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CAPÍTULO I

CAPÍTULO I. CULTURA DE PAZ Y NOVIOLENCIA

Francisco Jiménez Bautista


Profesor de Estudios para la paz
Universidad de Granada, España
fjbautis@ugr.es

Para trabajar por la paz debemos de comenzar por conocer la estructura del
conflicto, el mapa de las violencias y todo ello para llegar al círculo virtuoso de la
paz, de una cartografía de paces. En este capítulo pretendemos responder a varias
preguntas: ¿Qué es la paz? ¿Qué es cultura de paz? Y ¿Cómo podemos trabajar con la
noviolencia? El objetivo de este capítulo es revisar el reciente interés académico de
la Investigación para la paz en relación con la construcción de paz y sus distintos
conceptos de paces para construir una cultura de paz que puede integrarse dentro de
la sociedad. La tesis que defendemos es que la aceptación acrítica de las paces (paz
negativa, positiva y neutra) nos lleva a una falta de operatividad dentro del ámbito de
los Estudios para la paz. Además, se reconoce el soporte neutral que tiene la cultura,
lo cual ayuda a comprender cómo vive una sociedad, dónde la paz se construye como
un horizonte para la acción personal y grupal.

1. Definir la paz y construir una cartografía de paces

¿Qué es la paz? La paz es el conjunto de situaciones en las que se opta por la


noviolencia. Comenzado por el amor, la dulzura, el cariño, etc., es decir, todos aque-
llos actos que son propios del ser humano y que, muchas veces, nos cuesta trabajo
exteriorizar. Para continuar con la hospitalidad; la diplomacia; el intercambio; los
tratados y las alianzas y, ¿cómo no?, la regulación pacífica de conflictos. En definitiva,
la paz es todo aquello que nos ayuda a ser más humanos y felices.
Hoy la Investigación para la paz tiene un gran y destacado cuerpo de investi-
gadores que han presentado numerosas definiciones de la paz, como las de «paz
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negativa» en contraposición a «paz positiva» (Galtung, 1969, 1985); «paz estable»


frente a «paz inestable» (Boulding, 2014; Kacowicz, 2000; Kupchan, 2010); «paz» y
«no violencia» (Sponsel, 1994), la «paz participativa» (Doyle y Sambanis, 2000); la
«paz duradera» (Druckman y Albin, 2011; Hartzell, 1999; Licklider, 1993; Walter,
2002); «los sistemas de paz» (Fry et al., 2009); «paz sostenible» (Lederach, 1997; Peck,
1998; Brauch y Oswald, 2009; Coleman, 2012); «paz imperfecta» (Muñoz, 2001);
«paz neutra» (Jiménez, 2011 y 2014); «paz híbrida» (Mac Ginty, 2010 y 2011) y «paz
liberal» (Richmond, 2011), por citar algunos casos.
Predomina la obra teórica de Johan Galtung (1993:15-45), al indicar que la paz
se puede expresar con la siguiente fórmula:

Paz = empatía + no violencia + creatividad

En paralelo a esa fórmula, hemos desarrollado el concepto de paz «como todas


aquellas situaciones donde se opta por la noviolencia» (Jiménez, 1997). Siendo la
noviolencia un compromiso con la verdad y con la transformación y neutralización
de la violencia que produce un cambio. Por otro lado, también existe el concepto de
«paz neutra» (Jiménez, 2011 y 2014: 13-52), que constituye un esfuerzo de luchar
contra la violencia cultural (Galtung, 1990) y la violencia simbólica (Bourdieu y
Passeron, 1977; Bourdieu, 2007), construyendo una cultura de paz entendida como
nuestras experiencias en la vida. La cultura de paz son tres cosas: a) Trabajar por la
paz; b) Vivir el conflicto y c) Luchar contra la violencia.
Una cultura de paz es una cultura que promueve la pacificación, que incluya
estilos de vida, patrones de creencias, valores y comportamientos que favorezcan
la construcción de la paz y acompañen los cambios institucionales que promuevan
el bienestar, la igualdad, la administración equitativa de los recursos, la seguridad
para los individuos, las familias, la identidad de los grupos o de las naciones, sin
necesidad de recurrir a la violencia.
Haciendo un esfuerzo de síntesis, la cultura de paz sería la suma de las tres paces
que evolucionan dentro de la Investigación para la paz:

Cultura de paz = paz negativa + paz positiva + paz neutra.

De forma sintética, se explican las paces: negativa, positiva y neutra de la si-


guiente manera:
Capítulo I. Cultura de paz y noviolencia 23

- La paz negativa, como ausencia de violencia directa (física, verbal y psicológi-


ca). Emergencia en la postguerra mundial, donde los centros de investigación
para la paz y el surgimiento de las ONG, comienzan a modificar la definición
de la paz negativa.
- La paz positiva, ausencia de violencia estructural. Aparece con el fortaleci-
miento de los centros de Investigación para la paz; propone una perspectiva
de intervención que liga los conceptos de paz y desarrollo, con una clara
incidencia de los países avanzados sobre los del Tercer Mundo y forma un
desarrollo como militancia antibélica y la emergencia de nuevas categorías
de análisis (género y ecología).
- La paz neutra, busca romper la polarización entre paz positiva y paz nega-
tiva. Profundiza en los aspectos culturales y simbólicos para consolidar la
cultura de paz en base a la diversidad cultural e intenta reducir la violencia
cultural y/o violencia simbólica a través de una re-definición de la política
y la economía mediante la neutralización a través de una fragmentación de
los saberes, las realidades y la burocracia.
Es muy importante comprender, aprehender y contribuir a transformar la
realidad a partir de la práctica: transformar conflictos para buscar la paz (Jiménez,
2011). Una herramienta que aquí concebimos para construir conocimiento que
ponga en común el punto de vista del actor-investigador (etic) y el punto de vista
del actuante-sujeto (emic) para interactuar en pro de la transformación de un tipo
de conflictos alimentados por las condiciones de producción de la violencia cultural
y/o simbólica.
Platón indica que la fuente del saber no está en la memoria sino en el diálogo
mediante preguntas y respuestas. Johan Galtung tiene una simple y eficaz fórmula
para concebir el diálogo: se llama la pregunta. En paso que dan las partes del uso
del signo de exclamación al signo de interrogación, es decir, cuando nacen las
preguntas por las causas, las inquietudes, etc. De estas preguntas brotarán algunas
constataciones de cara al presente: ¿se hubiera podido evitar el conflicto?, ¿se hubiera
podido controlar?, etc. Serán de estas constataciones entre el pasado y el presente que
se propone un futuro diferente.
de exclamación al signo de interrogación, es decir, cuando nacen las preguntas por las
causas, las inquietudes, etc. De estas preguntas brotarán algunas constataciones de cara
al presente: ¿se hubiera podido evitar el conflicto?, ¿se hubiera podido controlar?, etc.
Serán
24 de estas constataciones entre el pasado
Francisco y Bautista
Jiménez el presente que se propone un futuro
diferente.

Figura 1.1.Estrategia
Figura Estrategiametodológica
metodológica que nos lleva
llevaalalparadigma
paradigma pacífico
pacífico.

Cultura de paz
Paz mundo

Paz negativa
Violencia -+ ++ Paradigma pacífico
directa
(fí i b l
Paz positiva Francisco Jiménez Bautista
Violencia estructural

-- -+

Johan Galtung Violencia cultural Paz neutra


Pierre Bourdieu Violencia simbólica

Fuente: Jiménez, 2014.


Fuente: Jiménez, 2014.

En 2014 Johan Galtung presenta un nuevo concepto de paz. Hemos desarrollado


igualmente
En 2014una propuesta
Johan de paz siguiendo
Galtung presenta un nuevo los Objetivos
concepto de Hemos
de paz. Desarrollo Sostenible
desarrollado
(ODS), como se pone de manifiesto en el Cuadro 1:
igualmente una propuesta de paz siguiendo los Objetivos de Desarrollo Sostenible
(ODS), como se pone de manifiesto en el Cuadro 1:
Cuadro 1. Concepto de paz

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Cuadro 1. Concepto de paz.
 
