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I

Cuadernos de Cine Argentino

INCAA
PROGRAMA

FORMACIÓN P F ESPECTAPOPES
DIRECCIÓN
ACCIÓN FEPERAL
PRODUCCIÓN
EQUIPO INCAA
CUADERNO

MAR/OS

INNOVACIONES ESTÉTICAS Y
NARRATIVAS EN LOS TEXTOS
AUDIOVISUALES
Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA)
Cuadernos de Cine Argentino
Cuaderno 3 - Innovaciones estéticas y narrativas en los textos audiovisuales
Programa de Formación de Espectadores
Presidente INCAA: Jorge Coscia
Vicepresidente: Jorge Álvarez
Subgerente Acción Federal: Valeria Cerón

Coordinación de ensayos y comentarios: Clara Beatriz Kriger


Editor: Jorge Carman

Créditos Fotografías: Susana Allegretti, Rodrigo Alonso, Víctor Bailo, Bucky Butcovic, Horacio Campodónico,
Emilio Modesto Guerrero, Fernando Ramírez Llorens, Florencia Luchetti, Rosario Luna, Judith Meresman,
Lola Silberman, Daniel Stefanello, Cine Ojo, Colombo-Pashkus, Escuela Nacional de Experimentación y
Realización Cinem atográfica (edición digital), M ariangel Bergese (edición digital), Museo del Cine "Pablo
Cristian Ducrós Hicken", Primer Plano, Luli Carman, Luna Córnea Arte Bar

Coedición: Patricia Olga Nirimberk


Corrección: Patricia O lga Nirimberk - Alicia Mercedes Chiesa
Traducciones: Alicia Mercedes Chiesa
Archivista fotográfica: Celeste Egea
Diseño: Flavio Maddalena

Reservados todos los derechos. Queda prohibida la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o
procedimiento, incluidos la reprografía y el tratamiento informático, sin la autorización escrita de los titulares de la
edición.

IMPRESO EN LA ARGENTINA - PRINTED IN ARGENTINA


Queda hecho el depósito que marca la Ley 11.723

El contenido de los artículos de estos Cuadernos es responsabilidad exclusiva de sus autores y no es necesariamente
compartido por los editores ni por la institución patrocinante. El INCAA acepta y fomenta la difusión de todos los puntos
de vista sobre los temas tratados en estas publicaciones.

Cuadernos de Cine Argentino: Cuaderno 3 Innovaciones estéticas y narrativas en los textos audiovisuales
David Oubiña y otros - 1o ed. - Buenos Aires, marzo de 2005
Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales, (INCAA) 2005.

128 p .; 20x20 cm. - (Cuadernos de cine, 1) - ISBN 950-99113-8-0


1. Cine-Enseñanza.
CDD 778.530 7
Cuadernos de Cine Argentino

INNOVACIONES ESTÉTICAS Y
NARRATIVAS EN LOS TEXTOS
AUDIOVISUALES
Es un honor y un placer para mí prologar estos Cuadernos, ya que es la primera vez que, desde
el Instituto Nacional de Cine y Artes Audivisuales, surge una publicación dedicada a pensar
nuestro cine, que no es otra cosa que pensarnos a nosotros mismos, nuestra manera de decir
-con imágenes- lo que nos pasa, lo que somos, lo que queremos ser.

En cada película hay historias, sentimientos, sensaciones, realidades y fantasías; todo ello
conforma nuestro imaginario colectivo, nuestro modo de ser y hacer en y para el mundo.
i
Es la primera vez, como dije, que desde el INCAA se plantea esta necesidad y surge esta
respuesta. La necesidad de plasmar en algunos textos cómo pensamos y cómo hacemos los
argentinos nuestro cine; el de hoy, el de la época de oro, el de siempre, ese que nos identifica,
ese que nos llena de lauros y de orgullo.

Pero tengo el privilegio de expresar que no es ésta la única ni la última "primera vez" en
la gestión que encabezo, ya que hemos conseguido en base a lucha, esfuerzo, compromiso y
consenso muchas "primeras veces". La autarquía, el pago de los subsidios atrasados a la
industria, la nueva Ley de Fomento y los Espacios INCAA, son algunas de aquellas primeras
veces que nos han llenado de satisfacciones, y seguramente habrá más, porque estamos al
frente de una gestión que no es sólo la conducción del INCAA y sus trabajadores, sino que es
también cada cineasta, cada realizador, cada trabajador de la industria, cada gestor cultural de
nuestro país, cada cinemovilero, cada espectador que ama nuestro cine, acompañados por
una política de Estado eficiente y comprometida.

Para todos ellos vayan estos "Cuadernos de Cine Argentino" como manera de repensarnos
a nosotros mismos y -por qué no- como un homenaje a la labor cotidiana y mancomunada
que está construyendo, para nuestro cine y para nuestro país, el destino de grandeza que se
merece y que le debíamos.

Jorge Coscia
Presidente del INCAA
Sobre este cuaderno

Cuando hablamos de innovaciones en el ámbito de las industrias culturales, privilegiamos el


carácter estético de los objetos que se producen, frente a las variables que inciden sobre su vi­
da comercial. Es precisamente en este sentido que este Cuaderno se propone dar relevancia al
aspecto artístico de las producciones argentinas, ya que, como veremos, las elecciones de nue­
vas imágenes y formas para darlas a ver revisten una amplia implicancia cultural.
En la trayectoria del cine argentino existen dos momentos de grandes innovaciones en el
lenguaje audiovisual y en las estructuras narrativas habituales. El primero, durante la década
del sesenta, se conoció con el nombre de Nuevo Cine Argentino y derivó luego en distintas ex­
presiones, entre ellas el cine político. Este momento de innovación y ruptura coincide con los
cambios que, en el mismo sentido, se verificaron con el surgimiento de los "nuevos cines" en
muchos países de Occidente. Así, nuestro cine recibió una gran influencia del neorrealismo ita­
liano y de la Nouvelle Vague francesa, que fueron leídos a la luz de las importantes moviliza­
ciones sociales y políticas de la época. El segundo momento está relacionado con la más re­
ciente producción nacional que algunos críticos llaman "Nuevo Nuevo Cine Argentino", nom­
bre que destaca, a la vez, similitudes y diferencias con el proceso anterior.
Aunque ambas rupturas se caracterizaron por incluir a un grupo películas y realizadores
muy heterogéneos que deciden enfrentarse a los modelos industriales del cine y tratan de ex­
presar a la sociedad de una manera más genuina, la primera tuvo un carácter predominante­
mente político, que favoreció las definiciones sobre qué y cómo debía ser el cine, mientras pu­
so en marcha un conjunto de apelaciones hacia un público al que se pretendía transformar. El
cine argentino de la actualidad, por el contrario, no parece contar con definiciones ni teorías
que le proporcionen soportes ideológicos. No se propone una función social definida y no pa­
rece sugerir respuestas para los problemas sociales que enuncia.
El primer momento de rupturas estéticas y narrativas ha sido documentado y estudiado en
muchas de sus manifestaciones. Los textos de Simón Feldman, Pino Solanas y Fernando Birri,
entre otros1, se presentan como estatuto teórico de las creaciones fílmicas y como testimonios
de los procesos de producción, distribución y consumo de las experiencias sesentistas. Poste­
riormente, distintos investigadores (nacionales e internacionales) profundizaron en las estrate­
gias audiovisuales propuestas por las películas de esa década. En ese sentido, múltiples textos
se centran en las producciones audiovisuales del cine de ficción2 y otros, en las particularida­
des del muy productivo cine documental y político de la época3.
Menor es la producción teórica que podemos hallar en relación con las películas argenti­
nas realizadas desde los noventa hasta la actualidad, debido, entre otras cosas, a que se trata
de un fenómeno que aún está en pleno desarrollo. De todos modos, contamos con artículos
y dossiers en revistas especializadas y algunos interesantes libros, como El nuevo cine argenti­
no. Temas, autores y estilos de una renovación de Horacio Bernardes, Diego Lerer y Sergio
Wolf (Ed. Tatanka y FIPRESCI, Buenos Aires, 2002) y Generaciones 60/90. Cine argentino inde­
pendiente de Fernando Martín Peña (Fundación Eduardo Constantíni, Buenos Aires, 2003).
Ahora bien, la difusión de este tema nos conduce directamente a una primera paradoja
que podríamos sintetizar en esta pregunta: ¿qué sentido tiene interrogarnos sobre la origina­
lidad dentro del universo cinematográfico, cuando las prácticas que hegemonizan el arte des­
de el siglo XX se rigen por conceptos como "apropiación", "homenaje", "cita fundadora" o
"relación intertextual"?
La respuesta es compleja, pero podríamos consignar que, aunque el valor de la originali­
dad haya entrado en crisis, las novedades que se incluyen en los ensayos son, sobre todo, tex­
tos y prácticas que se retoman para modificar su sentido. Quizás el objetivo ulterior sea man­
tener una relación más estrecha y profunda con la realidad.
El primer ensayo que presentamos nos introduce en el cine experimental. Muchas veces, a
la hora de indagar las innovaciones en nuestro cine, surge la pregunta sobre la existencia de ex­
presiones propias de las vanguardias artísticas. David Oubiña nos ofrece un análisis de la pelícu­
la The Players vs. Ángeles Caídos, dirigida por Alberto Fischerman en 1968, que postula un
abierto enfrentamiento con el cine convencional y forma parte del conjunto que, en su época,
se planteó un compromiso con la radicalización política y la experimentación formal: "el cine
argentino se acerca a las vanguardias y entra en sintonía con los nuevos cines del mundo".
Para puntualizar el estatuto del objeto artístico construido, Oubiña explica y utiliza los con­
ceptos "Counter-cinema" y "Action Filming". Compara las cuestionadoras formas escogidas
por éste y otros filmes experimentales argentinos y las relaciona con las propuestas ideológi­
cas subyacentes. Así, el desarrollo culmina con una invitación a reconocer en ese cine under-
ground un antecedente de la renovación de la década del noventa.
Por su parte, Malena Verardi nos habla de las innovaciones registradas en el cine argenti­
no de los últimos años. Su análisis se propone explorar las configuraciones de sentido inscrip­
tas en los filmes a partir del estudio de las categorías "espacio" y "tiempo", refirmando su
trascendencia para la organización del relato fílmico.
De la descripción de los procedimientos espacio-temporales utilizados, tanto en las pelícu­
las que intentan mantener un tono realista como en las que no lo hacen, surge la reflexión
acerca de la reciprocidad entre historia y relato, o sea, entre lo representado y la representa­
ción. Así, el ensayo nos conduce por las distintas formas que eligen los realizadores para ma­
nifestar esas puestas en escena fílmicas, para no construir textos transparentes, para poner en
evidencia una voluntad de apelación al espectador que va más allá de transmitir el conflicto
temático abordado.
También hemos querido incluir en este número de Cuadernos de Cine Argentino, un en­
sayo que se centre en la imagen electrónica, ya que es en ese campo donde aparecen con ma­
yor nitidez las nuevas estrategias para la construcción de imágenes y relatos.
En ese sentido, Rodrigo Alonso sostiene que el video-arte parece ser una práctica casi des­
conocida para el público general, lo cual implica desconocer una trayectoria de más de trein­
ta años en nuestro país. Por ello, el autor recorre esos años dando cuenta de los artistas más
relevantes y las obras más significativas y consignando sus principales características estéticas.
De esta manera, nos ofrece una historia, pero también una actualización de los debates sobre
las experiencias artísticas nacionales realizadas con imágenes electrónicas.
Por último, no quisimos dejar de lado los importantes aportes producidos últimamente en
los documentales argentinos, ya que se trata de un número inusual de películas y de un ma­
terial nada homogéneo que ha logrado convocar al público en salas comerciales.
Tanto Michael Chanan como Andrés Di Telia ofrecen sus aportes para profundizar el deba­
te, permanentemente abierto en el campo del cine documental, acerca de las formas de suje­
ción al referente real y de los interrogantes que suscitan los pares objetividad-subjetividad y
realidad-ficción.
Con ese objetivo, Michael Chanan concentra su trabajo en reflexionar sobre los modos en
que opera e interviene el documental en la esfera pública de América latina. De esa manera,
logra contextualizar el análisis de las producciones argentinas en el marco de fenómenos que
tienen un común denominador regional.
Por su lado, Andrés Di Telia presenta sus ideas en tanto cineasta y, desde allí, revisa algu­
nas de las convicciones que rigen sus documentales, como la presencia de mayores niveles de
subjetividad en los relatos.
Entender qué nos dice una película documental realizada en primera persona y repensar
qué efecto político tienen las producciones documentales en la esfera pública, resultan cues­
tiones centrales a la hora de mirar y hacer películas dentro de este género.
C.K.

Notas

1) Podemos citar, entre otros, los clásicos La generación del '60 de Simón Feldman (Legasa, Buenos Aires,
1990), Cine, cultura y descolonización de Fernando Solanas y Octavio Getino (Siglo XXI, Buenos Aires, 1973) y
la compilación de documentos agrupados en el volumen N° 1 de Hojas de Cine. Testimonios y documentos del
nuevo cine latinoamericano (SEP, UAM, FMC, México, 1988).
2) Sería imposible dar cuenta de todos ellos. Entre otros, citaremos el texto de Gustavo Castagna "Generación
del '60: Paradojas de un mito"en Sergio Wolf (comp.) Cine argentino. La otra historia (Letra Buena, Buenos Ai­
res, 1992); el capítulo de Claudio España "Emergencia y tensiones. Se quiebra el canon clásico" en Claudio Es­
paña (dir.) Cine Argentino Industria y Clasicismo 1933-1956, Vol. II (Fondo Nacional de las Artes, Buenos Aires,
2000); el artículo de Emilio Bernini "Ciertas tendencias del cine argentino. Notas sobre el 'nuevo cine argentino'
(1956-1966)" publicado en la revista Kilómetro 7 7 7, N° 1 (Buenos Aires, 2000). Los libros Leopoldo Torre Nilsson
de Fernando Peña y Manuel Antín de David Oubiña, ambos publicados por CEAL (Buenos Aires, 1993-4).
3) Entre otros, destacamos los libros Cine Documental en América Latina, coordinado por P. A. Paranaguá (Cá­
tedra, Madrid, 2003); Raymundo Gleyzer. El cine quema de F. Peña y C. Vallina (Ed. de la Flor, Buenos Aires,
2000) y Fernando Solanas por Luciano Monteagudo (CEAL, Buenos Aires, 1993) y los artículos "Postales del ci­
ne militante argentino en el mundo", de Mariano Mestman y "La vía política del cine argentino", de Emilio Ber­
nini, ambos en la revista Kilómetro 111 N° 2 (Buenos Aires, 2001).
Vanguardia y ruptura en el cine
alternativo de los años 70
Por I Las diferencias del cine político y del expe­
David Oubiña rimental frente al cine comercial podrían sin­
Desde la segunda mitad de la década de los tetizarse en que, mientras el primero procura­
'50 hasta fines de la de los '60 (los años que ba otra misión para el cine, el segundo se pre­
median entre la Generación del 60 y el Grupo sentaba como otro cine. El cine político (La
de los Cinco), tienen lugar dos procesos clave hora de los hornos, Fernando Solanas,
para el cine: por un lado, una mayor participa­ 1968; Operación Masacre, Jorge Cedrón,
ción de la política entendida como cambio ra­ 1973; El camino hacia la muerte del viejo
dical y, por otro lado, una profesionalización Reales, Gerardo Vallejo, 1971; Los traido­
del oficio cinematográfico adquirida en la pu­ res, Raymundo Gleyzer, 1973) articuló nuevas
blicidad. Aunque en algunos casos esos proce­ formas colectivas de producción y de exhibi­
sos podían confluir (es lo que sucedió con So­ ción, al margen del circuito comercial aunque
lanas y con Fischerman), en el mediano plazo disputándole cierta franja de sus espectado­
terminaron por dividir aguas. Mientras la pro­ res. En Europa, Godard había roto no sólo con
fesionalización sirvió para consolidar la activi­ el cine industrial sino también con la Nouvelle
dad dentro del cine comercial, la politización Vague y había fundado el colectivo cinemato­
llevó a algunos cineastas hacia los márgenes gráfico Dziga Vertov, integrado por militantes
de la industria y más allá. A esos márgenes hay de diversas organizaciones maoístas. El pro­
que sumar, también, la presencia débil pero in­ grama del grupo consistía en realizar filmes
soslayable de un cine experimental volcado a que provocasen intervenciones críticas cues­
los ensayos formales a la manera del New tionando el aparato cultural, social y político.
American Cinema o el cine europeo de van­ Sus acciones se dirigían contra la burguesía y
guardia. Si la Generación del 60 todavía podía el revisionismo, por un lado, y contra las for­
pensarse como una renovación en diálogo con mas cinematográficas convencionales, por
algunos presupuestos del cine tradicional, en otro. "Quien dice contenido nuevo debe decir
la década del 70 el territorio del cine se frac­ formas nuevas, quien dice formas nuevas de­
ciona de manera insalvable: desde distintos be decir nuevas relaciones entre contenido y
frentes, tanto el cine político como el cine ex­ forma", explicó Godard2. El concepto de Ter­
perimental proponen una alternativa que no cer Cine, acuñado por Solanas y Getino, ex­
circula por los carriles del cine industrial ni por pone esa actitud: ni el cine industrial que co­
los carriles renovadores de los jóvenes de la pia el modelo de Hollywood, ni el cine de au­
T he pla yer s v s . á n g e l e s c a íd o s Generación del 60 sino que instaura un nuevo tor que pretende un modelo burgués inde­
A lber to F isc h e r m a n - 1 9 6 8 espacio en abierta beligerancia con aquéllos1. pendiente (y cuya renovación, como en el ca-

/"7
so de la Generación del '60, se mantiene den­ o la exploración formal con la provocación, el
tro de los márgenes del sistema), sino una ter­ cineasta Silvestre Byrón escribió: " El Modo de
cera alternativa: un cine de descolonización Representación Opcional funda un cuarto ci­
que opone "al cine industrial, un cine artesa- ne. El experimentalismo, el video-arte, lo por-
nal; al cine de individuos, un cine de masas; al no, la tesis integran esa modalidad; lo under­
cine de autor, un cine de grupos operativos; al ground en tanto espacio incondicionado
cine de desinformación neocolonial, un cine -opcionalidad contrastada al oficialismo y la
de información; a un cine de evasión, un cine oposición de la imagen- donde la libertad es
que rescate la verdad; a un cine pasivo, un ci­ condición de condiciones. O donde la imagen
ne de agresión; a un cine institucionalizado, está en trance, sin destino prefijado, siendo
un cine de guerrillas; a un cine espectáculo, objeto de interés en sí misma. Librado a su
un cine de acto, un cine de acción; a un cine opcionalidad, el MRO califica el 'es1 de la
de destrucción, un cine simultáneamente de imagen sobre el 'debe ser' del MRI"4.
destrucción y de construcción; a un cine he­ Si la Generación del 60 todavía creía posible
cho para el hombre viejo, para ellos, un cine a una renovación aliada a algunas zonas de las
la medida del hombre nuevo: la posibilidad estructuras tradicionales del cine, a fines de
que somos cada uno de nosotros"3. esa década y comienzos de la siguiente, el pa­
En cambio, el cine experimental (Film- norama se había modificado sustancialmente.
Gaudí, Claudio Caldini, 1975; Come Out, Las formas convencionales de producción y de
Narcisa Hirsch, 1972; Mimetismo, Marie exhibición ya no parecían dejar lugar para pro­
Louise Alemann, 1977; Quién es esa loca, yectos medianamente provocadores o que se
Horacio Vallereggio, 1975; Point Blank, Sil­ situaran más allá de sus márgenes. Por ejem­
vestre Byrón, 1972), vinculado en su origen plo, una compañía productora como Aries
con las artes plásticas, tendió hacia el indivi­ (fundada por los cineastas Fernando Ayala y
dualismo y a dar la espalda a cualquier forma Héctor Olivera), nunca buscará funcionar co­
de cine convencional, como si fueran activi­ mo los productores independientes de la déca­
dades sin una medida común y que sólo da del 60 sino que intentará reproducir los me­
compartieran el mismo soporte. Las búsque­ canismos del viejo sistema industrial y llegará a
das del cine experimental no apuntaban a un poseer, incluso, sus propios estudios (los Estu­
nuevo tipo de representación sino a cuestio­ dios Baires). La producción del período perma­
nar las bases mismas sobre las que se había nece aferrada a un historicismo escolar o a un
apoyado la representación cinematográfica costumbrismo chato y retrógrado, carentes de
entendida en un sentido narrativo. Incluso, se toda preocupación formal: La fidelidad (Juan
llegó a emplear la expresión Cuarto Cine pa­ José Jusid, 1970), El santo de la espada (Leo­
ra hacer referencia a lo experimental como poldo Torre Nilsson, 1970), Argentino hasta
espacio autónomo y diferenciarlo de la alter­ la muerte (Fernando Ayala, 1970), Crónica
nativa que proponía el cine político. Frente a de una señora (Raúl de la Torre, 1971), La
lo oposicional, que confronta con el cine do­ tregua (Sergio Renán, 1974) o La Mary (Da­
minante, lo opcional, que designa una pura niel Tinayre, 1974), por mencionar unas pocas.
alteridad. Adaptando las categorías de Noel Sólo dos cineastas notables, surgidos en las
Burch (el MRI: Modo de Representación Insti­ postrimerías de la generación del '60, logran
tucional) y mezclando de manera un poco realizar filmes de excepción: Leonardo Favio
confusa lo experimental con lo underground (Crónica de un niño solo, 1965; El román-
ce del Aniceto y la Francisca, 1967; El de­
pendiente, 1968) y Hugo Santiago (Inva­
sión, 1968) trabajan dentro de esas estructu­
ras de producción y distribución, aunque des­
de un lugar excéntrico que logra mantenerse
ajeno a todos sus clichés5.
El proyecto del Grupo de los Cinco surgió
en 1968 como una alternativa al sistema
convencional de producción y distribución;
sin embargo, ya desde su nacimiento es un
intento anacrónico: si por un lado intenta
realizar un cine de autor, al mismo tiempo
pretende obtener la misma rentabilidad que
los filmes comerciales. Es decir, un cine inde­
pendiente pero con una estrategia de distri­
bución en común que no repitiera la relación
ingenua y desigual que la Generación del 60
había mantenido con los circuitos de exhibi­
ción. Los directores del Grupo de los Cinco
(Alberto Fischerman, Ricardo Becher, Raúl de el Grupo de los Cinco tampoco pretendía ge­ T he p la yer s vs. Á n g eles c a íd o s
la Torre, Juan José Stagnaro y Néstor Pater- nerar -como el cine experimental o el cine A lber to F is c h e r m a n - 1 9 6 8
nostro) pensaron en aprovechar la experien­ político- otros circuitos de exhibición. Su tí­
cia adquirida en el cine publicitario para con­ mida apuesta consistió en generar alternati­
feccionar y promover sus productos de ma­ vas de producción y de distribución (prescin­
nera eficiente. De la Torre, por ejemplo, de­ diendo de un productor y creando una com­
claró que habían encargado un costoso estu­ pañía de distribución) que permitieran seguir
dio de mercado "que escandalizó tanto a los beneficiándose con los mismos espacios de
cineastas puros como a los comerciales" y exhibición del cine comercial. El resultado
que tenía por finalidad anticipar las preferen­ fue una serie de películas que no tuvieron
cias del público y diseñar estrategias de pro­ buena repercusión en el público6. Aunque tal
moción. El intento fracasó rápidamente lue­ vez no fue sólo ese carácter anacrónico lo
go de que cada uno de ellos dirigiera su ope­ que determinó su corta vida. Más allá de afi­
ra prima: The Players vs. Angeles caídos nidades personales, no hubo ninguna volun­
(Alberto Fischerman, 1968), Tiro de gracia tad estética compartida. La única cohesión
(Ricardo Becher, 1968), Mosaico (1968, era un débil frente común de di recto res-pro­
Néstor Paternostro), Juan Lam aglia y Sra. ductores ante los mecanismos institucionali­
(Raúl de la Torre, 1969). El film El proyecto, zados de distribución.
de Juan José Stagnaro, en cambio, nunca lle­ A la cabeza de ese grupo, The Players vs.
gó a concluirse y el cineasta debutó años Angeles caídos suponía, sin embargo, una
después con Una mujer (1975). Menos apuesta enérgica que excedía los postulados
complejo que la Generación del 60 en su conjuntos: la obra que debía anunciar la exis­
propuesta estética, y con menos recursos tencia de una operación colectiva invalidaba
que las estructuras industriales tradicionales, los limitados alcances de la propuesta artística
vs. Angeles caídos haya sido la expresión
más radical del cine argentino hasta ese mo­
mento"7.

II

En The Players vs. Ángeles caídos dos gru­


pos de actores se disputan el espacio de un
abandonado set de filmación: los buenos son
los Players, cuya llegada obligó a los malos,
los Ángeles caídos, a refugiarse en las galerías
altas del estudio mientras planean distintas
estrategias para reconquistar su territorio. A
partir de esa mínima trama, Fischerman refle-

T he p la yer s v s . Á n g eles c a íd o s del grupo (antes, incluso, de que ésta se pu­


A lber to F isc h e r m a n - 1 9 6 8 siera en funcionamiento). En el panorama he­
terogéneo de fines de la década del '60 y co­
mienzos de los años '70, el film de Fischerman
se convirtió rápidamente en un punto de refe­
rencia obligado para la constitución de una
estética alternativa, no sólo porque era un lu­
gar de múltiples cruces (el Grupo de los Cin­
co, el cine político, el cine experimental) sino,
sobre todo, porque reenviaba todas esas lí­
neas en una dirección original. Al revisar la
producción del Grupo de los Cinco, Rafael Fi-
lippelli destaca la singularidad de este film xiona de una manera lúdica acerca de los lími­
frente a las otras películas que, vistas a trein­ tes de la creación estética y las relaciones de
ta años de distancia, revelan una propuesta poder. En un prólogo se definen los dos ban­
mucho más convencional que la anunciada en dos y los Ángeles caídos estipulan las condi­
su momento: "The Players vs. Angeles caí­ ciones de posibilidad del film. Luego se eclip­
dos fue la única película del Grupo de los Cin­ san y los Players pasan a primer plano. Se ha­
co que puso de manifiesto una decidida voca­ ce el inventario de unos materiales informes,
ción experimental, no por la utilización de al­ en una serie de secuencias que dramatizan
gunos procedimientos, sino como programa afectos primarios, desde el despertar hasta el
estético. Muy probablemente, The Players sueño, y que sirven para presentar a los intér­
pretes (primero de a uno, luego en pareja, fi­ que esos materiales se procesan en la realiza­
nalmente por tríos): son pequeños juegos tea­ ción de la película. Pero significativamente,
trales, dramatizaciones improvisadas, intros­ Fischerman desmonta la estructura de mise
pecciones espontáneas que ensayan emocio­ en abíme tal como aparecía en Shakespeare:
nes elementales. De la fantasía onírica se pa­ elimina los encuadres inclusivos y presenta
sa al puro artificio mediante una toma que sus tres series en un mismo nivel. Es decir que
muestra a los actores en el set, entregándose los elementos ya no se articulan en un orden
a un número musical, mientras son captura­ geométrico según una dominante, sino que
dos por la cámara: una estética televisiva y pu­ se acumulan de manera desjerarquizada co­
blicitaria reúne a los siete Players para sumer­ mo en un patchwork de líneas narrativas. Es
girlos en una impostada cotidianeidad de jin­ un desplazamiento leve pero produce conse­
gles y soap operas mientras parecen buscar cuencias notables, porque permite que los
un tema que proporcione el motivo de su reu­ bloques se entrecrucen en vez de encerrarse
nión. Lo artificial deviene ficción en los ensa­ unos dentro de otros. Y, finalmente, en la se­
yos sobre La tempestad, de William Shakes­ cuencia de "La fiesta de los espíritus", todas
peare, donde la puesta en escena y el monta­ las series confluyen y se superponen dentro
je se vuelven inconfundiblemente cinemato­ de un mismo espacio. En lugar de ficciones
gráficos8. En algún momento, cerca del final, subordinadas que escenifican la miniatura de
los Ángeles caídos atacan a los Players y vio­ una estructura dramática mayor, hay una mu­
lan a una de sus mujeres; más adelante, éstos tua sobredeterminación que conduce a un
matan a uno de los Ángeles que tenía amo­ paroxismo de la puesta en escena. La clave
ríos con otra de sus mujeres. Todo culmina en del film está en la variación de sus recursos y
"La fiesta de los espíritus" (rodada con cáma­ en la facilidad con que traspasa las fronteras
ras simultáneas por los cineastas del Grupo de entre ellos: improvisación y recitado, artificio
los Cinco), que confunde el clímax narrativo y espontaneidad, sonido directo y playback,
con la celebración por el final del rodaje y le montaje y continuidad, documental y ficción.
permite al director recapitular sobre todos los Se podría decir que The Players vs. Angeles
procedimientos que fueron puestos en juego. caídos es una película sobre lo que es hacer
De modo que, sobre el cierre del film, también una película.
el artificio de la ficción es desmontado para Como en toda opera prima, es visible aquí
hacer surgir la tensión entre el espacio diegé- la influencia de aquellos directores que Fis­
tico y el espacio fuera de cámara, entre el cherman admira, un grupo heterogéneo de
mundo ficcional y el mundo real. Dentro de poéticas que, a fines de los años '60, consti­
ese marco, el epílogo escenifica un debate so­ tuían la modernidad cinematográfica: Jean-
bre el conflicto entre la libertad de expresión Luc Godard y la Nouvelle Vague, John Cassa-
del artista y la normativa de la institución es­ vettes y el New American Cinema, Vera Chiti-
tética. lova, Jerzy Skolimowski, Antonioni, Fellini,
El film opera en tres líneas simultáneas que Bergman. Con The Players vs. Ángeles caí­
deberían ser, en verdad, estructuras de inclu­ dos, el cine argentino sintoniza (aunque tar­
sión: los ensayos de La tempestad a cargo de díamente) con los nuevos cines del mundo y
los Players; las disputas que ese grupo de in­ toma contacto con las experiencias musicales,
térpretes libra contra los Ángeles caídos por plásticas o teatrales de la vanguardia. El extre­
el control del espacio escénico; la manera en mismo del film presupone una convención

/^7
fuertemente consolidada a la que niega pero mada pone de manifiesto su incomensurabi-
sobre la cual, a la vez, se recorta. Su oposición lidad irreductible y, por lo tanto, obliga a un
consiste en confrontar un tipo de discurso fíl- esfuerzo de visión para construir un sentido
mico excesivamente estructurado contra (dado que el sentido supone un espacio ho­
aquello que más teme: la improvisación, la au­ mogéneo donde pueda funcionar como un
sencia de una narración ordenada, la disper­ continuo). Esa misma discontinuidad se apli­
sión, lo inorgánico. The Players vs. Ángeles ca a los espacios donde transcurre el film. Se
caídos revela de qué modo el cine dominante trata siempre de un mismo lugar (el set de fil­
sólo puede imponerse a través de la exclusión mación) que, sin embargo, muta continua­
de toda otra forma de representación alterna­ mente y permanece como un espacio infor­
tiva y, en este sentido, inaugura una mirada, me: nunca es posible conocer sus dimensio­
antes desconocida para el cine argentino, so­ nes, su orientación o la relación entre sus di­
bre qué debe ser y qué debe hacer un film. ferentes sectores. Las primeras dos escenas,
Fischerman revierte todos los mecanismos por ejemplo, muestran sendos despertares
con que el discurso realista logra su fluidez y, (un hombre solo, una pareja) en habitaciones
usándolos en contra de ese mismo discurso, distintas; pero luego, una panorámica une las
produce su "desarticulación" para dejar a la dos habitaciones y revela que conformaban
vista los dispositivos que lo sostienen y le dan un mismo espacio. Por otro lado, desde un
continuidad. La noción de discontinuidad punto de vista estructural, la planificación ha­
aparece trabajada en un doble sentido. Por ce un extendido uso del falso raccord y del
un lado, desde el punto de vista de la repre­ montaje discontinuo. De este modo, en lugar
sentación, se diluye la distancia entre el con­ de suturar el hiato inevitable del cambio de
texto real y el contexto imaginario de la obra. planos para producir una superficie fluida
Sin abandonar nunca su vocación de artificio, (que permitiría una lectura de la secuencia vi­
la película utiliza una locación real (el estudio sual sin saltos), el corte introduce permanen­
de filmación), aprovecha las improvisaciones temente una interrupción: por congelado de
o los momentos en que los intérpretes no ac­ imagen, por intercalación de pantallas en ne­
túan e incorpora a su ficción momentos del gro o por simple ausencia de raccord. Pero
rodaje. Resulta difícil definir qué acciones Fischerman no sólo hace visible el corte para
fueron puestas en escena para la cámara, evitar la compatibilidad de dos planos en su­
qué acciones fueron capturadas por la cáma­ cesión sino que, incluso, introduce el corte
ra e, inclusive, qué acciones fueron realizadas dentro de un mismo plano para generar un
para que presenten un aspecto de esponta­ cortocircuito allí donde la imagen hubiera
neidad. No es sólo que se quiebra la distancia discurrido como un continuo de manera na­
entre el registro ficcional y el documental si­ tural. El mismo encuadre, el mismo espacio y
no que, al nivelarlos y al establecer una circu­ el mismo personaje pero realizando una ac­
lación fluida e indiferenciada entre ambos, no ción distinta: a diferencia del fundido enca­
proyecta una superficie visual uniforme sino denado que permitiría mostrar el paso del
un territorio escarpado asediado por los sal­ tiempo como un flujo continuo, aquí es una
tos narrativos y los cambios de tono. Dicho aceleración brusca que empuja al plano en
de otra manera: lejos de establecer una con­ un salto hacia adelante. No captura el tiempo
tinuidad, la ausencia de una separación níti­ sino que lo desgarra. De la misma manera,
da entre la situación profílmica y la escena fil­ cuando los Players cantan en playback, la cin­
T he pla yer s v s . Á n g e le s c a íd o s
A lber to F isc h e r m a n - 1 9 6 8

ta se detiene o hace que rostros masculinos diversas líneas de pensamiento, son los pro­
entonen una voz femenina y viceversa. El pios filmes los que se proponen como una re­
montaje, entonces, funciona sobre un princi­ flexión sobre sus modos de producción de
pio general de discontinuidad ya que, en vez sentido. Para la teoría cinematográfica, eso
de ligar los planos, coloca obstáculos entre permite incorporar la reflexión sobre cultura
ellos; pero al mismo tiempo, puesto que re­ de masas a la discusión ideológica y utilizarla
sulta inevitable leer allí una sucesión, es el es­ contra los mecanismos del cine-espectáculo.
pectador quien debe orientar la secuencia en Si el marxismo habilita un proceso de concien-
alguna dirección más definida. tización y de reflexividad, el estructuralismo
El film opera a partir de un distanciamien- permite ver el funcionamiento de la obra co­
to y un desmontaje generalizados, aprendidos mo un sistema de relaciones variables. Signifi­
en un cruce de Brecht con el estructuralismo cativamente, las nociones de "conciencia" y
y cuyo propósito -en los términos de Barthes- de "estructura" aparecen unidas en un mis­
es, justamente, "reconstruir el 'objeto', de mo sintagma en el título de un libro de Oscar
modo que en esta reconstrucción se manifies­ Masotta que es, junto con Eliseo Verón, uno
ten las reglas de funcionamiento (las 'funcio­ de los impulsores del estructuralismo en la Ar­
nes') de este objeto"9. En esa intersección de gentina: en sus trabajos se advierte que las
T he pla ye r s v s . Á n g eles c a íd o s
A lber to F isc h e r m a n - 1 9 6 8

conexiones del análisis estructural con el mar­ sonajes, que pasan a funcionar como actan-
xismo (a través de Althusser) y con el psicoa­ tes de identidad variable. Esa negatividad crí­
nálisis (a través de Lacan) forman parte de un tica que el film importa de las poéticas van­
mismo horizonte de época. guardistas impide que la atención del espec­
Este entorno ideológico es una presencia tador sea absorbida por la representación y
fuerte en The Players vs. Ángeles caídos y sea fijada de manera pasiva. Pero lo curioso,
se traduce en sus operaciones estéticas: inte­ en Fischerman, es que el carácter participati-
rrupción del flujo visual por cortes internos al vo de la obra parece tensionarse entre una
plano, discontinuidad del montaje que rom­ forma de construcción conciente de sí y el
pe el raccord entre planos, asincronía entre abandono al caos de una ceremonia colecti­
imagen y sonido, fragmentación dramática va más o menos informe. Entre el control ra­
de modo tal que las acciones quedan despro­ zonado sobre los materiales y una actitud
vistas de un vínculo lógico de causa-efecto, aleatoria o indeterminada, muy presente en
ausencia de linealidad y teleología del relato, las estéticas de la época; es decir, entre el an-
indeterminación de códigos interpretativos ti-ilusionismo dialéctico y programático de
debido a la imposibilidad de diferenciar entre Adorno y la espontaneidad alógica y dionisía-
el regímen de ficción y lo no ficcional, des­ ca de las "iluminaciones profanas" que Ben­
montaje de la unidad psicológica de los per­ jamín exaltó en las vanguardias.

