cargo de Battidoro. Raffo y
Tagliaferro aceptaron la propuesta, sabiendo
que aquél era quien llevaba la adm inistración
particular y comercial del cómico, amén de la
distribución de las viejas obras de la C orpora­
ción, a través de la Sud Americana. En los he­
chos, lo ayudaban varios empleados incondi­
cionales22.
Lázaro Goldschlager Battidoro figuraba en
los mem bretes de los papeles de correspon­
dencia y comerciales com o gerente general.
En ese carácter cobró el producido de las pe­
lículas de la sociedad, efectuó pagos en su
nom bre y recibió, además, fuertes sumas en­
tregadas por Raffo y Tagliaferro para "gastos
varios". Para entonces, los principales em-

pleados del sello eran el padre de Sandrini y


su cuñado, A ldo Cordero; V íctor Gorrini, her­
mano del contador de Battidoro, y Lopresti,
su persona de confianza. Todos ellos, además
del personal subalterno, eran leales a Sandri­
ni y B attidoro desde la época de la C orpora­
ción. En cuanto al em pleado W ilson, en un
principio fue el apoderado de Raffo y no in­
tervino en la contabilidad. Más tarde, en
nom bre de aquél y por encargo de los socios,
con los datos que le proporcionó Battidoro,
llegó a la conclusión de que había que conve­
Pa l a b r a de h o n o r nir la extensión del plazo de pago a los acree­
L uis C ésar A m a d o r i - 1 9 3 9 dores. Así se hizo y solamente cuando se in-

/“7
tervino la adm inistración, a fines de 1939, in­ uso del crédito de la Tecnograf y de los labo­
vestigó directam ente la contabilidad de Tec- ratorios de Raffo y Tagliaferro, y recibió im ­
nograf. Ya había notado serias irregularida­ portes por trabajos realizados por cuenta de
des en abril del mismo año, cuando, al adver­ terceros; pero nunca rendía cuentas docu­
tir el atraso en los libros, W ilson le propuso a mentadas. Además, se ocupó de la explota­
Battidoro ponerlos al día, pero éste le n o tifi­ ción de Un tipo de suerte, que se había in­
có que Tecnograf ya tenía contador, por lo corporado al activo de Tecnograf, pese a ha­
que no era necesaria su intervención23. Por el ber sido producida antes de que se constitu­
mismo convenio de diciembre de 1938, se yera form alm ente la empresa. Desde el p rin­
determ inó el alquiler de un edificio de casi cipio, su explotación fue un fracaso, lo que
una manzana de superficie, en Francisco De- o b ligó a convenir una refinanciación de deu­
maría 4537 y Oro (Palermo), que sería equi­ das con los acreedores, en ju n io de 1939. La
pado con modernos elementos técnicos. Al sociedad, para el cum plim iento de esas o b li­
mismo tiem po, los estudios M etropolitan se­ gaciones y para su desenvolvimiento, conta­
rían devueltos a Celestino Anzuola, su nuevo ba con la explotación de Palabra de honor.
propietario24. La film ación com enzó en marzo de 1939,
En realidad, esos glamorosos "nuevos es­ y en ella participó la m ujer del director, Alicia
tudios" no eran más que un inmenso galpón Vignoli. Sandrini encarnaba a Pitango, un
casi desierto, de unos treinta metros de an­ m odesto vendedor am bulante de helados y
cho por unos cien de largo. Para peor, estaba deshollinador tem porario, a quien le sucedía
cerca de las vías del ferrocarril, por las cuales toda clase de aventuras. Tanto le gustó al pú­
pasaban, a cada m om ento, trenes pitando blico su decisión de encarnar nuevamente a
con un ruido infernal. Pese a to d o , Sandrini un personaje hum ilde que, en pocos días, re­
era optim ista y exclamaba: "¡Estoy constru­ cibió en los estudios quince mil cartas de fe ­
yendo unos estudios tan fenóm enos que los licitación. Tal dem ostración de popularidad
voy a tener que conservar en alcohol y to ­ no tenía parangón en el cine argentino de
d o !" 25. entonces. Al mismo tiem po, por tratarse de
Para entonces, el divo andaba "a la pesca" una comedia con toques sentimentales, Luis
de capitalistas que financiaran la película que confiaba en poder dem ostrar su capacidad in­
tenía que dirigir A m adori, según con tra to fir­ terpretativa. Los acompañaban, entre otros,
mado en esos días. El rodaje se iniciaría en Roberto Airaldi, María Eshter Buschiazzo, José
cuanto encontrase el dinero26. Sandrini debía María Paonessa, José Ruzo, A lfredo Fornare-
film ar dos películas sucesivamente -la segun­ sio, Fausto Echegoin y Cirilo Etulain.
da con S offici-, pero no disponía de más d i­ La película se te rm in ó con el auxilio de
nero que el que les había adelantado a am ­ prestamistas, con pagos en cheques postda-
bos realizadores: los diez mil de Soffici y los tados para los actores, la inversión de los
setenta y cinco mil de Am adori, por la to ta li­ ahorros de Battidoro y hasta el em peño de las
dad de su trabajo. últimas alhajas de la Cordero. Inclusive, San­
Palabra de honor, con argum ento y d i­ drini se avino a realizar un aviso para los ciga­
rección de A m adori e interpretación de San­ rrillos Condal, con Pitango extrayendo vales
drini, era un cheque al portador, a p u n to tal de regalo de un a ta d o "28.
que Battidoro recibió, com o anticipos, fuertes Palabra de honor se conoció en el M o n u ­
sumas de varios exhibidores27. Además, hizo mental el 10 de mayo de 1939. Muestra el
am biente de una gran fábrica de helados, marco de comedia con una sucesión interm i­
con obreros que responden a la amistad de nable de carcajadas. Son especialmente cine­
Pitango, a quien nom bran delegado gremial. m atográficas las escenas finales, en las que
Un robo, perpetrado con la ayuda de una un abigarrado grupo de vendedores de hela­
m ujer (Vignoli) presionada por quien pasaba dos, en triciclos tom ados desde todos los án­
por su padre, hace recaer las sospechas en el gulos, corre espectacularmente por las calles
hum ilde vendedor, que es encarcelado. Pero empedradas, llevando al máxim o la em oción
la solidaridad de sus compañeros, más la ayu­ del "rescate de ú ltim o m in u to ". O aquella
da de la chica y de su novio (Airaldi), logran otra en que, en un difícil prim er plano que re­
liberarlo. Pitango, enam orado sin esperanzas cordaba al Chaplin del final de Luces de la
y habiendo dado su "palabra de h o n o r" al ciudad, la expresividad del protagonista es
verdadero pro g e n ito r de la muchacha de que exigida al m áximo en el m om ento previo a su
m uerte. Sandrini reaparece con un juego en­
riquecido de matices y, sin perder su gracia
espontánea, gana en hum anidad y en capa­
cidad para reflejar sus más escondidas em o­
ciones.
La noche del estreno, cuando apareció la
palabra "F in ", el público se largó a aplaudir
con una mezcla de orgullo y em oción. Si algo
faltaba para consagrarlo, Palabra de honor
le dio a Sandrini un lugar de excepción entre
las estrellas argentinas. Así, treinta y dos mil
espectadores la presenciaron en sólo diez
días, y el últim o fin de semana que se exhibió
en el M onum ental produjo una entrada bru­
ta de 12.000 pesos, cifra hasta entonces nun­
ca alcanzada en nuestras salas29.
Pero mientras el film se exhibía en el M o ­
num ental a dos pesos la platea, se pasaba si­
m ultáneam ente en el Colonial de Avellaneda,
pero a un peso, lo que dio lugar a las protes­
tas del exhibidor Pablo Coll. Una semana des­
pués, en el 25 de Mayo de Villa Urquiza, se la
A r riba y p á g in a siguiente la defendería de to d o mal, ofrenda su vida al programaba ju n to a El sobretodo de Cés­
CHINGOLO interponerse y salvarla en un tiro te o con los pedes, Alas de mi patria y Retazo. Filmes
Lu c a s D e m a r e - 1 9 4 0 delincuentes. Mientras ta n to , sus colegas he­ de calidad, todos de reciente estreno, larga­
laderos -u n regim iento de triciclos en vertigi­ dos sin sacárseles-el provecho al que eran
nosa carrera por la ciu d a d-, detienen a los acreedores. Pese a to d o , para mediados de
malhechores y reivindican el honor del sacri­ ju n io Palabra... estaba program ada en 52
ficado Pitango. salas de la Capital. Para entonces batía ré­
Lo más curioso del film es la acertada mez­ cords de exhibiciones semanales30. Con gran
cla de dram atism o y sonrisas, dentro de un éxito se proyectó tam bién en el Uruguay, Chi­

/«7
le, Perú, Colom bia y Venezuela, mientras que apunte y la empresa hasta publicaba avisos
en La Habana consiguió el éxito más grande en los diarios solicitando capital. Pero éste no
que hubiera registrado una película de habla aparecía por ninguna parte. En agosto corrie­
castellana hasta entonces. ron rumores de que Tagliaferro y Raffo se reti­
M ientras tan to, ante el panorama incierto, rarían, en desacuerdo con las torpezas del ele­
Sandrini, en la mayor reserva, citó a A m a d o ­ mental Battidoro. Mientras tanto, por orden
ri, M anuel Romero, Pepe Arias, la Lamarque y de los laboratoristas, W ilson intervino los li­
Paulina Singerman, para insistir sobre la con­ bros de la Sud Americana para investigar qué
veniencia de constituir una "A rtistas Unidos" había sucedido con los cuantiosos ingresos de
criolla. Cada uno produciría sus propios fil­ Palabra de honor32.
mes con capitales propios; y todos quedaron Para simular una actividad inexistente, San­
en pensarlo31. Poco después, Sono Film y Lu- drini anunció que la Corporación (ya no Tec­
m iton se unieron para desbaratarle el proyec­
to: la primera con trató en exclusividad a La-
marque y Am adori; la Singerman se quedó
en SIDE, en ta n to que Arias siguió en Sono
Film y Romero en Lum iton.
Para entonces, en los estudios de Tecno­
graf las telarañas lo envolvían to d o . Nadie
trabajaba. Los bancos ya no les llevaban el

nograf) había contratado a Soffici para film ar


"Empanadas, taba y v in o ", que habían escri­
to Pondal Ríos y Olivari, y que interpretarían
Angel Magaña y Elisa Galvé. Hizo lo mismo
con los populares cómicos radiales Rafael
Buono y Salvador Striano, para una película
que dirigiría Eduardo Morera y escribiría Flo­
rencio Chiarelio33.
Para entonces, Battidoro había pasado a

/»7
desempeñarse com o director de producción Carlos Schlieper daba com ienzo al rodaje de
de la C orporación. C om o el material propio varios cortos por cuenta de la productora de
no era suficiente, aceptó otras películas inde­ Gregorio M iguel, que los había alquilado.
pendientes para explotarlas a través de la Sud También se anunció que, a la brevedad, co­
Americana (Caras argentinas, Las de ba­ menzaría Bartolo tenía una flauta, una fá ­
rranco, El hombre que nació dos veces y bula cómica de Insausti y De Bassi, que dirigi­
las uruguayas ¿Vocación? y Soltero soy fe­ ría Botta. Sim ultáneam ente Soffici, que había
liz). También adelantó 30.000 pesos por la recibido sólo el adelanto de diez mil pesos
explotación de varias películas francesas. tantos meses antes, reclamaba estérilmente
Las gacetillas servían para contener las pro­ la segunda cuota, por igual cantidad. Don
testas de los inversores, que habían adelanta­ M ario comenzó a pensar en su fu tu ro y man­
do dinero para tal o cual película. También re­ tuvo algunas reuniones con A tilio Mentasti.
currieron a un concurso radial para descubrir Por lo tanto, Tecnograf corría el riesgo de
a "la novia de B uono-S triano", que los acom ­ perder ese adelanto y tam bién los derechos
pañaría en "Dos caballeros reclutas", el film sobre la nueva película y al mismo director.
que -ta l vez-, comenzaría en noviembre34. A A mediados de septiembre comenzó el ro­
comienzos de septiembre, luego de un rápi- daje de Bartolo tenía una flauta. El elenco
quedó integrado por Perla M ux (que reempla­
zó a Chela Cordero), Herminia Franco, Eduar­
do Sandrini, Alfredo Fornaresio, Zully Moreno,
Barry Moral y el niño Jorge Petrosino. Gumer
Barreiros actuaba como ilum inador y camaró­
grafo. Era el propósito finalizarla en poco más
de veinte jornadas, porque tenía que estrenar­
se en los primeros días de noviembre.
Pero cuando se exhibió el material film ado
los dos primeros días, se descubrió que el pé­
simo sonido tornaba incom prensible lo que
decían los actores. Desde o tro estudio les en­
viaron a Carlos Seidel quien, con su camión
de sonido, comenzó a hacer las tom as corres­
pondientes. Por o tro lado, dada la cercanía
de las vías férreas, debía interrum pirse el ro­
daje cada vez que pasaba un tren. Para eso
contaban con un centinela en la azotea, que
hacía sonar una campana cuando se acerca­
ba un convoy. Pero a veces se distraía y el in­
fernal ruido quedaba grabado en la banda de
sonido, por lo cual las tom as debían repetir­
La m u c h a c h a d a de a b o r d o do viaje a Rosario, Battidoro consiguió con- se. El rodaje no presentó otros inconvenien­
M a n u e l Ro m e r o - 1 9 3 6 vencer al banquero Enrique Astengo, de esa tes y se cum plió en los plazos previstos36.
ciudad, quien a p ortó 100.000 pesos para un Bartolo tenía una flauta, que se conoció
nuevo film 35. Mientras ta n to , en Demaría, el 8 de noviembre, relata las vicisitudes de un
r
músico pobre e inspirado compositor, víctima su com prom iso con Sandrini, anunciaba que
de las despiadadas burlas de una rica herede­ realizaría Héroes sin fama (nuevo títu lo del
ra (Franco), a quien term inará hum illando, sin proyecto para la C orporación) com o produc­
em bargo, cuando la suerte le sonría. Co­ ción independiente, que distribuiría la Sono.
mienza en un pueblito del interior y term ina Era la primera vez que se llegaba a un nego­
en la fiesta de casamiento del protagonista, cio de esa índole38. La defección le hizo per­
el flautista Bartolo C arlom agno, con una lin­ der al actor la últim a o p ortunidad de fin a n ­
da enferm era (Mux). El film tiene eficacia có­ ciar un proyecto de nivel artístico.
mica, pese a ser muy modesto, y hay detalles Mientras tanto, se anunciaba que Sandrini
que revelan poder de observación (la descrip­ volvería a la pantalla en dos películas. En la
ción del am biente pueblerino) aunque cierto primera, dirigido por A m adori; luego, en un
to n o pueril le resta convicción. Paralelamen­ asunto escrito y dirigido por Botta, "Dios es­
te, la parte em otiva ha sido encarada con dis­ tá co n m ig o ". La Corporación tam bién dejó
creción (las secuencias en el hospital, la de los que se perdiera el proyecto con Buono-Stria-
soldaditos o cuando Bartolo sube a una perd­ no, finalm ente concretado por Sono Film,
ía atada con una soga, para no dejarla en la que cambió a Morera por Orestes Caviglia y
calle). Hay aciertos técnicos (como el difícil lo retituló Al toque de clarín.
travelling en la romería) que term inan m alo­ Para entonces, no obstante el éxito de Pa­
grándose por estiram iento de las tomas. La labra de honor, Raffo y Tagliaferro se vieron
ineficacia de Botta se demuestra, sobre todo, sorprendidos por la noticia de que no había
en la inseguridad del desarrollo, los saltos de fondos, y con la negativa de Battidoro de pre­
continuidad y la pobreza psicológica de los sentarles una rendición de cuentas, sin duda
personajes. Escenografía e ilum inación son lo para evitar la entrega del cuantioso saldo a
más logrado, pero el sonido es pésimo. San- favor de la Tecnograf. Ese hecho los o bligó a
drini muestra un juego depurado aunque la iniciación de un juicio, luego de inútiles es­
uniform e y, dado que Bartolo fue escrito a su fuerzos por solucionar extrajudicialm ente la
medida, consigue brindarle verdad y vibra­ cuestión. Antes, retom aron la adm inistración
ción humanas. Era la simpatía que Luis ejercía de la sociedad a fin de evitar nuevos procedi­
sobre el público la que logró salvarla en bole­ mientos dolosos. Tomaron enérgicas medidas
terías, pues en los demás rubros no lo mere­ con el personal y con el propio Battidoro, a
cía en absoluto. quien, por telegram a colacionado, lo releva­
Sin em bargo, el éxito no ocultaba sus defi­ ron de su cargo y le exigieron rendición de
ciencias, y cuando se estrenó en M ontevideo, cuentas y entrega del material que retenía en
Cine Radio Actualidad destacó: "La culpa de su poder, aunque sin resultados positivos39.
este desaguisado no puede achacarse exclusi­ Independientem ente, ambos reclamaban
vamente a A n to n io Botta. Insausti y De Bassi, la entrega de veintinueve copias de Un tipo
con un libreto torpe y vulgar, cargan con bue­ de suerte y de cuarenta y nueve de Palabra
na parte de la responsabilidad de este fracaso de honor, así com o del material de publici­
artístico, que deseamos vuelva a la realidad a dad y propaganda, papeles y contratos, to ­
Luis Sandrini. Por su bien, por los que confia­ dos los cuales Battidoro mantenía en su po­ C a r ic a t u r a del a c t o r
mos en su inteligencia y por el bien del cine der. Con respecto a Palabra de honor, el
a rg e n tin o "37. delito se agravaba por el hecho de que el ad­
En enero de 1940, Soffici, liberado ya de m inistrador les negaba su propiedad, ya que
U n bebe de c o n t r a b a n d o