Concepto de Johan Galtung (2014). Concepto de Francisco Jiménez (2016a).

Armonía x Equidad Resiliencia x Sostenibilidad


Paz = ------------------------------- Paz = ------------------------------------------
Conflicto x Trauma Conflicto x Vulnerabilidad

Fuente: Jiménez (2016a: 17).

Comparando ambas propuestas, el concepto de Johan Galtung nos ofrece una


nueva definición de paz donde la armonía, la equidad y el trauma constituyen los
ejes centrales. Nosotros planteamos unos conceptos que son más actuales en la
sociedad en la que vivimos. La resiliencia implica un desarrollo de capacidades que
va desde las personas a las ciudades resilientes. Pensamos que el trauma tiene una
carga negativa y estigmatizante, pero la violencia no siempre engendra trauma. Los
tres conceptos, vulnerabilidad, sostenibilidad y resiliencia, son planteados ya en uno
de los informes del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD,
Capítulo I. Cultura de paz y noviolencia 25

2014). Un marco teórico para el estudio y análisis de la paz plantea una cartografía
de paces de las distintas agendas y de las nuevas ideas que constituyen los objetivos
de desarrollo sostenible (ODS).
Desde el Instituto de la Paz y los Conflictos de la Universidad de Granada, hemos
creado una cartografía conceptual de paces con la intención de recuperar la rele-
vancia histórica de los mapas como herramientas epistémico-políticas que intentan
subvertir su tradicional rol de justificación de intereses hegemónicos dominantes,
tal y como se pone de manifiesto en el cuadro 2. En primer lugar, están las etapas,
que se construyen siempre desde la violencia (Jiménez, 2012); en segundo lugar, las
generaciones, que hacen evolucionar el concepto de paz. La primera generación de
paces corresponde a la paz negativa y la paz positiva de Johan Galtung, junto con el
concepto de paz neutra, con el que trabajamos desde los años noventa; la segunda
generación de paces está integrada por la paz social, la paz gaia o paz ecológica y
la paz interna; la tercera generación está integrada por la paz multi cultural, inter
cultural y trans cultural; y, por último, la cuarta generación de paces está integrada
por la paz vulnerable, la paz sostenible y la paz resiliente (Jiménez, 2004, 2016b,
2018a, 2018b).
La cartografía de paces abre un proceso colectivo y participativo que nos lleva
a unos mapeos de nuestra realidad que permiten la inclusión de sentimientos,
emociones, experiencias y saberes identitarios. Por ello, a través del conocimiento
de los diferentes tipos de violencias podemos precisar las definiciones apropiadas
para las paces. Hemos sintetizado las explicaciones y su interpretación en el tiempo
en una cartografía de paces que sirve para construir los conceptos y ayuda a dirigir
la investigación para la paz.
Esta cartografía de paces se ha convertido en un mosaico de concepciones de
paces útil para buscar mecanismos de lucha contra la violencia y la transformación
pacífica de conflictos. Existen al menos doce tipos de paces (véase, el cuadro 2), sin
olvidar que todas estas paces tienen que ser consideradas complementarias entre
sí y que la combinación de las mismas sienta las bases del objetivo final de la inves-
tigación para la paz: la creación de una cultura de paz. La paz (paces) se construye
constantemente, es procesual y sistémica, es un proceso en un presente continuo,
se manifiesta en todos los lugares, y todas las personas somos responsables de su
construcción hasta llegar a una cultura de paz.
Una de las deficiencias que tiene la investigación para la paz es no realizar una
conexión con la naturaleza, con lo ambiental. Por eso, la noción de ecología como
un bien común tiene que ser desarrollada e incorporada a los estudios de la paz.
Tenemos que ser conscientes y visualizar los problemas tanto de la supervivencia
de nuestra especie como del daño ecológico que ha realizado el ser humano en el
planeta (Zizek, 2014; Jiménez, 2016b). Por ello, en la segunda generación de paces
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se incorporó la paz ecológica y la paz gaia y en la cuarta generación recuperamos


el concepto de paz sostenible. Esta paz solo se puede lograr localmente y mediante
esfuerzos personales interconectados y que vayan más allá de los gobiernos. La
naturaleza debe estar en el discurso de la investigación para la paz y los estudios de
la paz y especialmente en el ámbito de la educación.

Cuadro 2. Cartografía de paces.

Generaciones de Paces
1ª 2ª 3ª 4ª
Paz
1. Violencia Directa (Física, Paz Paz Paz Vulne-
Multi cul-
psicológica, verbal, etc.) Negativa Social rable
tural
2. Violencia Estructural (Desde Paz Paz Gaia Paz Paz
instituciones) Positiva Paz Ecológica Inter cultural Sostenible
3. Violencia cultural (Religión,
ideologías, medios de comuni- Paz
Paz Paz Paz
cación, etc.) Trans cul-
Neutra Interna Resiliente
Violencia Simbólica (cultura tural
dominante, poder, etc.)
Fuente: Jiménez, 2018a.

Actualmente, desde los objetivos de desarrollo sostenible se avanza en nuevos


conceptos de paz, fundamentales para mitigar los conflictos ambientales que expe-
rimenta el mundo. Por ello, para poder referirnos a los nuevos términos incluidos
en la cartografía de paces dentro de los estudios para la paz, debemos entender los
conceptos de paz como un proceso o camino en continua transformación. Igual-
mente, debemos reconocer que los principales conflictos para el ser humano están
unidos a tres palabras: vulnerabilidad, sostenibilidad y resiliencia (PNUD, 2014).
El concepto de paz vulnerable refleja que ésta intenta neutralizar la violencia que
hoy se presenta de forma naturalizada, trascendiendo a los conflictos, y se manifiesta
a través de múltiples vulnerabilidades que afectan a la sociedad y a la naturaleza. La
paz vulnerable se encuentra en todos los ámbitos de la vida humana y en su relación
con el medio ambiente, y no sólo en la ausencia de conflictos o de guerra.
Lo mismo sucede con la paz sostenible (referida a la naturaleza, tan maltratada
por el ser humano, aunque pensamos más en una paz ecológica y paz gaia) y con la
paz resiliente, entendida como la capacidad de sobreponerse a una adversidad, y de
salir además fortalecido para poder seguir caminando en la vida (Jiménez, 2016b).
La cartografía de las paces es una forma de organizar y enfrentar el pensamiento
complejo, tal y como lo plantea Edgar Morin. Supone pensar que un análisis ho-
Capítulo I. Cultura de paz y noviolencia 27

lístico difícilmente puede ser objetivo (dependerá del punto de vista desde el que
se analice) y puede ser sistémico y a la vez utópico, con la complejidad que supone
entender todas las piezas del conjunto. Esto es, comprender que tres violencias nos
permiten trabajar con doce paces, lo que muchas veces puede resultar complicado de
explicitar. No pretendemos, con esta cartografía de paces o desde la paz neutra, dar
una respuesta a la complejidad que nos presenta el sistema capitalista. Es un espacio
de trabajo complejo y sabemos bien que “la complejidad es una palabra problema y
no una palabra solución” (Morin, 1998: 22). El pensamiento complejo no conlleva
que el intento de comprender esa realidad, aunque sea infinita y complicada, sea
imposible. Por el contrario, la complejidad vislumbra un nuevo paradigma, un
camino para abordar el conocimiento de las paces que nos lleve a un paradigma
pacífico: el de la paz neutra.

2. ¿Qué es la cultura de paz?