P * ¡
III ces se lo asoció con el cine experimental,
nunca formó parte de esa tendencia. Narcisa
Frente a la forma dominante de represen­ Hirsch, una figura representativa de ese mo­
tación del cine realista clásico, el modernismo vimiento, niega claramente la influencia o la
eligió un modelo crítico que derivó hacia lo pertenencia de Fischerman, aun cuando re­
que Wollen denominó counter-cinema, que conoce rasgos experimentales en The Pla­
explica el surgimiento de un grupo de filmes yers vs. Ángeles caídos. Desde esa pers­
comprometidos con el radicalismo político y la pectiva, el film resulta todavía tributario de
experimentación formal en abierto enfrenta­ un formato convencional de representación
miento con el cine convencional. A partir de que el experimentalismo rechaza11. Por otro
un juego de oposiciones, Wollen destaca la lado, su inflexión política entre líneas nunca
interrogación crítica que el counter-cinema di­ llega a convertirlo en un film militante. Aun­
rige a los códigos del cine narrativo de Holly­ que tanto Fischerman como Solanas incorpo­
wood: transición narrativa (exposición lineal y ran ciertos mecanismos publicitarios y traba­
teleológica); identificación emocional con los jan sobre formas abiertas, la relación entre
personajes; transparencia de la representación estética y política es claramente diferente e,
(enmascaramiento de los medios de produc­ incluso, antagónica.
ción); espacio diegético simple, unificado y Así como para Solanas y Getino La hora
homogéneo; clausura textual de una ficción de los hornos es un film act o una film ac-
que funciona de manera autónoma y armóni­ tion, The Players vs. Ángeles caídos podría
ca; promoción de un placer narrativo que definirse, por oposición, como una action fil-
tranquiliza al espectador. La pregunta es: ¿có­ ming. Si bien ambos conceptos rescatan el
mo denunciar la opresión sin reproducir sus carácter inconcluso y participativo de la obra,
mecanismos?, ¿cómo formular ideas revolu­ la noción de film action pone el acento en la
cionarias sin articular un nuevo lenguaje? vocación abiertamente militante: se trata de
En Latinoamérica, los postulados del coun­ un objeto en movimiento construido para de­
ter-cinema encarnaron en ciertas películas del rivar en una práctica política concreta. Allí,
llamado Nuevo Cine Latinoamericano: aque­ entre ambos momentos, hay una continui­
llas que intentaban eludir las restricciones del dad activa que los involucra en una misma
neorrealismo tal como era usualmente tradu­ entidad. Lo que interesa no es la película sino
cido en la región (acercándolo al estilo del el acto vivo de su proyección: "El film se nie­
realismo socialista y, por lo tanto, transfor­ ga como tal, se abre ante los participantes y
mándolo en una forma reaccionaria que se se asume como acto"12. La film action no es­
excusaba en una voluntad instrumental de tablece más que una distinción programática
testimonio y denuncia) o, al menos, combi­ entre el objeto película, la toma de concien­
narlo con un estilo más experimental10. The cia y los hechos revolucionarios que deberían
Players vs. Ángeles caídos no pertenece ni sucederse como una consecuencia natural.
al Nuevo Cine Latinoamericano ni al movi­ Lo que denomino action filming, en cambio,
miento de cine experimental. Pero Fischer­ resalta el modo en que el azar, la velocidad y
man tensa esos dos polos: no porque se co­ la espontaneidad de la producción se incor­
loque a mitad de camino, sino porque se si­ poran al objeto: a la manera de la action
túa a la misma distancia por afuera de am­ painting, es una especie de derrame en don­
bos. Por un lado, a pesar de que muchas ve­ de la obra cede al repentismo de la inspira­
ción. Hay un movimiento fluido que envuelve la opción por Godard porque indica un cam­
al artista con la obra. En lugar de desbordar bio notable frente al modelo de Antonioni
la película hacia una acción posterior -como que, apenas unos años antes, caracterizaba a
en el caso de la film action-, en la action fil- muchas elecciones de la Generación del 60.
ming el proceso de realización desborda so­ En Antonioni hay, ciertamente, un brusco
bre la obra. El resultado sigue siendo un ob­ cambio de estilo respecto del cine anterior;
jeto artístico cerrado sobre sí mismo aunque, pero con Godard se produce una ruptura ra­
a diferencia del cine clásico, hay algo del pro­ dical, como si el cine recomenzara desde otro
tocolo estético que se ha desplazado desde el lugar, apoyándose sobre nuevas premisas
film hacia el hecho de su realización. Hay una creadoras.
autonomía formal de la obra que no está En ese desmontaje de los códigos de repre­
destinada a construir un modelo a espaldas sentación tradicionales, Fischerman interroga
del cine dominante (como en el cine experi­ los supuestos sobre los que se han apoyado
mental), sino a confrontar con él a partir de la realización cinematográfica y el lenguaje
su deconstrucción crítica (como en el cine po­ fílmico. "No es una imagen justa, sino justa­
lítico). mente una imagen", se lee en un ¡ntertítulo
En ese punto, Fischerman se aproxima al de Viento del Este. Esa misma denuncia
Godard anterior a Viento del Este (Vent sostiene la crítica del ilusionismo en The Pla­
d'est, 1969), lo cual explica la apropiación de yers vs. Ángeles caídos: se trata de demos­
ciertas consignas modernistas acerca de la re­ trar que no hay una verdad exterior que las
presentación y la narración que el counter-ci- imágenes vendrían a revelar con precisión si­
nema define de manera más violenta y más no, más bien, un sentido incierto que las imá­
abiertamente política (aunque también, a genes no dejan de construir. Nunca se esta­
menudo, de una manera más esquemática blece claramente qué hacen los Players en el
que no logra integrar su doble estrategia de estudio cinematográfico; ni siquiera ellos mis­
radicalización): crítica de la unidad, la conti­ mos parecen saber por qué están ahí: aban­
nuidad y la clausura narrativas que proporcio­ donados a su suerte en esa galería desierta,
nan una falsa totalidad armónica, cuestiona- aislados del mundo exterior, forman una co­
miento de las estrategias de transparencia munidad autosuficiente obligada a hurgar
que borran la materialidad del film y sus con­ entre los restos de un naufragio para cons­
diciones de producción, rechazo de los códi­ truir alguna idea de cotidianeidad. En deter­
gos de verosimilitud que promueven una minado momento, un camión llega desde la
aceptación pasiva del mundo ficcional. Hay, nada, atiborrado con objetos de utilería: vali­
obviamente, un límite que Godard traspasa jas, sillones, un casco de soldado romano, un
en Viento del Este, mientras que Fischer­ retrato de Enrique Serrano, capelinas, gale­
man permanece del lado de acá. Es evidente ras, capas, el brazo de un maniquí, una piel
que The Players vs. Ángeles caídos en­ de leopardo. Con todos esos objetos, los Pla­
cuentra su modelo más atrás, en Una mujer yers se disfrazan y se transforman. Es que la
es una mujer (Une Femme est une femme, galería es un espacio no regulado y los acto­
Jean-Luc Godard, 1961): el genéro musical, el res se mueven por sus pasillos buscando apa­
sistema de citas, los mecanismos de interpre­ rejos o utensilios para adaptarlos a un nuevo
tación actoral, el tono lúdico y desenfadado. uso. Tal vez estén ahí simplemente para ensa­
Sin embargo, aun con ese desfasaje, interesa yar una obra de Shakespeare; o tal vez hayan

[ a ]
encontrado el libro entre los trastos y los de­
sechos y pensaron que era la Biblia de una ci­
vilización desaparecida. Todas las explicacio­
nes están allí, y por eso ellos leen sus páginas
como teólogos que buscaran desentrañar al­
gún sentido en un texto fundamental.
El primer impacto del modernismo en el ci­
ne fue en los años '20 (por un lado, los van­
guardistas parisinos como Fernand Léger, Re-
né Clair, Man Ray o los abstractos alemanes
como Hans Richter; por otro lado, la escuela
soviética encabezada por Eisenstein). Sin em­
bargo -sostiene Wollen-, se trató de un con­
tacto superficial y fue abortado en la década
siguiente con el surgimiento del nazismo, la
consolidación del realismo socialista, la apari­
ción del cine sonoro y la rápida expansión del
cine norteamericano. En ese contexto, domi­
nado por el cine de Hollywood, "un director
como Orson Welles podía parecer un innova­
dor, un experimentalista peligroso, Rossellini
un revolucionario, Humphrey Jennings un
poeta"13. El verdadero cambio en la historia
del cine debió esperar otros desarrollos que
tendrán lugar décadas más tarde: por un la­
do, la aparición del cine underground, en es­
pecial el norteamericano (lo que luego Wo­
llen denominó vanguardia pictórica), y, por
otro lado, la Nouvelle Vague y los directores
post-godardianos como Glauber Rocha, Du- material para evitar cualquier atribución de T he p la yer s vs. Á n g e le s c a Id o s
san Makavejev, Alexander Kluge o Bernardo sentido a la imagen. Frente a ese completo re­ A lber to F is c h e r m a n - 1 9 6 8
Bertolucci (a quienes calificó como vanguar­ chazo de la narración, Wollen (como también
dia literaria). Stephen Heath, aunque desde una perspecti­
Para la vanguardia pictórica -a menudo do­ va diferente) considera que el anti-ilusionismo
minada por un "materialismo ontológico"- la modernista debería cruzarse con la referencia-
narración es un elemento exterior, que fue im­ lidad propia del cine en una "estética post-
puesto por la escuela realista y que ha obtura­ brechtiana". Intentando superar el ontologis-
do las auténticas posibilidades de expresión mo baziniano, el materialismo ontológico no
del cine. Por lo tanto es completamente ajena hace otra cosa que reemplazar la subordina­
a cualquier caracterización de la identidad del ción del film al evento profílmico por una con­
film. El "film puro" insiste en ciertas tenden­ cepción esencialista de los materiales. La esté­
cias de la pintura abstracta: no narra, no re­ tica post-brechtiana, en cambio, propone un
presenta y se sostiene sobre la opacidad del anti-ilusionismo que no abandona la repre-
sentación sino que muestra los procedimien­ esa magia que embelesa para hacer ver. Si
tos que la articulan. engaña a los náufragos es sólo para revelar­
The Players vs. Ángeles caídos partici­ les sus trucos y enseñarles una lección. En al­
pa, a su modo, de ese difundido debate de fi­ gún momento llama "tramoya insustancial"
nes de los años '60 y principios de los '70 a su arte y luego, cuando consigue su objeti­
acerca del tipo de ruptura que el cine moder­ vo, abjura de esa "magia tosca" porque sabe
no debía instrumentar en contra del cine clá­ que la fascinación que produce es efímera e
sico. Sin duda, la elección y el uso de la obra irreal. Próspero vive su destierro en la isla co­
de Shakespeare están determinados por ese mo una pesadilla de la que no puede desper­
anti-ilusionismo brechtiano. Próspero es una tar, se toma venganza con encantamientos
metáfora del artista que maneja a conciencia que vuelven a colocar las cosas bajo la luz de
los alcances y efectos de su arte. El saber que la verdad y, finalmente, cansado de tanta fic­
Próspero ha aprendido de los libros, en La ción, pide a los espectadores que lo liberen
tempestad, hace de él un ilusionista sólo pa­ del hechizo del teatro. Del mismo modo, Fis­
ra desmontar mejor lo ilusorio: es un mago cherman pone en evidencia los mecanismos
pero, antes que nada, es el que sabe y usa ilusionistas del cine mediante una crítica de

T he pla yer s v s . Á n g eles c a Id o s


A lber to F isc h e r m a n - 1 9 6 8
los mismos artificios que producen esa ficción engaño. Todo está a la vista: la producción de
de unidad y fluidez: montaje discontinuo, so­ la ilusión y su crítica se inscriben juntas en la
nido fuera de sincro, decorados que no ocul­ imagen. Por eso, todo resulta excesivamente
tan su condición artificial, incorporación del natural y excesivamente artificial a la vez (co­
espacio detrás de cámara. El movimiento del mo en la publicidad); cada término es un dis­
film va y viene permanentemente entre la re­ positivo de amplificación del otro. Así, sin re­
presentación y la puesta en evidencia de los nunciar a los modos tradicionales del relato,
resortes que la hacen posible. Fischerman muestra permanentemente su re­
El desmontaje de la ilusión (el film dentro vés de la trama.
del film) es un tópico reiterado en el cine de la En vez de suprimir o negar la noción de na­
segunda mitad de siglo, que pronto se crista­ rración, The Players vs. Ángeles caídos pro­
lizó, se canonizó y se incorporó a la retórica pone -alineándose parcialmente con el mo­
de la ficción; pero Fischerman no incurre en el dernismo de Stephen Heath en "Narrative
lugar común de mostrar la representación por Space"- un uso negativo o crítico de la narra­
un lado y la situación de rodaje detrás de cá­ ción. Para Heath, la narración no es exterior al
mara por otro, tal como se presenta vulgar­ cine sino que, al contrario, sólo es posible de­
mente ese distanciamiento. Cuando eso suce­ finir un counter-cinema a través de la narra­
de, la ficción y la no ficción permanecen co­ ción. El movimiento del plano, el movimiento
mo espacios separados: ese aislamiento es, de dentro del plano, el movimiento de un plano
hecho, la condición de posibilidad para po­ a otro confieren al film esa movilidad constan­
nerlas a dialogar. Ilusionismo y distanciamien­ te que fascina pero que, a la vez, amenaza
to son como el plano y el contraplano de una con una interminable dispersión; la narración,
conversación entre extraños, porque su simul­ por su parte, permite aglutinar las mutaciones
taneidad aparente no es sino la consecuencia de la imagen y sostener la mirada del espec­
de un ordenamiento sucesivo. En The Pla- tador por sobre la inestabilidad del plano. Na­
yers vs. Ángeles caídos, en cambio, la loca­ rración y espacio son, así, los dos términos de
ción nunca intenta disimularse como decora­ una dialéctica que alcanza su síntesis en la
do (no se trata de reproducir un estudio; es un unidad superior del film. "El relato contiene la
estudio), el nombre de los personajes coincide movilidad que podría amenazar la claridad de
con el de los actores y el punto de pasaje en la visión en una constante renovación de la
donde una situación profílmica deviene esce­ perspectiva; el espacio se convierte en lugar
na dramática es indecidible. No hay revela­ -el relato como el lugar donde tiene lugar el
ción. El anti-ilusionismo de Fischerman no tra­ film - en un movimiento que no es otra cosa
baja a partir de una cómoda oposición, sino que la satisfacción de los ímpetus del Renaci­
que surge de una fusión violenta (véanse, por miento"14. Frente a ese espacio en movimien­
ejemplo, las escenas musicales con playback, to, el relato construye una línea de puntos es­
en donde lo que produce el extrañamiento es tables de orientación: la continuidad y la flui­
la imposible identidad de un rostro femenino dez del cine clásico se sostienen sobre la con­
doblado por una voz masculina; o "la Fiesta dición fundamental de una discontinuidad y
de los espíritus", en donde el objeto película una fragmentación que son suturadas a tra­
y la acción de su registro establecen el circui­ vés de la narración. Pero entonces, la narra­
to de un anillo de Moebius). No se oculta pri­ ción no es una imposición exterior que ven­
mero el artificio para luego mostrar que era dría a desviar el film de su pureza original, si­

f * 7
no que es un momento indispensable de su del relato y se vuelca hacia la desproporción.
constitución como forma discursiva. En lugar "El exceso -escribe Kristin Thompson- existe
de ignorar la narración y suprimir esa contra­ como una manera potencial de ver cualquier
dicción, un auténtico modernismo crítico de­ film, puesto que ninguna carga narrativa o
bería acentuar esa discontinuidad básica so­ cualquier otro tipo de motivación puede con­
bre la que se sostiene todo relato, volviéndola tener completamente la materialidad de las
perturbadora, desbordante e irrecuperable. Es bandas de imagen y de sonido. Un film pue­
decir, leyéndola en su negatividad15: no hay de promover procedimientos de visión que
aquí un reduccionismo narrativo sino un uso nos lleven a ignorar el exceso. El cine narrati­
dialéctico de la narración y, en este sentido, lo vo clásico de Hollywood intenta minimizar
que interesa son las potencias reprimidas que nuestra concentración sobre el exceso subor­
un aprovechamiento crítico pueda liberar. De dinando los aspectos materiales del film al flu­
manera similar, The Players vs. Ángeles caí­ jo narrativo [...] Otros filmes, en cambio, pue­
dos mina permanentemente los supuestos den redirigir nuestra atención desde una con­
narrativos cuidándose de no eliminarlos por centración exclusiva sobre la narración hacia
completo: narra todo el tiempo, pero de ma­ el estilo y el material no estructurado"16.
nera dispersa y desbordada. Como si intenta­ La película de Fischerman estableció los pa­
ra demostrar que es posible narrar continua­ rámetros de un nueva propuesta cinematográ­
mente sin llegar a construir nunca una histo­ fica que pronto fue adoptada por otros filmes
ria. Es más: como si el exceso narrativo fuera contemporáneos: Puntos suspensivos
el principal enemigo de la narración. (1971), de Edgardo Cozarinsky; Opinaron
(1971), de Rafael Filippelli; Alianza para el
IV progreso (1971) y La civilización está ha­
ciendo masa y no deja oir (1973), de Julio
Para Heath, lo que caracteriza al cine clási­ Ludueña; La familia unida esperando la lle­
co no es tanto su pretensión de transparencia gada de Hallewyn (1971) y Beto Nervio
como el carácter aglutinador de la narración. contra el poder de las tinieblas (1978), de
No vuelve necesariamente invisibles las mar­ Miguel Bejo. Pero la importancia de The Pla­
cas de su producción sino que, ante todo, las yers vs. Angeles caídos es perceptible tanto
contiene y lo hace, por lo tanto, en un doble en aquellas vías que abrió como en aquellas
sentido: porque tiende a refrenarlas pero, que vino a clausurar. Si desempeña un papel
también, porque las incluye. Pero de la misma clave para los nuevos cineastas de comienzos
manera, entonces, si la narración resulta un de los años '70, no es sólo porque señala el ca­
componente básico en tanto funciona como mino de un cine diferente, sino también por­
un dique de contención, es porque en la base que instaura un punto de no retorno: luego de
de la representación cinematográfica hay un The Players vs. Angeles caídos (y a causa de
exceso fundacional que el cine clásico logra ella) una película de esas características ya no
acotar gracias a los dispositivos del relato. Y puede aspirar a una difusión comercial y una
ese exceso no sólo es un rasgo propio de to­ aceptación más o menos amplia. De hecho, ni
do discurso fílmico sino que es, precisamente, Cozarinsky, ni Bejo, ni Filippelli, ni Ludueña lo­
lo que define su función estética. En este sen­ graron estrenar sus primeras películas. Instala­
tido, The Players Vs. Ángeles Caídos es una dos en un borde cinematográfico, los nuevos
película excesiva que desborda los parámetros realizadores se enfrentaban con los modos de

[ * ]
producción industrial y con los circuitos comer­
ciales de exhibición. Lo que antes podía consi­ IiJ f r C lN E IQ K I ESTRENO EXCLUSIVO: ESPECIALMJsHTK INVITADA AL FESTIVAL DLCANNK.S 1974

derarse cine vanguardista, ahora -tal como lo RABICO * 9.34


í Un film escrito y dirigido por J. LUD UEÑ A

llamó Cozarinsky- era cine underground: la Rsswrv.lrop, $ 1.57 Desmmpo 28


Uv17.?4t..% 1.09 <á#Atora
LA CIVILIZACION ESTA
M C IE N D O M A S A Y N O
TOTAL *12-
ruptura ya no se plantea tanto como una I UtJA OIR t astmencolo'
j JUANA BULLRICM - IRMA BRANDEMAN
avanzada sobre un campo cinematográfico f CARLOS DEL BURGO - E.COZARINSKY
Música ROBERTO CAMALEON RODRIGUEZ - Coreografía LSTHER FERRANDO
fuertemente institucionalizado, sino como un TO D O ERA NORMAL EN A Q U E LLA CASA DE TO LE.
RAN CIA, H A S TA QUE... E S TA LLO LA REBELION
margen subterráneo que, en lugar de un fren­ JULIO LUDUEÑA y «¡ porqué d» m film:
JUANA BUl LRICM En LA CIVILIZACION ESTA LaRNwtltueló**•***«»lo«tabla-
te abierto de confrontación, define más bien IRMA BRANDEMAN.
CARLOS DEL
HACIENDO MASA V NO DE- c-da y cuando una pacta O* lar
JA 0,R‘' '* P*OM¡«uta» ¿acidan ratoaiaraa oa
8URGO, EDGARDO C02 A TflXSfLZdZX.XZ**'''
una línea de de resistencia. RINSKY, HILDA REYJA O
ARRIAZA. VITORIO BCRNI
rancia cumarqida aniw* propia* Yo traté de construir una coma-
laye», una lorma <* «tato* 0.a mualcat «tonda al tama tuar*
JORGE MAYES ««".o *•<•"*«■£?«»»• V DOr Útil y la p««K» drvart.da Crao
A veces, esos filmes fueron censurados por Fotografía en color:
F ELIX M^NTI
,rvfnod|Nc**>1*
panw an otro vida librad* c
Música: ROBCRTO ta*v
lo que se consideraba una ofensa a la moral CAMALEON RODRÍGUEZ ra*caunautopia .natew>*»bi*..

o por su carácter revulsivo en términos ideo­


lógicos; a veces, ni siquiera se los prohibió si­ Corrientes Exhibido»»
Cinematográfica S A .

no que, directamente, no interesaron a los 'EL SILENCIO ES SALUD*' Por nuestra propia salud pongámosle silencio al rumo

distribuidores. Se trataba de un cine político y


crítico pero en abierta discrepancia con los fil- MESON1ESPAÑOL ~
M ESONEROS M AYORES E L C A B A L L I T O “ G A U C H O " y Don G U Il,L E R M O M ACRO

L a c iv iliza c ió n e s tá h a c ien d o
MASA Y NO DEJA OIR
J u lio L u d u e ñ a - 1 9 7 3
mes supuestamente de denuncia que circula­ década del 60 y se asociaba a las nociones (o,
ban por los carriles comerciales convenciona­ más bien, a la divulgación y la trivialización de
les (como La batalla de Argelia, de Gillo las nociones) introducidas por el fenómeno
Pontecorvo, 1966 o Z, de Constantin Costa- del happening. Este término funcionaba co­
Gavras, 1969) e, incluso, con el cine militan­ mo un gran paraguas conceptual bajo el cual
te y de agitación a la manera de La hora de cabía de manera imprevisible y contradictoria
los hornos. Ciertamente, estas películas no todo aquello que fuera considerado joven,
desentonaban con el tipo de vanguardismo moderno, festivo, esnob, excéntrico, intras­
"pequeño burgués", propio del Instituto Di cendente, divertido o bohemio18. Pero ade­
Telia y tan cuestionado desde cierta izquierda más, los mecanismos del happening (en don­
radicalizada. El propio Fischerman definió a de la obra es desplazada por una idea de crea­
su película como un happening pesimista: ción entendida como proceso o evento coral,
"The Players vs. Ángeles caídos. Discurso participativo e indeterminado) sintonizaban
explícito sobre el actor quien, en sus improvi­ con ciertas tendencias que habían eclosiona-
saciones, cree ejercer una libertad que el do en el arte de la segunda mitad de siglo. La
montaje castrador hará aparecer como iluso­ aspiración de una obra abierta y colectiva
ria. Happening pesimista. Obvia referencia al aparecía como extremo y superación de una
Mayo de 1968, que se estaba desarrollando al curva del arte moderno que, partiendo del
mismo tiempo que la filmación, en las calles movimiento textual de Un coup de dés y pa­
francesas. Última película que se filmó en los sando por la definición de Duchamp sobre el
estudios Lumiton, la Isla de la Tempestad, el espectador moderno ("son los observadores
espacio escénico predestinado. El Gran Teatro quienes hacen los cuadros"), finalmente al­
del Mundo. Próspero, el demiurgo, el padre canzaba el sueño de Lautréamont acerca de
de Miranda, en suma, el director ausente, un arte hecho por todos.
omnipresente. Grupos rivales de actores-fan­ Sin que se los pueda asimilar rigurosamen­
tasmas disputándose la propiedad del estudio te a la escritura automática, a la música alea­
y de la emulsión"17. Hay, aquí, una manera toria, al free jazz o a la action painting, estos
política de pensar la estética. La noción de filmes toman de allí una misma actitud ante
happening establece un circuito fluido entre lo imprevisto y lo no intencional. Se mueven
formas alternativas de intervención política y entre la voluntad de narración y de represen­
formas de expresión contracultural: la rebe­ tación del cine, por un lado, y la improvisa­
lión parisina es pensada en los términos de ción, el repentismo, el flujo de la inspiración
una estética vanguardista, así como la pelícu­ y el abandono ante la lógica de los materia­
la se vincula con estrategias de intervención les propios del arte de vanguardia, por otro.
radicalizadas. En este sentido, Fisherman po­ Mantienen esos dos polos en tensión en el
dría haber dicho de su film que era una obra centro de la imagen cinematográfica. Y esa
de barricada. Contra la acusación de forma­ tensión irresuelta es una elección extrema
lismo vacío, The Players vs. Ángeles caídos puesto que rehúsa definirse; pero no porque
y los filmes underground afirman su "forma se coloque a mitad de camino entre el control
ideológica" en un sentido bajtiniano. Su con­ y el automatismo, sino porque los filmes in­
tenido radical es su formalismo radical. sisten en practicarlos al mismo tiempo. Se po­
La idea de un arte participativo era una pre­ dría decir que las películas no pretenden su­
sencia frecuente en los discursos de fines de la primir la narración a través de lo aleatorio si­
no que, justamente, ponen en escena esa do­ rante mucho tiempo pareció no tener conse­
ble aspiración del cine (como tensión irresuel­ cuencias. En efecto, la segunda mitad de los
ta) hacia la narración y hacia lo aleatorio. Ha­ años '70 estuvo dominada por el silencio que
cen del film un espacio de debate. la dictadura impuso sobre cualquier explora­
La noción de automatismo y de creación ción. En cambio, es evidente que la renova­
aleatoria son los bordes con los que coque­ ción de la década del 90 no hubiera existido
tean: un intento por probar la resistencia de sin el antecedente de ese cine underground.
ciertos procedimientos básicos de la represen­ Es que, efectivamente, el llamado Nuevo Ci­
tación cinematográfica cuando son exigidos ne Argentino ha reivindicado y reformulado
hasta el extremo de confrontarse con ese re­ muchas de las características de ese cine inde­
verso que la historia del cine ha construido co­ pendiente: filmes producidos por afuera de
mo ajenidad: ¿se puede plantear al film como los cánones industriales, con estrategias here­
proceso anárquico de creación colectiva?; ¿es dadas del cortometraje, rodados en fines de
posible abandonarse al juego puro de los ma­ semana por directores y equipos técnicos no
teriales sin pretender orquestarlos a través de profesionales. Picado fino (Esteban Sapir,
una mirada aglutinante?; ¿hasta dónde se 1996), Pizza, birra, faso (Adrián Caetano y
preservan el automatismo, la espontaneidad y Bruno Stagnaro, 1997), Rapado (Martín Rejt-
lo instantáneo si las distintas fases de la com­ man, 1992) y Silvia Prieto (Martín Rejtman,
posición tienden a imponer un cauce, un sis­ 1998), Mundo Grúa (Pablo Trapero, 1999) y
tema de conexiones y una teleología? Lo que El bonaerense (Pablo Trapero, 2002), Sába­
interesa, entonces, no es tanto la posibilidad y do (Juan Villegas, 2001), Tan de repente
el éxito de una narración aleatoria o una es­ (Diego Lerman, 2002) y Todo juntos (Federi­
tructura paramétrica sino, más bien, el desa­ co León, 2002) son algunos de los films de ese
fío de enfrentar al cine con eso que suele pre­ nuevo cine. Estas nuevas películas, frente a la
sentarse como radical otredad y que aquí apa­ tradición del cine argentino, plantean un nue­
rece como reverso constitutivo. Estas películas vo comienzo en la relación de las imágenes
liberan el ruido que subyace a toda narración; con lo real. Ha sido mérito del nuevo cine no
no lo utilizan como un ariete que vendría a ex­ transitar por los mismos caminos que ya había
pugnar la fortaleza de la representación clási­ fatigado el cine de los años '80. Sin duda, la
ca, sino que lo revelan como un impulso de consolidación de ese cambio consistirá en
dispersión que habitaba desde siempre en el profundizar sus presupuestos en la dirección
centro de ese sistema organizado y que sólo que reclamaba el cine underground: modos
ahora aparece como una potencia formal. de producción alternativos, experimentación
Rabiosamente contestatarias y experimen­ con nuevas tecnologías, originalidad de las
tales, estas películas rupturistas se reivindica­ perspectivas temáticas, audacia y rigor en la
ban como obras políticas porque eran arte de realización, asunción de riesgos en los plan­
vanguardia. Vistas a la distancia, se advierte teos narrativos, radicalización de las propues­
que están en el origen del cine independien­ tas estéticas. Entonces, se podrá empezar a
te en la Argentina: en los márgenes de la in­ contar otra historia.
dustria y de las formas convencionales, que­
dó establecido allí que forma estética y modo
de producción se determinan mutuamente.
La experiencia fue breve, sin embargo, y du­
Notas 5) Para un análisis del cine de esos años, véa­ entre las vanas ilusiones que provoca el arte y
se Raúl Beceyro, "El cine argentino y su públi­ el deseo del artista por producir una interven­
1) Sobre el mapa del cine argentino en los co", en Ensayos sobre cine argentino, Santa ción en el mundo. Hasta donde es posible ha­
años '60, véase Simón Feldman, La Genera­ Fe, Universidad Nacional del Litoral, 1986. blar de correspondencias entre el film y la
ción del 60, Buenos Aires, Legasa / Ediciones 6) En su momento, el periodista Miguel Grin- obra, el procesamiento fragmentario y parcial
Culturales Argentinas / Instituto Nacional de berg reaccionó violentamente contra esa falsa de La tempestad se desarrolla ordenadamente
Cinematografía, 1990; Gustavo Castagna, alternativa: "Llegan finalmente las obras a la y sus ensayos avanzan de manera progresiva:
"Paradojas de un mito: la generación del se­ pantalla y se asiste a una triste, desoladora ca­ las primeras escenas son leídas, luego se in­
senta", en Sergio Wolf (comp.), Cine argenti­ ravana de burbujas que fenece rápidamente. corporan las acciones, los trajes y los decora­
no. La otra historia, Buenos Aires, Letra bue­ Esto no es un Nuevo Cine, es un entreteni­ dos, hasta desembocar en la "Fiesta de los es­
na, 1992 y Emilio Bernini, "Ciertas tendencias miento más perpetrado en nombre del arte. Es píritus" y el alegato final de Clao Villanueva.
del cine argentino. Notas sobre el 'nuevo cine el viejo e impotente disconformismo de los 9) Roland Barthes, "La actividad estructura-
argentino' (1956-1966)", Kilómetro 77 7 N° 1, años cincuenta con una careta de insurreción lista", en Ensayos críticos, Seix Barral, Barcelo­
noviembre de 2000. reivindicadora. Es la nada disfrazada de todo, na, 1983, pág. 257. En otros textos contem­
2) Yvonne Baby, "Entrevista con Jean-Luc es el conformismo con careta de rebelión, es poráneos, como "La revolución brechtiana" o
Godard", reproducida en Ramón Font el bufón del Rey con un bofe en lugar de ce­ "Las tareas de la crítica brechtiana" (incluidos
(comp.), Jean-Luc Godard y el Grupo Dziga rebro" (Miguel Grinberg, "Las olas bajan tur­ en ese mismo volumen), Barthes rescata el uso
Vertov: un nuevo cine político, Barcelona, bias. El viejo 'nuevo cine' argentino", Cine & de los postulados brechtianos. Como testimo­
Anagrama, 1976, p. 172. Sobre cine y política Medios N° 2, primavera de 1969, pág. 38). nios de esos cruces entre diferentes perspecti­
en la Argentina, véase Octavio Getino, Cine y Sobre el Grupo de los Cinco puede consultar­ vas sobre el cine durante los años '60, véanse,
dependencia, Puntosur, Buenos Aires, 1990; se, Néstor Tirri (comp.), El Grupo de los cinco por ejemplo, Peter Wollen, "Godard and
Fernando Solanas, "La mirada. Reflexiones so­ y sus contemporáneos. Pioneros del cine inde­ Counter-cinema: Vent d’Est" y Laura Mulvey,
bre cine y cultura" (entrevista de Horado Gon­ pendiente en la Argentina (1968-1975), Bue­ "Visual Pleasure and Narrative Cinema", am­
zález), Puntosur, Buenos Aires, 1989; Mariano nos Aires, Dirección General de Publicaciones bos en Philip Rossen (ed.), Narrative, Appara-
Mestman, "Notas para una historia de un cine de la Secretaría de Cultura del Gobierno de la tus, Ideology, Columbia University Press, Nue­
de contrainformación y lucha política", en Ciudad Autónoma de Buenos Aires, 2000, y va York, 1986; Jean-Pierre Oudart, "Notes
Causas y Azares N° 2, Buenos Aires, 1995 y Lorena Cancela y Silvina Rival, “El final de una pour une théorie de la représentation", Ca-
Emilio Bernini, "La vía política del cine argen­ década en la Argentina: 1969 (Desde la peri­ hiers du cinéma N° 230, 1971; Jean-Louis Co-
tino. Los documentales", Kilómetro 111 N° 2, feria cinematográfica: El Grupo de los cinco)", molli y Jean Narboni, "Cinema / Ideology / Cri-
septiembre de 2001. Otrocampo N° 4, www.otrocampo.com, ticism”, en Leo Braudy and Marshall Cohén
3) Fernando Solanas y Octavio Getino, "Ha­ 2000 . (eds.), Film Theory and Criticism: Introductory
cia un tercer cine: apuntes y experiencias para 7) Rafael Filippelli, "Una combinación fugaz Readings, Oxford University Press, 1998, y la
el desarrollo de un cine de liberación en el ter­ y excepcional: el Grupo de los cinco", en Nés­ serie de artículos de Jean-Louis Comolli,
cer mundo", en Cine, cultura y descoloniza­ tor Tirri (comp.), op. cit., pág. 19. "Technique et idéologie", Cahiers du cinéma
ción, Siglo XXI, Buenos Aires, 1973, pág. 57. 8) Puede llamar la atención que el realizador N° 229, 230, 231, 233, 234, 235, 241, entre
Véase también Octavio Getino, "Algunos elija un clásico del teatro isabelino como pun­ 1971 y 1972.
apuntes sobre el concepto de tercer cine", en to de partida para un film vanguardista. Sin 10) Sobre los modos en que el cine latinoa­
Notas sobre cine argentino y latinoamericano, embargo, La tempestad es aquí un motivo mericano absorbe y, a la vez, se diferencia del
Edimedios, México, 1984. poético, un leitmotif, una excusa argumental cine político europeo, véanse Paul Willemen,
4) Silvestre Byrón, "M.R.O.", en EAF (Exten­ o mínimo hilo narrativo. Actúa, en cierto mo­ "The Third Cinema Question: Notes and Re-
sión Archivo Filmoteca), www.geocities.co- do, como fundamento teórico, porque lo que flections", en Jim Pines and Paul Willemen
m/eaf_underground, 1998. Fischerman lee en Shakespeare es el conflicto (comps.), Questions o f Third Cinema, British
Film Institute, Londres, 1989; Ana M. López, ca! Modernism, University of California Press,
"An Other History: The New Latin American 1994, págs. 183-184). Sobre las estrategias
Cinema" y B. Ruby Rich, "An / Other View of anti-ilusionistas del modernismo, véanse tam­
New Latin American Cinema", en Michael bién Robert Stam, Reflexivity in Film and Lite-
Martin (comp.), New Latin American Cinema. rature, Columbia University Press, Nueva York,
Theory, Practices, and Transcontinental Articu- 1985 e Ismail Xavier, O discurso cinematográ­
lations, Wayne State University Press, Detroit, fico: a opacidade e a transparéncia, Paz e Te­
1997; Mariano Mestman, "Entre Argel y Bue­ rra, San Pablo, 1977.
nos Aires: El Comité de cine del Tercer Mun­ 16) Kristin Thompson, Breaking the GlassAr-
do" (1973-1974), en Gerardo Yoel (comp.), mor, Princeton University Press, Nueva Jersey,
Imagen, política y memoria, Libros del Rojas, 1988, págs. 259-260.
Buenos Aires, 2002; Teshome Gabriel, Third 17) Alberto Fischerman, "Actor rebelado, ac­
Cinema in the Third World. The Aesthetics of tor revelado", Film N° 2, junio - julio de 1993,
Liberation, UMI Research Press, Michigan, pág. 32.
1982. 18) Así lo señalan, por ejemplo, John King,
11) Aldo Paparella, "Almuerzo en la hierba. "El happening", en El Di Telia y el desarrollo
Entrevista con Narcisa Hirsch sobre el cine ex­ cultural argentino en la década del sesenta,
perimental argentino", Film N° 13, abril / ma­ Gaglianone, Buenos Aires, 1985 y Madela Ez-
yo de 199S, págs. 34-35. curra, "La palabra happening en los medios
12) Fernando Solanas y Octavio Getino, op. de información masiva", en Oscar Masotta y
cit., pág. 42. otros, ¡Happenings!, Jorge Álvarez, Buenos
13) Peter Wollen, Signs and Meaning in the Aires, 1967.
Cinema, Indiana University Press, Blooming-
ton, 1972, pág. 156.
14) Heath, Stephen, Questions o f Cinema,
Indiana University Press, Bloomington, 1981,
pág. 39.
15) El concepto de negatividad sobre el que
Heath trabaja "no debería ser entendido — es­
cribe David Rodowick— , como una simple an­
títesis del sistema del relato; es la condición de
posibilidad de ese sistema, su fundación y su
fuerza motriz. En cada ejemplo, Heath subra­
ya el hecho de que continuidad y discontinui­
dad, simetría y disimetría, sistema y negación
están vinculados a través de una relación dia­
léctica ineluctable [...] Por lo tanto, la negativi­
dad diseña un potencial permanentemente re­
novable de discontinuidad que el relato debe
recuperar" (David Rodowick, The Crisis o f Po­
lítica! Modernism: Criticism and Ideology in
Contemporary Film Theory, The Crisis o f Políti­
Representaciones y procedimientos
espacio-temporales en el Nuevo Cine
Argentino
Por A modo de introducción ra, el film de Rejtman podría ubicarse dentro
Malena Verardi de la primera línea mencionada, el de Caeta­
Si bien la producción cinematográfica de la no pertenecería a la segunda, en tanto que
década del '90 se ha caracterizado por la di­ los de Martel y Sorín estarían en el medio de
versidad de sus propuestas, es posible esta­ ambas tendencias.
blecer una suerte de clasificación que señala Los temas que estas ficciones problemati-
la existencia de dos grandes líneas: por un la­ zan y ponen en escena aparecen de diferen­
do, un cine que deja de lado la representa­ tes maneras en los filmes, a través de distin­
ción explícita de los conflictos sociales, carac­ tos dispositivos de lenguaje. Entre estos últi­
terizado por el distanciamiento, la desdrama- mos, la construcción y representación de lo
tización y un grado cero en la actuación co­ espacial y de lo temporal adquieren caracte­
mo premisas de su organización formal; por rísticas relevantes, ya que a partir de la pues­
otro, una segunda línea que alude a las con­ ta en escena del espacio y del tiempo, los
secuencias generadas por la aplicación del cuerpos se revelan como portadores de signi­
modelo neoliberal, en la que la alusión al ficación, como maneras de inscribir lo social.
contexto socio-económico cobra fundamen­ El espacio y el tiempo, categorías centrales
tal importancia. para la organización del relato fílmico, se pro­
Se trata, por supuesto, de una clasificación ponen aquí como ejes a partir de los cuales
cuyos límites son sumamente lábiles, ya que explorar las configuraciones de sentido de los
existen filmes que pueden ubicarse en un filmes.
punto medio y otros que no resisten encasi- Por lo tanto, este trabajo intenta analizar el
llamiento alguno. funcionamiento textual de las representacio­
Hecha la salvedad, en este trabajo se ana­ nes espacio-temporales en el cine argentino
lizarán las siguientes películas: Silvia Prieto contemporáneo, el Nuevo Cine Argentino. En
(Rejtman, 1999); La ciénaga (Martel, 2001); primer lugar, analizaremos los dos filmes que
Historias mínimas (Sorín, 2002) y Bolivia se sitúan entre las dos tendencias: La ciéna­
(Caetano, 2001). La elección responde a que ga e Historias Mínimas; luego, Bolivia, que
permiten intentar, en pequeña escala, un representa a la línea caracterizada por la refe­
análisis del Nuevo Cine Argentino, ya que son rencia a los conflictos sociales y, finalmente,
representativas, en cierto modo, de las dos Silvia Prieto, que se ubica en el otro polo del
L a CIÉNAGA tendencias predominantes, así como del arco Nuevo Cine Argentino, en el cual dicha refe­
L u c r e c ia M a r t e l - 2001 que se despliega entre ambas. De esta mane­ rencia se deja explícitamente de lado.