Ed u a r d o M or e ra - 1940

I a n d b in i

EDUARDO SAMMUNi ¿
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CONTRABANDO
habría llegado hasta el límite de fraguar la película. La producción tenía las característi­
contabilidad del producido del film . Los dos cas económicas de una inversión segura, pe­
socios esperaban que B attidoro y Sandrini re­ ro a largo plazo. Por esos años, para conse­
capacitaran y recordasen que no solamente guir 100.000 pesos había que mover cielo y
estaban en juego sus intereses, sino las o b li­ tierra, pedir a amigos o parientes, ver a usu­
gaciones contraídas con los acreedores para reros u obtener adelantos de los exhibidores.
aquella film ación40. La producción independiente todavía no se
¿Cómo se había llegado a este desenlace había intentado seriamente. El cineasta ar­
tan desventurado? Tal vez porque el "berre- gentino tenía menos plata que el europeo,
tín " cinem atográfico de Sandrini lo llevó a pero tantas pretensiones com o el norteam e­
hacer las cosas sin haberlas estudiado. Por su­ ricano. Así, apenas consiguió unos pesos, el
puesto, luego llegaron los inconvenientes, se divo se entregó a la organización de una gran
m ultiplicaron las dificultades, se acumularon empresa. Habló de seis o siete producciones
los errores, y lo que pudo ser un buen nego­ por año, de contratar a figuras tan cotizadas
cio se convirtió en una catástrofe. Sucedía com o él mismo y de iniciar la construcción de
que en esa clase de negocios, donde se re­ un estudio, pese a que no tenía con qué
quería la inversión de fuertes sumas, el capi­ mantenerlo. Levantar galerías para film a r dos
tal no podía suplantarse con el entusiasmo. películas por año era una locura; para eso de­
Sandrini y Battidoro sólo disponían, al inicio, bían alquilarse los sets. Invirtió las primeras
del dinero suficiente para el negocio de una ganancias en construir dos galerías y com prar

r * ¡
maquinaria. Y se quedó en las formas, cuan­ Simultáneamente, Sandrini entró en un to r­
do un estudio era útil en ta n to funcionara. bellino de actividad, con muy buenas rem une­
Pero lo hizo pensando en que así las películas raciones. Mientras preparaba el film de Pam­
le saldrían más baratas. Eso ocurría, efectiva­ pa y otro para su propia empresa, firm ó con­
mente, pero sólo cuando se trabajaba to d o el tra to por tres meses de actuación en el teatro
año y el m antenim iento se repartía entre diez Casino, ju n to a Rosita M oreno, Tania y Fer­
o más producciones. Y para eso había que nando Borel. Estrenaron las revistas La dama
contar con m ucho dinero. Por otra parte, con y el canillita y El que toma mate, vuelve,
el sistema de producción criollo, haciendo pe­ de Am adori y Botta. Sandrini actuó hasta el
lículas con los adelantos de los exhibidores, se 25 de julio, con llenos todos los días. Por úl­
vivía en la angustia financiera, se debatían pro­ tim o , y no menos im portante, tam bién radio
blemas que debían estar resueltos antes de Belgrano lo contó en su staff desde mayo.
comenzar a filmar, y se sacrificaba calidad pa­ Allí interpretó a Cachuso, un personaje crea­
ra poder term inar el producto. En consecuen­ do por Freddy Rey con algo de todas sus cria­
cia, en poco tiem p o le llegó la quiebra (con la turas anteriores42. La aceptación fue tan gran­
"ayuda" de los pésimos manejos de B attido­ de que, tras un trim estre en Belgrano, el ac­
ro). to r pasó, con el doble de sueldo, a El M undo,
En la búsqueda de una solución para sus donde prosiguió hasta fines de año. Para en­
problemas financieros, el cóm ico y Pampa tonces declaraba: "Luego de cumplirse este
Film cerraron un contrato por el cual Sandri­ plan, volveré a dedicarme a la C orporación,
ni haría allí una película bajo la dirección de donde tengo cosas pendientes cuya solución
Lucas Demare. Es que necesitaba dinero para me u rg e ..."43.
responder a los muchos compromisos que te ­ Finalmente, com o se temía, Tecnograf, por
nía -u n acreedor le había pedido la q u ie b ra - interm edio de Raffo y Tagliaferro, pidió con­
y para evitar que le rematasen lo poco que le vocatoria de acreedores. Entre ellos se encon­
quedaba de los estudios. traban Siemens S.A., sus propios Laborato­
Entre enero y abril de 1940, ta n to la pro­ rios Tecnofilm, General Electric, Kodak, Albin,
ductora com o el actor se empeñaron en en­ Giallorenzi y Cía., Luis Lang, la Italo-A rgenti­
contrar un buen guión, pues el film debía rei­ na de Electricidad, Juan Favre, Gevaert, Phi­
vindicar artísticamente a to d o su equipo. Con lips S.A., M arcetti Hermanos, Chiantelazzi
respecto a su clásica encarnación, reflexiona­ Hermanos, Pablo Fontana, el Ferrocarril Pací­
ba Luis: "N o quisiera cambiar el tipo, porque fico y el personal. En el escrito que acom pa­
está en mi modalidad y es difícil de cambiar; ñaba la convocatoria, Ricardo Raffo y Carlos
pero sí, paulatinam ente, me gustaría hacer Tagliaferro hacían serias acusaciones contra
trabajos más brillantes. El galán cómico de Lázaro Goldschlager Battidoro, com o socios
mejores modales, mejor vestido, con un poco de Tecnograf, y entablaban demanda en su
de refinam iento y suspicacia, sin rozar conti­ contra por la entrega de películas y efectos
nuamente la arbitrariedad, y algo más lim pio indebidam ente retenidos, así com o por rendi­
en el léxico, eso es lo que quisiera hacer. No ción de cuentas y cobro del dinero provenien­
estoy descontento con el tip o que me ha pro­ te de la explotación de Palabra de honor,
porcionado tantas satisfacciones, pero entien­ que se estimaba en 250.000 pesos. A esos
do que los artistas, sobre to d o los cómicos, delitos se agregaba el de mala y desleal adm i­
debemos renovarnos constantem ente"41. nistración44.

r ™ ]
Dos meses después, tras un escrito de San­ ratorios Tecnofilm en convocatoria de acreedo­
drini en el que defendía su desempeño y el res, con gran riesgo de perderlo todo, después
de Battidoro, sus ex socios consideraban que de años de esfuerzos e ímproba labor*6. A pa­
el actor se había desinteresado de las activi­ rentemente, ambos querían aparecer como
dades de la sociedad, lo que no quería decir acreedores de la sociedad que habían form a­
que desconociera el estado de los negocios ni do ellos mismos con el actor, cuando, en cali­
la situación con los acreedores45. dad de socios, debían ser solidariamente res­
Además, Sandrini hacía una defensa irres­ ponsables con Sandrini.
tricta de la actuación de Battidoro y tendía a En ju n io de 1940, pese a los intentos de los
justificarlo, com o si las acusaciones lo afecta­ ex socios, que ofrecieron pagar el cincuenta
ran personalmente. Eso los reafirmaba en la por ciento de la deuda en seis, doce, diecio­
seguridad de que sus intereses eran comunes, cho y veinticuatro meses, la propuesta fue re­
a pesar de que aparentaban lo contrario. Re­ chazada por la mayoría de los acreedores. El
cordaban que, cuando retomaron la adminis­ juez, en vista del resultado, procedió a la li­
tración, despidieron al contador Lopresti, pe­ quidación sin quiebra de Tecnograf, como
ro que éste sólo había cum plido órdenes "de único final para "u n a descabellada aventura
los principales culpables de lo sucedido". El com ercial", com o la definió en su fallo. A de­
contador tenía los libros atrasadísimos, so pre­ más, resolvió que las pertenencias de la em ­
texto de otras ocupaciones, con el agravante presa salieran a remate, para devolver a los
de que, después de su despido, se encontra­ acreedores una parte de sus créditos47.
ron libros que tenían hojas arrancadas y car­ De esa manera, el 19 de agosto fueron su­
petas de docum entos vacías, precisamente las bastadas las galerías de Demaría y Oro, en
referentes a la Corporación, la Sud Americana block y con una base de 7 0.000 pesos. Con
y Tecnograf. Por su parte, Sandrini alegaba la asistencia de muchos dirigentes de pro­
desconocim iento de la situación, por no ha­ ductoras, se inició ese m ismo día el remate
berlos visto. Pero Lopresti manifestó más ta r­ de las existencias de los estudios y la subas­
de que los había llevado a Florida 470, d om i­ ta de las películas editadas por el sello. El re­
cilio del abogado del actor, quien, posterior­ mate c o n tin u ó durante tres días, y en él un
mente, se los devolvió. Raffo y Tagliaferro ad­ exhibidor provinciano, A n to n io Zetlenock,
vertían que solo reconocerían los egresos que adquirió, por muy poco dinero, los derechos
tuviesen com probantes y que se hubiesen rea­ mundiales de Intrusa, Un tipo de suerte y
lizado legalmente. Del libro "Acreedores va­ Palabra de honor. Al concurrir los encarga­
rios" se habían arrancado páginas, lo que in­ dos del remate a las oficinas de la Sud A m e­
dicaba que se les habían hecho anotaciones ricana para retirar sus copias, se encontraron
falsas. El interés de ambos técnicos en que con que B attidoro alegó que las películas le
Palabra de honor se incluyese en el activo de pertenecían y se negó a entregarlas. El juez
la convocatoria se justificaba en que trataban ordenó el secuestro por m edio de la fuerza
de defender sus intereses como acreedores, pública, y pasó los antecedentes a la justicia
dado que esa película y su producido les per­ penal48. El m ismo mes tu vo lugar la convoca­
tenecían, pues habían aportado su dinero y su toria de Laboratorios Tecnofilm, de Cerviño
trabajo para realizarla. Tagliaferro y Raffo ale­ 4431. A diferencia de lo o currido con Tecno­
gaban encontrarse en una situación desespera­ graf, los acreedores aceptaron el acuerdo
da, que los había obligado a presentar a Labo- propuesto por Raffo y Tagliaferro49.

P*7
M ientras tanto , a fines de mayo y antes del sentido, no me pude quejar. La película no
rodaje en Pampa, Sandrini comenzó a film ar estuvo totalm ente lograda, pero Sandrini sal- 1 9 _______
para su productora Un bebé de contraban­ vó el n e g o c io "50.
do en Estudios SIDE, con el capital aportado
por o tro gerente de banco, éste de nacionali­
dad alemana. La escribió Chiarello y la dirigió
Morera (ambos cum pliendo el contrato del
frustrado proyecto con Buono-Striano). San­
drini era el protagonista pero no la figura
central, honor que le correspondía a Dedali-
to, que no había cum plido aún el año de vi­
da. El divo había tenido que seleccionar, en­
tre cientos de candidatos, al pibe más fo to g é ­
nico y que llorara con mejor registro. De esa
elección surgió la encantadora Dorita de la
Rosa, de diez meses, que interpretaría al va-
roncito que aparecía en casi todas las secuen­
cias. La film ación se cumplía a velocidad su­
persónica, dado que el actor, si no quería en­
frentar un nuevo pleito, debía estar a disposi­
ción de Pampa a comienzos de julio.
En cuanto al clima de la film ación, recor­
daba Raimundo Calcagno (Calki): "«¿Q ué tal
el libro?», le pregunté a Morera, viendo cari­
llas sobre un atril. «¿Qué libro?», contestó Un bebé de contrabando se estrenó el
riendo el director, haciendo una pelotita con 14 de agosto de 1940. Acom pañaban al as­
la carilla y tirándola al aire. «Filmamos lo que tro , entre otros, Rufino C órdoba, Eduardo
se nos ocurre, día por día, y Sandrini hace el Sandrini, V irginia Dumas y A drián Cúneo. Se
resto»...". Más adelante, continuaba: "A m a - basa en un equívoco referente a la p aterni-
dori me recom endó a Sandrini, que estaba en
estado de quiebra y tenía que hacer una pe­
lícula barata... Hicimos un argum ento apoya­
do en las anécdotas de los cafés de los alre­
dedores de Tribunales. La tram a no corres­
pondía a los procedim ientos legales p orte­
ños, porque acá no había juicios orales. San­
drini era un cuidador de autom óviles y siem­
pre trabajaba de testigo falso, hasta que un
día le encajaban un bebé... Tuve que pelearlo
un poco, porque los productores a veces se
olvidan, sobre todo, de que tienen un direc­
tor adelante. Y a veces tuve que frenarlo un
Poquito. Después, fue obediente en to d o
I

los decorados suntuosos y el sonido Sideton.


Realizada para los sectores más populares,
estaba lejos de ser una obra lograda.
El M onum ental en ningún m om ento llenó
más de media sala, y hubo días en que la en­
trada apenas alcanzó para pagar los impues­
tos51. Pese a ello, varios acreedores embarga­
ron la boletería para llevarse moneditas, tan
flojos fueron los ingresos. Lo curioso fue que
la película dejó el cartel y los embargos siguie­
ron cayendo por docenas. A nte esa arrem eti­
da, Pablo Coll pensaba en lo difícil que le se­
ría poder recuperar el dinero que él mismo le
había adelantado al cóm ico52. Se aseguraba
que Sandrini había trabajado gratis en el film
y, por eso, de tan mala gana, a cambio de
deshacer el contrato que lo ataba a Battidoro.

H a y qu e c a s a r a Ernesto dad de una criatura que va a parar a manos


O restes C a v ig u a - 1941 de un cu id a do r de autos, m odesto y h onra­
do, a quien coloca en difícil situación fre n te
a su novia. Tras una serie de incidentes, el
enredo se aclara satisfactoriam ente, y com o
el bebé queda huérfano, el tra b a ja d o r y la
chica lo a doptan en el m o m e n to de su casa­
m iento.
El guión se conform a con crear situaciones
que perm itan el lucim iento de Sandrini. Pero
tam bién se intercalan episodios innecesarios,
se coleccionan situaciones de dudoso gusto y
la intriga se demuestra inútilm ente com plica­
da. La realización de Morera presenta una
continuidad zigzagueante y ausencia de lógi­
ca. Además, deja to d o librado a la improvisa­
ción; así, la espontaneidad del actor se m alo­
gra por la falta de una línea psicológica clara
en su personaje. Entre los secundarios se luce
Rufino Córdoba, que muestra un juego suel­
to y m oderno. Son excelentes la ilum inación,