Una cultura de paz y los principales antecedentes de su construcción nos reta a


pensar y a trabajar por un mundo más justo y perdurable. Haremos una revisión de
la idea de cultura de paz, y su relación con las paces, las violencias y los conflictos,
además de las posibles alternativas que podemos encontrar en nuestra sociedad para
señalar la importancia que tiene una educación en valores para la construcción de
un mundo más humano. Partimos de las dos hipótesis siguientes:
a) Si las guerras nacen en la mente de los seres humanos, es en la mente de los
seres humanos donde deben erigirse los baluartes de la paz (Constitución de
la UNESCO), por ello tenemos que realizar un esfuerzo para pensar y obrar
en términos de cultura de paz y demostrar nuestra confianza en la especie
humana para regular pacíficamente los conflictos
b) La paz, como realidad social (económica, política y cultural), debe ser inves-
tigada por todos, sabiendo que todos somos actores y actrices de la paz, sobre
la paz y para la paz. Somos portadores de la paz, ya que ésta se encuentra
dentro de cada ser humano.
Para generar una cultura de paz debemos tener presente los tres puntos cardi-
nales siguientes:
- Saber vivir y gestionar de forma adecuada los conflictos.
- Trabajar en todas las formas de hacernos las paces y la noviolencia.
- Frenar todas las formas de violencia (directa, estructural y cultural y simbó-
lica) (Jiménez, 2009).
28 Francisco Jiménez Bautista

Decía Bakunin «Es proponiendo lo imposible como el hombre ha logrado


siempre lo posible. Aquellos que se han ceñido prudentemente a lo que les parecía
factible, jamás han avanzado un solo paso». Recordar que la paz, la cultura de paz
es un sueño posible, esta es la semilla que pretendemos sembrar.

2.1. ¿Qué implica una cultura de paz?

La cultura de paz es el conjunto de valores, actitudes y comportamientos que


reflejan el respeto a la vida, de la persona humana y de su dignidad, de todos los
derechos humanos; el rechazo de la violencia en todas sus formas y la adhesión a los
principios de libertad, justicia, tolerancia y solidaridad, así como la comprensión
tanto entre los pueblos como entre los grupos y las personas, sin olvidar la relación
con la naturaleza.
De otra forma, la cultura de paz la define la UNESCO en su Declaración para el
año 2000 como «Una cultura que promueve la pacificación, una cultura que incluya
estilos de vida, patrones de creencias, valores y comportamientos que favorezcan la
construcción de la paz y acompañe los cambios institucionales que promuevan el
bienestar, la igualdad, la administración equitativa de los recursos, la seguridad para
los individuos, las familias, la identidad de los grupos o de las naciones, y sin necesidad
de recurrir a la violencia».
Pensemos por un momento, que bienestar no es sólo riqueza material (una casa,
un coche, etc.), es también independencia, justicia social, solidaridad humana, paz
ciudadana, y culto a la dignidad de los seres humanos. La cultura de paz se cons-
truye con amor, es decir, nos alienta a todos a resistir y vencer, porque para ellos
(especialmente, los más débiles), en cualquier comunidad son la esperanza que no
muere, su utopía hecha realidad, su sueño materializado en un mundo donde la
justicia social se haga más visible.
Para que vosotros mismos y las generaciones venideras puedan cosechar los
frutos de esta cultura de paz, debemos actuar desde ahora. Es preciso: fomentar
la Educación para la paz (Jares, 1999; Lederach, 2007), los Derechos Humanos y la
Democracia, la tolerancia y la comprensión internacional; proteger y respetar todos
los Derechos Humanos, sin excepción alguna, y luchar contra toda forma de discri-
minación; promover los principios democráticos en todos los ámbitos de la sociedad;
vivir la tolerancia y la solidaridad; luchar contra la pobreza y lograr un desarrollo
endógeno y sustentable en provecho de todos y todas, capaz de proporcionar a cada
persona un marco de vida acorde con la noción de dignidad humana; proteger y
respetar nuestro medio ambiente.
Capítulo I. Cultura de paz y noviolencia 29

2.2. Premisas para una Investigación para la paz

La Investigación para la paz, «Peace Research» surge a partir de diferentes cultu-


ras, y diversas tradiciones gnoseológicas (ideológicas, científicas, etc.), y su avance
depende de su capacidad para integrar las múltiples fuentes que han surgido de
las distintas experiencias humanas (individuos, grupos, sociedades, comunidades
científicas, disciplinas, religiones, filosofías, etc.), desde los supuestos teóricos
esgrimidos por las religiones (todas ellas tienen hecha una propuesta de paz), el
nacimiento de la práctica de paz (las paces mediterráneas: Eirene griega; Shalom
judía; Pax Romana; Salam islámica, etc.), las paces orientales (Budismo, Hinduismo,
etc.); las paces de los pueblos sin escritura, la pax dei medieval, la noviolencia, las
Naciones Unidas, o los Premios Nobel de Paz, pasando por aportaciones de autores
de la antigüedad como los filósofos pitagóricos a Inmanuel Kant, Tolstoi, Ghandi,
Martin Luther King, etc., a investigadores relevantes de la paz propiamente dicho,
Anatol Rappaport, Elise Boulding, Johan Galtung, Alain Joxe, Jean Paul Lederach,
etc., por citar sólo algunos contemporáneos.
La Investigación para la paz, iniciada después del desastre de la II Guerra Mun-
dial, persigue la reducción sistemática de la violencia (directa, estructural y cultural
y/o simbólica) y busca conocer los mecanismos y dinámica de los conflictos para
encontrar vías de regulación pacífica a los mismos, a través del estudio de los cam-
bios de conducta en los individuos, familias, grupos, en definitiva, en la sociedad.
Algunos rasgos y aspectos concretos de la Investigación para la paz son:
- Primero, podemos destacar su carácter normativo (posee un elevado conte-
nido de juicios y se orienta hacia la acción en la elaboración de políticas que
exceden el marco académico); interdisciplinario (utiliza los conocimientos
de diversas ciencias); transdisciplinario (combina las metodologías propias
de cada disciplina científica); institucional (existen numerosos centros de
investigación en todo el mundo); y global (estudia diferentes niveles y esca-
las; y destinatarios que abordan los problemas que afectan al conjunto de la
humanidad).
- Segundo, la Investigación para la paz, se ha ido relacionando con todos aquellos
fenómenos sociales, que de una u otra forma, condicionaban la regulación de
los conflictos; así, no sólo se ha preocupado por problemas de micro o meso
escala, sino también por los que podríamos catalogar como problemas globales
o macro, además de lo mega (referidos a las civilizaciones y las religiones).
En efecto, el armamentismo, el conflicto norte/sur, la pobreza, el racismo,
la xenofobia, la seguridad alimentaría, las relaciones de género, la salud, el
control de la información, los procesos de toma de decisiones, los derechos
humanos, el control de la ciencia y la tecnología, el cambio global en el medio
ambiente, etc., forman parte de su horizonte futuro (Jiménez, 2011).
30 Francisco Jiménez Bautista

- Tercero, el contacto con estos problemas, desde distintos enfoques culturales y