/*7
1. La ciénaga1 Entre los procedimientos narrativos utiliza­
dos para la construcción del clima opresivo, el
La historia de la película se desarrolla fun­ tratamiento del sonido adquiere un lugar re­
damentalmente en dos espacios interiores: levante. Los truenos, el tintineo de las copas,
las casas de los personajes de Mecha y Tali. el chirrido de las reposeras arrastradas, el si­
En el primer caso, se trata de una finca dedi­ lencio que invade las continuas siestas en la
cada al cultivo de pimientos que ha conocido casa de Mecha, le otorgan al ambiente un es­
mejores épocas (la pileta llena de agua de llu­ pesor denso, agobiante, artífice del clima de
via y basura que bordea la casa se erige como encierro. Así, la casa de Mecha parece sumi­
testigo de su actual decadencia); en el otro da en una honda letanía; los integrantes de la
caso, de una casa más modesta ubicada en la familia discurren por allí sin ningún fin preci­
ciudad, no lejos de la anterior. Un fuerte cli­ so, más bien derivando de cuarto en cuarto,
ma de opresión y encierro recorre los dos ám­ echándose indistintamente en las camas
bitos, construidos como receptáculos dentro siempre deshechas que encuentran a su pa­
de los cuales los cuerpos habitantes parecen so. La familia de Tali, por el contrario, es bu­
encontrarse atrapados. Mecha prácticamente lliciosa y la casa está siempre en movimiento.
no abandona su habitación ni su cama du: Los niños corren gritando de un lado a otro,
rante el transcurso de la narración; Tali apa­ Tali misma se desplaza continuamente entre
renta gozar de una mayor movilidad pero su el desorden generalizado y hasta a la tortuga
radio de acción, ceñido a las ocupaciones de que vive en el patio se la ve caminando acti­
la casa y la crianza de los hijos, también se vamente. En este caso, el clima de agobio se
encuentra fuertemente acotado. La única po­ construye a partir del continuo movimiento y
sibilidad de quiebre de esta situación (un via­ de un sonido ambiente que no cesa nunca.
je a Bolivia que aparece como un momento li­ Aunque la estructura planteada en ambos ca­
berador) se verá finalmente frustrada. sos resulta opuesta, el resultado es el mismo:
Ambos espacios funcionan como enclaves Tali aparece tan aprisionada dentro del caos
separados del contexto más amplio en el que
presumiblemente están inscriptos (la ciudad
La c ié n a g a en el caso de la casa de Tali, las afueras en el
L u c r e c ia M a r te l 2001 caso de la de Mecha). Como señala David
Oubiña (2003), el relato no ofrece detalles
acerca de los traslados entre los distintos es­
pacios: en un momento la acción transcurre
en la casa de Mecha y en la escena siguiente
los niños están en el monte. El corte directo
elude la referencia a todo desplazamiento. In­
cluso los autos, que de por sí connotan tras­
lación y movimiento, aquí revelan la misma
carga de opresión que domina al resto de los
ambientes. Más que como vehículos de
transporte, se incorporan a la escena como
prolongaciones del encierro que caracteriza a
los demás espacios.

f * ]
como Mecha en medio del silencio2. hacia abajo, hacia el suelo, evidenciando el
Los espacios exteriores involucrados en el carácter horizontal que posee la organización
relato (el monte, la ciudad) también se ven del espacio. Ana Amado (2002) lo define cla­
teñidos por un aire de enclaustramiento. El ramente cuando expresa que La ciénaga de­
cerro por ejemplo, es construido como un es­ sarrolla su historia entre dos caídas "la de
pacio abigarrado, saturado de vegetación, a una madre derrumbada por el alcohol y la de
la vez que se lo muestra desde lejos, en un un niño que se mata":
par de planos generales (casi los únicos del
film) en los que sólo se ve el monte en medio "La precipitación se hace forma ficcional por
de un cielo brumoso y envuelto en el sonido medio de procedimientos narrativos que pa­
amenazador de los truenos. recen plegarse a la ley de gravedad. La iner­
Otro elemento fundamental que elige el re­ cia, la detención, anulan la percepción del
lato para lograr el efecto de opresión es la tiempo con el efecto de la atracción de la fí­
prevalencia casi absoluta de planos cortos en sica: hay algo que parece arrastrar a todo y a
la organización de cada escena: rostros, tor­ todos hacia abajo." (2002: 91).
sos y piernas son captados por una cámara
que desmembra los cuerpos hasta el límite de Gonzalo Aguilar (2001), por su parte, men­
transformar cada una de sus piezas en ele­ ciona que cuando la supremacía de los pla­
mentos aislados que adquieren extrañas for­ nos horizontales es cortada por la aparición
mas debido a los también extraños escorzos de dos ascensiones (la de la Virgen al tanque
que la cámara propone. de agua, la del niño a la escalera), éstas ce­
La presencia dominante de planos medios den a una suerte de fuerza que arrastra a to­
y planos detalle, de encuadres en los que los dos los cuerpos, objetos y animales (la vaca
cuerpos y objetos aparecen cortados o toma­ que se hunde en el pantano) inexorablemen­
dos desde angulaciones pronunciadas, suma­ te hacia abajo.
da a la utilización de la cámara en movimien­ Finalmente, para la creación del clima opre­
to, configuran un espacio confuso, sin lími­ sivo resulta fundamental el tratamiento de la
tes, o en el que los límites se diluyen hasta relación campo-fuera de campo, porque
borrarse. Esta característica aparece tanto en construye la mayoría de las situaciones in­
las dimensiones concretas de la casa de Me­ quietantes. Se genera, así, una tensión que
cha o las distancias entre ésta y el cerro o la va en aumento e insiste sofocando aun más
ciudad, como en las relaciones entre los per­ el ya asfixiante clima del relato.
sonajes, que bajo una fuerte corriente de se­ Como señala Deleuze, el fuera de campo
xualidad reprimida, se tornan confusas3. puede designar "lo que existe en otra parte,
El descentramiento de la cámara se mani­ al lado o en derredor", o bien dar cuenta de
fiesta también en las figuras de cuadro den­ "una presencia más inquietante, de la que ni
tro del cuadro: la superficie plana de una pa­ siquiera se puede decir ya que existe, sino
red que ocupa la mitad del campo visual, las más bien que 'insiste' o 'subsiste', una parte"
ventanas que generan un marco interno al (1994: 35). En la película de Martel lo que no
reencuadre más amplio de la pantalla. aparece en el plano está trabajado desde es­
Si en medio de la generalizada detención ta segunda línea. En la escena en que los ni­
que rige en el relato existen desplazamientos, ños deciden dispararle a la vaca que se hun­
éstos tienden, la mayor parte de las veces, de en la ciénaga, el hijo menor de Tali, Lucia­
no, se coloca justo en la línea de tiro; los ahí para activar la constante sensación de pe­
otros niños reclaman: "Córrete Luciano, sa­ ligro latente. El relato camina por el filo de es­
lí". El plano siguiente presenta la imagen del te abismo hasta que lo alcanza sin estriden­
cerro desde lejos, en plano general y el soni­ cias, como si se tratara de la culminación de
do del disparo. Por un momento, el especta­ un final anunciado y previsible.
dor ignora si el niño ha salido fiñalmente de Uno de los fuera de campo es singular, ya
delante de las escopetas o no. Sin alcanzar la que, desde su ausencia, estructura la narra­
carga dramática de esta escena, en muchos ción: el espacio del carnaval.
otros casos el film utiliza el mismo recurso, "Empieza el carnaval y empiezan los pro­
como por ejemplo cuando Momi, la hija me­ blemas" sentencia Tali en el inicio del film. Si
nor de Mecha, se tira a la pileta llena de agua bien la historia transcurre durante los días de
mohosa. Se la ve hundirse silenciosamente carnaval, hay muy pocas alusiones explícitas a
ante la mirada de los demás, pero nunca sa­ la fiesta. Los niños persiguiéndose con bom­
lir. La elisión de ese momento provoca, cuan­ bas de agua, las niñas disfrazadas en la casa
to menos, un interrogante acerca de lo suce­ de Tali y la secuencia en la bailanta son las
dido, antes de que la presencia de la joven únicas referencias al carnaval. Se trata de un
sentada al lado de la pileta lo despeje. El la­ espacio al que los personajes no pueden ac­
drido del perro tras el muro que separa la ca­ ceder; la única habilitada para traspasar esa
sa de Tali de la de los vecinos también activa frontera es Isabel, la mucama de la casa de
este tipo de vinculación campo-fuera de cam­ Mecha, es decir, se trata de una fiesta desti­
po, al presentarse como la amenaza de un nada a los sectores más pobres. Cuando Jo­
peligro que, finalmente, se verá corroborado. sé, el hijo mayor de Mecha, intenta mezclar­
Todos los fuera de campo de la película re­ se en el baile popular, es expulsado violenta­
sultan sumamente acechantes, parecen estar mente.

L a c ié n a g a
L u c r e c ia M a r te l 2001
Aquí la organización del espacio sigue sien­
do abigarrada y confusa (la escena de la pe­
lea ofrece una multitud de planos cortos y en
movimiento que saturan el cuadro) pero esta
vez, los límites quedan claramente estableci­
dos en función de la pertenencia a una clase
social. Los pobres parecen ser los únicos que
pueden experimentar la liberación de los
cuerpos que el carnaval ofrece. Para los otros
queda el encierro y la inacción.
Que la historia de estas dos familias se de­
sarrolle paralelamente al transcurso del car­
naval, acercándose a éste sólo tangencial­
mente, no hace más que reforzar la suspen­
sión y detención en que viven Mecha, Tali y
todos los demás. Un tiempo propio que con­
trasta abiertamente con el de la fiesta.
Si se analiza la organización temporal en
función de la relación entre historia y relato4, den los acontecimientos en la historia y el nú­
se puede decir que el film articula la vincula­ mero de veces que aparecen en el relato, en
ción entre el orden de los acontecimientos que este caso es idéntica (los acontecimientos tie­
tienen lugar en la historia y la forma de pre­ nen lugar una vez en la historia y una vez en
sentarlos en el relato de manera más bien clá­ el relato). Así, en este plano, el film no pre­
sica. Aunque las numerosas elipsis fragmentan senta innovaciones discursivas.
el relato y lo alejan de un ordenamiento cau­ Sí lo hace, en cambio, en el plano de la du­
sal, la organización temporal sigue planteada ración, donde establece una significativa e in­
con un criterio lineal y sucesivo (no aparecen teresante modulación. Los dos o tres días que
adelantos en el tiempo ni vueltas al pasado). Si dura la historia son representados a partir de
bien el inicio y el final de la película acontecen un tiempo que se distiende ampliamente, di­
al borde de la pileta de la casa de Mecha, lo latando la duración de cada uno de los acon­
cual podría sugerir la idea de un tiempo que tecimientos, de cada una de las situaciones,
gira sobre sí mismo y vuelve al punto de parti­ hasta lograr prácticamente un efecto de de­
da, la muerte de Luciano y la decepción de tención. De esta manera el tiempo pierde ca­
Momi luego de acudir al lugar donde aparece si la medida de su paso, transformándose en
la Virgen ("no vi nada") evidencian que la na­ un tiempo muerto.
rrativa del texto elude la circularidad. Ambos David Oubiña lo expresa de la siguiente
hechos introducen el cambio, la historia no manera:
puede volver al punto de inicio porque el niño
ya no está con vida y porque es imposible sos­ "Toda la acción del film sucede en unos po­
tener la creencia de que la Virgen se posa so­ cos días, entre el accidente de Mecha y la
bre el tanque de agua. muerte de Luciano. Sin embargo, la ausencia
Con respecto a la frecuencia, es decir, a la de acontecimientos, los rituales repetidos
relación entre el número de veces que suce­ una y otra vez, los movimientos cansinos de
H is t o r ia s M ín im a s los personajes y su inacción (nadie tiene nada era necesario que los nexos entre los planos
C a r lo s S o r ín - 2002 para hacer: todos hacen tiempo en espera de se debilitaran, que las acciones se dispersaran
que pase el verano), confieren una impresión generando tiempos muertos, que el espacio
de transcurso en cámara lenta o, incluso, de se descompusiera. En el cine que Deleuze ca­
suspensión." (2003: 201). racteriza como atravesado por la crisis de la
imagen-movimiento,
El planteo de la organización temporal sus­ I
tentado en la fuerte presencia de tiempos "[...] la imagen ya no remite a una situación
muertos permite establecer una relación con globalizante o sintética, sino dispersiva. Los
la noción de imagen-tiempo propuesta por personajes son múltiples, con interferencias
Deleuze. Si bien el autor ubica el surgimiento débiles, y se tornan principales o vuelven a
de esta figura en los movimientos cinemato­ ser secundarios (...) La elipse deja de ser un
gráficos posteriores a la Segunda Guerra, en modo de relato, una manera de ir de una ac­
conexión con el fracaso de las narrativas fíl- ción a una situación parcialmente revelada:
micas articuladas en torno de la imagen-mo­ pertenece a la situación misma, y la realidad
vimiento (basadas en el esquema ASA: ac­ es tanto lacunar como dispersiva." (1994:
ción-situación-acción), el tratamiento que el 69).
film de Martel realiza del tiempo (y del espa­
cio) plantea varios puntos de contacto con el Por otro lado, los personajes parecen vivir
concepto de imagen-tiempo. un perpetuo presente, desde el cual no es po­
Según Deleuze, para que el cine pudiera sible vislumbrar un futuro muy diferente ni
representar una imagen directa del tiempo ahondar en el pasado. Como señala Ana
Amado (2002), se trata de un "cine de anu­
lación del tiempo", que cancela el futuro.
Este planteo de lo temporal encuentra un
claro punto de apoyo en la incorporación del
carnaval a la historia. El carnaval en sí, como
instancia, posee un tiempo propio, determi­
nado por el calendario lunar, que contrasta
abiertamente con los tiempos muertos que
dominan el clima en la casa de Mecha y con
la agitación vacía, sin sentido, que tiene lugar
en la casa de Tali.
De esta manera, que la historia suceda du­
rante el carnaval le otorga el marco justo pa­
ra marcar el contraste con el tiempo que vi­
ven los personajes, ya que así se destaca aun
más la inercia que caracteriza al mundo de
Mecha: ese tiempo cósmico signado por la
sucesión y la renovación constituye la contra­
cara de la detención. La fiesta se liga, así, a la
renovación, y por eso, ni Tali ni Mecha pue­
den ser parte de ella.
Todas las características que plantea Deleu- La manera en que se trabaja la relación
ze, más la duración extendida de un presen­ campo-contracampo da cuenta de que la
te que se instala como perpetuo, aparecen en puesta en escena se organiza a partir de una
la configuración espacio-temporal de La cié­ cierta distancia hacia lo narrado, presentando
naga y por lo tanto puede plantearse que el a las historias como un conjunto de situacio­
film recoge algunos elementos propios de un nes prolijamente dispuestas para ser vistas
cine interesado en construir sentido a partir por un ojo que mira.
de la ruptura de los vínculos sensoriomotrices Así, pocas veces la mirada de algún perso­
y la consecuente dislocación de los esquemas naje es seguida por un plano que evidencie lo
espacio-temporales. mirado (es decir, mostrando el objeto mirado
desde el punto de vista -literal- del sujeto
2. Historias Mínimas5 personaje). En cambio, el tipo de organiza­
ción espacial permite que la mirada sea se­
El título del film anuncia que lo que se ve­ guida por un plano que muestra lo mirado
rá es una serie de historias que, en principio, más a quien lo mira. Es decir, la cámara colo­
no son "grandes historias": un hombre an­ ca al espectador en lina ubicación externa,
ciano que parte en búsqueda de su perro, más allá del personaje, no en sus ojos, dado
una mujer que gana un premio en un progra­ que le permite, simultáneamente, verlo y ver
ma de televisión, un hombre que lleva una lo que éste ha mirado. Esto ocurre en los nu­
torta como obsequio de cumpleaños. merosos diálogos, generalmente bajo la for­
La película tiene una estructura estilo "mo­ ma de "falsos campo-contracampos". Dichas
saico", dado que estas tres situaciones indivi­ escenas se desarrollan a partir de una suce­
duales por momentos se cruzan, convirtién­ sión de planos que enfocan alternativamente
dose en una macroestructura conformada por a quienes toman parte en el diálogo, pero
tres estructuras ligadas entre sí. La narración también posibilitan que el espectador siem­
adquiere, además, la forma de una road-mo- pre pueda ver a los dos personajes, ya sea
vie, ya que cada una de las historias podría porque en algún momento se abre el plano,
subsumirse en la idea de traslado, trasladarse comprendiéndolos a ambos, o bien porque el
para algo, para conseguir algo. La larga ruta lugar en que se ubica la cámara le permite
que une los pueblos de Fitz Roy y Puerto San ver, por ejemplo, el rostro de uno de los inter­
Julián, en la provincia de Santa Cruz, es el es­ locutores y el hombro del otro. Es decir, la cá­
pacio en el que se desenvuelve la mayor par­ mara siempre se ubica de manera tal que le
te de las acciones de cada historia. permite al espectador tener acceso a la situa­
Por último, el relato presenta una estructu­ ción desde afuera. Podría describirse como
ra circular, porque hay un momento y un es­ una operación de simultaneidad, en lugar de
pacio preciso, la ciudad de San Julián, en el la clásica sucesión de planos enfrentados pa­
que se resuelven los conflictos y a partir del ra el diálogo o intercambio entre dos perso­
cual se desanda -literalmente- el camino re­ nas. Incluso en los casos en los que se utiliza
corrido para retornar al mismo punto de par­ cámara subjetiva, en los que es innegable
tida, con las modificaciones que el viaje ha que el espectador ve desde los ojos de uno
producido en cada caso. El film construye, de los personajes, generalmente lo mirado
así, la idea de viaje iniciático, a partir del cual está circunscripto por un marco, que impone
algo cambia en la vida de cada personaje. cierta distancia. Por ejemplo, cuando el hijo
El hecho de que el espectador no sea lle­
vado a seguir la historia a través de los ojos
de un personaje en particular disminuye la
posible identificación con ellos. A pesar de
que las tres figuras principales pueden conci­
tar, por momentos, cierta identificación (es­
pecialmente el personaje de Roberto, porque
la cámara evidencia sus estados anímicos a lo
largo de la historia), el relato genera esta
suerte de distancia hacia sí mismo. Pero no se
trata de un distanciamiento que despegue al
espectador de la historia, con la intención de
H ist o r ia s M I n im a s
dar cuenta de su carácter de producto cons­
C a r lo s S o rín - 2 0 0 2
truido, sino de un recurso que genera en el
espectador la sensación de estar viendo los
sucesos desde una posición privilegiada. Esto
mismo se logra también por la supremacía
cognitiva que otorga al espectador el hecho
de que él sea el único que tiene acceso a to­
das las historias, lo cual le da ventaja por so­
bre los personajes6.
En lo que respecta a la organización del en­
cuadre, el campo visual aparece dominado
por una mayoría de planos generales del pai­
saje patagónico, fijos (salvo por el movimien­
to que provoca el viento), lo cual genera una
sensación de foto fija o tarjeta postal: los co­
lores del cielo suaves, las montañas como
fondo omnipresente, la ruta y la vegetación
desértica conforman la gran mayoría de los
de don Justo mira a su padre tras la ventana, escenarios. Además, cada uno de los espa­
de cara a la ruta, el marco de la ventana en­ cios que va introduciendo el relato es prime­
cuadra el plano otorgándole un carácter au­ ro "presentado" mediante un plano general
tónomo, como si se tratara de una pintura o frontal: la estación de tren abandonada, el al­
una fotografía. macén de ramos generales, la panadería, la
Si bien aparecen algunas subjetivas pun­ estación de servicio, etcétera. Esta construc­
tuales no enmarcadas, que responden estric­ ción planimétrica no se limita a los espacios
tamente a los ojos de alguno de los persona­ exteriores, sino que continúa luego en los in­
jes, no se trata de un criterio sostenido a lo ternos. Incluso cuando se llevan a cabo diálo­
largo del film. Predominan más bien los pla­ gos, ya sea que estos aparezcan bajo la for­
nos generales, la cámara que registra y expo­ ma de plano-contraplano recién descripta o
ne o los diálogos encarados de la forma re­ bien en el mismo plano, generalmente un
cién descripta. fondo carente de profundidad enmarca la si­
tuación. Hay una sola escena trabajada con cen una pausa, como si se corriera un telón
montaje interno al cuadro, que genera pro­ entre cuadro y cuadro. La organización del
fundidad: cuando don Justo huye de la salita tiempo funciona, entonces, como la del espa­
de primeros auxilios. Si bien se incluyen varias cio, construyendo situaciones para ser pre­
escenas en las cuales la cámara en movimien­
to sigue el recorrido de alguno de los perso­
najes, la construcción final da idea de espa-
cialidad plana.
Con respecto a la organización temporal,
el tiempo del relato aparece claramente defi­
nido: toda la historia transcurre durante una
tarde, un día y una mañana. En realidad, la
primera tarde funciona como una suerte de
"preparativo" para los viajes a San Julián que
tendrán lugar el día posterior. María se ente­
ra de que debe viajar al día siguiente si quie­
re concurrir al programa, en tanto que don
Justo elabora un plan para eludir la vigilancia
de su hijo y partir en busca del perro. La ma­
ñana última funciona como un epílogo que
cierra la narración: Roberto desanda en su
Renault 12 la ruta, dejando atrás el cartel que
anuncia "San Julián te espera" y pasa de lar­
go a María, que espera el ómnibus de regre­
so a Fitz Roy a la vera del camino. Cuando
ella sube al micro mira hacia los asientos del
fondo en los cuales duerme profundamente
don Justo, acompañado de un perro.
De esta manera, los sucesos principales tie­
nen lugar a lo largo de un día en la vida de
los personajes. Si bien, a causa de las elipsis,
el tiempo total del relato es más corto que el
de la historia, en cada una de las situaciones
es equivalente (lo cual ha sido considerado
por Gaudreault y Jost, 1995, tomando la ca­
tegoría de Genette, como "escena"). No
aparecen aceleraciones ni detenciones de la
imagen, ni vueltas al pasado7 ni idas al futu­
ro, lo cual contribuye a generar la sensación
de tiempo "real", de que lo que sucede está
sucediendo en ese momento en el presente
de la ficción. Las distintas secuencias están
separadas por fundidos a negro que estable­
sentadas expresamente ante los ojos del es­ po) que representa la televisión y que no es
pectador. más que puro artificio, hojarasca detrás de la
En términos generales, se plantea un am­ cual no hay nada.
biente claramente reconocible, logrado a tra­ En función de lo dicho hasta aquí, puede
vés de un espacio que ofrece datos concretos señalarse que la construcción del relato mani­
para identificarlo como perteneciente al sur fiesta una tensión entre su organización na­
de la Argentina. Al situar la acción en locali­ rrativa (conformada a partir de un criterio na­
dades de la provincia de Santa Cruz, el espa­ turalista: espacio y tiempo reconocibles, acto­
cio adquiere una aire de familiaridad. La or­ res no profesionales) y su organización formal
ganización temporal también construye un (ausencia de profundidad de la imagen y
verosímil realista al proveer datos precisos elección de un enunciador que se mantiene
acerca de la duración y regulación del tiempo en una posición exterior durante todo el rela­
(la noche sucede a la tarde y ésta a la maña­ to). De esta manera, contrastan el aire de fa­
na), y los personajes aparecen como "reales" miliaridad de las historias con la ajenidad y la
en tanto verosímiles, sobre todo Roberto, distancia que establece la puesta en escena.
quien encarna el estereotipo del argentino Puede observarse, así, una doble instrucción
que ha tenido que ir cambiando de profesión para el espectador. Por un lado, la elección
para continuar subsistiendo8. del criterio naturalista antes descripto genera
La presencia constante de la imagen televi­ cierta cercanía, pero por otro, el andamiaje
siva9 en la narración puede relacionarse con formal recuerda permanentemente la presen­
una serie de oposiciones frente a las imágenes cia del dispositivo y la imposibilidad de ver
de los espacios cotidianos. Si las imágenes de que su ausencia supone. Se trata de una ten­
éstos son reconocibles y familiares, las que sión interesante, además, por el tema que
aparecen en la televisión aparecen como aje­ aborda el relato: cuestiones relativas a la
nas, extrañas y artificiales. En este sentido, la identidad nacional, la rtiirada sobre un sector
descripción del programa al que concurre Ma­ de la sociedad argentina, que por geografía y
B o liv ia ría da cuenta del punto máximo del grado de pertenencia social, permanece en los bordes.
Is r a e l A d riá n C a e t a n o - 2001 artificio: todo es cartón pintado, todas son
sonrisas artificiales que desaparecen en cuan­ 3. Bolivia10
to se apagan las luces de grabación. Los dos
premios que gana María (primero la multipro- "Bueno, el trabajo aquí no es ninguna cien­
cesadora y, luego del trueque, el set de belle­ cia, empezamos a la mañana temprano y ce­
za) aparecen rodeados por un aura de inutili­ rramos cuando ya no hay más nadie. De lunes
dad: la multiprocesadora es inútil, porque Ma­ a viernes, los días hábiles, cerramos más tem­
ría no tiene luz eléctrica, el set de belleza es prano, a la 1 o 2. Los fines de semana no, los
inútil porque la "verdadera" belleza no se en­ fines de semana abrimos toda la noche, vier­
cuentra a través de afeites, la vida puede se­ nes, sábado y domingo, ¿entendés?".
guir su curso sin ellos, parece decir el relato. Las instrucciones que imparte la voz en off
Este reino del artificio contrasta abierta­ funcionan como contrapunto de los planos
mente con lo "natural" de las situaciones cortos, fijos, en blanco y negro que, simultá­
que viven los personajes. La realidad cotidia­ neamente, el decir la cámara va revelando en
na se opone aquí a lo artificial, en tanto fal­ su recorrido fotográfico por el local: un reloj
so, de ese otro país (otro espacio, otro tiem­ colgado en la pared, un plano general del lu­
gar vacío, el televisor, la cocina, el mostrador,
la parrilla, los posters. Se detiene, por último,
ante dos hojas de papel pegadas sobre el vi­
drio de la ventana, en las cuales puede leer­
se: "se necesita parrillero/codnero".
En el final de esta suerte de prólogo, la es­
cena recobra explícitamente el movimiento:
un auto y una persona que cruza la calle se
interponen brevemente a la vista general del
exterior de la parrilla, ubicada en alguna es­
quina de Buenos Aires. "Decíme una cosa,
¿aprendiste a hacer asado allá en Perú?" -in ­
daga el dueño- "No, yo no soy peruano, soy
boliviano" -explica Freddy, el nuevo parhile­
una p e lícula de Adrián Caetano
ra, recién contratado-. * P im BIRRA. FASO'
Extradiegéticamente comienzan a escuchar­
se los acordes de una canción boliviana que
acompañará a los títulos de presentación del r w o n m lc u u
ttttfQMKRIOW*
%
'
t HtsmtiasMisuwsiiMi<i
film, intercalados con la imagen y el audio te­
levisivos de un partido de tútbol entre las se­
lecciones argentina y boliviana11.
Luego de esta primera secuencia, continúa
Lita Starstsr n m m r Mostemn m i b m c u a k Israel Mnán Cmuxuü t a m n n M iKCAA
la minuciosa descripción del lugar, recomen­
zando por una imagen del exterior de la pa­
rrilla y siguiendo con un plano del reloj que
marca ahora las siete de la mañana, una ma­
nera de indicar que el tiempo de la narración trador, la cocina, el lugar donde se cambian
se ha echado a correr (la historia se desarro­ los empleados, los baños, etcétera.
lla a lo largo de tres días). De este modo, se La descripción se completa con la llegada
presenta primero el interior de la parrilla, lue­ de los parroquianos habituales: tres taxistas y
go la cámara sale hacia la calle para mostrar­ un vendedor ambulante. Ellos más Enrique
la desde el exterior y, finalmente, vuelve a en­ -el dueño siempre presente del local-, y los
trar, permitiendo que la totalidad del espacio dos empleados, -Rosa y Freddy-, conforman
en el que va a tener lugar la historia sea cla­ el resto de este paisaje urbano.
ramente aprehendido por el espectador. Todos los datos aportados hasta aquí cons­
Si bien se establece una explícita vincula­ tituyen material suficiente para que el espec­
ción entre el espacio exterior (la esquina en tador se sitúe rápidamente y construya una
que se encuentra la parrilla) y el interior, a imagen del escenario en el que se desarrolla­
partir de imágenes que conectan a uno con rá la historia. Se trata de una parrilla modes­
otro (enfocando a quienes entran y salen), la ta, claramente reconocible por su ambienta-
mayor parte del relato transcurre en este es­ ción, diseño y estructura, que funciona como
pacio interior que aparece, a su vez, subdivi- un parador, antes que como un restaurante.
dido en varios escenarios: las mesas, el mos- Tanto los taxistas como el vendedor eviden-
cían una familiaridad entre sí y con el dueño tradiegética que comienza a escucharse une
y Rosa, que pone de manifiesto el tipo de re­ esta escena con la siguiente: el exterior de la
lación cotidiana que se ha establecido entre parrilla y, luego, el quehacer cotidiano dentro
ellos. Si bien el lugar no es cálido ni acogedor de ella. La ralentización que continúa da
en cuanto al ambiente, adquiere característi­ cuenta del carácter repetitivo y monótono del
cas hogareñas, debido a la utilización que los accionar diario (Rosa lavando platos, llevando
clientes hacen de él. la bandeja, parroquianos que comen y be­
El relato utiliza un arco amplio de procedi­ ben, manos que intercambian dinero) y ex­
mientos para narrar las situaciones que tie­ tiende la duración de los movimientos para
nen lugar en este micromundo. Por momen­ plantearlos impregnados por una suerte de
tos, escenas de planos cortos se unen a tra­ eternización12- Al final de los acordes musica­
vés de cortes directos que envían de una si­ les que indica el cierre de la secuencia, le su­
tuación a otra sin dilaciones; en otros casos, cede el sonido de la pelea de box que se
la cámara sigue los movimientos de los per­ transmite por televisión. Utilizando el plano
sonajes que entran al lugar o el ir y venir de picado para sumergirse de lleno en la escena,
los dos empleados, extendiendo la duración la cámara enfoca desde lo alto el ring, para
del plano hasta darle carácter de plano se­ luego descender y situarse a la par de los bo­
cuencia. La dilatación se exacerba cuando el xeadores, enfocando sus rostros. Las imáge­
registro de los movimientos se ralentiza, posi­ nes de la pelea ocupan todo el campo visual
bilitando una observación aun más minucio­ convirtiéndolo en una gran pantalla de televi­
sa de los acontecimientos. En la escena en sión, ante la cual el espectador tiene una vi­
que Freddy se comunica telefónicamente con sión privilegiada. Lo mismo sucede cuando,
su familia en Bolivia, un zoom lento va acer­ terminado el primer día de trabajo, Freddy se
cando su rostro al objetivo hasta llegar a un dispone a dormir sobre la mesa de un bar: el
primer plano. A través de un montaje parale­ plano siguiente abre con las imágenes y el so­
lo, pueden observarse las caras de los dos nido do- una película que se expande toman­
hombres que organizan esta suerte de locu­ do la totalidad del cuadro. En ambos casos, la
torio gesticulando lentamente, como si las cámara le otorga al espectador la posibilidad
inspeccionara una cámara que se toma el de acceder primero a estas imágenes, trans­
tiempo necesario para hacerlo. La música ex- formándolas en películas dentro de la pelícu­