pt]
Pero la película no consiguió reflotar a la choques con la realidad: "¿Qué me agradaría
Corporación, y la productora cerró d efinitiva­ más? ¡Ser artista! Soy actor, pero llegar a lo
mente. "Q uebré, eso es to d o ", fue la res­ grande, a lo expresivo, a lo excepcional, ¡eso
puesta de Sandrini ante su prim er fracaso es lo que querría! Claro que el arte no tiene
empresarial. "También les pasó a Canaro y a ninguna afinidad con la boletería. El que po­
Yankelevich con la Río de la Plata, y si ellos ne los pesos me quiere así, y el público ta m ­
quebraron siendo quienes son, para mí es un b ié n ..."55.
honor parecerme a ellos, aunque sea por una Mientras ta n to , Battidoro no se resignaba
q u ie b ra "53. a abandonar el cine. Y con el propósito de
Mientras tanto, apenas term inada Un be­ enlazar algún "caballo blanco" distraído, la
bé..., a mediados de julio, el cómico se hizo Sud Americana anunció un plan de cuatro fil­
presente en Pampa para inspeccionar los de­ mes para 1941. El prim ero sería dirigido,
corados, y un día después iniciaba el rodaje de eventualm ente, por Soffici, y nunca se reali­
Chingólo. Entre ambas películas, recaudaría zó; el siguiente, Hay que casar a Ernesto,
145.000 pesos: 70.000 por la suya y 75.000 contaría con T ito Lusiardo y dirección de
por la de Pampa. Orestes Caviglia. Para los otros dos se esta­
Lamentablemente, los miles de pesos que ban estudiando libretos. Apenas se habían
tenía para cobrar en la productora de Ferran­ realizado las últimas tom as de Hay que ca­
do debió entregarlos a su principal acreedor, sar..., cuando ya estaba Lusiardo entablándo­
el gerente de un banco rosarino, que recibió le pleito, por incum plim iento de honorarios56.
esa suma a cuenta del contrato pendiente por Dos meses después, las existencias de la Sud
Bartolo tenía una flauta54. Americana pasaban a Aristón. Al mes si­
El argum ento de Chingólo se debía a la in­ guiente, Araucana Film se hizo cargo del es­
ventiva de Sixto Pondal Ríos y Carlos Olivari. treno de Hay que casar a Ernesto.
La film ación se extendió por algo más de un En septiembre de 1940, los Establecimien­
mes, en un am biente cordial que hablaba de tos Filmadores A rgentinos (EFA) anunciaron
la seguridad en lo que se estaba haciendo. El que habían contratado al divo en exclusivi­
film , que se estrenó el 18 de septiembre, es dad, para cinco películas, entre 1941 y 1942.
la historia de un sim pático atorrante con algo Con ese contrato, tendría una excelente o p o r­
de filó sofo que, por un equívoco, term ina vi­ tunidad de fin iq u itar sus deudas y reconquis­
viendo en la casa de un m atrim onio de tilin ­ ta r su pasado esplendor financiero. Previa­
gos en plan de ascenso social. El estupendo mente, sin embargo, había entrado en tra ta ti-
guión, muy bien dialogado, incluye un canto vas con A rgentina Sono Film, y hasta había fir­
a la libertad, una sátira a las costumbres de m ado una carta-contrato, además de recibir
las clases acomodadas y una caricatura de ti­ un cheque por esa rúbrica, com o adelanto.
pos y costumbres. Demare realizó con él un Así fue com o estalló un nuevo affaire, ya que
trabajo consagratorio. Era, sin duda, la mejor ambas productoras alegaban haberlo contra­
película de Sandrini desde Riachuelo, y la tado. EFA se apresuró en legalizar aquel com ­
más hilarante. La crítica la elogió unánim e­ promiso con un nuevo docum ento aclaratorio
mente, ta n to en la Argentina com o en A m é­ -q u e firm aron Lococo, Joly y el representante
rica latina. del actor, Roberto Ratti-, según el cual actua­
El actor, exultante, mostraba su vocación ría exclusivamente para ese sello entre el 1o
de grandeza interpretativa, pero tam bién sus de octubre de 1940 y el 31 de diciembre de
1942, y en ese tiem po protagonizaría cinco que percibía de EFA. C om o pasivo, una lista
películas57. Sono Film decidió adoptar una po­ de acreedores por 138.000 pesos (Agfa; Ge-
lítica dilatoria: le iniciaría juicio después del 1o vaert; Kodak; Siemens; sus ex socios Aslám y
de enero de 1941, cuando fuese citado para Gourinski; el Banco de la Nación y hasta el
iniciar una film ación, y siempre que se negara garajista José Battidoro). También se encon­
a cum plir su com prom iso firm ado. Estaba vis­ traba perjudicado por el em bargo de Sono
to que Sandrini vivía en una perpetua trage­ Film59.
dia... En 1941, Sandrini contaba con 36 años de
El prim er film para EFA fu e El más infeliz edad, diez de fa tig a r sets y veinticinco filmes
del pueblo, con dirección de Bayón Herrera. concretados. Había trabajado para todos los
Se estrenó en m arzo de 1941, con m odera­ sellos, había fun d a d o y cancelado su C orpo­
da acogida de crítica y público. C uando te r­ ración Cinem atográfica A rgentina, y volvería
m inó la film ación, para responder a su legión a ser productor independiente, con éxito va­
de acreedores, Luis organizó una compañía riable, en otras oportunidades. Le gustaban
teatral y salió de gira por catorce provincias y el boxeo, los habanos, el cine com o especta­
diez gobernaciones, más Chile y Uruguay. Lo dor, los viajes y Tita Merello. Era generoso y
acom pañaron, además de su nueva mujer, su afable con sus amigos, creía en Dios y se con­
herm ano Eduardo, Tita M erello, Leonor Li­ sideraba un solitario que admiraba a los pe­
ma, A urora Sánchez, Juan Bono y Max Cite- rros, de los que tenía una colección de scott-
lli. La gira d uró casi seis meses; el trabajo fue terriers, cada uno con el nom bre de un per­
duro, pero con él consiguió saldar muchas sonaje: Cachuso, Pitango, Bartolo y C hingó­
de sus deudas. Llevaban solam ente dos la. Su hobby predilecto era la carpintería:
obras: El cura de San Lorenzo, de A n to n io construía bonitas cajas de madera. Era dueño
Botta, y El diablo andaba en los choclos, de de una asombrosa fuerza física y de carácter
O rlando Aldam a. volcánico (alguna vez había roto una puerta a
M ientras ta n to , de los 10.000 pesos que le puñetazos). Nadaba con impecable estilo y
pagaba m ensualm ente EFA, recibía solamen­ contaba con buenos músculos, ta n to que po­
te 2.500; el resto quedaba en poder de sus cos reconocían en él, al verlo en persona, al
acreedores58. Para peor, en el juicio que le ha­ esmirriado hom brecito del cine. Y lo que más
bía iniciado la Sono por incum plim iento de lo emocionaba eran los ancianos, sobre to do
contrato, el juez de la causa le dictó el em ­ desde la m uerte de su padre, en 194060.
bargo sobre sus ingresos, con carácter pre­ Como actor, Sandrini encontró su éxito y su
ventivo, hasta cubrir 500.000 pesos. Por ello, m artirio en la concreción de personajes casi
además de sus sueldos, le serían embargados siempre parecidos. Hubo quienes juzgaron ese
los ingresos de boletería de sus giras y hasta encasillamiento como escasez de recursos;
sus entradas por publicidad gráfica. Uniendo otros lo atribuyeron a un deseo de marchar so­
este em bargo a los varios que ya tenía, debe­ bre seguro en lo económico. Es que al divo no
ría trabajar dos o tres años para pagar sus le resultaba fácil desoír las alabanzas de ami­
deudas. gos y admiradores, tan culpables de los pro­
Finalmente, en mayo de 1941, a pedido del ductos rutinarios como los financistas y el pro­
propio actor, un juez declaró su concurso ci­ pio público. Raramente pudo intentar alguna
vil. Com o activo aportaba la parte em barga- vuelta de tuerca, como cuando film ó tres fra­
ble de su sueldo de 10.000 pesos mensuales, casos comerciales que lo enorgullecían:- Capí-

ps7
tán Veneno (1943, Henri Martinent), El hom­ en la porción angélica de nuestra naturaleza,
bre que hizo el milagro (1958, Sandrini) o lo que no es poco en esta época de prevale-
Chafalonías (1960, Soffici). cencia de la bestia", sostuvo M arco Denevi,
Cachuso, Pitango, Inocencio, C hingólo y en homenaje a alguien que fue, para varias
los otros fueron seres urbanos, pero con una generaciones de argentinos, m ucho más que
dosis de simplicidad y ternura que los hacía un simple actor.
reconocibles en toda la República. Sim ultá­
neamente con el ascenso del actor, a lo largo
de las décadas de 1930 y 1940 fue adquirien­
do relevancia la clase media baja, que se
identificó inm ediatam ente con la visión del
m undo de esos personajes sencillos. Además,
los ambientes que retrataban sus obras te ­
nían elementos de identificación tan fuertes,
que los hacían un entretenim iento de prim e­
ra necesidad. Los valores que defendían esas
caracterizaciones eran los mismos que les hu­
biese gustado encarnar a sus espectadores:
altruismo, honestidad, hum ildad (teñida de
coraje ante la injusticia) e ingenuidad, todos
baluartes en la lucha por una sociedad mejor.
Además, una mezcla de comicidad y dram a­
tism o inédita en nuestro cine.
El secreto de su personalidad artística estu­
vo en aquellos dones que no pudieron ser to ­
talm ente explotados, por los factores que se
opusieron a esa revelación dramática. Y si el
encasillamiento le aportó detractores, al mis­
mo tiem p o lo hizo acreedor de una adhesión
popular tan sincera, que le perm itió aportar
obras imprescindibles para una sociología de
nuestro cine. Al respecto, sostenía Malvina
Pastorino, su últim a mujer: "La atracción que
ejercía sobre el público pasaba por su espon­
taneidad y su sincera bondad. Llegaba al co­
razón de la gente. Cuando lo encontraba en
la calle, la gente le decía Luisito, com o si fu e ­
ra un familiar. Era pariente de to d o s "61. Y si
como productor no pudo escapar a la escla­
vitud de su propio éxito, la industria le debió
m ucho del poderío económ ico que alcanzó
en sus mejores m om entos. "C reo que la cul­
tura argentina le debe a Luis Sandrini esa fe
Notas al pie 22) Revista La Película, Buenos Aires, 30 de abril 45) Cf. "Más acusaciones fueron hechas ante
de 1940, N° 1.177, págs.1 y 3. el juez de comercio contra Battidoro y Luis San­
1) Couselo, Jorge Miguel, en diario Clarín, Bue­ 23) Cf. art. s/f "Más acusaciones fueron he­ drini", en revista La Película, 30 de junio de
nos Aires, 6 de julio de 1980, pág. 33. chas ante el juez de comercio contra Battidoro y 1940, N ° 1.183, págs. 3-4.
2) Tato, Miguel P. (Néstor) en diario El Mundo, Luis Sandrini", en revista La Película, Buenos Ai­ 46) Cf. "Las nuevas acusaciones hechas ante la
Buenos Aires, 17 de abril de 1935, pág. 15. res, 30 de junio de 1940, N° 1.183, págs. 3-4. justicia contra Battidoro y Sandrini por los socios
3) Cf. diario El Mundo, Buenos Aires, 9 de no­ 24) Revista Sintonía, Buenos Aires, 14 de di­ de Tecnograf", en La Película, 30 de septiembre
viembre de 1935, pág. 14. ciembre de 1938, N° 295, pág. 67. de 1940, N° 1.192, pág. 31.
4) Cf. revista Cine Argentino, Buenos Aires, 23 25) Revista Cine Argentino, Buenos Aires, 29 47) Ibid., 20 de junio de 1940, N ° 1.182, pág.
de enero de 1941, págs. 16-17. de diciembre de 1938, N° 34, pág. 6. 3.
5) Revista Sintonía, Buenos Aires, 14 de octubre 26) Revista La Película, Buenos Aires, 1o de di­ 48) Ibid., 30 de agosto de 1940, N° 1.189, pág.
de 1937, N° 234, pág. 36. ciembre de 1938, N° 1.116, pág. 3. 3.
6) Revista Sintonía, Buenos Aires, 9 de septiem­ 27) Cf. revista La Película, Buenos Aires, 30 de 49) Ibid., 10 de septiembre de 1940, N° 1.190,
bre de 1937, N° 229, pág. 63. junio de 1940, N° 1.183, págs. 3-4. pág. 7.
7) Cf. revista La Película, Buenos Aires, 3 de no­ 28) Revista Cine Argentino, Buenos Aires, 11 50) Calistro, M., Cetrángolo, O., España, C., In-
viembre de 1938, N° 1.112, pág. 6. de mayo de 1939, N° 53, pág. 83. saurralde, A. y Landini, C.; Reportaje al cine ar­
8) Cf. Revista Cine Prensa, Buenos Aires, 6 de 29) Ibid., 1 de junio de 1939, N° 56, pág. 51. gentino. Los pioneros de sonoro. Abril/Anesa,
octubre de 1939, N° 12, pág. 5. 30) Ibid., 9 de noviembre de 1939, N° 79, pág. Buenos Aires, 1978, págs. 277 y 290-291.
9) Revista La Película, Buenos Aires, 2 de junio 57. 51) Revista La Película, Buenos Aires, 30 de
de 1938, N° 1.090, pág.3. 31) Revista Sintonía, Buenos Aires, 5 de abril de agosto de 1940, N° 1.189, pág. 3.
10) Ibid., 24 de marzo de 1938, N° 1.080, pág. 1939, N° 311, pág. 49. 52) Ibid., 10 de septiembre de 1940, N° 1.190,
2. 32) Revista La Película, Buenos Aires, 3 de agos­ pág. 3.
11) Cf. Speroni, Marta, "Amadori no escribía to de 1939, N° 1.147, pág. 3. 53) Pastorino y Aguilar, Ibid., pág. 42.
cartas de amor", en revista Film, Buenos Aires, 33) Revista Cine Prensa, Buenos Aires, 4 de 54) Ibid., 20 de abril de 1940, N° 1.176, pág.
diciembre 1997-enero 1998, N° 31, págs. 60- agosto de 1939, N° 3, pág. 7. 6.
63. 34) Revista Cine Argentino, Buenos Aires, 7 de 55) Cf. Rey, L.; "A Luis Sandrini le agradaría ser
12) Ibid., 4 de agosto de 1938, N° 1.099, pág. septiembre de 1939, N° 77, pág. 65. artista", en revista Cine Argentino, Buenos Aires,
7. 35) Revista La Película, Buenos Aires, 19 de oc­ 5 de septiembre de 1940, N° 122, pág. 52.
13) Ibid., 24 de noviembre de 1938, N° 29, tubre de 1939, N° 1.158, pág. 3. 56) Revista Sintonía, Buenos Aires, 19 de febre­
pág. 63. 36) Revista Cine Argentino, Buenos Aires, 2 de ro de 1941, N° 389, pág. 67.
14) Revista Sintonía, Buenos Aires, 14 de julio noviembre de 1939, N° 78, pág. 23. 57) Revista La Película, Buenos Aires, 10 de sep­
de 1938, N° 273, pág. 72. 37) Ibid., 21 de marzo de 1940, N° 98, pág. 54. tiembre de 1940, N° 1.190, pág. 3.
15) Revista Heraldo del Cinematografista, Bue­ 38) Revista Sintonía, Buenos Aires, 10 de enero 58) Revista Sintonía, Buenos Aires, 19 de mar­
nos Aires, 29 de julio de 1936, N° 263, pág. de 1940, N° 350, pág. 35. zo de 1941, N° 391, pág. 83.
1.226. 39) Cf. "Más acusaciones fueron hechas ante 59) Revista La Película, Buenos Aires, 10 de ma­
16) Revista La Película, Buenos Aires, 11 de el juez de comercio contra Battidoro y Luis San­ yo de 1941, N° 1.215, pág. 7.
agosto de 1938, N° 1.100, pág. 7. drini", en revista La Película, Buenos Aires, 30 de 60) Cf. revista Ercilla, Santiago de Chile, 18 de
17) Revista Cine Argentino, Buenos Aires, 15 junio de 1940, N° 1.183, págs. 3-4. febrero de 1942.
de setiembre de 1938, N° 19, pág. 18. 40) Ibid., 30 de abril de 1940, N° 1.177, págs. 61) Bibiana Ricciardi, "Él era pariente de to­
18) Revista La Película, Buenos Aires, 27 de oc­ 1 y 3. dos", en revista La Maga, Buenos Aires, 13 de
tubre de 1938, N° 1.111, pág. 3. 41) Revista Cine Prensa, Buenos Aires, 8 de enero de 1993.
19) Revista Cine Argentino, Buenos Aires, 10 marzo de 1940, N° 23, pág. 10.
de noviembre de 1938, N° 27, págs. 42-43. 42) Ibid., 15 de mayo de 1940, N° 369, pág. 6.
20) Revista La Película, Buenos Aires, 25 de 43) Revista Cine Argentino, Buenos Aires, 21
agosto de 1938, N° 1.102, pág. 3. de marzo de 1940, N° 98, págs. 10-11.
21) Revista Sintonía, Buenos Aires, 22 de mar­ 44) Ibid., 30 de abril de 1940, N° 1.177, págs.
zo de 1939, N° 309, pág. 51. 1 y 3.
Estrategias de inclusión social
en el cine argentino
Por Introducción de los sectores populares en la pantalla. To­
Clara Kriger maremos, en este caso, personajes que repre­
Los comienzos del cine argentino sonoro sentan a algunos sectores cuyo ascenso social
están marcados por la presencia de persona­ y económico acompañó la industrialización
jes que intentaban representar a distintos del país, a partir de la década del '30, y se
sectores populares de la sociedad. Así, desde consolidó durante el prim er período peronis­
el prim er film , ¡Tango! (Luis M oglia Barth, mo.
ASF, 1933), se pusieron en pantalla persona­ Previamente, es necesario acotar de algu­
jes barriales, criollos, inm igrantes y m argina­ na manera la expresión "sectores populares",
les, desde las cancionistas de poca monta aunque se trate de un concepto am plio y d i­
que trabajaban en cafetines, hasta los orille­ fícil de definir. Cuando hablamos de sectores
ros que los frecuentaban. populares, nos referimos a "u n área de la so­
Esta particularidad, que no puede enten­ ciedad donde se constituyen sujetos históri­
derse sino en el marco de un cine que nacía cos". Según Leandro Gutiérrez y Luis A lberto
a la luz del cancionero popular, se fue desa­ Romero "[...] su existencia es la resultante de
rrollando con la absorción por parte de la in­ un conjunto de procesos, objetivos y subjeti­
dustria cinem atográfica de algunas figuras vos, que confluyen en cierta identidad, la que
que ya habían cobrado popularidad en la ra­ aparece en el m om ento en que, de un m odo
dio y el teatro, transitando el camino de los más o menos preciso, puede hablarse de un
sainetes y los espectáculos revisteriles. "n o s o tro s ", sea cual fuere esa identifica­
Dado que esta presencia es constante en c ió n ". (1995 : 39)
el cine argentino, es necesario que los estu­ Según los autores, estas identidades se
dios sobre éste profundicen las form as en constituyen en el marco de un campo social,
que los sectores populares fueron llevados a en relación con otras, o más exactam ente
las pantallas cinematográficas. Lamentable­ contra otras identidades. En función de esto,
mente, este tem a todavía no fue abordado y bucearemos en un grupo social muy hetero­
menos aún las resignificaciones que se pue­ géneo que, debido a sus posibilidades de as­
den observar, a lo largo de los años, en m u­ censo social y económico, ve sus identidades
chos de los personajes con tradición popular. jaqueadas por "una tendencia a la fra g m e n ­
En ese sentido, el presente artículo intenta ta c ió n ", por lo que fueron y van a ser, que vi­
centrarse en tres actores que encarnaban a al­ ve la tensión de encontrar que se tra n sfo r­
La M o r o c h a gunos de estos personajes, poniendo el acen­ man en identidades "iguales y distintas a sí
Ra lph Pappier , A A A , 1 9 5 5 to en la form a de operar la puesta en escena m ism as", con "lím ites y perfiles fluidos y