científicos, ha tenido un efecto también enriquecedor, que tiene su reflejo en
la asunción y elaboración de nuevas teorías y metodologías. De esta forma,
la Investigación para la paz no es ajena, ni debe serlo, a los problemas ni a los
retos que el conocimiento humano tiene planteados en estos momentos. En
este sentido ha contribuido a articular nuevos presupuestos e informaciones
(concepciones, teorías, metodologías, valores, etc.), con el objeto de adecuar
y actualizar nuestras percepciones y cosmovisiones a la realidad planetaria
presente y futura.
- Cuarto, la Investigación para la paz viene dada por la evolución y ampliación
del concepto de paz entendida, en un principio, como ausencia de guerra, para
llegar posteriormente a un concepto positivo de ésta, como proceso orientado
hacia el desarrollo humano (justo y sustentable). Es decir, al aumento en el
grado de satisfacción de las necesidades humanas básicas que en definitiva
facilitan la creación de las condiciones necesa­rias para que el ser humano
desarrolle toda su potencialidad en sociedad. A su vez, la evolución del con-
cepto de violencia discurre paralelo y en íntima conexión con el concepto de
paz.
A medida que el estudio de los conflictos se hace más complejo, se amplía
el concepto de violencia, entendiendo ésta como todo aquello que, siendo
evitable, impide, obstaculiza el desarrollo humano, comprendiendo, por
tanto, no sólo la violencia directa (física, verbal y sicológica), sino también la
denominada violencia estructu­ral (pobreza, represión, alienación, deterioro
ambiental, etc.). Y, finalmente, hay que añadir el concepto de violencia cul-
tural para señalar a todo aquello que en el ámbito de la cultura legitime y/o
promueva tanto la violencia directa como la violencia estructural (Galtung,
1990) añadimos la violencia simbólica y violencia híbrida (Jiménez, 2012 y
2018b).
- Quinto, otro rasgo de la Investigación para la paz viene dado por el carácter in-
eludiblemente multi, inter y transdisciplinar de su metodología. La intercone­
xión requerida en el estudio de las diferentes instancias de paz y las formas
en las que la violencia se presenta en las socie­dades modernas sólo puede
alcanzarse a través de un conoci­miento multidimensional e integrador que,
en modo alguno, lo proporciona la especiali­za­ción dominante en la mayoría
de las diferentes áreas de conocimiento. De ahí la necesidad, en primer lugar,
de construir un nuevo paradigma superador de la parcialidad y fragmentación
impuesta por la especializa­ción. Sólo rompiendo las barreras de las disciplinas
y mediante el trabajo en equipo, será posible esta perspectiva que el Estudio
para la paz y los conflictos requiere, así como avanzar hacia la superación de
la simple multiplicidad de disciplinas.
- Por último, no podemos construir esta cultura de paz, sin abordar el concepto
de paz neutra, entendida como una implicación activa para reducir la vio-
Capítulo I. Cultura de paz y noviolencia 31

lencia cultural y violencia simbólica a través de una nueva re-definición de la


política y la economía actual y la corrección de la fragmentación (del saber y
la realidad) y, ¿cómo no?, de la burocracia. Trabajar con la paz neutra supone
emplear como método de acción y lucha el diálogo. Este diálogo, dentro de
un proceso de enseñanza-aprendizaje es importante, ya que «aprendemos a
vivir» lo que implica la construcción de una sociedad basada en la búsqueda
de la verdad, la justicia social, el amor y la libertad y que se construya a sí
misma con el fin de obtener un entorno pacífico para la convivencia y generar
un desarrollo óptimo en las múltiples esferas que configuran el sistema social
de esa forma (económico, político y cultural), y tecnológico de ese siglo XXI.
La paz neutra implica que los medios deben ser acordes, coherentes con la meta
o el fin, lo que supone la utilización de la noviolencia como principio generador que
informe nuestras actuaciones. Esto nos llevaría al campo de los conflictos y de su
regulación pacífica (Vinyamata, 1999; Entelman, 1999; Jiménez, Beltrán y Moreira,
2019), la cual es siempre difícil. Añadiremos que siempre es construcción de paz, si
la paz «se define como la capacidad de manejar los conflictos con empatía, noviolencia
y creatividad» (Galtung, 1993). La paz neutra excluye la neutralidad, la rendición,
la huida y la violencia.

2.3. Definición de cultura de paz

Escribir sobre educación siempre un alto grado de dificultad. Sin embargo, la


pregunta obligada es la siguiente: ¿Enseñar o Educar una cultura de paz? En defini-
tiva, aprender a pensar críticamente, como soporte para desarrollar capacidades,
destrezas y habilidades cognitivas en los seres humanos. ¡Aprender a pensar crítica
y creativamente, ese es nuestro objetivo!
La realización de cartografías y taxonomías son necesarias para una enumera-
ción de valores obligados para la construcción y los avances hacia la paz, ya que suele
demandar cambios profundos que sólo podrán realizarse por medio de las transfor-
maciones sociales. Probar con taxonomías es convertirse en sujetos revolucionarios,
artífices de los cambios desde su entorno más inmediato (local) a entornos más
alejados (globales). No obstante, sería necesario aprender los siguientes elementos
que sirvan para construir tanto una nueva paz (multi, inter y trans cultural) como
nuestra propia identidad en tanto que seres humanos conscientes y responsables,
de ahí la importancia de la concienciación social: a) Hoy es necesario trabajar
por enseñar actitudes, más que por cambiar actitudes. Enseñar primero y después
cambiar, «prevenir»; b) Toda cultura es el resultado de procesos de intercambio y de
mezcla con otras culturas; c) Ninguna cultura es superior o inferior a otra, como tal
cultura. Por tanto, no califiquemos como inferiores a los que se sienten identifica-
32 Francisco Jiménez Bautista

dos con alguna de ellas; d) Cada cultura tiene aspectos, costumbres y tradiciones
positivas y negativas; e) Todas las aportaciones culturales, incluyendo las nuestras, se
deben conocer con actitud respetuosa, pero también crítica; y f) Sumar diversidad,
enriquece; restar debilita.
La lista puede ser interminable, se trataría de tener una visión objetiva, crítica,
que no se quede en los elementos negativos que tiene nuestra sociedad. Aportar
soluciones, alternativas, ideas frescas, en definitiva ser «expertos» de una Educación
para la paz neutra (Jiménez, 2014).
La educación como cimiento de una nueva cultura de paz, donde la paz trans
cultural se nos presenta para educar en una cultura neutral que implique un cambio
de actitud, donde se pueda educar en un marco de valores universales que promue-
van el respeto de toda forma de vida, a la diversidad y, donde la solidaridad, uno
de los conceptos más debatidos y manipulados actualmente, esté presente. Nos
hallamos en un momento distinto en el que la globalización está dando lugar a la
creación de sociedades multi culturales donde convergen pluralidad de lenguas,
creencias, costumbres, religiones, etc., y en definitiva, donde convergen diferentes
cosmovisiones de la vida.
La cultura de paz es un proceso que implica un cambio de mentalidad individual
y colectiva. Para edificarla es importante que se genere un proceso de reflexión sobre
como se puede incidir en la construcción de la cultura de paz, desde los medios de
comunicación, desde la familia, las empresas, las unidades de producción agrícolas,
desde los ayuntamientos, desde las Organizaciones No Gubernamentales (ONG),
etc. Se trata de generar una conciencia colectiva sobre la necesidad de una cultura
de paz enraizada en la sociedad con tanta fuerza que no deje lugar a la violencia.
Implica que los gobiernos tomen conciencia de esta cultura de paz y de los factores
y condicionantes que la facilitarían, tal como eliminación de las situaciones injustas,
distribución más equitativa de la riqueza, eliminación de la pobreza, derecho a la
educación en igualdad de condiciones. Y por otro lado que conviertan esta concien-
cia en una nueva cultura para administrar el poder.

3. Papel de los Derechos Humanos en la cultura de paz

La paz es una aspiración, un deseo y una necesidad posible; es decir, una realidad
que construir, necesita de la ciencia, la educación y la cultura.
a) En primer lugar, la paz es multidimensional y exige esfuerzos no sólo para al-
canzar el desarmen sino también para lograr un verdadero desarrollo humano, para
afianzar el respeto de los Derechos Humanos, para resolver los conflictos y frenar el
deterioro medioambiental. En la actualidad, el Derecho Humano a vivir en paz es
Capítulo I. Cultura de paz y noviolencia 33

la piedra angular de todos los demás derechos humanos y de su interdependencia,


la Carta de las Naciones Unidas, en su artículo 1, así lo determina:
«1.- Mantener la paz y la seguridad internacional, y con tal fin: tomar medidas
colectivas eficaces para prevenir y eliminar las amenazas a la paz, y para suprimir
actos de agresión u otros quebrantamientos de la paz, y lograr por medios pacíficos,
y de conformidad con los principios de la justicia y del derecho internacional, el
ajuste o arreglo de controversias o situaciones internacionales susceptibles de
conducir a quebrantamientos de la paz».

