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Cuadernos de Cine Argentino

PROGRAM A

FORMACIÓN DE ESPECTADORES
DIRECCIÓN
ACCIÓN FEDERAL
PRODUCCIÓN
EQUIPO INC AA
CUADERNO FECHA

MAR/OS

IMAGENES QUE TEJEN


UNA RED DE TEXTOS
Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA)
Cuadernos de Cine Argentino
Cuaderno 6 - Imágenes que tejen una red de textos
Programa de Formación de Espectadores
Presidente INCAA: Jorge Coscia
Vicepresidente: Jorge Álvarez
Subgerente Acción Federal: Valeria Cerón

Coordinación de ensayos y comentarios: Clara Beatriz Kriger


Editor: Jorge Carman

Créditos Fotografías: Susana Allegretti, Rodrigo Alonso, Víctor Bailo, Bucky Butcovic, Horacio Campodónico,
Emilio Modesto Guerrero, Fernando Ramírez Llorens, Florencia Luchetti, Rosario Luna, Judith Meresman,
Lola Silberman, Daniel Stefanello, Cine Ojo, Colombo-Pashkus, Escuela Nacional de Experimentación y
Realización Cinematográfica (edición digital), Mariangel Bergese (edición digital), Museo del Cine "Pablo
Cristian Ducrós Hicken", Primer Plano, Luli Carman, Luna Córnea Arte Bar

Coedición: Patricia Olga Nirimberk


Corrección: Patricia Olga Nirimberk - Alicia Mercedes Chiesa
Traducciones: Alicia Mercedes Chiesa
Archivista fotográfica: Celeste Egea
Diseño: Flavio Maddalena

Reservados todos los derechos. Queda prohibida la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o
procedimiento, incluidos la reprografía y el tratamiento informático, sin la autorización escrita de los titulares de la
edición.

IMPRESO EN LA ARGENTINA - PRINTED IN ARGENTINA


Queda hecho el depósito que marca la Ley 11.723
El contenido de los artículos de estos Cuadernos es responsabilidad exclusiva de sus autores y no es necesariamente
compartido por los editores ni por la institución patrocinante. El INCAA acepta y fomenta la difusión de todos los puntos
de vista sobre los temas tratados en estas publicaciones.

Cuadernos de Cine A rg en tino: C uaderno 6 - Im ágenes que te je n una red de textos


Eduardo Rom ano y otros - 1o ed. - Buenos Aires, m arzo de 2005
Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales, (INCAA) 2005.

128 p . ; 20x20 cm. - (Cuadernos de cine, 6) - ISBN 987-22018-1-1

1. Cine-Enseñanza.
CDD 7 78.530 7
Cuadernos de Cine Argentino

IMÁGENES QUE TEJEN


UNA RED DE TEXTOS

6
Es un honor y un placer para mí prologar estos Cuadernos, ya que es la primera vez que, desde
el Instituto Nacional de Cine y Artes Audivisuales, surge una publicación dedicada a pensar
nuestro cine, que no es otra cosa que pensarnos a nosotros mismos, nuestra manera de decir
-con imágenes- lo que nos pasa, lo que somos, lo que queremos ser.

En cada película hay historias, sentimientos, sensaciones, realidades y fantasías; todo ello
conforma nuestro imaginario colectivo, nuestro modo de ser y hacer en y para el mundo.

Es la primera vez, como dije, que desde el INCAA se plantea esta necesidad y surge esta
respuesta. La necesidad de plasmar en algunos textos cómo pensamos y cómo hacemos los
argentinos nuestro cine; el de hoy, el de la época de oro, el de siempre, ese que nos identifica,
ese que nos llena de lauros y de orgullo.

Pero tengo el privilegio de expresar que no es ésta la única ni la última "primera vez" en
la gestión que encabezo, ya que hemos conseguido en base a lucha, esfuerzo, compromiso y
consenso muchas "primeras veces". La autarquía, el pago de los subsidios atrasados a la
industria, la nueva Ley de Fomento y los Espacios INCAA, son algunas de aquellas primeras
veces que nos han llenado de satisfacciones, y seguramente habrá más, porque estamos al
frente de una gestión que no es sólo la conducción del INCAA y sus trabajadores, sino que es
también cada cineasta, cada realizador, cada trabajador de la industria, cada gestor cultural de
nuestro país, cada cinemovilero, cada espectador que ama nuestro cine, acompañados por
una política de Estado eficiente y comprometida.

Para todos ellos vayan estos "Cuadernos de Cine Argentino" como manera de repensarnos
a nosotros mismos y -por qué no- como un homenaje a la labor cotidiana y mancomunada
que está construyendo, para nuestro cine y para nuestro país, el destino de grandeza que se
merece y que le debíamos.

Jorge Coscia
Presidente del INCAA
Sobre este cuaderno

Una práctica común para cualquier espectador de cine es asociar una película con otras que
ya vio, porque forman parte de un mismo conjunto temático o autoral, o con obras de arte
realizadas en otro soporte, como cuadros, dibujos, óperas, novelas, etcétera. En este sentido,
surge la imagen de una red en la que cada texto (ya sea audiovisual, literario, musical o pictó­
rico) apela a otro, y éste a otro, fabricando una cadena ininterrumpida.
La virtud de esta práctica radica en que, como posibilitan leer las vinculaciones que crean
estas redes, surgen mayores niveles de significación para todas las obras en cuestión. Unas re­
miten a otras, hasta el punto en que parece imposible pensarlas como islas de contornos de­
marcados. De esa manera, al analizar las formas diversas en que logran articularse las expre­
siones artísticas realizadas sobre distintos soportes materiales, se descubren coincidencias, am­
bigüedades y contradicciones que permanecían ocultas. Dichos descubrimientos encaminan al
espectador hacia reflexiones más personales, en las que se juegan sus maneras de asociar y
conocer, pero son, ante todo, una fuente de placer que acrecienta notablemente la calidad de
la recepción.
A veces, las películas centran sus relatos en una referencia directa a otros textos, como
cuando toman la vida y la obra de un pintor o un músico, o cuando los guiones se inspiran en
obras de teatro, entre muchas otras posibilidades. Otras veces, estas relaciones ¡ntertextuales
son menos obvias y deberemos buscarlas en la música que interviene en una escena o en el ti­
po de montaje utilizado.
Los lazos entre cine y literatura se examinan con mayor frecuencia, por lo general en rela­
ción con los problemas que ocasionan las adaptaciones y los siempre vivos cuestionamientos
acerca de cómo debe entenderse la fidelidad del guión cinematográfico a la obra literaria.
Otras relaciones fueron menos abonadas, como por ejemplo, las que mantiene el cine con
los relatos audiovisuales de la televisión y el video, teniendo en cuenta las transformaciones
que se operan en ambos sentidos.
Por otro lado, es necesario subrayar que esas vinculaciones se dan dentro mismo del texto
cinematográfico, cuyas puestas en escena incluyen, por un lado, la participación de partituras
musicales y escenografías, y por el otro en muchos casos, la apelación a citas de otras pelícu­
las, de programas televisivos y de una variedad de obras de arte.
En la Argentina, el cine sonoro nació imbricado con la radio y el tango. El público iba al ci­
ne a completar, con los rostros de las estrellas, las preferencias ya definidas en las emisiones
radiofónicas. La participación del tango parecía ineludible y todas las formas de incorporarlo
dieron como resultado modelos narrativos disímiles. Más tarde, los cruces se dieron con obras
literarias, espectáculos teatrales, danza clásica, historietas, publicidades y programas televisi­
vos.
El tema es complejo y requiere de la agudeza del espectador para confeccionar tramas de
signos y significados. Estos análisis que cruzan disciplinas artísticas no fueron muy desarrolla­
dos aún con respecto al cine argentino. La mayor parte de los trabajos involucrados en este
conjunto se refieren a la relación entre el cine y la literatura, y exploran las adaptaciones y guio­
nes cinematográficos que remiten a novelas de autores argentinos, como los producidos por
la dupla Leopoldo Torre Nilsson y Beatriz Guido o Manuel Antín y Julio Cortázar. También el
tango es un tópico visitado en relación con el cine. Lo han hecho, por ejemplo, Diana Paladi­
no, en su ensayo "El cine en dos por cuatro (en la primera mitad del siglo XX)", aparecido en
la revista Archivos N° 41 (Generalitat Valenciana, 2002) y el libro de Pedro Ochoa Tango y ci­
ne mundial (Ediciones del Jilguero, Buenos Aires, 2003).
Por último, un aporte interesante en esta línea de trabajo significó el apartado llamado
"Cruces" del libro Cine argentino, la otra historia, compilado por Sergio Wolf (Letra Buena,
Buenos Aires, 1992), donde se incluyen tres artículos que abordan las vinculaciones entre cine
y literatura (Claudio Zeiger), cine y publicidad (Oscar Mainieri), y cine e historieta (Paraná Sen-
drós).
En este Cuaderno, Alicia Aisemberg nos ofrece un ensayo centrado en la obra de Manuel
Romero quien se desempeñó como autor dramático, letrista de tangos y director cinematográ­
fico y logró concretar una práctica de cruces entre estas diferentes expresiones artísticas po­
pulares. Para el análisis, la autora releva en las películas de Romero las vinculaciones con el sai­
nete criollo, la revista porteña y el tango, operaciones éstas de intercambio e hibridación que
fueron significativas, fundamentalmente, en los primeros años del cine sonoro.
Por su parte, al abordar el cruce del cine y la televisión, Eduardo Romano pone de mani­
fiesto la desconfianza que despierta la aparición del nuevo medio. El artículo revisa algunas
reacciones negativas que aparecen en las películas de la época en que la televisión comienza
a tener audiencias masivas, así como otras expresiones que intentan paliar de alguna manera
la competencia, que el cine encuentra desigual, ya sea "buscando espacios y problemáticas
propias, en un extremo, o asimilando algunos de los grandes éxitos televisivos a su propio len­
guaje, no sin someterlos, a veces, a un interesante juego de reformulaciones, en el otro." Es
así como Romano nos conduce por un camino en el que veremos al cine argentino transitar
desde la crítica negativa a la pantalla chica hasta una adecuación que implicó el aprovecha­
miento de los éxitos televisivos en su propio beneficio.
Eduardo Russo aborda la relación cine-literatura, siempre prolífica, a partir del análisis de tres
películas que define como pertenecientes al thriller argentino. Una vez planteados los antece­
dentes del género policial en el cine nacional, su ensayo propone centrar la mira en "el cine y
su articulación con la literatura de masas, buscando desbrozar algo de la complejidad que es­
tos textos manifiestan, no reductible a la discusión sobre sus argumentos, sino también aten­
diendo a las formas en que ellos se hicieron ver y oír, modelando la imaginación de una épo­
ca." Para ello toma tres casos, La bestia debe morir (Román Viñoly Barreto, 1952), Si muero
antes de despertar (Carlos Hugo Christensen, 1952), No abras nunca esa puerta (Carlos
Hugo Christensen, 1952), en los que muestra la presencia de elementos modernizadores del gé­
nero, que ponen en juego sentidos renovados en relación con el policial clásico argentino.
Finalmente, presentamos el ensayo de Mariana de Tomaso, quien vincula la música con el
cine argentino partiendo de que, desde sus comienzos, el espectáculo audiovisual fue tempe­
rado por la música. La autora expone algunas ideas que muestran lo fructífero de esta relación
en la construcción de espacios y tiempos fílmicos, así como para la constitución de los géne­
ros narrativos y las subjetividades cinematográficas. Propone las formas de amalgamar el tan­
go, los himnos y marchas, las composiciones clásicas y las biografías de los músicos con los dis­
tintos relatos cinematográficos que los contienen.
En el primer texto teórico sobre el cine, Ricciotto Canudo difundió el término "séptimo ar­
te" porque entendió que el cine era un arte total, o el punto en el que culminaban las otras
expresiones artísticas desde la pintura, la escultura y la arquitectura, hasta la poesía, la músi­
ca y la danza. Su Manifiesto de las siete artes tuvo un efecto legitimador sobre el cine y lo pro­
yectó hacia una escena de mayor compromiso. Los estudios de hoy plantean una perspectiva
distinta, ya que en lugar de definir qué es el cine y cuáles son sus especificidades se pone el
acento en alumbrar qué nos dicen las densas redes de formas y significados que se tejen en
su interior.

C.K.
Prácticas de cruce en las obras de Manuel
Romero: tango, teatro, cine y deporte

Por En los sainetes criollos y en gran parte de las bras de Néstor García Canclini, de fijar lo po­
Alicia Aisemberg películas de los comienzos del cine sonoro ar­ pular a lo tradicional, a lo premoderno y sub­
gentino, se produjeron diversos intercambios, sidiario, perspectiva que lleva a descartar de
especialmente con manifestaciones prove­ antemano esas obras e impide una lectura
nientes de las periferias culturales. Este traba­ que indague en ellas formas renovadoras, co­
jo procura estudiar esas operaciones en la mo las que resultan de los mencionados cru­
obra de Manuel Romero, autor dramático, le- ces entre el teatro y el cine, más allá de lo que
trista de tangos y director cinematográfico, también tienen de remanentes o limitadas si
que concretó diversas mezclas entre el teatro, son leídas según nuestros gustos de público
el cine y otras expresiones culturales popula­ culto del siglo XXI. Son sainetes significativos
res. Entre sus sainetes se ha encontrado un porque permiten incorporar a los estudios las
grupo en cuya representación se incluía la prácticas de mezcla vigentes en las primeras
proyección de cortometrajes cinematográfi­ décadas del siglo XX, y postular la hipótesis
cos, los cuales, según tengo entendido, has­ de que, por medio de estas experiencias,
ta ahora no fueron considerados en investi­ Manuel Romero efectuó contactos tempra­
gaciones sobre la producción del autor. La crí­ nos con la cinematografía1.
tica contemporánea denominó a Manuel Ro­ Los "géneros populares" ponían en esce­
mero autor "milonguero", "mercantilista", na un lenguaje y representaciones que casi
"cursi" y "sensiblero", además de considerar nunca recogían otras formas de la cultura do­
que aplicaba reiteradamente recursos vulga­ minante. En los sainetes y en los filmes asai-
res y recetas pensadas para atraer al público netados (melodramas fangueros y comedias
y generar éxitos. Posteriormente, sus sainetes cinematográficas), las clases populares acce­
fueron desvalorizados y olvidados, salvo esca­ dían a otra representación, portadora de va­
sas menciones, por considerárselo un autor lores que habían sido negados por las elites
"menor" del género; nunca fueron estudia­ intelectuales.
dos ni reeditados y hoy subsisten en las pri­ Aquí nos proponemos indagar las influen­
meras ediciones de las revistas populares de cias recíprocas, aceptaciones y resistencias
la época. Sin embargo, Romero produjo gran que produjeron las relaciones entre las perife­
cantidad de obras en las que, a pesar de cier­ rias culturales, la incipiente industria cultural
tas repeticiones propias del género, introdujo y la cultura hegemónica. Se estudiará esa di­
novedosos y originales intercambios estéti­ námica cultural en los textos dramáticos y fil­
C a r n a v a l de a n t a ñ o cos. Esta sustracción, seguramente, responde mes, así como los diversos pasajes de las imá­
M an u el Rom ero - 1 9 4 0 a la tendencia hegemónica, según las pala­ genes de lo popular.

I " 7
N och es de Buenos A ires I - De la elite letrada a la irrupción
M an u e l Rom ero y Luis Bayón de las prácticas populares
H e rre ra - 1 9 3 4 -3 5
A fines del siglo XIX, la sociedad cambió
a raíz de la modificación de las relaciones
económicas y de un veloz proceso de urbani­
zación. El país se encontraba en pleno proce­
so de construcción del estado liberal y vivía
una compleja red de transformaciones, entre
las cuales se destacó el impacto de la inmi­
gración y el nacimiento del movimiento
obrero. En cuanto al ámbito cultural: "La
emergencia de un campo intelectual social­
mente diferenciado formaba parte del proce­
so más vasto de modernización que afectaba En el teatro, el sainete criollo que comenzó a
a la sociedad argentina y que había recibido producirse desde 1890, obtuvo, a medida
su impulso más resuelto desde la década de que avanzaba el nuevo siglo, una masiva re­
1880" (Sarlo y Altamirano, 1983, 72). Asi­ percusión, acompañada por innumerables re­
mismo, en el marco de ese proceso, según vistas semanales de edición popular. Algunas
Eduardo Romano, se produjo el pasaje de de ellas eran La Escena, Bambalinas y El Tea­
una producción artística concentrada en ma­ tro Argentino que, a fines de 1910, publica­
nos de una elite a la aparición de nuevas ban de inmediato los textos dramáticos estre­
prácticas culturales que ampliaron la produc­ nados y circulaban en zonas periféricas, ya
ción y la recepción hacia sectores sociales que además de venderse en librerías, se po­
desplazados. En el caso de la literatura y el dían conseguir en quioscos de diarios y sub­
periodismo: "Novelas por entregas tan folle­ terráneos. Un aspecto central de este proce­
tinescas como las de Eduardo Gutiérrez, pá­ so de evolución del género chico fue la con­
ginas de costumbres o de actualidad en dia­ formación de una poética de actuación2, que
rios y revistas, el éxito que alcanza el primer le otorgaba identidad al género y lo distin-
semanario ilustrado Caras y Caretas a fines
del siglo XIX, los estribillos o canciones de
circulación callejera, son claras muestras de
una explosión que la elite no podía contro­
lar" (Romano, 1991, III).
Como parte de dicha democratización, en
el ámbito del espectáculo circense se confi­
guró el circo criollo, a partir del nuevo géne­
ro de la pantomima gauchesca y, más tarde,
del teatro gauchesco. Además, surgieron nú­
Los MUCHACHOS DE ANTES NO meros criollos como el payaso Pepino 88 -Jo ­
USABAN GOMINA sé "Pepe" Podestá-, quien realizaba monólo­
M an u e l Rom ero y M ario gos políticos, cantaba y construía las primeras
B ern ard - 1 9 3 7 caricaturas de inmigrantes y tipos populares.

P * ]
guía del teatro culto. Asimismo, en el trans­ biendas de lo que eso puede implicar; en el
curso de la década de 1920, surgió un nuevo segundo, por desconocimiento de la existen­
género, el teatro de revista, de gran afinidad cia de los cánones o por un espontáneo si­
con las producciones anteriormente mencio­ tuarse fuera del universo legal de la produc­
nadas. Otras expresiones de la democratiza­ ción artística, más allá de todo saber acerca
ción artística del período fueron las primeras de los cánones" (1998, 19-22).
letras de tango que comenzaron a circular en El conjunto de manifestaciones cultura­
interpretaciones discográficas, en representa­ les aquí tratado, tanto en lo que respecta a
ciones de sainetes o en las exhibiciones cine­ la configuración estética como a los espa­
matográficas. Con respecto a la cinematogra­ cios habituales de circulación, se situó en los
fía argentina de los primeros tiempos, en sus márgenes de las ordenanzas canónicas. Esa
fases iniciales pertenece al paradigma cultu­ situación provenía de una ubicación espon­
ral del espectáculo escénico del siglo XIX y táneamente periférica debida al manejo de
principios del XX: el circo criollo, las pantomi­ otras prácticas y otros saberes apartados de
mas y el teatro (nativismo y sainete criollo).
Luego, en su tercera fase dominante en la dé­
cada del '20, consigue autonomía, aunque
continúan vigentes las prácticas de mezcla. El
cinematógrafo comenzó como una actividad
artesanal; más tarde, en la década del '20, la
consolidación del sector de exhibición, que
L a m u c h a c h a d el c ir c o
contaba con una considerable cantidad de
M an u el Rom ero - 1 9 3 7
salas, hizo que el mercado latinoamericano
fuera codiciado por Hollywood.
Aquellos que no poseían ninguna legiti­
mación social se transformaron en matriz de
las ficciones, de tal modo que las representa­
ciones y la voz de los sectores más margina­
dos protagonizaron las puestas en escena
del sainete y, más tarde, de los filmes. Asi­ la cultura letrada o de las "bellas artes". El
mismo, al apropiarse de elementos de las actor del sainete emergió del espacio para-
culturas populares, se apartaban de los cá­ teatral del circo, donde se valoraban más las
nones dominantes. Noé Jitrik concibe al ca­ destrezas corporales que la dicción y la pala­
non como un conjunto de regulaciones artís­ bra; el tango provenía de los suburbios, del
ticas que hacen posible la valoración de las prostíbulo, de los cafés de barrio, y fue im­
obras que, al establecer sus reglas, producen pugnado porque se lo bailaba. El cine atraía
sus márgenes: "Por marginal puede enten­ al nuevo público tanto por su dimensión mi­
derse, en principio, una manifestación que, tológica como material-técnica, por lo cual
deliberadamente o no, se sitúa fuera de las se rodeaba de ciertos saberes técnicos que
ordenanzas canónicas; en el primer caso, eso se divulgaban y permitían que los especta­
puede ocurrir por un rechazo decidido y dores se vincularan con la técnica cinemato­
consciente de lo canónico vigente en un mo­ gráfica de modo imaginario (Sarlo, 1992,
mento determinado, llevado a cabo a sa­ 126-7).
II - Los sainetes criollos de Manuel Romero pacios y sujetos vinculados con las prácticas
populares. En el caso de la literatura, el estu­
Manuel Romero, director cinematográfi­ dio de estas apropiaciones pareciera plantear
co que se encuentra entre los pioneros de la intercambios sumamente asimétricos, funda­
industria del cine sonoro argentino, desarro­ mentalmente en lo que respecta a sus mate­
lló una considerable producción de sainetes riales simbólicos, puesto que "Pensar la lite­
-fundamentalmente en la década del vein­ ratura, práctica letrada por excelencia, en re­
te- que pueden ser estudiados como la ma­ lación con la cultura popular abre la siguien­
triz estética de la que luego fue la primera te paradoja: cómo ingresa en la literatura
fase del cine sonoro. El sainete criollo prime­ una cultura que puede leerse en las prácticas
ro y el cine sonoro después, desarrollaron un más que en los textos y cuyo registro emi­
discurso que se adjudicó la reivindicación de nentemente oral diseña una lengua ajena a
los valores y la autenticidad de lo popular. la legitimidad de la escritura" (Imperatore,
Por ello, se trata de textualidades clave para 1999, 169-170). Mientras la puesta en esce­
na teatral se muestra capaz de mediar lo po­
pular, en el teatro y en el cine dicha tensión
se diluye más fácilmente y encuentra una
mayor sintonía sígnica, porque la actuación
emplea tanto prácticas y saberes corporales
como registros orales, ofreciendo una mayor
M u jeres q u e t r a b a ja n afinidad con las culturas populares.
M an u el Rom ero - 1 9 3 8 Así, en los sainetes de Manuel Romero se
configuró un espectáculo popular de mezcla
que se diferenciaba de los géneros tradicio­
nales y proponía una sintaxis distinta de la
prescripta por las regulaciones hegemónicas.
Además, esta simbiosis se realizaba entre gé­
neros considerados menores o "subalter­
nos" por la cultura legítima: el teatro "chi­
el estudio de las apropiaciones por parte del co", el tango en forma de canción y de bai­
teatro y del cine respecto de las culturas po­ le y el cine silente. Hasta se podía llegar a
pulares. Ana María Zubieta (1999, 90-91) mezclas extraartísticas vinculadas con prácti­
considera que la literatura, por medio de las cas deportivas.
operaciones simultáneas de traducción, El entramado entre tango y sainete en la
construcción y apropiación, puede recuperar producción de Manuel Romero articuló la to­
y apoderarse de representaciones fragmen­ talidad de su obra teatral, vinculación que,
tarias de la cultura popular. De igual modo, además, fue altamente productiva, ya que in­
por medio de recortes y resignificaciones, el cidió en la evolución del tango y del sainete
sainete criollo se apropió de algunos aspec­ de aquellos años. El estreno de tangos en los
tos de la cultura popular, intentando, a tra­ sainetes se convirtió en una práctica habitual,
vés de la recuperación de la oralidad, tradu­ luego de que Manolita Poli, considerada una
cir algo de esa cultura, y a partir de sus re­ de las primeras intérpretes en la etapa de
presentaciones poner en escena formas, es­ configuración del tango canción3, ejecutó "Mi
Podestá cantaba el tango "Milonguita", de G ente bien
Linning y Enrique Delfino; Cuando un pobre M a n u e ll R o m e r o - 1 9 3 9
se divierte (1921), de Alberto Vacarezza, en el
que se impuso "La copa del olvido" de Vaca­
rezza y Delfino; Percanta que me amuraste
(1920), de Manuel Romero y Pascual Contur­
si, que montaba el relato sobre el tango "Mi
noche triste"; El Bailarín del cabaret (1922),
de Manuel Romero, sainete que se impuso
ante el público sobre todo por el éxito del
tango "El patotero sentimental", de Manuel
Romero y Manuel Jovés; ¡Patotero, rey del
bailongo! (1923), de Manuel Romero, que in­
tentó continuar en una puesta en escena lo
noche triste" con música de Samuel Castrio- que el tango relataba, e incluía, además, el
ta y letra de Pascual Contursi, acompañada tango "Nubes de humo", de Manuel Jovés
en escena por Roberto Firpo y su orquesta tí­ con letra de Romero; El rey del Cabaret
pica, en el sainete Los dientes del perro (1923), de Manuel Romero y Alberto Weis­
(1918), de José González Castillo y Alberto bach, en el que se cantaban "El rey del caba­
Weisbach (Selles, 1998, 1680). De la larga se­ ret", de Romero y Delfino y "¡Pobre milon­
rie de sainetes que se basaron en la atracción ga!", de Jovés y En el fango de París (1923),
de los tangos compuestos especialmente pa­ de Romero y Weisbach, donde se escuchó
ra las piezas se puede mencionar: El cabaret "Buenos Aires", de Romero y Jovés (Ordaz,
Montmartre (1919), de Alberto Novión, en 1977, 1257-1264). La mayoría de los intér­
cuya escena culminante María Luisa Notar pretes habían sido integrantes de compañías
cantaba "Flor de fango", de Pascual Contur­ teatrales. Uno de ellos fue Ignacio Corsini,
si y Augusto Gentile; Delikatessen Hause (Bar que había comenzado en la compañía de Jo­
Alemán) (1920), de Alberto Weisbach y Sa­ sé Podestá y que, a partir del estreno del tan­
muel Linning, en donde la actriz María Esther go "El patotero sentimental", se consagró
como galán cantor y como intérprete del tan­
go-canción4.
Esta compenetración con el tango fue
también productiva en el caso del cine. Alber­
to Elena agrega al respecto: "El patrón habi­
tual de interferencia del cinematógrafo con
los entretenimientos populares de raigambre
tradicional exhibe, pues, una complejidad
mucho mayor que la que ordinariamente se
le supone. Lejos de simplemente atentar con­
tra acreditados espectáculos populares, pare­
ce más bien que lo que se produjo fue una
afortunada confluencia entre el uno y los C a r n aval de antaño
otros" (Elena, 1998, 34). M a n u e l Ro m e r o - 1 9 4 0
E l t eso r o de la is la m a c ie l El director cinematográfico José Agustín
M a n u e l R o m e r o - 1941 Ferreyra fue el primero en concretarla. Solici­
tó a Roberto Firpo la composición e interpre­
tación de algunos temas para su nueva pelí­
cula, a los que pensaba grabar y sincronizar.
Como esto no fue posible, la orquesta tuvo
que interpretar en directo tales composicio­
nes el día del estreno de La muchacha de
arrabal (1922). De modo que, en el ámbito
latinoamericano, el caso más paradigmático
de confluencia entre cine y música popular se
produjo en la Argentina: "los músicos encon­
traron así una excelente fuente de ingresos,
mientras que el público podía escuchar a pre­
cios verdaderamente asequibles a los grandes mar, en el cual el espacio representado es un
tangueros, inaccesibles de lo contrario en sus bulín que se caracteriza por la búsqueda de
podios de los elitistas cabarets de nombre autenticidad en la escenificación de la pobre­
francés. La orquesta de Julio de Caro, rey in­ za. Sus personajes pertenecen a sectores su­
discutible del tango en los años veinte, actua­ balternos, son payadores empobrecidos,
ba en el foso del Cine Real, Francisco Lomu- compadritos, inmigrantes, y están represen­
to lo hacía en el Select Suipacha, Elvino Var- tados como iletrados6:
dano y Osvaldo Pugliese en el Metropol, Ca­
yetano Puglisi y el gran bandoneonista Pedro "La Rusita: ¿No me copia esos versos, diga?
Maffia en el Paramount, Edgardo Donato en Sentimiento Criollo: Siento mucho pero no
el Select Lavalle, Anselmo Aieta en el Hindú" puedo.
(Elena, 1998, 37). LR: ¿No son suyos los versos?
SC: Sí.
11-1- Los primeros sainetes: compadritos, LR:¿Y entonces?
artistas, trabajadores y anarquistas SC: Es que no sé escribir."

Los sainetes criollos posibilitaban la per­


cepción de los nuevos actores urbanos y de
los "espacios críticos de la gran ciudad", co­
mo plantea Aníbal Ford en su estudio sobre la
obra de José González Castillo (1994,178): el
conventillo, las fondas, los talleres, la fábrica,
los corralones, la calle, el bulín, el cabaret, en
donde se concentraban los sectores popula­
res que, sin embargo, no postulaban la nece­
sidad de transformación de ese mundo. Esto
se evidencia en Percanta que me amuraste
YO QUIERO SER BATACLANA (1920)5, de Manuel Romero y Pascual Con-
M a n u e l R o m e r o - 1941 tursi, estrenado por la compañía Vittone-Po-
Tempranamente, Romero había practica­ un departamento con muebles macizos, luz
do la mezcla teatro-tango mediante la inclu­ eléctrica, agua caliente y sirvienta." Según las
sión de canciones o la puesta en escena de reglas del género, el melodrama se entrecru­
las historias que en ellas se narraban, tal co­ za con la caricatura de los tipos populares.
mo ocurrió más tarde en ¡Patotero, rey del Uno de los personajes, Chancleta, interpreta­
bailongo!. Este sainete utiliza el procedimien­ do por la actriz Olinda Bozán, que en sus re­
to del traslado a escena de la letra de un tan­ presentaciones empleaba los recursos del ac­
go, en este caso "Mi noche triste", que la or­ tor nacional, no sólo se expresa en lunfardo,
questa toca desde el comienzo de la pieza. un lenguaje marginal que significa un desvío
Luego, la intriga sentimental desarrolla el re­ del autorizado, sino que, además, habla inco­
lato del tango, y en el final reparador agrega­ rrectamente. Telégrafo, otro personaje cómi­
do por la pieza, dado por el reencuentro de co, habla "telegráficamente", con mala sin­
la pareja, el tango vuelve a cobrar protago­ taxis. Ambos casos pueden ser interpretados
nismo, ya que el sainete termina acompaña­ como una táctica de apropiación de lo ajeno
do por la música y un diálogo que retoma
fragmentos de la letra de aquél:

"Alberto: Si sos la misma, lo veo...Percanta


que me amuraste....Qué triste estaba el bulín
esperándote.
Adelina: ¿Está todo como antes en el bulín? E lvira F e r n á n d ez ,
Alberto: Todo igual...El retrato sobre la cama, VENDEDORA DE TIENDA
la guitarra en el ropero..." M an ue l Rom ero - 1942

Otros sainetes, aunque no practican mez­


clas, nos interesan porque sus tópicos y re­
presentaciones serán retomados más tarde
en el cine por el propio Romero. Uno de ellos
es ¡A trabajar caballeros! (1919), puesto en
escena por la compañía Vittone-Pomar, que -la cultura letrada- que parodia a la retórica
se distingue por las abundantes referencias de los que hablan bien .
metateatrales al género y por la representa­ La obra plantea, además, una visión ne­
ción de lo popular a partir del trabajo. La va­ gativa de las representaciones características
loración del trabajo honrado, proveniente de del género, tales como la del artista bohemio
la ideología del inmigrante, frente a la actitud (,Bohemia criolla (1902), de Enrique de María,
del artista o del compadrito, concebidas co­ le otorgaba una representación positiva) o del
mo improductivas y ligadas a la holgazanería, compadrito, a los que considera figuras re­
articulan la totalidad del texto. Roberto, un manentes junto al sainete. Finalmente, lo úni­
músico de tango, protagoniza la intriga sen­ co valioso es el trabajo, y ello es planteado
timental y sueña con el ascenso social, resal­ por medio de Roberto, quien decide trabajar
tando las carencias de la pobreza: "¡Ah! si como peón de ferrocarril abandonando sus
tengo suerte. Algún día podré ofrecerle no intenciones artísticas. En el cierre de la pieza,
un bulincito oscuro como el de ustedes, sino hasta el compadrito decide convertirse en tra­
bajador y elige un nuevo oficio: "Se acabó el res populares, por lo cual la aparición de
sainete. Voy a trabajar yo también...¡Cebolla obreros anarquistas o socialistas generalmen­
y ajo!...¡Cebollero!". te es paródica, pero nunca condenatoria.
El rechazo al sainete y al artista popular co­
mo contraposición a la ideología del trabajo, II - 2 Los sainetes de mezcla
puede verse como una interiorización de los
valores de la cultura legítima, la cual también A las prácticas de mezcla ya conocidas,
los desconsideraba. Se trata de un caso de au- Romero agregó una nueva: el cruce teatro-ci-
todepreciación que lleva a la desvalorización ne-tango en un mismo espectáculo, que se
de las propias representaciones, en lugar de su concretó en los sainetes El gran premio na­
afirmación. (Grignon y Passeron, 1991, 60). cional (1922), El ganador de la copa de oro
La ilusión de Sabatucci (1921 )9, estrenado (1923) y ¡Patotero, rey del bailongo! (1923),
por la compañía Arata-Simari-Franco, es un presentados por el autor como "piezas con
sainete cómico que parodia al anarquista10, un intermedio cinematográfico". De este
algo que reaparecerá, modificado, en el cine. modo, se constituía un peculiar espectáculo
En él se representa el espacio popular de una híbrido que evidenciaba que los principales
sastrería modesta, uno de cuyos personajes, intertextos artísticos de Romero no eran los
el patrón, es un inmigrante italiano que ex­ de la alta cultura sino la canción popular y el
presa en cocoliche su ideología anarquista. A cine.
él se agregan los obreros y un delegado sin­ ¡Patotero, rey del bailongo! (1923)11, es­
dical, a quienes se presenta caricaturizados, trenado por la compañía popular de Muiño-
ya que hacen huelgas por cualquier motivo Alippi, intentó desarrollar en una puesta en
sin entender para qué. El texto parodia el dis­ escena el relato del tango "El patotero senti­
curso anarquista a partir de su traslado a un mental", de Manuel Romero y Manuel Jovés,
terreno familiar y cotidiano. Don Pascual está que se había estrenado con gran éxito el año
en contra del matrimonio "¡Perque las edea- anterior en El Bailarín del cabaret (1922), del
se modernase lo condenano! No e posible la mismo autor. En el nuevo sainete se cantó el
felichitá al matremonio." Eso hace que no tango "Nubes de humo", del autor y de Jo­
pueda obligar a su hijo a casarse con la mu­ vés, que se insertaba en la acción y se relacio­
chacha pobre a quien ha dejado embarazada naba temáticamente con el relato teatral que
y, luego, que caiga en el equívoco, cuando desarrollaba la historia de un hombre que
recomienda a su hija rechazar el matrimonio, abandonaba a la mujer que amaba y luego,
creyendo que se trata del caso de otra mujer. arrepentido, no la podía olvidar. Además, en
Finalmente, el personaje decide abandonar distintas escenas los personajes bailaban tan­
esas ideas y el sainete finaliza con una serie gos. El espacio más pregnante que se repre­
de insultos: "¡Lenine e un porco farabutto- sentaba era el del cabaret, espacio tabú en el
!... ¡Se lo agarro a Lenine, le manyo el cana- Buenos Aires de la época -presentado unos
ruzo, pe la madona!". años antes en Los dientes del perro, de José
En los sainetes, las representaciones de González Castillo y Alberto Weisbach- en el
los trabajadores no corresponden a las mino­ cual se encontraban personajes de los márge­
rías politizadas y con expectativas de mejoras nes: "milongueras, cocottes, patoteros, bo­
sociales, sino que parten de la selección de rrachos, camareros, músicos".
los rasgos típicos y mayoritarios de los secto­ La oscilación riqueza-pobreza articula el