/* 7
cam biantes", aunque puede identificarse en m ento la crítica conoció con el nom bre de
ellas "u n núcleo d u ro " (Gutiérrez, Romero, 'artistas menores"'(Pelletier¡, 2001:15).
1995 : 39). Nos ocuparemos aquí de las coincidencias
Intentaremos el estudio de algunas produc­ y diferencias entre el actor nacional y el cóm i­
ciones simbólicas teniendo en cuenta que se co italiano, dado que los actores nacionales
dirigen a los sectores populares, y por ello los fueron conocidos tam bién com o "actores có­
incluyen de alguna manera, ta n to por su ca­ m icos" (aunque alternaron entre la comedia
lidad de receptores ideales con distintos gra­ y el drama) y se expresaron con un marcado
dos de identificación, com o en el entram ado lenguaje popular.
de los signos que conform an la construcción La segunda perspectiva que nos señala
misma de los textos. Zunzunegui se dirige al análisis del actor en
Así, estudiaremos el corpus fílm ico pensan­ su estatuto social. Edgar M orin analizó, en
do que los sujetos sociales no sólo se consti­ este sentido, la estructura del sistema cine­
tuyen en el plano de las situaciones reales o m atográfico de producción llam ado "d e es­
materiales, sino tam bién en el plano de la trellas", hegem ónico en la industria argenti­
cultura, porque ambos planos son dos di­ na, com o en toda la cinem atografía occiden­
mensiones de una única realidad. (Gutiérrez, tal, hasta finales de los años '50. Para el au­
Romero, 1995 : 29). tor, estos textos de estrella son una herra­
Por o tro lado, nos ocuparemos particular­ m ienta útil para pensar la construcción narra­
m ente del desempeño actoral, con el propó­ tiva interna de los géneros, pero se conside­
sito de desarrollar el espacio de significación ran indispensables, fundam entalm ente, a la
que los actores aportan a sus personajes y a hora de estudiar las resonancias que tienen
las narraciones que los contienen. en el ám bito social.
En este sentido, Santos Zunzunegui se pre­ Según M orin, las estrellas son modelos y
gunta "¿Cóm o afrontar en términos teóricos mediadores "[...] al com binar en form a cada
(semióticos, en concreto) la problemática del vez más intim a y diversa lo excepcional con lo
actor cinem atográfico evitando al mismo tiem ­ ordinario, lo ideal y lo cotidiano, ofrece(n) a la
po caer atrapado entre el Escila que supone la identificación puntos de apoyo cada vez más
evaluación de este tip o de prácticas en térm i­ realistas." (M orin, 1966 : 23). En el análisis de
nos 'técnicos y el Caribdis que tiende a hacer los textos que estas estrellas transitan a lo lar­
de ellas un mero espacio reflejo de la vida so­ go de sus carreras, intervienen ta n to factores
cial?" (2004 : 215). personales com o industriales y comerciales,
En cuanto al desarrollo de las técnicas ac- los cuales van m odelando una coherencia
torales y la descripción de las apropiaciones que luego se ofrece com o m odelo para el
de algunas técnicas europeas en el teatro ar­ consum o del espectador.
gentino, contam os con dos textos dirigidos Tomaremos en cuenta ambas perspectivas,
por Osvaldo Pelletieri (2001 y 2003), que tie ­ pero tam bién haremos hincapié en los cuer­
nen com o objetivo d efinir las características pos de los actores, en las form as com o esos
del actor nacional, entendiendo por tal "[...] personajes adoptan carnadura y ponen en es­
(al) actor de géneros populares -gauchesca, cena a los sectores populares.
nativismo, sainete, grotesco, vodevil, revista- Según Jesús González Requena (1984),
originado en el circo criollo a partir de José existe un m ito por el cual se valoriza al actor
Podestá. Son intérpretes a los que en su m o­ según la am plitud de su versatilidad, o sea su

/“7
r
capacidad de interpretar cualquier personaje,
"de soportar el más inesperado disfraz". Pa­
ra el análisis que abordaremos a continua­
ción, por el contrario, hemos seleccionado
tres actores "cuyos cuerpos se resisten a los
signos que encarnan". No son cuerpos neu­
tros, ni disponibles, no son "una masa in fo r­
me, en suma, objeto de indefinidos m odela­
dos". Son signos que "n o anulan la corporei­
dad que los sustenta: significan con preci­
sión, pero no se agotan en su significación."
(González Requena, 1984 : 37).
Los casos que se abordarán llegan al cine
después de que sus personajes populares ha­
bían alcanzado la fama en la radio y el teatro.
Se trata, concretamente, de algunos persona­
jes representados por las actrices Niní Mars-
hall y Tita Merello, y por el actor Pepe Arias.

Catita llegó "redepente"


ma fuera de los códigos de urbanidad. En M ujeres q u e t r a b a ja n
En el año 1937, Niní Marshall lleva a la ra­ realidad, el público ríe porque se reconoce, ya M a n u e l Ro m e r o - 1938
dio un personaje del que todos se ríen: Cata­ que detrás de esas frases y m ovim ientos exa­
lina Pizzafrola, más conocido com o Catita. Al gerados se esconde un sector de la sociedad
año siguiente, el personaje comienza su carre­ que accede de este m odo a la pantalla.
ra fílmica que cuenta con nueve películas: Mu­ En su autobiografía, Niní Marshall cuenta
jeres que trabajan (Manuel Romero, Lumi- que para construir el personaje observó a las
ton, 1938), Divorcio en Montevideo (M a­ muchachas que asediaban en la puerta de la
nuel Romero, Lumiton, 1939), Casamiento radio al actor Juan Carlos Thorry. Según ella,
en Buenos Aires (Manuel Romero, Lumiton, se trataba de aquellas chicas que, en la déca­ N iní M a r s h a ll
1939), Luna de miel en Río (Manuel Rome­ da del '30, soñaban con los astros de la radio
ro, Lumiton, 1940), Yo quiero ser batadana y se ganaban la vida en tediosos empleos.
(Manuel Romero, Lumiton, 1941), Navidad Su prim er auspiciante radial, el dueño de
de los pobres (Manuel Romero, Argentina Tiendas La Piedad, tam bién hace esa obser­
Sono Film, 1947), Porteña de corazón (M a­ vación y en la primera prueba del sketch ex­
nuel Romero, Argentina Sono Film, 1948), clama "Es muy bueno pero no puede salir al
Mujeres que bailan (Manuel Romero, A rgen­ aire... ¡Todas las clientes de La Piedad hablan
tina Sono Film, 1949) y Catita es una dama igual que e lla !" (Santos, Petruchelli, Ruso,
(Julio Saraceni, AAA, 1955). 1993 : 25).
La com icidad es causada por un discurso Catita se introduce muy tem pranam ente
inadecuado, repleto de verbos mal conjuga­ en el cine argentino, instalando un nuevo ti­
dos, por un vestuario que hoy llamaríamos po de ingenua casadera, proveniente de un
kitsch y, en fin, por una presencia que se a fir­ sector social que aún no tenía representantes

[ * }
en la pantalla. Ella es empleada de tienda o com portarse com o los demás, aunque le re­
manicura, telefonista o bailarina de poca sulta imposible pasar inadvertida. En Divor­
m onta. Cualquiera sea la función que desem­ cio en Montevideo, por ejem plo, asiste a
peñe, siempre es una empleada modesta cenas y bailes de la alta sociedad ("p ro p ia ­
que, venida desde algún lugar del país1, ha mente un sueño") generando situaciones
logrado un ascenso social. que provocan la burla y el rechazo de los de­
Por lo general, no se sabe nada acerca de más. Para lograr su inclusión se apropia del
su fam ilia de origen, ni de sus particularida­ lenguaje, los gustos y los m ovim ientos de
des psicológicas. El personaje es más bien un "los o tro s ", a través de una operación de so­
estereotipo social que vive en pensiones de breabundancia de recursos. Una respuesta
señoritas, que "se hace a ella m ism a" y pro­ barroca que expresa el vacío de contenidos
yecta alcanzar la meta del m atrim onio, de la de las form as gestuales que elige, ya que pa-

iz q . D iv o r c io en M o n t e v id e o misma manera que las otras jóvenes de la ra ella son sólo m ovim ientos que la autorizan
M a n u e l Ro m e r o - 1 9 3 9 pensión, tam bién venidas del interior, que a posicionarse en otro espacio.
com parten su cotidianeidad2. Con mucha felicidad y decisión agrega soni­
d er . C a s a m ie n t o en B uen os Por o tro lado, y esto es lo que la distingue, dos, palabras, gestos, amplía movimientos, su­
A ires Catita siempre parece estar fuera de lugar. ma adornos a la ropa y al pelo. Todo lo hace
M a n u e l Ro m e r o - 1 9 3 9 Fuera de un lugar donde no es totalm ente con desparpajo, mostrándose como un nuevo ;
aceptada por no lograr la adecuación necesa­ fenóm eno y, fundam entalmente, dejando claro
ria. Y ese cuerpo que no encuentra su lugar para todos que el fenóm eno vino para quedar­
es un cuerpo gracioso y distintivo. se, porque hacia fines de la década del '30 ya I
Catita, que viene de fuera de los círculos no puede ocultarse, ni siquiera en el cine.
acomodados, ingresa en ellos para disfrutar Así, Niní Marshall trae a la pantalla una I
con la posibilidad de hablar, desplazarse y tensión que ya era muy visible en la sociedad I
y que se libera m ediante el "g a g ", p rodu­ form ada por la actriz bella y el galán de tu r­
ciendo alivio y risa. Así com o Cantinflas logra no. La pareja de cómicos es el espejo que
hacer triu n fa r a su "P eladito" en el cine me­ em ite una imagen un ta n to deform e de las
xicano, Catita nos hace evidente la existencia actitudes serias que tom an los novios ricos.
de nuevos sectores sociales que ascienden Así, en Catita se registra el deseo de im itar
dentro de la gran urbe y que desean apro­ a la pareja modélica, sim ultáneam ente con la
piarse (no im itar) las normas de sociabilidad necesidad de im prim ir marcas de identidad.
requeridas para ser aceptados en su seno. En la trilogía amorosa de Romero (Divorcio
El resultado de su aprendizaje son las con­ en Montevideo, Casamiento en Buenos
ductas contam inadas por las tradiciones de Aires, Luna de miel en Río) ta n to Catita co­
los sectores subalternos de donde proviene. mo Adriana dejan de ser manicuras, pobres y
Por ejemplo, en Casamiento en Buenos A i­ solas, para convertirse en novias y luego es­
posas de hombres adinerados y cultos.
Adriana (que proviene de una fam ilia del
in te rio r a la que debe enviarle dinero para
paliar la mala situación económica en la que
vive) es bella, culta y sobria, y por lo ta n to
puede adaptarse rápidam ente a los viajes al
exterior, las ropas lujosas y los hoteles osten­
tosos que le provee la unión amorosa. M ien­
tras ta n to Catita, que trata de seguir el ritm o
de la situación, elige trajes brillosos y estri­
dentes, usa flores y plumas para adornarse el
pelo, com e con la boca abierta, habla con
voz muy aguda y, ante to d o , se resiste a
cambiar.
En el barco que los lleva a la luna de miel,
su marido, Goyena, le pide "u n poco de cul­
tura al com er y al conversar". "D ado que no
conocemos a los vecinos de m esa", agrega,
"si pudieras no llevar el cuchillo a la boca y
res, Catita urde un plan para poner celoso a no hacer ruido al tom ar la sopa...". L u n a de M ie l en Rio
su novio, para lo cual invita a o tro hom bre a Ella se indigna y le responde "avise, diga, M a n u e l romero - 1 9 4 0
una "vuat, donde dicen que van los sinver­ ¿por si acaso va a decir que soy una mal edu­
güenzas". Él irá vestido de esmoquin y esta­ cada y o ? ". Catita defiende la form a singular
rá en consonancia con el nivel del vestuario en que se apropió de las costumbres de las
general. Ella irá con un vestido largo de no­ clases sociales más altas, y dando un golpe
che, pero con un agregado particular: ta n to sobre la mesa, se pone de pie y grita "¡Basta
en el frente com o en la espalda, el vestido ex­ señor! Osté me está o fe n d ie n d o ".
hibe la incrustación de flores brillantes de En ese sentido, Catita es autosuficiente, ya
gran diám etro. que funciona com o única fu e n te de legitim a­
Catita y su novio, siempre petisos y antihé­ ción de sus acciones. Unos m inutos más ta r­
roes, acom pañan a la pareja modelo del film , de la veremos certificando su conducta,
truirlos a partir de sus saberes anteriores.
Por ello, frente al Arco del Triunfo, pregun­
ta de qué club es ese arco y luego, contem ­
plando la grandeza de la obra, agrega "p e ­
ro, qué brazos que tienen que tener estos
franceses pa' atajar los goles". En otra op or­
tunidad hizo más explícita esta operación, ex­
plicando que "La coltura es una gran cosa. A
usté le hablan de Chopín y en una de esas
cree que es el inventor de la sopa de pesca­
do. Le hablan de Platón y cree que es un pla­
to de este tam año, pero Platón enventó los
amores platónicos adonde el p u n to se la pa­
sa de plantón en la esquina. Esa es la co ltu ­
ra." (Santos, Petruchelli, Ruso, 1993 : 140).
En relación con el exceso que se detecta en
los m ovim ientos ampulosos de piernas y bra­
zos, en sus gritos, en sus empujones cariño­
sos, en su voz chillona, es necesario destacar
que responde a la form a tradicional de repre­
sentar a los sectores populares y sus conduc­
N a v id a d de los pobres cuando, en un plano medio aparece com ien­ tas, que se contraponen al orden hegem óni-
M a n u e l Ro m e r o - 1 9 4 7 do a mordiscones un apio que tiene en la ma­ co. Según Mijail Bajtin (1988), la imagen gro­
no y replicando " ¡A mí me van a enseñar col- tesca del cuerpo, algunas de cuyas caracterís­
tura, ja, ja. C óm o n o !" ticas principales son la exageración, el hiper-
El uso de verbos mal conjugados y de pa­ bolismo, la profusión y el exceso, se opone al
labras mal pronunciadas, la ausencia de las canon renacentista.
eses finales y el apocopado de palabras, son El fenóm eno se vuelve más com plejo si pen­
algunas de las armas que utiliza com o marcas samos que esta sobreabundancia se origina
de identidad. Marcas que deberían avergon­ en la necesidad de incorporar el canon. Como
zarla frente a la gente culta, pero que ella ex­ vemos, Catita impone una tensión construida
pone sin ningún prejuicio, incluso producien­ sobre el intento por conciliar en su interior
do un efecto desmitificador. prácticas culturales divergentes.
Así, en Divorcio..., viaja a Francia y se pre­ Pero además, Catita es el fa cto r central de
gunta qué tiene París. "Las calles son ¡guales, una narración que trata de resolver los con­
las personas son iguales, las inteligencias son flictos planteados, ya sea entre pobres y ricos,
iguales. Eso sí, allá en Buenos Aires no cual­ ya sea entre parejas o familiares desavenidos.
quiera le sabe el francés, en vez aquí hasta las En este sentido, su actividad es febril. M ien­
criaturas se lo hablan de c o rrid o ". Es que Ca­ tras la novia bella y seria por lo general pade­
tita es una recién llegada y no conoce ni ce m elancólicam ente sus pesares (por ejem­
aprendió el valor simbólico de París para los plo, los obstáculos para concretar la relación
porteños. Para ella se trata de una ciudad va­ amorosa), Catita es pragm ática, entra en ac­
cía de significados y está dispuesta a cons­ ción (siempre disparatadam ente eficaz), bus­
ca soluciones, media en conflictos, resuelve popularidad, Carlos Monsiváis3 (1981) sostie­
situaciones. ne que los sectores sociales que se veían re­
Durante los años del peronismo dicha con­ conocidos en el personaje accedían en el cine
ciliación se resignifica. En Navidad de los a un espacio que les permitía reírse de sí mis­
pobres, la narración pone en juego, además mos.
de las características propias del personaje, la El argum ento de Monsiváis se fortalece con
tem ática de la armonía social que persiguen mayor intensidad aún si tenem os en cuenta
los empresarios de la época. que la clave humorística que despliegan estas
En este film se superponen dos conflictos. películas está lejos de la burla, ya que los per­
Por un lado, se desarrolla el amoroso, en el sonajes se afirm an en la decisión de im poner
que nuevamente Catita y su novio ocupan el sus particulares apropiaciones, de ser recono­
lugar de la segunda pareja. La primera está cidos con lo que traen.
form ada por el joven dueño de una tienda y
una de las vendedoras que, además, es ma­ Más allá de los galanes
dre soltera.
El segundo conflicto -e l paralelo- se plan­ Entre los actores que presentaron persona­
tea entre el padre y el hijo, ambos empresa­ jes que lograban el ascenso social y económ i­
rios. El padre representa al empresario que no co dentro de los sectores sociales bajos y me­
acepta el noviazgo de su hijo, pero tam poco dios, Pepe Arias mostraba algunas de las ca­
las nuevas condiciones laborales que p ropo­ racterísticas que hemos reseñado, aunque no
ne el peronismo y prefiere diferenciarse abier­
tam ente de sus empleados. El hijo, que tiene
a su cargo la tesis del film , expresa que el em ­
presario de "h o y " debe recompensar a los
empleados con mejores remuneraciones y
condiciones de trabajo, porque ello redunda­
rá en un beneficio para la empresa y para la
com unidad toda.
El desarrollo de las vicisitudes amorosas se
entrelaza con la puja ideológica de estos em ­
presarios y, por lo tanto, la resolución no pa­
sará únicam ente por la felicidad de la pareja,
sino que además se concretará en la instaura­
ción de un orden distinto dentro de la firm a.
En la últim a escena veremos que los due­
ños ofrecen una fiesta a sus empleados y, en
ella, el padre ya ha asumido la bondad de las
nuevas reglas de juego, abrazando a sus su­
balternos y a la pareja plebeya que eligió su
hijo.
Ahora podemos volver a preguntarnos por
qué causó y causa tanta gracia este persona­
Pepe A rias
je. En relación con Cantinflas y su extendida
siempre operaron en clave humorística, sino nada en teatro y luego en cine). Así, con fig u ­
que muchas veces trabajaron en función de ró la figura del hom bre débil, perdedor con
otros géneros narrativos. las mujeres, bonachón y solitario que creaba
Arias comenzó en 1916 representando sai­ un efecto serial. Se agregaba la repetitiva his­
netes, para luego destacarse en la revista por- toria del ascenso social del personaje, que a
teña. Su indumentaria característica en los la vez se relacionaba con la vida privada de
Pepe Arias, quien, habiendo nacido en el ba­
rrio del Abasto alcanzó a mudarse a Recole­
ta ." (2003 : 100).
No podía ser un galán o un modelo entre
las estrellas cinematográficas, ya que su cuer­
po to rp e y pesado se lo impedía y su rostro
tam poco lo favorecía. En Mercado de Abas­
to (Lucas Demare, AAA, 1955) encarna a un
hom bre que está secretamente enamorado.
Cree que no puede confesárselo a la elegida
"co n esa cara" y, resignado, agrega "a mí me