B o liv ia
Is r a e l A d riá n C a e t a n o - 2 0 0 1

/«7
la mayor, y luego las introduce en la historia, una ocasión, la cámara se ubica detrás de las
ubicándolas como procedentes del televisor. tiras de plástico de una cortina, fraccionando
El relato establece rupturas entre el plano de manera vertical la imagen. Los planos se­
de la imagen y el del sonido en varias ocasio­ cuencia que recorren el ambiente se alternan
nes, a partir del uso de la voz en off que es­ con escenas trabajadas en planos cortos, co­
cinde ambas instancias. Además de la escena mo por ejemplo la de la pelea o la que tiene
inicial, en la recién mencionada las voces en lugar cuando Freddy y Rosa van a bailar. Los
off de los dos taxistas se superponen al soni­ numerosos diálogos de la historia son repre­
do e imagen de la película. En otro momen­ sentados mediante el plano y contraplano clá­
to, las voces en off de Enrique y Héctor, uno sico, partiendo de un plano general que com­
de los clientes de la parrilla, se yuxtaponen a prende a los dos participantes, o bien a través
las imágenes del mismo Héctor y otros parro­ de la alternancia del plano y contraplano.
quianos que comen en el lugar. Este último La cámara circula por esta gran variedad de
diálogo adquiere, así, cierta abstracción, ya encuadres y movimientos sin ubicarse nunca
que, al no haber referencias explícitas a las en los ojos de los personajes. Compone el
circunstancias en las que ha tenido lugar, se cuadro en función de la mirada del especta­
desprende de un anclaje espacial y temporal dor, con el fin de guiarlo en el recorrido que
concreto. le interesa que realice.
La organización del encuadre da cuenta Los tres días en que transcurre la historia
también de la diversidad de procedimientos se organizan con un criterio lineal y sucesivo,
que utiliza el relato, en este caso a través de la marcado por la presencia del reloj que abre la
variedad de planos que incorpora. El exterior narración. Este reloj aparece luego indicando
de la parrilla es enfocado desde planos gene­ las nueve de la mañana, más adelante, pro­
rales o medios, en tanto el interior es represen­ mediando la primera jornada de trabajo (a las
tado mediante planos generales picados, me­ cuatro de la tarde), y en la última secuencia
dios o primeros planos (de los rostros, de las del film, en la que se lo ve a lo lejos, señalan­
manos intercambiando dinero, contando bille­ do las seis menos veinte.
tes, sirviendo comida). Fragmentos de cuerpos Sin embargo, la estilización de la imagen,
pasan por delante de la cámara y hasta llegan lograda con el uso de ralentizaciones, movi­
a ennegrecer completamente el cuadro. En mientos de cámara y presencia de música ex-
tradiegética o de silencios, aleja constante­ este combate, alineado alegóricamente con
mente la inscripción de la puesta en escena las peleas de box que transmite el televisor y
en el verosímil realista. El criterio formal ele­ con el partido inicial entre la Argentina y Boli-
gido para la representación de lo espacio- via, la victoria será para el más fuerte y el
temporal recuerda, a cada momento, la pre­ cuerpo extraño terminará expulsado fuera de
sencia del dispositivo, remitiendo necesaria­
mente a la instancia enunciadora.
La imagen estilizada constituye el entrama­
do sobre el cual se articula el tema del film,
que sí establece vínculos con el verosímil rea­
lista a través de la referencia a la xenofobia,
la explotación, la crisis laboral.
En relación con el primero de estos temas,
la parrilla se construye como un espacio teñi­
do de "argentinidad". En este sentido, tiene
relevancia que haya una foto de Gardel en la
pared, varios posters de equipos de fútbol, y
en el plano del lenguaje, que aparezcan tan­
to la jerga característica de los taxistas como
el acento familiar del decir cordobés. Prácti­
camente eliminadas las referencias a la oposi­
ción porteños-cordobeses, los bloques se
agrupan en torno al eje de la nacionalidad:
argentina versus el Otro extranjero (sea para­
guayo, boliviano, uruguayo, etcétera). Es
aquí donde la parrilla funciona como símbo­
lo de la práctica expulsora que alientan, pare­
ce decir la historia, muchos más que el argen­
(IIIIJIIIIMffltfIftilCM HimiU! (UIU. Iltliliu MHUI tuct i ¿«Mui SiüU H l« l mi t i l t » |»»ru |i;i ~l
tino que explícitamente agrede al boliviano. mmmi
i :*•*» »»ii* ííui t te* «sin '«m i mm mu i r a tumi
mu m mm siiumi mmm uamu m i mu
* Uku» m i m uin>
íium mut m<«
Si bien Freddy es boliviano y Rosa paragua­ mm CMtM Ms fe N ftn » H| ‘ Uli 41* «m -r f**w «HUI Kttiin Un «* * £ * t u (

ya, hay algo del orden de "lo extranjero" que


opera como aglutinante frente a un Otro que
se revela hostil13. Así, las diferencias que segu­
ramente podrían encontrar entre sus respecti­
vas idiosincrasias quedan anuladas ante los fac­
tores que sí los unen (ser extranjeros, ser em­
pleados) cuyo peso simbólico es mucho mayor.
Si la parrilla se construye como una típica
parrilla de barrio, si los taxistas son los típicos
taxistas porteños, la condensación de lugares
comunes pretende componer una situación
que, en tanto regla y no excepción, puede o
podría repetirse en muchos otros lugares. En

[ * }
i ese espacio connotador de "argentinidad"
/ que es la parrilla: Freddy, en su caída mortal,
traspone la puerta de entrada y queda tendi-
I do en la vereda.
? En la última escena, dos policías entran al
lugar para citar a Enrique y Rosa al juzgado.
Al retirarse, la cámara se ralentiza y puede
observarse cómo ambos cruzan lentamente
la calle. Como en la escena inicial, comienza
a escucharse el sonido de un charango, intro­
ducción de la misma canción popular bolivia­
na del comienzo. Con movimientos demora­
dos por la cámara lenta, que crea una mayor
densidad dramática, Enrique pega sobre los
vidrios un nuevo cartel: "se necesita parrille-
ro-cocinero" y corre la cortina tras la ventana.
Final para esta historia circular que, en cierta
forma, vuelve a iniciarse.
En el caso de Bolivia, entonces, se presen­
ta una puesta en escena estilizada, organiza­
da a partir del uso de recursos tales como la
ralentización de la imagen, la fotografía y la
iluminación en base al blanco y negro, el en­
cuadre construido prolijamente teniendo en
cuenta la variedad de planos y enfoques, la in­
corporación de música extradiegética y de si­
lencios, la presencia de alegorías como el par­ cambiar. A la mañana muy temprano metí to­
tido de fútbol y la pelea de box, entre otros. da la ropa que tenía en un bolso y la llevé al
Sobre este entramado formal se articula la his­ Lave-rap. Al mediodía conseguí trabajo en un
toria del film que sí busca inscribirse dentro de bar. Estaba completamente decidida: nada
un verosímil realista, fundamentalmente por iba a volver a ser como antes. Al día siguien­
el tema central que aborda la narración. te mi ex marido me llamó por teléfono, que­
Este film presenta, pues, una interesante ría encontrarse conmigo".
dinámica, ya que oscila entre la delicada esti­ La declaración pone en marcha el tiempo
lización de su organización formal y la dure­ del relato, que irá organizándose en función
za de la historia que narra. del encadenamiento de acciones que portan
en sí mismas marcas de temporalidad: Silvia
4. Silvia Prieto14 cambia de trabajo, viaja a Mar del Plata, Bri-
te y Marcelo inician una relación, ella queda
Silvia Prieto comienza con una referencia a embarazada, se casan; Gabriel regresa de los
lo temporal en la voz en off de Silvia, una de Estados Unidos, conoce a Silvia, es encarcela­
las protagonistas, que anuncia: "El día en do, sale de la cárcel, viaja a Córdoba. Las si­
que cumplí 27 años decidí que mi vida iba a tuaciones que viven los cuatro personajes

Z4®)
centrales de la historia conllevan, necesaria­ cuenta de sus momentos significativos.
mente, un grado de duración más o menos Si bien las escenas del relato siguen un or­
extendido. Sin embargo, el tratamiento for­ den organizado prolija y minuciosamente, la
mal del film elude la representación de la du­ elisión de situaciones intermedias entre una y
ración, del transcurso, mostrando directa­ otra las fragmenta, dotándolas de una relati­
mente el resultado final de cada uno de esos va autarquía. Cada una parece transcurrir en
momentos. Utilizando la elipsis como proce­ un tiempo similar al de las demás, en una es­
dimiento central, el relato conduce de una si­ pecie de presente continuo donde vuelven a
tuación a otra, omitiendo los momentos in­ instalarse los personajes cada vez que apare­
termedios. Así, cuando Silvia conoce a Ga­ cen, sin haber experimentado ningún tipo de
briel, le dice a Brite: "bueno, arreglá una ci­ transformación (no hay un desarrollo "psico­
ta"; el plano siguiente presenta a Silvia y Ga­ lógico" en ellos a medida que transcurre la
briel en una plaza, concretando el encuentro. historia). De este modo, a pesar del ordena­
Lo mismo sucede cuando Marcelo invita a miento lineal del relato, el criterio temporal
Brite a salir: "Me gustaría verte fuera del tra­ utilizado permite otorgar a las escenas cierto
bajo. Te invito a cenar. Nos encontramos acá valor de intercambiabilidad. Esta idea puede
mismo, a las siete"; en el plano siguiente,
Marcelo espera en la esquina la llegada de
S ilvia P rieto Brite. En otra escena, Silvia aparece en el ba­
M ar tín R ejtm an 1999 ño del bar donde trabaja y en la siguiente en
la cocina de su casa. No hay referencias a las
circunstancias ni al tiempo transcurrido entre
las dos acciones; el relato omite todo tipo de
dilaciones y se concentra en los hechos pun­
tuales que le interesa destacar.
De esta manera, podría decirse que la his­
toria se construye de manera eminentemen­
te visual, ya que, en muchos casos, son imá­
genes mudas las que hacen avanzar la narra­
ción15. Cuando Silvia decide viajar a Mar del
Plata, sube a un taxi y le indica al taxista: "Al
aeroparque". Los planos siguientes, enlaza­
dos a través del corte directo, son los de un
avión levantando vuelo, una construcción cu­
yo cartel en alto indica "Hotel", Silvia entran­
do a la habitación, dejando la jaula con el ca­
nario sobre una mesa, abriendo la valija, sen­
tada en un bar en la rambla, entablando un
diálogo con el italiano dueño del saco Arma-
ni, levantándose de la mesa, haciendo la vali­
ja, entrando a su casa.
El viaje es resumido, condensado en pocos
planos que resultan suficientes para dar

/^7
L
extenderse también, según la formulación de gala, presta o vende un objeto utilitario que
David Oubiña, a los personajes y objetos de la enseguida pasa a un nuevo dueño. Son mer­
historia: cancías cuyo valor de uso tiende a ser eclip­
sado por su valor de cambio." (2003: 196-
"Una misma ley rige a personajes y a objetos: 197).
los personajes son intercambiables, los obje­
tos se intercambian. Así como aquellos se Tanto la intercambiabilidad de los persona­
desplazan ocupando diferentes posiciones, jes (Marcelo era marido de Silvia y ahora se
éstos se entregan y se reciben pasando de casa con Brite, Brite estaba casada con Ga­
mano en mano. Y así como aquellos carecen briel, quien ahora sale con Silvia), como la
de psicología dramática, éstos son objetos aparición repetida de ciertos objetos y accio­
impersonales, fabricados en serie o despro­ nes, resultan fundamentales para lograr la
vistos de toda carga afectiva. Puede ser una sensación de constante circulación que es­
muñeca de cerámica, pero también un tapa­ tructura el relato. A lo largo de la narración,
do de piel, un saco Armani, un velador de bo­ Silvia aparece una y otra vez en su cocina tro­
tella, un contestador telefónico. Alguien re­ zando pollos (que luego reaparecerán cocina­
dos al horno, también una y otra vez), o
aprieta repetidas veces el secador de manos
antes de salir del baño del bar donde trabaja.
Estas escenas, al intercalarse en el medio de
otras, colaboran en la construcción de un
tiempo abstracto, produciendo, a pesar del
innegable carácter lineal de la historia (que
avanza siempre), un efecto de atemporali-
dad. Se constituye, así, un tiempo que pare­
ce no progresar, permanecer siempre idéntico
a sí mismo.
En medio de este tratamiento de lo tem­
poral, predominante en la historia, hay una
secuencia organizada de manera diferente,
dado que representa explícitamente el trans­
curso del tiempo, la sucesión que éste supo­
ne. Silvia arroja por la ventana del colectivo
en el que viaja la muñeca que Brite le acaba
de regalar; el plano siguiente muestra a la
muñeca tirada en la calle, de noche, mientras
varios pares de piernas pasan por delante sin
reparar en ella. Luego, puede vérsela en pri­
mer plano, en el mismo lugar, pero bañada
por la lluvia. El día sucede a la noche y la mu­
ñeca permanece en la calle. Luego, un mu­
chacho se detiene ante ella, se agacha y la re­
coge. La mira con atención, la lleva a su casa
y la coloca sobre una repisa. Se acuesta a dor­ ca los cuadros que organizan la historia en
mir, a medianoche se levanta para ir al recital esa clase de teatro.
de un grupo de rock. Ya de día, una de las in­ Con respecto al encuadre, predominan los
tegrantes de dicho grupo regresa en taxi a su planos generales y frontales; sólo en algunos
casa y se sienta a desayunar. momentos la cámara se eleva tomando des­
La explícita sucesión de noches y días (u os­ de arriba, en plano picado, la escalera que
curidad y claridad) da cuenta, en esta secuen­ conduce al departamento de Silvia o una ave­
cia, del paso del tiempo16. nida colmada de autos que van y vienen. La
Por otro lado, el film trabaja con un frag­ cámara rara vez abandona el plano general o
mento de tiempo pasado, de manera paralela medio; cuando lo hace, es para focalizar, a
al actual que viven los personajes: el de la fies­ través del primer plano, en algunos objetos
ta de casamiento de Silvia y Marcelo, conge­ muy puntuales, como por ejemplo el dinero:
lado en un video que se exhibe varias veces a el fajo de billetes dentro del recipiente que
lo largo de la película. Este tiempo pasado, en Marcelo le entrega a Silvia, cuando ella cuen­
el que reinan un movimiento y una expansión ta estos billetes, cuando entierra una parte en
ausentes en el presente, es por lo tanto ma­ las macetas del balcón19.
leable y puede ser reproducido cuantas veces La frontalidad de la cámara la aleja de los
se desee17. ojos de los personajes (no se ubica en ningún
La relativa autonomía que presentan las momento en ellos), convirtiéndola en una
escenas se logra, además, por el tratamiento suerte de testigo privilegiado que tiene la po­
del espacio, organizado en base a una ruptu­ sibilidad de registrar las acciones dispuestas
ra absoluta de la relación campo-fuera de frente a ella. En varias ocasiones, los persona­
campo. En este caso, hay una preeminencia jes cruzan frente al objetivo, que capta así
prácticamente total del campo, ya que cada porciones de cuerpos: piernas, torsos, brazos.
escena constituye un campo visual que ge­ En otro momento, el plano revela una solita­
neralmente no se relaciona con el fuera de ria esquina bajo la lluvia. Momentos después,
campo. Es decir, las escenas se suceden si­ Brite y Silvia entran al campo por la izquierda
guiendo el orden lineal y progresivo de la na­ del cuadro; la cámara, que permitía observar
rración sin establecer lazos con espacios an­ sólo la esquina y la lluvia, permite ahora dar
teriores o ubicados más allá del campo vi­ cuenta de la llegada de los personajes.
sual. Unidas a través del corte directo o sepa­ Por otro lado, la cámara permanece fija la
radas por fundidos a negro que en algunos mayor parte del tiempo. Sólo deja de lado su
casos duran varios segundos18, cada escena estatismo en breves momentos: para realizar
se presenta como independiente de las de­ un paneo cuando Brite llega en un taxi a su
más, del resto del espacio mayor en el que cita con Marcelo, para registrar el movimien­
presumiblemente están inscriptas. Este trata­ to del taxi que lleva a Silvia al aeropuerto o
miento, similar tanto para los interiores en para captar el movimiento desde el tren en
los que transcurre el film (la casa de Silvia, el marcha en el que viaja Gabriel20.
restaurante chino), como para los exteriores Los procedimientos utilizados para la cons­
(generalmente las calles de la ciudad), le trucción del tiempo y el espacio en Silvia
otorga a la puesta en escena una impronta Prieto, entonces, plantean una puesta en es­
teatral (entendiendo el término en su formu­ cena signada por el extrañamiento. La frag­
lación clásica), ya que, de algún modo, evo­ mentación espacial y temporal busca desar-
mar toda ¡dea de continuidad, de fluidez, y se de campo se convierte en una figura central
convierte en el recurso-eje para construir el para la organización del relato, tanto en La
clima de ajenidad, de distanciamiento. Para ciénaga, por el trabajo de elisión del fuera
lograr dicho efecto resultan sumamente ope­ de campo, como en Silvia Prieto por la pree­
rativos, además, la voz en off que comenta minencia del campo y el trabajo de supresión,
los hechos (ya que cada vez que aparece re­ por decirlo de alguna manera, del fuera de
cuerda que se trata de una historia que está campo.
siendo narrada), y los diálogos "poco natura­ Un dato significativo es la presencia, recu­
les" o "artificiales" ("quiero comprarme un rrente en los cuatro filmes, de un espacio pa­
canario, uno que no cante") articulados en ralelo, la imagen televisiva, como un sistema
un tono de voz neutro que los aleja de cual­ de signos que recorre los relatos, proponien­
quier registro naturalista. do correspondencias y divergencias con la
El universo que se configura no intenta imagen fílmica.
tender lazos que lo confundan con la realidad En cuanto a la organización temporal, La
cotidiana del espectador, sino, por el contra­ ciénaga, Historias Mínimas y Bolivia coin­
rio, explicitar claramente la distancia que ciden en presentar una duración similar en
existe entre ambas instancias, remarcando el relación con el tiempo en el que transcurre la
carácter de producto construido del film. És­ historia: alrededor de tres días. El tratamien­
te se presenta como una obra cerrada en sí to es diferente en cada caso, ya que La cié­
misma, dispuesta para ser vista y leída, con lo naga modela la duración mediante una dila­
cual promueve la reflexión sobre el carácter y tación del tiempo que lo extiende hasta ge­
la entidad de toda obra artística, de un film nerar la idea de suspensión, Historias Míni­
en este caso. mas presenta al tiempo de la historia como
"real", en tanto que en Bolivia, los tres días
Algunas conclusiones de la narración aparecen fragmentados por
momentos, suspendidos por otros, en fun­
En función del análisis realizado hasta aquí ción de la estilización que esgrime la puesta
pueden plantearse brevemente algunas con­ en escena. La organización temporal de Sil­
clusiones. Los cuatro filmes, agrupados en via Prieto se diferencia de las tres anteriores
principio según la clasificación planteada en porque el tiempo de la historia es mucho más
ia introducción, presentan, en cuanto al mo­ largo que el del relato, y es trabajado con una
do de organizar la dimensión espacio-tempo- impronta de atemporalidad.
ral, ciertos puntos en común y otros en los No obstante estos agrupamientos, que nu-
que divergen. Con respecto a la representa­ clean a dos o tres de las películas, puede ob­
ción del espacio, entre La ciénaga y Bolivia servarse un punto central común a las cuatro:
puede observarse cierta sintonía generada la coincidencia en organizar la puesta en es­
por la utilización predominante de planos cena tomando, en mayor o menor medida, al
cortos, medios y primeros planos, muchas ve­ distanciamiento como eje (en Silvia Prieto
ces en movimiento, así como por el trata­ esto alcanza su máxima expresión). Se trata
miento descentrado del encuadre. En Histo­ de relatos que plantean una distancia respec­
rias Mínimas y Silvia Prieto, por su parte, to de sí mismos y hacia el espectador, quien
dominan los planos generales, fijos y en su es expresamente alejado, distanciado del
mayoría centrados. La relación campo-fuera film, en lugar de ser fuertemente involucrado
como sucede, por ejemplo, en el cine clásico. so del film del contexto en que se halla ins­
En dicho cine y en el cine hegemónico en la cripto. La brecha, aquí, es continuamente re­
actualidad, la narración se organiza en fun­ marcada por una puesta en escena que real­
ción de disimular las operaciones de enuncia­ za su artificialidad y se opone, así, a la natu­
ción y el dispositivo21 que existen detrás de las ralización del discurso fílmico. La película re­
imágenes. Este tipo de filmes omite la refe­ cuerda constantemente que toda obra, por
rencia al trabajo de escritura inherente a toda su sola presencia, remite necesariamente a
película: la fragmentación y posterior unión una instancia enunciadora.
de los planos es disimulada en pos de instalar En la Introducción, planteábamos que el Nue­
una ilusión de continuidad (de tiempo y espa­ vo Cine Argentino parecía desplegarse entre
cio) que pretende presentar al film como un dos vértices, uno anclado en el tono realista y
"recorte de realidad", como un "reflejo del otro apartado de él. Luego del análisis reali­
mundo". zado, puede observarse que, si bien dentro
Por el contrario, los cuatro filmes analiza­ del movimiento hay algunas películas que
dos intentan posicionarse en un lugar dife­ abordan problemáticas sociales actuales más
rente, promoviendo, simultáneamente con la que otras, en lo que a organización formal de
visión de las películas, una reflexión sobre su los cuatro casos se refiere, aparece claramen­
construcción. Se trata de filmes en los cuales, te una búsqueda por despegar lo representa­
a la vez que se narra la historia, se hace refe­ do (el tema abordado) de la representación
rencia al proceso de narración que se está lle­ (el modo de construirlo, de llevarlo a cabo).
vando a cabo. Este efecto se logra utilizando De este modo, en lo relativo al trabajo de or­
diferentes recursos en cada caso. En La cié­ ganización formal, las cuatro películas coinci­
naga y en Bolivia, la puesta en escena ofre­ den en utilizar un criterio similar: evidenciar la
ce como resultado una imagen sumamente puesta y, simultáneamente, ponerla en esce­
estilizada, que se contrapone continuamente na.
a la sordidez que caracteriza a los temas (mi­ Sería interesante estudiar las características
seria, xenofobia, decadencia, muerte). Si la que adquiere el realismo cuando surge de
presencia de estas temáticas, por su propia una puesta en escena que se despega clara­
carga, sumerge al espectador en la historia, el mente de la "realidad", al evidenciar el pro­
tratamiento de las imágenes lo distancia ceso de construcción que la estructura. El
constantemente. En Historias Mínimas, la análisis hasta aquí realizado ha permitido tra­
construcción planimétrica de la imagen re­ zar sólo algunos posibles lineamientos res­
marca una y otra vez la presencia de la pan­ pecto de estas cuestiones. Se trata de un
talla, es decir, aleja al espectador de las histo­ abordaje que podrá, sin duda, ser ampliado y
rias narradas, para ubicarlo justamente en la revisado en trabajos posteriores.
posición de espectador, dotándolo, eso sí, de
una visión privilegiada. En Silvia Prieto la ex-
plicitación del carácter construido de toda
película alcanza su máxima expresión debido
al uso de procedimientos que rompen conti­
nuamente la ilusión referencial (la idea de
que el cine es una ventana abierta al mundo)
y evidencian la distancia que separa el univer­
BIBLIOGRAFÍA Notas

• Aguilar, Gonzalo; "Los precarios órdenes del 1) Dirección y guión: Lucrecia Martel; montaje:
Santiago Ricci; fotografía y cámara: Hugo Cola­
azar", en revista Mil palabras, N° 1. Buenos
ce; producción: Lita Stantic; intérpretes: Martín
Aires, primavera de 2001.
Adjemian, Leonora Balcarce, Silvia Bayle, Sofía
• Amado, Ana María; "Cine Argentino. Cuan­ Bertolotto, Juan Cruz Bordeu, Graciela Borges,
do todo es margen", en Pensamiento de los Andrea López, Mercedes Morán, Daniel Valen-
Confines, N° 11, Buenos Aires, septiembre de zuela, entre otros; Argentina, 2001.
2002 . 2) El tercer espacio interior que incluye el rela­
• Aumont, Jacques; La imagen, Paidós, Barce­ to, donde vive quien supo ser la tercera en dis­
lona, 1992. cordia en la relación entre Mecha y su marido y
• Deleuze, Gilíes; La imagen tiempo. Estudios en la de Mecha y Tali -Mercedes-, es marcada­
mente diferente a los otros dos. La asepsia de un
sobre cine 2, Paidós, Barcelona, (1986), 1985.
departamento enteramente blanco ubica a este
La imagen movimiento. Estudios sobre cine
espacio a kilómetros de distancia (tantos como
1, Paidós, Buenos Aires, (1994) 1984. los que separan a Buenos Aires de Salta) de los
• Gaudreault, André y Jost, Frangois; El relato otros dos.
cinematográfico, Paidós, Barcelona, (1995) 3) El único límite explícito -geográfico- que
1990. aparece en el relato es el que nunca puede tras­
• Genette, Gérard; Figuras III, Lumen, Barcelo­ pasarse. Bolivia se propone como un espacio
na, (1989) 1972. "otro", el espacio de la diferencia y la liberación
• González Requena, Jesús; La metáfora del al que no es posible acceder.
espejo. El cine de Douglas Sirk, Instituto de Ci­ 4) Los dos planos (entendiendo como historia
los hechos que narra el film y como relato el mo­
ne y Radio-Televisión, Valencia, 1986.
do de presentar la narración), pueden articularse
• Heath, Stephen; Versión original en Screen,
en tres puntos: la relación entre el orden de los
vol. 17,-N° 3, otoño de 1976, págs. 68-112] acontecimientos que tienen lugar en la historia y
"Espacio narrativo". Ficha de cátedra de el de su aparición en el relato; la relación entre la
"Análisis de Películas y Críticas Cinematográfi­ duración del tiempo del relato y la del tiempo de
cas", Facultad de Filosofía y Letras, Universi­ la historia y la relación entre el número de veces
dad de Buenos Aires, 2000. que se evoca un acontecimiento en el relato y el
• Oubiña, David; "Un mapa arrasado. Nuevo número de veces que tiene lugar en la historia.
cine argentino de los '90", en Revista Socie­ La división proviene de las categorías que Gérard
Genette (1989) ha establecido para la teoría lite­
dad 20/21, Facultad de Ciencias Sociales, Uni­
raria en materia de narrativa.
versidad de Buenos Aires, Buenos Aires, otoño
5) Dirección: Carlos Sorin; guión: Pablo So-
de 2003. larz; fotografía: Hugo Colace; edición: Mu-
• Peña, Fernando Martín (ed.); Generaciones hamed Rajid; música original: Nicolás Sorin;
60/90. Cine argentino independiente, Funda­ producción: Martín Bardi; intérpretes: Javier
ción Eduardo Constantini, Buenos Aires, Lombardo, Antonio Benedictis, Javiera Bravo,
2003. Aníbal Maldonado; Argentina, 2002.
6) Hay una única situación en la que el es­
pectador sabe menos que el personaje (foca-
lización externa en términos de Gaudreault y
Jost, 1995): se trata de los verdaderos moti­
vos por los que don Justo quiere recuperar a
su perro y los hechos que rodearon a la pérdi­ rio de Héctor al dueño: "usted debería fijarse viene el saco Armani (Gabriel se lo vende a
da de éste. La verdad sale a la luz cerca del fi­ en la gente de su país y no tomar gente de Marcelo y éste a su dueño original); Silvia le
nal de la historia, sólo cuando don Justo en­ afuera", hasta las increpaciones finales del presta a Gabriel $ 50, que luego él le devuel­
cuentra un interlocutor válido, Fermín, para "Oso" a Freddy: "Te venís a sacar el hambre y ve, entre otras.
narrar lo sucedido. dejás sin laburo a los pibes de acá", pasando 20) Un párrafo aparte merece esa suerte de
7) En realidad, la primera escena de la pelícu­ por el "negro muerto de hambre" que le de­ epílogo en el que se reúnen "todas las Silvia
la, en la que comienzan a pasar los títulos de dica uno de los clientes del lugar. Prieto", es decir, varias de las mujeres que lle­
apertura, puede pensarse como transcurrien­ 14) Dirección y guión: Martín Rejtman; foto­ van ese nombre. Justamente por estar entre
do en un tiempo anterior al del relato que se grafía y cámara: Paula Grandío; Música: Ga­ dentro y fuera de la historia (aparece el perso­
desarrollará luego, ya que se trata del momen­ briel Fernández Capello; montaje: Gustavo naje de la segunda Silvia Prieto), el tratamien­
to en el cual don Justo está en el consultorio Codella; intérpretes: Rosario Bléfari, Valeria to de la cámara es explícitamente diferente.
del oculista tratando de leer las "letras chiqui­ Bertuccelli, Mirta Busnelli, Gabriel Fernández En busca de una imagen cercana a la del do­
tas", que a través de una toma subjetiva apa­ Capello, Luis Mancini, Susana Pampin, entre cumental clásico, zigzaguea registrando los
recen borrosas, como las ven sus ojos. Pero se otros; Argentina, 1999. rostros de las mujeres a las que alguien (que
trata de una suerte de prólogo. Una vez co­ 15) En otros casos, la imagen comenta un permanece fuera del campo visual) está entre­
menzada la narración, el tiempo se desarrolla texto inmediatamente anterior, funcionando vistando.
en su totalidad de la manera lineal que hemos como anclaje de éste: "Yo me olvidé de sacar­ 21) Por dispositivo se entiende, tal como ha
señalado. me las uñas postizas para dornñir y Gabriel señalado Aumont (1992), el conjunto de da­
8) No es un dato menor que todos los perso­ amaneció todo arañado", señala Silvia. La tos materiales y de organización que intervie­
najes, a excepción de Roberto, han sido inter­ imagen siguiente muestra la espalda de Ga­ nen en la relación con la imagen (fílmica en
pretados por actores y actrices no profesiona­ briel cruzada por las marcas rojas de las uñas este caso). El concepto incluye los medios y
les, lo cual expresa una búsqueda por cons­ en cuestión. técnicas de producción de la imagen, el sopor­
truir un clima determinado. 16) En otra escena con un tratamiento simi­ te que se utiliza para difundirla, su modo de
9) Se trata de un signo que recorre todo el lar, una calle nocturna colmada de autos deja circulación y de reproducción.
relato: el televisor aparece en el almacén de paso a un plano de otra calle, también llena
ramos generales, en el hotel, en la salita de de vehículos, pero de día.
primeros auxilios, en la panadería, en el gal­ 17) El mismo video es otro objeto intercam­
pón de vialidad, etcétera. biable, ya que al final de la historia Silvia se lo
10) Dirección, guión y encuadre: Israel muestra al hombre que sale de la cárcel en lu­
Adrián Caetano, basado en un cuento de Ro- gar de Gabriel, en lugar del video del casa­
mina Lanfranchini; producción ejecutiva: Ma­ miento entre Brite y Marcelo. Silvia comenta
tías Mosteirin, productora asociada: Lita Stan- que este hombre "enseguida quiso ver la gra­
tic; fotografía y cámara: Julián Apezteguía; bación de la fiesta. Quería ver en vivo a los
edición: Santiago Ricci, Lucas Scavino, Guiller­ amigos de Gabriel. Pero cuando puse el caset-
mo Grillo; diseño de sonido: Martín García te no había nada, estaba en blanco. Lo había
Blaya; intérpretes: Freddy Waldo Flores, Rosa programado mal. No quise decepcionarlo y
Sánchez, Oscar "Oso" Bertea, Enrique Lipora- busqué el casette de mi casamiento con Mar­
ce, Marcelo Videla, Héctor Anglada, Alberto celo".
Mercado; Argentina, 2002. 18) Por ejemplo, luego de la reunión entre
11) El fragmento del partido que se reprodu­ las dos Silvia Prieto, sobre el fondo negro de la
ce es aquel en el que la Argentina convierte pantalla, la voz en off de Silvia comenta: "Vol­
un gol que le otorga la victoria sobre Bolivia. ví a mi casa en colectivo. Gabriel me estaba
12) La ralentización como recurso reaparece esperando en la puerta. Esta vez no lo hice pa­
en la escena en la que Freddy es asesinado, en sar".
este caso, en medio de riguroso silencio. 19) La circulación del dinero ocupa un lugar
13) Las actitudes hostiles y xenófobas se des­ central en el film. Constantemente se realizan
pliegan en un arco que va desde el comenta­ transacciones, como las dos en las que inter­
Hazañas y peripecias
del video arte en la Argentina
Por En el principio fue la imagen electrónica postura crítica que los artistas tomarán res­
Rodrigo A lonso pecto a la televisión. Al igual que gran parte
Una de las grandes paradojas del video ar­ de los teóricos de la época, los artistas ven en
te -también conocido como video de crea­ ella al enemigo máximo de la cultura, al más
ción- es que comienza algún tiempo antes de claro exponente de la manipulación ideológi­
A Graciela Taquini, la que el video estuviera disponible entre los ar­ ca sobre la que se sustenta la sociedad de
"tía" del video arte en tistas. Dicho de otra manera, las primeras masas. En formas más o menos sutiles, más o
la Argentina obras del video arte no incluyen, de hecho, al menos agresivas, las primeras experimenta­
video como medio. ciones con la televisión buscan poner en
La historia comienza en el año 1963. En el cuestión su protagonismo social, el poder de
mes de marzo, el artista coreano Nam June sus imágenes, y en última instancia, su alian­
Paik, perteneciente al grupo Fluxus, realiza za con el sistema capitalista.
una exposición -Exposition of Music-Electro- Para un artista como el alemán Wolf Vos-
nic Televisión- en la Galería Parnass de Wup- tell -integrante también del grupo Fluxus-
pertal, Alemania, donde presenta trece televi­ este último aspecto es particularmente im­
sores con sus imágenes distorsionadas. La portante. Poco tiempo después que Paik, en
distorsión se origina en la manipulación que mayo de 1963, realiza un evento en Nueva
el artista ha realizado en los circuitos de los York en el que entierra un televisor encendi­
televisores. Modificando válvulas, cables y do atado con alambre de púas. Su aversión
transistores, obtiene imágenes abstractas a por la televisión es más frontal que la de Paik;
partir de la transmisión televisiva habitual, Vostell había vivido una guerra atroz y veía en
convirtiendo la emisión figurativa en un cú­ la televisión un símbolo del mundo beligeran­
mulo de líneas vibrantes y palpitaciones lumi­ te y mercantil que había propiciado el enfren­
nosas. Es, según el artista, el comienzo de la tamiento armado. Sus obras incluyeron, des­
televisión abstracta. Más tarde, descubrirá de entonces, monitores destrozados y accio­
otros medios para manipular las emisiones nes que ridiculizan o relativizan tanto al me­
catódicas -como el uso de imanes que atraen dio como a sus imágenes.
los electrones- y construirá, junto al ingenie­ Las realizaciones de Paik y Vostell son una
ro Shuya Abe, el Sintetizador de Imágenes guía adecuada para comprender los rumbos
Paik-Abe, con el que realiza una serie de vi­ que toma el video arte desde su nacimiento.
S im u lta n eid a d en deos distorsionando segmentos de televisión En primer lugar, se define principalmente co­
S im u ltan eid ad pregrabados. mo una experimentación con la imagen elec­
M a r t a M inujin - 1 9 6 6 Este origen pone en evidencia la violenta trónica, aunque la tecnología del video esté
ausente de las obras. En segundo término, las ciente para impregnar a todas sus apariciones
producciones pioneras se caracterizan por una de un aire de vanguardia. Sin embargo, son
clara aversión hacia la televisión, lo que ubica pocos los artistas que tienen acceso a los
a ésta como una referencia inmediata e insos­ equipos, y la producción videográfica fue es­
casa por algún tiempo.
E xposition of M u sic -E lectro n ic Entre los primeros en acercarse al video se
T elevisión encuentran los creadores de performances
N a m J une Pa ik - 1 9 6 3 (acciones efímeras con sentido plástico inter­
pretadas por un artista). Al principio, el video
fue utilizado para registrar tales actos, pero
en poco tiempo los realizadores comenzaron
a ejecutar acciones pensadas exclusivamente
para ser grabadas en video, dando origen a
un tipo de producción que posteriormente se
conoció con el nombre de video performan­
ces. Durante la década del setenta, autores
como Bruce Nauman, Vito Acconci o Marina
layable. Curiosamente, el video arte no se re­ Abramovic hicieron un uso continuo del vi­
laciona en absoluto con el cine, ni siquiera con deo. Posteriormente, los realizadores comen­
el cine experimental -salvo contadas excepcio­ zaron a preocuparse por definir las caracterís­
nes- que florecía en aquella época, y ésta es ticas específicas del medio, aquellas que nin­
una tercera característica de la producción vi­ gún otro arte posee, dando lugar a verdade­
deográfica pionera. Por último, debe señalarse ras obras experimentales.
que el video arte nace en el seno de las artes Un movimiento importante entre los realiza­
visuales, de la mano de creadores reconocidos, dores que trabajaron con video monocanal
y en espacios, exposiciones y eventos ubicados -es decir, cintas de video para ser vistas en un
en el circuito de las artes plásticas. monitor- es el conocido con el nombre de
En 1965 sale a la venta la primera cámara Guerrilla Televisión. Los grupos que la confor­
de video portátil para consumo popular. El maron intentaron realizar una televisión alter­
primer artista en comprar una es Nam June nativa para contrarrestar el poder de las gran­
Paik. Cuenta la leyenda que cuando se dirigía des cadenas y su programación homogénea.
a su taller después de haberla adquirido, su Fueron, en general, agrupaciones de realiza­
taxi quedó atrapado en un embotellamiento, dores que compartían equipos y exhibían su
debido a la visita del Papa Paulo VI a la ciu­ producción en canales de televisión alternati­
dad de Nueva York. Paik filma el aconteci­ vos, principalmente en espacios de cable de
miento y esa misma noche lo presenta en el acceso público. Trabajaban con la gente, en­
Café A-Go-Go ante un grupo de amigos. Ha­ señándole a utilizar los equipos e incentiván­
bía nacido, así, el primer video realizado por dola a la producción de sus propias cintas,
un artista. historias y narrativas. Guerrilla Televisión fue
En los años siguientes, el video arte inclui­ un movimiento muy fuerte en los Estados
rá también a los videos realizados por artis­ Unidos gracias a los aportes de diferentes
D e c o l l a g e P e r fo r m a n c e tas, incluso si éstos no poseen un carácter ex­ fundaciones que apoyaron el desarrollo de
W o lf V o ste ll - 1 9 6 3 perimental. La novedad del medio es sufi­ experiencias comunitarias. Sin embargo, ha­
cía finales de la década del setenta su presen­ obras incluyeran la imagen electrónica en
cia disminuyó notoriamente, y el video circu­ nuestro medio.
ló principalmente por los ámbitos donde ha­ No obstante, sería exagerado considerar a
bía nacido: en galerías y museos de arte. esta experiencia como la primera producción
del video arte en nuestro país, ya que esa
Los orígenes del video arte en la Argentina aparición de la imagen electrónica era una de
las múltiples propuestas de la pieza, y no ne­
Como sucedió en Europa y los Estados Uni­ cesariamente la más importante. Para algu­
dos, las primeras manifestaciones del video nos observadores de la época pasó, casi inad­
arte en nuestro país son anteriores a la apari­ vertida, aunque otros arremetieron contra los
ción de la tecnología de video portátil. Recu­ artistas acusándolos de esnobismo tecnológi­
rren, igualmente, a la imagen electrónica, co.
aunque de una manera diferente a la referida Al año siguiente, Marta Minujin realizó una
anteriormente. experiencia que, esta vez sí, puede ser consi­
La primera obra argentina que incluyó la derada como la primera obra de video arte
imagen electrónica fue La M enesunda de nuestro país. Se llamó Simultaneidad en
T V M agnet
(1965), una ambientación creada por Marta Simultaneidad, y formaba parte de una pro­ N a m J une Pa l k - 1 9 6 5
Minujin y Rubén Santantonin con la colabo­ ducción conjunta con los artistas Alian Ka-
ración de un grupo de artistas, todos ellos li­ prow en Estados Unidos y Wolf Vostell en
gados al Instituto Di Telia de Buenos Aires, un Alemania (aunque no está claro que éstos ha­
centro de experimentación artística de van­ yan participado del evento). La idea fue que
guardia. La obra consistía en un recorrido por
diferentes ambientes y situaciones, donde el
espectador se encontraba con escenarios in­
sólitos que muchas veces solicitaban su parti­
cipación: había una habitación con una pare­
ja durmiendo en una cama, un laberinto de
espejos donde ventiladores propulsaban una
lluvia continua de papel picado, una cabeza
gigante en cuyo interior una maquilladora
arreglaba a los visitantes, un pasadizo de tu­
bos de neón, etcétera. Entre todos estos am­
C ir cu ito
bientes, al final de una escalera, se ubicaban
M a r t a M inujin - 1 9 6 7
tres televisores, uno de los cuales estaba co­
nectado en circuito cerrado, reproduciendo la
imagen del visitante. Esta utilización del cir­ cada unq de los artistas participantes pensa­
cuito cerrado en una obra artística es una de ra un evento que los otros dos repetirían en
las primeras realizadas en el mundo. Marta sus países, simultáneamente. El evento pro­
Minujin había conseguido que un canal de puesto por Marta Minujin, debido a sus com­
televisión prestara la cámara, y la había incor­ plicaciones tecnológicas, no pudo ser repro­
porado al recorrido como una de las atraccio­ ducido por Kaprow ni por Vostell.
nes de la pieza. Pero sin saberlo, estaba dan­ Simultaneidad en Simultaneidad fue un
do el puntapié inicial para que un grupo de acontecimiento artístico en dos partes. En una