P * ]
texto, junto a otras tensiones como el amor y pes, peleas, caídas, huidas, que otorgaban
la deshonra, la cultura nacional, representada gran dinamismo a la puesta en escena tea­
por el tango, y la extranjera, representada tral; la película presentaba variedad escalar
por el shimmy. El melodrama se entreteje con de planos -por lo que se puede inferir de la
la caricatura, de acuerdo al principio cons­ mención "detalles" en las didascalias-, y una
tructivo del sainete, y presenta una serie de clausura narrativa dada por el abrazo final de
personajes de los sectores populares en am­ la pareja.
bientes propios de los sectores sociales domi­ Su inclusión tenía la función de ampliar el
nantes: uno de ellos es Violeta, la "milongue­ espacio escénico representando la extraesce-
ra", que pretende ascender socialmente a na teatral, e incorporaba las posibilidades del
través del matrimonio con Marcelo, y otro es cine de emplear espacios naturales, así como
Astudillo, contrapunto cómico de la intriga agregaba el efecto de atracción que ejercía el
melodramática, representado por el actor En­ cinematógrafo de ese momento por la espec-
rique Muiño, quien empleaba las técnicas del tacularidad y el impacto de sus acciones12.
actor popular y, mediante los procedimientos El sainete finaliza con la reconciliación de
del chiste verbal, los apartes y la composición la pareja que protagoniza la intriga melodra­
corporal del personaje a partir de la maquie- mática, mecanismo que se puede vincular
ta, parodiaba al compadrito y explotaba la con lo que Umberto Eco (1998, 55), al estu­
comicidad que provocaba la representación diar el folletín, denomina "estructura del
de un hombre sometido físicamente por su consuelo", apoyado en un elemento resolu­
esposa. En el fin del cuadro II y antes del cua­ torio que contrasta con la realidad de partida
dro III, se presenta una película cuyo único re­ y propone una solución " inmediata y conso­
gistro es el de las didascalias del texto de la latoria de las contradicciones iniciales". Si­
revista La Escena, que se pueden considerar multáneamente, como reverso paródico, se
como un precario guión, en el cual la antigua ofrece un cierre cómico para la pareja secun­
patota con la cual Marcelo tenía una "vida de daria de Astudillo, quien por fin logra domi­
farra y cabaret", secuestra a Violeta para evi­ nar por la fuerza a su mujer
tar la reconciliación de la pareja. En los otros dos sainetes antes menciona­
dos, Romero agregó otros elementos prove­
"Se ve un auto con tres hombres y una nientes de la cultura popular y concretó la
mujer, (Rivera, Ponce, Castro y Violeta), se­ mezcla deporte-teatro-cine-tango. En ambos
guido por otro donde van Astudillo y Marce­ plantea una compenetración mayor entre el
lo. Carrera emocionante. Detalles. En el auto escenario y el film, ya que este último no se
de adelante le tapan la boca a Violeta, que presenta simplemente como un intermedio
forcejea. El auto que viene atrás gana venta­ cinematográfico entre los cuadros de la pieza
ja y se pone a la par del anterior. Marcelo y teatral. En El gran premio nacional'3, "Pieza
Astudillo saltan al otro, golpean a Rivera. turfística-sentimental", estrenada por la com­
Ponce y Castro que huyen, cayendo uno de pañía Vittone-Pomar, se cantaba el tango "La
ellos al suelo, y mientras Astudillo toma el vo­ provincianita", con letra de Manuel Romero y
lante, Marcelo y Violeta se abrazan." música de Jovés, con el acompañamiento de
la Gran Orquesta Típica J.Martínez; en la mi­
El cortometraje era un concentrado de ac­ tad del segundo cuadro, se proyectaba una
ciones: persecución entre automóviles, gol­ carrera de caballos en un telón que, al mismo

p9j
tiempo, formaba parte de la escenografía matográfico", con el tango "¡Pingo mío!",
que representaba un rincón del paddock en de Romero y Jovés, que combina la intriga
el Hipódromo Argentino, mientras en el es­ sentimental con el tema y el ámbito del turf;
pacio escénico, desde las tribunas, los perso­ un sainete que le otorga voz a personajes po­
najes veían la carrera. Nuevamente, las didas- pulares como el jockey. En el cuadro III, en el
calias registran las imágenes: Hipódromo Argentino, se prepara el pasaje al
film mediante un mayor movimiento en la
"Se oye el ensordecedor vocerío de las tri­ puesta en escena y, además, se intenta lograr
bunas, se apaga la luz y se proyecta en el mis­ una transición a partir de indicaciones como
mo telón el film de la carrera. Los caballos "Pasan varios tipos corriendo", "luego se os­
vienen cabeza a cabeza. El tordillo parece curece el escenario y se proyecta la película":
destacarse, pero castiga Riera y Polvorín, que
viene por adentro lo gana fácil. Se oye el vo­ "Largada. Radiante se destaca en la pun­
cerío dentro." ta seguido por Matrero. El puntero se distan­
cia entre los gritos del público. Frente al pa-
L a m u ch a ch a d el c ir c o En la escena teatral, como si se tratara de dock, de pronto se cae el jockey de Radiante
M an u e l Rom ero - 1 9 3 7 una continuación del espacio fílmico, los per­ y el caballo sigue sin gobierno. Se ve a Matre­
sonajes comentaban la carrera. De ese modo, ro cruzar el disco rugiendo. El público lo acla­
se proponía la inclusión de un juego popular ma."
en el teatro, a partir de imágenes fílmicas que
permitían reproducir la atracción de la carre­ Las críticas de la época se esforzaron en
ra en escena, en el momento de mayor ten­ denostar el empleo de análogos procedi­
sión dramática de la pieza. La película prove­ mientos que el año anterior: "El mismo con­
nía de la casa Federico Valle14, lo cual indica flicto pasional, la misma intriga con elemen­
que, seguramente, no había sido realizada tos de ambiente hípico; el mismo jockey [...];
especialmente para la obra, sino que se la ha­ el mismo film; la misma fiesta con número de
bía incluido mediante un montaje teatral-ci- "music hall" y el mismo tango de circunstan­
nematográfico. Las críticas periodísticas, a cias" (La República, 11-8-1923). Sin embargo
pesar de ocuparse centralmente en denostar no pudieron evitar registrar que el público
al género, no pudieron dejar de percibir el "llegó a entusiasmarse con las alternativas de
empleo de la película, ya que se trataba de una carrera proyectada sobre la escena" (La
un procedimiento no utilizado con anteriori­ República, 11-8-1923), demostrando de este
dad: "Si la originalidad brilla por su ausencia modo lo efectivos que eran los recursos pla­
en la pieza estrenada, en cambio aglomeran nificados por Manuel Romero.
en ella los recursos vulgares como los apun­ En este texto se representan dos espacios
tados y la única nota, tal vez la más novedo­ contrapuestos, el patio de una casita-stud en
sa, la constituye una exhibición cinematográ­ el bajo Belgrano, y un edificio modesto don­
fica, en que toman parte las primeras figuras de vive María Elena, una mujer huérfana
del elenco, en un interesante truco fotográfi­ ("bella pobre") que heredó las deudas del
co" (La Época, 29-6-1922). padre y desea casarse si logra que su caballo
Lo mismo sucede en El ganador de la co­ gane la carrera. De este modo, se combina la
pa de oro (1923)15, "Pieza novelesco-turfísti- intriga sentimental con el tema y el ámbito
ca en cuatro cuadros y un intermedio cine­ del turf, en un sainete que se orienta, por

faj
momentos, hacia lo tragicómico. Asimismo, contrarse más cercanos a la época en la cual
otros personajes de sectores populares enta­ comenzó a trabajar como director de cine, la
blan un contrapunto cómico a través de la década del '30. Ambas películas son de
caricatura del inmigrante: un italiano que se 1937; la que adaptó el primer sainete mantu­
expresa en cocoliche y un gallego, ambos vo el título y la segunda se denominó La mu­
conformando un triángulo amoroso caricatu­ chacha del circo, retomando el título del
resco16. tango que incluía tanto el sainete como la
Estas mezclas también eran practicadas película.
por otros autores como es el caso de Enrique En Los muchachos de antes no usaban
y Armando García Velloso en El mago de Pa- gom ina (1926)18, de Manuel Romero y Mario
lermo (1927), un sainete que mezcla deporte, Bernard, se representan los contactos sociales
cine, tango y teatro. Se trataba de una pieza entre las clases altas y sectores populares, re­
de ambiente turfístico "con dos cuadros y dos montándose a la historia del tango en la glo­
films cinemáticos", en la que Ignacio Corsini rieta de Hansen, en la cual conviven patotas,
actuaba y cantaba un tango. Enrique García milongueras, peleas a cuchillo, duelos criollos
Velloso había hecho una incursión en la cine­ y tangos. Nuevamente se incorpora el tema
matografía de los primeros tiempos, con una del deporte, incluyendo a Jorge Newbery co­
versión de Amalia (1916), producida por Max mo un personaje que visita el cabaret e inten­
Glüksmann, con fotografía de Eugenio Py e ta introducir el boxeo en Buenos Aires. La tra­
inspirada en la novela de José Mármol. dición criolla representada por el cabaret per­
El teatro, la práctica deportiva y el cine­ tenece al pasado, mientras que en el presen-
matógrafo se entretejen en la representación
de lo popular. Para construir dicha represen­
tación se apela a series culturales populares
como el cinematógrafo o los juegos deporti­
vos y al contraste con los espacios y persona­
jes más cercanos a las clases dominantes en
el ámbito del turf, casi siempre identificados
con la maldad y la ilegalidad, pero también
símbolo de la cultura de las clases altas a las
que intentaban integrarse otros sectores.

II - 3 Los sainetes que Romero adaptó al


cine. La continuidad de las mezclas con el
tango

Los muchachos de antes no usaban gomi-


na (1926) y Gran Circo Rivolta (1928)17fueron
posteriormente adaptados para el cine por
Manuel Romero. Ambos sainetes se acerca­
ron más a lo tragicómico, de acuerdo a la
evolución general que experimentaba el gé­ La m u ch a ch a del c ir c o
nero. Seguramente, el autor los eligió por en­ M an u e l Rom ero - 1937

f o ]
Los MUCHACHOS DE ANTES NO nales del cabaret, que se trasladan al Centro
USABAN GOMINA seducidas por un hombre, tratando de supe­
M an u e l Rom ero y M ario rar su nivel económico anterior. Tango y sai­
B ern ard - 1937 nete comparten ese arquetipo, al que Samuel
Linning llamó "Milonguita" en el tango ho­
mónimo, con letra suya y música de Enrique
Delfino, estrenado por María Esther Podestá
en el sainete Delikatessen Ha use: y Manuel
Romero la denominó Mireya en Los mucha­
chos de antes no usaban gom ina -sainete
y film - y Margot en la película Carnaval de
antaño. En los sainetes y filmes de Manuel
Romero, la representación de la "milongue­
ra" no posee un sentido condenatorio; repre­
senta a la mujer pobre que desea superar la
miseria, aunque Margot es criticada por bus­
car una vida fácil y desarraigada, y a ambas
te -que en el texto es contemporáneo al es­ se las castiga con un futuro decadente. En
treno de la obra- ese mundo es rechazado. sus obras, Romero intenta salvarlas por me­
En el cabaret moderno "se baila charlestón dio de hombres rectos y buenos que se ena­
exageradamente" y hay "muchos fifís de go- moran de ellas, que pueden haber tenido un
mina". Además, ya no existe el coraje, se em­ pasado de patoteros o haber estado relacio­
plea cocaína y nadie muere por una mujer. nados con ese mundo, pero que se diferen­
Frente a esos cambios y peligros, la salida cian por el respeto y la aceptación que de­
propuesta por el autor es la valorización del muestran hacia ellas, y también, por encon­
trabajo, tal como la presenta el personaje trarse en un lugar más alto de la escala social.
central: "¡Cuánta porquería!...¡Y sin embar­ La oligarquía porteña comenzó a aceptar
go, yo sé que hay otra juventud criolla que el tango una vez que fue admirado en París,
trabaja, que estudia y que no vive eterna­ en 1910. Luego, alrededor de 1918, los caba­
mente en los cabarets como mi hijo!". rets desplazaron a los salones y sólo entonces
El tango "Tiempos viejos", de Francisco se bailó el tango de manera masiva: "La mu­
Canaro y Manuel Romero, se presenta sólo chachada de la alta clase media concurre a la
por medio de una voz que canta al final, con 'milonga' atraída por la atmósfera prohibitiva
la escena a oscuras, y señala un cierre pesi­ que la rodea y que, paradójicamente, signifi­
mista por medio del cual se critica al progre­ ca una apertura a sus apetencias sexuales y a
so únicamente en lo que respecta a la pérdi­ su bautismo de 'hombres de coraje'. Proviso­
da de la tradición. riamente, el arrabal y el tango son el puente
En los textos en los que aparece el caba­ para la complicidad de sus aventuras, que
ret, éste representa al Centro y a la perdición, también les ofrece París y años más tarde el
por contraposición al barrio o al conventillo, cabaret" (lilla, 1967, 17).
pero al mismo tiempo, es considerado como El personaje del compadrito, en los textos
un lugar lleno de atractivos. En él habitan las de Manuel Romero, si no se encuentra paro­
"milongueras", mujeres del arrabal profesio- diado, representa el coraje y la identidad crio-

[ ? 27
lia. El deseo de apropiación de sus valores se esto se sustente el rechazo de los propios va­
evidenció en el aprendizaje de un baile popu­ lores estéticos del género y la caricatura de los
lar como el tango por parte de jóvenes de personajes de los sectores dominados.
otras clases sociales y en la representación de La textualidad del sainete ofreció pautas de
sus gestos, vestuario y movimientos en la pertenencia a los sectores medios y populares,
puesta en escena del sainete. Por otro lado, el proporcionó a los espectadores imágenes de
reproche a la mala vida nocturna del cabaret vividores, artistas, patoteros, milongueras,
se representó por medio del personaje del compadritos, trabajadores, inmigrantes, socia­
patotero, que provenía de una clase más adi­ listas, anarquistas. Esas representaciones ejer­
nerada y únicamente actuaba en grupo. No cían una atracción especial en el público de la
obstante, en el tango "Patotero sentimental" época, porque mostraban aquello que, aun­
-y también en el sainete- se transforma la que era conocido, también inquietaba. Así, se
imagen bárbara del patotero en la de un se­ creaba una proximidad con los nuevos actores
ductor (Romano, 1983, 98-99). sociales que componían el tejido urbano en
En la mayor parte de los sainetes analiza­ una época de plena transformación, en la que
dos, lo popular se representa a través de las era necesario obtener medios de reconoci­
penurias, las privaciones, las carencias. Pero miento para lograr apropiarse de la ciudad,
también, es considerado como una cultura au­ transitar por ella, desarrollar estrategias de co­
tónoma centrada en los sentimientos, en el municación o asimilar los nuevos hábitos urba­
humor, en la irreverencia, en la argucia; una nos. Los textos se constituían con fragmentos
cultura poseedora de otros saberes orales, de­ de la experiencia social y producían un peculiar
portivos, corporales, y de expresiones artísticas interés en el público de la época, a causa de
propias. En ciertos estratos de las obras se ob­ las necesidades de integración urbana; y al
servan los efectos simbólicos de la dominación mismo tiempo, la desmentida paródica que
cultural, que hacen que las representaciones proporcionaban permitía exorcizar los cambios
de lo popular funcionen reconociendo las je­ y tensiones generados por el proceso de mo­
rarquías de las culturas dominantes. Tal vez, en dernización, y ofrecer tanto diversión como
una reparación ficcional.

III - Las películas de Manuel Romero:


canon y resistencia

Los contactos entre la incipiente industria


cinematográfica y las culturas populares tam­
bién resultaron productivos puesto que, se­
gún sostiene Aníbal Ford, "Los medios avan­
zaron [...] desde una lógica que no era la del
saber transmitido escolar, institucional o esta­
talmente, sino desde la dinámica de peque­
ñas empresas 'aventureras, y desde los inte­
lectuales pobres que trabajaban en ellas, que A rrib a y a la izquierda
establecían [...] un complejo y 'negociado' C a r n a v a l de an tañ o
diálogo con las culturas de las clases popula­ M an u e l Rom ero - 1 9 4 0

f a ]
res (a las cuales también representaban) [...]
Estamos señalando que los medios nacen en­
cadenados con las culturas populares ante­
riores y no sólo con sus géneros sino también
con sus saberes, con sus estrategias cogniti-
vas" (1994, 151-152).
Coincidentemente, Jesús Martín Barbero
(1993) plantea que, tras la aparición de las
masas urbanas, lo que constituía a las cultu­
ras populares y era rechazado del discurso de
la cultura institucionalizada, de la educación
y la política, encontró expresión en la indus­
tria cultural, que podía ser una expresión de­
formada, pero capaz de activar lo popular.
Así, los filmes de Romero continuaron in­
LOS MUCHACHOS DE ANTES NO corporando en los sainetes criollos gran par­
USABAN GOMINA te de las prácticas y procedimientos estéticos
M an u e l Rom ero y M ario ya mencionados. Por eso el cruce de géneros
B ern ard - 1 9 3 7 y la apelación a textos considerados subalter­
nos por la cultura legítima: teatro por seccio­
nes, tango y revista porteña (esta última, una el fútbol cuando hace falta, el boxeo, la cons­
nueva mezcla aportada por el cine). Y simul­ cripción, los amores clandestinos de estudian­
táneamente, el continuo otorgamiento de un tes con futuro acomodado, la tienda donde se
lugar privilegiado a personajes y ámbitos de cose "para afuera" o donde se venden artícu­
los sectores populares, a diferencia de la vi­ los, las fiestas de carnaval" (2000, 71).
sión condenatoria de otras series culturales
hacia estos personajes. III - 1 Los contactos entre el cine y el género
Los pioneros estudios cinematográficos chico
Lumiton contrataron a Manuel Romero junto
a Luis Bayón Herrera, quienes realizaron No­ En Mujeres que trabajan (1938), de
ches de Buenos Aires (1934-35); luego, has­ Manuel Romero, se torna evidente la relación
ta 1943, Romero produjo alrededor de veinti­ intertextual con sainetes anteriores del autor.
siete títulos, considerando algunos de compa­ Por una parte, existe una vinculación semán­
ñías independientes. Señala Claudio España tica con los sainetes ¡A trabajar caballeros! y
que "Romero construyó a lo largo de sus me­ Los muchachos de antes no usaban gomina,
lodramas tangueros una mitología porteña fá­ dada por la valoración del trabajo y la desca­
cilmente reconocible en imágenes que repro­ lificación del ocio; por otra, la inclusión en el
ducen calles, casas de familia de diversa con­ film de un personaje de ideología socialista
dición económica y lugares para la diversión remite a una representación típica del género
nocturna [...] La temática de las letras de A. del sainete, practicada en la caricatura del
Lepera que cantaba Gardel suman espacios anarquista de La ilusión de Sabatucci, con la
habitables y vitales en las obras de Manuel diferencia de que en el sainete, ese discurso
Romero: el hipódromo, la piecita de pensión, se encontraba parodiado, mientras que aquí

r * ¡
obtiene otra resonancia porque representa les como la madre soltera, el hijo ¡legítimo, la
los cambios y los nuevos papeles femeninos. mujer iletrada (esta última encarnada por el
De los otros sainetes, tales como ¡Patotero, personaje de Catita, interpretado por Niní
rey del bailongo!, el autor retoma el contras­ Marshall, quien efectúa la caricatura del mal
te riqueza-pobreza como eje articulador del hablar), se agregan otras representaciones em­
film, tensión que en éste es traducida por el blemáticas de las nuevas funciones femeninas:
par de opuestos improductividad-trabajo. la mujer trabajadora e independiente y la mu­
Tanto la puesta en escena del film como el jer lectora y politizada. Esta última se represen­
montaje alternado contrastan espacios contra­ ta con el personaje de Luisa, configurado me­
puestos, como el de la pensión, una "boite", diante la apropiación de atributos masculinos:
o viviendas donde impera el lujo. El ámbito de
los sectores altos se muestra desde la apertura
lee a Carlos Marx, viste con corbata, fuma y
emplea el discurso de la política. Ella es la en­
fo&v--.
L.%- ^ '
del film, en una secuencia de montaje, por cargada de presentar a cada una de las muje­ • tí t ; .?-* -''f'. <
medio de encuadres inclinados que resaltan la res y a sí misma, resaltando las penurias y de­ IV - 0¿+<c¡e* é»

diferencia y artificialidad de ese mundo, o bien sigualdades: "Yo trabajo y estudio; Clarita tra­ « « ■ # ’*’- a *°3ígp
mediante el recurso de plano-contraplano, en baja para sus padres que viven en el campo;
la escena del desayuno en el bar, que enfrenta Sarita nunca pudo ir a la escuela, trabaja des­ N o c h e s de B u en o s A ires
desde el inicio al dominante con el dominado: de los siete años; Elvira está sola en el mundo M a n u e l R o m e r o y L uis B a y ó n
"Somos haraganes con plata" se autodefinen y se mantiene honrada con su trabajo; Catita H er r er a - 1 9 3 4 -3 5
los ricos, "somos gente humilde, gente que tiene trece hermanos". De este modo, el autor
trabaja", dicen las mujeres que trabajan19. conjuga, por medio del personaje de Luisa,
A las representaciones de lo popular que una visión "miserabilista" de lo popular, que
ya ofrecía el sainete y que aquí reaparecen, ta­ sólo resalta las disparidades a causa de la do­
minación, con una visión "populista" que re­
salta las virtudes, en boca del personaje de Lo­
renzo, un chofer que lleva a Ana María -una
mujer rica que pierde su posición económica-,
a vivir a la pensión, quien considera los aspec­
tos positivos de la pobreza: "Comprendo que
no le guste esto así de golpe, pero cuando se
acostumbre verá que somos buena gente, me­
jor que la que ha conocido"20.
La mujer trabajadora se manifiesta como
la representación de lo popular, y en ella se
pueden leer apuestas ideológicas y estéticas,
ya que la representación emblemática de la
mujer, ahora trabajadora, ha desplazado a la
"milonguera" del cabaret, a la "mujer perdi­
da" tan presente en el sainete y el tango. Así,
reaparece la apuesta por la ética del trabajo
como posibilidad de mejora y superación de
la pobreza, que había sido planteada en los C a r n a v a l de a n t a ñ o
sainetes del veinte, pero que ahora reivindica M an u el Ro m ero - 1 9 4 0
M u jeres q u e t r a b a ja n film, se valoriza lo grupal, lo comunitario, lo
M a n u e l Ro m e r o - 1 9 3 8 dinámico, características afines a la estética
del sainete teatral y la revista porteña. La
clausura de la película presenta moderados
desvíos con respecto a las normas del mode­
lo clásico hollywoodense. Si bien la intriga
sentimental se resuelve con la unión de la pa­
reja proveniente de la clase alta, que también
se identifica con el trabajo, ésta queda rele­
gada a un segundo lugar, ya que el casamien­
to que se muestra en primer plano es el de la
pareja cómica. El film finaliza con un plano
grupal de las mujeres (negando la existencia
de un protagonista) que reivindica el trabajo
y deja en segundo plano lo sentimental21. Asi­
el trabajo femenino. Esto último puede en­ mismo, si bien se trata de un final reparador,
tenderse a partir del proceso de desarrollo in­ no hay casamiento para la madre soltera,
dustrial, cuyo progreso registra la incorpora­ quien decide regresar al campo y comunicar­
ción de la mujer a las actividades generales le la verdad a sus padres.
de la industria, el incremento de las oportuni­ El modelo industrial y audiovisual se esbo­
dades para el empleo femenino (maestras, zó en relación con el modelo hegemónico del
empleadas), la transformación de las expec­ cine clásico de Hollywood, y se. recurrió para
tativas impuestas a la mujer, que aumentan ello a "la transparencia en la imagen y en la
su grado de alfabetización, y los nuevos gus­ narración: nadie, ubicado en el espacio de la
tos literarios que llevan a la creación de géne­ creación, se interponía entre el espectador y
ros destinados a ese sector, tales como la no­ la historia contada. La audiencia tenía abier­
vela popular barata. Estas son algunas de las to el ingreso en los films desde la trama y los
tantas transformaciones que inciden en los personajes, sin interferencias artísticas ni ve-
cambios de representación de la mujer, a los
que se agrega el hecho de que era una es­
pectadora privilegiada en el caso del cine, ya
que la salida al "biógrafo" era una de sus
prácticas habituales. Por eso, muchas veces
los filmes estaban especialmente destinados
a ellas.
En Mujeres que trabajan se aprecia un
predominio de planos grupales (frente a la
casi inexistencia de planos individuales) que
aumentan hacia el final del relato con la pre­
sentación de planos generales, siempre abi-
E lv ira Fernández, ven dedo ra garrados, de personajes que realizan accio-
de tienda nes colectivas. De este modo, tanto en la
M an u e l Rom ero - 1942 puesta en escena como en los planos del

[ * }
leidades de los directores" (España, 2000, L a m u c h a c h a d el c ir c o
57-58). Sin embargo, las culturas populares M an u el Ro m ero - 1 9 3 7
apropiadas por el cine a partir de las media­
ciones del sainete, de la revista porteña o del
tango, producían algunas fisuras en esa he­
gemonía, y aportaban una peculiaridad pro­
pia, "nacional".
En un film posterior, Elvira Fernández
vendedora de tienda (1942), del mismo di­
rector, reaparece la representación de la mu­
jer trabajadora. Se trata de una dirigente sin­
dical, presentada en una situación de comici­
dad -según las tradiciones del sainete para
representar personajes politizados-ya que no
es una trabajadora, sino la hija del patrón de
una tienda que construye un personaje de puede apreciar la gran capacidad de Arata co­
ficción al cual denomina Elvira Fernández, pa­ mo actor cómico, aunque alcanzó su consa­
ra simular ser "una empleadita humilde per­ gración con el género grotesco.
dida entre miles de muchachas que se ganan
el pan" y, de este modo, liderar una lucha III - 2 Los contactos entre el cine y la revista
sindical a favor de los empleados. Si bien es­ porteña
te planteo adquiere ribetes paternalistas, ya
que se trata de un personaje simulado por los En el film Yo quiero ser batadana
grupos dominantes para asistir a los sectores (1941), el intertexto principal es el de la revis­
dominados, la representación de una dirigen­ ta porteña, en la cual Manuel Romero se des­
te sindical implica, de por sí, un reconocimien­ tacó como director de la segunda fase del gé­
to de las transformaciones sociales de las mu­ nero. A partir de 1890 se desarrolló la prime­
jeres de la época. ra fase de la revista criolla con autores como
Otras películas de Romero que permiten
apreciar los intercambios realizados con el sai­
nete son La muchacha del circo (1937) y El
tesoro de la isla Maciel (1941). La primera se
relaciona con aquél de un modo más directo,
porque es una adaptación de un sainete del
propio director. En este film se acentúa el cru­
ce circo-tango-sainete que ya proponía el tex­
to dramático, mediante la incorporación de es­
cenas circenses. En ambas actúa Luis Arata in­
terpretando a inmigrantes. La participación de
un actor significativo del sainete implicó la in­
corporación de los recursos propios del actor
popular; en El tesoro de la isla Maciel, de
gran afinidad con el sainete de autoengaño, se
A LA DERECHA Nemesio Trejo, Ezequiel Soria, Miguel Ocam-
E l te so ro d e la is la M a cie l po, Nicolás Granada y Enrique García Velloso.
M an u e l Rom ero - 1941 Según afirma Martín Rodríguez: "el género
se convertiría en un lugar de cruce y de con­
frontación entre progreso y tradición. En esta
primera fase, además, el espacio escénico de
la revista, como el patio del conventillo en el
sainete, funcionaría como metáfora de la Na­
ción, y propondría un modelo de país dife­
rente del que aparecía en ciertos textos na­
rrativos o ensayísticos en los que la exclusión
del otro era un tópico dominante" (Rodrí­
guez, 2000, 123).
La segunda fase del género, denominado
revista porteña, comenzó en los años veinte,
potenciada por el estímulo de la revista fran­
cesa de Madame Rasimi y Maurice Chevalier, propio género, componen los diversos sket­
quienes visitaron los escenarios de Buenos Ai­ ches. Yo quiero ser bataclana, como otros
res. El lujo, el atractivo de las vedettes, el des­ filmes de la época, incorpora tópicos y artifi­
pliegue escénico, el color local y la represen­ cios de la revista porteña mediante una plani­
tación de ambientes exóticos son algunos de ficación y una puesta en escena que valorizan
los tópicos y procedimientos que renuevan lo grupal, abundante en planos generales
esta textualidad (Rodríguez, 2000, 124). A que incluyen multiplicidad de personajes. El
éstos se agrega el tópico de la actualidad, film narra la historia de un grupo de vedettes
central en la segunda fase de la revista: las de teatro de revistas, por lo cual en la pelícu­
nuevas transformaciones urbanas, la política, la se suceden diversos números de canto y
el cine, el fútbol, el tango, las referencias al baile, con tangos, folklore y danzas clásicas.
El número de tango se representa en una es­
cenografía urbana de calles y edificios que
crean líneas diagonales y ángulos expresionis­
tas, mientras que la única expresión de la al­
ta cultura incorporada al espectáculo es un
ballet clásico parodiado por Catita, personaje
interpretado por Niní Marshall22. El triángulo
sentimental entre el director de la compañía
y dos vedettes es la otra línea de acción de la
intriga, que interrelaciona en sucesión los di­
versos números del teatro de revistas. Éstos,
por su carácter autónomo y heterogéneo,
componen un relato que se distancia de los
géneros tradicionales -que apuntan a la na­
C a r n a v a l de a n t a ñ o rración lineal y continua-, a partir de la apro­
M an u el Rom ero - 1 9 4 0 piación de la estructura de la revista porteña.
El film se concentra en la representación del cantante de tangos, personaje interpretado
artista por medio de las "degradadas" vedet­ por Charlo, representación del artista pobre,
tes, actrices de un género considerado ilegíti­ quien comienza sin dinero hasta conseguir
mo por la cultura hegemónica. cierto ascenso social gracias al éxito profe­
sional. Sofía Bozán y Florencio Parrravicini
III - 3 Los contactos del cine con el tango -actores provenientes del teatro por seccio­
nes- introducen en el film el empleo de los
Carnaval de antaño (1940) se vincula recursos caricaturescos del actor popular, re­
con otros filmes del director, como Los m u­ presentando al empresario de varieté y a la
chachos de antes no usaban gom ina cantante arrabalera. El arte es presentado,
(1937) -inspirado en el sainete homónimo y desde una óptica popular, como una posibi­
en la letra del tango "Tiempos viejos"-, La lidad de trabajo que puede permitir la sub­
vida es un tango (1939) y Gente bien sistencia, y el único aspecto que implica al­
(1939), que proponen intercambios con un gún tipo de idealización también se relacio­
género popular como el tango. Por ello, tam­ na con lo material, ya que el éxito posibilita LOS MUCHACHOS DE ANTES NO
bién se relaciona con los sainetes de Manuel tanto ascenso social como dinero. También USABAN GOMINA
Romero aquí mencionados -Percanta que me hay una intriga sentimental, que narra la M an u el Rom ero - 1 9 3 7
amuraste (1920), El bailarín del cabaret historia de un amor malogrado y la degra­
(1922), entre otros- que fueron los iniciado­ dación de una mujer, Márgara (luego Mar-
res de estas prácticas de mezcla con el tango got), que remite a la representación de la
apartadas de las normas canónicas. El film se "milonguera", figura residual procedente
destaca por su narración vertiginosa, lograda del tango y del sainete, a la que sigue ape­
mediante travellings, planos cortos que se su­ lando Manuel Romero. Sin embargo, lo que
ceden en un montaje rápido, secuencias de se debe destacar es que la trama sentimen­
montaje, que son algunos de los recursos pa­ tal se encuentra sumamente debilitada, ya
ra narrar una historia que abarca un período que lo central del relato no es la historia si­
de treinta años (desde el carnaval de 1912 al no la sucesión casi ininterrumpida de innu­
de 1940). A partir del formato denominado merables tangos y canciones populares23. Es-
"film-río" o de "estructura-cabalgata", se re­
lata un pasado común inscripto en la memo­
ria colectiva, a diferencia del flashback que se
empleó sistemáticamente a partir del film
Puerta cerrada (1939), de Luis Saslavsky,
con el fin de representar un pasado subjetivo
e individual (Manetti, 2000, 196). La organi­
zación narrativa sustentada en una estructu­
ra-cabalgata fue propia del cine nacional y
planteaba la construcción de un pasado com­
partido.
La fiesta del carnaval, el ambiente de la
milonga y las patotas, el cabaret, el teatro,
la radio, la pensión, son los espacios popu­ G ente B ien
lares en donde transcurre la historia de un M a n u e l Ro m e r o - 1 9 3 9
te procedimiento evidencia una intensifica­ ferencia de la complicidad que mostraba en
ción, en el cine, de las prácticas de mezcla el texto dramático. Frente a ello, el personaje
iniciadas por el sainete. Mocho (Parravicini) agrega, para asegurar el
Los muchachos de antes no usaban tono optimista: " ¡Has visto cómo en todas las
gom ina plantea una doble vinculación, con épocas nacen criollos!". De este modo, la pe­
el sainete que el autor trasladó al cine y con lícula retoma figuras residuales como las de
el tango. Si el texto teatral ve en el progreso milongueras y patoteros y, al mismo tiempo,
la pérdida de la tradición criolla, en el film se intenta representar lo nuevo.
invierte esa perspectiva y, mediante el forma­ Con respecto a los elementos formales,
to del film-cabalgata, se realiza un viaje ha­ los planos poseen, en general, una composi­
cia el pasado con otra percepción del cam­ ción clásica y se emplea montaje alternado,
bio, que ahora es valorado y aceptado. El ambos característicos del modelo norteame­
film muestra el proceso de modernización ricano.
urbana e intenta reconstruir los cambios cul­ El cine de Manuel Romero oscilaba entre
turales, entre los cuales se mencionan el ci­ la aceptación de ciertos recursos hegemóni-
ne, la radio y, fundamentalmente, el desarro­ cos, signados por el modelo clásico de Holly­
llo del tango. Un gran plano general aéreo wood, y las prácticas resistentes de cruce, in­
de Buenos Aires da comienzo a una secuen­ tercambio e hibridación analizadas, que pro­
cia que muestra los cambios acaecidos en ducían desvíos respecto del canon cinemato­
1936; se ha transformado en una gran ciu­ gráfico de la época. Estas operaciones fue­
dad, con edificios y ambientes modernos ron significativas, fundamentalmente, en la
con nuevos diseños. Nuevamente, el cine se primera década del cine sonoro. Asimismo,
apropia de los procedimientos estéticos del el film Así es la vida (1939), de Francisco
sainete, como la práctica de cruce con el tan­ Mugica, produjo un cambio en el sistema ci­
go, cuya presencia se intensifica notable­ nematográfico de la época, ya que se ascen­
mente en el film, ya que no sólo se introdu­ dió a la representación de la clase media y
cen más tangos sino que, en algunas esce­ eso ocasionó modificaciones en la produc­
nas, se da protagonismo al baile. Asimismo, ción de Lumiton, al "pasar del patio a la sa­
la actuación de Florencio Parravicini permite la, sin abandonar el tono amigable que los
introducir procedimientos del actor nacional, inmigrantes -españoles e italianos- impo­
pero de un modo sumamente moderado en nían sobre la familia, ni la austera melanco­
relación con las prácticas teatrales, ya que lía de los viejos films de Romero" (España,
sólo en las últimas escenas despliega sus 2000, 74).
procedimientos característicos: la comicidad La incipiente industria cinematográfica
corporal que recupera lo no verbal y lo ges- absorbió las diferentes expresiones prove­
tual, la utilización del cuerpo en forma extra- nientes de los géneros populares: las técni­
cotidiana, y la intensificación de los chistes cas del actor nacional -aunque moderó sus
verbales. recursos-, las fórmulas del sainete criollo y
El mayor cambio en relación con el texto sus representaciones emblemáticas, las
del sainete se produce en la escena final, que prácticas de cruce, el tango. Muchas veces
torna positiva la mirada hacia el presente, ya se intensificaron algunos procedimientos de
que el joven hijo de Alberto Rosales defiende probado éxito en el sainete, como la incor­
a la milonguera Mireya de los patoteros, a di­ poración del tango cantado y bailado, y se
produjeron transformaciones en las repre­
sentaciones al ponerse en contacto con
otros contextos y públicos. Los filmes de
Manuel Romero siempre apostaron a un no­
sotros popular, si bien desde perspectivas
muchas veces populistas que se excedían en
resaltar las virtudes positivas del pueblo o
podían incurrir en la exageración del pater-
nalismo miserabilista. No obstante, nunca
dejaron de convocar dimensiones de las cul­
turas populares negadas por las legitimadas
"bellas artes".
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Visión, Buenos Aires, 1992. la sociedad argentina alrededor del Centena­
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Buenos Aires, 1991.
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tras en tangos compuestos para ser bailados.
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Carlos Gardel estrenó en el teatro Esmeralda,
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en 1917, "Mi noche triste", y luego realizó
Aires, 1998.
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• Manetti, Ricardo; "El melodrama fuente de
que procedían de aquellos compuestos espe-