arr. M e r c a d o de a b a s t o años 2 0 consistía en zapaton es chaplinescos,


Lu c a s D emare, a a a - 1955 p antalones m al sujetos, el som brero a p re tu ja ­
do en am b os costados, el saco cruzado, d e m a ­
siado am p lio y m al a b o to n a d o .
La poética actoral de Pepe Arias en este
prim er período en el teatro co ntinuó en su
desarrollo com o actor de revista y, posterior­
mente, en sus trabajos en programas radia­
les. Desde 1934, sus personajes y m onólogos
se emitían varios días a la semana por LS8 Ra­
dio Stentor, y luego pasaron a las radios Bel-
grano y El M undo.
Según Alicia Aisem berg, el sistema de es­
trellas "[...] encam inó a Pepe Arias hacia la
construcción de un personaje casi único, que
se repetía con leves variantes de un film a
o tro y en ciertos casos se trasladaba a la ra­
dio o el teatro (o a la inversa, com o sucedió
con Rodríguez, de Ivo Pelay, prim ero estre­
marcaron desde la cuna, me pusieron Lo-ren- pones", integrado tan to por sus clientes como
zo" (lo que asocia su perfil al de un loro). por sus colegas de rubro, a quienes vemos en
C om o vimos, los personajes que llegaron un "congreso" de curanderos y afines.
de su m ano a la pantalla de cine estaban res­ En dicho congreso se realza el discurso ab­
paldados por una larga tradición de actuacio­ surdo del personaje que parece arbitrar, a la
nes en espectáculos populares, especialmen­
te en los teatros de revista que lo vieron de­
sempeñarse com o brillante m onologuista.
También pesaba su conocida historia perso­
nal; según su biógrafo Carlos Inzillo "pasó
hambre y conoció el llanto [...] tuvo desde
tem prana edad conocim iento de su vocación
y posteriorm ente deseos de elevarse social­
m ente" (1989).
En los relatos fílmicos, Pepe Arias fue el
hombre pleno de bondad y hum ildad, por
m om entos hum illado o sim plem ente no te n i­
do en cuenta. A veces usó las tretas del pica­
ro y esas veces pagó su audacia, com o si un
búmeran le devolviera, m ultiplicado, el mal
que pudo cometer. Pero en el m om ento de la
desgracia, la salvación venía a caballo de las
prácticas solidarias de vecinos y amigos, quie­
nes reconocían en él a un hom bre bueno y
frontal. m a n e ra de un ju e z q u e e m ite frases sin sen- El herman0 José
En El hermano José (A ntonio M om plet, tid o , e n tre personajes q u e p la n te a n to d o tip o ASF -1941
A n t o n io M om plet ,

ASF, 1941) y La guerra la gano yo (Francis­ d e situaciones inverosím iles.


co M ugica, 1943), Pepe Arias desarrolla a es­ La comedia es tam bién parodia, ya que se
tos picaros (cuasi estafadores) que cambian propone una crítica explícita a través de la d i­
de conducta cuando tom an conciencia de los cotom ía curanderismo vs. medicina, pero to ­
perjuicios que causan a los demás. da la risa term ina cuando la hija del "sana­
En la primera de dichas películas, pro ta g o ­ d o r" se enferma. En ese m om ento llama al
niza a un curandero de pueblo, alguien que médico y abandona el negocio para siempre.
alivia to d o tip o de dolencias, incluidas las del En este caso, com o en todos los demás, la
alma y el espíritu. El personaje es totalm ente justicia poética lo premia porque se trata de
absurdo en su form a de hablar y de presen­ un picaro y no de un malhechor. Su hija se
tarse. Un hom bre fornido , vestido con una cura y el pueblo comprende, ju n to con él, el
túnica que lo convierte en una carpa y toca­ valor de la medicina.
do de una corona de hojas. En La guerra la gano yo, el personaje
La clave del hum or se centra en la exagera­ central encarnado por Pepe Arias es un co­
ción de la mentira y de la credulidad por parte merciante especulador que gana mucho di­
de los habitantes del pueblo. Los fieles enga­ nero por la escasez de diversas mercaderías a
ñados form an parte del conjunto de los "filip i- causa de la Segunda Guerra M undial. A par-

/«7
tir de trucos más bien ingenuos y gracias a su En Mercado de Abasto es un puestero
ta le n to para los números, su situación socioe­ próspero y solidario, que se enam ora de una
conómica mejora rápidam ente, sin que le im ­ com pañera de rubro, sin ser correspondido.
porten las desgracias ajenas. Otra vez, cuan­ En este film , com o en el anterior, la chica
do siente el golpe de la vida (tam bién en re­ elegida ama a o tro, su antagonista, que
lación con un hijo), aprende que es valioso te ­ siempre es más joven, más estilizado, mas
ner una conducta social adecuada y vuelve a recio.
su vida anterior. Don Lorenzo es un antihéroe de marcada
Durante la década peronista, se destaca en gestualidad. Su cara es más bien una másca­
dos personajes que resignifican las caracte­ ra de rasgos exagerados y su form a de hablar
rísticas ya descriptas. En ambos casos, vuelve lo obliga a agrandar la boca y a abrir enorm e­
a protagonizar situaciones que perjudican a m ente los ojos.
los demás (en el segundo caso es acusado in­ En distintos planos lo vemos observando
justam ente de ello), pero en esta o p o rtu n i­ fugazm ente a Tita M erello, quien, apasiona­
dad, las prácticas de aprendizaje están rela­ da por otro, lo ignora. En el melodrama
cionadas con las reglas que el Estado esta­ siempre aparece desplazado, relegado del lu­
blece para sostener una relación con los ciu­ gar en el que se cocina la pasión, al costado
dadanos que redunde en beneficios para to ­ de las escenas de amor, afuera de las escenas
da la sociedad. sensuales. C om o si sus espaldas encorvadas

La g u e r r a l a g a n o y o

Fr a n c is c o M u g ic a - 1 9 4 3

r*i
soportaran los rechazos de las mujeres y los ga to d o lo adeudado. Al aprender cóm o está
secretos de ta ntos amores imposibles. planteada la relación entre los ciudadanos y el
Este personaje se muestra alegre y capaz Estado, cumple con sus obligaciones y acepta
de com partir con los demás, pero tam bién es que debe contribuir al bien com ún aunque no
un hom bre solo, que parece buscar una com ­ sepa en qué se gastará concretam ente el di­
pañía que le dé sentido a la solvencia econó­ nero que aporta.
mica que ha logrado construir con su nego­ En Rodríguez Supernum erario (E. Ca-
cio de frutas y verduras. hen Salaberry, Emelco, 1948) encarna a un
Pero quizá lo mas destacado de este per­ em pleado público que lleva, com o dice el tí­
sonaje sea o tro aspecto. De la misma manera tu lo del film , un apellido muy com ún y revis­
que Catita aprende "c u ltu ra " en Divorcio..., ta en una baja categoría de la adm inistración
el puestero aprende a ser un buen ciudadano estatal.
en este film . La estructura de la película se o r­ Aquí, Pepe Arias vuelve a la carga arras­
ganiza en to rn o de las visitas de un delegado trando su cuerpo torpe. En la oficina es quien
de la oficina recaudadora de impuestos que hace el trabajo de todos con la m ayor hones­
le reclama el pago de sus obligaciones, a lo tidad; en su casa, es el hijo que m antiene a su
que Lorenzo se niega sistemáticamente. madre, a su hermana viuda y a su sobrinito.
No se trata de un mero infractor, sino que Se destaca porque es demasiado bueno y
prefiere invertir su dinero en la resolución de porque su cuerpo contrasta con el de los de­
los problemas que tienen las personas que él más.
conoce antes que entregárselo a un Estado Los otros hombres de la oficina son delga­
que prom ete usarlo en favor de la sociedad. dos y usan trajes elegantes, mientras él es la
A quí el Mercado trae aires del sainete, con contracara. A lgunos son estafadores y él es
un grupo de inm igrantes mezclados con crio­ quien da el ejem plo acerca de cóm o se debe
llos. Todos conviven com o en un conventillo, trabajar. Para ello, gesticula am pulosam ente
y se generan vínculos solidarios, festejos co­ y estira las palabras para darse tie m p o a m o­
lectivos y los conflictos propios de dicho gé­ ver aun más su máscara.
nero. Casi podríamos decir que es el disfrazado
El personaje deja en claro para su público (con un traje viejo y una careta perenne) del
que no paga impuestos porque no entiende que hay que burlarse, al que se puede timar.
que debe hacerlo. No hay lugar para las sos­ Por eso, frente a la necesidad de buscar un
pechas. Ni siquiera el inspector lo trata com o culpable, los estafadores lo acusan de robar­
a un vivillo o a un impune; lo llama loco, le al Estado y a la com unidad.
egoísta, asocial, pero nunca lo asocia con un En este caso, la desgracia llega vestida de de­
delincuente. Lo que sucede es que, a pesar sempleo. Rodríguez llega a su casa en Navidad
de las lecciones de civilidad del agente recau­ sin nada que festejar, dolorido por la vergüen­
dador, Lorenzo no alcanza a ver lo positivo de za y ciego por la injusticia. Para el brindis la cá­
la gestión del Estado. mara lo tom a en un primer plano en contrapi­
Pero cuando la vida lo lleva a entender pa­ cado, encumbrando su rostro que ha sido ro­
ra qué sirven los impuestos, cuando necesita tulado por un bonete de fiesta. Con esa ima­
un hospital para su hijo (otra vez la vida le en­ gen grotesca y patética, brinda "p o r los man­
seña a través de su hijo) y se da cuenta de sos, por los débiles, por los postergados, por
que esa institución tam bién es el Estado, pa­ todos los Rodríguez del m undo a los que nun-

/^7
R o d r íg u e z S u p e r n u m e r a r io ahora está en consonancia con los discursos
E. C a h e n Sa laberr y , de la época, propone lo que el personaje lla­
El m e c o - 1948 ma "la rebelión de los R odríguez", que con­
siste básicamente en gritar dentro de la ofici­
na sus verdades, aunque después to d o vuel­
va a la rutina habitual.
Las caras hiperexpresivas de estos persona­
jes (seleccionados a m odo de ejem plo de la
larga film ografía de Arias) elaboran un a rtifi­
cio que instala, paradójicam ente, una sensa­
ción de transparencia. Pareciera que los ojos
increíblemente abiertos, la lentitud y la am pli­
tu d con que m odula cada letra y los m ovi­
m ientos marcados de las cejas convencen al
público de que "se le ve to d o en la cara". El
espesor y la densidad de su cuerpo no en tu r­
bian sus intenciones; por el contrario, las to r­
nan más visibles, casi obvias. Todo esto hace
que no pueda sospecharse de estos persona­
jes la intención de urdir maniobras, m anipu­
laciones ni mentiras hacia el espectador, con
quien han establecido un contrato de con­
fianza (Zunzunegui, 1993) que sirve de base
para hacer creíble el espectáculo.
Así como Catita intenta apropiarse de los
bienes materiales y simbólicos que ofrece el
ascenso socioeconómico, los personajes de Pe­
pe Arias aprenden, a lo largo de los relatos fíl-
micos, cuál es la form a de no ser "asocíales"
(según los términos del agente del Estado) en
el marco del ascenso o, dicho en otros térm i­
nos, aprenden qué lugar deben ocupar en su
relación con los demás. Cumplen con este pro­
ceso de aprendizaje sin motivaciones psicoló­
gicas ni discursos sociales o políticos, sino a
partir de graves errores devenidos luego en si­
ca nadie llamará señor Rodríguez", y remata: tuaciones desgraciadas que siempre culminan
"b rin d o por los supernumerarios de la vida". en un final superador teñido de justicia.
El relato im pone aquí un desenlace teñido En este sentido, resulta claro que estas dos
por la necesidad de justicia. El personaje es últimas películas proponen, entre otras cosas
reconocido por su honestidad y recupera su y de una manera muy accesible, una te m á ti­
empleo, esta vez con la jerarquizada catego­ ca educativa que gira en to rn o de la relación
ría de interventor. Este acto de justicia, que entre el Estado y los ciudadanos.
El problem a reside en descubrir cóm o lo T ita M erello
hacen, cóm o son didácticas. Y es allí donde
destacamos la utilidad del actor que se d iri­
ge al público desde una tradición construida
con personajes populares, com o herram ien­
ta a p a rtir de la cual se le plantea al especta­
dor el aludido contrato de confianza. Este
co ntrato posibilita com unicar un contenido
ausente en el film , pero adosado a la imagen
del actor, perm ite una lectura adecuada del
conflicto y facilita una identificación afectiva
que asegura los efectos didácticos de estos
textos fílm icos.