/ st J
primera jornada, sesenta personalidades de radial de lo que sucedía con los otros dos. Así
los medios de comunicación fueron invitadas se conformaba un Circuito -tal era el nom­
al auditorio del Instituto Di Telia. Allí fueron bre de la pieza- de información, donde a la
fotografiadas, filmadas y entrevistadas. Poste­ idea de invasión mediática planteada en la
riormente, se les ofreció una radio para que propuesta anterior se sumaba el tema de la
escucharan, al mismo tiempo que se los ubi­ vigilancia. La obra volvió a utilizar el circuito
caba frente a un televisor al que debían mirar. cerrado de televisión y una tecnología muy
Once días más tarde, las mismas personas novedosa, la computadora, convirtiéndose
asistieron al mismo lugar. Allí encontraron que en una de las primeras obras artísticas argen­
sus imágenes eran proyectadas en las paredes tinas en recurrir a tal dispositivo.
del auditorio, sus entrevistas se reproducían Ese mismo año, Marta Minujin se vale nue­
por los altavoces, y la radio y la televisión emi­ vamente de un circuito cerrado de televisión
tían un programa especial sobre la jornada para su Minuphone, presentado en la Gale­
anterior. El espacio se había transformado en ría Howard Wise de Nueva York. La pieza es­
un ambiente mediático, que devolvía a los
participantes sus propias imágenes y voces
D erech a:
S it u a c ió n de tiem po
multiplicados y fragmentados por la interven­
D a v id L á m e l a s - 1 9 6 7 ción de los medios. Simultáneamente, se hi­
cieron llamados telefónicos a cien personas, y
se enviaron cien telegramas a otras tantas.
La experiencia había sido inspirada por las
teorías de Marshall McLuhan, el teórico cana­
diense que había señalado cómo los medios
trastornan la vida cotidiana, modificando nues­
tra relación con la realidad. La propuesta incluía
a gran parte de los medios de comunicación
masiva de la época, en un intento por reflexio­
nar sobre los alcances de la invasión mediática
en la vida de las personas.
Al año siguiente, Marta Minujin realizó una taba constituida por una cabina telefónica
experiencia similar, aunque algo más comple­ que se modificaba por el discado de los nú­
ja, en la Expo 67 de Montréal, Canadá. Unos meros del teléfono. Uno de ellos cambiaba el
días antes del evento, publicó una encuesta color de los cristales, otro llenaba la cabina de
en un diario canadiense invitando a los lecto­ humo, otro disparaba una cámara fotográfi­
res a completarla con el fin de participar en ca, otro más activaba un circuito cerrado de
un acontecimiento artístico. Una computado­ televisión que llevaba la imagen del especta­
ra realizó la selección de los participantes por dor al piso de la cabina. El video buscaba sor­
características afines, y los tres grupos resul­ prender al espectador y hacerlo partícipe de
tantes protagonizaron la obra: un grupo reci­ una propuesta lúdica, una vía transitada con
bía información sobre sus propios integrantes frecuencia por la artista.
en televisores y pantallas, un segundo grupo Al mismo tiempo, en la Argentina, David
recibía información sobre el primero en tele­ Lámelas presentaba Situación de Tiempo,
G u er r illa T elevisió n visores, y un tercer grupo recibía información una sala iluminada por el ruido de diecisiete
televisores encendidos en un canal sin progra­ nial o documental, antes que experimentales.
mación. La intención del artista era promover No obstante, este tipo de producciones, en
una vivencia del flujo temporal en un ámbito tanto obras de artistas, eran consideradas
tecnológico. Negando el protagonismo de las dentro de la vertiente del video de creación y
imágenes, introducía al espectador en una ex­ presentadas como tales en los festivales inter­
periencia sensorial que propiciaba una visión nacionales.
diferente sobre el universo de los medios. De hecho, Glusberg fue el promotor de una
La obra de Lámelas fue realizada en el Ins­ serie de encuentros internacionales de video
tituto Di Telia, que iba a albergar otras pro­ realizados en diferentes ciudades del mundo.
ducciones más de la vertiente tecnológica. En En ellos se concentraban los nombres más des­
1969, el Grupo Frontera realiza Especta, una tacados y las realizaciones más prominentes.
experiencia donde se invita al público a res­ Un autor argentino que vivía en Nueva York y
ponder un cuestionario mientras es filmado que fue protagonista de la video creación du­
en video, y posteriormente se reproduce la rante los años setenta, Jaime Davidovich, par­
entrevista en un espacio contiguo, permitien­
do que el participante presencie sus propias
respuestas en compañía del resto del público.
Esta pieza fue invitada a participar de una ex­
posición legendaria, Information, realizada al
año siguiente en el Museo de Arte Moderno
de Nueva York.

La consolidación del video como medio

Durante la década del setenta, la creación


videográfica fue en general escasa. No había
muchos equipos de video en la Argentina, y
su producción era cara y engorrosa, lo que
alejó a los artistas del medio.
Uno de los máximos promotores del video
arte en aquella época fue Jorge Glusberg, di­
rector del Centro de Arte y Comunicación ticipó asiduamente en ellos. Su producción se Iz q . G lo v a l G ro v e
(CAYC), un espacio que reemplazó al Di Telia orientó tanto al video monocanal como a las Nam June P a lk - 1 9 7 3
como núcleo de la vanguardia tras el cierre video instalaciones, es decir, a propuestas que
de aquella institución en 1970. Glusberg ha­ incorporan la imagen electrónica a un ámbito D e r . D r . V id eo v ic h

espacial que el espectador debe explorar. En la J aim e D a v id o v ic h - 1 9 8 2


bía comprado una cámara de video en los Es­
tados Unidos, e incentivaba a los artistas liga­ década siguiente, Davidovich fue un pionero
dos a su institución a realizar sus propias pie­ de la televisión de autor, al crear dos progra­
zas. De aquellos videos no ha sobrevivido mas para el cable norteamericano: SoHo Tele­
prácticamente ninguno, pero de las descrip­ visión y The Live! Show, el primero compuesto
ciones que figuran en los catálogos de pre­ principalmente por entrevistas a reconocidos
sentación, puede deducirse que se trataba, artistas, y el segundo concebido como una
más bien, de realizaciones de corte testimo­ gran sátira hacia la televisión.

59
A pesar de estos importantes anteceden­ ro Bonín por televisión. Olmi y Hermida crean
tes, sólo en la década del ochenta se desarro­ una sátira desopilante del programa, siguien­
lla plenamente la producción en cinta mag­ do los pasos de una investigación sobre un
nética. La apertura de la importación permi­ hecho absurdo, que nunca termina de diluci­
tió el ingreso al país de gran cantidad de cá­ darse a pesar de la continua recopilación de
maras de video portátiles y de fácil uso, que datos, las muchas entrevistas y las supuestas
promovieron la creación electrónica. Entre los explicaciones científicas.
primeros autores se encuentran algunos artis- La de los años ochenta es también la dé­
cada en que surgen otras producciones pio­
Iz q . R o les
neras: los primeros video clips, las primeras
G r a c ie l a T a q u in i - 1 9 8 8 video instalaciones. Asimismo, comienzan a
configurarse los primeros espacios y circuitos
de exhibición: el Centro Cultural San Martín,
con ciclos dedicados a la creación electrónica

Ji

tas visuales y gran cantidad de realizadores


interesados en generar una televisión alterna­
tiva y de autor. Las puertas de los canales es­
D e r . D iez h o m b r es s o lo s taban cerradas para este tipo de producción,
A r D etro y - 1 9 9 0 por lo que el circuito del video fue uno de los
ámbitos preferidos para su exhibición.
Lentamente se configura lo que Graciela promovidos por Graciela Taquini, y posterior­
Taquini ha denominado "la generación vi- mente, el Instituto de Cooperación Iberoa­
deasta". Con poca información sobre el mo­ mericana, de la mano de Laura Buccellato y
vimiento de video creación internacional, los Carlos Trilnick, que en 1989 inicia la muestra
realizadores argentinos comienzan a explorar Buenos Aires Video, un ámbito fundamental
las posibilidades narrativas de la nueva tecno­ en el panorama de la video creación nacional.
logía. Las primeras producciones que obtie­
nen reconocimiento son obras que abrevan Los años dorados de la video creación
en el lenguaje televisivo para satirizarlo o sub­
vertirlo. Entre ellas, una de las más sorpren­ El video adquiere su mayoría de edad du­
dentes -y premiadas- fue The Man of the rante la década del noventa. La experimenta­
W eek (1988), de Boy Olmi y Luis María Her­ ción se consolida entre los artistas, las mues­
mida. La cinta estaba basada en el programa tras se multiplican y el público responde en­
testimonial Yo Fui Testigo que conducía Artu­ tusiasta. A Buenos Aires Video se suman

/~7
otras exhibiciones de importancia, como el cados, con una obra sólida, que se convirtie­
Festival Franco Latinoamericano de Video Ar­ ron en referentes para los realizadores más
te que organiza Jorge La Feria en el Centro jóvenes y que comienzan a llevar sus obras a
Cultural Ricardo Rojas -que luego se trans­ festivales internacionales, obteniendo pre­
forma en la Muestra Euroamericana de Video mios y atención. Los ámbitos oficiales tam­
y Arte Digital-, el Festival Internacional de Vi­ bién abren sus puertas a esta producción: el
deo organizado por Carlos Trilnick, y el Festi­ Museo Nacional de Bellas Artes realiza ciclos
permanentes de video experimental, curados
por Rubén Guzmán, y el Museo de Arte Mo­
derno hace lo propio a través de los Ciclos de
Arte Electrónico curados por Graciela Taquini.
A través de artistas reconocidos, el video arte
ingresa a las escuelas de cine y video, prolon­
gándose en la labor de realizadores jóvenes,
de destacada participación en el circuito local
e internacional.
En el inicio mismo de la década, en 1990,
una obra concita la atención. Se trata de Re­
construyen Crimen de la Modelo, de An­ A r r . R e c o n s t r u y e n cr im en
drés Di Telia y Fabián Hofman, una pieza que, DE LA MODELO
como la mayoría de las de su época, formula A n d r és D i T e lla & Fa b iá n
una mirada crítica hacia la televisión. El video FIo fm a n - 1 9 9 0
está realizado a partir de una noticia emitida
por Nuevediario, el legendario noticiero de Ca­ A b . Ta n g o E l N a r r a d o r
nal Nueve. El material fue manipulado por los Luz ZORRAQUlN - 1991
artistas, a través de un cambio en los ritmos
del registro visual y una distorsión sonora, que
desvían la atención del hecho referido -la re­
construcción policial del crimen de una mode­
lo- hacia la plasticidad del soporte audiovisual.
El tratamiento pone en cuestión la integridad
de la noticia. Pero fundamentalmente, pone
en crisis la relación del medio con la realidad,
ya que propone que toda mediatización es la
construcción de un simulacro sin fin. La obra
funciona como un juego de muñecas rusas:
val Internacional de Video Danza, dirigido los artistas realizan una reconstrucción -artísti­
por Silvina Szperling, especializado en la vi­ ca- del evento a partir de las imágenes del no­
deo danza o danza para la cámara, piezas de ticiero; éste realiza una reconstrucción -infor­
video con coreografías realizadas especial­ mativa- de las actuaciones policiales; éstas son
mente para ser filmadas. una reconstrucción -judicial- del crimen... Ca­
La producción electrónica adquiere, así, da simulacro se construye sobre otro, porque
una gran vitalidad. Aparecen autores desta­ en definitiva, hay un punto central al que no
se puede acceder: la reconstrucción -real- del En dicha construcción, aparece con fre­
crimen de la modelo. cuencia lo que se ha denominado el "monta­
La pieza dio lugar a profundos debates so­ je vertical". Frente al montaje horizontal que
bre la naturaleza de los medios y su relación caracteriza al cine, que empalma tomas de
con el mundo. Como sucedía también en la manera lineal y secuencial, en el ámbito del
comentada The Man of the Week, y en video se desarrollan un cúmulo de formas de
otras producciones similares -como El Círcu­ montaje interior a la toma, que en general se
lo Xenético (1989) de Luis María Hermida y despliegan de manera simultánea. Mediante
Boy Olmi o La Era del Ñandú (1987) de Car­ incrustaciones, superposiciones, cuadros
los Sorín- la crítica se extendía a todo el gé­ dentro del cuadro, sobreimpresión de textos
nero documental, en la medida en que no que se desplazan por la pantalla de las for­
podía escapar a la lógica mediática. mas más insólitas, etcétera, se experimentan
Sin embargo, las referencias a la televisión nuevas miradas y lecturas del flujo audiovi­
no agotan la producción experimental de vi­ sual, que proporcionan un acercamiento iné­
deo. De hecho, en los años noventa se multi­ dito a la imagen en movimiento.
V id eo A rte In t e r n a c io n a l
plican notoriamente las vertientes del video Frecuentemente, imágenes, textos y soni­
M u seo N a c io n a l de B ella s arte. A los primeros realizadores, que venían dos entran en confrontación. El sentido surge
A rtes - 1 9 9 0 del campo de la televisión o aspiraban a in­ de la colisión de tales fuentes antes que de su
gresar en él, se suma un gran número de ar­ integración. La correspondencia entre esos
tistas cuyo horizonte es el video experimental elementos es algo que el espectador debe
y que se constituyen en autores dedicados es­ construir, obligado a una mirada más atenta
pecíficamente a su producción. y activa. Como en la poesía, el material au­
Algunos de ellos exploran una vertiente poé­ diovisual es un disparador para la expansión
tica. Utilizan la imagen electrónica generando del sentido. Otro elemento clave en la cons­
metáforas audiovisuales, formas narrativas que trucción narrativa del video arte suele ser el
se aparten de las líneas clásicas preferidas por ritmo. Entre los "tiempos muertos" de los re­
el cine. La ausencia de un lenguaje o de forma­ gistros en tiempo real y la "estética clip", los
tos establecidos hacen del video un medio artistas han explorado distintas formas para
ideal para probar formas alternativas de cons­ desacostumbrar a los espectadores de los rit­
trucción audiovisual. mos más o menos constantes de la narrativa
fílmica o televisiva.
Tango: El Narrador (1991), de Luz Zorra-
quin, explora la vía poética de manera magis­
tral. Sobre las imágenes de un travelling inter­
minable, los textos de un diálogo entre dos
seres anónimos quiebran la monotonía del re­
gistro. Existen otras imágenes, pero tienen el
mismo carácter ambiguo respecto del texto.
Al mismo tiempo, hay una relación íntima en­
tre todo: el texto es, quizás, el prólogo de un
viaje, tal vez el viaje que registra la cámara.
H er m a n a s V id eo H om e El Grupo Ar Detroy, un desprendimiento de
S a r a F ried - 1991 la legendaria Organización Negra, comienza

r * ¡
por estas fechas su prolífica carrera dentro Los artistas de la primera generación abrie­
del campo del video de creación. En 1990 ron espacios y canales de difusión, generan­
realiza una obra clave, Diez Hombres Solos. do muestras en el país o abriéndose caminos
La pieza muestra el pasaje de un grupo de en festivales internacionales. Carlos Trilnick,
personajes por la pantalla. Los personajes pa­ Sara Fried, Jorge La Feria, Diego Lascano son
recen monjes cruzando un mar, a paso lento algunos de ellos, autores embarcados en la
y constante. La lejanía de los hombres, suma­ doble tarea de la producción y la gestión.
da a la escasa definición de la imagen de vi­ Carlos Trilnick es un pionero indiscutible
deo, hace que las figuras se confundan con del video arte. Su trabajo comenzó en los al­
las líneas del barrido electrónico, mientras la bores de los años ochenta y se consolidó cla­
ausencia de color favorece la integración de ramente hacia mediados de la década. A di­
los personajes en su entorno natural. Como ferencia de otros realizadores cuyo referente
la mayoría de los videos de Ar Detroy, Diez fue la televisión, Trilnick entiende al video co­
Hombres Solos es casi una pieza de cámara mo medio artístico en toda su dimensión, y
-en sentido musical- que apunta a transmitir explora vías plásticas para el tratamiento del
una atmósfera, un estado de ánimo antes audiovisual. Muy temprano realiza video ins­
que una narrativa. Con un poco de atención, talaciones, cuando este formato artístico era
se descubre que los personajes que desfilan apenas conocido en el país. Su diálogo cons­
por la pantalla son, en realidad, nueve. El dé­ tante con los artistas visuales y su perseveran­
cimo hombre solo es, quizás, el espectador. te labor gestora fomentan la permeabilidad
En poco tiempo, la cantidad de autores se entre el circuito de las artes plásticas y el del
multiplicó. Éstos encuentran espacios de difu­ video, cuando el primero todavía miraba con
sión conformados, a diferencia de la genera­ desconfianza al segundo. Su obra se despla­
ción anterior, que tiene que construir sus pro­ za con facilidad entre una visión poética de la
pios lugares. Hacia 1992 podemos hablar de realidad -incluso si ésta incluye toques dra­
una segunda generación de realizadores, ar­ máticos- y la necesidad por formular una mi­
tistas que se mueven en circuitos específicos, rada local y americanista, de cara a los desa­
que tienen más información sobre la produc­ fíos que plantea el mundo globalizado. Este
ción nacional e internacional, y que conocen último interés se percibe claramente en obras
más cabalmente las características del medio. como Celada (1990), Viajando por Am éri­
ca (1989) y Qosco. La Cabeza del Tigre
(1994), las dos últimas inspiradas por un via­
je del artista a Perú. El tema reaparece en
obras más recientes, como Geometrías de
Turbulencia (1999), donde el artista confi­
gura una mirada personal al siglo veinte des­
de el final del milenio, en imágenes de in­
quietante belleza matizadas por algunos
acentos sombríos.
Trilnick ha trabajado frecuentemente con
artistas plásticos. Una de sus alianzas más
fructíferas fue la que trabó con Remo Bian- F lig h t 101: T o n o M a n ' s L a n d
chedi, con quien realizó tres videos: La No- Diego La s c a n o - 1 9 9 2

/“ 7
L a b r u ta lid a d de lo s h o m br es 1988; Fatal, Fatal Mirada, 1990), y un vivi­
A n n a - L isa M a r ja k - 1 9 9 2 do retrato de la relación entre dos hermanas
(Hermanas Video Home, 1991), Fried im­
pacta en el circuito local con Imágenes Alte­
radas (1993), donde traslada el monólogo
interior de una mujer que espera a un hom­
bre a una multiplicidad de secuencias audio­
visuales manipuladas, en las que se plasman
su historia, sus estados de ánimo y sus pen­
samientos. Alejada momentáneamente de la
producción, Fried impulsó una revista sobre
arte y nuevas tendencias, Mediápolis, que re­
cientemente cobró nuevo impulso en forma­
to electrónico. En los albores del nuevo siglo,
che de los Cristales (1993), De Niño (1995) la artista regresa a la producción con una se­
y Danza de Niño (1995). El primero surge de rie de obras que retoman la mirada femenina
la exposición homónima de Bianchedi. El vi­ sobre las prácticas y las herencias históricas.
deo parte del registro de la muestra, pero su Jorge La Feria también ha tenido una pro­
tratamiento audiovisual, el ritmo de sus imá­ ducción espaciada, gran parte de la cual se
genes y la potencia de su sonido lo separan articula alrededor de un personaje, Richard
rotundamente de la mera descripción docu­ Key Valdéz, alter-ego mediático del realiza­
mental, y lo transforman en una obra plena­ dor. Valdez es un cronista del mundo con­
mente autónoma. Las otras dos producciones temporáneo, posicionado con frecuencia en­
surgen de otra exposición del artista plástico, tre el pensamiento y la política occidentales y
De Niño mi Padre me Comía las Uñas, rea­ sus contrapartes. Así, sus viajes lo han lleva­
lizada también en el Centro Cultural Recole­ do a la puna del norte argentino (Vídeo en
ta. Danza de Niño utiliza la exposición como la Puna. El Viaje de Valdéz, 1994), a la Cu­
escenario para una danza inspirada en las ba castrista (Valdéz Habanero, 1997) o al
obras de Bianchedi, a cargo de Miguel Ro­ Japón milenario y contemporáneo (Valdé-
bles. Es una pieza de cámara, muy breve y de
gran impacto visual, por el tenor de la danza
y una iluminación de marcado corte expresio­
nista. De Niño prácticamente deja de lado la
exposición que le sirve como base y se inter­
na en el problemático mundo contemporá­
neo, a través de imágenes en contrapunto
con textos que evocan la historia y la memo­
ria, hechos y conflictos entre cotidianos y uni­
versales, en los que se filtra una mirada in­
quietante sobre el presente.
D erecha:
Sara Fried ha explorado con frecuencia la
T r a n s a tlá n t ic o mirada femenina. Tras alguna producción
A rtu ro M a r in h o - 1 9 9 2 testimonial (Del Bronx a Valentín Alsina,

/«7
zen, 2001). Los relatos de Valdéz se prolon­ zadores como Fabio Guzmán, Anna-Lisa Mar-
garon en una columna de la revista El Aman­ jak, María Cristina Civale, Mariano Galperin,
te, así como en un CD-Rom que recoge la Eduardo Milewicz, Martín Groisman, Nicolás
biografía de este extraño personaje (Valdez Sarudiansky o Eduardo Yedlin, por sólo nom­
Around the World, 2001). brar algunos. Igualmente destacable es la
Con un estilo personal e inmediatamente producción del Grupo Paleta E, de carácter
reconocible, Diego Lascano ha desarrollado la testimonial, el paso de Eduardo Sapir en su
mayor parte de su producción en el campo escala hacia el cine independiente, la obra de
de la animación bidimensional. En este terre­ Claudio Caldini, que aporta todo el bagaje
no ha sido uno de los primeros artistas de la adquirido en el cine experimental, y la actua­
video creación argentina en incorporar imá­ ción clave de Graciela Taquini en el ámbito de
genes digitales. Hasta su abandono del circui­ la programación y la promoción de obras y
to artístico y su emigración a Uruguay, su tra­ artistas en diferentes espacios. Taquini ha pa­
bajo fue constante y prolífico. En su haber fi­ sado, breve pero decididamente, por la pro­
guran obras clave del video arte nacional. En­ ducción. Su video Roles (1988) es uno de los V ia ja n d o por A m é r ic a
tre ellas, merecen destacarse Arde Gardel ejemplos más claros y tempranos de video C a r lo s T r iln ic k - 1 9 8 9
(1991), una especulación sobre las causas de performance en nuestro país. La pieza mues­
la muerte del cantante en clave de humor, tra a la realizadora auscultada por la cámara,
Flight 101: To No Man's Land (1992), una al tiempo que distintas voces le adjudican,
poética mirada al mundo de la aviación, tema por momentos de manera violenta, diferen­
recurrente en la obra del artista, y Saint-Ex tes funciones sociales. En los últimos años,
(1993), basada en la vida y el pensamiento Taquini ha vuelto a incursionar en el video,
del poeta y aviador Antoine de Saint-Exupéry. aunque sus trabajos más elocuentes se han
Junto a estas figuras que alcanzaron pro­ realizado en el ámbito de la televisión, prime­
tagonismo y visibilidad durante los primeros ro en la producción y realización del progra­
años de la década del noventa, fueron impor­ ma Play Rec (junto a Carlos Trilnick) que se
tantes otras, cuya labor ha sido fundamental emitió por Canal 7, y luego en la programa­
para el establecimiento y la evolución del me­ ción del Canal de la Ciudad, dependiente del
dio. No se puede dejar de mencionar a reali­ Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.
Por varios motivos, la obra de Margarita
Paksa es también fundamental en este re­
cuento. En primer lugar, porque el video ar­
gentino más antiguo que se conserva le per­
tenece: se trata de Tiempo de Descuento -
Cuenta Regresiva - La Hora Cero (1978),
una cinta realizada para una instalación en la
que una persona corría a la par de una figu­
ra humana registrada en video y manipulada
electrónicamente. A lo largo de su carrera,
Paksa ha experimentado profusamente con
el arte tecnológico, y no ha dejado de hacer­ Izq u ier d a
lo hasta la actualidad. En 1992 realizó El P rim ero lo n u estr o
Descanso de Loretta, una obra abstracta y J u lio R e a l - 1 9 9 4
CAPITAN CARDO ZO psicodélica inspirada en la estética de los pro­
Pa b l o R o d r íg u e z J á u r e g u i - tectores de pantalla de las computadoras. Su
1995 origen en el terreno de las artes visuales ha
dotado a su producción de un estilo particu­
lar, al principio ligado a la abstracción, aun­
que a partir de Tenis (1997) la imagen figu­
rativa adquiere relevancia nuevamente.
Para finalizar esta reseña histórica, cabe des­
tacar al video La Brutalidad de los Hombres
(1992), de Anna-Lisa Marjak. Sus imágenes
en blanco y negro muestran la contienda en­
tre dos hombres, como símbolo de la compe­
tencia, el egoísmo y la mezquindad. Escenas
de gran despojamiento transforman la lucha
entre estos individuos en una diáfana imagen (1994). La obra toma su nombre de la conoci­
de las relaciones de poder, con una síntesis po­ da campaña turística y presenta imágenes de
cas veces lograda en las obras de este período. la naturaleza sepultadas violentamente por
ruido electrónico. A través de este simple pro­
La segunda generación ceder, Real cuestiona la visión oficial de una
identidad basada en clichés turísticos, el sus­
Hacia 1992 comienza a hacerse evidente la trato ideológico de la campañas y el descuido
aparición de un nuevo grupo de realizadores. de aquella naturaleza sobre la que se predica
Como se mencionó anteriormente, estos au­ tal identidad.
tores encuentran su camino allanado y acce­ Marcello Mercado es autor de una obra
den con facilidad a los circuitos de exhibición, singular. En sus videos, la referencia constan­
premios, becas y subsidios. No todos comien­ te a cuerpos mutilados, trastornos psíquicos y
zan en estos años; algunos ya habían incur- diversas formas de violencia física y moral ha­
sionado en el video, pero es a partir de este blan de una sociedad enferma y perversa,
momento cuando adquieren notoriedad o su
producción evidencia un impulso renovado.
Algunos de estos autores desarrollan una
obra que continúa casi ininterrumpidamente
hasta el día de hoy. Es el caso, por ejemplo,
de Marcello Mercado, Iván Marino, Silvina
Cafici, Arturo Marinho, Pablo Rodríguez Jáu­
regui, Sabrina Farji y Jorge Castro. Otros hi­
cieron un pasaje momentáneo, pero decisivo,
como Julio Real o la dupla David Oubiña-Jor-
ge Macchi (si bien éste ha retomado la pro­
ducción en video en los últimos años).
A pesar de su escasa producción, Julio Real
es autor de una de las piezas fundamentales
del video arte argentino, Primero lo Nuestro
fundada en discursos sociales represivos. Una Con Algunas Mujeres (1992), Sabrina Far-
de sus obras más recordadas, El Vacío ji adquiere notoriedad en el círculo del video
(1994), confronta las imágenes de una ope­ arte argentino. La pieza está basada en las vi­
ración quirúrgica, el registro de cuerpos anó­ vencias de un grupo de mujeres durante la
nimos en una morgue, el sermón exaltado de dictadura militar, interpretado por reconoci­
un predicador y varios símbolos religiosos, das actrices. Su apuesta es más política que
denunciando un vacío existencial que golpea experimental, aunque explora formas de des-
con fuerza al cuerpo individual y social. En centramiento del relato. Su producción es in­
1996 comienza un proyecto ambicioso que termitente y se mantiene en la vía de la refle­
continúa hasta hoy: poner El Capital de Karl xión política casi como una constante. La pro­
Marx en imagen electrónica. ducción de Silvina Cafici ha sido, por momen­
Iván Marino siente una atracción similar tos, algo más hermética, debido, quizás, a sus
por los trastornos psíquicos, aunque su obra referentes literarios, filosóficos y artísticos.
es menos exaltada. Su preferencia por los re­ Perder (el) Tiempo (1996) es, probablemen­
gistros documentales, generalmente en blan­ te, la obra donde todos estos factores conflu­
yen de manera más precisa, formulando una
poética reflexión sobre el tiempo y su devenir. E n t o n c e s . .. L a p ie l s e d e r r a m a

En Heroica (1999), co-realizada con Gabriela M a rta A res - 1995


Golder, su interés ha sido más social y casi an­
tropológico. El video está basado en las histo­
rias de cuatro mujeres peruanas que trabajan
como empleadas domésticas en nuestro país.
Con una coreografía muy simple, en la terra­
za de un edificio, las trabajadoras se apropian
simbólicamente de su entorno, conjugando
su historia personal con la del país en el que
eventualmente les ha tocado vivir.
Trasatlántico (1992) de Arturo Marinho,
es un video de instantes fugaces. Registrada
co y negro, el tiempo real, e incluso la ralen- en rutas desiertas y en tiempo real, la cinta es
tización de las imágenes, hacen de sus obras una concatenación de imágenes práctica­
piezas contemplativas y meditativas, aun mente fijas, donde nada parece suceder has­
cuando la realidad que retratan no sea tan ta que un sonido lejano, una sombra o un
agradable de ver. En Un Día Bravo (1994), rastro imperceptible modifican sutilmente la
muestra la indefensión del estado senil, aco­ estaticidad de la toma. En otras produccio­
sando a su anciana tía con la cámara hasta nes, Marinho explora la construcción de rela­
penetrar en sus rincones más íntimos. Uber tos fragmentados, a partir de imágenes de di­
Die Kolonie (De la Colonia, 1997) posa su ferente procedencia. Las narraciones suelen
mirada serena sobre los niños internados en ser simbólicas, aunque en una obra premia­
un reformatorio, en tanto Letanías (2000) y da, Perdido y Encontrado (1998), parte de
En el Reino del Sueño de la Muerte (2002) un episodio real -una catástrofe aérea- para
parten de distintas situaciones registradas en plantear una visión personal sobre los últimos
un manicomio para mujeres. instantes de la vida.

f ^ ]
Pablo Rodríguez Jáuregui es uno de los ar­ nipulación de programas informáticos (soft-
tistas más destacados en el campo de la ani­ wares), y desde entones explora el tratamien­
mación en Argentina. Sus producciones cir­ to conjunto de imagen y sonido en tiempo
cularon por los festivales de video arte hasta real.
que ingresó en la televisión. Sus primeras pie­ Los artistas referidos fueron acompañados
zas son animaciones, en formatos más o me­ por un gran caudal de nuevos realizadores,
nos tradicionales, de historias breves. Al in­ cuya labor tomó rumbos diversos. Camilo
corporar la digitalización, Jáuregui explora el Ameijeiras, además de realizador -411
collage electrónico, apropiándose de imáge­ (1994), basado en un texto de Paul Virilio,
nes y fragmentos audiovisuales de, preferen­ fue una de sus obras claves- fue un destaca­
temente, las películas y las series televisivas do promotor del video arte argentino, prime­
de clase B. En su serie Capitán Cardozo ro a través del ciclo "Zoo Video" organizado
(1995) elabora una saga sobre un par de hé- junto a Aldo Consiglio en el Centro Cultural

Iz q . De la C o lo n ia
Iv a n M a rin o - 1 9 9 7

D er. V ald ez H a ban ero


J o r g e L a F er la - 1 9 9 7

roes algo torpes, donde se acumulan las citas Recoleta, y después con "Amianto Video",
a los clásicos paladines del cine y la TV en cla­ un nuevo ciclo organizado con Fabio Guz-
ve de humor bizarro. mán en el mismo lugar.
Desde la ciudad de Córdoba, Jorge Castro Tras alguna producción documental, Luis
se abrió paso a través de cintas donde combi­ Campos se vuelca plenamente al video arte
naba la manipulación de la imagen electróni­ con Boleto Multa (1993), el relato de una
ca -distorsiones, repeticiones, coloración- violación en un colectivo filtrado por la es­
con música repetitiva y performance o danza tética del cine de Sergei Eisenstein. Sus tra­
(Instalaciones Circulares Mercurio, 1994; bajos derivan rápidamente en video instala­
Tabla Esmeralda, 1995). Al volcarse a la ima­ ciones y lo ubican entre los artistas más
gen digital, sus videos comenzaron a aumen­ destacados en este rubro, junto a Carlos
tar el grado de manipulación hasta casi anular Trilnick y Gustavo Romano. Otros protago­
la imagen, llegando a límites de notoria abs­ nistas del circuito en estos años fueron Leo­
tracción. Tras estudiar en los Estados Unidos, nardo Ayala, Alejandro Sáenz y Flavio Nar-
Castro se perfeccionó en la elaboración y ma- dini.