P ™ )
cálmente para el escenario del sainete, difun­ 11) Publicado en la revista La Escena, Año VI, tario final de Luisa, la mujer intelectual, cuan­
diendo de este modo los primeros tangos con N° 79, 18 de Junio de 1923, s/p. Estrenado en do dice: "Tal vez si yo hubiera encontrado un
letra. el Teatro Buenos Aires el 31 de mayo de 1923. amor no leería tanto".
4) En 1925, Corsini formó su propia compa­ 12) Las críticas de los periódicos no advirtie­ 22) Más tarde, Catita interpreta un número
ñía con Gregorio Cicarelli. Después trabajó con ron la novedad de las mezclas, predispuestos de tango también paródico, cuyo resultado es
Luis Arata, hasta que, en 1928, abandonó mo­ a encontrar únicamente defectos en las repe­ la caricaturización de un género popular. Asi­
mentáneamente el teatro y en ese año y en ticiones y a despreciar al género: "la orquesti- mismo, el personaje se caracteriza por el mal
1929 se presentó como cantor solista en un es­ ta típica de circunstancias estratégicamente hablar, y conforma la representación de una
pectáculo cinematográfico en el Cine Teatro colocada en el cabaret infaltable y que llorará artista iletrada.
Astral, donde actuaba después de la película de vez en vez sus tangos neurasténicos cor­ 23) "La piedra de escándalo", de Martín Co­
principal. En el sainete, muchas veces el tango tando con ello la probable acción de la obreja, ronado; "Don Juan", de Podestá y Ponzio;
era la atracción principal, el público pedía que pero permitiendo en cambio que se refocile a "Muñequita", de Hershel y Lomuto, "Zorro
se repitiera y eso podía traer problemas con el más y mejor el público de las alturas" (La Épo­ gris", de García Giménez, "Margot", de Cele­
capocómico de la compañía, tal como lo evi­ ca, 1-6-23). También coincidieron en criticar el donio Flores, Gardel y Razzano; "Las vueltas
dencian algunos testimonios de la época: "Un empleo del film: "casi todo es relleno de caba­ de la vida", de Romero y Canaro, "Flor de
domingo, antes de la sección vermouth, César ret y cine" (La Época, 1-6-23) o "El intermedio Fango", de Contursi, "Pobre milonga" de Ro­
Ratti fue a pedirle a Corsini, por una "cuestión cinematográfico y el último cuadro son inne­ mero y Jovés, "Carnaval de antaño", de Ro­
de tiempo" (¿o de celos artísticos?), que hicie­ cesarios" (El Diario, 1-6-23). No apreciaron el mero y Piaña y "Esta noche me emborracho",
se un solo bis con el tango. El galán-cantor, valor de los cruces estéticos, a los que consi­ de Enrique Santos Discépolo.
siempre respetuoso, accedió al pedido. Pero he deraban como cortes en la acción o directa­
aquí que en plena función, ante la insistencia mente innecesarios. Con respecto a la autoría
calurosa del público, el director de la compañía del film, no se ha encontrado información ni
debió conceder que el tango se repitiera...¡cin­ en las críticas ni en el programa.
co veces más!" (Pesce, 1998, pág. 1719). 13) Revista La Escena, Año V, N° 65, 10 de
5) La Escena, N° 7, agosto de 1920, s/p. julio de 1922, s/p. Estrenado en el teatro Poli-
6) Todos poseen apodos populares: El Rengo, teama el 28-6-1922.
Bicicleta, La Rusita, La Pelada, El Goruta, Sen­ 14) Así figura en el programa de la obra,
timiento Criollo. mientras que en las críticas no existen mencio­
7) Publicado en El teatro Argentino, revista nes acerca del autor.
teatral, Año II, N° 15, enero de 1920, s/p. 15) Revista La Escena, Año VI, N° 90, 10 de
8) Cuando Telégrafo describe su bulín para setiembre de 1923, s/p. Estrenado en el Teatro
conquistar a Chancleta, se expresa en un len­ Porteño el 10-8-1923, en el momento en que
guaje de construcción particular, lo cual pue­ Romero quedó a cargo de la dirección del tea­
de ser considerado una táctica de apropiación, tro.
en el sentido de Michel de Certeau, de la cul­ 16) Romero continuó con los sainetes tu rís­
tura letrada. Es posible apreciarlo en el si­ ticos, uno de ellos fue 2'37"1/5... (1932).
guiente texto: "Telégrafo: Mesa e' luz. Tulipa. 17) La Escena, Año XI, N° 557, agosto de
Ropero. Luna biselada. Dos sillas. En la paré, 1928, s/p.
varias y determinadas fotografías. Manye. Es­ 18) La Escena. Año X, N° 457, marzo de
trellas cinematográficas." 1927, s/p.
9) La Escena, Año IV, N° 52, 29 de agosto de 19) El montaje alternado, el esquema plano-
1921, s/p. contraplano, las secuencias de montaje, son
10) Es una representación característica del recursos empleados en el cine clásico de Holly­
género que se puede vincular con otros saine­ wood (Bordwell, 1997).
tes como La fonda del pacarito (1916), de Al­ 20) Retomando las descripciones de lo popu­
berto Novión, en el que se caricaturiza al tra­ lar de Grignon y Passeron.
bajador socialista. 21) Aunque esto es moderado por el comen­
El cine argentino ante
la invasión televisiva

Por 1 - Primeras reacciones intelectuales frente las plagadas de violencia, los crímenes y la
Eduardo Romano a la TV homosexualidad...
La animadora televisiva Ann Key lo some­
Desde que la televisión fue apenas un te a la vejación de una cámara oculta, pero
destello en el horizonte de las posibilidades no rompe con ella, pese a sus reparos éticos,
tecnológicas de este siglo, los intelectuales porque la publicidad lo tienta económica­
concibieron el hecho como algo peligroso. Tal mente, sobre todo cuando su primer ministro
vez por aquella arraigada superstición que lo estafa y deja en la ruina.. Entonces acepta
sólo atribuía exigencias cognitivas a la pala­ grabar un anuncio del whisky Royal Crown,
bra, degradaba el papel de la imagen a mero aunque al probarlo escupa asqueado y deban
reflejo, como sigue sosteniendo el italiano repetir esa escena.
Giovanni Sartori (Homo videns, 1998). Contrasta esa veta burlona con lo que le
Además, los representantes clásicos de sucede a Rupert, un niño inteligente y politi­
aquella actitud mostraban a la telepantalla zado al cual los agentes del maccarthismo1 lo
convertida en instrumento privilegiado de obligan a denunciar a sus padres, con la ex­
control sobre el individuo en los regímenes cusa de salvarlos de la cárcel, y los inicuos jui­
más autoritarios, concebidos a la manera del cios son transmitidos por la pantalla domésti­
fascismo alemán o del comunismo soviético, ca. Califican de "héroe" y "patriota" a Ru­
según lo que puede leerse en las novelas de pert, quien llora en la alcaidía, desconsolado.
anticipación científico-política Brave new ¿Imperaba el mismo registro descalifica­
world (1932), de Aldous Huxley, Nineteen dor del nuevo medio en el discurso de las
eighty-four (1949), de George Orwell o Fah- ciencias sociales norteamericanas? Si toma­
renheit451 (1953), de Ray Bradbury. mos como parámetro al influyente funciona­
Otro tanto podría decirse de la película A lismo sociológico y un artículo muy leído y di­
King in New York (Chaplin, 1957), escrita, fundido como "Mass Communication, Popu­
dirigida y musicalizada por el célebre cómico lar Taste and Organized Social Action", de
inglés. El entusiasmo que siente el exiliado Paul Lazarsfeld y Robert Merton, escrito a fi­
rey Shadow de Ostrovia por la gran ciudad in­ nes de los años cuarenta, comprobamos que
dustrializada, sufre pronto los cuestionamien- todos los mass-media son acusados ahí de
tos irónicos del hábil cineasta hacia las moles­ disfuncionales.
E l v e r a n eo de lo s c a m pa n elli tas multitudes, las calles ruidosas, los desbor­ Sólo sirven para consolidar el conformis­
E nriq ue C a r r e r a s - 1 9 7 1 des juveniles incitados por el jazz, las pelícu­ mo, la indiferencia política y el deterioro de
los gustos estéticos, fomentar la evasión y de­ on American Life (1957), que en todo caso
gradar el nivel de la cultura popular. Un juicio caracteriza la época (segunda mitad del siglo
que no estaba desconectado, a mi entender, XX) por la presencia del nuevo medio, al cual
de la presencia e incidencia que algunos apenas le reprocha ofrecer "a simplified and
miembros de la famosa Escuela de Frankfurt, idealizedpicture" de la vida cotidiana. Bogart
exiliados en Estados Unidos cuando la llega­ señala, al margen y estadísticamente, cuánto
da de Hitler al poder, habían ejercido. han disminuido las horas en que se escucha­
Y que también se hizo sentir notoriamen­ ba radiotelefonía y las dedicadas al cine o al
te en estas tierras. Baste recordar el ensayo Te­ teatro en los Estados Unidos desde que la te­
levisión y cultura de masas2 de Theodor W. levisión comenzó a volverse masiva, entre
Adorno y el paratexto de contratapa con que 1950 y 1957, aproximadamente.
Eudecor de Córdoba publicitaba al autor: pre­ Hoy disponemos de cifras aplastantes al
sidente de la Sociedad Alemana de Sociología respecto, que justifican los temores iniciales
y "uno de los iniciadores del estudio científico acerca de una posible desaparición del cine­
de la cultura industrializada", en cuyos móvi­ matógrafo. Según Claude Degand4, en los
les descubre "factores irracionales, a veces in­ años que van de 1956 a 1967, los espectado­
discutiblemente perniciosos". res de cine europeos disminuyeron entre un
El texto mismo, que recurre a categorías 70% (Alemania) y un 30% (Italia). Un prome­
psicoanalíticas para desentrañar "el efecto dio general del 50%, mientras que los posee­
inicuo (moral) de algunos [...] mecanismos"3 dores de aparatos televisivos aumentaban
del modo de significar televisivo, adopta un veinte veces.
crudo contenidismo y a lo sumo opone ese Algo muy similar, en escala, ocurrió en
lenguaje, por su abundancia absoluta de cli­ América latina, sobre todo en los países muy
sés y esterotipos, al artístico, cuando ciertas cinéfilos como la Argentina, aunque un poco
tendencias lingüístico-literarias -como el for­ después. La masividad televisiva sobreviene al
malismo ruso- ya habían demostrado que el promediar los años '60 y sus efectos nocivos
repertorio de "procedimientos" era propio sobre otras prácticas -en particular la lectura
de cualquier lenguaje, aunque no lo fuera la y la asistencia a cines y teatros- se agrava por
frecuencia de su empleo. otra circunstancia particular.
Tampoco podía desconocer Adorno que el El crecimiento de la televisión coincide
teatro apuntó siempre a influir sobre los espec­ con los avances de la internacionalización
tadores, pero adjudicaba a la televisión una económica y cultural liderada por los Estados
"siniestra" finalidad de "dominar el ánimo" y Unidos, lo cual la torna doblemente peligro­
"manipularlo" gracias al manejo de tácticas sa para los intelectuales no conformistas de
suasorias. Sin embargo, y aun señalando posi­ este continente. No nos olvidemos de que la
bles efectos perturbadores de la televisión so­ política desarrollista favorable a los intereses
bre niños y jóvenes y sus hábitos de lectura y multinacionales del Dr. Arturo Frondizi (1958-
entretenimiento, una corriente más empirista 1962) y el control de los tres canales por los
prefirió describir diversos aspectos del fenóme­ grandes consorcios norteamericanos suceden
no antes que formularle acusaciones. simultáneamente.
Es lo que surge de releer hoy un texto pre­ Entre 1960 y 1965 se triplica la venta de
cursor como The Age o f Televisión. A study of aparatos, aumenta el horario de transmisión,
viewing habits and the impact of televisión se pasa del modelo inicial pedagógico-cultu-
ral a otro netamente comercial y se transfor­ bol, y todo gracias a los anunciadores que
ma "su estética y su grilla de programación, han impuesto su sentido práctico sobre los
que registra las huellas de la competencia en­ teóricos e intelectuales. Su definición final re­
tre los canales", además de "un decisivo sulta tajante: "Es el contrato más duradero
cambio tecnológico (la incorporación del vi­ entre el deseo y la comida"10. Pero cuando
deo-tape)”6. llega Próspero -el nombre tiene un alcance
En ese contexto, cabe revisar algunas simbólico y burlón- a disfrutar de la novedad,
reacciones que se suscitan al comienzo de la comprueban, alarmados, que otra vez hay un
década, simplemente a los efectos de un corte de luz y el Técnico exclama "¡Qué
muestreo significativo. Y que puede partir de país!, ¡qué país!".
un texto dramático como El televisor, de José El segundo acto revela que todas las argu­
de Thomas7, estrenada bajo la dirección del mentaciones del Técnico eran falsas, Próspe­
propio autor en la salita Florencio Sánchez
del barrio de Boedo, en julio de 1961.
Con recursos de la comedia costumbris­
ta asainetada y algún toque expresionista,
según lo reconoce su autor8, el texto enfoca
en especial las consecuencias disolventes
que provoca el nuevo medio sobre una fa­
milia de baja clase media y su entorno, ya
que en aquellos años era frecuente el des­
plazamiento de otras personas a la casa de
quienes poseían un aparato y, por tanto, de
movimientos rituales similares a los de "ir al
cine".
Durante el primer acto, el Técnico que lo
instala defiende a la televisión de todas las
objeciones que formulan los miembros de la
familia -menos el padre, ausente, en su ofici­
na-, sobre si es realmente informativa, si no
está al servicio del oficialismo, si no deteriora
el lenguaje y la tranquilidad infantil: ro comprueba que se acabó la paz y la comu­ E l televiso r
nicación familiares, el vocabulario y la sintaxis G u ille rm o Fernández Ju ra d o -
"La televisión cimenta la unión de la especie están alterados por influencia de un habla 1962
humana. Esa lente sin barreras hará de la fa­ norteamericana mal traducida, Gracia descui­
milia un racimo. La entretendrá, le dará cul­ da sus tareas hogareñas, la publicidad los in­
tura, agitará sus sentimientos. Logrará la ar­ cita a un consumo innecesario y hasta el
monía de padres e hijos, la comprensión en­ Abuelo, jubilado militante, se deja convencer
tre hermanos, la tolerancia e indulgencia ha­ por los discursos gubernamentales.
cia el prójimo"9. Florindo, el marido de una vecina que lo
maltrata delante de todos, le da a Próspero al­
Desplazar la "ramplonería radial", evitar gunos consejos para sobrevivir: el repliegue so­
tener que ir al teatro, a los templos o al fút­ bre sí mismo y el desdoblamiento, porque ese
aparato conseguirá "idiotizar a todos". Y has­ pecto de robots, totalmente mecanizados. El
ta formula una opinión política inquietante: comentarista de espectáculos de la revista
Che, tras calificar de "comedia farsesca" a
"Cuando estaba el hombre había sacado a esta pieza, aprovechó la ocasión para magni­
todo el mundo a la plaza. ficar los rasgos negativos del fenómeno:
Ahora el televisor los volvió a meter adentro.
Pero...¿ha cambiado algo?"11 "Como el título anticipa, se trata de un tema
de gran actualidad, ya que el endiablado apa­
Dos años después (acto tercero), las se­ rato, además de alterar el ambiente familiar,
ries, los westerns, el horóscopo, dominan la amenaza desequilibrar las bases fundamen­
vida familiar y Próspero ha perdido hasta la tales de la educación y cultura de grandes y
intimidad sexual con su mujer. Como no ceja chicos. Y como la televisión, al igual que la
radiotelefonía, sirve intereses completamente
ajenos a la cultura y educación, sufrimos la
engañifa de que un invento maravilloso, des­
tinado a la elevación espiritual de la pobla­
ción, se está transformando en un deforma­
dor sistemático de la fisonomía popular."13

La cita permite apreciar de qué modo el


periodismo contribuía a demonizar los efec­
tos televisivos, aunque otros escritores incor­
porados a la prensa adoptaran mayor mesu­
ra. Así, el comentarista del diario Clarín, R. G.
T. (seguramente Raúl González Tuñón) reco­
nocía que "la intención crítica virtual de la
comedia es justa y oportuna" respecto de
"algunos programas" y "ciertos slogans pu­
blicitarios", que la deformidad lingüística "a
veces gravita en muchos telespectadores, en
su mayoría los jóvenes". La frecuencia de
Pa ja r it o G ó m e z , l a v id a en sus arrestos ("¿Es posible vivir sin pensar, modalizadores a que apela el redactor es de
de un (d o lo sin aferrarse a un deseo, sin querer algo me- por sí significativa.
R o d o lfo K uhn - 1963 j0r que lo que poseemos?") Florindo vuelve a El traslado a la pantalla grande, bajo la res­
aconsejarle la autoevasión: ponsabilidad del fundador de la Cinemateca
Argentina, Guillermo Fernández Jurado, quien
"Tenés que sobreponerte y comprender la hasta entonces sólo había filmado cortometra­
realidad. Por triste que sea. jes, implica ya todo un juicio. Sobre todo por­
Esto es el progreso, vecino... y contra el pro­ que esa versión no hace sino subrayar los ras­
greso no se puede ir."12 gos negativos del texto originario, por ejemplo
con las caricaturas de Garaycochea.
En el estreno escénico mencionado, los Fue rodada en Argentina Sono Film, según
televidentes del tercer acto adoptaban el as- una adaptación del director y de Joaquín Gó­

/“?
mez Bas, con el aporte de muy buenos técni­ (sic) de las multitudes y que en este trabajo
cos -como el fotógrafo Ricardo Aronovich y el suple cierto trabajo menor que le correspon­
escenógrafo Oscar Lagomarsino- y música de de al cine". Cierra su respuesta con un juicio
Atilio Stampone, quien compuso especial­ apocalíptico:
mente un jingle para el film, cierto que reite­
rado con exceso como connotador de mono­ "Yo pienso que la televisión es quizá la última
tonía y banalidad. El texto redujo buena parte de las armas que las capas altas de la socie­
de las alusiones políticas del original. dad han elegido para adormecer a las masas.
En fin, como prueba del escaso interés y De algún modo u otro es el último opio que
reflexión que generaba el crecimiento televi­ eligen para que la gente no esté preocupa­
sivo entre los cineastas, voy a tomar dos tes­ da..."15
timonios de Tiempo de cine, la revista del Ci­
ne Club Núcleo dirigida por Salvador Samma- Según se ve, coinciden bastante en juzgar
ritano y José A. Mahieu, que entre 1961 y a la televisión como un instrumento maléfico
1968 gozaba de mucho prestigio. y al servicio del poder imperante. Es lo mismo
Aclaro que las referencias a la televisión que trasunta el artículo La gran frustración16,
son circunstanciales y, podría decir también, de Pedro Orgambide, que genera todo un
oblicuas, pues aparecen en dos entrevistas. debate en los números siguientes de Hoy en
Una del número inicial, en que Mabel Izco- la cultura, así como en La rosa blindada dedi­
vich conversa nada menos que con David Sti- can una mesa redonda17 a discutir las posibi-
vel, el hombre de teatro más comprometido lididades artísticas del nuevo lenguaje, tan
con nuestra televisión en sus comienzos, di­ comprometido con los intereses del mercado.
rector de programas como "Historias de jóve­
nes", "Vertical Buenos Aires" y "El alma de 2 - Una versión apocalíptica desde el cine
un buzón". renovador
Ante todo, piensa que la televisión debe­
ría optar por el modelo cultural europeo y Casi coincidentemente con la aparición
abandonar el comercial norteamericano, si en Italia de Appocalittici e integrad (Milán,
quiere llegar a ser expresiva y creadora. Y, en Bompiani, 1964), trascendente ensayo de
segundo lugar, redefinir su función de mane­ Umberto Eco, se estrena en Buenos Aires Pa­
ra acorde con el público real que tiene: "La jarito Gómez, la vida de un ídolo (Rodolfo
clase alta no le da importancia a la TV, y un Kuhn, 1963). El director y guionista (junto al
sector bastante grande de intelectuales tam­ humorista Carlos del Peral y al poeta Francis­
poco." Atrae sobre todo a quienes "rehuyen co Urondo) adoptan una posición franca­
definiciones" y "se desentienden de todo mente apocalíptica ante ciertos fenómenos
problema"14, es decir a las clases medias. masivos, coincidente con la de los intelectua­
Por su parte, Leopoldo Torre Nilsson, en­ les extranjeros y nativos a los que me referí
trevistado por los directores de la publicación, anteriormente.
opina que la televisión perjudica más a la lite­ Parten de la convicción de que los nuevos
ratura que al cine, y que está mucho más cantantes exitosos (el nombre del protagonis­
controlada que éste por el Estado o los inte­ ta evoca fonológica y semánticamente a Pali­
reses comerciales, lo cual la convierte "en un to Ortega) son totalmente prefabricados por
hecho banal, en una suerte de entretenedor la industria cultural, cuyos mentores son des-

/*7
preciables, caricaturas del "auténtico" inte­ ra ceder a las órdenes de los representantes
lectual para los realizadores: productores, ge­ empresariales. Un caso ejemplar es el del pia­
rentes de comercialización, empresarios, pe­ nista que improvisa música de jazz, hasta que
riodistas de espectáculos. debe sentarse a componer melodías edulco­
Según eso, el gusto del público es fácil y radas para el repertorio de Pajarito.
totalmente manipulable merced a las nuevas También los científicos sociales contribu­
tecnologías, aliadas en todo momento de ese yen al funcionamiento de esa maquinaria: es
mundo perverso. Ya las imágenes iniciales del el papel asignado a Federico Luppi como ase­
film, con un primer plano del grabador sor psicosocial de la empresa. Gaviria descon­
(Grundig) con el que se fragua verbalmente fía un poco de su lenguaje (le llama la aten­
una idílica infancia para Pajarito, permanen­ ción el término "emergentes"), no cree que
temente contradicha por otras imágenes, las ese discurso diste mucho de sus campañas
que corresponderían "realmente" a su pasa­ publicitarias pragmáticas, pero al hablar con
do, son muy rotundas. las damas de beneficencia es evidente que se
La exhibición tecnológica reaparece cuan­ lo ha apropiado.
do termina "El Show de Pajarito Gómez" y la Los grandes cómplices, sin embargo, son
cámara fílmica retrocede para mostrar las cá­ los periodistas18, esa figura casi fronteriza del
maras televisivas sobre andariveles, los equi­ intelectual. Nelly Beltrán compone un este­
pos de iluminación y sonido, los micrófonos, reotipo muy eficaz de la propulsora de ídolos
etcétera. Pero en otras dos ocasiones, la refe­ juveniles (Rosalía Medrano) en las revistas fe­
rencia a sus poderes es aun más nítida. meninas. Su intervención resulta protagónica
Una, en la diégesis de una mesa redonda en el concurso que trae a una provinciana pa­
sobre los ídolos populares conducida por Os­ ra pasar el día con Pajarito.
car Ferrigno (por ese entonces actor y direc­ Esa muchacha, Rosa, culmina su "día fe­
tor teatral) y en la que el músico, sociólogo y liz" (paseo por el centro de la ciudad y por
poeta se pronuncian contra la nueva música Palermo, almuerzo en el restaurante inter­
y su fábrica de falsos artistas, mientras que la nacional de Ezeiza) en la cama del torpe
ama de casa y el humorista adoptan el papel cantante, llorando su desfloración, como la
de abogados defensores. contracara dramática de un aparato publici­
Toda la secuencia está pautada por remi­ tario y divulgador que añade la falta de es­
siones al director técnico del programa, quien crúpulos morales al desprecio por la estéti­
subordina en todo momento el contenido de ca.
la discusión a la importancia de los avisos y a El guión enjuicia agriamente a los seu-
los tiempos establecidos, además de hacer al­ dointelectuales cómplices, desnuda su cinis­
gunos comentarios sarcásticos sobre lo que mo o su ignorancia. Así, Rosalía (Nelly Bel­
escucha o quienes lo dicen. trán) recuerda el consejo hernandiano sobre
Otra, cuando presentan el estudio (Odeón) "cantar en cosas de fundamento" nada me­
donde graban Viviana y Pajarito: sus voces nos que a propósito de las letras de Pajarito.
son procesadas finalmente por una consola, El productor Gravini (Lautaro Murúa), respon­
cuya imagen cierra la secuencia. sable en el comienzo de fraguar "una infan­
En cuanto a los artistas, se convierten en cia mágica y maravillosa" para Pajarito, inter­
cómplices de ese artero mecanismo cada vez viene en las sesiones donde éste y el pianista
que resignan sus verdaderas aspiraciones pa­ componen, sugiere que aludir a una “blusa
azul" es surrealista o tropical, que lo dema­ animador (Luis Meyriale19) interroga una por
siado triste le suena intelectual. una a las finalistas con preguntas que presu­
Al comunicarles a las damas beneficentes ponen respuestas banales.
que Pajarito cantará en la cancha de River al Sólo una, la última, responde que lo que
servicio "del linaje y la tradición", defiende más le gusta en la vida es "hacer el amor",
los alcances sociales de la nueva música: "Si provocando un instante de suspenso y la in­
no fuera por el twist, qué andarían haciendo terpelación airada del animador. Pero todo se
los adolescentes, con toda esa corrupción aclara en seguida, ella no sabe exactamente
que hay por ahí". lo que quiere decir esa frase y cierra su inter­
El empresario Valdivia (Louis Jouvet) reco­ vención con una risita medio idiota.
mienda a Viviana y Pajarito la conveniencia La frivolidad emerge durante el velorio de
de casarse, de no transmitir a la gente una Pajarito, cuando alguien hace caer un long-
excesiva imagen de "amor libre", hasta que
ella le recuerda los "lances" que se le tiró an­
teriormente. Muerto Pajarito, ordena reeditar
rápido sus discos y que Viviana grabe otro
con el título de "Adiós, querido" o algo se­
mejante: "La versión nuevaola de 'Sus ojos se
cerraron'
El conductor televisivo exalta a Pajarito
como modelo de una juventud cuya rebeldía
no desprecia al amor ni la bondad y, al anun­
ciar el nombre de la ganadora del concurso,
Julieta Verona, acota: "Un nombre mitológi­
co para un final mitológico", oración que se­
ñala el nivel de sus confusiones.
Aparte de estos ensañamientos, la pelícu­
la no perdona a otros fenómenos de mucha
repercusión en ese momento -las fotonove-
las-, buscando desmitificar los modos grose­
ros de producción, la artificiosidad del men­
saje y su falso democratismo (simulan amores play suyo sobre el de música clásica que se P aja rito Góm ez, la vida
entre blancos y negras, caballeros y criados), escuchaba ("siempre se pone música clásica de un Id o lo
etcétera. en estos casos" aconseja Valdivia) y que in­ R o d o lfo K uhn - 1963
La enunciación presupone una definida cluye su mayor éxito, una canción escrita por
complicidad del espectador, descalifica no só­ los mismos guionistas y los hermanos López
lo el mecanismo generador de estos produc­ Ruiz que habla de la felicidad amorosa y del
tos, sino también a sus consumidores. Por baile como algo ininterrumpido, que se pro­
eso, las fanáticas de Pajarito son todas joven- longará hasta el año 2000.
citas y se muestran idiotas o frívolas. Lo pri­ Entonces los asistentes comienzan a mo­
mero surge, incuestionable, de cómo cons­ verse, casi imperceptiblemente, hasta que el
truyen la secuencia del programa televisivo ritmo se va volviendo más frenético y algunos
en que se elige a la novia ideal de Pajarito. El primeros planos subrayan la abundancia de