De batadana a fabriquera4

Desde 1920, Tita M erello pasa de ser can­


tante a bataclana, y finalm ente se convierte
en actriz de revista y de comedia musical. Se­
gún Osvaldo Pelletieri, en su primera etapa prostitutas), sino que se relaciona tam bién
mostraba un personaje de "poca clase" y de con el universo de las trabajadoras, en espe- A r r abalera
una total vulgaridad. Ambas características cial las "fa b riq u e ra s". Tuuo D e m ic h e u ,
quedarán plasmadas en el prim er film sonoro Arrabalera (Tulio Demicheli, AAA, 1950) A A A - 1950
argentino, ¡Tango!, donde "[...] se mueve
entre bailarines, orquestas y cantantes, explo­
rando su propia historia personal, iniciando
así una carrera que encontró a la actriz ha­
ciendo de maravillas siempre el mismo perso­
naje: ella m ism a." (Pelletieri, 2003 : 138)
Ese personaje que venía de los bajos fo n ­
dos de la sociedad se consolidó a través de la
agresividad con que respondía a quienes no
la adm itían en el arm ónico m undo de clase
media o alta. Así, sus películas incluían siem­
pre el desafío de la m ujer marginal que, con
una entonación "llorada, nasalizada y can-
yengue", pone en jaque a quienes no la va­
loran.
En este caso, com o en otros, tam bién du ­
rante la década peronista se resignifica su dis­
curso. La defensa de la dignidad de la mujer
excluida ya no está solamente asociada al
m undo del tan go (con sus cancionistas y
comienza con una escena en una fábrica o Paulina, quien señala, a través de la canción,
taller, lugar en el que trabajan obreras y, en­ una característica muy significativa que com ­
tre ellas, Felisa Roverano (Tita Merello) y su parten los personajes de la actriz: "Se dice de
hermana. Allí se plantea una discusión entre mí / que soy fiera, / que cam ino a lo malevo /
las compañeras de trabajo que gira en to rn o que soy chueca y que me m uevo / con un ai­
re com padrón, / que parezco Leguisamo, / mi
nariz es puntiaguda / la figura no me ayuda /
y mi boca es un b u z ó n "6. Pobre y sin atribu­
tos físicos suficientes, el estrellato com o ac­
triz y com o personaje m elodram ático parece
inalcanzable.
Esto constituye una form a muy diferente,
en relación con las que hemos visto, de llevar
a la pantalla a un personaje que ha logrado
ascender social y económ icam ente. Tita Me-
rello construye personajes fem eninos que no

de las relaciones sentimentales de cada una,


Pa r a vestir san to s
pero que hace alusión perm anente a la ex­
L eo p o ld o T orre N ilsson
tracción social de cada contrincante, dándo­
A S F - 1955
se a conocer la condición de huérfanas de las
hermanas Roverano y, por lo ta n to , su perte­
necía a un grupo de mujeres que corren con
desventaja a la hora de buscar novio.
Felisa es, además, "la reina del ta n g o ".
Dentro de los relatos cinem atográficos loca­
les, no se puede venir de más abajo que de
un arrabal, de la orfandad y del e n torno del com ulgan con el estereotipo hegem ónico de
tango de cabaret. Uno de los que entona nos belleza y que configuran el eje del m elodra­
habla del personaje (y de la actriz): "M i casa ma. Mujeres casaderas pertenecientes a sec­
fue un corralón, /de arrabal bien proletario, / tores relegados de la sociedad que intentan
papel de diario el pañal, / del cajón, en que ascender, ta n to m ediante el trabajo (ya no se
me c rié ..."5. trata de una empleada en el rubro de servi­
También en Mercado de Abasto canta cios, sino de obreras, puesteras, campesinas,
una m ilonga de presentación llamada "Se di­ etcétera) com o m ediante la unión m atrim o­
ce de m í..." Allí, Tita encarna a la puestera nial.
Pero a pesar de que no opera en clave hu­ ojos y los brazos, to d o apuntalado por un
morística ni se acerca al absurdo, su cuerpo torso que se adelanta para provocar.
tam bién sufre la condición de un "fu e ra de El inicio de Para vestir santos (Leopoldo
lu g ar". El cuerpo feo que describe la m ilonga Torre Nilsson, ASFJ955) nos ubica nuevamen­
citada intenta acomodarse, sin éxito, dentro te en una fábrica, esta vez de cigarrillos. En
de la historia de una ingenua casadera. Siem­
pre alguien denuncia la excentricidad del per­
sonaje, ya sea por motivos físicos, ya sea por
su condición social de origen. Para ganarse
un lugar respetable, ella se im pone con una
agresividad desafiante y aunque replique con
frases mordaces, los demás le hacen notar su
condescendencia.
En La Morocha (Ralph Pappier, AAA, 1955)
ella es una prostituta que cambia de profesión
porque se enamora de un pianista. Cuando
éste da un cóctel, antes de su concierto con-
sagratorio, ella asiste con un vestido brilloso,
una estola de zorro, un collar muy llamativo y
un arreglo floral en la cabeza.
Mecha Gutiérrez -ta l el personaje encarna­
do por la M e re llo - resulta muy llamativa por su
vestuario, pero además, su cuerpo busca deli­
beradamente ocupar el centro de la escena. En
una de ellas se la ve en medio de un grupo de
críticos musicales, acompañando sus palabras
con un m ovim iento de caderas que denuncia
rápidamente la falta de pertenencia. A nte las estos filmes, la fábrica no es un lugar donde Los Isleros

miradas censoras ella contraataca con aire de­ se pongan de relieve las form as ni las relacio­ L u c a s D e m a re

safiante: "¡A h !... Ustedes son los chimente- nes de producción. Es más bien un lugar de Es tu d io s Sa n M ig uel - 1950
ros, los que les gusta "cuerear". Pues con éste socialización, donde Tita desarrolla sus m o­
se van a quedar con las ganas...". dales exagerados, provocando a sus com pa­
Enseguida el músico la relega a un costa­ ñeras y defendiendo sus posiciones senti­
do del cuadro y, cuando intenta salir en la fo ­ mentales.
to con él, le aconsejan quedar fuera de la El deseo de la fabriquera es que se la trate
imagen, lo cual, paradójicam ente, hace que con dignidad. Ella sostiene económ icam ente
quede sola dentro del cuadro cinem atográfi­ a su padre enferm o y a sus hermanos en un
co, m irando hacia un fuera de campo ideal, hogar pobre, pero su anhelo de ascenso no se
lugar de concreción de un deseo que le es remite únicamente al dinero. Ella exige que se
negado. respete su condición de trabajadora honora­
A quí la sobreabundancia reside en las res­ ble.
puestas belicosas que construye con to d o el En una escena pone en práctica esa exigen­
cuerpo, m oviendo enfurecida las cejas, los cia, cuando va a reclamar por la hermana
que está a p u n to de concretar el ascenso so­ no intenta aprender cóm o com portarse en la
cial casándose con un dentista. El reclamo es nueva situación social ni enseñar cóm o se vi­
hacia el fu tu ro suegro (tam bién dentista) que ve la relación con los demás.
rechaza a la fam ilia de la novia por su extrac­ Tita, más bien, nos recuerda que sus perso­
ción social. Mientras todos aceptan mansa­ najes en ascenso siguen encontrando un cier­
mente la situación, Tita va al encuentro del to rechazo social, que su cuerpo sigue siendo
conflicto. Su opositor dice "es fabriquera, extem poráneo y excéntrico dentro del melo­
con eso está to d o dicho, lo pe o r" y ella, sa­ drama clásico local. Los térm inos "desprecio"
cando pecho, le espeta: "M i hermana vale y "h u m illa ció n " son sus enemigos constantes,
mil veces más que ustedes ... sacamuelas de y contra ellos luchan los personajes plebeyos
porquería ... viejo chism oso". de Tita Merello en su trayectoria de cambio de
En Tita la máscara funciona com o herra­ posición social.
m ienta que anuncia la llegada del conflicto, C om o protagonista de melodramas, es una
el presagio del desafío, la realidad de la res­ m ujer áspera y rigurosa, que ingresa algunas
puesta descerrajada. El contrato de confianza veces en zonas de crueldad que parecen ve­
no es tan necesario en este caso, porque Tita dadas a una estrella. En Los isleros (Lucas

G uacho

Lu c a s D e m a r e , ASF - 1954

/“7
Demare, Estudios San Miguel, 1950) estas ca­ Así com o Catita es la que se afirm a en su
racterísticas fueron llevadas al extremo, dando ascenso im poniendo sus apropiaciones discur­
origen al personaje de La Carancha, una m u­ sivas y simbólicas, los personajes de Arias se
jer silenciosa, huraña y autosuficiente ("cuan­ consolidan en el aprendizaje de nuevas rela­
do quiero vengo, tam bién cuando quiero me ciones con la sociedad. De la misma manera,
voy", repite en el film), capaz de defenderse a los personajes de Tita Merello se afianzan en
costa de la suerte de los demás y de quien su su nueva posición social y económica defen­
marido dice "el que quiera contarle las agallas diéndola a través de un enfrentam iento, cor­
va a tener pa' ra to ". poral y discursivo, que tiene com o enem igo el
C om o dama principal de los relatos, fre ­ rechazo social.
cuentem ente es abandonada por los gala­ Es im portante insistir en que sus defensas
nes de tu rn o . Quizá sea en Guacho (Lucas encendidas no aluden a un conflicto de clases
Demare, ASF, 1954) donde más trá g ica m e n ­ y que sus reivindicaciones no se enlazan con
te resiste el rechazo de su hom bre, co m p ro ­ motivaciones laborales o políticas. Su alerta
m etiéndose inclusive a sacrificar a su hijo está centrado en la necesidad de ser incluida,
enferm o. en la necesidad de recrear para los espectado­
res la trabajosa conquista que implica la posi­
ble inclusión en un nuevo grupo social de per­
tenencia.

Algunas reflexiones finales

Los tres actores elegidos crearon persona­


jes para la pantalla grande que tem atizaron el
proceso de apropiaciones, sumisiones y resis­
tencias que acompaña a la situación de as­
censo socioeconóm ico.
Por un lado, cada personaje encontró una
form a diferente de reaccionar frente a las d i­
ficultades y placeres de ese ascenso, y por
o tro lado, cada actor logró una ubicación en
el star system local de la m ano de estos per­
sonajes.
Sin duda, es posible leer estos textos fílm i-
cos en relación con una estructura de senti­
miento de carácter colectivo, que da cuenta
ta n to de la mutación de un sector social co­
mo de la tensión provocada por el in te n to de
conservar la filiación sustancial y la necesidad
de articular figuras semánticas radicalm ente
tUlÍQ fttttXtl
nuevas. (Williams, 1980 : 158)
Hasta aquí, hemos realizado una breve des­
cripción de algunas de estas nuevas figuras
semánticas que aparecen en el cine argentino tos sectores plebeyos y en el reconocim iento
hacia fines de la década del '30 y que se re- de sus tradiciones culturales.
significan de manera sustancial durante el Estos personajes im ponen sus cuerpos y sus
prim er período peronista. A unque estos no­ discursos en el medio en que les toca desen­
vedosos "tip o s de personajes y de relación volverse, y no sienten vergüenza por la form a
entre personajes, tipos de comienzos y de de­ en que se mueven, hablan y enfrentan la vida.
senlaces, características y límites de la com u­ Todos viven la tensión de incorporar prácticas
nidad representada, así com o de la subjetivi­ culturales nuevas m anteniendo las identida­
da d " (Sarlo, 1985:107) merezcan un examen des del pasado. Catita lo hace a través de una
más profundo, podemos ahora sintetizar al­ original form a de apropiación discursiva y sim­
gunos de los elementos ya señalados. bólica, en ta n to los personajes de Arias resuel­
En estos film es observamos la presencia de ven esa tensión aprendiendo-enseñando a de­
mujeres y hombres subalternos, trabajadores jar de ser "asocial", según la expresión de un
en los rubros de m enor nivel en el área de representante del Estado. Y los personajes de
servicios, obreras no especializadas, practi­ Tita Merello, finalm ente, prefieren mostrar
cantes de oficios y pequeños comerciantes. esa tensión, hablar de ella, defenderse ante
Aunque el m otor melodramático sea inten­ las barreras que se interponen para hacer
so en todas las narraciones, es llamativo que el efectiva la inclusión social.
conflicto mayor de las historias no se constru­ De esa manera, ejercen una función perlo-
ya con las frecuentes diferencias de condicio­ cutoria y didáctica que refuerza a la que deri­
nes sociales en las parejas. El núcleo de las his­ va del género narrativo. Interpelan al espec­
torias es la form a de procesar las tensiones en­ ta d o r ofreciéndole un espacio para verse en
tre los diferentes sectores sociales que tom an m ovim iento y unos modelos para asumir las
parte y que pasan por un proceso de inclusión vicisitudes de la vida.
en un mismo universo. Los puesteros del M er­ Por o tro lado, es llamativa la presencia de
cado de Abasto van al mismo picnic que los estos personajes fem eninos que poseen ras­
del Mercado del Plata, la Morocha alterna en gos modernos de mayor independencia (aun­
la recepción con los "p itu co s", los supernume­ que todos aspiren a casarse y fo rm a r una fa ­
rarios pueden tom ar el mismo whisky que los milia tradicional), radicalizados en el caso de
"oligarcas". los interpretados por Tita Merello. Mujeres
Durante el peronismo, a estas ¡deas se su­ que trabajan para mantenerse y m antener a
man una atm ósfera de conciliación generali­ sus familias, que viven solas, madres solteras
zada y la presencia del Estado, que enseña a con independencia de criterio, pequeñas em-
ingresar en el nuevo estatuto social y arbitra presarias, en fin, personajes fem eninos que
en favor de la sociedad toda. son el m o to r de una narración que no se cen­
Sin alusiones a los conflictos políticos de la tra en las bellas enamoradas.
A rgentina, sin argum entaciones realistas ni Sin duda, esta profusión de mujeres dife ­
reflexiones críticas acerca de los conflictos de­ rentes está en consonancia con el surgim ien­
venidos del cam bio social y económ ico que to de personajes similares en las cinem ato­
subyacen en la aparición de estos nuevos per­ grafías europeas y norteam ericana de pos­
sonajes y relaciones, el reclamo principal es guerra, y, en el á m bito local, con la fuerte
de carácter social y tam bién subjetivo. Se ubi­ presencia política y social que asumían las
ca en la exigencia de aceptación social de es­ mujeres en esos años (el espacio político ge­
nerado por Eva Perón, la conquista del voto En este sentido, cabe insistir en que existe
fem enino y la creación de la rama fem enina una relación entre el personaje y el actor que
del Partido Justicialista, son sólo unos pocos le otorga a éste significación social. En otras
ejemplos de este fenóm eno). palabras, hay un trayecto recorrido por la tra ­
Como vimos, el aporte semántico que rea­ dición que este actor instaura y por la con­
lizan estos actores es sustancial en los relatos fianza que inspira en el espectador. La inter­
a los que nos hemos referido, más allá de los pelación del personaje depende en más de
personajes que encarnan. Por un lado, la opa­ un sentido de la materia que le otorga el ac­
cidad de sus cuerpos y máscaras, tan marca­ tor, y ta n to el cuerpo com o la carga sem ánti­
dos y exuberantes, instaura una imagen de ca que éste despliega serán su principal so­
"lo popular" en el cine argentino asociada porte.
con la exageración y la trasgresión del canon En sintonía con esas masas corporales, los
de belleza. personajes populares dejarán poco lugar para
Los cuerpos populares son, entonces, im ­ lo abstracto, harán que lo popular se ligue
perfectos e inadecuados para aspirar a ser to ­ con la materia, con lo concreto, con la acción
mados com o modelos, pero logran ganar el cotidiana. Los sueños, las reflexiones melan­
centro de la pantalla desplegando sus m ovi­ cólicas, las disquisiciones teóricas estarán des­
mientos desbordados y sus voces estridentes. tinadas a otros personajes. En aquéllos, las de­
Claro que, aunque se ubiquen en el centro cisiones serán siempre certeras, siempre de­
del cuadro, siempre exhiben un "fu e ra de lu­ moledoras.
g a r", una inoportunidad, expresada en los Finalmente, en los personajes y relatos ana­
modales o el vestuario, que la intervención de lizados prima la idea de la inclusión social.
los otros pone en evidencia. Los conflictos devienen de las maneras que
Cuando estos cuerpos operan en clave hu­ encuentran los personajes para incluirse en
morística, ta n to las acciones como las modula­ distintos espacios, así com o de las resisten­
ciones de la voz y la gestualidad lindan con el cias de otros sectores frente a los cambios.
absurdo, suspendiendo la lógica y la verosimi­
litud del discurso socialmente aceptado. Por
otro lado, cuando se integran a situaciones
dramáticas que propician los primeros planos,
acompañan su despliegue construyendo más­
caras mediante gesticulaciones prolongadas y
extremas (generalmente de cejas y boca) que,
muchas veces, lindan con el final trágico del
grotesco.
Estos cuerpos, cuyo espesor y densidad los
ha convertido en signos, connotados por la
trayectoria personal difun d id a por los me­
dios de com unicación, establecen con el es­
pectador una suerte de pacto o c o n tra to que
garantiza la verosim ilitud de los relatos y fa ­
vorece la identificación afectiva para sufrir o
gozar.
Bibliografía

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ciones culturales en las representaciones de
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tor", en El cine de José Isbert, Julio Pérez Pe­
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• Morin, Edgar; Las estrellas del cine, EUDEBA,
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mo cantar el tango" en De Eduardo de Filippo
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na, Buenos Aires, 2003.
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drini (Del cómico italiano al "actor nacional"
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lejano, Ediciones Colihue, Buenos Aires, 1993.
• Sarlo, Beatriz; El imperio de los sentimientos,
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• Williams, Raymond; Marxismo y literatura,
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• Zunzunegui, Santos; "Los cuerpos gloriosos"
en ¡Bienvenido Mr. Berlanga! de Carlos Cañe-
que y Maite Grau, Ed. Destino, Valencia, 1993.
Notas

1) Por la ausencia de tonada provinciana, se


conjetura que llega desde el interior de la
provincia de Buenos Aires.