/“ 7
La institucionalización - Los nuevos La digitalización del video incentiva un tra­
realizadores tamiento mucho más intenso de la imagen y
el sonido, el trabajo simultáneo con diferen­
En 1994, la exhibición "Buenos Aires Vi­ tes capas audiovisuales, la profundización del
deo" se transformó en una muestra compe­ montaje vertical, la apropiación de materiales
titiva, con premios en dinero que fomenta­ de las más diversas fuentes -registros de vi­
ron la producción. Este estímulo se sumó al deo, películas, televisión, música, fotografías,
que otorgan el Fondo Nacional de las Artes publicidad, efectos sonoros, textos, iconos y
y la Fundación Antorchas, a través de sus señalizaciones diversas, la historia del arte, y
subsidios para la creación artística y las be­ un largo etcétera. No obstante, muchos rea­
cas para realizar residencias de producción lizadores mantienen su estilo, o incluso des­
en importantes instituciones internaciona­ tacan las propiedades de la producción ana­
les. Así, los jóvenes realizadores encuentran lógica, a veces con un dejo de nostalgia. A
multiplicadas sus vías de producción y las
posibilidades de circulación de sus obras.
Comienzan a viajar profusamente, acumu­
lan becas y trabajos que aumentan su pres­
tigio, y adquieren reconocimiento en el me­
A
dio. Por otra parte, el Museo Nacional de rena

M a r g a r it a B a l i - 1 9 9 8
Bellas Artes comienza su colección de video
arte argentino, y varias instituciones se
preocupan por incrementar sus mediatecas
con realizaciones en video nacionales. Los
artistas más prestigiosos exponen en gale­
rías e incluso llegan a vender sus obras a co­
leccionistas, aunque este privilegio suele es­
tar reservado para los creadores de video
instalaciones.
Algunos cambios en los sistemas de pro­ mediados de la década del noventa resurgió
ducción también impactan en los trabajos de el interés por el cine en super-8, y algunos
estos años. El uso cada vez más frecuente de realizadores lo utilizaron como material de
la computadora como herramienta de trata­ base para sus videos.
miento de las imágenes y de edición incre­ Pero la introducción de la computadora tu­
menta las posibilidades creativas, e indepen­ vo un efecto contradictorio. Si por un lado in­
diza a los realizadores experimentales del uso centivó la producción independiente, por otro
de islas de edición diseñadas para labores tentó a los artistas a explorar sus propias cua­
más tradicionales (publicidad, televisión, do­ lidades estéticas, haciendo que muchos de
cumental), donde la exploración experimen­ ellos abandonaran el video para dedicarse de
tal consume largas horas y gruesas cantida­ lleno al arte digital, al cd-rom de autor o al ne-
des de dinero. Con una computadora en ca­ t.art (obras artísticas realizadas para la Inter­
sa, muchos creadores invierten más tiempo net). Esta vertiente se profundizó hacia el final
en su labor, obteniendo los resultados espe­ del milenio, aunque no reemplazó por com­
rados a un costo mucho menor. pleto a la producción en video, ya que ésta
posee un circuito de distribución más amplio tre 1 (1996), presentaba imágenes repetitivas
y aceitado, mientras que la producción digital de caballos galopando, mientras una voz sen­
todavía se mantiene algo marginal. sual contaba la historia de una princesa y un
Otra particularidad del período que se abre grupo de caballeros. Tras diversas residencias,
a mediados de esa década es que muchos rea­ su trabajo se fue diversificando. Reciente­
lizadores provienen de las escuelas de cine y vi­ mente, el video Vacas (2002) produjo impac­
deo que se multiplican en Buenos Aires por to internacional al ganar diversos premios en
esa época. En varias de ellas enseñan artistas festivales del mundo. La pieza está construi­
ya reconocidos (La Feria, Fried, Lascano, Grois- da sobre la manipulación de una famosa no­
man, Trilnick), incentivando el acceso experi­ ticia tomada de la televisión: el vuelco de un
mental al universo audiovisual. Entre las figu­ camión que transportaba vacas y el subsi­
ras más destacadas de esta extracción se cuen­ guiente espectáculo de un grupo de gente
tan Gabriela Golder, Andrés Denegrí, Sebas­ que las carnea para llevárselas a sus casas.
tián Ziccarello, Camilo Ameijeiras, lan Korn- Las tomas están ralentizadas y manipuladas
cromáticamente, al punto de transformarse
L a TARDE DE UN ESCRITOR en verdaderas imágenes plásticas, que re­
G u sta v o Ro m a n o - 1998 cuerdan la estética de Goya.
La obra de Andrés Denegrí parte de excu­
sas mínimas, que a veces son narrativas y
otras, formales. Yo estoy Aquí, Colgado de
la Ventana (1998) surge de un poema;
Cuando Vengas Vamos a ir a Comer a
Cantón (2001) surge de una fotografía. En
los últimos años ha explorado nuevas formas
de narrativa documental, acercándose a lo
que se ha dado en llamar "documental de
autor", esto es, un formato que parte del re­
gistro de la realidad pero que no se propone
como una mirada objetiva sobre el mundo,
feld, Gregorio Anchou y Sebastián Díaz Mora­ sino por el contrario, como una visión carga­
les. En La Plata surge un grupo de autores que da de subjetividad. En esta línea se puede
no están ligados a una institución, pero que ubicar su último video, Luján (2004), regis­
generan un movimiento local de destacada re­ trado durante una de las procesiones religio­
levancia: Gastón Duprat, Mario Chierico, sas a la localidad bonaerense.
Adrián De Rosa y Federico Mércuri. En Rosario, En la línea del documental de autor, no
Gustavo Galuppo sobresale como una figura puede dejar de mencionarse a Hernán Khou-
casi solitaria, si bien esa ciudad fue cuna de rian. En su video Áreas (2000), con una mi­
destacados realizadores, como Iván Marino, rada atenta y aparentemente desapasionada,
Pablo Rodríguez Jáuregui o Arturo Marinho. indaga la vida en el campo retratando su cru­
Gabriela Golder ha realizado una carrera deza y su particularidad. Las imágenes, sin
internacional exitosa, moviéndose con fluidez tratamiento alguno, en tiempo real y unidas
entre el video monocanal, la video instalación por un montaje directo, enfatizan la potencia
y el net.art. Uno de sus primeros videos, Let- de las acciones que registran, sumergiendo al

f™ 7
espectador en las labores cotidianas de un un video de alto impacto que repite sin cesar y
grupo de personas del ámbito rural. con pequeñas variaciones la imagen de la re­
La obra de Sebastián Díaz Morales también presión policial sobre un individuo. Planeada
suele partir de registros documentales. Pero como una experiencia no sólo visual sino casi fí­
el artista los manipula suavemente, otorgán­ sica -mediante el uso de un sonido irritante a
doles un carácter surreal. En El Hombre alto volumen- la pieza devela lentamente su
Apocalíptico (2002) combina el registro de contenido, creando una sensación angustiante
una procesión en México con textos de Ro­ y opresiva que se desarrolla a un ritmo constan­
berto Arlt. Este mismo autor fue el inspirador te e irrefrenable. En el fragor de los aconteci­
de la video instalación El Visitante Enigm á­ mientos de diciembre de 2001, Ziccarello se
tico (2003), presentada en la prestigiosa feria agrupa con otros realizadores en Venteveo Vi­
de arte ARCO de Madrid, que ubica la histo­ deo y produce un documental activista con una
ria de Los Lanzallamas en la Patagónia argen­ mirada propia sobre el estallido social. El video
tina, lugar natal del realizador. se distribuye con la advertencia de que está
lan Kornfeld hizo un paso fugaz por el video permitido copiarlo, ya que el objetivo de los au­
arte antes de dedicarse por completo a su ban­ tores es difundirlo de manera pirata a la mayor
da musical, Pornois. En ésta también experi­ cantidad de personas interesadas en su pro­
menta con las imágenes electrónicas que puesta.
acompañan la música de sus conciertos. Sebas­ Desde sus primeras incursiones en el video
tián Ziccarello es el autor de 1.Elipse (2000), arte, Gastón Duprat impuso su estilo perso­

U n a c t o de in ten sid a d
A r D etr o v - 1 9 9 9
I
nal. En ellas, trabajaba a partir de una excusa mericano de postguerra; su Supositorios de
argumental mínima, con una imagen mani­ LSD (1994) evidencia una admiración confe­
pulada pero despojada, que a veces termina­ sa por el cine de Kenneth Anger. Reciente­
ba en abstracción. Esa síntesis culmina en Ca- mente ha concluido una nueva producción,
mus (1995), un video-minuto basado en un inspirada en la legendaria Safo, Historia de
cuento de Albert Camus, donde un persona­ una Pasión (1943) de Carlos Hugo Christen-
je narra la historia en un estilo desdramatiza­ sen.
do, mientras se superponen imágenes y tex­ Con una línea estética sobria e inmediata­
tos que remiten al propio lenguaje del video mente reconocible, Ricardo Pons ha elabora­
de manera meta-textual. La obra le valió el do un cuerpo de obras que bucean en la
Primer Premio en Buenos Aires Video VIII. identidad argentina, en su realidad periférica,
Desde entonces, profundizó su trabajo con la sus ansias de poder y sus sueños inconclusos.
imagen electrónica para internarse en pro­ Tras un homenaje a la perra precursora de los
ducciones de mayor extensión pero con igual vuelos espaciales (Laika, 1997) y una medita­
cuidado formal. Tras asociarse con Mariano ción sobre el mundo contemporáneo a partir
Cohn, realizó un conjunto de obras notables: de textos de Baudrillard (Metáfora de un
Circuito (1996), Enciclopedia (2000, junto a Crimen Perfecto, 1997), Pons se interna en
Adrián De Rosa) y Yo Soy Francisco López los conflictos locales con ADN(i) (1999),
(2003), donde explora el paisaje argentino, Sudtopía (2000), La Tierra (2000), y una se­
con sus personajes y estereotipos. Duprat y rie de videos en los que analiza dos grandes
Cohn llegan a la televisión con el programa proyectos tecnológicos del peronismo, la
Televisión Abierta, de gran repercusión desde construcción del avión Pulqui y el desarrollo
la pantalla de Canal 2, para pasar luego a ela­ de la energía nuclear, metáforas de una Ar­
borar la imagen del Canal MuchMusic, para gentina que intentó el camino de las poten­
el que crean diversos separadores, programas cias mundiales pero quedó relegada.
y personajes. Carlos Essman, Rubén Guzmán, el Grupo
Los antecedentes de la obra de Gustavo Fosa y Javier Sobrino son otros protagonistas
Galuppo son a todas luces cinematográficos, de este momento entusiasta del video arte
aunque en sus videos logra crear climas pro­ argentino. Essman trabajó fundamentalmen-
pios que evaden las referencias específicas. El
Diablo Vino a Tucson (1998) exhibe un es­
cenario opresivo, marcadamente expresionis­
ta, habitado por un muñeco siniestro. En
otras producciones, las remisiones al cine en
forma de citas son más explícitas, al incorpo­
rar material fílmico como base para la experi­
mentación; tal es el caso de Teoría de la De­
riva (2000), La Disección de una Mujer
Ahogada (2001), Días Enteros Bajo las
Piedras o La Progresión de las Catástro­
fes (estas dos últimas de 2004).
1 .E lipse Gregorio Anchou ha realizado piezas con
S e b a s t iá n Z ic c a r e l l o - 2 0 0 0 claras alusiones al cine experimental nortea­
te a partir de la poesía, en alianza con el poe­ creación del Festival Internacional de Video
ta Daniel G. Helder, desarrollando ingeniosos Danza. Esta modalidad, en la que confluyen
contrapuntos entre imagen y palabra en el video y la coreografía realizada especial­
obras como Poesía Espectacular Film mente para ser filmada, fue inaugurada en
(1995) y Sardinas (1997). Rubén Guzmán nuestro país después del Primer Taller de Vi­
parte de una indagación sobre los soportes deo Danza para Coreógrafos, dictado por
de la imagen, experimentando con diversos Jorge Coscia en 1993. De ese taller surgieron
materiales como base para videos que suelen las primeras producciones del género: Tem­
incluir referencias filosóficas o literarias. El blor (1993), de Silvina Szperling, Asalto al
Grupo Fosa realizó obras a partir de los regis­ Patio (1994), de Margarita Bali y El Banque­
tros de sus propias performances. Uno de sus te (1994) de Paula de Luque. Margarita Bali
integrantes, Javier Sobrino, continuó con una es quien ha continuado con más constancia
obra propia, donde trabaja a partir de len­ en esta vertiente. Sus videos se van depuran­
guajes inventados. do de la profusión de efectos que caracteriza­
En los años recientes, Graciela Ciampini y ron a los primeros, para llegar a una síntesis
Federico Falco comenzaron con una obra que perfecta entre danza e imagen en piezas co­
continuó en video. Ciampini parte de su coti- mo Agua (1997) y Arena (1998). Bali es una
dianeidad, con preferencia por los montajes de las principales impulsoras, además, de la
rítmicos de imágenes de su entorno (por "danza multimedia", aquella en la que baila­
ejemplo, en Un Silencio Extremadamente rines en vivo interactúan con imágenes pre-
Ocupado, 2003, trabaja a partir de un con­ grabadas, una tendencia en la que también
testador telefónico); Falco recurre a su histo­ se destaca Susana Szperling.
ria personal, a su familia y a la gente que lo
rodea, para plasmar una mirada íntima sobre El video entre las artes plásticas
su entorno, en obras como Estudio para
Horizonte en Plano General (2003) y A grí­ La posición histórica del video arte siempre
cola y Ganadera (2004). ha sido ambigua. Si bien comenzó en los es­
Mención aparte merece un género que se pacios destinados a las artes plásticas, hacia
desarrolló con fuerza a partir de 1995, con la la década del ochenta cobró cierta autono­
mía, ya que se exhibía en lugares específicos.
No obstante, sería más preciso decir que su
ubicación siempre estuvo a medio camino
entre ambos ámbitos, según el vigor que ca­
da uno de ellos pudiera ofrecer.
Durante la década del noventa el video ad­
quiere un protagonismo inusitado en el uni­
verso de las artes visuales. Las grandes expo­
siciones de arte contemporáneo comienzan a
preferir las producciones electrónicas por di­
ferentes motivos: por su carácter espectacu­
lar, por su lenguaje más accesible al público
general -instruido por el cine y la televisión—, Vacas
por el interés de los jóvenes artistas hacia el G a b r ie l a g o ld er - 2002

fnj
medio, por su novedosa aparición en museos permitían introducir imágenes electrónicas en
y galerías, por las nuevas condiciones de ex­ el espacio. Pero hacia 1994 comenzaron a
hibición -la generalización de los proyectores aparecer los proyectores de video, y la ima­
de video, los reproductores de dvd, etcétera-, gen electrónica se expandió a las salas de ex­
por su aceptación dentro del circuito comer­ posición. Posteriormente, la multiplicación de
cial, por la influencia de los artistas que tra­ las pantallas generó espacios envolventes,
bajaron históricamente con el medio. verdaderas ambientaciones electrónicas en
Lo cierto es que, hacia los inicios de la dé­ las que el público queda sumergido en un en­
cada del noventa, ninguna exposición podía torno audiovisual.
considerarse realmente contemporánea si no Gustavo Romano es uno de los artistas que
incluía alguna obra en formato electrónico, y más ha incursionado en este formato. Sus ins­
fueron las video instalaciones las preferidas talaciones suelen ser dispositivos simples, con
por su capacidad para atrapar al espectador una única imagen que se prolonga en el tiem­
en el flujo de las imágenes. po, como es el caso de Huella (1996), una
La Argentina no fue indiferente a esta ten­ pantalla suspendida que muestra una huella
dencia. Ya en 1990, Jorge Glusberg y Laura digital que muta lentamente, o Lighting Pie-
Buccellato habían organizado una exposición ce (2000), que muestra la imagen de un fós­
en el Museo Nacional de Bellas Artes con el foro encendido que nunca se consume.
título de "Video Arte Internacional", donde Luis Campos, en cambio, ha utilizado con
presentaron diez video instalaciones junto a frecuencia imágenes multiplicadas en diferen­
diversos programas de video monocanal de tes monitores. En El Ego-Sillón Videográfico
diferentes lugares del mundo. Desde enton­ (1994) lo hace para multiplicar al extremo la fi­
ces, el video iba a aparecer frecuentemente gura del espectador, sentado en un sillón de
en las exposiciones. En 1993, Daniel Capardi monitores que le devuelven su propia imagen;
organizó otra gran exhibición de video arte en una instalación en la Galería Filo, un con­
en el Museo Caraffa de Córdoba, con el títu­ junto de televisores mostraban la imagen repe­
lo de "El Día Electrónico", mientras en Tucu- tida de un hombre corriendo, como referencia
mán, Ana Claudia García exponía su primera a la fotografía de Eaedweard Muybridge.
video instalación, Marcar (1993). Marta Ares se ha preocupado mucho por
Así, estas producciones se propagan por el el contexto en el que se exhiben sus videos.
circuito artístico nacional. En Buenos Aires, En una de las versiones de Entonces, la Piel
son diversos los espacios que las presentan: el se Derrama... (1995), presentó la pieza fren­
Instituto de Cooperación Iberoamericana, la te a colchonetas rellenas de parafina; en Cor­
Fundación Banco Patricios, el Casal de Cata­ poral Dilación (1994), el espectador debe
lunya. El Centro Cultural Recoleta realizó una acostarse sobre un piso metálico para ver el
gran exhibición de arte electrónico en 1998, video, que se proyecta en una pantalla ubica­
organizada por Ximena Caminos y el autor de da en el techo de la sala; en otras ocasiones,
estas líneas bajo el título de "Arte Siglo XXI". Ares ha intervenido los televisores que emiten
En pocos años, la producción de instalacio­ sus obras con piedras de colores y peluche.
nes con video se multiplicaron notoriamente. Silvia Rivas ha utilizado el video para plas­
En sus primeras manifestaciones, la presencia mar diferentes percepciones respecto al tiem­
del video se reducía a las pantallas de los te­ po. Sus investigaciones llegan a un punto
levisores, que eran los únicos dispositivos que cumbre cuando presenta una mega-muestra
con diversas video instalaciones en la Sala Sardón, un artista proveniente del terreno de
Cronopios del Centro Cultural Recoleta, la física, ha experimentado con las instalacio­
probablemente la mayor muestra individual nes interactivas, espacios donde la presencia
de video instalaciones realizada en la Argen­ de los espectadores modifica las imágenes
tina. que se proyectan sobre pantallas u objetos.
El grupo Ar Detroy ha exhibido también, Con un apoyo institucional renovado, el vi­
en el Museo de Arte Moderno de Buenos Ai­ deo arte ingresa en el nuevo milenio como
res, algunos trabajos monumentales, como una de las grandes manifestaciones artísticas
El Reflejo de lo Invisible (1998) y Un Acto del siglo veinte. Legitimado por críticos e his­
de Intensidad (1999) y dos video instalacio­ toriadores del arte, su presencia en el circuito
nes con cinco pantallas gigantes. artístico local es, no obstante, el resultado de
En años recientes, una gran cantidad de ar­ una historia concreta que pocas veces ha si­
tistas plásticos se ha volcado a la producción do contada. Jóvenes realizadores y un cre­
electrónica. Entre ellos se encuentran Andrea ciente número de artistas plásticos atraídos
Juan, Gabriela Francone, Mara Facchin, Kari- por el soporte electrónico, dan vida renovada
na Peisajovich, Augusto Zanela, Matilde Ma­ hoy a una manifestación que ya cuenta, en
rín, Jorge Macchi, Liliana Porter y Alicia He­ nuestro país, con más de treinta años de exis­
rrero, por sólo mencionar algunos. Mariano tencia.
El documental y la esfera pública
en América latina*
Por Los escépticos tienden hoy en día a menos­ gidas ni absolutas, especialmente en los últi­
Michael Chanan preciar el documental basándose en que su mos años, en los que una notable tendencia
aserción de autenticidad se asienta en la fic­ consigue borrar los límites establecidos, ya sea
ción de la objetividad. La objetividad, al pare­ en forma de docudrama o en las diferentes
cer, no es ya lo que solía ser, sino otra forma modalidades del documental ficcional o falso
de subjetividad. A pesar de la fuerza del ar­ documental (para el cual Ambrosio Fornet me
gumento, que corresponde a un prejuicio ha sugerido el neologismo español de "docu-
postmoderno contra las viejas verdades, uno mentira"). Sin embargo, en general, resulta
de sus problemas es que propicia la elimina­ que, por ejemplo, cuando la ficción trata so­
ción de la diferencia entre documental y fic­ bre temas históricos o políticos, lo hace a tra­
* Este ensayo fue ción que, hasta no hace demasiado tiempo, vés del drama individual, mientras que, cuan­
publicado previamente en nadie ponía en duda. Si esto es considerado do el documental trata de temas personales,
Secuencia, Revista de
como un delicado problema epistemológico la tendencia es valorar al individuo por su ca­
Historia del cine,
Universidad Autónoma de en la actualidad, no sólo se debe a la polari­ rácter de ejemplo social. Un documental, por
Madrid, Nro. 18, 2003 dad existente entre los hechos y la represen­ ejemplo, sobre las impresiones que alguien
tación, lo real y lo imaginario, sino también, y tiene de una experiencia concreta, probable­
principalmente, a los diferentes modos de mente se halle más interesado en la recupera­
enfoque. En términos sencillos, la película de ción de éstas para la memoria pública que en
ficción es heredera de la novela y del arte dra­ que dichas impresiones sean consideradas
mático de la cultura burguesa y, así, desde meramente un resultado de la experiencia de
muy pronto, se dirigía al espectador como in­ su propia vida. En otras palabras, está relacio­
dividuo privado, es decir, a su subjetividad y a nado con la experiencia individual vivida co­
su vida sentimental. El documental, por el mo una inscripción del trauma social e histó­
contrario, es guiado por lo antropológico, lo rico. Pienso en primer lugar en Shoah de
social y lo político, y se dirige al espectador Claude Lanzmann (1985), en el cual las vícti­
como ciudadano, como un miembro de la co­ mas, los verdugos y los espectadores recuer­
munidad, como participante putativo de la dan el holocausto nazi; o, en el caso de Amé­
esfera pública. rica latina, en Chile: la memoria obstinada
Esta diferencia fue un elemento implícito en (Patricio Guzmán, 1997), que trabaja en la re­
el surgimiento del documental como modo cuperación de la memoria de quienes vivieron
de hacer cine en los años veinte y fue fortale­ el golpe de estado de 1973, para una nueva
T ire D ie ciéndose durante su esplendor en la siguiente generación a la cual la verdad histórica le ha­
F er n a n d o B irri - 1 9 5 8 década. Pero dichas distinciones nunca son rí­ bía sido ocultada.
Esto no implica afirmar que la ficción no tiza la vida de un grupo de niños deshereda­
tiene efectos políticos en la esfera pública, a dos en Medellín.
pesar de que Hollywood haya intentado ha­ Tampoco es cierta la afirmación de que el
cernos creer que el cine es puro entreteni­ documental no representa la esfera privada.
miento. Dejando de lado la cuestión más ge­ Al contrario, lo ha hecho cada vez más duran­
neral del modo en que el cine contribuye a te las dos o tres últimas décadas, hasta el pun­
modelar la opinión pública a través del trata­ to de que la televisión está llena de diarios en
miento de los diversos temas a los que sus formato vídeo y de productos de observación
géneros recurren (amor y sexualidad, crimi­ voyeurística, mientras los documentalistas in­
nalidad y violencia, poder e injusticia, etc.), dependientes revelan una tendencia al narci­
hay también raros ejemplos de películas en­ sismo al dirigir sus cámaras hacia las vidas pri­
tendidas como intervenciones políticas, co­ vadas de sus familias y de ellos mismos. Los
mo La batalla de Argel (Gillo Pontecorvo, orígenes de esta tendencia se encuentran en
1996), incluidas las que tienen efectos no in­ los años sesenta, en los movimientos parale­
tencionados, como El nacimiento de una los (si bien con algunas preocupaciones dife­
nación (D. W. Griffith, 1915). En América la­ rentes) conocidos en Francia como Cinema
tina existe el ahora clásico y paradigmático Vérité y como Direct Cinema en los Estados
ejemplo de Yawar Malku (Sangre del Cón­ Unidos, cuando una nueva generación de cá­
dor, 1969), un dramático film de Jorge San- maras livianas de 16 mm y grabadoras portá­
jinés que fue realizado con el fin de sacar a tiles permitieron al equipo fílmico acceder con
la luz un escándalo nacional y que desembo­ facilidad a lugares donde la filmación del so­
có en la expulsión del Cuerpo de Paz esta­ nido era previamente impracticable -y a me­
dounidense de Bolivia. No es un accidente nudo tabú: sólo la ficción tenía licencia para
que filmes de este tipo se hayan apoyado representar los espacios de la más absoluta
frecuentemente en una aproximación neo- privacidad e intimidad- El vídeo, que comen­
rrealista -temas contemporáneos, localiza­ zó a reemplazar a las cámaras de 16 mm en
ciones reales, actores no profesionales-, en los años ochenta, lo hizo incluso más fácil y
otras palabras, un método o una estética no es sorprendente que esta incursión en el
que personifica la incursión de los valores espacio privado haya generado, al menos en
documentales en la ficción. Ello es parte de los países del Primer Mundo, nuevas preocu­
una historia no escrita del cine donde, en vez paciones legales sobre la invasión de la priva­
de una oposición entre ficción y documental, cidad. El documental latinoamericano ha utili­
habría una simbiosis, un diálogo escondido, zado siempre estas capacidades técnicas para
un intercambio subyacente en el que el de­ usos idiosincráticos propios. Patricio Guzmán,
sarrollo del lenguaje fílmico sería también en su más temprano film, La batalla de Chi­
una función del paso del documento a la na­ le (1979), que hace una crónica de los años
rración y viceversa. En esta historia, que se de Allende (y es una cita fílmica en La memo­
remonta a la Rusia soviética de los años vein­ ria obstinada), consigue una representación
te, el cine latinoamericano ocupa un indiscu­ de las tendencias políticas en conflicto explo­
tible lugar prominente, desde los primeros tando precisamente la agilidad de un reduci­
filmes del nuevo cine en los años cincuenta do equipo fílmico de 16 mm, logrando filmar
hasta el reciente ejemplo de La vendedora primero la reunión de un sindicato en una fá­
de rosas (Víctor Gaviria, 1998), que drama­ brica para, poco después, hacerse pasar por
un grupo de la televisión francesa y acceder a Absoluta (León Hirszman, 1963) y Viramun-
un encuentro del ala derecha en un gran edi­ do (Geraldo Samo, 1964), sobre la migración
ficio de pisos e, incluso, consiguiendo entrar, interior. Sin embargo, el surgimiento del nue­ T ire D ie
en una secuencia, en un apartamento situado vo documental en Latinoamérica en los años Fernando B irri - 1 9 5 8
en un alto y céntrico bloque con el pretexto '50 y '60 tuvo lugar dentro de una perspecti­
de buscar una buena vista de la ciudad y así va ya alterada, en la que la ficción había sido
presentar una viñeta doméstica de la burgue­
sía que se sintió amenazada por la Unidad
Popular. Otro ejemplo es Gamin de Ciro Du-
rán (1978), que usa la técnica de la filmación
en directo para revelar lo que se encuentra
ante nuestros ojos pero nunca se ve: la vida
privada del pillo de las calles de Bogotá.
El argumento es que, como resultado de su
orientación hacia la esfera pública, el docu­
mental está menos interesado en la creación
estética por sí misma que en su objeto de in­
terés, que se sitúa en el mundo externo y con­
creto. John Grierson, arquitecto del movi­
miento británico documental de los años '30
que fomentó la producción de documentales
de interés público, habló de la función del do­
cumental en términos de "objetivos sociológi­
cos más que estéticos". La representación del
mundo concreto en términos sociales, políti­
cos e ideológicos está siempre dirigida a la ve­
racidad de la vida cotidiana y no a un mundo
de fantasía o imaginario. Lo que está en jue­
go aquí no es tanto una demanda epistemo­
lógica cuanto una descripción de la intencio­
nalidad de la vocación del documentalista de
aportar testimonio y ofrecer evidencia sobre el
actual estado del mundo. Ésta fue ya la moti­
vación de los principales precursores, Dziga
Vertov, Joris Ivens y el propio Grierson, en ex­
plícita oposición a la fantasía del cine de en­
tretenimiento al que interpretaban como una
peligrosa distracción. Ésta fue también la in­
V - I# ;
tención central de documentales latinoameri­
canos pioneros, como el retrato de un pobla­
do de la Argentina en Tire Dié (Fernando Birri,
1958) o un par de piezas brasileñas de reporta­
je político sobre el analfabetismo en Maioria

fnj
modificada por el documental, sobre todo a liano ofreció un modelo en el que ficción y
través de la búsqueda de un nuevo realismo documental se convirtieron en compañeros; la
T ire D ie que tomó forma, primero, en Italia al final de ficción no era el comienzo y el final del cine,
F e r n a n d o B ir r i - 1958 |a Segunda Guerra Mundial, donde muchos el documental no era una forma inferior. En el
de los pioneros del nuevo cine latinoamerica­ deseo de convertir a las cámaras en el registro
no fueron a estudiar cine. El neorrealismo ita- de lo cotidiano existente fuera del mundo del
cine, éstas se transformaron en las maneras
alternativas de escapar de los mundos imagi­
narios ofrecidos desde Hollywood o sus imita­
dores.
A pesar de ello, tampoco iba el documen­
tal a renegar de la poesía visual. Por el contra­
rio, un film como Chircales (1972), un análi­
sis de Marta Rodríguez y Jorge Silva sobre la
vida de los cargadores de ladrillos de las afue­
ras de Bogotá, consigue una excepcional fu­
sión de política, poesía y antropología visual.
Este es un movimiento en el que la orienta­
ción hacia la realidad social no es en absoluto
incompatible con un alto nivel de invención
estética, tanto en el trabajo documental como
en la ficción. Incluso las aproximaciones más
experimentales permanecen enraizadas en la
realidad social, como ocurre en ABC del Et-
nocidio: Notas sobre el Mesquital (1976),
del director mexicano Paul Leduc, que rompe
completamente con las convenciones de la
exposición documental, o en la carrera del
chileno Raúl Ruiz, desde sus filmes realizados
durante los años de Allende hasta su subsi­
guiente producción en Francia como una cier­
ta figura exótica celebrada por la vanguardia
y, sobre todo, en el trabajo de Santiago Álva-
rez, que reinventa el noticiario cinematográfi­
co, la película de montaje, el documental de
viaje y todos los demás géneros documentales
en los que él pone sus manos en un inconte­
nible frenesí de bricolaje autorizado por ese
supremo acto de bricolaje, valga la repetición,
que fue la Revolución Cubana.
Cuba llegó a ser única en Latinoamérica
dentro del estatus que le fue adjudicado a su
propio cine, incluyendo al documental. En los
años setenta, investigadores del Instituto Cu­ de los casos, de una idealización -Stanley
bano de Cine (ICAIC) encontraron que, en Aronowitz lo ha denominado "la mítica pla­
ocasiones, la gente acudía a las salas cinema­ za en el cielo"-, el concepto que Jürgen Ha-
tográficas para ver al novedoso Álvarez y, por bermas sistematizó no se encuentra en su
ello, se quedaba a ver cualquier película que plenitud y sin limitaciones por ninguna parte
se proyectara después, en una suerte de in­ en la actualidad. Además, el aumento de los
versión completa de la motivación habitual medios de masas convirtió a los lugares co­
para acudir a las salas. Santiago Álvarez co­ munes en lo que Habermas llama una esfera
menzó realizando documentales de largome­ pseudo-pública, donde el diálogo es reem­
traje, y su éxito incitó al ICAIC a producir una plazado por mensajes de ida con sólo la apa­
amplia serie de documentales de diferentes riencia del diálogo. No obstante, incluso una
directores para su distribución cinematográfi­ esfera pseudo-pública es permeable, tiene in­
ca, en un tiempo en el que, al menos en el tersticios y márgenes de intervención, y es
Oeste, se había abandonado por completo la forzoso que aparezca un cuestionamiento,
realización de documentales para el cine. Nos así como que circule la crítica, especialmente
encontramos con la paradoja de que en Cu­ cuando ello ya ocurre dentro de la sociedad
ba, según sus detractores, la esfera pública civil, que es, de similar modo, permeable (la
había sido reemplazada por el control totalita­ sociedad civil y la esfera pública no son lo
rio de los comunistas y ésta, sin embargo, mismo, pero tienen una relación simbiótica:
mantenía un espacio en la pantalla cinemato­ cada una puede ser vista como la infraestruc­
gráfica para el encontronazo de la realidad so­ tura de la otra). El documental es un agente
cial con el documental que no funcionaba en de esta permeabilidad, a través de la imposi­
las pantallas de las democracias, de donde el ción de nuevas perspectivas e interlocutores
criterio comercial los había expulsado. Los do­ en el ojo público, si es que eso es posible.
cumentales cubanos, e incluso los noticiarios, Si la esfera pública es una ficción útil, es
tampoco estaban, de ningún modo, limitados también relativa y siempre se halla codificada
a la propaganda política. Los noticiarios eran de acuerdo con las susceptibilidades de la po­
a menudo de investigación, mientras que mu­ lítica de cada país, que permanecen vigilantes
chos de los documentales eran ampliamente a pesar de los homogeneizadores efectos de la
didácticos y, en ese sentido, griersonianos; globalización (no es tan fácil que la historia se
otros eran poéticos, muchos de ellos dedica­ mantenga al margen). En Europa, con su tra­
dos a celebrar los diferentes aspectos de la dición de servicios de difusión pública, aunque
cultura cubana; algunos constituían retratos en la actualidad muy debilitada, nos permiti­
de individuos que recuperaban sus memorias mos pensar que la esfera pública es más una
para la colectividad. Cuando estos filmes eran realidad que en los Estados Unidos, donde la
vistos en festivales de cine y en cineclubes de televisión está dominada por las redes comer­
Latinoamérica, fomentaban poderosamente ciales y por un mero puñado de periódicos na­
las ambiciones de los documentalistas que no cionales, cuya lectura es limitada comparada
tenían acceso a la audiencia de que disfruta­ con la de los periódicos de Europa. Esta dife­
ban sus compadres cubanos. rencia es fácilmente perceptible para el que
En cualquier otro sitio de Latinoamérica, la viaja: un sentimiento común entre los británi­
existencia de una amplia esfera pública era cos a la vuelta de un viaje a los Estados Uni­
aun más quimérica. Tratándose, en el mejor dos, incluyendo individuos corrientes sin espe­
cial interés por el asunto, es que los medios de exilio tanto como ocurrió en Chile. El más ex­
comunicación norteamericanos son más con­ traordinario testamento de esta historia, de
formistas, seguidores de las fórmulas, triviales sus represiones y de sus aporías, puede encon­
y estrechos que los de la nación de origen. En trarse en otro título para añadir a nuestra cor­
ambos casos, sin embargo, el debate está res­ ta lista de filmes ejemplares: Cabra marcada
tringido por lo que puede denominarse las para morrer (Eduardo Coutinho, 1984), que
"reglas del compromiso", que se aplican en no es solamente una investigación sobre el
las luchas por la cuota de pantalla y las au­ asesinato de un líder campesino en el nordes­
diencias, por lo cual los documentales que no te de Brasil acaecido veinte años antes, sino un
se conforman con el uso de un limitado nú­ film sobre su propia historia, que yuxtapone
mero de géneros anodinos están en desventa­ metraje de archivo realizado desde 1962, su
ja. En Latinoamérica, el desarrollo de la in­ reutilización desde el año 1964 y testimonios
fraestructura de los media tiene una historia contemporáneos de principios de los años
desigual, dado que se produjo, la mayoría de ochenta, mostrando así a los mismos actores
las veces, bajo la tutela yanqui, por lo cual si­ sociales en diferentes épocas y diferentes pa­
gue el modelo comercial. Aquí hay menos es­ peles. Tan reflexivo como podría ser un film
pacio todavía para las voces de documentales estético, el resultado es un documental sobre
independientes. Sin embargo, el código del el documental, que incluso el crítico de cine
lenguaje público es bastante diferente de los del New York Times, Vincent Canby, definió
modelos del Primer Mundo. Para ofrecer de con el adjetivo de "incomparable". Cito al se­
nuevo la evidencia del que viaja, durante el ñor Canby no como prueba de autoridad, si­
tiempo de mis viajes regulares a Latinoaméri­ no simplemente como ejemplo de que los fil­
ca en los años '70, me sorprendió que un vo­ mes de los que estamos hablando no son to­
cabulario geopolítico enfocado en el imperia­ talmente desconocidos en el exterior (circula­
lismo y sus agresiones, incluyendo el imperia­ ban al menos en festivales y en los grandes
lismo cultural, era de uso generalizado tanto centros metropolitanos de la cultura fílmica);
en el lenguaje directo como, en menor medi­ sin embargo, normalmente no lograban lle­
da, en los medios, lo cual, en mi país, hubiera gar a una amplia audiencia porque eran tra­
hecho que se identificara a los interlocutores tados como productos marginales y exóticos
como personas peligrosamente escoradas ha­ de menos interés que la ficción.
cia la extrema izquierda. La esfera pública nunca es uniforme ni ho­
Sólo bajo dictaduras militares están los me­ mogénea. Como muchos de los críticos de
dios sujetos a un total control, pero no siem­ Habermas han observado, la sociedad mo­
pre exclusivamente entonces: durante un derna se caracteriza por la existencia de una
tiempo, la dictadura militar en Brasil fue lo multiplicidad de esferas públicas parciales o
suficientemente lista como para permitir un sectoriales que funcionan en paralelo y más o
margen de disentimiento; muchos artistas menos abiertas a la interacción. Algunas de
brasileños, especialmente cantautores como ellas reflejan las divisiones de clase de la so­
Toquinho y Vinicius, fueron muy buenos para ciedad civil: no hay contacto entre los miem­
encontrar códigos que ofrecieran su disiden­ bros del club de campo y la asociación de re­
cia en un lenguaje de metáfora popular. Los sidentes de los poblados, pues los primeros
directores brasileños no llegaron a encontrar­ han de retroceder para llegar hasta allí. Otros
se con verdaderas trabas o a ser forzados al colectivos sociales están comprendidos en las