P7
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gestos imbéciles. Sobre ese fondo, el grito ción bajo un sello rápido y facilista, el de lo
desgarrador de María Cristina Laurenz, una comercial, porque precisamente el abundan­
novia también "fabricada" para el cantante, te cine musical argentino de esos años giró
pero a la que sin duda afectó su muerte, alrededor del gusto o los gustos del público.
clausura la escena y la película. Me arriesgaría a decir, inclusive, que otros
No tengo dudas acerca de cuánto la mú­ filmes coetáneos "opinan" a su modo sobre
sica fue el centro de un debate cultural a fi­ tal debate. Para tomar un ejemplo del pione­
nes de la década del 50 y comienzos de la ro o maestro indiscutido de esa llamada "ge­
posterior. Algo que pasó bastante inadvertido neración del '60", Leopoldo Torre Nilsson, su
para los intelectuales, en general, y para his­ película La mano en la trampa (1961) sólo
toriadores y críticos del cine argentino, en puede ser leída integralmente mediante la
particular. consideración de los espacios significativos
asignados a cada ritmo musical.
Esto es atribuible al director más que al
responsable musical del film, Atilio Stampo-
ne. La apertura y el cierre enunciativos se
apoyan en el jazz, pero a la manera del Mo-
dern Jazz Quartet o algo muy similar. El avan­
ce de la modernidad de masas es significado
con "Los pantalones", que difunde un auto
desde su altoparlante, mientras en otro, que
se cruza con ellos, dos monjas advierten a
una joven pupila (Elsa Daniel) de los peligros
del mundo.
Más adelante, lo mismo sucede con "Tie­
nes eso eso eso", el twist que bailan en un
club del pueblo. Una música cuyos alcances
no parecen detenerse ante las barreras socia­
les, porque cuando Cristóbal Achával llega a
su residencia, una de sus hijas lo invita a bai­
lar chachachá con ella y sus amigos .
E l v e r a n e o de lo s ca m p a n elu La causa de tal desatención provino, a mi
E n riq u e C a r r e r a s -1971 entender, de una común y bastante fatídica "-No... si se tratara de un tango...
confusión entre lo "artístico" y lo "cultural". -Un tango... eso es para estar triste..."
Con un criterio historiográfico también su­
mamente endeble, se ha instituido una su­ Algo después, en el parque de la misma
puesta generación del '60 que, en el caso del mansión, sus hijos bailan música country al
cine, incluye exclusivamente a quienes inten­ son de un trío (dos guitarras y trombón), una
taron hacer cine-arte. de las muchachas lo invita y baila suelto, pe­
Ese gesto renovador fue muy importante ro en seguida se siente desfallecer: no es sen­
y debe ser convenientemente evaluado, con cillo saltar por sobre la pared generacional.
sus logros y debilidades, pero no justifica su­ Así, el tango queda vinculado con el ayer
mir en la sombra a todo el resto de la produc- y con la tristeza. Otra escena, en todo caso,
se encarga de ligarlo también con las prefe­ y otras fórmulas que magnificaban los efec­
rencias de los humildes: el mecánico del taller tos visuales o auditivos en las salas de proyec­
donde Laura pregunta por Cristóbal empieza ción. Esa fue la solución intentada por la gran
a cantarle, con un tono medio burlón: "Dón­ industria norteamericana.
de estás corazón/ no oigo tu palpitar..." En nuestro país, dueño de una profusa y
En fin, el pasaje en que Cristóbal da vuel­ variada colección de géneros, estereotipos y
tas con su coche alrededor del caserón de los personal idóneo (directores, actores, ilumina­
Laviñes, introduce a Bach, en versión muy di­ dores, etcétera) formado en la radiotelefonía
fundida entonces entre melómanos, para cla­ y, sobre todo, en los estudios cinematográfi­
ve y por Wanda Landowska. Es la música que cos (Lumiton, Argentina Sono Film, San Mi­
acompaña, además, la entrega sexual de Lau­ guel, etcétera) que habían alcanzado su mo­
ra en el vivero. Queda asociada con la malé­ mento cúlmine durante la década del '40 pa­
fica influencia de Cristóbal Achával sobre la ra luego decaer, hubo otra actitud frente a la
tía Inés, en el pasado, y sobre Laura, a la que popularidad alcanzada por ciertos programas
convierte en su "querida", en el presente. televisivos: trasladarlos a la pantalla grande.
No quisiera silenciar los singulares aportes En ese sentido, la pregunta fundacional
que Pajarito Gómez brinda a una cinemato­ apunta a establecer cuáles fueron esos pro­
grafía en transformación. Toda la secuencia gramas y, más sustancioso aún, qué relación
del "día feliz" de Rosa, desde su lejana apa­ puede establecerse entre ellos y algunos mo­
rición en el fondo del andén hasta su llanto, delos, tradiciones y preferencias del cine pre-
sentada en la cama de Pajarito, o el montaje televisivo. Eso sin olvidar, a su vez, qué cuota
del accidente en el cual muere el cantante de cine absorbió la televisión en el diseño de
con las imágenes del señalero que se distrae su programación.
escuchando sus canciones, pueden contabili­ Además, diría que la respuesta fílmica si­
zarse al respecto. guió dos caminos disímiles, sumamente
Prefiero, sin embargo, un detalle expresi­ opuestos. Por una parte, la televisión-entrete­
vo menos ostensible y semánticamente muy nimiento liberó a los directores de ciertos
rico. Los títulos iniciales están sobreimpresos compromisos y eso explica, en gran medida,
sobre fotos quemadas del rostro y sobre todo que los más renovadores de la década del '60
la boca (grandes detalles) del cantante; la úl­ (Rodolfo Kuhn, David Kohon, Lautaro Murúa,
tima escena es un primer plano del rostro de Simón Feldman, Ricardo Alventosa, Ricardo
Viviana y de su boca abierta en un grito des­ Becher, entre otros) se dedicaran en cierto
garrador. Uniéndolas en una sola frase, uno modo a "actualizar" al cine nacional respec­
puede concluir que aquel canto alegre sofo­ to de lo que ocurría en las metrópolis.
caba mal esta trágica expiación. Algo similar, pero sin renunciar al gran
público, intentó un film que se asomó a di­
3 - El cine contraataca versos aspectos de la intimidad, sobre todo
sexual, cuando el ojo de la censura miraba
Ante el crecimiento desbordante de las sobre todo hacia la gran audiencia que veía
antenas por los techos ciudadanos y aun su­ televisión en el living de su casa. Pienso en La
burbanos, hubo varios recursos internaciona­ cigarra no es un bicho (Tinayre, 1962), cu­
les de carácter tecnológico para asegurar la yo estreno atrajo a la prensa y al público (más
supervivencia del cine, como el cinemascope de 30.000 asistentes la primera semana de
exhibición) por ciertas imágenes audaces a La Cigarra con "un rubio" que dejaba muy
-respecto de lo corporal femenino- inexisten­ buenas propinas.
tes en nuestro cine, aunque el europeo bus­ Esa suma de atribuciones desmedidas o
caba escapar a la crisis económica prodigán­ de excesos sexuales sobre algunos clientes al­
dolas. canzan su clímax cuando el que intentó so­
Pocas, pero suficientes para asombrar a meter a Leticia impone, como delegado, que
una audiencia pacata: un primer plano del no se volverá a servir la comida en las habita­
pródigo trasero de Teresa Blasco, arrodillada ciones: clara alusión, creo, a que los gremios
sobre la cama, cerca de su patrón, y en cami­ obreros se habían convertido en un "factor
són brilloso; algunos planos en lencería inte­ de presión" durante la presidencia de Arturo
rior fina y sugestiva de Carla (Diana Ingro) -su Frondizi (1958-1962), quien no consiguió de­
aspecto, que aspira a recordar en algo a Ma- tener sus demandas a pesar de haber aproba­
rilyn Monroe, evidencia que las dietas no es­ do una Ley de Asociaciones Profesionales que
taban todavía de moda- y de Malvina Pasto- los favorecía.
rino; un desnudo parcial y posterior de Carla, Pasó inadvertido, en general, que Tinayre
mientras ella se cubre la parte anterior para ejercitara una suerte de casuística de parejas,
hablar con Rubén (Ángel Magaña), quien según la procedencia social y prejuicios de ca­
acababa de irrumpir intempestivamente en da uno de sus miembros, y sobre todo, que
su cuarto; el acto de desvestirse, pero en la indagara las actitudes de un tipo femenino
penumbra, de Herminia junto a la cama don­ que no se resignaba ya a los papeles tradicio­
de está Rubén... nales, aunque equilibra esos avances con am­
Es claro que podemos sumar dos intentos plias concesiones a los estereotipos institui­
de violación o algo parecido: uno de los mu­ dos. Fue su manera de hacer un cine "popu­
camos del hotel, Cristino (Julio De Grazia) su­ lar" que interesara a muchos y no disgustara
pone que la prostituta Pola (Amelia Bence) no demasiado a nadie.
puede negarse a sus exigencias, aunque ya En una entrevista, y después de afirmar
hubiese demostrado simpatías por el cocine­ que siempre prefirió hacer un cine acorde con
ro, quien la había invitado a pasar la noche las tendencias internacionales antes que es­
juntos; otro camarero está a punto de forzar trictamente argentino, considera a La ciga­
a Leticia (Teresa Blasco), la bondadosa y algo rra no es un bicho su primera "película por-
ingenua "mucama para todo", según se au- teña, pero con una manera de filmar que po­
todefine, acompañante del viejo maestro de día ser ubicada en cualquier parte del mun­
música (fue violinista del Colón) don Severi- do"; "una especie de crítica sobre la vida por-
no, en el baño de la habitación, pero llega teña, sobre lo que es la picardía porteña"20.
Serafín y se lo impide. Eso está, pero también lo negado, pues el ci­
En ese sentido, no paso por alto que otro ne internacional también buscaba contrarres­
mucamo, al llevarle un pedido a la pareja tar la competencia televisiva con una mayor
Carla-Horacio (José Cibrián), se permite co­ conversión de lo privado en exhibición públi­
meter indiscreciones, cuando esas tareas eran ca a través de las imágenes.
cumplidas en la época con sumo recato. Así, Le correspondió a Mirtha Legrand encar­
asegura que a ella la conoce y que no es de nar esa femineidad discordante, y se ajustó
la televisión, donde aparece a veces como muy bien al papel: transmitir la imagen de
modelo, sino porque concurría asiduamente una mujer joven e intelectual, secretaria del
archivo de un periódico, que gusta leer pro­ da, la modelo, lejos de amedrentarse o de llo­
fusamente, fuma a discreción, usa un pijama rar, ella le responde con otro más fuerte, tan­
masculino (o unisex) y corrige los escritos de to que lo arroja, sorprendido, sobre la cama.
su amante, un periodista en busca del éxito Tales audacias tienen su contrapeso en la
rápido que menosprecia a sus lectores. Se falta de sexualidad entre los novios jóvenes y
plantea entre ellos, inclusive, una relación in­ estudiantes, que no llegan a consumar una
versa de la habitual para ese tipo de parejas: relación corporal en el hotel alojamiento, pe­
él se arroga que puede seducirla con ciertas se a que habían ido, obviamente, para eso; se
caricias, como sucede -le comenta- entre limitan a besos y abrazos sumamente castos
ciertas arañas brasileñas, aun cuando admita y, en el desenlace, salen vestidos directamen­
que ella pretende -y consigue a menudo- te para casarse en una iglesia. Además, con­
dominarlo intelectualmente. ciertan volverse a ver con el único matrimo­
Dos cenas compartidas le permiten al film
escenificar interesantes diálogos entre los vi­
sitantes transitorios forzados a una cuarente­
na. En la primera, y luego de que Serafín lea
enternecido una carta de su hija adolescente,
ante la mirada escéptica de Horacio (su mu­
jer estuvo antes reprochándole desde la puer­
ta que es, entre otras cosas, un mal padre), el
muñeco manejado por Tulio (ventrílocuo) ha­
ce alusiones relativamente veladas acerca de
algunos de los presentes y provoca que Ru­
bén, Carla y la propia profesora que lo acom­
paña abandonen sucesivamente la mesa.
La segunda da lugar a una animada con­
versación, durante la cual plantean la funcio­
nalidad o no de hoteles como La Cigarra, y
Rubén concluye que "los hay en todas las
grandes ciudades". Interviene Herminia para
acotar que "el amor es así, avergüenza". La
profesora intenta corregirla: "El amor no, el nio que estaba en La Cigarra, el de Sandrini- E l pic-nic de lo s Cam panelli
sexo". Y entonces aquélla le responde con un Antinea. Enrique C a r r e r a s - 1972
argumento que redunda a favor de la pelícu­ Como si fuera poco, en una escena des­
la misma: "Y el amor, la intimidad amorosa, tacada que juegan a solas Patricia (Elsa Da­
es algo que se esconde, de lo que no se ha­ niel) y Bence, la iluminación y la vestimenta
bla" (ni se muestra). de ambas apunta a reforzar igual simbolo-
Herminda es también la que se atreve a re­ gía: aquélla aparece fuertemente iluminada,
procharle al próspero industrial (Horacio) que, clara en todo sentido, y la otra con enagua
por imposición suya, la prostituta debe comer oscura y semisumida en las sombras. Ade­
sola, en la cocina. Si bien no alcanza el mismo más, debe disculparse por haber pensado
relieve, tampoco cabe descuidar que cuando que Patricia llegó allí a cambio de dinero y
el mismo Horacio le da un bofetón a su queri­ admitir que también la pureza existe en el
I

mundo, aunque ella no la practique. También sucedió que una modalidad clá­
No es poco que una publicidad distribui­ sica del cine nacional, que pasó luego a la
da por Argentina Sono Film antes del estre­ radiotelefonía, fuera "recuperada" -si cabe
no, y que pude consultar en el Museo Muni­ emplear este término- por ciertos teletea­
cipal del Cine, estuviera dedicada a la pareja tros, de corte familiar, cuyo éxito, a su vez,
Patricia-Marcelo (Bredeston era un galán de provocó que se los filmara. Podemos ejem­
teleteatros), ella estudiante de filosofía y él de plificar esa circularidad a partir de lo que
ingeniería, en términos que condicionan no­ significó A sí es la vida (F. Mujica, 1939),
toriamente la lectura de los hechos: para el cine sonoro argentino, o "Los Pérez
García" para la audiencia radial de la déca­
"Patricia y Marcelo eran novios. Dos novios da del '40.
auténticos. Puros. Sanos. Por cierto, esa fórmula genérica debe ser
sometida a un análisis algo más sutil si se
quiere dar cuenta de los matices estilísticos,
retóricos e ideológicos en juego y precisar
con qué formantes y de qué modo se pue­
den relacionar las tiras televisivas con el nue­
vo producto filmado, como así también ex­
plicar las razones por las cuales "La familia
Falcón" y "Los Campanelli" no son resulta­
dos homologables, ni generaron películas si­
milares.
El programa "Los Campanelli" había co­
menzado a difundirse en 1970 por canal 13,
originariamente con libretos de Oscar Viale,
Jorge Basurto y Juan Carlos Mesa, que des­
pués continuó escribiendo Héctor Maselli. Su
general aceptación motivó pronto dos tras­
posiciones cinematográficas: El veraneo de
los Campanelli (1971) y El pic-nic de los
Campanelli (1972), dirigidas por Enrique
E l pic - n ic d e lo s C a m pa n elli Enamorados el uno del otro, con toda la es­ Carreras con el mismo elenco televisivo. Pe­
E nriq u e C a r r e r a s - 1972 peranza y la limpieza de la Juventud. Dos es­ ro, como los títulos indican, sacando al pro­
tudiantes que cambiaban entre sí libros, grama de su marco escenográfico habitual,
apuntes, opiniones. Pero algo impedía que se la casa familiar, hacia un nuevo encuadre,
cumplieran sus sueños. signado por los exteriores pintorescos y el
Sus deliciosos sueños. Los padres de Marcelo color.
se oponían al noviazgo y al posible casamien­ El segundo traslado contó con los mismos
to. Ella estaba preocupada. El impaciente. Su guionistas, el elenco básico y la música de
amor era puro. Pero una ansiedad que nacía Horacio Malvicino. La canción que acompaña
precisamente de ese magnífico querer, los casi todas las imágenes del film, aunque mo­
acuciaba. Y ella resolvió acceder a las exigen­ dulada de manera diferente -entre el entu­
cias de Marcelo. Fueron a La Cigarra." siasmo de la marcha y los momentos senti­

ptj
mentales-, implica toda una definición. En pia de las capas más humildes y coincide con
principio, se adapta al eslogan que reitera al un sentido de lo concreto que los más encum­
¡final de cada programa quien encabeza la fa­ brados parecen haber perdido o necesitan
milia y exige que los hijos estén o comparez­ ocultar.
can cada domingo: "No hay nada más lindo Es decir, en conclusión, que el tono fuer­
que la familia unida". Despliega en forma temente idealizador de la canción que sirve
metafórica ("atada por los lazos del amor") e de leit-motiv al film, y que proviene del pro­
hiperbólica ("la misma sangre", "un solo co­ grama televisivo, sufre una neta desmitifica-
razón") las razones de tal unidad. ción a medida que se va desarrollando la tra­
Convierte a la familia en un reducto fren­ ma argumental de El pic-nic de los Cam pa­
te a las acechanzas exteriores, idealiza el vín­ nelli. Las dos películas sobre esta familia rea­
culo ("qué hermoso que es vivir/con la segu­ niman viejos estereotipos remontables al tea­
ridad de amar y ser amado de verdad") y, en tro familiar y a un film modelo, como el cita­
el verso final, afectado por la excesiva rima do Así es la vida, pero más allá de eso, a la
interna, sueña "con la satisfacción de ver la problemática de inmigrantes y nativos, trata­
humanidad/unida por toda la eternidad". Tal da desde muy diversos ángulos por el género
utopía bonachona sobrevive en la tendencia chico criollo entre fines del siglo XIX y las pri­
a confirmar que los acaudalados se aíslan, en meras décadas del XX. Sin olvidar al periodis­
especial del "medio pelo", porque descono­ mo humorístico: de Caras y Caretas a Rico Ti­
cen su verdadera capacidad sentimental, va­ po, pasando por Patoruzú. Totalmente distin­
lentía, abnegación, etcétera. ta es la situación de los filmes que provinie­
Pero la acción no renuncia, por eso, a re­ ron de programas musicales televisivos. Los
flexionar sobre algunas diferencias lingüísticas ejemplos de ese momento son El Club del
y de comportamiento entre grupos sociales: Clan (Carreras, 1964) y Escala musical (Flei-
cuando Clemente propone jugar a la canasta, der, 1966). Uno podría buscarles anteceden­
al poker o al bridge, Osvaldo grita "al tute ca­ tes en la generosa veta de cine musical pro­
brero" y Gloria "al culo sucio", lo cual sume ducida desde los comienzos del sonoro.
en la desesperación a los dueños del yate en ¡Tango! (Moglia Barth para Argentina Sono
que navegan. Cuando uno de los mozos se Film, 1933) abre, precisamente, las posibilida­
acerca a Edda Díaz para invitarla, porque el des del sonido, sumado a la imagen, a los
"ágape", "piscolabis" o "lunch" (son los tér­ efectos de llegar a que un público ampliado
minos a que acude para hacerse entender, sin (en la Capital, pero sobre todo en las provin­
éxito) están servidos, ella replica "Ah...el mor- cias) conozca a los intérpretes de que disfru­
f¡", se acerca a la barandilla y les grita a los de taba gracias a la radio.
abajo: "Chicos, a lavarse las manos". Pero las imágenes y argumentos donde el
Varios elementos metonímicos marcan las cine aprovecha las posibilidades brindadas
posiciones más polarizadas de uno y otro gru­ por el mundillo tanguero eran incompatibles
po dentro del espectro social. Me refiero a con la "nueva música" que la industria cultu­
que Alberto trabaja como conductor del fur­ ral digitada desde los Estados Unidos propi­
gón de una compañía de servicios fúnebres y ciaba. Es más, la difusión de otros ritmos pre­
Tino, de un camión atmosférico de La Monto­ suponía la defunción -o poco menos- del
nera. Esa cercanía permanente de la muerte y tango y de los gustos musicales arraigados lo­
de las funciones orgánicas elementales es pro­ calmente.

prj
Por eso, es también interesante reflexio­ cionales, cuya hija estuvo enamorada de "ese
nar sobre el quiebre argumental entre los úl­ ridículo cantor de la nueva ola" y cuyo hijo
timos éxitos tangueros de los años '50, como también está enamorado de una cantante
"El patio de la morocha", de Cátulo Castillo nuevaolera.
y Mariano Mores, o "Una canción" y "La úl­ Su perspectiva queda totalmente ridiculi­
tima curda", ambos del mismo Castillo pero zada en otro plano y eso le resta, como con­
con música de Aníbal Troilo, y el aluvión de la secuencia, autoridad a sus opiniones musica­
"nueva música" que, además, ni siquiera les. Cuando toda la servidumbre es reempla­
consistía en una oferta contestataria como la zada por supuestos campesinos (toda la com­
del rock norteamericano, que sólo circuló por pañía de cantantes disfrazados), nada sospe­
circuitos muy restringidos. cha y, además, formula juicios favorables so­
El medio de masas triunfante impuso el bre "el campo", donde "nadie engaña a na­
twist, de ritmo y baile más recatados, y la sa­ die, donde todo es verdad, virtud..." Es decir,
zonó lo suficiente con canciones melódicas, el medio ideal para que los hijos olviden sus
una pizca del cancionero seudolírico o mode­ " locuras" y que, sin embargo, poco tiene que
radas dosis de tango y del llamado folklore ver con la iconografía tradicional de nuestras
musical. De todo eso hay en "El Club del chacras o estancias.
Clan", uno de los programas funcionales a En realidad, consiste en el palacete de una
esta imposición de otros gustos diseñados de quinta suntuosa y artificial (el molino decora­
acuerdo con las conveniencias de las grandes tivo en el parque), desde la cual se divisa el
cadenas yanquis del entretenimiento que, si mar y nunca animales, establos o instrumen­
lograban imponerlos mundialmente, harían, tos de trabajo. Ocurría que casi todo el can­
entre otras cosas, grandes ahorros. cionero del Club del Clan abundaba en la des­
Se puede afirmar que la película es sólo preocupación y desdramatización de la vida.
una comedia disparatada. Pero, en todo caso, Al ridiculizar al personaje del padre (Battaglia),
sus "disparates" resultan harto significativos. se desvirtuaba todo un pasado en que la mú­
Es notoria, al respecto, la trayectoria argu­ sica y las letras habían asumido el desafío de
mental del film: se inicia con un elenco de jó­ plantear conflictos vitales, que también llega­
venes músicos y cantantes que viajan en tren ron a los escenarios y a la pantalla grande.
a conquistar la ciudad. Y se cierra con su éxi­ Los carteles publicitarios del espectáculo
to clamoroso en un teatro. Es decir que con­ en la ficción anuncian: "Una explosión de
valida la inserción de esa "nueva música", la alegría. Hoy debut del Club del Clan". Y esa
mayoría de cuyos gestores eran provincianos, exacerbación de la alegría es el antídoto con­
en la urbe y ante una sala teatral colmada. Por tra un arte popular anterior ensimismado, re­
lo tanto, en un ámbito mucho más sacraliza- flexivo, grave. "Vamos a cantar/ vamos a ol­
do que el de los estudios radiales o televisivos. vidar" son versos de la canción "En el tren",
Los dos intentos previos de tal estreno, en la la primera que se escucha en el film.
ficción, habían fracasado exclusivamente por Frente al primer fracaso de montar el es­
razones accidentales, porque el público les pectáculo en un teatro, "Soñamos" enfatiza
respondía siempre con entusiasmo. igual actitud: "olvida toda molestia y conmi­
La resistencia está centrada en el persona­ go canta ya/ olvida todo problema y conmigo
je que encarna Guillermo Battaglia, un sím­ canta ya". El argumento de Alexis de Aranci-
bolo, por tanto, del viejo teatro y del cine na­ bia se plegaba así al ideologema dominante

/«?
con que la televisión, en este rubro, fortalecía Palito Ortega, Sandro, Leonardo Favio, etcé­
i el avance de los grandes sellos en su cruzada tera
intemacionalista. La principal falacia, repeti­ En fin, el repertorio actoral indica cómo se
da hasta el cansancio, era que los jóvenes intentó reforzar la simple cabalgata de figuras
"preferían" esas canciones que celebraban el principales del televisivo Club del Clan (Palito
conformismo, y que ese conformismo era, en Ortega, Johnny Tedesco, Lalo Francen, Violeta
realidad, rebeldía frente al gusto de los pa­ Rivas, Raúl Lavié, etcétera), muy poco duchos
dres. Una fórmula, como se ve, sumamente en la actuación, con dos actores de comedias
hábil, pues en un solo acto "convertía" la su­ ligeras (Siró y Bonet) y con algunos cómicos
misión en supuesto desacato. provenientes de la revista musical porteña: Vi­
Esto, solucionado mediante el ridículo (del cente Barbieri, el Pato Carret y Tristán.
personaje que actuaba nada menos que Bat-
taglia) en El Club del Clan, se convirtió casi 4 - ¿Era así Buenos Aires?
en un tópico imprescindible en otras películas
musicales de la época. Recuerdo, a modo de Con esta pregunta cuestiono los alcances
muestra, el disgusto que aleja temporalmente prescriptivos de Así es Buenos Aires (Vieyra,
a Django de su padre en El mundo es de los 1970), película con argumento de Valverde
i jóvenes (Porter, 1970). Lo importante era
sembrar un corte generacional entre el gusto
I de los "viejos" y el de los "jóvenes", sobre la
base de las falaces contraposiciones alegre-
triste, risueño-preocupado, divertido-dramáti-
■ I co, etcétera. Desde ese lugar, resulta muy in­
teresante revisar la letra del único tango -o al-
, | go así- que se interpreta en la película.
En "El picaflor", Finkel y Castro Volpe, au-
■ tores extraños al universo tanguero, ensayan
una defensa machista del que necesita probar
mucho porque las "pebetas" ya no saben co-
) cinar, lavar ni planchar, o sea que desconocen
? las actividades eminentemente femeninas. Y
i como no la encuentra, concluye "que a mi
vieja de repente/no la puedo así cambiar". Si
la composición caricaturiza ciertos lugares co­
munes atribuidos al tango, lo cierto es que el
film tampoco propone nada distinto en cuan­
to a los paradigmas intersexuales en vigencia. Calvo, fotografía de Oscar Melli y música de E s c a l a m u sic a l
Así como la película comentada de Tinay- Horacio Malvicino, distribuida por Pel-Mex, Fleider - 1 966
» re generó una seguidilla de continuaciones, que muestra a la televisión como un medio
los nuevos "ídolos" de la canción impuesta abierto a todas las manifestaciones artísticas
) merced a ciertos programas radiales y televi­ y muy permeable, por lo cual se ubica en las
sivos culminó en películas que sólo buscaban antípodas del film Pajarito Gómez.
i ampliar la popularidad de intérpretes como El hecho de que Silvio Soldán, ya enton-
ces conocido periodista radial que incursionó tras, contrariando de paso normas elementa­
varias veces como letrista de tangos y valses, les del género: Hugo Marcel canta, angustia­
acople palabras a los ritmos nuevaoleros de do, "Hoy he visto pasar a María" cuando le
Malvicino, vale por toda una definición al res­ va muy bien con la susodicha.
pecto. Indica de que la perspectiva adoptada, Esa interpretación ocurre en un festival
dentro de un contexto polémico alrededor de del club barrial (Social y Deportivo El Triunfo)
la canción y de la discrepancia cine-televisión, y a pesar de que unos muchachones, entu­
es francamente conciliadora. siastas del Trío Galleta, tratan de impedir que
Música de tango, orquestada según crite­ alguien reemplace a sus preferidos y tengan
rios internacionales (lo que hacía Ray Coniff que dejar de bailar la "nueva música", pero
con diferentes ritmos), acompaña las imáge­ cuando Ricardo (Bauleo) y el corpulento Víc­
nes del comienzo, que obedecen a un regis­ tor (Bó) los encaran, se retiran sin que se pro­
duzca ningún altercado.
El guión admite, asimismo, que la ciudad
está cambiando, que la publicidad genera
nuevas formas de acercamiento entre ambos
sexos. En la primera escena, Ricardo rechaza
a una postulante para ser "la chica swing de
Buenos Aires" por su aspecto: "Adelgace trein­
ta o cuarenta kilos y vuelva la semana que
viene" le recomienda. Y ella, despechada,
responde: "Elegirán seguro a alguno de estos
esqueletos, pero como una es decente..."
Diálogo en el cual afloran las exigencias cor­
porales del oficio, que van a ir diseñando un
nuevo ideal femenino, y la disponibilidad pa­
ra los romances fáciles como un reaseguro de
triunfo en la selección de modelos (hoy "cás-
tings").
Inmediatamente, el mismo Ricardo mano­
sea a otra aspirante hasta que su jefe lo lla­
E s c a l a m u sic a l tro turístico del centro ciudadano. El tema ma, alterado, a su despacho. Basta de con­
F leid er - 1 9 6 6 principal, cantado a coro por las dos parejas cursos, le ordena, llame a una modelo profe­
protagónicas, responde a los tópicos que los sional y evite situaciones molestas: "Hoy in­
"fabricantes" de El Club del Clan imponían: vadió mi oficina una ballena diciendo que
"Hoy ha llegado con su buen humor/ la ca­ podía ser la chica swing".
balgata de la juventud,/ viene cantando por Queda planteada así una veta conflictiva
las calles/ con alegría de vivir." que el desarrollo posterior diluirá: atraído fí­
Consecuentemente, el argumento res­ sicamente por Susi (Susana Giménez), Ricar­
ponde a fórmulas de la comedia de enredos do aprovecha un equívoco para hacerse pa­
para eludir toda clase de contradicciones. sar por el señor Román, director general de
Tanto, que llega a producirse un fuerte desa­ Royal Publicidad, pero no persiste en su ím­
cople entre las situaciones ficcionales y las le­ petu seductor. Tampoco los escenarios respe­

f
tan ninguna verosimilitud: cuando logra be­ La acción tampoco elude confirmar todos
sar a Susi es noche avanzada y, sin embargo, los prejuicios que puede: cuando Ricardo se
las siguientes imágenes los muestran corre­ queda sin trabajo por Susi, cuyo cuerpo ocu­
teando, de día, por el Parque Lezama. Ricar­ pa desde los carteles publicitarios las paredes
do, además, sólo aspira a noviar con ella, sin de la ciudad, se siente traicionado. "Viste qué
que el cuerpo o el sexo estén comprometi­ pronto se consuelan las mujeres" le comenta
dos. a Hugo, enterado de que Susi va a salir a na­
Susi regresa de inmediato a casa de su tía, vegar con Víctor. Pasa entonces por la vereda
que vive en un ficticio Barrio del Pinar, pero una linda chica y añade: "Nos traen proble­
que recuerda -por la calle Hernández, por el mas, pero ¡qué ricas son!". Y casi no hace
aspecto- a alguno de los barrios residenciales falta comentar que "ricas" encaja en un cor-
porteños, como Saavedra o Belgrano. Una pus léxico tradicional ("bombón", "budín", et­
vez que se identifican como ex condiscípulos cétera) que hace de las mujeres un manjar, al­
del colegio primario, él le pregunta: go comestible, de consumo.
Pero la mayor falacia, lo anticipé, consiste
"-¿Viste cómo cambió el barrio? ¿Lo recor­ en borrar los obstáculos que separan al indi­
dabas más lindo? viduo común del éxito y reconocimiento pú­
-No sé, distinto..." blico. Algo fácilmente accesible para quienes
cuentan con atributos "naturales" (Susi el
Cuando Víctor anda buscando el Club encanto, su hermano buena voz). En un caso,
con su coche, se detiene junto a alguien de pese a la oposición de la empresa publicitaria,
pelo largo y se suscita el siguiente diálogo: porque el cliente en definitiva es el que deci­
de; en el otro, porque el afamado director sa­
"-Por favor, señorita, conoce el Club El Triun­ be valorar al desconocido.
fo? \ Ambos tienen a su favor el azar: el clien­
-¡Señorita tu abuela!" te conoce a Susi cuando va a quejarse del su­
puesto director y comprende que fue enga­
Hablaba con un morochazo de pantalón ñada; Ricardo lleva como pasajero de su taxi
rayado y largas guedejas, algo impensable en al músico que acaba de regresar de los Esta­
esa misma ciudad pocos años antes. Pero tras dos Unidos y le devuelve una importante va­
esa pátina de alteraciones, la película se en­ lija que se deja olvidada en el coche. Ese fa­
carga de afirmar que los valores "fundamen­ vor le facilita interceder por Hugo.
tales" no han cambiado. Sobre todo, las leal­ A su turno, se niega que lo excepcional
tades intrabarriales e inclusive la actitud amis­ exista y se sobrevalora el voluntarismo: Susi
tosa hacia los de afuera. regresa de la tienda donde trabaja para al­
Ese baile de club donde todos se conocen morzar y coincide con su hermano, que no
y tratan es increíble en el contexto imperso­ piensa ir ese sábado al baile del Club. Ella le
nal del barrio residencial que eligieron. La ac­ reprocha entonces no "buscar la oportuni­
titud del play-boy Víctor, que le cede obse­ dad", allí "puede escucharte un empresario,
quiosamente el lugar a Ricardo sin hacer va­ un representante":
ler de otro modo sus fuerzas, con una mu­
chacha que aspira a ser modelo y ascender "-Susi, eso sólo pasa en las películas. Un em­
socialmente, linda lo inverosímil. presario descubre al humilde muchacho, triun­

/«7
fa en un festival y se hace famoso... un complot internacional perfectamente or­
Muy convencional... questado, hasta en sus mínimos detalles, y
-¡Muy convencional! Parecés un crítico de ci­ absolutamente eficaz, la película de Vieyra21
ne. Eso pasa en las películas y en la vida. O te opina todo lo contrario.
creés que todos los cantantes nacieron famo­ La mediación decisiva que alcanzan en
sos. No, luchan, buscan sus oportunidad, pero ese momento las grandes corporaciones pu­
¡vos no la vas a encontrar metido en un taxi!" blicitarias está minimizada, resuelta por el ri­
dículo (el bisoñé del director Román), esca­
Además, en ese diálogo Susi enfatiza que moteada a los ojos del "ingenuo" especta­
la ficción no se aparta demasiado de la reali­ dor. Tengamos en cuenta, al respecto, los da­
dad, confirmando que el éxito está al alcance tos que brinda Alcira Argumedo22 y la impor­
de todos, y convierte el término "convencio­ tancia que les asigna:
nal", no muy bien utilizado por Ricardo, en
propio de un "crítico de cine" (intelectual). "Si las nuevas tecnologías deben aumen­
Opone, a su modo, el optimismo de los jóve­ tar la productividad del trabajo y con ello re­
nes dotados al escepticismo de los que leen, ducir el tiempo de producción, si los flujos
estudian, reflexionan, exactamente como lo privados de datos y las redes trasnacionales
había escenificado, con fines sarcásticos, Pa­ de bancos deben disminuir el tiempo en la
jarito Gómez. circulación de! capital financiero, la función
Es claro que el borrado de límites entre la de la publicidad reside en acelerar el tiempo
realidad y la ficción es algo que la televisión de realización del capital invertido en los artí­
llevó al cine: el actor televisivo, en buena par­ culos que se ofrecen al público."
te de la programación, hace siempre de sí
mismo y su vida privada fagocita cualquier A la publicidad compete la dictadura pe­
imaginario ficticio. Cuando filma, suele ocu­ riódica de las modas, que impiden el estanca­
rrir que conserve su nombre, a lo sumo com­ miento del consumo, y la estandarización de
binado con un falso apellido; eso lo exime de los gustos, que barren con las fronteras na­
actuar -hacer el papel de otro- en sentido es­ cionales. En el contexto de la Alianza para el
tricto y el cine queda, así, subordinado a las Progreso de la administración Kennedy, di­
costumbres del televidente. chas funciones eran decisivas y, por eso, fue
Inversamente, los códigos que rigen el durante la década del '60 cuando se afinca­
ambiente publicitario y televisivo, una vez su­ ron en nuestro país, como lo estaban hacien­
perada aquella escena inicial algo inquietan­ do en toda América latina.
te, son de fácil manejo, transparentes. Vimos, Un gráfico completo de esa penetración
incluso, que el poder publicitario fue reduci­ apareció en Televisión Magazine (octubre
do a cero desde el momento en que el clien­ 1966) y Televisión Factbook (1967), lo repro­
te eligió, pasando por encima de la agencia. dujo Panorama Económico Latinoamericano
Tal vez allí resida uno de los efectos ideológi­ y señalaba que, en la Argentina, Me Can
cos más notorios del film y sea el que lo con­ Erickson y Walter Thompson se disputaban el
vierte casi en la contracara de Pajarito Gó­ espacio publicitario y facturaban mil millones
mez. Mientras en éste las nuevas tecnologías de dólares anuales (apenas un 10% menos
y las decisiones empresariales influyentes es­ que en México y Brasil) en un mercado que
taban demonizadas, eran casi la aplicación de contaba con catorce canales y 3.200.000