2) Solamente en Catita es una dama (Julio


Saraceni, AAA, 1955) vemos a su familia.

3) Esterrich, C. y A.M. Santiago Reyes


estudian a Cantinflas en este mismo sentido
en "De la carpa a la pantalla: las máscaras de
Cantinflas", Archivos de la Filmoteca NQ 31,
Generalitat Valenciana, 1999.

4) El término "batadana" designa a las coristas


ligeras de ropa, a las que se relacionaba con una
vida disipada. Es una palabra que se originó en
1922, después del arribo a Buenos Aires de la
compañía Ba-Ta-Clan de París. Por otro lado,
"fabriquera" es una palabra que se usó, muchas
veces de manera despectiva, para designar a las
mujeres que trabajaban como obreras.

5) "Arrabalera"; letra de Cátulo Castillo,


música de Sebastián Piaña.

6) "Se dice de mí"; letra de Ivo Pelay, música


de Francisco Canaro.
Películas Argentinas

del Siglo XXI


uadernos de Cine A rgentino ofrece en esta sección el análisis de
C algunas de las películas nacionales estrenadas en este nuevo siglo,
seleccionadas de manera necesariamente arbitraria.
Nuestra selección no pretende mostrar un panorama de los últimos es­
trenos, ni intenta destacar algunas realizaciones sobre otras. El lector
tam poco encontrará juicios críticos en los textos, sino que la propues­
ta para los autores fue que abordaran el estudio, la descripción y el
análisis de los siguientes textos fílmicos: El bonaerense de Pablo Tra­
pero y Bolivia de Adrián Caetano.
La im portancia de este espacio se asienta en que muchas de estas
películas no han sido p rofundam ente trabajadas en los ensayos m o­
nográficos porque no ofrecían el m aterial tem ático o discursivo ne­
cesario para cu m p lir con las consignas propuestas, por lo que a pro­
vechamos estas páginas para desarrollar los análisis correspondien­
tes. También la im portancia reside en la o p o rtu n id a d que encuen­
tran nuevos autores para expresar sus puntos de vista.
El Bonaerense

DIRECTOR INTÉRPRETES
Pablo Trapero

PRODUCCIÓN Jorge R o m á n ................... ......................... Zapa

Pablo Trapero, con el apoyo M im i A rd ú ........................ .......................Mabel


del INCAA
Darío Levy......................... ........................ Gallo
GUIÓN
Pablo Trapero Víctor Hugo Carrizo ................... M olinari

FOTOGRAFÍA
Hugo A n g a n u z z i............. ......................Polaco
Guillerm o Nieto
Graciana C h iro n i............. madre de Zapa
MONTAJE
Nicolás G oldbart Luis V ic a t.......................... ............... Pellegrino

MÚSICA Roberto Posse.................. .......................Ismael


Pablo Lescano, Damas Gratis
Aníbal Barengo................ .................... Cáneva
ESCENOGRAFÍA
Lucas O livera.................... ..................... Abdala
Sebastián Roses

SONIDO Gastón P o lo ..................... ........................ Lanza

Catriel Vildosola
Jorge Luis Giménez ....... ......................... Berti
DURACIÓN
98 m inutos

ESTRENO EN LA ARGENTINA
19 de septiembre de 2002
El bonaerense fue, seguram ente, una de las películas más esperadas
del año 2002, apoyada por una im p o rta n te campaña publicitaria, la
auspiciosa recepción en el Festival de Cannes, el estreno com ercial en
Francia y excelentes críticas en prestigiosos diarios, com o Le M onde o
Libération.
La película cuenta la historia de Enrique Mendoza, alias "El Zapa". De o fi­
cio cerrajero en su pueblo natal, al Zapa lo engaña su jefe, El Polaco, y
term ina en la cárcel, tras participar inocentem ente en el desfalco de una
caja fuerte. Su tío, principal de la policía, conseguirá su liberación y hará
que se traslade a La M atanza, provincia de Buenos Aires, para ingresar,
paradójicam ente, en la policía bonaerense.
Cabe recordar que este largom etraje se film ó durante la crisis de 2001.
Tras superar los conflictos económicos y term inar la película, existía una
gran expectativa por tratarse del estreno más prestigioso del cine nacio­
nal después de la crisis. En nuestro país, la crítica especializada a puntó a
dos factores ligados a su producción. Por un lado, al asunto que aborda­
ba: la interna de la Policía de la Provincia de Buenos Aires o "m a ld ita po­
licía", com o solía denominársela. Por el otro, al apoyo económ ico de Pol­
ka . En el prim er caso, se dudaba de la profundidad de su com prom iso
con la tem ática: si era una película que denunciaba y criticaba la corrup­
ción de la policía bonaerense, o si se trataba sim plem ente del relato de la
historia de un personaje particular en el á m bito de la policía. En el segun­
do caso, las suspicacias surgían de la salida del modelo de trabajo del ci­
ne independiente, gracias al apoyo de una productora líder com o Pol-ka.
Corresponde aclarar que esta productora colaboró con el film sólo en la
etapa de su distribución (com o si fuera poco), por lo que su influencia en
el producto final fue bastante limitada.
El segundo largom etraje de Pablo Trapero, cuya opera prima fue Mundo
Grúa (1999), tenía en sus espaldas la pesada carga de ser la sucesora de
uno de los bastiones del denom inado Nuevo Cine A rgentino. Se trataba
de un acotado grupo de películas, entre las que se encontraban (además
de Mundo Grúa) Pizza, birra y faso (Caetano-Stagnaro, 1997), La cié­
naga (Lucrecia M artel, 1997) e Historias breves (A A W , 1995), entre
otras. A pesar de ser un co n ju nto de filmes bastante heterogéneo, com ­
partían ciertos rasgos narrativos y estéticos, com o una estructuración más
libre del guión, que se apartaba de los diálogos ampulosos del cine nacio­
nal de los años ochenta, el trabajo con actores no profesionales, el redes-
cubrim iento de las calles de la ciudad com o espacio poético y narrativo, y
la concepción del cine com o espacio de creación independiente.
Narrando la vida de "El R ulo", personaje epicéntrico de Mundo Grúa,
Trapero salía a la calle, al conurbano bonaerense, a contar sus tristezas,
sus atardeceres, los oficios y pesares de un hom bre de barrio, de un tra ­
bajador. El espacio, la provincia de Buenos Aires, era un fa cto r determ i­
nante que condicionaba la existencia de Rulo y lo dotaba de buena parte
de su carácter y de su melancolía, definiéndolo com o individuo en cada
escena. El Rulo era un nativo bonaerense, se desenvolvía en una ciudad
que lo contenía, en un ento rn o a veces áspero, pero siempre d otado de
la com plicidad de lo conocido. El Rulo conocía los claves para vivir en Bue­
nos Aires y la ciudad no dejaba de parirlo.
El bonaerense, por el contrario, es un relato que adquiere circularidad,
ya que El Zapa -tra s pasar por diferentes estados en su integración a la
ciudad y a la institución, y en una relación am orosa- regresa a su pue­
blo, después de verse envuelto en el asesinato de El Polaco, quien tie m ­
po atrás lo había traicionado.
El relato se focalizó exclusivamente en el devenir de El Zapa. Trapero
apunta, critica, observa desde el cristal de sus ojos. De manera análoga a
su obra anterior, la mirada inocente, atónita, desconfiada y temerosa de
Zapa tiñe de extrañeza el paisaje urbano y sus seres, en un tránsito que
va desde lo individual a lo social. Pero, a diferencia de Mundo Grúa, en
esta opo rtu nida d no se trata de una mirada desde adentro, sino de una
mirada extranjera, ajena, que se topa con la ciudad fo rtu ita m e n te , por
obra del destino, y que nunca podrá asimilarla del tod o . Es significativo
que en el pasaje del pueblo a la gran ciudad, si bien está claramente di­
vidido a nivel narrativo (tras una introducción de 15 m inutos, la pantalla
negra y el sobreimpreso blanco de "El bonaerense" anuncian el com ien­
zo de la historia), el director marca una continuidad desde la fotografía:
m antiene los claroscuros y las tonalidades anaranjadas de la luz. Con es­
to parece querer indicarnos dos cosas. En prim er lugar, el cam bio no es
algo precisamente traum ático para el personaje. El Zapa casi nunca pier­
de la com postura, su andar cansino ni su mirada desinteresada hacia el
m undo que lo rodea. Acepta lo que le toca vivir y se adapta a las nuevas
condiciones, gam beteando el sufrim iento. En segundo lugar, se rom pe
con las típicas polaridades cam po-ciudad, ya que Zapa es la intersección
misma entre estos dos espacios, que sólo tienen diferencias de grado. Co-
mo estos espacios están superpuestos y no contrapuestos, se quiebra el
estereotipo de la pureza del campo versus la am oralidad de la ciudad.
Trapero se desprende, en su elección del p u n to de vista, del problema de
brindar una visión crítica del aparato policial bonaerense. La elección de
dejar caer el p u n to de vista sobre la mirada ingenua y desaprensiva de Za­
pa le perm ite poner al espectador directam ente frente a los hechos, con
la m enor mediación posible. Por cierto, esto no es más que una ilusión,
ya que se puede hacer una clara lectura de la ideología que se despren­
de del film : siempre hay algo que elige m ostrar y algo que elide. Pero lo
que ocurre es que estas elecciones se basan en los estados de ánim o, en
las motivaciones y en las circunstancias del personaje principal. El Zapa es
un solitario. La cámara lo persigue a cada instante, no puede separarse
de él; es, quizá, la única acom pañante de su soledad: mientras duerme
en un banco de la plaza, cuando amanece en su casa, cuando camina,
perdido, por la ciudad.
El relato se divide claramente en dos partes de duración similar. La secuen­
cia "bisagra" del film -ta m b ié n una de las más logradas- es el festejo de
Navidad con los compañeros de la departamental. Hasta ese m om ento do­
mina la cámara subjetiva: existe una distancia entre El Zapa y los hechos y
esto se traduce en una distancia similar entre el espectador y la historia que
se le está contando (que se torna cada vez más turbia y sórdida). Hasta allí
El Zapa era un testigo m udo de su entorno gris. Su mirada siempre estaba
enmarcada, com o quien espía a través del ojo de una cerradura. Los dos
sucesos prototípicos de corrupción y abuso policial se divisan a través de
un cuadro de sombra negro que dibuja la cortina de una ventana. El Zapa
se asoma y observa a dos policías "m ang u e a n d o " pan dulce a un camión
repartidor, o un caso de gatillo fácil que protagonizan esos mismos hom ­
bres tras forcejear con unos jóvenes motociclistas.
La Nochebuena en el patio de la seccional es una secuencia de fiesta y
violencia. Felicidad de los policías al com partir una mesa con los com pa­
ñeros; violencia en su form a de expresar esa felicidad, disparando al aire
con sus armas reglamentarias. El hasta entonces comisario M olinari, bo­
rracho y m altrecho, se levanta de la mesa y la cámara lo acompaña, apar­
tándose por primera vez de Zapa. Sigue su cam ino tam baleante hacia su
oficina y se detiene ante su rostro. Un rostro triste, agotado, que pierde
vida a cada segundo. A lg o sucede, no sabemos qué, pero el vehemente
subcomisario Gallo ocupará el puesto de comisario desde ese m om ento,
extendiendo su poder real a la esfera simbólica. El Zapa comienza a con­

112
vertirse en su m ano derecha y esto marca la integración del personaje a
su entorno, acoplándose a una escalada de corrupción. Las subjetivas son
cada vez menos frecuentes; la distancia empieza a desaparecer. A hora El
Zapa ya es protagonista de la acción y no sólo un voyeur. Y el espectador,
ju n to al personaje, se imbuye de toda la podredum bre con la que espera­
ba encontrarse en el film .
Lenta, progresivamente, El Zapa se va convirtiendo en uno de esos seres
extraños a los que antes contem plaba sin poder comprender. Su extravío
se acrecienta cuando lo abandona su profesora/am ante, y el peligro de
que algo cambie definitivam ente en él hace tem er que la tragedia y el in­
fo rtu n io vuelvan a golpear a su puerta. En un in te n to por vengarse de El
Polaco, el discípulo resulta nuevamente engañado por su (nuevo) maes­
tro, el comisario Gallo, y, com o consecuencia de ello, El Zapa regresa a su
pueblo. C om o en to d o buen relato circular, la situación de inicio es simi­
lar, pero brevem ente trastrocada: El Zapa tiene un nuevo oficio, ya no es
cerrajero sino policía, y sus ojos tam poco son los mismos. Están mancha­
dos, definitivam ente nublados.
Trapero realiza un film muy personal, quizá mucho más arriesgado que
Mundo Grúa. Su capacidad para construir ambientes, microclimas que
sólo existen en el conurbano bonaerense, es asombrosa. Por m om entos
la película alcanza tintes hiperrealistas. La secuencia del tiro te o es un
ejem plo acabado: con pocos recursos, el director recrea la desesperación
y el miedo que sufre un hom bre al enfrentarse a la muerte. A com pañan­
do al comisario Gallo, El Zapa dispara a la oscuridad, no sabe contra qué,
ni contra quién. La m etáfora es perfecta: no saber a qué se le dispara es
análogo a realizar un trabajo sin un objetivo definido. El Zapa está allí, pe­
ro podría haber estado en cualquier o tro lugar, trabajando de cualquier
otra cosa, sin im portarle demasiado aquello en lo que pone el cuerpo.
El bonaerense es una de las obras más im portantes del cine nacional de
esta década. A m edio cam ino entre el cine independiente y el cine indus­
trial, Pablo Trapero comienza a d efinir un m odelo de cine de a u to r con
aristas comerciales. En esta misma línea, más tarde llegaron películas co­
mo Un oso rojo (Adrián Caetano, 2002), Historias mínimas (Carlos So-
rín, 2002) y El abrazo partido (Daniel Burman, 2003).

Pablo Piedras
una película de Adrián Caetam
PIZZA, BIRRA FASO"
.f PREMIO DE LA CRITICA IDE LA CRÍTICA ^
£ FESTIVAL DE CANNES DE ROTTERDAM ,
h- 4
\ /
/ MEJOR PELÍCULA ' PREMIO FIPRESCI *
..... . . .
FESTIVAL DE LONORES ,

MENCIÓN DEL JURADO

r FESTIVAL DE HUELVA

La Expresión del Deseo prawat» ’ B O LIV IA ’ c«»Freddy Flores - Rosa Sánchez * O scar Bertea - Enrique lip o ra c e
M arcelo Videla - H éctor A nglada - A lberto M ercado Dirtcci** M aría Eva Zanada /uta: M aría Eva Duarte
s»»uo: M artín García Blaya o¡«etar « • F a te p r a fis : Julián Apezteguía m * » íc < : Kjarkas c i N É U it R oberto Ferro
M e c ie r a «soctM a: Lita Stantic P t^ u c t.r: M atías M osteirín s*iéa » o .r.c c ié .: Israel Adrián C aetano c . . «i aPm ° * h INCAA
Bolivia

DIRECCIÓN INTERPRETES
Adrián Israel Caetano
PRODUCCIÓN
La expresión del deseo, con el apoyo del Freddy Flores............................................. Freddy

INCAA y la Hubert Bals Fund, del Festival


Rosa Sánchez................................................Rosa
Internacional de Cine de Rotterdam
PRODUCTORA ASO CIAD A
Oscar Bertea............................................ El Oso
Lita Stantic
GUIÓN
Enrique Liporace............................ Jefe Enrique
Adrián Israel Caetano, basado en el
cuento de Romina Lanfranchini Marcelo V idela....................................... M arcelo
FOTOGRAFÍA Y CÁM ARA
Julián Apezteguía (b/n) Héctor A n g la d a .................................. Vendedor
MONTAJE
Lucas Scavino, Santiago Ricci A lb e rto M e rc a d o ................................. Mercado
MÚSICA
Los Kjarkas
DIRECCIÓN DE ARTE Y VESTUARIO
María Eva Duarte
SONIDO DIRECTO
Juan Pablo Mellibovsky
Luciano Specos
DURACIÓN
75 m inutos
ESTRENO EN LA ARGENTINA
11 de abril de 2002
"De tu letargo mudo la voz de la quietud..