El Derecho Humano a la paz, de acuerdo con todo lo escrito anteriormente,


necesita pasar de una cultura de la guerra hacia una cultura de paz caracterizada por
ser: una cultura de la convivencia y de la participación, fundada en los principios de
libertad, justicia, democracia, tolerancia y solidaridad; una cultura que rechaza la
violencia, se dedica a prevenir los conflictos en sus causas y a resolver los problemas
por el camino del diálogo y de negociación; una cultura que asegura a todos los seres
humanos el pleno ejercicio de sus derechos y los medios necesarios para participar
plenamente en el desarrollo de su sociedad.
b) En segundo lugar, implica un nuevo enfoque metodológico, puesto que debe
procurarse combinar dentro de un mismo plan de acción las aportaciones de la
educación, las ciencias, la cultura y la comunicación. Hay que tener presente que,
si la paz es posible la falta de voluntad política es sin duda la más grave amenaza
que se cierne sobre ella haciéndola de cristal pues el mundo de hoy sigue pagando
el precio de la guerra y alimentando sus causas más profundas. Es decir, nuestra
libertad entra en juego cuando los miembros de la sociedad eligen como medios para
realizar sus acciones aquellos que son coincidentes con la dignidad de sus miembros
individuales, quienes, estando dotados de razón, asumen la responsabilidad de sus
propias acciones.
La paz es un proceso que implica una forma de relación de los seres humanos en-
tre sí y a través de las distintas formas de organización social que excluye la violencia
en todas sus manifestaciones. Esto implica que al menos existan valores aceptados y
compartidos universalmente (Tuvilla, 2004: 43), lo cual requiere del consenso sobre
dichos valores mínimos compartidos que son el sustento o soporte. Los antecedentes
principales que construyen y formulan una cultura de paz, pueden ser los siguientes:
- 1986. La creación de la Comisión Nacional permanente de Educación para
la paz en Perú.
- 1986. La celebración en Sevilla de una reunión de científicos que afirmaban
en su Declaración (Manifiesto de Sevilla contra la violencia), categóricamente
y científicamente que la guerra no está determinada por los genes, sino que
34 Francisco Jiménez Bautista

es, por encima de todo, una invención humana y en consecuencia «la misma
especie que ha inventado la guerra es igualmente capaz de inventar la paz».
- 1989. El concepto de cultura de paz se formula a nivel internacional en 1989,
gracias a la celebración del Congreso Internacional celebrado en Yamoussou-
kro (Costa de Marfil). En este congreso se insta a la UNESCO a contribuir
en una nueva concepción de paz, mediante el desarrollo de una cultura de
paz.
- 1992. El Secretario General de las Naciones Unidas, Boutros-Ghali, publica
el documento «Una agenda para la paz» en el que examina la capacidad de
este organismo internacional en materia de diplomacia preventiva, estableci-
miento de la paz, mantenimiento de la paz y consolidación de la paz después
de los conflictos, así como las líneas básicas de un programa de paz.
- 1992. El Consejo Ejecutivo de la UNESCO debate un programa operativo
para la promoción de la cultura de paz.
- 1994. El Director General de la UNESCO crea la Unidad de Programa de
cultura de paz con las funciones de coordinación (perfeccionamiento de una
metodología que desarrolle esta cultura a través de la reflexión, la investigación
y la evaluación), desarrollo de programas nacionales y subregionales, así como
entre otras, la coordinación de acciones tanto con el sistema de Naciones
Unidas como con las organizaciones no-gubernamentales. Se celebra en El
Salvador el primer foro internacional sobre cultura de paz.
- 1995. La Conferencia General de la UNESCO autoriza el proyecto transdis-
ciplinar: «Hacia una cultura de paz», formado por tres unidades de mejor
acción:
- Promover una mejor comprensión y un reconocimiento de los principios,
normas y condiciones que propician una cultura de paz; fortalecer los inter-
cambios de información y las relaciones de colaboración en países, institu-
ciones y grupos que toman parte en iniciativas en pro de una cultura de paz
(Unidad 1. Difusión de la cultura de paz).
- Intensificar el desarrollo de un sistema global de educación y formación para
la paz, los derechos humanos y la democracia, el entendimiento internacional
y la tolerancia, que abarque todos los niveles de la educación, tanto formal
como no formal (Unidad 2. Educación para la cultura de paz).
- Contribuir, mediante programas y proyectos nacionales, subregionales e
interregionales, a la creación de condiciones que faciliten la reconciliación,
el entendimiento inter cultural (Jiménez, 2015) y la construcción de una paz
duradera (Unidad 3. La cultura de paz en la práctica).
Desde entonces los elementos principales de este proyecto serán:
- La Educación para la paz, los derechos humanos, la democracia y la tolerancia.
Capítulo I. Cultura de paz y noviolencia 35

- La promoción de los derechos humanos y de la democracia, así como la lucha


contra la discriminación.
- El pluralismo cultural y el diálogo inter cultural.
- La prevención de los conflictos y la consolidación de la paz.
- El proyecto interdisciplinario sobre juventud y cultura del futuro.
- 1997. La Asamblea General de Naciones Unidas declara el 2000 como Año
Internacional de la cultura de Paz (Resolución 52/15).
- 1998. La Asamblea General de las Naciones Unidas proclama el periodo
2001-2010 «Decenio Internacional de una cultura de paz y no violencia para
los niños del mundo» (Resolución 53/15). En este año se presenta el Consejo
Ejecutivo de UNESCO un «informe preliminar de síntesis a las Naciones
Unidas acerca de la cultura de paz», (154 EX/42) y un «informe de evaluación
del proyecto transdisciplinario «Hacia una cultura de paz» (155 EX/48).
- 1999. La Asamblea General de Naciones Unidas en su quincuagésimo tercer
periodo de sesiones aprueba la Declaración y programa de acción sobre una
cultura de paz (Resolución 53/243).
- 2000. El Secretario General de la ONU presenta en su quincuagésimo quinto
periodo de sesiones un informe sobre el Decenio Internacional de una cultura
de paz y noviolencia para los niños del mundo. Con motivo de la celebración del
Año Internacional de la cultura de paz un grupo de premios Nobel redacta el
Manifiesto 2000 que ha sido firmado en la actualidad por más de 75.204.320
personas en el mundo.
- 2001. Celebración de 46ª Reunión de la Conferencia Internacional de Edu-
cación sobre «La Educación para todos, para aprender a vivir juntos».
La UNESCO con motivo del Año Internacional de la cultura de paz se basó en los
siguientes principios para enunciar la cultura de paz: Respeto a los Derechos Huma-
nos (el derecho a la vida, el respeto y la promoción de todos los derechos y libertades
fundamentales. El derecho a la protección del ambiente en forma sostenible, pro-
moción de los derechos del niño, etc.); Promoción de la comprensión y solidaridad
entre los pueblos, culturas y diversas minorías y respeto a la libre determinación de
los pueblos; La democracia; La tolerancia; La promoción del desarrollo; La Educa-
ción para la paz; La libre circulación de información; La mayor participación de la
mujer como enfoque integral para prevenir la violencia y los conflictos; Realización
actividades para propiciar el establecimiento y consolidación de la paz.
Igualmente, considera la cultura de paz como el conjunto de valores, actitudes,
tradiciones, comportamientos y estilos de vida basados en (Resoluciones aprobadas
por la Asamblea General de las Naciones Unidas A/res/53/243, 6 de octubre de
1999):
36 Francisco Jiménez Bautista