f*}
audiencias fortuitas y anónimas de los espec­ bidos dentro de la órbita de grupos políticos
táculos públicos. En este sentido, el cine es concretos, a veces prohibidos. El más famoso
una fuerza poderosa, el modelo por excelen­ ejemplo, La hora de los hornos (1968) de la T ire D ie
cia de una forma artística que no está en ab­ Argentina, fue proyectado clandestinamente F e r n a n d o B irri - 1958
soluto restringida por la división social o la ex­ por el grupo Cine Liberación, conjuntamente
clusividad y sólo limitada en su alcance por el con miembros del movimiento peronista, y
nexo monetario. Además, el cine es único en
el sentido de que sostiene en sus redes a
cualquiera que se encuentre con él, el inicia­
do y el sofisticado, la persona culta y el anal­
fabeto, la intelligentsia y el lúmpen-proleta-
riado, a los que es capaz de dirigirse al mis­
mo tiempo. El documental, excluido de los
circuitos comerciales, pasó a los 16 mm, ori­
ginalmente introducido como un formato pa­
ra amateurs pero entonces adoptado por la
televisión, que llegó a ser el formato estándar
para el documental hasta su desplazamiento
por el vídeo. Usando proyectores portátiles
de 16 mm, los costes de distribución y exhi­
bición fueron lo suficientemente bajos como
para que el cine se expandiera más allá del ci­
ne, descubriendo formas alternativas de difu­
sión donde el documental encuentra un ma­
yor espacio de recepción (el vídeo reducirá los
costes incluso más, con consecuencias que
trataremos enseguida).
Estos circuitos alternativos fueron creados
casi por completo a través de los esfuerzos de
los propios realizadores a la hora de exhibir
sus propios filmes, como Ukamau en Bolivia,
o por medio de colectivos independientes de
distribución, como Zafra en México, que pro­
porcionó filmes independientes a grupos co­
mo cineclubes y residentes de poblados cha-
bolistas. En poco tiempo, el documental lati­
noamericano se vio involucrado en la crea­
ción de una esfera pública audiovisual, alter­
nativa y paralela, con organizaciones popula­
res de la comunidad y compartiendo la mis­
ma preocupación por dar voz a gente nor­
malmente excluida del diálogo público. En al­
gunos casos, los filmes eran realizados y exhi­
dio lugar a un manifiesto de Fernando Sola- te comerciales, y el segundo cine es el de au­
TTire
„r Die
nir ñas y1 . Octavio Getino, Hacia . un tercer
.. .,
cine,' tor, más social pero aún burgués, caracteriza­
F e r n a n d o b ,r r i -1958 A1-18 ofrece un Proyecto para la realización fíl- do por los modelos europeos de producción.
mica militante. En el esquema propuesto por El tercer cine es la alternativa a ambos, aun­
los argentinos, el primer cine es Hollywood y que en la geografía virtual de la pantalla en
sus imitadores, guiado por criterios puramen- absoluto limitado al Tercer Mundo. Al contra­
rio, para ilustrar mejor lo que querían decir,
Solanas y Getino citaban ejemplos del Primer
Mundo, como el grupo de Newsreel de los
Estados Unidos, los Etats Généraux du Ciné-
ma franceses y las películas de los movimien­
tos estudiantiles italianos, británicos y japo­
neses. En todos estos casos, el propósito era
hacer un esfuerzo por situarse fuera del siste­
ma para hacer filmes que, como el manifies­
to afirma, el sistema encontrara indigeribles.
La hora de los hornos no sólo fue filmada
clandestinamente, sino que también fue mos­
trada en la clandestinidad. Mientras el sector
público audiovisual comprenda la totalidad de
los diferentes espacios donde el film y el vídeo
aparecen, desde el cine hasta la televisión do­
méstica e, incluso, la exhibición alternativa y
hasta clandestina, el espacio físico de visuali-
zación afectará profundamente a la relación
del cine con su público. El espacio determina
a qué público se puede alcanzar con cada pe­
lícula y también condiciona la forma de aten­
ción por parte del espectador y así, por antici­
pación, influye en la manera en la que la au­
diencia es dirigida. La hora de los hornos,
que fue diseñada para una audiencia comba­
tiva políticamente, incluye intertítulos coloca­
dos estratégicamente para invitar a aquél que
la proyectara a detener el film para permitir
un debate entre la audiencia. La diferente
configuración de estos espacios audiovisuales
en los distintos países es, en parte, lo que ex­
plica las diferentes tendencias en el desarrollo
del documental en lugares distintos. La situa­
ción de Latinoamérica, donde el documental
independiente permanecía fuera del mundo y
del discurso de la televisión, mientras una dis-
tribución alternativa construía una esfera pú­ mente y abandonados a una vida de miseria.
blica paralela para su circulación, dio al docu­ El documental puede promover el reconoci­
mentalista la ventaja de una relación directa miento de la condición en la que ellos viven y
con pequeños pero concretos sectores del pú­ puede, incluso, darles voz. De este modo,
blico. Esto se refleja en la elaboración de un ayuda al proceso de concienciación (o surgi­
vocabulario distinto para la discusión del do­ miento de la conciencia) que sólo es viable,
cumental en las revistas y las publicaciones del dice Freire, porque la conciencia humana,
movimiento fílmico al que pertenecían, con aunque condicionada, puede reconocer que
términos como cine didáctico, cine testimo­ está condicionada. El concepto de concien­
nio, cine denuncia, cine encuesta, cine resca­ ciación se refleja en el proyecto del documen­
te, cine celebrativo, cine ensayo, cine reporta­ tal debido a su vocación última de dar testi­
je y, no menos importante, cine militante o ci­ monio y de atestiguar, pero aquí -no pode­
ne combate, la más explícita expresión del im­ mos obviar la cuestión por más tiempo- el
perativo revolucionario de aquellos años. problema surge de la posición desde la cual
Esta lista no es exhaustiva ni definitiva y no su vocación es ejercitada. Los practicantes de
nace de una misma fuente. Estos son sólo los cine documental surgían inevitablemente de
más frecuentemente usados de una serie de los sectores más avanzados de la sociedad, al
términos que aparecen a lo largo de toda la igual que los intelectuales radicales con los
gama de textos cinematográficos radicales la­ que hacían causa común. El medio audiovi­
tinoamericanos, es decir, los escritos que per­ sual podía darles una ventaja sobre los escri­
tenecen al mismo movimiento que los pro­ tores, cuyos productos no podían ser leídos
pios filmes y que expresan sus preocupacio­ por los analfabetos, pero también les impo­
nes y objetivos. Se encuentran en revistas ci­ nía sus propias desventajas: como instrumen­
nematográficas de diferentes países, con títu­ to de lenguaje, la cámara de cine se convier­
los, en los años ochenta, como Hablemos de te tanto en un significado de la autoría como
cine, Cine al día, Primer Plano, Octubre y Ci­ en un sustituto, en el que el lenguaje de
ne cubano (de Perú, Venezuela, Chile, Méxi­ aquellos a quienes representa pictóricamente
co y Cuba, respectivamente). La característica está siempre mediado por la narrativa oculta
distintiva de todos los términos listados es, del director detrás de la cámara y por las ca­
precisamente, su carácter intencional; indican tegorías que se impone a sí mismo en la ta­
una variedad de propósitos que pueden ser rea, que podrá intentar cuestionar pero de las
construidos en términos políticos: enseñar, que no puede escapar por completo. Pienso
ofrecer testimonio, denunciar, investigar, en una película realizada por un latinoameri­
traer a la luz la historia, celebrar la hazaña re­ cano en Europa, De grands événements et
volucionaria, proveer un espacio para la refle­ de gens ordinaires (Ruiz, 1979), en la que
xión, informar, expresar solidaridad, militar a éste sale a las calles de París para filmar las
favor de una causa. elecciones para la televisión francesa que en­
Un film podría, así, abrirse paso por la cul­ tonces rechazó proyectar los resultados, los
tura del silencio, expresión empleada por cuales parecían poner en duda el proceso
Paulo Freire para designar las condiciones de electoral. En el film, el problema real está re­
ignorancia, impotencia política, falta de acce­ sumido en una entrevista con un homólogo
so a la información y a los medios de expre­ canadiense que informa para la televisión de
sión de quienes son reprimidos económica­ Canadá y que explica la dificultad de Ruiz pa­
ra acercarse a su materia, su incapacidad pa­ hacia mediados de los años ochenta el movi­
ra penetrar más allá de la superficie de las co­ miento se encontró en una incipiente crisis,
sas como resultado de su lugar marginal den­ tanto de seguridad como de identidad. Para
tro de la estructura de poder. En un país co­ un cine fundado en una concepción política
mo Francia, dice, la clase política ha aprendi­ de sí mismo, la transformación del espacio
do a protegerse del escrutinio de la cámara; político en el que operaba como un resulta­
por ejemplo, no le permiten entrar en su do­ do del cambio democrático de los años
minio privado. Al contrario, para un docu­ ochenta, amenazó con dejarlo a la deriva. La
mentalista del Primer Mundo que va al Tercer militancia revolucionaria y su retórica esta­
Mundo, las puertas están abiertas en cual­ ban desapareciendo, incluso antes de que el
quier sitio, porque la cámara es una represen­ colapso del bloque socialista cambiara el
tación de la estructura de poder hegemónica equilibrio del poder global. Las convicciones
que, para empezar, divide al Primer y Tercer permanecían, pero las viejas prescripciones
Mundo. Extrapolando, podemos decir que el no servían ya.
documentalista latinoamericano se encuen­ Algunos documentalistas latinoamericanos
tra, en su propia tierra, entre dos polos: la cá­ estaban entonces a la espera de recibir fon­
mara puede ser tomada como un símbolo de dos de Europa, lo que también exigía un
poder del que el director no es propietario cambio en el planteo de sus discursos. Pero
por completo ni desea serlo, y también, en había también otros desarrollos en el forma­
todo caso, indica un grado de separación de to del vídeo donde, de nuevo, Latinoamérica
los sujetos cuya experiencia de vida desea descubrió nuevas formas de práctica que
mostrar. Una separación plenamente recono­ iban a perforar la represión y las normas de
cida en uno de los ¡ntertítulos de La hora de representación. En 1984, cuando me pidie­
los hornos, en el que los directores apelan a ron producir un vídeo para la Campaña de
la audiencia para afirmar que "nuestras opi­ Solidaridad de Chile en Gran Bretaña, pudi­
niones tienen el mismo valor que las vues­ mos incorporar metraje filmado clandestina­
tras". mente en Chile que no podríamos haber ob­
No obstante, la distancia podría verse su­ tenido de ningún modo si los camarógrafos
perada en determinadas circunstancias, es­ chilenos anónimos hubieran tenido que rodar
pecialmente en la inestabilidad de la revolu­ en cine. En Brasil, a fines de la década, el ví­
ción, cuando las divisiones sociales son de deo era utilizado por grupos indígenas para
repente invertidas y el intelectual se halla documentar sus tradiciones y organizarse
con lo que fue denominado el desgarramien­ frente a la indiferencia del resto de la socie­
to, es decir, la ruptura con el vocabulario fa­ dad. El movimiento indígena de vídeo, que
miliar por la existencia clara del cambio revo­ organiza encuentros regionales y nacionales y
lucionario. Otro contexto fue provisto por el que se ha expandido a otros países, constitu­
aumento del feminismo, que permitió a una ye un nuevo catalizador dentro de la esfera
nueva generación de directoras transcender pública que permite a sus participantes ha­
las barreras de clase mediante la solidaridad blar entre sí y a sus Otros de forma directa.
del género, por lo que uno de los primeros Esto quiere decir que el vídeo está más cerca
paradigmas fue otro film argentino, Las ma­ de una forma oral de comunicación que el
dres de la Plaza de Mayo (1985), de Lour­ documental clásico. No es documental en el
des Portillo y Susana Muñoz. Sin embargo, viejo sentido, sino su extensión a nuevos es-

/wj
rpacios colectivos, donde los que fueron suje­ tamente en las plazas, los casetes apilados
tos de documentalistas formados antropoló­ sobre una tabla-, hasta realizadores que
gica y políticamente manejan ahora la cáma­ acuden al documental y descubren un sa- T|RE D|E
ra por sí mismos. Las nociones estereotipadas ber, incluso una tradición argentina en la F e r n a n d o B ir ri -1958
de retraso cultural y tecnológico son desmon­ forma de abordar y narrar lo que está pa­
tadas por la rapidez con la que el vídeo indí­ sando".
gena se estableció e incluso empezó a inven­
tar nuevos géneros y tropos del "habla-ví­
deo".
Un ejemplo final, que muestra otra para­
doja, es el resurgir del documental en la Ar­
gentina, en medio del colapso de pesadilla
de la nación. Fui alertado de esto por pri­
mera vez por un correo electrónico prove­
niente de Buenos Aires. La Internet, desde
luego, ha cambiado también el carácter de
la esfera pública, añadiendo una nueva tec­
nología paralela sin fronteras internas, que
no sólo abre nuevos canales de comunica­
ción interpersonal sino que también crea
nuevas "comunidades virtuales". Éstas, con
su expansión por todo el globo, producen,
entre otras cosas, acción política global
concertada de un tipo nunca conocido en la
historia hasta ahora, desde las protestas an­
ticapitalistas de Seattle y Génova, hasta el
día mundial de protesta contra la invasión a
Irak el 15 de febrero de 2003. El mismo
complejo militar-industrial-científico que
produce la teletecnología de la web, tam­
bién produce las cámaras de vídeo digital y
los ordenadores que, durante el experimen­
to neoliberal de la paridad del dólar en la
Argentina, encontró ávidos compradores
entre una nueva generación de aspirantes a
directores. Vino el colapso de los bancos y
el resultado, como Guillermo De Carli me
escribió, fue que "el documental fue impul­
sado por la explosión de la realidad". Esta­
ban ocurriendo las cosas más interesantes,
"desde grabaciones espontáneas y casi
anónimas que registran las movilizaciones y
los "cacerolazos", -se venden copias direc­

I *7
El nuevo movimiento documental en la Ar­ tramos aquí con varias tendencias estilísticas.
gentina representa el otro lado del fenómeno La base de todo es lo que se puede llamar re­
La h o r a d e lo s h o r n o s

Fern a n d o S o la n a s - 1968
de la informatización de la cultura en el pro­ portaje participante -cámara a mano, sonido
ceso de globalización: la aplicación de la nue­ directo, entrevistas en la calle-, los mismos in­
va tecnología en el ámbito local. Nos encon- gredientes que el reportaje de televisión pero
integrados de otra manera, sin comentario en
off] entrecortado con found images (imáge­
nes tomadas de la televisión o la prensa y
montadas con sentido irónico) y muchas ve­
ces musicalizado con temas del nuevo rock ar­
gentino. Hay muchos cortos en forma de in­
formes sobre acontecimientos específicos, co­
mo manifestaciones, piquetes, "cacerolazos",
"escraches" y ocupaciones de fábricas. En el
conjunto de esos vídeos se aprecia el alcance
de las diferentes formas de militancia de los
movimientos de base. La forma más original
es el "escrache", término tomado del lunfar­
do que significa exponer pública y vergonzo­
samente a alguien. Como práctica de protes­
ta, fue iniciada por la asociación H.I.J.O.S. (hi­
jos de desaparecidos). Aparecen de golpe en
la casa de algún militar torturador indultado,
por ejemplo, y montan una especie de "per­
formance" en su barrio, comunicando sono­
ramente a los vecinos que allí está escondido
un asesino. El escrache es una fiesta de de­
U N FILM D E L
G R U P O C IN E L IB E R A C IO N nunciación, supone varias horas de música,
desfiles, panfletos y hasta pequeñas obras
teatrales, que ponen en escena momentos de
la vida del militar o policía escrachado. Algu­
nos de ellos se esconden, otros huyen, otros
contestan a balazos. Después de diciembre de
2001, los escraches se extendieron a los polí­
ticos, los bancos y los medios de comunica­
ción. Si queremos caracterizar el espíritu del
nuevo documental político argentino, quizá
podríamos hablar de un estilo de video-escra-
che, un estilo que lleva a la pantalla la misma
mezcla de elementos y gestos simbólicos, la
misma energía y sentimiento popular. En fin,
Realización (Fernando E/equiel Solanas
lib r o O c ta v io Oétino y Fernando E S olanas
Foloqr«fi« J C d* S*n«©
si el teórico norteamericano Bill Nichols ha ca­
lificado la forma ortodoxa del documental

88
con la fórmula "Yo les hablo a ustedes de
ellos", aquí, como sucede también en el vídeo
indígena, lo que encontramos es "nosotros
les hablamos a ustedes de nosotros".
un film de Andrés Di Telia

La televisión y yo
El documental y yo

Por 1 Más adelante, un miércoles, responde a


Andrés Di Telia una mujer que lo acusa de egocéntrico: "Esa
Tres rabinos van en un taxi. El primero suspi­ mujer exige que me olvide de que soy yo, y
ra y dice: sin embargo sabe perfectamente que cuando
-Cuando pienso en Dios, me digo que yo tenga un ataque de apendicitis, seré yo
realmente soy muy poca cosa. quien va a gritar, y no ella. La enorme presión
El segundo rabino le dice al primero: a la que estamos sometidos actualmente des­
-Si tú eres muy poca cosa, entonces ¿qué de todos los lados -para que renunciemos a
soy yo? Yo no soy nada. nuestra propia existencia-, como todo postu­
El tercer rabino le dice al segundo: lado imposible de realizar, conduce sólo a la
-Si tú no eres nada, entonces ¿qué soy deformación y el falseamiento de la vida. [...]
yo? ¡Soy menos que nada! ¡Estoy por debajo En particular, un artista que se deje embaucar
de todo! y dominar por este convencionalismo agresi­
En ese momento el taxista, que es negro, vo está perdido. No os dejéis amedrentar. La
se da vuelta y les dice: palabra yo es tan fundamental y primordial,
-Pero, si hablan de esa forma, si dicen que tan llena de la realidad más palpable y por
no son nada, que incluso son menos que na­ tanto la más honesta, tan infalible, como
da, entonces, ¿qué soy yo? ¡No hay ni pala­ guía y tan severa como criterio, que en lugar
bras para describirme! ¡Yo no existo! de despreciarla deberíamos caer ante ella de
Entonces los tres rabinos lo miran y dicen: rodillas."
-Pero ¿éste quién se ha creído?
3
2
Mi última película, La televisión y yo, tie­
En 1953, Witold Gombrowicz empieza su ne la particularidad de ser un documental en
diario, escrito para ser publicado en una re­ primera persona, lo cual todavía es conside­
vista polaca de París mientras él vivía en la Ar­ rado entre nosotros como una contradicción.
gentina, con una respuesta anticipada a la En el documental, partiendo de mis primeros
misma pregunta de los rabinos. En su prime­ recuerdos de la televisión, voy de la historia
ra entrada, correspondiente al lunes, anota nacional a la historia familiar, ida y vuelta, de
simplemente: "Yo". Y sigue así: Martes: lo público a lo muy privado. Ya son dos los
"Yo". Miércoles: "Yo". Jueves: "Yo". Sólo el críticos (se ve que hablan entre ellos) que me
viernes pasa a otro tema. han dicho que les parecía "muy temerario"

/"7
La t e l e v is ió n y y o que yo apareciera tanto en la película y que
A ndrés D i T ella me hubiera expuesto tanto en lo personal.
No era necesariamente una crítica, pero yo lo
interpreté como una variante del "¿éste
quién se ha creído?".
Uno de los primeros documentales en pri­
mera persona que vi era el de un joven ci­
neasta japonés (no me acuerdo el nombre)
que, luego de estudiar en Londres, volvía a
Japón para enfrentar a su familia con su re­
cién asumida homosexualidad. Era una pri­
mera película incómoda y no del todo logra­
da, pero el evidente riesgo personal puesto
en juego le daba mucha fuerza. No me
acuerdo (tampoco) qué cineasta norteameri­ monios de parte de aquellos periodistas, inte­
cana decía que el documental personal, para lectuales o artistas que habían colaborado de
tener legitimidad y no ser una simple expre­ alguna forma con el régimen.
sión de narcisismo, debe representar una es­ Finalmente conseguí dos o tres testimo­
pecie de coming out del documentalista, co­ nios valiosos, por ejemplo, el de Kive Staiff,
mo se dice de los homosexuales que se atre­ quien tuvo la valentía de defender su contro­
ven a salir del ropero1. Es decir, no debe ser vertida gestión al frente del teatro San Mar­
un gesto gratuito para la persona del cineas­ tín, el principal teatro oficial del país, confe­
ta, debe haber algún riesgo, debe implicar sando que había perdido amigos que lo acu­
una actitud que a un crítico pacato le resulte saron de "colaboracionista". Mi intención no
"temeraria". De cualquier manera, supongo era la de "escrachar" a Staiff, o a algún otro,
que detrás de la censura a la expresión perso­ sino más bien examinar las decisiones que to­
nal -tan argentina también-, detrás del mie­ mó cada uno para seguir trabajando y produ­
do a hablar en nombre propio hay una in­ ciendo en circunstancias desde luego difíci­
quietud válida. ¿Por qué tiene que hablar en les. De hecho, lo que hago cuando recojo tes­
primera persona un documentalista? ¿Qué
necesidad tiene de contarnos sus problemas?
Después de haber trabajado durante más
de diez años en documentales, aquí y en el
exterior, empecé a chocarme con las paredes
del género. Me frustran cada vez más las li­
mitaciones que los documentalistas nos im­
ponemos a nosotros mismos para expresar
nuestras preocupaciones a través de la pala­
bra y las historias de otros. Cuando hice Pro­
hibido, en 1997, que era una investigación
sobre lo que pasó con la cultura argentina
durante la dictadura militar de 1976-83, me
vi en grandes dificultades para obtener testi-
timonios es tratar de ponerme en el lugar de película -mi fracaso- también habría sido re­ La t e l e v is ió n y y o

esa persona que me está trasmitiendo su ex­ velador de por qué, tantos años después, la A ndrés D i T ella
periencia, tratar de comprender, hasta de sociedad argentina se resiste a dar cuenta de
preguntarme qué hubiera hecho yo. Mis "en­ lo que realmente sucedió en esos años. Pero
trevistas" son verdaderas conversaciones, in­ sólo se me ocurrió esa posibilidad después de
tercambios en los que yo hablo tanto como el terminada la película.
que está del otro lado de la cámara. Sólo
que, hasta ahora, dejaba caer mi parte de la 4
conversación al piso de la sala de montaje.
De cualquier manera, en Prohibido casi Cualquiera con alguna experiencia en ha­
nadie quería dar la cara. Las llamadas telefó­ cer documentales tiene conciencia de que
nicas, los mensajes en contestadores, las ne­ frente a la cámara del documentalista hay ac­
gociaciones con secretarias o allegados, las tuaciones. Sin querer entrar en una discusión
garantías exigidas y ofrecidas, la intermedia­ complicada, se podría incluso aceptar el ar­
ción de terceros para convencer a un posible gumento de que en la vida cotidiana todos
actuamos y asumimos identidades más o me­
nos ficticias, según las circunstancias. Sería
raro, entonces, que no lo hiciéramos delante
de una cámara. Esta es una discusión vieja
como el documental. En mi propia experien­
cia, filmar a alguien es caminar sobre un piso
bastante resbaladizo, donde la presencia de
la cámara puede suscitar cierta falsedad en el
comportamiento, pero también dar lugar a
revelaciones que sin la cámara no se produci­
rían. Toda mi "técnica" documental tiene
que ver con saber jugar en un vaivén entre
conciencia y olvido. La conciencia de que es­
tamos filmando genera en el sujeto una en­
trega de sí difícil de obtener sin el compromi­
entrevistado, las esperas y las citas fallidas, so con el acto documental. Por otro lado, hay
los encuentros casi clandestinos, off the re­ que conseguir olvidar por momentos la cá­
cord, las conversaciones sesgadas, las pre­ mara; de lo contrario, el peso de ese compro­
guntas indirectas, las mentiras decorosas... miso puede resultar inhibitorio. Y en ese vai­
En fin, las peripecias y tribulaciones de la in­ vén entra en juego la actuación.
vestigación y de los intentos frustrados por Probablemente haya sido Robert Flaherty,
conseguir testimonios que no conseguí, todo uno de los pioneros del género, el que inau­
eso quizás habría sido más interesante como guró la práctica del documental "actuado".
relato que simplemente ofrecer -como hice- Flaherty no sólo no tenía reparos en pedirle a
los magros resultados que obtuve, por más Nanook el Esquimal que repitiera para la cá­
valiosos que éstos fueran. Todo documental mara situaciones de su vida cotidiana, sino
sobre el pasado nos habla, más que nada, del que tampoco se privaba de pedirle que inter­
presente. Contar mis problemas para hacer la pretara actividades que nunca había hecho ni

f n j
visto (como ir a cazar un lobo marino con ar­
pón) o de inventar relaciones entre los perso­
najes que no eran las reales (la "mujer" de
Nanook parece que, en realidad, era una
amante esquimal de Flaherty). No es un dato
menor el hecho de que Flaherty hubiera fil­
mado un documental anterior en Alaska, cu­
yo material se quemó en un incendio. O sea
que de alguna manera todo era como una re­
petición o reconstrucción. Nanook el esqui­
mal (1922) no deja de ser un testimonio his­
tórico de una forma de vida que, ya en tiem­
pos de Flaherty, estaba en vías de extinción.
Es posible argumentar que Flaherty fue, en
cumentalista se transformaba en una "mosca
La t e l e v is ió n y y o en la pared", capaz de observar y registrar los
A ndrés D i T e lla acontecimientos como si no estuviera allí.
Pero el cine directo, al mismo tiempo que
creaba el mito de la objetividad y la no inter­
vención del equipo filmador en la práctica del
documental, tuvo el efecto paradójico de es­
timular la actuación en los documentales. En
su versión más rigurosa, el cine directo no
permitía interrogar o dar indicaciones a los
sujetos del documental, por lo que los incita­
ba a tomar la iniciativa. La elección de prota­
gonistas para documentales empezó a tener
visos de cásting, donde lo que se buscaba

realidad, un precursor del neorrealismo, pero


sus métodos "inescrupulosos" cayeron en
desgracia dentro de la tradición documental.
El momento fundacional del documental mo­
derno fue alrededor de 1960 en los Estados
Unidos, cuando surgió la utopía del direct ci­
nema, que se proponía reducir al mínimo la
intervención del cineasta y reflejar la realidad
tal cual es. La fantasía fue posible por la crea­
ción de nuevos equipos portátiles más livia­
nos y una película más sensible, que permi­
tían filmar cámara en mano con sonido sin­
crónico y menos luces artificiales en casi cual­
quier lugar. En esa fantasía, la cámara del do-
eran personalidades extrovertidas que se Los métodos de Flaherty habían caído en
comportaran espontáneamente delante de la desgracia, pero como en el cuento de Grou­
cámara y actuaran motu proprio, sin necesi­ cho, los documentales seguían necesitando
dad de ser dirigidos. Como mínimo, tenían de actuaciones.
que poder hacer de cuenta que la cámara no
estaba allí. 5
Y en realidad, algunos de los filmes más
memorables de esa escuela tienen como su­ Casi al mismo tiempo que aparecía el di-
jetos a performers, como Bob Dylan, que rect cinema en Estados Unidos, en Francia se
con sus provocaciones y ocurrencias hace su daba a conocer el cinéma vérité. Los dos tér­
propia puesta en escena en Don't Look minos se han confundido con posterioridad y,
Back de D. A. Pennebaker. O como John muchas veces, se denomina a uno con el
Fitzgerald Kennedy y su hermano Robert nombre del otro. Pero en un principio se tra­
que, cada uno en su película (Comicios y taba de dos ideas bien distintas. En el cinéma
Crisis de Robert Drew), prácticamente in­
ventaron el prototipo del político mediático La t e l e v is ió n y y o

telegénico que no para nunca de actuar pa­ A ndrés D i T ella


ra las cámaras. O personajones como las dos
excéntricas damas de sociedad, que también
montan su propio show en el clásico de los
hemanos Maysles Grey Gardens. La ausencia
de entrevistas y la reducción o eliminación de
la narración en off también obligó a los ci­
neastas a relatar con secuencias de imáge­
nes, con el mismo lenguaje del cine de fic­
ción, armando en el montaje situaciones dra­
máticas de acciones y reacciones, mediante
planos y contraplanos que no siempre se co­
rrespondían estrictamente con la situación
real. De ahí que las mejores películas del di- vérité no se juega a la invisibilidad de la cá­
rect cinema se parezcan mucho a ficciones, mara, sino que se parte del principio de que
no obstante la declaración de fe documental un documental no es otra cosa que un en­
de sus creadores. cuentro entre los que filman y los que son fil­
Es como el cuento de Groucho Marx, en el mados. La figura clave del cinéma vérité es
que un tipo va al psiquiatra porque su mujer Jean Rouch, un etnógrafo marcado por el
está loca y cree que es una gallina. El psiquia­ ejemplo de Flaherty, que, como hemos visto,
tra le dice que le mande a la mujer y que él le no tenía reparos en mezclar registro y recrea­
va a solucionar el problema. Pasa un tiempo ción en el documental. Pero Rouch también
y el hombre vuelve al médico. era aficionado al surrealismo (fue amigo de
-¿Qué pasa? ¿No se curó su mujer? Bretón y Buñuel), y a su manera llevó a la
-Sí, se curó. Ya no se cree más una gallina. práctica cinematográfica la creencia surrealis­
-¿ Y entonces cuál es el problema? ta en el poder expresivo de la improvisación y
-El problema es que necesito los huevos... el azar, de los sueños y las fantasías.

/*7
En Yo, un negro (1958), los sujetos docu­
mentales eran amigos africanos de Rouch
que se inventaban un personaje e improvisa­
ban situaciones a partir de esa identidad: el
protagonista, por ejemplo, es un muchacho
que trabaja en el puerto pero que asume la
identidad de Edward G. Robinson, el actor de
Hollywood. Al ver el material filmado, el mu­
chacho fue improvisando un monólogo que
funciona como la voz en off de sus pensa­
mientos. Este juego, extremadamente simple
y sofisticado a la vez, que mezcla actuación y
registro cotidiano, revela mucho más sobre la
existencia y la subjetividad de estos jóvenes
africanos de lo que habría resultado de un
tratamiento más objetivo. Para Rouch, lo que
revela un documental no es "la realidad" en
sí sino la realidad de una especie de juego
que se produce entre personas delante -y de­
trás- de una cámara. Es por eso que Godard,
gran admirador de Rouch, señaló, a propósi­
to de Yo, un negro, que "todo gran film de
ficción tiende hacia el documental, así como
todo gran documental tiende hacia la fic­
ción".
En Crónica de un verano, realizada en
1961 con los nuevos equipos que permitían
grabar en la calle con imagen y sonido sin­
crónicos, Rouch dio un paso más. Ahora es el
propio cineasta el que aparece en pantalla,
aunque tímidamente, en conversaciones
"previas" con los sujetos del documental, en
este caso jóvenes parisinos que se preguntan
por la felicidad (también se trata de amigos y
allegados de Rouch y de su compañero de
equipo Edgar Morin). En la primera conversa­
ción, Rouch y Morin le proponen a una mu­
chacha participar de "un experimento de ci­
ne verdad" (otro juego). Al finalizar el roda­
je, Rouch y Morin proyectan el material com­
paginado para los participantes, que se
muestran poco conformes con su actuación
en el film o, tal vez, con sus propias vidas.
Después de la proyección, realizada simbóli­
camente en el Museo del Hombre de París,
templo de la antropología, vemos a los ci­
neastas que se pasean por el museo mientras
Rouch concluye: "El problema es que noso­
tros también estamos con ellos en la bañade-
ra". Es decir, la mosca no está en la pared, si­
no en la sopa.