Los Kjarkas

Esta película retrata la odisea trágica de Freddy, un boliviano indocum en­


tado que, luego de haber dejado a su fam ilia en su país natal, consigue
trabajo en un hum ilde bar de Buenos Aires. En este local, intentará con­
vivir con Enrique, su patrón, Rosa, muchacha paraguaya que tam bién tra ­
baja allí y con la cual iniciará una relación íntima, y con los clientes, prin­
cipalm ente taxistas y vendedores ambulantes.
Bolivia es el segundo largom etraje de Adrián Caetano. Inspirado en un
cuento de am or de Romina Lanfrancini, trata de la xenofobia, la crisis eco­
nómica, la falta de empleo, los prejuicios, la degradación de las relaciones
sociales, la decadencia de la solidaridad, la soledad.
Rodada con un presupuesto más que austero, con todas las restricciones
que ello significa, este film es producto de la astucia de convertir lim ita­
ciones técnicas en recursos narrativos. Una de las características más me­
ritorias de la película es el abanico de juegos dialécticos que se constru­
yen entre las bandas de imagen y sonido para aportar a la significación.
Desde el inicio se establece una relación de otredad a partir de lo que po­
demos denom inar una no-coincidencia entre las bandas de imagen y so­
nido. Mientras que con una sucesión de planos generales y detalle se va
m ostrando el espacio donde transcurrirá la mayor parte de la historia va­
cío, sin sujetos, a partir del sonido se presenta a los personajes que aún
no podemos ver. Así, la cámara se detiene en el plano que destaca el
anuncio "Se necesita parrillero/cocinero" y la banda de sonido nos ofre­
ce la voz del dueño del bar mientras emplea a un extranjero, le explica sus
funciones laborales y lo previene acerca de la relación que deberá obser­
var con su compañera de trabajo y con los clientes.
Desde este prim er diálogo se establecen ciertas normas de com unicación
y jerarquías. Jefe: "¿Tenés papeles?", Freddy: "Los estoy tram itando, se­
ñ o r". A continuación, aprovechando la ilegalidad del nuevo empleado,
Enrique le inform a sobre el reducido salario que recibirá por su trabajo. La
escena concluye con la primera marca de un conflicto que se manifiesta
en la frase del protagonista, que aclara: "Yo no soy peruano, soy bolivia­
n o ". Esta frase inaugura una constante del film , que tiene que ver con la
%
actitud de desinterés y desconocim iento hacia el otro. Las identificaciones
entre los personajes se establecen a partir de generalizaciones que reve­
lan prejuicios: bolivianos, peruanos, paraguayos, uruguayos, homosexua­
les, mujeres, porteños, provincianos, quienes recibirán distintas cualida­
des peyorativas a través de "diálogos de la gente de todos los días, que
no aportan a la tram a pero que inform an sobre los personajes", como
afirm a Caetano.
A la manera de los intertítulos propios del cine m udo, se presentan los cré­
ditos que van fragm entando un encuentro de fú tb o l entre los selecciona­
dos de la A rgentina y Bolivia. Estas imágenes son acompañadas por el pri­
mer tem a musical del conjunto boliviano Los Kjarkas que expresa: "...re ­
m ontando cruzas por los Andes, llevando un mensaje de herm andad...",
mientras que en el fo n d o de la banda sonora, los relatores del partido rea­
lizan comentarios burlones, tales com o "...los bolivianos se desesperan..."
Este contrapunto entre la canción y los comentarios funciona como un su­
til anticipador del conflicto xenófobo que se desarrollará en la película.
Quizás, el triu n fo del seleccionado argentino sobre el visitante haga refe­
rencia al desenlace de la trama.
Una interesante relación de estructura entre espacio sonoro y espacio vi­
sual se inicia con los primeros planos de quienes regentean el locutorio
clandestino, mientras Freddy concluye la conversación telefónica con su
fam ilia. En un prim er plano del sonido se identifica la voz -a h o ra en o ff-
de este personaje que tranquiliza a su mujer, m intiéndole sobre los éxitos
obtenidos en su corta estadía en Buenos Aires. Comienza a sonar un se­
gundo tem a musical de Los Kjarkas -e n esta ocasión, en q u e ch u a - que
prevalecerá después de finalizada la com unicación. De esta manera, se da
inicio a una suerte de videoclip en el que se suceden planos de los perso­
najes del bar, desarrollando en cámara lenta actividades que form an par­
te de la cotidianeidad del local. N inguno de ellos com parte el cuadro con
otro personaje, con lo cual se refirma la situación de desesperanza y so­
ledad. La pequeña secuencia musical, que se inició con la voz del prota­
gonista, concluye con un prim er plano de éste. El fo n d o negro y la ges-
tualidad del personaje, acom pañados por el m otivo sonoro, subrayan con
efectividad la apelación al espectador a identificarse con el extranjero.
Puede afirm arse que uno de los m om entos más relevantes de la película,
con respecto a la manifestación de la tesis del film , corresponde a la es­
cena en que Marcelo y El Oso miran televisión en el bar, puesto que de-
senmascara la idiosincrasia de los personajes. Resulta pertinente reprodu­
cir parte del diálogo.
Marcelo: "Los yanquis son unos hijos de puta. ¿Viste que siempre los ma­
los son negros, haitianos?" Oso: "Si podrías ser vos tam bién. Tienen ra­
zón. Si los que van para allá no tienen un 'sope', se van cagados de ham ­
bre. Acá viene cualquier 'p o lig rillo ' hijo de puta y en un día se llena de
plata. ¿A vos te pasa? A 'm í no me pasa. Les pasa a los que vienen ¿vis­
te? Y uno que anda laburando com o un hijo de puta, no saca ni para los
chicles".
En estas palabras se manifiesta la incapacidad de los personajes de obser­
varse a sí mismos y analizar su realidad cotidiana. Marcelo se ríe incrédu­
lamente cuando El Oso le plantea la posibilidad de estar en el lugar del
" o tr o " . Además, ninguno de los dos consigue com prender que Rosa y
Freddy responden a ese tip o de extranjero que se instala en el país pero,
a pesar de trabajar hasta el agotam iento, no logra el éxito económ ico al
que se refieren en la conversación.
En el tra ta m ie n to form al de esta charla trivial, en el que se suplen los ros­
tros de los personajes por la pantalla del televisor y sólo se escuchan sus
voces, se revela un juego de triple estrategia. Por una parte, la acción
transcurre mientras los personajes realizan una actividad intrascendente
com o mirar televisión. En segundo lugar, la oposición entre el alejam ien­
to del "te m a " visual (por la misma intrascendencia de la imagen) y la pro­
xim idad del "te m a " sonoro subraya la jerarquía de la inform ación que
proporcionan los mencionados parlamentos, que resulta fundam ental pa­
ra el desenlace de la tram a. Por últim o, a través del plano subjetivo com ­
partido entre El Oso y Marcelo se apela a la cruda identificación del es­
pectador con el discurso de estos personajes.
Quizá, en la secuencia del asesinato de Freddy el tra ta m ie n to del sonido
sea menos "in visib le " para el espectador. La violencia que perm aneció
agazapada tras charlas circunstanciales y actitudes cotidianas estalla al
fin. La tensión del fra g m e n to va ¡n crescendo, gracias a la gestualidad ca­
da vez más exacerbada de los personajes y al texto verbal que llena la pis­
ta sonora (a diferencia del resto del film , en el cual los ruidos provenien­
tes de la calle y de la cotidianeidad del bar se "cu e la n " en la banda de
sonido). La cámara que salta nerviosamente de un personaje a o tro con
rápidos primeros planos, picados y tom as generales, muestra la crudeza
de la escena. Al volum en cada vez más alto de las voces de los intérpre-
tes y al ruido ensordecedor del disparo que ejecuta El Oso para herir fa ­
talm ente a Freddy, le sigue un contra p u n to caracterizado por un silencio
absoluto, casi sepulcral. La falta imperiosa de sonido afecta de tal mane­
ra la imagen que, en una primera instancia, parece que el frenético m o­
vim iento de los personajes que socorren al herido se produce en cámara
lenta. Este engañoso ralenti de la imagen llega a su p u n to más alto con
el plano fijo que, tam bién desde el piso pero un poco más elevado, en­
cuadra el cuerpo inerte del protagonista.
De esta manera, comienza a cerrarse el ciclo que se inició en aquella pri­
mera secuencia en la cual las voces en o ff de Freddy y Enrique se hacían
presentes en los planos del bar, vacíos de personajes. Las palabras que lle­
naron el film ya no son necesarias: ahora, con la ausencia de sonido, las
imágenes que relatan la m uerte del protagonista adquieren aun más dra­
matismo.
A continuación, operando com o significativa coda, las palabras vuelven a
surgir, imbuidas de ignorancia y prejuicio, en esta o p ortunidad en boca
del dueño de la pensión en la que vive Rosa. Nada, ni siquiera el trágico
final de la vida de Freddy, provoca un cam bio de actitud hacia "el o tro ".
A pesar de ese reloj que insiste en detener, e incluso atrasar, el paso irre­
mediable del tiem po, to d o sigue su curso. Y quizá con el nuevo cartel que
pregona, desde la vidriera del restaurante, la necesidad de un cocinero-
parrillero, la historia vuelva a empezar.
Bolivia es, ante tod o, un film de miradas despectivas, llenas de resenti­
m iento y violencia contenida, entre seres que pueden ser considerados
"m arginales urbanos". Miradas que se acumulan, ju n to con diálogos y si­
lencios, para develar la miseria y la incomprensión que conduce a los per­
sonajes a una lucha entre pobres, absurda pero inevitable.
La tensión del guión es acompañada por una imagen tratada con el mis­
mo tono. El principio de economía de medios obligó a los realizadores a
aprovechar las limitaciones técnicas y transform arlas en recursos que
aportaran a la riqueza narrativa del film . Las distintas maneras en que se
materializó el sonido a lo largo de la película se relaciona directam ente
con este concepto.
En un artículo de su autoría, el director de fotografía, Julián Apezteguía,
confiesa que la referencia más cercana y concreta del m odo de realización
con el que contaba el equipo de Bolivia era el Nuevo Cine A rg e n tin o de
los años sesenta, más específicamente, las producciones de Leonardo Fa-

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vio y Leopoldo Torre Nilsson. Seguramente, Favio habló de "ascetismo
cruel" cuando reflexionó sobre el uso de Caetano de la voz en off, la
combinación caprichosa de planos generales y primeros planos y, sobre
todo, la fidelidad a partir de la cual construye el perfil de sus personajes.
El hecho de que Bolivia haya sido realizada con austeridad y refinam ien­
to, en m edio de una de las crisis económicas más profundas por las que
atravesó la A rgentina, en tiem pos en los cuales muchos renunciaban a fil­
mar porque carecían de los recursos económicos adecuados, es, quizás,
el m érito más grande de esta película.
Adrián Israel Caetano nació en M ontevideo, pero su trayectoria comienza
en la provincia de Córdoba con una videografía que incluye Visite Carlos
Paz (1992) y Calafate (1993). Participó en Historias Breves en 1995, con
el cortom etraje Cuesta Abajo y, en el mismo año, realizó en VHS No ne­
cesitamos de nadie. Con Bruno Stagnaro com partió la dirección del pri­
mer largometraje Pizza, Birra, Faso, en 1997. Realizó tam bién los medio-
metrajes La expresión del deseo (1998) y Peces Chicos (1999). En 2001
logra estrenar Bolivia en Cannes, luego de casi un lustro de haberla co­
menzado. En el largometraje Historias de Argentina en Vivo (2001) di­
rigió el pasaje de Los Caballeros de la Quema. El añó 2002 es sumamente
productivo para Caetano, puesto que realiza el telefilm La Cautiva, el do­
cumental Piedra Líquida, la miniserie de televisión Tumberos y su tercer
largometraje, Un oso rojo. Al año siguiente, dirige el film para TV Des­
pués del Mar. En 2004, participa dirigiendo uno de los episodios del lar­
gom etraje colectivo 18-J, en homenaje a los caídos en el atentado contra
la A M IA.

Celeste Egea
Currículums e índice
M iria m G o ld s te in es docente en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires, donde trabaja, des­
de 1989, en el Seminario de C ultura Popular y Masiva, perteneciente a la carrera de Ciencias de la Com unicación. Allí,
desde 2003, está a cargo del Ciclo de Cine y C ultura Popular desarrollado en el marco de dicho Seminario. Desde 1995
integra el equipo académico de la cátedra de Semiótica en la UNLaM, D epartam ento de Humanidades y Ciencias Sociales,
Carrera de C om unicación Social. A ctualm ente, escribe su tesis de maestría sobre la representación de la juventud en el ci­
ne argentino de los últim os años -U niversidad Nacional de General San M artín, Maestría en Sociología de la C ultura y A ná­
lisis C ultural—.

M a ria n o M e s tm a n es do cto r en Historia del Cine por la Facultad de Filosofía y Letras, Universidad A utó n o m a de M adrid.
Es docente de teorías de la com unicación e historia del cine en las facultades de Ciencias Sociales y Filosofía y Letras (UBA)
e investigador en historia cultural argentina. C oautor del libro Del Di Telia a Tucumán Arde. Vanguardia artística y política
en el 68 argentino (2000), sus estudios sobre artes plásticas y cine fueron publicados en libros de la Mostra di Pesara (Ita­
lia), Asociación Española de Historiadores del Cine (M adrid), Festival de Cine de La Habana (Cuba), Museum o f M odern A rt
(Nueva York) y en revistas especializadas com o Film, Kilómetro 111, Causas y Azares (Buenos Aires), Cinemais (Río de Ja­
neiro), Secuencias (M adrid), Film Historia y Voces y Culturas (Barcelona), New Cinemas (Londres), Letterature d ' America
(Roma), entre otros.

C ésar M a ra n g h e llo es m édico de niños e historiador del cine argentino. Fue docente de cine nacional en la UBA y elIN
C AA y codirector del docum ental A q u é l cin e a rg e n tin o : 1933-1963 (1984). Son de su autoría los libros Hugo del Ca
(1993), El cine argentino y su aporte a la identidad nacional (1999), Nuevos aportes sobre Arturo Jauretche (2001), Artis­
tas Argentinos Asociados: La epopeya trunca (2002) y Breve Historia del Cine Argentino (Barcelona, 2004). Es coautor, en­
tre otros, de Historia del cine argentino (1984), Historia de los primeros años del cine en la Argentina (1996), Fanny Nava­
rro o Un melodrama argentino (1997), El cine argentino: 1933-1997 (CD-Rom, 1997), Cine argentino, industria y clasicis­
mo (1933-1956) (2000), El Grupo de los 5 y sus contemporáneos (2001) y Cine argentino, modernidad y vanguardias
(1957-1983) (2004). Colaboró en Diccionario de Realizadores Latinoamericanos (1997), Tierra en Trance (M adrid, 1999) y
The Cinema o f Latin America (Londres, 2003), y en las revistas Film, La Mirada Cautiva y Todo es Historia. O btuvo los pre­
mios Legislador José Hernández (Senado de la Nación, 1998), Dr. A rtu ro Jauretche a las Letras (Banco de la Provincia de
Buenos Aires, 2000) y el de Fomento del Fondo Nacional de las Artes (2001).

C lara K rig e r es licenciada en Artes (UBA) y profesora en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos A i­
res y FLACSO. Investigadora del Instituto de Artes del Espectáculo (UBA). C oordinadora de Tutores del Programa de Inter­
cam bio Universitario de la Butler University. A utora de ensayos en publicaciones especializadas y coautora, entre otros li­
bros, de Cine Argentino en Democracia 1983-1993 (1994), Cien años de cine (1996), Cine latinoamericano: Diccionario de
realizadores (1997), Tierra en trance. El cine latinoamericano en 100 películas (M adrid, 1999) y Cine Documental en Amé­
rica Latina (M adrid, 2003). Directora del libro Páginas de Cine (2003). En la actualidad prepara su tesis de doctorado sobre
la presencia del Estado en el cine argentino durante los dos primeros gobiernos peronistas.
Prólogo ........................................................................................................................5

Sobre este cuaderno .................................................................................................7

Mundo Joven, mundo adulto


Algunas observaciones acerca de los vínculos familiares representados
en el imaginario fílmico argentino de los últimos años
por Miriam Goldstein ......................................................................................... 10

Los hijos del viejo Reales


La representación de lo popular en el cine político
por Mariano Mestman ...................................................................................... 36

Personajes populares y negocios desventurados: Luis Sandríni,


actor y productor
por César M aranghello ...................................................................................... 58

Estrategia de inclusión social en el cine argentino


por Clara K rlger ................................................................................................. 82

Películas argentinas del siglo XXI

El Bonaerense
por Pablo Piedras ............................................................................................ 105

Bolivia
por Celeste Egea ................................................................................................. 115

F&1
Este lib r o se te rm in ó de im prim ir
EN EL MES DE MARZO DE 2 0 0 5 EN
A r te s G r á fic a s E l Fénix S.R.L. - M u r illo 924/28
C iu d a d A u t ó n o m a de B u e n o s A ir e s - R e p ú b lic a A r g e n t in a

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