1.- Respeto a la vida, el fin de la violencia y la promoción y la práctica de la


noviolencia.
2.- Respeto pleno de los principios de la soberanía, integridad territorial e in-
dependencia política de los Estados y de no injerencia de asuntos que son
esencialmente jurisdicción interna de los estados conforme a la carta de las
Naciones Unidas y el Derecho Internacional.
3.- Respeto pleno y la promoción de los Derechos Humanos y las libertades
fundamentales.
4.- Compromiso con el arreglo pacífico de los conflictos.
5.- Esfuerzos por satisfacer las necesidades de desarrollo y protección del medio
ambiente de las generaciones futuras y presentes.
6.- Respeto y la promoción del derecho al desarrollo.
7.- Respeto y el fomento de igualdad de derechos y oportunidades entre hombres
y mujeres.
8.- Respeto y el fomento del derecho de todas las personas a la libertad de ex-
presión, opinión e información.
9.- Adhesión a principios de libertad, justicia, democracia, tolerancia, solidari-
dad, cooperación, pluralismo, diversidad cultural, diálogo y entendimiento
en todos los niveles de la sociedad y entre las naciones y animados por un
entorno nacional e internacional que favorezca la paz.
Todos estos planteamientos, implican que la paz desde un punto de vista posi-
tivo, necesita tres elementos (Tuvilla, 2004: 46):
- De métodos científicos que analicen la problemática mundial y las situaciones
contrarias a la paz de modo que aporten soluciones globales y creativas de
dichos problemas (Investigación para la paz);
- De la concienciación de la población en general sobre dichos problemas y
formas creativas de resolverlos a través de acceso a la información y de una
formación específica (Educación para la paz);
- Se necesita la puesta en práctica de medidas, recursos y esfuerzos humanos
y sociales (económicos, políticos y culturales) que construyan la paz a la luz
de las investigaciones (Acción para la paz).
En el marco de la Década Internacional para la cultura de paz (2001-2010)
proclamada por las Naciones Unidas, se dictó en España la Ley 27/2005, de 30 de
noviembre, de fomento de la educación y la cultura de paz, que reconoce el papel
decisivo de la educación como motor de evolución de una sociedad y que pretende
ser un punto de partida para sustituir la cultura de la violencia, característica del siglo
XX por una nueva cultura de paz para el siglo XXI. Por ello, la cultura de paz está
Capítulo I. Cultura de paz y noviolencia 37

formada por todos los valores, comportamientos, actitudes, prácticas, sentimientos


y creencias que acaban conformándola.
Esta cultura de paz exige potenciar la Educación para la paz, la noviolencia y
los Derechos Humanos, promover la Investigación para la paz y la eliminación de
la intolerancia. En su artículo 3 de la citada Ley 27/2005, dispone que el Gobierno
otorgará ayudas para la realización de estudios e investigaciones en materia de paz
y promoverá el reconocimiento de las iniciativas sociales y de los medios de comu-
nicación a favor de la paz.
Toda esta importancia de los Derechos Humanos a la paz, se expresa en una
cultura para promover la pacificación que incluye estilos de vida, patrones de
creencias, de valores y de comportamientos que favorecen la construcción de la
paz que se acompañen de cambios institucionales y que promuevan el bienestar, la
igualdad la administración equitativa de los recursos, la seguridad de los individuos
y las familias y la identidad de grupos y de las naciones sin recurrir a la violencia.

4. Noviolencia, el cómo

Definir y explicar por qué escribimos el vocablo noviolencia junto, pues bien, este
vocablo fue acuñado en 1931 por el pedagogo italiano Aldo Capitini, con motivo
de una gira que Gandhi realizaba por Europa, y con la unión de ambos vocablos
intentó resaltar que:
«La noviolencia no se mueve en este terreno con certezas y absolutos, sino con
ciertas convicciones y recomendaciones. En principio los actos intrínsecamente
malos quedarían prohibidos, ya hemos hablado de ahimsa, como principio que
exhorta a no matar, no hacer sufrir, etc. Elegir el mal menor no se opondría a la
noviolencia, pero ésta intentaría analizar alternativas más allá de cualquier mal por
pequeño que fuera. Diríamos que, para la noviolencia, hay males pequeños que
también se podrían evitar por ejemplo cambiando algunas de las perspectivas que
están muy asentadas hoy día en la cultura hegemónica» (López-Martínez, 2017: 76).

Xesús R. Jares al respecto señala:


«No se trata de un capricho. […] sino que lleva consigo un programa
constructivo de acción, un pensamiento nuevo, una nueva concepción del
hombre y del mundo. Como aparece en esta obra, la noviolencia es más un reto
a la pasividad que a la violencia. Todo ello nos obliga a utilizarla como una sola
palabra, con contenido propio, recurriendo a ese dinamismo creador del lenguaje
que es capaz de definir el todo nombrando a una parte, que es capaz de dar a la
palabra un contenido semántico mucho más amplio del que pudiera desprenderse
38 Francisco Jiménez Bautista

de su puro origen etimológico, como sucede con múltiples palabras» (CAN, 1983:
8; cfr.: Jares, 1999: 69).

4.1. Sobre el concepto de noviolencia

La noviolencia es una palabra-concepto que surge como oposición al poder


convencional, al poder de la violencia (López, 2003). Tradicionalmente existen tres
formas de escribir este concepto: «no violencia», «no-violencia», «noviolencia», y
existe mucha confusión entre estos términos ya que los medios de comunicación,
las instituciones y los propios científicos sociales no terminan de establecer cual es
la mejor manera de nominar este concepto. Por ello vamos a tratar de delimitar lo
que significa cada uno de esos vocablos.
Relacionamos los distintos conceptos de No violencia, No-violencia y Novio-
lencia con su correlación con diferentes tipos de violencia (directa, estructural y
cultural) que se resume en el Cuadro 4, y los definimos de la siguiente forma:
- «No violencia», como oposición a la «violencia directa», es decir, «relaciones
sin violencia». La «no violencia» puede ser una situación en la que se consigue
que dejen de existir formas de violencia directa, generando unas relaciones
humanas «sin violencia».
- «No-violencia», como oposición a la «violencia estructural», es decir, re-
sistencia sin armas y con métodos y técnicas pacíficas a toda la lucha y las
injusticias sociales, del sistema, de instituciones, etcétera. La «no-violencia»
viene del inglés non-violence, un concepto que traslada al lenguaje una rea-
lidad social (económica, política y cultural), además, de histórica, como por
ejemplo la lucha sin armas de Gandhi. Representa una forma de resistencia
aparentemente nueva, en la que se renuncia al uso de la violencia para resolver
conflictos.
- «Noviolencia», como oposición a la «violencia cultural». La noviolencia como
una sola palabra es obra de Aldo Capitini, que la concibe al traducir la ahimsa
(acción sin violencia) y Satyagraha1 (firmeza en la verdad) gandhiana con
ese vocablo. La noviolencia no es simplemente la negación de la violencia o
una forma de resistencia, sino que incorpora también el desarrollo de una
filosofía, de un programa constructivo de tipo social (económico, político y

1
Satyagraha es un neologismo creado por Gandhi para indicar la estrategia activa y constructiva
de la lucha noviolenta. Satyagraha significa fuerza de la verdad. Gandhi distingue tres tipos de
noviolencia: la del fuerte, la del débil y la del cobarde. La noviolencia de los cobardes es pasividad,
mientras que la de los débiles es impotencia (si tuvieran armas las usarían). La noviolencia de los
fuertes o Satyagraha es, en cambio, una estrategia de manejo de conflictos fundada en el rechazo a
la violencia, la cual está basada en razones éticas y va más allá del rechazo de la violencia armada
(Pontara, 2004: 496).
Capítulo I. Cultura de paz y noviolencia 39

cultural), además, de ético, humanista y espiritual, de las relaciones humanas


conflictivas (Gandhi, 1988; Jiménez, 2009: 141-190). Es decir, más que una
práctica es también una forma de pensar (una filosofía de vida) y una manera
de lucha contra las «justificaciones» de la violencia cultural.
Es decir, al ser la noviolencia una filosofía de vida, permite avanzar hacia la paz
neutra. Más que una práctica es también una forma de pensar y una manera de lucha
contra las «justificaciones» de la violencia cultural.

Cuadro 4. Diferencias entre no violencia, no-violencia y noviolencia.

- Oposición a la violencia directa.


No violencia
- Relaciones sin violencia.
- Oposición a la violencia estructural.
No-violencia
- Resistencia sin armas (métodos y técnicas pacíficas).
- Oposición a la violencia cultural y simbólica.
Noviolencia
- Filosofía y Antropología de/para la paz.
Fuente: Elaboración propia.