f*J
aparatos televisivos (Brasil había alcanzado El baile del Club El Triunfo es publicitado
los cinco millones y México sólo 2.100.000). como eminentemente familiar y ya referí que
Para indicar hasta dónde llevó Vieyra, con la el asomo de escándalo encabezado por los
complicidad de sus colaboradores, la actitud admiradores del Trío Galleta queda en segui­
conciliadora, conviene recordar la conversa­ da sofocado. Al debut televisivo de Hugo, sin
ción que sostienen Ricardo y el maestro Ros- público presente, asiste sin embargo su fami­
si en el taxi acerca del tango. lia y nadie les impide circular a su gusto por
Cuando el muchacho le pregunta si ver­ los camarines del estudio de grabación. Des­
daderamente interesa fuera del país, el músi­ de la sala hogareña vemos las imágenes sate-
co contesta enfáticamente: "Es cierto que litales de su actuación en los Estados Unidos.
gusta en toda América... Tanto o más que Y la película culmina con la boda, por su­
aquí... ¡Y pensar que algunos dicen que el puesto en una iglesia, del publicitario con la
tango murió!" Eso, y el hecho de que Hugo
triunfe cantando tangos en Buenos Aires y
salga de gira con la orquesta de Rossi por
Norteamérica, desde donde transmiten su ac­
tuación a la Argentina, cabe entre las tabula­
ciones mejoradoras del film, pues desde fines
de la década del '50 habían desaparecido to­
das las grandes orquestas tangueras.
Salvo que debamos leer allí una celebra­
ción del maestro Rossi por haberse actualiza­
do y orquestar tangos según la pauta interna­
cional y no según los usos internos. Él mismo
le confiesa a Ricardo que su último longplay
es "una selección de tangos". Aunque no
hay otros datos, ése bastaría para remitirnos
a los potpourri que por entonces solían rea-
condicionar temas con pautas estandariza­
das.
En su afán por convencernos de que la
ciudad, su música y sus costumbres están modelo exitosa que forzó su reingreso a la El club del clan
cambiando, sin que por eso se modifiquen los empresa Royal, mientras el hermano cantan- E n riq u e C a r r e r a s - 1 9 6 4
i valores preexistentes, lo familiar es exaltado te entona el "Ave María".
i en todo momento. Un mediodía en que Hugo Tanto Pajarito Gómez como Así es Bue­
visita a Susi sin hallarla, la madre de la mucha- nos Aires incluyen un corto publicitario y
• cha lo invita a almorzar. Los fideos aparecen también desde ese lugar podemos confron­
i con rapidez, casi mágicamente, y él los devo- tarlas. El de aquélla está estratégicamente in­
I ra (se sirve queso rallado sin convidar siquiera tercalado, luego de la secuencia de la rela­
; a la anfitriona), al cabo de lo cual confiesa: ción humillante del ídolo con Rosita. Tras el
; "Doña Blanca, hacía años que no comía algo corte, aparece una pareja en plano america­
i tan rico...y en familia". Expresión muy inexac- no, bastante afectada: él por su aspecto, so­
i ta, pues están solos en ese momento. bre todo el sombrero, y ella por sus gestos.
"Lo nuestro no puede ser, un abismo nos cuando quiere sentarse en la silla del director.
separa" son las palabras terminantes con que La película expone luego los resultados, a los
él se despide de ella, en la vereda, y entra a cuales asisten, en la ficción, los directivos de
una casa contigua. Gesto meditativo de la Royal Publicidad y el cliente. "Ella es la chica
mujer, cuyo rostro se ilumina, al parecer, por swing de Buenos Aires" dice fuera de cuadro
una ¡dea. Corte y ella en combinación, ante Silvio Soldán y se oye el leit-motiv musical de
el espejo del baño, colocándose desodorante toda la película.
bajo los brazos. Nuevo corte y plano general Aparecen en seguida tres imágenes simul­
de la misma pareja, besándose en el banco táneas y subdivididas de la modelo en traje
de una plaza. Al separarse, ella mira a la cá­ de fiesta, que se permite despreciar a varios
mara y recita, afectadamente: "El abismo fue galanes que le ofrecen fuego. Detalle de un
superado/con desodorante Enamorado". paquete de cigarrillos "en colores, aromáti­
cos e imaginativos". Luego, nuevamente ace­
chada por hombres de frac, alternan imáge­
nes de ella en el baño enjabonándose las ma­
nos y el rostro, al tiempo que dos voces dicen
alternadamente "jabón joven, fascinante" y
"una caricia perfumada".
Bueno, el motivo de la mujer tan seducto­
ra como ciertos productos es casi constitu­
yente de la publicidad moderna. Pero al ac­
tuar la misma Susana Giménez ese papel,
precisamente la actuación que la proyectó a
la fama, la validez del lenguaje publicitario re­
cibe un refuerzo, no es cuestionada en lo más
mínimo, sino todo lo contrario.
A lo sumo, y como ya comenté, la impor­
tancia de la publicidad queda soslayada, no
sólo frente a las decisiones del cliente, sino
ante el poder sugerente de la modelo. La em­
presa publicitaria aparece debilitada, precisa­
Asi es B u en o s A ires La parodia utilizó un recurso ya entonces mente en el momento en que su papel histó-
V ie y r a - 1970 desgastado dentro del discurso publicitario, rico-social, como lo analizaba Argumedo, se
pero que no es raro encontrar hasta hoy: el tornaba decisivo. Tales tergiversaciones del
objeto mágico, de uso personal, que permite director no eran, me parece, nada inocentes.
conquistar o recuperar al otro renuente. La La comparación entre ambas películas
actuación de Claudia Sánchez, conocida mo­ arroja como resultado una evidente polariza­
delo, enfatizó la caricatura. ción: a la visión demoníaca que Pajarito Gó­
En Así es Buenos Aires, citan por carta a mez ofrece de la televisión y su entorno, in­
Susi para la filmación de unos cortos televisi­ cluida la estupidez de quienes participan en
vos. El director, con pipa y ropas muy intelec­ el desarrollo de sus programas, se opone la
tuales, adopta el empaque de un auténtico perspectiva celestial de Así es Buenos Aires.
cineasta, pero se cae y se ensucia la ropa Para el film de Vieyra, es un medio muy per-
meable, siempre que uno tenga condiciones
"naturales" (artísticas o seductoras), cuya
presencia no altera la vida cotidiana o, en to­
do caso, viene a ofrecer nuevas posibilidades
de trabajo y realización personal a los jóve­
nes.
Concluyo, de todo lo dicho hasta aquí,
que al margen de esa dicotomía, el cine des­
cubrió, a partir de la formación de una nueva
audiencia masiva, la de los televidentes, que
podía explorar zonas entonces vedadas a la
pantalla chica e indagarlas desde una pers­
pectiva cineclubista, en algunos casos, o con
mayor capacidad de convocatoria para el
gran público, en otros. Aparte, como indus­
tria, aprovechó el éxito televisivo de progra­
mas, cómicos o cantantes para su propio be­
neficio, a veces reconfigurando inteligente­
mente el producto inicial según sus propios
códigos.
Notas al pie circuito de los teatros independientes, una de ñoras", 1962) y, en la misma línea oportunis­
las cuales ("Confinados") obtuvo el premio ta, continuó con un alegato anticomunista
1) Proceso de persecución política contra in­ municipal de 1959. ("Detrás de la mentira", 1962), en momentos
telectuales, y en especial cineastas, ocurrido 8) De Thomas, José de, "Reflexiones para de gran conmoción social, escrito por Abel
en Hollywood a partir de 1947, precisamente una puesta en escena", página inicial de El te­ Santa Cruz. Luego aprovechó la audiencia de
por denuncias contra Chaplin, a raíz del anti­ levisor. Buenos Aires, Talía, 1962. Sandro o de Favio cantantes, en películas in­
fascismo de El gran dictador (1940), y que se 9) De Thomas, José. El televisor, loe. cit., pág. trascendentes, y también se sumó al erotismo
generalizó desde que el senador Joe McCarthy 22 . terrorífico (La bestia desnuda y Placer san­
puso a su disposición el Comité Especial sobre 10) Ibid., pág. 25. griento, de 1967) y a la comedia erótica (Vi­
Actividades Antinorteamericanas creado en 11) Ibid., pág. 39. lla Cariño está que arde, 1968), siempre con
1938. 12) Ibid., pág. 62. igual desaprensión. Además de varios filmes
2) Adorno, T. W; Televisión and the patterns 13) "Tema de gran actualidad en el Florencio juvenilistas -como Los mochileros, 1970-,
ofM ass Culture, University of California Press, Sánchez", por B. R. G., en Che, Buenos Aires, secundó a su manera el terrorismo de Estado
1954. Traducción de Enrique Revol para la edi­ 8-IX-1961. con sus "comandos azules" y, para que nada
ción cordobesa. 14) "TV creación y/o información", entrevis­ faltara, intentó congratular a la renaciente de­
3) Adorno, T. W.; Televisión y cultura de ma­ ta de Mabel Izcovich a David Stivel en Tiempo mocracia con filmes "testimoniales" como El
sas, Eudecor, Córdoba, 1966, pág. 9. de cine, a. 1, N°. 1, agosto de 1960, pág. 37. poder de la censura (1983).
4) Dégand, Paul; Le cinéma...cette industrie, 15) Tiempo de cine, a. 1, N° 3, Buenos Aires, 22) Argumedo, Alcira; Los laberintos de la
Editions Techniques et Economiques, Saint- octubre de 1960, pág. 11. crisis. América latina: poder transnacional y
Etienne, 1972, pág. 118, citado en El cine, ar­ 16) Orgambide, Pedro. La gran frustración, comunicaciones, Folios-llet, Buenos Aires,
te e industria, Salvat, Barcelona, 1974., pág. en Hoy en la cultura N°. 8, Buenos Aires, abril 1985, pág. 172.
27. de 1963, págs. 3-4.
5) En junio y octubre de 1960 comienzan a 17) "¿Qué es la TV?" en La rosa blindada N°
emitir el canal 9, originariamente propiedad 7, Buenos Aires, noviembre de 1965.
de Kart Lowe, el más importante productor de 18) No deja de asombrar, a su vez, que la re­
noticieros y cortos publicitarios del país, y el censión periodística del film lo haya aceptado
editor Julio Korrn, unidos a la NBC (subsidiaria como mera crónica, casi documental. RAI, en
de la RCA), y el canal 13, donde el exiliado cu­ El Mundo, 23-VIII-1965, centra su lectura
bano Goar Mestre se asocia con la poderosa ("Los personajes olvidados") en Rosa, "casi un
CBS y el grupo Time-üfe, que es decir con la símbolo" de la tontería colectiva, y acepta que
General Electric, empresa líder en comunica­ "la sátira se canaliza monstruosamente en he­
ciones electrónicas en todo el mundo. Luego chos de rigor verdadero".
sale al aire canal 11, resultado del vínculo en­ 19) Era una figura reconocible para los teles­
tre empresarios nacionales relacionados con la pectadores, además de haber escrito popula­
Iglesia -el más notorio, Pérez Companc- y la res libretos, por ejemplo, los de las comedias
ABC, propulsora de las series yanquis en el ex­ protagonizadas por Campoy-Cibrián y el de
terior. Todo el año es Navidad , una de las prime­
6) Varela, Mirta; "Cultura de masas, técnica y ras trasposiciones de la televisión al cine ( V¡-
nación. La televisión argentina 1951-1969". ñoly Barreto, 1960 ) conservando "cinco epi­
Tesis de doctorado presentada en la facultad sodios autónomos, con duración similar a los
de Filosofía y Letras de la UBA en 2003, defen­ capítulos televisivos" dice Mirta Varela en su
dida en 2004 y en vías de publicación, págs. 7 tesis citada, pág. 138.
y 9. 20) Tinayre, Daniel, en Calistro, M. y otros;
7) Actor teatral y, circunstancialmente, televi­ Reportaje al cine argentino. Los pioneros del
sivo, periodista y escritor nacido en el extremo sonoro, Abril, Buenos Aires, 1978, pág. 350.
sur del país, en 1922; migró joven a Buenos 21) Este director se inició con la adaptación
Aires, donde estrenó varias piezas dentro del de un éxito televisivo ("Dr. Cándido Pérez, se­
Cine y literatura
La bestia debe morir, Si muero antes de despertar, No abras nunca esa puerta.
El thriller argentino: notas sobre tres casos extraños

Por Algunas líneas de fuerza en el polidal El campo problemático relativo al relato


Eudardo A. Russo dásico argentino policial literario y cinematográfico en la Ar­
gentina, a despecho de su permanencia en el
El policial es ampliamente reconocido co­ imaginario colectivo, ha sido relativamente
mo un género mayor y persistente del cine poco examinado por la crítica y la teoría. Ex­
clásico argentino. Las tres películas que aquí cepto investigaciones sobre el género policial
nos ocuparán han quedado arraigadas en la en la narrativa literaria (principalmente Laf-
memoria colectiva a lo largo de varias gene­ forgue y Rivera, 1977) o artículos breves co­
raciones, hasta el presente. Reforzado por su mo los localizables en recientes pesquisas his­
vocación masiva y su alcance continental, el tóricas sobre el cine argentino (Tassara, 1992,
cine policial realizado en el marco del sistema o Goity, 2000), no es posible encontrar inda­
de estudios instaló formas de ver, modos de gaciones sistemáticas o de un alcance mayor
representación y relatos que, en el caso de que el examen de conjunto. Especialmente,
este género, permitieron generar una carto­ considerando que el relato policial ha adqui­
grafía imaginaria de la ley y el crimen, el po­ rido su consistencia a través no del dominio
der y su ejercicio, la transgresión y su sanción, de un solo medio, sino mediante una condi­
la ciudad y sus márgenes. Tomados frecuen­ ción que podemos designar como transme-
temente como paradigmas dentro de ese sis­ diática, incorporando a la literatura de masas
tema conocido como cine clásico, con su tra­ (libros y prensa periódica), el cine y la radio
ma de posibilidades y restricciones, parecen como recursos principales. Habrá que consi­
haberse entendido como modelos de una derar de qué modo estos medios delinearon
forma de narrar y representar altamente co­ un universo de relatos e imágenes que, pre­
dificada, como muestras de conjuntos mayo­ sentados en un contexto histórico y cultural
res, de los cuales es posible extraer sus linea- preciso, perduran hasta el presente en la me­
mientos generales. Proponemos aquí, luego moria colectiva.
de considerar el contexto y las categorías ge­ En nuestro ámbito no se ha desarrollado
nerales puestas en juego, centrar la atención hasta estos momentos un estudio que com­
en algunas diferencias, ciertos cambios de bine los aportes, metodologías y herramien­
perspectiva que podrían arrojar una luz dis­ tas diversas en un abordaje intensivo del gé­
tinta sobre estos casos, de particular interés nero policial y sus manifestaciones en la Ar­
para entender el modelo general y la emer­ gentina durante el apogeo del así llamado
La bestia debe m orir gencia de las singularidades, la regla y sus período clásico, regido por el sistema de es­
Rom án V iñ o ly B a rre to juegos e incluso la aparición sorpresiva de las tudios. La investigación sobre el género poli­
1952 excepciones. cial, en el plano internacional, ya cuenta con

/^7
La b estia debe m o rir más de tres décadas de tradición y varias ge­
R o m á n V iñ o ly B a r r e t o - 1 9 5 2 neraciones de estudios, desde algunos ya
considerados clásicos, hasta los contemporá­
neos, a los cuales se integran los aportes de
distintas disciplinas y corrientes de pensa­
miento. Las referencias y casos estudiados,
por lo general provenientes del ámbito an­
glosajón, han tomado, por lo general, al cine
clásico de Hollywood como objeto privilegia­
do. En menor medida, otras cinematografías
nacionales, como la francesa, la alemana o la
española, han sido atendidas en su carácter
relevante, aunque cierta inclinación holly-
wood-céntrica sigue afectando el examen del
cine de género, como se observa sensible­
mente en los -por otra parte meritorios- tra­ que muchos especialistas lo hayan caracteri­
bajos de varios especialistas en nuestro idio­ zado como una formación típicamente nor­
ma (Coma, 1990; Heredero y Santamarina, teamericana).
1996). Orientación ésta que resiente espe­ Además de este factor hollywood-cen-
cialmente los acercamientos de ánimo ex­ trista, que claramente impregna hasta hoy el
haustivo en el caso del policial, cuyas formas estudio del relato policial en el cine, cabe re­
No ABRAS NUNCA ESA PUERTA europeas son tan determinantes como las saltar otro dato acerca del estado actual de
C a r lo s H u g o C h risten sen norteamericanas (así lo prueba el notable le­ la cuestión en el ámbito local. En su período
- 1952 gado germánico en el film noir, a pesar de de apogeo, el policial clásico en la cinemato­
grafía argentina fue escenario de una para­
doja (en esto posee curiosas similitudes con
su vecino, el melodrama, apto para todo ti­
po de fusiones e hibridaciones). Mientras la
aceptación de sus fieles y masivos especta­
dores lo marcaba como ámbito narrativo y
espectacular nada desdeñable, y no dejaba
de dar muestras de su efectividad en el con­
tacto con un público de tal dimensión que lo
afirmaba como género popular, la recepción
crítica oscilaba entre la aceptación a regaña­
dientes y la admisión de meros valores for­
males o estéticos, muchas veces acompaña­
da por el reproche en cuanto a una presunta
inadecuación de los contenidos. Esta curiosa
conexión entre un cine especializado en hur­
gar las dimensiones del mal (social, psicoló­
gico) con cierta ¡dea de un cine "malo", se
insinuó en una crítica afecta a la discusión

/®°7
r
sobre contenidos y sus posibles influencias Sl MUERO ANTES DE DESPERTAR
nefastas sobre espectadores inermes o in­ C a r lo s H u g o Christensen
cautos. No es raro ver al relato policial en - 1952
nuestro cine clásico como objeto de cierto
menoscabo por parte de la crítica de estre­
nos, que en algunos casos, a la par de resal­
tar sus frecuentes logros técnicos o artísticos
(que bien pueden ser vistos hoy como parte
de lo más sobresaliente del cine de la época)
no dejaba de instar a la consideración de
otros temas.
Sólo en las últimas décadas ha dejado de
operar para el cine policial el estigma de ser
considerado un género ligado a la diversión,
ajeno a la pretensión de producir obras ma­
yores del arte cinematográfico, aun cuando sual de nacionalidad e internacionalismo en
efectuara un intento de crítica social o de in­ el seno del cine clásico argentino (en cierto
tervención política (como si se tratara de "ser sentido, homologa a la del melodrama cine­
no sólo un policial"). A diferencia de ello, la matográfico local).
narrativa policial en el ámbito literario sí ha El estudio cine policial clásico en la Argen­
permitido numerosos estudios, bajo sus mo­ tina puede producir conocimientos en un re­
dalidades tradicionales (el relato criminal de gistro que no se limita a lo tematizado o lo vi­
enigma, con el espaldarazo brindado en los sible en el género, sino que puede detectar,
años '40 por figuras como Jorge Luis Borges tanto por marcas autorales y cuestiones de
o Adolfo Bioy Casares, en su carácter de au­ estilo, como por aspectos de la puesta en es­
tores, compiladores o directores de colección, cena de espacios, figuras narrativas y cons­
o sus variedades más modernas ligadas a la trucción de sus espectadores, ciertos perfiles
escuela hard-boiled norteamericana (legiti­ -n o exentos de trazos inquietantes- de la cul­
mada en la década del '60 por Ricardo Piglia tura de masas argentina.
o Rodolfo Walsh, en el mismo tipo de inter­
vención, para la série noire). Curiosamente, la El mundo de sombras del thriller
distancia que media entre las producciones li­
teraria y cinematográfica en el terreno de las Nuestros tres casos extraños conforman
ficciones policiales manifiesta, en la tradición una verdadera intriga serial, puesta a disposi­
argentina, algunas particularidades que es ción del público a inicios de la década del '50
preciso indagar. El cultivo del policial cinema­ y cuya eficacia ha sido de largo alcance, aun­
tográfico abrevó en fuentes literarias de pro­ que todavía no la hayamos pensado lo sufi­
cedencia extranjera, tanto o más que en las ciente. Tan extraña es la serie que no estamos
locales, a la par que se nutría de situaciones seguros de caracterizarla por el trío que titu­
y mitos sobre la actualidad de la crónica poli­ la este ensayo. No abras nunca esa puerta
cíaca o de cierta inspiración difusa para la y Si muero antes de despertar fueron ori­
transposición de realidades violentas en la vi­ ginalmente concebidos como un proyecto
da urbana, lo que produjo una mixtura inu- para una película de largometraje integrada

por tres episodios inspirados en relatos de filmes siameses, separados por su lanzamien­
William Irish (seudónimo del escritor estadou­ to. Si muero antes de despertar fue estre­
nidense Cornell Woolrich). Las historias origi­ nada el 27 de abril de 1952; No abras nun­
nales eran Somebody on the Phone, The ca esa puerta, pocas semanas después, el 23
Hummingbird Comes Home e If I Should Die de mayo; pero entre ellas se ubicó La bestia
Befare I Wake. La dimensión que adquirió la debe morir, con su estreno el 8 de mayo.
última historia la hizo crecer a tal punto que Mes intenso para los aficionados al género;
el proyecto derivó, con los dos primeros avanzando el otoño, estas ficciones tiñeron de
cuentos adaptados convertidos en sendos un ánimo oscuro la temporada cinematográ­
mediometrajes y el último en un verdadero fica y tendieron la que, acaso, fue la más in­
largo, en su estreno por separado. Los Estu­ tensa negrura que haya permitido, en tan cor­
dios San Miguel presentaron en primer lugar to período, la tradición del cine nacional.
Si muero... como un breve largometraje de Tres películas, en definitiva, que podían
73 minutos, seguido por las otras dos narra­ haber sido dos. Pero si atendemos a su es­
ciones con el título admonitorio, agrupadas tructura, también podrían contarse como
en otro largometraje de también exiguos 85 cuatro. Más allá del número, la serie se nos
minutos. El breve conjunto puede ser consi­ vuelve más consistente por otra razón funda­
derado como una de las cúspides del policial mental, que las hace compartir un territorio
argentino, que en cierto sentido se aparta de común. Todas provienen, en cuanto a sus
lo tipificado por el género para convertirse en fuentes narrativas, del ámbito literario, más
un caso aparte, pero que, no obstante su sin­ específicamente de lo que la tradición del po­
gularidad, comparte no pocos atributos con licial anglosajón ha denominado thriller. Si
otra película que, por los azares de la exhibi­ bien el término no se había impuesto en
ción en salas, se interpuso en el estreno de aquel entonces como forma de reconoci­
ambos filmes. miento entre nuestros espectadores, algo en
La bestia debe morir, de Román Viñoly la atmósfera y la lógica de aquellos relatos
Barreto, apareció en medio de aquella serie impregna estas películas y las hace, en cierto
que, gestada como un largo, terminó con dos sentido, un tanto anómalas con respecto a
las tendencias predominantes en el policial
clásico del cine local.
Como hemos ya señalado, contamos al
presente con unos pocos esfuerzos realmen­
te pioneros en la tarea de agrupar y enten­
der el paisaje que ha delineado el cine poli­
cial clásico en la Argentina. Mabel Tassara
(1992) y Elena Goity (2000) se han propues­
to, en dos ensayos concisos y claramente en­
marcados en una perspectiva histórica res­
pecto del género, introducir al lector en al­
gunas claves y paradojas del policial en la
pantalla argentina, y establecieron sus pro­
A pen a s un d elin c u en te pias categorías. Tassara caracteriza al lustro
H u g o F r e g o n ese - 1 9 4 9 ubicado entre 1947 y 1952 como la "Época

/“7
de Oro" del policial local, a partir de su sin­
cronía con el apogeo, en el plano global, de
ese raro género conocido como film noir o
"policial negro", concentrándose en los as­
pectos relativos a lo narrado y al estilo. Por
su parte, Goity analiza las dos tendencias
que, según ella, caracterizan la evolución del
policial argentino desde los’tiempos tempra­
nos de Monte Criollo (Arturo S. Mom,
1935) hasta bien avanzados los años '50. En
principio, es posible observar una corriente
que podría denominarse "criollista", carac­
terizada por la fusión entre elementos cos­
tumbristas e intrigas que instalan en primer
plano el conflicto entre la ley y la transgre­
sión criminal -como en los policiales de Ma­
nuel Romero y su emblemático, fundacional,
drama policíaco-parental Fuera de la ley
(1937)- que incorpora elementos caracterís­
ticos de lo que, en el cine hollywoodense, (1949). Goity también atiende, dentro de es­ M o n te C rio llo
pertenece al terreno del gángster film, con te esquema general, a alguna nota tan atípi- A r tu ro S. M om - 1 9 3 5
sus fines edificantes incluidos. Pero luego de ca como determinante, al estudiar como ca­
la Segunda Guerra, el panorama ficcional se so aparte la influencia del relato policial fran­
hace más complejo con la corriente-también cés a través de las películas de Pierre Chenal,
sincrónica con Hollywood- del policial urba­ Alberto Dubois y Daniel Tinayre en el cine ar­
no, de un realismo que aparenta ser semido- gentino, que incorporan espesor psicológico
cumental, representada por el Fregonese en los conflictos presentados, y, en el caso de
que debuta con Apenas un delincuente Tinayre, una marcada dosis de erotismo vio­
lento que, oscilando entre lo físico y lo psico­
lógico, invade persistentemente la intriga cri­
minal. Los casos que nos ocupan aquí desa­
fían, en cierto sentido, estas tipologías. Si
bien su estilo visual permite conectarlos con
algunos aspectos del cine policial negro,
creemos que se abren más a un estudio que
los examine dentro de la conformación de
un thriller que en nuestro idioma, sin osar
decir su nombre, los determina y les da un
mundo propio.
La lógica de los géneros cinematográficos
nace de sus usos, y su organización no respon­
de a fronteras precisas, sino que propone un F u e r a de la le y
territorio cambiante, dinámico, que no sólo se M a n u e l Ro m e r o - 1 9 3 7

7
L a b estia debe m o rir modifica en el tiempo sino que es permanente­
R o m á n V iñ o ly B a r r eto mente resignificado por los espectadores, con­
- 1952 virtiéndose en un verdadero espacio en conflic­
to. Si bien tradicionalmente las películas que
nos ocupan fueron reconocidas como policiales
en sentido amplio, puede verificarse que, tanto
en lo que toca a los mundos imaginarios de sus
fuentes literarias, como por las promesas efec­
tuadas a sus espectadores y las estructuras na­
rrativas y de representación que pusieron en
juego, se hallan estrechamente vinculadas con
esa forma particular que en Gran Bretaña y los
Estados Unidos se ha conocido como thriller, y
que en nuestra lengua se designa comúnmen­
te como relato de suspenso.
Según Tzvetan Todorov, el modo propio víctima y del culpable, pilares inamovibles de
del thriller consiste en una transición desde la los antagonismos del policial de enigma, tra­
forma originaria conocida como policial de zado geométricamente sobre estas figuras, a
enigma, generada a mediados del siglo XIX, a cuya relación el lector asiste como si resolvie­
las que se desarrollaron luego de las primeras ra un problema lógico: el juego del policial
décadas del siglo XX, comúnmente caracteri­ clásico es el de completar una ecuación cuyo
zadas como policial negro. El relato de sus­ lugar vacante no es otro que el del asesino fi­
penso combina elementos de ambos modos nalmente revelado. Aquí la dinámica es dis­
del policial: "Del relato de enigma conserva el tinta. Explica Todorov, aludiendo al tipo parti­
misterio y las dos historias (la del crimen, la cular del relato de suspenso al que designa
de su investigación); la del pasado y la del como la "historia del sospechoso-detective":
presente. Pero rehúsa reducir la segunda a " En este caso, un crimen se comete en las
una simple detección de la verdad. Como en primeras páginas y las sospechas de la policía
el policial negro, es la segunda historia la que se dirigen a cierta persona (que es el protago­
toma aquí el lugar central. El lector está inte­ nista). Para probar su inocencia, esta persona
resado no solamente por lo que pasó antes, debe encontrar por ella misma al verdadero
sino también por lo que va a suceder más tar­ culpable, incluso si para ello arriesga, en tren
de, se interroga más bien por lo que va a ve­ de hacerlo, su propia vida. Puede decirse que
nir que sobre el pasado. Los dos tipos de in­ en este caso el personaje es al mismo tiempo
terés se encuentran aquí reunidos. Está la cu­ el detective, el culpable (a los ojos de la poli­
riosidad de saber cómo se explican los acon­ cía) y la víctima (potencial, de los verdaderos
tecimientos pasados, y hay también suspen­ asesinos)." (Todorov, 1971 : 64)
so: ¿qué va a pasar con los personajes princi­ Se reconoce en esta caracterización el
pales?" (Todorov, 1971:63) mundo de muchas novelas de Charles Wi­
El ensayo de Todorov se centra en los re­ lliams o Patrick Quentin, y por cierto de Ni-
latos policiales de la literatura, y distingue en cholas Blake y Cornell Woolrich, autores de
ellos cierta modalidad que pone en crisis las los relatos originales que los filmes que nos
tradicionales figuras del investigador, de la ocupan tomaron como fuente. Un dato

I*7
esencial para comprender el mundo de los NO ABRAS NUNCA ESA PUERTA
thrillers es que su espacio imaginario es la C a r lo s H u g o Christensen
privacidad amenazada por un mal que ace­ -1952
cha desde cualquier parte, es la ficción para-
noide por excelencia. Toda seguridad es re­
movida, especialmente aquella que toca los
lugares de víctima, victimario e investigador.
En este mundo, dichos lugares se revelan in­
tercambiables o híbridos, desplazando al
lector desde una posición de cercanía con el
investigador -que en el relato clásico se
mantenía claramente postulada, ya sea por
identificación con su figura y misión como
por la competencia intelectual que eventual­
mente se ponía en juego- a una poco con­
fortable proximidad con las esferas de las lugar se reveló como especialmente inquie­
víctimas o los criminales. El mundo del thri­ tante, apto para el escalofrío. Fue la lección
ller es consustancial a una angustia estética temprana que dio, en pleno surgimiento de
que convoca a cierta dimensión fóbica del los thrillers literarios, la cinematografía mu­
policial, y lo conecta con un terror sordo que da de Alfred Hitchcock.
el cine convirtió en una construcción privile­ Si releemos la descripción de la "historia
giada, aprovechando la habitabilidad propia del sospechoso detective" que delineaba To­
del cine clásico. Si desde los tiempos de dorov, podremos percibir claramente la matriz
Griffith se acostumbraba armar una película básica de buena cantidad de relatos hitchcoc-
en torno de los espectadores, ofreciendo al­ kianos. No sería exagerado consignar que La
bergue a una historia y acceso a un lugar bestia debe morir, Si muero antes de des­
tan movedizo como privilegiado para sus es­ pertar y No abras nunca esa puerta, más
pectadores, con la llegada de los thrillers ese allá de sus particularidades, muestran intere­
santes proximidades con los recursos utiliza­
dos por Hitchcock desde su período mudo,
como veremos en el análisis particular de ca­
da caso. Pero la narrativa literaria escogida co­
mo fuente también tuvo su responsabilidad
en la apertura de estos mundos ficcionales.
Los tres filmes se insertan en cierta corriente
internacionalizadora que, desde la década an­
terior, se reconocía como frecuente en el cine
argentino. Escenarios vagamente británicos
en el film de Viñoly Barreto, o interiores urba­
nos o campestres de carácter algo inespecífi-
co en el caso de Christensen, aunque apega­ Si muero antes de despertar
dos a Buenos Aires por algún detalle de las C a r lo s H u g o Christensen
costumbres o uniformes, o por la escueta re- - 1952
A pen a s un d e lin c u en te ferencia a un tango. En esa tendencia a diluir
H u g o F r e g o n ese - 1 9 4 9 cualquier rastro de color local en la recreación
de relatos que hacían imaginar otras latitudes,
estos thrillers argentinos se encuentran en las
antípodas del realismo que entonces domina­
ba la corriente central del policial local. Eran
años donde las complejas descripciones del
crimen urbano o rural que ensayaba la ficción
en el cine argentino, con referencias específi­
cas a datos de la actualidad y una buena do­
sis de ánimo aleccionador, reforzaban el valor
y solidez de las instituciones y el necesario
castigo al delincuente. Como analiza Clara
Kriger en su examen del cine policial entre
1946 y 1955, la trama imaginaria en la que se
tiende la mayor parte de los policiales de en­ de no haber cometido falta alguna, están do­
tonces posee un elevado índice de realismo tadas de una blancura turbia. Como en el me­
destinado al refuerzo de los poderes del Esta­ lodrama, el policial -especialmente el de la
do en la represión del delito (Kriger, 2001). En vertiente del film noir, del que toma algunos
ese contexto, piezas como las que nos ocupan recursos- concentra sus poderes en la puesta
forman lo que, acaso, sea episódico para con­ en escena más que en los argumentos. Por
siderarse como contracorriente, pero que re­ ello, el estilo de los filmes que comentaremos
sulta interesante tomar en cuenta como un es tanto o más responsable que sus historias
retorno de lo reprimido en el policial argenti­ del mundo que proponen a sus espectadores.
no de la época. En ellas hace eclosión la des­ Por otra parte, ese mundo no se genera ni
confianza hacia las fuerzas de seguridad, la agota en el cine, como lo revela la existencia
condición externa asignada al criminal, la ino­ literaria de las ficciones populares en las que
cencia cristalina de las víctimas, que a pesar están inspirados. Aunque el tema exceda los
límites de nuestro trabajo, en sus días confi­
guró un apretado entramado con la radiofo­
nía, de lo que da cuenta el estudio de Kriger
y que, en otras latitudes, ha permitido anali­
zar al policial en conexión con otras formas
narrativas, del espectáculo y la cultura de ma­
sas y como modelador de cierta sensibilidad
que atravesó medios y prácticas, impregnó el
estilo de toda una época y hasta trascendió
fronteras nacionales en busca de cierto inter­
nacionalismo (Naremore, 1998). Los años do­
rados de la ficción policial en el cine argenti­
no también lo fueron de la literaria en ese
F u e r a de la le y mismo género. Según Donald Yates, el apo­
M an u el Ro m ero - 1 9 3 7 geo de ventas de relatos policiales se inicia en

/«7
1948 y abarca hasta 1953 (en Lafforgue y Ri­ kespeare hasta contemporáneos como Clau-
vera, 1977:15). No obstante, y sin ignorar del. No resulta extraño que, inmerso en el po­
esas conexiones que seguramente habrán si­ licial, tomara como fuente literaria a La bes-
do determinantes para el espectador de la tia.debe morir, de Nicholas Blake.
época, en una trama a la que unos años más Según recuerdan Lafforgue y Rivera, la
tarde se agregaron los relatos televisivos, aquí novela de Blake fue el primer número de la
centraremos nuestra mira en el cine y su arti­ colección "El Séptimo Círculo", editada por
culación con la literatura de masas, buscando Emecé y cuyos creadores fueron Jorge Luis
desbrozar algo de la complejidad que estos Borges y Adolfo Bioy Casares: "[...] El Sépti­
textos manifiestan, no reductible a la discu­ mo Círculo -que ya se diferencia de las ante­
sión sobre sus argumentos, sino también riores colecciones por esta sola denomina­
atendiendo a las formas en que se hicieron ción, de origen indudablemente culto- ras­
ver y oír, modelando la imaginación de una treará las novedades de las editoriales londi­
época. nenses y neoyorkinas más conspicuas y las re­
Por razones expositivas, nos dedicaremos comendaciones del Times Litterary Supple-
a cada uno de estos tres casos extraños no en ment, y se moverá dentro de las pautas de la
el orden de su estreno, sino de acuerdo a los novela-problema, de lo detectivesco conside­
aspectos destacables en la configuración de rado como remate de una ingeniosa literatu­
un posible thriller argentino: primero la pelí­ ra de evasión [...] los animadores de El Sépti­
cula de Viñoly Barreto, luego las dos de Ch­ mo Círculo pondrán especial énfasis en seña­
ristensen. Luego llegará el turno de las con­ lar que Nicholas Blake es el seudónimo del
clusiones parciales. Como en los más negros poeta británico Cecil Day Lewis, que Michael
casos de la criminalidad ficcional, algunas Innes oculta un trazo de la personalidad del
preguntas insistirán en perdurar, aguijonean­ especialista en literatura inglesa J. I. M. Ste-
do las inteligencias de quien quiera indagar­ wart, o que tal 'alias' cifra el nombre de al­
las. gún eminente historiador, astrónomo, profe­
sor de matemáticas o egiptólogo de la Uni­
La bestia debe morir versidad de Oxford." (Lafforgue y Rivera,

Román Viñoly Barreto fue un director des­


parejo y extraño, apto tanto para la desazón
como para el descubrimiento. Superó una in­
fancia y juventud sumamente difíciles y llegó
a doctorarse en Filosofía. En su país natal,
Uruguay, había puesto en escena ballets y
óperas. También dedicado a la escritura, pu­
blicó un libro sobre San Francisco de Asís y
tradujo el Misal Romano, actividades enmar­
cadas en un estudio vitalicio de los escritos de
la tradición católica. Sensible promotor de
formas "altas" de la cultura, fue el iniciador La bestia debe m orir
de la agrupación "Ars Pulchra", cuyo catálo­ Rom án V iñ o ly B a rre to -
go abarcaba clásicos desde Calderón y Sha­ 1952

15»
L a bestia debe m orir Menta e Hidalgo confrontan sus personajes)
Rom án V iñ o ly B a rre to son llamativamente fieles al relato original. Y
- 1952 salvo cierto ordenamiento diferente en los
acontecimientos del film respecto de la nove­
la, La bestia debe morir se convierte en un
notable ejemplo de transposición -que acaso
fue más cercana en cuanto a la estética- que
puede cotejarse con interés con la magistral
versión que, explorando los costados más na­
turalistas y descarnados del relato, filmó
Claude Chabrol (Que la béte meure, 1969).
El thriller de Blake, con su cita del Eclesias-
tés en el mismo título, parecía a medida de los
asuntos que, si bien aparecían en sus películas
de modo irregular, aparentemente obsesiona­
ban al director. En las películas de Viñoly aso­
ma, dentro de los mundos más diversos, una
1977:23-24). La bestia debe morir, con clara inclinación por el estudio de los proble­
erudita traducción de J. R. Wilcock, inauguró mas del mal (que seguramente concebía co­
la colección en 1945, y aunque no encaje mo Mal, con mayúsculas) y de la culpa. Para
particularmente en la novela de enigma que esta historia, donde un escritor de relatos po­
dominó la primera época de la colección -era liciales (Frank Cairnes/Felix Lañe, interpretado
precisamente un elegante y algo trabajoso por Narciso Ibáñez Menta) arma una trama
thriller al modo británico, de acuerdo a lo criminal para vengar el asesinato de su hijito a
propuesto por la tipología de Todorov- sí evi­ manos de un automovilista que lo dejó morir
dentemente iba de maravillas con las aspira­ al borde de la ruta, Viñoly diseña escenarios
ciones de Viñoly Barreto. Cecil Day-Lewis era claramente británicos, donde los personajes
traductor de las Geórgicas de Virgilio y poeta deambulan ociosamente en su camino hacia
de la corona, alguien con quien el relato po­
licial podría aspirar a los lauros culturales más
elevados, si bien al precio de ser considerado
un exquisito ejercicio entre intelectual y esté­
tico. El proyecto de La bestia debe morir
fue gestado por Viñoly en el marco de una
asociación con Narciso Ibáñez Menta, en una
producción de Esmeralda Films. Ambos tra­
bajaron conjuntamente en un guión que de­
jaba amplio espacio a las performances de
Ibáñez Menta y de quien entonces era su mu­
jer, Laura Hidalgo. Extrañamente, lo que el
E l vam piro n e gro espectador desprevenido podría considerar
Rom án V iñ o ly B a rre to como exceso de teatralidad en algunos pasa­
- 1953 jes (especialmente aquellos en los que Ibáñez