De Crónica de un verano a esta parte, se


podría decir que los documentalistas hemos
terminado por perder la timidez. (Un amigo
documentalista, sin embargo, sostiene que
hacemos documentales porque somos tími­
dos y preferimos mezclarnos con la gente y
manejarnos con equipos mínimos en situa­
ciones íntimas, en un rincón oscuro, en vez
de estar en medio de un set iluminado, con
docenas de técnicos, actores y equipos pen­
dientes de nuestras órdenes). Hablaba antes
de la actuación de los sujetos documentales.
Se podría pensar ahora que el documentalis­
ta también ha empezado a actuar.
Ciertas intervenciones de Claude Lanz-
mann en Shoah, su monumental indagación
sobre el exterminio de los judíos, hacen pen­
sar en una forma de actuación, cuando pro­
voca a un entrevistado o se enoja con otro,
cuando interrumpe un relato para generar
suspenso, o cuando le miente a un ex oficial
nazi a quien está filmando con cámara ocul­
ta ("Le doy mi palabra que no usaremos su
nombre," le miente). En la práctica, lo exhiba
en la película o no, siempre hay un grado de
actuación en el documentalista, que actúa
para producir en los personajes del docu­
mental efectos que le permitan contar su his­
toria. La actuación es parte esencial de la
puesta en escena del documental. Basta pen­ Prohibido
sar, simplemente, en la práctica habitual de la A ndrés D i T ella - 1997

I ”7
entrevista, donde el documentalista finge ig­
norar lo que ya sabe para permitir que se lo
cuente el protagonista o testigo de un hecho
"por primera vez".
Michael Moore se hace el tonto muchas
veces en Roger and Me, en aras de conse­
guir su objetivo, que es poner en evidencia a
los responsables del desempleo en los Esta­
dos Unidos, simbolizados por el "Roger" del
título, el inaccesible gerente de General Mo­
tors. A menos que, a veces, el objetivo de
Moore sea simplemente hacer reír al especta­
dor, al punto de que se lo critica por haber
inaugurado el género del stand-up documen-
tary, en referencia irónica a los stand-up co-
medians tipo Seinfeld. Sea como fuere, se
trata de un documentalista que actúa. Los es­
pectadores sabemos que Michael Moore no
es ningún tonto. Ross McElwee, en la inclasi­
ficable Sherman's March, hace de cuenta
que está buscando novia mientras investiga
la historia del general Sherman y el legado de
la guerra civil en la cultura del Sur norteame­
ricano donde él nació. ¿O será al revés? De la
presencia de la historia en el presente, el te­
ma de la película pasa a ser el de su relación
con las mujeres y, al mismo tiempo, el de la
relación de alguien que filma con aquellos a
quienes filma. (McElwee después continuó el
experimento en Time Indefinite, donde final­
mente se casa... ¡con su asistente!).
Avi Mograbi es otro documentalista que
actúa de provocador, en sus crudas vivisec­
ciones de la sociedad israelí contemporánea
(Happy Birthday, Mr Mograbi!, August).
Cuando Mograbi enciende deliberadamente
una violenta discusión respecto de a quién le
toca el turno en una sala de espera, cuando
se pelea con un policía que no lo deja cruzar
la calle porque está por pasar un auto oficial,
o cuando filma a un adolescente palestino
Prohibido que le tira piedras, busca revelar realidades
A ndrés D i T ella - 1997 conflictivas que no podría registrar sin su ac-

/“7
r
tuación. Y cuando, en su monólogo a cáma­
ra, se pone una toalla en la cabeza y hace la
imitación de su mujer diciéndole lo que ten­
dría que estar filmando, da a entender por la
vía del humor que él ya no puede creer inge­ Wf * a^fcLv i-
nuamente en los mandatos del documental.
Pero para mí, el premio a la mejor actua­
ción de un documentalista corresponde al in­
<*{ t \
glés Nick Broomfield, que en una inolvidable
escena de The Leader, I-lis Driver & His Dri-
ver's Wife hace enojar a un dirigente fascis­
ta sudafricano, Eugene Terreblanche, en las
últimas épocas del apartheid. Broomfield ob­
tiene la entrevista después de muchos avata-
res, gracias a su amistad con el chofer del lí­
der, pero llega cinco minutos tarde a la cita.
Ante las exageradas recriminaciones del su­
dafricano, Broomfield sale con la excusa ridi­
cula de que llegó tarde porque estaba to­ >«
mando el té, poniendo su mejor cara de in­ * » jim
fi
glés, lo cual sólo hace que Terreblanche pier­
da los estribos. "Pero sólo llegamos cinco mi­
nutos tarde" insiste Broomfield... Nada en el v A * , » -
discurso del dirigente fascista hubiera delata­
do tanto su autoritarismo y su estupidez co­
mo la ira provocada por la actuación de
Broomfield.

7
s a r v ng ai ÍW**V óeníer
V
En el trabajo de estos documentalistas, co­
mo en el cinéma vérité de Rouch, aparece la
idea de que la actuación, en vez de llevar a la
ficcionalización o falsificación, puede, por el
contrario, dejar ver cierto grado de autentici­
dad, o revelar una verdad, no menos válida
que la "verdad" de una persona en ausencia
de cámaras. Pero hay algo más en la actua­
ción de Broomfield. En los últimos años,
Broomfield se ha empecinado en mostrar ca­
da vez más lo que otros documentalistas es­
condemos, y eso es, básicamente, nuestros P rohibido
fracasos. Sus documentales se convierten ca- A ndrés D i T ella - 1997

/”7
si en un manual de todo lo que no debería pensar en WS Sebald o Tracy Emin- da una
haber en un documental. Son películas cons­ pauta de lo poco que se reflexiona entre no­
tituidas casi íntegramente por conversaciones sotros sobre este maltratado género, que en
telefónicas, discusiones previas y posteriores mi opinión y dicho sea de paso, está ofrecien­
a las entrevistas, peleas entre el director y el do lo mejor que tiene para ofrecer el cine
equipo, escenas dilatadas con personajes se­ hoy. Pero esa es otra historia.
cundarios que tratan de ayudar u obstaculi­
zar su trabajo. (Es decir, justamente lo que yo
no supe incorporar en Prohibido, y es quizás 8
por eso que me impactó tanto la obra de
Broomfield). Una fábula hindú cuenta la historia de un
Lo que está haciendo Broomfield al mos­ hombre de enorme fealdad que cruzó el de­
trarse delante de la cámara y al contar sus sierto a pie. Vio algo que brillaba en la arena.
problemas es una actuación. Pero podría de­ Era un trozo de espejo. El hombre se agachó,
cirse que lo que está "actuando", en cierto tomó el espejo y lo miró. Nunca antes había
sentido, es nada menos que la realización de visto un espejo.
un documental. Su actuación nos muestra -¡Qué horror! -exclamó-. ¡No me extraña
que quiere hacer un documental, de acuerdo que lo hayan tirado!
con el concepto tradicional de dar cuenta, en Arrojó el espejo y siguió su camino.
forma transparente, de una serie de hechos
reales. Realmente quiere contarnos la verda­
dera historia del líder sudafricano o la de Kurt
Cobain y Courtney Love en Kurt & Court-
ney, o la de Margaret Thatcher en Tracking
Down Maggie. Pero al mismo tiempo, me­
diante su propia intervención, da cuenta del
inevitable fracaso de esa empresa, revelando
todas las negociaciones que siempre tienen
lugar entre el documentalista y la realidad
que quiere filmar. La verdad del documental,
en todo caso, no es otra cosa que el resulta­
do de esas negociaciones. La actuación se
convierte, así, en una táctica que pone en du­
da las pretensiones del documental, la fanta­
sía de la mosca en la pared, y ofrece a cam­
bio una actitud más honesta, y a esta altura
del partido, tal vez más creíble.
De cualquier manera, escandalizarse por la
presencia del director y su expresión personal
en una película documental, en una época en
que la combinación de lo autobiográfico y lo
documental representa una de las corrientes
más vitales de la literatura y el arte -baste

f u io j
Notas

1) Debo esta observación a una conversación


con Vanesa Ragone.
uadernos de Cine Argentino ofrece en esta sección el análisis de
C algunas de las películas nacionales estrenadas en este nuevo siglo,
seleccionadas de manera necesariamente arbitraria.
Nuestra selección no pretende mostrar un panorama de los últimos es­
trenos, ni intenta destacar algunas realizaciones sobre otras. El lector
tampoco encontrará juicios críticos en los textos, sino que la propues­
ta para los autores fue que abordaran el estudio, la descripción y el
análisis de los siguientes textos fílmicos: Vidas privadas de Fito Páez
y Los Muertos de Usando Alonso.
La importancia de este espacio se asienta en que muchas de estas
películas no han sido profundamente trabajadas en los ensayos mo­
nográficos porque no ofrecían el material temático o discursivo ne­
cesario para cumplir con las consignas propuestas, por lo que apro­
vechamos estas páginas para desarrollar los análisis correspondien­
tes. También la importancia reside en la oportunidad que encuen­
tran nuevos autores para expresar sus puntos de vista.
1 / 1 I /*• y

una película de tito paez


iicctor al torio • d o lo r e s fo n z i • luis z ie m b r o w s k i • c h u n c h u n a v illa fa ñ e • c a ro la r e y n a • lito e n 1
i\w/ “ A < »n « IS A» . «.I M M X » n A N tH K l Y ITIV t tNSIttS fi W W ür*; M AAM IIAN ntittnr^ ut awi.|í o nam*j
anip^iriK-t wiur»rW|)( /VuyANt*||t - k< *»¿ * n * « m jN tw r;# *'* \fti >gAI< «PÍ4S t |S»>* s *H »* -V|U<< ifU L T A
*« t MTt <* >*> s|»a .< 4 A. M.AY1 MU »pfc#í I lO S -< tfcuC* HKA* Ma i i rAju.» % fWAf«; aumi Nágirrt
Vidas Privadas

DIRECCIÓN INTÉRPRETES
Fito Páez
PRODUCCIÓN
Cecilia Roth............................... Carmen Uranga
Fito Páez, Mate Cantero, Stephane Sorlat,
para Circo Beat y Mate Producciones, con
el apoyo del INCAA Gaél García Bernal Gustavo Bertolini

GUIÓN Luis Ziembrowski Alejandro Rossemberg


Alan Pauls, Fito Páez
Chunchuna Villafañe................ Sofía de Uranga
FOTOGRAFÍA
Andrés Mazzon (color) Lito C ru z Rodolfo Bertolini
MONTAJE
Carola Reyna................................. Roxana Rondó
Fernando Pardo
MÚSICA Héctor Alterio................................................padre
Gerardo Gandini, Fito Páez, incluye un
tema cantado por Liliana Herrero Luis Machín...............................................Eduardo

DIRECCIÓN DE ARTE Dolores Fonzi.................................... Ana Uranga


Jorge Ferrari, Juan Mario Roust
Vivi Tellas.......................................... Enfermera 1
SONIDO DIRECTO
Vicente D'Elia, José Caldararo Eusebio Poncela ...voz en el teléfono en Madrid
SONIDO
Audry Gutiérrez Alea
Lena Squienazi
DURACIÓN
90 minutos
ESTRENO EN LA ARGENTINA
25 de Abril de 2002

f w j
Consolidado como compositor e intérprete, Fito Páez debuta en la direc­
ción de cine con el mediometraje La Balada de Donna Helena, basado
en una canción suya del mismo nombre. Seis años después, realiza la di­
rección y producción ejecutiva del largometraje Vidas Privadas. Su par­
ticipación incluye la coautoría del guión, junto a Alan Pauls, y de la músi­
ca, junto a Gerardo Gandini.
La trama argumental elegida en esta ocasión es compleja y, según lo ex­
presado por el director, manifiesta su "forma de hacerse cargo", su toma
de posición frente a "aquello que no le gusta de los argentinos", esa ac­
titud silenciosa ante "el horror y la muerte provocados por el terrorismo
de Estado". Para confrontar ese silencio, Vidas privadas presenta la his­
toria de Carmen, residente en España, víctima de dicho terrorismo. En un
breve regreso debido a la enfermedad de su padre y a través del encuen­
tro con su familia y conocidos cercanos, el relato va desgranando algunos
hechos de su pasado que la empujaron al exilio hace más de veinte años.
El reencuentro con su hijo nacido en cautiverio, que tanto ella como su
familia han ocultado y silenciado, devela secretos y desencadena avatares
trágicos.
La temática de la película es la visión y la audición en relación al silencio
social mencionado y, para ello, aborda singulares características estéticas.
La impronta musical del director motiva, quizás, que en muchas secuen­
cias la música se anticipe breves segundos a la imagen. Esta particulari­
dad de montaje predispone al espectador, privilegia sutilmente la relación
del argumento con lo sonoro sobre lo visual y resignifica los centros de
detención de la dictadura militar.
De su paso por uno de estos centros, entre otras huellas, a Carmen le ha
quedado una hiperacusia que signa su relación con el entorno y es, a la
vez, fuente de placer sexual para su cuerpo herido e infranqueable, como
"llaga viva", según una de las líneas de diálogo. Los gemidos de una pa­
reja, por ejemplo, acompañan los primeros títulos iniciales. Las primeras
imágenes son unas puertas cerradas sobre las que emerge, desde el bor­
de inferior del cuadro, el torso de una mujer, Carmen, con los ojos cerra­
dos y la respiración entrecortada. Finalizados los primeros títulos, el rela­
to completa la presentación del personaje en una apretada síntesis narra­
tiva. En una breve escena, Carmen habla por teléfono frente a un espejo,
con una actitud decidida. La conversación, en la que se hace cargo de pa­
gar el mes completo a una pareja, pese al viaje a Buenos Aires que acaba
de confirmar, dan cuenta, a la vez ,de sus costumbres sexuales y de su po­
sición económica.
La introducción del personaje de Gustavo, el hijo con el que se ha de
reencontrar, tiene características similares y también elementos anticipa-
torios. Carmen repara en su voz al escucharla en el contestador telefóni­
co de su amiga Roxana. Una breve imagen fija precede el despertar del
joven, mostrando el paisaje que ha soñado. El relato lo retomará en el de­
senlace con su padre apropiador.
La temática sonora no sólo se transforma en característica del personaje
protagónico, sino que también adquiere perfiles simbólicos en relación
con la imagen visual. En una escena de dramática penumbra, la voz de
Carmen describe su habilidad para manejarse en los espacios cerrados y
oscuros. Esta descripción y el ámbito, el departamento que habitaba con
su marido, despejan las compuertas del recuerdo. Ana y el espectador se
enteran de algunas circunstancias de su detención y pueden sospechar las
causas probables de la muerte de aquél. La penumbra y las palabras se
articulan en una escena inquietante y perturbadora que busca impactar
en el silencio social objetado, con los medios del dispositivo cinematográ­
fico.
La narración cinematográfica establece una particular relación intertex-
tual con la tragedia de Sófocles. La historia de Edipo -que busca quebrar
su destino, pero termina, ineludiblemente, matando a su padre, casándo­
se y teniendo hijos con su madre y quitándose los ojos para no ver lo que
ha hecho- forma parte del entramado cultural y cobró una nueva signifi­
cación a partir del psicoanálisis.
La historia de Vidas Privadas tensa, excede y viola los marcos culturales.
Las funciones paternas y maternas representadas perturban, con sus ne­
gaciones y secretos, los límites de la "normalidad" tolerable. El padre de
Carmen confiesa haberla "salvado" (de las torturas y de la pérdida de la
libertad en un campo de detención), para que permanezca con ellos, pa­
ra que no los abandone. La madre, oculta el pasado y cierra, tras él, las
puertas bajo llaves. El padre apropiador, ante el reclamo del hijo apropia­
do, sostiene su inocencia, su buena intención y, a la vez, lo culpabiliza:
"yo quería tener un hijo, nada más... si te pierdo no me importa morir­
me".
A Edipo, recién nacido, su padre lo manda matar para torcer el destino
que el oráculo le auguraba. Quien no pudo llevar a cabo la tarea es el úni­
co que conoce su "forzada desaparición". Ya adulto y habiendo cumpli­
do sin saberlo todas las profecías, insiste en la búsqueda de la verdad, pe­
se a los consejos de los que lo rodean.
La relación entre Carmen y Gustavo se va enlazando a partir de sucesivos
encuentros con impronta sonora. Las voces y los silencios de cada uno,
cautivan al otro. El llanto del bebé negado al nacer, aflora paulatinamen­
te en la memoria de ella. El espacio cinematográfico de las citas parece
reproducir la situación de los campos de detención de la dictadura. Una
puerta sirve de límite personal y de frontera entre ellos. La curiosidad
transmuta en atracción; el choque cara a cara se torna inevitable.
En el desenlace, emerge el pasado negado. La escena edípica trasciende
el marco simbólico y se despliega en acto. Finalmente, Gustavo mata a
quien creía que era su padre, luego de haberse acostado con la mujer que
no sabía que era su madre.
Fito Páez ha optado por un relato de una condensación narrativa llamati­
va para un debutante. Las concisas y contundentes líneas de diálogo, las
actuaciones medidas, construyen personajes sólidos, aunque con escasas
contradicciones. El personaje de Carmen, como víctima, es singular. No
tiene parangón con personajes similares de otros filmes que abordan la
dictadura. Carmen es una mujer rígida, que no se hace querer y que no
despierta conmiseración. A través de encuadres medios y cercanos, de im­
perceptibles movimientos de cámara, de imágenes fotografiadas densa y
contrastadamente, de la expresiva banda sonora y musical, el primer lar­
gometraje de Páez constituye una película rigurosa y ascética.
La crítica no fue favorable con Vidas Privadas. En el diario Clarín, Aníbal
Vinelli titula su crónica "Melodía disfuncional", califica de "mala" a la pe­
lícula y señala que el sesgo incestuoso "ahonda el lento y marcado de­
rrumbe en los pantanos de lo inverosímil". Diego Battle, en el diario La
Nación, la considera "regular", "una película fallida y a la vez interesan­
te", pero reconoce en el director "una búsqueda muy empeñosa y perso­
nal por encontrar un discurso audiovisual dentro de una filiación y una
tradición del séptimo arte". Por su parte, Luciano Monteagudo, en el dia­
rio Página 12, sostiene que "el problema con Vidas Privadas es quizá
también consustancial a su mérito... la voluntad de tratar su tema... des­
de una estructura mítica", en tanto que, a medida que avanza el relato,
se pierde "la consistencia y el peso dramático" necesario.
Ante éstas y otras crónicas, Horacio González y Liliana Herrero publicaron
una carta abierta. En ella se asombran del encarnizamiento e intolerancia
a la película de la mayoría de las críticas, en las que "no se discuten sus
implicaciones culturales y políticas ni se detienen en su economía narrati-
va más que un breve instante". Luego de indicar que el film "debe ser dis­
cutido, no destrozado", indican la necesidad de asistir a las salas de cine,
ver la película para poder debatir lo que ella propone, tanto artística co­
mo socialmente. Desde del ámbito cinematográfico, los autores parecen
recordar las palabras de Paul Valéry, cuando sostuvo que el objeto de un
crítico verdadero debería consistir en descubrir cuál es el problema que el
autor se ha planteado en su obra (sabiéndolo o sin saberlo) y en averiguar
si lo ha resuelto o no.
Con esta película, Fito Páez pretende tomar partido y quizás mostrar que
aquello que no se pone en palabras, no puede simbolizarse, ni guardarse
en un lugar en la memoria que pueda parecerse al olvido. Por lo tanto,
retorna ineludiblemente como mueca atroz de lo real que se torna sinies­
tro pero, a la vez, tranquilizador. En la secuencia final, Carmen y Gustavo
se encuentran por primera vez de día y en un exterior descampado, pero
en la cárcel en la que él está detenido. Parece que ha terminado la larga
noche que los ha perdido, al decir de la canción que acompaña los títu­
los finales. Ella le dice a los otros presos, al mundo y a sí misma: "...qué
miran, nunca vieron una madre con su hijo...".
Dentro de las películas que, con diversas perspectivas, trataron el tema de
la reciente dictadura militar y sus consecuencias, Vidas Privadas plasma
la clara intención del director de enfrentar el silencio social que se vuelve
cómplice a través de una trama que parece objetar visiones maniqueas
del horror y señalar la necesidad de un tránsito insoslayable por el duelo
y el dolor, para quebrarlo.

Lelia González
Los Muertos

DIRECTOR INTÉRPRETE
Lisandro Alonso
Argentino Vargas
PRODUCCIÓN
4L (Argentina)

COPRODUCCIÓN
Fortuna Films (Holanda), Slot Machine
(Francia), Arte France Cinéma (Francia),
Ventura Films (Suiza), con el apoyo del
INCAA
GUIÓN
Lisandro Alonso
FOTOGRAFÍA
Cobi Migliora
MONTAJE
Lisandro Alonso
MÚSICA
Flormaleva
SONIDO
Catriel Vildolsola
DURACIÓN
78 minutos
ESTRENO EN LA ARGENTINA
11 de septiembre de 2004
En diciembre de 2001, la Argentina vive una de las crisis institucionales
más importantes de su historia en el marco de conflictos sociopolíticos y
económicos de larga data, que produce una movilización de la población
cuyos alcances son aún difíciles de evaluar.
Si bien la acción del segundo film de Lisandro Alonso, Los Muertos,
transcurre en 2003, refleja una situación que, de algún modo, parece
estar apartada de este contexto de crisis. La película hace foco en la vida
de aquellos que, como el protagonista Argentino Vargas, viven en un
estado crítico estructural, sin que estas crisis institucionales periódicas los
alcancen, por lo menos, de manera inmediata.
Los Muertos confirma un estilo propio, una particular mirada de autor
que ya se insinuaba en La Libertad, opera prima de Alonso. En el primer
film, que irrumpió en el cine argentino como una obra peculiar y que fue
celebrada por la crítica nacional e internacional, el director acompaña a
un hachero pampeano en su quehacer cotidiano, con un tipo de
narración en la que, por un lado, reinventa el plano secuencia y, por otro,
tensa los términos documental-ficción en el marco de una estructura
minimalista.
El pausado e inmejorable plano secuencia inicial de Los Muertos -de
más de tres minutos- devuelve al espectador a ese tipo de escritura y lo
introduce en medio de la selva correntina.
Un modo de percepción extrañado, dado por una cámara que parece
flotar en el aire, sumerge en el espesor de la naturaleza. En ese primer
recorrido por la vegetación, aparece el cadáver de un niño tirado en el
suelo; la cámara sigue sin detenerse en su tránsito incierto hasta
encontrarse con un segundo cadáver y, finalmente, cruzarse con la figura
de un hombre que lleva un machete. Un fundido a verde, naturaleza
cruda, es el recurso elegido para trasladar al espectador en el presente del
relato.
Argentino Vargas, el actor no profesional de 53 años y parco protagonista
de este film de ficción, está a punto de salir de la cárcel después de
décadas de reclusión.
Los trámites para la excarcelación y la despedida de algún compañero de
prisión no reflejan en Vargas ningún tipo de emoción y, así como ocurre
a lo largo de todo el relato, se relaciona con el mundo con pocas palabras,
las mínimas indispensables, del mismo modo en que lo hacía el hachero
Misael en La Libertad.
T
Vargas sale de prisión y, como en el primer film de Alonso, la pregunta
acerca de la condición humana y de la libertad se instalan en el centro del
relato. Para dar cuenta de ello, el uso del plano secuencia será una
herramienta fundamental que hará de este cine una escritura reflexiva en
la que lo más básico parece redescubrirse, a través de una distancia
precisa con los elementos.
Cuando Vargas sale de la cárcel, el film registra las más básicas acciones
humanas: la elección de las modalidades de comer, beber, tener sexo,
andar por los caminos, buscar sus afectos o reencontrar su historia.
Vargas se prepara para el largo viaje a través del río, cuyo destino es el
encuentro con su hija, con quien no ha tenido relación alguna durante sus
años de encierro. En el trayecto cumple también con un favor: entregar
una carta a la hija de un compañero de prisión. Para emprender su
travesía, un pescador le facilita una canoa y, a través del breve cruce de
palabras con el lugareño -en parte en guaraní-, se revela que ha estado
preso por matar a sus hermanos, aunque nunca refiere directamente al
suceso, como queriendo negarlo.
En la interacción de Vargas con los personajes de la ciudad parece
evidenciarse el abismo entre éste y el mundo. Vargas y otros como él
parecen estar en una zona de sombras que, mientras no molesten, al
mundo no le importan.
Finalmente, mientras navega, el fluir del protagonista por el río es
también el fluir del tiempo y de la naturaleza. Por fin en su espacio, solo,
en un medio de múltiples verdes, remando las aguas. En ese devenir por
el río, Vargas mira su entorno y no se sabe qué piensa ni qué expectativas
tiene del encuentro con su hija. El rostro curtido, de profundos pliegues,
se muestra inalterable, como si constantemente observase lo poco que
cambió el mundo durante sus años de encierro.
Los suaves paneos de cámara, los planos secuencia y los tiempos
pausados hacen de este viaje un espacio de reflexión. La realidad se
vuelve extraña y la mirada acentúa este efecto, abriendo un signo de
interrogación acerca del espacio y el tiempo.
A lo largo del film, Vargas, por un lado, se sumerge en un mundo que
reconoce, que le es propio y al que pertenece, por otro, la narración
plantea una distancia que transforma en un mundo extraño todo lo que
conoció el protagonista; un mundo que debe ser redescubierto o
confirmado.
Así como ocurre en La Libertad, en este film Alonso también acompaña
a un protagonista único que tiene escasos encuentros con otros
personajes, proponiendo una reflexión acerca de las soledades de estos
hombres. Estas soledades, que no se sabe si son una elección o un
destino, abren interrogantes acerca de la soledad como liberadora o
como nueva prisión.
En su viaje, los planos abiertos del hombre solo en medio de la
exuberancia natural litoraleña sugieren la tranquilidad y la belleza como
privilegio y también como un lugar olvidado, o mejor dicho, el de los
olvidados. Los aislados ranchos con los que se cruza para llegar a su
destino son de extrema precariedad: unas maderas y un par de lonas
plásticas para cubrirse del sol.
En su derrotero, Vargas detiene la canoa y pisa tierra firme para
refrescarse o para buscar alimento. Hábilmente saca miel de un panal o
degüella a un chivito que encuentra a orillas del río. Realiza todos estos
actos con la destreza propia de quien los tiene profundamente
incorporados, como si no hubiese tiempo capaz de borrarlos de la
memoria. Suceden en un fluir de acciones de supervivencia que se
presentan violentas, pero armónicas.
Vargas posee el conocimiento de ese medio que lo rodea. Es un personaje
lleno de recursos para sobrevivir; sabe cómo defenderse con las armas
que él mismo fabrica. Sin embargo, todas estas capacidades estarían
sugiriendo que si no son reconocidas socialmente podrían tornarse
destructivas. A Vargas y a muchos otros Vargas no se los incluye, están al
margen, excluidos.
El film descubre un mundo en el que no sólo los niños de las primeras
escenas están muertos. Vargas y otros como él también lo están para un
sistema social que no los contempla y que sólo aparece para reprimir.
Desde esta perspectiva, en libertad están muertos y en la cárcel
también.
El protagonista se relaciona con personas que, como él, viven al margen.
Como señala el propio A lonso,"... la gente parece estar fuera del tiempo,
no poder elegir nada para su vida, estar condenada desde que nace,
porque la pobreza, el medio en el que viven, es en sí una condena. Ni
siquiera tiene el lenguaje para expresarse y entonces se producen actos
de violencia, como el que aparece en el origen de Los Muertos,
espontáneos, formas primitivas de resolver una situación, cuya solución
debería estar en manos de otra gente, de otro orden social."
El encuentro de Vargas con María, hija de su compañero de prisión, se
resuelve en la más fluida parquedad. No se denotan emociones por parte
de ninguno de los personajes, sólo el más imprescindible intercambio de
palabras en medio de muchos silencios acompañados de unos mates, que
es el rito de los encuentros.
A la mañana siguiente, el protagonista vuelve a la soledad. Parte en canoa
hacia el encuentro con su familia a través de una naturaleza plagada de
misterios, como los de Vargas, como los de cada hombre.
En esa larga travesía, el hallazgo de un chivo, su matanza y faenamiento
ofrecen imágenes de un simbolismo mítico que remiten a actos de una
cultura ancestral, actualizados en un presente que los convierte en
ofrenda y ritual.
Si bien la cámara a lo largo del film presenta cierta autonomía y se
despega de Vargas para flotar por el entorno, hacia el final del relato se
separa claramente de él y se dirige a un chiquito, para, posteriormente,
relacionar a ambos.
El nuevo personaje que aparece en escena en medio de la selva despeja
la maleza con su machete, trepa a un árbol como un mono, donde come
algún fruto. Otro hombre, esta vez un niño, satisface las necesidades más
básicas de la manera más primitiva.
A lo lejos, se acerca una canoa. El niño espera atento. Es Vargas que llega
navegando y un cruce de palabras entre ellos basta y sobra: Vargas busca
a Olga, su hija; el niño, sin exteriorizar emoción alguna, dice que Olga es
su madre. Juntos atraviesan un cañaveral, mientras el niño guía abriendo
camino con su machete.
Llegan al rancho y, en un gesto imperceptible del niño, la pava se pone
en el fuego. El chiquito está al cuidado de su hermanita, a la que carga
en brazos para entrar al rancho. Argentino Vargas, contemplativo y
sentado en cuclillas en la entrada del rancho, toma en sus manos un
muñequito de juguete -un jugador de fútbol argentino- y lo observa. Lo
deja en el suelo, al lado de una rueda de juguete, y entra al rancho.
La rueda y el muñequito, en los que se detiene el último plano del film,
aluden muy sutilmente a la idea de un ciclo. No hay respuestas o
sugerencias acerca de lo que acontecerá. Sólo el espacio y el tiempo que
ofrece la narración, detenida en estos objetos, para las preguntas.
En silencio, la imagen del suave movimiento de las sombras de los árboles
sobre la tierra sintetiza la constante contradicción entre lo siniestro y lo
maravilloso que se sugiere a lo largo del relato.
Un estruendo musical, radicalmente opuesto a toda la aparente calma y
detenimiento del mundo que el film muestra, acompaña los créditos
finales. La música, en su crescendo, parece subrayar la violencia contenida
y latente del mundo de Vargas. Es una violencia que queda afuera del
film, sugiriendo lo que podría suceder a los personajes una vez que el
relato haya concluido.
Comparando los dos primeros largometrajes del director, este filme
responde a cierto crecimiento, a una madurez en la estructura narrativa y
en la búsqueda de lo que se comienza a perfilar como el estilo de un
autor. Es un avance en la construcción de una ficción que le permite
ahondar más en los temas que ya aparecían en su primer trabajo.
Si bien Alonso pertenece a la denominada Generación del Nuevo Cine
Argentino, y, de hecho, antes de comenzar a dirigir trabajó como
asistente de sonido en los filmes Mundo grúa y El Bonaerense de Pablo
Trapero, su escritura parece no tener demasiados rasgos en común con la
de muchos de sus coetáneos. En medio del estallido y la repercusión, a
nivel nacional e internacional, de este Nuevo Cine Argentino, las películas
de Alonso parecen recorrer un camino particular, como el de sus
personajes.
Gran parte del Nuevo Cine Argentino posa su mirada sobre las diferentes
crisis que ha atravesado la Argentina en las últimas décadas. Alonso se
diferencia al dirigir la atención a un lugar que, de alguna manera,
cuestiona esa mirada, ya que su planteo es más radical al preguntarse
acerca de la condición del hombre y del modo en el que viven aquellos
que se hallan en un estado crítico de manera crónica. Estos personajes no
son el producto de una crisis, sino que lo crítico es su modo de vivir o
sobrevivir. Y esto es lo que el director revela sin hacer una película sobre
la crisis, lo cual, por otro lado, anularía la potencia y la expresividad que
tiene su escritura al elegir el camino de la mirada autoral.
Los Muertos se presentó en "La quinzaine des réalisateurs" del Festival
de Cine de Cannes de 2004, donde fue recibido calurosamente por la
crítica internacional. Recorrió los más prestigiosos festivales
internacionales, cosechando premios antes y después de su particular
estreno en Buenos Aires, en la histórica sala Leopoldo Lugones. El modo
de estreno, fuera del circuito tradicional de exhibición comercial, es
peculiar porque se realiza en una sala prestigiosa en la que la película
puede tener una recepción diferente.
La crítica nacional fue muy elogiosa con el trabajo de este joven director
que con Los Muertos, su segunda película, permite vislumbrar una
dimensión diferente en el panorama del cine argentino.

Violeta Bava
Currículums e índice
David Oubiña es crítico de cine. Enseña en la Facultad de Filosofía y Letras (UBA) y en la Universidad del cine. Fue visiting
scholar en la Universidad de Londres (Gran Bretaña) y visiting professor en New York University (Estados Unidos) y en la
Universidad de Bergen (Noruega). Ha sido becario de la Comisión Fulbright, la Fundación Antorchas y el British Council. Ha
publicado, entre otros libros, Filmología. Ensayos con el cine (Premio del Fondo Nacional de las Artes, 2000), El cine de
Hugo Santiago (2002) y Jean-Luc Godard: el pensamiento del cine (2003).

Rodrigo Alonso es licenciado en Artes (UBA). Estudió cine en el Centro de Experimentación y Realización Cinematográfica
del Instituto Nacional de Cinematografía. Profesor de la Universidad de Buenos Aires, del Instituto Universitario Nacional
del Arte, de la Universidad de Tres de Febrero, de la Universidad del Salvador, de la Universidad de Lanús y del Media Centre
d'Art i Disseny (MECAD) de Barcelona, España. Es especialista en "nuevos medios" (fotografía, vídeo de creación y arte
digital). Fue curador, jurado y organizador de numerosas exhibiciones y eventos teóricos, nacionales e internacionales.
Publica regularmente en revistas especializadas en arte contemporáneo y esporádicamente en otras publicaciones y
catálogos. Es asesor permanente del Museo de Arte Moderno de Buenos Aires y formó parte del Consejo Asesor para la
primera colección de video arte del Museo Nacional de Bellas Artes de la misma ciudad.

Malena Verardi es licenciada en Artes Combinadas y maestranda en Análisis del Discurso de la Facultad de Filosofía y
Letras, UBA. Trabaja como becaria de Conicet en el Instituto Interdisciplinario de Estudios de Género y como docente en
la cátedra de Historia del Cine Universal, de la misma facultad.

Michael Chanan es profesor de Estudios Culturales en la Universidad del Oeste de Inglaterra, Bristol. Realizador de
documentales e historiador cultural, ha publicado libros sobre los inicios del cine, el cine cubano, la historia social de la
música y la historia de la grabación. Fue profesor visitante en la Universidad de Duke, en los Estados Unidos, en 2000, y
en la actualidad se encuentra escribiendo un libro sobre el documental.

Andrés Di Telia es cineasta. Dirigió Montoneros, una historia (1995), Prohibido (1997) y La televisión y yo (2003).
Dirigió y produjo documentales televisivos para PBS (EEUU), Channel 4 (Gran Bretaña) y Canal 7 (Argentina), entre otros.
Fue distinguido con la Beca Guggenheim (1996). Creó el Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente, del
que fue director durante las primeras dos ediciones (1999-2000). Actualmente dirige el Princeton Documentary Festival, en
la Universidad de Princeton, Estados Unidos, donde también da cursos.
Prólogo ................................................................................................................................. 5

Sobre este cuaderno ........................................................................................................ 7

Vanguardia y ruptura en el cine alternativo de los años 70


por David Oubiña.............................................................................................. 10

Representaciones y procedimientos espacio-temporales


en el Nuevo Cine Argentino
por Malena Verardi........................................................................................... 30

Hazañas y peripecias del video arte en la Argentina


por Rodrigo A lonso........................................................................................... 54

El documental y la esfera pública en América latina


por Michael Chanan........................................................................................... 76

El documental y yo
por Andrés Di Telia.............................................................................................. 90

Películas argentinas del siglo XXI


Vidas Privadas
por Lelia González .......................................................................................... 106

Los Muertos
por Violeta Bava................................................................................................. 114
Este lib ro se terminó de imprimir
EN EL MES DE MARZO DE 2005 EN
A rte s G rá fic a s E l Fénix S .R .L. - M u rillo 924/28
Ciudad A u tó n o m a de Buenos A ire s - República A rg e n tin a
INCAA
IN S T IT U T O N A C IO N A L D E C IN E
Y A R TE S A U D IO V IS U A L E S

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