Muy importante señalar que la paz neutra se conecta con la idea de noviolencia,
que quiere como una «no acción de actos violentos», como principio noviolento de
la coo-cooperación al modo de Gene Sharp (1973), encaminada a la resolución de
conflictos de forma noviolenta, a través de una cultura de paz (Jiménez, 2011), con-
siguiendo demostrar los beneficios de una acción pacífica en lugar de una violenta.
La no-violencia, además, significa resistir sin hacer uso de violencia, pero no
pasividad. La noviolencia como una filosofía de vida es clave en la paz neutra. No-
violencia viene de Ahimsa (acción sin violencia) y Satygraha (aferrarse a la verdad)
(López-Martínez, 2017).

4.2. Dimensiones de la noviolencia

La noviolencia, vista como una cosmovisión del mundo y como una filosofía
política, presenta una serie de dimensiones que vamos a definir a continuación para
posibilitar una mejor comprensión de ella.
- La noviolencia es un método de intervención en conflictos, un conjunto de
procedimientos y técnicas que permiten gestionar, transformar o, incluso,
resolver y transcender ciertos conflictos.
- La noviolencia también es un método de lucha no armada y no cruenta contra
las injusticias, contra la opresión y contra las diversas formas de violencia.
40 Francisco Jiménez Bautista

- La noviolencia tiene una dimensión política (teórico-práctica) y maneja un


concepto de poder que amplia lo público más allá del Estado y reconoce
el poder que se encuentra en cada uno de los ciudadanos/as para realizar
acciones políticas y establecer nuevas relaciones de convivencia.
- La noviolencia es «un viaje de instrospección personal», que implica encontrar
un sentido íntimo y profundo a la vida con base en lo que hacemos, cómo lo
hacemos y por qué lo hacemos, mediante el auto-conocimiento.
- La noviolencia es una cosmovisión del ser humano y de la naturaleza, que
plantea una concepción del aquel como abierto a los cambios y a las trans-
formaciones, imperfecto, con conciencia moral, con capacidad para vertebrar
su racionalidad y sensibilidad. Una filosofía basada en la libertad y dignidad
humanas y en la creencia de que el amor es lo que mueve al mundo y que se
plasma en múltiples maneras de cooperación y filantropía. Una cosmovisión
cuya doctrina ética incluye a todos los seres sensibles.
La noviolencia responde a la violencia deslegitimando, denunciando y criticando
el uso de la violencia; advirtiendo de sus consecuencias y del daño irreversible que
puede producir; y auto-excluyéndose de usarla. La noviolencia se manifestará de
diversas formas a la hora de oponerse a la violencia:
- Frente a la violencia directa, la noviolencia se expresa como pacifismo, como
objeción de conciencia, como despliegue de métodos de lucha político-social
no armados, como auto control, etc.
- Frente a la violencia estructural, se produce un proceso de toma de conciencia
profundo para reconocer cuáles son (y por qué) las víctimas de cualquier
sistema social (político, económico y cultural). Trata de darle solución de
diversas formas: participando en las ONG, cambiando nuestros estilos de
vida y de consumo, adoptando la simplicidad voluntaria, no-cooperando
con aquella parte del sistema que consideramos injusto, creando formas de
comercio y de consumo más justo, protegiendo la naturaleza, adoptando
hábitos alimenticios menos entrópicos, planteando campañas de desobe-
diencia, plantando cara a las autoridades, modificando las agendas políticas
y económicas para que favorezcan a los que menos tienen.
- Frente a la violencia cultural, denuncia la cultura de la guerra y de la violen-
cia: armamentismo, militarismo, sexismo, etnocentrismo, competitividad
destructiva, etc., y trata de construir y de difundir una cultura de la paz
(derechos humanos, solidaridad, reparto de la riqueza, derecho a la paz, etc.)
que abarcaría la educación, la socialización, los medios de comunicación y
otros aspectos civilizatorios.
A cada forma de violencia corresponde una dimensión teórico-práctica de la
noviolencia. La noviolencia es la acción y el deber por la justicia respetando la vida
y la integridad física de los adversarios de esa lucha.
Capítulo I. Cultura de paz y noviolencia 41

4.3. Principios y valores

La construcción de la paz desde la filosofía de la noviolencia encuentra su for-


taleza en una serie de principios y valores que están asociados a la noviolencia. Sin
embargo, muchas de las personas y las organizaciones que desarrollan su vida en
parámetros de noviolencia no lo hacen conscientemente. Desde sus tradiciones cul-
turales o desde su cotidianidad, los individuos asumen una serie de valores básicos
como el respeto a la vida, el diálogo y la justicia. Estos valores morales se encuentran
también en la filosofía de la noviolencia, y aunque las personas y las organizaciones
no asuman la noviolencia conscientemente, se puede decir que forman parte del
movimiento noviolento al compartir sus mismos valores.
Otro de los principios de la noviolencia es la búsqueda de la verdad. La no-
violencia no tiene verdades absolutas porque pueden no ser acertadas o partir de
un conocimiento limitado. La noviolencia trata de iniciar un camino en el que se
expongan las verdades que todos poseen para alcanzar juntos un mundo más justo.
Trata de que el conflicto se convierta en una oportunidad para indagar sobre las
razones profundas de las diferencias.
Ese principio de búsqueda de la verdad se complementa con el principio del
diálogo activo. Un diálogo donde los interlocutores se reconocen y se esfuerzan por
entablar una comunicación que permita la generación de confianza, la interrelación
humana y la transformación noviolenta de los conflictos. Se basa en el valor que
existe en la capacidad de cambio del ser humano.
Por último, noviolencia incluye en su seno el principio de pensamiento alter-
nativo y creativo. Esto implica el ser conscientes de las posibilidades que existen de
transformar la realidad y de crear otros modelos.
Todos estos principios se apoyan en una serie de argumentos que parten de la
concepción de los seres humanos como un fin en si mismos y nunca como un medio
para alcanzar otros objetivos, y en la condena de las consecuencias de la violencia.
La filosofía política de la noviolencia considera que la transformación de la
realidad es un proceso. Por ello, señala que el objetivo perseguido se puede tener en
la mente pero será construido a lo largo de ese proceso y no se tiene la certeza de
cómo se definirá. De esta manera, las metas perseguidas estarán condicionadas por
los medios que se utilicen para alcanzarlas. Y al comienzo del proceso tampoco se
puede estar seguro de alcanzar los objetivos deseados.
De ahí que la filosofía política de la noviolencia establezca que es un riesgo
postergar la «justicia» al mañana e imponer a nuestros semejantes unos medios
«inmorales» para obtener un fin loable. Si nuestros medios han sido «inmorales» y
42 Francisco Jiménez Bautista

el objetivo no ha sido alcanzado, lo único que se habrá conseguido es aumentar el


sufrimiento y la violencia en nuestra sociedad.
Sin embargo, si el proceso de transformación de la realidad se ha desarrollado
desde los principios contemplados por la noviolencia, aunque no se alcancen los
objetivos perseguidos, siempre se habrá avanzado en la consecución de un mundo
más justo, se habrán dado unos pasos más en el camino. Otros argumentos que
apoyan los principios de la noviolencia son aquellos que nacen de la observación
de las consecuencias de la violencia. Al contemplar el siglo XX, se observa como la
violencia ha ido aumentando su intensidad de la mando de aumento de los niveles
tecnológicos (era nuclear) y económicos, y del perfeccionamiento de técnicas de ex-
terminio (campos de concentración, limpieza étnica). Y sin embargo, se ha mostrado
ineficaz en la resolución de muchos conflictos de manera definitiva. La aplicación
de más violencia no garantiza la solución de los problemas. Puede esconderlos o
postergarlos, pero no puede transformar los conflictos de manera justa.
La violencia deshumaniza a quien la práctica, lo embrutece. La violencia causa la
degradación de los fines que se persiguen porque destruye muchos de los principios
morales que se proclaman para desarrollarla. El empleo de la violencia organizada es
un peligro para la sociedad y los individuos porque puede llevar a la militarización
y a la pérdida progresiva de libertades y derechos. De ahí que la noviolencia trate de
buscar argumentos para restarle legitimidad a la violencia, para revelar sus causas
y mostrar sus efectos negativos. Estos argumentos permiten sostener los principios
de la noviolencia