/«7
la fatalidad, en los que no sería un despropó­ E l vam piro n e gro
sito imaginar ciertas cercanías con los parajes Rom án V iñ o ly B a rre to
europeos imaginados desde Hollywood en - 1953
Rebeca (1940), de Alfred Hitchcock.
A diferencia de la novela de Blake, que
comienza con la certeza de un crimen futuro
y de la identidad del asesino, con un Cairnes
que confiesa en su diario: "Voy a matar a un
hombre. No sé cómo se llama, no sé dónde
vive, no tengo idea de su aspecto. Pero voy a
encontrarle y lo mataré." (Blake, 1981:663),
el film de Viñoly comienza con una escena
grupal explosiva, de carácter francamente in­
fernal. Una disputa violenta, protagonizada
por el patriarcal villano George Rattery (Gui­
llermo Battaglia en la cúspide de su poder pa­ vitables segmentos en que Narciso Ibáñez
ra ser insultante por mera presencia) y una Menta se apodera de la escena con su bate­
muerte por envenenamiento en plena mesa ría de gestos y maquillajes, y que queda po­
familiar. De modo notable, el arranque mis­ tenciada por la admirable fotografía de Al­
mo de La bestia debe morir presenta la co­ berto Etchebehere, que en los pasajes noc­
rrosión de todo un imaginario patriarcal con­ turnos apela al contraluz para resaltar los cos­
sagrado por la tradición del cine predominan­ tados diabólicos de su intriga, muy especial­
te argentino, con la coartada del género y el mente en la secuencia que lleva a la muerte
prestigio de su fuente literaria. Como ocurrió al pequeño hijo de Cairnes. Por otro lado, su
con los filmes de Christensen inspirados en galería de malvados (toda una familia perver­
desgarrados relatos de William Irish, lo que sa, que aparte del de Battaglia posee los ros­
allí comienza es la historia de soledades abso­ tros de Milagros de la Vega, Nathán Pinzón y
lutas, que la fatalidad convoca a la cercanía Beba Bidart, entre otros, acechando en con­
del crimen. Cairnes/Lane está doblemente junto a una torturada Laura Hidalgo) hacen
destruido por una doble pérdida: primero la de este thriller -a pesar de su final poético
de su mujer, sólo atenuada por la presencia que apela a una especie de triunfo y despedi­
de su hijo. Pero con la muerte del pequeño da de su protagonista, que se pierde con su
sólo quedará el deseo de reparar el daño me­ dinghy en el horizonte marino- un verdadero
diante la venganza, lo único más fuerte que descenso a los infiernos muy digno para los
el impulso de autoaniquilación. Rattery co­ condenados al séptimo círculo del Dante.
manda una caterva de personajes resbalosos No podemos dar por concluido nuestro
que anticipa claramente la demolición de la comentario sobre La bestia debe morir sin
familia burguesa que Chabrol convirtió en hacer una breve alusión a otro thriller cerca­
programa a lo largo de su filmografía. Pelícu­ no, también dirigido por Viñoly Barreto. El
la de negrura extrema, La bestia debe mo­ vampiro negro, levemente por fuera de
rir se apoya en una narrativa apretada, con nuestro estudio porque no se inspira en una
gran sentido del tiempo y de los mecanismos fuente literaria sino porque es una destacable
del suspenso, que no se resiente por los ine­ remake del film de Fritz Lang (M, 1931), y

I
A LA DERECHA Y ABAJO porque ancla sus referencias en una tradición
Reportaje en el infierno más estrictamente cinematográfica, la de la
Rom án V iñ o ly B a rre to - 1959 herencia del expresionismo (en ese sentido
resulta mucho más concientemente expresio­
nista que el original languiano) merece un
ensayo aparte, que realmente le estamos de­
biendo. Aunque era una de las cumbres esté­
ticas del cine de su época en la Argentina, la
crítica de estrenos no dejaba de plantear las
acostumbradas suspicacias: el matutino La
Prensa consideraba a la labor cumplida por
los responsables del film como "... muy esti­
mable, aunque la hubiéramos deseado em­
pleada a otro temas que lo merecen más."
La bestia debe morir sí mantiene estre­
cha cercanía con otro proyecto de Viñoly, Re­ como simplemente la "cola" de lo que se ha­
portaje en el infierno, filmado en 1951 bía filmado. Según todos los datos, Reporta­
aunque sólo estrenado en 1959. Inspirado en je en el infierno, fue la última película estre­
una novela de Abel Mateo (cultor local y con­ nada por los Estudios Lumiton, una experien­
secuente de la novela-problema al estilo bri­ cia crepuscular al extremo. Estudio sobre la
tánico) y con guión del mismo Viñoly Barreto, locura real y la simulada, ha sido siempre ra­
este film narra la historia de un periodista ra hasta lo inhallable, y sus situaciones de ex­
afectado por una incontenible obsesión que traña lógica y encadenamiento pueden atri­
lo lleva a la internación en una clínica psiquiá­ buirse a la mutilación denunciada.
trica que es escenario de varios crímenes.
Cuando se produjo su estreno en una versión No abras nunca esa puerta
notablemente cercenada, de escasos 72 mi­
nutos, el escritor repudió lo que consideró En su balance histórico-crítico del policial
argentino, Mabel Tassara encuadra a No
abras nunca esa puerta dentro de la tradi­
ción del film no/'r (Tassara, 1992:156). Si bien
es cierto que, en cierto sentido, el estilo visual
y la iconografía del film puede remitir a cier­
tas muestras sobresalientes -entonces con­
temporáneas- del cine policial negro, el mun­
do organizado por Christensen parece res­
ponder más bien a los códigos particulares de
ese thriller de transición, la historia de sus­
penso que enreda los lugares ciertos y difu-
mina las fronteras entre investigador, víctima
y criminal. Es ampliamente conocido que Ch­
ristensen ha sido -y no sin competencia en
un ámbito como Latinoamérica- un maestro
de ese género o modo mayor de la narrativa ce cargo de la evolución de personajes y
cinematográfica que es el melodrama. En un acontecimientos.
revelador ensayo sobre su cine, Carlos O. En estas dos películas inspiradas en rela­
García lo caracteriza con una frase inicial: "A tos de William Irish, Christensen parece optar
primera vista, el cine de Christensen aparece por un cambio de paso en cuanto a asentar
como un cine de grandes momentos". Y esos su destreza no tanto en la explosión de esos
pasajes pertenecen a la cultura del desborde grandes momentos, sino en la ingeniería del
que es propia del melodrama, amante de las relato, la tensión temporal en la espera de lo
intensidades extremas. No obstante, hay otra inevitable y la opresión de los personajes me­
clave, no menos determinante, que el mismo diante los espacios y situaciones dramáticas.
ensayo no deja de señalar, cuando alude a Pocas veces el cine argentino ha indagado en
uno de sus melos clave: "En La trampa el pesimismo terminal, la claustrofobia y lo si­
(1949), Christensen imita al Hitchcock de La niestro como en estos filmes, en cuyo origen
sospecha y de Rebeca." (García, 1992:58). literario encuentra un gran universo narrativo
El exceso en la puesta a lo Douglas Sirk, pero predispuesto en ese sentido.
regulado con la precisión temporal y el mane­ Así define Donald Yates a las historias de
jo del suspense de un Hitchcock. Grandes mo­ Woolrich: "Esos relatos de hombres y muje­
mentos, pero con los tensos tiempos de una res inocentes y bien intencionados que se
espera fatal. Sin duda, estas películas de Ch­ veían atrapados en algo que nunca habían
ristensen muestran en su esplendor, sólo co­ buscado, previsto o merecido, mantenían en
mo el thriller y el film noir parecen permitirlo, vilo a sus lectores y, en medio de las coinci­
cómo el melodrama parece consistir en un dencias y circunstancias más traídas de los
modo más que en un espacio genérico clara­ pelos, de alguna manera la situación en que
mente delimitado, que atraviesa diversas se veían sus personajes producía una convin­
configuraciones de género pero que casa for­ cente sensación de verosimilitud y autentici­
midablemente con estas formas del relato dad." (Yates, 1993: 36). La biografía de
policial. Algo que desborda toda medida, es­ Woolrich parece asemejarse extrañamente a
pecialmente la impuesta por la razón, se ha­ la de uno de sus tortuosos personajes. Inicia­
do en las letras como émulo de F. Scott Fitz-
gerald, a mediados de los años '30, por razo­
nes que nunca han quedado del todo escla­
recidas se vuelca a la literatura pulp, escri­
biendo con su propio nombre y con los seu­
dónimos de William Irish (que había usado
como escritor de rótulos de cine mudo y dia-
loguista en los inicios del sonoro) y George
Hopley. Durante el resto de su vida vivió en
cuartos de hotel y subsistió malamente escri­
biendo para revistas, hasta su muerte en
1968. Los tres relatos que adaptan No abras
nunca esa puerta y Si muero antes de NO ABRAS NUNCA ESA PUERTA
despertar son de 1937. En ellos, la explora­ C a r lo s H u g o Christensen
ción del mal como fuerza que habita en el in- - 1952
terior de los personajes y que adquiere con­ noir, en nuestro medio sus relatos se publica­
tornos de decidida inhumanidad, lleva a sus ron en colecciones diversas, desde el presti­
historias a delinear una lucha que roza los fi­ gioso El Séptimo Círculo y la cercana serie
los de lo trágico o del relato terrorífico. A di­ Evasión, de Hachette, hasta las más diversas
ferencia de la laboriosidad, el rigor de la es­ ediciones de kiosco. Los relatos que dieron
tructura narrativa y la lógica de los aconteci­ origen a las dos historias de No abras nun­
mientos que puede verificarse en la novela de ca esa puerta pueden ser considerados co­
Nicholas Blake, la estrategia de los relatos de mo una concisa introducción a su mundo,
Woolrich-lrish consiste en partir de una at­ mientras que la película se sostiene como una
mósfera que puede ser cotidiana pero que es de sus más ajustadas transposiciones a la
sólo una cáscara para la eclosión de una pe­ pantalla, en compañía de obras maestras
sadilla desatada a través de alguna falla, o también originadas en sus historias como La
por razones insondables. En otras oportuni­ ventana indiscreta (Alfred Hitchcock,
dades, el mismo comienzo se ubica en una si- 1954), de hitos ineludibles de la serie B -E l
hombre leopardo (Jacques Tourneur, 1943)
La t r a m p a 0 La dama fantasma (Robert Siodmak,
C a r lo s H u g o Christensen 1944) y hasta de alguna olvidada joya del
- 1949 melodrama policial como La mentira can­
dente (Mitchell Leisen, 1950), además de un
precedente nacional de interés menor como
El pendiente (León Klimovsky,1949)-. Abor­
demos una por una ambas historias.

1 - Alguien al teléfono

Un joven empresario (Ángel Magaña) des­


cubre que su hermana (Renée Dumas) está
en problemas por deudas de juego. Ambos
viven solos en un piso lujoso, mientras sus
padres realizan un largo viaje por el exterior.
tuación infernal: una condena a muerte o El joven intenta ayudar a su hermana, pero
una situación de violencia insostenible. La pa­ ella solamente calla y llora; todo indica que
ranoia y la carrera contra el tiempo, unidas a está siendo extorsionada por un prestamista
un claro sentido de la fatalidad, hacen de sus (Nicolás Fregués), quien la llama por teléfono
relatos experiencias por momentos asfixian­ mediante una contraseña. Cinco timbres,
tes. Woolrich no teme partir de lugares co­ cuelga y llama de nuevo. El joven la presiona
munes, hasta de estereotipos, pero busca para que señale al extorsionador, pero en lu­
arribar, a través de ellos, a un pesadillesco gar de eso la hermana se arroja por la venta­
sondeo de lo más oscuro de las relaciones en­ na de su piso a la calle. La historia se convier­
tre sus personajes y de sus psicologías tortu­ te en el relato de una venganza: ahora se tra­
radas. ta de encontrar al extorsionador, a partir de
Bastante más difícil de encasillar que los las escasas pistas que ha dejado en una bol-
maestros del policial de enigma o del román te. Cuando el joven, armado de su revólver,

f ™7
encuentra al prestamista, lo elimina y cree NO ABRAS NUNCA ESA PUERTA
haber vengado a su hermana, sólo para vol­ C a r lo s H u g o Christensen
ver a su casa y encontrar que ese "alguien" - 1952
todavía acecha al teléfono.
El tiempo de este relato, como el de los
otros dos que conforman esta trilogía de Ch­
ristensen, es el de la repetición. Las cosas ocu­
rren de a dos o en series: el tiempo rememo­
rado de la infancia y el de la adultez, las visitas
a la boite, las discusiones entre hermano y her­
mana, los llamados del misterioso acosador.
La lógica de Alguien al teléfono está
dominada por una red que se cierne sobre
sus protagonistas. Ya lo estaba en el relato
originario, pero en el film se redobla. Cual­
quier objeto es, en el cine de Christensen, un
signo, y designa la presencia de lo ominoso.
Los escenarios de Gori Muñoz reproducen,
en su paroxismo de lo "moderno", el escena­
rio de tanta comedia brillante, pero aquí asig­
nado a un drama asfixiante; hasta el teléfono
de donde provienen los llamados, desde su
mesita aerodinámica, se asemeja a un extra­ escenas de alcoba. Los mismos celos y arre­
ño arácnido acechante. De punta a punta, al­ batos que Ángel Magaña extiende sobre Re-
go malsano rezuma esta historia cuando Ch­ née Dumas enturbian toda relación fraternal
ristensen presenta a esos hermanos como e instalan una dosis de incomodidad, de ex­
una pareja, que a pesar de la letra que reci­ pectativas sinuosas para el espectador.
tan son filmados con los códigos usuales en Por otra parte, la elegancia de la boíte, la
biblioteca acogedora, los interiores amplios,
lujosamente iluminados, parecen tener la con­
dición inexpugnable de una prisión en la que
su protagonista quedará atenazado por toda
la eternidad, salvo que opte por su propio fin.
Bajo el título del cuento, se observa en la
apertura de este mediometraje una enigmáti­
ca acotación: "La angustia". La siguiente po­
see otra pequeña leyenda: "El dolor"

2 - El pájaro cantor vuelve al hogar

Una anciana ciega (llde Pirovano) espera a E l pendiente


su hijo luego de largos años de que éste par­ León K lim o vsky
tiera de su casa, sin haber retomado contac- - 1949

fnj
A LA DERECHA Y ABAJO to. En ese tiempo, el hijo (Roberto Escalada)
Sa fo se ha convertido en un peligroso criminal,
C a r lo s H u g o Christensen - apodado "El Pájaro Cantor" por su tendencia
1943 compulsiva a silbar su tango preferido,
"Uno". Escapando de un asalto fatal a una
tienda de antigüedades en el que mataron a
un comerciante y quedó herido un cómplice,
el Pájaro Cantor vuelve al nido materno, pero
sólo para refugiarse con sus secuaces. La an­
ciana cree al principio que ha recuperado a su
hijo, sólo para convencerse poco más tarde de
que ése a quien alberga en su casa es alguien
muy diferente al joven que recordaba. En ple­
na oscuridad, la mujer emprende un plan,
ayudada por su sobrina, para enfrentar al mal
que ha invadido su hogar con la presencia de mente el cine que se consideró más trans-
su hijo. Y tal vez sospecha que algún modo de gresor de la época, sostuvo el punto de vis­
redención es todavía posible. ta más conservador. Esta moneda de dos ca­
Este segundo episodio de No abras ras también se verifica en los melodramas
nunca esa puerta acaso lleve a su extremo policiales, donde Christensen utiliza la ico­
una paradoja presente en varios ejemplos nografía propia del cine negro norteameri­
del policial clásico argentino, pero que esta­ cano (escenografías urbanas iluminadas por
lla literalmente en la cinematografía de Ch­ contrastantes luces y copiosas lluvias que
ristensen. En ese aspecto sostiene Clara Kri- obligan al uso del infaltable piloto), pero
ger, relacionando sus melodramas con sus mantiene la vigencia de un universo narrati­
filmes de suspenso : "En todos los casos la vo dicotómico anulando toda ambigüedad
condena cumple con reafirmar la normativa entre ley y delito." (Kriger, 1997: 45). Esta
moral tradicional, por lo que paradójica­ consideración alude al despliegue melodra­
mático de películas como Safo (1943), al re­
lato criminal guiñolesco de La muerte ca­
mina en la lluvia (1948) y a las que aquí
nos ocupan. Más allá de sus diferencias, es
interesante observar que, a pesar de la clara
división entre el bien y el mal, entre luz y os­
curidad de los guiones que Christensen es­
cribió con César Tiempo, Julio Porter o Ale­
jandro Casona, con mayor o menor interés
aleccionador, los valores tendieron a entre­
mezclarse o a acercarse a su contrario me­
diante el estilo de la puesta en escena. En el
thriller y el cine negro, luz y oscuridad son
objeto de una extraña transacción fílmica.
En El pájaro cantor... la oscuridad protege
y la luz sólo sirve para preceder al disparo ter" (CBS, USA, 1953), con Agnes Moore-
fatal. La fotografía de Pablo Tabernero, que head y Tom Drake.
en el anterior film se dedicaba a trabajar con
la clave baja propia del cine policial negro, Si muero antes de despertar
enfatizando los contrastes característicos de
la iconografía del relato criminal como el Con el título levemente más fiel al original
club nocturno (orquesta de jazz incluida) o de "Si muriera antes de despertar", la historia
el suntuoso piso en que se desarrolla el dra­ fue compilada en la célebre antología Los me­
ma entre los hermanos, aquí se dedica a ex­ jores cuentos policiales (Borges y Bioy Casa­
plorar la mayor cantidad de variantes posi­ res, 1962). Breve y algo lineal, es relatada por
bles en su evocación de las tinieblas. Par­ su protagonista, un niño de 11 años, en pri­
tiendo de un fragmento inicial que enfatiza mera persona. En el relato de Irish, el peque­
lo cotidiano e instala al espectador en la ño se halla más solo de lo que vemos en la pe­
percepción de la anciana ciega, mostrando
cómo se comporta en la casa que será esce­
La m uerte c a m in a en l a llu v ia
nario del acecho nocturno, luego se permi­
C a r lo s H u g o C h risten sen
te un juego de precisión como pocas veces
-1948
se ha visto en el cine argentino, de extraña
austeridad hasta en el pathos que demues­
tra la pasión de la madre. García considera
que este segundo episodio de No abras
nunca esa puerta se sostiene demasiado
en un sistema que lo acerca, con riesgos, a
un mecanismo de relojería. Es cierto que el
celo de Christensen por la evolución del re­
lato y la intrincación de la trama no llega
aquí a esos grandes pasajes de apoteosis.
Pero no obstante, creemos que es posible
encontrar, a partir del clisé de la madre sa­
crificada y del criminal irrecuperable, unidos lícula de Christensen, donde se lo presenta
a la necesidad del cumplimiento de la ley acompañado -si bien no demasiado com­
(piedra de toque del policial argentino, im­ prendido- por su familia, muy especialmente
placable reforzador del orden establecido), por su padre, el inspector de segunda Santa-
una torsión final que abre camino, con su na (Floren Delbene). En el film, la narración
criminal escabullándose silenciosamente en inicial en voz over, que compara la historia
la sombra, a ciertas dimensiones que luego con un cuento de hadas clásico, es de Chris­
no fueron siquiera insinuadas en la ficción tensen y Casona, que enfatizan las conexio­
policial de estas latitudes. Aquí bien podría nes que podría tener con una Caperucita Ro­
tratarse no sólo del retorno de lo reprimido, ja o un Hansel y Gretel, instalando al mons­
sino de su sigilosa liberación bajo la pátina truoso asesino serial en el lugar del Lobo Fe­
de una historia de redención. El mismo rela­ roz o la Bruja. Por un lado, el gesto parece re­
to de Irish fue llevado poco más tarde a la forzar el paternalismo típico del cine clásico
TV, en Lullaby - serie "Revlon Mirror Thea- argentino en su mirada hacia los niños, y por

p t j
I

el blanco de la luz solar, las paredes encala­


das de la escuela y los guardapolvos, no es
precisamente acogedor. Como ha detectado
García con precisión: "Se percibe la intención
de describir ese mundo como un pequeño
paraíso, pero al mismo tiempo se destaca el
aspecto siniestro (en todos los sentidos del
término) del mismo. En primer lugar, el ámbi­
to de la escuela: los chicos son continuamen­
te encuadrados a través de barrotes o puer­
tas enrejadas, en composiciones que legíti­
mamente pueden ser calificadas de expresio­
nistas. La oración en el pizarrón, que los chi­
cos deben copiar en sus cuadernos; las maes­
tras y maestros intachables; el juramento in­
fantil que compromete al héroe por el resto
de sus días; las rondas; los guardapolvos
blancos; las pesadas columnas, y los macizos
árboles -que parecen extender sus brazos
protectores- son decididamente opresivos.
A rm iño N eg r o otro, enrarece más aun el mundo que se Por fuera de las rejas que delimitan la escue­
C a r lo s H u g o C h risten sen apresta a delinear, despegándolo definitiva­ la, aguarda la bestia. En la casa, poblada de
-1953 mente de cualquier retrato realista -a pesar sombras, la empalagosa dulzura de la madre
de algunas mínimas referencias a la Argentina y la severidad blanda y ridicula del padre."
de entonces- para postularlo en un terreno (García, 1992: 61). La ronda y los juegos in­
casi abstracto para el combate entre el bien y fantiles no son menos mecánicos que la cale-
el mal, o bien lo angelical y lo demoníaco. sita, así como los niños que no pertenecen a
El niño Luis (Lucho) -Ernesto Zavarce, la trama macabra que los liga al monstruo
aquel de La balandra Isabel llegó esta tar­ tampoco dejan de ser casi muñecos impulsa­
de (1949) y que volvió a actuar para Chris­ dos por un motor anónimo, con tanta con­
tensen en Armiño negro un año más tarde, ciencia como los que giran en la calesita. Lu­
en ese momento era un púber- es el prota­ cho es distinto: teme, sueña y desea. El obje­
gonista de este thriller que deliberadamente to de su temor es el extraño, apodado en una
se presenta, desde el mismo comienzo, como conversación familiar que no debería haber
un cuento de hadas negro. El universo en que oído como El Lunático, y que le ocasiona una
transcurre Si muero antes de despertar tie­ pesadilla. Lo siniestro, que había sido puro
ne dos caras diferenciadas: una diurna, la de fuera de campo en Alguien al teléfono y
la calle, el parque con la calesita y sus cami­ acecha desde un lugar indeterminado fuera
nos sinuosos, y la escuela; la otra, nocturna, de la casa, y en El pájaro cantor... amenaza
pertenece a la casa paterna y los informes su­ desde fuera del cuadro de la pantalla o en las
burbios donde reina el monstruo. Dos regí­ penumbras de una casa oscurecida, es algo
menes diferentes pero complementarios. De que aquí se encarna en una figura a contra­
todos modos, el ámbito diurno, regulado por luz, de carácter casi demoníaco. Este asesino
es el Cuco de los cuentos infantiles, el Hom­ NO ABRAS NUNCA ESA PUERTA
bre de la Bolsa armado con una navaja enor­ C a r lo s H u g o Christensen
me, alguien que se propone explícitamente - 1952
como un demonio que desafía al mismo Dios
que sus víctimas invocan. Una secuencia oní­
rica con iconografía típica del thriller psicoló­
gico revela el repertorio, entre carcelario e in­
fernal, en que se desarrolla la vida de Lucho.
Christensen insinúa que la prisión se cierne
sobre él y que no sólo aguarda al asesino. En
la mejor tradición expresionista, la pesadilla
será mayor cuando despierte; y el tramo oní­
rico del film está para revelar que lo que ocu­
rre en la vida diurna pronto tendrá los contor­
nos de un sueño peor. Trauma y presagio: víc­
tima, detective y victimario se contaminan
mutuamente, como lo requiere el thriller.
Un detalle inquietante instala un esencial
punto de vacilación sobre la condición ange­
lical del pequeño Lucho en el film. Obsesio­
nado por el Lunático, al que imagina como instintos asesinos y vagamente lascivos, en
una entidad simiesca, un animal guiado por un momento ve en la vidriera de una tienda
el dibujo de un mono, y luego confronta su
propio rostro enmarcado en un espejo. Te­
mor y deseo hacen aquí a la doble cara de
lo siniestro, devuelta a Lucho como contra­
partida de ese presunto paraíso regulado
que es el mundo del colegio y de la casa,
que a pesar de todos los esfuerzos lejos es­
tá de protegerlo, incluso hasta de verlo o es­
cucharlo.
Maestras, directivos, padres, médicos,
policías... el mundo íntegro de los adultos
apenas conduce sus asuntos y de modo abs­
tracto o declamatorio se preocupa por los ni­
ños, pero no advierte ningún signo de lo que
ocurre, salvo cuando el teléfono informa lo
ya consumado: alguien desaparece o un
cuerpo infantil aparece bajo una pila de pa­
peles y desechos. Lucho grita, se afiebra, pe­
ro nada se activa para salvar a la próxima víc­ NO ABRAS NUNCA ESA PUERTA
tima. Ya hemos señalado que el de Christen­ C a r lo s H u g o Christensen
sen es un mundo de signos. Aquí, la deses- - 1952

p 7 j
perada organización de ellos en camino a la que, por otra parte, tal vez no pueda detener
casa del Monstruo permite el rescate a últi­ en una lucha frente a frente, proponiéndose,
mo momento, pero en el trayecto al momen­ en todo caso, como una nueva víctima pro­
to culminante del film (mudo, como ocurre piciatoria.
en El pájaro cantor... cuando asistimos a Como en los dos episodios de No abras
las maniobras de la anciana madre ciega pa­ nunca..., en éste los adultos del género mas­
ra neutralizar al dúo de delincuentes en su culino padecen alguna forma de impotencia,
casa; acaso los momentos más intensos del se ven ante la quiebra, ante la pérdida de una
cine mudo argentino, un brillante mudo tar­ plenitud que es transferida, en los instantes
dío, filmado en 1951) los botones que Lucho cruciales, a seres que en apariencia están dis­
va dejando remiten a los clásicos cuentos in­ minuidos. En ese sentido, el inspector que in­
fantiles, mientras que las marcas de tiza que terpreta Delbene es casi un caso ejemplar. Así,
dejó su amiguita Julia, así como las huellas la anciana ciega de El pájaro cantor vuelve
en el barro, lo instalan como avezado inves­ al hogar y el niño Lucho en Si muero antes
tigador en busca de indicios, tras las huellas de despertar deberán enfrentar sin dudar, y
del crimen. La anciana y el niño son figuras absolutamente solos, a la muerte en el límite
cruciales e inquietantes para ese detective de sus fuerzas. Si al final se salvan, no es se­
improvisado y urgente que abunda en el th- guro que fuese por una causa firme, sino por
riller, más acuciado por evitar la muerte si­ los designios de un azar que esta vez les ha
guiente que por descubrir a un asesino al permitido ahuyentar el mal.

Si muero antes de despertar


C a r lo s H u g o Christensen
- 1952

f n ]
Iz q u ier d a
E l v a m pir o n eg r o
R o m á n V iñ o ly B a r r eto
- 1953
D erecha
N o a b r a s n u n c a es a puerta
C a r lo s H u g o C h risten sen
- 1952

El crimen y sus huellas: conjeturas finales la experiencia de los espectadores. Con su po­
lítica del escalofrío y su estética del sobresalto,
El análisis a corta distancia de las películas el film de suspenso fue un verdadero labora­
siempre está abierto a las sorpresas. Ya es his­ torio para espectadores, mientras que la an­
toria conocida que incluso en el sistema de es­ gustia que no cesaba de convocar abría cami­
tudios, ciertas marcas autorales parecen im­ nos para una inquietud moderna. Acaso lo
poner su consistencia en las películas de direc­ más clásico que encontremos en piezas como
tores cuyo dominio de la puesta en escena im­ las que aquí sometimos a escrutinio hayan si­
prime sus formas en los marcos propuestos do sus lecturas en busca de lo previsible, des­
por la política de distintas empresas cinemato­ de una perspectiva más bien dispuesta a en­
gráficas, o hasta por las letras fuertemente contrar lo que ya se había visto o dicho sobre
signadas por guiones con claras aspiraciones ellas. No ha sido nuestro propósito adherir
literarias o teatrales. Pero esta aproximación a una nueva etiqueta a estos tres casos extra­
un policial argentino influido por la estilística ños, sino más bien examinarlos a partir de las
y las matrices narrativas del thriller también premisas que ellos mismos parecen haberse
permite examinar los gérmenes de moderni­ propuesto, e interpretar solamente algunas
dad que se instalan en el seno del cine clási­ de sus significaciones posibles, invitando a la
co. Queda pues, por último, otra conclusión: gozosa posibilidad de reverlos y seguir descu­
la evidencia de lo poco dasicistas que son al­ briendo nuevos matices en ellos.
gunos de los presuntos clásicos. Esto, que Así como en otras latitudes el sistema del
puede observarse en el cine hollywoodense, cine de estudios ha sido claramente permea­
¿por qué no sería así en el caso del cine ar­ ble a algunas opciones de transgresión regu­
gentino? Viñoly Barreto y Christensen, por sus lada, Viñoly Barreto y Christensen supieron
irregularidades, por los desafíos impuestos al tensar elegantemente tanto la superficie co­
relato y su representación, son exponentes mo la misma estructura del sistema, provo­
claros de cómo ciertos indicios de moderni­ cando algunas torsiones que manifiestan zo­
dad se asoman, en plena vigencia del sistema nas oscuras, aptas para una lectura que abre
de estudios y dentro de los marcos genéricos, camino a algunos sentidos latentes en el ima­
para renovar y proponer nuevos horizontes a ginario del policial clásico argentino.

fnj
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La música en el cine argentino

Por Desde sus comienzos, el cine fue un espectá­ la esquina de Corrientes y Maipú, Carlos Gar-
Mariana de Tomaso culo sonoro. No sólo por el ruido del proyec­ del y su guitarra acompañaban a Mary Pick-
tor o por el alboroto del público ante la nove­ ford. Probablemente, como en la actualidad
dad, sino porque la música siempre lo tempe­ postula Mauricio Kagel, cualquier música
ró. En su completo trabajo El tango en el ci­ acompañaba cualquier imagen. Y a pesar del
ne, Jorge Miguel Couselo escribe: "La histo­ listado de los éxitos clásicos sugeridos por las
ria habrá comenzado desde algún piano y no distribuidoras, las películas sonaban cada vez
es difícil imaginar contrasentidos resultantes distinto. Por otra parte, desde los primeros cor­
de las travesuras de ejecutantes agobiados tos de los pioneros, a comienzos del siglo XX,
por la rutina". Ser músico acompañante en el se intentó la correspondencia y sincronización
cine mudo era para algunos, tener "'rebus­ entre imagen y sonido para filmar el tango-
ques' no siempre confesados". En otros ca­ danza y el tango-canción. Primero se grababa
sos, eran orquestas mayores. Couselo cita a el disco, luego se filmaba al actor gesticulando
García Jiménez: "La inclusión de orquestas tí­ las letras y después se sincronizaban el proyec­
picas en los cines originó una dualidad de in­ tor y el fonógrafo. Muchas cintas salían al rue­
terés en los espectadores, que se convirtieron do sin fonógrafo. En algunos casos se comple­
en oyentes atentos y adelantaron para nues­ mentaba la proyección con el canto en vivo.
tro país una peregrina sonoridad acompa­ Con el cine sonoro y la inscripción del so­
ñante de la cinematografía, que, las más de nido en la película mediante el sistema Movie-
las veces, resultaba contraproducente por el tone, las orquestas abandonaron los fosos.
evidente divorcio entre la imagen de la pan­ Aparecieron en pantalla un tiempo y, final­
talla y el sonido del palco orquestal." mente, pasaron a la invisibilidad. Desde enton­
Para más datos agrega: La muchacha de ces, existen distintas concepciones sobre la
arrabal (José A. Ferreyra, 1922) se acompaña­ música en el cine. Unas se apoyan en el encan­
ba con la orquesta de Roberto Firpo en el foso tamiento del espectador, otras, en el distancia-
del escenario del cine Esmeralda; en el Select miento o el contrapunto con la escena, otras
Lavalle o en el Real Cine se podía escuchar a juzgan que la mejor música cinematográfica es
Julio De Caro; a Anselmo Aieta en el Para- la que no se escucha, o que el silencio es el
mount, el Electric o el Hindú, con el piano de verdadero invento del cine sonoro. En muchas
Ángel D'Agostino y el violín de Juan D'Arien- producciones del cine nacional no fue necesa­
zo; a Francisco Lomuto en el Select Suipacha; rio acudir a la música para salvar "el efecto de
E l a lm a del bandoneón a Vardaro-Pugliese en el Metropol. Según el agujero" que se produce ante el cese de diálo­
M ario S o ffici - 1935 testimonio de García Jiménez, en el Empire de go, porque los diálogos no cesaban nunca...

/^7
Por lo general, el estudio de la música en suerte y aun involuntariamente, siempre for­
el cine se aborda desde distintos campos. La ma parte de un entramado.
música en sí misma, no como integrante del Michel Chion define en sus libros La mú­
conjunto de signos que conforman el lengua­ sica en el cine, y La audiovisión una actitud
je cinematográfico, o bien desde las teorías perceptiva específica: la audiovisión. Según
de la imagen en las que el sonido y la música sus investigaciones, lo sonoro y lo visual se in­
ocupan un lugar menor. fluyen mutuamente en la combinación au­
Pocho Agustín Leyes, que compuso con diovisual: no se ve lo mismo cuando se oye y
Luis María Serra la partitura para Juan Mo- no se oye lo mismo cuando se ve. En ello sus­
reira (Leonardo Favio,1972), relata en una tenta su teoría del valor añadido: la música
nota publicada en el diario Clarín el 8/10/75: agrega valor a la imagen, le aporta informa­
"Con Babsy Torre Nilsson, con quien hice El ción, emoción o atmósfera, y a su vez, ella
adquiere nuevos sentidos en la combinación
con los demás elementos del film.
En nuestro país, el campo de la música en
el cine está poco explorado. Bastaría con to­
mar las historias canónicas del cine y pregun­
tarse cómo suenan las películas citadas para
comenzar a indagar. Luego, se podrían ras­
trear, como en el interior de un film, leit mo-
tiv, puentes, transiciones o rupturas, abstrac­
ciones, cadencias, silencios, en recorridos dia-
crónicos, sincrónicos, o ad libitum. No hay un
estudio sistemático sobre el tema. Para ser
precisos, se trata de un campo por construir,
susceptible de ser delimitado según diversos
criterios. Este trabajo pretende acercar algu­
nos apuntes para futuras investigaciones. Los
fragmentos del corpus de películas que se
mencionan se han seleccionado en función
de algún rasgo particular ligado a la presen­
E l a l m a d el b a n d o n e ó n pibe cabeza no quiero volver a trabajar cia de la música en el cine. Puede haber otras
M a r io S o ffici - 1 9 3 5 nunca; lo admiro profundamente como pro­ más representativas. El eje que las reúne es el
fesional pero filma como si corriera una ca­ de las diversas presencias y servilismos de la
rrera. En El pibe... yo hice un tema central, música en el cine, eje que puede amplificarse
pero ni hay tiempo de escucharlo porque en en relación con las dificultades para definir
las cincuenta y cuatro entradas musicales "lo argentino".
que tiene hay un promedio de catorce se­ La hipótesis central de este trabajo, como
gundos cada vez." puntapié inicial para investigaciones posterio­
Si bien se trata de un ejemplo extremo, el res, es que a partir de la música, el lenguaje
comentario de Pocho Leyes sin/e para desta­ menos unívoco, se pueden advertir oposicio­
car que no es posible considerar la música en nes generacionales, de clase, de mercado, o
el cine en forma aislada, ya que, con diversa de identidad, que se manifiestan en el inte-

fuj
rior de las películas y por fuera de ellas. Por Melodramas: Chopin para morir
ejemplo, entre mandato paterno y vocación,
entre burgués y popular, entre artístico y de La casa del recuerdo (Luis Saslavsky, 1940)
entretenimiento, entre argentino y europei­ - Los créditos dicen en letras góticas: "Música
zante o extranjerizante. descriptiva Mario Maurano, Canciones de
Chazarreta y Manzi."
El tango como emblema El presente del relato se acompaña con
un "Nocturno" de Chopin en un arreglo pa­
El alma de Bandoneón (Mario Soffi- ra piano y cuerdas, que aporta el clima evo-
ci, 1935) - En los créditos figura: " Música de cativo para que madre y novio de la hija re­
Enrique Santos Discépolo, Orquesta Lomuto cuerden la vida de la difunta Silvia, la prota­
(acompañamiento de las canciones), Orques­ gonista del flashback. Ella padece un mal que
ta Sono Film Dirigida por J.Vázquez Vigo (en
la sincronización)". La película lleva por título
el nombre de una canción, como la reciente
Yo no sé que me han hecho tus ojos (Lo-
rena Muñoz y Sergio Wolf, 2003), y una refe­
rencia a uno de los instrumentos típicos del
tango. Di Núbila señala que fue el primer lar­
gometraje sonoro que se desarrolló en am­
bientes y entre personajes burgueses. En esta
opera prima de Mario Soffici, contemporánea
de una década en la que casi todo era infame
menos cantar, se plantea la independencia
económica de hijos de estancieros cuya voca­
ción y deseo de autonomía llevan a la mise­
ria, además de la corrupción de la radio ex­
torsionada por la publicidad. El tango encar­
na las expectativas de ascenso social de com­
positores y cancionistas, pero no solamente.
Después de una escena en la que Dora Davis
y Libertad Lamarque cantan junto a un piano irrumpe en su vida con un repicar de campa- La c a s a d el r e c u e r d o
de cola sobre el que hay un muñeco (¿el ra­ ñas. Durante el primer ataque, el espectador Luis S a s la v s k y - 1940
tón Mickey?), se declama: "Vamos a llevar no sólo las escucha como el personaje, sino
bien alto el pabellón del tango y lo paseare­ que también las ve en sobreimpresión con el
mos triunfalmente por el mundo entero." primer plano de su rostro. El segundo ataque
El éxito llega con "Cambalache" flamean­ sucede durante un baile en el salón donde al­
do por primera vez en la pantalla. Y, en el mar­ guien toca unas danzas en el piano ¡nfaltable,
co de una Fiesta del Tango en el Teatro Colón, con el bordado y los candelabros. Ella oculta
con una orquesta de cien bandoneones, junto el ataque. El sonido de las campanas también
con la reconciliación amorosa, el triunfo se se oculta, pero la sobreimpresión muda, co­
consolida con un tango, "El alma del bando­ mo un leitmotiv visual, remite al espectador
neón", que canta el Dolor del fracaso. al elemento sonoro ausente, o inaudible,
identificándolo con un encuadre subjetivo en músicas preexistentes con fines dramáticos,
el interior de una escena mayor. con la justificación, en este caso, de que el
En esta película, el determinismo propio del protagonista es un músico. En los créditos di­
melodrama y sus exigencias cambian el orden ce: "Ballet Resurrección. Séptima Sinfonía de
de los movimientos del "Concierto para piano y Beethoven. Dirección musical y partitura:
orquesta N°1 en Mi menor, op. 11", de Chopin, Juan José Castro. Fragmentos musicales de
que sirve de música de fondo. El primero, "Alle­ Beethoven: Séptima Sinfonía, Claro de luna,
gro maestoso", se escucha en los créditos ini­ Patética, Chopin: Fantasía, Impromptu". Con
ciales; el último, "Rondó vivace", se escucha en el sonoro, las ejecuciones se perfeccionaron y
segundo término, con el paseo por el Tigre con se destacaron las interpretaciones, en mu­
capelinas y volados. El segundo movimiento, chos casos ejecutadas por profesionales.
"Romance larghetto", se escucha al final, con En realidad, los arreglos musicales son de
Julián Bautista (1901-1961), compositor es­
pañol que durante la Guerra Civil debió exi­
liarse, mientras su casa y su producción eran
incendiadas. Llegó a Buenos Aires en 1940, y
comenzó a trabajar en el Conservatorio Na­
cional de Música y en la composición de mú­
sica para el cine, sumando alrededor de trein­
ta y seis películas.
Un comentario realizado por Alberto G¡-
nastera para el Anuario del Cine Argentino
de 1949-50 dice: "Para una película artística
sería un error contratar a un músico de vena
popular como lo sería también el elegir a un
compositor de jerarquía para una comedia in­
trascendente." En el mismo artículo mencio­
na como ejemplo "las bellas páginas de Ju­
lián Bautista para Apenas un delincuente
(1948, Hugo Fregonese)."
Así, se legitima "un cine de prestigio" con
M ala m bo lluvia en la ventana y rimas de Gustavo Adolfo composiciones de "música seria". Los refe­
A lber to de Z a v a lía - 1 9 4 2 Bécquer. A pesar de la locura de campanas, Li­ rentes son la colaboración entre Prokófiev y
bertad Lamarque no puede morir con el "Viva- Eisenstein para Alexander Nevski (1937), o
ce". La música de Chopin en los años '40 tam­ los trabajos de Aaron Copland, quien en
bién desfallece. Las canciones de Chazarreta y 1949 ganó un Oscar por la música de La he­
Manzi, con música de clave, son parte de la mú­ redera (William Wyler, 1949). En nuestro
sica de pantalla que canta la protagonista y que país, Ginastera (1916-1983) compuso la mú­
aportan verosimilitud a su destino y a su vida sica de once películas, entre las cuales figuran
europea: "La mariposa y la flor" tiene letra de Malambo (1942) y Rosa de América (1946),
Manzi sobre música de Gabriel Faure. ambas de Alberto de Zavalía, Facundo, el ti­
Donde mueren las palabras (Hugo Fre- gre de los llanos (Miguel Tato, 1952) y Ca­
gonese, 1946) es otro melodrama que utiliza ballito criollo (Ralph Papier, 1953).
Gilardo Gilardi realiza la música de Tres locura, como El ángel desnudo (1946) y Los
hombres del río (1943, Mario Soffici), y pulpos (1948), ambas de Carlos Christensen
Los isleros (1950, Lucas Demare). Juan Jo­ o El túnel (1952), de León Klimovsky.
sé Castro compone la música de Bodas de
sangre (1938, Edmundo Guibourg) y dirige Música y tiempo
la Orquesta de la Asociación Filarmónica de
Buenos Aires para Donde mueren las pa­ El crimen de Oribe (1950, Leopoldo
labras. Torres Ríos y Leopoldo Torre Nilsson)
El nombre define exactamente al melo­
drama: todo aquello que no se dice desborda "Ahí siempre ocurre lo mismo,
en la música omnipresente. En este caso, siempre una canción de Navidad
además, se trata de la música de Beethoven, alrededor del árbol, siempre..."
que según los estereotipos del cine de los
años '40 representa la fuerza, lo que no tiene
límites. Un músico viejo y cansado se distrae
durante la representación con títeres de un
ballet y no puede dar a tiempo sus toques.
Para no echarlo, le ofrecen ser sereno del tea­
tro. Por la noche conoce a un joven que, a es­
condidas, entra a estudiar piano y se convier­
te en su discípulo. Luego se descubre su pa­
sado, el de un conocido director de orquesta
involucrado en la muerte de su hija bailarina.
Filmada en gran parte en el Teatro Colón,
aparecen la compañía de títeres"Piccoli", del
italiano Vittorio Prodecca, el ballet "Resurrec­
ción", con coreografía de Margarita Wallman
y María Ruanova como primera bailarina, es­
cenografía y vestuario de Germán Gelpi, so­
los de piano de Francisco Amicarelli y la fa­
mosa soprano Blanca Rosa Baigorri. La músi­
ca es abundante. Se escuchan la Sinfonía N° Alberto Soifer, compositor que musicalizó T res h o m br es del río
6 en Fa mayor, op. 68, la Sinfonía N°3 en Mi más de 120 películas argentinas y europeas y M a r io S o ffic i -1943
bemol, op. 55, la Sonata N° 8 en Do menor, que, entre 1935 y 1942, trabajó para las pe­
Patética, de Beethoven; La isla de los muer­ lículas de Manuel Romero, Luis Bayón Herre­
tos, poema sinfónico de S. Rachmaninoff, ra, Carlos Schlieper y Torres Ríos dice: "Sí,
Sueño de amor, de Franz Liszt, Tocata y fuga tengo grandes alegrías en mi vida en el cine,
en re menor, de Bach; Fantasía impromptu por ejemplo El crimen de Oribe, que para
op.66, Chopin, Voces de primavera, de mí es una pequeña joya de nuestro cine. Esa
Johann Strauss y "El maraquero", ritmo tra­ partitura musical es la que más me gusta de
dicional cubano. las que hice; además fui productor, con el di­
Este film podría agruparse con otros que rector Torre Nilsson que para él fue su prime­
abordan la relación entre creación artística y ra película."

I *7
i
En los créditos figura: "Música de Alberto rito, que fijan el tiempo para que Lucía viva
Soifer y Bernardo Stalman. Páginas de De- eternamente su último día, está subjetivada
bussy y Berlioz." Todas las noches se escucha por la escucha de Villafañe y varía a medida
"Noche de paz, noche de amor" y se iluminan que se aproxima a lo siniestro. Por otra parte
tres ventanas. Es todo lo que saben los luga­ tiene el sesgo irreal de una versión orquestal
reños sobre la vida en el interior de una man­ de lo que en la casa cantan sólo a capella. Las
sión inaccesible habitada por un danés y sus niñas tocan en el piano un vals extraño, de pu­
hijas, en la Patagonia. En la sala de estar de un dor macabro. Suenan las campanas en la man­
hotel cercano un poeta, Oribe, y unos perio­ sión-pesebre. Vermehren mueve sus piezas. En
distas, entre ellos Villafañe, a veces escuchan Donde mueren las palabras, el personaje de
un tango. Cuando termina la música, el mozo Muiño no puede evitar que se repita con los tí­
saca la púa y cierra el tocadiscos. Otras veces, teres la muerte de su hija. En la mansión dane­
sa, el padre mueve los hilos de sus hijas para
que sobreviva una de ellas.Y también por un
afán creador sobreviene el crimen. El villancico
se vuelve elegiaco. Parece decir Nada duerme
en derredor y fuera del tiempo, del espacio y
de la acción, rubrica, omnipresente, el final.

Música y espacio: atonalismo


y plano inclinado

La casa del ángel (Leopoldo Torre Nils-


son,1956).
"Esta es la clase de música que si uno opi­
na que es mala, le dicen que uno es bruto-
...¡Póngala nomás¡" dijo el productor Atilio
Mentasti, de Argentina Sono Film, cuando vio
la primera proyección de La casa del ángel de
Torre Nilsson con música de Juan Carlos Paz.
El film fue premiado por el Instituto Na­
D o n d e m u eren l a s p a la br a s un guitarrista con un perro a sus pies acompa- cional de Cinematografía, entre otros rubros
H u g o F r eg o n ese - 1 9 4 6 ña con sus cuerdas una partida de naipes. Ca­ por mejor música. Luego, Juan Carlos Paz
da vez que Villafañe se acerca a la misteriosa musicalizó "El secuestrador"(1958), cuya
mansión se escucha un fondo orquestal con partitura también fue premiada, La caída
rasgos debussyanos y ladridos, que luego fun­ (1958) y Fin de fiesta (1960), y además ac­
de con "Noche de paz, noche de amor". tuó en la premonitoria Invasión (1969), de
La continuidad entre la música de fondo Hugo Santiago, en el papel del misterioso y
que los personajes no escuchan y la canción emponchado Don Porfirio.
navideña que, se supone, procede de la esce­ Paz compuso con la película terminada y
na aunque a la vista esté fuera de campo, su­ con total autonomía: "...no tendrá que ser ser­
braya el magnetismo que dicha escena ejerce vil con ninguna de las escenas o situaciones".
sobre Villafañe. La repetición de la canción y el Para convencer al productor, el músico ar-
gumentó que para sus cuarenta y dos minu­ do clásico, como el "Había una vez" y el
tos de música no necesitaba una orquesta de "Colorín colorado" de los cuentos infantiles.
setenta músicos. "Con un conjunto de nueve Otro elemento que cabe destacar es una
a quince profesores me arreglo", le dijo. canción anónima que canturrea Berta Orte-
En el sistema tonal, que rige la música oc­ gosa y que da cuenta del clima amenazante
cidental entre los siglos XVII y XX, los sonidos con que persigue a la niña. Se trata de un
que conforman la escala tienen funciones de­ cántico popular sobre la famosa música de
terminadas. Hay un centro, o tónica, que "¿Dónde vas con mantón de Manila?", de
constituye el punto de estabilidad o reposo, La verbena de la paloma (1894), de Tomás
donde convergen y se resuelven las disonan­ Bretón, con una letra que satiriza hechos cri­
cias. Culturalmente, reconocemos un orden minales, también famosos. En la película es
inscripto en la memoria y atendemos a los so­ una intrusión callejera en el universo cerrado
nidos según una dirección esperable, que
tranquiliza.
Según Paz, la concepción atonal no apela
a la memoria que organiza el discurso musi­
cal, sino a la expectación de un devenir de
elementos que producen una sensación tras
otra, sin lazos de unión aparentes o efectivos.
No hay conducción temática ni desplaza­
miento hacia un punto determinado.
En La casa del ángel se asiste a la pues­
ta en crisis de nociones inmutables, que rigen
una educación sustentada en la censura, la
vigilancia, la confesión pública y el castigo. La
desintegración acontece en el interior de una
familia de clase alta, en la mansión del "án­
gel". El honor, la virtud, la familia, son valo­
res vistos desde un ángulo identificado con la
protagonista, que los descubre aberrantes. El
plano inclinado, además de representar la
subjetividad del personaje y su deambular de la mansión, que anticipa el duelo y la im­ E l á n g e l d e sn u d o
inestable, simboliza el declive de una castidad posibilidad del secreto. C a r lo s C h r isten sen - 1 9 4 6
corrupta. La música atonal y la puesta de cá­
mara "torcida" configuran una zona de ries­ "¿Dónde vas con el bulto apurado?
go, sin base ni registro en la memoria que En los lagos lo voy a tirar
permita reorientar desde un punto fijo la ex­ es el cuerpo de Ernesto Conrado
periencia. que yo acabo de descuartizar
El comienzo y el final de La casa del án­ ¿Y por qué lo mataste bandido?
gel no son atonales; responden a los ampu­ ¿No era acaso tu amigo leal?
losos clichés del melodrama fundidos con el Lo maté pero yo no he querido
logo musical de Sono Film. Pese a su moder­ dejar rastro de mi obra infernal.
nidad, el relato se abre y se cierra de un mo­ Yo aguardaba de él intereses

/~7
que al matarlo eran míos al fin sonido de un organito lejano resulta mucho
y le hice tal cual a las reses más conmovedor. Hay un poder de síntesis
cuando fui carnicero en Berlín. mayor que evita que el público se desgaste; y
Si no fuera por Rosa González hay una inclinación hacia el uso del piano co­
La justicia no me iba a alcanzar, mo instrumento solista, algo que yo vengo
Aunque el lago de los rosedales haciendo hace muchos años." [...] La buena
a su tronco no quiso ocultar." música de cine es en realidad aquella que no
se escucha, aquella que se siente" y agrega
(Fuente: Nelly Curutchet) "he hecho películas con setenta y pico de
músicos y hoy difícilmente pueden pagarse
La misma música es la base de una can­ más de treinta".
ción anarquista en La patagonia rebelde. En la secuencia expresionista del flash-
back de Camilo Canegato, la música de Tito
Ribero plasma la dimensión subjetiva del per­
sonaje. No sólo es un flashback de imáge­
nes. También se representa el caos en el que
devino lo que ha sido escuchado. Toda la
banda sonora tiene un carácter onírico, con
condensaciones y simultaneidad de voces,
interrupciones bruscas de los motivos meló­
dicos, sonidos chirriantes y sincrónicos con
las aureolas concéntricas que hacen visible la
turbación del personaje, mezclas abismales
de percusión y metales, fragmentos de un
vals con acompañamiento de timbales obsti­
nados que dramatizan el carácter festivo de
ese baile. Los mismos timbales resurgen ace­
lerados, casi como el fondo cardíaco, violen­
to e irregular de Canegato entre las risas si­
niestras. Se torna ruidoso lo que en su mo­
mento fue musical. Cuando Rosaura dice
A lbén iz Música y subjetividad "Ha querido matarme", se escucha la músi­
Luis C é s a r A m ad o ri - 1948 ca ambiente del hotel en la que rebota y cul­
Rosaura a las diez (Mario Soffici, 1958) - mina el efecto empático con el personaje. Se
En los créditos figura "Música: Tito Ribero, trata de un claro ejemplo de efecto anempá-
Efectos especiales: órgano, M.C. Pianos, Na­ tico donde se afirma la indiferencia del en­
poleón De Barbieri". torno con respecto a los trastornos del pro­
Tito Ribero fue uno de los músicos de ma­ tagonista. Chion dice: "La música anempáti-
yor oficio. En una entrevista publicada el ca, de algún modo, corresponde a un simple
7/10/75 en el diario Clarín, contaba: "antes cambio de encuadre: en lugar de ocupar to­
usábamos grandes orquestas para esa música do el campo con la emoción individual del
ampulosa que marcaba los momentos de personaje, nos muestra la indiferencia del
gran dramatismo del cine; hoy a lo mejor el mundo que le rodea."

f n j
Himnos, marchas y contrapuntos tido unívoco de las gestas para las que fueron
creadas. Como curiosidad, se puede mencio­
Según Couselo, entre los títulos de Mario nar que en Gilda (Charles Vidor, 1946), cuya
Gallo, un director italiano de coros y pianista acción transcurre en Buenos Aires, el día en
de café, que filmó entre 1909 y 1919 cine de que se produce la liberación de París, se brin­
ficción con motivos históricos o biográficos, da con la Marcha de San Lorenzo. La "Can­
figura La creación del himno. Otro italiano ción a la bandera" de la ópera Aurora, com­
nacido en 1903, Amadori, que tocaba piano, puesta por Héctor Panizza, se escucha en La
guitarra y mandolín, y que desde 1920 escri­ hora de los hornos (Pino Solanas y Octavio
bió por años las críticas de lírica del Teatro Getino, 1966/68) montada con las imágenes
Colón en la revista Última Hora, filmó en mudas de la miseria. En Garage Olimpo
1954 El grito sagrado. Se trata de la biogra­ (1999, Marco Bechis), la "Canción a la ban­
fía de Mariquita Sánchez de Thompson y
Mendevielle, con música de Tito Ribero. "En
la casa y en el país, un solo destino: obede­
cer. La voluntad de los padres era una orden
inapelable", le cuenta Mariquita (Fanny Na­
varro) a su nieta. El romance entre Mariquita
y Thompson se teje entre las cuerdas del arpa
y el pianoforte, ante los ojos del maestro Blas
Parera. Se escucha la música de los salones
más ricos del Virreinato. También hay música
de fondo que acompaña los anuncios y las
tensiones de la trama. Fanny Navarro canta
una canción de cuna, y cuando sobrevienen
las invasiones inglesas sube a las azoteas a
arrojar aceite, muy almidonada. Después to­
ma por bandera la camisa ensangrentada de
un esclavo y canta por las calles una canción,
guiando al pueblo.
Una vez hecho el anuncio de la abolición
de la esclavitud se reúnen en su casa para la dera" se escucha cuando, alto en el cielo, se E l c r im e n de O ribe
presentación del Himno. Esteban de Luca lee ve un avión sobre el Río de la Plata, de los L eo po ld o T orr e N ilsso n - 1 9 5 0
los versos de López y Planes, Parera toca el que realizaron los siniestros vuelos de la
piano y ella declama el orgullo de que "la muerte. En Un oso rojo (Adrián Caetano,
canción de la patria se eleve por primera vez 2002) el Himno Nacional comienza como ins­
bajo mi techo." Con el grito sagrado: liber­ tancia diegética en un acto escolar, pero tras­
tad, libertad, libertad se funde una orquesta ciende el espacio. El montaje paralelo de la
que acompaña a la cabalgata de los ejércitos. escuela y un atraco en la ruta fisuran el sen­
El Himno Nacional y otras marchas patrió­ tido de lo que se escucha.
ticas se han utilizado en distintas oportunida­ La idea del conflicto o choque entre lo que
des en el cine argentino, y no sólo con el sen­ se ve y lo que se escucha fue teorizada en los
comienzos del cine sonoro y publicada en

/*7
1928 en el Manifiesto del contrapunto orques­ tigubernamentales. En la nota titulada 'La vio­
tal entre imágenes visuales y auditivas, firma­ lencia cotidiana' el crescendo y la suma de tes­
do por Eisenstein, Pudovkin y Alexandrov. Sus timonios obreros sobre la alienación a la que
premisas iban en contra de un uso realista de están sometidos por sus condiciones de traba­
la música y del sonido en correspondencia di­ jo logra un efecto que potencia las imágenes
recta con la imagen. "Únicamente un uso de de las fábricas como cárceles. Algo similar ocu­
contrapunto del sonido en relación con el rre en el prólogo del film, que debe gran par­
fragmento visual de montaje constituirá un te de su eficacia como llamado de guerra revo­
nuevo potencial para el desarrollo y perfeccio­ lucionaria al uso combinado de imágenes de
namiento del montaje." Solanas dice: "En La represión, ¡ntertítulos didascálicos y, sobre to­
hora de los hornos realizamos un gran tra­ do, una sostenida progresión rítmica desde la
bajo de imágenes sonoras que funcionaban li- banda de sonido que compuso el propio Sola­
nas apelando a un par de percusionistas y gra­
baciones de cantos africanos utilizados en
marcha reversa."
Una versión cantada de la llamada "Aria
para la cuerda de Sol", de la Suite N° 3 en Re
mayor de J. S. Bach, se escucha en el film
Faena, de Humberto Ríos, con el montaje al­
terno de las imágenes del matadero y las
imágenes publicitarias de los años '60, llenas
de gracia, lujo y confort.

Honrar la vida - Ahondar la obra

La música es inevitable a la hora de abor­


dar la figura histórica de un músico y su pro­
ducción. Pero hay modos y modos.

Albéniz (Luis César Amadori,1948) - En


los créditos se lee: " Ejecuciones musicales e in­
La c a s a d el á n g e l bremente con la imagen creando climas y ten- tervención personal de la eximia pianista ar­
L e o po ld o T o rr e N ilsso n - 1 9 5 6 siones, significados y sentidos nuevos." Lucia­ gentina Marisa Regules. Dirección musical Gui­
no Monteagudo desarrolla: "Hay en la banda llermo Cases, quien interpreta al piano Sonata
de sonido de La hora de los hornos una in­ fácil, de Mozart, y Malagueñas. Las ejecucio­
tención polifónica que hace dialogar constan­ nes de Marisa Regules; los conciertos, los co­
temente múltiples voces y músicas, a veces pa­ ros y la partitura musical, sobre composiciones
ra reforzar una imagen y a veces para contra­ de Isaac Albéniz; Coros de Fanny Day."
decirla, como cuando -en un rasgo de humor El día de su muerte, Isaac Albéniz, recuer­
que no es infrecuente en el film- la voz culta da su vida. Su mujer toca en el piano "una
de un miembro de la oligarquía local comenta música sagrada", leitmotiv del amor conyu­
las bondades del país mientras la cámara regis­ gal y el éxito del compositor que solían oír
tra una razzia policial contra manifestantes an- juntos, y comienza el racconto. Su niñez pro-

P ^ j
digiosa tocando la misma Sonata en Do Ma­ zo. Como receptor de un premio municipal,
yor, de Mozart, que tocan los niños prodigio Amadori declara en una nota de la época de
en el cine, como Chopin en Canción inolvi­ estreno: "No fue al azar que se eligió como
dable. Las clases de piano a la alumna que tema de mi película la biografía de un músico
será su mujer. El rechazo de su padre. Sus gi­ español. La música de Albéniz es sensible al
ras pobres por el mundo en un barco en el espíritu de los argentinos, se la escucha con
que da un concierto con la vajilla de la coci­ gusto y se la valora en toda su riqueza. A tra­
na ordenada para que no desafine. vés de ella se concreta una perfecta identifica­
Luego toca con los ojos vendados o de es­ ción entre argentinos y españoles. Y es para
paldas al piano en un café de los bajos fon­ mí un motivo de satisfacción que el premio
dos porteños de una Buenos Aires asediada subraye esa identificación." Curioso modo de
por la fiebre amarilla, y por fin, la secuencia unlversalizar el arte por la vía de la identifica­
inevitable de lo que Pierre Bourdieu llamaría
la legitimación en el campo intelectual: la
corte de Alfonso XII, el Conservatorio de Bru­
selas donde es acusado de "mucho talento y
ningún método". Finalmente, un conjunto
donde aparecen la muerte (falsa) consagrato-
ria, los concursos, la ignominia, el regreso a la
tierra natal, la boda, los editores de música, la
crítica, los amigos músicos, los conciertos, la
enfermedad, la muerte y la procesión religio­
sa como homenaje.
Con un lento acercamiento en diagonal,
con el suspenso de quien está por descubrir
por fin el truco, a través de una gran sala de
conciertos, llegan a verse las verdaderas ma­
nos que han doblado a lo largo de toda la pe­
lícula a Albéniz, las de Marisa Regules que,
en la ficción, lleva el nombre de Blanca Selva.
Saint Saéns saluda a Albéniz después del
concierto y le dice: "Su música es nueva. Des­ ción nacionalista. En las críticas del estreno se L a h o r a d e lo s h o r n o s
pués de tantas brumas de los modernos es menciona la continuidad de una fórmula ya Fe r n a n d o S o l a n a s y
como volver al sol." El contexto contemporá­ ensayada con Canción inolvidable (A song O c t a v io G etino - 1 9 6 6 /6 8
neo al compositor y las circunstancias de su vi­ to remember) con Paul Muni, Merle Oberon,
da se ordenan como causa de su música. A su Cornel Wilde, adaptación musical de Miklos
vez la música está al servicio de la concepción Rozsa y dirigida por Charles Vidor.
de una identidad nacional más allá de las
fronteras y de la muerte. Como si las ofensas, La pieza de Franz (Alberto Fischer-
"Haragán tramposo, español", fueran venga­ man, 1973-74)
das con la Suite Iberia y las Malagueñas. Es un film musical. El guión se inspira en
"Aquí la España se afrancesa y lo francés la partitura de un collage musical creado por
se españoliza", dice un personaje al comien­ el Grupo de Acción Instrumental, integrado

/“7
por los musicólogos Margarita Fernández, Ja- 2001, señala que "es un enorme homenajea
cobo Romano, la coreógrafa Ana María Stec- Liszt y a la capacidad históricamente devora-
kelman y Jorge Zulueta, a partir de la Sonata dora que tiene sobre toda la música. Es como
en Si menor (1852) de Franz Liszt. Se estrenó un imán que atrae y eyecta. Es una obra muy
en 1973 con el título: Autodeterminemos especial que a cada momento parece que se
nuestras hipotecas, en el teatro Coliseo. va a exceder a sí misma."
Sobre el collage musical, Alberto Fischerman El collage, que fractura la Sonata, se con­
realiza una interpretación fílmica, histórica y figura con la invasión de las siguientes obras:
político-filosófica. La película se inicia con la Concertó grosso en Re menor, op.3, N°
marcha "Los muchachos peronistas" y las 11, de Vivaldi, primer movimiento. Fragmen­
elecciones del 25 de mayo de 1973 y termina to inicial del Preludio N° 7, II cuaderno, La te­
con el canto de un acto escolar, el recuadro rraza de las audiencias al claro de luna, de
Claude Debussy.
Segundo tema de la Sonata en Si menor,
op.58, N° 3, de Chopin, primer movimiento.
Klavierstuck op.11, N° 2, de Schónberg.
Gaspard de la nuit y Scarbo, de Ravel.
Gymnopedie N° 3, de Satie.
Sonata en Fa menor, op.57, N° 3, de Beetho-
ven, tercer movimiento .
Se prueba con Hindemith, Milhaud, Bartok,
Tchaikovsky.
Nocturno op. 9, N° 2, "Para la mano izquier­
da", de Scriabin.
Sonata op.1 de Alban Berg, que se superpo­
ne con los cánticos de la manifestación polí­
tica.
Silencio de homenaje a Cage.
Vals Mefisto, de Liszt.
Intermezzo en Mi bemol menor, op.118. de
Brahms.
G a r a g e O lim po político, que enmarca La pieza de Franz. Cuadros de una exposición, Mussorgsky.
M a r c o B e c h is - 1999 Según Margarita Fernández, la idea de la Advertisement, de Cowell.
pieza surge de un cuadro romántico de Tan- Última parte la sonata en sintetizador.
heuser, que representa a Liszt tocando el pia­ La sonata solfeada por el Grupo de Acción
no, que el film cita como tableau vivant. Tam­ Instrumental.
bién remite a la caja sonora que es la Sonata Tristán, de Richard W agner.
en Si menor, de Liszt, y a un lugar, un sitio es­ Un arreglo de Piazzola sobre "Noche de
pecífico y al mismo tiempo utópico donde es­ amor"
tán encerrados los cuatro personajes, el pia­ "Nada se instala, tampoco las invasiones
nista, la bailarina, el autor y la autora. se instalan demasiado tiempo. En el final hay
Margarita Fernández, en una entrevista planos fijos sobre la partitura, el cine está le­
publicada en la revista Clásica de abril de yendo la música, con gran precisión."
La pieza de Franz funda una relación
poética entre El dieciocho Brumario de Napo­
león Bonaparte, de Marx, y la Sonata com­
puesta el mismo año, 1852, y plantea la di­
mensión común o paralela entre las convul­
siones sociales y la revolución en la forma
musical. Hay un planteo sobre el aislamiento
creador, lo masivo, lo patriótico y lo revolu­
cionario. La pieza de Franz "linda con esos
problemas y al mismo tiempo con problemas
específicos de la unión del cine con la músi­
ca. Y cada una de las resoluciones eran una
cuestión de ética artística."