5. Propuestas: una Educación para la paz neutra

La evolución histórica de lo que sería propiamente la Educación para la paz se


construye en los diferentes momentos histórico-evolutivos de una educación rela-
cionada con la investigación para la paz. Según Xesús R. Jares (1999), esta evolución
se ha manifestado en lo que él denomina las olas de la educación para la paz, que
construyen cartografías de paces.
De forma sucinta, podemos señalar que la primera ola aparece en la evolución
que tuvo la Escuela Nueva y el fuerte impacto de su filosofía educativa a nivel
mundial en su época y con posterioridad. La segunda ola señala la creación de las
Naciones Unidas y de la Unesco y el enorme esfuerzo que han desarrollado para
cumplir con sus objetivos fundacionales. La tercera ola elabora el desarrollo de la
Investigación para la paz y el fuerte impacto que su evolución tuvo en construir
una educación para la paz. Por último, como señala Jares, la cuarta ola observa el
legado de la filosofía de la noviolencia de Gandhi (Jares, 1999). La quinta ola es la
Capítulo I. Cultura de paz y noviolencia 43

aportación de la educación para la paz neutra, que construye cartografías de paces


desde el concepto de paz neutra (Jiménez, 2009, 2011 y 2014) (véase el cuadro 5).

Cuadro 5. Olas de la educación para la paz.

Primera ola La Escuela Nueva y su filosofía educativa a nivel mundial


Segunda ola La creación de las Naciones Unidas y de la UNESCO
El desarrollo de la investigación para la paz y el desarrollo de la
Tercera ola
educación para la paz
Cuarta ola Filosofía de la noviolencia de Gandhi
Quinta ola Educación para la paz neutra, cartografías de paces y cultura de paz
Fuente: Jares, 1999; Jiménez, 2009, 2011 y 2014.

Xesús Rodríguez Jares nos ha enseñado que la educación para la paz se nos
presenta como:
[…] un proceso educativo, dinámico, continuo y permanente, fundamentado
en los conceptos de paz positiva y en la perspectiva creativa del conflicto, como
elementos significantes y definidores, y que a través de la aplicación de enfoques
socio-afectivos y problematizantes pretende desarrollar un nuevo tipo de cultura,
la cultura de paz, que ayude a las personas a desvelar críticamente la realidad para
poder situarse ante ella y actuar en consecuencia (Jares, 1999: 124).

Una educación para la paz neutra:


[…] la educación para la paz busca educar desde la crítica, en que actúa el “yo”, en
comportamientos empáticos, tolerantes y solidarios. [Promover] El diálogo como
herramienta pacífica y la educación como “herramienta de campo de acción”. […]
Debe tomar como objetivo un fin, donde la llave será la educación o una pedagogía
de la paz, en la cual la libertad y la capacidad crítica sean los ejes transversales para
llegar a construir un futuro mejor (Jiménez, 2018a: 24).

5.1. Objetivos que la universidad no debe olvidar

Todos los objetivos que la universidad debe tener presente, incluyendo los con-
tenidos conceptuales de la cultura de paz, se alcanzan de forma que no neutralicen
la violencia oculta, es decir, que en los elementos básicos del currículo (objetivos,
contenidos, actividades, metodología, evaluación y relaciones sociales) estén presen-
tes los valores de la paz, y de esa forma se contrarresten los elementos de la violencia.
El proceso educativo debe eliminar la violencia (directa, estructural, cultural y/o
44 Francisco Jiménez Bautista

simbólica) (Jiménez, 2012) que se esconde sobre todo en la vida organizativa de los
centros educativos trabajando con las siguientes premisas:
- Conciencia de los sistemas, pensar de forma sistémica. Tenemos que recuperar
una forma de pensar holísticamente que, además, puede ser sistémica y a la
vez utópica, con la complejidad que supone entender todas las piezas del
sistema.
- Conciencia de la perspectiva, visión del mundo y capacidad para aceptar otras
perspectivas. Es pensar que no estamos solos y que nuestra interrelación se
produce con el otro. No ser consciente de esto implica que los individualismos
constituyen nuestra forma de pensar y actuar. Un esfuerzo por conectarnos
con los otros, con el mundo, de forma consciente debe ser esencial.
- Conciencia de la salud del planeta, para reflexionar sobre conceptos como
justicia, derechos humanos y responsabilidades. El planeta Tierra constituye
un referente en nuestra forma de construir la realidad. Sin la posesión de la
Tierra no es posible pensar en futuros deseables, ya que el contexto le da al
hecho su verdadera dimensión. No hay hechos sin contexto.
- Conciencia de la participación y la preparación. Desarrollar las habilidades
sociales y las políticas necesarias para llegar a la toma de decisiones demo-
cráticas que nos ayuden a construir un mundo más habitable.
- Valoración del proceso educativo. Todo medio constituye un camino que nos
puede llevar a conseguir fines. Desde una perspectiva procesual, construimos
la transformación para avanzar en el proceso de enseñanza-aprendizaje.
Una educación para la paz neutra plantea las actividades que describimos a
continuación. Se enfocan las actividades desde tres contextos, cada uno más amplio
que el anterior y los tres mantienen una estrecha relación. Existe una norma básica:
toda actividad debe surgir no como un añadido desde fuera de los procesos edu-
cativos, sino ligada íntimamente a los procesos educativos en los centros escolares,
percibida como necesaria en el desarrollo curricular y educativo. Los contextos son el
currículum, el centro escolar y los contextos institucionales y sociales (Jiménez, 2009
y 2018b; Del Pozo, 2018; Barrientos, 2016). Los objetivos que no deben olvidarse
desde una Educación para la paz son:
- Promoción del desarrollo integral y valioso de los potenciales humanos en
la forma y los contenidos del currículo.
- Participación de los padres, encargados y colaboradores para los alumnos.
- El centro escolar debe ser el lugar de desarrollo personal y profesional del
profesorado como comunidad moral y de conocimiento.
- La cultura institucional y el sistema educativo debe ser cooperativo y demo-
crático.
Capítulo I. Cultura de paz y noviolencia 45

Por último cabe decir que la cultura es neutra, nos ayuda a eliminar los conflictos
y las violencias en las sociedades complejas que nos ha tocado vivir. Su importancia
radica en buscar mecanismos donde la convivencia sea un instrumento para equipa-
rar la importancia brindada a cada cultura de la sociedad y por esta vía neutralizar el
racismo, el sexismo, la discriminación y otros medios violentos de exclusión social y
vulnerabilidad. Al final, la cultura de paz constituirá el instrumento más dinámico
a la hora de eliminar las distintas formas de violencia.

6. A modo de conclusiones finales

A modo de conclusión final podemos decir que una Investigación para la paz
puede ser una materia, disciplina o profesión completa y activa que se pueda benefi-
ciar de la integración de una Educación para la paz. Pensamos que es más didáctico y
real el hecho de investigar y desarrollar proyectos con problemas reales en Estudios
para la paz. Resolver problemas reales.
Igualmente, debemos tener un concepto de educación amplia, cuando educar
implica aprender a criticar. De forma que, siguiendo a Johan Galtung, planteamos
dos ideas de paz. La primera definición de paz es dinámica ya que el estado de los
casos estudiados hace que la noviolencia y el manejo creativo del conflicto sea
posible; la segunda definición es estática, y plantea la ausencia de violencia directa,
estructural y cultural y/o simbólica, que en suma sería una violencia híbrida (Jimé-
nez, 2018c).
Por último, la noviolencia es la llave para promover la paz. Las estrategias de la
acción y las teorías de la paz deben ser reconceptualizadas como un proceso continuo
y sistémico pensado de forma holística.

7. Referencias bibliográficas

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