Continuará.
BIBLIOGRAFÍA

• Calistro, España, Cetrángolo, Insaurralde,


Landini; Reportaje al cine argentino, Editorial
Abril, Buenos Aires, 1978.
• Couselo, Calistro, España, Insaurralde, Lan­
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Buenos Aires, 1984.
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en el cine. Corregidor, Buenos Aires, 1977.
Torre Nilsson por Torre Nilsson, Fraterna,
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1998.
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1997.
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Jilguero, Buenos Aires, 1998.
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rica Latina, Buenos Aires, 1993.
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Aires, 1984.
• García Morillo; Estudios sobre música argen­
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Aires, 1984.
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no I. Diccionario de realizadores, Ediciones del
Jilguero, Buenos Aires, 1997.
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Editor de América Latina, Buenos Aires, 1993.
Oubiña, Aguilar (comp.) Partituras. Entrevista
a Hugo Santiago. El guión cinematográfico,
Paidós/Universidad del Cine, Buenos Aires,
1997.
• Wolf, S. (comp); Cine Argentino. La otra his­
toria, Letra Buena, Buenos Aires, 1994.
• Revista Film, abril/mayo de 1993.
Películas Argentinas

del Siglo X X I
uadernos de Cine Argentino ofrece en esta sección el análisis de
C algunas de las películas nacionales estrenadas en este nuevo siglo,
seleccionadas de manera necesariamente arbitraria.
Nuestra selección no pretende mostrar un panorama de los últimos es­
trenos, ni intenta destacar algunas realizaciones sobre otras. El lector
tampoco encontrará juicios críticos en los textos, sino que la propues­
ta para los autores fue que abordaran el estudio, la descripción y el
análisis de los siguientes textos fílmicos: La fuga de Eudardo Mignog-
na, Silvia Prieto de Martín Rejtman y Valentín de Alejandro Agresti.
La importancia de este espacio se asienta en que muchas de estas
películas no han sido profundamente trabajadas en los ensayos mo­
nográficos porque no ofrecían el material temático o discursivo ne­
cesario para cumplir con las consignas propuestas, por lo que apro­
vechamos estas páginas para desarrollar los análisis correspondien­
tes. También la importancia reside en la oportunidad que encuen­
tran nuevos autores para expresar sus puntos de vista.
La fuga

DIRECCIÓN INTÉRPRETES
Eduardo Mignogna
PRODUCCIÓN Miguel Ángel Solá................... Laureano Ira la

Carlos L. Mantasti (Argentina), con


Ricardo Darín........................................Santaló
el apoyo del INCAA
GUIÓN
Gerardo Romano................................ Bordiola
Graciela Magüe, Jorge Goldemberg,
Eduardo Mignogna, adaptación de
Alejandro Awada.................................... Opitti
la novela original de Eduardo
Mignogna
Vando Villamil..........................................Jazur
FOTOGRAFÍA
Marcelo Camorino Oscar Alegre........................... Pampa Zacarías
MONTAJE
Juan Carlos Macías Patricio Contreras

MÚSICA
Norma Aleandro
Federico Jusid
DIRECCIÓN ARTÍSTICA Inés Esteves.
Margarita Jusid
DURACIÓN
15 minutos
ESTRENO EN LA ARGENTINA
24 de mayo de 2001
Eduardo Mignogna comenzó su carrera como escritor de cuentos y nove­
las, por los que recibió varios premios, entre ellos el Casa de las Américas
por su relato Cuatrocasas. Su primera novela fue En la cola del cocodrilo.
Realizó trabajos publicitarios y unitarios para televisión y cable. Su acerca­
miento al cine fue como guionista en 1983 con El Desquite y El caso
Matías. Luego, ya como director, filmó Evita, quien quiera oír que oi­
ga ese mismo año.
Haciendo una recorrida por su filmografía, podemos descubrir un hilo
conductor que recorre la mayoría de sus producciones, tanto cinemato­
gráficas como televisivas: la vinculación entre el documental y la ficción.
Como la temática biográfica permite esta mixtura, elige representar la vi­
da de personajes como Eva Perón, Florencio Parraviccini, Horacio Quiroga
y Natalio Botana, mezclando la ficción con imágenes de archivo, entrevis­
tas y sucesos reales. Incluso El caso Matías está basado en un hecho real.
Se aleja de este procedimiento en Sol de otoño y El faro, para retomar­
lo y reformularlo en La Fuga.
Esta película está basada en la novela homónima, también de su autoría,
por la que ganó el premio Emecé 1998/1999. Tanto en la novela como en
la película, se presenta un acontecimiento completamente ficcional como
verdad histórica.
Alrededor de ambos relatos surge el misterio: ¿existió realmente esta fu­
ga? Tal confusión se debe al tratamiento testimonial de los relatos. La no­
vela esta ilustrada con fotografías de presos reales, pero que nada tienen
que ver con los sucesos que allí se cuentan. Por su parte en el film, des­
de el plano inicial, todo parece indicar que se trata de un hecho verídico.
Para la presentación, el director realiza planos fijos de los personajes en
blanco y negro, sobre los que se imprimen nombre, apodo, acusación y
sentencia, como si se tratara de fotografías de un archivo policial. La am­
bigüedad se refuerza mediante una reconstrucción de época muy cuida­
da, la relación con acontecimientos históricos -como la inauguración del
obelisco-, y el hecho de que la penitenciaria en cuestión existió realmen­
te por esos años en Buenos Aires. Buscando exhaustividad en el parecido
arquitectónico, Mignogna localizó un edificio muy similar en la ciudad de
Ushuaia y trasladó allí su set de filmación. El respeto por estos detalles, así
como la inclusión de fotos de archivo en su novela, dan una apariencia de
realidad y hacen que algún lector o espectador crea recordar esta fuga,
que nunca existió.
La película cuenta la suerte vivida por un grupo de siete presos, que, en
el verano de 1928, planean el escape de la Penitenciaria Nacional. Se tra­
ta, según las carátulas de sus expedientes, de un estafador, un falsifica­
dor, dos anarquistas y tres asesinos. A lo largo del film nos enteraremos
de las circunstancias que llevaron a cada uno a merecer, o no, dicha cali­
ficación. Para lograr su objetivo, construyen un túnel durante un año y
medio, desde la panadería del penal hasta un terreno baldío ubicado cer­
ca de allí. Sin embargo, no todo sale como esperaban: un error en los cál­
culos termina llevándolos a una carbonería atendida por una pareja de
ancianos, suceso que cambiará los planes de uno de ellos, Laureano Ira-
la, quien se convertirá en el narrador de la historia. Las desventuras vivi­
das por cada uno de los personajes se introducen mediante su voz over,
voz audible del personaje que no vemos en el acto mismo de narrar.
Esto parecería indicar que el relato esta restringido a lo que sabe este per­
sonaje. Sin embargo, en gran parte de lo que se cuenta, Ira la no partici­
pa ni es testigo. Esto lo hace funcionar como un narrador omnisciente: su
relato no depende del punto de vista de ningún personaje, ya que sabe
más que cualquiera de ellos. Contradicción que adquiere sentido en la úl­
tima escena de la película, cuando tomamos conciencia de que nuestro
guía en la historia es un estafador, un fabulador. Esto se remarca en el epí­
logo, con la mirada a cámara del personaje, reveladora del artificio, mien­
tras dice: "...créanme, no todo lo que les he contado es falso. Palabra de
estafador".
El personaje no necesita ser testigo de los acontecimientos para relatar­
los, dado que son producto de su creación. Se genera un juego en el que
el espectador debe replantearse lo visto para detectar indicios de las in­
tenciones del narrador. Una de las pistas que se nos ofrece es cuando ve­
mos al personaje ejecutar un engaño con mucha soltura, aprovechando
su propio sentimiento de culpa. Y, fundamentalmente, el hecho de pre­
sentarse como estafador. Con la citada frase se pretende crear la disyun­
tiva entre lo real y lo imaginado de la historia narrada por un mentiroso.
De esta manera, la identidad del enunciador cuestiona la veracidad del
enunciado. Si, al menos, logra hacer dudar quiere decir que funcionó el
engaño, que resultó exitosa la intención del director de diluir los bordes
que separan los géneros de ficción y documental.
En la escena final, es interesante contrastar el tono poético de irrealidad,
dado con la música, la iluminación, la mirada a cámara, con el inicio apa-
rentemente testimonial de la fuga de los presos, una escena con sonido
ambiente, sin musicalizar, tomada en un plano secuencia. Plano que, se­
gún André Bazin, es necesario a la hora de otorgar realismo a la imagen,
debido a que reúne en un mismo espacio y tiempo lo que luego el "tru­
co" del montaje se encargará de separar, "... hace falta que lo imagina­
rio tenga sobre la pantalla la densidad espacial de lo real. El montaje no
puede utilizarse más que bajo límites precisos, bajo pena de atentar con­
tra la ontología misma de la fábula cinematográfica." Resulta significati­
vo que esta primera escena sea la única en la que todos los futuros pro­
tagonistas de las historias individuales están reunidos.
Marcando la escena de la evasión como presente del relato, la historia se
organiza con un movimiento muy libre entre el pasado anterior a la pri- j
sión, el encierro y la suerte de cada uno después del escape. Esta libertad
en el movimiento temporal no genera confusión, ya que esta organizada
muy claramente. Sólo vemos el pasado de dos personajes, Tomás Opitti,
un inocente víctima de un error policial, y Julio Bordiola, asesino pasional.
Ambos se convierten en subnarradores, ya que con sus voces introducen
los flashbaks para contarnos cómo terminaron en la cárcel. Por lo tanto,
el pasado anterior al encierro queda claramente circunscripto. El pasaje
entre las escenas de la cárcel a las de la vida después de ella se realiza por
corte directo, sin necesidad de puntuación alguna, debido, a la fuerte
marca impuesta por los trajes de preso (rayados azul y amarillo).
Hay una estructuración episódica de la narración, las historias se desarro­
llan paralelamente y cada una aporta un ingrediente diferente al conjun­
to. El tono humorístico está dado por la pareja de Vando Villamil y Nor­
ma Aleandro, quienes encarnan a los marginales que distienden los mo­
mentos más dramáticos, como las venganzas por amor que protagonizan
Alejandro Awada y Gerardo Romano. El trío integrado por Darín, Estévez
y Arana introducen la sorpresa, el guiño y el final inesperado: el episodio
más cercano al "cuento del tío" propio de un estafador. Miguel Ángel So-
lá, con un tono marcadamente literario, aporta, desde sus comentarios
over, la reflexión y el análisis de los acontecimientos que va relatando. Se
transforma casi en el alter ego, en la voz interior del resto, pero se decla­
ra un observador objetivo, capaz de dejar de lado los sentimientos, para
hacer pasar su "cuento", un relato de sucesos realmente vividos por él.
Las actuaciones son muy parejas y este es otro mérito del director, quien,
a lo largo de su carrera, se destacó en la dirección de actores. En este ca-
so logra una armonía entre sus actores ya que, pese a las diferencias de
estilo, ninguno desentona.
Para la trasposición de la novela al guión cinematográfico, el director con­
tó con el apoyo de Graciela Maglie y Jorge Goldemberg, a los que les im­
puso el lema de la infidelidad al texto original, ya que quería que "el au­
tor fuera asesinado". La fidelidad y el respeto no resultan factibles cuan­
do se trata de soportes artísticos diferentes (novela y película). Dado que
no se puede separar forma de contenido, cuando se cambia el lenguaje
se obtienen historias diferentes. De esta manera, no sería posible realizar
una versión fiel, pero, por otro lado, parecería que tampoco era deseable,
dado que en la infidelidad y en la libertad de interpretación se obtienen
nuevos sentidos. En este caso, una de las diferencias fundamentales fue
I I la reducción, en la versión cinematográfica, de la cantidad de presos que
i | se escapan, y la encarnación del narrador en la figura de un personaje
que tenía poca participación en la novela.
La Fuga se estrenó en Buenos Aires el 24 de mayo de 2001, resultando
un éxito de taquilla. Ocupó los primeros lugares de recaudación durante
varias semanas, compitiendo con películas muy convocantes como Hani-
bal y Traffic. En cierta medida, esto se debe a que el film forma parte de
una serie de realizaciones llevadas a cabo por productoras de televisión
-en este caso Telefé-, capaces de realizar una enorme campaña publici­
taria desde todos los medios de comunicación, consiguiendo una masiva
concurrencia de espectadores a las salas. Y, además, porque contó con la
presencia de varias estrellas locales, sobre todo la figura de Ricardo Darín,
protagonista de películas también exitosas como Nueve reinas y El hijo
de la novia.
En febrero de 2001 recibió el premio Goya y, en julio de 2002, el premio
Mejor Película y Mejor Guión en el Festival Latino de Los Ángeles, Estados
Unidos.

María Gabriela Gargiulo

fmj
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Silvia Prieto

DIRECCIÓN INTÉRPRETES
Martín Rejtman
PRODUCCIÓN Rosario Bléfari............................... Silvia Prieto
Martín Rejtman, con el apoyo del Instituto
Nacional de Cine y Artes Audiovisuales Valeria Bertuccelli......................................Brite
(INCAA) y el aporte del Ministerio de
Cultura y el Ministerio de Asuntos Marcelo Zanelli....................................Marcelo
Exteriores de Francia
GUIÓN Gabriel Fernández Capello..................Gabriel
Martín Rejtman, con algunos personajes y
Luis Mancini Mario Garbuglia
situaciones tomados de La raíz de una
planta, de Valeria Paván
Susana Pampín........................................ Marta
FOTOGRAFÍA Y CÁM ARA
Paula Grandío Mirta Busnelli................. Silvia Prieto segunda
MONTAJE
Gustavo Codella Mario Rubinacci
ESCENOGRAFÍA
Sebastián Orgambide, Alejandra Seeber, Gabriel Correa
Rodrigo Moscoso, Adriana Laham
VESTUARIO Ana Mignone
Mónica Van Asperen
MÚSICA ORIGINAL Daniel Valdéz
Gabriel Fernández Capello
SONIDO
Néstor Frenkel, Javier Ntaca, Víctor Tendler
DURACIÓN
92 minutos
ESTRENO EN LA ARGENTINA
27 de mayo de 1999
En 1999, tres años después del retrasado estreno de su primer largome­
traje, Rapado (rodada en 1991), Martín Rejtman presenta Silvia Prieto,
otra historia en clave de comedia sobre la juventud urbana de los noven­
ta, realizada con bajo presupuesto y un mínimo de recursos, que se trans­
formó en uno de los paradigmas de la renovación cinematográfica local
de la segunda mitad de la década, llevada a cabo por nuevos y jóvenes
realizadores -cada uno a través de distintas propuestas estéticas- como
Caetano, Trapero y Burman, entre otros.
Nacido en 1961, Rejtman, además de cineasta, es escritor y tiene tres li­
bros publicados. Cursó estudios de cine y guión en Buenos Aires y en la
Universidad de Nueva York.
Fue meritorio y asistente de dirección de En retirada y La Búsqueda, de
Juan Carlos Desanzo, y asistente de montaje en los estudios Cinecittá de
Roma (1982-1983).
En la década del ochenta, realizó también varios cortometrajes en el ex­
tranjero (Just a movie, 1982, y Sitting on a suitcase, 1987, ambas en
16 mm) y en la Argentina (Doli vuelve a casa, 1984, 16 mm).
En 1990 recibe el premio del Instituto Nacional de Cine (INCAA) por el
guión de Rapado para la coproducción del film, realizado al año siguien­
te con el aporte de la Fundación Flubert Bals (Flolanda) para rodaje y pos­
producción. Pero esta película estuvo durante cuatro años sin estrenarse
en la Argentina, a pesar de la notoriedad que había logrado en los festi­
vales de Locarno y Rotterdam, por falta de financiamiento y reticencia de
las distribuidoras a difundir la ópera prima de un desconocido, que no te­
nía "chances de conquistar a un gran público" .
Rapado es una serie de situaciones triviales y cruces de personajes que
conforman el retrato de Lucio, un adolescente de clase media al que le
roban la moto y, con su algo frenético y obsesivo amigo Damián, empren­
den, cada uno por su lado, la aventura de robar otra para reparar la pér­
dida. Al conseguirlo, Lucio reforma el nuevo ciclo para que quede irreco-
nocible en su habitación y parte en un viaje sin rumbo, pero el vehículo
se descompone y luego de intentar arreglarlo en un taller, lo abandona
en el medio de una ruta.
Es un film con una historia simple, donde la cámara simplemente registra
acciones de los personajes, en imágenes de densidad temporal y silencios
que se alternan con diálogos breves y abúlicos. Su estreno comercial en
1996 fue de reducida circulación y muy breve, pero llamó la atención de
la crítica y tuvo un fuerte impacto en jóvenes estudiantes y realizadores
por las características de su producción.
Retomando el retrato generacional, esta vez con personajes cercanos a
los treinta, en 1998 realiza su segundo largo, Silvia Prieto, una historia
con "más velocidad, más elipsis, más personajes, más objetos". El elenco
incluye figuras del rock local como Vicentico, el ex cantante de Los Fabu-
losos Cadillacs, Rosario Bléfari (cantante del grupo Suárez) y María Ferr
nanda Aldana, la cantante y guitarrista de El Otro Yo, en el papel de la hi­
ja de la segunda Silvia Prieto (Mirtha Busnelli).
La película comienza con el anuncio de una joven que, al cumplir veinti­
siete años, decide cambiar de vida: conseguir un trabajo, dejar de fumar
marihuana y comprarse un canario anaranjado que no cante. Y, en reali­
dad, aunque consigue todo eso, sigue atascada en el laberinto del vacío.
Entretanto, se hace amiga de la nueva novia de Marcelo, su ex marido,
que trabaja como promotora de detergente para lavar ropa, y hace un
breve viaje a Mar del Plata, donde, en un café, la aborda un italiano al que
termina por robarle un saco Armani. Cuando éste la llama por teléfono a
su casa, a su regreso a Buenos Aires, le informa que hay otra mujer con
su nombre en la guía telefónica. A partir de allí, comienza a obsesionar­
se con la existencia de la otra Silvia Prieto y, en paralelo, empieza una re­
lación con Gabriel, el ex marido escritor de Brite, pero termina preso por
fumar marihuana en la calle.
Alrededor de esta historia también hay una pareja de personajes secun­
darios, Mario Garbuglia -casualmente compañero de secundaria de Mar­
celo y Gabriel- y Marta, que se conocieron en un programa de televisión
que forma parejas y no se llevan nada bien.
Desde el principio, la narradora es Silvia Prieto que, con voz en off, co­
menta el relato, por momentos redundante en relación a la imagen, o
cuenta hechos de la historia que ésta omite. La cámara fija observa dis­
tante las escenas donde las acciones y los diálogos son centrales, alter­
nando por momentos con planos detalle de objetos que tienen un alto
grado de protagonismo en la historia, a la par de los personajes.
La puntuación de secuencias o su inauguración está dada por planos ge­
nerales de la ciudad (una clara cita a los pillow shots de Ozu), con algu­
nas imágenes en desencuadre; también hay largos fundidos en negro,
acompañados por la voz de Bléfari.
Al igual que en Rapado, hay un cierto regodeo en la exhibición del pai­
saje urbano y en la iconografía característica de la juventud de clase me­
dia: la discoteca, la librería de usados, el restaurante chino, la pizzería, el
recital.
La puesta en escena es fundamental en ambas películas. En Silvia... , la
serie de intercambios de objetos (el saco Armani, el tapado de la abuela),
que conectan a los personajes en un juego de azar y coincidencias, va
configurando un universo cerrado donde no hay salida. Las cosas que pa­
san de mano en mano son el significante de los conflictos de identidad
de los personajes o de los que mantienen entre sí y, por momentos, su
agresiva metáfora: Silvia le regala a Gabriel una lámpara hecha con una
botella, adorno cuyo nombre coincide con el que lo apodaban su familia
y compañeros de colegio; Gabriel le trae de Los Ángeles una muñeca de
porcelana a Brite, la cual se siente horrorizada al verse comparada con se­
mejante adorno por su ex.
El problema de la identidad -que no es otro que el de su confusa per­
cepción, en medio de una profunda alienación- también tiene su expre­
sión formal en las escenas, donde, en un logrado efecto de duplicación
de pantalla, los protagonistas se miran extrañados en el espejo, buscan­
do cambios en detalles de su aspecto, como el peinado o el uso de acce­
sorios (en Rapado, Lucio se observa con el casco que se pone para andar
en moto). Cuando arregla una cita con la otra Silvia Prieto para conocer­
se, la Silvia original comienza ansiosamente a modificar su apariencia. No
quiere ser ella: se viste con un tapado lujoso, se enrula el pelo, ensaya su
presentación y, en el encuentro, decora su vida con exageraciones y men­
tiras, como el falso viaje a Europa.
En el mundo de estas personas rige la monotonía, una comunicación dis­
funcional (los tensos silencios o los diálogos desparejos) y la disconformi­
dad. Tampoco hay lugar para el cambio, sólo su simulacro. La idiosincra­
sia que caracteriza a estas personas conforma una crítica solapada al nar­
cisismo y a la intolerancia a la diferencia, típica de la clase media local. To­
dos deben ser iguales, poseer lo mismo, atravesar por las mismas situa­
ciones. Brite, que está en pareja con el ex marido de Silvia, le presenta a
su ex para que se conozcan. También le consigue trabajo en el mismo lu­
gar donde trabaja ella, para hacer de promotora como ella (en reempla­
zo de una promotora atropellada en la vía pública), comparten la ropa,
casi la obliga a ir a su masajista y, al quedar embarazada, hasta la presio­
na para que se haga un Evatest -que ella misma le provee- e indirecta­
mente, le confirme que es positivo (aunque no lo sea).
Con una discreta ironía, el film también presenta referencias al contexto
social y económico de la década menemista. En la era de la sobrevalua-
ción del dólar ("Pagué 75 dólares por este Armani", le dice Marcelo al ita­
liano, cuando, en realidad, pagó 60 pesos) y la depreciación de otros va­
lores (el libro de poesía de Gabriel se vende en una librería de usados), la
juventud de clase media representada en la película está empobrecida y
debe usar uniformes "ridículos" para servir cafés y promocionar produc­
tos en la calle, reciclar la ropa de sus antepasados y compartir departa­
mentos ínfimos para achicar gastos.
Los diálogos absurdos y los equívocos, donde las palabras y lo que desig­
nan no se corresponden ("Silvia Prieto", les dice el italiano a Brite y Mar­
celo en el restaurante, al verlo a éste con su Armani robado por la prota­
gonista), encierran una reflexión sobre el lenguaje y el valor de las pala­
bras y funcionan como la metáfora de una sociedad donde la confusión,
la crisis de identidad y la alienación están a la orden del día. En definitiva,
¿quién o qué es Silvia Prieto? Este nombre que se repite constantemente
a lo largo del film para designar a la protagonista, a una tocaya y a un
adorno termina por tener un sentido totalmente difuso, o mejor dicho,
ningún sentido. Brite, la amiga, ni siquiera tiene nombre propio: se llama
como la marca de jabón para la ropa que promociona en la calle.
En el epílogo documental -rodado en H¡ 8, en clave de video casero-, la
voz narrativa de la protagonista desaparece y la cámara se mueve inquie­
tamente en una reunión entre varias mujeres, llamadas también Silvia
Prieto, que dialogan libremente entre ellas. Luego viene, a la par de los
créditos finales, un monólogo donde cada una de ellas cuenta quién es y
cómo es su vida.
Este segmento funciona como una deconstrucción de la estructura ficcio-
nal precedente, donde se le da la palabra y el centro del relato a otras mu­
jeres, no actrices, que comparten el nombre con la protagonista. Esto es
parte de la reflexividad de la enunciación, que cuestiona la mirada del
personaje (y lo que representa) en un juego de ambigüedades y rupturas
de límites entre lo ficcional y lo real: Mirta Busnelli, la otra Silvia Prieto de
la ficción, también se encuentra en esta reunión, pero no queda claro si
en calidad de personaje o de actriz/persona.
Silvia Prieto recibió los premios al Mejor Guión y Mejor Actriz (a Rosario
Bléfari) en el Festival de Tres Continentes de Nantes (Francia, 1999) y se
presentó con éxito en los Festivales de San Sebastián, Huelva y Berlín, en­
tre otros. También fue el único film argentino de ese año que se presen­
tó en el Festival de Sundance, captando el interés de la corriente cinema­
tográfica independiente norteamericana.
Las críticas locales calificaron a las producciones de este director de "mi­
nimalistas", y tildaron su humor de "asordinado", celebrando su sencillez
formal y su narrativa, alejada de la pretenciosidad del cine industrial.
Para Rejtman, el cine es pura superficie y lo que importa es el diálogo de
la pantalla con el espectador. En su producción, prima la idea de "desje­
rarquizar la técnica y jerarquizar el punto de vista. Se trata de que la cá­
mara no hable tanto. Ya está todo dicho. No hace falta que venga algo y
diga más. A lo mejor, tiene que ver con mi manera de ver las cosas. A mí
me gusta sentarme y mirar. A otra gente le gusta meterse en medio de la
acción" .

Ezequiel Fernández
Valentín

DIRECCIÓN INTÉRPRETES
Alejandro Agresti
PRODUCCIÓN
Hedí de Kroes, Laurens Geels, Pablo Carmen M aura............. .................La Abuela
Wisznia, Julio Fernández, Thierry Forte,
Rodrigo Noya................. .................... Valentín
Massimo Vigliar, para las compañías First
Flor Features (Amsterdam), De Productie Julieta Cardinali............ ....................... Leticia
(Rotterdam), Rossini Wisznia Agresti
(Buenos Aires), DMVB Films (París), Duque Jean Pierre Noher.......... ..........................El tío
y Castelao Productions (Roma-Madrid),
Sur Film (Madrid), con el apoyo del INCAA Mex Urtizberea............. ..........................Rufo
GUIÓN Fabián Vena................... ..................... El Cura
Alejandro Agresti
FOTOGRAFÍA Carlos Roffe................... .................El Médico
José Luis Cajaraville
MONTAJE Lorenzo Quinteros......... Hombre del bar
Alejandro Brodersohn
MÚSICA Alejandro Agresti.......... .................... El Padre
Paul M. Van Brugge
Marina Glezer................ ...............La Maestra
DIRECCIÓN DE ARTE
Floris Vos Stefano Di Gregorio...... .................... Roberto
VESTUARIO
Marisa Urruti
SONIDO
Fernando Soldevilla
DURACIÓN
85 minutos
ESTRENO EN LA ARGENTINA
11 de septiembre de 2003
Valentín es un niño de ocho años, cuya voz en off abre esta comedia dra­
mática de Alejandro Agresti. El niño se revela como un narrador que no
oculta nada. Comienza explicando detalles sobre él y su universo: vive con
su abuela, quiere ser astronauta, su padre ha tenido varias novias, su ma­
dre lo ha abandonado. La historia se alejará así de toda problemática po­
lítica para entrar de lleno en el mundo emocional del niño, e intentará
que el espectador se conmueva y se identifique subjetivamente con este
protagonista. La breve intervención de Fabián Vena, como el cura de ideas
subversivas que incluye en su sermón el acontecimiento de la muerte del
Che, no llega a macular el universo infantil y no introduce ningún tipo de
reflexión. Más bien conecta este mundo netamente emocional con una
ubicación temporal concreta y termina de delinear así su verosimilitud: la
historia transcurre en 1969 en un barrio de Buenos Aires. De esta forma,
la película combina elementos que la hacen accesible al público masivo:
relato claro, verosímil y lineal, identificación con el protagonista, ausencia
de reflexión crítica.
Unos minutos después del comienzo, el espectador ya está totalmente in-
formado; la voz y el accionar de Valentín estructuran el film. El niño bus­
ca una familia y, más precisamente, una mamá idealizada: rubia y simpá­
tica. En esta búsqueda, va desarrollando los conflictos y estructurando el
relato, en el que principalmente interactúan parejas: Valentín y la abuela,
Valentín y el padre, Valentín y Rufo, Valentín y Leticia. A pesar de su cor­
ta edad, el niño muestra una visión clara y perspicaz, casi adulta, que, su­
mada a su vulnerabilidad, lo constituye en un personaje picaro, pero ¡no­
cente. Ya desde la gráfica de la película, Valentín aparece en el afiche con
una aureola de ángel sobre su cabeza, disipando dudas en cuanto a su
moral. Es un personaje bueno, que acciona desde sus buenas intenciones.
El niño habla de mujeres con su tío Chiche, comparte penas con su ami­
go Rufo, reflexiona. En el único flashback conoce a una novia de su pa­
dre que es azafata y la descarta por "gorda", en una escena de lograda
comicidad. Ve en las madres de los otros una oportunidad de felicidad
que él no llega a tener. La vida con su abuela, "un poco antigua", como
él mismo la define, a veces es aburrida y, otras veces, exige de él una adul­
tez que asume plenamente: él es quien toma las riendas cuando su abue-
la enferma. En ese momento, las buenas intenciones del personaje son
bien expresadas: consigue armar una treta para que un médico vea a la
abuela, luego la cuida y hasta le regala una pintura al doctor.
Las escenas de enojo del padre ante la actuación de Valentín logran mo­
mentos de intensa identificación con el chico: injustamente celoso, en es­
te caso el padre lo reta por hacerse cargo de la abuela enferma. A pesar
de ser más irresponsable que su hijito, él dice ser "el adulto". El colérico
padre, interpretado por el propio Alejandro Agresti, rápidamente queda
definido como mujeriego, bastante fanfarrón, antisemita y violento. Su
mujer los ha abandonado y él nunca la perdonó. Ni siquiera deja que Va­
lentín la recuerde, tal como el chico le cuenta a Leticia: una vez que pa­
saban en auto cerca de donde vivía la madre, el padre tiene otro acceso
de enojo porque el hijo dice que por ahí vivía su mamá.
Valentín la pasa bien con los padres de su amigo, más modernos que su
abuela, y admira sobre todo a la mamá, pero... no es la suya. Leticia, la
novia de turno de su padre, aparece encarnando el ideal de Valentín: ru­
bia, joven, linda y dulce. Su encuentro será una de las secuencias más en-
ternecedoras para el espectador: pareciera que todo irá bien, porque se
llevan de maravillas. Sin embargo, a medida que va pasando el día, se lee
en el rostro de Leticia una decepción creciente, ante las revelaciones ino­
centes de Valentín sobre su padre, sobre todo a partir del momento en
que le cuenta que es antisemita. Desde el punto de vista cinematográfi­
co, la siguiente escena expresa muy bellamente esta situación: Valentín se
ríe divertido y Leticia, a su lado, está triste y pensativa. Finalmente, en otra
escena de enojo injusto, el chico se entera abruptamente de la ruptura de
su padre con Leticia y, a continuación, vemos el enojo del propio Valentín
con Leticia, como una reacción de su sufrimiento por perderla, por haber

confiado y haber sido decepcionado una vez más.


Así, el personaje de Valentín se enfrenta a una serie de decepciones que pa­
recen ser continuas. No puede ser astronauta ("hay que ser ruso o nortea­
mericano", dice su tío Chiche), disfruta las visitas de su tío y de su padre,
pero son cortas, disfruta de los padres de su amigo pero sabe que no son
los suyos, cuida a su abuela, pero no se lo permiten, su abuela "es lo úni­
co que tiene", pero muere, quiere a Leticia, pero ella lo deja a su padre. El
personaje que no lo decepciona es Rufo. Mientras que el cariño de Leticia
es intenso, pero tiene muy corta duración, el de su amigo Rufo atraviesa to­
da la historia y no le produce decepciones; además, es quien está con el ni-

l™¡
ño cuando su abuela muere y quien le anuncia la muerte de la abuela.
En el final, Rufo y Leticia logran el preciado "final feliz" con la concreción
de uno de los deseos de Valentín. Si bien no logra tener una madre, su
mayor deseo, Leticia y Rufo, sus dos amigos más queridos, se ponen de
novios. Además, Valentín se entera del cariño y de la preocupación de su
madre, gracias al hombre en el café, que ha estado allí desde el principio
del film como si fuera ella misma, y al que, en otro gesto adulto, recono­
ce como el novio. La película salva así los momentos de más tensión y de­
ja al espectador relajado.
A grandes rasgos, las críticas de los medios masivos son favorables a la
película, calificándola de "conmovedora", "tierna" y que "llega al cora­
zón", mientras que la crítica especializada habla de un film "taquillero",
"comercial" o "clásico", que utiliza fórmulas genéricas y se aleja de pro­
ducciones anteriores del realizador, más críticas o experimentales.
Agresti logra cumplir una fórmula impecable de éxito masivo a la que el
público y la crítica en general responden adecuadamente: se estrena en
la Argentina el 11 de septiembre de 2003, permanece en cartel unas nue­
ve semanas y la ven unos 315.000 espectadores. Valentín forma parte
de una época de inusitada bonanza para el cine argentino, como se ha
dicho, a pesar de la crisis generalizada que pesa en todas las demás in­
dustrias. A este repunte, que se puede vincular con el surgimiento de
nuevos directores, nuevas poéticas y compañías productoras en los años
90, se lo suele llamar el "Nuevo Cine Argentino". Se caracteriza por una
visión más bien ácida y crítica en una época de aparente estabilidad eco­
nómica, que pronto se viene abajo. Si bien no logra, en general, llegar a
un público masivo, tiene un doble efecto: al triunfar en festivales interna­
cionales, interesa a productores extranjeros, quienes financian y aseguran
la exhibición en varios países y esto repercute en el interés del público ar­
gentino -siempre atento a las voces de afuera-, levantando en el imagi­
nario social el prestigio del cine nacional. Paralelamente, el cine más co­
mercial se beneficia incorporando renovaciones en los procedimientos y
calidad técnica, entre otros.
Es lo que sucede con Valentín, sexto largometraje de Agresti estrenado
en el país. Sus colaboradores, que ya han trabajado con él, logran unidad
y coherencia estética, es decir, un producto industrial que tiene la poéti­
ca particular de su director (como ocurre, a veces, en la gigante industria
hollywoodense).

ñ
En este período, el realizador -que vivió doce años en Holanda- comien­
za a producir una filmografía con sello propio, que transita por búsque­
das reflexivas, técnicas y temáticas, y que la crítica especializada, en ge­
neral, elogia (El amor es una mujer gorda (1987), El acto en cuestión
(1993), entre otras). Sin embargo, el público argentino lo conoce recién
en 1996, con el estreno de Buenos Aires viceversa, película de lucidez
crítica y de búsqueda estética particular, donde también un niño (El Bo­
cha) es trágico protagonista..
Al referirse al giro de su filmografía, el director explica en un reportaje que
con Una noche con Sabrina Love (2000) y Valentín intenta explorar un
mundo más íntimo: el de un adolescente y el de un niño, respectivamen­
te. Ya no busca, dice, los conflictos sórdidos de los adultos (gran temática
recorrida por el llamado Nuevo Cine), sino los conflictos con los que se en­
cuentran los chicos y adolescentes, una especie "de conflicto puro", al que
logra desnudar de toda crítica política y experimentación técnica (como di­
ce el realizador, se cansó del cine que quiere "hacerse el loco o el moder­
no"). Pero, además, el guión de Valentín se basa en su propia niñez, agre-
gando otro elemento de verosimilitud muy caro al público masivo.
La película gana el Premio Especial del Jurado en el Festival de Mar del
Plata 2003, en competición oficial. Anteriormente, fue premiada en el
Festival de Biarritz, provocando discusiones entre las autoridades artísticas
del Festival y la FIAPF. También recibe premios en Biarritz, Cannes, Sevilla,
Utrecht y Newport, gana siete Cóndores de Plata y es candidata al premio
Oscar como Mejor Película Extranjera. Miramax la adquiere para su distri­
bución internacional y Agresti recibe varias propuestas, como la de War­
ner. Todo lo cual demuestra que Valentín es un producto de calidad.

Luciana Verona


Currículums e índice
Alicia Aisem berg es licenciada en Artes (Orientación Combinadas), en la UBA. Actualmente es docente en la Cátedra
Introducción al lenguaje de las artes combinadas /Facultad de Filosofía y Letras - UBA). Dictó diversas materias en el área
de teatro y cine. Es becaria de doctorado en la Universidad de Buenos Aires con el tema: "Formas de representación de lo
popular: del teatro al cine (1890-1942)". Con respecto a la labor de investigación ha participado en diversas publicaciones
entre las que se pueden mencionar su participación en la Historia del teatro argentino en Buenos Aires, (dirigida por
Osvaldo Pellettieri) y diversos artículos sobre el teatro argentino, la dramaturgia emergente, el actor nacional en el teatro
y en el cine como en el caso de Pepe Arias, y acerca de los intercambios entre el teatro y el cine en diferentes estudios.

Eduardo Romano es egresado de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA y, desde 1986, docente regular de dicha
Facultad. Se inició como poeta, durante la década de 1960, y a su Análisis de Don Segundo Sombra (1967) le siguieron
numerosos trabajos críticos acerca de autores argentinos y sobre literatura y medios de comunicación, como Literatura/cine
argentinos sobre la(s) frontera(s) de 1992. Acaba de aparecer su estudio Revolución en la lectura. El discurso periodístico-
literario de las primeras revistas ilustradas rioplatenses (2004).

Eduardo A. Ruso es doctor en Psicología -Area Social-, jefe del Departamento Audiovisual en la Facultad de Bellas Artes,
Universidad Nacional de La Plata. Profesor de Comunicación e Investigación en la Maestría de Diseño en la Universidad de
Palermo y la de Barcelona. Escribe en El Amante-Cine y Kilómetro 111 -Buenos Aires-. Dirige la colección Cuadernos de
cine, en Editorial Simurg. Autor de Diccionario de Cine (Paidós, 1998); compilador y autor de Interrogaciones sobre
Hitchcock (Simurg, 2001). En los últimos años ha sido co-autor en los volúmenes Imagen, Política y Memoria (Libros del
Rojas, 2002); ¿Realidad Virtual? (Ed. GK, 2003); Stanley Kubrick (Univ. Católica de Valparaíso, 2002); y Pensar el cine I y II
(Manantial, 2004), entre otras publicaciones.

Mariana De Tomaso es egresada del Profesorado Nacional de Música del Conservatorio Carlos López Buchardo y pronta
a finalizar la licenciatura en Artes Combinadas de la Facultad de Artes de la UBA. Se desempeñó como docente en el Centro
Polivalente de Arte de Ezeiza. Actualmente dicta los Talleres: La música en el cine. El cine que nos pertenece y Películas en
cartel en Centro Cultural R. Ricardo Rojas - Programa para Adultos Mayores de 50 años. Publicó numerosos artículos sobre
Música y Cine en la revista Clásica Arte &Cultura.
Pró lo g o 5

S o b re este c u a d e rn o .........................................................................................7

Prácticas d e cruce en las o bras d e M a n u e l R om ero:


tango, teatro, cin e y d ep o rte
por Alicia Aisemberg........................................................................................... 10

E l cine a rg en tin o a n te la in v a sió n te levisiva


por Eduardo Romano.......................................................................................... 34

C in e y literatura
La bestia debe morir, Si muero antes de despertar, No abras nunca esa puerta.
El thriller argentino: notas sobre tres casos extraños
por Eduardo Russo...............................................................................................58

La m úsica en e l cin e a rg en tin o


por Mariana De Tomaso...................................................................................... 82

Películas a rg en tin a s d e l sig lo X X I

La fuga
por María Gabriela Gargiulo............................................................................ 102

S ilv ia Prieto
por Ezequiel Fernández .............................................................................. 108

V alentín
por Luciana Verona............................................................................................114
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